Encuentros desconocidos - Libre -

por **Dalia Di Dania** Dom Sep 18, 2016 1:57 pm

Encuentros desconocidos

Cuando todo parecía bien puesto en su lugar, Dalia estando esperando la visita de su padre cuando por fin había dado con él le hacía perder los nervios. Estaba con un vestido replica de su vestido de cuando era pequeña, seguro que su padre reconocería el patrón del vestido verde con volantes de encaje blanco que adornaban el escote aunque ahora estuviera más adaptado a sus gustos de adulta.

Su cabello recogido en un moño alto, su collar de esmeraldas colgaba alrededor de su cuello, demostraban un gran estilo por su parte. No solo tenía que ver a su padre, sino simplemente tenían que contarse muchas cosas. De todas las veces que ha deseado volver a estar con su padre, ahora estaba ansiosamente nerviosa por el encuentro que se llevaría a cabo, con la esperanza de que pudieran volver a retomar su relación padre e hija.

La mañana se había levantado lluviosa e invernal para estar casi al final del verano. Es uno de esos días en los que tienes que sacar un poco de la ropa de interior para no pasar frio pero que después, los siguientes días serán calurosos. Todavía no había sacado nada de invierno, pero si tenía en su guardarropa alguna que otra chaqueta que se le fue otorgada al instante que pidió la prenda, pero de inmediato se le notifico que su padre se había ido a Londres con una tal Amber. Aquello le extraño, al parecer la visita se había cancelado porque su padre ahora se iba de su lado de nuevo en compañía a saber de quién. Se levantó con urgencia para poder ponerse una fina capa con la que se cubriría del frío.

Al montarse en el carruaje, Dalia instaba al cochero para que se diera prisa hacia el puerto en donde su padre cogería un barco hacia el Reino Unido, a saber dónde los dejaría, ella quería saber o conocer a su padre un poco, quería saber también quién era esa Amber, quería asegurarse, quedarse con el corazón tranquilo, pero en el transcurso hacia el puerto, otro carruaje a toda prisa se cruzó por en medio, colisionando con el carruaje en el que iba Dalia causando un caos en la mitad de la ciudad. Hubo tal alboroto que Dalia quedó inconsciente, a la espera de que alguien la ayudara de aquel caos.

BY ORIANI~© SAVAGE-THEMES & THE CLOSETTO

por **Murphy** Lun Sep 19, 2016 8:45 pm

“I´m a stranger in a strange land.”
― Carson McCullers, The Heart is a Lonely Hunter

No habían pasado tantos días desde que arribaron a París, a decir verdad, perdió la cuenta en la segunda noche intentando huir de Riagán cuando la divisó en su forma humana y después escabulléndose como aquel gato blanco al que el Irlandés ya se había acostumbrado.

Murphy, como humano, tenía la nula capacidad de comunicación, era demasiado temerosa como para acercarse a pedir direcciones o como para pedir limosna, pero sus dotes animales eran algo que sobresalían incluso cuando se erguía en dos pies y el sigilo felino que la caracterizaba le era de ayuda al momento de hurtar para obtener alimento, dinero o lo que fuese que en ese momento buscaba.

Y era también esa agilidad y sentidos agudizados los que en mas de una ocasión la habían salvado de peligros inminentes. Tal era el caso aquel día.

Caminando en medio de la gente por las abarrotadas calles parisinas, logró hacerse de un monedero y una bolsa de estraza que contenía hogazas de pan y unos cuantos perones, suficiente como para que ella comiera y como para dejarle en secreto comida a ese pelirrojo que buscaba darle las sobras al gato albino que habitaba con él. Pero siendo tan poco notoria, la gente la empujaba y pasaba de ella, una ventaja cuando de robar se trataba, así pudo alejarse de las transitadas calles e ir a parar al cruce de caminos cercano al puerto.

Ninguno de los dos conductores pudo frenar a tiempo, el caballo negro de uno de los carruajes se levantó sobre sus traseros, el segundo frenó pero el carruaje se estampó en el animal provocando que este cayera de bruces sobre el primero. En realidad, la culpa no había sido de Murphy ya que ella logró saltar fuera de la colisión antes de que se escuchara el estruendo de la madera, el relinchar de los animales.

―Sigue, vamos, no es tu problema - camino hacia atrás, asustada cual venado deslumbrado, nadie notaria su presencia si quiera, el camino estaba desolado; pero entonces, después de que ambos conductores se pusieran de pie, escuchó un quejido suave y olfateó una fragancia sutil diferente a la de ambos hombres. Se acercó, en realidad, aquello no era tan aparatoso, únicamente se descarriaron el carruaje de pasajeros y el que llevaba carga -aquel haciendo mas ruido- pero la mujer en el interior del transporte estaba inconsciente y con una herida superficial en la frente ―Mademoiselle - llamó una vez ―Mademoiselle - le tocó ligeramente el hombro.

por **Dalia Di Dania** Mar Oct 18, 2016 6:29 pm

―Madmoiselle - llamó una voz ―Madmoiselle –

Una niña con largas y grandes coletas a ambos lados corría por un prado verde y plagado de un inmenso arcoíris de flores a lo largo de la colina. Dalia corría persiguiendo a su madre y a su padre, se reían los tres, pero de repente todo se volvió ruidoso, hordas de ejércitos ennegrecieron los prados por los que corría con inmensa felicidad, destruyendo cada señal de felicidad, cada borde de luz sustituyéndolo por sombras, sangre, espadas y gritos de guerra, ella siendo cogida por los brazos de su madre, corriendo, huyendo de alguien, ahora estaba en el interior de la casa, de sus pasillos por donde corría de pequeña, no comprendía nada.

Los gritos no cesaban, a ella la sustrajeron del lado de su padre para su seguridad, no volvió a verle nunca más, todo se desvaneció bajo sus pies, se difumino en imágenes borrosas que no conseguía recordar y entonces, una doncella aparecía delante de ella, susurrando “Madmoiselle” una y otra vez en lo que era repetitivo y tedioso acabando por despertarse repentinamente y encontrarse en Paris, en mitad de la calle, varios hombres a su alrededor expectantes de su salud se imagina, está apartada de los carruajes que ve que están hechos trizas.

Sus esperanzas cambiaron a un estado efímero sabiendo que ya su padre estaba bien lejos de su alcance. Tan pronto lo tuvo tan pronto se fue. Estaba en París de momento, su cuerpo sentía el dolor de aquel accidente pero que de milagro, estaba viva. Seguía mirando confusa, unas sonrisas aparecieron en los señores que la vigilaban y entre ellos el cochero que sonreía aliviado. No quería saber cómo estaba vivo. Lo mismo ella misma ya lo habría deducido, pero alguien a quien no conocía estaba mirándola con cierta firmeza que le resultaba inquietante a pesar de su confusión del momento.

Un pelo plateado que hacia resaltar un rostro redondo y afable, de una tez pálida como la leche, algo sonrojada posiblemente por la exaltación del accidente milagrosamente sin heridos o por lo menos, por lo que estaba informada. Sonrió a la desconocida como pudo, pero el movimiento de apenas un solo músculo le hacía ver las estrellas – Agh…-Gemidos al querer moverse apareció durante un instante. Paró y lo intentó de nuevo y se detuvo cuando en ese momento vino el servicio medico en su ayuda – Ve…ven…-Dijo a la desconocida, como queriendo que la siguiera, como queriendo no estar sola en ese momento tan solitario y doloroso.

Se había quedado sin nada.

No tendría pistas de su padre hasta pasado un tiempo y eso le dejó sin nada, sin amigos, sin ningún amor despistado por el que suspirar cada noche, nada. No quería estar sola. No quería llorar.

No quería morir de soledad.

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