AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un rastro equivocado [Privado] [+18]
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Un rastro equivocado [Privado] [+18]
Ayshane llegó aquella misma tarde a París, proveniente de tierras lejanas y con el único objetivo de encontrar a aquel prometido que años antes su padre la había concertado en matrimonio. Sabía bien que sería como buscar una aguja en un pajar, pues apenas tenía información alguna de aquel desconocido que debería convertirse en su esposo. Si bien sus razones para marcharse de su casa no habían sido solos estas, sino el hecho de que la manada de la que su hermano era alfa, la reclamaba a ella como líder de la manada por descontento con su verdadero alfa, y esperando que las aguas volviesen a su cauce y su hermano fuese capaz de dirigir a su gente por sus propios medios, pensó que lo mejor sería desaparecer durante un tiempo.
Después de instalarse en un cómodo hotel de las afueras de la ciudad, donde sin duda podría disfrutar de esa libertad que el aire libre y los bosques cercanos le brindaban, decidió pasarse por alguna de aquellas tabernas que sin duda eran el lugar más propicio para buscar información sobre alguien de quien solo tenía unos pocos datos. Al menos en su país natal, Rusia , eran aquellos locales frecuentados por las personas más variopintas, las que eran un hervidero de información y cotilleos de donde sacar provecho.
No tuvo que alejarse mucho de su residencia eventual para encontrar una de aquellas bulliciosas tabernas donde relajarse tomando alguna copa, y con un poco de suerte, donde poder empezar a seguir el rastro de aquel a quien había ido a buscar. Las húmedas calles estaban prácticamente desiertas, de modo que lo que más le sorprendió fue el revuelo que se sucedía en una de las inmediaciones de la taberna a la que se dirigía. Un grupo de hombres se peleaban a puñetazo limpio entre ellos; o eso es lo que observó al principio, pues cuando sus pasos se volvieron raudos hacia ese lugar, pudo percatarse de que eran varios hombres ensangrentados y medio abatidos los que volvían a cargar sus fuerzas contra otro muchacho que a pesar de llevar una bastarda a sus espaldas, solo se defendía con sus puños.
Ayshane no pudo evitar acudir en la ayuda de aquel joven que parecía no importarle estar recibiendo soberana paliza; aunque por lo que podía observar, a pesar de que los atacantes eran mayoría, su estado no era mucho mejor. Desenfundó las dos cimitarras que portaba sujetas a su espalda, blandiéndolas contra el aire, acercándose poco a poco a aquella reyerta que no estaba equilibrada. Fueron las risas de los hombres al verla acudir armada y presta a la batalla lo que le hicieron enfurecer, provocando que sus ojos se tornases ámbar y un gruñido saliese de su garganta. No hizo falta más, ni un solo rasguño provocado por sus espadas que tuvo que guardar de nuevo cuando los agresores se dispersaron, dejando la muchacho ensangrentado y tambaleándose en el epicentro de la calzada.
La joven licántropo se acercó al chico que parecía estar a punto de caer al suelo, cogiéndole con fuerza de la cintura. Desprendía un fuerte aura que desde luego no era la de un humano normal de la calle, más bien la de un fuerte guerrero con un linaje ejemplar.
- Tranquilo, no voy a hacerle daño.- afirmé junto a su oído cuando sentí que intentaba zafarse de mi abrazo.- Solo quiero ayudarle. Déjeme que le acerque hasta el bordillo y nos sentamos los dos, ¿de acuerdo?
Sin parecer muy conforme, aquel joven aceptó las indicaciones de Ayshane, y así, cogidos de la cintura, se acercaron hasta el lugar propuesto por la loba, donde ambos se sentaron con cuidado. Era obvio que el chico estaba herido, y ella tenía el deber moral de ayudarlo. Curiosa forma de tomar contacto con la gente de esa ciudad.
-¿Puedo ayudaros en algo? ¿Quizás acompañaros hasta vuestra casa donde curar esas heridas?- preguntó sin estar muy convencida de que fuese una buena idea.- Deberíamos marcharnos de aquí, antes de que llegue la gendarmería alertada por algún vecino.
Ayshane esperó que el joven le guiase en los pasos a seguir, pues ella apenas conocía la ciudad, y llevarlo a su hotel no estaba dentro de sus opciones. De forma que tendría que ser el muchacho quien decidiese si dejarse ayudar.
Después de instalarse en un cómodo hotel de las afueras de la ciudad, donde sin duda podría disfrutar de esa libertad que el aire libre y los bosques cercanos le brindaban, decidió pasarse por alguna de aquellas tabernas que sin duda eran el lugar más propicio para buscar información sobre alguien de quien solo tenía unos pocos datos. Al menos en su país natal, Rusia , eran aquellos locales frecuentados por las personas más variopintas, las que eran un hervidero de información y cotilleos de donde sacar provecho.
No tuvo que alejarse mucho de su residencia eventual para encontrar una de aquellas bulliciosas tabernas donde relajarse tomando alguna copa, y con un poco de suerte, donde poder empezar a seguir el rastro de aquel a quien había ido a buscar. Las húmedas calles estaban prácticamente desiertas, de modo que lo que más le sorprendió fue el revuelo que se sucedía en una de las inmediaciones de la taberna a la que se dirigía. Un grupo de hombres se peleaban a puñetazo limpio entre ellos; o eso es lo que observó al principio, pues cuando sus pasos se volvieron raudos hacia ese lugar, pudo percatarse de que eran varios hombres ensangrentados y medio abatidos los que volvían a cargar sus fuerzas contra otro muchacho que a pesar de llevar una bastarda a sus espaldas, solo se defendía con sus puños.
Ayshane no pudo evitar acudir en la ayuda de aquel joven que parecía no importarle estar recibiendo soberana paliza; aunque por lo que podía observar, a pesar de que los atacantes eran mayoría, su estado no era mucho mejor. Desenfundó las dos cimitarras que portaba sujetas a su espalda, blandiéndolas contra el aire, acercándose poco a poco a aquella reyerta que no estaba equilibrada. Fueron las risas de los hombres al verla acudir armada y presta a la batalla lo que le hicieron enfurecer, provocando que sus ojos se tornases ámbar y un gruñido saliese de su garganta. No hizo falta más, ni un solo rasguño provocado por sus espadas que tuvo que guardar de nuevo cuando los agresores se dispersaron, dejando la muchacho ensangrentado y tambaleándose en el epicentro de la calzada.
La joven licántropo se acercó al chico que parecía estar a punto de caer al suelo, cogiéndole con fuerza de la cintura. Desprendía un fuerte aura que desde luego no era la de un humano normal de la calle, más bien la de un fuerte guerrero con un linaje ejemplar.
- Tranquilo, no voy a hacerle daño.- afirmé junto a su oído cuando sentí que intentaba zafarse de mi abrazo.- Solo quiero ayudarle. Déjeme que le acerque hasta el bordillo y nos sentamos los dos, ¿de acuerdo?
Sin parecer muy conforme, aquel joven aceptó las indicaciones de Ayshane, y así, cogidos de la cintura, se acercaron hasta el lugar propuesto por la loba, donde ambos se sentaron con cuidado. Era obvio que el chico estaba herido, y ella tenía el deber moral de ayudarlo. Curiosa forma de tomar contacto con la gente de esa ciudad.
-¿Puedo ayudaros en algo? ¿Quizás acompañaros hasta vuestra casa donde curar esas heridas?- preguntó sin estar muy convencida de que fuese una buena idea.- Deberíamos marcharnos de aquí, antes de que llegue la gendarmería alertada por algún vecino.
Ayshane esperó que el joven le guiase en los pasos a seguir, pues ella apenas conocía la ciudad, y llevarlo a su hotel no estaba dentro de sus opciones. De forma que tendría que ser el muchacho quien decidiese si dejarse ayudar.
Última edición por Ayshane Yuri el Lun Oct 10, 2016 12:15 pm, editado 1 vez
Ayshane Yuri- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 157
Fecha de inscripción : 25/09/2016
Localización : Paris
Re: Un rastro equivocado [Privado] [+18]
No me costó demasiado que esos patanes de la taberna emprendieran a mamporros contra mi, era tan fácil provocar a alguien cuando todos estábamos borrachos que ni siquiera tuve que recurrir a mi mejor repertorio.
Cagarme en su puta madre fue mas que suficiente para que el calvo de la barba que me sacaba dos cuerpos estallara de furia y que el resto de secuaces, a los que les garantice con una de mis infalibles sonrisas para hacer amigos, que sus novias me la chupaban todas las noches.
No necesité mas para que los primeros puñetazos asomaran, en aquella taberna de mala muerte donde servían un whisky que parecía meado de burra.
Esquivé unos cuantos, soltando algún derechazo que otro para encender mas a las masas, aquella noche no deseaba ganar, por eso ni siquiera se me ocurrió la maravillosa idea de llevar mi mano a la empuñadura de la bastarda que bien hubiera podido terminar con esa bronca que yo había buscado.
Aquella noche necesitaba sentir, sentir un dolor físico tal que el emocional quedara relegado a la nada.
Aquellos ojos esmeralda me acompañaban con cada puñetazo que recibía mientras me reía a carcajada limpia.
-Pegáis como nenas -rugí, siguiendo con mi provocación mientras escupía sangre al suelo.
Había pedido matrimonio a esa mujer, esa que desde que conocí ansié en poseer. Juego peligroso el que emprendí con ella y que como ya augure la primera vez que sus ojos se hundieron en los míos, perdí.
Hacia tan solo un par de idas que le había puesto el anillo delante, ese que pedí fabricar exclusivamente para ella, ese que esperaba al menos le dibujara una sonrisa en el rostro, que le mostrara, que mis intenciones era serias, que la amaba, aunque no lo hubiera dicho con palabras y que quería construir un futuro con ella.
Sabia que su situación era difícil, que para heredar al parecer tenia que desposarse con un hombre inscrito en una carta, al menos así lo estipuló su padre antes de abandonar este mundo para irse al otro.
Yo le proponía olvidar esa carta, esa maldita lista, y darse, darme, una oportunidad, una en la que sabia que podríamos ser felices.
Mas mi anillo solo le causo desesperación, ni un ápice de emoción vislumbre en su rostro. Quizás porque esperaba la petición de otro, otro que si estaba en esa lista, otro que la había forzado tan solo hacia unos días y que aun así parecía amar contra viento y marea.
Aquel día había acudido a la taberna tras nuestra primera noche tranquila, esa en la que nos proferimos sobrios, besos y caricias, mas la imagen que encontré fue la de una mujer agotada. Posiblemente lejos de haber pensado como yo, en esa mágica noche que vivimos, había estado lamentando la partida de Haytham, su mano derecha. El hombre con el que ese mismo día me aseguró que siempre seria especial para ella, y que con nadie podría tener lo que con el.
Me tragué sus palabras acompañadas de whisky, mas por desgracia no del suficiente.
Eso y una flor, regalada por otro, que se esmero en restregar por mi cara sin perder ocasión fue calentando el ambiente lo suficiente para el desenlace final, ese que hoy me había traído a esa taberna en busca, no de bronca, si no, de una paliza.
Haytham le había regalad una flor marchita, sus ojos se anegaron en lagrimas y ahí lo vi claro, lo amaba y no a mi, mi propuesta solo era una opción mas que barajar en su juego de ajedrez, un peón frente al rey y la reina que sin duda ocupaban ellos dos.
Necesitaba olvidar, el alcohol no era suficiente, pero el dolor, el dolor siempre funcionaba.
El dolor de los golpes, de las heridas era mucho mas fácil de soportar que el que ahora sentía.
Así continuo la pelea.
Siete hombres tratando de derribar a uno, que se defendía como podía mientras reía de forma enfermiza.
Puede que ellos no lo entendieran, pero necesitaba sangrar, necesitaba no tenerme en pie y la verdad, no lo estaban haciendo demasiado bien.
Un navajazo en mi costado fue el colofon, sentí con una sonrisa como quemaba mi piel cuando el acero se hundió, sonreí divertido, tomándole por el pecho aun con el puñal clavado para asestarle tantos puñetazos que le deforme el rostro.
Sangre en mis nudillos, sangre en el suelo ,sangre en todos lados y la fiesta solo había empezado.
Para mi decepción, un gruñido a mis espaldas los acabo por hacer salir corriendo.
Una mujer, fruncí el ceño tratando de zafarme de su agarre cuando esta buscaba ayudarme.
¿Acaso no se había dado cuenta de que no quería ayuda, solo mas pelea?
Me tambaleé hasta alcanzar el bordillo de la acera dejándome caer allí para poco después tumbar al completo mi cuerpo en el pavimento.
Mis ojos se hundieron en las estrellas admirando la constelación del guerrero antes de empezar a morirme de risa.
-Si mi madre me viera, vencido por unos ojos y una doncella.
Cagarme en su puta madre fue mas que suficiente para que el calvo de la barba que me sacaba dos cuerpos estallara de furia y que el resto de secuaces, a los que les garantice con una de mis infalibles sonrisas para hacer amigos, que sus novias me la chupaban todas las noches.
No necesité mas para que los primeros puñetazos asomaran, en aquella taberna de mala muerte donde servían un whisky que parecía meado de burra.
Esquivé unos cuantos, soltando algún derechazo que otro para encender mas a las masas, aquella noche no deseaba ganar, por eso ni siquiera se me ocurrió la maravillosa idea de llevar mi mano a la empuñadura de la bastarda que bien hubiera podido terminar con esa bronca que yo había buscado.
Aquella noche necesitaba sentir, sentir un dolor físico tal que el emocional quedara relegado a la nada.
Aquellos ojos esmeralda me acompañaban con cada puñetazo que recibía mientras me reía a carcajada limpia.
-Pegáis como nenas -rugí, siguiendo con mi provocación mientras escupía sangre al suelo.
Había pedido matrimonio a esa mujer, esa que desde que conocí ansié en poseer. Juego peligroso el que emprendí con ella y que como ya augure la primera vez que sus ojos se hundieron en los míos, perdí.
Hacia tan solo un par de idas que le había puesto el anillo delante, ese que pedí fabricar exclusivamente para ella, ese que esperaba al menos le dibujara una sonrisa en el rostro, que le mostrara, que mis intenciones era serias, que la amaba, aunque no lo hubiera dicho con palabras y que quería construir un futuro con ella.
Sabia que su situación era difícil, que para heredar al parecer tenia que desposarse con un hombre inscrito en una carta, al menos así lo estipuló su padre antes de abandonar este mundo para irse al otro.
Yo le proponía olvidar esa carta, esa maldita lista, y darse, darme, una oportunidad, una en la que sabia que podríamos ser felices.
Mas mi anillo solo le causo desesperación, ni un ápice de emoción vislumbre en su rostro. Quizás porque esperaba la petición de otro, otro que si estaba en esa lista, otro que la había forzado tan solo hacia unos días y que aun así parecía amar contra viento y marea.
Aquel día había acudido a la taberna tras nuestra primera noche tranquila, esa en la que nos proferimos sobrios, besos y caricias, mas la imagen que encontré fue la de una mujer agotada. Posiblemente lejos de haber pensado como yo, en esa mágica noche que vivimos, había estado lamentando la partida de Haytham, su mano derecha. El hombre con el que ese mismo día me aseguró que siempre seria especial para ella, y que con nadie podría tener lo que con el.
Me tragué sus palabras acompañadas de whisky, mas por desgracia no del suficiente.
Eso y una flor, regalada por otro, que se esmero en restregar por mi cara sin perder ocasión fue calentando el ambiente lo suficiente para el desenlace final, ese que hoy me había traído a esa taberna en busca, no de bronca, si no, de una paliza.
Haytham le había regalad una flor marchita, sus ojos se anegaron en lagrimas y ahí lo vi claro, lo amaba y no a mi, mi propuesta solo era una opción mas que barajar en su juego de ajedrez, un peón frente al rey y la reina que sin duda ocupaban ellos dos.
Necesitaba olvidar, el alcohol no era suficiente, pero el dolor, el dolor siempre funcionaba.
El dolor de los golpes, de las heridas era mucho mas fácil de soportar que el que ahora sentía.
Así continuo la pelea.
Siete hombres tratando de derribar a uno, que se defendía como podía mientras reía de forma enfermiza.
Puede que ellos no lo entendieran, pero necesitaba sangrar, necesitaba no tenerme en pie y la verdad, no lo estaban haciendo demasiado bien.
Un navajazo en mi costado fue el colofon, sentí con una sonrisa como quemaba mi piel cuando el acero se hundió, sonreí divertido, tomándole por el pecho aun con el puñal clavado para asestarle tantos puñetazos que le deforme el rostro.
Sangre en mis nudillos, sangre en el suelo ,sangre en todos lados y la fiesta solo había empezado.
Para mi decepción, un gruñido a mis espaldas los acabo por hacer salir corriendo.
Una mujer, fruncí el ceño tratando de zafarme de su agarre cuando esta buscaba ayudarme.
¿Acaso no se había dado cuenta de que no quería ayuda, solo mas pelea?
Me tambaleé hasta alcanzar el bordillo de la acera dejándome caer allí para poco después tumbar al completo mi cuerpo en el pavimento.
Mis ojos se hundieron en las estrellas admirando la constelación del guerrero antes de empezar a morirme de risa.
-Si mi madre me viera, vencido por unos ojos y una doncella.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Un rastro equivocado [Privado] [+18]
Aquel joven malherido no se resistió ante la propuesta de Ayshane, y acompañado por ésta llegaron hasta el bordillo de la calzada, tomando asiento ambos en ésta. Fue entonces cuando la joven soltó su cintura, esperando que pudiese mantenerse erguido por sí mismo, y observó con detenimiento las consecuencias de aquella pelea que sin duda tenía que haber comenzado en la taberna. Varios hombres yacían inconscientes en el suelo, donde la sangre manchaba sus ropajes por doquier. Podía sentir todavía sus corazones latir y aunque las respiraciones de los mismos eran débiles, al menos no estaban muertos. Era de admirar que un solo hombre hubiese podido luchar de esa forma sin tener que hacer uso de la bastarda que todavía colgaba de su espalda.
Miró desconcertada a aquel muchacho de ojos castaños que se tumbaba sobre el frío suelo y que reía de forma enfermiza, murmurando unas palabras que sin saber muy bien a que se refería le resultaron extrañas. Su mirada clavada en las estrellas y su comportamiento, no dejaba lugar a dudas de que se trataba de un demente o de un borracho, tal vez ambas cosas. Sin embargo, no por ello debía dejarlo a su suerte, estaba claro que necesitaba su ayuda, y ella no era de las que dejaban a los demás en la estacada, aunque se tratase de un extraño.
Ayshane se sentía confundida; se había visto envuelta sin quererlo en una trifulca de taberna, y ahora era responsable de aquel joven que sería incapaz de ponerse en pie. Pudo visualizar sin mucho margen de error cada una de las laceraciones y daños que el muchacho portaba, y acercó sus manos hacia uno de los costados de su cuerpo, que tendido todavía en el pavimento, dejaba fácil acceso a una de las heridas que más preocuparon a la loba, pues de ésta parecía brotar todavía sangre, informándole de que la herida podía ser más importante de lo que había supuesto. Levantó la prenda que le ocultaba aquella puñalada, y torciendo el gesto clavó sus ojos en los de él, que contrariado la miraba. Dos desconocidos cuyo sino se había unido en las más extrañas circunstancias.
-Mi hotel no está lejos de aquí. Allí tengo aguja e hilo para curarle esa herida, y whisky para desinfectarla.- apunté reprochándome a mí misma haberle propuesto llevarlo a mi habitación; aunque viendo el estado en el que se encontraba, dudaba de que pudiese suponer ningún peligro para mí. Giré la mirada hacia la dirección por donde aquellos cobardes dispuestos a atacar a un pobre muchacho habían huido, esperando que de un momento a otro llegasen con las autoridades en busca de joven que me acompañaba, y que por el hecho de haberlo ayudado, yo me convertía en su cómplice.- Deberíamos marcharnos, no estamos seguros aquí. ¿Necesita ayuda para levantarse?
Ayshane observó pensativa si su ofrecimiento sería buena idea, pues el joven no parecía querer ser ayudado. Maldijo a los dioses por haber decidido empezar a buscar el rastro de su prometido en aquella taberna, pues por su sentido del deber por ayudar a los demás se terminaba de meter en un buen atolladero, y eso que solo era su primer día en la ciudad.
Miró desconcertada a aquel muchacho de ojos castaños que se tumbaba sobre el frío suelo y que reía de forma enfermiza, murmurando unas palabras que sin saber muy bien a que se refería le resultaron extrañas. Su mirada clavada en las estrellas y su comportamiento, no dejaba lugar a dudas de que se trataba de un demente o de un borracho, tal vez ambas cosas. Sin embargo, no por ello debía dejarlo a su suerte, estaba claro que necesitaba su ayuda, y ella no era de las que dejaban a los demás en la estacada, aunque se tratase de un extraño.
Ayshane se sentía confundida; se había visto envuelta sin quererlo en una trifulca de taberna, y ahora era responsable de aquel joven que sería incapaz de ponerse en pie. Pudo visualizar sin mucho margen de error cada una de las laceraciones y daños que el muchacho portaba, y acercó sus manos hacia uno de los costados de su cuerpo, que tendido todavía en el pavimento, dejaba fácil acceso a una de las heridas que más preocuparon a la loba, pues de ésta parecía brotar todavía sangre, informándole de que la herida podía ser más importante de lo que había supuesto. Levantó la prenda que le ocultaba aquella puñalada, y torciendo el gesto clavó sus ojos en los de él, que contrariado la miraba. Dos desconocidos cuyo sino se había unido en las más extrañas circunstancias.
-Mi hotel no está lejos de aquí. Allí tengo aguja e hilo para curarle esa herida, y whisky para desinfectarla.- apunté reprochándome a mí misma haberle propuesto llevarlo a mi habitación; aunque viendo el estado en el que se encontraba, dudaba de que pudiese suponer ningún peligro para mí. Giré la mirada hacia la dirección por donde aquellos cobardes dispuestos a atacar a un pobre muchacho habían huido, esperando que de un momento a otro llegasen con las autoridades en busca de joven que me acompañaba, y que por el hecho de haberlo ayudado, yo me convertía en su cómplice.- Deberíamos marcharnos, no estamos seguros aquí. ¿Necesita ayuda para levantarse?
Ayshane observó pensativa si su ofrecimiento sería buena idea, pues el joven no parecía querer ser ayudado. Maldijo a los dioses por haber decidido empezar a buscar el rastro de su prometido en aquella taberna, pues por su sentido del deber por ayudar a los demás se terminaba de meter en un buen atolladero, y eso que solo era su primer día en la ciudad.
Ayshane Yuri- Licántropo Clase Alta
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Re: Un rastro equivocado [Privado] [+18]
Mientras mis ojos buscaban en las estrellas respuestas que no halle, podía sentir los orbes de esa dama fijos en mi cuerpo.
Mi respiración agitada alzaba mi pecho a un ritmo demencial, la adrenalina cumplía parte de su función, dar a mi cuerpo la importancia que necesitaba que le quitara a mi mente.
Dolor, magnifica sensación que restituye un daño mayor, mas allí estaban ellos esos ojos esmeralda que anclados al mismo cielo que yo miraba parecían recriminar mi actuación.
Empezaba a cogerle gusto a estas situaciones, parece que ese y no otro era el único modo de preocupar a la señorita Cavey, al menos en mi absurda imaginación.
Siseé al sentir dos cálidos dedos acariciar mi costado. Mi cuerpo se contrajo por el dolor, fue entonces cuando desvié mi perdida mirada hacia aquella criatura que creía haberme salvado mas había hecho todo lo contrario.
-Estoy bien -apunté hundiendo mi mirada en la suya azul cielo, solo ha sido una pelea de bar, hemos bebido mas de la cuenta y ya sabe como somos los hombres en estas circunstancias.
Hice ademan de ponerme en pie, odiaba que alguien me ayudar,a y mas aun cuando el daño me lo había buscado yo solito. Es mas, volvería a entrar, si de ese modo desaparecía el dolor que arrastraba mi alma. Ese, que instaurado en mi pecho parecía dejarme sin respiración ¿o quizás era el alcohol? ¿o las recientes heridas? ¡Que mas daba!
Volví a reír, llevando la mano a mi costado que sangraba a borbotones cada vez que mi abdomen se movía.
La siguiente propuesta, aunque no carente de razón. Pues la policía, debía de estar, cuanto menos de camino. No estaba exenta de cierta picaresca.
¿Su hotel? Esa mujer pecaba de buena, como podía llevar a un completo desconocido, ebrio y malherido a un hotel donde quedaríamos solos. ¿Acaso no había visto de lo que era capaz con esos hombres?
Negué buscando sus zafiros mientras una picara sonrisa se dibujaba en mis labios...esa que me decía que fuera, que de perdidos al rio, que ¿por que no perderme entre sus piernas? olvidar así a el demonio de mi abismo.
No negaré que me apetecía, no negaré que mi ebriedad me hacia morirme de ganas por hacer a esa bella criatura mía. Mas allí estaban esos ojos, fijos en los míos...Valeria.
-He de declinar su propuesta, estaría mal visto que un hombre subiera a sus aposentos y mas en mi estado. Me alojo en el hotel les arenes...iré a coserme yo mismo la herida, ya estoy acostumbrado.
Apreté los dientes sintiendo el calor y la humedad derramarse por mi mano, goteando de carmesí el empedrado.
Dulce dolor, por un momento me sentí aliviado, ese que envolvía mi cuerpo dándole a mi mente la tregua que exigía. Esa, que ni el alcohol había logrado regalarle aquella noche llena de estrellas.
-Gracias -musité -antes de emprender el paso tambaleante hacia ninguna parte, sabia que pronto aquel lugar estaría plagado de policía, era la hora de la retirada.
Mi respiración agitada alzaba mi pecho a un ritmo demencial, la adrenalina cumplía parte de su función, dar a mi cuerpo la importancia que necesitaba que le quitara a mi mente.
Dolor, magnifica sensación que restituye un daño mayor, mas allí estaban ellos esos ojos esmeralda que anclados al mismo cielo que yo miraba parecían recriminar mi actuación.
Empezaba a cogerle gusto a estas situaciones, parece que ese y no otro era el único modo de preocupar a la señorita Cavey, al menos en mi absurda imaginación.
Siseé al sentir dos cálidos dedos acariciar mi costado. Mi cuerpo se contrajo por el dolor, fue entonces cuando desvié mi perdida mirada hacia aquella criatura que creía haberme salvado mas había hecho todo lo contrario.
-Estoy bien -apunté hundiendo mi mirada en la suya azul cielo, solo ha sido una pelea de bar, hemos bebido mas de la cuenta y ya sabe como somos los hombres en estas circunstancias.
Hice ademan de ponerme en pie, odiaba que alguien me ayudar,a y mas aun cuando el daño me lo había buscado yo solito. Es mas, volvería a entrar, si de ese modo desaparecía el dolor que arrastraba mi alma. Ese, que instaurado en mi pecho parecía dejarme sin respiración ¿o quizás era el alcohol? ¿o las recientes heridas? ¡Que mas daba!
Volví a reír, llevando la mano a mi costado que sangraba a borbotones cada vez que mi abdomen se movía.
La siguiente propuesta, aunque no carente de razón. Pues la policía, debía de estar, cuanto menos de camino. No estaba exenta de cierta picaresca.
¿Su hotel? Esa mujer pecaba de buena, como podía llevar a un completo desconocido, ebrio y malherido a un hotel donde quedaríamos solos. ¿Acaso no había visto de lo que era capaz con esos hombres?
Negué buscando sus zafiros mientras una picara sonrisa se dibujaba en mis labios...esa que me decía que fuera, que de perdidos al rio, que ¿por que no perderme entre sus piernas? olvidar así a el demonio de mi abismo.
No negaré que me apetecía, no negaré que mi ebriedad me hacia morirme de ganas por hacer a esa bella criatura mía. Mas allí estaban esos ojos, fijos en los míos...Valeria.
-He de declinar su propuesta, estaría mal visto que un hombre subiera a sus aposentos y mas en mi estado. Me alojo en el hotel les arenes...iré a coserme yo mismo la herida, ya estoy acostumbrado.
Apreté los dientes sintiendo el calor y la humedad derramarse por mi mano, goteando de carmesí el empedrado.
Dulce dolor, por un momento me sentí aliviado, ese que envolvía mi cuerpo dándole a mi mente la tregua que exigía. Esa, que ni el alcohol había logrado regalarle aquella noche llena de estrellas.
-Gracias -musité -antes de emprender el paso tambaleante hacia ninguna parte, sabia que pronto aquel lugar estaría plagado de policía, era la hora de la retirada.
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Re: Un rastro equivocado [Privado] [+18]
Sin duda el estado de embriaguez del joven era notorio, y las palabras de Ayshane poco podían hacer para convencerle de que debería ser ayudado. La loba detestaba cuando los hombres se envalentonaban delante de una dama y eran incapaces de reconocer que en algunas ocasiones necesitaban la ayuda de los demás. Había tenido que vivir cientos de situaciones como ésta junto a sus hermanos, que reticentes a ser ayudados por una mujer, le impedían curar unas heridas que aunque sanaban raudas por su especial naturaleza, no dejaban de ser peligrosas en algunos casos. Los ojos de ambos se encontraron en varias ocasiones, miradas perdidas donde cada uno escondía los pensamientos que les acechaban en aquellos momentos.
En cada intento de ponerse en pie del joven, la sangre aumentaba su salida por esa puñalada que debía ser cosida o cauterizada con rapidez, o en caso contrario las consecuencias serían irrevocables para aquel humano cuya embriaguez había llevado demasiado lejos.
Ayshane observó como el muchacho se ponía en pie, manteniéndose derecho a duras penas, dirigiendo sus pasos por el mismo camino que ella terminaba de recorrer en sentido contrario. Podía sentir el olor de su sangre que resbalaba entre sus dedos, como si por el hecho de poner la mano en el costado fuese a impedir que se desangrase.
- Poco me importa lo que esté bien visto o no, y vos no estáis en condiciones de llegar a ningún lugar solo sin morir en el intento.- contesté todavía incrédula porque rechazase mi ayuda de esa forma tan deliberada.- Es el mismo hotel donde yo me alojo, de modo que le acompañaré le guste o no. No quiero que el primer día que llego a París, tenga que sentirme culpable por la muerte de un descerebrado que no quiere dejarse ayudar. Así que, si no le importa, me aseguraré de que sobreviva a este desafortunado encuentro en la taberna, y luego saldré de su habitación.
Ayshane se puso en pie sin tener problema alguno para alcanzar la posición del joven, colocándose bajo su brazo a modo de apoyo, agarrándolo de la cintura e invitándolo a reposar el peso de él sobre sus hombros. La herida se quedó entre ambos, tiñendo ahora la falda de su vestido azul oscuro con la sangre del joven que parecía desconcertado pro la reacción de la licántropo.
-Si deja que le ayude, esto terminará rápido y cada uno podrá continuar con su camino.- sonreí tratando de no parecer tan dura con aquel pobre hombre que como si no hubiese tenido bastante con la paliza, ahora tenía que escuchar mi reprimenda como si se tratase de mi hermano pequeño.- Prometo desaparecer de su vida antes de que se de cuenta, pero permítame dejarle a salvo antes.
El humano no parecía muy convencido en dar su brazo a torcer, no parecía de esos hombres que ceden ante una dama, pero las palabras de Ayshane eran sinceras; solo quería ayudarle y desaparecía después. Su objetivo en París estaba claro, y ese desafortunado encuentro en la puerta de la taberna solo había sido un alto en el camino
En cada intento de ponerse en pie del joven, la sangre aumentaba su salida por esa puñalada que debía ser cosida o cauterizada con rapidez, o en caso contrario las consecuencias serían irrevocables para aquel humano cuya embriaguez había llevado demasiado lejos.
Ayshane observó como el muchacho se ponía en pie, manteniéndose derecho a duras penas, dirigiendo sus pasos por el mismo camino que ella terminaba de recorrer en sentido contrario. Podía sentir el olor de su sangre que resbalaba entre sus dedos, como si por el hecho de poner la mano en el costado fuese a impedir que se desangrase.
- Poco me importa lo que esté bien visto o no, y vos no estáis en condiciones de llegar a ningún lugar solo sin morir en el intento.- contesté todavía incrédula porque rechazase mi ayuda de esa forma tan deliberada.- Es el mismo hotel donde yo me alojo, de modo que le acompañaré le guste o no. No quiero que el primer día que llego a París, tenga que sentirme culpable por la muerte de un descerebrado que no quiere dejarse ayudar. Así que, si no le importa, me aseguraré de que sobreviva a este desafortunado encuentro en la taberna, y luego saldré de su habitación.
Ayshane se puso en pie sin tener problema alguno para alcanzar la posición del joven, colocándose bajo su brazo a modo de apoyo, agarrándolo de la cintura e invitándolo a reposar el peso de él sobre sus hombros. La herida se quedó entre ambos, tiñendo ahora la falda de su vestido azul oscuro con la sangre del joven que parecía desconcertado pro la reacción de la licántropo.
-Si deja que le ayude, esto terminará rápido y cada uno podrá continuar con su camino.- sonreí tratando de no parecer tan dura con aquel pobre hombre que como si no hubiese tenido bastante con la paliza, ahora tenía que escuchar mi reprimenda como si se tratase de mi hermano pequeño.- Prometo desaparecer de su vida antes de que se de cuenta, pero permítame dejarle a salvo antes.
El humano no parecía muy convencido en dar su brazo a torcer, no parecía de esos hombres que ceden ante una dama, pero las palabras de Ayshane eran sinceras; solo quería ayudarle y desaparecía después. Su objetivo en París estaba claro, y ese desafortunado encuentro en la puerta de la taberna solo había sido un alto en el camino
Ayshane Yuri- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/09/2016
Localización : Paris
Re: Un rastro equivocado [Privado] [+18]
Cada paso tambaleante por el empedrado suponía un esfuerzo inhumano para mantenerme en pie. Mas la sonrisa no logro abandonar mi rostro ni un instante ¿no era eso lo que anhelaba? Olvidarla, que el dolor físico superara todo pensamiento que me orillara a sus esmeraldas.
El calor espeso de mi sangre se escurría entre mis dedos tiñendo de carmesí el suelo. Mis ojos se entrecerraban borrosos, luchando por enfocar la calle por la que había venido, creo que la dirección era la correcta, mas no estaba convencido.
Sisee cuando sentí que alguien elevaba mi brazo moviendo de nuevo mi abdomen que se contrajo contra mi mano dejando que de nuevo la sangre fluyera a borbotones.
Giré la cabeza para enfrentar su mirada, desafiante ,orgulloso. La pelea la empece justo para esto, necesitaba cada una de estas heridas ¿que no comprendía? Nuestros rostros se encontraron de frente.
-eres muy insistente -jadee contra su boca mientras escuchaba esa larga reprimenda, que ni necesitaba, ni esperaba, ni la verdad, me servia.
Aseguro que su destino era le mismo que el mio, algo que logro que enarcara una ceja. Parte de mi peso cedió sobre sus hombros, mientras ambos clavamos la mirada en la del otro.
-Que casualidad -dije entre risas ebrias -parece que la fortuna me sonríe -ironicé consciente de que por mas que intentará darle un motivo para dejarme allí a mi suerte..el complejo de samaritana de esta mujer no conocía parangón.
Su mano sujeto con fuerza mi cintura ayudándome en cada paso en el que se escapaba mi vida, o al menos eso creía ella. De heridas mucho peores había salido, unos puntos, mas alcohol y mañana estaría listo para emprender la búsqueda de nuevo...por que tanto jaleo por una herida de cuchillo.
Fue la siguiente frase la que me forzó a reír, quizás estaba demasiado ebrio para tomarme nada en serio, mas tal y como lo decía “acabaremos rápido” parecía mi compañía mas bien una penitencia o un castigo.
-Ya se -dije señalándola con el dedo como si hubiera dado por fin en el clavo y esto fuera solo un juego -has echo votos de castidad y obediencia, te consagraras a los dioses y esta es tu obra benéfica del día.
No podía dejar de reírme, mientras ella se limitaba a observarme con esos ojos verdes para continuar andando por las calles de París.
Por suerte para ella, sus dioses debieron apiadarse de su infeliz sierva y así llegamos hasta la puerta de aquel hotel donde si era cierto ambos teníamos reserva.
-Aquí se separan nuestros caminos -dije con la respiración entrecortada -estoy borracho, herido y otra mujer copa mis pensamientos. Una a la que quiero olvidar a toda costa, de subir...quizás tus votos se disuelvan.
Una reverencia mal hecha fue todo lo que le dediqué para tambaleándome apoyarme en la pared, dejando un rastro rojo intenso por ella camino a las escaleras.
Juraría que la ultima vez habían menos peldaños, pensé enarcando una ceja.
El calor espeso de mi sangre se escurría entre mis dedos tiñendo de carmesí el suelo. Mis ojos se entrecerraban borrosos, luchando por enfocar la calle por la que había venido, creo que la dirección era la correcta, mas no estaba convencido.
Sisee cuando sentí que alguien elevaba mi brazo moviendo de nuevo mi abdomen que se contrajo contra mi mano dejando que de nuevo la sangre fluyera a borbotones.
Giré la cabeza para enfrentar su mirada, desafiante ,orgulloso. La pelea la empece justo para esto, necesitaba cada una de estas heridas ¿que no comprendía? Nuestros rostros se encontraron de frente.
-eres muy insistente -jadee contra su boca mientras escuchaba esa larga reprimenda, que ni necesitaba, ni esperaba, ni la verdad, me servia.
Aseguro que su destino era le mismo que el mio, algo que logro que enarcara una ceja. Parte de mi peso cedió sobre sus hombros, mientras ambos clavamos la mirada en la del otro.
-Que casualidad -dije entre risas ebrias -parece que la fortuna me sonríe -ironicé consciente de que por mas que intentará darle un motivo para dejarme allí a mi suerte..el complejo de samaritana de esta mujer no conocía parangón.
Su mano sujeto con fuerza mi cintura ayudándome en cada paso en el que se escapaba mi vida, o al menos eso creía ella. De heridas mucho peores había salido, unos puntos, mas alcohol y mañana estaría listo para emprender la búsqueda de nuevo...por que tanto jaleo por una herida de cuchillo.
Fue la siguiente frase la que me forzó a reír, quizás estaba demasiado ebrio para tomarme nada en serio, mas tal y como lo decía “acabaremos rápido” parecía mi compañía mas bien una penitencia o un castigo.
-Ya se -dije señalándola con el dedo como si hubiera dado por fin en el clavo y esto fuera solo un juego -has echo votos de castidad y obediencia, te consagraras a los dioses y esta es tu obra benéfica del día.
No podía dejar de reírme, mientras ella se limitaba a observarme con esos ojos verdes para continuar andando por las calles de París.
Por suerte para ella, sus dioses debieron apiadarse de su infeliz sierva y así llegamos hasta la puerta de aquel hotel donde si era cierto ambos teníamos reserva.
-Aquí se separan nuestros caminos -dije con la respiración entrecortada -estoy borracho, herido y otra mujer copa mis pensamientos. Una a la que quiero olvidar a toda costa, de subir...quizás tus votos se disuelvan.
Una reverencia mal hecha fue todo lo que le dediqué para tambaleándome apoyarme en la pared, dejando un rastro rojo intenso por ella camino a las escaleras.
Juraría que la ultima vez habían menos peldaños, pensé enarcando una ceja.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Un rastro equivocado [Privado] [+18]
Las palabras que escapaban de los labios de aquel joven de ojos castaños que Ayshane sujetaba con firmeza de la cintura, no eran más que la forma de provocar que la loba se hartase de tanta reticencia y optase por abandonarlo a su suerte, algo que no pasaría. Pues cuando una idea se instauraba en la cabeza de Ayshane, era prácticamente imposible hacerla cambiar de opinión. Y sin entender todavía las razones que la empujaban a acompañar a ese hombre, pues de nada lo conocía, continuaron su camino donde ella fue quien marcó la dirección correcta.
Un suspiro salió de sus labios al escuchar la absurda explicación del por qué ella no le robaría al joven más tiempo del estrictamente necesario tras asegurarse de que su vida no corriera peligro, dirigiendo su profunda mirada hacia aquel joven que riéndose de su propia broma, no se percataba de que con el esfuerzo se desangraba profusamente.
-No he hecho ningún voto de castidad ni nada parecido, pero nada más a parte de mi intención de asegurarme de que está a salvo es lo que me hacen acompañarle a la habitación de su hotel.- contesté en un susurro, tratando de no ser muy cortante pero deseando dejar claras mis intenciones. No era que el joven no me pareciese atractivo, porque si dijese tal cosa estaría mintiendo, pero mi propósito en París estaba claro, y no debía perderlo de vista. No, si quería contraer matrimonio con aquel noble con el que había sido comprometida por mis padres.
A un paso lento y sosegado provocado por la debilidad del muchacho que estaba perdiendo demasiada sangre por el camino, consiguieron llegar al hotel donde ambos se alojaban. El calor que sus cuerpos emanaban por el contacto interior de sus cinturas, así como el olor del joven, provocaban en Ayshane sensaciones desconocidas. Tal vez por el olor a sangre cada vez más intenso, o quizás por la cercanía del cuerpo de un hombre que no era su hermano. Fuese cual fuese la razón, la loba se sintió contrariada cuando el joven herido se separó de ella con una extraña despedida, y se aventuró a subir las escaleras solo.
-Dudo mucho que si le acompaño a su habitación y me encargo de esa herida que sigue sangrando y con la que está redecorando el hall del hotel, suceda algo de lo que luego nos podamos arrepentir.- apunté cogiéndolo de nuevo de la cintura y ayudándole a subir los escalones que parecían suponerle un gran obstáculo. De nuevo apareció esa extraña corriente que recorría su cuerpo cuando sus alientos se entremezclaron por la proximidad de sus bocas.- Si se queda más tranquilo, prometo dejarlo inconsciente si intenta propasarse conmigo.
Una sonrisa sincera se dibujó en el bello rostro de Ayshane que sin darse cuenta de lo que sucedía, no pensaba darse por vencida y separarse de momento de aquel joven que con sus sagaces comentarios había conseguido llamar su atención.
Un suspiro salió de sus labios al escuchar la absurda explicación del por qué ella no le robaría al joven más tiempo del estrictamente necesario tras asegurarse de que su vida no corriera peligro, dirigiendo su profunda mirada hacia aquel joven que riéndose de su propia broma, no se percataba de que con el esfuerzo se desangraba profusamente.
-No he hecho ningún voto de castidad ni nada parecido, pero nada más a parte de mi intención de asegurarme de que está a salvo es lo que me hacen acompañarle a la habitación de su hotel.- contesté en un susurro, tratando de no ser muy cortante pero deseando dejar claras mis intenciones. No era que el joven no me pareciese atractivo, porque si dijese tal cosa estaría mintiendo, pero mi propósito en París estaba claro, y no debía perderlo de vista. No, si quería contraer matrimonio con aquel noble con el que había sido comprometida por mis padres.
A un paso lento y sosegado provocado por la debilidad del muchacho que estaba perdiendo demasiada sangre por el camino, consiguieron llegar al hotel donde ambos se alojaban. El calor que sus cuerpos emanaban por el contacto interior de sus cinturas, así como el olor del joven, provocaban en Ayshane sensaciones desconocidas. Tal vez por el olor a sangre cada vez más intenso, o quizás por la cercanía del cuerpo de un hombre que no era su hermano. Fuese cual fuese la razón, la loba se sintió contrariada cuando el joven herido se separó de ella con una extraña despedida, y se aventuró a subir las escaleras solo.
-Dudo mucho que si le acompaño a su habitación y me encargo de esa herida que sigue sangrando y con la que está redecorando el hall del hotel, suceda algo de lo que luego nos podamos arrepentir.- apunté cogiéndolo de nuevo de la cintura y ayudándole a subir los escalones que parecían suponerle un gran obstáculo. De nuevo apareció esa extraña corriente que recorría su cuerpo cuando sus alientos se entremezclaron por la proximidad de sus bocas.- Si se queda más tranquilo, prometo dejarlo inconsciente si intenta propasarse conmigo.
Una sonrisa sincera se dibujó en el bello rostro de Ayshane que sin darse cuenta de lo que sucedía, no pensaba darse por vencida y separarse de momento de aquel joven que con sus sagaces comentarios había conseguido llamar su atención.
Ayshane Yuri- Licántropo Clase Alta
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Re: Un rastro equivocado [Privado] [+18]
Aquella mujer era insistente, eso tenia que reconocérselo y así de nuevo sentí como se colocaba dotando de sustento a mi cuerpo para hora junto a ella encaminarme escaleras arriba.
-¿Nunca aceptas un no como respuesta? -pregunté arrastrando las palabras mientras contemplaba su rostro de cerca.
No tardamos en llegar frente a la puerta de mi habitación, enarqué una ceja dispuesto a de nuevo decirle que mejor no pasara del umbral de esta, mas la verdad, para que si al final esa mujer iba ha hacer lo que bien quisiera.
Reí de forma ebria adentrándome en la habitación buscando el lecho donde me deje caer con toda intención.
Afloje la correa que sujetaba mi bastarda a la espalda, haciendo así el arma a un lado.
-En el baño esta la aguja y el hilo -dije pidiendo que me lo acercara para poder coserme yo mismo.
Señalé el mueble bar de la cámara haciendo un sobre esfuerzo por moverme en el lecho para medio incorporarme.
-Ron, ahí -señalé volviéndome a dejar caer entre risas ebrias.
Los ojos se me entrecerraban una y otra vez pese al vil intento por mantenerlos abiertos.
-Tráelo y vete, yo mismo me coseré -musité enredando las palabras.
Mi mano aun en el costado sujetaba la tela de la camisa ya húmeda por la sangre carmesí.
Morfeo parecía dispuesto a no darme tregua esa noche. Así ,entre las blancas sabanas de seda mis ojos se cerraron ,fruto de la perdida de sangre, de la borrachera y como no, de la falta de horas de sueño que la búsqueda de la espada había provocado en mi.
Este era el único modo de olvidar sus ojos esmeralda, esos que se habían convertido no solo en mi infierno si no en mi sino.
-¿Nunca aceptas un no como respuesta? -pregunté arrastrando las palabras mientras contemplaba su rostro de cerca.
No tardamos en llegar frente a la puerta de mi habitación, enarqué una ceja dispuesto a de nuevo decirle que mejor no pasara del umbral de esta, mas la verdad, para que si al final esa mujer iba ha hacer lo que bien quisiera.
Reí de forma ebria adentrándome en la habitación buscando el lecho donde me deje caer con toda intención.
Afloje la correa que sujetaba mi bastarda a la espalda, haciendo así el arma a un lado.
-En el baño esta la aguja y el hilo -dije pidiendo que me lo acercara para poder coserme yo mismo.
Señalé el mueble bar de la cámara haciendo un sobre esfuerzo por moverme en el lecho para medio incorporarme.
-Ron, ahí -señalé volviéndome a dejar caer entre risas ebrias.
Los ojos se me entrecerraban una y otra vez pese al vil intento por mantenerlos abiertos.
-Tráelo y vete, yo mismo me coseré -musité enredando las palabras.
Mi mano aun en el costado sujetaba la tela de la camisa ya húmeda por la sangre carmesí.
Morfeo parecía dispuesto a no darme tregua esa noche. Así ,entre las blancas sabanas de seda mis ojos se cerraron ,fruto de la perdida de sangre, de la borrachera y como no, de la falta de horas de sueño que la búsqueda de la espada había provocado en mi.
Este era el único modo de olvidar sus ojos esmeralda, esos que se habían convertido no solo en mi infierno si no en mi sino.
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Re: Un rastro equivocado [Privado] [+18]
El joven testarudo al que la loba se había obcecado en ayudar, terminó claudicando ante la insistencia de Ayshane, que desde luego no pensaba quedarse de brazos cruzados viendo como se desangraba. Juntos fueron subiendo cada uno de los peldaños que componían aquella infernal escalera que parecía alargarse a cada paso que daban, y aunque ella se ofreció de sustento para el joven herido, éste seguía reticente a dejar todo su peso sobre la dama.
-Acepto un no por respuesta cuando quién me la ofrece es capaz de tomar sabias decisiones, siendo no este su caso.- el buen humor salió a flote cuando conseguí salirme con la mía, cuando nuestros rostros se quedaron frente a frente a escasos centímetros uno del otro. Suspiré contrariada por su cercanía, desconcertada ante la sensación que me producía tenerlo tan cerca, obligándome a mi misma a girar de nuevo mi rostro hacia delante para continuar nuestro camino y evitar cualquier tipo de tentación que pudiese acaecer.
Minutos después ambos jóvenes llegaron a la habitación del varón, donde tras demorarse unos segundos probablemente sopesando si rechazar de nuevo la ayuda de la joven, o por el contrario dejarse llevar por la compañía, abrió la puerta de la misma donde con una risa ebria y contagiosa, cruzaron los dos, llegando a un punto del cometido de la joven que se tornaba complicado, pues curar a un apuesto desconocido sin duda no sería una tarea fácil.
El guerrero le pidió a Ayshane lo necesario para curarse él mismo sus heridas, gesto que dudaba la loba que pudiese hacerlo si no era capaz si quiera de mantenerse erguido en la cama, aunque decidió no llevarle la contraria, y esperar que aquel hombre terco como una mula cayese inconsciente por la pérdida de sangre. Le acercó una botella de ron que cogió del lugar donde él le indicó, para perderse después en el cuarto de baño donde le había explicado que estaban la aguja e hilo necesarios para su cura.
Tras llenar de agua un pequeño recipiente de porcelana dispuesto sobre el lavabo para el aseo personal, y tomando un paño limpio además de la aguja e hilo, Ayshane salió del nuevo a la parte de la habitación donde se encontraba dormido ese misterioso y encantador hombre que la había contradecido toda la noche.
Se acercó con sigilo hasta el borde de la cama, dejando el recipiente y demás sobre ésta. Pudo observar con calma cada una de las facciones de ese hermoso rostro que ahora dormido no parecía tan letal, y sin esperar más tiempo, tomó la decisión de desnudarle de cintura para arriba, con la simple finalidad de curarle la herida que había manchado por completo su camisola. Una vez desnudo, y habiendo comprobado que seguía dormido, tomó la botella de ron derramando una pequeña cantidad del contenido sobre la herida y la aguja con la que le cosería, e inclinándose sobre el joven, Ayshane enhebró aguja e hilo y se dispuso a hacer aquello que en tantas ocasiones había realizado.
-Mi nombre es Ayshane, y lamento que nos hallamos tenido que conocer en estas circunstancias.- susurré a sabiendas de que era imposible que me oyese. Mis manos trabajaban con maestría sobre ese cuerpo endurecido que sin duda había luchado en más de mil batallas, donde la herida que yo le estaba cosiendo sería una más de las decenas que en él portaba. He de reconocer que me deleité con el tacto de su piel, me parecía excitante sentir el roce de mis dedos sobre su abdomen, sabiendo que lo que sentía no era lo correcto.- Espero que consiga olvidar a aquella mujer que le causa tanto dolor y le empuja a cometer tales locura; nadie se merece sufrir por amor de esta forma.
Fueron sus únicas palabras antes de terminar su cometido y dejar suturada una herida que sin duda alguna debía ser muy dolorosa. Tras ésto, y respirando con profundidad varías veces antes de encomendarse a los dioses y terminar con lo que pensaba que era su cometido, Ayshane tomó el paño limpio, sumergiéndolo en el agua caliente, y limpiando, tras escurrirlo, el ensangrentado cuerpo de aquel joven que había sucumbido en un profundo sueño. Casi una hora después su labor como buena samaritana había llegado a su fin, y haciendo un último esfuerzo, movió al joven hasta la parte superior de la cama, tapándolo con la colcha tras haberle quitado las botas y acomodado en la almohada.
-Hasta siempre, pequeño humano.- susurré frente a su rostro, dándole un beso cerca de la comisura de los labios, antes de salir de esa habitación que había despertado en mí las sensaciones más extrañas.
Una última mirada cargada de sentimientos encontrados fue lo que Asyhane le dedicó al hombre que permanecía dormido en la cama. Segundos después, salió de la habitación para dirigir de nuevo sus pasos hacia la taberna donde había conocido a ese joven del que con seguridad no podría olvidarse tan fácilmente.
-Acepto un no por respuesta cuando quién me la ofrece es capaz de tomar sabias decisiones, siendo no este su caso.- el buen humor salió a flote cuando conseguí salirme con la mía, cuando nuestros rostros se quedaron frente a frente a escasos centímetros uno del otro. Suspiré contrariada por su cercanía, desconcertada ante la sensación que me producía tenerlo tan cerca, obligándome a mi misma a girar de nuevo mi rostro hacia delante para continuar nuestro camino y evitar cualquier tipo de tentación que pudiese acaecer.
Minutos después ambos jóvenes llegaron a la habitación del varón, donde tras demorarse unos segundos probablemente sopesando si rechazar de nuevo la ayuda de la joven, o por el contrario dejarse llevar por la compañía, abrió la puerta de la misma donde con una risa ebria y contagiosa, cruzaron los dos, llegando a un punto del cometido de la joven que se tornaba complicado, pues curar a un apuesto desconocido sin duda no sería una tarea fácil.
El guerrero le pidió a Ayshane lo necesario para curarse él mismo sus heridas, gesto que dudaba la loba que pudiese hacerlo si no era capaz si quiera de mantenerse erguido en la cama, aunque decidió no llevarle la contraria, y esperar que aquel hombre terco como una mula cayese inconsciente por la pérdida de sangre. Le acercó una botella de ron que cogió del lugar donde él le indicó, para perderse después en el cuarto de baño donde le había explicado que estaban la aguja e hilo necesarios para su cura.
Tras llenar de agua un pequeño recipiente de porcelana dispuesto sobre el lavabo para el aseo personal, y tomando un paño limpio además de la aguja e hilo, Ayshane salió del nuevo a la parte de la habitación donde se encontraba dormido ese misterioso y encantador hombre que la había contradecido toda la noche.
Se acercó con sigilo hasta el borde de la cama, dejando el recipiente y demás sobre ésta. Pudo observar con calma cada una de las facciones de ese hermoso rostro que ahora dormido no parecía tan letal, y sin esperar más tiempo, tomó la decisión de desnudarle de cintura para arriba, con la simple finalidad de curarle la herida que había manchado por completo su camisola. Una vez desnudo, y habiendo comprobado que seguía dormido, tomó la botella de ron derramando una pequeña cantidad del contenido sobre la herida y la aguja con la que le cosería, e inclinándose sobre el joven, Ayshane enhebró aguja e hilo y se dispuso a hacer aquello que en tantas ocasiones había realizado.
-Mi nombre es Ayshane, y lamento que nos hallamos tenido que conocer en estas circunstancias.- susurré a sabiendas de que era imposible que me oyese. Mis manos trabajaban con maestría sobre ese cuerpo endurecido que sin duda había luchado en más de mil batallas, donde la herida que yo le estaba cosiendo sería una más de las decenas que en él portaba. He de reconocer que me deleité con el tacto de su piel, me parecía excitante sentir el roce de mis dedos sobre su abdomen, sabiendo que lo que sentía no era lo correcto.- Espero que consiga olvidar a aquella mujer que le causa tanto dolor y le empuja a cometer tales locura; nadie se merece sufrir por amor de esta forma.
Fueron sus únicas palabras antes de terminar su cometido y dejar suturada una herida que sin duda alguna debía ser muy dolorosa. Tras ésto, y respirando con profundidad varías veces antes de encomendarse a los dioses y terminar con lo que pensaba que era su cometido, Ayshane tomó el paño limpio, sumergiéndolo en el agua caliente, y limpiando, tras escurrirlo, el ensangrentado cuerpo de aquel joven que había sucumbido en un profundo sueño. Casi una hora después su labor como buena samaritana había llegado a su fin, y haciendo un último esfuerzo, movió al joven hasta la parte superior de la cama, tapándolo con la colcha tras haberle quitado las botas y acomodado en la almohada.
-Hasta siempre, pequeño humano.- susurré frente a su rostro, dándole un beso cerca de la comisura de los labios, antes de salir de esa habitación que había despertado en mí las sensaciones más extrañas.
Una última mirada cargada de sentimientos encontrados fue lo que Asyhane le dedicó al hombre que permanecía dormido en la cama. Segundos después, salió de la habitación para dirigir de nuevo sus pasos hacia la taberna donde había conocido a ese joven del que con seguridad no podría olvidarse tan fácilmente.
Ayshane Yuri- Licántropo Clase Alta
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