Corazón lleno de vino - Privado.

por **Rose Mackenzie** Dom Sep 11, 2016 11:16 pm

1.- Primer encuentro.

En este punto de su vida podría estar dejando de lado todas las cuestiones básicas que solían llenar su cabeza en momentos de soledad. No tenía que preocuparse por no tener un techo donde dormir ya que el burdel era más que suficiente, tampoco le inquietaba pensar en qué comer cada noche. Eran temas triviales, sin mayor trasfondo lo que la inquietaban y evitaban que conciliara el sueño. Se debía quizás a que era una persona con mucho tiempo, que además disfrutaba de encontrar los detalles hasta en las cosas más simples. Podía hacerlo porque no se haría vieja creando tramas en su cabeza. Ser inmortal tenía sus ventajas.

Sin embargo solía mirar por la ventana hasta que el amanecer le picaba en la piel y debía volver nuevamente a encerrarse. Aquello era tal vez lo único que le molestaba, la melancolía de no poder ver el sol, de no sentir el calor en el rostro y de perderse los colores que sólo eran posibles de observar a esas horas. Pero quizás era mejor así, había muchas cosas en el día que le recordaban a sus hijos y aún después de todos estos años seguía sintiendo el dolor ardiente de la pérdida de todos sus pequeños, su marido le daba igual, pero eran esos niños la espina clavada que seguía manteniéndose latente. —Ya sé que tienes libre hoy pero estamos repletos y llegó alguien que quizás te conviene, se ve que puede pagar bien… —la figura de pie en la puerta era una de sus compañeras, una de las pocas que conocía su verdadera naturaleza, alguien que si le pedía eso era porque de verdad lo necesitaba.

Rose se arregló algunas hebras del pelo que ya se le habían caído, tenía el rostro pálido y contrastaba con la pintura roja con que había decorado sus labios. Parecía hecha de hielo y sangre a la vez, una herida en medio del invierno. —Dile que venga, lo atenderé enseguida… —le sonrió sin mostrar los dientes como era su costumbre y se levantó de la silla, dejó la ventana abierta esperando que algo de brisa no le molestara a su nuevo cliente y sintió desde mucho antes sus pasos firmes, incluso podía oír su corazón mientras se acercaba. Era un humano y por esa noche no le molestaba, estaba bien alimentada y tenía ganas de fingir sólo ser una cortesana como cualquier otra, obtener quizás a cambio un poco de conversación y no sólo placer.

—Bienvenido… —le dijo apenas lo vio llegar al marco de la puerta, —espero que lo que ve sea de su agrado. —volvió a sonreír del mismo modo en que lo había hecho antes y se acercó a él pero sin permitir que la tocara. —¿Desea una copa de vino? —