Start a riot - Libre

Esa era mi primera mañana en París, donde después de un sueño reparador en la habitación del hostal en el que me había alojado la noche anterior, desperté cargada de energía y de unas incontrolables ganas de empezar a buscar a aquel inmortal por el que clamaba venganza tras la muerte de mi progenitor de la que él era el culpable.

Sabía que debería esperar a la noche para poder buscar el rastro de ese ser de las tinieblas, que los antros donde sin duda podría encontrar información sobre él estarían cerrados a esas horas de la mañana, de modo que mi mejor opción mientras pasaban las horas del día era acudir a la biblioteca donde poder buscar entre libros antiguos y documentos varios, todo aquello que pudiese serme de utilidad para empezar aquella noche mi caza.
No solo me centraría en la búsqueda de mi némesis, sino de todo aquel sobrenatural que se cruzase en mi camino; era una cazadora, y como tal, debía seguir prestando mis servicios a la humanidad estuviese donde estuviese.

Decidí pasear hasta la biblioteca y disfrutar de los suaves rayos de sol que acariciaban mi rostro en esa mañana de otoño de camino hasta allí. Como me había enseñado mi padre, detrás de cada libro, de cada periódico amarillento existía una gran cantidad de información sobre éstos seres que parecían pasar inadvertidos antes las miradas de los demás. "Solo hay que saber buscar, leer entre líneas", me repetía él constantemente.

No tardé en llegar hasta tal emblemático edificio. Un lugar precioso donde el olor a tapas de cuero y papel humedecido no dejaba lugar a dudas de donde me encontraba. Los pasillos estaban prácticamente desiertos, apenas algunos hombres leían sus periódicos o libros en cómodos sillones repartidos por el lugar; y la luz tenue de algunas lámparas encendidas sobre las mesas dotaban a aquel lugar de una sensación de paz y tranquilidad.

Comencé a deambular por los pasillos de la biblioteca, buscando el cartel que me indicase el área donde me encontraba; tratando de llegar a los libros que tratasen sobre la ciudad, su historia, su folclore, todas esas leyendas que aunque el resto pensaban que eran meros cuentos, yo sabía que tenían parte de verdad. Entonces fue cuando vi a un joven enfrascado en su lectura, rodeado de pilas de libros que parecían ser de la misma temática que a mí me interesaba.¿Sería tal vez un estudiante de arte? ¿De historia? Estaba observando un mapa amarilleado por el paso de los años cuando se percató de mi presencia.

-Buenos días, monsieur. Disculpe mi intromisión en su estudio.- susurré acercándome a él, mirando con nerviosismo mis manos y tratando de disimular que me había pillado observándole.- Soy nueva en la ciudad y he venido a la biblioteca  buscar unos documentos, pero me temo que me he perdido y no sabría a quien preguntar.- tomé aire mirando de reojo los títulos de los libros que descansaban sobre su mesa, confirmando que ambos estábamos interesado en los mismos temas.- Tal vez, vos pudiese ayudarme...- me ruboricé al sentirme tan voluble en esos momentos; con la espada o con mi arco en la mano no me pasaban estas cosas.- Mi nombre es Maggie Craig, mi señor.

Tendí mi mano para continuar con el protocolo de las presentaciones, y esperé que mi interrupción no lo hubiese molestado y se prestase a ayudarme, sin duda la mañana sería mucho más amena.

Percibí un rápido movimiento en las manos del caballero al que me había acercado, que ocultaba con disimulo un documento en particular bajo ese libro abierto colocado con prisa. Nuestras manos se rozaron durante unos segundos cuando el tomó la mía en un cortés saludo donde ambos quedamos presentados, mientras con curiosidad trataba de descubrir que escondía con tanto recelo.

Le pareció algo de lo más común que los encargados de la biblioteca destacasen por su ausencia debido al volumen de trabajo que tenían, algo que desconocía si sería lo normal en las ciudades. Del lugar del que yo venía la biblioteca más cercana que había estaba a unos quince kilómetros, y sus dimensiones no eran ni la quinta parte que aquella que ahora se levantaba ante mis ojos.

-Muchas gracias, señor Weston.- respondí esbozando una sonrisa retirando la mano  despacio cuando me dio la bienvenida a su ciudad, tras darme a conocer su nombre. No parecía un nombre francés, pensé.- Estoy buscando cualquier libro de historiadores de la ciudad que traten sobre leyendas y el folclore oculto de la ciudad de París, no importa si son recientes o más antiguos.- era complicado explicarle a un no- cazador que estaba buscando libros sobre vampiros, así que me limité a decirle lo básico.

-También me gustaría saber donde puedo encontrar periódicos de sucesos ya pasados, incluso saber si se puede tener acceso a informes de la policia francesa sobre crímenes sin resolver.- concluí con una ligera sonrisa y respirando profundamente para recuperar el ritmo normal, divertida por la expresión que se le había quedado a ese pobre hombre que se había ofrecido a ayudarme.