AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Nos conocemos? [Privado]
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¿Nos conocemos? [Privado]
Hacía poco más de una hora que la noche se había cernido sobre París, provocando que en sus calles se fuesen arremolinando ciudadanos que con premura regresaban a sus casas tras una larga jornada laboral. A pesar de haber viajado durante semanas y estar muy lejos de mi hogar, ese momento en el que el ocaso daba paso a la fría oscuridad era similar en todas partes. Con la llegada de la noche, los comercios cerraban sus puertas y los habitantes regresaban a sus casas donde se creían totalmente a salvo.
Poco después las calles quedarían prácticamente desiertas y el peligro de ser asaltado en algún callejón estaría patente. Era entonces cuando empezaba mi juego, el de la cazadora y la presa, que lejos de huir de mí generalmente trataban de darme caza también. Un trabajo sin duda peligroso y poco remunerado, donde quien nos dedicábamos a ello era por pura vocación.
Antes de que el sol se escondiese tras el horizonte, había llegado hasta un modesto hostal donde tras hacer los registros pertinentes subí a mi habitación. Desconocía la duración de mi estancia, más sabía que encontrar a un inmortal específico al que dar caza sería una tarea imposible. Aún así traté de no desmoralizarme, y tras un largo baño en una tinaja para quitarme el polvo del camino, me vestí con unas calzas de cuero y una camisola sujeta por un corsé. Comprendo que era extraño mi atuendo en aquella época, pero luchar con encajes y volantes era muy complicado, de modo que la mayoría de las cazadoras vestíamos como nuestros compañeros, a pesar de llamar así la atención de nuestras presas.
Envainé la espada de mi padre en una funda de cuero, sujetándola a mi espalda donde tras ponerme una capa de pieles quedaba totalmente oculta. No era habitual en mí llevar la espada, prefería el arco o las dagas, pero aquella noche no quería llamar en demasía la atención, y la espada era más fácil de disimular.
Aquella noche no saldría de caza, simplemente a dar un paseo y tal vez a buscar un café donde tomar un ligero sándwich antes de marcharme a dormir. Al día siguiente comenzaría con mis investigaciones, al ser posible trataría de ponerme en contacto con algún cazador de la ciudad que se prestase a ayudarme, más aquella noche, necesitaba descansar.
No tardé mucho en recorrer a pie la distancia que separaba el hostal de aquel café que estaba abarrotado de clientes. Tanto las mesas como la barra estaban repletas de hambrientos ciudadanos que habían decidido aquella noche tomar algo rápido de cena antes de volver a sus casas. Tras un rápido vistazo a las mesas del local me percaté de que no sería posible sentarme en una, y dirigí mis pasos hacia el único taburete que había libre junto a la barra.
No había pasado mucho tiempo cuando tuve una extraña sensación, como si alguien o algo me observase desde alguna parte, más después de varios giros de cabeza en los que busqué, sin éxito alguno, al responsable de esa sensación, volví a centrar mi atención en el posadero que atendía dislocado cada una de las comandas de la barra. Se me va a juntar el desayuno con la cena, pensé.
Poco después las calles quedarían prácticamente desiertas y el peligro de ser asaltado en algún callejón estaría patente. Era entonces cuando empezaba mi juego, el de la cazadora y la presa, que lejos de huir de mí generalmente trataban de darme caza también. Un trabajo sin duda peligroso y poco remunerado, donde quien nos dedicábamos a ello era por pura vocación.
Antes de que el sol se escondiese tras el horizonte, había llegado hasta un modesto hostal donde tras hacer los registros pertinentes subí a mi habitación. Desconocía la duración de mi estancia, más sabía que encontrar a un inmortal específico al que dar caza sería una tarea imposible. Aún así traté de no desmoralizarme, y tras un largo baño en una tinaja para quitarme el polvo del camino, me vestí con unas calzas de cuero y una camisola sujeta por un corsé. Comprendo que era extraño mi atuendo en aquella época, pero luchar con encajes y volantes era muy complicado, de modo que la mayoría de las cazadoras vestíamos como nuestros compañeros, a pesar de llamar así la atención de nuestras presas.
Envainé la espada de mi padre en una funda de cuero, sujetándola a mi espalda donde tras ponerme una capa de pieles quedaba totalmente oculta. No era habitual en mí llevar la espada, prefería el arco o las dagas, pero aquella noche no quería llamar en demasía la atención, y la espada era más fácil de disimular.
Aquella noche no saldría de caza, simplemente a dar un paseo y tal vez a buscar un café donde tomar un ligero sándwich antes de marcharme a dormir. Al día siguiente comenzaría con mis investigaciones, al ser posible trataría de ponerme en contacto con algún cazador de la ciudad que se prestase a ayudarme, más aquella noche, necesitaba descansar.
No tardé mucho en recorrer a pie la distancia que separaba el hostal de aquel café que estaba abarrotado de clientes. Tanto las mesas como la barra estaban repletas de hambrientos ciudadanos que habían decidido aquella noche tomar algo rápido de cena antes de volver a sus casas. Tras un rápido vistazo a las mesas del local me percaté de que no sería posible sentarme en una, y dirigí mis pasos hacia el único taburete que había libre junto a la barra.
No había pasado mucho tiempo cuando tuve una extraña sensación, como si alguien o algo me observase desde alguna parte, más después de varios giros de cabeza en los que busqué, sin éxito alguno, al responsable de esa sensación, volví a centrar mi atención en el posadero que atendía dislocado cada una de las comandas de la barra. Se me va a juntar el desayuno con la cena, pensé.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: ¿Nos conocemos? [Privado]
Fresca noche, con recuerdos estivales que vuelan por las calles parisinas a esas horas. Una a una van desfilando las pequeñas debutantes tras los antros más oscuros y viles de la ciudad, por doquier se percibe el aroma del licor con el sexo, o del sudor con la sangre, pero en una esquina muy oscura como para ser transitada el aroma de la sangre lo impregno, una imprenta que no se borraría tan fácil más porque la dueña de aquel vitae yacía entre los brazos de las ratas que se paseaban encima de ella, aquel vestido blanco que traslucía el cuerpo femenino ahora cubierto por mordidas de los roedores. El culpable de aquella muerte se alejó de la escena con rumbo desconocido, la noche comenzaba y aún tenía hambre pues hace varias lunas atrás que no había probado bocado alguno, mientras estaba de viaje se mantuvo confinado hasta tocar puerto y ahora que había llegado a su hogar estaba dispuesto a romper la veda.
Uno a uno los antros lo fueron saciando aunque no completamente, el último en ser visitado lo dejó más que satisfecho, tres mujeres en el aposento lo calmaron completamente más la sangre en el lugar lo delataba porque en sus ropas quedaba la huella de ellas, ese líquido carmesí que se impregno en su fría piel, su mentón cubierto de las tres mujeres, fue un desquicio que lo lamentaría. La cartera fue quien desembolsó al dueño del lugar el valor por la vida de las mujeres. Al salir de ahí era evidente el estado de abandono y culpabilidad que profesaba a cada paso, con una sonrisa opto por ingresar a un lugar de prestigio y con el dinero y la capacidad suficiente de convencimiento logró cambiar su apariencia por una más elegante que lo ayuda a mezclarse con los demás individuos de la ciudad.
Ahí estaba caminando por entre las calles guiando por el aroma del placer incauto y servil, por aquellos finos recuerdos de la vida transcurrida en los milenios hasta que un aroma muy peculiar y conocido le inundo por su paso entre los restaurantes de la ciudad; ciego y guiado por esa fragancia llega al lugar, uno que no estaba a su altura en gustos pero que pasaba para matar el hambre de aquellos comensales que lo observaron atónito cuando ingresó, si era una milagro que uno de esos seres se cruzara en un lugar como ese pero el motivo era otro y estaba por develarlo. Buscó al dueño del perfume que lo llevó al pasado a aquel momento cuando su mano y arma acabó con la vida de un grupo pero más que nada de una persona en exactitud; si, era el mismo aroma de aquel infeliz e infame ser que ahora en las llamas del infierno debe arder. Sonrió satisfecho mostrando aquellos colmillos acercándose a la muchacha rozando un poco el hombro con ella, el hombre que estaba sentado junto a ella se marchó rápido como si tuviera prisa pero no era más que por la influencia ejercida por aquel que ahora tomaba asiento junto a la dama —¡Qué noche más larga! No le parece, tan larga como aburrida sin encontrar el éxtasis de la obra que se llama vida pero ¿acaso sabremos nosotros lo que es el epíteto de esta vida macabra? No lo creo porque no somos dioses, o quizás sí pero no todos— mira a la mujer sin desviar la mirada incluso sin llegar a pestañear clavando esos ojos claros en aquella mujer.
Uno a uno los antros lo fueron saciando aunque no completamente, el último en ser visitado lo dejó más que satisfecho, tres mujeres en el aposento lo calmaron completamente más la sangre en el lugar lo delataba porque en sus ropas quedaba la huella de ellas, ese líquido carmesí que se impregno en su fría piel, su mentón cubierto de las tres mujeres, fue un desquicio que lo lamentaría. La cartera fue quien desembolsó al dueño del lugar el valor por la vida de las mujeres. Al salir de ahí era evidente el estado de abandono y culpabilidad que profesaba a cada paso, con una sonrisa opto por ingresar a un lugar de prestigio y con el dinero y la capacidad suficiente de convencimiento logró cambiar su apariencia por una más elegante que lo ayuda a mezclarse con los demás individuos de la ciudad.
Ahí estaba caminando por entre las calles guiando por el aroma del placer incauto y servil, por aquellos finos recuerdos de la vida transcurrida en los milenios hasta que un aroma muy peculiar y conocido le inundo por su paso entre los restaurantes de la ciudad; ciego y guiado por esa fragancia llega al lugar, uno que no estaba a su altura en gustos pero que pasaba para matar el hambre de aquellos comensales que lo observaron atónito cuando ingresó, si era una milagro que uno de esos seres se cruzara en un lugar como ese pero el motivo era otro y estaba por develarlo. Buscó al dueño del perfume que lo llevó al pasado a aquel momento cuando su mano y arma acabó con la vida de un grupo pero más que nada de una persona en exactitud; si, era el mismo aroma de aquel infeliz e infame ser que ahora en las llamas del infierno debe arder. Sonrió satisfecho mostrando aquellos colmillos acercándose a la muchacha rozando un poco el hombro con ella, el hombre que estaba sentado junto a ella se marchó rápido como si tuviera prisa pero no era más que por la influencia ejercida por aquel que ahora tomaba asiento junto a la dama —¡Qué noche más larga! No le parece, tan larga como aburrida sin encontrar el éxtasis de la obra que se llama vida pero ¿acaso sabremos nosotros lo que es el epíteto de esta vida macabra? No lo creo porque no somos dioses, o quizás sí pero no todos— mira a la mujer sin desviar la mirada incluso sin llegar a pestañear clavando esos ojos claros en aquella mujer.
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: ¿Nos conocemos? [Privado]
Aburrida y desesperada por el ir y venir del tabernero que parecía incapaz de poder tomar nota de más de un pedido a la vez, mi paciencia empezaba a agotarse, azuzada por el hambre que se iba tornando voraz en mí. Me incorporé una vez más sobre el taburete donde llevaba sentada casi media hora cuando vi aproximarse de nuevo al culpable de que mi estómago estuviese devorándose a sí mismo, en una sinfonía de sonidos sordos que podrían escucharse probablemente desde Notre Dame. Y como era de esperar, una vez más, el tabernero hizo caso omiso de mi voluntad por comer en aquel maldito lugar.
Era libre de marcharme, de eso era consciente, pero cualquier lugar que buscase para cenar a aquellas horas estaría igual de concurrido que donde me encontraba. Además, tenía que sumarle esa parte de mi terca personalidad de que cuando algo se me metía en la cabeza no me detenía hasta conseguirlo, y esa noche cenaría en esa taberna aunque para ello tuviese que meterme en la cocina a preparar mi propio sándwich.
Dejé mi cuerpo caer de nuevo sobre el asiento, observando como el hombre que se encontraba a mi lado se marchaba, seguramente harto de esperar ser atendido. Un ligero roce sobre mi hombro me hizo girar la cabeza hacia el dueño de ese torpe movimiento al ocupar el asiento vacío a mi vera. Nuestras miradas se cruzaron durante un segundo en el tuve la sensación de un pequeño dejavu, un leve escalofrío que recorrió mi espalda y me hizo dar un imperceptible respingo. Había visto a ese hombre antes, tal vez a mi llegada a la ciudad, pero no lograba recordar el momento exacto.
Me mordí el labio inferior mientras continuaba escudriñando cada parte de su rostro, dibujando media sonrisa cuando trató de entablar una conversación de lo más informal conmigo. Extrañas palabras para una presentación, aunque lo cierto era que nada en él era común. Su porte y su vestuario distaba mucho de los otros clientes que se encontraban en esa cafetería, lo que me hacía sentir más curiosidad sobre él. Rondaría la mediana edad y por sus ropajes y forma de hablar podía ubicarlo sin duda en la alta sociedad francesa.
-Debo darle la razón en cuanto a que la noche es larga y aburrida, aunque dudo que nuestras razones sean las mismas.- contesté sin apartar un ápice mi mirada de aquellos ojos claros tan cautivadores. Veía en ellos ese gesto tan familiar que no conseguía recordar, preguntándome si tal vez conversando con él podría aclarar mis ideas. El tabernero no me echaría de menos, y aquel cliente se había convertido en mi entretenimiento hasta que fuese mi turno para cenar.- ¿Sois dramaturgo? Sus palabras son muy profundas para ser recitadas en un lugar como este.- podría contestarme sola a mi pregunta, pues los actores no acostumbraban a poseer la suficiente dotación económica como para vestir de ese modo galante.
Era libre de marcharme, de eso era consciente, pero cualquier lugar que buscase para cenar a aquellas horas estaría igual de concurrido que donde me encontraba. Además, tenía que sumarle esa parte de mi terca personalidad de que cuando algo se me metía en la cabeza no me detenía hasta conseguirlo, y esa noche cenaría en esa taberna aunque para ello tuviese que meterme en la cocina a preparar mi propio sándwich.
Dejé mi cuerpo caer de nuevo sobre el asiento, observando como el hombre que se encontraba a mi lado se marchaba, seguramente harto de esperar ser atendido. Un ligero roce sobre mi hombro me hizo girar la cabeza hacia el dueño de ese torpe movimiento al ocupar el asiento vacío a mi vera. Nuestras miradas se cruzaron durante un segundo en el tuve la sensación de un pequeño dejavu, un leve escalofrío que recorrió mi espalda y me hizo dar un imperceptible respingo. Había visto a ese hombre antes, tal vez a mi llegada a la ciudad, pero no lograba recordar el momento exacto.
Me mordí el labio inferior mientras continuaba escudriñando cada parte de su rostro, dibujando media sonrisa cuando trató de entablar una conversación de lo más informal conmigo. Extrañas palabras para una presentación, aunque lo cierto era que nada en él era común. Su porte y su vestuario distaba mucho de los otros clientes que se encontraban en esa cafetería, lo que me hacía sentir más curiosidad sobre él. Rondaría la mediana edad y por sus ropajes y forma de hablar podía ubicarlo sin duda en la alta sociedad francesa.
-Debo darle la razón en cuanto a que la noche es larga y aburrida, aunque dudo que nuestras razones sean las mismas.- contesté sin apartar un ápice mi mirada de aquellos ojos claros tan cautivadores. Veía en ellos ese gesto tan familiar que no conseguía recordar, preguntándome si tal vez conversando con él podría aclarar mis ideas. El tabernero no me echaría de menos, y aquel cliente se había convertido en mi entretenimiento hasta que fuese mi turno para cenar.- ¿Sois dramaturgo? Sus palabras son muy profundas para ser recitadas en un lugar como este.- podría contestarme sola a mi pregunta, pues los actores no acostumbraban a poseer la suficiente dotación económica como para vestir de ese modo galante.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: ¿Nos conocemos? [Privado]
Ego y poder de la mano de quien realmente se hace merecedor, un hombre como Tyr que solamente busca su beneficio ahora ronda por el mundo como un alma sola, pero no es alma porque ya hace algunos años que la perdió y ahora está acompañado de unas risitas que se esconden en los austeros murmullos de un lugar tan concurrido como poco agradable para quien sonríe complacientemente, el misterio es lo que buscan siempre y se adentran a un mundo creyendo dueños y clientes , pero aun así siempre se encuentran con una bestia sedienta y hambrienta.
El murmullo del lugar que se acopla perfectamente a su presencia, pero le es ajena incluso cuando llega el mozo a tomar su pedido para solo recibir una sonrisa y la mano negando a la petición quedándose absortó el aroma de la cazadora que le recuerda a aquel sujeto tiempo atrás. Si, no había duda alguna, ella era su descendiente y con ello su sonrisa se ensanchó completamente ocultando sus colmillos tras los blancos dientes, ahí estaba el mayor deleite pero lo iba a dejar pasar por el momento ya habría tiempo por ahora jugaría con ella tanto hasta que sea demasiado tarde para que se dé cuenta de la verdad.
Soltó un suspiro, alzando la mirada al techo como quien pide a dios la iluminación divina pero solo soltó una risa —De dramaturgo solo tengo la primera palabra— ríe llamando al mozo con la mano —Por la risa, invito yo esta noche pida entonces lo que desee que yo lo pagaré— el mozo mira complaciente rogando con la mirada a la joven que se surta con los pedidos más caros del lugar, simplemente ignora todo ello complaciéndose de formas inéditas. Soltó un suspiro acomodándose en su asiento —No importa el lugar, ni la compañía si no que esta pueda disfrutar de las palabras de las que se invitan a participar, a veces profundas otras oscuras, como si fuera una guerra entre ambos para al final terminar uno de los dos perdiendo la vida, como ciclo natural así son las palabras de profundas, pero ¿Qué sabemos nosotros de ciclos naturales? ¿Quiénes somos nosotros para saber la profundidad de las palabras o los actos, si no los disfrutamos como se merecen?— sortea palabras sin perder de vista la reacción de aquella cazadora.
El murmullo del lugar que se acopla perfectamente a su presencia, pero le es ajena incluso cuando llega el mozo a tomar su pedido para solo recibir una sonrisa y la mano negando a la petición quedándose absortó el aroma de la cazadora que le recuerda a aquel sujeto tiempo atrás. Si, no había duda alguna, ella era su descendiente y con ello su sonrisa se ensanchó completamente ocultando sus colmillos tras los blancos dientes, ahí estaba el mayor deleite pero lo iba a dejar pasar por el momento ya habría tiempo por ahora jugaría con ella tanto hasta que sea demasiado tarde para que se dé cuenta de la verdad.
Soltó un suspiro, alzando la mirada al techo como quien pide a dios la iluminación divina pero solo soltó una risa —De dramaturgo solo tengo la primera palabra— ríe llamando al mozo con la mano —Por la risa, invito yo esta noche pida entonces lo que desee que yo lo pagaré— el mozo mira complaciente rogando con la mirada a la joven que se surta con los pedidos más caros del lugar, simplemente ignora todo ello complaciéndose de formas inéditas. Soltó un suspiro acomodándose en su asiento —No importa el lugar, ni la compañía si no que esta pueda disfrutar de las palabras de las que se invitan a participar, a veces profundas otras oscuras, como si fuera una guerra entre ambos para al final terminar uno de los dos perdiendo la vida, como ciclo natural así son las palabras de profundas, pero ¿Qué sabemos nosotros de ciclos naturales? ¿Quiénes somos nosotros para saber la profundidad de las palabras o los actos, si no los disfrutamos como se merecen?— sortea palabras sin perder de vista la reacción de aquella cazadora.
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: ¿Nos conocemos? [Privado]
El desconocido parecía estar suplicándole paciencia a lo más alto tras escuchar mi suposición. No estaba habituada a que me hablasen en un tono tan solemne y distinguido, claro que tampoco acostumbraba a frecuentar lugares donde este tipo de jerga fuese a ser comprendida. De ahí que me llamasen la atención sus formas, y albergase la idea de que sus palabras hubiesen sido sutilmente escogidas de alguna obra literaria para desconcertar a una joven como yo. Una embaucadora sonrisa se dibujó en sus labios al aceptar de buen grado mi comentario, incitándome a imitarle con timidez de forma inconsciente. Y es que ese hombre tenía el don del que gozan solo unos pocos de transmitir confianza en apenas un suspiro. Era de agradecer ese sentido del humor, pues con lo estirados que acostumbraban a ser la mayoría de los miembros de la burguesía, lo extraño había sido que no me atizase con un guante en la cara por llegar a insinuar su pertenencia al mundo de la dramatización.
Observé confusa al tabernero cuando tras un ligero gesto del desconocido, acudió a su llamada con rapidez. Mi inquisidora mirada se clavó en la de éste, maldiciéndole en mis pensamientos por haberme ignorado durante más de media hora. Mi hambre era voraz y su proposición tentadora, pero no aceptaría una invitación de alguien a quien no conocía en absoluto. Me habían enseñado que nadie regalaba nada sin tener un motivo, y cuando éste no podía verse a simple vista mejor andarse con ojo. Podría cenar cualquier cosa antes de llegar al hostal. - Un café solo será suficiente, gracias por la invitación..- solicité al tabernero que no pareció complacido por mi pedido, dirigiendo después mi atención de nuevo hacia el caballero que había ocupado el asiento junto al mío. Su voz acariciaba mi oído de una forma extraña, casi melodiosa. Palabras que eran de lo más inquietantes dependiendo del contexto en el que fueran interpretadas. Suspiré haciendo a un lado mi parte de cazadora, tratando de mantener una conversación normal con ese caballero cuya familiaridad me inquietaba.- Tal vez tenga razón en cuanto a qué no somos quien para saber interpretar la profundidad de las palabras si actuamos como simples interlocutores; pues es el emisor de éstas quien esconde tras ellas el verdadero motivo de su significado.
Con un suave movimiento de cabeza agradecí al tabernero su eficacia al dejarme el café frente a mí, volviendo de inmediato a centrar mi mirada en esos ojos penetrantes que escondían una verdad que no alcanzaba descubrir.- Disculpe mi atrevimiento pero, ¿nos hemos visto antes en algún lugar? Me resulta vagamente familiar, pero no acierto a saber el por qué.- no desvié mi atenta mirada de la suya, esperando algún gesto que me diese pistas sobre la razón por la que ese desconocido no lo era tanto. Entonces caí en la cuenta de que quizás con su nombre podría descubrir algún dato de utilidad.- Permítame que me presente, me llamo Maggie Craig.- apunté con una cálida sonrisa extendiendo mi mano hacia él.
Observé confusa al tabernero cuando tras un ligero gesto del desconocido, acudió a su llamada con rapidez. Mi inquisidora mirada se clavó en la de éste, maldiciéndole en mis pensamientos por haberme ignorado durante más de media hora. Mi hambre era voraz y su proposición tentadora, pero no aceptaría una invitación de alguien a quien no conocía en absoluto. Me habían enseñado que nadie regalaba nada sin tener un motivo, y cuando éste no podía verse a simple vista mejor andarse con ojo. Podría cenar cualquier cosa antes de llegar al hostal. - Un café solo será suficiente, gracias por la invitación..- solicité al tabernero que no pareció complacido por mi pedido, dirigiendo después mi atención de nuevo hacia el caballero que había ocupado el asiento junto al mío. Su voz acariciaba mi oído de una forma extraña, casi melodiosa. Palabras que eran de lo más inquietantes dependiendo del contexto en el que fueran interpretadas. Suspiré haciendo a un lado mi parte de cazadora, tratando de mantener una conversación normal con ese caballero cuya familiaridad me inquietaba.- Tal vez tenga razón en cuanto a qué no somos quien para saber interpretar la profundidad de las palabras si actuamos como simples interlocutores; pues es el emisor de éstas quien esconde tras ellas el verdadero motivo de su significado.
Con un suave movimiento de cabeza agradecí al tabernero su eficacia al dejarme el café frente a mí, volviendo de inmediato a centrar mi mirada en esos ojos penetrantes que escondían una verdad que no alcanzaba descubrir.- Disculpe mi atrevimiento pero, ¿nos hemos visto antes en algún lugar? Me resulta vagamente familiar, pero no acierto a saber el por qué.- no desvié mi atenta mirada de la suya, esperando algún gesto que me diese pistas sobre la razón por la que ese desconocido no lo era tanto. Entonces caí en la cuenta de que quizás con su nombre podría descubrir algún dato de utilidad.- Permítame que me presente, me llamo Maggie Craig.- apunté con una cálida sonrisa extendiendo mi mano hacia él.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: ¿Nos conocemos? [Privado]
Imposible, era casi imposible de no recordar aquel aroma y rostro semejante al del hombre que se llevó a la muerte por una traición que no pudo dejarse pasar así como la tentación de experimentar lo prohibido entre la vida y la muerte que se pende de un hilo tan sutil como horrible en las manos de monstruos o demonios; el sonido de voz ajeno, los ojos, así como el apellido era todo lo que necesito para mostrar esa sonrisa de una amable samaritano que oculta la verdad tras las enredadas palabras, aquella mujer se le antoja para un mayor placer, el de sus gritos entre el horror de la muerte.
La mente que divaga entre el transcurso de la conversación moviéndose de un lado a otro como un péndulo que no va a ningún lado si no por la mano que lo mueve, era él que llevaría esa mano hasta la locura y demencia, con una atenta sonrisa acercó la mirada al rostro de la joven y con la impertinencia propia de entre sus dedos tomó el mentón fino elevando el rostro como siguiendo una luz una que no necesitaba pues bien que veía y sabía de donde se conocían, estudió el rostro en silencio girándolo de un lado a otro con una suavidad extrema como si de una muñeca se tratase —¡Oh por dios! Tiene razón su rostro se me hace muy similar ¿eres escocesa o inglesa? Quizás seas la novia que nunca me acepto, no eres muy joven para eso ¿serás acaso la hija que no reconocí? ¿o la hija de las personas que destruí?— una leve sonrisa se esbozó en su rostro poblando completamente ante la última pregunta.
Soltó el rostro de la joven con un suspiro bien interpretado —Hace tiempo destruí a una familia, maté al hombre llevándolo a la desesperación, lo mate con mis manos solo por haber cerrado trato con otro, una dulce avaricia que nos mueve a los humanos Maggie, esa sensación de peligro y mal que nos acecha y seduce con un éxtasis soberbio que no nos permite detenernos ¿lo has probado, Maggie? — sus ojos muestran la dicha de sus palabras como el no sentir un remordimiento por ello. Toma la mano de la joven estrechando con la suya, no iba a mostrar un despliegue de modales no permitidos para la ocasión con un enemigo jurado —Un placer señorita Maggie Craig, Týr Von Streigner para servirle hoy y cualquier noche en el que pueda necesitar ayuda, ya que usted me recuerda mucho a esa familia al menos así cuidaré mi alma para cuando muera— sacrílegas palabras que son emitidas con tanta sencillez y humildad que cualquiera podría creerlas.
La mente que divaga entre el transcurso de la conversación moviéndose de un lado a otro como un péndulo que no va a ningún lado si no por la mano que lo mueve, era él que llevaría esa mano hasta la locura y demencia, con una atenta sonrisa acercó la mirada al rostro de la joven y con la impertinencia propia de entre sus dedos tomó el mentón fino elevando el rostro como siguiendo una luz una que no necesitaba pues bien que veía y sabía de donde se conocían, estudió el rostro en silencio girándolo de un lado a otro con una suavidad extrema como si de una muñeca se tratase —¡Oh por dios! Tiene razón su rostro se me hace muy similar ¿eres escocesa o inglesa? Quizás seas la novia que nunca me acepto, no eres muy joven para eso ¿serás acaso la hija que no reconocí? ¿o la hija de las personas que destruí?— una leve sonrisa se esbozó en su rostro poblando completamente ante la última pregunta.
Soltó el rostro de la joven con un suspiro bien interpretado —Hace tiempo destruí a una familia, maté al hombre llevándolo a la desesperación, lo mate con mis manos solo por haber cerrado trato con otro, una dulce avaricia que nos mueve a los humanos Maggie, esa sensación de peligro y mal que nos acecha y seduce con un éxtasis soberbio que no nos permite detenernos ¿lo has probado, Maggie? — sus ojos muestran la dicha de sus palabras como el no sentir un remordimiento por ello. Toma la mano de la joven estrechando con la suya, no iba a mostrar un despliegue de modales no permitidos para la ocasión con un enemigo jurado —Un placer señorita Maggie Craig, Týr Von Streigner para servirle hoy y cualquier noche en el que pueda necesitar ayuda, ya que usted me recuerda mucho a esa familia al menos así cuidaré mi alma para cuando muera— sacrílegas palabras que son emitidas con tanta sencillez y humildad que cualquiera podría creerlas.
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: ¿Nos conocemos? [Privado]
Enarqué una ceja confundida cuando su fría mano tomó mi barbilla, elevando así mi rostro, girándolo con suavidad como si el estudio de mis facciones desde diferentes ángulos pudiese darle una pista acerca de por qué me resultaba familiar. Si no estuviésemos en un lugar público lo más probable es que le hubiese devuelto la caricia y mi mano estuviese ahora marcada en su cara, con sus cinco dedos bien reconocibles en la mejilla. A pesar del movimiento de su muñeca para mover mi rostro, mis ojos no dejaron de centrar la atención en ese hombre que cada vez me resultaba más enigmático.
-Como bien ha deducido soy escocesa, y por su acento podría asegurar que vos no sois de un lugar muy lejano a Escocia.- suspiré con alivio cuando contento con su examen, soltó mi barbilla.- Conocí a mi padre, de eso estoy segura. Y si alguna vez se hubiese propuesto convertirme en su novia le puedo asegurar que se acordaría de mí. De hecho, lo más probable es que mi recuerdo apareciese en la peor de sus pesadillas.- respondí ante sus elocuentes razones de esa sensación de familiaridad que al parecer también a él le envolvía.
Fueron sus siguientes palabras las que me confundieron sobre manera, y no solo sus palabras, sino esa extraña sonrisa que sus labios esbozaron y que provocaron que un ligero escalofrío recorriese toda mi espalda. Hablaba de que había destruido a una familia, curiosa confesión de un hombre que hacia escasos minutos que conocía.
- Si lo que me está preguntando es sí he sentido el placer de matar a otro ser con mis propias manos, es un acto cruel que he llevado a cabo y sin duda disfrutado. Pero no me movía la avaricia y tampoco la sensación deliberada de no poder detener mis actos; mi crimen no fue otro que librar a la sociedad de seres que no merecían permanecer entre nosotros.- sentencié confusa por el rumbo que estaba tomando la conversación. Una parte de sus palabras podían tener sentido, al fin y al cabo había destruido a mi familia, pero las razones que me daba no eran correctas.
-Perdí a mi padre hace unos meses, pero su trágica muerte no tiene nada que ver con un misterioso trato cerrado. Tal vez no nos conozcamos realmente y sea la semejanza de nuestro acento particular lo que nos crea esa confusión.- miré con incredulidad al hombre, sabía que lo conocía, pero esa no era la razón. Mi padre murió a manos de un ser despreciable cuando estaba en una partida de caza; yo misma lo abrazaba cuando expiraba su último aliento.
Me sorprendí al sentir su gélida mano sosteniendo la mía cuando pronunció su nombre, datos que no arrojaron sobre mí mucho más información que su posible lugar de procedencia.- Es muy amable, señor Von Streigner. Siempre se agradece poder contar con la compañía de alguien con quien poder compartir las historias de una tierra en común.- sonreí con timidez, pero sin apartar de mí esa sensación de que había algo que no terminaba de convencerme en ese ofrecimiento.
-Como bien ha deducido soy escocesa, y por su acento podría asegurar que vos no sois de un lugar muy lejano a Escocia.- suspiré con alivio cuando contento con su examen, soltó mi barbilla.- Conocí a mi padre, de eso estoy segura. Y si alguna vez se hubiese propuesto convertirme en su novia le puedo asegurar que se acordaría de mí. De hecho, lo más probable es que mi recuerdo apareciese en la peor de sus pesadillas.- respondí ante sus elocuentes razones de esa sensación de familiaridad que al parecer también a él le envolvía.
Fueron sus siguientes palabras las que me confundieron sobre manera, y no solo sus palabras, sino esa extraña sonrisa que sus labios esbozaron y que provocaron que un ligero escalofrío recorriese toda mi espalda. Hablaba de que había destruido a una familia, curiosa confesión de un hombre que hacia escasos minutos que conocía.
- Si lo que me está preguntando es sí he sentido el placer de matar a otro ser con mis propias manos, es un acto cruel que he llevado a cabo y sin duda disfrutado. Pero no me movía la avaricia y tampoco la sensación deliberada de no poder detener mis actos; mi crimen no fue otro que librar a la sociedad de seres que no merecían permanecer entre nosotros.- sentencié confusa por el rumbo que estaba tomando la conversación. Una parte de sus palabras podían tener sentido, al fin y al cabo había destruido a mi familia, pero las razones que me daba no eran correctas.
-Perdí a mi padre hace unos meses, pero su trágica muerte no tiene nada que ver con un misterioso trato cerrado. Tal vez no nos conozcamos realmente y sea la semejanza de nuestro acento particular lo que nos crea esa confusión.- miré con incredulidad al hombre, sabía que lo conocía, pero esa no era la razón. Mi padre murió a manos de un ser despreciable cuando estaba en una partida de caza; yo misma lo abrazaba cuando expiraba su último aliento.
Me sorprendí al sentir su gélida mano sosteniendo la mía cuando pronunció su nombre, datos que no arrojaron sobre mí mucho más información que su posible lugar de procedencia.- Es muy amable, señor Von Streigner. Siempre se agradece poder contar con la compañía de alguien con quien poder compartir las historias de una tierra en común.- sonreí con timidez, pero sin apartar de mí esa sensación de que había algo que no terminaba de convencerme en ese ofrecimiento.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: ¿Nos conocemos? [Privado]
Esa hermosa sonrisa que oculta las intenciones maliciosas, la mano amiga que se adelanta como si fuera un viejo conocido de su familia, pero no hay que tejer supuestos porque la realidad suele ser más cruda, más dolorosa de lo que se pueda digerir. Soltó un suspiro hondo como de alguien que se ha sumergido en los recuerdos pero no eran de todo falso si había un recuerdo que no dejaba ir y era el día en que el padre de aquella muchacha tuvo la desdicha de enfrentarse con él.
Dejo su pedido a un lado como si no tuviera el deseo de consumir nada, llamó al mozo susurrándole al oído algo entregándole a este una bolsita de monedas de oro, el joven al verlas asintió corriendo a ver comida entregando un pedido nuevo a la muchacha, era una sopa de crema de vegetales y un segundo plato de carne con una ensalada —Es verdad, soy irlandés y como un buen irlandés que soy descendiente de duendes avaras permite que ese viejo te invite a comer estas muy delgada y por lo que veo no tienes mucho dinero así que creo que comes poco acaso ¿es por algún hombre?— ríe un momento dándole una palmadita en la cabeza a su enemiga.
Mira hacia la pared del establecimiento como perdido era una de sus momentos en los que su verdadera naturaleza aparecía —No seas tan dura con tu padre, apuesto que si hubiera ido a pedir tu mano él me hubiera sacado con una escopeta o me hubiera rebanado la cabeza con alguna espada, alguna espada bastarda para luego colocarla sobre una pica, pero no se puede juzgar eso, pero creo que él jamás te habría dado a ningún hombre por pensar en piedad de ese desdichado— suelta una carcajada al estar burlándose de la muchacha. El mozo ha traído una copa con un líquido rojo dentro, la toma oliéndola para beber un poco de aquel líquido de vida que puede pasar como vino ante la vista de quien desconozca las habitualidades de los seres de la noche —¿Acaso mataste a otros humanos? Si lo dices de esa manera “seres que no merecían permanecer entre nosotros” entonces podrían entrar varios políticos, asesinos, ladrones, prostitutas, enfermos ¿esos seres? ¿Acaso eres una luchadora de justicia virgen?— bebe todo el contenido de la copa entregándolo al mozo que sale presuroso de enfrente de ellos dos mientras se recarga sobre la barra con su codo sobre este y su rostro sobre la mano observando a la chica.
Su gesto cambia por uno aburrido —Te equivocas pequeña, en varias cosas, a veces las razones para matar no son solo por negocios, está el placer, el deseo, la pasión, el amor, la lujuria, el hambre, la avaricia, o simplemente fue un desafortunado encuentro de secretos ¿tu padre tenía un amante? ¿o fue un amigo de él? ¿sabes todos los secretos de tu padre? Si no los sabes ¿Cómo sabes su verdadera causa de muerte?— nuevamente se burla de la joven pero esta ve muestra una sonrisa, una sonrisa algo oscura.
Dejo su pedido a un lado como si no tuviera el deseo de consumir nada, llamó al mozo susurrándole al oído algo entregándole a este una bolsita de monedas de oro, el joven al verlas asintió corriendo a ver comida entregando un pedido nuevo a la muchacha, era una sopa de crema de vegetales y un segundo plato de carne con una ensalada —Es verdad, soy irlandés y como un buen irlandés que soy descendiente de duendes avaras permite que ese viejo te invite a comer estas muy delgada y por lo que veo no tienes mucho dinero así que creo que comes poco acaso ¿es por algún hombre?— ríe un momento dándole una palmadita en la cabeza a su enemiga.
Mira hacia la pared del establecimiento como perdido era una de sus momentos en los que su verdadera naturaleza aparecía —No seas tan dura con tu padre, apuesto que si hubiera ido a pedir tu mano él me hubiera sacado con una escopeta o me hubiera rebanado la cabeza con alguna espada, alguna espada bastarda para luego colocarla sobre una pica, pero no se puede juzgar eso, pero creo que él jamás te habría dado a ningún hombre por pensar en piedad de ese desdichado— suelta una carcajada al estar burlándose de la muchacha. El mozo ha traído una copa con un líquido rojo dentro, la toma oliéndola para beber un poco de aquel líquido de vida que puede pasar como vino ante la vista de quien desconozca las habitualidades de los seres de la noche —¿Acaso mataste a otros humanos? Si lo dices de esa manera “seres que no merecían permanecer entre nosotros” entonces podrían entrar varios políticos, asesinos, ladrones, prostitutas, enfermos ¿esos seres? ¿Acaso eres una luchadora de justicia virgen?— bebe todo el contenido de la copa entregándolo al mozo que sale presuroso de enfrente de ellos dos mientras se recarga sobre la barra con su codo sobre este y su rostro sobre la mano observando a la chica.
Su gesto cambia por uno aburrido —Te equivocas pequeña, en varias cosas, a veces las razones para matar no son solo por negocios, está el placer, el deseo, la pasión, el amor, la lujuria, el hambre, la avaricia, o simplemente fue un desafortunado encuentro de secretos ¿tu padre tenía un amante? ¿o fue un amigo de él? ¿sabes todos los secretos de tu padre? Si no los sabes ¿Cómo sabes su verdadera causa de muerte?— nuevamente se burla de la joven pero esta ve muestra una sonrisa, una sonrisa algo oscura.
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: ¿Nos conocemos? [Privado]
Algo en cada gesto, en cada palabra pronunciada con ese particular tono de voz del desconocido que se había presentado como Von Streigner, me hacían acercarme un paso más hacia la verdad de esa extraña sensación de familiaridad que tanto me confundía. El misterio envolvía a ese caballero del norte que, como yo, se hallaba muy lejos de su hogar; así como sus palabras, que parecían ocultar tras cada frase un significado oscuro y del que solo él era conocedor.
Había tratado con todo tipo de personas en esta vida, a pesar de mi escasa experiencia en lo que relaciones sociales se refería, pero podía jurar que jamás había conocido a nadie que fuese capaz de mantenerme en vilo con cada una de sus respuestas. Y una afirmación así, teniendo en cuenta que había tratado con brujos, vampiros y licántropos, era mucho decir.
-Tengo el dinero suficiente para pagarme mi comida, monseiur, no se preocupe, aunque le agradezco la invitación. Es muy considerado de su parte.- protesté a media voz, enarcando una ceja al ver de pronto frente a mí tal extensión de alimentos. El trabajo de cazadora me daba para subsistir y aunque fuese austeramente, ni mi familia ni yo habíamos pasado nunca hambre. La realidad no es que comiese poco, sino que mi nerviosismo durante la caza era tal que mi metabolismo quemaba lo que comía; de ahí mi apariencia de parecer famélica. Lo complicado era explicarle a un desconocido como era posible que mi actividad nocturna fuese la responsable de tal aspecto.
-No hay hombre alguno, ni espero que lo haya que me quite el apetito. Imagino que mi constitución es menuda y de ahí mi apariencia.- ahora más relajada comencé a juguetear con la cuchara en la crema de verduras, tras apartar con disimulo el plato de carne. Si algo había de especial en mi alimentación es que no comía carne de ningún tipo; demasiada sangre derramada cada día habían conseguido que mi estómago se cerrase ante el solo pensamiento que comer alimentos que también tuviesen sangre.
Ladeé la cabeza ante la suposición sobre mi padre que terminaba de hacerme el señor Von Streigner. ¿Sería casualidad que hubiese acertado de pleno con el arma predilecta de mi padre? Me mordí el labio inferior pensativa, barajando las posibilidades de haber escogido esa y no otra, pero la llegada del camarero con la bebida de mi anfitrión me sacó de mis pensamientos detectivescos de nuevo. Sonreí ligeramente y probé aquella crema ahora tibia y que estaba realmente exquisita.- Creame que mi padre se hubiese divertido más dejándome a mí encargarme de vos en ese caso. No se imagina hasta que punto puede llegar a ser cruel una dama enfadada.- le guiñé el ojo con picardía, sin poder evitar sonreir tras esa pequeña coletilla en su afirmación, y que me dejaba a mí en el lugar donde pretendía; en el de una pequeña fierecilla sin domar, o como se refirió a mí un caballero desconocido semanas antes, en una particular "Juana de Arco".
Su siguiente pregunta me colocó en una complicada situación. No podía revelar mi profesión sin ser tachada como demente, e incluso llevada ante las autoridades. Mi reciente mala experiencia con la Inquisición me había enseñado que mejor mantener el anonimato en aquella ciudad que apenas conocía, y tratar de alejar de mi persona toda suposición relacionada con el mundo sobrenatural.- De todo lo que ha dicho en lo único que ha acertado es en que soy virgen, aunque tal vez si podría describirme como alguien que busca la justicia tras cada esquina. Es complicado explicarle cual es mi hobbie sin ponerle a vos en peligro, monseiur, y por Dios santo que no es esa mi intención.- apunté fingiendo un mohín de preocupación ante el mero hecho de que pudiese correr peligro por mi culpa.
-Mi padre no tenía secretos conmigo, ni con mi madre.- apunté con cierta melancolía y rabia contenida al mismo tiempo, recordando las pocas imágenes que me quedaban de aquella fatídica noche en la que me abandonó para siempre.- Sé cual fue la causa de su muerte porque yo me encontraba a escasos metros de donde él recibió su muerte; sé como murió porque su última exhalación fue entre mis brazos.
Mis ojos se abnegaron en lágrimas. Suspiré lentamente tratando de controlarlas, de evitar por todos los medios que saliesen de su escondite. Una cazadora no lloraba, una cazadora no podía mostrar esa debilidad.- Pero no hablemos de cosas tristes.- pronuncié con un fingido tono de voz tratando de denotar que todo estaba bien y que la muerte de mi padre estaba más que superada.- Y dígame, ¿qué hacéis aquí en París? Está muy lejos de nuestro hogar.
Había tratado con todo tipo de personas en esta vida, a pesar de mi escasa experiencia en lo que relaciones sociales se refería, pero podía jurar que jamás había conocido a nadie que fuese capaz de mantenerme en vilo con cada una de sus respuestas. Y una afirmación así, teniendo en cuenta que había tratado con brujos, vampiros y licántropos, era mucho decir.
-Tengo el dinero suficiente para pagarme mi comida, monseiur, no se preocupe, aunque le agradezco la invitación. Es muy considerado de su parte.- protesté a media voz, enarcando una ceja al ver de pronto frente a mí tal extensión de alimentos. El trabajo de cazadora me daba para subsistir y aunque fuese austeramente, ni mi familia ni yo habíamos pasado nunca hambre. La realidad no es que comiese poco, sino que mi nerviosismo durante la caza era tal que mi metabolismo quemaba lo que comía; de ahí mi apariencia de parecer famélica. Lo complicado era explicarle a un desconocido como era posible que mi actividad nocturna fuese la responsable de tal aspecto.
-No hay hombre alguno, ni espero que lo haya que me quite el apetito. Imagino que mi constitución es menuda y de ahí mi apariencia.- ahora más relajada comencé a juguetear con la cuchara en la crema de verduras, tras apartar con disimulo el plato de carne. Si algo había de especial en mi alimentación es que no comía carne de ningún tipo; demasiada sangre derramada cada día habían conseguido que mi estómago se cerrase ante el solo pensamiento que comer alimentos que también tuviesen sangre.
Ladeé la cabeza ante la suposición sobre mi padre que terminaba de hacerme el señor Von Streigner. ¿Sería casualidad que hubiese acertado de pleno con el arma predilecta de mi padre? Me mordí el labio inferior pensativa, barajando las posibilidades de haber escogido esa y no otra, pero la llegada del camarero con la bebida de mi anfitrión me sacó de mis pensamientos detectivescos de nuevo. Sonreí ligeramente y probé aquella crema ahora tibia y que estaba realmente exquisita.- Creame que mi padre se hubiese divertido más dejándome a mí encargarme de vos en ese caso. No se imagina hasta que punto puede llegar a ser cruel una dama enfadada.- le guiñé el ojo con picardía, sin poder evitar sonreir tras esa pequeña coletilla en su afirmación, y que me dejaba a mí en el lugar donde pretendía; en el de una pequeña fierecilla sin domar, o como se refirió a mí un caballero desconocido semanas antes, en una particular "Juana de Arco".
Su siguiente pregunta me colocó en una complicada situación. No podía revelar mi profesión sin ser tachada como demente, e incluso llevada ante las autoridades. Mi reciente mala experiencia con la Inquisición me había enseñado que mejor mantener el anonimato en aquella ciudad que apenas conocía, y tratar de alejar de mi persona toda suposición relacionada con el mundo sobrenatural.- De todo lo que ha dicho en lo único que ha acertado es en que soy virgen, aunque tal vez si podría describirme como alguien que busca la justicia tras cada esquina. Es complicado explicarle cual es mi hobbie sin ponerle a vos en peligro, monseiur, y por Dios santo que no es esa mi intención.- apunté fingiendo un mohín de preocupación ante el mero hecho de que pudiese correr peligro por mi culpa.
-Mi padre no tenía secretos conmigo, ni con mi madre.- apunté con cierta melancolía y rabia contenida al mismo tiempo, recordando las pocas imágenes que me quedaban de aquella fatídica noche en la que me abandonó para siempre.- Sé cual fue la causa de su muerte porque yo me encontraba a escasos metros de donde él recibió su muerte; sé como murió porque su última exhalación fue entre mis brazos.
Mis ojos se abnegaron en lágrimas. Suspiré lentamente tratando de controlarlas, de evitar por todos los medios que saliesen de su escondite. Una cazadora no lloraba, una cazadora no podía mostrar esa debilidad.- Pero no hablemos de cosas tristes.- pronuncié con un fingido tono de voz tratando de denotar que todo estaba bien y que la muerte de mi padre estaba más que superada.- Y dígame, ¿qué hacéis aquí en París? Está muy lejos de nuestro hogar.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/11/2016
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