AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Orgullo al amanecer [privado] [+18]
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Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Recuerdo del primer mensaje :
El alba me había encontrado despierta, los tenues rayos del sol trajeron el anuncio de un nuevo día y se colaron entre las pequeñas rendijas de los tablones de madera de las paredes del cobertizo. Ahora estaba de pie, tirando de las riendas de mi corcel y encaminándome con él hacia la puerta de salida del que fuera mi refugio nocturno.
Mis ojos observaron el panorama algo nublado y el ambiente a mi alrededor que tras la lluvia anterior lograba que todo oliese a humedad. Arrugué levemente la nariz al ver aquello. Iba descalza, sin ropa decente aún y necesitaba conseguir algo apropiado que ponerme pronto puesto que me había colocado las pieles encima y aunque me mantenían caliente tampoco era cuestión de viajar con aquella pinta a lo largo de todo el camino.
Observé los escombros de la anterior cabaña con pesar, no había absolutamente nada por rescatar, todo había quedado reducido a cenizas. Cenizas que recogí con una mano y las hice correr lentamente por mi palma hacía el suelo, como si fuesen una alegoría de mi pasado. De uno que por momentos apreciaba con mucha claridad.
Un movimiento a pocos pasos de distancia hizo que apenas moviera mis ojos. Dúshlán también estaba ya despierto y caminaba a corta distancia. No le había dirigido aún la palabra, ni tampoco lo miré cuando abandoné mi lecho de paja. Frente a él me mostré estoica y tranquila fingiendo total indiferencia ante su presencia. Supongo que para comportarme así era bastante buena aunque por dentro las emociones pugnasen por salir.
Podía pretender que había pasado bien la noche cuando la realidad era muy distinta. No había pegado el ojo en lo absoluto. Aún dándole la espalda lo sentía moverse y escuchaba su respiración que intranquilizaba a la mía. Mi cuerpo y mis latidos traicionaban a mi orgullo herido puesto que no querían que estuviera del otro lado del cobertizo. Muy por el contrario, le deseaba cerca mio sobre aquel lecho improvisado en el que aún percibía la huella de su calor, sin mencionar a mi propia piel que aún guardaba la sensación de sus manos sobre ella.
Apreté los labios mientras mi mirada finalmente se decidía a buscarlo. -Tendremos que detenernos en algún lado a conseguir ropa y otra montura para ti.- No deseaba que me siguiera a pie por todo el camino y aún no lo consideraba listo para dejarlo volar a su antojo, era capaz de batir sus alas y no volver. Por un momento mi mirada permaneció fija en él. Puede ser que mis ojos no denotaran nada pero aquel hombre se veía tan arrebatadoramente atractivo por la mañana que bastaba con que lo contemplase unos segundos para que sintiera mi orgullo tambalear y que no desease más que se acercara a mi y me tomara en sus brazos para declararme cautiva de su voluntad.
Retiré la mirada con lentitud porque aquello no sucedería, porque las diferencias entre ambos se constituían en un cráter imposible de salvar y porque aunque pretendiese olvidarlo desde antes de nacer estaba predestinado que yo fuese un alma maldita.
Haciéndole una seña con los dedos le indiqué que nos marchábamos. Mi intención era pasar por un poblado cercano, hacer un alto, abastecernos bien y luego proseguir el camino que marcara un nuevo empleador. -Procura comportarte bien hoy en lugar de ser un atolondrado.- Lo miré de soslayo al decirlo. El cambiante era capaz de hacer de las suyas y echar por tierra cualquier contrato que surgiera o incluso, olvidarse del hechizo de enlace otra vez y meternos a ambos en un aprieto. -No quiero sentir arder mi corazón otra vez.-
Mis ojos observaron el panorama algo nublado y el ambiente a mi alrededor que tras la lluvia anterior lograba que todo oliese a humedad. Arrugué levemente la nariz al ver aquello. Iba descalza, sin ropa decente aún y necesitaba conseguir algo apropiado que ponerme pronto puesto que me había colocado las pieles encima y aunque me mantenían caliente tampoco era cuestión de viajar con aquella pinta a lo largo de todo el camino.
Observé los escombros de la anterior cabaña con pesar, no había absolutamente nada por rescatar, todo había quedado reducido a cenizas. Cenizas que recogí con una mano y las hice correr lentamente por mi palma hacía el suelo, como si fuesen una alegoría de mi pasado. De uno que por momentos apreciaba con mucha claridad.
Un movimiento a pocos pasos de distancia hizo que apenas moviera mis ojos. Dúshlán también estaba ya despierto y caminaba a corta distancia. No le había dirigido aún la palabra, ni tampoco lo miré cuando abandoné mi lecho de paja. Frente a él me mostré estoica y tranquila fingiendo total indiferencia ante su presencia. Supongo que para comportarme así era bastante buena aunque por dentro las emociones pugnasen por salir.
Podía pretender que había pasado bien la noche cuando la realidad era muy distinta. No había pegado el ojo en lo absoluto. Aún dándole la espalda lo sentía moverse y escuchaba su respiración que intranquilizaba a la mía. Mi cuerpo y mis latidos traicionaban a mi orgullo herido puesto que no querían que estuviera del otro lado del cobertizo. Muy por el contrario, le deseaba cerca mio sobre aquel lecho improvisado en el que aún percibía la huella de su calor, sin mencionar a mi propia piel que aún guardaba la sensación de sus manos sobre ella.
Apreté los labios mientras mi mirada finalmente se decidía a buscarlo. -Tendremos que detenernos en algún lado a conseguir ropa y otra montura para ti.- No deseaba que me siguiera a pie por todo el camino y aún no lo consideraba listo para dejarlo volar a su antojo, era capaz de batir sus alas y no volver. Por un momento mi mirada permaneció fija en él. Puede ser que mis ojos no denotaran nada pero aquel hombre se veía tan arrebatadoramente atractivo por la mañana que bastaba con que lo contemplase unos segundos para que sintiera mi orgullo tambalear y que no desease más que se acercara a mi y me tomara en sus brazos para declararme cautiva de su voluntad.
Retiré la mirada con lentitud porque aquello no sucedería, porque las diferencias entre ambos se constituían en un cráter imposible de salvar y porque aunque pretendiese olvidarlo desde antes de nacer estaba predestinado que yo fuese un alma maldita.
Haciéndole una seña con los dedos le indiqué que nos marchábamos. Mi intención era pasar por un poblado cercano, hacer un alto, abastecernos bien y luego proseguir el camino que marcara un nuevo empleador. -Procura comportarte bien hoy en lugar de ser un atolondrado.- Lo miré de soslayo al decirlo. El cambiante era capaz de hacer de las suyas y echar por tierra cualquier contrato que surgiera o incluso, olvidarse del hechizo de enlace otra vez y meternos a ambos en un aprieto. -No quiero sentir arder mi corazón otra vez.-
Última edición por Mila O'Connor el Vie Mar 24, 2017 8:09 pm, editado 1 vez
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 07/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
-Solo tú.- Mi mirada regresó con rapidez a la suya cuando escuché esas dos palabras. Por un momento lo observé incrédula, era cierto que acababa de exigirle un contrato por ambas partes, y que el hacerlo tenía mucho que ver con la manera en que me molestaba verlo coquetear con otras, pero él usualmente me lo rebatía todo, no pensé que cedería tan rápido. Arqueé el cejo. ¿Lo decía en serio? Resultaba endemoniadamente difícil descifrarle y para colmo de males de alguna forma me había mostrado sensible frente a él al expresarle mis últimas palabras.
Por supuesto comenzaba a percatarme de que nunca se andaba por la ramas pero el que sus manos tomasen mi cintura y su boca salvaje colisionara con la mía de una forma tan precipitada cuando no había deseado que hiciera otra cosa desde la noche anterior provocó que me olvidase de mis naturales reticencias. Antes de que supiera ni siquiera que era lo que yo misma hacía, lo agarré de la camisa y lo atraje hacia mí. Quería sus brazos alrededor de mi cuerpo, que me tocara y continuara calentándome la sangre como lo hacía en ese momento. Succioné su lengua cuando la suya acudió a mi encuentro con la celeridad del rayo, nuestras bocas se amoldaron la una a la otra en un profundo incendio.
Demasiado tiempo había transcurrido ya desde la primera vez en que me besó, me costaba aferrarme al hecho de que esto debía ser nada más sexo y al mismo tiempo le odiaba por sentenciarme a desearle incluso después de la manera en que terminó nuestro encuentro en el cobertizo. Froté mi vientre contra él y allí estaba, la dureza de su entrepierna que provocó que arqueara mi cadera, buscándole para sentir otra vez el calor de nuestros sexos al encontrarse, la manera en que el suyo pulsaba contra el mío, provocándome un deseo abrasador.
El corsé cayó al suelo, sus manos cubrieron mis pechos atrayéndolos a su boca. Respiré entrecortadamente tirando de su pelo hacia mi para que continuara torturándome, gimiendo a medida que sus labios lamían mis pezones.
No tuve que decir nada más, sus manos recorrieron mis muslos calcinándome la piel, sin preámbulos me empujó contra la pared. Mi mente dio vueltas, escalofríos de placer me recorrieron al sentir su masculinidad rozar mis glúteos, me sostuve con las palmas contra la pared e instintivamente apoyé una rodilla contra ella para que entrara. Su falo me penetró bruscamente, atravesándome por completo, desbordando el placer como una ola gigantesca e imparable. -También te deseo…-
Gemí, giré mi rostro y clavé mis dientes en su hombro en un arranque pasional. El aire a nuestro alrededor se levantó en fuerza sacudiendo los pocos objetos que adornaban un par de mesas, las ventanas se azotaron sobre sus marcos de forma violenta y una lluvia torrencial se desató sobre la cabaña, golpeteando con furia contra el vidrio de las ventanas. La fusión de nuestros cuerpos desataba mi magia sin ni siquiera percatarme de ello.
Mis pechos frotaban la pared con violencia subiendo y bajando contra su superficie provocándome algo de dolor que se fundía con placer. Volví a a gemir cuando sus dedos invadieron los pliegues de mi sexo, ofuscándome, humedeciéndome más para lubricar su falo que no dejaba de golpear mis glúteos hundiéndose en mis profundidades. Mi boca le buscó desesperada, mordí y succioné su lengua, mis caderas seguían el ritmo frenético de las suyas, bajé mi pierna para apretarlo más. Nunca pensé que estar así con un hombre pudiera ser tan excitante, la manera en que nos movíamos desataba una necesidad incontrolable en mi que solo apaciguaría él.
Solo sexo le había dicho… pero mi necesidad de entregarle cada suspiro, cada respiración entrecortada, de comprender como complacerle tal y como él lo hacía conmigo, desmentían esas palabras. -Ah Dúshlán, no sabía que podía ser así... Me estás enloqueciendo... no pares…-
Por supuesto comenzaba a percatarme de que nunca se andaba por la ramas pero el que sus manos tomasen mi cintura y su boca salvaje colisionara con la mía de una forma tan precipitada cuando no había deseado que hiciera otra cosa desde la noche anterior provocó que me olvidase de mis naturales reticencias. Antes de que supiera ni siquiera que era lo que yo misma hacía, lo agarré de la camisa y lo atraje hacia mí. Quería sus brazos alrededor de mi cuerpo, que me tocara y continuara calentándome la sangre como lo hacía en ese momento. Succioné su lengua cuando la suya acudió a mi encuentro con la celeridad del rayo, nuestras bocas se amoldaron la una a la otra en un profundo incendio.
Demasiado tiempo había transcurrido ya desde la primera vez en que me besó, me costaba aferrarme al hecho de que esto debía ser nada más sexo y al mismo tiempo le odiaba por sentenciarme a desearle incluso después de la manera en que terminó nuestro encuentro en el cobertizo. Froté mi vientre contra él y allí estaba, la dureza de su entrepierna que provocó que arqueara mi cadera, buscándole para sentir otra vez el calor de nuestros sexos al encontrarse, la manera en que el suyo pulsaba contra el mío, provocándome un deseo abrasador.
El corsé cayó al suelo, sus manos cubrieron mis pechos atrayéndolos a su boca. Respiré entrecortadamente tirando de su pelo hacia mi para que continuara torturándome, gimiendo a medida que sus labios lamían mis pezones.
No tuve que decir nada más, sus manos recorrieron mis muslos calcinándome la piel, sin preámbulos me empujó contra la pared. Mi mente dio vueltas, escalofríos de placer me recorrieron al sentir su masculinidad rozar mis glúteos, me sostuve con las palmas contra la pared e instintivamente apoyé una rodilla contra ella para que entrara. Su falo me penetró bruscamente, atravesándome por completo, desbordando el placer como una ola gigantesca e imparable. -También te deseo…-
Gemí, giré mi rostro y clavé mis dientes en su hombro en un arranque pasional. El aire a nuestro alrededor se levantó en fuerza sacudiendo los pocos objetos que adornaban un par de mesas, las ventanas se azotaron sobre sus marcos de forma violenta y una lluvia torrencial se desató sobre la cabaña, golpeteando con furia contra el vidrio de las ventanas. La fusión de nuestros cuerpos desataba mi magia sin ni siquiera percatarme de ello.
Mis pechos frotaban la pared con violencia subiendo y bajando contra su superficie provocándome algo de dolor que se fundía con placer. Volví a a gemir cuando sus dedos invadieron los pliegues de mi sexo, ofuscándome, humedeciéndome más para lubricar su falo que no dejaba de golpear mis glúteos hundiéndose en mis profundidades. Mi boca le buscó desesperada, mordí y succioné su lengua, mis caderas seguían el ritmo frenético de las suyas, bajé mi pierna para apretarlo más. Nunca pensé que estar así con un hombre pudiera ser tan excitante, la manera en que nos movíamos desataba una necesidad incontrolable en mi que solo apaciguaría él.
Solo sexo le había dicho… pero mi necesidad de entregarle cada suspiro, cada respiración entrecortada, de comprender como complacerle tal y como él lo hacía conmigo, desmentían esas palabras. -Ah Dúshlán, no sabía que podía ser así... Me estás enloqueciendo... no pares…-
Última edición por Mila O'Connor el Mar Mayo 02, 2017 1:16 am, editado 1 vez
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 07/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Frenético el ritmo de nuestros cuerpos que danzaban al son de las llamas del infierno, mentía si dijera que no creía en la magia, mas esto era lo mas parecido a eso. Nunca me había sentido mas esclavo y eso que había pasado toda mi eternidad perteneciendo de algún modo a uno u otro dueño.
Me costaba reconocer por mi indómito carácter que a su lado había encontrado algo que nunca había tenido, aparte de lo evidente, era otra cosa, algo fuerte, un vinculo que quemaba en mi pecho y no solo cuando me alejaba de ella unos metros.
Mi respiración se perdió agitada en su nuca, ella jadeaba completamente ida en el placer, reconociendo con palabras aquello que yo bien sabia.
Mis dedos la torturaban al ritmo de mis embestidas, juntos desatábamos la mayor tormenta jamas vivida.
Su cintura se arqueaba, mis manos en su cadera, sus nalgas amortiguando mis embestidas que como martillo a yunque la golpeaba sin tregua, una y otra vez, su boca me busco, jadeos que amortiguaban las lenguas del otro.
Tiraba de mis labios, mordiéndolos, succionando mi lengua, estábamos perdidos en nuestra propia respiración ,salvaje.
-Mila -gruñí sintiendo que estaba a punto de correrme dentro de ella.
Salí dejándome caer de rodillas antes de voltearla, mis grises se lazaron desafiantes, quería llevarla a la cima, al placer mas extremo, a eso que jamas había sentido.
Mi sonrisa se perdió en su sexo, allí hundí mi boca sedienta de su elixir, ronca su respiración, sus dedos aferraron mi pelo.
Reí dejando que mi aliento la golpeara, podía sentir su impaciencia, mi lengua recorrió cada pliegue de su feminidad, mordiendo su centro, succionando su clítoris hasta envolverlo con mi lengua de fuego.
-Mía -gruñí dejando que mis palabras impactaran allí.
Sus piernas se abrieron ,su pierna subió a mi hombro para darme mas acceso y mi boca la sentencio hundiéndose mas adentro. Lengua endurecida que lamió la trinchera de sus labios de arriba a bajo.
Mis dedos pronto se unieron a la festa adentrando en su sexo dos de ellos.
Sentía como sus paredes se amoldaban a estos, presionándolos, calcinandolos por completo.
Su cabeza contra la pared, la boca entreabierta, espalda arqueada y sus caderas buscando bailar sobre mi boca para que siguiera aquel demencial juego.
-¡si creías controlar la magia, te equivocabas -bromeé la sentir como fuera arreciaba la tormenta que la mujer provocaba con la misma violencia con la que su cuerpo se sacudía contra el mio.
Un tercer dedo inundó su laberinto, busqué cada sendero que la llevara la mismo infierno y ella se dejo hacer perdida entre las llamas de mis dedos, boca que lo tomaba todo y que pronto la sintió irse en ella.
Las piernas le temblaron, la sujeté para que no cayera saliendo de su interior y ascendí alzándola de las nalgas para sin darle tregua embestirla con mi miembro que se adentro rabioso en su húmeda feminidad.
-Mia -sentencié de nuevo perdido en sus labios.
Me costaba reconocer por mi indómito carácter que a su lado había encontrado algo que nunca había tenido, aparte de lo evidente, era otra cosa, algo fuerte, un vinculo que quemaba en mi pecho y no solo cuando me alejaba de ella unos metros.
Mi respiración se perdió agitada en su nuca, ella jadeaba completamente ida en el placer, reconociendo con palabras aquello que yo bien sabia.
Mis dedos la torturaban al ritmo de mis embestidas, juntos desatábamos la mayor tormenta jamas vivida.
Su cintura se arqueaba, mis manos en su cadera, sus nalgas amortiguando mis embestidas que como martillo a yunque la golpeaba sin tregua, una y otra vez, su boca me busco, jadeos que amortiguaban las lenguas del otro.
Tiraba de mis labios, mordiéndolos, succionando mi lengua, estábamos perdidos en nuestra propia respiración ,salvaje.
-Mila -gruñí sintiendo que estaba a punto de correrme dentro de ella.
Salí dejándome caer de rodillas antes de voltearla, mis grises se lazaron desafiantes, quería llevarla a la cima, al placer mas extremo, a eso que jamas había sentido.
Mi sonrisa se perdió en su sexo, allí hundí mi boca sedienta de su elixir, ronca su respiración, sus dedos aferraron mi pelo.
Reí dejando que mi aliento la golpeara, podía sentir su impaciencia, mi lengua recorrió cada pliegue de su feminidad, mordiendo su centro, succionando su clítoris hasta envolverlo con mi lengua de fuego.
-Mía -gruñí dejando que mis palabras impactaran allí.
Sus piernas se abrieron ,su pierna subió a mi hombro para darme mas acceso y mi boca la sentencio hundiéndose mas adentro. Lengua endurecida que lamió la trinchera de sus labios de arriba a bajo.
Mis dedos pronto se unieron a la festa adentrando en su sexo dos de ellos.
Sentía como sus paredes se amoldaban a estos, presionándolos, calcinandolos por completo.
Su cabeza contra la pared, la boca entreabierta, espalda arqueada y sus caderas buscando bailar sobre mi boca para que siguiera aquel demencial juego.
-¡si creías controlar la magia, te equivocabas -bromeé la sentir como fuera arreciaba la tormenta que la mujer provocaba con la misma violencia con la que su cuerpo se sacudía contra el mio.
Un tercer dedo inundó su laberinto, busqué cada sendero que la llevara la mismo infierno y ella se dejo hacer perdida entre las llamas de mis dedos, boca que lo tomaba todo y que pronto la sintió irse en ella.
Las piernas le temblaron, la sujeté para que no cayera saliendo de su interior y ascendí alzándola de las nalgas para sin darle tregua embestirla con mi miembro que se adentro rabioso en su húmeda feminidad.
-Mia -sentencié de nuevo perdido en sus labios.
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 20/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
La tormenta arreciaba azotando las ventanas con tanta fuerza que pude escuchar con claridad cuando el viento salvaje rompía el cristal de una de ellas. Mi magia fluía de cada uno de mis poros y mi ser no alcanzaba a detener el alcance de la apertura del cielo que las embestidas de Dúshlán provocaban en mi de forma inconsciente. Él empujaba contra mis glúteos, hundiéndose cada vez más profundamente en la calidez de mi intimidad, la pasión entre nosotros caía en torrentes más poderosos que la tormenta que se desataba afuera, los truenos los producía en nuestro interior la fricción de nuestros sexos y las palmas de mis manos se mantenían pegadas a la pared procurando sostenerme sobre mis piernas que juro, se hubiesen doblado sin remedio presas del poderoso sacudimiento que cada penetración suya lograba provocar en mi.
Sexo, sexo y nada más le dije. Maldije interiormente esas palabras, porque sabía perfectamente que esto no era solo sexo, que demasiado corto era el tiempo en el cual entre nosotros se había forjado un lazo invisible que se mantenía fuertemente tenso entre ambos, resistiendo el intercambio de palabras que no podíamos dejar de lanzarnos el uno al otro para desafiarnos, y que nada tenía que ver con el hechizo que había lanzado para mantenerle a mi alcance y mucho con la manera en que ambos nos mirábamos, en la magia latente que surgía entre ambos a cada momento y que era una tonta por intentar pretender que nada de ello estaba presente, que no era capaz de palparlo o y que no lograba sentirlo.
Mi cuerpo respondía por instinto, él empujaba más profundo y nuestra piel se llenaba de sudor, me mecía al compás de él sin abandonar el roce de sus caderas que me embestían sin miramientos, logrando así que nuestros cuerpos se acoplaran más, que la penetración fuera más profunda y el placer tan intenso que supe que iba a correrme de un momento a otro, por lo que cuando sorpresivamente salió de mi interior no pude menos que gruñir de descontento y frustración. -¿Qué demonios?-
Cuando me volteó estaba de rodillas sobre el suelo en medio de mis largas piernas, mis ojos lo miraron con sorpresa, sus grises me miraban desafiantes como siempre. Sus pozos clavados en los mios lograron que mi corazón latiera desbocado, inconscientemente separé mis piernas, lo invitaba a entrar, a recorrer esos lugares que nunca fueron de otro. La mente me daba vueltas y mi pecho se sentía tan apretado en anticipación a lo que estaba por hacer. Mis caderas le buscaron y mis dedos se internaron en su pelo presionando su cabeza entre mis muslos, su lengua ardiente se hundió en mis pliegues haciéndome delirar al abarcarlo todo, al recorrer cada espacio. Tiré de su pelo con fuerza, mi clítoris se hinchaba por sus caricias, el lo succionaba, dibujaba figuras con su lengua, mordía, succionaba otra vez y se hundía más, maniobrando en mi interior de tal forma que los gemidos más profundos abandonaban irremediablemente mi ser. “Mía” gruñó, impactando con su aliento en mi cavidad, gruñido que escuché y que me llevó al borde de la locura. Él me reclamaba en voz alta y yo me rendía, ya no éramos ama y esclavo, éramos solo un hombre y una mujer atrapados en la magia que fluía entre los dos.
Alcé una pierna sobre su hombro, gimiendo aún, temblando sin poder evitarlo, empujando mi sexo contra él, entregándome a la invasión de su lengua, a sus mordidas. No contento con atormentarme de esa forma introdujo sus dedos logrando que mi intimidad ardiera aún más, llevándome al borde de la locura, aumentando no solo mi placer si no las infinitas ansias que sentía de tocarlo. Mi intimidad me traicionó, me corrí envolviendo sus dedos con la evidencia de mi orgasmo.
Ahora iba a desplomarme pero el me sujetó hundiendo sus dedos en mis nalgas, clavándome con fuerza, llegando tan profundo, logrando hacer evidente el hecho de que era completamente suya mientras se adentraba en mi de nuevo. -Maldición, ¿quieres matarme de placer esta noche?- Mi mirada esmeralda le observó unos segundos en los que sin aliento tomé su rostro en mis manos. Hasta el momento me había dejado regalar placer, basta de dejarme hacer, quería que él lo disfrutara tanto como yo, atormentarlo como él lo hacía conmigo. Moví mis caderas contra las suyas, atrapando su boca apasionadamente, enredando nuestras lenguas como ahora lo estaban nuestros cuerpos. Desaté mis movimientos tornándolos más agresivos, más descarados, olvidándome de la vergüenza, no existía vergüenza alguna entre ambos, solo ese ritmo frenético que ahora le imponía a mis caderas. Sentía su miembro introduciéndose más, acaricié su espalda, sondeando sus músculos, acompañándolo en los movimientos más rápidos. Mis piernas se engancharon a su espalda, mis pechos a la altura de sus labios invitándolo a tomarlos, a recorrerlos con su lengua, con sus besos, con sus dientes. Sus gruñidos me excitaban más, mi mirada aún estaba clavada en la suya, quería ver su rostro, capturar un atisbo de lo que sentía, dilucidar porque seguía llamándome suya. La desnudez que compartíamos, el fundirnos en uno, sacaba a relucir lo que se escondía detrás de mis retos constantes, esa vulnerabilidad escondida que no le enseñaba a nadie. Me sacudía por dentro el descubrir que no eran solo nuestros cuerpos los que quedaban desnudos si no nuestras almas y que de una forma u otra él pudiera descubrir ese secreto que no compartía con nadie.
-Por qué, Dúshlán, por qué.- Mis uñas se enterraban en sus poderosos músculos mientras esas palabras escapaban de mis labios. Por qué esa maldición, por qué sentirla sobre mi cabeza apretándome el corazón, estrujándome toda entera cuando finalmente sentía que podía desnudarme con alguien. Por qué, maldición, por qué no podía entregarle todo a él. Mis gemidos se incrementaron, nuestras bocas se encontraron de nuevo, en la suya vertí el grito que pugnaba por escapar de mis pulmones al alcanzar la cima que nos llevaba a un rotundo éxtasis.
Agotados los dos caímos en el suelo, él contra mi, mis brazos aún le rodeaban, mi respiración seguía intranquila. Debajo de mi mejilla escuchaba los latidos del corazón del cambiante, pasé mis dedos por esa zona, aún tenía mi marca, la de mi hechizo. Durante unos minutos permanecí inmóvil, con el rostro allí, el miedo se clavó en mis entrañas porque no sabía si podía seguir adelante con el juramento de seguir siempre sola, de no abrirle mi corazón a nadie. Me aterraba descubrir una verdad que no me esperaba, que me tomaba por sorpresa y que hacía peligrar la estabilidad que había logrado conservar estos años y peor aún, le ponía en peligro a él. Me percataba de que le quería, de que de un modo u otro me había enamorado de mi desafío.
Sexo, sexo y nada más le dije. Maldije interiormente esas palabras, porque sabía perfectamente que esto no era solo sexo, que demasiado corto era el tiempo en el cual entre nosotros se había forjado un lazo invisible que se mantenía fuertemente tenso entre ambos, resistiendo el intercambio de palabras que no podíamos dejar de lanzarnos el uno al otro para desafiarnos, y que nada tenía que ver con el hechizo que había lanzado para mantenerle a mi alcance y mucho con la manera en que ambos nos mirábamos, en la magia latente que surgía entre ambos a cada momento y que era una tonta por intentar pretender que nada de ello estaba presente, que no era capaz de palparlo o y que no lograba sentirlo.
Mi cuerpo respondía por instinto, él empujaba más profundo y nuestra piel se llenaba de sudor, me mecía al compás de él sin abandonar el roce de sus caderas que me embestían sin miramientos, logrando así que nuestros cuerpos se acoplaran más, que la penetración fuera más profunda y el placer tan intenso que supe que iba a correrme de un momento a otro, por lo que cuando sorpresivamente salió de mi interior no pude menos que gruñir de descontento y frustración. -¿Qué demonios?-
Cuando me volteó estaba de rodillas sobre el suelo en medio de mis largas piernas, mis ojos lo miraron con sorpresa, sus grises me miraban desafiantes como siempre. Sus pozos clavados en los mios lograron que mi corazón latiera desbocado, inconscientemente separé mis piernas, lo invitaba a entrar, a recorrer esos lugares que nunca fueron de otro. La mente me daba vueltas y mi pecho se sentía tan apretado en anticipación a lo que estaba por hacer. Mis caderas le buscaron y mis dedos se internaron en su pelo presionando su cabeza entre mis muslos, su lengua ardiente se hundió en mis pliegues haciéndome delirar al abarcarlo todo, al recorrer cada espacio. Tiré de su pelo con fuerza, mi clítoris se hinchaba por sus caricias, el lo succionaba, dibujaba figuras con su lengua, mordía, succionaba otra vez y se hundía más, maniobrando en mi interior de tal forma que los gemidos más profundos abandonaban irremediablemente mi ser. “Mía” gruñó, impactando con su aliento en mi cavidad, gruñido que escuché y que me llevó al borde de la locura. Él me reclamaba en voz alta y yo me rendía, ya no éramos ama y esclavo, éramos solo un hombre y una mujer atrapados en la magia que fluía entre los dos.
Alcé una pierna sobre su hombro, gimiendo aún, temblando sin poder evitarlo, empujando mi sexo contra él, entregándome a la invasión de su lengua, a sus mordidas. No contento con atormentarme de esa forma introdujo sus dedos logrando que mi intimidad ardiera aún más, llevándome al borde de la locura, aumentando no solo mi placer si no las infinitas ansias que sentía de tocarlo. Mi intimidad me traicionó, me corrí envolviendo sus dedos con la evidencia de mi orgasmo.
Ahora iba a desplomarme pero el me sujetó hundiendo sus dedos en mis nalgas, clavándome con fuerza, llegando tan profundo, logrando hacer evidente el hecho de que era completamente suya mientras se adentraba en mi de nuevo. -Maldición, ¿quieres matarme de placer esta noche?- Mi mirada esmeralda le observó unos segundos en los que sin aliento tomé su rostro en mis manos. Hasta el momento me había dejado regalar placer, basta de dejarme hacer, quería que él lo disfrutara tanto como yo, atormentarlo como él lo hacía conmigo. Moví mis caderas contra las suyas, atrapando su boca apasionadamente, enredando nuestras lenguas como ahora lo estaban nuestros cuerpos. Desaté mis movimientos tornándolos más agresivos, más descarados, olvidándome de la vergüenza, no existía vergüenza alguna entre ambos, solo ese ritmo frenético que ahora le imponía a mis caderas. Sentía su miembro introduciéndose más, acaricié su espalda, sondeando sus músculos, acompañándolo en los movimientos más rápidos. Mis piernas se engancharon a su espalda, mis pechos a la altura de sus labios invitándolo a tomarlos, a recorrerlos con su lengua, con sus besos, con sus dientes. Sus gruñidos me excitaban más, mi mirada aún estaba clavada en la suya, quería ver su rostro, capturar un atisbo de lo que sentía, dilucidar porque seguía llamándome suya. La desnudez que compartíamos, el fundirnos en uno, sacaba a relucir lo que se escondía detrás de mis retos constantes, esa vulnerabilidad escondida que no le enseñaba a nadie. Me sacudía por dentro el descubrir que no eran solo nuestros cuerpos los que quedaban desnudos si no nuestras almas y que de una forma u otra él pudiera descubrir ese secreto que no compartía con nadie.
-Por qué, Dúshlán, por qué.- Mis uñas se enterraban en sus poderosos músculos mientras esas palabras escapaban de mis labios. Por qué esa maldición, por qué sentirla sobre mi cabeza apretándome el corazón, estrujándome toda entera cuando finalmente sentía que podía desnudarme con alguien. Por qué, maldición, por qué no podía entregarle todo a él. Mis gemidos se incrementaron, nuestras bocas se encontraron de nuevo, en la suya vertí el grito que pugnaba por escapar de mis pulmones al alcanzar la cima que nos llevaba a un rotundo éxtasis.
Agotados los dos caímos en el suelo, él contra mi, mis brazos aún le rodeaban, mi respiración seguía intranquila. Debajo de mi mejilla escuchaba los latidos del corazón del cambiante, pasé mis dedos por esa zona, aún tenía mi marca, la de mi hechizo. Durante unos minutos permanecí inmóvil, con el rostro allí, el miedo se clavó en mis entrañas porque no sabía si podía seguir adelante con el juramento de seguir siempre sola, de no abrirle mi corazón a nadie. Me aterraba descubrir una verdad que no me esperaba, que me tomaba por sorpresa y que hacía peligrar la estabilidad que había logrado conservar estos años y peor aún, le ponía en peligro a él. Me percataba de que le quería, de que de un modo u otro me había enamorado de mi desafío.
Última edición por Mila O'Connor el Sáb Mayo 27, 2017 1:08 am, editado 2 veces
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Ladeé la sonrisa cuando desde lo mas profundo de sus entrañas me preguntó si la quería matar de placer.
-¿conoces mejor muerte? -jadeé contra su boca sentenciándola nuevamente en un beso húmedo, largo, sentido y cargado de pasión -te deseo Mila.
Puede que no debiera, que solo fuera su esclavo y que este entre otros fuera mi trabajo, pero ese “mía” había salido desde lo mas profundo de mis entrañas, no quería solo ser su esclavo, ni su maldito socio, pero aun no podía ser nada cuando ni siquiera era dueño de mi mismo. Tenia que ganar mi libertad, solo entonces, como hombre libre podría pedirle tener algo mas allá de esto.
La embestí con rudeza, el vaivén de sus caderas me calcinaba hiriente, como si quisiera demostrarme que esto era cosa de dos y que del mismo modo que yo la necesitaba ella también lo hacia.
En ese momento perdidos en el cuerpo del otro, perlados en sudor y gruñendo contra la boca del otro sin compasión, solo eramos Imre y Mila, no había dueño ni esclavo en ese acto apasionado que nos pertenecía a ambos.
Finalmente nos corrimos en una explosión sin sentido, una que calcino cada nervio de nuestro cuerpo, que nos dejo exhaustos mirándonos fijamente el uno al otro. Sus esmeraldas brillaban contra mis grises, tantas cosas callábamos ambos cuando caímos al suelo aun enredados en la piel del otro.
Mis dedos se deslizaron serenos por su rostro, apartando los mechones castaños que se pegaban a su piel por el sudor.
-Quiero ganarme la libertad Mila, la necesito -susurré cuando su mano surcó mi corazón que latía desbocado contra mi pecho.
Sobre mi piel esa marca que me ataba a ella, aunque se equivocaba si creía que era esa magia y no otra la que me orillaba a su piel. Ahora no volaría lejos de su cuerpo, no quería una vida sin ella, pero necesitaba que entendiera que no lo hacia porque era su esclavo, quería que viera que siendo libre, ella era mi elección.
Sus uñas marcaban mis músculos, aun nuestros cuerpos palpitaban sedientos del otro y nuestras bocas se perdieron en un lento baile que nos convirtió en dueños de neutros destino.
-¿Por que, que Mila? -no entendía su pregunta, era como si escondiera lago, algo que no me había contado, algo por lo que no se dejaba llevar por completo.
Quizás era porque alguien como yo no la merecía, mas estaba dispuesto a ganármela poco a poco si me daba la oportunidad.
Mis grises la desafiaron ,era incapaz de bajar la guardia, sabia que si mostraba debilidad ante ella nunca obtendría la libertad, mas a su vez ahora mismo, mis dedos se perdían en su piel acariciándola con suavidad.
Desnudos sobre el suelo, mirándonos a los ojos, perdidos en esa ajetreada respiración que marcaba el ritmo de nuestro corazón.
-¿Estas segura de que la misión que hemos aceptado no sera demasiado? No es bueno jugar con el demonio y las maldiciones no son un juego Mila, es peligroso.
Sus dedos acariciaban mis labios como si lo que hubiera dicho supiera de primera mano que era cierto, en parte era lógico, ella era una bruja, yo solo un cambiante.
-Tu eres la experta en esto, peor no quiero que corras ningún riesgo ¿lo entiendes?
-¿conoces mejor muerte? -jadeé contra su boca sentenciándola nuevamente en un beso húmedo, largo, sentido y cargado de pasión -te deseo Mila.
Puede que no debiera, que solo fuera su esclavo y que este entre otros fuera mi trabajo, pero ese “mía” había salido desde lo mas profundo de mis entrañas, no quería solo ser su esclavo, ni su maldito socio, pero aun no podía ser nada cuando ni siquiera era dueño de mi mismo. Tenia que ganar mi libertad, solo entonces, como hombre libre podría pedirle tener algo mas allá de esto.
La embestí con rudeza, el vaivén de sus caderas me calcinaba hiriente, como si quisiera demostrarme que esto era cosa de dos y que del mismo modo que yo la necesitaba ella también lo hacia.
En ese momento perdidos en el cuerpo del otro, perlados en sudor y gruñendo contra la boca del otro sin compasión, solo eramos Imre y Mila, no había dueño ni esclavo en ese acto apasionado que nos pertenecía a ambos.
Finalmente nos corrimos en una explosión sin sentido, una que calcino cada nervio de nuestro cuerpo, que nos dejo exhaustos mirándonos fijamente el uno al otro. Sus esmeraldas brillaban contra mis grises, tantas cosas callábamos ambos cuando caímos al suelo aun enredados en la piel del otro.
Mis dedos se deslizaron serenos por su rostro, apartando los mechones castaños que se pegaban a su piel por el sudor.
-Quiero ganarme la libertad Mila, la necesito -susurré cuando su mano surcó mi corazón que latía desbocado contra mi pecho.
Sobre mi piel esa marca que me ataba a ella, aunque se equivocaba si creía que era esa magia y no otra la que me orillaba a su piel. Ahora no volaría lejos de su cuerpo, no quería una vida sin ella, pero necesitaba que entendiera que no lo hacia porque era su esclavo, quería que viera que siendo libre, ella era mi elección.
Sus uñas marcaban mis músculos, aun nuestros cuerpos palpitaban sedientos del otro y nuestras bocas se perdieron en un lento baile que nos convirtió en dueños de neutros destino.
-¿Por que, que Mila? -no entendía su pregunta, era como si escondiera lago, algo que no me había contado, algo por lo que no se dejaba llevar por completo.
Quizás era porque alguien como yo no la merecía, mas estaba dispuesto a ganármela poco a poco si me daba la oportunidad.
Mis grises la desafiaron ,era incapaz de bajar la guardia, sabia que si mostraba debilidad ante ella nunca obtendría la libertad, mas a su vez ahora mismo, mis dedos se perdían en su piel acariciándola con suavidad.
Desnudos sobre el suelo, mirándonos a los ojos, perdidos en esa ajetreada respiración que marcaba el ritmo de nuestro corazón.
-¿Estas segura de que la misión que hemos aceptado no sera demasiado? No es bueno jugar con el demonio y las maldiciones no son un juego Mila, es peligroso.
Sus dedos acariciaban mis labios como si lo que hubiera dicho supiera de primera mano que era cierto, en parte era lógico, ella era una bruja, yo solo un cambiante.
-Tu eres la experta en esto, peor no quiero que corras ningún riesgo ¿lo entiendes?
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 20/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
El miedo aún me atenazaba por dentro, me apretaba el corazón una y otra vez, lograba inmovilizarme. La tormenta continuaba en el exterior de la cabaña, pero ya no era la lluvia desatada que acompasada al movimiento de nuestros cuerpos se enardecía, golpeando con sus gruesas gotas la cabaña hasta sus cimientos. Ahora las nubes se tornaban más oscuras, un torbellino se iba formando el recolectar hojas que envueltas en ese movimiento sin razón giraban acrecentando el tamaño del mismo, tornándose el fenómeno climático en algo que podría resultar peligroso para las viviendas y los habitantes del lugar.
Yo me encontraba ajena a ello, mis dedos aún surcaban el pecho de mi desafío, sentía sus latidos desbocados debajo de mis yemas. La noche anterior todo había terminado mal, el orgullo se imponía, había provocado que nos lanzáramos palabras hirientes el uno al otro. Esta vez le sentía diferente, al encontrar sus expresivos ojos grises, pareciera como si de repente bajara los escudos y me permitiera verlo de verdad, tal y como era.
El torbellino amenazador se fue disipando en el exterior, sin que nadie llegase a percatarse de lo que pudo haber sucedido. Sentía mis latidos acompañar a los de Dúshlán, estos entraban en calma a medida que sus manos me llenaban de caricias que me envolvían en un ensueño en el que me percataba de muchas cosas. Él me hablaba de libertad y yo entendía ese deseo suyo, ese temperamento férreo, su personalidad indómita que en muchas formas se parecía a la mía.
-No has nacido para ser esclavo, ni yo pretenderé prolongar ese estado. Tu libertad vendrá pronto, no has nacido para las cadenas… Dúshlán…- Arrastré el sonido que producía ese nombre con el que le había bautizado, para mi él siempre sería eso, un desafío. Él era fuerte, salvaje, testarudo y obstinado. La marca en su pecho que le ataba a mi, sabía que era un lazo que tendría que romper, él debía volar, remontar el cielo, ser lo que siempre debió ser, libre.
Nuestros labios se encontraron otra vez, mis dedos acariciaron su mejilla, volvía esa sensación que me hacía sentir como si le conociera ya desde hace mucho tiempo. Mi cuerpo se apretó contra el suyo en un beso profundo y lento, un beso distinto, prolongado, perfecto.
¿Por qué qué Mila? me preguntó, y mis ojos se oscurecieron. Cómo podía explicarle mi secreto, hacerle partícipe de esa maldición que me seguía desde antes de nacer. No podía de ninguna manera exponerle, y ya lo había expuesto demasiado debido a mi egoísmo, a ese sentimiento que no debía de ser. -No es la maldición encerrada en ese cofre la que me preocupa, pero te diré algo, podemos abortar la misión si tienes reservas.- Otra vez esos ojos grises que se volvían inescrutables, volvían a enmascarar sus emociones, a pesar de que nuestras respiraciones ajetreadas y nuestros corazones decían mucho más.
-El mayor riesgo no lo corro yo… lo corren otros, que no deberían involucrarse conmigo. El demonio se presenta en la forma de tu señora. Ah cambiante, perdóname por no haber resistido a la tentación de llevarte conmigo cuando te vi en el mercado de esclavos.- No pude menos que suplicar por su perdón, necesitaba que me perdonara por mi propia debilidad, por la necesidad que aún tenía de no soltarle, aún sabiendo que el jamás debería corresponderme.
-Hazme creer esta noche Dúshlán, ayúdame a creer en los imposibles, a pesar del poder de las maldiciones. Soy yo a quien atan las cadenas, quien necesita libertad, creer en algo que no puede ser. Convénceme de que es posible, ayúdame a creerlo al menos esta noche.- Mis labios le reencontraron con pasión, acallando sus posibles preguntas, el fuego abrasador me quemó otra vez las entrañas. Me rendí a él con la caricia de nuestras bocas, con cada repaso de nuestros dedos sobre nuestros cuerpos. La verdad había escapado de mis labios, yo era la peor de las maldiciones hecha carne.
Me apreté contra su cuerpo, tan fuerte que mis pechos presionaron su tórax, restregué mis caderas contra él, buscándole, ofreciéndome de nuevo. Mi amor por él palpitaba en mis venas, se expresaba en la magia que nos envolvía atrayéndonos inexorablemente al ondular mi cuerpo contra el suyo y abrír mis piernas en una callada súplica. Hazme creer.
Yo me encontraba ajena a ello, mis dedos aún surcaban el pecho de mi desafío, sentía sus latidos desbocados debajo de mis yemas. La noche anterior todo había terminado mal, el orgullo se imponía, había provocado que nos lanzáramos palabras hirientes el uno al otro. Esta vez le sentía diferente, al encontrar sus expresivos ojos grises, pareciera como si de repente bajara los escudos y me permitiera verlo de verdad, tal y como era.
El torbellino amenazador se fue disipando en el exterior, sin que nadie llegase a percatarse de lo que pudo haber sucedido. Sentía mis latidos acompañar a los de Dúshlán, estos entraban en calma a medida que sus manos me llenaban de caricias que me envolvían en un ensueño en el que me percataba de muchas cosas. Él me hablaba de libertad y yo entendía ese deseo suyo, ese temperamento férreo, su personalidad indómita que en muchas formas se parecía a la mía.
-No has nacido para ser esclavo, ni yo pretenderé prolongar ese estado. Tu libertad vendrá pronto, no has nacido para las cadenas… Dúshlán…- Arrastré el sonido que producía ese nombre con el que le había bautizado, para mi él siempre sería eso, un desafío. Él era fuerte, salvaje, testarudo y obstinado. La marca en su pecho que le ataba a mi, sabía que era un lazo que tendría que romper, él debía volar, remontar el cielo, ser lo que siempre debió ser, libre.
Nuestros labios se encontraron otra vez, mis dedos acariciaron su mejilla, volvía esa sensación que me hacía sentir como si le conociera ya desde hace mucho tiempo. Mi cuerpo se apretó contra el suyo en un beso profundo y lento, un beso distinto, prolongado, perfecto.
¿Por qué qué Mila? me preguntó, y mis ojos se oscurecieron. Cómo podía explicarle mi secreto, hacerle partícipe de esa maldición que me seguía desde antes de nacer. No podía de ninguna manera exponerle, y ya lo había expuesto demasiado debido a mi egoísmo, a ese sentimiento que no debía de ser. -No es la maldición encerrada en ese cofre la que me preocupa, pero te diré algo, podemos abortar la misión si tienes reservas.- Otra vez esos ojos grises que se volvían inescrutables, volvían a enmascarar sus emociones, a pesar de que nuestras respiraciones ajetreadas y nuestros corazones decían mucho más.
-El mayor riesgo no lo corro yo… lo corren otros, que no deberían involucrarse conmigo. El demonio se presenta en la forma de tu señora. Ah cambiante, perdóname por no haber resistido a la tentación de llevarte conmigo cuando te vi en el mercado de esclavos.- No pude menos que suplicar por su perdón, necesitaba que me perdonara por mi propia debilidad, por la necesidad que aún tenía de no soltarle, aún sabiendo que el jamás debería corresponderme.
-Hazme creer esta noche Dúshlán, ayúdame a creer en los imposibles, a pesar del poder de las maldiciones. Soy yo a quien atan las cadenas, quien necesita libertad, creer en algo que no puede ser. Convénceme de que es posible, ayúdame a creerlo al menos esta noche.- Mis labios le reencontraron con pasión, acallando sus posibles preguntas, el fuego abrasador me quemó otra vez las entrañas. Me rendí a él con la caricia de nuestras bocas, con cada repaso de nuestros dedos sobre nuestros cuerpos. La verdad había escapado de mis labios, yo era la peor de las maldiciones hecha carne.
Me apreté contra su cuerpo, tan fuerte que mis pechos presionaron su tórax, restregué mis caderas contra él, buscándole, ofreciéndome de nuevo. Mi amor por él palpitaba en mis venas, se expresaba en la magia que nos envolvía atrayéndonos inexorablemente al ondular mi cuerpo contra el suyo y abrír mis piernas en una callada súplica. Hazme creer.
Última edición por Mila O'Connor el Lun Jun 26, 2017 11:15 pm, editado 1 vez
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
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Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Ella me acariciaba suavemente, perdiendo sus dedos en mi rostro, dibujando mis labios para tirar con su yema del inferior y sentenciarlo con sus labios que lo lamió suavemente.
Sonreí contra su boca, sus verdes mostraban la bruma de sus pantanos, veía en ellos un brillo peculiar, parecía asustada y algo me decía que no era por el trabajo que nos acontecía.
Aparté un mechón de pelo de su rostro, contemplado sus ojos que empezaban a convertirse en mi templo.
Sus palabras acariciaban no solo mis labios si no mi alma, aseguraba que no había nacido para ser un esclavo y no sabe cuanta razón tenia al emitir dichas palabras.
-Nací en una familia acomodada, pero la desdicha se cebó con nosotros y siendo solo un niño acabé siendo vendido.
No nací para ser un esclavo, peor en eso me convertí con el paso del tiempo -confesé hundiendo mis dedos en su pelo para atraerla contra mis labios.
Jadeé contra su boca, nunca me saciaba de ella y su cuerpo desnudo amoldándose al mio bajo las pieles me hacían desearla pese a que apenas hacia unos minutos que habíamos hecho el amor.
-Se que hay algo que no me cuentas, algo que te asusta, no quiero renunciar a la misión, porque se que tu vida esta atada a la búsqueda de cosas sobrenaturales, la magia queda anclada a ti y de algún modo también a mi.
Pero no olvides que no soy un hombre complaciente y aunque soy tu esclavo y no tu socio no me callaré si lo que veo al llegar a la iglesia puede poner tu vida en riesgo.
Enarqué la ceja escuchando sus palabras, decía que el demonio tenia forma de mujer, de ella misma y sus palabras sonaban sinceras, tanto que replicarlas era imposible, pero eso despertaba en mi cierta curiosidad ¿que me ocultaba?
-No tengo nada que perdonar, a fin de cuentas, eres mi dueña.
Quizás ella lo entendería por la parte de siervo, señor, mas no, ella era la dueña de mi corazón y como tal tenia derecho a complicar mi vida como yo lo haría con la suya.
-No temo al demonio, de echo encuentro cierta diversión en bailar entre sus piernas al mismo son.
Ladeé la sonrisa montandola de nuevo, acariciando la entrada de su vagina con mi miembro.
Nuestras manos se enlazaron, los jadeos de uno y otro se repetían sin tan siquiera dejar de mirarnos por un momento, pues hoy los dos eramos faros y barcos perdidos y encontrados. Los dos nos balanceamos en ese mar bravo guiados por las olas.
No había calma en nuestro interior, mas eso no importaba cuando yo le hacia el amor.
-Deja que suelte tus cadenas Mila, prometo luchar contra la tempestad si eso te permite volar a mi lado.
Sonreí contra su boca, sus verdes mostraban la bruma de sus pantanos, veía en ellos un brillo peculiar, parecía asustada y algo me decía que no era por el trabajo que nos acontecía.
Aparté un mechón de pelo de su rostro, contemplado sus ojos que empezaban a convertirse en mi templo.
Sus palabras acariciaban no solo mis labios si no mi alma, aseguraba que no había nacido para ser un esclavo y no sabe cuanta razón tenia al emitir dichas palabras.
-Nací en una familia acomodada, pero la desdicha se cebó con nosotros y siendo solo un niño acabé siendo vendido.
No nací para ser un esclavo, peor en eso me convertí con el paso del tiempo -confesé hundiendo mis dedos en su pelo para atraerla contra mis labios.
Jadeé contra su boca, nunca me saciaba de ella y su cuerpo desnudo amoldándose al mio bajo las pieles me hacían desearla pese a que apenas hacia unos minutos que habíamos hecho el amor.
-Se que hay algo que no me cuentas, algo que te asusta, no quiero renunciar a la misión, porque se que tu vida esta atada a la búsqueda de cosas sobrenaturales, la magia queda anclada a ti y de algún modo también a mi.
Pero no olvides que no soy un hombre complaciente y aunque soy tu esclavo y no tu socio no me callaré si lo que veo al llegar a la iglesia puede poner tu vida en riesgo.
Enarqué la ceja escuchando sus palabras, decía que el demonio tenia forma de mujer, de ella misma y sus palabras sonaban sinceras, tanto que replicarlas era imposible, pero eso despertaba en mi cierta curiosidad ¿que me ocultaba?
-No tengo nada que perdonar, a fin de cuentas, eres mi dueña.
Quizás ella lo entendería por la parte de siervo, señor, mas no, ella era la dueña de mi corazón y como tal tenia derecho a complicar mi vida como yo lo haría con la suya.
-No temo al demonio, de echo encuentro cierta diversión en bailar entre sus piernas al mismo son.
Ladeé la sonrisa montandola de nuevo, acariciando la entrada de su vagina con mi miembro.
Nuestras manos se enlazaron, los jadeos de uno y otro se repetían sin tan siquiera dejar de mirarnos por un momento, pues hoy los dos eramos faros y barcos perdidos y encontrados. Los dos nos balanceamos en ese mar bravo guiados por las olas.
No había calma en nuestro interior, mas eso no importaba cuando yo le hacia el amor.
-Deja que suelte tus cadenas Mila, prometo luchar contra la tempestad si eso te permite volar a mi lado.
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
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Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Dúshlán comenzó a hablarme de su pasado y lo escuché con atención, sin perder detalle de lo que me decía. Desde que le compré en el mercado de esclavos no me había dicho una sola palabra sobre si mismo, por lo que me aferraba a la sorpresa de que lo hiciera, ávida de conocer sobre él. Me contó que había nacido en una familia acomodada, que no fue en sus inicios un esclavo y asentí en silencio, acariciándole, observando sus intensos ojos grises, y comprendí de donde le venía ese orgullo. Se las ingeniaba para mantener su dignidad a pesar de ser un esclavo y la realidad era que ni siquiera pensaba en él como tal, aunque esos fueran nuestros roles asignados, me era fácil ceder a la pantomima de comportarme como su dueña para mantenerle cerca.
Sonreí cuando sus manos se hundieron en mi pelo y nuestras bocas volvieron a encontrarse. Me estaba acostumbrando demasiado a su boca, sentía el calor de sus labios sobre los míos y quería explorarla de nuevo. Mi razón me decía respira Mila, pon distancia entre los dos pero mis instintos y mi corazón eran más fuertes. Entreabrí la boca sintiendo sus dientes morder mis labios y era todo mi cuerpo el que reaccionaba, deseándole de nuevo, a pesar de que acabábamos de alcanzar el clímax unos minutos atrás. Su lengua se paseó por mis labios y la mía salió al encuentro de la suya, y en mi había una necesidad fuerte, que le exploraba, le saboreaba, se perdía en el acoso de mis sentidos que pedían más de él, como si temieran que esta fuera a ser nuestra única noche.
Recuperé el aliento y él, aún con sus manos en mi rostro intentó buscar la verdad en mi mirada. Me decía que sabía que no le contaba todo y permanecí en silencio porque parecía que intuía más de lo que yo hubiera querido. Aceptó que emprendiéramos la misión y asentí. -Mañana saldremos a primera hora de la mañana. El trayecto será largo y tendremos que esquivar a cualquiera que se sienta atraído por adueñarse del contenido del cofre, nunca hacen falta los forajidos, especialmente en esta zona.-
Volví a besarlo, enredando nuestras lenguas mientras mis manos buscaban su cuerpo, y llegó su respuesta, esa con la que decía que no tenía que perdonarme porque era su dueña. Hice una pequeña mueca con mis labios. Quizás me ahogaba en un vaso de agua, quizás él no tenía sentimientos por su señora, si no que era la obligación la que le llevaba a querer complacerme como lo hacía, después de todo le había ofrecido un trato, sexo de forma directa y sencilla.
Negué con la cabeza cuando habló de bailar con el diablo. -No deberías confiarte, ni creer en el demonio. Más bien debes mantenerte alerta y cuidarte en todo momento. No vaya a sucederte algo…- Mi voz se extinguió llegada a ese punto, no quería perderlo. Habló de romper mis cadenas y quise creer en esa posibilidad con todas mis fuerzas, porque ya no me hablaba como a su dueña, no quería otra cosa más que volar con él.
Su miembro acarició mi entrada, y sus manos alzaron mis caderas, me arqueé para recibirlo y fueron nuestros ojos los que clavados en los del otro nos ayudaron a encontrarnos. El roce de mi pecho contra el suyo tumbó mis murallas, y mis besos sobre su piel dieron expresión a mis sentimientos. Nuestros labios se encontraron mientras él me calcinaba al atravesarme con sus embestidas. Me cogió de las manos y con ese enlace nos besamos despacio, profundo. Él se movía dentro de mi y sus labios ardientes recorrían mi cuello, mis pechos. Sus embestidas se tornaron más profundas y mis gemidos se ahogaron en su boca cuando regresó a ella. Nos entregamos a un duelo de lenguas voraz y hambriento, y cuando volví a respirar me perdí en sus ojos, me ahogué en sus profundidades y me sentí volar.
Sonreí despacio contra su boca mientras mis piernas lo envolvían para que me penetrara con más fuerza, más profundamente. Él jadeaba, gruñía, y sus sonidos de placer eran los más maravillosos que habia escuchado. Podía leer en su mirada, descubrir lo que me expresaba y sentirle en cada parte mía. Mi pelvis se movía ritmícamente, pegada a él, y le sentí cada vez más adentro, más y más. Me aferré más a él y jadeé en su oído, temblando, sintiendo como la tensión se adueñaba de mi cuerpo. Con fuerza hundí mis dedos en su espalda, apretándolo más contra mi, lo sentí empujar con su miembro fuerte, duro, una última embestida suya me llevó directo al clímax y ambos nos relajamos en los brazos del otro.
Permanecí callada, sintiéndolo respirar sobre mi, cautiva de todas las emociones que él lograba hacer aflorar y poco a poco mis latidos se fueron tranquilizando. Observé el techo sobre nuestras cabezas antes de devolver mi mirada hacia a él. Sonreí al observar la iluminación de su silueta reflejando la luz de la chimenea, como sus ojos brillaban y los tonos dorados iluminaban su piel. Quise... deseé contarle todo, y sin embargo ni una palabra salió de mi boca.
Me levanté y caminé hacia la mesa del centro del salón, alcancé la alforja y saqué de ella una vela que encendí con rapidez antes de esparcir sobre mi palma polvo del saquito tras calentarlo. Me devolví sobre mis pasos y me arrodille frente a él. -Separadnos duo, vinculum ruptum.- Soplé el polvo y este danzó mágicamente entre ambos antes de prenderse de nuestros pechos, incendiando el área sobre nuestros corazones, quemándonos la piel y luego desvaneciendo todo rastro de la antigua marca que teníamos como si nunca hubiera estado allí.
Me sentí inesperadamente vacía de él al hacerlo, por una parte era algo que tenía que hacer y por otra no deseaba haber roto el lazo que me unía a él. -Ahora puedes volar Dúshlán, nada volverá a impedírtelo.- Mis profundidades verdes se clavaron emotivas en sus grises, me levanté y tomé una bata, me la puse encima y salí de la cabaña.
Me sentí inesperadamente vacía de él al hacerlo, por una parte era algo que tenía que hacer y por otra no deseaba haber roto el lazo que me unía a él. -Ahora puedes volar Dúshlán, nada volverá a impedírtelo.- Mis profundidades verdes se clavaron emotivas en sus grises, me levanté y tomé una bata, me la puse encima y salí de la cabaña.
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
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Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Su portón cedió ante mis embestidas, el asedio de mi boca había funcionado y ahora las murallas eran mías, cedían contra mi cálido aliento, cobijandolo, haciéndolo chocar furibundo contra sus húmedos labios.
Su pecho rozaba el mio, nos encontramos en cada caricia incapaces de desviar la mirada del otro, nos necesitábamos aquella noche que seria la ultima antes de emprender el peligrosos viaje.
Sus piernas se convirtieron en sierpes, rodearon mi cintura, permitiéndome entrar mas dentro, arrasarlo todo y devastar sus profundidades con mi movimiento.
Gruñí contra sus labios, dibujándolos ansioso con mi boca, el baile del fuego iluminaba nuestra piel, ojos que centelleaban presos del hechizo de cada uno de nuestros movimientos.
Cerré los ojos con mi frente pegada a la ajena, jadeos rudos acallados por sus labios, sonreía viéndome perder el juicio al tiempo que su espalda se arqueaba para cobijarme mas adentro haciéndome tocar el cielo con los dedos.
Nunca me sentí volar mas alto que cuando me sacudí en su interior, la llené de mi, sus besos en mi cuello, sus dientes en mi mandíbula, aquello era un encuentro diferente, nuestros dedos entrelazados lo gritaban pero nuestros labios lo silenciaban por miedo.
En silencio, acunados solo por la respiración acompasada de ambos pensaba en que ya no era la marca de mi pecho lo que me anclaba a ella en esos momentos.
Era su fiel esclavo, pero no había cadenas, ni grilletes si no unos sentimientos que crecían por momentos, no pensaba admitirlo, no estaba preparado para ello, aun tenia muchos escudos frente a mi y aunque sabia que ella había sido virgen hasta mi, no sabia si solo era para ella un esclavo con el que dormir.
Se levantó, alcé la vista siguiéndola, no sabia lo que hacia, peor no tardó en regresar a mi lado, un polvo voló entre nuestros cuerpos, sus palabras me liberaron como esclavo, decía que podía volar lejos ¿y que pasa si no quería hacerlo?
En silencio salió de la cabaña, inmóvil me quede sin saber que hacer, era libre, peor no quería serlo.
Pase un tiempo desnudo, mirando el techo de madera plagado de betas, mi aire salia pesado, era complicado.
Finalmente salí a buscarla, las estrellas brillaban fuera, preciosas, me hubiera gustado volar con ella, surcar le firmamento juntos.
Mis brazos rodearon su cintura, mi barbilla se apoyo en su hombro encorvando ligeramente la espalda para ello.
-Vamos a dormir -le pedí dejando después un reguero de besos en el cuello.
Era mi forma de decirle que no pensaba irme a ningún sitio.
Su pecho rozaba el mio, nos encontramos en cada caricia incapaces de desviar la mirada del otro, nos necesitábamos aquella noche que seria la ultima antes de emprender el peligrosos viaje.
Sus piernas se convirtieron en sierpes, rodearon mi cintura, permitiéndome entrar mas dentro, arrasarlo todo y devastar sus profundidades con mi movimiento.
Gruñí contra sus labios, dibujándolos ansioso con mi boca, el baile del fuego iluminaba nuestra piel, ojos que centelleaban presos del hechizo de cada uno de nuestros movimientos.
Cerré los ojos con mi frente pegada a la ajena, jadeos rudos acallados por sus labios, sonreía viéndome perder el juicio al tiempo que su espalda se arqueaba para cobijarme mas adentro haciéndome tocar el cielo con los dedos.
Nunca me sentí volar mas alto que cuando me sacudí en su interior, la llené de mi, sus besos en mi cuello, sus dientes en mi mandíbula, aquello era un encuentro diferente, nuestros dedos entrelazados lo gritaban pero nuestros labios lo silenciaban por miedo.
En silencio, acunados solo por la respiración acompasada de ambos pensaba en que ya no era la marca de mi pecho lo que me anclaba a ella en esos momentos.
Era su fiel esclavo, pero no había cadenas, ni grilletes si no unos sentimientos que crecían por momentos, no pensaba admitirlo, no estaba preparado para ello, aun tenia muchos escudos frente a mi y aunque sabia que ella había sido virgen hasta mi, no sabia si solo era para ella un esclavo con el que dormir.
Se levantó, alcé la vista siguiéndola, no sabia lo que hacia, peor no tardó en regresar a mi lado, un polvo voló entre nuestros cuerpos, sus palabras me liberaron como esclavo, decía que podía volar lejos ¿y que pasa si no quería hacerlo?
En silencio salió de la cabaña, inmóvil me quede sin saber que hacer, era libre, peor no quería serlo.
Pase un tiempo desnudo, mirando el techo de madera plagado de betas, mi aire salia pesado, era complicado.
Finalmente salí a buscarla, las estrellas brillaban fuera, preciosas, me hubiera gustado volar con ella, surcar le firmamento juntos.
Mis brazos rodearon su cintura, mi barbilla se apoyo en su hombro encorvando ligeramente la espalda para ello.
-Vamos a dormir -le pedí dejando después un reguero de besos en el cuello.
Era mi forma de decirle que no pensaba irme a ningún sitio.
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 20/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Salí de la cabaña, sin un rumbo determinado, solo quería intentar encontrar algo de claridad en medio de la confusión en la que se habían convertido mis pensamientos y mis sentimientos. Sabía perfectamente que en un tiempo demasiado corto mis sentimientos por el cambiante se habían transformado en algo más profundo de lo que quería aceptar. Amarlo, como había pensado hace unos minutos… seguramente estaba confundida, no podía ser, era un sentimiento que me estaba vedado, un imposible que no debía ni siquiera considerar.
Tironeé de mi bata para cubrirme más con ella y caminé despacio frente a la cabaña, sacudiendo mi cabeza con lentitud. Acababa de devolverle la libertad de volar a Dúshlán, no tenía la menor idea de como usaría esa libertad. Podría marcharse perfectamente y quizás eso fuera lo mejor para él.
Quizás lo más sensato fuera llevar a cabo la misión y después de ella regresar a mis tierras. ¿Qué me ataba a Francia más que la posibilidad de obtener más misiones intermitentes? Sentía nostalgia de Irlanda, quería volver a ver la grandeza de los parajes de Antrim, tomar una cerveza mientras escuchaba el ritmo incomparable de nuestras canciones, perderme descalza en las ruinas del castillo de Kinbane y recordar en ella mis raíces antes de que terminara de olvidarme del todo de quien era.
Los brazos del cambiante me tomaron por sorpresa, pude sentir sus manos rodeando mi cintura y su respiración acompasada contra mi espalda. Sus labios recorrieron mi cuello y en ese gesto comprendí que no volaría lejos. Enlacé mis dedos con los suyos y alcé la mano señalando a nuestro alrededor. -Esta es mi tierra Dúshlán.-
Liberé mi magia y con ella mi capacidad de crear ilusiones vívidas, presentando ante sus ojos una réplica exacta, como si en lugar de una irrealidad nos encontrásemos presentes en Antrim. Lo tomé de la mano para que camináramos por sus senderos, para que conociera la belleza indómita de mi lugar de origen, oliera la tierra que me vio nacer y fuesen las estrellas que iluminaban las ruinas de Kinbane las que nos bañasen a ambos con su luz. Giré entre sus brazos y me adentré en esos ojos grises buscando revelar los misterios de ese cambiante que de alguna manera pareciera finalmente abrirlos para mi.
-De este lugar proviene mi esencia, esta tierra es lo que soy, mis raíces fueron forjadas en ella y mis creencias provienen todas de allí. En ella aprendí sobre Lugh y los dioses celtas, a seguir las tradiciones druidas y a usar el poder curativo de la naturaleza. De las entrañas de esa tierra surge la magia que corre por mis venas.- Suspiré rodeándolo con mis brazos y mis labios anhelantes buscaron los suyos, uniéndose en un beso salvaje y lleno de deseo.
Buscando respirar de nuevo encontré sus grises y acaricié su corta barba con mis dedos. -Si los sueños fueran posibles quisiera que tú y yo caminásemos de la mano en Irlanda, algún día.-
Lo tomé de la mano para que regresáramos a la cabaña, allí tironeé de él para que cayéramos juntos sobre las pieles, para que me envolviera con sus alas frente al fuego, y diéramos rienda nuevamente a nuestra pasión. Nada me importó más que tenerle junto a mi, sentirle como una mujer siente a un hombre, y olvidarme de todo aquello que no fuera él antes de caer rendidos y entregarnos al sueño.
Aún la aurora no aparecía en el horizonte cuando abrí los ojos, el cambiante permanecía a mi lado, profundamente dormido. Mis dedos acariciaron su torso deseando prolongar esa visión. Me acerqué a sus labios y los besé suavemente, una última caricia mia en su rostro mientras le escuchaba murmurar entre sueños. -Dúshlán… si pudiera ser otro nuestro destino… Perdóname por no permitir que me acompañes.-
Me levanté y salí silenciosamente de la cabaña. Afuera los grillos nocturnos y el sonido de las lechuzas me recibía. Subi al corcel que me esperaba y me dirigí a la abadía adonde el sacerdote me entrego el cofre con el objeto maldito, advirtiéndome que había de andarme con cuidado, algo que sabía de sobra aunque noté el miedo y un tinte de pánico y locura en los ojos del párroco que aún se recuperaba de la extraña enfermedad que le invadiera desde que el cofre llegara a sus manos.
Sujeté las riendas titubeando al mirar en dirección adonde se encontraría Dúshlán. Mi voluntad se debatía ante el deseo de regresar y reunirme con él, pero de hacerlo, nos condenaría a ambos. Di un toque con mis talones a los flancos del caballo y este se apresuró en su trote alejándonos del pueblo bajo las primeras luces del alba.
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
La libertad, muchos no entenderán porque empiezo pensando en ella nada mas abro los ojos con los primeros haces de luz golpeando el postigo de la cabaña.
Mi lecho esta vació, después de una noche de pasión desmedida me doy cuenta de dos cosas, que ayer me regalo su primer adiós y con él lo que la libertad representa en cualquier ser.
Deslizo mi mano por el caliente lecho, no se bien si extraño su cuerpo o por contra la idea de no pertenecer a nadie se me hace extraño.
No me cuesta entender que me a abandonado, sus motivos los desconozco, pues la misión que íbamos a emprender era peligrosa y no adecuada para solo una mujer.
Medito en silencio el porque ahora, porque no después y donde quedaron esas palabras en las que me convertía en socio, en aliado y quizás en algo mas que todo eso. ¿Burdas mentiras?
Quería respuestas y no seria sobre este lecho donde las encontraría, puede que ella fuera una hechicera escurridiza, puede que sus verdes me hayan sentenciado a muerte y puede que las cadenas invisibles que me atan a ella se hayan roto, peor merezco al meno respuestas.
Me alzó del lecho desnudo, no me esfuerzo en vestirme, es ridículo cuando el único modo de dar con ella no es solo acudir a esa abadía donde íbamos a recoger el maldito objeto, si no volar para tener una vista panorámica de la realidad.
En el exterior de la cabaña, mi boca se trasforma en un afilado pico naranja, plumas crecen por todo mi cuerpo y mis brazos se convierten en las tupidas alas de una águila.
Mis garras sobre la tierra esperan que las alas se muevan y pronto me encuentro surcando el cielo preso de la libertad.
Desde arriba pedo ver el mundo minúsculo, como si todo fuera cuestión de perspectiva, cuando vuelo me doy cuenta de que los esclavos son el resto.
Surco el aire como el capitán de un navío la mar y solo nosotros podemos entender en todas sus formas la palabra libertad.
Finalmente la veo, sobre un caballo y con las alforjas bien cargadas no mira atrás mientras al galope se aleja de este lugar, de mi, de nuestra felicidad.
Me dejo caer en picado, muchas son las respuestas que me va a tener que dar, pero por el momento, mi cuerpo cae frente al corcel que se alza sobre sus dos patas traseras asustado por mi temeridad.
En los ojos de la hechicera veo desconcierto, en los míos puede leer la rabia de haber sido abandonado como un perro.
-Buenos días -apuntó nada mas recupero mi forma, claro que completamente en pelotas -¿te olvidaste quizás de despertarme? -apunto mordaz sin apartar mis ojos de su fría mirada.
Mi lecho esta vació, después de una noche de pasión desmedida me doy cuenta de dos cosas, que ayer me regalo su primer adiós y con él lo que la libertad representa en cualquier ser.
Deslizo mi mano por el caliente lecho, no se bien si extraño su cuerpo o por contra la idea de no pertenecer a nadie se me hace extraño.
No me cuesta entender que me a abandonado, sus motivos los desconozco, pues la misión que íbamos a emprender era peligrosa y no adecuada para solo una mujer.
Medito en silencio el porque ahora, porque no después y donde quedaron esas palabras en las que me convertía en socio, en aliado y quizás en algo mas que todo eso. ¿Burdas mentiras?
Quería respuestas y no seria sobre este lecho donde las encontraría, puede que ella fuera una hechicera escurridiza, puede que sus verdes me hayan sentenciado a muerte y puede que las cadenas invisibles que me atan a ella se hayan roto, peor merezco al meno respuestas.
Me alzó del lecho desnudo, no me esfuerzo en vestirme, es ridículo cuando el único modo de dar con ella no es solo acudir a esa abadía donde íbamos a recoger el maldito objeto, si no volar para tener una vista panorámica de la realidad.
En el exterior de la cabaña, mi boca se trasforma en un afilado pico naranja, plumas crecen por todo mi cuerpo y mis brazos se convierten en las tupidas alas de una águila.
Mis garras sobre la tierra esperan que las alas se muevan y pronto me encuentro surcando el cielo preso de la libertad.
Desde arriba pedo ver el mundo minúsculo, como si todo fuera cuestión de perspectiva, cuando vuelo me doy cuenta de que los esclavos son el resto.
Surco el aire como el capitán de un navío la mar y solo nosotros podemos entender en todas sus formas la palabra libertad.
Finalmente la veo, sobre un caballo y con las alforjas bien cargadas no mira atrás mientras al galope se aleja de este lugar, de mi, de nuestra felicidad.
Me dejo caer en picado, muchas son las respuestas que me va a tener que dar, pero por el momento, mi cuerpo cae frente al corcel que se alza sobre sus dos patas traseras asustado por mi temeridad.
En los ojos de la hechicera veo desconcierto, en los míos puede leer la rabia de haber sido abandonado como un perro.
-Buenos días -apuntó nada mas recupero mi forma, claro que completamente en pelotas -¿te olvidaste quizás de despertarme? -apunto mordaz sin apartar mis ojos de su fría mirada.
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
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Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Mi montura galopaba a mediana velocidad sobre el sendero que afortunadamente había dejado ya atrás la entrada al pueblo. Afortunadamente, pensaba, porque de esa manera podría interponer distancia entre el cambiante y mi persona, o eso es lo que me repetía, diciéndome que hacía lo correcto, y por más que estuve tentada de regresar me negué a permitir que mi debilidad guiara mis acciones. Contrariamente a mi pensamiento espoleé con energía los costados de mi corcel y continuamos marchando en dirección a nuestra misión. Iba a tener que pasar por una zona bastante peligrosa, si habría de creer todas las historias que se contaban de boca en boca, y teniendo en cuenta lo que cargaba en las alforjas bien podía ser esta mi última misión.
Mi caballo relinchó y se puso en dos patas, amenazando de esa manera con lanzarme al suelo, afortunadamente me aferré lo suficiente de sus crines como para mantenerme sobre su lomo. El corazón se me había desbocado al creer que caería al suelo, pero eso no fue nada comparado con el asombro que me invadió al ver el águila descender frente a mi.
Apreté los dientes al percatarme de que me había seguido. Maldición, debía haber lanzado algún hechizo que le impidiera localizarme, pero… le había dado su libertad, pensé que la tomaría y haría con ella todo lo que le fue negado durante la mayor parte de su vida. No había razón alguna para que me siguiera, no ahora que podría ir adonde quisiera, empezar desde cero, a menos que… a menos que…
Me negué a pensar siquiera en la razón que le orillaba a encontrarse frente a mi. A nuestro lado los árboles se volvían susurrantes meneando sus ramas a pesar de la escasez de viento. Estaba por entrar en un bosque adonde pocos se animaban a pasar, habían demasiados cuentos urbanos acerca de como muchos entraban para no salir más. Eso precisamente me orilló a venir por acá, mientras menos gente hubiese a mi alrededor mejor, no pensaba ser señuelo fácil para los asaltantes de los caminos.
Y ahora él… se aparecía de la nada. Le observé con los brazos cruzados y el ceño fruncido. -¿Qué haces aquí?- Bajé del caballo y me acerqué para acariciarle el cuello mientras le susurraba para calmarlo, resoplaba aún mostrando su nerviosismo, ya éramos dos. -¿Vienes a matarnos del susto? ¿Qué no ves que pude caer?-
No es que no estuviera feliz de verlo, una parte de mi no podía pasar por alto el hecho de que hubiera venido directamente a buscarme. Tampoco era como que no me percatara de su desnudez, que el muy desvergonzado ni siquiera actuaba como si se percatara y a mi me aceleraba la respiración solo mirarlo… así que no lo veía, desviaba mi mirada para otro lado. -El camino hacia tu libertad seguramente es hacia allá.- Extendí la mano para indicarle el extremo opuesto del sendero.
Pasé a un lado suyo para adentrarme en los árboles, el bosque susurrante le llamaban, iba tan ofuscada que no me percataba de que una capa oscura parecía ceñirse sobre este y que la neblina densa comenzaba a rodearnos. No pensaba lanzarme a sus brazos como una boba… como si no pudiera callarme lo que sentía al verlo…
Volteé hacia él, regresando sobre mis pasos al oír los suyos. -Pensé que estarías feliz con poder volar. - Mi respiración se había vuelto violenta, sus ojos me miraban furiosos y yo solo me sumergía en ese extraordinario gris que amenazaba con hacerme flaquear para terminar revelándole todo. -Puedo llevar a cabo sola esta misión, siempre lo he hecho asi.-
Última edición por Mila O'Connor el Jue Ago 24, 2017 4:56 am, editado 1 vez
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
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Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Sus verdes se hundieron en mis grises con una mezcla de incredibilidad y de cabreo, la verdad es que si quería deshacerse de mi iba a tener que ser mas clara, que me hubiera dado alas para volar no implicaba necesariamente que quisiera hacerlo en la dirección contraria.
Esa mujer era un maldito misterio, no parecía tener claro lo que quería, tan pronto se perdía en mi piel mostrándome que era diferente a los demás, que conmigo había algo mas que..placer y de pronto desaparecía dejándome atrás como si le quemara el roce de mi piel.
Mujeres, el que las entienda …
Caminé tras ella con una sonrisa ladeada, ella no quería hablar del tema, menos yo, si esto iba de sarcasmo e ironía podía asegurarle que yo era el dueño de ambas, mi esclavitud me había hecho tragar mucha quina, así que la verdad es que no iba a lograr desesperarme.
-Matarte de un susto, nada mas lejos de mi intención -sonreí de nuevo -parece que has visto un fantasma y no un águila -bromeé guiñándole un ojo caminando tras ella como dios me trajo al mundo.
Podía ver como se desesperaba colándose entre los arboles al verme seguir sus pasos, tal era así que finalmente se giro para enfrentarme y recordarme que era libre, libre para largarme y que mi camino nada tenia que ver con el sendero que ella había tomado.
-Y en mi liberta he decidido quedarme, así que lo siento peor parece que el camino no se bifurca ¿o hay motivo para ello Mila? -pregunté pasando de largo.
Si quería librarse de mi iba a tener que explicármelo muy claro, yo no era un perro al que abandonar sin mas cuando te cansabas de tenerlo, así que sin hacerle caso pese a notar sus ojos clavados en mi nuca seguí el sendero marcado por ese bosque tétrico.
-No he desayunado -apunté cuando mis tripas rugieron -que desconsiderada, con las prisas has olvidado prepararme algo -dije divertido usando la indiferencia como castigo.
Mila creo que no sabia como actuar, seguía mis pasos resoplando mientras yo sonreía caminando.
-Tenemos trabajo señorita, no debería gastar las fuerzas en maldecirme ¿somos socios recuerdas? -apunté caminando sin detener mi paso -no llevaras unos pantalones de mi talla, no es que me moleste la desnudez, peor veo que se te van los ojso hacia mi trasero -dije sin poder dejar de burlarme de ella.
Estaba cabreado, pero no pensaba demostrarlo, no porque eso me dejaría en una situación de desventaja, así que use el sarcasmo como mejor arma.
Esa mujer era un maldito misterio, no parecía tener claro lo que quería, tan pronto se perdía en mi piel mostrándome que era diferente a los demás, que conmigo había algo mas que..placer y de pronto desaparecía dejándome atrás como si le quemara el roce de mi piel.
Mujeres, el que las entienda …
Caminé tras ella con una sonrisa ladeada, ella no quería hablar del tema, menos yo, si esto iba de sarcasmo e ironía podía asegurarle que yo era el dueño de ambas, mi esclavitud me había hecho tragar mucha quina, así que la verdad es que no iba a lograr desesperarme.
-Matarte de un susto, nada mas lejos de mi intención -sonreí de nuevo -parece que has visto un fantasma y no un águila -bromeé guiñándole un ojo caminando tras ella como dios me trajo al mundo.
Podía ver como se desesperaba colándose entre los arboles al verme seguir sus pasos, tal era así que finalmente se giro para enfrentarme y recordarme que era libre, libre para largarme y que mi camino nada tenia que ver con el sendero que ella había tomado.
-Y en mi liberta he decidido quedarme, así que lo siento peor parece que el camino no se bifurca ¿o hay motivo para ello Mila? -pregunté pasando de largo.
Si quería librarse de mi iba a tener que explicármelo muy claro, yo no era un perro al que abandonar sin mas cuando te cansabas de tenerlo, así que sin hacerle caso pese a notar sus ojos clavados en mi nuca seguí el sendero marcado por ese bosque tétrico.
-No he desayunado -apunté cuando mis tripas rugieron -que desconsiderada, con las prisas has olvidado prepararme algo -dije divertido usando la indiferencia como castigo.
Mila creo que no sabia como actuar, seguía mis pasos resoplando mientras yo sonreía caminando.
-Tenemos trabajo señorita, no debería gastar las fuerzas en maldecirme ¿somos socios recuerdas? -apunté caminando sin detener mi paso -no llevaras unos pantalones de mi talla, no es que me moleste la desnudez, peor veo que se te van los ojso hacia mi trasero -dije sin poder dejar de burlarme de ella.
Estaba cabreado, pero no pensaba demostrarlo, no porque eso me dejaría en una situación de desventaja, así que use el sarcasmo como mejor arma.
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
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Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Observé a Dúshlán con una mezcla de asombro, inquietud e irritación ante su actitud desenfadada. Caminaba por el bosque como quien camina por su casa, como si no me hubiese marchado y si algo me había dolido en esta vida había sido dejarlo atrás pero había tomado mi decisión y tenía bases para ello, demasiadas pérdidas, todos aquellos rostros que una vez quise, todos perdidos, todos arrancados de este mundo prematuramente por mi culpa.
Lo miré en silencio mientras caminaba y tiré de las riendas de mi caballo, no sabía muy bien como tomarme su actitud. Guardé silencio cuando dijo que en su libertad decidió no marcharse, podía preguntarle por qué pero si su silencio abarcaba demasiado, no podía ni siquiera plantearme las razones por las cuales me había buscado o por las cuales aún decidía moverse de un lado al otro frente a mi en ese bosque.
-No deberías de estar aquí Dúshlán. No es bueno para ti…- desvié la mirada otra vez, golpeando una pequeña piedra con mi zapato. -¿Tienes idea de en qué bosque te has metido? Y no hablemos de lo que sea que contiene el cofre, o lo que su maldición podría desatar durante el recorrido, no son asuntos con los cuales se pueda jugar.-
Escuché sus tripas rugir de forma nada sutil, lo cual me hizo alzar la ceja pero lo que me dejó boquiabierta fue el hecho de que insinuara que había olvidado prepararle el desayuno. -Vaya, que rápido te acostumbras a que te haya dejado volar un rato.- Me enfurruñé. Honestamente… si hasta el día anterior era él quien se dedicaba a esos menesteres. -Que yo sepa puedes apañártelas bien, buscar algo comestible por acá y prender una fogata para cocinarnos algo.-
Me estaba desesperando con su actitud y más cuando habló de que éramos socios. -¿Ahora si aceptas la sociedad?- Alcé una ceja, después de tanto insistirle en que eso era lo que buscaba de él al comprarlo en aquel mercado de esclavos, y de que él hiciera caso omiso de mis palabras una y otra vez, ahora resultaba que se lo tomaba en serio.
Detuve a mi corcel para abrir una alforja tironeando de esta y saqué de su interior una muda de ropa que afortunadamente aún tenía de la compra del día anterior. -Me preocupo porque te veas bien y a la primera de cambio dejas tirada toda la ropa que te compré.- La lancé contra su cuerpo a modo de protesta por tanto descuido de su parte, quería que se pusiera algo encima, me inquietaba que anduviera desnudo…
-Que tal si una vez que te pongas la ropa vas y nos cazas algo para el desayuno.- Lo dejé que se adelantara un poco para que se vistiera y al cabo de unos minutos lo busqué con la mirada pero no le encontré, se había desvanecido. La espesa niebla se había tornado mucho más densa y no me permitía distinguir nada a mi alrededor. -¿Dúshlán?-
Me preocupé por su repentina ausencia y comencé a caminar, buscándolo de forma frenética a medida que avanzaba y no le veía por ningún lado. Mi mirada se fijó ahora en el tronco de un árbol, capturando mi atención una brillante luz roja que le envolvía como un halo. Me acerqué a ella y al tocar el tronco con mis dedos el árbol me engulló haciéndome desaparecer de adonde me encontraba para absorberme hacia su interior.
Lo miré en silencio mientras caminaba y tiré de las riendas de mi caballo, no sabía muy bien como tomarme su actitud. Guardé silencio cuando dijo que en su libertad decidió no marcharse, podía preguntarle por qué pero si su silencio abarcaba demasiado, no podía ni siquiera plantearme las razones por las cuales me había buscado o por las cuales aún decidía moverse de un lado al otro frente a mi en ese bosque.
-No deberías de estar aquí Dúshlán. No es bueno para ti…- desvié la mirada otra vez, golpeando una pequeña piedra con mi zapato. -¿Tienes idea de en qué bosque te has metido? Y no hablemos de lo que sea que contiene el cofre, o lo que su maldición podría desatar durante el recorrido, no son asuntos con los cuales se pueda jugar.-
Escuché sus tripas rugir de forma nada sutil, lo cual me hizo alzar la ceja pero lo que me dejó boquiabierta fue el hecho de que insinuara que había olvidado prepararle el desayuno. -Vaya, que rápido te acostumbras a que te haya dejado volar un rato.- Me enfurruñé. Honestamente… si hasta el día anterior era él quien se dedicaba a esos menesteres. -Que yo sepa puedes apañártelas bien, buscar algo comestible por acá y prender una fogata para cocinarnos algo.-
Me estaba desesperando con su actitud y más cuando habló de que éramos socios. -¿Ahora si aceptas la sociedad?- Alcé una ceja, después de tanto insistirle en que eso era lo que buscaba de él al comprarlo en aquel mercado de esclavos, y de que él hiciera caso omiso de mis palabras una y otra vez, ahora resultaba que se lo tomaba en serio.
Detuve a mi corcel para abrir una alforja tironeando de esta y saqué de su interior una muda de ropa que afortunadamente aún tenía de la compra del día anterior. -Me preocupo porque te veas bien y a la primera de cambio dejas tirada toda la ropa que te compré.- La lancé contra su cuerpo a modo de protesta por tanto descuido de su parte, quería que se pusiera algo encima, me inquietaba que anduviera desnudo…
-Que tal si una vez que te pongas la ropa vas y nos cazas algo para el desayuno.- Lo dejé que se adelantara un poco para que se vistiera y al cabo de unos minutos lo busqué con la mirada pero no le encontré, se había desvanecido. La espesa niebla se había tornado mucho más densa y no me permitía distinguir nada a mi alrededor. -¿Dúshlán?-
Me preocupé por su repentina ausencia y comencé a caminar, buscándolo de forma frenética a medida que avanzaba y no le veía por ningún lado. Mi mirada se fijó ahora en el tronco de un árbol, capturando mi atención una brillante luz roja que le envolvía como un halo. Me acerqué a ella y al tocar el tronco con mis dedos el árbol me engulló haciéndome desaparecer de adonde me encontraba para absorberme hacia su interior.
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
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Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Enarqué una ceja, encima la señorita tenia la desfachatez de preguntarme ¿que hacia allí? Ahora me decía que era peligroso, bosque, maldición y toda la demás mierda lo que me hizo ladear la sonrisa girándome para enfrentarla.
Si pensaba que me iba a sacar de quicio se equivocaba, si quería largarme de su lado iba a tener que ser infinitamente mas elocuente, sobre todo ahora que éramos...¿Socios?
-Tengo una duda ¿En lo de socios también va implícito lo de saciarnos en la cama...? no por nada..pero me gusta bastante como te mueves cuando hacemos el amor -apunté con picarda.
Yo también sabia jugar a lo mismo y si eso quería, llenar nuestro camino de palabras sin sentido pues perfecto, lo haríamos, lo que no pensaba era dejarla sola en esta mierda.
Sabia que me ocultaba algo, algo que no me decía, que la movía a tratarme de este modo tan ilógico, eso o que era bipolar, algo que también podía tener mucho sentido.
Me eche a reír ante su siguiente afirmación.
-¿volar un rato? Creía que me habías dado la libertad bruja ¿que pasa? ¿que te has dado cuenta de que no puedes vivir sin mi? -le dije acercándome a escasa distancia de su cuerpo -lo tienes fácil, vuelve a atarnos bruja y todo seguirá como antes.
Desvió la mirada para poner distancia entre nosotros, su destino las alforja ordenándome que me vistiera.
-¿Palabra mágica? -le pregunté buscando su mirada con una sonrisa -ahora que somos socios no tengo porque obedecerte en todo y mira..
Sacudí mi verga frente a sus ojos -mira que bien se mueve en libertad, deberías probarla ahora -le dije arrastrando las palabras.
Mila frunció el ceño cruzando en jarra los brazos y con sus inquisitivos y preciosos ojos verdes me pidió que me vistiera y de paso trajera desayuno.
-Joder, socia te has vuelto muy mandona -contesté mientras empezaba a vestirme con una sonrisa ladeada.
No se que demonios pasó de golpe pero una niebla espesa cubrió el bosque, no veía nada.
-¡Mila! -la llamé bastante alterado, pero aparte del aire atravesando las frondosas ramas no se escuchaba nada.
-¡Mila joder!
Si esto era un maldito truco no tenia la menor gracia. Si quería librarse de mi no le iba a funcionar ni siquiera este despliegue, que menos que mirarme a los ojso y ser sincera.
-¡Mila! -grité desesperado incapaz de ver nada, tropecé con las raíces de los arboles hasta que sentí como un polvo blanco era sopado en mi cara.
Iba a revolverme, cuando caí al suelo incapaz de mantenerme despierto, a mi alrededor ninfas o eso parecían, reían semidesnudas contemplándome fijamente, quizás solo eran los efectos de la maldita droga.
-Mila -la llamé antes de que la oscuridad me venciera.
Si pensaba que me iba a sacar de quicio se equivocaba, si quería largarme de su lado iba a tener que ser infinitamente mas elocuente, sobre todo ahora que éramos...¿Socios?
-Tengo una duda ¿En lo de socios también va implícito lo de saciarnos en la cama...? no por nada..pero me gusta bastante como te mueves cuando hacemos el amor -apunté con picarda.
Yo también sabia jugar a lo mismo y si eso quería, llenar nuestro camino de palabras sin sentido pues perfecto, lo haríamos, lo que no pensaba era dejarla sola en esta mierda.
Sabia que me ocultaba algo, algo que no me decía, que la movía a tratarme de este modo tan ilógico, eso o que era bipolar, algo que también podía tener mucho sentido.
Me eche a reír ante su siguiente afirmación.
-¿volar un rato? Creía que me habías dado la libertad bruja ¿que pasa? ¿que te has dado cuenta de que no puedes vivir sin mi? -le dije acercándome a escasa distancia de su cuerpo -lo tienes fácil, vuelve a atarnos bruja y todo seguirá como antes.
Desvió la mirada para poner distancia entre nosotros, su destino las alforja ordenándome que me vistiera.
-¿Palabra mágica? -le pregunté buscando su mirada con una sonrisa -ahora que somos socios no tengo porque obedecerte en todo y mira..
Sacudí mi verga frente a sus ojos -mira que bien se mueve en libertad, deberías probarla ahora -le dije arrastrando las palabras.
Mila frunció el ceño cruzando en jarra los brazos y con sus inquisitivos y preciosos ojos verdes me pidió que me vistiera y de paso trajera desayuno.
-Joder, socia te has vuelto muy mandona -contesté mientras empezaba a vestirme con una sonrisa ladeada.
No se que demonios pasó de golpe pero una niebla espesa cubrió el bosque, no veía nada.
-¡Mila! -la llamé bastante alterado, pero aparte del aire atravesando las frondosas ramas no se escuchaba nada.
-¡Mila joder!
Si esto era un maldito truco no tenia la menor gracia. Si quería librarse de mi no le iba a funcionar ni siquiera este despliegue, que menos que mirarme a los ojso y ser sincera.
-¡Mila! -grité desesperado incapaz de ver nada, tropecé con las raíces de los arboles hasta que sentí como un polvo blanco era sopado en mi cara.
Iba a revolverme, cuando caí al suelo incapaz de mantenerme despierto, a mi alrededor ninfas o eso parecían, reían semidesnudas contemplándome fijamente, quizás solo eran los efectos de la maldita droga.
-Mila -la llamé antes de que la oscuridad me venciera.
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
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Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Del otro lado las cosas eran… oscuras. El aire era más denso y el cielo negro no presentaba ni una estrella, aunque tampoco era de noche... En seguida me recorrió un escalofrío que me llegó a lo más profundo de la espina dorsal.
Caminé con rapidez, había atravesado una puerta mágica y ahora me encontraba en el límite entre un lado y el otro del bosque. Si volteaba a mi derecha aún podía ver a mi corcel meneando tranquilamente su cola bajo la luz solar mientras se alimentaba del pasto. En cuanto lo vi corrí hacia él pero me di de golpe con una barrera invisible que me impidió el paso. Sobé con mis dedos mi nariz adolorida al percatarme de la barrera. No iba a poder salir de aquí fácilmente, la única manera de regresar sería encontrar nuevamente una puerta que condujera de regreso.
Caminé con rapidez, había atravesado una puerta mágica y ahora me encontraba en el límite entre un lado y el otro del bosque. Si volteaba a mi derecha aún podía ver a mi corcel meneando tranquilamente su cola bajo la luz solar mientras se alimentaba del pasto. En cuanto lo vi corrí hacia él pero me di de golpe con una barrera invisible que me impidió el paso. Sobé con mis dedos mi nariz adolorida al percatarme de la barrera. No iba a poder salir de aquí fácilmente, la única manera de regresar sería encontrar nuevamente una puerta que condujera de regreso.
Mi preocupación ahora era el cambiante, por más que caminé a lo largo de la barrera no se le veía por ningún lado a pesar de que aquella neblina ya se había disipado.
Aún caminaba cuando escuché murmullos y risas por lo que con rapidez me escondí detrás del tronco de un árbol. Un grupo de féminas se acercaban. Asomándome apenas pude distinguirlas, presentaban un aspecto etéreo pero me pareció que había más en ellas de lo que se veía a simple vista. Una de ellas volteó y pude ver sus ojos rojos. Se parecían a las Korrigans… espíritus malignos del bosque que ocultan su verdadera apariencia... Demonios les llamábamos también en Irlanda... No esperaba ver criaturas similares a ellas en Francia, pero por supuesto ningún país estaba exento de magia, ya fuera blanca o negra...
Aún caminaba cuando escuché murmullos y risas por lo que con rapidez me escondí detrás del tronco de un árbol. Un grupo de féminas se acercaban. Asomándome apenas pude distinguirlas, presentaban un aspecto etéreo pero me pareció que había más en ellas de lo que se veía a simple vista. Una de ellas volteó y pude ver sus ojos rojos. Se parecían a las Korrigans… espíritus malignos del bosque que ocultan su verdadera apariencia... Demonios les llamábamos también en Irlanda... No esperaba ver criaturas similares a ellas en Francia, pero por supuesto ningún país estaba exento de magia, ya fuera blanca o negra...
Daba igual en realidad de donde provenían o qué eran. Acababa de percatarme de que se habían apoderado de Dúshlán… y si me ponía a adivinar sus intenciones distarían de ser benévolas. Conocía algunos demonios del bosque que cazaban hombres con la finalidad de asesinarlos y aumentar sus poderes. Apreté los labios, el cambiante era mío, así que les seguí los pasos a la distancia.
Al poco tiempo vi el lugar al que se dirigían, él estaba inconsciente por lo que lo movían con facilidad. Mientras un coro de risas atravesaba el aire, me moví con sigilo observando como lo introducían en una de las tiendas. Mi ventaja constituía en que no me vieran por lo que me mantuve inmóvil aguardando a que un grupo que se encontraba de pie frente a ella decidiera moverse. -Se lo dejaremos a Arethusa, ella realizará el ritual. No es humano, por lo que el sacrificio será mejor de lo que podíamos esperar.-
Transcurrieron los minutos hasta que finalmente se largaron a otro lado. Me introduje en la tienda para ver a una mujer preparando al cambiante. Lo habían colocado sobre un camastro de piedra y ahora la susodicha le lavaba el cuerpo mientras repetía un cántico una y otra vez. Se detuvo un momento para contemplarlo, acariciarle el rostro y una franja de desagrado se asomó a mi frente al notar que estaba demostrando demasiado interés por él.
El cambiante abría y cerraba los ojos adormilado e incluso esbozaba una sonrisa. Aprovechando la distracción de la mujer que continuaba concentrada en él agarré una vasija que vi a un lado y desde atrás se la rompí en la cabeza haciéndola caer al suelo.
-Dúshlán.- Sin perder el tiempo trepé rápidamente sobre el camastro. -Dúshlán despierta rápido, nos marchamos.- Le di un par de golpecitos en las mejillas, que luego torné en palmadas más fuertes. -Deja de hacer el tonto.- Seguía sonriendo de lo lindo. -Nos vamos ¿me oyes?-
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 07/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Abrí los ojos de nuevo, frente a mi luces de colores y una mujer de ojos verdes, otra mas, eso era le paraíso. Mi cara de idiota era un hecho, algo que me hizo saber la mujer, la otra me trataba mejor, quería que volviera, esta me daba tortas en la cara.
Gruñí como respuesta mientras trataba de enfocarla, apenas era consciente de lo que sucedía a mi alrededor.
La voz me sonaba familiar, me apremiaba a marchar ¿marchar donde? Si no sabia ni donde cojones estaba.
-Mila -pregunté aun con cara de tonto.
Cerré los ojos poniendo boca de besugo para recibir un beso que no llegó a cambio me llovió una hostia que me giró la cara.
Abrí los ojos como respuesta lazando el tronco para enfrentarla mientras ella sonreía.
-¿Donde estoy? -pregunté mirando a mi alrededor.
Poco a poco me llegaban las imágenes del bosque, la bruma y las mujeres.
enarqué una ceja mirando a la bruja.
-¿iban a follarme sin piedad y has venido a rescatarme? -puse cara de cabreo -tu estas loca, lárgate y vuelve mas tarde -dije dejándome de nuevo caer en el lecho.
Me eche a reír por la cara de cabreo que puso y con cierta dificultad hice por ponerme en pie, iba todavía bastante colocado a decir verdad.
Ella pasó su cuerpo por debajo de mi brazo, nuestros rostros se encontraron, alientos que chocaron furibundos en ese momento.
-Podrías haberte largado -susurré mirando sus labios.
Había tratado de escapar de mi ese mismo día, este era el modo mas fácil de hacerlo, irse sin mirar atrás y sin embargo estaba luchando por salvar mi vida -no me debes nada -aseguré algo ido mientras ella tiraba de mi y yo trataba de seguirle el ritmo.
Si pudiera al menos cambiar, seria mas fácil la huida, ella podría correr sin un peso muerto que llevar y yo podría cubrir su retirada desde el aire, pero tal y como estaba me resultaba imposible convertirme en ave.
Jadeaba por el esfuerzo, mis piernas no me respondían y no tardé en percibir que nos seguían.
-Tienes que irte -le pedí -las entretendré pero no se por cuanto tiempo -susurré deteniéndola para tomar su mentón y que me mirara atenta.
-Son demasiadas Mila, no podrás con todas ellas, lárgate -le instigué a obedecer mientras buscaba el acero con el que enfrentarlas y ganar tiempo.
Gruñí como respuesta mientras trataba de enfocarla, apenas era consciente de lo que sucedía a mi alrededor.
La voz me sonaba familiar, me apremiaba a marchar ¿marchar donde? Si no sabia ni donde cojones estaba.
-Mila -pregunté aun con cara de tonto.
Cerré los ojos poniendo boca de besugo para recibir un beso que no llegó a cambio me llovió una hostia que me giró la cara.
Abrí los ojos como respuesta lazando el tronco para enfrentarla mientras ella sonreía.
-¿Donde estoy? -pregunté mirando a mi alrededor.
Poco a poco me llegaban las imágenes del bosque, la bruma y las mujeres.
enarqué una ceja mirando a la bruja.
-¿iban a follarme sin piedad y has venido a rescatarme? -puse cara de cabreo -tu estas loca, lárgate y vuelve mas tarde -dije dejándome de nuevo caer en el lecho.
Me eche a reír por la cara de cabreo que puso y con cierta dificultad hice por ponerme en pie, iba todavía bastante colocado a decir verdad.
Ella pasó su cuerpo por debajo de mi brazo, nuestros rostros se encontraron, alientos que chocaron furibundos en ese momento.
-Podrías haberte largado -susurré mirando sus labios.
Había tratado de escapar de mi ese mismo día, este era el modo mas fácil de hacerlo, irse sin mirar atrás y sin embargo estaba luchando por salvar mi vida -no me debes nada -aseguré algo ido mientras ella tiraba de mi y yo trataba de seguirle el ritmo.
Si pudiera al menos cambiar, seria mas fácil la huida, ella podría correr sin un peso muerto que llevar y yo podría cubrir su retirada desde el aire, pero tal y como estaba me resultaba imposible convertirme en ave.
Jadeaba por el esfuerzo, mis piernas no me respondían y no tardé en percibir que nos seguían.
-Tienes que irte -le pedí -las entretendré pero no se por cuanto tiempo -susurré deteniéndola para tomar su mentón y que me mirara atenta.
-Son demasiadas Mila, no podrás con todas ellas, lárgate -le instigué a obedecer mientras buscaba el acero con el que enfrentarlas y ganar tiempo.
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 20/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Tal vez el siguiente par de palmadas que le di a Dúshlán fueron más fuertes de lo necesario pero me estaba dando a entender que le hubiera gustado copular con las mujeres. Y mientras más, mejor.
Me crucé de brazos enfadada cuando volvió a dejarse caer sobre el lecho de piedra, felizmente decidido a esperarlas. -Esto no es una broma, a pesar de su aspecto, son demonios. Quieren ofrecerte en sacrificio.- Ahora mi preocupación volvía, había venido por él e iba a llevármelo de allí o dejaría de llamarme Mila.
A continuación me bajé del camastro para colocar su brazo sobre mis hombros y comenzar a avanzar, el polvo que le habían dado no solo lo tenía ido si no que le producía el efecto de ponerlo laxo como un muñeco de trapo, prácticamente tenía que arrastrarlo.
Luego empezó a hablar tonterías, como que podría haberme largado y que no le debía nada. Salimos sigilosamente de la tienda por detrás de ella. -El polvo te confunde aún más tus ideas. Se te olvida que somos socios y a menos que la disolvamos la sociedad sigue siendo de dos.-
Notaba que se le cerraban los ojos, por lo que volvía a darle palmadas en el rostro. -Mantente conmigo, no voy a dejarte aquí. Será mejor que comiences a confiar en mi y en que sé lo que hago.- Lo necesitaba alerta y no quería escuchar más sin sentidos, como que no era necesario que hiciera nada por él.
Seguimos caminando por el bosque, cargaba casi todo su peso, pero el empeño en salir de allí hacía que apenas me percatara. En una de esas se tambaleo casi cayendo encima mio. Un escalofriante rugido se escuchó en la distancia, las mujeres se habían percatado de la ausencia del cambiante y varios sonidos inhumanos que se sucedían indicaban que salían de su campamento en pos de él.
-No.- Me pedía que me largara y maldita sea, no. No me iba a ir dejándolo atrás. Negué cuando hizo ademán de buscar el acero para que me marchara, y con acopio de fuerzas tiré de él para empujarlo contra un árbol, dejándolo atrapado entre el tronco y mi cuerpo. Llevé mi mano a su boca para que callara y me concentré. Nunca había entrado en la mente de demonios del bosque, pero tenía que intentarlo.
Ellas se acercaban y me concentré para utilizar mi habilidad mágica y crear la ilusión de que formábamos parte del árbol, de que solo éramos parte de su tronco. Miré esos en sus ojos respirando de forma pesada, él ya me había comprendido, debíamos de permanecer inmóviles, no realizar el más leve sonido.
Pronto se hicieron visibles, viniendo hacia nosotros. Un par ya no mostraban su disfraz humano, sus narices eran deformes, en sus bocas se distinguian colmillos afilados, y sus ojos hundidos buscaban alrededor, pasaron a escasos metros de distancia y siguieron su búsqueda. Mi ilusión les había engañado, no nos habían percibido.
Inmóvil miré al cambiante y por unos segundos era a mi a quien no sostenían las rodillas. No sabía ni como describir esos ojos grises, demasiado intensos me atrapaban. Su pecho subía y bajaba con el mío mientras permanecíamos en absoluto silencio, mis ojos verdes recorrían sus facciones y ya no sabía como demonios iba a hacer para seguir alejándolo de mi. Ya no sabía si tenía las fuerzas que necesitaba para hacerlo…
Volví a concentrarme en el problema presente, las mentes en las que entraba eran poderosas, requería mucho de mi entrar. En el oscuro cielo dos monstruos alados de gran tamaño hicieron acto de presencia capturando su atención al abalanzarse en dirección a las mujeres demonio y orillándolas a correr al amenazarlas a campo través, creando así una distracción que nos permitiera burlarlas.
-Busquemos la salida...-
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Mi espalda chocó contra un árbol, mi errática respiración golpeaba contra la humedad de sus labios que casi suplicaban que con lo ido que estaba me mantuviera quieto contra ese tronco y no hiciera ninguna estupidez.
Su cuerpo se trasformó en cárcel de piel y hueso, mis ojos recorrieron sus verdes, mi nariz friccionó con la ajena mientras mis labios se entreabrían buscando el candor de las brasas ajenas.
Los rocé con delicadeza, húmedo el vaho que existía entre nuestras bocas.
Su mano en mi pecho para que no la hiciera perder la concentración, cerré los ojos elevando la cabeza apoyándola contra el árbol.
Pasaron aquellos demonios que casi me hacen soltar un ¡joder que feas son! Pero que no hice porque su mano tapó mis labios.
Iba poco a poco despertando del sopor de esos polvos que me tenían aturdido por completo, así que cuando me dijo que teníamos que buscar la salida asentí.
-¿socios? -pregunté con cierta picarda -no dudaste en dejar a tu socio en la cabaña tirado ¿por que ahora somos de nuevo socios? -pregunté.
Esa mujer era el puto espíritu de la contradicción, tan pronto venia a buscarme al infierno para salvarme como me abandonaba a mi suerte sin motivo aparente, la detuve de la muñeca y tiré de ella para que me enfrentara.
-Mila ¿que me escondes? -pregunté inquisitivo.
Sabia que había algo tras ese juego de una de cal y otra de arena que me estaba volviendo loco.
-Cuando estas entre mis brazos puedo sentir que me deseas peor a la mañana siguiente te largas sin darme una sola respuesta ¿por que? Nada tiene sentido o lo tendría si ahora no hubieras venido por mi, pero estas aquí, arriesgando tu vida y recordándome que somos socios.
Negué con la cabeza cuando tiró de mi para que nos moviéramos, mas no lo hice, quería respuestas y las quería ya.
-Mila ¿que pasa?
El ruido de aquella mujeres hizo que ambos desviáramos la cabeza hacia atrás, nos miramos un instante antes de salir corriendo bosque a través, teníamos que buscar el modo por el que pasar.
Yo no entendía de magia, pero tenia que haber algún portal, algo que nos sacara de esa realidad donde las mujeres bellas ahora eran aberraciones.
-¡¡¡Corre!!! -rugí tirando de su mano pues la magia la había debilitado
Su cuerpo se trasformó en cárcel de piel y hueso, mis ojos recorrieron sus verdes, mi nariz friccionó con la ajena mientras mis labios se entreabrían buscando el candor de las brasas ajenas.
Los rocé con delicadeza, húmedo el vaho que existía entre nuestras bocas.
Su mano en mi pecho para que no la hiciera perder la concentración, cerré los ojos elevando la cabeza apoyándola contra el árbol.
Pasaron aquellos demonios que casi me hacen soltar un ¡joder que feas son! Pero que no hice porque su mano tapó mis labios.
Iba poco a poco despertando del sopor de esos polvos que me tenían aturdido por completo, así que cuando me dijo que teníamos que buscar la salida asentí.
-¿socios? -pregunté con cierta picarda -no dudaste en dejar a tu socio en la cabaña tirado ¿por que ahora somos de nuevo socios? -pregunté.
Esa mujer era el puto espíritu de la contradicción, tan pronto venia a buscarme al infierno para salvarme como me abandonaba a mi suerte sin motivo aparente, la detuve de la muñeca y tiré de ella para que me enfrentara.
-Mila ¿que me escondes? -pregunté inquisitivo.
Sabia que había algo tras ese juego de una de cal y otra de arena que me estaba volviendo loco.
-Cuando estas entre mis brazos puedo sentir que me deseas peor a la mañana siguiente te largas sin darme una sola respuesta ¿por que? Nada tiene sentido o lo tendría si ahora no hubieras venido por mi, pero estas aquí, arriesgando tu vida y recordándome que somos socios.
Negué con la cabeza cuando tiró de mi para que nos moviéramos, mas no lo hice, quería respuestas y las quería ya.
-Mila ¿que pasa?
El ruido de aquella mujeres hizo que ambos desviáramos la cabeza hacia atrás, nos miramos un instante antes de salir corriendo bosque a través, teníamos que buscar el modo por el que pasar.
Yo no entendía de magia, pero tenia que haber algún portal, algo que nos sacara de esa realidad donde las mujeres bellas ahora eran aberraciones.
-¡¡¡Corre!!! -rugí tirando de su mano pues la magia la había debilitado
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 20/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
-¿Socios? ¿por que ahora somos de nuevo socios? – Lo miré en silencio, un vistazo a esos grises e incluso me olvidaba de la situación presente. Me estaba echando en cara lo que él consideraba un abandono, y si, bien mirado a través de sus ojos, eso era lo que yo había hecho, aunque no por las razones que seguramente daban vueltas en su mente. Tenía derecho a creer que no me importaba cuando la realidad era completamente opuesta.
-¿No has venido detrás de mi? ¿No significa eso que somos socios?- Arrastré las palabras, el me había seguido hasta el bosque, yo le seguí en un mundo paralelo. Nada parecía demasiado lejano para no abandonar al otro, era algo que no podía ocultarse.
-No es el momento para hablar de esto en todo caso.- Moví mis pies para que nos moviéramos aprovechando la distracción de los demonios pero él me atrapó el brazo.
Fruncí el ceño al sentir la presión en mi muñeca, sus grises eran un latigazo que me estremecía todo el cuerpo y francamente, notar su enojo o su frustración no hacía las cosas más fáciles. Tampoco lo hacía echar una mirada a sus labios que demasiado cerca me interrogaban, logrando estremecerme de manera tal que mis sentimientos tenían que ser demasiado evidentes.
Me encontraba reacia a responder a su interrogatorio. Por qué me fui, por qué regresé por él. -Basta, nos persiguen demonios, ¿recuerdas?-
Tiré de mi mano para zafarme y él negó obstinado con la cabeza, impidiéndome partir. -¿Ahora quien sujeta a quien sin necesidad de un hechizo?- Temblaba de la cabeza a los pies al decirlo, gritos demoníacos en el bosque llegaron a mis oídos, ya no sonaban tan lejanos.
Echamos a correr atravesando el bosque. -¡Tenemos que encontrar el portal! ¡Un árbol con un halo rojo! ¡Es nuestra manera de salir de aquí!-
Mi mirada buscaba frenéticamente el árbol, el bosque era demasiado extenso, era como buscar una aguja en un pajar. Volteé hacia el cambiante, tomándolo del brazo para que me escuchara. -¡Tienes que volar! ¡Yo seguiré corriendo para eludirlas!- Lo vi titubear, no muy decidido a dejarme. -¡Es la única manera de dar con el portal!-
Me acerqué a él movida por un impulso. ¿Qué más daba si de todas maneras bien podíamos morir o no volvernos a ver? Tiré de su pelo para abrirme paso en su boca y hacerlo fue como beber de un manantial del cual todo mi ser estaba sedienta, fue un beso hambriento, apremiante, uno de esos que revelan demasiado dejándote descubierta... en él le decía todo.
-No fue mi hechizo el que nos ató al conocernos, fue otra la atadura, una que surgió en el momento en el que te vi por primera vez en el mercado de esclavos.- Susurré antes de soltarlo para apremiarle con mi mirada a que se transformara ante mis ojos. Lo vi una última vez, y al escuchar a las mujeres demonio, volví a correr.
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 07/08/2016
Re: Orgullo al amanecer [privado] [+18]
Corríamos buscando frenéticos ese árbol con el circulo rojo, pero el bosque era excesivamente amplio y a pesar de que buscábamos como locos ese símbolo eramos incapaces de encontrarlo.
Los demonios se acercaban, si no dábamos con la salida estábamos perdidos, fue entonces cuando esta me detuvo del brazo pidiéndome que echara a volar, podría a vista de pájaro dar con la salida con mayor facilidad.
-No voy a dejarte -gruñí rabioso. Lo peor es que sabia que tenia razón, podría abarcar mas espacio volando pese a que el bosque era espeso y las copas de los arboles entorpecerían mi visión.
Iba a replicar de nuevo cuando Mila acortó la distancia que separaba nuestros cuerpos. Ínfima nuestros labios chocaron violentos, hambrientos, jadeé metiendo mi lengua en su cueva, pasando de una a otra con la lengua húmeda de deseo.
Aquel beso fue necesitado, dijimos mas con el que con una conversación nunca mantenida. Abrí los ojos contemplado sus dos verdes.
-¡Corre! -le pedí -no pares de correr, te marcaré desde el aire hacia donde has de ir.
Tras esas palabras mis músculos se tensaron, un graznido escapó de mis labios que pronto se trasformaron en un pico.
Mis brazos abiertos se repletaron con plumas y mi cuerpo se fracturó cayendo al suelo, dando paso al águila de gran tamaño que rauda alzó el vuelo.
Desde el cielo la vista era mas sencilla, iba sobrevolando la zona hasta que dí con ese árbol que buscábamos, un circulo rojo en su tronco.
Grité para acaparar la atención de la bruja, marcandole la senda, lo malo es que los demonios iban tras ella.
Estos atajaban el camino, corrían voraces, no podía permitir que la atraparan, así que en caída libre me lancé contra una de ellas, la que estaba mas cerca de darle alcance.
Arañé con mis garras su rostro arrancándole uno de sus ojos.
Esta cayo al suelo gritando mientras yo volvía a alzar el vuelo sobrevolando alrededor de la bruja, marcandole el camino.
Juntos llegamos a la base del tronco, no sabia que cojones había que hacer, pero eso ya era cosa de la bruja, pronunciar las palabras que nos llevaran a nuestra realidad, yo mientras enfrentaría a aquellas arpías mas feas que la ostia.
Los demonios se acercaban, si no dábamos con la salida estábamos perdidos, fue entonces cuando esta me detuvo del brazo pidiéndome que echara a volar, podría a vista de pájaro dar con la salida con mayor facilidad.
-No voy a dejarte -gruñí rabioso. Lo peor es que sabia que tenia razón, podría abarcar mas espacio volando pese a que el bosque era espeso y las copas de los arboles entorpecerían mi visión.
Iba a replicar de nuevo cuando Mila acortó la distancia que separaba nuestros cuerpos. Ínfima nuestros labios chocaron violentos, hambrientos, jadeé metiendo mi lengua en su cueva, pasando de una a otra con la lengua húmeda de deseo.
Aquel beso fue necesitado, dijimos mas con el que con una conversación nunca mantenida. Abrí los ojos contemplado sus dos verdes.
-¡Corre! -le pedí -no pares de correr, te marcaré desde el aire hacia donde has de ir.
Tras esas palabras mis músculos se tensaron, un graznido escapó de mis labios que pronto se trasformaron en un pico.
Mis brazos abiertos se repletaron con plumas y mi cuerpo se fracturó cayendo al suelo, dando paso al águila de gran tamaño que rauda alzó el vuelo.
Desde el cielo la vista era mas sencilla, iba sobrevolando la zona hasta que dí con ese árbol que buscábamos, un circulo rojo en su tronco.
Grité para acaparar la atención de la bruja, marcandole la senda, lo malo es que los demonios iban tras ella.
Estos atajaban el camino, corrían voraces, no podía permitir que la atraparan, así que en caída libre me lancé contra una de ellas, la que estaba mas cerca de darle alcance.
Arañé con mis garras su rostro arrancándole uno de sus ojos.
Esta cayo al suelo gritando mientras yo volvía a alzar el vuelo sobrevolando alrededor de la bruja, marcandole el camino.
Juntos llegamos a la base del tronco, no sabia que cojones había que hacer, pero eso ya era cosa de la bruja, pronunciar las palabras que nos llevaran a nuestra realidad, yo mientras enfrentaría a aquellas arpías mas feas que la ostia.
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 20/08/2016
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