Un dulce baile donde la pieza es dolorosa [Jaelyn]

por **Françis S. Lombard** Sáb Nov 12, 2016 9:18 pm

Camino lentamente por las calles concurridas, aclarando mi mente de varios problemas insignificantes y de otros que no lo eran tanto. En cierto momento, las voces de un bullicio de mortales frente a un edificio me sacan de esos pensamientos y por mi gran curiosidad, me acerco a ver cuál era el origen de tal aglomeración.

Se trataba de un teatro y hoy mismo tienen una representación de una de las famosas obras del compositor Adolphe Adams, ya la había visto representada en otro teatro pero esto hacía varios años, me había gustado más que otras obras del mismo autor y ya que hacía tiempo que no habia podido ver esta obra, pues me decido a pagar la entrada y entrar al teatro. La entrada al contrario de los más grandes teatros, este no era tan caro, ni si quiera el pago de un asiento en un palco resultaba derrochador para mi bolsillo:

-Bonne nuit monsieur, ¿desea una entrada para la obra? Puede sentarse en el patio o si desea, por un poco más de dinero, en un palco

-Me encantaría tener un asiento en el palco, y si no le importa -saco un poco más de dinero del que cuesta la entrada- Deseo que el palco sea privado.

El mortal asiente y en seguida puedo pasar dentro del edificio. El vestíbulo bien iluminado, es bastante atrayente, disponía de una lujosa alfombra y varias entradas; para llegar a cuatro de ellas, se tienen que subir escaleras, ya que pertenecen a los palcos. Mientras me dirijo hacia las escaleras, me fijo en que todavía alguno de los mortales no habían tomado sitio en el patio y estaban charlando en el vestíbulo. Por desgracia no conocía a ninguno, ni de una pequeña fiesta realizada por mis conocidos que pocas veces reparaban en que casi cada semana celebraban una por motivos inciertos.

Entro por la puerta de la derecha, daba a un palco bien centrado para poder ver al detalle cada movimiento de los bailarines y sin que la visión tenga ningún obstáculo. Delante de mí, hay dos asientos, los dos tapizados, de tacto suave y mullidos, un buen asiento para disfrutar de cualquier obra; sin duda volvería a este teatro.

por **Jaelyn Sheridan** Vie Dic 02, 2016 9:37 pm

Por suerte o desgracia mía, unos cuantos minutos sin supervisión me permitieron escapar. Paris… París… La llaman la cuidad del amor. En cuanto se pronuncia esa simple ciudad todos evocan el más sublime y exuberante glamur. Mientras las damas de sociedad idealizan los mejores vestidos y más refinada costura creada especialmente para cada una, de donde provienen la moda que todas debemos seguir… su fama es inquebrantable. La realeza haría un escándalo y seria la cotilla por meses si alguien me llega a ver sin dama de compañía, con este vestido tan poco “adecuado a mi estatus social” y sobretodo en este lugar. No huyo de mis responsabilidades pero si de aquellos que tengo que tratar por cortesía debido a mi corona y real cabeza… Ba! Tonterías.

Correr… eso me hace sentir libre. Sin más entro al pequeño y como teatro, dudo que alguien me reconozca, ruego a dios que así sea. Me cuelo por los pasillos y sin más me meto a uno de los palcos privados. Al mirar al hombre que lo ocupa doy mil gracias a todos los dioses de los que tengo conocimiento ya que no parece ser de esos estirados a los que una suele ser subastada como un pedazo de carne “Lady Jaelyn a la una! Lady Jaelyn a las dos! Lady Jaelyn a las … tres! Vendida al hombre viejo, rancio y podrido en dinero y tierras del fondo”… Iuggg que asco. Me siento a su lado y antes q proteste sonrió lo más agradable que puedo –Si me permite y no me delata, puedo ofrecerle una grata compañía o puede que algo mas– susurro mostrando la pulsera llena de diamantes de mi muñeca –No se ofenda por favor, pero aunque no puedo ofrecer una explicación, necesito un refugio por el momento… puede que por esta noche y es el único lugar que he conseguido hasta el momento- Este es diferente, se ve, es extraño como a mi edad puedo distinguir a las personas. Desde que conocí a Azazel me doy cuenta que me he vuelto pero, parece que los hombres como el me atraen como abejas a la miel. Algo me dice que aceptara sin rechistar mucho - ¿Me ayudara?... Al menos por el resto de la función– me encojo de hombros y ofrezco otra sonrisa.

Si mi acento me delata, no es que me guste mucho el francés, prefiero cualquier otro idioma, pero ya que.

por **Françis S. Lombard** Lun Dic 12, 2016 7:31 pm

Aburrido y más que nada era cansado de las noches tediosas de la complacencia y el placer, el de aquellos momentos donde el dinero cae por una sola petición “compláceme” uno se olvida de quien es para volverse aquello que tanto desean hombres o mujeres pero al final termina cansando y justo así estaba mirando la aun no comenzada obra pues faltaba mucho para que se llene el teatro.

El hombre se fue y puede descansar cerrando los ojos había silencio al principio pero poco a poco se fue aplacando con el sonido de las voces de los que también habían acudido al teatro, eso me llena por unos momentos mientras cierro los ojos abandonándome al placer de la soledad una tan cara como bien merecida aunque se acorta enseguida cuando el sonido de una pequeña y suave voz se hace presente. La pude ver así como oír sus peticiones y solo sonreí por ello ¿acaso ella estaba loca para hablar así con un hombre en tal lugar? Por primera vez en la noche tuve ganas de bromear a costa de alguien aunque me gane unos cuantos golpes.

Inclino mi cuerpo hacia ella y la invito a tomar asiento junto a mí, el placo sería para los dos y nadie más nos interrumpiría hasta que la obra se terminara, mi mano la bajé hasta colocarla sobre su rodilla aun sobre el vestido y le sonrió a mi compañera desconocida -No tengo problema con ello, madame, pero tendrá que pasar esta noche como mi amante para que nadie pueda reclamarla, luego me pagará quizás con su cuerpo y sudor - doble sentido en las palabras y la sonrisa que destilo a la mujer a la para que mi mano sube hasta la altura de su muslo interno apretándolo un poco -Protección por diversión, un trato muy justo digo yo - acerco más mi rostro al de ella esperando y observando su reacción, porque quería algo fuera de división de los burdeles y los habituales clientes.

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