El laberinto de la Rosa [Sophia + Goar]

por **Serena Di Donatto** Dom Sep 25, 2016 7:19 pm

El tiempo había sido razonable, mas no la pena que aun sentía en mi corazón, a veces oía la voz de Ámbar susurrar a mi oído diciendo “Serena todo va a estar bien” como se supone que todo esté bien cuando ella ya no está a mi lado para guiarme y cuidarme y por sobre todo para ser aquella familia que tanto me hacía falta. La sirvienta entro tan feliz como siempre y no tuve opción de dejar mis pensamientos para más tarde, traía consigo una nota con el sello real – ¿Lady Di Donato desea que le lea la nota? – Tome aire llenando mis pulmones por completo y solo asentí con la cabeza, mire mi reflejo en el espejo mi cabello estaba perfectamente rizado con una cinta sujetando los risos rebeldes cerré e mis ojos y escuche:

Serena Di Donato:

El tiempo no nos ha ayudado para dejar las cosas en claro, aun viviendo bajo el mismo techo te he evitado pero nunca he dejado de seguirte, verificar que te encuentres en perfectas condiciones, en el funeral no me acerque por varias razones que no discutiré por medio de este papel… ha pasado poco más de un mes y es momento que hablemos… y nos conozcamos. Tú conociste al hombre que me enseño más que solo amar, y por respeto a su memoria y a la memoria de Ámbar es porque necesito que nos veamos.

Si no deseas… eres libre para irte del castillo, pero nunca te dejare sola, estarás con las doncellas que te han acompañado este tiempo y todo el personal que necesites, además de los guardias que te protegerán…

Te espero en el laberinto de la Rosa, a la hora del té, estaré esperando tu llegada…

Una mujer que necesita redimirse…

Sophia D’Luca

La doncella doblo la carta y la dejo a un lado de mi cepillo para el cabello, luego que eso se retiró; de mi lugar me levanté y camine hasta el balcón para ver aquel laberinto donde la espina había causado su dolor… - Dile a Goar que hoy tiene que estar presente en el encuentro con la Reina - Le dije a la doncella necesitaba que alguien de confianza estuviera en esa reunión, no porque no confiara en la reina sino más bien necesitaba conocer las verdades ocultas tras el castillo. Necesitaba los porque… los cómo y los cuándo… hasta entonces permanecería en mi habitación, quedaban poco más de cuatro horas para el encuentro…

por **Goar Abadinchi** Sáb Oct 08, 2016 10:26 pm

Una de las doncellas de Serena ingresó por su puerta una vez que este había dejado que pasara tras golpear la puerta, el lupino escuchó con atención lo que esta muchacha tenía para decirle, el ahora Barón asintió con la cabeza, realmente no fue sorpresa para él este tipo de encuentros, no esperaba asistir al encuentro, sabía que Sophia en cualquier buscaría contactar con la niña, ya era tiempo, había pasado bastante tiempo desde aquel incidente y parecía que Sophia simplemente no deseaba ni ver a la niña, Goar podía entender bien sus razones, no obstante no estaba seguro de cuáles eran los motivos reales, ¿esquivar el pasado? ¿No abordar temas que podrían resultar dolorosos? Lo cierto es que se habían mantenido seguras ambas aquí bajo su cuidado, pero aquellos que ya una vez atacaron seguramente lo harían otra vez, estaba seguro de aquello, no tenía motivos para confiarse y pensar que en algún momento la jovencita deseara irse iba contra lo que él podría considerar como correcto, al final nunca pudo aclarar si la querían a ella o a Sophia, pero teniendo en cuenta que fue secuestrada estaba seguro de que ella resultaría ser la fuente de resolución de dudas, ahora mismo estaba impedido de su inasistencia, estar ahí era su deber, en parte agradeció que le avisara o solicitara su presencia, pero tenía que avisar a Sophia, no podía aparecer así de pronto o podría pensar que se estaba uniendo a la niña para afrontar esta situación, él simplemente fungiría como mediador y también para acotar certeza e información de ser requerida, y por último, asegurarse pues de que Serena no abandonara el castillo, no iba a permitirlo aunque eso significara retenerle contra su voluntad, o de falta de aprobación de Sophia, debían de ser ambas consientes que hasta hace poco sus vidas habían pedido de un hilo y que él había dado un compromiso, había jurado por el bienestar y la seguridad de los que el vampiro dejaba atrás, así que simplemente debía asegurarse de que este encuentro al final terminara en correctos términos, caso contrario sentiría que habría fallado, resultaba complicado imaginar que se podría decir o no, de algo estaba seguro, el tema de las cartas, el pasado, la adopción de Serena por el Rey, y todos esos asuntos turbios que supuestamente debían quedar en el pasado por fin, todo eso saldría, no iba a huir de los detalles.

Ya ahora mismo no tenía sentido alguno huir, simplemente deseaba que esta reunión fuera el final de la intriga, de las dudas y de los lamentos, su presente, el de los tres, no es seguro siquiera, pero desea que al menos la armonía de ellas dos esté latente. Tal como había pensado fue al poco tiempo donde Sophia, le avisó con prontitud de su presencia en el evento, sin embargo le dijo que era mejor que cada quien fuera por su cuenta, una aparente neutralidad para este evento, para que la jovencita tampoco pensaba que se iba a enfrentar a los dos. Finalmente llegada la hora pactada Goar se levantó de su asiento, había estado leyendo sobre los mismos planos del castillo, aprendiéndose cada rincón y cada pasadizo secreto que aún desconocía, tenía este lugar cientos y cientos de pasajes ocultos, sin embargo en la mente del lupino sería la nada misma gracias a su memoria fotográfica inquebrantable e infalible, tenía que aprovechar sus ventajas, pero también que cumplir con su responsabilidad por ello solo abandonó la habitación que se le había asignado tas su nombramiento, temas puramente protocolares, por él se hubiera quedado en la habitación de guardia real que le fue asignada como cualquier otro aunque sea comandante de la misma para lo poco que la usa igualmente pues ahora todas las noches duerme con Sophia, fue pedido de ella que aquello sede, él hubiera preferido seguir siendo más cauteloso o paranoico, sin embargo no podía negar que estaba mejor con ella que solo, además así podía cuidarle durante la noche y madrugada entre otro tipo de actividades más que se pueden realizar juntos. Goar llegó minutos antes del encuentro como siempre y sus sentidos delataron que evidentemente estaba siendo el primero del trío en llegar. El lupino se posicionó a un costado de la mesa central, no iba a tomar asiento hasta que finalmente ambas aparecieran, era extraño de alguna manera notar todo esto, una reunión tan protocolar y también tan seria para dos personas que realmente quizás no debían mostrar tanta frialdad la una con la otra, pero resultaba correcto, ir paso a paso, bien sabe él que las buenas relaciones se forjan con el tiempo y la que tiene hoy por hoy con la cambiante adulta es sin duda la muestra clara de ello. Fiel a su carácter simplemente esperó en silencio.

por **Sophia D'Luca** Dom Oct 09, 2016 11:16 pm

miedo

Con el pasar de los años uno va aprendiendo que el orgullo no es más que solo un sentimientos que nos pueden alejar de las personas, así como el rencor… el rencor que habitaba en mi interior no podía ser revelado ya que no podía vivir con aquello, por la simple razón que el amor que una vez tuve por Zarek era más fuerte que el rencor que sentía por el en ese mismo momento. No acostumbraba hablar mucho de él, por respeto a lo que sentía por Goar, pero hoy era un día donde todo tenía que fluir de la mejor de las formas y empezar por escuchar lo que la niña tenía que decir era un gran paso, necesitaba saber su historia, saber en qué momento Goar había ingresado en la vida de ella, en que momento yo iba a conocer los detalles detrás de todo lo que estaban ocultándome, mientras trenzaban mi cabello no podía dejar de pensar que Serena era la hija adoptiva de Zarek, que ella necesitaba ese apellido o quizás el mío…

Me sentía confundida de cómo seguir de ahora en adelante, sentía que todo podía complicarse aún más con cada paso que daba, Goar… no podía dejar de pensar en Goar, Serena, Zarek, Ámbar y en mi… en que momento todo se había complicado más… Mire hacia una de las paredes de mi habitación y ahí colgaba el cuadro que me había regalado Serena para mi cumpleaños, aun recordaba ese día en el cual me habían pedido que posara para un destacado pintor… ese día Zarek no estaba en el castillo andaba… en Paris… de seguro donde Serena visitándola, siendo un padre adoptivo… la doncella que me peinaba termino de hacerlo y comento unas palabras que ni siquiera escuche estaba hipnotizada en el cuadro, algo no calzaba ahí, algo había de más o de menos.

El reloj de péndulo en una de las esquinas de la habitación marcaba que faltaban un cuarto para las cinco de la tarde, aún quedaba tiempo… o tal vez no. Me levante de mi silla y Salí de la habitación por uno de los túneles que daban directo al jardín, justo detrás de la entrada del laberinto, pase por el túnel iluminado por antorchas que una de mis doncellas y la única que conocía los pasadizos había iluminado para mi andar, aquel túnel tenía una singularidad estaba pintado completamente con rózales que se enredaban y desenredaban guiando a cualquiera hacia el laberinto… una puerta de piedra adornada y oculta tras una gran enredadera se abría dejándome salir sin ser vista, un guardia y otra doncella esperaban a mi llegada, sin decir más camine hacia el laberinto donde la mesa del té estaba preparada para tres personas y en un borde parado rectamente con la visa en alto el hombre que me hacía feliz en estos días… quería correr a sus brazos y darle un beso tímido pero me limite a levantar una ceja como cual reina déspota mira a sus súbditos – Abadinchi, tan puntual como siempre – le guiñe un ojo para que no sonara tan formal, al tiempo que terminaba halar ingresaba por uno de los pasillos Serena escoltada por un guardia y una doncella al igual que yo. – Serena – dije con voz un poco temblorosa, que esperaba pasara desapercibida. – Bueno tomemos asiento – No era bien visto que alguien se sentara primero que la reina, así que me apronte a tomar asiento mientras a cada uno de mis lados se acomodaban tanto Goar como la niña.

Alce una mano para que la servidumbre comenzara a servirnos el té, mi estómago sonaba y no precisamente por hambre sino más bien por ansiedad, nerviosismo y miedo. El silencio se hizo presente, algo incómodo pero no sabía cómo empezar, ni que decir ni nada, en ese momento quede en blanco.

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