Eva María se fue, buscando el sol en la playa [Privado]

De nuevo, ambos amigos juntos. Ya sea en una taberna, en mitad de una pelea o haciendo de las suyas. A Lucio y Jeff se les veía habitualmente juntos, como grandes amigos, "compañeros de locuras" o como queráis llamarlo. Y como siempre, entre cervezas todo sabía mucho mejor. Ambos amigos hablaban y bebían sin cesar, de todo y nada a la vez. Y sus conversaciones no tenían que tener sentido necesariamente para que entre ellos se entendieran.

Jeff llevaba un buen rato ya fijándose en las mujeres que se encontraban en la misma taberna que ellos. Una idea rondaba su mente. Pocas llamaban su atención, para qué engañarnos. Por eso no mencionó a ninguna. Al menos hasta que, por la puerta, vio aparecer a una que le resultaba mucho más atractiva que cualquiera de las ya presentes. Jeff le dio un codazo a Lucio, junto con un gesto de cabeza para señalar a la recién llegada. No hacía falta decir nada más. Con aquel gesto, sobraba.

- ¿Qué te parece? - obviamente, se refería a la mujer. Sin embargo, no le dio tiempo a responder. Porque, impulsivo como era, no podía esperar para decir lo que se le había ocurrido - ¿Y si apostamos? - a Jeff se le podría considerar adicto a tres cosas principales: juegos, adrenalina y problemas, pero sobre todo a los juegos o apuestas - El primero en conseguir que caiga entre sus brazos, gana, ¿va? Pero, ¡eh! Pongamos condiciones: No vale usar poderes para convencerla u obligarla, que nos conocemos... - aclaró, para que la apuesta fuera más justa entre ambos. Y ahora sí, se quedó en silencio, por si él quería añadir alguna condición más.

Jeff dejó de mirar a Lucio por unos segundos para volver a mirar a la morena. No le quitó la vista de encima, siguió todos y cada uno de los movimientos de ésta. Puede que todo tratara sobre un juego, pero el buen físico de aquella mujer era indiscutible.

Jeff y yo siempre habíamos congeniado bien, digamos que amigos desde la infancia siempre tuvimos un objetivo común.
Las mujeres, pero también la búsqueda incesante de emociones fuertes, de adrenalina, algo que en su caso lo abstraía de la mundal vida a la que estaba sometido y en el mio simplemente me permitía sentir algo.
Algo que era efímero, algo que no perduraba en el tiempo, mas que de nuevo me forzaba a cometer una acción y otra  arriesgando en muchas de ellas mi vida.
Mas que era la vida sin emociones, un recipiente vació y sin sentido, así que desde niño decidí que yo nunca estaría vació, al menos no del todo.

Aquella noche corría el alcohol, reíamos admirando las mujeres de la taberna, la verdad ninguna fuera de lo normal, mujeres carentes de belleza, carentes de interés, opacas hasta que la puerta se abrió y una despampanante morena se adentró con movimientos casi felinos en ella.
Jeff avispado como yo la había captado casi de inmediato y con un codazo me aviso de lo que yo había ya visto ya hacia rato.

Una apuesta, esa fue la gran idea de mi amigo, algo que sin duda traería un poco de emoción a aquella situación en la que los dos como depredadores que eramos habíamos fijado los ojos en la misma carnaza.
No me gustaba perder ni a las tabas, así que el trato se cerró con un apretón de manos y con una divertida sonrisa que indicaba que el juego de la seducción empezaba aquella noche cargada de estrellas.
-No usaré magia, mas tampoco tu te puedes convertir en rata -bromeé refiriéndome a su condición de cambiante -ganará el que se cuele entre sus piernas primero.

Pedí un whisky doble mientras le indicaba a Jeff que podía empezar el, hubiera quedado raro que nos abalanzáramos sobre ella ambos como dos sabuesos desesperados.
Mientras me limité a beber recorriendola con la mirada de arriba a bajo.
Bonito trofeo para colgar de la pared.

Jeff estrechó la mano de su colega, sellando así el trato. Ni magia, ni trucos, ni poderes sobrenaturales. Lucio sabía que con magia podría convencer a la morena sin problemas, por tanto, estarían en desventaja. Lo divertido de la apuesta era precisamente eso, intentar ligarse a una mujer como lo haría un simple humano.

- Trato hecho. Y dime... ¿recuerdas cómo es acostarse con una mujer sin usar magia para conseguirlo? - bromeó, riéndose sin poder evitarlo. Obviamente, Lucio era atractivo y no necesariamente necesitaba obligar a las mujeres a tener un fornicio entre sábanas. Sin embargo, a Jeff, le encantaba picar a la gente. Pero con cariño, ¿eh? El cambiante no tenía maldad alguna, por mucho que a veces sus actos dieran a entender lo contrario. Era impulsivo, se dejaba guiar por sus sentimientos sin pensar en las consecuencias. Ahí radicaba el problema de Jeff.

Cuando el hechicero le indicó que podía empezar él, Jeff le dio una palmada en la espalda a su colega antes de levantarse, aceptando.

No tardó mucho más en acercarse a la morena, pero no sin antes haber pedido un par de vasos de cerveza en la barra. Así que se acercó a la todavía desconocida, con un vaso en cada mano, dando por hecho que a todo el mundo le gustaba la cerveza. Dejó una de las cervezas frente a la morena y alargó la mano para meterla sobre una copa vacía que había en la barra. Cogió un hielo y lo tiró al suelo delante de la susodicha. ¿Que si estaba loco? No, hombre. Esperad. Ahora se explicaba:

- Lo siento, era para romper el hielo - y qué gracioso era a veces, ¿verdad?

La única noche libre que tenía, no se la pasaría encerrada. Estaba cansada que durante toda la semana, permaneciese entre cuatro paredes ejerciendo su profesión. Necesitaba sentir esa libertad, ser una joven más caminando entre las calles de Paris y dejar atrás, en aquella lujosa habitación, todo.

No parecía la misma, un vestido más acorde, sin tanto escote pero que indudablemente, moldeaba su figura. Inevitable que se girasen para mirarle, aquel cabello negro como la noche, caía como una cascada en la que sin duda, querían ahogarse, perder la vida entre sus cabellos morenos… y beber de su cuerpo como cura.

Sus caderas, marcaban elegantes movimientos, pasos firmes y decididos que no la dejaban indiferente. Una chica hermosa pero muy inteligente, avispada. Muchos la conocían de sus juegos entre las sabanas y otros … por sus trabajos especiales de los que hablar de ello sería cruzar las puertas del Infierno, la muerte. Y sus pasos, le llevaron a la taberna…en donde más ambiente parecía haber.

Quería beber, seguramente le saliese gratis la jugada, nada más que entró captó la atención masculina…entre otras femeninas a las cuales sonrió con gracia y de forma elegante. La cerveza le perdía en todas sus variantes. Pidió una y mientras esperaba, aquel sonido en el suelo captó su atención. Acababan de lanzar un hielo a sus pies… retomando ese refrán de “romper el hielo”. Qué chiste más malo pero aún así, rió por lo bajo, terminando por reír a carcajadas. Se tapó los labios con una de sus manos y negó con la cabeza, un joven muy atractivo intentaba no sabía que juego para captar su atención.

-Me gusta partir hielos… seguro que le gano…señor -se sentó en uno de los taburetes, cruzando las piernas bajo el vestido y mostrar parte de sus piernas, no fue a propósito. Se inclinó a tomar la jarra de cerveza y dar un buen trago… una gran jarra como esa para alguien tan delicada como la joven… no parecían casar y aún así, se relamió…ronroneando por lo bajo, eso era mucho mejor que un buen orgasmo.

-¿Venís juntos? -sonrió al joven que le acompañaba, el que tampoco quitaba la vista de encima … relamiéndose por sus propios pensamientos -Estais muy solos, te has aburrido y quieres que yo ponga la guinda del pastel ¿no? tendrás que contarme más chistes o mejor… invitarme a cervezas

Sonrió de medio lado, una indirecta… para ambos, de lo más descarada.

Jeff tras unas bromas de rigor salto del taburete con su especial ímpetu, no pude evitar dibujar en mi rostro una sonrisa socarrona mientras miraba a la dama de arriba a bajo.
Sin duda el cambiante era un tipo divertido, supongo que por eso seguía acaparando mis noches por París, al menos lograba sacarme unas risas.
Eso y su afán en meterse en líos, que como el mio, no parecía quedar saciado jamas.

Las mujeres otra cosa significativa que teníamos en común, claro que podría decirse que para el “amor” eramos mas bien distintos.
El mas puro de corazón, parecía mas dispuesto que yo, a ceder su alma a una ellas.
Yo no tenia corazón, bueno, eso no era exactamente una afirmación correcta, lo tenia, para llevar sangre a mi cuerpo, mas los sentimientos me los habían robado en la cuna, así que mi alma estaba vendida al diablo y empeñada de por vida.

Fue por eso que una parte de mi no puso especial interés en la apuesta. Era una mujer bella, tenia que reconocer que colarme entre sus piernas me daría un buen subido en aquella noche fría sin estrellas.
Pero también era igual de cierto que el mismo subidon podría vendérmelo en el burdel dos putas cargadas de cocaína.
Supongo que lo que me llevó a aceptar fue que no me gustaba perder y que el juego de azar era mas divertido entre tres.

Así me acerqué a la dama, tras ser nombrado por esta, tomando asiento a su lado con una sonrisa ladina.
Mis ojos murieron en su escote, creo que me hablaba, mas la verdad no la escuché. Me limité a asentir parco en palabras y a elevar los ojos para regalarle una picara sonrisa que delataba mis intenciones mas que mis palabras.
-Lucio -dije estirando la mano para presentarme. Tirón que di a su cuerpo hasta encontrarse con el mio cuando mi mano fue tomada, así deposité un casto beso en su mejilla hundiendo mis orbes en sus ojos pardos -encantado ¿señorita...?

Solté su mano, demasiado contacto para una mano, quizás si fuera su cuerpo no hubiera tenido mayores problemas en permanecer enlazados.
-¿pedimos otra ronda? -dije finalmente como si nada de eso fuera conmigo mientras miraba de soslayo a la pelirroja camarera de ojos verdes, a la que le dediqué un guiño de ojos antes de pedirle un whisky doble.

La espera se le hizo un poco eterna pero, al final, la chica se rió. ¡Le había hecho gracia! Bien, Jeff, bien, ¡punto a tu favor!. Porque a las chicas les gustaban los hombres graciosos, ¿verdad? Sí. Graciosos y apuestos. Y él tenía las dos cosas, ¿no? O por lo menos eso quería pensar Jeff.

La mirada de Jeff se desvió inconscientemente hasta las piernas de aquella mujer mientras ésta se cruzaba de piernas. Sin embargo, retomó el contacto visual tan pronto como se dio cuenta. Como si no hubiera mirado, exacto. No le importaba ser descarado, en realidad, pero esta vez había mirado sin darse cuenta. Sus ojos eran sabios y sabían que delante tenía a un bellezón.

- Me apuesto un beso a que no adivináis mi nombre. ¿Qué me decís? ¿Aceptáis? - sonrió de forma divertida. A él le gustaban los juegos y las apuestas. Era incapaz de rechazar una. ¿Y ella? Pero, eh, podrían parecer simples frases que alguien diría sin pensar, pero realmente requerían mucho ingenio, ¿eh? Bueno, vale, no. Jeff era demasiado simple como para pensar las cosas dos veces antes de decirlas. - ¿Mmm? - aquel "¿Venís juntos?" le despistó un poco. Incluso tuvo que girar la cabeza hacia donde ella señalaba para recordar a su colega. Por un momento, se había olvidado de Lucio. Al final, asintió con la cabeza - ¡Ah! Sí, somos amigos.

Contar chistes, podría contar muchos. Pero invitar a cervezas... tal vez a una o dos. Sus monedas eran bastante limitadas, por desgracia. Pero igualmente sonrió, como aceptando el trato, como si tuviera todo el dinero del mundo. Para eso ya estaba Lucio. Él era el de la pasta.

- ¡Sí, claro, otra ronda! Invita mi amigo - señaló a Lucio, respondiendo a la pregunta de éste. Se lo decía a la camarera, en realidad, indicándole que sirviera un par de cervezas más.

El bullicio comenzaba a sobrepasarle. Apenas podía oír palabra de ninguno si no se acercaba lo suficiente. Dio un par de pasos hacia ambos, apoyando de perfil la cadera en la barra y sonreír al aprecia que las miradas decían más que las palabras en los dos amigos. Era experta en leer miradas, conocer el lenguaje del cuerpo. Y ambos se habían encandilado de ella, las miradas no dejaban de pasearse por su propio cuerpo, intentando vislumbrar algo que no conseguirían si no se quedaba sin ropa.

Su día libre y ya intentaban saquearla, como si fuese una presa fácil. Si pagaban, sería lo que quisiesen que fuese pero de momento… era ella misma no tenía porqué fingir. Además, el juego se le antojó divertido, dos amigos que iban a la taberna a divertirse y seguro que apostándose quién de los dos podría llevarse a una señorita a la cama. Gracioso, acababan de dar con la menos indicada ¿ella ceder? Con dinero pero todo el dinero del mundo, no valía esa noche…

-Lucio…bonito nombre, no es francés -medio sonrió, juego de pestañas coqueto y cautivador al amigo que tras el joven “rompe hielos”, dedicó con una breve sonrisa, seguida de unos movimientos de cadera que ejercía sin querer, moviéndose sinuosas al tomar su cerveza y darle un largo trago -Apuestas muy poco, cariño - dijo en referencia al beso ¿pensaba de verdad que iba a jugar a juegos de niños? No, la noche era joven y tenía planeado algo más fuerte que eso -Me gusta jugar fuerte, lo malo es que no consigo encontrar a dignos contrincantes.

Sonrió coqueta, volviendo a dar un trago a su bebida y recorrerles con la mirada. Los examinaba tanto a uno, como a otro…curioso, eran atractivos y cualquier mujer estaría encantada de pasar un buen rato con ambos. Acortó las distancias, acercándose al que estaba sentado en la barra y tomar un taburete para cuando se subiese, cruzar las piernas, sin importarle enseñar más de lo debido. Sus orbes oscuras como el café , se clavaron en el caradura… le había exigido al otro que pagase.

-Mejor una ronda de chupitos, es más divertido-se relamió, dejando escapar una risa…aún seguía dándole vueltas a lo del nombre - ¿Y para qué quiero saber el nombre? Quizás solo nos encontremos esta noche… disfrutemos de ella, ya veremos que pasa. ¿Teneis miedo qué ocurra? No ser lo suficientemente… lo que busco -chasqueó la lengua, mirando a ambos alternativamente…iba a dejar las cosas claras -No sé qué pretendeis pero si es pasar un buen rato…en el que se mezcle unas buenas risas y unos chupitos… me apunto

La dama se movía entre ambos como pez en el agua, sus caderas se contonearon frente a mis ojos, mientras un gesto divertido curvo mis labios admirándola con descaro.
Para que andarnos con rodeos, de ella solo me interesaba su cuerpo.
Alcé la mirada de su trasero cuando preguntó por el origen de mi nombre. Era observadora, por supuesto que no era acernades, mas tampoco le dije su procedencia ¿para que?

Mi amigo seguía desplegando su encanto, ese que lo caracterizaba, que lo hacia divertido. Dicen que a las mujeres se les conquista haciéndolas reír..claro...eso si deseas casarte con ellas. Yo por ende prefería mas bien colarme entre sus piernas.

La dama ahora centrada en Jeff, hablaba de la falta de interés que le producía conocer su nombre, total si posiblemente solo nos vidrieras por esa vez. No podía estar mas de acuerdo. Ambos tonteaban, aunque no por ello la dama apartaba sus ojos de los míos, se notaba que no quería perder a ninguna pieza del tablero de ajedrez.

Mis ojos se divertían ahora con la pelirroja, que no dudó en servirnos otra ronda y yo en depositar las monedas necesarias para pagar algo mas que esa ronda.
Acerque mis labios a su oído para susurrarle unas palabras que quedarían entre ambos y que la hicieron sonreír para alejarse guiñándome un ojo.

Perdí la atención de esos dos hasta que una palabra de esa mujer de ojos café llamo profundamente mi atención.
“Me gusta jugar fuerte, lo malo es que no consigo encontrar a dignos contrincantes “
Un reto, sus labios lanzaron al aire un reto ,que mi mente capto mirándola feroz. Ya no existía la pelirroja en ese bar, casi ni Jeff, para mi.
Me había desafiado, sus palabras apuntaban al miedo y yo sonreí de medio lado por primera vez hundiendo mis ojos con interés en sus orbes café.
-Es interesante saber como no queréis conocer el nombre de mi amigo, mas por ende si la procedencia del mio. -puntualicé -¿queréis jugar? Hagamoslo...pero apostemos fuerte los dos.

Tomé la copa dándole un buen trago sin apartar mis oscuros ojos de los ajenos.
-Como habréis podido observar, mi posición económica me permite una vida llena de posibilidades. -La mire de arriba a bajo, no me costó descifrar que por el contrario su vida era bastante mas complicada, de no ser así, no estaría jugando a este peligroso juego con dos extraños -bien, si lográis que en el plazo de un mes, sienta algo..lo que sea..no es necesario que sea amor, si no odio, celos, miedo..cualquier sensación que no sea producida por los efectos de una droga o del propio sexo, prometo que os desposaré y tendréis una vida tan acomodada como la mía.
Sonreí de medio lado divertido
-No os preocupéis, que os desposé no implica que no podáis seguir follándoos a otros, solo ostentareis esa vida de lujo que yo tengo a mi merced.

Estaba tan seguro de que no lo podría lograr, que ni siquiera me planteé las condiciones del contrato ¿para que? Admito que era una trampa y yo un tramposo, pues mis sentimientos se evaporaron en la cuna cuando tan solo era una bebe. Desde entonces nada...
-¿jugáis o teméis perder?