Little White Lies | Privado

por **Danielle Liebharts** Lun Nov 14, 2016 3:24 pm

Su vida había tomado un rumbo distinto. Poco quedaba ya de su vieja rutina donde los reflectores y los aplausos iluminaban su semblante risueño. Esos sueños dorados se habían esfumado y entonces sucumbió a la penumbra de la muerte de sus padres. Y como boya a la deriva, el corazón de Danielle fue presa de la soledad que ese evento conllevaba. Muchos de los renombrados socios de los Arp desaparecieron por completo. No fue sino hasta que el hijo prodigo del apellido Liebharts regresó a su vida que ella recobró el sentido de todo lo que su mundo alguna vez fue. Nada había resultado como en un inicio lo planeó, pero era el simple hecho de estar junto él que bastaba para levantarse todos los días y encarar su nueva vida, ahora como esposa de Andrew. Recorrió la mansión para que ningún detalle se escapara de su vista. Ella misma había sido la encargada de acomodar cada arreglo. Porque a pesar de su aparente fragilidad poseía un discreto don de mando bajo el cual la servidumbre accedía sin retobar siquiera.

La otrora diva en los escenarios que había lanzado sus lágrimas al viento para ahora presentarse ante la sociedad como reina de ese castillo de cristal a lado del heredero Liebharts. Un reinado imponente ante la vista de todos pero propenso a derrumbarse al contacto mínimo. Y es que, no había sido hasta hace un par de noches atrás que esa confianza depositada en él estaba empezando a causar estragos en la mente y alma de Danielle. Sus continuas faltas y desapariciones fomentaban en ella cierto recelo, pero que como buena dama de alta cuna sabía disimular para que esto no conllevase la ruina de sus negocios. Había sido ella quien en más de una ocasión había tenido que disculpar a su esposo con un par de socios por estar ausente en importantes cenas y firmas de contratos. No obstante esto solamente sumaba puntos a favor de Danielle, a quien muchos admiraban por su entereza y naturalidad al momento de tomar las riendas de todo aquello construido previamente por Andrew.

Faltaban solo unas horas para que el sol se ocultara nuevamente y con ello, la larga espera de todo el día por verle una vez más cesaría. Andrew le había concedido la oportunidad de pasar una velada juntos después de mucho tiempo y sin perder el tiempo tomó su abrigo y ordenó al cochero llevarle al Palacio Royal donde estaría esperándole. El camino se hizo relativamente corto, con su mente fija en la sola idea de que esta invitación fuese solamente el inicio de un nuevo Andrew. Al arribar, el cochero hizo lo propio para ayudarle a descender el carromato, junto a las escaleras de que daban la bienvenida a todos los invitados esa noche el aguardaba impaciente, con un semblante impenetrable y una sonrisa discreta solo para ella. Danielle depositó un beso ligero en los labios ajenos, fríos como solo el corazón de aquel hombre.

–Siento la tardanza–

Murmuró mientras una tenue línea se dibujaba en su rostro. Acomodó su brazo en el ajeno y se encaminaron hacia el enorme salón, las miradas no tardaron en posarse en aquellas siluetas que desbordaban elegancia y abolengo.