AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Malá Strana | Flashback {Kanirae}
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Malá Strana | Flashback {Kanirae}
Nochevieja de 1792
Malá Strana, Praha
Malá Strana, Praha
De todas las ciudades que había visitado, aquella era, sin duda, su favorita. Las calles empedradas, los callejones que sorprendían de pronto, invitándole a uno a entrar, para terminar desembocando en una plaza donde los niños jugaban haciendo rodar aros de metal. La nieve pisoteada marcaba los caminos que sus habitantes seguían, facilitando la búsqueda de nuevas víctimas. Era fácil alimentarse en invierno, sus largas noches le permitían salir del letargo al que se veía sometida antes de que todo el mundo volviera a sus casas. Además, según Gyda, aquella ciudad tenía los hombres con la sangre más sabrosa, con lo que cualquiera que eligiera le sabría delicioso. Sí, la vida allí era sencilla.
Había llegado la navidad y todo el mundo sonreía a la espera de un nuevo año. La que para los humanos corrientes era una noche especial, llena de ilusiones y buenos deseos, para Gyda era una más. Una noche diferente, sí, pero una más. Había vivido tantas navidades y tantos años nuevos que, si las disfrutaba de una manera diferente, era sólo por los excesos que los demás tenían con ellos mismos. Todos querían celebrar su propio baile privado, cada cual más ostentoso que el de su vecino. Enviaban invitaciones por doquier a todas las casas con un mínimo nivel social, no necesariamente alto, pero sí lo suficiente para poder adquirir los ropajes que lucían en aquellas fiestas. Por eso daba igual si eras amigo íntimo del anfitrión o si, por el contrario, no recordabas su nombre; todas las familias que cumplían los requisitos recibían cientos de cartas entre las cuales elegir.
Gyda no tenía amigos en aquella ciudad, ni siquiera conocidos, pero la casa donde vivía cumplía con los criterios marcados por la sociedad. Es por eso que, días antes del año nuevo, ya tenía sobre la mesa una cantidad ingente de sobres por abrir. Sólo elegía aquellos que bien por su color, su olor o la letra del remitente, llamaban su atención. Los que no pasaban aquella criba eran lanzados con cierta maestría a la chimenea, donde alimentaban el fuego calentando la estancia. De entre todas las cartas que leyó, se quedó con una que no era ni la más elegante ni la que más prometía, pero que su instinto le decía que sería interesante. Se celebraría en una mansión no muy lejos del castillo, una casa que Gyda conocía bien.
Eligió el vestido, se arregló el cabello y salió sin ponerse el abrigo. El frío fuera era inhumano, por eso se convirtió en el blanco de todas las miradas. Ella no sentía nada, claro. Era la única a la que no le salía vaho al respirar. No cogió un coche para llegar hasta allí, sino que hizo el camino andando, parándose tan sólo un momento para alimentarse de un hombre despistado. A pesar de la larga caminata sobre la nieve sucia y apelmazada, su vestido llegó limpio y seco. Entregó la invitación y se adentró al gran salón, exquisitamente decorado para la ocasión: delicadas guirnaldas de abeto adornaban las paredes y candelabros de oro y bronce alumbraban el salón. Todos los invitados lucían una copa de cristal de bohemia en la mano, como no podía ser de otra manera.
La pelirroja fue el foco de numerosas miradas, algunas más discretas que otras. Ella devolvía algunas al azar mientras se encaminaba hacia el fondo de la sala. Unos ventanales dejaban a la vista el jardín, también alumbrado por pequeñas velas, pero poco visitado debido a la temperatura exterior. De manera disimulada cogió una copa y se la llevó a los labios, dando el primer sorbo de la noche. El reloj de pared seguía con su tic-tac, contando los minutos que faltaban para que llegara el próximo año. ¿Traería algo nuevo? Eso estaba todavía por ver.
Última edición por Gyda el Jue Sep 08, 2016 8:20 am, editado 1 vez
Gyda- Vampiro Clase Alta
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Re: Malá Strana | Flashback {Kanirae}
Si hubiera podido decir que tenía alguna clase de alma, habría dicho que odiaba estas fechas con toda su alma. Pero no la tenía, hacía tiempo ya que no consideraba que tenía un alma. Y su corazón era más frió que las rocas cubiertas por la nieve. Al menos a veces podía tener esa apariencia de persona común cuando en realidad su aspecto demostraba la ira que su ser representaba.
En estas fechas tan señaladas para los mortales la desesperación se había apoderado de ella, no necesitaba amor o cariño familiar como todas aquellas personas que se reunían con los amigos y las familias mientras otros se consolaban con recordarlos, no, lo que ella necesitaba era sangre, y mucha. Ver miedo y terror en los ojos de alguna de esas personas felices que tan despreciables eran le causaba una sensación extrañamente similar a la felicidad, esa que supuesta mente sentían esos corruptos humanos en estos momentos.
Era el momento de ir de caza, salir del interior de su cueva y mezclarse entre las familias y amigos que festejaban para poder divertirse ella también. Tenia un hermoso vestido preparado para esta clase de ocasiones, un elegante vestido negro largo de sedas y satén de una sola pieza con un cuerpo ajustado y una falda con crinolina confeccionado con hermosos bordados, que había pertenecido a una duquesa ya muerta, una victima más.
Una vez con su aspecto "humano" no le fue difícil mezclase entre los invitados de un lujoso festejo, hermosas damas y elegantes caballeros se encontraban allí, bailando, bebiendo y disfrutando de la ultima noche del año. Uno de estos elegantes caballeros se convirtió en la primera victima de la noche, ella no lo había buscado, se podía decir que el solito se metió en la boca del lobo, aunque el pobre no tenia ni idea de ello, simplemente había invitado a bailar a una joven de cabellos castaños y hermosos ojos azules, desafortunada mente esta joven era Kanirae.
Un baile lento, elegante, seductor y pocas palabras después ambos se encontraban apartados del resto de la gente y aquel fue su fin, la mujer frente suya se transformo en un horrendo ser que le dio muerte. Se encargo de dejar el cadáver en un lugar apartado donde no le encontraran hasta el día siguiente, no deseaba perturbar la fiesta teniendo aun tantas posibles victimas. Sintiéndose totalmente recuperada y de nuevo con aquel aspecto humano se unió a la fiesta en busca de aquella nueva victima.
Pronto el reloj daría las doce, un nuevo año más, ¿Duraría su victima hasta aquel nuevo año? Se había fijado en una joven solitaria apartada de la multitud, pero al acercarse a ella no pudo evitar la decepción, era una simple vampira, pero esta fiesta era suya, si pensaba cazar por aquí no acabaría bien.
- Te lo voy a decir una sola vez,- Utilizo una de sus más feroces miradas, una vulgar vampira no podía hacer lo que quisiera- ¿Ves todas las personas en la fiesta? Su sangre es toda mía.
En estas fechas tan señaladas para los mortales la desesperación se había apoderado de ella, no necesitaba amor o cariño familiar como todas aquellas personas que se reunían con los amigos y las familias mientras otros se consolaban con recordarlos, no, lo que ella necesitaba era sangre, y mucha. Ver miedo y terror en los ojos de alguna de esas personas felices que tan despreciables eran le causaba una sensación extrañamente similar a la felicidad, esa que supuesta mente sentían esos corruptos humanos en estos momentos.
Era el momento de ir de caza, salir del interior de su cueva y mezclarse entre las familias y amigos que festejaban para poder divertirse ella también. Tenia un hermoso vestido preparado para esta clase de ocasiones, un elegante vestido negro largo de sedas y satén de una sola pieza con un cuerpo ajustado y una falda con crinolina confeccionado con hermosos bordados, que había pertenecido a una duquesa ya muerta, una victima más.
Una vez con su aspecto "humano" no le fue difícil mezclase entre los invitados de un lujoso festejo, hermosas damas y elegantes caballeros se encontraban allí, bailando, bebiendo y disfrutando de la ultima noche del año. Uno de estos elegantes caballeros se convirtió en la primera victima de la noche, ella no lo había buscado, se podía decir que el solito se metió en la boca del lobo, aunque el pobre no tenia ni idea de ello, simplemente había invitado a bailar a una joven de cabellos castaños y hermosos ojos azules, desafortunada mente esta joven era Kanirae.
Un baile lento, elegante, seductor y pocas palabras después ambos se encontraban apartados del resto de la gente y aquel fue su fin, la mujer frente suya se transformo en un horrendo ser que le dio muerte. Se encargo de dejar el cadáver en un lugar apartado donde no le encontraran hasta el día siguiente, no deseaba perturbar la fiesta teniendo aun tantas posibles victimas. Sintiéndose totalmente recuperada y de nuevo con aquel aspecto humano se unió a la fiesta en busca de aquella nueva victima.
Pronto el reloj daría las doce, un nuevo año más, ¿Duraría su victima hasta aquel nuevo año? Se había fijado en una joven solitaria apartada de la multitud, pero al acercarse a ella no pudo evitar la decepción, era una simple vampira, pero esta fiesta era suya, si pensaba cazar por aquí no acabaría bien.
- Te lo voy a decir una sola vez,- Utilizo una de sus más feroces miradas, una vulgar vampira no podía hacer lo que quisiera- ¿Ves todas las personas en la fiesta? Su sangre es toda mía.
Kanirae- Nosferatu
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Re: Malá Strana | Flashback {Kanirae}
Vino, rojo y denso. Eso era lo que llevaba su copa, aunque para ella estaba demasiado aguado. Era una lástima, estaba segura de que los anfitriones habían puesto mucho empeño en traer los mejores vinos de la región para la fiesta. No podía culparlos, para un vampiro no había nada más delicioso que la sangre humana, algo imposible de reproducir de manera artificial. No importaba, allí había muchos invitados, lo que significaba muchos corazones latiendo alegremente. Quizá alguno volvía a casa ligeramente mareado. Otros, directamente, no volverían nunca.
Acercó la copa a su rostro y la movió en círculos haciendo que el vino diera vueltas dentro. El aroma afrutado llegó hasta su nariz, embriagándola, puede que demasiado. La separó dejándola a la altura del vientre y dejó que los restos de aquel olor se disiparan solos, pero hubo algo que aceleró el proceso. Sintió como alguien se colocaba a su lado y percibió un olor distinto y muy característico. No era humano, de eso estaba segura, pero tampoco era un inmortal como ella. Era algo más que un vampiro, y eso bastó para que llamara su atención. Al parecer, Gyda también había captado la de ella, puesto que la joven le dedicó unas palabras no muy amables.
La vampira giró la cabeza y se encontró con una muchacha aparentemente inocente. Aparentemente, claro, porque sabía que de inocente no tenía ni el brillo de sus ojos. Dio otro sorbo de su copa mientras la analizaba cuidadosamente. En menos de un segundo se había dado cuenta de lo que era Gyda, así que sería una pérdida de tiempo negar que no deseaba beber de alguien que estuviera allí. Su presencia le incomodaba, algo poco habitual para un vampiro de su edad, que hacía tiempo que había dejado de sentir ese temor por lo extraño.
—Es mucha sangre para un cuerpo tan pequeño —dijo, revisándola de nuevo de arriba a abajo—. Dudo que tengas tiempo de terminar con todos antes del amanecer.
¿Qué era ella? Nunca había tenido problemas en fiestas de ese tipo, y había ido a unas cuantas. Era fácil cazar, el alcohol ayudaba a que la gente fuera mucho más abierta de lo habitual. Se había cruzado con otros de los de su especie, pero habían sido veladas incluso agradables al poder conversar con ellos sin tapujos. Ella, en cambio, no parecía muy dispuesta a entablar una conversación amistosa. Eso, unido a esa sensación que no podía explicar, la volvieron cauta frente a ella.
Desvió la mirada hacia el frente y se percató de que un hombre la miraba directamente. Él alzó su copa y le sonrió, a lo que Gyda respondió alzando la suya con delicadeza. Él se disculpó ante el grupo con el que se encontraba y se separó. La vampira supo lo que pensaba, no pudo evitar sondear sus pensamientos.
—Me temo que él no te ha elegido a ti. —La miró unos segundos mientras el hombre se acercaba hasta ellas. Después se volvió hacia el iluso desconocido y le dedicó una tímida sonrisa—. Buenas noches, caballero.
Acercó la copa a su rostro y la movió en círculos haciendo que el vino diera vueltas dentro. El aroma afrutado llegó hasta su nariz, embriagándola, puede que demasiado. La separó dejándola a la altura del vientre y dejó que los restos de aquel olor se disiparan solos, pero hubo algo que aceleró el proceso. Sintió como alguien se colocaba a su lado y percibió un olor distinto y muy característico. No era humano, de eso estaba segura, pero tampoco era un inmortal como ella. Era algo más que un vampiro, y eso bastó para que llamara su atención. Al parecer, Gyda también había captado la de ella, puesto que la joven le dedicó unas palabras no muy amables.
La vampira giró la cabeza y se encontró con una muchacha aparentemente inocente. Aparentemente, claro, porque sabía que de inocente no tenía ni el brillo de sus ojos. Dio otro sorbo de su copa mientras la analizaba cuidadosamente. En menos de un segundo se había dado cuenta de lo que era Gyda, así que sería una pérdida de tiempo negar que no deseaba beber de alguien que estuviera allí. Su presencia le incomodaba, algo poco habitual para un vampiro de su edad, que hacía tiempo que había dejado de sentir ese temor por lo extraño.
—Es mucha sangre para un cuerpo tan pequeño —dijo, revisándola de nuevo de arriba a abajo—. Dudo que tengas tiempo de terminar con todos antes del amanecer.
¿Qué era ella? Nunca había tenido problemas en fiestas de ese tipo, y había ido a unas cuantas. Era fácil cazar, el alcohol ayudaba a que la gente fuera mucho más abierta de lo habitual. Se había cruzado con otros de los de su especie, pero habían sido veladas incluso agradables al poder conversar con ellos sin tapujos. Ella, en cambio, no parecía muy dispuesta a entablar una conversación amistosa. Eso, unido a esa sensación que no podía explicar, la volvieron cauta frente a ella.
Desvió la mirada hacia el frente y se percató de que un hombre la miraba directamente. Él alzó su copa y le sonrió, a lo que Gyda respondió alzando la suya con delicadeza. Él se disculpó ante el grupo con el que se encontraba y se separó. La vampira supo lo que pensaba, no pudo evitar sondear sus pensamientos.
—Me temo que él no te ha elegido a ti. —La miró unos segundos mientras el hombre se acercaba hasta ellas. Después se volvió hacia el iluso desconocido y le dedicó una tímida sonrisa—. Buenas noches, caballero.
Gyda- Vampiro Clase Alta
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Re: Malá Strana | Flashback {Kanirae}
Kanirae emitió un sonido parecido al "Humm" ante la respuesta, lo habría encontrado encantador si no fuera porque la persona a la que estaba despreciando era ella, se trataba de un año nuevo interesante sin duda ¿Acaso no sabia con quien se estaba metiendo o mejor dicho con qué? Tampoco podía enfadarse por ello si era el caso, pocos sabían de la existencia de los Nosferatu, otros pensaban que ya se habían extinguido y unos pocos que nunca existieron.
La vampira parecía disfrutar del enfrentamiento, sobretodo porque parecía estar ganándolo, pero únicamente lo parecía, Kanirae no se dejaba ganar fácilmente por el simple hecho de que no le gustaba perder, a nadie le gusta claro, pero ella se lo tomaba todo mucho más en serio como si se tratara de vida o muerte y en la mayoría de los casos así era.
Cuando un hombre apuesto desvió la mirada hacia la rubia le hirvió la sangre, las ganas de atacar allí mismo comenzaban a tomar presencia en su ser, pero mantuvo la compostura.
- Diviertete- Su tono de voz fue delicado y fluido, casi parecía sincera. -
Utilizo una de sus mejores sonrisas era difícil adivinar que en realidad no quería que se divirtiera, aquella noche era de ella, con un poco de suerte bastaría con mostrarle su verdadero aspecto para que la vampira se marchara, no quería una confrontación en aquel momento, seria benevolente, incluso podría llevarse a aquel hombre si quería.
Espero en un rincón del salón, sabia que si mostraba su aspecto ante todos correría el pánico, debía encontrar el modo de apartar a la rubia del resto de los asistentes a la fiesta para mostrarle su verdadero ser. Pero no era una tarea fácil.
La vampira parecía estar teniendo una agradable conversación con aquel hombre que sin duda trataba de conquistarla, era una pena tener que interrumpir, nadie mejor que ella conocía la amarga sensación de que te interrumpieran cuando tenias sangre fresca tan cerca, pero no dejaría que la muchacha se pavoneara delante suya, además ya se estaba cansando de este disfraz, eran todo ventajas.
Se acerco a la feliz pareja de un modo disimulado para a continuación susurrar en el oído de ella.
- Acompáñame, te interesara
Lentamente se alejo de la gente con la seguridad de que la rubia estaba caminando tras ella, si no era así, volvería y sin remiros la obligaría a ir con ella a un lugar apartado, si lo quería por las malas así lo tendría.
La vampira parecía disfrutar del enfrentamiento, sobretodo porque parecía estar ganándolo, pero únicamente lo parecía, Kanirae no se dejaba ganar fácilmente por el simple hecho de que no le gustaba perder, a nadie le gusta claro, pero ella se lo tomaba todo mucho más en serio como si se tratara de vida o muerte y en la mayoría de los casos así era.
Cuando un hombre apuesto desvió la mirada hacia la rubia le hirvió la sangre, las ganas de atacar allí mismo comenzaban a tomar presencia en su ser, pero mantuvo la compostura.
- Diviertete- Su tono de voz fue delicado y fluido, casi parecía sincera. -
Utilizo una de sus mejores sonrisas era difícil adivinar que en realidad no quería que se divirtiera, aquella noche era de ella, con un poco de suerte bastaría con mostrarle su verdadero aspecto para que la vampira se marchara, no quería una confrontación en aquel momento, seria benevolente, incluso podría llevarse a aquel hombre si quería.
Espero en un rincón del salón, sabia que si mostraba su aspecto ante todos correría el pánico, debía encontrar el modo de apartar a la rubia del resto de los asistentes a la fiesta para mostrarle su verdadero ser. Pero no era una tarea fácil.
La vampira parecía estar teniendo una agradable conversación con aquel hombre que sin duda trataba de conquistarla, era una pena tener que interrumpir, nadie mejor que ella conocía la amarga sensación de que te interrumpieran cuando tenias sangre fresca tan cerca, pero no dejaría que la muchacha se pavoneara delante suya, además ya se estaba cansando de este disfraz, eran todo ventajas.
Se acerco a la feliz pareja de un modo disimulado para a continuación susurrar en el oído de ella.
- Acompáñame, te interesara
Lentamente se alejo de la gente con la seguridad de que la rubia estaba caminando tras ella, si no era así, volvería y sin remiros la obligaría a ir con ella a un lugar apartado, si lo quería por las malas así lo tendría.
Kanirae- Nosferatu
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Fecha de inscripción : 03/09/2016
Re: Malá Strana | Flashback {Kanirae}
No imaginó que deshacerse de aquella chiquilla iba a ser tan fácil. Observó de reojo como se alejaba, un poco decepcionada, a decir verdad. Pensó que se quedaría para intentar llevarse a la primera víctima de la noche, un pequeño tira y afloja con la cara de confusión del hombre como único testigo.
El invitado hablaba sin cesar, contándole cosas que Gyda ni siquiera escuchaba. Se dedicó a estudiar su bien formado rostro, desde la forma de su mandíbula, pasando por los labios hasta los ojos, de un profundo color grisáceo. No había duda de que era un hombre atractivo, pero la vampira ya había perdido el interés. Aun así le siguió el juego, sonriendo con cautela para no mostrar su secreto. Contestaba a sus preguntas con mentiras de toda clase. Incluso inventó una ascendencia que sabía que a él le resultaría interesante, sólo por el placer de ver la reacción del hombre ante lo que parecía una mujer con poder tanto político como monetario.
Pudo escuchar cómo se aceleró el pulso del hombre, claramente interesado en todo lo que ella pudiera contarle. ¿Qué se inventaría esta vez? Pensó en hablar de enlaces y matrimonios de conveniencia cuando volvió a detectar aquel olor extraño que emana la joven de hacía unos minutos. Esta vez giró el rostro, rompiendo así el contacto con el hombre. Él hizo lo mismo, pero parecía que la muchacha había perdido todo el interés por el humano. Unas palabras susurradas bastaron para que la vampira olvidara por completo a su víctima. “Te interesará”, había dicho. ¿Qué podía ser más interesante que la sangre fresca que le ofrecía aquel humano?
La voz ronca del hombre la trajo de vuelta a la fiesta.
—¿Me disculpa un momento? —Le entregó la copa casi intacta—. No tardaré.
Él frunció el ceño, decepcionado, pero se quedó junto a la mesa con ambas copas en la mano. Ella, por su parte, caminó entre la multitud con la mirada en un punto fijo frente a ella, el mismo por el que había visto desaparecer a la joven. Llegó hasta una puerta ricamente decorada con cristales que permitían ver a través. Tras asegurarse de que nadie se fijaba en ella la abrió con delicadeza y la cruzó. La puerta daba a un pasillo enmoquetado y ligeramente oscuro, sólo alumbrado por pequeñas velas colocadas en mesitas auxiliares. No la veía, pero podía seguir su rastro con facilidad. Dio unos pocos pasos y después giró a la izquierda. Allí estaba.
—Has dicho que me interesaría —dijo, acortando la distancia con ella—. Ahora siento curiosidad. ¿Qué crees que puedes enseñarme que sea más interesante que el hombre de ahí fuera?
El invitado hablaba sin cesar, contándole cosas que Gyda ni siquiera escuchaba. Se dedicó a estudiar su bien formado rostro, desde la forma de su mandíbula, pasando por los labios hasta los ojos, de un profundo color grisáceo. No había duda de que era un hombre atractivo, pero la vampira ya había perdido el interés. Aun así le siguió el juego, sonriendo con cautela para no mostrar su secreto. Contestaba a sus preguntas con mentiras de toda clase. Incluso inventó una ascendencia que sabía que a él le resultaría interesante, sólo por el placer de ver la reacción del hombre ante lo que parecía una mujer con poder tanto político como monetario.
Pudo escuchar cómo se aceleró el pulso del hombre, claramente interesado en todo lo que ella pudiera contarle. ¿Qué se inventaría esta vez? Pensó en hablar de enlaces y matrimonios de conveniencia cuando volvió a detectar aquel olor extraño que emana la joven de hacía unos minutos. Esta vez giró el rostro, rompiendo así el contacto con el hombre. Él hizo lo mismo, pero parecía que la muchacha había perdido todo el interés por el humano. Unas palabras susurradas bastaron para que la vampira olvidara por completo a su víctima. “Te interesará”, había dicho. ¿Qué podía ser más interesante que la sangre fresca que le ofrecía aquel humano?
La voz ronca del hombre la trajo de vuelta a la fiesta.
—¿Me disculpa un momento? —Le entregó la copa casi intacta—. No tardaré.
Él frunció el ceño, decepcionado, pero se quedó junto a la mesa con ambas copas en la mano. Ella, por su parte, caminó entre la multitud con la mirada en un punto fijo frente a ella, el mismo por el que había visto desaparecer a la joven. Llegó hasta una puerta ricamente decorada con cristales que permitían ver a través. Tras asegurarse de que nadie se fijaba en ella la abrió con delicadeza y la cruzó. La puerta daba a un pasillo enmoquetado y ligeramente oscuro, sólo alumbrado por pequeñas velas colocadas en mesitas auxiliares. No la veía, pero podía seguir su rastro con facilidad. Dio unos pocos pasos y después giró a la izquierda. Allí estaba.
—Has dicho que me interesaría —dijo, acortando la distancia con ella—. Ahora siento curiosidad. ¿Qué crees que puedes enseñarme que sea más interesante que el hombre de ahí fuera?
Gyda- Vampiro Clase Alta
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Re: Malá Strana | Flashback {Kanirae}
Ahora que se encontraban en un lugar apropiado sin nadie que pudiera ver la situación que transcurriría en poco tiempo.
Apoyo sus manos en los hombros de la rubia y la empujo contra la pared más cercana acompañando el movimiento con un gruñido.
- Yo soy mucho más interesante que cualquier ser al que le lata el corazón- Recordaba haber tenido una conversación similar hace tiempo con un vampiro con el ego demasiado grande, aunque le era difícil recordar cuando fue y como termino, el problema o quizás una de las ventajas de vivir tantos años era que solo se recordaban las cosas realmente importantes el resto acababa por desvanecerse con el paso del tiempo.
- Supongo que ya seras consciente de que yo nos soy una vulgar vampira como tu. - Una gran sonrisa de oreja a oreja propia de un desquiciado asesino se volvió presente en en su rostro, le parecía gracioso cuando la confundían con una vampira y en más de una ocasión le había sucedido, pero su instinto le decía que la rubia sabia perfectamente que no era como ella.
Realmente esperaba impaciente la reacción que tendría al ver su verdadero ser, no creia que fuera demasiado impresionable, pero ver su aspecto revolvía el estomago de hasta el más experto cirujano.
En solo segundos su aspecto de joven encantadora se desvaneció para dar paso a su verdadero y horrendo aspecto. La clara y suave piel se convirtió en un tono verdoso enfermizo completamente agrietada, su cabello había desaparecido y sus manos eran ya unas grandes, afiladas y abultadas garras.
- ¿Quieres descubrir de lo que es capaz un Nosferatu o prefieres marcharte? Si quieres puedes llevarte tu cena, no me gusta la comida toqueteada por otros.
Apoyo sus manos en los hombros de la rubia y la empujo contra la pared más cercana acompañando el movimiento con un gruñido.
- Yo soy mucho más interesante que cualquier ser al que le lata el corazón- Recordaba haber tenido una conversación similar hace tiempo con un vampiro con el ego demasiado grande, aunque le era difícil recordar cuando fue y como termino, el problema o quizás una de las ventajas de vivir tantos años era que solo se recordaban las cosas realmente importantes el resto acababa por desvanecerse con el paso del tiempo.
- Supongo que ya seras consciente de que yo nos soy una vulgar vampira como tu. - Una gran sonrisa de oreja a oreja propia de un desquiciado asesino se volvió presente en en su rostro, le parecía gracioso cuando la confundían con una vampira y en más de una ocasión le había sucedido, pero su instinto le decía que la rubia sabia perfectamente que no era como ella.
Realmente esperaba impaciente la reacción que tendría al ver su verdadero ser, no creia que fuera demasiado impresionable, pero ver su aspecto revolvía el estomago de hasta el más experto cirujano.
En solo segundos su aspecto de joven encantadora se desvaneció para dar paso a su verdadero y horrendo aspecto. La clara y suave piel se convirtió en un tono verdoso enfermizo completamente agrietada, su cabello había desaparecido y sus manos eran ya unas grandes, afiladas y abultadas garras.
- ¿Quieres descubrir de lo que es capaz un Nosferatu o prefieres marcharte? Si quieres puedes llevarte tu cena, no me gusta la comida toqueteada por otros.
Kanirae- Nosferatu
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Fecha de inscripción : 03/09/2016
Re: Malá Strana | Flashback {Kanirae}
Su espalda golpeó la pared del pasillo, empujada por aquella joven extraña que la miraba desafiante. Gyda no sabía quién era, ni qué quería, pero estaba claro que no había ido a la fiesta para hacer amigos. La vampira tampoco, pero nunca descartaba pasar una velada agradable con alguien. Porque sí, no sólo le parecían interesante los seres de su especie; había humanos que sabían llamar su atención, y no por el aroma de su sangre. Algunos le habían resultado interesantes, algo que les había llegado a salvar la vida, al menos por una noche.
—No lo discuto —comentó, como quien da la razón a un lunático—. Pero, como bien comprenderás, ellos son alimento. Tú, en cambio, no. Eso te resta muchos puntos.
Sabía que tenía que medir sus palabras con tacto, pero lo confirmó cuando vio en su rostro aquella sonrisa que sólo invita a huir de allí. Gyda la miró y confirmó lo que ya sabía. La chica no era una vampira corriente. Por lo que intuyó, debía provenir de una época lejana que nadie en la tierra conocía lo suficiente, pero ni siquiera ella era capaz de imaginar la edad real de aquel ser.
Se separó ligeramente, pero eso no impidió que Gyda siguiera observándola. La luz era escasa, pero la transformación de la chiquilla fue clara como si se realizara a plena luz del sol. La cabellera castaña desapareció por completo, dejando la cabeza cubierta de una piel verdosa y con aspecto seco, como la pintura que se desconcha con el paso del tiempo. Los ojos se volvieron de un color azul claro, como los que lucen los ancianos que han perdido parte de la visión. Las uñas, largas y afiladas, terminaban de darle un aspecto grotesco. Gyda arrugó el ceño mientras la miraba de arriba a abajo.
—¿Nosferatu? —preguntó elevando una ceja, entre curiosa y precavida—. Creía que eran sólo cuentos.
Había oído hablar de ellos, pero nunca los había llegado a ver. O tal vez sí, pero no el tiempo suficiente para darse cuenta de lo que eran realmente. Dio un par de pasos hacia atrás, ampliando la distancia con ella. Era terrorífica. La puerta por donde había entrado la vampira se abrió con sigilo, pero perfectamente audible para ambas. Detectó el olor del hombre con el que había estado hablando y escuchó sus pasos acercarse con tiento.
—¿Anna? —llamó.
Esa había sido la primera mentira que le contó. Para él, Gyda se llamaba Anna. No solía decir su nombre real a sus posibles víctimas. Nunca se sabía si podrían llegar a encontrarte por algo así. Los pasos siguieron acercándose hasta que doblaron la esquina. La vampira miró y allí le vio. Seguía con ambas copas en la mano, pero una de ellas no tardó en estallar al caer al suelo. Había visto a la nosferatu, y la impresión que le causó lo dejó clavado en el sitio. Gyda sintió lástima por él. Sabía que no iba a ver un nuevo amanecer.
—No lo discuto —comentó, como quien da la razón a un lunático—. Pero, como bien comprenderás, ellos son alimento. Tú, en cambio, no. Eso te resta muchos puntos.
Sabía que tenía que medir sus palabras con tacto, pero lo confirmó cuando vio en su rostro aquella sonrisa que sólo invita a huir de allí. Gyda la miró y confirmó lo que ya sabía. La chica no era una vampira corriente. Por lo que intuyó, debía provenir de una época lejana que nadie en la tierra conocía lo suficiente, pero ni siquiera ella era capaz de imaginar la edad real de aquel ser.
Se separó ligeramente, pero eso no impidió que Gyda siguiera observándola. La luz era escasa, pero la transformación de la chiquilla fue clara como si se realizara a plena luz del sol. La cabellera castaña desapareció por completo, dejando la cabeza cubierta de una piel verdosa y con aspecto seco, como la pintura que se desconcha con el paso del tiempo. Los ojos se volvieron de un color azul claro, como los que lucen los ancianos que han perdido parte de la visión. Las uñas, largas y afiladas, terminaban de darle un aspecto grotesco. Gyda arrugó el ceño mientras la miraba de arriba a abajo.
—¿Nosferatu? —preguntó elevando una ceja, entre curiosa y precavida—. Creía que eran sólo cuentos.
Había oído hablar de ellos, pero nunca los había llegado a ver. O tal vez sí, pero no el tiempo suficiente para darse cuenta de lo que eran realmente. Dio un par de pasos hacia atrás, ampliando la distancia con ella. Era terrorífica. La puerta por donde había entrado la vampira se abrió con sigilo, pero perfectamente audible para ambas. Detectó el olor del hombre con el que había estado hablando y escuchó sus pasos acercarse con tiento.
—¿Anna? —llamó.
Esa había sido la primera mentira que le contó. Para él, Gyda se llamaba Anna. No solía decir su nombre real a sus posibles víctimas. Nunca se sabía si podrían llegar a encontrarte por algo así. Los pasos siguieron acercándose hasta que doblaron la esquina. La vampira miró y allí le vio. Seguía con ambas copas en la mano, pero una de ellas no tardó en estallar al caer al suelo. Había visto a la nosferatu, y la impresión que le causó lo dejó clavado en el sitio. Gyda sintió lástima por él. Sabía que no iba a ver un nuevo amanecer.
Gyda- Vampiro Clase Alta
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