AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Atrapada [Privado]
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Atrapada [Privado]
Ya había anochecido y comenzaba la vida nocturna en Paris como lo hacía de costumbre, llenándose de luces blancas que provenían de los faroles que se alzaban en las calles y de las lámparas que se encendían en el centro de la ciudad. No en valde se consideraba a la capital francesa como la ciudad de la luz y supongo que eso era lo que esa noche me maravillaba otra vez mientras trotaba a lo largo de sus calles.
Me gustaba adentrarme en el centro porque me hacía olvidar la oscuridad de los callejones, adonde muchas veces me vi forzada a pasar la noche; aunque últimamente procuraba alejarme de ellos y me inclinaba más a dormir en los parques y las plazas, siempre en mi forma canina. De esa forma podía echarme sobre la verde grama, sentir su cobijo mientras mi pelaje blanco y rojizo se acostumbraba a la temperatura de la noche, podía girar sobre la sábana verde y tenderme boca arriba para olfatear el aire, el aroma de las flores y observar como se presentaría el cielo de una nueva noche, estrellado o no.
Precisamente pensé en regresar a uno de aquellos parques a pasar la noche después de que me desocupara de lo que estaba haciendo. Trotaba ágilmente sobre las aceras y me detenía cuando observaba a alguien comiendo frente a algún puesto de venta de comida. Meneaba la cola con el afán de llamar su atención y de vez en cuando realizaba alguna cabriola sobre dos patas, lo cual parecía divertir a algunos, especialmente a los niños que me regalaban un pequeño bocado de cualquier chuchería que estuviesen consumiendo.
Invariablemente y debido a mi condición de habitante de las calles, esta noche me acosaba otra vez el hambre, habiéndome ya gastado las escasas monedas que guardaba con afán y que utilicé en mi aspecto humano para comprar unas hogazas de pan que racioné durante unos cuantos días, mientras complementaba con las sobras que pudiera conseguir y que ya me había acabado.
Hoy no había tenido mucha suerte, la gente parecía estar demasiado ensimismada en sus asuntos como para prestarme atención por lo que sin percatarme conscientemente de ello ya me había internado en el mercado, rondando el área adonde se exponían los puestos de comida. Inmediatamente llamó mi atención un paquete de salchichas que colgando sobre una exhibición de embutidos me invitaba a acercarme con su aroma.
Rápidamente analicé la situación, habían dos vendedores en ese puesto y bastantes compradores por lo que me moví sigilosamente en las proximidades y cuando vi a ambos voltearse y dar la espalda a las magníficas salchichas que hacían rugir mi estómago, de forma rauda y veloz di un par de saltos y con los dientes las aferré antes de girar para devolverme al suelo cuando un grito inesperado que alcanzó mis oídos me llenó de pánico. -¡Al perro! ¡Atrapad al perro!- gritó alguien anunciando mi posición, lo cual me obligó a lanzarme a la carrera a toda velocidad, corriendo y saltando entre los diversos puestos de comida, lo cual provocó que muchos gritaran y que otros me maldijesen al notar que me pasaba llevando por delante todo lo que estuviera a mi paso.
-¡Atrapad al maldito perro!- Volví a oír y cuando en un momento en el que aún con mi tesoro entre mis dientes volteé a ver sobre mi hombro, sentí un golpe y como una red caía sobre mi. Lancé un quejido lastimero y con mis orejas gachas me vi alzada en esa trampa, zarandeada y posteriormente llevada a rastras hacia quien sabe donde a pesar de que hice todo esfuerzo por aferrarme al suelo con mis uñas.
No podía ver gran cosa a través de la red, estaba aterrada ante la idea de que me llevaran a la perrera, a aquel lugar horrible que me congelaba la sangre, temor que fue creciendo cuando alguien me alzó en el aire y sin contemplaciones me lanzó en una jaula. Hice intento de escapar pero era demasiado tarde, la habían cerrado con llave, me lancé contra la puertecilla desesperadamente en un intento fútil de abrirla y al comprender que no cedería me eché desolada en su interior, gimoteando con sentimiento al comprender que estaba completamente atrapada y sin la menor posibilidad de escapatoria.
Me gustaba adentrarme en el centro porque me hacía olvidar la oscuridad de los callejones, adonde muchas veces me vi forzada a pasar la noche; aunque últimamente procuraba alejarme de ellos y me inclinaba más a dormir en los parques y las plazas, siempre en mi forma canina. De esa forma podía echarme sobre la verde grama, sentir su cobijo mientras mi pelaje blanco y rojizo se acostumbraba a la temperatura de la noche, podía girar sobre la sábana verde y tenderme boca arriba para olfatear el aire, el aroma de las flores y observar como se presentaría el cielo de una nueva noche, estrellado o no.
Precisamente pensé en regresar a uno de aquellos parques a pasar la noche después de que me desocupara de lo que estaba haciendo. Trotaba ágilmente sobre las aceras y me detenía cuando observaba a alguien comiendo frente a algún puesto de venta de comida. Meneaba la cola con el afán de llamar su atención y de vez en cuando realizaba alguna cabriola sobre dos patas, lo cual parecía divertir a algunos, especialmente a los niños que me regalaban un pequeño bocado de cualquier chuchería que estuviesen consumiendo.
Invariablemente y debido a mi condición de habitante de las calles, esta noche me acosaba otra vez el hambre, habiéndome ya gastado las escasas monedas que guardaba con afán y que utilicé en mi aspecto humano para comprar unas hogazas de pan que racioné durante unos cuantos días, mientras complementaba con las sobras que pudiera conseguir y que ya me había acabado.
Hoy no había tenido mucha suerte, la gente parecía estar demasiado ensimismada en sus asuntos como para prestarme atención por lo que sin percatarme conscientemente de ello ya me había internado en el mercado, rondando el área adonde se exponían los puestos de comida. Inmediatamente llamó mi atención un paquete de salchichas que colgando sobre una exhibición de embutidos me invitaba a acercarme con su aroma.
Rápidamente analicé la situación, habían dos vendedores en ese puesto y bastantes compradores por lo que me moví sigilosamente en las proximidades y cuando vi a ambos voltearse y dar la espalda a las magníficas salchichas que hacían rugir mi estómago, de forma rauda y veloz di un par de saltos y con los dientes las aferré antes de girar para devolverme al suelo cuando un grito inesperado que alcanzó mis oídos me llenó de pánico. -¡Al perro! ¡Atrapad al perro!- gritó alguien anunciando mi posición, lo cual me obligó a lanzarme a la carrera a toda velocidad, corriendo y saltando entre los diversos puestos de comida, lo cual provocó que muchos gritaran y que otros me maldijesen al notar que me pasaba llevando por delante todo lo que estuviera a mi paso.
-¡Atrapad al maldito perro!- Volví a oír y cuando en un momento en el que aún con mi tesoro entre mis dientes volteé a ver sobre mi hombro, sentí un golpe y como una red caía sobre mi. Lancé un quejido lastimero y con mis orejas gachas me vi alzada en esa trampa, zarandeada y posteriormente llevada a rastras hacia quien sabe donde a pesar de que hice todo esfuerzo por aferrarme al suelo con mis uñas.
No podía ver gran cosa a través de la red, estaba aterrada ante la idea de que me llevaran a la perrera, a aquel lugar horrible que me congelaba la sangre, temor que fue creciendo cuando alguien me alzó en el aire y sin contemplaciones me lanzó en una jaula. Hice intento de escapar pero era demasiado tarde, la habían cerrado con llave, me lancé contra la puertecilla desesperadamente en un intento fútil de abrirla y al comprender que no cedería me eché desolada en su interior, gimoteando con sentimiento al comprender que estaba completamente atrapada y sin la menor posibilidad de escapatoria.
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 19/10/2015
Re: Atrapada [Privado]
No necesitaba comprar comida o bebida, lo cual era una gran ventaja cuando se estaba en la clase más baja de la sociedad, las monedas que ganaba las podía invertir en otras cosas, el Vampiro había estado ahorrando por meses, la paga que recibía por las esporádicas clases privadas que daba no eran un gran ingreso como para permitirle rentar una casa en un buen barrio, por lo que seguía viviendo en una cabaña abandonada en el bosque.
No le preocupaba mejorar su vivienda por ahora, el ahorro que tenía lo estaba guardando celosamente para poder rentar un local en el mercado y volver a abrir su tienda de antigüedades. Haber hablado con Naitiri le hizo darse cuenta de lo mucho que extrañaba su negocio. Además muchas de la mercancía que aún guardaba, se estaba pudriendo en cajas y necesitaba sacarla para que no se perdiera.
Así que esa noche decidió recorrer el mercado para hablar con algunos comerciantes y ver si podía negociar algún local pequeño donde pudiera comenzar a exhibir sus antigüedades. No quería tener problemas con nadie ni llamar la atención, así que prefería hacer las cosas de forma legal y no valerse de sus trucos mentales para salirse con la suya en el negocio.
De repente el ruido de ladridos y gritos de pueblerinos llamó su atención, en cuestión de minutos el mercado entró en caos y un señor con tupida barba ondulada atrapó en una red a un perro que se había atrevido a robar unas salchichas. Los clientes a su alrededor aplaudieron y hicieron comentarios de cuan rápido había sido el dueño de la tienda en atrapar al ladrón. Soren no pudo evitar escuchar la conversación aún estando al otro lado de la calle gracias a sus sentidos agudizados.
- ¿Que piensa hacer con el pulgoso, Monsieur Pinneschautt? - Preguntó una señora que traía un trapo verde oscuro en la cabeza y una canasta con manzanas.
- Un perro viejo que ha aprendido malos hábitos como robar, ya no sirve como guardián - Comentó el dueño de la carnicería - Ya no se le puede enseñar -
La muchedumbre que se había reunido para ver lo ocurrido asintió y comenzaron a discutir entre ellos.
- Hay que ponerlo a dormir entonces - Sugirió un hombre que olía fuertemente a pescado - Hace meses que tengo un problema con un maldito gato que siempre se escabulle con alguno de mis pescados - El carnicero asintió frunciendo el ceño, no parecía muy feliz con la idea de matar al perro, pero el pescador tenía razón, si no mataban al perro, volvería a robar y las salchichas costaban un buen par de francos que el carnicero no se podía dar el lujo de perder.
Soren se acercó con curiosidad y pasó por detrás del grupo de personas, a un lado de la carnicería habían puesto la jaula con la pobre criatura que gemía con ojos lastimeros como si estuviera entendiendo la conversación que se estaba llevando a cabo entre los hombres.
De hecho parecía que realmente estuviera entendiendo ¿O era solamente su impresión? Soren no supo porqué pero sintió algo diferente viniendo de parte del perro, como una energía, leve, pero que le hizo sentir un hormigueo por la espalda. ¿Era su imaginación o ese perro tenía algo especial?. Soren llevaba ya varios días sin beber sangre y sus poderes para percibir auras se habían debilitado por lo que sólo pudo sentir como una especie de presentimiento respecto al canino y nada más.
- ¿Puedo llevarme el perro? - Preguntó Soren interrumpiendo la conversación, el carnicero se giró hacia él y algunas de las personas comenzaron a dispersarse continuando con sus quehaceres cuando la conmoción por el perro se fue acabando - Yo me puedo quedar con el perro si usted no lo quiere - El carnicero pareció pensar por unos segundos antes de hablar.
- Puedo vendérselo por 50 francos - Respondió el carnicero.
- Pero usted no lo quiere y ni siquiera es suyo - Se quejó el Vampiro cuando el carnicero intentó tomar ventaja de la situación.
- Escucha hijo, este perro me ha costado un paquete de salchichas, si no puedo recuperar esos 50 francos, pues esta noche mismo será puesto a dormir - Le respondió llevándose las manos a la cintura regordeta. El Vampiro frunció el ceño, no había contemplado gastar 50 francos de sus ahorros en un perro, pero tenía la sensación de que debía de conseguir salvar al perro, por algún motivo que aún no comprendía.
- Esta bien... - Murmuró de mala gana y sacó 50 francos del bolsillo, por supuesto las salchichas costaban mucho menos que eso, pero el carnicero quería sacar el mejor provecho de la situación. El hombre sonrió y se metió las monedas en el bolsillo del delantal y se acercó a la jaula donde tenía atrapado al animal, safándole el candado y así liberando la puerta. Soren tomó una soga que había en el suelo y con cuidado se la pasó al animal por el cuello y cuando lo tuvo bien asegurado, lo sacó de la jaula.
No le preocupaba mejorar su vivienda por ahora, el ahorro que tenía lo estaba guardando celosamente para poder rentar un local en el mercado y volver a abrir su tienda de antigüedades. Haber hablado con Naitiri le hizo darse cuenta de lo mucho que extrañaba su negocio. Además muchas de la mercancía que aún guardaba, se estaba pudriendo en cajas y necesitaba sacarla para que no se perdiera.
Así que esa noche decidió recorrer el mercado para hablar con algunos comerciantes y ver si podía negociar algún local pequeño donde pudiera comenzar a exhibir sus antigüedades. No quería tener problemas con nadie ni llamar la atención, así que prefería hacer las cosas de forma legal y no valerse de sus trucos mentales para salirse con la suya en el negocio.
De repente el ruido de ladridos y gritos de pueblerinos llamó su atención, en cuestión de minutos el mercado entró en caos y un señor con tupida barba ondulada atrapó en una red a un perro que se había atrevido a robar unas salchichas. Los clientes a su alrededor aplaudieron y hicieron comentarios de cuan rápido había sido el dueño de la tienda en atrapar al ladrón. Soren no pudo evitar escuchar la conversación aún estando al otro lado de la calle gracias a sus sentidos agudizados.
- ¿Que piensa hacer con el pulgoso, Monsieur Pinneschautt? - Preguntó una señora que traía un trapo verde oscuro en la cabeza y una canasta con manzanas.
- Un perro viejo que ha aprendido malos hábitos como robar, ya no sirve como guardián - Comentó el dueño de la carnicería - Ya no se le puede enseñar -
La muchedumbre que se había reunido para ver lo ocurrido asintió y comenzaron a discutir entre ellos.
- Hay que ponerlo a dormir entonces - Sugirió un hombre que olía fuertemente a pescado - Hace meses que tengo un problema con un maldito gato que siempre se escabulle con alguno de mis pescados - El carnicero asintió frunciendo el ceño, no parecía muy feliz con la idea de matar al perro, pero el pescador tenía razón, si no mataban al perro, volvería a robar y las salchichas costaban un buen par de francos que el carnicero no se podía dar el lujo de perder.
Soren se acercó con curiosidad y pasó por detrás del grupo de personas, a un lado de la carnicería habían puesto la jaula con la pobre criatura que gemía con ojos lastimeros como si estuviera entendiendo la conversación que se estaba llevando a cabo entre los hombres.
De hecho parecía que realmente estuviera entendiendo ¿O era solamente su impresión? Soren no supo porqué pero sintió algo diferente viniendo de parte del perro, como una energía, leve, pero que le hizo sentir un hormigueo por la espalda. ¿Era su imaginación o ese perro tenía algo especial?. Soren llevaba ya varios días sin beber sangre y sus poderes para percibir auras se habían debilitado por lo que sólo pudo sentir como una especie de presentimiento respecto al canino y nada más.
- ¿Puedo llevarme el perro? - Preguntó Soren interrumpiendo la conversación, el carnicero se giró hacia él y algunas de las personas comenzaron a dispersarse continuando con sus quehaceres cuando la conmoción por el perro se fue acabando - Yo me puedo quedar con el perro si usted no lo quiere - El carnicero pareció pensar por unos segundos antes de hablar.
- Puedo vendérselo por 50 francos - Respondió el carnicero.
- Pero usted no lo quiere y ni siquiera es suyo - Se quejó el Vampiro cuando el carnicero intentó tomar ventaja de la situación.
- Escucha hijo, este perro me ha costado un paquete de salchichas, si no puedo recuperar esos 50 francos, pues esta noche mismo será puesto a dormir - Le respondió llevándose las manos a la cintura regordeta. El Vampiro frunció el ceño, no había contemplado gastar 50 francos de sus ahorros en un perro, pero tenía la sensación de que debía de conseguir salvar al perro, por algún motivo que aún no comprendía.
- Esta bien... - Murmuró de mala gana y sacó 50 francos del bolsillo, por supuesto las salchichas costaban mucho menos que eso, pero el carnicero quería sacar el mejor provecho de la situación. El hombre sonrió y se metió las monedas en el bolsillo del delantal y se acercó a la jaula donde tenía atrapado al animal, safándole el candado y así liberando la puerta. Soren tomó una soga que había en el suelo y con cuidado se la pasó al animal por el cuello y cuando lo tuvo bien asegurado, lo sacó de la jaula.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
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Re: Atrapada [Privado]
La angustia crecía en mi interior por momentos, alcanzando niveles extremos cuando un grupo de personas se detuvo a hablar a la par de la que ahora constituía mi encierro, aquella horrible jaula en la que apenas podía moverme. Gimoteé otra vez, preguntándome si habría algún alma caritativa en ese grupo que se apiadara de mí. A la mejor no me llevarían a la perrera como había creído en un principio, a la mejor ¿me soltaban por allí? Tragué saliva fuertemente sintiendo que mis esperanzas se volvían añicos cuando escuché la conversación.
-Un perro viejo…- Un momento, ¿a quién le llamaban “viejo”? Me sentí sumamente indignada, dieciocho años escasamente entraba en la categoría de “viejo”, además ¿cuántos años exactamente tenían ellos?
Arqueé el cejo cuando me llamaron pulgoso, aunque precisamente en ese momento rascaba detrás de mi oreja con mi pata. Vale, quizás tenía una que otra pulga pero ¡me bañaba todos los días! No, eso no era cierto… ¡pero no por falta de ganas!
Gimoteé profundamente y se me paralizó el corazón al escuchar lo siguiente. - Hay que ponerlo a dormir entonces – Abrí los ojos como platos y me invadió la desesperación. ¿A dormir? Me lancé contra la portezuela varias veces en un intento fútil por abrirla y comencé a rascar las varillas.
¡No me pueden poner a dormir! Ahora estaba completamente asustada, tenía que salir de la jaula a como de lugar, tenía que salir… continué rasguñando sin cesar.
De repente escuché otra voz y vi a un nuevo individuo acercarse. En realidad no vi mucho, solo veía piernas, aunque estas pertenecían a alguien que preguntaba si me podía llevar con él. Miré ansiosamente de un par de piernas a las otras, siguiendo el rumbo inesperado de esa conversación. ¡Cincuenta francos! Mi corazón pareció explotar en mi pecho. Nadie pagaría por mi 50 francos. El carnicero se había vuelto loco.
El otro par de piernas rebatía y con justa razón, pero sorpresivamente accedió a pagar ese dinero. ¿Por mí? Un par de manos se acercaron abruptamente a la jaula asustándome de muerte pero tan solo soltaron el candado.
La pequeña puerta se abrió y con la cabeza algo baja mis ojos deambularon deteniéndose en un personaje pintoresco. El dueño de las piernas acababa de aproximarse. Lo observé de lado, tenía un rostro joven y unas gafas bastante grandes. También vi su aura, era un aura de lo más extraña. Creo que en algún momento vi en la ciudad ese tipo de aura pero mi lado cauteloso siempre las eludía. Sin embargo mi nuevo dueño tenía un rostro amable. Errrr…. ¿Mi nuevo dueño? No sé ni qué diablos pensaba.
Noté que colocaba con cuidado una soga alrededor de mi cuello. -Oh, no, ¿qué haces? Esto no es un buen indicio.- Sin embargo era mejor que ser puesta a dormir… Salí de la jaula con lentitud y me fui acercando al señor de las gafas. Meneé la cola y animándome un poco olfateé sus manos antes de lengüetearlas. Estaban muy frías, mucho más que las mías en las noches heladas. Sentí algo de pena al notar eso. ¿Acaso pasaba frío él también?
Comencé a trotar a un lado suyo, echando miradas rápidas por detrás de mi hombro. El carnicero se entretenía contando sus monedas. Exhalé aliviada al notar que nos alejábamos de su puesto, viviría otro día...
-Adónde vamos?- Miré hacia el señor de las gafas con curiosidad al devolver mi atención hacia él y comencé a saltar animadamente a su alrededor antes de colocar mis patas delanteras sobre sus rodillas. -Tengo hambre… perdí las salchichas…- Lo miré concentrándome en él pero me percaté desilusionada de que no era una criatura capaz de oírme mentalmente como lo hacían los cambiantes. Lo miré con ojos grandes y lastimeros tras olfatear nuevamente sus manos. -¿Tienes algo de comer?-
-Un perro viejo…- Un momento, ¿a quién le llamaban “viejo”? Me sentí sumamente indignada, dieciocho años escasamente entraba en la categoría de “viejo”, además ¿cuántos años exactamente tenían ellos?
Arqueé el cejo cuando me llamaron pulgoso, aunque precisamente en ese momento rascaba detrás de mi oreja con mi pata. Vale, quizás tenía una que otra pulga pero ¡me bañaba todos los días! No, eso no era cierto… ¡pero no por falta de ganas!
Gimoteé profundamente y se me paralizó el corazón al escuchar lo siguiente. - Hay que ponerlo a dormir entonces – Abrí los ojos como platos y me invadió la desesperación. ¿A dormir? Me lancé contra la portezuela varias veces en un intento fútil por abrirla y comencé a rascar las varillas.
¡No me pueden poner a dormir! Ahora estaba completamente asustada, tenía que salir de la jaula a como de lugar, tenía que salir… continué rasguñando sin cesar.
De repente escuché otra voz y vi a un nuevo individuo acercarse. En realidad no vi mucho, solo veía piernas, aunque estas pertenecían a alguien que preguntaba si me podía llevar con él. Miré ansiosamente de un par de piernas a las otras, siguiendo el rumbo inesperado de esa conversación. ¡Cincuenta francos! Mi corazón pareció explotar en mi pecho. Nadie pagaría por mi 50 francos. El carnicero se había vuelto loco.
El otro par de piernas rebatía y con justa razón, pero sorpresivamente accedió a pagar ese dinero. ¿Por mí? Un par de manos se acercaron abruptamente a la jaula asustándome de muerte pero tan solo soltaron el candado.
La pequeña puerta se abrió y con la cabeza algo baja mis ojos deambularon deteniéndose en un personaje pintoresco. El dueño de las piernas acababa de aproximarse. Lo observé de lado, tenía un rostro joven y unas gafas bastante grandes. También vi su aura, era un aura de lo más extraña. Creo que en algún momento vi en la ciudad ese tipo de aura pero mi lado cauteloso siempre las eludía. Sin embargo mi nuevo dueño tenía un rostro amable. Errrr…. ¿Mi nuevo dueño? No sé ni qué diablos pensaba.
Noté que colocaba con cuidado una soga alrededor de mi cuello. -Oh, no, ¿qué haces? Esto no es un buen indicio.- Sin embargo era mejor que ser puesta a dormir… Salí de la jaula con lentitud y me fui acercando al señor de las gafas. Meneé la cola y animándome un poco olfateé sus manos antes de lengüetearlas. Estaban muy frías, mucho más que las mías en las noches heladas. Sentí algo de pena al notar eso. ¿Acaso pasaba frío él también?
Comencé a trotar a un lado suyo, echando miradas rápidas por detrás de mi hombro. El carnicero se entretenía contando sus monedas. Exhalé aliviada al notar que nos alejábamos de su puesto, viviría otro día...
-Adónde vamos?- Miré hacia el señor de las gafas con curiosidad al devolver mi atención hacia él y comencé a saltar animadamente a su alrededor antes de colocar mis patas delanteras sobre sus rodillas. -Tengo hambre… perdí las salchichas…- Lo miré concentrándome en él pero me percaté desilusionada de que no era una criatura capaz de oírme mentalmente como lo hacían los cambiantes. Lo miré con ojos grandes y lastimeros tras olfatear nuevamente sus manos. -¿Tienes algo de comer?-
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 19/10/2015
Re: Atrapada [Privado]
Una vez tuvo al perro en sus manos Soren se dio cuenta de que no tenía ni la más remota idea de lo que iba a hacer con él. Había perdido 50 francos que pensaba utilizar como deposito para un local barato y pequeño, pero ahora estaba seguro de que no lo conseguiría por más que intentara, inclusive los sitios más pequeños y humildes valdrían más que eso.
De repente sintió la lengua húmeda y tibia del perro lamiéndole las manos, no le molestó, el contacto con animales era muy diferente al de las personas, los animales tenían intenciones sinceras y transparentes, las personas siempre buscaban sacar el mejor provecho de cualquier situación. Observó al animal saltando a su alrededor, moviendo la cola de lado a lado como si hubiese entendido que se había librado de una muerte segura.
- Eres un chico muy afortunado ¿Lo sabías? - Comentó agachándose para acariciarle la cabeza y por detrás de las orejas - Pero ahora no tengo idea de que vamos a hacer - Agregó, sabía que el perro no estaba entendiendo, pero hace mucho tiempo había tenido un gato al cual también le hablaba. Dejó escapar un largo suspiro colocándose de pie nuevamente y comenzó a caminar por la calle del mercado.
Tras caminar por unos minutos pasaron por una panadería, el olor del pan era embriagante, a pesar de que el verdadero pan fresco se conseguía sólo por la mañana, el olor seguía siendo invitante.
- Qué lástima que no pueda comer - Le dijo al perro y luego buscó en los bolsillos los pocos francos que le quedaban y compró una larga rodaja de pan con queso. El animalito parecía hambriento (de lo contrario no se habría robado las salchichas) así que se sentía responsable ahora que le pertenecía, no había planeado tener una mascota, especialmente con su estilo de vida. Tiró de la soga para que el perro le siguiera hasta un muro al otro lado de la calle donde se sentó.
- ¿Te gusta el pan? - Le preguntó y sin esperar respuesta cortó un pedazo y se lo colocó en el hocico. - Buen chico - Dijo cortando otro pedazo de pan.
De repente sintió la lengua húmeda y tibia del perro lamiéndole las manos, no le molestó, el contacto con animales era muy diferente al de las personas, los animales tenían intenciones sinceras y transparentes, las personas siempre buscaban sacar el mejor provecho de cualquier situación. Observó al animal saltando a su alrededor, moviendo la cola de lado a lado como si hubiese entendido que se había librado de una muerte segura.
- Eres un chico muy afortunado ¿Lo sabías? - Comentó agachándose para acariciarle la cabeza y por detrás de las orejas - Pero ahora no tengo idea de que vamos a hacer - Agregó, sabía que el perro no estaba entendiendo, pero hace mucho tiempo había tenido un gato al cual también le hablaba. Dejó escapar un largo suspiro colocándose de pie nuevamente y comenzó a caminar por la calle del mercado.
Tras caminar por unos minutos pasaron por una panadería, el olor del pan era embriagante, a pesar de que el verdadero pan fresco se conseguía sólo por la mañana, el olor seguía siendo invitante.
- Qué lástima que no pueda comer - Le dijo al perro y luego buscó en los bolsillos los pocos francos que le quedaban y compró una larga rodaja de pan con queso. El animalito parecía hambriento (de lo contrario no se habría robado las salchichas) así que se sentía responsable ahora que le pertenecía, no había planeado tener una mascota, especialmente con su estilo de vida. Tiró de la soga para que el perro le siguiera hasta un muro al otro lado de la calle donde se sentó.
- ¿Te gusta el pan? - Le preguntó y sin esperar respuesta cortó un pedazo y se lo colocó en el hocico. - Buen chico - Dijo cortando otro pedazo de pan.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Atrapada [Privado]
El señor de las gafas se agachó mientras hablaba de mi buena fortuna. Ah, si, si, rasque allí. Moví la cabeza para que me rascara mejor detrás de las orejas, me encantaba que hicieran eso, era de lo más relajante al igual que las caricias en la panza, esas dos zonas eran mi debilidad, la última lograba que incluso moviera una pata de pura fascinación e igual movía una pierna en forma humana porque me hacía cosquillas y me causaba un efecto burbujeante en el cuerpo.
Arqueé una ceja ante su comentario. Apenas podía creer que hubiera pagado cincuenta francos para liberarme. ¡Cincuenta francos! Era más dinero del que había visto en mucho tiempo y con él seguro hubiera comido feliz varias semanas. Gimoteé un poco porque no se le veía pudiente, lo noté al reparar en sus ropas algo raídas y modestas. Lo observé compungida. -No debió gastar esa fortuna en mi…- ¿Por qué lo había hecho? No comprendía bien la respuesta.
Continuamos caminando y del mercado pasamos hacia otras zonas comerciales, al parecer no tenía comida... lo cual era algo trágico… de verdad tenía hambre, y con la soga me iba a ser difícil salir corriendo detrás de alguna sobra que pudiera detectar tirada en la calle cerca de algún basurero. De vez en cuando lanzaba miradas breves hacia él, aún intrigada por esa aura extraña. ¿Qué era el señor gafas?
El olor a pan recién horneado me sacó de esas interrogantes devolviéndome a mi persistente realidad, reforzada por el sonido de mis delgadas y escuálidas tripas. Repentinamente nos detuvimos frente a una panadería lo cual provocó que meneara intensamente mi cola. ¡Estaba comprando pan y queso!
Sentí el pequeño tirón de la soga (a la cual aún no me acostumbraba) y lo seguí hasta el muro. Aguardé sentada frente a él y sin pensarlo dos veces comí vorazmente el pan que colocó en mi hocico. Estaba delicioso, ¡y el queso! Era un manjar que por un momento trajo lágrimas de dicha a mis ojos.
-Me gusta todo realmente.- respondí, comiendo con alegría un segundo trozo que acercaba a mi trompa. -Toda la comida tiene su gracia, dulce, salado, ácido, todo es un manjar ¿no cree? - sonreí observándolo mientras masticaba aunque repentinamente reparé en que él no comía. ¿A qué se refería con que no podía comer? ¿Por qué no podía comer? Si no comía se pondría más flaco que yo y moriría.
Me acerqué lentamente a él y empujé levemente con mi trompa el pan que tenía en la mano, pero acercándolo a él. -Coma usted también.- Mantuve la mirada de mis oscuros ojos fija en él procurando hacerme entender. -Está usted muy frío, y si encima no come, no le auguro nada bueno.- Ladré mientras me movía inquieta esperando que probara bocado, no ladré belicosamente si no con energía, reforzando mi punto. Volví a empujar el pan hacia él con mi hocico.
Arqueé una ceja ante su comentario. Apenas podía creer que hubiera pagado cincuenta francos para liberarme. ¡Cincuenta francos! Era más dinero del que había visto en mucho tiempo y con él seguro hubiera comido feliz varias semanas. Gimoteé un poco porque no se le veía pudiente, lo noté al reparar en sus ropas algo raídas y modestas. Lo observé compungida. -No debió gastar esa fortuna en mi…- ¿Por qué lo había hecho? No comprendía bien la respuesta.
Continuamos caminando y del mercado pasamos hacia otras zonas comerciales, al parecer no tenía comida... lo cual era algo trágico… de verdad tenía hambre, y con la soga me iba a ser difícil salir corriendo detrás de alguna sobra que pudiera detectar tirada en la calle cerca de algún basurero. De vez en cuando lanzaba miradas breves hacia él, aún intrigada por esa aura extraña. ¿Qué era el señor gafas?
El olor a pan recién horneado me sacó de esas interrogantes devolviéndome a mi persistente realidad, reforzada por el sonido de mis delgadas y escuálidas tripas. Repentinamente nos detuvimos frente a una panadería lo cual provocó que meneara intensamente mi cola. ¡Estaba comprando pan y queso!
Sentí el pequeño tirón de la soga (a la cual aún no me acostumbraba) y lo seguí hasta el muro. Aguardé sentada frente a él y sin pensarlo dos veces comí vorazmente el pan que colocó en mi hocico. Estaba delicioso, ¡y el queso! Era un manjar que por un momento trajo lágrimas de dicha a mis ojos.
-Me gusta todo realmente.- respondí, comiendo con alegría un segundo trozo que acercaba a mi trompa. -Toda la comida tiene su gracia, dulce, salado, ácido, todo es un manjar ¿no cree? - sonreí observándolo mientras masticaba aunque repentinamente reparé en que él no comía. ¿A qué se refería con que no podía comer? ¿Por qué no podía comer? Si no comía se pondría más flaco que yo y moriría.
Me acerqué lentamente a él y empujé levemente con mi trompa el pan que tenía en la mano, pero acercándolo a él. -Coma usted también.- Mantuve la mirada de mis oscuros ojos fija en él procurando hacerme entender. -Está usted muy frío, y si encima no come, no le auguro nada bueno.- Ladré mientras me movía inquieta esperando que probara bocado, no ladré belicosamente si no con energía, reforzando mi punto. Volví a empujar el pan hacia él con mi hocico.
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Atrapada [Privado]
Era como si el perro intentara decirle algo. Alguna vez había escuchado que los perros tenían cierta inteligencia e instinto que la gente parecía subestimar, pero no era un misterio para nadie que se podían entrenar patra trabajar con la policía o para cuidar ovejas en las granjas. Los perros podían entender comandos, pero ¿Podía un perro entender sus sentimientos?. Se preguntaba mientras notaba que el perro luego de comer el pedazo de pan que le había ofrecido, parecía indicarle que comiera él también.
Sonrió tenuemente ante ese gesto. Y de repente sintió que había valido la pena pagar ese dinero por el animal, en esos momentos, a pesar de estar allí sentado con la gente caminando a su alrededor sin interactuar con nadie, se sintió acompañado y la sensación de que alguien se preocupa por ti, le hizo sentir un calor en el pecho que llevaba años sin experimentar. Aunque fuera sólo un perro, se repitió mentalmente, le hacía compañía.
De repente, se vio a un hombre pasar corriendo y arrancar de los brazos una canasta llena de frutas y pan que una anciana traía entre sus decrépitas manos, la pobre abuela grito desolada cuando el ladrón corrió entre la multitud sin preocuparse por haberla empujado contra el suelo. No supo porqué pero Soren se encontró actuando por instinto, se movió a tal velocidad que por unos instantes pareció desaparecer del sitio, pero por supuesto era porque los ojos humanos no percibían tal rapidez.
En cuestión de segundos había doblado en una esquina, dejando al perro sólo junto con el pan. El ladrón era un hombre de mediana edad con notoria agilidad, lo que sugería que llevaba mucho tiempo aprovechándose de señoras y ancianos. El callejón por el que dobló el hombre, estaba inesperadamente solitario en contraste con la calle principal llena de transeúntes, no habían muchas lámparas de aceite y era difícil distinguir entre las sombras de las cajas con basura, sin embargo Soren siendo un ser de la noche podía ver claramente al hombre que se había vuelto notando su presencia.
Sin detenerse a hablar con él, el vampiro se lanzó directamente hacía él, empujándolo con fuerza contra la pared y aprisionándolo fácilmente con su fuerza sobrenatural, el hombre no alcanzó a gritar porque todo lo tomó por sorpresa, pero la canasta con frutas cayó al suelo y Soren se encontró atravezándo la tierna carne de su cuello con sus afilados colmillos.
Sonrió tenuemente ante ese gesto. Y de repente sintió que había valido la pena pagar ese dinero por el animal, en esos momentos, a pesar de estar allí sentado con la gente caminando a su alrededor sin interactuar con nadie, se sintió acompañado y la sensación de que alguien se preocupa por ti, le hizo sentir un calor en el pecho que llevaba años sin experimentar. Aunque fuera sólo un perro, se repitió mentalmente, le hacía compañía.
De repente, se vio a un hombre pasar corriendo y arrancar de los brazos una canasta llena de frutas y pan que una anciana traía entre sus decrépitas manos, la pobre abuela grito desolada cuando el ladrón corrió entre la multitud sin preocuparse por haberla empujado contra el suelo. No supo porqué pero Soren se encontró actuando por instinto, se movió a tal velocidad que por unos instantes pareció desaparecer del sitio, pero por supuesto era porque los ojos humanos no percibían tal rapidez.
En cuestión de segundos había doblado en una esquina, dejando al perro sólo junto con el pan. El ladrón era un hombre de mediana edad con notoria agilidad, lo que sugería que llevaba mucho tiempo aprovechándose de señoras y ancianos. El callejón por el que dobló el hombre, estaba inesperadamente solitario en contraste con la calle principal llena de transeúntes, no habían muchas lámparas de aceite y era difícil distinguir entre las sombras de las cajas con basura, sin embargo Soren siendo un ser de la noche podía ver claramente al hombre que se había vuelto notando su presencia.
Sin detenerse a hablar con él, el vampiro se lanzó directamente hacía él, empujándolo con fuerza contra la pared y aprisionándolo fácilmente con su fuerza sobrenatural, el hombre no alcanzó a gritar porque todo lo tomó por sorpresa, pero la canasta con frutas cayó al suelo y Soren se encontró atravezándo la tierna carne de su cuello con sus afilados colmillos.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Atrapada [Privado]
Mi trompa seguía empujando el pan contra su mano, pero me senté y lo observé contrariada cuando percibí que no comería. No entendía la razón. ¿Será que no le gustaba el pan? Imposible, ¿A quién había conocido que no le gustara el pan? Era un alimento básico, y bien horneado y recién salido del horno como este bastante irresistible.
Ladeé mi rostro observando a señor Gafas y moviendo con lentitud la cola. Un repentino e inesperado suceso aconteció frente a mis ojos y la única razón por la cual lo percibí con suficiente detalle fue debido a mis sentidos agudizados de canina y cambiante.
Una anciana acababa de ser atracada a escasa distancia nuestra. Alguien le robaba su canasta con comida. La pobre cayó al suelo por lo que corrí hacia ella para cerciorarme de que estuviera bien y la ayudé a incorporarse tirando de sus faldas y empujándola un poco por detrás con la ayuda de mi hocico. La buena anciana no pareció tenerme miedo, más bien se agachó hacia mi. Encogí mis orejas por instinto de protección pero ella me dio unas palmaditas en la cabeza.
Mi hocico se distendió en una sonrisa y siguió la mirada de la viejecilla que contrariada miraba de un lado a otro. El ladrón había desaparecido y mi atención regresó a señor Gafas a quien había visto desaparecer con rapidez extraordinaria antes de doblar una esquina. Corrí entonces en aquella dirección, quedando plenamente expuesto ante mi el hecho de que era un sobrenatural pero aún persistía la interrogante ¿de qué tipo?
Mi nariz olisqueó el aire siguiendo el rastro de su olor. Era fácil. El olía a hojas de libros, grafito y crayones. Aquello me hacía pensar que se la pasaba en lugares viejos y que seguramente dibujaba o algo por el estilo. Mis patas corrían ágiles y veloces y en pocos minutos alcanzaron un callejón.
Fue allí adonde en medio de la penumbra del lugar, me interné buscándolo. Había dado con el ladrón pero estaba reclinado contra él, manteniéndolo contra la pared. Al notar aquello avancé muy despacio. El ladrón se veía laxo como un muñeco de trapo y mi dueño mantenía su boca sobre su cuello. Noté el tenue movimiento de su garganta. Se estaba… ¡alimentando!
Abrí los ojos como platos. Nunca en mi vida había visto a alguien alimentarse de la sangre de otro. Sentí escalofríos ante aquella visión pero algo me retuvo en el lugar. Ladré varias veces. -¡Señor gafas deténgase! ¡Si no lo hace pronto lo matará!- Me acerqué y con mis dientes tiré del extremo de su pantalón dispuesta a detenerlo. -¡Seguro ya bebió suficiente!-
Grité mentalmente y mis dientes que no cejaban lograron que él voltease finalmente liberando al hombre pero mi mirada permaneció congelada sobre el… En su boca veía un pequeño hilillo de sangre, destacaban un par de finos colmillos, y su mirada se había tornado algo rojiza. Se le veía embriagado, extasiado quizás por su alimento. Aquello me descompuso, la sangre fresca saturaba el aire en el callejón.
Gimoteé observándole y me acerqué con cautela. -Debemos irnos. No es seguro quedarse aquí.- Podía notar el tenue movimiento del pecho del ladrón, aún no se extinguía toda su vida. Me acerqué a la canasta que se encontraba a pasos de nosotros y sujeté su asa con mi trompa, observándole a él con intensidad. -Marchémonos, llevemos esto de vuelta a la anciana.-
Ladeé mi rostro observando a señor Gafas y moviendo con lentitud la cola. Un repentino e inesperado suceso aconteció frente a mis ojos y la única razón por la cual lo percibí con suficiente detalle fue debido a mis sentidos agudizados de canina y cambiante.
Una anciana acababa de ser atracada a escasa distancia nuestra. Alguien le robaba su canasta con comida. La pobre cayó al suelo por lo que corrí hacia ella para cerciorarme de que estuviera bien y la ayudé a incorporarse tirando de sus faldas y empujándola un poco por detrás con la ayuda de mi hocico. La buena anciana no pareció tenerme miedo, más bien se agachó hacia mi. Encogí mis orejas por instinto de protección pero ella me dio unas palmaditas en la cabeza.
Mi hocico se distendió en una sonrisa y siguió la mirada de la viejecilla que contrariada miraba de un lado a otro. El ladrón había desaparecido y mi atención regresó a señor Gafas a quien había visto desaparecer con rapidez extraordinaria antes de doblar una esquina. Corrí entonces en aquella dirección, quedando plenamente expuesto ante mi el hecho de que era un sobrenatural pero aún persistía la interrogante ¿de qué tipo?
Mi nariz olisqueó el aire siguiendo el rastro de su olor. Era fácil. El olía a hojas de libros, grafito y crayones. Aquello me hacía pensar que se la pasaba en lugares viejos y que seguramente dibujaba o algo por el estilo. Mis patas corrían ágiles y veloces y en pocos minutos alcanzaron un callejón.
Fue allí adonde en medio de la penumbra del lugar, me interné buscándolo. Había dado con el ladrón pero estaba reclinado contra él, manteniéndolo contra la pared. Al notar aquello avancé muy despacio. El ladrón se veía laxo como un muñeco de trapo y mi dueño mantenía su boca sobre su cuello. Noté el tenue movimiento de su garganta. Se estaba… ¡alimentando!
Abrí los ojos como platos. Nunca en mi vida había visto a alguien alimentarse de la sangre de otro. Sentí escalofríos ante aquella visión pero algo me retuvo en el lugar. Ladré varias veces. -¡Señor gafas deténgase! ¡Si no lo hace pronto lo matará!- Me acerqué y con mis dientes tiré del extremo de su pantalón dispuesta a detenerlo. -¡Seguro ya bebió suficiente!-
Grité mentalmente y mis dientes que no cejaban lograron que él voltease finalmente liberando al hombre pero mi mirada permaneció congelada sobre el… En su boca veía un pequeño hilillo de sangre, destacaban un par de finos colmillos, y su mirada se había tornado algo rojiza. Se le veía embriagado, extasiado quizás por su alimento. Aquello me descompuso, la sangre fresca saturaba el aire en el callejón.
Gimoteé observándole y me acerqué con cautela. -Debemos irnos. No es seguro quedarse aquí.- Podía notar el tenue movimiento del pecho del ladrón, aún no se extinguía toda su vida. Me acerqué a la canasta que se encontraba a pasos de nosotros y sujeté su asa con mi trompa, observándole a él con intensidad. -Marchémonos, llevemos esto de vuelta a la anciana.-
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Atrapada [Privado]
vEstaba demasiado hambriento gracias a su manía de postergar la cacería hasta el último momento ?Era demasiado masoquista por imponerse ese sacrificio así mismo? ¿O era que le costaba encontrar las victimas adecuadas?, Soren muy en el fondo sabía que todo eso eran sólo excusas para justificar sus deseos más perversos y oscuros, deseos que venían desde lo más profundo de su ser y que sin importar que hiciera no podía hacer desaparecer.
Bebió rápidamente y con gula, el placer que le produjo ese líquido espeso bajando por su garganta le hizo sentir avergonzado, pero en ese momento su mente se había nublado para entregarse sólamente al deseo. A satisfacer esa necesidad física.
Le costó trabajo abrir los ojos y notar que algo tiraba de su pierna. Le costó identificar los ladridos y darle lógica a la situación por que en ese momento, sumergido en ese éxtasis, el mundo a su alrededor había desaparecido para dar paso sólo al placer.
Se giró, en un movimiento que costó toda la su fuerza de voluntad, algo de sangre aún manchabas sus labios y sus colmillos podían ser vistos. El hombre entre sus brazos había caído desmayado por la falta de sangre, pero Soren podía sentir su pulso débil aún en sus manos. Un Vampiro sabía con certeza cuanta sangre le quedaba a su víctima y cuanto duraría antes de morir.
Soltó la hombre, que cayó resbalando por la pared hasta quedar sentado en el suelo en una posición que lo hacía ver como un mendigo que se había quedado dormido al lado de unas cajas con basura y se llevó las manos a la cabeza acurrucándose al lado del perro con expresión compugida. Lentamente el éxtasis se fue disipando y en su mente, la vergüenza y la culpa se formaron como una enorme bola de estambre atrancada en su garganta.
- ¿No estás asustado? - Murmuró cuando el perro continuó a su lado, era extraño, los gatos y otros animales se alejaban de él pues podían sentir que era un predador una vez su naturaleza salía a relucir. Especialmente los gatos y los lobos podían percibir esas cosas. Se relamió la sangre y luego se limpió con el dorso de la mano, para luego acercar una mano temblorosa al lomo del animal - Eres más inteligente de lo que creí - Comentó girándose para tomar la canasta con las frutas y ponerse de pie.
- Vamos a devolver esto - Comentó fingiendo una tranquilidad que no sentía, pero tenía que fingir lo mejor que pudiera si iba a sumergirse entre los transeúntes una vez más - ¿Quieres llevar la canasta tu? - Agregó divertido, pues le daba la impresión de que el perro entendería y le ofreció la canasta, preguntándose si el perro la cogería en su hocico.
Bebió rápidamente y con gula, el placer que le produjo ese líquido espeso bajando por su garganta le hizo sentir avergonzado, pero en ese momento su mente se había nublado para entregarse sólamente al deseo. A satisfacer esa necesidad física.
Le costó trabajo abrir los ojos y notar que algo tiraba de su pierna. Le costó identificar los ladridos y darle lógica a la situación por que en ese momento, sumergido en ese éxtasis, el mundo a su alrededor había desaparecido para dar paso sólo al placer.
Se giró, en un movimiento que costó toda la su fuerza de voluntad, algo de sangre aún manchabas sus labios y sus colmillos podían ser vistos. El hombre entre sus brazos había caído desmayado por la falta de sangre, pero Soren podía sentir su pulso débil aún en sus manos. Un Vampiro sabía con certeza cuanta sangre le quedaba a su víctima y cuanto duraría antes de morir.
Soltó la hombre, que cayó resbalando por la pared hasta quedar sentado en el suelo en una posición que lo hacía ver como un mendigo que se había quedado dormido al lado de unas cajas con basura y se llevó las manos a la cabeza acurrucándose al lado del perro con expresión compugida. Lentamente el éxtasis se fue disipando y en su mente, la vergüenza y la culpa se formaron como una enorme bola de estambre atrancada en su garganta.
- ¿No estás asustado? - Murmuró cuando el perro continuó a su lado, era extraño, los gatos y otros animales se alejaban de él pues podían sentir que era un predador una vez su naturaleza salía a relucir. Especialmente los gatos y los lobos podían percibir esas cosas. Se relamió la sangre y luego se limpió con el dorso de la mano, para luego acercar una mano temblorosa al lomo del animal - Eres más inteligente de lo que creí - Comentó girándose para tomar la canasta con las frutas y ponerse de pie.
- Vamos a devolver esto - Comentó fingiendo una tranquilidad que no sentía, pero tenía que fingir lo mejor que pudiera si iba a sumergirse entre los transeúntes una vez más - ¿Quieres llevar la canasta tu? - Agregó divertido, pues le daba la impresión de que el perro entendería y le ofreció la canasta, preguntándose si el perro la cogería en su hocico.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Atrapada [Privado]
Aún tardó unos minutos señor Gafas en volver en si. Minutos en los que mi mirada continuaba clavada en su rostro transfigurado. Nunca antes vi un vampiro de cerca. Era extraordinariamente pavoroso, me helaba hasta la médula, pero al mismo tiempo ejercía sobre mi una fascinación inusitadamente atrapante que me impedía despegar la mirada de él.
El silencio únicamente se veía interrumpido por las respiraciones de los presentes, cada una diferente. La mía algo agitada pero inquieta también. Me hubiera sido fácil poner los pies en polvorosa, escapar y no mirar nunca sobre mi hombro. Mi mirada deambuló finalmente hacia la salida del callejón antes de regresar a él.
- ¿No estás asustado? – preguntó. -¡¡¡Por supuesto que estoy asustada!!!- Grrrrrr. Me hubiera gustado gritarle un poco y que me oyera. Noté entonces su expresión, reconociendo el arrepentimiento, algo de vergüenza también. Su expresión me recordaba la mía cuando robaba… Me acerqué lentamente, sabía que estaba presenciando una reacción muy íntima y me dió algo de pena haberle pillado en esas circunstancias.
Apoyé mi cabeza sobre su regazo cuando se acuclilló y gimoteé un poco. A veces para alimentarnos y sobrevivir teníamos que hacer cosas de las cuales no estábamos orgullosos. -Lo sé….- Detuve mis ojos caninos en los suyos y dejé que me acariciara el lomo en un gesto que me llenó de una extraña calma y logró apaciguar mis ánimos.
Me levanté cuando él lo hizo y comencé a dar saltos enérgicos a su alrededor. ¡Íbamos a devolver la canasta!
Ladré con entusiasmo, él me la ofrecía. Troté hacia ella y me incliné doblando ambas patas delanteras sobre el suelo mientras meneaba con rapidez la cola. Mis ojos brillaban. -Claro que si, será un gusto para mi.- Ladré un par de veces y tomé con rapidez el asa de la canasta con mi hocico.
-Bien, vamos. Aún tengo el rastro de la anciana en la punta de mi nariz!- Avancé con agilidad, saliendo del callejón y observando por encima de mi hombro para cerciorarme de que él anduviera cerca. Troté a lo largo de varias calles, hasta finalmente visualizar a la anciana a lo lejos. -¡Allí está! ¡Sabía que podía dar con ella!-
Corrí tan velozmente como pude y me percaté de que me costaba frenar. Ay, ay, ay, ¡No! Planté mis patas sobre la acera, intentando aferrarme a ella pero rodé sobre mi misma. Me detuve a unos cuantos pasos. La bella ancianita me veía con la boca abierta y sr. Gafas… por un momento vi dos sr. Gafas... -La canasta está a salvo.- Solté el asa permaneciendo despatarrada sobre el suelo.
¿Es esa la aurora borealis? pensé, muchas luces de vivos colores atravesaban mi campo visual...
El silencio únicamente se veía interrumpido por las respiraciones de los presentes, cada una diferente. La mía algo agitada pero inquieta también. Me hubiera sido fácil poner los pies en polvorosa, escapar y no mirar nunca sobre mi hombro. Mi mirada deambuló finalmente hacia la salida del callejón antes de regresar a él.
- ¿No estás asustado? – preguntó. -¡¡¡Por supuesto que estoy asustada!!!- Grrrrrr. Me hubiera gustado gritarle un poco y que me oyera. Noté entonces su expresión, reconociendo el arrepentimiento, algo de vergüenza también. Su expresión me recordaba la mía cuando robaba… Me acerqué lentamente, sabía que estaba presenciando una reacción muy íntima y me dió algo de pena haberle pillado en esas circunstancias.
Apoyé mi cabeza sobre su regazo cuando se acuclilló y gimoteé un poco. A veces para alimentarnos y sobrevivir teníamos que hacer cosas de las cuales no estábamos orgullosos. -Lo sé….- Detuve mis ojos caninos en los suyos y dejé que me acariciara el lomo en un gesto que me llenó de una extraña calma y logró apaciguar mis ánimos.
Me levanté cuando él lo hizo y comencé a dar saltos enérgicos a su alrededor. ¡Íbamos a devolver la canasta!
Ladré con entusiasmo, él me la ofrecía. Troté hacia ella y me incliné doblando ambas patas delanteras sobre el suelo mientras meneaba con rapidez la cola. Mis ojos brillaban. -Claro que si, será un gusto para mi.- Ladré un par de veces y tomé con rapidez el asa de la canasta con mi hocico.
-Bien, vamos. Aún tengo el rastro de la anciana en la punta de mi nariz!- Avancé con agilidad, saliendo del callejón y observando por encima de mi hombro para cerciorarme de que él anduviera cerca. Troté a lo largo de varias calles, hasta finalmente visualizar a la anciana a lo lejos. -¡Allí está! ¡Sabía que podía dar con ella!-
Corrí tan velozmente como pude y me percaté de que me costaba frenar. Ay, ay, ay, ¡No! Planté mis patas sobre la acera, intentando aferrarme a ella pero rodé sobre mi misma. Me detuve a unos cuantos pasos. La bella ancianita me veía con la boca abierta y sr. Gafas… por un momento vi dos sr. Gafas... -La canasta está a salvo.- Solté el asa permaneciendo despatarrada sobre el suelo.
¿Es esa la aurora borealis? pensé, muchas luces de vivos colores atravesaban mi campo visual...
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Atrapada [Privado]
Como si el perro le hubiese entendido en Francés, había tomado la canasta y había salido corriendo muy entusiasmado moviendo la cola de lado a lado con aparente alegría. Soren lo siguió, procurando correr a una velocidad normal para no levantar sospechas, aunque su cuerpo le pedía que brincara por los techos y corriera a toda velocidad hasta que el mundo a su alrededor se volviera una mancha borrosa. Acababa de beber luego de varias semanas de abstinencia y volvía a sentir ese poder desmesurado recorrer sus venas.
El perro no tardó en encontrar a la anciana para sorpresa de Soren, que no creyó que su olfato pudiese ser tan bueno. Trastabilló un poco esquivando el perro se se había tropezado con la canasta y alcanzó a tomarla antes de que esta rodara por el suelo.
-Madame, ¡su canasta! - Exclamó Soren una vez estuvo frente a la anciana que parecía no dar crédito a lo que veía.
-¡Gracias a Jesucristo nuestro señor! - La anciana se llevó ambas manos a su arrugada cara – Es usted un ángel, Dios le pague y le tenga en su misericordia -
Con expresión incómoda el vampiro le entregó la canasta, no era precisamente un ángel, más bien podría ser considerado un demonio en la tierra ¡Acababa de beber la sangre del ladrón! Así que no creía que Dios fuera a sentir misericordia por alguien como él.
-Mi perro... Solsken*– Dijo, nombrando al perro con lo primero que se le vino a la cabeza en su idioma natal – Merece todo el mérito, fue quien persiguió al ladrón y recuperó la canasta – La anciana se sorprendió mucho más al escuchar la explicación y se agachó para acariciarle el lomo.
-Valla, valla, que buena criatura, la tiene usted muy bien entrenada – Comentó la anciana.
- Eh... si... antes era perro policía – Mintió desviando la mirada hacía el suelo, definitivamente mentir no era lo suyo – Bueno Madame, espero no tenga contratiempos en su regreso a casa, con permiso – Agregó y luego se volvió hacía el perro – ¡Solsken! ¡Vamos a casa! - Le indicó al canino, tomando una vez más la soga que aún colgaba del cuello del animal, le pareció que era innecesario llevarlo con correa, ya que parecía que el animal entendía sus palabras, por lo que le quitó la soga y le dejó libre.
((*Solsken significa 'sunshine' o rayo de sol en Sueco ))
El perro no tardó en encontrar a la anciana para sorpresa de Soren, que no creyó que su olfato pudiese ser tan bueno. Trastabilló un poco esquivando el perro se se había tropezado con la canasta y alcanzó a tomarla antes de que esta rodara por el suelo.
-Madame, ¡su canasta! - Exclamó Soren una vez estuvo frente a la anciana que parecía no dar crédito a lo que veía.
-¡Gracias a Jesucristo nuestro señor! - La anciana se llevó ambas manos a su arrugada cara – Es usted un ángel, Dios le pague y le tenga en su misericordia -
Con expresión incómoda el vampiro le entregó la canasta, no era precisamente un ángel, más bien podría ser considerado un demonio en la tierra ¡Acababa de beber la sangre del ladrón! Así que no creía que Dios fuera a sentir misericordia por alguien como él.
-Mi perro... Solsken*– Dijo, nombrando al perro con lo primero que se le vino a la cabeza en su idioma natal – Merece todo el mérito, fue quien persiguió al ladrón y recuperó la canasta – La anciana se sorprendió mucho más al escuchar la explicación y se agachó para acariciarle el lomo.
-Valla, valla, que buena criatura, la tiene usted muy bien entrenada – Comentó la anciana.
- Eh... si... antes era perro policía – Mintió desviando la mirada hacía el suelo, definitivamente mentir no era lo suyo – Bueno Madame, espero no tenga contratiempos en su regreso a casa, con permiso – Agregó y luego se volvió hacía el perro – ¡Solsken! ¡Vamos a casa! - Le indicó al canino, tomando una vez más la soga que aún colgaba del cuello del animal, le pareció que era innecesario llevarlo con correa, ya que parecía que el animal entendía sus palabras, por lo que le quitó la soga y le dejó libre.
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Re: Atrapada [Privado]
Aún veía franjas de colores vivos y luminosos a mi alrededor, y en medio de todo ello a ambos señores Gafas hablando con dos ancianas. Me reincorporé, o más bien lo intenté. Tambaleé sobre mis cuatro patas por lo que dejé caer las traseras sobre la acera, me sentí aliviada al encontrar soporte al sentarme e intenté enfocar la mirada.
Sonreí caninamente al ver el rostro de la anciana. Se le veían menos arrugas en el rostro y llevó las manos hacia su pecho, agradeciendo a Dios de pura alegría. Moví la cola satisfecha. Habíamos hecho algo bien, la señora debía comer, su vestidura era humilde lo cual me hacía pensar que acabábamos de devolverle un tesoro. Así lo veía yo, la comida era como un pequeño tesoro que llegaba a nuestras manos para que nos deleitáramos con su olor y con la manera en que podíamos paladearla… Mejor no pensar tanto en el contenido de la canasta, me estaba dando hambre otra vez…
Miré de soslayo a señor Gafas que volvía ser uno solo, se le veía algo contrariado por la gratitud de la anciana, aunque como yo lo veía, y a pesar de lo sucedido en el callejón, si él no hubiera querido devolver la canasta con comida no estaríamos acá… Sin embargo él dijo algo acerca de que yo había rastreado y recuperado la canasta. Un minuto. ¿Qué dijo otra vez? ¿Qué yo lo había hecho? -Oh, bueno, tampoco fue tan así, mi amo tuvo mucho que ver en la devolución de la canasta.-
Alcé una ceja cuando escuché el nombre Solsken. -Eh, espera, ¿podríamos negociar el asunto del nombre?-
La anciana se acercó a mi y acarició mi lomo. La dejé que lo hiciera, las caricias siempre eran agradables para mi, me demostraban la generosidad de la gente y me traían un cosquilleo al cuerpo. Hinché el pecho cuando escuché que era perro policía a la vez que soltaba una risita en mi mente ante la descripción, luego nos alejamos de ella.
Comencé a trotar. -Mi nombre es Kenna...- Ladeé la cabeza al mirarle. -y soy una chica…- Di vueltas a su alrededor, dando pequeños saltos para olfatear los bolsillos de sus pantalones. -¿No le ha sobrado algo de pan?- Miré compungida hacia sus bolsillos. Al parecer el pan había quedado olvidado en algún lugar durante la correría, y no me atrevía ni siquiera a recordar el queso…
Me detuve con sorpresa cuando se acercó a mi cuello y abrí los ojos de par en par cuando noté que me quitaba la soga. Sacudí el cuello vigorosamente. Ah, esa cosa era de lo más incómoda! ¡Al fin libre! -¿A casa?- Troté lanzando miradas breves hacia él. -¿De verdad iremos a su casa?- Me costaba comprender que me quisiera de mascota. Nadie me había querido nunca de mascota. Algunos niños en la calle me silbaban y se detenían a jugar conmigo, pero en seguida se olvidaban de mi y seguían su recorrido.
Me acerqué al vampiro observándolo con mis ojos oscuros grandes y vibrantes de pura emoción. Sentía algo en el pecho difícil de explicar, como una opresión de pura gratitud y un calor que irradiaba simplemente por su generosidad. -Gracias, pero… está seguro?- No sabía si le agradaría mucho enterarse de que era más de lo que saltaba a la vista… Me sentía en una disyuntiva. ¿Qué hacer?
Al cabo de tan solo unos segundos ganó mi entusiasmo y mis deseos de seguirlo. Correteé por la calle, deteniéndome de vez en cuando para mirarlo y ladrar alegremente. -¡Apuesto a que es en esta dirección! ¡Siento que nos llama el olor a grafito y hojas de libros!- Corrí como un bólido con una sonrisa ladeada, percibiendo como el viento nocturno agitaba mi pelaje blanco rojizo y sin temor a perderle de vista pues él también era veloz.
Sonreí caninamente al ver el rostro de la anciana. Se le veían menos arrugas en el rostro y llevó las manos hacia su pecho, agradeciendo a Dios de pura alegría. Moví la cola satisfecha. Habíamos hecho algo bien, la señora debía comer, su vestidura era humilde lo cual me hacía pensar que acabábamos de devolverle un tesoro. Así lo veía yo, la comida era como un pequeño tesoro que llegaba a nuestras manos para que nos deleitáramos con su olor y con la manera en que podíamos paladearla… Mejor no pensar tanto en el contenido de la canasta, me estaba dando hambre otra vez…
Miré de soslayo a señor Gafas que volvía ser uno solo, se le veía algo contrariado por la gratitud de la anciana, aunque como yo lo veía, y a pesar de lo sucedido en el callejón, si él no hubiera querido devolver la canasta con comida no estaríamos acá… Sin embargo él dijo algo acerca de que yo había rastreado y recuperado la canasta. Un minuto. ¿Qué dijo otra vez? ¿Qué yo lo había hecho? -Oh, bueno, tampoco fue tan así, mi amo tuvo mucho que ver en la devolución de la canasta.-
Alcé una ceja cuando escuché el nombre Solsken. -Eh, espera, ¿podríamos negociar el asunto del nombre?-
La anciana se acercó a mi y acarició mi lomo. La dejé que lo hiciera, las caricias siempre eran agradables para mi, me demostraban la generosidad de la gente y me traían un cosquilleo al cuerpo. Hinché el pecho cuando escuché que era perro policía a la vez que soltaba una risita en mi mente ante la descripción, luego nos alejamos de ella.
Comencé a trotar. -Mi nombre es Kenna...- Ladeé la cabeza al mirarle. -y soy una chica…- Di vueltas a su alrededor, dando pequeños saltos para olfatear los bolsillos de sus pantalones. -¿No le ha sobrado algo de pan?- Miré compungida hacia sus bolsillos. Al parecer el pan había quedado olvidado en algún lugar durante la correría, y no me atrevía ni siquiera a recordar el queso…
Me detuve con sorpresa cuando se acercó a mi cuello y abrí los ojos de par en par cuando noté que me quitaba la soga. Sacudí el cuello vigorosamente. Ah, esa cosa era de lo más incómoda! ¡Al fin libre! -¿A casa?- Troté lanzando miradas breves hacia él. -¿De verdad iremos a su casa?- Me costaba comprender que me quisiera de mascota. Nadie me había querido nunca de mascota. Algunos niños en la calle me silbaban y se detenían a jugar conmigo, pero en seguida se olvidaban de mi y seguían su recorrido.
Me acerqué al vampiro observándolo con mis ojos oscuros grandes y vibrantes de pura emoción. Sentía algo en el pecho difícil de explicar, como una opresión de pura gratitud y un calor que irradiaba simplemente por su generosidad. -Gracias, pero… está seguro?- No sabía si le agradaría mucho enterarse de que era más de lo que saltaba a la vista… Me sentía en una disyuntiva. ¿Qué hacer?
Al cabo de tan solo unos segundos ganó mi entusiasmo y mis deseos de seguirlo. Correteé por la calle, deteniéndome de vez en cuando para mirarlo y ladrar alegremente. -¡Apuesto a que es en esta dirección! ¡Siento que nos llama el olor a grafito y hojas de libros!- Corrí como un bólido con una sonrisa ladeada, percibiendo como el viento nocturno agitaba mi pelaje blanco rojizo y sin temor a perderle de vista pues él también era veloz.
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Atrapada [Privado]
No recordaba que los perros fueran criaturas tan alegres y llenas de energía, literalmente no se quedaba quieto ni un sólo momento, parecía estar muy feliz de que le hubiese quitado la soga, pensándolo bien la soga no lucía cómoda, era pesada y áspera, ya tendría que pensar en un mejor collar si iba a conservar a Solsken.
De repente el perro había comenzado a correr y Soren lo siguió manteniéndole el paso, pero decidió que debía de mostrarse más 'humano' y fingir que se cansaba de vez en cuando, deteniéndose para tomar aire, cuando en realidad no lo necesitaba. Pronto salieron del mercado y comenzaron a caminar hacía el sur de la ciudad, el camino hasta su cabaña era largo, si seguían caminando tardarían más de dos horas, tampoco tenía dinero de sobra para tomar un carruaje, por lo que se detuvo cerca a un callejón solitario en el que se podía fácilmente esconder en las sombras.
- Espero que esto no te asuste demasiado - Dijo al fin, ya estaba tomando la costumbre de hablarle al animal aunque este no pudiera responderle, se inclinó y lo tomó por el estómago alzándolo hasta su pecho. Era un perro de tamaño mediano por lo que su cuerpo era casi tan largo como su pecho, sintió el aliento del perro cálido al lado de su mejilla y el pelaje suave le pareció reconfortante contra su piel.
Sin decir nada más dio un enorme salto hacía arriba y pronto el vacío quedó bajo sus pies por unos segundos antes de que cayera silenciosamente sobre las tejas de una casa. Le resultaba fácil saltar varios metros ahora que había consumido sangre fresca y no se sentía tan débil, también sentía como sus sentidos se agudizaban.
Comenzó a correr por los techos de las casas, sorteando chimeneas y dando pequeños saltos para caer sobre balcones y así evitar calles principales donde la gente pudiese verlos. Cargar al animal no representaba ningún esfuerzo, la fuerza sobrenatural que le daba su condición le permitía cargar cosas muchísimo más pesadas si quería.
La distancia se acortó infinitamente ahora que podían tomar atajos, además su velocidad era comparable con la de un caballo a toda marcha, por lo que en pocos minutos llegaron a las afueras de la ciudad, el bosque se alzaba frente a ellos con enormes pinos que se mecían suavemente con el viento en la oscuridad de la noche. Con cuidado saltó una cerca y quedó del otro lado depositando al perro sobre la hierba.
- Ya casi llegamos - Le anunció con una sonrisa que dejaba ver sus largos colmillos.
De repente el perro había comenzado a correr y Soren lo siguió manteniéndole el paso, pero decidió que debía de mostrarse más 'humano' y fingir que se cansaba de vez en cuando, deteniéndose para tomar aire, cuando en realidad no lo necesitaba. Pronto salieron del mercado y comenzaron a caminar hacía el sur de la ciudad, el camino hasta su cabaña era largo, si seguían caminando tardarían más de dos horas, tampoco tenía dinero de sobra para tomar un carruaje, por lo que se detuvo cerca a un callejón solitario en el que se podía fácilmente esconder en las sombras.
- Espero que esto no te asuste demasiado - Dijo al fin, ya estaba tomando la costumbre de hablarle al animal aunque este no pudiera responderle, se inclinó y lo tomó por el estómago alzándolo hasta su pecho. Era un perro de tamaño mediano por lo que su cuerpo era casi tan largo como su pecho, sintió el aliento del perro cálido al lado de su mejilla y el pelaje suave le pareció reconfortante contra su piel.
Sin decir nada más dio un enorme salto hacía arriba y pronto el vacío quedó bajo sus pies por unos segundos antes de que cayera silenciosamente sobre las tejas de una casa. Le resultaba fácil saltar varios metros ahora que había consumido sangre fresca y no se sentía tan débil, también sentía como sus sentidos se agudizaban.
Comenzó a correr por los techos de las casas, sorteando chimeneas y dando pequeños saltos para caer sobre balcones y así evitar calles principales donde la gente pudiese verlos. Cargar al animal no representaba ningún esfuerzo, la fuerza sobrenatural que le daba su condición le permitía cargar cosas muchísimo más pesadas si quería.
La distancia se acortó infinitamente ahora que podían tomar atajos, además su velocidad era comparable con la de un caballo a toda marcha, por lo que en pocos minutos llegaron a las afueras de la ciudad, el bosque se alzaba frente a ellos con enormes pinos que se mecían suavemente con el viento en la oscuridad de la noche. Con cuidado saltó una cerca y quedó del otro lado depositando al perro sobre la hierba.
- Ya casi llegamos - Le anunció con una sonrisa que dejaba ver sus largos colmillos.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Atrapada [Privado]
Aún corría cuando mi acompañante se detuvo repentinamente y me advirtió que no debía asustarme demasiado. La advertencia me hizo ladear la cabeza. Asustarme… ¿de...? Me eché a reír entre dientes, a mi parecer ya había pasado por un susto bastante grande el día de hoy, no todos los días es tu primer día viendo como un vampiro se alimenta. Y sin embargo, no le temía, mi instinto me decía que de querer hacerme daño ya lo habría hecho y no se tomaría las molestias que se había tomado para "adoptarme".
Me sorprendió bastante que se inclinara para tomarme en brazos, sus brazos eran fríos, sin embargo no era desagradable que me alzara, todo lo contrario, me sentía cómoda. Aunque estaba bastante sorprendida, al parecer era más fuerte de lo que se percibía a primera vista. Uno, dos… lo vi flexionar sus piernas y de repente no hubo un tres que me preparara para lo que sucedió. Un salto hacia las estrellas, y casi las pude tocar con mis caninos dedos. Los diminutos astros parecieron acercarse a velocidad vertiginosa, mi corazón dio un vuelco cuando descendimos, sentí un vacío en mi pecho terrible antes de caer sobre una azotea. Aunque la sobrecarga de adrenalina era intensa, la sorpresa había sido de lo más entretenida y emocionante.
Al parecer allí no terminaba la cosa. Ahora él corría y saltaba de techo en techo. Whoohoo. Saltos, zig zags, sus piernas raudas y veloces nos llevaban a través de la ciudad, pero por un atajo de lo más inesperado. Sentía como la brisa nocturna azotaba mi pelaje mientras era llevada en volandas. Coloqué mis patas sobre sus hombros, disfrutando de la velocidad. Mi corazón iba tan aprisa como una locomotora. Esto era lo más emocionante que me había pasado en meses.
Apenas habían transcurrido unos minutos y ya estábamos en los linderos del bosque, atravesando los límites de la ciudad, un salto sobre una cerca y él me depositó en el suelo. Allí me mantuve unos segundos recuperándome del azote de la adrenalina y de la falta de aliento. Luego salté y flexioné mis dos patas delanteras a la vez que sacudía mi cola con fuerza. -Esto ha sido de lo más emocionante y divertido. ¿Se puede repetir?- Reí caninamente de puro y simple disfrute y troté a su lado.
Me invadió la curiosidad cuando dijo que ya casi llegábamos. ¿Cómo sería su casa? Continuaba trotando, y de vez en cuando le miraba de soslayo. Su sonrisa me permitía ver sus colmillos y yo los observaba con curiosidad. Comenzaba a reconfortarme el verle tal y como era, aunque a la vez sentí un agudo pinchazo en mi interior. Era... remordimiento... Mi conciencia me acusaba porque aunque él estaba viéndome como yo era una gran parte del tiempo, aún no sabía… sobre mi lado humano.
¿Se lo mostraba? ¿Se decepcionaría? ¿Me echaría de su casa si lo hacía?
Pronto llegamos a una cabaña iluminada por la tenue luz nocturna de los alrededores, llamó poderosamente mi atención, la examiné con la mirada y me detuve frente a la puerta, aguardando a que la abriera. -Tengo la impresión de que me va a gustar lo que veré.- Sacudí nuevamente mi cola, presa de la expectación y en cuanto abrió entré como un pequeño torbellino, ajustando mi mirada canina a la falta de luz interior.
-Está seguro que quiere que me quede?- Me acerqué a sr. Gafas y empujé suavemente su pierna con mi hocico, agrandando mis ojos oscuros para que leyera en ellos mi emoción y mi gratitud. -Gracias por… todo.- Me percataba de que de no haberme rescatado en el mercado mi destino hubiese sido uno muy funesto… incluso temblaba al recordarlo… Estaba en deuda con él, le debía la vida.
Me sorprendió bastante que se inclinara para tomarme en brazos, sus brazos eran fríos, sin embargo no era desagradable que me alzara, todo lo contrario, me sentía cómoda. Aunque estaba bastante sorprendida, al parecer era más fuerte de lo que se percibía a primera vista. Uno, dos… lo vi flexionar sus piernas y de repente no hubo un tres que me preparara para lo que sucedió. Un salto hacia las estrellas, y casi las pude tocar con mis caninos dedos. Los diminutos astros parecieron acercarse a velocidad vertiginosa, mi corazón dio un vuelco cuando descendimos, sentí un vacío en mi pecho terrible antes de caer sobre una azotea. Aunque la sobrecarga de adrenalina era intensa, la sorpresa había sido de lo más entretenida y emocionante.
Al parecer allí no terminaba la cosa. Ahora él corría y saltaba de techo en techo. Whoohoo. Saltos, zig zags, sus piernas raudas y veloces nos llevaban a través de la ciudad, pero por un atajo de lo más inesperado. Sentía como la brisa nocturna azotaba mi pelaje mientras era llevada en volandas. Coloqué mis patas sobre sus hombros, disfrutando de la velocidad. Mi corazón iba tan aprisa como una locomotora. Esto era lo más emocionante que me había pasado en meses.
Apenas habían transcurrido unos minutos y ya estábamos en los linderos del bosque, atravesando los límites de la ciudad, un salto sobre una cerca y él me depositó en el suelo. Allí me mantuve unos segundos recuperándome del azote de la adrenalina y de la falta de aliento. Luego salté y flexioné mis dos patas delanteras a la vez que sacudía mi cola con fuerza. -Esto ha sido de lo más emocionante y divertido. ¿Se puede repetir?- Reí caninamente de puro y simple disfrute y troté a su lado.
Me invadió la curiosidad cuando dijo que ya casi llegábamos. ¿Cómo sería su casa? Continuaba trotando, y de vez en cuando le miraba de soslayo. Su sonrisa me permitía ver sus colmillos y yo los observaba con curiosidad. Comenzaba a reconfortarme el verle tal y como era, aunque a la vez sentí un agudo pinchazo en mi interior. Era... remordimiento... Mi conciencia me acusaba porque aunque él estaba viéndome como yo era una gran parte del tiempo, aún no sabía… sobre mi lado humano.
¿Se lo mostraba? ¿Se decepcionaría? ¿Me echaría de su casa si lo hacía?
Pronto llegamos a una cabaña iluminada por la tenue luz nocturna de los alrededores, llamó poderosamente mi atención, la examiné con la mirada y me detuve frente a la puerta, aguardando a que la abriera. -Tengo la impresión de que me va a gustar lo que veré.- Sacudí nuevamente mi cola, presa de la expectación y en cuanto abrió entré como un pequeño torbellino, ajustando mi mirada canina a la falta de luz interior.
-Está seguro que quiere que me quede?- Me acerqué a sr. Gafas y empujé suavemente su pierna con mi hocico, agrandando mis ojos oscuros para que leyera en ellos mi emoción y mi gratitud. -Gracias por… todo.- Me percataba de que de no haberme rescatado en el mercado mi destino hubiese sido uno muy funesto… incluso temblaba al recordarlo… Estaba en deuda con él, le debía la vida.
Última edición por Kenna Carmichael el Miér Mayo 03, 2017 3:00 am, editado 1 vez
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Atrapada [Privado]
El perro no parecía para nada asustado con la inesperada experiencia, de hecho parecía más alegre y alborotado que antes. Era una compañía extraña a la cual no estaba acostumbrado, en el pasado sólo tuvo un gato y este por supuesto no había sido tan ruidoso. La cabaña no se veían tan mal desde afuera, aunque si se podía adivinar que había sido previamente abandonada pues la pintura se había caído en varias partes.
Una vez dentro, notó que la nieve había vuelto a caer en medio de la sala por el agujero en el techo. Meneó la cabeza pensando que si pensaba quedarse por más tiempo en ese lugar tendría que buscar la forma de arreglar el techo, no quería que la humedad terminara por arruinar los libros y cuadros que tenía organizados en las esquinas. Palmeó al perro en la cabeza cuando este pareció tener un gesto de apreciación empujando su pierna con el hocico. Le indicó al animal para que se echara en un tapete que había al lado de la chimenea apagada. Era un tapete viejo y algo empolvado, pero era mejor que pisar el gélido suelo de madera.
El Vampiro buscó unos cerillos y comenzó a juntar los maderos para encender la chimenea, dándole la espalda al Perro. Cómo Vampiro no le afectaba mucho el clima, pero le pareció que el animalito se sentiría más a gusto en el lugar si podía ver con más claridad el sitio donde estaba. Una vez encendió el fuego, la luz iluminó las paredes y se pudo ver que tenía una estantería llena de libros viejos y decenas de lienzos arrumados. La cabaña no era muy grande, apenas si tenía la sala con un único sofá (que había corrido cerca a la chimenea para evitar que la nieve que caía por el agujero del techo lo mojara) y una mesa donde habían más libros, papeles, lápices y manchas de pinturas.
Se podía ver que había una puerta en la parte de atrás donde estaba la cocina y otra donde quedaba la única habitación de la cabaña.
- ¿Tienes hambre? - Le preguntó al canino, como si este pudiese responder – Lo siento, pero no tengo nada más que café en la cocina – Agregó dirigiéndose a la cocina pues se le había antojado una buena taza de café caliente.
Una vez dentro, notó que la nieve había vuelto a caer en medio de la sala por el agujero en el techo. Meneó la cabeza pensando que si pensaba quedarse por más tiempo en ese lugar tendría que buscar la forma de arreglar el techo, no quería que la humedad terminara por arruinar los libros y cuadros que tenía organizados en las esquinas. Palmeó al perro en la cabeza cuando este pareció tener un gesto de apreciación empujando su pierna con el hocico. Le indicó al animal para que se echara en un tapete que había al lado de la chimenea apagada. Era un tapete viejo y algo empolvado, pero era mejor que pisar el gélido suelo de madera.
El Vampiro buscó unos cerillos y comenzó a juntar los maderos para encender la chimenea, dándole la espalda al Perro. Cómo Vampiro no le afectaba mucho el clima, pero le pareció que el animalito se sentiría más a gusto en el lugar si podía ver con más claridad el sitio donde estaba. Una vez encendió el fuego, la luz iluminó las paredes y se pudo ver que tenía una estantería llena de libros viejos y decenas de lienzos arrumados. La cabaña no era muy grande, apenas si tenía la sala con un único sofá (que había corrido cerca a la chimenea para evitar que la nieve que caía por el agujero del techo lo mojara) y una mesa donde habían más libros, papeles, lápices y manchas de pinturas.
Se podía ver que había una puerta en la parte de atrás donde estaba la cocina y otra donde quedaba la única habitación de la cabaña.
- ¿Tienes hambre? - Le preguntó al canino, como si este pudiese responder – Lo siento, pero no tengo nada más que café en la cocina – Agregó dirigiéndose a la cocina pues se le había antojado una buena taza de café caliente.
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Re: Atrapada [Privado]
Ladeé el rostro cuando él me palmeó la cabeza, para que me rascara detrás de las orejas. No estaba acostumbrada a los gestos de afecto, y la verdad, me hacían falta, para qué esconderlo. A mi parecer las razas en general, fueran las que fueran necesitaban ser más expresivas, ¿por qué no mostrar el afecto si se sentía? ¿O la amabilidad? ¿O el agradecimiento? Aún cuando el señor gafas era prácticamente un extraño me producía una buena vibra, a pesar de que ahora sabía de qué se alimentaba, era amable, cortés, se compungía tras alimentarse y mostraba que era más que un depredador de la noche, se le sentía real. Ahora que lo pensaba, señor gafas no tenía nada que ver con la imagen que yo tenía de lo que sería un vampiro. Me pregunté entonces cómo serían los demás de su raza.
Moví mi cola con entusiasmo al ver el tapete que me señalaba. Pronto mi nuevo amo encendió un buen fuego que me calentó de forma agradable. Me tumbé de medio lado, siguiendo sus movimientos con mi mirada mientras me sentía en el cielo. Hacía mucho que no me tumbaba en un lugar caliente. Muchísimo menos con techo, aunque noté el agujero. Yo era buena para trepar, si me quedaba, podía echarle una mano en la reparación del techo. Era más productiva de lo que mi apariencia indicaba.
Lo que realmente llamó mi atención fue la galería con libros, en cuanto la vi abrí los ojos como platos y salté sobre mis patas para trotar hacia el mueble. Yo sabía leer, porque me había empeñado en aprender por mi misma con periódicos viejos pero libros… los libros eran un tesoro con el cual no contaba. Ágil mente me trepé en una silla y recorrí los títulos en los tomos con la mirada. Por supuesto no reconocía los nombres ni a los autores pero despertaban en mi una enorme curiosidad. Redirigí mi mirada hacia la mesa adonde habían más libros y empuje la tapa de uno con mi hocico, observando las letras impresas con callada emoción y una especie de nudo en mi estómago. Rápidamente lo volví a cerrar con una pata y lo tomé en mi hocico, saltando al suelo con él y entrando de esa forma en la habitación que descubrí como la cocina.
-El café es excelente, me encantaría una taza.- Por una vez en la vida, el libro me había distraído de mi habitual e inevitable apetito. Trepé en una silla y dejé caer el libro en una desvencijada mesa de madera que hacía las veces de un pequeño desayunador. Ladré en dirección a él. -Tiene un pequeño tesoro en su casa. Lo despliega su estante y si no le importa me gustaría aprovecharlo. Oooh se me ocurre… ¿me leería usted un fragmento?- Empujé el libro hacia él sobre la mesa para darle a entender mi petición, me entusiasmaba sobremanera la idea de que lo hiciera, tanto que mis latidos palpitaban más de prisa.
Moví mi cola con entusiasmo al ver el tapete que me señalaba. Pronto mi nuevo amo encendió un buen fuego que me calentó de forma agradable. Me tumbé de medio lado, siguiendo sus movimientos con mi mirada mientras me sentía en el cielo. Hacía mucho que no me tumbaba en un lugar caliente. Muchísimo menos con techo, aunque noté el agujero. Yo era buena para trepar, si me quedaba, podía echarle una mano en la reparación del techo. Era más productiva de lo que mi apariencia indicaba.
Lo que realmente llamó mi atención fue la galería con libros, en cuanto la vi abrí los ojos como platos y salté sobre mis patas para trotar hacia el mueble. Yo sabía leer, porque me había empeñado en aprender por mi misma con periódicos viejos pero libros… los libros eran un tesoro con el cual no contaba. Ágil mente me trepé en una silla y recorrí los títulos en los tomos con la mirada. Por supuesto no reconocía los nombres ni a los autores pero despertaban en mi una enorme curiosidad. Redirigí mi mirada hacia la mesa adonde habían más libros y empuje la tapa de uno con mi hocico, observando las letras impresas con callada emoción y una especie de nudo en mi estómago. Rápidamente lo volví a cerrar con una pata y lo tomé en mi hocico, saltando al suelo con él y entrando de esa forma en la habitación que descubrí como la cocina.
-El café es excelente, me encantaría una taza.- Por una vez en la vida, el libro me había distraído de mi habitual e inevitable apetito. Trepé en una silla y dejé caer el libro en una desvencijada mesa de madera que hacía las veces de un pequeño desayunador. Ladré en dirección a él. -Tiene un pequeño tesoro en su casa. Lo despliega su estante y si no le importa me gustaría aprovecharlo. Oooh se me ocurre… ¿me leería usted un fragmento?- Empujé el libro hacia él sobre la mesa para darle a entender mi petición, me entusiasmaba sobremanera la idea de que lo hiciera, tanto que mis latidos palpitaban más de prisa.
Última edición por Kenna Carmichael el Dom Jun 04, 2017 1:05 am, editado 1 vez
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Atrapada [Privado]
Notó que el perro muy animadamente se había fijado en los libros y luego había tirado uno de ellos ladrando animadamente hacía el libro en cuestión. Soren nunca había tenido perros así que no comprendió la actitud del animal y concluyó que tendría que tener cuidado si no quería que el animal rompiera sus libros. Se le pasó por la mente que tendría que dejar al animal solo durante el día mientras él dormí ¿Y si se despertaba y el perro se había comido los lienzos o los libros?.
Se apresuró a tomar el libro que le perro había tumbado con expresión consternada, observando si se´habría dañado de alguna forma, pero afortunadamente no era así.
-Cuidado – Exclamó volviéndo a colocar el libro en su lugar, luego buscó con la mirada un sitio en la sala donde pudiera dormir su nueva mascota, se llevó una mano a la cabeza y se rascó la nuca durante pensando en como organizar la sala, había un gran agujero en el techo que no se había molestado en sellar ,por el que había entrado nieve durante el invierno, debía asegurarse que el perro estuviera en un lugar seco y cálido o podría morir de frío.
Caminó hasta la cocina y buscó entre ollas y utencilios oxidados que nunca habían sido utilizados por él y que yacían abandonados cuando el Vampiro se había mudado a la cabaña casi un año atrás. Encontró lo que buscaba bien al fondo entre varias cajas. Una vieja canasta lo suficientemente grande como para que el perro cupiera. Luego buscó una cobija en su habitación y volvió a la sala con ambas cosas.
-Mira tu nueva cama – Le comentó al animalito, colocando la canasta en el suelo al lado de la chimenea para que pudiera coger buen calor, colocando la cobija cuidadosamente en la canasta para que quedara suave y cómoda- Tendrás que pasar gran parte del tiempo solo en casa, así que espero que no dañes ninguno de mis libros – Le advirtió, aunque estaba seguro de que era imposible que el animal pudiese comprender.
La noche había avanzado ya bastante desde que se lo había encontrado en el mercado ambulane y se acercaba el amanecer, se sentía algo preocupado de dejar al perro solo todo el día y comenzaba a cuestionarse si había sido una buena idea haberse responsabilizado del perro cuando no sabía si podía cuidarlo de la mejor manera. El perro estaría mejor con una persona que pudiera pasar más tiempo con él durante el día.
Se apresuró a tomar el libro que le perro había tumbado con expresión consternada, observando si se´habría dañado de alguna forma, pero afortunadamente no era así.
-Cuidado – Exclamó volviéndo a colocar el libro en su lugar, luego buscó con la mirada un sitio en la sala donde pudiera dormir su nueva mascota, se llevó una mano a la cabeza y se rascó la nuca durante pensando en como organizar la sala, había un gran agujero en el techo que no se había molestado en sellar ,por el que había entrado nieve durante el invierno, debía asegurarse que el perro estuviera en un lugar seco y cálido o podría morir de frío.
Caminó hasta la cocina y buscó entre ollas y utencilios oxidados que nunca habían sido utilizados por él y que yacían abandonados cuando el Vampiro se había mudado a la cabaña casi un año atrás. Encontró lo que buscaba bien al fondo entre varias cajas. Una vieja canasta lo suficientemente grande como para que el perro cupiera. Luego buscó una cobija en su habitación y volvió a la sala con ambas cosas.
-Mira tu nueva cama – Le comentó al animalito, colocando la canasta en el suelo al lado de la chimenea para que pudiera coger buen calor, colocando la cobija cuidadosamente en la canasta para que quedara suave y cómoda- Tendrás que pasar gran parte del tiempo solo en casa, así que espero que no dañes ninguno de mis libros – Le advirtió, aunque estaba seguro de que era imposible que el animal pudiese comprender.
La noche había avanzado ya bastante desde que se lo había encontrado en el mercado ambulane y se acercaba el amanecer, se sentía algo preocupado de dejar al perro solo todo el día y comenzaba a cuestionarse si había sido una buena idea haberse responsabilizado del perro cuando no sabía si podía cuidarlo de la mejor manera. El perro estaría mejor con una persona que pudiera pasar más tiempo con él durante el día.
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Re: Atrapada [Privado]
La mano masculina tomó el libro de mi hocico con rapidez, dejándome con la cola a medio mover, mis expectativas a flor de piel y mi ilusión de que leyera un pasaje completamente truncada. Coloqué una pata sobre mi rostro con expresión compungida, creo que le molestó que tomara el libro. -Oh… no tiene que preocuparse, yo no dañaría ninguno de sus libros.- Me alarmaba que pensara que era alguien desastrosa, mucho más que creyera que me animaría a destrozarle algo en su hogar.
Mis ojos siguieron sus movimientos que le llevaban de un lado al otro en la sala, por un momento se detuvo a ver el hoyo en el techo. Observé la librera con algo de tristeza. -No los tocaré sino lo desea, es solo que… nunca estuve frente a tantos libros. Apenas alcanzo a imaginar las aventuras que estarán contenidas en esas páginas.- Suspiré, él había sido lo suficientemente generoso como para traerme a su hogar, no debía contrariarlo.
Lo seguí cuando se dirigió a la cocina preguntándome internamente si me daría algo de café, pero en su lugar comenzó a hurgar sacando cacerolas y trastos algo desgastados. Me senté a observarlo con el rostro ladeado sin comprender que podía estar buscando con tanto afán. Finalmente sacó una canasta que despertó mi curiosidad. Animada troté junto a él. ¿Es para mi?
Di vueltas a su alrededor al ver como la preparaba y colocaba una cobija en ella. Mis ojos brillaban al ver como la tela era colocada en la canasta. Hacía demasiado tiempo que no contaba con una cama, muchísimo menos una cobija, la visión provocó que mis ojos se tornaran algo húmedos. Por lo general dormía en la calle, o a lo sumo en un porche de una casa adonde me escabullía al saltar sigilosamente una cerca.
Entré en la canasta y gemí un poco, esperaba que al mirarlo supiera lo mucho que significaba para mi pasar la noche en un lugar caliente con un techo sobre mi cabeza. -No, en serio. Le juro que no le echaré a perder los libros.- respondí al escuchar su advertencia. Coloqué una pata sobre su mano. -Le prometo que no tendrá una queja, incluso… le ayudaré con la limpieza mañana.- Me eché sobre la cobija observándolo con la cabeza apoyada en el borde de la canasta, pronto amanecería por lo que era mejor descansar unas horas. De repente sentía una necesidad ominosa de comunicarme con él para poder agradecerle pero para ello tendría que volver a mi forma humana y… no sabía que hacer. -¿Qué haría usted en mi lugar?-
Señor gafas me dio un par de palmadas en la cabeza antes de mirarme por última vez con expresión preocupada y finalmente dar la vuelta para dirigirse a lo que pensé sería su dormitorio, un pequeño cuarto con una puerta en un lateral de la cabaña. Dormí durante horas y al despertar me encontré con que el sol ya estaba muy alto y los rayos del sol indicaban que debía ser poco después de las diez de la mañana.
Aprovechando que mi amo dormía tomé forma humana y observé a mi alrededor buscando adonde él seguramente guardaría las escobas y los artículos de limpieza. Tardé poco en descubrirlos en un pequeño armario en la cocina junto con una canasta de ropa limpia, tomé un par de prendas, una camisa y un pantalón que me puse encima y con una sonrisa ladeada me dediqué a organizar el lugar, comenzando por los muebles, cajas y despensas en la cocina y siguiendo con el pequeño salón. Para ser un hombre culto el señor gafas era algo desorganizado. Faltaban unas horas para el anochecer cuando di por concluída mi faena y vi con satisfacción el lugar.
Mis ojos entonces deambularon de vuelta a la librera y de allí al escritorio. No pude resistir la tentación de tomar el mismo libro que había llamado mi atención el día anterior. Me senté y abrí el tomo, oliendo el aroma característico a imprenta y hojas algo antiguas. Sonreí con la intención de leer pero estaba tan cansada que apenas había recorrido unas líneas con mi mirada cuando un gran bostezo me orilló a descansar mi cabeza sobre la madera, mis párpados se cerraban y sin percatarme me quedé dormida.
Mis ojos siguieron sus movimientos que le llevaban de un lado al otro en la sala, por un momento se detuvo a ver el hoyo en el techo. Observé la librera con algo de tristeza. -No los tocaré sino lo desea, es solo que… nunca estuve frente a tantos libros. Apenas alcanzo a imaginar las aventuras que estarán contenidas en esas páginas.- Suspiré, él había sido lo suficientemente generoso como para traerme a su hogar, no debía contrariarlo.
Lo seguí cuando se dirigió a la cocina preguntándome internamente si me daría algo de café, pero en su lugar comenzó a hurgar sacando cacerolas y trastos algo desgastados. Me senté a observarlo con el rostro ladeado sin comprender que podía estar buscando con tanto afán. Finalmente sacó una canasta que despertó mi curiosidad. Animada troté junto a él. ¿Es para mi?
Di vueltas a su alrededor al ver como la preparaba y colocaba una cobija en ella. Mis ojos brillaban al ver como la tela era colocada en la canasta. Hacía demasiado tiempo que no contaba con una cama, muchísimo menos una cobija, la visión provocó que mis ojos se tornaran algo húmedos. Por lo general dormía en la calle, o a lo sumo en un porche de una casa adonde me escabullía al saltar sigilosamente una cerca.
Entré en la canasta y gemí un poco, esperaba que al mirarlo supiera lo mucho que significaba para mi pasar la noche en un lugar caliente con un techo sobre mi cabeza. -No, en serio. Le juro que no le echaré a perder los libros.- respondí al escuchar su advertencia. Coloqué una pata sobre su mano. -Le prometo que no tendrá una queja, incluso… le ayudaré con la limpieza mañana.- Me eché sobre la cobija observándolo con la cabeza apoyada en el borde de la canasta, pronto amanecería por lo que era mejor descansar unas horas. De repente sentía una necesidad ominosa de comunicarme con él para poder agradecerle pero para ello tendría que volver a mi forma humana y… no sabía que hacer. -¿Qué haría usted en mi lugar?-
Señor gafas me dio un par de palmadas en la cabeza antes de mirarme por última vez con expresión preocupada y finalmente dar la vuelta para dirigirse a lo que pensé sería su dormitorio, un pequeño cuarto con una puerta en un lateral de la cabaña. Dormí durante horas y al despertar me encontré con que el sol ya estaba muy alto y los rayos del sol indicaban que debía ser poco después de las diez de la mañana.
Aprovechando que mi amo dormía tomé forma humana y observé a mi alrededor buscando adonde él seguramente guardaría las escobas y los artículos de limpieza. Tardé poco en descubrirlos en un pequeño armario en la cocina junto con una canasta de ropa limpia, tomé un par de prendas, una camisa y un pantalón que me puse encima y con una sonrisa ladeada me dediqué a organizar el lugar, comenzando por los muebles, cajas y despensas en la cocina y siguiendo con el pequeño salón. Para ser un hombre culto el señor gafas era algo desorganizado. Faltaban unas horas para el anochecer cuando di por concluída mi faena y vi con satisfacción el lugar.
Mis ojos entonces deambularon de vuelta a la librera y de allí al escritorio. No pude resistir la tentación de tomar el mismo libro que había llamado mi atención el día anterior. Me senté y abrí el tomo, oliendo el aroma característico a imprenta y hojas algo antiguas. Sonreí con la intención de leer pero estaba tan cansada que apenas había recorrido unas líneas con mi mirada cuando un gran bostezo me orilló a descansar mi cabeza sobre la madera, mis párpados se cerraban y sin percatarme me quedé dormida.
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 19/10/2015
Re: Atrapada [Privado]
Cuando despertó a la noche siguiente no se acordó inmediatamente del perro, así de despistado era, se tomó unos minutos para observar el techo de madera con expresión perezosa y sin mucha intención de salir de la cama. No porque se sintiera cansado, un Vampiro no se sentía cansado de la misma forma que los humanos, sino porque se sentía bien estar allí simplemente tumbado sin hacer nada.
Al cabo de casi 15 minutos se levantó y salió de la habitación con el cabello revuelto y bostezando mientras se rascaba la cabeza, no tenía planes específicos para esa noche, ser pobre y no tener trabajo no ayudaba mucho, su vida era bastante plana y poco interesante. Se quedó quieto en medio del camino pues lo que vio pareció salido de un sueño; una mujer de cabello rojizo estaba sentada en el mueble mustio y viejo, cómodamente dormida.
¿O muerta?
Parpadeó varias veces intentando recordar si quizás había traído una mujer y había bebido de ella o algo por el estilo, pues de otra forma, ¿Cómo podría estar allí? Su rostro no le era familiar en lo absoluto y se quedó mirándola por lo que pareció una eternidad como sin saber que hacer.
Finalmente se acercó a ella y le tocó el hombro con el dedo índice intentando despertarla con suavidad.
- Mademoiselle... - Le llamó con voz incrédula - Despierte por favor - Exclamó moviéndola un poco más fuerte para que reaccionara - ¿Que...que hace en mi casa? - Preguntó sin poder dar crédito a lo que veía.
Al cabo de casi 15 minutos se levantó y salió de la habitación con el cabello revuelto y bostezando mientras se rascaba la cabeza, no tenía planes específicos para esa noche, ser pobre y no tener trabajo no ayudaba mucho, su vida era bastante plana y poco interesante. Se quedó quieto en medio del camino pues lo que vio pareció salido de un sueño; una mujer de cabello rojizo estaba sentada en el mueble mustio y viejo, cómodamente dormida.
¿O muerta?
Parpadeó varias veces intentando recordar si quizás había traído una mujer y había bebido de ella o algo por el estilo, pues de otra forma, ¿Cómo podría estar allí? Su rostro no le era familiar en lo absoluto y se quedó mirándola por lo que pareció una eternidad como sin saber que hacer.
Finalmente se acercó a ella y le tocó el hombro con el dedo índice intentando despertarla con suavidad.
- Mademoiselle... - Le llamó con voz incrédula - Despierte por favor - Exclamó moviéndola un poco más fuerte para que reaccionara - ¿Que...que hace en mi casa? - Preguntó sin poder dar crédito a lo que veía.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
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Re: Atrapada [Privado]
Desperté sobresaltada al sentir como mi hombro era sacudido. En un principio estaba algo confundida y somnolienta, sin recordar del todo adonde me encontraba exactamente. Bostecé parpadeando mientras enfocaba la mirada. No se trataba de un callejón ni de uno de los porches adonde a veces me guarecía tras escabullirme por el patio de alguna casa de la ciudad.
Mis ojos deambularon observando el lugar antes de abrirlos de par en par cuando escuché la voz, justo detrás de mi. El pánico me invadió, me desperté ahora del todo y recordé adonde me encontraba. Había tomado mi forma humana y había sido pillada por sr. Gafas con las manos en la masa, bueno en el libro.
Mis ojos deambularon observando el lugar antes de abrirlos de par en par cuando escuché la voz, justo detrás de mi. El pánico me invadió, me desperté ahora del todo y recordé adonde me encontraba. Había tomado mi forma humana y había sido pillada por sr. Gafas con las manos en la masa, bueno en el libro.
Me levanté con rapidez de la silla para mirarlo frente a frente. -¡Le juro que no he robado nada! Solo quise leer el libro, hace mucho que no ponía mis ojos en uno y la tentación fue más fuerte.- Lo miré compungida, el corazón me latía demasiado aprisa. -Si se fija he tenido mucho cuidado, no se han rasgado las páginas ni nada. Le aseguro que se lo importante que es conservarlo tal y como está.-
Lo miré con las mejillas encendidas, le había dicho que no había robado nada pero tenía su ropa puesta. -Me… me tomé el atrevimiento de tomar prestada su ropa, pienso devolvérsela. Claro, no ahora porque…- Se me trabó la lengua, era obvia la razón por la que no podía devolvérsela enseguida.
-Espero le parezca bien lo que hice con la casa… He puesto orden y hecho la limpieza. Estaba todo bastante desorganizado.- Enrojecí otra vez, de manera tal que aunque no lo veía sabía que mis mejillas debían estar haciendo juego con mi pelo. -No quiero decir que no sepa como poner orden… I- imagino que las ocupaciones se lo impedirán.- Esperaba no pensara que era una impertinente, quería darle una buena impresión y que no se arrepintiera de haberme ayudado la noche anterior.
Lo miré unos segundos mientras aguardaba sus respuestas, desde esta altura podía notar más detalles acerca de sr. Gafas por lo que le contemplé con algo de curiosidad. -¿Le importa si preparo un poco de café?- Sonreí tras un instante de silencio, recordaba que lo había mencionado y a mi me parecía más que excelente poder comenzar la noche con una taza humeante si le parecía bien. -A mi me caería genial una buena taza, monsieur…- hice una pausa. -amo.- rectifiqué, no estaba segura de cual era la forma correcta de dirigirme a él.
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 19/10/2015
Re: Atrapada [Privado]
Lo primero que ella hizo fue asegurar que no había robado nada y que había tomado el libro sólo para leer. Soren notó que en efecto el libro no estaba maltrecho o roto, luego notó que la sala (aunque aún tenía el enorme agujero en las tejas del techo) estaba completamente limpia, la mujer había barrido el piso de madera y había desempolvado el mueble junto a la chimenea. Los lienzos y libros que había tenido desperdigados por doquier, estaban ahora alineados en las esquinas. Ella seguía justificándose, explicando porqué tenía puesta su ropa y demás, mientras Soren continuaba en silencio, su cerebro parecía no poder procesar lo que estaba ocurriendo y seguía preguntándose, quien demonios era ella.
Entonces lo último que dijo luego de ofrecerse a preparar café, hizo que algo se encendiera en su cabeza ¿Lo había llamado amo?, Soren no tenía como pagar a una esclava o sirvienta, el único esclavo que había tenido hacía más de 200 años que estaba muerto, cuando él vivía en el castillo Kaakarogf y era un distinguido noble, entonces significaba que ella era...
-¿Eres... Solsken ? - Preguntó incrédulo recordando el nombre que le había dado al perro el día anterior, ahora se daba cuenta de que se trataba de una perra - ¡Eres una cambiaformas! - Exclamó como si de repente lo hubiese hilado todos los fragmentos de la historia – ¡Me has engañado por completo! - Agregó con expresión sorprendida y luego una risita nerviosa se escapó de su boca – Debo ser más cuidadoso... no es la primera vez que me pasa – Meneó la cabeza y de repente soló una larga risa, pero se apresuró a ocultar su boca con el dorso de su mano – Si... un buen café sería una buena idea... aunque quizás algo de alcohol sería mejor para procesar todo lo ocurrido -
Suspiró, no podía tomar alcohol, no le haría el efecto deseado, a no ser que bebiera sangre de alguien ebrio, de cualquier forma, le hizo un gesto con la mano para que esperara y se fue a la cocina a preparar el café por si mismo.
Entonces lo último que dijo luego de ofrecerse a preparar café, hizo que algo se encendiera en su cabeza ¿Lo había llamado amo?, Soren no tenía como pagar a una esclava o sirvienta, el único esclavo que había tenido hacía más de 200 años que estaba muerto, cuando él vivía en el castillo Kaakarogf y era un distinguido noble, entonces significaba que ella era...
-¿Eres... Solsken ? - Preguntó incrédulo recordando el nombre que le había dado al perro el día anterior, ahora se daba cuenta de que se trataba de una perra - ¡Eres una cambiaformas! - Exclamó como si de repente lo hubiese hilado todos los fragmentos de la historia – ¡Me has engañado por completo! - Agregó con expresión sorprendida y luego una risita nerviosa se escapó de su boca – Debo ser más cuidadoso... no es la primera vez que me pasa – Meneó la cabeza y de repente soló una larga risa, pero se apresuró a ocultar su boca con el dorso de su mano – Si... un buen café sería una buena idea... aunque quizás algo de alcohol sería mejor para procesar todo lo ocurrido -
Suspiró, no podía tomar alcohol, no le haría el efecto deseado, a no ser que bebiera sangre de alguien ebrio, de cualquier forma, le hizo un gesto con la mano para que esperara y se fue a la cocina a preparar el café por si mismo.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
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