Mezclándome con la gente de París /privado

por **Emmanuel H. Ashkenazi** Jue Oct 20, 2016 10:18 pm

Era una mañana como cualquier otra en París. Afuera hacía mucho frio, el viento golpeaba los postigos que habían quedado algo sueltos, en la calle hay muy poco movimiento, más por el clima que por la hora. Son las cinco y media de la mañana, el sol no muestra intensión alguna de salir, y aún así el maldito despertador suena. Emma se despierta, confundida, pero de buen humor, como todas las mañanas. Recostada en la cama, censa si alguna parte de su cuerpo está sangrando o si existe algún dolor muscular predominante. Hoy es sólo una pequeña abertura en su pierna izquierda, nada que no pueda arreglarse con un par de puntos que ella misma se aplica.

Se mira en el espejo buscando marcas notables para maquillarlas, tanto en el rostro como en los brazos. Emma no pregunta, solo actúa para tapar los rastros de su presunto sonambulismo, sin insistir más en el tema, esa es la excusa que ella misma se cree todos los días.

Revisa el fregadero, donde suele encontrar platos sucios, y objetos filosos que gurda secretamente en un compartimiento escondido de la alacena. Abre una puerta en el piso de la cocina del refugio improvisado, sin siquiera levantar la tapa para ver que hay adentro, ya lo ha hecho y no fue feliz con el resultado al encontrar ropas de hombre manchadas de rojo. La casa refugio no es demasiado grande, por lo que en pocos minutos logra un orden pulcro, sin huella alguna de lo que haya pasado la noche anterior.

Se prepara para salir a hacer sus ejercicios matutinos. Loa los sigue al pie de la letra. Dato afortunado para Emma, ya que sin el entrenamiento adecuado moriría en la primer pelea cuerpo a cuerpo.

Finalmente sale, el frío le corta la cara, pero no le interesa, su meta momentánea es correr sus diez kilómetros diarios junto con media hora de rutina de ejercicios para mantener su musculatura en orden. De regreso a casa, con su mente puesta en lo que deberá hacer el resto del día, cruza el puente. Es allí dónde nota que los puntos de su pierna se han abierto y una delicada mancha se sangre comienza a verse a través de su pantalón. Intenta cubrirla disimuladamente, pero siente como la sangre corre fuera de su cuerpo, en pocos minutos se notará. Sin mejor idea para ocultar su lastimadura, decide arrojarse contra la primer persona que lleve algo cortante, simulando una caída, ya sea peatón, o carromat. Y allí va Emma arrojándose contra la primer chance que tiene de dar justificación a sus “mágicas” heridas