AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Hacía semanas que no coincidía con Hoör Cannif por ningún sitio. “Demasiado tiempo”, pensó para sí misma. Sentada en el sillón donde aquella tarde le recibió, revivió la escena como si fuese lo más real ante sus ojos. ¿Si le echaba en falta? No lo admitiría pero sí. La casa Cavey, seguía en un inquietante silencio, uno sin gritos por parte de Valeria…pues seguía cansada, agotada de esos acontecimientos. Le abrumaba revivir la partida de su mano derecha, la petición de matrimonio, los negocios de su padre y aquel testamento maldito en donde Abbey Appleby lo compartía todo con ella, su hermana… la que nunca conoció.
Había bebido bastante, más de media botella de whisky y aún así, no le afectaba lo más mínimo. Sus orbes esmeraldas, fijas en el fuego de la chimenea…volvieron a perderse. No recibía visitas, solo dejaba que el tiempo pasase…como si con eso se arreglase todo. Un nuevo trago al whisky, los hielos chocaron entre sí…devolviéndole a la realidad. El tiempo pasaba despacio, sin prisa… le pesaba tanta espera pero ¿qué esperaba? Él no regresaría jamás, lo tenía claro pero y ¿Hoör? Se marchó en busca de su tesoro más preciado pero dudaba que terminase volviendo a su casa…menos después de lo ocurrido, Valeria no se lo merecía, le echaba terriblemente de menos. Sobre todo, discutir… para terminar arreglándolo de ciertas maneras.
-Y para que luego digan que el alcohol te hace olvidar -chasqueó la lengua, tambaleándose. Decidió finalmente dejarle a su aire, fuese feliz…encontrase lo que buscaba, aquella espada. La promesa de que regresaría la mantenía en vilo, imposible no asomarse a la ventana de su despacho, donde se veían las caballerizas y su corcel blanco…seguía sin estar allí, resguardada.
-Maldito noruego. Vuelve - maldijo por lo bajo, al oír abrirse la puerta. Una joven le avisaba de que su baño estaba listo , ella tan solo asintió, desviando la mirada de nuevo a la ventana -Ya sabes qué hacer si viene visita - la joven iba a reprocharle pero en cuanto aquellas esmeraldas se clavaron en ella no hubo discusión. Volvió a su habitación, desnudándose, dejando la ropa en la cama y sumergirse en aquella agua caliente, le sentaba de maravilla un baño y más cuando estaba ofuscada y cabreada.
Apoyada con los brazos en el borde de la bañera, ojos cerrados…meditaba. Aún le quedaban muchos tratos que tratar y no solo eso, también emendar… pero ¿cómo? Ahora todo su peso lo llevaba sobre sus hombros, su condena por dejar a un hombre libre…por haber nacido en la cuna de la familia Cavey,.
-La señorita está en su habitación me dijo que le avisara cuando llegase -ya era el momento de encontrarse...
Había bebido bastante, más de media botella de whisky y aún así, no le afectaba lo más mínimo. Sus orbes esmeraldas, fijas en el fuego de la chimenea…volvieron a perderse. No recibía visitas, solo dejaba que el tiempo pasase…como si con eso se arreglase todo. Un nuevo trago al whisky, los hielos chocaron entre sí…devolviéndole a la realidad. El tiempo pasaba despacio, sin prisa… le pesaba tanta espera pero ¿qué esperaba? Él no regresaría jamás, lo tenía claro pero y ¿Hoör? Se marchó en busca de su tesoro más preciado pero dudaba que terminase volviendo a su casa…menos después de lo ocurrido, Valeria no se lo merecía, le echaba terriblemente de menos. Sobre todo, discutir… para terminar arreglándolo de ciertas maneras.
-Y para que luego digan que el alcohol te hace olvidar -chasqueó la lengua, tambaleándose. Decidió finalmente dejarle a su aire, fuese feliz…encontrase lo que buscaba, aquella espada. La promesa de que regresaría la mantenía en vilo, imposible no asomarse a la ventana de su despacho, donde se veían las caballerizas y su corcel blanco…seguía sin estar allí, resguardada.
-Maldito noruego. Vuelve - maldijo por lo bajo, al oír abrirse la puerta. Una joven le avisaba de que su baño estaba listo , ella tan solo asintió, desviando la mirada de nuevo a la ventana -Ya sabes qué hacer si viene visita - la joven iba a reprocharle pero en cuanto aquellas esmeraldas se clavaron en ella no hubo discusión. Volvió a su habitación, desnudándose, dejando la ropa en la cama y sumergirse en aquella agua caliente, le sentaba de maravilla un baño y más cuando estaba ofuscada y cabreada.
Apoyada con los brazos en el borde de la bañera, ojos cerrados…meditaba. Aún le quedaban muchos tratos que tratar y no solo eso, también emendar… pero ¿cómo? Ahora todo su peso lo llevaba sobre sus hombros, su condena por dejar a un hombre libre…por haber nacido en la cuna de la familia Cavey,.
-La señorita está en su habitación me dijo que le avisara cuando llegase -ya era el momento de encontrarse...
Última edición por Valeria Cavey el Mar Dic 13, 2016 6:40 am, editado 1 vez
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Fantasma que atravesaba la noche con su aura blanca, cascos que se perdían en una París desierta en aquella noche de tormenta.
Al galope, sin mirar atrás recorría el empedrado camino a mi destino, la mansión Cavey.
No sabia lo que me encontraría, ni siquiera si me había esperado ¿mas acaso importaba?
Una promesa que cumpliría, siempre lo hacia.
Juramento que escapó de mis labios hace ya unas semanas antes de partir hacia Alemania en busca de mi legado, la espada.
Un viaje, duro, complicado, que había como toda guerra marcado cambios en mi cuerpo y en mi alma.
El latir de mi corazón desbocado al ritmo del repiqueteo de los cascos del caballo marcaban mis incesantes ganas de verla.
Admito que la necesitaba, que su piel era todo cuanto anhelaba..mas del mismo modo cierta frialdad me invadía, pues cuando me fui de París, las cosas entre nosotros habían quedado bastante sesgadas.
Le había regalado tiempo, también espacio, lo que me pidió y yo le prometí.
No sabia si había servido de algo, si la distancia se había convertido en olvido y el tiempo en un sentimiento insano.
Mas hoy me sentía fuerte, estaba mas que decidido a averiguarlo.
Desmonté de un salto en la mansión Cavey, admiré esa casa que conocía bien, como si el tiempo se hubiera detenido en el mismo momento que con la yegua blanca abandone este hogar.
Hoy regresaba a su casa, no a la mía, mas ¿acaso eso importaba?
Crucé el umbral de la puerta cuando una doncella con gran jubilo me recibió.
La señora Cavey me esperaba en sus aposentos, por la mirada de la joven, nada iba bien.
Asentí encaminando mis pasos por ese pasillo que hacia demasiado no recorría, desde la pedida de matrimonio, desde su negativa, que mas tarde se convirtió en un lo pensaré.
La había echado de menos, todo, desde su mirada esmeralda, hasta su ceño fruncido, sus mil y una sonrisas, sus palabras dañinas, sus caricias en mi cuerpo y como no su olor, ese que cuando cerraba los ojos en Alemania me hacia sentirla cerca, recordarla.
Dos golpes en su puerta con los nudillos y me adentré en su habitación, la cama hecha, nadie en el sillón. Oí el chapoteo del agua en el baño, así que con una sonrisa de medio lado continué mis pasos hacia el lavabo
Abrí la puerta apoyando una de mis manos en el marco de esta y centré mis ojos pardos en sus esmeraldas.
-Me esperabas para darnos un baño -apunté con picardia guiñándole un ojo desde el umbral, con calma, como si todo hubiera quedado donde lo dejamos, bueno, no exactamente ahí.
Segundos de silencio en el que nuestros ojos como de costumbre hablaban por nosotros.
“Te he echado de menos” gritaron los míos adentrándome en el baño para buscar el borde de la bañera arrodillándome frente a ella para mirarla de cerca.
-Podías haberme traído una copa,estoy sediento -susurré frente a sus labios aun sin tomarlos.
Estaba borracha, sabia que algo le pasaba, mas no era el momento, ahora no.
Al galope, sin mirar atrás recorría el empedrado camino a mi destino, la mansión Cavey.
No sabia lo que me encontraría, ni siquiera si me había esperado ¿mas acaso importaba?
Una promesa que cumpliría, siempre lo hacia.
Juramento que escapó de mis labios hace ya unas semanas antes de partir hacia Alemania en busca de mi legado, la espada.
Un viaje, duro, complicado, que había como toda guerra marcado cambios en mi cuerpo y en mi alma.
El latir de mi corazón desbocado al ritmo del repiqueteo de los cascos del caballo marcaban mis incesantes ganas de verla.
Admito que la necesitaba, que su piel era todo cuanto anhelaba..mas del mismo modo cierta frialdad me invadía, pues cuando me fui de París, las cosas entre nosotros habían quedado bastante sesgadas.
Le había regalado tiempo, también espacio, lo que me pidió y yo le prometí.
No sabia si había servido de algo, si la distancia se había convertido en olvido y el tiempo en un sentimiento insano.
Mas hoy me sentía fuerte, estaba mas que decidido a averiguarlo.
Desmonté de un salto en la mansión Cavey, admiré esa casa que conocía bien, como si el tiempo se hubiera detenido en el mismo momento que con la yegua blanca abandone este hogar.
Hoy regresaba a su casa, no a la mía, mas ¿acaso eso importaba?
Crucé el umbral de la puerta cuando una doncella con gran jubilo me recibió.
La señora Cavey me esperaba en sus aposentos, por la mirada de la joven, nada iba bien.
Asentí encaminando mis pasos por ese pasillo que hacia demasiado no recorría, desde la pedida de matrimonio, desde su negativa, que mas tarde se convirtió en un lo pensaré.
La había echado de menos, todo, desde su mirada esmeralda, hasta su ceño fruncido, sus mil y una sonrisas, sus palabras dañinas, sus caricias en mi cuerpo y como no su olor, ese que cuando cerraba los ojos en Alemania me hacia sentirla cerca, recordarla.
Dos golpes en su puerta con los nudillos y me adentré en su habitación, la cama hecha, nadie en el sillón. Oí el chapoteo del agua en el baño, así que con una sonrisa de medio lado continué mis pasos hacia el lavabo
Abrí la puerta apoyando una de mis manos en el marco de esta y centré mis ojos pardos en sus esmeraldas.
-Me esperabas para darnos un baño -apunté con picardia guiñándole un ojo desde el umbral, con calma, como si todo hubiera quedado donde lo dejamos, bueno, no exactamente ahí.
Segundos de silencio en el que nuestros ojos como de costumbre hablaban por nosotros.
“Te he echado de menos” gritaron los míos adentrándome en el baño para buscar el borde de la bañera arrodillándome frente a ella para mirarla de cerca.
-Podías haberme traído una copa,estoy sediento -susurré frente a sus labios aun sin tomarlos.
Estaba borracha, sabia que algo le pasaba, mas no era el momento, ahora no.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Je vous vois[Privado] +18
No recordaba cuanto tiempo había transcurrido desde que él se marchó a su viaje pero fue demasiado. En la mansión Cavey nada había cambiado, excepto una silenciosa Valeria que ni hacía ruido cuando caminaba. El repiqueteo de su calzado, siempre avisaba que venía con paso decidido pero ahora, no era así en absoluto.
Para ella, nadie cumplía sus promesas…salvo una persona, su padre. Le prometió que le haría una vida de infierno, la educaría para que no sintiese nada…solo odio y desprecio, los demás no valían nada si no llevaban el apellido Cavey. Poderosa, imponente… una gran combinación de una de sus muchas máscaras ¿cuál tenía hoy puesta? La de la indiferencia más absoluta, solo le importaba su despacho, sus negocios y ella misma ¿para qué más? una alumna aplicada que había dejado de creer en nada más que sus propias palabras.
Ni se percató de aquellos dos golpes, en cuanto se percató de que no estaba sola en el baño, sus ojos verdes se endurecieron. Le reprochaban que había llegado demasiado tarde, mucho tiempo y quizás las cosas ya no fuesen lo mismo. Giró el rostro, sin mirarle, no quería creerse nada de lo que sus labios decían.
-Si no quieres oler a violetas, no , no te he invitado al baño -ni un buenas tardes, ni un gesto al verle… o sí, a su modo. Chasqueó la lengua, las palmas impactaron con el agua, salpicando a ambos. Qué hermosa estaba con aquellas diminutas gotas dibujando su rostro, ese maldito hombre no se callaba así que tuvo que taparle la boca, incorporándose de rodillas a la bañera y no importarle que la viese semidesnuda -Cállate. Ya bebí por ti… ¿qué haces aquí? Si no ibas a volver
Valeria, lo miraba desafiante, no quería creer que estuviese allí…pues el simple hecho de creerlo sería volver a sufrir tanta incertidumbre. Lo soltó a medida que sus ojos se cerraron, intentaba no marearse…estaba muy borracha, más que nunca pero no importaba… cuando al cerrar los ojos aspiró a su aroma a madera…bosque.
-Quiero otra copa, otra más… me queda poco para perder el norte… porque tú no puedes estar aquí -con los ojos cerrados, se lo negaba a sí misma. Volvió al agua, con el ceño fruncido y abrazándose a sus piernas, parecía más una niña asustada pero sin perder aquel porte elegante, único que le hacía ser ella misma…
-Cuando abra los ojos, no estarás… y todo ha sido un sueño, otra vez -le habló al Hoör de su pensamiento, porque en realidad creía que él no seguía allí.
Para ella, nadie cumplía sus promesas…salvo una persona, su padre. Le prometió que le haría una vida de infierno, la educaría para que no sintiese nada…solo odio y desprecio, los demás no valían nada si no llevaban el apellido Cavey. Poderosa, imponente… una gran combinación de una de sus muchas máscaras ¿cuál tenía hoy puesta? La de la indiferencia más absoluta, solo le importaba su despacho, sus negocios y ella misma ¿para qué más? una alumna aplicada que había dejado de creer en nada más que sus propias palabras.
Ni se percató de aquellos dos golpes, en cuanto se percató de que no estaba sola en el baño, sus ojos verdes se endurecieron. Le reprochaban que había llegado demasiado tarde, mucho tiempo y quizás las cosas ya no fuesen lo mismo. Giró el rostro, sin mirarle, no quería creerse nada de lo que sus labios decían.
-Si no quieres oler a violetas, no , no te he invitado al baño -ni un buenas tardes, ni un gesto al verle… o sí, a su modo. Chasqueó la lengua, las palmas impactaron con el agua, salpicando a ambos. Qué hermosa estaba con aquellas diminutas gotas dibujando su rostro, ese maldito hombre no se callaba así que tuvo que taparle la boca, incorporándose de rodillas a la bañera y no importarle que la viese semidesnuda -Cállate. Ya bebí por ti… ¿qué haces aquí? Si no ibas a volver
Valeria, lo miraba desafiante, no quería creer que estuviese allí…pues el simple hecho de creerlo sería volver a sufrir tanta incertidumbre. Lo soltó a medida que sus ojos se cerraron, intentaba no marearse…estaba muy borracha, más que nunca pero no importaba… cuando al cerrar los ojos aspiró a su aroma a madera…bosque.
-Quiero otra copa, otra más… me queda poco para perder el norte… porque tú no puedes estar aquí -con los ojos cerrados, se lo negaba a sí misma. Volvió al agua, con el ceño fruncido y abrazándose a sus piernas, parecía más una niña asustada pero sin perder aquel porte elegante, único que le hacía ser ella misma…
-Cuando abra los ojos, no estarás… y todo ha sido un sueño, otra vez -le habló al Hoör de su pensamiento, porque en realidad creía que él no seguía allí.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Sus esmeraldas centellearon al verme entrar, parecía enfadada, molesta, como si no me esperará ya.
Si no supiera interpretar sus ojos creo que me hubiera dado la vuelta para retornar sobre mis propios pasos, mas sabia que detrás de esa fachada, solo había una niña desesperada.
Giró el rostro eludiendo mi mirada, para después decirme una frase sin sentido ¿acaso creía que me importaba oler a violetas si eso me fundía en uno con su piel?
No tenia ni idea esa maldita mujer de como la necesitaba, eso no había cambiado ni por mucho espacio o tiempo que le hubiera regalado.
Su cuerpo se alzó palmoteando de forma violenta el agua, gotas que nos mojaron a ambos, mientras contemplaba esa desnudez que sin duda oscurecía mis ojos, color que ella bien conocía y que sin duda era capaz de interpretar.
Estaba preciosa, con esas gotas resbalando por su rostro, muriendo en sus labios, que mis ojos contemplaron embelesados añorandolos otra vez.
Sediento, mas no de alcohol, si no de ella, mis labios se entreabrieron ,era cierto que no hubo un día que no recordé su olor, ese que ahora me embriagaba a lirios y violetas.
Su mano se posó en mi boca, quería silenciar mis palabras, mas ¿alguna vez necesitamos nosotros palabras para hablar de lo que nuestras miradas gritaban?
Nuestros orbes se encontraron ,intensos, regalándose la promesa de una noche sin fantasmas, ambos durante la distancia habíamos gozado de demasiados y ahora solo quería esto, la calma de su cuerpo en llamas.
Un te quiero mas que antes que no dije, un he tratado de olvidarte sin parar de recordarte, un intentemoslo de nuevo porque no se como hacerte a un lado de mi vida, aunque debería.
Preguntas que escaparon de sus labios, mas que con la boca cubierta por su mano era incapaz de responder, mas ¿para que?¿no estaba allí? No bastaba con que los dos estuviéramos ahí.
Aquí y ahora..que importaba el pasado, o el futuro, no hoy en el que la anhelaba mas que nunca.
Su mano se escurrió y con ella su cuerpo volviendo a hundirse en la bañera completamente ebria.
Hice a un lado mi camisa sacándola con rapidez de mi cabeza, las botas y los pantalones después sin dejar ni por un instante de contemplar a esa mujer que lo era todo y nada a la vez.
Me sumergí en la cálida agua que abrazaba a una niña asustada.
Me hice un hueco tras ella, sus palabras hablaban a un fantasma y yo aquella noche podía ser cualquier cosa si eso le aliviaba.
Rodeé su cuerpo con mis brazos, dejando que su espalda se recostará sobre mi pecho.
Hice caso omiso a su petición de mas alcohol, había bebido suficiente por hoy, como ella misma había dicho, lo había hecho por los dos.
Las yemas de mis dedos recorrieron sus brazos mientras aun se abrazaba despacio, caricias mudas de su espectro.
Mis labios se perdieron en su cuello, ojos cerrados al sentir mi piel erizarse al completo, su tacto era abrasador.
Mi necesidad infinita y el peligro que eso suponía me asustaba, me aterraba, me llevaba a los infiernos y a su vez me regalaba mi única esperanza.
-Si no estoy aquí, besame, dime que me quieres solo por esta vez ¿que mas da? Si no estoy. Miénteme para que al menos por esta noche sepa lo que es que el ser al que amas te ame del mismo modo.
O no me mientas, y cree que he vuelto, que no puedo vivir sin ti aunque lo intento.
Mis dedos se enlazaron con los suyos, ya nada tenia que perder, mi anillo seguía sin lucir en su dedo, desconocía si esa era suficiente respuesta o por el contrario solo otro enigma sin resolver.
-Por esta noche, finjamos que no estoy -susurré tomando su mentón para girar su rostro desafiando sus esmeraldas.
Llevé mi aliento contra sus labios, aun sin ser tomados -toma de mi lo que quieras, pues esta noche..solo es de los dos.
Si no supiera interpretar sus ojos creo que me hubiera dado la vuelta para retornar sobre mis propios pasos, mas sabia que detrás de esa fachada, solo había una niña desesperada.
Giró el rostro eludiendo mi mirada, para después decirme una frase sin sentido ¿acaso creía que me importaba oler a violetas si eso me fundía en uno con su piel?
No tenia ni idea esa maldita mujer de como la necesitaba, eso no había cambiado ni por mucho espacio o tiempo que le hubiera regalado.
Su cuerpo se alzó palmoteando de forma violenta el agua, gotas que nos mojaron a ambos, mientras contemplaba esa desnudez que sin duda oscurecía mis ojos, color que ella bien conocía y que sin duda era capaz de interpretar.
Estaba preciosa, con esas gotas resbalando por su rostro, muriendo en sus labios, que mis ojos contemplaron embelesados añorandolos otra vez.
Sediento, mas no de alcohol, si no de ella, mis labios se entreabrieron ,era cierto que no hubo un día que no recordé su olor, ese que ahora me embriagaba a lirios y violetas.
Su mano se posó en mi boca, quería silenciar mis palabras, mas ¿alguna vez necesitamos nosotros palabras para hablar de lo que nuestras miradas gritaban?
Nuestros orbes se encontraron ,intensos, regalándose la promesa de una noche sin fantasmas, ambos durante la distancia habíamos gozado de demasiados y ahora solo quería esto, la calma de su cuerpo en llamas.
Un te quiero mas que antes que no dije, un he tratado de olvidarte sin parar de recordarte, un intentemoslo de nuevo porque no se como hacerte a un lado de mi vida, aunque debería.
Preguntas que escaparon de sus labios, mas que con la boca cubierta por su mano era incapaz de responder, mas ¿para que?¿no estaba allí? No bastaba con que los dos estuviéramos ahí.
Aquí y ahora..que importaba el pasado, o el futuro, no hoy en el que la anhelaba mas que nunca.
Su mano se escurrió y con ella su cuerpo volviendo a hundirse en la bañera completamente ebria.
Hice a un lado mi camisa sacándola con rapidez de mi cabeza, las botas y los pantalones después sin dejar ni por un instante de contemplar a esa mujer que lo era todo y nada a la vez.
Me sumergí en la cálida agua que abrazaba a una niña asustada.
Me hice un hueco tras ella, sus palabras hablaban a un fantasma y yo aquella noche podía ser cualquier cosa si eso le aliviaba.
Rodeé su cuerpo con mis brazos, dejando que su espalda se recostará sobre mi pecho.
Hice caso omiso a su petición de mas alcohol, había bebido suficiente por hoy, como ella misma había dicho, lo había hecho por los dos.
Las yemas de mis dedos recorrieron sus brazos mientras aun se abrazaba despacio, caricias mudas de su espectro.
Mis labios se perdieron en su cuello, ojos cerrados al sentir mi piel erizarse al completo, su tacto era abrasador.
Mi necesidad infinita y el peligro que eso suponía me asustaba, me aterraba, me llevaba a los infiernos y a su vez me regalaba mi única esperanza.
-Si no estoy aquí, besame, dime que me quieres solo por esta vez ¿que mas da? Si no estoy. Miénteme para que al menos por esta noche sepa lo que es que el ser al que amas te ame del mismo modo.
O no me mientas, y cree que he vuelto, que no puedo vivir sin ti aunque lo intento.
Mis dedos se enlazaron con los suyos, ya nada tenia que perder, mi anillo seguía sin lucir en su dedo, desconocía si esa era suficiente respuesta o por el contrario solo otro enigma sin resolver.
-Por esta noche, finjamos que no estoy -susurré tomando su mentón para girar su rostro desafiando sus esmeraldas.
Llevé mi aliento contra sus labios, aun sin ser tomados -toma de mi lo que quieras, pues esta noche..solo es de los dos.
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Ante ella no podía tener nada más que un espejismo. Sus orbes esmeralda brillaban con una fuerza desmedida, presa de la rabia contenida, de la impotencia por hacer ella misma las cosas más difíciles y complicadas. Lo admiraba desde su posición y aún no podía creer que estuviese allí, frente a ella después de aquel período de tiempo. Enfadada por muchos motivos pero el principal, no era otro que el haber cumplido su promesa de volver.
¿Por qué? ¿Acaso significaba algo? ¿todo? ¿nada? mil y una preguntas que se lanzaba a sí misma en su mente, con silenciosa respuesta. No se atrevía a fundirse en su mirada, no quería parecer vulnerable, viese en su gesto que no solo se alegraba de verlo…algo mucho más desconcertante viniendo de la propia joven. Sí, le había extrañado, cada día e instante y negarlo sería mentirse a sí misma. Valeria seguía teniendo miedo.
No cualquier miedo, el peor de todos pues tenía miedo , pavor, temor de sentir lo que sentía porque ni siquiera ella podía describirlo y menos comprenderlo. Alguien a quien el amor y cariño eliminaron de su vida, como si esos sentimientos no existiesen y nunca pudiese sentirlos pero cuan equivocada estaba. Por primera vez se sintió pequeña, ante los ojos pardos de aquel hombre que la amaba más que a su propia existencia. Sonrió de forma leve ante ese pensamiento ¿cómo podía haber llegado a amarla? Había podido ver más allá de aquella prepotencia, egoísmo y encontrar aquella Valeria sin máscaras de por medio. Una mujer inexperta en ese gran mundo desconocido que era el amor y experta en la vida, los negocios, esos momentos en los que tenía que tomar ciertas decisiones.
Un escalofrío general, le recorrió el cuerpo en cuanto sintió como su espacio era invadido. Maldita y deliciosa condena cuando los brazos masculinos la atraparon en una jaula más peligrosa que ser una chica de clase alta con sus obligaciones. Si no estaba allí, dio gracias mentalmente por hacer realidad aquellos deseos ocultos, los que nunca se atrevería a decir con palabras. Se deleitó con su tacto, echando hacia atrás su espalda, su cabeza, y buscar refugiarse en el cuello ajeno, al que anheló y su almohada no podía sustituir aunque quisiera.
Dedos finos y suaves, se deslizaron por los cabellos del caballero, perdiéndose una vez más en sus deseos. Apretó con tal fuerza los labios que él pudo vislumbrar que unas hermosas lagrimas luchaban por no salir. La emoción le había traicionado y no podía fingir ante él. Despacio, luchó con su yo fuerte interior para no darse la vuelta… no quería darse de bruces con la realidad, una en la que volvía a estar sola y todo lo importante, él…volvía a irse de su vida con una promesa , una que no sabía si la cumpliría y…ahí estaba.
El alcohol le nublaba la visión teniendo que entrecerrar los ojos y por ende, aquellas lagrimas salieron al encuentro de las gotas de agua. Con temor, hizo el amigo de tomar su rostro entre sus manos, deslizando los pulgares por sus mejillas…asegurarse de que estaba allí. Qué importaba cuando era tan real como esos sueños y pesadillas. Buscó sus labios perdiéndose en sus palabras, saboreando un beso cargado de sentimiento que hizo explotar sus lagrimas tímidas, deslizándose por las ajenas… como si fuese mutuo. En ese beso demostró más de lo que él llegase a imaginarse… su nariz acarició la de él junto con una sonrisa que se desvaneció de nuevo por sentir…
-El mayor regalo que pueden hacerte en esta vida es que ames y seas correspondido -se ayudó de sus propias manos para deslizarlas por los hombros que la habían sostenido cuando más de una vez caía en la guerra, tomando asiento en su regazo… y ¿para qué decir nada? su gesto le delató. Los brazos de Valeria le rodearon con una enferma necesidad, hundiendo su rostro en su cuello , susurrando su nombre tantas veces como era posible. Estaba borracha sí pero seguía siendo esa niña que fue en el pasado, una que no comprendía en la mujer en la que tenía que convertirse - No me hagas más promesas, con la que has cumplido es suficiente. No te creí, no ibas a volver… era lo que me decía una y otra vez - sonrió diciéndole lo mismo…pidiéndole, rogándole en silencio -Lo que pase ahora, no tenemos porqué comentarlo nunca. Simplemente te pido que no me sueltes, no te vayas… esta noche no -
Volvió a buscar sus labios, en un abrazo infinito… la cordura, esa cordura esta vez había ganado.
¿Por qué? ¿Acaso significaba algo? ¿todo? ¿nada? mil y una preguntas que se lanzaba a sí misma en su mente, con silenciosa respuesta. No se atrevía a fundirse en su mirada, no quería parecer vulnerable, viese en su gesto que no solo se alegraba de verlo…algo mucho más desconcertante viniendo de la propia joven. Sí, le había extrañado, cada día e instante y negarlo sería mentirse a sí misma. Valeria seguía teniendo miedo.
No cualquier miedo, el peor de todos pues tenía miedo , pavor, temor de sentir lo que sentía porque ni siquiera ella podía describirlo y menos comprenderlo. Alguien a quien el amor y cariño eliminaron de su vida, como si esos sentimientos no existiesen y nunca pudiese sentirlos pero cuan equivocada estaba. Por primera vez se sintió pequeña, ante los ojos pardos de aquel hombre que la amaba más que a su propia existencia. Sonrió de forma leve ante ese pensamiento ¿cómo podía haber llegado a amarla? Había podido ver más allá de aquella prepotencia, egoísmo y encontrar aquella Valeria sin máscaras de por medio. Una mujer inexperta en ese gran mundo desconocido que era el amor y experta en la vida, los negocios, esos momentos en los que tenía que tomar ciertas decisiones.
Un escalofrío general, le recorrió el cuerpo en cuanto sintió como su espacio era invadido. Maldita y deliciosa condena cuando los brazos masculinos la atraparon en una jaula más peligrosa que ser una chica de clase alta con sus obligaciones. Si no estaba allí, dio gracias mentalmente por hacer realidad aquellos deseos ocultos, los que nunca se atrevería a decir con palabras. Se deleitó con su tacto, echando hacia atrás su espalda, su cabeza, y buscar refugiarse en el cuello ajeno, al que anheló y su almohada no podía sustituir aunque quisiera.
Dedos finos y suaves, se deslizaron por los cabellos del caballero, perdiéndose una vez más en sus deseos. Apretó con tal fuerza los labios que él pudo vislumbrar que unas hermosas lagrimas luchaban por no salir. La emoción le había traicionado y no podía fingir ante él. Despacio, luchó con su yo fuerte interior para no darse la vuelta… no quería darse de bruces con la realidad, una en la que volvía a estar sola y todo lo importante, él…volvía a irse de su vida con una promesa , una que no sabía si la cumpliría y…ahí estaba.
El alcohol le nublaba la visión teniendo que entrecerrar los ojos y por ende, aquellas lagrimas salieron al encuentro de las gotas de agua. Con temor, hizo el amigo de tomar su rostro entre sus manos, deslizando los pulgares por sus mejillas…asegurarse de que estaba allí. Qué importaba cuando era tan real como esos sueños y pesadillas. Buscó sus labios perdiéndose en sus palabras, saboreando un beso cargado de sentimiento que hizo explotar sus lagrimas tímidas, deslizándose por las ajenas… como si fuese mutuo. En ese beso demostró más de lo que él llegase a imaginarse… su nariz acarició la de él junto con una sonrisa que se desvaneció de nuevo por sentir…
-El mayor regalo que pueden hacerte en esta vida es que ames y seas correspondido -se ayudó de sus propias manos para deslizarlas por los hombros que la habían sostenido cuando más de una vez caía en la guerra, tomando asiento en su regazo… y ¿para qué decir nada? su gesto le delató. Los brazos de Valeria le rodearon con una enferma necesidad, hundiendo su rostro en su cuello , susurrando su nombre tantas veces como era posible. Estaba borracha sí pero seguía siendo esa niña que fue en el pasado, una que no comprendía en la mujer en la que tenía que convertirse - No me hagas más promesas, con la que has cumplido es suficiente. No te creí, no ibas a volver… era lo que me decía una y otra vez - sonrió diciéndole lo mismo…pidiéndole, rogándole en silencio -Lo que pase ahora, no tenemos porqué comentarlo nunca. Simplemente te pido que no me sueltes, no te vayas… esta noche no -
Volvió a buscar sus labios, en un abrazo infinito… la cordura, esa cordura esta vez había ganado.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Sus dedos se deslizaban gráciles por la cárcel de mis brazos, que sustentando su pequeño cuerpo la atraían contra mi mostrandole que el tiempo y el espacio había sido demasiado, un te he extrañado que no dije mas si demostré con cada respiración. Promesas que se elevaron al aire entre los dos.
Había luchado contra el tiempo, contra mi mismo y contra demasiadas cosas para volver junto a esa mujer de labios rojos y blanca tez.
Mas alli estaba, acariciando su piel, todo había merecido la pena, porque lo que sentía no tenia parangón con lo que alcance a sentir alguna vez.
Supe que ni mil amaneceres, ni mil ocasos lograrían hacerme olvidadla, supe que ella era la dueña de mi espada, de mi valor, de mis miedos y de mi amor.
Esa mujer de cabellos dorados y ojos esmeralda se había convertido en el principio y el final de mi camino, mi perdición.
No supo mi tío cuan acertado estuvo enviándome a su mansión pues si mi muerte dependía de unas manos, sin duda serian de esas que hoy tomaban mi pelo con necesidad dibujándolo con la yema de sus dedos cargados de verdad.
Aun sin ser capaz de girarse, sentí como apretaba los labios, como si luchara con un titan en una batalla a muerte por controlarse.
Mi ajetreada respiración contra su cuello, marcaba el principio de nuestro destino.
Nuestras manos se tocaban, deleitándose con ese tacto que erizaba nuestra piel convirtiendo el momento en puro placer. Lento, parecíamos necesitados de observarnos, de creer que esto estaba sucediendo.
Sus labios se apretaron antes de rodar por sus mejillas lagrimas saladas que se perdieron en la perfumada agua.
Hubiera dado mi vida por secarlas, por conocer el mal que le afligía mas solo la abracé con mas fuerza, en silencio, mostrandole que su escudo había vuelto.
Se giró, esta vez para contemplarnos de cerca, como quien ve por primera vez al otro, mis ojos se fundieron en sus esmeraldas de un modo tan intenso que mis labios se entreabrieron en una danza de miradas que se fundía en el otro.
Era tan bella, labios rojos, mejillas sonrosadas, perfecta. Cerré los ojos esperando que siguiera viéndome allí, aunque solo fuera en sus sueños mas salvajes o en sus pesadillas mas ardientes.
-Nadie tiene que saber lo que hacemos -jadeé contra sus labios mientras sus dedos se hundían en mi pelo.
Su olor me embriago mas que cualquier botella de alcohol, sus manos en mis mejillas me atrajeron con una necesidad desmedida, nuestros labios se encontraron lentos, pero apasionados.
Cada respiración era el aliento del otro, un beso que significo demasiado cuando nuestros labios se rozaban con miedo con la boca entreabierta cargada de deseo.
Su lengua cruzo el infierno para adentrarse en la mía, aplacando las llamas en la humedad de mi boca. Despacio, se paladearon reconociéndose, sintiendo que estaban echas para bailar eternamente unidas.
Jadeé de nuevo y su regalo a mi excitación fue una sonrisa que murió contra mis labios para volver a prendernos en un beso echo fuego.
“Amar y ser correspondido” ¿era esto lo que se sentía cuando eso sucedía? Sus brazos treparon por mi cuerpo rodeando mi cuello, apoyados en mis hombros.
Piel contra piel, desnudos, sin mascaras, sin escudos, esa noche solo eramos nosotros.
Su rostro se hundió en mi cuello, su nariz erizo mi bello. Mi nombre me hizo arder al salir de sus labios, voz que reconocía, voz que necesitaba, voz que anhelaba. Ella mi ruina, mi verdad y mi mentira.
-Valeria..-susurré -aun lejos siempre he estado aquí, contigo.
Mi voz sonó grave, desesperada, cierta. La traje mas contra mi, acompañando a sus caderas a subir sobre mi.
Respiración ronca contra sus labio, que a escasos centímetros alentaban a los míos a ser devorados.
La miré de nuevo ¿no se daba cuenta de que estaba echo para mi?
-Una noche de tregua Valeria.
Mi boca apresó la suya de nuevo, colisionando con sus labios, esos que tanto había anhelado. Mis dedos se enredaron en su pelo, atrayendola contra mi, necesitando de ella mas de lo que nunca creí.
Había luchado contra el tiempo, contra mi mismo y contra demasiadas cosas para volver junto a esa mujer de labios rojos y blanca tez.
Mas alli estaba, acariciando su piel, todo había merecido la pena, porque lo que sentía no tenia parangón con lo que alcance a sentir alguna vez.
Supe que ni mil amaneceres, ni mil ocasos lograrían hacerme olvidadla, supe que ella era la dueña de mi espada, de mi valor, de mis miedos y de mi amor.
Esa mujer de cabellos dorados y ojos esmeralda se había convertido en el principio y el final de mi camino, mi perdición.
No supo mi tío cuan acertado estuvo enviándome a su mansión pues si mi muerte dependía de unas manos, sin duda serian de esas que hoy tomaban mi pelo con necesidad dibujándolo con la yema de sus dedos cargados de verdad.
Aun sin ser capaz de girarse, sentí como apretaba los labios, como si luchara con un titan en una batalla a muerte por controlarse.
Mi ajetreada respiración contra su cuello, marcaba el principio de nuestro destino.
Nuestras manos se tocaban, deleitándose con ese tacto que erizaba nuestra piel convirtiendo el momento en puro placer. Lento, parecíamos necesitados de observarnos, de creer que esto estaba sucediendo.
Sus labios se apretaron antes de rodar por sus mejillas lagrimas saladas que se perdieron en la perfumada agua.
Hubiera dado mi vida por secarlas, por conocer el mal que le afligía mas solo la abracé con mas fuerza, en silencio, mostrandole que su escudo había vuelto.
Se giró, esta vez para contemplarnos de cerca, como quien ve por primera vez al otro, mis ojos se fundieron en sus esmeraldas de un modo tan intenso que mis labios se entreabrieron en una danza de miradas que se fundía en el otro.
Era tan bella, labios rojos, mejillas sonrosadas, perfecta. Cerré los ojos esperando que siguiera viéndome allí, aunque solo fuera en sus sueños mas salvajes o en sus pesadillas mas ardientes.
-Nadie tiene que saber lo que hacemos -jadeé contra sus labios mientras sus dedos se hundían en mi pelo.
Su olor me embriago mas que cualquier botella de alcohol, sus manos en mis mejillas me atrajeron con una necesidad desmedida, nuestros labios se encontraron lentos, pero apasionados.
Cada respiración era el aliento del otro, un beso que significo demasiado cuando nuestros labios se rozaban con miedo con la boca entreabierta cargada de deseo.
Su lengua cruzo el infierno para adentrarse en la mía, aplacando las llamas en la humedad de mi boca. Despacio, se paladearon reconociéndose, sintiendo que estaban echas para bailar eternamente unidas.
Jadeé de nuevo y su regalo a mi excitación fue una sonrisa que murió contra mis labios para volver a prendernos en un beso echo fuego.
“Amar y ser correspondido” ¿era esto lo que se sentía cuando eso sucedía? Sus brazos treparon por mi cuerpo rodeando mi cuello, apoyados en mis hombros.
Piel contra piel, desnudos, sin mascaras, sin escudos, esa noche solo eramos nosotros.
Su rostro se hundió en mi cuello, su nariz erizo mi bello. Mi nombre me hizo arder al salir de sus labios, voz que reconocía, voz que necesitaba, voz que anhelaba. Ella mi ruina, mi verdad y mi mentira.
-Valeria..-susurré -aun lejos siempre he estado aquí, contigo.
Mi voz sonó grave, desesperada, cierta. La traje mas contra mi, acompañando a sus caderas a subir sobre mi.
Respiración ronca contra sus labio, que a escasos centímetros alentaban a los míos a ser devorados.
La miré de nuevo ¿no se daba cuenta de que estaba echo para mi?
-Una noche de tregua Valeria.
Mi boca apresó la suya de nuevo, colisionando con sus labios, esos que tanto había anhelado. Mis dedos se enredaron en su pelo, atrayendola contra mi, necesitando de ella mas de lo que nunca creí.
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Re: Je vous vois[Privado] +18
No era ningún secreto para ninguno de los dos que desde el primer segundo, la tensión les llevaba a acercarse y separarse al mismo tiempo, buscarse y encontrarse hasta consumar aquella locura. Una locura que se había convertido en algo más. Aquel que llegó como su invitado, dudaba que ahora ella misma quisiera que se marchase pero así fue. Le prometió volver y ¿acaso no estaba allí? tantas noches con la única compañía que su fiel aliado…el whisky.
No era la primera noche que se encontraba en ese estado, entre el sueño y el delirio. Tantos momentos e instantes en el que creía que de verdad estaba allí y ahora sin embargo, cuando era cierto… negaba a su propia conciencia. Maldito y mil veces maldito noruego. Las orbes esmeralda, no dejaban de observar cada parte de su rostro, la sonrisa leve y tierna pintada en aquellos labios carmesí que le gritaban en silencio que se quedase, no se volviese a marchar nunca más. Le había odiado por dejarla sola pese a que le pidió que le acompañase ¿cómo acompañarle cuando era asunto suyo? Si ella iba solo sería una distracción.
-No, nadie tiene que saber cómo te miro y las ganas que tengo de matarte entre mis brazos, jadees mi nombre tantas veces hasta que se te quede grabado en la piel. -lo castigó mordiendo con cierta fuerza su labio inferior, tirando y obligarle a acercarse a su rostro, fundiendo sus labios en un beso de fuego mientras sus manos se deslizaron por sus mejillas de forma tierna, en una caricia en la que finalmente enredó sus dedos en su cabello y tiró de su nuca… con una mano, la otra le tomó del mentón para que la mirase.
-Una noche de tregua… -murmuró contra sus labios, dibujándolo con su lengua, mordiendo su barbilla, descendiendo por su cuello. Murmuró su nombre contra su piel, las manos se deslizaron por su espalda, acercándole hacia sí y fundirse en un nuevo abrazo cargado de necesidad -No hay prisa…déjame que te bañe -sonrió , dejando un beso en su frente y estirar la mano para tomar la esponja y poder utilizarla en su cuerpo…empapó la esponja , el jabón con aroma a lirios le hizo reír por lo bajo -Al final me va a gustar demasiado que huelas así…
Con cuidado pasó la esponja en sus hombros, su pecho y tuvo que arquearse para llegar a un sitio más concreto. Dejó a la vista de sus ojos oscuros, el agua le llegaba hasta la cintura … las gotas de agua se deslizaban por su cuerpo, dedicándole aquella tregua…tomándose su tiempo.
-Ahora lo harás tú -le cedió la esponja, girándose despacio apoyándose en el borde de la bañera y darse la vuelta, quedando de nuevo con su espalda apoyada en su pecho, el cabello lo dejó caer a un lado de su hombro. -Espero que sepas como hacerlo… -se inclinó mordiendo su barbilla, lamiendo ésta hasta su mejilla - Tregua-rió de lo más divertida, el alcohol seguía jugando a su favor....y esas orbes esmeralda lo seguían mirando con fuego y algo más que jamás se atrevería a admitir.
No era la primera noche que se encontraba en ese estado, entre el sueño y el delirio. Tantos momentos e instantes en el que creía que de verdad estaba allí y ahora sin embargo, cuando era cierto… negaba a su propia conciencia. Maldito y mil veces maldito noruego. Las orbes esmeralda, no dejaban de observar cada parte de su rostro, la sonrisa leve y tierna pintada en aquellos labios carmesí que le gritaban en silencio que se quedase, no se volviese a marchar nunca más. Le había odiado por dejarla sola pese a que le pidió que le acompañase ¿cómo acompañarle cuando era asunto suyo? Si ella iba solo sería una distracción.
-No, nadie tiene que saber cómo te miro y las ganas que tengo de matarte entre mis brazos, jadees mi nombre tantas veces hasta que se te quede grabado en la piel. -lo castigó mordiendo con cierta fuerza su labio inferior, tirando y obligarle a acercarse a su rostro, fundiendo sus labios en un beso de fuego mientras sus manos se deslizaron por sus mejillas de forma tierna, en una caricia en la que finalmente enredó sus dedos en su cabello y tiró de su nuca… con una mano, la otra le tomó del mentón para que la mirase.
-Una noche de tregua… -murmuró contra sus labios, dibujándolo con su lengua, mordiendo su barbilla, descendiendo por su cuello. Murmuró su nombre contra su piel, las manos se deslizaron por su espalda, acercándole hacia sí y fundirse en un nuevo abrazo cargado de necesidad -No hay prisa…déjame que te bañe -sonrió , dejando un beso en su frente y estirar la mano para tomar la esponja y poder utilizarla en su cuerpo…empapó la esponja , el jabón con aroma a lirios le hizo reír por lo bajo -Al final me va a gustar demasiado que huelas así…
Con cuidado pasó la esponja en sus hombros, su pecho y tuvo que arquearse para llegar a un sitio más concreto. Dejó a la vista de sus ojos oscuros, el agua le llegaba hasta la cintura … las gotas de agua se deslizaban por su cuerpo, dedicándole aquella tregua…tomándose su tiempo.
-Ahora lo harás tú -le cedió la esponja, girándose despacio apoyándose en el borde de la bañera y darse la vuelta, quedando de nuevo con su espalda apoyada en su pecho, el cabello lo dejó caer a un lado de su hombro. -Espero que sepas como hacerlo… -se inclinó mordiendo su barbilla, lamiendo ésta hasta su mejilla - Tregua-rió de lo más divertida, el alcohol seguía jugando a su favor....y esas orbes esmeralda lo seguían mirando con fuego y algo más que jamás se atrevería a admitir.
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Mordió mi labio inferior apoderándose no solo de el, si no de mi razón.
Un jadeo brusco murió contra su boca, mientras sus palabras, me calentaban con el aliento que era mi sustento.
Sus manos sobre mis mejillas, caricias mudas en un rostro que le pertenecía. Jadeaba sin tregua contra su boca que parecía decidida a aplacar mi sed con su lengua.
Lengua que luchaba contra la ajena permitiéndome explorar cada resquicio de ella que echa fuego me incendiaba de ganas.
Empezaba a estar sumamente excitado, no había tenido contacto con mujer alguna en todas estas semanas y su cuerpo desnudo era una tentación que necesitaba.
Mi virilidad en alza acariciaba el centro de su sexo, mas esta parecía decidida a no dejarme hacerla mía todavía, quería jugar, danzar, quería que cada caricia me arrastrara a su infierno. Ese que parecía haberse apoderado de ella en mi ausencia, el mismo que yo había experimentado en la suya.
Ambos sonreímos ante la intensidad de lo que estaba sucediendo, presos de nuestros cuerpos, bálsamo de nuestros labios que nos empujaban a entendernos.
Pero ella hoy lo quería todo, quería enseñarme cuanto me había echado de menos, convencerme del error que seria que volviera a dejarla.
Tiró de mi pelo logrando que un gemido gutural escapara de mi garganta, mis ojos oscurecidos de deseo se clavaron en sus esmeraldas. Su mano en mi mentón para hablarme de cerca, buscando con su aliento incendiarme por dentro.
-Tregua -gruñí jadeante tirando de sus caderas contra mi dureza.
Sonrisa ladina en su rostro, sabia que tenia le poder y borracha como estaba parecía disfrutar de ese juego conmigo.
-me estas poniendo demasiado Valeria, no juegues, o el agua no será suficiente para aplacar mis ganas.
Me abrazo como una niña, entre risas, restregando sus pechos erguidos contra mi torso, risa ebria en mi cuello, y yo apenas podía dejar de jadear contra su piel.
“No hay prisa” susurró dispuesta a darme un baño. Sonreí de medio lado admirándola de nuevo, como la había echado de menos, todo, desde su desesperante forma de tomar el control en estas situaciones, a su mirada esmeralda que ahora oscura se batía en duelo con la mía.
Tomó la esponja deslizándola por mi piel, acariciando cada músculo que se tensaba a su paso mostrandole hasta que punto estaba excitado.
Se arqueo frente a mis ojos accediendo a mi espalda, un mordisco fue la respuesta de mi boca en su costado, lamí su piel, mientras esta reía sintiéndome a su merced.
Una nueva orden poniendo en mi mano la esponja, quería seguir jugando, que la bañara con delicadeza, sin prisa.
-Maldita mujer, no ves como estoy -susurré con la voz ronca encontrándome de nuevo con su infantil risa.
Su cuerpo ahora se apoyó en el mio, espalda contra pecho, sus dorados bucles a un lado y sus orbes buscando los míos con la intensidad con la que las llamas prenden los maderos.
Su boca tomo la mía, instigandome a mover mi mano por su cuerpo. Jadeé completamente excitado cuando mordió mi barbilla y lamió mi mejilla.
Mi mano se movió lenta por cada curva que ponía recta a la mía. La esponja dibujo sus hombros, deslizándose lenta por sus duros pechos, allí la apreté dejando que las gotas de agua dibujaran una cascada. Mis ojos siguieron las gotas con fervor, agua que ahora acariciaban su piel mas que yo, logrando hacerme celar cada resquicio de ella.
Jadeé contra su cuello deslizando la esponja hacia su vientre, mas al tropezar con el agua la solté. Mi mano siguió la trayectoria trazada, hasta su bajo vientre.
Mis dedos acariciaron con lentitud su sexo, centrándose en ese lugar que sin duda la hacia ahora jadear de forma ronca contra mis labios. Sus mejillas ardían, me gustaba esa imagen de ella, borracha, jadeando a mi merced.
Sus piernas se abrieron dejando que mis dedos se hundieran en ellas, despacio.
-Tregua -gruñí contra su oído sin dejar de acariciarla mientras sus caderas bailaban buscando mi mano.
Un jadeo brusco murió contra su boca, mientras sus palabras, me calentaban con el aliento que era mi sustento.
Sus manos sobre mis mejillas, caricias mudas en un rostro que le pertenecía. Jadeaba sin tregua contra su boca que parecía decidida a aplacar mi sed con su lengua.
Lengua que luchaba contra la ajena permitiéndome explorar cada resquicio de ella que echa fuego me incendiaba de ganas.
Empezaba a estar sumamente excitado, no había tenido contacto con mujer alguna en todas estas semanas y su cuerpo desnudo era una tentación que necesitaba.
Mi virilidad en alza acariciaba el centro de su sexo, mas esta parecía decidida a no dejarme hacerla mía todavía, quería jugar, danzar, quería que cada caricia me arrastrara a su infierno. Ese que parecía haberse apoderado de ella en mi ausencia, el mismo que yo había experimentado en la suya.
Ambos sonreímos ante la intensidad de lo que estaba sucediendo, presos de nuestros cuerpos, bálsamo de nuestros labios que nos empujaban a entendernos.
Pero ella hoy lo quería todo, quería enseñarme cuanto me había echado de menos, convencerme del error que seria que volviera a dejarla.
Tiró de mi pelo logrando que un gemido gutural escapara de mi garganta, mis ojos oscurecidos de deseo se clavaron en sus esmeraldas. Su mano en mi mentón para hablarme de cerca, buscando con su aliento incendiarme por dentro.
-Tregua -gruñí jadeante tirando de sus caderas contra mi dureza.
Sonrisa ladina en su rostro, sabia que tenia le poder y borracha como estaba parecía disfrutar de ese juego conmigo.
-me estas poniendo demasiado Valeria, no juegues, o el agua no será suficiente para aplacar mis ganas.
Me abrazo como una niña, entre risas, restregando sus pechos erguidos contra mi torso, risa ebria en mi cuello, y yo apenas podía dejar de jadear contra su piel.
“No hay prisa” susurró dispuesta a darme un baño. Sonreí de medio lado admirándola de nuevo, como la había echado de menos, todo, desde su desesperante forma de tomar el control en estas situaciones, a su mirada esmeralda que ahora oscura se batía en duelo con la mía.
Tomó la esponja deslizándola por mi piel, acariciando cada músculo que se tensaba a su paso mostrandole hasta que punto estaba excitado.
Se arqueo frente a mis ojos accediendo a mi espalda, un mordisco fue la respuesta de mi boca en su costado, lamí su piel, mientras esta reía sintiéndome a su merced.
Una nueva orden poniendo en mi mano la esponja, quería seguir jugando, que la bañara con delicadeza, sin prisa.
-Maldita mujer, no ves como estoy -susurré con la voz ronca encontrándome de nuevo con su infantil risa.
Su cuerpo ahora se apoyó en el mio, espalda contra pecho, sus dorados bucles a un lado y sus orbes buscando los míos con la intensidad con la que las llamas prenden los maderos.
Su boca tomo la mía, instigandome a mover mi mano por su cuerpo. Jadeé completamente excitado cuando mordió mi barbilla y lamió mi mejilla.
Mi mano se movió lenta por cada curva que ponía recta a la mía. La esponja dibujo sus hombros, deslizándose lenta por sus duros pechos, allí la apreté dejando que las gotas de agua dibujaran una cascada. Mis ojos siguieron las gotas con fervor, agua que ahora acariciaban su piel mas que yo, logrando hacerme celar cada resquicio de ella.
Jadeé contra su cuello deslizando la esponja hacia su vientre, mas al tropezar con el agua la solté. Mi mano siguió la trayectoria trazada, hasta su bajo vientre.
Mis dedos acariciaron con lentitud su sexo, centrándose en ese lugar que sin duda la hacia ahora jadear de forma ronca contra mis labios. Sus mejillas ardían, me gustaba esa imagen de ella, borracha, jadeando a mi merced.
Sus piernas se abrieron dejando que mis dedos se hundieran en ellas, despacio.
-Tregua -gruñí contra su oído sin dejar de acariciarla mientras sus caderas bailaban buscando mi mano.
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Incapaz de controlarse a sí misma, sus manos navegaban solas por el rostro ajeno. Aquel que mostraba cuanto le había extrañado y ella, con gestos y miradas le demostraba lo mismo. Jugaba, eso parecía y sí quizás fuese eso pero no…lo que realmente deseaba Valeria era conocerlo aún más, en silencio. Le atrapaban sus labios, sus manos y su propio cuerpo…aquel incapaz de soltarlo y diablos, no quería que lo hiciese. Se sentía demasiado bien entre sus brazos, su voz que junto con esas palabras… la llenaban de lo que siempre había carecido, esperanza.
Sonrisas cómplices, era imposible no sonreír por el simple hecho de que volvía a tenerle allí, con ella. Besos fugaces, dieron lugar a necesitados , apasionados…al igual que su cuerpo se amoldaba al ajeno, encajando de nuevo a la perfección, tanto que lo había esperado. Gimió contra sus labios a la sensación de sentir como sus intimidades se buscaban, volvían a querer pertenecerse… dejar bien claro a quiénes pertenecían. Ambos marcando la piel del otro, tanto con los labios y los dientes, los dedos. Olía a violetas y lirios, ese aroma particular en ella. Frunció ligeramente el ceño, entre besos al imaginar oler a otra… tampoco sabe lo que ha hecho en su viaje. Y la interrogante, como los celos enfermizos… surcan sus orbes esmeraldas, buscando algún resquicio de sus sospechas. Qué ilusa, ella entre aquellas cuatro paredes, esperando y él… no dejaba de admirarla como si acabase de ver por primera vez a una diosa .
-Vas a vengarte por ello…lo sé, lo presiento -apoyó la cabeza en su hombro, dejándose hacer…ahora era ella quien estaba a total merced de aquel caballero que con sus enormes manos…tanteaban su piel como el tesoro más preciado. No podía quedarse quieta, una de sus manos se deslizó hasta su nuca, hundiendo su rostro en su cuello… susurrando su nombre, mordisqueando el lugar entre jadeos. Volvía a buscarla, a intentar volverla aún más loca.
No solo reaccionaron sus caderas, buscando aquellas atenciones de las que había prescindido durante todo este tiempo… sus pechos, se endurecieron, arqueando la espalda y sentir como volvía a intentar no volverse loca entre sus brazos, sintiendo como nunca…como si realmente fuese suya de nuevo. Susurró su nombre, moviendo las caderas en círculos, provocando que la caricia también le volviese completamente loco a él, rozando el sexo ajeno con el vaivén de sus caderas, su trasero, su sexo buscando llegar al orgasmo.
-Hoör -murmuró en su oído, entre jadeos, gimiendo en su cuello, marcándole con los dientes con fuerza, pura necesidad y algo más que susurró en su oído. -Te necesito - buscó su boca, antes de fundirse en ésta, sonrió de un modo muy diferente a cualquier otro. No era complicidad, lujuria, compenetración, deseo pero… sí al mismo tiempo. -No podría soportar volver a experimentar… la idea, imaginar… que te vas, te marchas y tenga que estar esperándote…lo he hecho y lo odio-frunció el ceño, entre risas… la bebida estaba haciéndole hablar de más.
Despacio volvió a girarse, apoyando ambas manos en el borde de la bañera. Lo miró a los ojos, no tenían que tocarse, decir nada para que esa tensión entre ambos no desapareciese. No había nada más sensual y provocador verle en su bañera , totalmente mojado…aquellas gotas que delineaban su cuerpo, sus cicatrices. Una de sus yemas, siguió el camino de una de ellas, mientras se acomodaba en su regazo y sonrió , cerrando los ojos… se estaba mareando y mucho.
-Cuando no quería tregua… siento que… -tuvo que abrazarse a él , buscando un abrazo más íntimo, sus intimidades… volviesen a buscarse -No puedo …se me cierran los ojos. Prométeme que cuando los abra…seguirás aquí -rió contra sus labios, queriéndolo todo y no poder darle nada… estaba demasiado borracha, del whisky…de él.
Sonrisas cómplices, era imposible no sonreír por el simple hecho de que volvía a tenerle allí, con ella. Besos fugaces, dieron lugar a necesitados , apasionados…al igual que su cuerpo se amoldaba al ajeno, encajando de nuevo a la perfección, tanto que lo había esperado. Gimió contra sus labios a la sensación de sentir como sus intimidades se buscaban, volvían a querer pertenecerse… dejar bien claro a quiénes pertenecían. Ambos marcando la piel del otro, tanto con los labios y los dientes, los dedos. Olía a violetas y lirios, ese aroma particular en ella. Frunció ligeramente el ceño, entre besos al imaginar oler a otra… tampoco sabe lo que ha hecho en su viaje. Y la interrogante, como los celos enfermizos… surcan sus orbes esmeraldas, buscando algún resquicio de sus sospechas. Qué ilusa, ella entre aquellas cuatro paredes, esperando y él… no dejaba de admirarla como si acabase de ver por primera vez a una diosa .
-Vas a vengarte por ello…lo sé, lo presiento -apoyó la cabeza en su hombro, dejándose hacer…ahora era ella quien estaba a total merced de aquel caballero que con sus enormes manos…tanteaban su piel como el tesoro más preciado. No podía quedarse quieta, una de sus manos se deslizó hasta su nuca, hundiendo su rostro en su cuello… susurrando su nombre, mordisqueando el lugar entre jadeos. Volvía a buscarla, a intentar volverla aún más loca.
No solo reaccionaron sus caderas, buscando aquellas atenciones de las que había prescindido durante todo este tiempo… sus pechos, se endurecieron, arqueando la espalda y sentir como volvía a intentar no volverse loca entre sus brazos, sintiendo como nunca…como si realmente fuese suya de nuevo. Susurró su nombre, moviendo las caderas en círculos, provocando que la caricia también le volviese completamente loco a él, rozando el sexo ajeno con el vaivén de sus caderas, su trasero, su sexo buscando llegar al orgasmo.
-Hoör -murmuró en su oído, entre jadeos, gimiendo en su cuello, marcándole con los dientes con fuerza, pura necesidad y algo más que susurró en su oído. -Te necesito - buscó su boca, antes de fundirse en ésta, sonrió de un modo muy diferente a cualquier otro. No era complicidad, lujuria, compenetración, deseo pero… sí al mismo tiempo. -No podría soportar volver a experimentar… la idea, imaginar… que te vas, te marchas y tenga que estar esperándote…lo he hecho y lo odio-frunció el ceño, entre risas… la bebida estaba haciéndole hablar de más.
Despacio volvió a girarse, apoyando ambas manos en el borde de la bañera. Lo miró a los ojos, no tenían que tocarse, decir nada para que esa tensión entre ambos no desapareciese. No había nada más sensual y provocador verle en su bañera , totalmente mojado…aquellas gotas que delineaban su cuerpo, sus cicatrices. Una de sus yemas, siguió el camino de una de ellas, mientras se acomodaba en su regazo y sonrió , cerrando los ojos… se estaba mareando y mucho.
-Cuando no quería tregua… siento que… -tuvo que abrazarse a él , buscando un abrazo más íntimo, sus intimidades… volviesen a buscarse -No puedo …se me cierran los ojos. Prométeme que cuando los abra…seguirás aquí -rió contra sus labios, queriéndolo todo y no poder darle nada… estaba demasiado borracha, del whisky…de él.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Su cabeza sobre mi hombro mientras susurraba entre jadeos que esta y no otra, seria mi venganza. Cuan equivocada estaba, es que le necesitaba, estaba tan excitado en ese momento que cada una de mis caricias en su humedad eran devueltas con creces sobre mi hombría que al ritmo de sus caderas se encendía.
La respiración ronca de ambos escapaba de nuestros labios entreabiertos, que se buscaban para acallarse las ganas. Sus jadeos me indicaban lo placentero que cada movimiento de mis dedos le resultaba, la necesidad de esto.
Sonrisa de medio lado contra su boca, que se ensancho al sentirla buscar mi cuello, marcarlo con los dientes haciéndome suyo de nuevo, mientras mi nombre jadeado por sus labios alcanzaba el Valhalla sin remedio
-Me estas poniendo demasiado -confesé.
Tenerla a mi merced, sentir como sus mejillas se tornaban cada vez mas rojas por las sensaciones, el vaho y nuestros cuerpos que se movían en una danza cada vez mas salvaje, me hacia rozar el cielo sin aun tan siquiera haberme adentrado en su interior.
No había tenido relaciones desde la última vez que nos regalamos nuestros cuerpos, eso era demasiado tiempo, ansiaba hacerla mía, allí contra el filo de la bañera, que su feminidad me acogiera y que juntos alcanzáramos entre sacudidas el infierno.
Sus paredes vibraron contra mis dedos, algo que me hizo sonreír contra su boca sabiendo que había alcanzado el primero de una larga noche que nos traía grandes promesas, en la que nuestras almas se decían cuanto se habían echado de menos y nuestros cuerpos se prometían amor eterno.
Estaba borracha y sus palabras enredadas lograron erizar mi piel y por un momento dejarme sin aliento, una confesión que jamas había escuchado de ella, una en la que me mostraba que la necesidad también existía en su ser, que en cierto modo me había echado de menos, y que no podría soportar de nuevo que partiera sin ella.
-Te necesito Valeria -confesé con la respiración entrecortada mientras su ceño se fruncía dándose cuenta del craso favor que el whisky le estaba haciendo aquella noche de confesiones -no ha habido un día en Alemania que no te haya necesitado.
Se giró para enfrentar mi mitrada, regalándome de nuevo no solo sus esmeraldas si no el centro de su deseo que en un vaivén de movimientos lentos jugaba con mi masculinidad abrasándola, rogando que le dejara abrirse paso.
Sonrisa ebria contra mis labios si dejar de moverse, de incendiarme mientras mis gruñidos impacientes morían contra el filo de su boca.
-Déjame entrar -supliqué.
Nuestros ojos se contemplaron impacientes, cargados de deseo, la necesitaba mas que nunca, pues la había anhelado de un modo desgarrador.
No solo necesitaba su cuerpo para darle tregua al mio, si no sus palabras, sus gestos, sus besos, su mirada.
Vi como cedía frente a mis ojos, como buscaba mi regazo dejando de danzar sobre mi cuerpo, rindiéndose a el alcohol que no le permitía seguir moviéndose.
Dejé escapar el aire lento, frustrado, estaba muy excitado, admito que necesitaba tomarla, mas algo me decía que eso hoy no pasaría.
-Shhhhhh -calle sus palabras cuando sentí que cerraba los ojos, aun así trataba de darme lo que bien sabia que necesitaba buscando mi virilidad en alza, pero le era imposible, demasiado borracha.
-No voy a ir a ningún sitio Valeria -susurré contra sus labios sin saber si aun podía escucharme o se había quedado dormida.
La alcé de la bañera entre mis brazos, las gotas escurrían por nuestros cuerpos mientras desnudos ambos salíamos del baño adentrándonos en su cámara. Allí sobre ese lecho que nos había acogido en mas de una ocasión y nos había separado en otras muchas, deposité un cuerpo que se había convertido en mi tentación, en mi perdición y en mi obsesión. Volví al baño a por un par de toallas, una la enrede anudándola en mi cintura, la otra la deslice despacio por su piel ,secando esas gotas que ahora la poseían mas que yo.
Cerré los ojos tratado de calmarme, era difícil verla y no desear fundirme en su cuerpo, despertarla para hacerle el amor en ese lecho que posiblemente había anhelado nuestro fuego tanto como yo.
Su piel seca, inmaculada y perfecta provocaba en mi corrientes de placer, de agitación que me costo controlar, mas finalmente la cubrí con la manta para darle el descanso que su ebrio cuerpo parecía hoy suplicar.
Tiré mi toalla a un lado y me introduje junto a ella en le lecho.
No se el tiempo que permanecí velando despierto su sueño, incrédulo de que estuviera allí, plácidamente dormida junto a mi. Acaricié sus mejillas, aparte mechones de su pelo y me di cuenta de que el amor era eso.
La respiración ronca de ambos escapaba de nuestros labios entreabiertos, que se buscaban para acallarse las ganas. Sus jadeos me indicaban lo placentero que cada movimiento de mis dedos le resultaba, la necesidad de esto.
Sonrisa de medio lado contra su boca, que se ensancho al sentirla buscar mi cuello, marcarlo con los dientes haciéndome suyo de nuevo, mientras mi nombre jadeado por sus labios alcanzaba el Valhalla sin remedio
-Me estas poniendo demasiado -confesé.
Tenerla a mi merced, sentir como sus mejillas se tornaban cada vez mas rojas por las sensaciones, el vaho y nuestros cuerpos que se movían en una danza cada vez mas salvaje, me hacia rozar el cielo sin aun tan siquiera haberme adentrado en su interior.
No había tenido relaciones desde la última vez que nos regalamos nuestros cuerpos, eso era demasiado tiempo, ansiaba hacerla mía, allí contra el filo de la bañera, que su feminidad me acogiera y que juntos alcanzáramos entre sacudidas el infierno.
Sus paredes vibraron contra mis dedos, algo que me hizo sonreír contra su boca sabiendo que había alcanzado el primero de una larga noche que nos traía grandes promesas, en la que nuestras almas se decían cuanto se habían echado de menos y nuestros cuerpos se prometían amor eterno.
Estaba borracha y sus palabras enredadas lograron erizar mi piel y por un momento dejarme sin aliento, una confesión que jamas había escuchado de ella, una en la que me mostraba que la necesidad también existía en su ser, que en cierto modo me había echado de menos, y que no podría soportar de nuevo que partiera sin ella.
-Te necesito Valeria -confesé con la respiración entrecortada mientras su ceño se fruncía dándose cuenta del craso favor que el whisky le estaba haciendo aquella noche de confesiones -no ha habido un día en Alemania que no te haya necesitado.
Se giró para enfrentar mi mitrada, regalándome de nuevo no solo sus esmeraldas si no el centro de su deseo que en un vaivén de movimientos lentos jugaba con mi masculinidad abrasándola, rogando que le dejara abrirse paso.
Sonrisa ebria contra mis labios si dejar de moverse, de incendiarme mientras mis gruñidos impacientes morían contra el filo de su boca.
-Déjame entrar -supliqué.
Nuestros ojos se contemplaron impacientes, cargados de deseo, la necesitaba mas que nunca, pues la había anhelado de un modo desgarrador.
No solo necesitaba su cuerpo para darle tregua al mio, si no sus palabras, sus gestos, sus besos, su mirada.
Vi como cedía frente a mis ojos, como buscaba mi regazo dejando de danzar sobre mi cuerpo, rindiéndose a el alcohol que no le permitía seguir moviéndose.
Dejé escapar el aire lento, frustrado, estaba muy excitado, admito que necesitaba tomarla, mas algo me decía que eso hoy no pasaría.
-Shhhhhh -calle sus palabras cuando sentí que cerraba los ojos, aun así trataba de darme lo que bien sabia que necesitaba buscando mi virilidad en alza, pero le era imposible, demasiado borracha.
-No voy a ir a ningún sitio Valeria -susurré contra sus labios sin saber si aun podía escucharme o se había quedado dormida.
La alcé de la bañera entre mis brazos, las gotas escurrían por nuestros cuerpos mientras desnudos ambos salíamos del baño adentrándonos en su cámara. Allí sobre ese lecho que nos había acogido en mas de una ocasión y nos había separado en otras muchas, deposité un cuerpo que se había convertido en mi tentación, en mi perdición y en mi obsesión. Volví al baño a por un par de toallas, una la enrede anudándola en mi cintura, la otra la deslice despacio por su piel ,secando esas gotas que ahora la poseían mas que yo.
Cerré los ojos tratado de calmarme, era difícil verla y no desear fundirme en su cuerpo, despertarla para hacerle el amor en ese lecho que posiblemente había anhelado nuestro fuego tanto como yo.
Su piel seca, inmaculada y perfecta provocaba en mi corrientes de placer, de agitación que me costo controlar, mas finalmente la cubrí con la manta para darle el descanso que su ebrio cuerpo parecía hoy suplicar.
Tiré mi toalla a un lado y me introduje junto a ella en le lecho.
No se el tiempo que permanecí velando despierto su sueño, incrédulo de que estuviera allí, plácidamente dormida junto a mi. Acaricié sus mejillas, aparte mechones de su pelo y me di cuenta de que el amor era eso.
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Embriagada por su sola presencia, su cuerpo buscaba el ajeno inconscientemente, anudándolo contra el propio. No podía dejarle marchar ahora que había vuelto, era tan real, sus caricias, besos, su voz, el tacto de su cuerpo deseando y anhelando fundirse en uno. Necesitaba comprobar a cada segundo que seguía allí, con ella y que tras esa noche, al despertar no se marcharía. Demasiado tiempo sola, lidiando con la interrogante de si estaba o no vivo, volvería o se marcharía para siempre. ¿Qué esperaba? Nada, como siempre, con todas las personas importantes de su vida, las cuales habían tenido su papel pero ninguna permaneció a su lado.
Y en su ausencia, cual era la sensación de soledad absoluta. No le quedaba nadie en la mansión Cavey, su madrastra al fin decidió volar y rehacer su vida… de algún modo, a ella le salvó también ¿consecuencia? Atada a su apellido, sus deberes y renunciar a toda posibilidad de ser ella ese pájaro libre. Así se sentía en determinadas ocasiones con él, era ella misma, compleja, fría, distante pero cercana al mismo tiempo, porque no hacía falta decir nada con tan solo fundir sus miradas en una…como hacían sus cuerpos, entregándose el alma.
“Te necesito, Valeria”. Sonrisa dulce fugaz en sus carmesíes labios, le creyó. Creyó que alguien la necesitaba de verdad y no por sus artimañas, sus negocios. La conmovió de tal forma que unas silenciosas lagrimas descendieron por sus mejillas de pura emoción y felicidad en su trance, su sueño perfecto. Sus manos incapaces de separarse de su piel, le dedicaban las más suaves de las caricias, suplicando y a la vez, intentando que los ojos no se le cerrasen…quería sentirlo fundirse con él y permanecer así hasta que al abrir los ojos, cuerda y no borracha…le confirmasen que él seguía allí.
El alcohol y el cansancio acumulado ganó la batalla, perdiéndose entre sus brazos. Seguía llorando en su inconsciencia, cuando todo y nada había vuelto a ocurrir entre ellos. Tranquila y plácidamente dormida, por el simple hecho de que en ese “sueño” él seguía velándola. Ni aún dormida, pudo controlar el susurrar su nombre, pidiéndole una y mil veces más que se quedara, a su lado. Tenía miedo, pavor de perder lo único real que había tenido y dejó marchar con una vaga promesa de regreso ¿por qué iba a cumplirla? No lo merecía, a ella no le pasaban cosas buenas, sueños inalcanzables.
Y seguramente, en el lugar de él, hubiese hecho exactamente lo mismo. Sonrió al sentir su tacto, acurrucándose aún más y dejarse vencer en su pecho, rodeándole con uno de sus brazos. Su nariz inquieta, se perdió en la piel de su cuello , sonriendo…riendo al conocer ese olor tan característico, el suyo propio. Cálido, suave, intenso y emotivo aquel reencuentro que sobria jamás podía haber transmitido de aquel modo.
Los rayos de sol, anunciaban un nuevo día. Había amanecido hacía horas, un par quizás. Durmió como hacía demasiado tiempo no dormía, por lo que acostumbrarse a la claridad aún acomodada en aquellos brazos en los que había pasado la noche. Al percatarse de que no estaba sola, abrió los ojos de golpe. Solo esperaba que no hubiese cometido un grave error. Sus orbes esmeraldas, buscaron la identidad de su compañero de lecho y al ver de quién se trataba, ahogó un grito de sorpresa, como el de una niña al conceder un deseo.
Siseó, más para sí misma pues notaba como esa maldita sensación volvía. Las lagrimas volvieron a hacer de las suyas, descendiendo por sus perfectas mejillas. No podía estar allí, ¿cuándo regresó? Fue entonces cuando recordó aquella frase, la necesitaba. Cerró un instante los ojos, mientras su mano buscaba refugio en el cabello ajeno. Y su cuerpo, lo envolvía en un abrazo del que no le importaba ser descubierta. Estaba allí, regresó pero una pregunta rondaba su loca cabeza ¿por cuánto tiempo?.
-Nos hemos condenado.-susurró, buscando sus labios, despertándole de un modo muy diferente, con un tierno beso, necesitado… entre murmullos, el nombre del caballero.-Acaso...¿es esto lo que llaman amor? -esperaba que no le contestase, no hacía falta...ella sabía la respuesta.
Y en su ausencia, cual era la sensación de soledad absoluta. No le quedaba nadie en la mansión Cavey, su madrastra al fin decidió volar y rehacer su vida… de algún modo, a ella le salvó también ¿consecuencia? Atada a su apellido, sus deberes y renunciar a toda posibilidad de ser ella ese pájaro libre. Así se sentía en determinadas ocasiones con él, era ella misma, compleja, fría, distante pero cercana al mismo tiempo, porque no hacía falta decir nada con tan solo fundir sus miradas en una…como hacían sus cuerpos, entregándose el alma.
“Te necesito, Valeria”. Sonrisa dulce fugaz en sus carmesíes labios, le creyó. Creyó que alguien la necesitaba de verdad y no por sus artimañas, sus negocios. La conmovió de tal forma que unas silenciosas lagrimas descendieron por sus mejillas de pura emoción y felicidad en su trance, su sueño perfecto. Sus manos incapaces de separarse de su piel, le dedicaban las más suaves de las caricias, suplicando y a la vez, intentando que los ojos no se le cerrasen…quería sentirlo fundirse con él y permanecer así hasta que al abrir los ojos, cuerda y no borracha…le confirmasen que él seguía allí.
El alcohol y el cansancio acumulado ganó la batalla, perdiéndose entre sus brazos. Seguía llorando en su inconsciencia, cuando todo y nada había vuelto a ocurrir entre ellos. Tranquila y plácidamente dormida, por el simple hecho de que en ese “sueño” él seguía velándola. Ni aún dormida, pudo controlar el susurrar su nombre, pidiéndole una y mil veces más que se quedara, a su lado. Tenía miedo, pavor de perder lo único real que había tenido y dejó marchar con una vaga promesa de regreso ¿por qué iba a cumplirla? No lo merecía, a ella no le pasaban cosas buenas, sueños inalcanzables.
Y seguramente, en el lugar de él, hubiese hecho exactamente lo mismo. Sonrió al sentir su tacto, acurrucándose aún más y dejarse vencer en su pecho, rodeándole con uno de sus brazos. Su nariz inquieta, se perdió en la piel de su cuello , sonriendo…riendo al conocer ese olor tan característico, el suyo propio. Cálido, suave, intenso y emotivo aquel reencuentro que sobria jamás podía haber transmitido de aquel modo.
Los rayos de sol, anunciaban un nuevo día. Había amanecido hacía horas, un par quizás. Durmió como hacía demasiado tiempo no dormía, por lo que acostumbrarse a la claridad aún acomodada en aquellos brazos en los que había pasado la noche. Al percatarse de que no estaba sola, abrió los ojos de golpe. Solo esperaba que no hubiese cometido un grave error. Sus orbes esmeraldas, buscaron la identidad de su compañero de lecho y al ver de quién se trataba, ahogó un grito de sorpresa, como el de una niña al conceder un deseo.
Siseó, más para sí misma pues notaba como esa maldita sensación volvía. Las lagrimas volvieron a hacer de las suyas, descendiendo por sus perfectas mejillas. No podía estar allí, ¿cuándo regresó? Fue entonces cuando recordó aquella frase, la necesitaba. Cerró un instante los ojos, mientras su mano buscaba refugio en el cabello ajeno. Y su cuerpo, lo envolvía en un abrazo del que no le importaba ser descubierta. Estaba allí, regresó pero una pregunta rondaba su loca cabeza ¿por cuánto tiempo?.
-Nos hemos condenado.-susurró, buscando sus labios, despertándole de un modo muy diferente, con un tierno beso, necesitado… entre murmullos, el nombre del caballero.-Acaso...¿es esto lo que llaman amor? -esperaba que no le contestase, no hacía falta...ella sabía la respuesta.
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Los rayos de sol entraban por el postigo de la habitación, mas demasiado cansado después de velar el sueño de esa mujer que se había convertido en mi todo y mi nada, era incapaz de abrirlos.
Día que poco me importaba hubiera llegado, lo ignoré, permitiéndome así, orillado a su cuerpo, disfrutar de una noche eterna ¿que importaba que el sol hubiera salido si su piel me calentaba mas que las llamas?
Sus dedos se hundieron en mi pelo, una caricia eterna, que significo tanto como mi nombre susurrado en sueños y la suplica de que no me fuera que se hundió en mi pecho haciéndole mil promesas.
Una de amor eterno, otra de fe ciega y la mas importante, esa que ella necesitaba escuchar, que pasara lo que pasara, siempre volvería a ella.
Una sonrisa de medio lado se dibujo en mis labios aun con los ojos cerrados cuando la oí gritar de pura felicidad, grito que ahogó contra sus manos antes de buscar el refugio de mi piel.
Su boca se consolido en la mía, tomando mis labios despacio, de un modo distinto, no solo había pasión, algo que entre nosotros fluía de forma innegable. Hoy otra cosa tomaba las riendas de la relación, eso que ambos callábamos pero si sentíamos.
Un beso para despertar que me regalo muchos mas, mientras mis ojos se abrían para contemplar a la mujer mas bella que jamas hubiera hubiera poblado la tierra.
Freya debía celar su belleza, pues no existía parangón con ninguna otra.
Labios carmesí que se fundían candentes contra los míos, ojos esmeralda que buscaron mis pardos para hablar sin palabras.
Tiré de la manta cubriéndonos a ambos, devolviendo la oscuridad a nuestros cuerpos, esa que el sol nos había robado.
-Mi señora, esa luz que veis fuera es solo una mentira, pues sigue siendo de noche y la luna brilla. No abandones mi lecho, aun nos quedan algunas horas -susurré con picardia tomando sus labios despacio, entreabriendo los míos para dejar que nuestras lenguas siguieran enredándose sin tregua.
Nos habíamos condenado, pero cuan placida me resultaba la condena de su piel por la mañana, de sus ojos como faros que alumbraban mi sino al despertar.
Manantial de sus labios que me saciaría para todo el día, erizada mi piel contra la suya.
-Condéname Valeria, cada mañana con tus besos, cada tarde con tu risa y hazlo hasta el anochecer plagandome de caricias -sonreí contra su boca mientras mis manos se deslizaban por sus desnudos costados para subirla sobre mi.
Jadeé contra su boca con el aire ronco que dejo de nuevo escapar su nombre como nunca antes lo había hecho.
-Y por la noche yo seré tu condena, te tomaré tantas veces que mi nombre se convertirá en tu credo y tu piel sera mi hogar, mi refugio y mi destino.
Nuestros ojos se contemplaban con descaro, con necesidad, gritándose lo mucho que se habían necesitado, apenas habia luz allí debajo, nuestro refugio, el lugar donde el tiempo se detuvo para nosotros.
¿Amor? No, eso no era amor, era mucho mas, pues me devoraba las entrañas de un modo que dudaba lo sintieran los demás.
-Te necesito -fue cuanto pude decir antes de que mi boca se apropiara de la suya con desazón, con ganas, suplicando que me regalara todos los besos que durante mi ausencia me habían faltado.
Día que poco me importaba hubiera llegado, lo ignoré, permitiéndome así, orillado a su cuerpo, disfrutar de una noche eterna ¿que importaba que el sol hubiera salido si su piel me calentaba mas que las llamas?
Sus dedos se hundieron en mi pelo, una caricia eterna, que significo tanto como mi nombre susurrado en sueños y la suplica de que no me fuera que se hundió en mi pecho haciéndole mil promesas.
Una de amor eterno, otra de fe ciega y la mas importante, esa que ella necesitaba escuchar, que pasara lo que pasara, siempre volvería a ella.
Una sonrisa de medio lado se dibujo en mis labios aun con los ojos cerrados cuando la oí gritar de pura felicidad, grito que ahogó contra sus manos antes de buscar el refugio de mi piel.
Su boca se consolido en la mía, tomando mis labios despacio, de un modo distinto, no solo había pasión, algo que entre nosotros fluía de forma innegable. Hoy otra cosa tomaba las riendas de la relación, eso que ambos callábamos pero si sentíamos.
Un beso para despertar que me regalo muchos mas, mientras mis ojos se abrían para contemplar a la mujer mas bella que jamas hubiera hubiera poblado la tierra.
Freya debía celar su belleza, pues no existía parangón con ninguna otra.
Labios carmesí que se fundían candentes contra los míos, ojos esmeralda que buscaron mis pardos para hablar sin palabras.
Tiré de la manta cubriéndonos a ambos, devolviendo la oscuridad a nuestros cuerpos, esa que el sol nos había robado.
-Mi señora, esa luz que veis fuera es solo una mentira, pues sigue siendo de noche y la luna brilla. No abandones mi lecho, aun nos quedan algunas horas -susurré con picardia tomando sus labios despacio, entreabriendo los míos para dejar que nuestras lenguas siguieran enredándose sin tregua.
Nos habíamos condenado, pero cuan placida me resultaba la condena de su piel por la mañana, de sus ojos como faros que alumbraban mi sino al despertar.
Manantial de sus labios que me saciaría para todo el día, erizada mi piel contra la suya.
-Condéname Valeria, cada mañana con tus besos, cada tarde con tu risa y hazlo hasta el anochecer plagandome de caricias -sonreí contra su boca mientras mis manos se deslizaban por sus desnudos costados para subirla sobre mi.
Jadeé contra su boca con el aire ronco que dejo de nuevo escapar su nombre como nunca antes lo había hecho.
-Y por la noche yo seré tu condena, te tomaré tantas veces que mi nombre se convertirá en tu credo y tu piel sera mi hogar, mi refugio y mi destino.
Nuestros ojos se contemplaban con descaro, con necesidad, gritándose lo mucho que se habían necesitado, apenas habia luz allí debajo, nuestro refugio, el lugar donde el tiempo se detuvo para nosotros.
¿Amor? No, eso no era amor, era mucho mas, pues me devoraba las entrañas de un modo que dudaba lo sintieran los demás.
-Te necesito -fue cuanto pude decir antes de que mi boca se apropiara de la suya con desazón, con ganas, suplicando que me regalara todos los besos que durante mi ausencia me habían faltado.
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Minutos se quedó observándole, dormir plácidamente a su lado, en su cama. ¿Cuándo regresó? Si anoche, entre whisky y fruta…se quedó durmiendo en la bañera pero no sola. Sonrió como una maldita idiota, mordiéndose el centro del labio inferior. Le gustaba verle dormido, su semblante calmado, labios entreabiertos… se le antojaron deliciosos, recordando su sabor fresco y terriblemente adictivo. Rompió a reír, al ver el juego de pestañas parpadear y dar paso a la visión de sus ojos pardos, profundos que la volvían a admirar como si fuese única. Especial.
Se engañó a sí misma pues no supo cuanto le había extrañado hasta que se fundieron en aquel beso necesitado, tierno, dulce y apasionado a partes iguales. No quiso perder ni un segundo, sus orbes esmeraldas, no se cerraron . Quería observarle en toda su totalidad, aún no se creía que estuviese allí, con ella y tuvo que tomarle del rostro, delineando con las yemas dedicándole la más sincera de las caricias, calmando su propio corazón que latía apresurado. Por un instante, incluso imaginó que él lo había escuchado… por lo que al separar sus labios, sus mejillas de porcelana, se sonrojaron ligeramente.
- Sigue siendo de noche. -murmuró recorriendo con sus esmeraldas su rostro hasta sus ojos, oscuros como la misma noche, a eso se refería. Rió, risa que no pudo contener al refugiarse bajo las sabanas, mostrando una sonrisa no fingida, era real y solo era de él. ¿Qué diablos estaba ocurriendo? Apartó el cabello de su frente, un gesto que ya era normal entre los dos, sus dedos se deslizaron por su mejilla , dibujándola… delineando su barbilla y encontrarse con esa barba de unos días que le hizo cosquillas.
Su voz , le hizo entrecerrar los ojos, aún le parecía un completo sueño el poder oírla bajo sus sabanas, contra sus labios…labios que rozó sintiendo cada palabra y arrancarle un ronroneo. Su cuerpo desnudo del que emanaba ese calor envolvente, le obligó a cerrar los ojos , besándole con todo el sentimiento que nadie podía imaginar viniendo de la rubia. Siseó, las palabras le estaban abrasando la piel, el corazón y el alma. Tanto que no pudo abrir los ojos porque no quería que apreciase, la emoción en su mirada … una que finalmente no pudo controlar cuando le susurró que la necesitaba.
- Ahora entiendo porqué me has castigado con marcharte… para darme cuenta de que no voy a dejar que te marches. Nunca más -lo dijo muy seria, mirando fijamente sus ojos, dándole a entender que no solo se quería esa fingida “noche”, una que esperaba no acabase. Lo atrajo hacía sí por la nuca con ambas manos para que quedasen sentados en la cama, enredados, mirándole fijamente y no hacer falta decir nada. Era feliz en ese momento y él era el culpable de ello.
-Tengo hambre… pero no quiero salir…¿cómo lo hacemos? -sonrió contra sus labios, abrazándole contra sí…besando su hombro y quedarse abrazad a él, sentados, sintiendo demasiadas cosas que ella no iba a confesarle nunca. Dolió perderse en su olor, al oler su piel, deslizar su nariz por el lugar y morderlo -Ya sé qué quiero para desayunar -apoyó la mejilla en su hombro, buscando la mirada y sonreírle -A ti
Se engañó a sí misma pues no supo cuanto le había extrañado hasta que se fundieron en aquel beso necesitado, tierno, dulce y apasionado a partes iguales. No quiso perder ni un segundo, sus orbes esmeraldas, no se cerraron . Quería observarle en toda su totalidad, aún no se creía que estuviese allí, con ella y tuvo que tomarle del rostro, delineando con las yemas dedicándole la más sincera de las caricias, calmando su propio corazón que latía apresurado. Por un instante, incluso imaginó que él lo había escuchado… por lo que al separar sus labios, sus mejillas de porcelana, se sonrojaron ligeramente.
- Sigue siendo de noche. -murmuró recorriendo con sus esmeraldas su rostro hasta sus ojos, oscuros como la misma noche, a eso se refería. Rió, risa que no pudo contener al refugiarse bajo las sabanas, mostrando una sonrisa no fingida, era real y solo era de él. ¿Qué diablos estaba ocurriendo? Apartó el cabello de su frente, un gesto que ya era normal entre los dos, sus dedos se deslizaron por su mejilla , dibujándola… delineando su barbilla y encontrarse con esa barba de unos días que le hizo cosquillas.
Su voz , le hizo entrecerrar los ojos, aún le parecía un completo sueño el poder oírla bajo sus sabanas, contra sus labios…labios que rozó sintiendo cada palabra y arrancarle un ronroneo. Su cuerpo desnudo del que emanaba ese calor envolvente, le obligó a cerrar los ojos , besándole con todo el sentimiento que nadie podía imaginar viniendo de la rubia. Siseó, las palabras le estaban abrasando la piel, el corazón y el alma. Tanto que no pudo abrir los ojos porque no quería que apreciase, la emoción en su mirada … una que finalmente no pudo controlar cuando le susurró que la necesitaba.
- Ahora entiendo porqué me has castigado con marcharte… para darme cuenta de que no voy a dejar que te marches. Nunca más -lo dijo muy seria, mirando fijamente sus ojos, dándole a entender que no solo se quería esa fingida “noche”, una que esperaba no acabase. Lo atrajo hacía sí por la nuca con ambas manos para que quedasen sentados en la cama, enredados, mirándole fijamente y no hacer falta decir nada. Era feliz en ese momento y él era el culpable de ello.
-Tengo hambre… pero no quiero salir…¿cómo lo hacemos? -sonrió contra sus labios, abrazándole contra sí…besando su hombro y quedarse abrazad a él, sentados, sintiendo demasiadas cosas que ella no iba a confesarle nunca. Dolió perderse en su olor, al oler su piel, deslizar su nariz por el lugar y morderlo -Ya sé qué quiero para desayunar -apoyó la mejilla en su hombro, buscando la mirada y sonreírle -A ti
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Su piel contra la mía emanaba una fuerza desconocida, si eso no era el sentimiento mas puro jamas conocido estaba muerto en vida.
Maldita mujer, ni los dioses podían llegar a otear en el firmamento hasta que punto la quería.
Necesidad, era una palabra nimia si la comparaba con la realidad del sentimiento que atenazaba mi pecho al sentir su risa contra mis labios, sus dedos perfilando mi rostro y su piel desnuda, contra la mía.
Esa noche me había regalado mucho mas de lo que ella creía, no solo mi nombre suplicado en sueños, si no la verdad que siempre callaba y que hoy parecía mas dispuesta a gritar que ningún día.
Aun así, su voz era trémula, como si temiera dar el paso en falso que la abocara por la eternidad a mis brazos y yo, paciente, acariciaba cada centímetro de su piel que se me antojaba un sueño echo verdad.
Ella mi diosa, mi eterna Valkyria, mi mas profundo anhelo, mi camino al hogar.
Sentados uno sobre el otro, como si mi regazo hubiera sido creado para acogerla, con nuestros cuerpos prometiéndose una momento efímero y nuestros ojos una vida eterna.
Nuestra mirada danzaban por el rostro del otro, intensa, significaba todo y nada.
Valeria, esa mujer fuerte, ardiente y hoy completamente feliz. Reía como una niña haciéndome sonreír. Cómplices, jugábamos con los dedos a inspeccionar con caricias mudas el sendero de nuestros cuerpos.
Nada tenia que ver con aquella Valeria hundida que en el futuro conocí y me prometí a mi mismo que no permitiría que ese destino nos consumiera a ambos, nos arrastrara al abismo destruyéndonos despacio.
Hay cosas peores que la muerte, y no tenerla para mi, era una condena en vida, mi peor fin.
Alma errante consumida de dolor que buscaría incesante el Valhalla como el peor perdedor.
Sus ojos se cerraron cuando nuestras frentes se hicieron una y las palabras golpearon nuestros labios cargadas de verdad. Un te necesito que era tan cierto como que la esperanza aun invadia mi cuerpo y un te quiero que calle por miedo.
Sus palabras fuertes, decididas y acompañadas casi en mi mente de “maldito Noruego” me hicieron temblar.
Su confesión iba mucho mas allá, si nunca me dejaba marchar, era un si y no un no.
Mi corazón dio un vuelco, por un instante creo que fue capaz de sentirlo bailar en mi pecho desbocado.
Mis labios tomaron los suyos necesitados de mas verdad, de un si que no llegaba, mas que yo reclamaba sin palabras.
Su sonrisa se ensancho y nuestras miradas se perdieron salvajes, cargadas de fuego. Hombría en alto preparada para el siguiente asalto, un beso en mi hombro mientras hablaba de comer algo.
Una sonrisa picara se dibujo en mis labios, de nuevo nuestros ojos enlazados en uno cargados de promesas, de desafíos inexplorados.
-Mientras yo este aquí, nunca pasaras hambre Valeria -bromeé contra su piel, siguiendo el dibujo de sus labios con mi lengua, apresando su mandíbula con mis dientes para recorrerla despacio hasta alcanzar ese cuello de porcelana que marque de nuevo convirtiéndola en mía.
Respiración ronca contra su piel, mis manso la atrajeron con fuerza para acariciar el centro de su sexo.
Alcé el rostro para enfrentarla de nuevo ,excitado, sediento del manantial de sus labios, del calor de su piel, de unirnos en uno por medio de nuestros cuerpos.
Maldita mujer, ni los dioses podían llegar a otear en el firmamento hasta que punto la quería.
Necesidad, era una palabra nimia si la comparaba con la realidad del sentimiento que atenazaba mi pecho al sentir su risa contra mis labios, sus dedos perfilando mi rostro y su piel desnuda, contra la mía.
Esa noche me había regalado mucho mas de lo que ella creía, no solo mi nombre suplicado en sueños, si no la verdad que siempre callaba y que hoy parecía mas dispuesta a gritar que ningún día.
Aun así, su voz era trémula, como si temiera dar el paso en falso que la abocara por la eternidad a mis brazos y yo, paciente, acariciaba cada centímetro de su piel que se me antojaba un sueño echo verdad.
Ella mi diosa, mi eterna Valkyria, mi mas profundo anhelo, mi camino al hogar.
Sentados uno sobre el otro, como si mi regazo hubiera sido creado para acogerla, con nuestros cuerpos prometiéndose una momento efímero y nuestros ojos una vida eterna.
Nuestra mirada danzaban por el rostro del otro, intensa, significaba todo y nada.
Valeria, esa mujer fuerte, ardiente y hoy completamente feliz. Reía como una niña haciéndome sonreír. Cómplices, jugábamos con los dedos a inspeccionar con caricias mudas el sendero de nuestros cuerpos.
Nada tenia que ver con aquella Valeria hundida que en el futuro conocí y me prometí a mi mismo que no permitiría que ese destino nos consumiera a ambos, nos arrastrara al abismo destruyéndonos despacio.
Hay cosas peores que la muerte, y no tenerla para mi, era una condena en vida, mi peor fin.
Alma errante consumida de dolor que buscaría incesante el Valhalla como el peor perdedor.
Sus ojos se cerraron cuando nuestras frentes se hicieron una y las palabras golpearon nuestros labios cargadas de verdad. Un te necesito que era tan cierto como que la esperanza aun invadia mi cuerpo y un te quiero que calle por miedo.
Sus palabras fuertes, decididas y acompañadas casi en mi mente de “maldito Noruego” me hicieron temblar.
Su confesión iba mucho mas allá, si nunca me dejaba marchar, era un si y no un no.
Mi corazón dio un vuelco, por un instante creo que fue capaz de sentirlo bailar en mi pecho desbocado.
Mis labios tomaron los suyos necesitados de mas verdad, de un si que no llegaba, mas que yo reclamaba sin palabras.
Su sonrisa se ensancho y nuestras miradas se perdieron salvajes, cargadas de fuego. Hombría en alto preparada para el siguiente asalto, un beso en mi hombro mientras hablaba de comer algo.
Una sonrisa picara se dibujo en mis labios, de nuevo nuestros ojos enlazados en uno cargados de promesas, de desafíos inexplorados.
-Mientras yo este aquí, nunca pasaras hambre Valeria -bromeé contra su piel, siguiendo el dibujo de sus labios con mi lengua, apresando su mandíbula con mis dientes para recorrerla despacio hasta alcanzar ese cuello de porcelana que marque de nuevo convirtiéndola en mía.
Respiración ronca contra su piel, mis manso la atrajeron con fuerza para acariciar el centro de su sexo.
Alcé el rostro para enfrentarla de nuevo ,excitado, sediento del manantial de sus labios, del calor de su piel, de unirnos en uno por medio de nuestros cuerpos.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Je vous vois[Privado] +18
Las sabanas los envolvían evitando que los rayos de sol los iluminasen. La claridad que entraba por la ventana, le permitía observarle en todo su esplendor. Ambas siluetas que se movían en el lecho, regalándose caricias efímeras al igual que sentidas. Sus orbes verdes no se cerraban en ningún instante, sus cuerpos ardían tan solo por el contacto. Las risas se volvían una, al igual que lo deseaban sus almas, sus cuerpos. No, no quería que se marchase, al menos esa mañana… necesitaba volver a sentirlo suyo y tal cual la miraba no ayudaba demasiado.
Los labios carmesís, aquellos que al noruego habían atrapado, le dedicaron una sonrisa… una en la que no solo le pedía una y mil veces que se quedase, si no le prometía demasiadas cosas que quizás no podría cumplir pero al menos… en ese momento, necesitaba transmitirle tal cosa. Nada importaba, la magia del momento seguía presente, envolviéndoles como si ninguna otra cosa importase. Mentalmente se había propuesto recorrerle la piel, descubrir cada parte de su cuerpo, saber a qué sabía su piel, perderse en el olor de su cuerpo cálido que la aclamaba más que nunca. Quería, no, necesitaba fundirse en su boca…perderse en el placer más absoluto y profundo.
Ronroneó entre risas al asegurarle que no solo no tendría apetito mientras él estuviese allí, castigándole con morder el cuello ajeno, deslizando los labios ahora aún más rojos y atrapados por los besos y mordiscos que ambos se regalaban en un completo silencio. Los labios de Valeria siguieron un camino peligroso por su cuello, pequeños besos con el fin de no dejar ni un centímetro de piel por recorrer. Su cuerpo, se preparaba para iniciar una batalla, un baile en el que comenzó en cuanto su frente se apoyó en la ajena , buscando sus labios con un simple roce, tanto de sus propios labios como el de su lengua que sinuosa dibujó la del noruego con toda dedicación, provocándole, incitándole… no, iba a ser como esas veces en las que se encontraron midiendo cada segundo…hacía demasiado que su cuerpo le reclamaba.
Las manos de Valeria, se deslizaron por los brazos de él de forma descendente y poder tomar como rehén sus muñecas, obligarle a tumbarse y ser ella la protagonista. Una mirada furtiva que comenzó en sus orbes oscuras paseándose por cada resquicio de su cuerpo, provocó que se mordiese los labios. Cuanto sabía lo que le perdía al noruego aquel gesto pero esta vez, le dedicó una sonrisa picara, traviesa y juguetona. Oírle gemir, jadear por su culpa le erizaba la piel. Siseó, besando su boca de forma efímera. Labios que comenzaron a descender por su barbilla, marcándola con sus dientes…cuello del que se apropió, marca como suyo…mordisco dado con fuerza y sentimiento que a ella misma arrancó un sonoro gemido.
Tomado de las muñecas, risa que escapó de los labios del demonio, sus caderas se movieron consiguiendo que aquel contacto entre sus sexos avivase aún más al fuego. Se estaba equivocando si pensaba que sería lento, su boca se deslizó hasta su oreja en donde la confesión los atraparía a ambos, no sin antes morder su lóbulo.
-Quiero probarte y… quiero que hagas lo mismo, tómate tu tiempo… ten por seguro que me tomaré el mío - aquella cercanía, provocó que sus pechos, colisionasen contra su pecho duro, provocando que la zona más sensible de éstos se endureciese. El fuego de sus labios, lo extendió por su torso, besando y dejando mordiscos…descendiendo hasta su vientre en donde su lengua dibujó el lugar, mordiendo sus caderas entre risas. Sabía que una zona en especial la reclamaba, podía sentirla rozando sus piernas, deseosa de que el diablo lo tomase. Una sonrisa, mirada que buscaba la suya mientras sus manos lo liberaban y se paseaban, más que sus dedos, sus uñas marcando su piel.
Sin perder la mirada de la ajena, su lengua comenzó a dibujar su miembro, probándolo mientras sus labios se deslizaban por el lugar, mimándolo a su modo. Mordisco placentero, suave, mientras su boca lo adentraba en su infierno. Quería volverlo loco y sabía que lo conseguiría a medida que su lengua bailaba con aquella parte de su cuerpo que la reclamaba. No dejó de mirarle a los ojos, su boca lo tomó por entero sin detener los movimientos… observándolo derretirse, sus manos tomaron las nalgas ajenas para ayudar a aquellos movimientos que cada vez se iban volviendo más que necesitados.
Los labios carmesís, aquellos que al noruego habían atrapado, le dedicaron una sonrisa… una en la que no solo le pedía una y mil veces que se quedase, si no le prometía demasiadas cosas que quizás no podría cumplir pero al menos… en ese momento, necesitaba transmitirle tal cosa. Nada importaba, la magia del momento seguía presente, envolviéndoles como si ninguna otra cosa importase. Mentalmente se había propuesto recorrerle la piel, descubrir cada parte de su cuerpo, saber a qué sabía su piel, perderse en el olor de su cuerpo cálido que la aclamaba más que nunca. Quería, no, necesitaba fundirse en su boca…perderse en el placer más absoluto y profundo.
Ronroneó entre risas al asegurarle que no solo no tendría apetito mientras él estuviese allí, castigándole con morder el cuello ajeno, deslizando los labios ahora aún más rojos y atrapados por los besos y mordiscos que ambos se regalaban en un completo silencio. Los labios de Valeria siguieron un camino peligroso por su cuello, pequeños besos con el fin de no dejar ni un centímetro de piel por recorrer. Su cuerpo, se preparaba para iniciar una batalla, un baile en el que comenzó en cuanto su frente se apoyó en la ajena , buscando sus labios con un simple roce, tanto de sus propios labios como el de su lengua que sinuosa dibujó la del noruego con toda dedicación, provocándole, incitándole… no, iba a ser como esas veces en las que se encontraron midiendo cada segundo…hacía demasiado que su cuerpo le reclamaba.
Las manos de Valeria, se deslizaron por los brazos de él de forma descendente y poder tomar como rehén sus muñecas, obligarle a tumbarse y ser ella la protagonista. Una mirada furtiva que comenzó en sus orbes oscuras paseándose por cada resquicio de su cuerpo, provocó que se mordiese los labios. Cuanto sabía lo que le perdía al noruego aquel gesto pero esta vez, le dedicó una sonrisa picara, traviesa y juguetona. Oírle gemir, jadear por su culpa le erizaba la piel. Siseó, besando su boca de forma efímera. Labios que comenzaron a descender por su barbilla, marcándola con sus dientes…cuello del que se apropió, marca como suyo…mordisco dado con fuerza y sentimiento que a ella misma arrancó un sonoro gemido.
Tomado de las muñecas, risa que escapó de los labios del demonio, sus caderas se movieron consiguiendo que aquel contacto entre sus sexos avivase aún más al fuego. Se estaba equivocando si pensaba que sería lento, su boca se deslizó hasta su oreja en donde la confesión los atraparía a ambos, no sin antes morder su lóbulo.
-Quiero probarte y… quiero que hagas lo mismo, tómate tu tiempo… ten por seguro que me tomaré el mío - aquella cercanía, provocó que sus pechos, colisionasen contra su pecho duro, provocando que la zona más sensible de éstos se endureciese. El fuego de sus labios, lo extendió por su torso, besando y dejando mordiscos…descendiendo hasta su vientre en donde su lengua dibujó el lugar, mordiendo sus caderas entre risas. Sabía que una zona en especial la reclamaba, podía sentirla rozando sus piernas, deseosa de que el diablo lo tomase. Una sonrisa, mirada que buscaba la suya mientras sus manos lo liberaban y se paseaban, más que sus dedos, sus uñas marcando su piel.
Sin perder la mirada de la ajena, su lengua comenzó a dibujar su miembro, probándolo mientras sus labios se deslizaban por el lugar, mimándolo a su modo. Mordisco placentero, suave, mientras su boca lo adentraba en su infierno. Quería volverlo loco y sabía que lo conseguiría a medida que su lengua bailaba con aquella parte de su cuerpo que la reclamaba. No dejó de mirarle a los ojos, su boca lo tomó por entero sin detener los movimientos… observándolo derretirse, sus manos tomaron las nalgas ajenas para ayudar a aquellos movimientos que cada vez se iban volviendo más que necesitados.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Je vous vois[Privado] +18
El baile de sus sinuosas caderas contra mi virilidad mas que dura no me regalo tregua alguna.
Aun, sin dejar que me adentrara en ella, parecía retarme a probar el infierno de otra manera.
Su frente se posó sobre la mía, risa picara que entremezclada con mi aliento aforaba unos claros sentimientos, de pasión, lujuria y mucho mas que escondía aquella mirada única que nos dedicábamos sin palabras.
Mordí su boca, exigiendo adentrarme en el incendio de su cuerpo, mis manos en su cadera trazaban el sinuoso ritmo de la piel con piel.
Mi cuello fue testigo de como sus labios podían dejarme en llamas con su paso, dientes que arrastró logrando hacerme gemir con cada marcado bocado.
Suyo, era suyo, lo decía mi piel grabada y mi respiración ajetreada, así descendió, no sin antes prometerme que aquel día, el infierno ardería con los dos.
Era la primera vez que sus ojos danzaban contra los míos de ese modo, brillaban distintos, como si algo hubiera cambiado en lo mas profundo de nosotros.
Sus pechos rozaban mi cuerpo, pezones endurecidos que dibujaban el camino a la perdición mas absoluta y que me arrancaron mas de un gemido.
Tentado a levantarme en busca de ella, tiró de mis muñecas, no era mi turno si no el suyo y aunque mis ojos oscuros le mostraban lo mucho que deseaba lamer sus pechos, esos que me reclamaban, dejé nuevamente que su cuerpo se saciara.
Sendero que trazó por mi pecho, gateando por mi torso, regándolo de besos mudos, de caricias lentas y de miradas que lo decían todo.
Hundió sus uñas en mis costados cuando sus labios quedaron casi pegados a mi miembro que se movía frente a sus ojos cargado de deseo.
Su lengua dibujo mi virilidad, gesto nimio que hizo que un gruñido escapara de mi garganta echando la cabeza hacia atrás.
Sus labios recorrieron mi glande, introduciendolo lentamente en su boca, haciéndolo arder mientras se adentraba en el infierno lentamente y sus esmeraldas buscaban mis ojos que estaban completamente desinhibidos. No podía dejar de jadear frente aquel arranque inesperado, placentero, adictivo.
Mi excitación creencia mientras ella lo succionaba cada vez mas deprisa, para después de nuevo, darme una pequeña tregua deslizando la punta de su lengua por el frenillo.
Quería mas, estaba volviéndome loco, loco de deseo, y mi rostro reflejaba hasta que punto era cierto eso.
Incapaz de contenerme, llevé una de mis manos a su pelo, mi cadera se mecía incrementando el ritmo, guiando sus movimientos.
Ella volvía a aspirar mi miembro con ganas, introduciendoselo hasta la garganta, escuchando mis jadeos cada vez mas roncos, estaba tan cerca de rozar el cielo.
De nuevo empezaba la danza en la que recorría el tronco saboreandolo con su lengua, metiendola entera en su boca, dentro y fuera, ritmo cada vez mas rápido, labios húmedos que acompasaban un baile demencial en el que estaba perdido.
-dette er helvete, og jeg brenner (esto es le infierno y estoy ardiendo) -Rugí en un perfecto noruego.
No podía aguantar mas, mi cuerpo se tensó, gruñí de nuevo, jadeando cada vez mas fuerte, mas seguido, iba a correrme si no paraba, así que tiré de su pelo para hacerla subir y devorar sus labios que ahora sabían a mi.
La volteé sobre el lecho, nuestros ojos de nuevo fundidos en uno, oscuros como la noche, admito que estaba encendido. Una parte de mi quería haber acabado allí, en el infierno de su boca, pero otra, quería alargar ese peligroso juego en el que nos habíamos convertido en los amantes mas perfectos.
Era mi turno, mi lengua se deslizó por sus labios, paladeé su sabor y mi excitación creció marcando el camino descendiente hacia su mentón. Lo mordí sin miramientos, su cabeza se ladeo, respiración rítmica la de los dos. Nuestros cuerpo se restregaban con el otro, buscándose, deseándose, queriendo unirse en uno y bailar entre el fuego perlados de sudor.
Mordí su cuello con mis dientes, lo marqué contuerza, era mía, y quería que eso lo supiera todo aquel que pudiera admira su piel de porcelana, que nadie se dignara a tocarla, porque mi posesividad con ella no tenia parangón.
Mi mano alcanzó uno de sus pechos, lo acaricie despacio, restregando la yema de mi dedo por su pezón, que se endureció de inmediato dibujando en mis labios una sonrisa de satisfacción.
Lo introduje en mi boca, succionadolo, lamiéndolo, trazando círculos perfectos alrededor de su aureola. Mi mano seguía castigando su contorno y su cuerpo se arqueaba golpeando mi pecho.
-Shhhhhh, aun no pequeña -susurré, deslizando mi boca por su vientre, ombligo, hasta alcanzar el monte de venus que con un golpe de cadera busco mis labios impaciente.
Mis ojos se alzaron brillantes, huniendose en esas esmeraldas que eran el final de mi camino y el principio de mi destino.
Sus labios entreabiertos dejaban escapar el aire, sus mejillas ardían fruto de la necesidad de mas y su suplica me llevó a un estado de frenesí difícil de controlar.
Hundí mi boca entre sus labios, deslizando mi lengua por su centro con suavidad, buscando el botón que recorrí de arriba a bajo paladeando su excitación.
Delicioso sabor que se fundía con la saliva en mi boca mientras ella gemía tomándome por el pelo, hundiéndome mas en ese infierno que ella me había prometido sin dudar.
Aun, sin dejar que me adentrara en ella, parecía retarme a probar el infierno de otra manera.
Su frente se posó sobre la mía, risa picara que entremezclada con mi aliento aforaba unos claros sentimientos, de pasión, lujuria y mucho mas que escondía aquella mirada única que nos dedicábamos sin palabras.
Mordí su boca, exigiendo adentrarme en el incendio de su cuerpo, mis manos en su cadera trazaban el sinuoso ritmo de la piel con piel.
Mi cuello fue testigo de como sus labios podían dejarme en llamas con su paso, dientes que arrastró logrando hacerme gemir con cada marcado bocado.
Suyo, era suyo, lo decía mi piel grabada y mi respiración ajetreada, así descendió, no sin antes prometerme que aquel día, el infierno ardería con los dos.
Era la primera vez que sus ojos danzaban contra los míos de ese modo, brillaban distintos, como si algo hubiera cambiado en lo mas profundo de nosotros.
Sus pechos rozaban mi cuerpo, pezones endurecidos que dibujaban el camino a la perdición mas absoluta y que me arrancaron mas de un gemido.
Tentado a levantarme en busca de ella, tiró de mis muñecas, no era mi turno si no el suyo y aunque mis ojos oscuros le mostraban lo mucho que deseaba lamer sus pechos, esos que me reclamaban, dejé nuevamente que su cuerpo se saciara.
Sendero que trazó por mi pecho, gateando por mi torso, regándolo de besos mudos, de caricias lentas y de miradas que lo decían todo.
Hundió sus uñas en mis costados cuando sus labios quedaron casi pegados a mi miembro que se movía frente a sus ojos cargado de deseo.
Su lengua dibujo mi virilidad, gesto nimio que hizo que un gruñido escapara de mi garganta echando la cabeza hacia atrás.
Sus labios recorrieron mi glande, introduciendolo lentamente en su boca, haciéndolo arder mientras se adentraba en el infierno lentamente y sus esmeraldas buscaban mis ojos que estaban completamente desinhibidos. No podía dejar de jadear frente aquel arranque inesperado, placentero, adictivo.
Mi excitación creencia mientras ella lo succionaba cada vez mas deprisa, para después de nuevo, darme una pequeña tregua deslizando la punta de su lengua por el frenillo.
Quería mas, estaba volviéndome loco, loco de deseo, y mi rostro reflejaba hasta que punto era cierto eso.
Incapaz de contenerme, llevé una de mis manos a su pelo, mi cadera se mecía incrementando el ritmo, guiando sus movimientos.
Ella volvía a aspirar mi miembro con ganas, introduciendoselo hasta la garganta, escuchando mis jadeos cada vez mas roncos, estaba tan cerca de rozar el cielo.
De nuevo empezaba la danza en la que recorría el tronco saboreandolo con su lengua, metiendola entera en su boca, dentro y fuera, ritmo cada vez mas rápido, labios húmedos que acompasaban un baile demencial en el que estaba perdido.
-dette er helvete, og jeg brenner (esto es le infierno y estoy ardiendo) -Rugí en un perfecto noruego.
No podía aguantar mas, mi cuerpo se tensó, gruñí de nuevo, jadeando cada vez mas fuerte, mas seguido, iba a correrme si no paraba, así que tiré de su pelo para hacerla subir y devorar sus labios que ahora sabían a mi.
La volteé sobre el lecho, nuestros ojos de nuevo fundidos en uno, oscuros como la noche, admito que estaba encendido. Una parte de mi quería haber acabado allí, en el infierno de su boca, pero otra, quería alargar ese peligroso juego en el que nos habíamos convertido en los amantes mas perfectos.
Era mi turno, mi lengua se deslizó por sus labios, paladeé su sabor y mi excitación creció marcando el camino descendiente hacia su mentón. Lo mordí sin miramientos, su cabeza se ladeo, respiración rítmica la de los dos. Nuestros cuerpo se restregaban con el otro, buscándose, deseándose, queriendo unirse en uno y bailar entre el fuego perlados de sudor.
Mordí su cuello con mis dientes, lo marqué contuerza, era mía, y quería que eso lo supiera todo aquel que pudiera admira su piel de porcelana, que nadie se dignara a tocarla, porque mi posesividad con ella no tenia parangón.
Mi mano alcanzó uno de sus pechos, lo acaricie despacio, restregando la yema de mi dedo por su pezón, que se endureció de inmediato dibujando en mis labios una sonrisa de satisfacción.
Lo introduje en mi boca, succionadolo, lamiéndolo, trazando círculos perfectos alrededor de su aureola. Mi mano seguía castigando su contorno y su cuerpo se arqueaba golpeando mi pecho.
-Shhhhhh, aun no pequeña -susurré, deslizando mi boca por su vientre, ombligo, hasta alcanzar el monte de venus que con un golpe de cadera busco mis labios impaciente.
Mis ojos se alzaron brillantes, huniendose en esas esmeraldas que eran el final de mi camino y el principio de mi destino.
Sus labios entreabiertos dejaban escapar el aire, sus mejillas ardían fruto de la necesidad de mas y su suplica me llevó a un estado de frenesí difícil de controlar.
Hundí mi boca entre sus labios, deslizando mi lengua por su centro con suavidad, buscando el botón que recorrí de arriba a bajo paladeando su excitación.
Delicioso sabor que se fundía con la saliva en mi boca mientras ella gemía tomándome por el pelo, hundiéndome mas en ese infierno que ella me había prometido sin dudar.
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Adoraba oírlo gruñir de deseo, como su cuerpo le buscaba en la más absoluta desesperación. Los labios carmesís de Valeria, no daban tregua a su miembro, no solo le había encantado su sabor, la sensación de cómo se volvía aún más duro en su boca, como la buscaba moviendo las caderas al unísono de sus movimientos. Rió una vez que se detuvo de golpe, experimentase ambos la sensación, una muy distinta. Su lengua se movía, su boca engulló por entero su miembro dejándolo a su suerte, para que le obligase, suplicase que siguiese. Quería tomarlo, probarlo , es lo que más deseaba y podía leerse en sus ojos verdes.
Deseaba más y él le separó de aquel lugar que tanto la necesitaba. Gruñó, mirándole fijamente, tumbada en la cama, totalmente expuesta como una obra de arte que solo él admiraría por siempre. Rió, flexionando y abriendo las piernas, incitándole, jadeando al sentir su boca recorrer su cuello, caminando por su piel y marcarla. Una de sus piernas la enredó en su cintura, ejerciendo presión para que sus cuerpos entrasen en contacto, ambos ardían y aquello solo había hecho nada más que empezar. Oírle hablar en noruego no ayudó demasiado, le excitaba, más si se lo susurraba al oído…palabras que no entendía pero ¿para qué? si con el idioma corporal encontraba el significado.
No , no podía torturarla con solo darle atenciones a uno de sus pechos. Desafiante, se inclinó a morder una de sus mejillas, tomándole del mentón y negar con la cabeza. Lo quería todo y él le daba migajas, su otro pecho lo reclamaba y su cuerpo se arqueó, abrasándose contra el ajeno…buscando mucho más. Maldito y mil veces maldito, cuando le siseó, lo miró desafiante… inclinándose hacia él y morder sus labios, dibujarlos con su lengua…quería perderse en cada resquicio de su cuerpo, descubrir con él terrenos los cuales no había pisado y el hecho de que su sexo vibrase, reclamándole le hervía la sangre. Una sonrisa, los labios entreabiertos que no quisieron gritar que lo hiciese de una vez. ¿Cómo se sentiría? Jamás le habían hecho algo semejante y lo deseaba, necesitaba comprobar como su lengua torturaba su sexo, estaba segura que la terminaría volviendo loca…por culpa de su boca venenosa, su cuerpo que la buscaba y la encontraba, las miradas cómplices. Y necesitaba que no dejase de mirarle en ningún instante mientras la tomaba de esa forma.
Tuvo que cerrar los ojos con fuerza, al notar aquella sensación de absoluto y completo placer. Sus dedos, atraparon con fuerza la sabana perdiéndose , moviendo las caderas, abriendo aún más las piernas para que se perdiese en su calor, su humedad. Si se le ocurría la idea de apartarse, lo mataría y no de la forma que le gustaría. Una de sus manos, se atrevió a hundirse en el cabello de su nuca, obligándole a permanecer devorando su sexo. Rió por las sensaciones, arqueando su espalda, sus pezones duros lo apuntaban como el culpable de aquella tortura. Se relamía los labios, sin poder parar de jadear, ese maldito hombre la estaba matando de completo y absoluto placer pero ella… ella quería más.
Siseó, para que la mirase a los ojos. Lo que pretendía hacer lo tenía muy claro. Rió, apartando la mano de su nuca y ser sus dos piernas quien empujasen su cabeza aún más dentro. Mente perversa que imaginó… imaginó algo que no tardó en hacerse dueña de la situación. Se apoyó en la cama con los codos observándole entre gemidos roncos, podía…¿acaso podía hacerla llegar con su boca? Boca venenosa de la que ahora bebería. Tal como hizo él, le apartó con uno de sus pies, por el hombro. Gateó, por la cama, tomándole del mentón con dos de sus dedos y sin dejar de mirarle a los ojos, fundir ambas miradas… lamió su contorno, ronroneando, rugiendo por lo que se le estaba pasando por la cabeza… algo que sin duda llevaría a cabo.
- Túmbate-ordenó con la voz grave, no estaba para bromas y si no le hacía caso ella le obligaría a hacerlo. Quería comprobar si aquello… sería aún más intenso. Antes de que dijese nada, apoyó un dedo sobre sus labios, mientras que volvía a lamer y morder su torso, lamiendo de paso su miembro…solo una vez, un claro aviso de que no iba a estarse quieta. Su cuerpo vibraba, seguía subiendo, lamiendo su cuello, mordiendo éste y reír contra su hombro. Gateó hasta estar de rodillas, frente a su rostro, podía notar el aliento cálido de su boca rozar su propio sexo lo que la envalentonó a bajar las caderas y rozarlo contra sus labios. Estaba encendida, su cuerpo no podía dejar de emanar calor. Siseó, ella tenía las riendas,de momento y quería solo una cosa ahora, su cuerpo bajó hasta que la boca ajena tomase su sexo, tomando asiento y tener como sustento su cabello. El hermoso cuerpo de la rubia comenzó a moverse como le pedía, necesitaba… boca que se mordía del más puro placer.
Deseaba más y él le separó de aquel lugar que tanto la necesitaba. Gruñó, mirándole fijamente, tumbada en la cama, totalmente expuesta como una obra de arte que solo él admiraría por siempre. Rió, flexionando y abriendo las piernas, incitándole, jadeando al sentir su boca recorrer su cuello, caminando por su piel y marcarla. Una de sus piernas la enredó en su cintura, ejerciendo presión para que sus cuerpos entrasen en contacto, ambos ardían y aquello solo había hecho nada más que empezar. Oírle hablar en noruego no ayudó demasiado, le excitaba, más si se lo susurraba al oído…palabras que no entendía pero ¿para qué? si con el idioma corporal encontraba el significado.
No , no podía torturarla con solo darle atenciones a uno de sus pechos. Desafiante, se inclinó a morder una de sus mejillas, tomándole del mentón y negar con la cabeza. Lo quería todo y él le daba migajas, su otro pecho lo reclamaba y su cuerpo se arqueó, abrasándose contra el ajeno…buscando mucho más. Maldito y mil veces maldito, cuando le siseó, lo miró desafiante… inclinándose hacia él y morder sus labios, dibujarlos con su lengua…quería perderse en cada resquicio de su cuerpo, descubrir con él terrenos los cuales no había pisado y el hecho de que su sexo vibrase, reclamándole le hervía la sangre. Una sonrisa, los labios entreabiertos que no quisieron gritar que lo hiciese de una vez. ¿Cómo se sentiría? Jamás le habían hecho algo semejante y lo deseaba, necesitaba comprobar como su lengua torturaba su sexo, estaba segura que la terminaría volviendo loca…por culpa de su boca venenosa, su cuerpo que la buscaba y la encontraba, las miradas cómplices. Y necesitaba que no dejase de mirarle en ningún instante mientras la tomaba de esa forma.
Tuvo que cerrar los ojos con fuerza, al notar aquella sensación de absoluto y completo placer. Sus dedos, atraparon con fuerza la sabana perdiéndose , moviendo las caderas, abriendo aún más las piernas para que se perdiese en su calor, su humedad. Si se le ocurría la idea de apartarse, lo mataría y no de la forma que le gustaría. Una de sus manos, se atrevió a hundirse en el cabello de su nuca, obligándole a permanecer devorando su sexo. Rió por las sensaciones, arqueando su espalda, sus pezones duros lo apuntaban como el culpable de aquella tortura. Se relamía los labios, sin poder parar de jadear, ese maldito hombre la estaba matando de completo y absoluto placer pero ella… ella quería más.
Siseó, para que la mirase a los ojos. Lo que pretendía hacer lo tenía muy claro. Rió, apartando la mano de su nuca y ser sus dos piernas quien empujasen su cabeza aún más dentro. Mente perversa que imaginó… imaginó algo que no tardó en hacerse dueña de la situación. Se apoyó en la cama con los codos observándole entre gemidos roncos, podía…¿acaso podía hacerla llegar con su boca? Boca venenosa de la que ahora bebería. Tal como hizo él, le apartó con uno de sus pies, por el hombro. Gateó, por la cama, tomándole del mentón con dos de sus dedos y sin dejar de mirarle a los ojos, fundir ambas miradas… lamió su contorno, ronroneando, rugiendo por lo que se le estaba pasando por la cabeza… algo que sin duda llevaría a cabo.
- Túmbate-ordenó con la voz grave, no estaba para bromas y si no le hacía caso ella le obligaría a hacerlo. Quería comprobar si aquello… sería aún más intenso. Antes de que dijese nada, apoyó un dedo sobre sus labios, mientras que volvía a lamer y morder su torso, lamiendo de paso su miembro…solo una vez, un claro aviso de que no iba a estarse quieta. Su cuerpo vibraba, seguía subiendo, lamiendo su cuello, mordiendo éste y reír contra su hombro. Gateó hasta estar de rodillas, frente a su rostro, podía notar el aliento cálido de su boca rozar su propio sexo lo que la envalentonó a bajar las caderas y rozarlo contra sus labios. Estaba encendida, su cuerpo no podía dejar de emanar calor. Siseó, ella tenía las riendas,de momento y quería solo una cosa ahora, su cuerpo bajó hasta que la boca ajena tomase su sexo, tomando asiento y tener como sustento su cabello. El hermoso cuerpo de la rubia comenzó a moverse como le pedía, necesitaba… boca que se mordía del más puro placer.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Incapaz de apartar mi vista de esas dos oscuras esmeraldas, me trasportaban a una noche de tormenta en la que los rallos eran mi lengua y los truenos los ponía ella gimiendo con fuerza. Continué devorando su sexo sin tregua, con la respiración agitada, y mi virilidad completamente endurecida suplicando entrar en ella.
Mi lengua danzaba entre sus labios, lamiendo de arriba a bajo su clítoris que vibraba con cada embestida.
Una sonrisa de medio lado cuando su mano en mi nuca me hundió mas en ella, como si estuviera tan cerca de alcanzar el orgasmo que necesitara que siguiera dándole guerra.
Mi aliento golpeo la humedad de su vagina, ronco, escapó un gruñido al sentirla tan mojada, estaba excitada y yo, yo también lo estaba.
Mis labios húmedos se abrían paso de nuevo para torturarla, endureciendo la lengua trazando círculos para castigarla, forzándola a arquearse, mientras mis manos sujetaban sus muslos para abrí bien sus piernas, adentrándome una y otra vez en ellas.
Vaivén de sus caderas en busca de mi boca experta, gemía y yo gruñía con ella. El deseo eramos nosotros echos fuego, llamas que se fundían en nuestros cuerpos.
Sus piernas me empujaron mas adentro al atrapar mi cintura, obligándome, si es que eso era posible a que mi boca comiera mas de ella.
Saboreaba su excitación, estaba deliciosa, me relamía una y otra vez, succionando su botón con mis labios, reclamándolo, explorándolo, haciéndola gruñir con cada trago.
Su pie en mi hombro, un golpe seco que me apartó, tras oír un siseo que me hizo de nuevo azar los ojos para ser cómplice de aquella devastadora atracción.
Jadeando nos contemplamos unos instantes, algo había cambiado, ya no eramos los mismos, quizás la distancia nos hubiera echo darnos cuenta de demasiado.
Entre nosotros el sexo nunca fue solo eso, mas hoy, quedaba claro que esto era mucho mas.
Sonrisa picara, desafiante, el juego debía continuar. Saboreo mis labios, relamiendolos, mordiéndolos, paladeando el propio sabor de su sexo.
Mi lengua se hundió en su boca, serpenteó con la ajena, una pequeña tregua que no duro, pues estábamos impacientes los dos.
Ronca su voz, imperiosa, pidió, casi suplico que me tumbara. Abrí la boca, mas su dedo me la cerró, conocía esa mirada, rechistar no era una opción, lo necesitaba..ella necesitaba que me abrumara y yo, hoy cumpliría cada necesidad para apagadla pues había tardado demasiado tiempo en tomarla.
Mi cuerpo se dejo caer con el mástil en alza, sonrisa que acompaño a la suya, pues nuestros cuerpos quemaban.
De nuevo danza de miradas, acompasadas de mordiscos que marcaban cada tramo de mi pecho, dudo que de una gesta hubiera salido tan maltrecho. Siseé mirándola, jadeando de placer, mi mano en mi virilidad, la acaricie subiendo y bajando despacio, no podía aguantar mas.
Sus caderas de nuevo frente a mi boca, mi aliento golpeo su humedad, su piel se erizo y mil labios se alzaron al encuentro de aquello que anhelaba, su sabor.
Sus caderas bailaron, agachándose para que mi lengua de nuevo se arrastrara por su raja, lamiéndola de arriba abajo, deleitándome de la música que me ofrecían sus roncos gemidos, estaba tan cerca que podía sentirlo.
El ritmo de mi mano aumentaba, yo también lo necesitaba, cada vez mas dura, contra mis dedos vibraba.
Gruñí contra su sexo, ambos eramos fuego ,estábamos a punto de explotar de deseo.
Mi lengua danzaba entre sus labios, lamiendo de arriba a bajo su clítoris que vibraba con cada embestida.
Una sonrisa de medio lado cuando su mano en mi nuca me hundió mas en ella, como si estuviera tan cerca de alcanzar el orgasmo que necesitara que siguiera dándole guerra.
Mi aliento golpeo la humedad de su vagina, ronco, escapó un gruñido al sentirla tan mojada, estaba excitada y yo, yo también lo estaba.
Mis labios húmedos se abrían paso de nuevo para torturarla, endureciendo la lengua trazando círculos para castigarla, forzándola a arquearse, mientras mis manos sujetaban sus muslos para abrí bien sus piernas, adentrándome una y otra vez en ellas.
Vaivén de sus caderas en busca de mi boca experta, gemía y yo gruñía con ella. El deseo eramos nosotros echos fuego, llamas que se fundían en nuestros cuerpos.
Sus piernas me empujaron mas adentro al atrapar mi cintura, obligándome, si es que eso era posible a que mi boca comiera mas de ella.
Saboreaba su excitación, estaba deliciosa, me relamía una y otra vez, succionando su botón con mis labios, reclamándolo, explorándolo, haciéndola gruñir con cada trago.
Su pie en mi hombro, un golpe seco que me apartó, tras oír un siseo que me hizo de nuevo azar los ojos para ser cómplice de aquella devastadora atracción.
Jadeando nos contemplamos unos instantes, algo había cambiado, ya no eramos los mismos, quizás la distancia nos hubiera echo darnos cuenta de demasiado.
Entre nosotros el sexo nunca fue solo eso, mas hoy, quedaba claro que esto era mucho mas.
Sonrisa picara, desafiante, el juego debía continuar. Saboreo mis labios, relamiendolos, mordiéndolos, paladeando el propio sabor de su sexo.
Mi lengua se hundió en su boca, serpenteó con la ajena, una pequeña tregua que no duro, pues estábamos impacientes los dos.
Ronca su voz, imperiosa, pidió, casi suplico que me tumbara. Abrí la boca, mas su dedo me la cerró, conocía esa mirada, rechistar no era una opción, lo necesitaba..ella necesitaba que me abrumara y yo, hoy cumpliría cada necesidad para apagadla pues había tardado demasiado tiempo en tomarla.
Mi cuerpo se dejo caer con el mástil en alza, sonrisa que acompaño a la suya, pues nuestros cuerpos quemaban.
De nuevo danza de miradas, acompasadas de mordiscos que marcaban cada tramo de mi pecho, dudo que de una gesta hubiera salido tan maltrecho. Siseé mirándola, jadeando de placer, mi mano en mi virilidad, la acaricie subiendo y bajando despacio, no podía aguantar mas.
Sus caderas de nuevo frente a mi boca, mi aliento golpeo su humedad, su piel se erizo y mil labios se alzaron al encuentro de aquello que anhelaba, su sabor.
Sus caderas bailaron, agachándose para que mi lengua de nuevo se arrastrara por su raja, lamiéndola de arriba abajo, deleitándome de la música que me ofrecían sus roncos gemidos, estaba tan cerca que podía sentirlo.
El ritmo de mi mano aumentaba, yo también lo necesitaba, cada vez mas dura, contra mis dedos vibraba.
Gruñí contra su sexo, ambos eramos fuego ,estábamos a punto de explotar de deseo.
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Re: Je vous vois[Privado] +18
El deseo y la desesperación se adueñaron de los dos. No solo necesitaban sentir el cuerpo del otro, querían volverse locos, descubrir hasta donde los llevaba esa locura. Él comenzó con aquel baile de su lengua en su sexo y ella necesitó más. La castigó por no poder hacer lo deseado, deseaba tanto tomarlo… demostrarle que no solo lo deseaba, era mucho más fuerte que aquello. No, no era dueña de sí. Gatear sobre el cuerpo del joven, excitado más si cabía. Sus ojos verdes lo observaron desde su posición, ambas manos a la altura de la cabeza, dedos que jugueteaban parcialmente con su cabello oscuro. Sonrisa lasciva, peligrosa y divertida. Necesitaba alcanzar un placer diferente y él iba a dárselo.
El hecho de ver como se daba atenciones a sí mismo, le excitó aún más de lo que ya lo estaba. Tenía y no tenía el poder sobre la situación pues cuando aquella boca en la que se había perdido y se perdería mil veces, la torturó, sabiendo perfectamente lo que necesitaba…disfrutándolo igual que ella. Sus orbes esmeralda, se fijaron en la imagen de él enterrado entre sus piernas, Valeria se movía como si estuviese cabalgándole sin fin buscando el orgasmo. No era como sentirlo dentro de ella, una sensación muy placentera al igual que no tardaría en regalarle aquello que ansiaba pero no iba a ser la única que disfrutase.
Siseó, apartando el cabello de su frente, mordiéndose los labios aún entre jadeos. Sabía lo que le gustaba ese gesto y no iba a privárselo…acababan de comenzar un baile del que los dos solo eran protagonistas en aquella cama. Volvió a gatear por su cuerpo, recogiendo su propia esencia una vez más pero…se le ocurrió que para disfrutar ambos, cambiar de posición sería una idea perfecta , la cual le arrancó un gemido de impaciencia. Cambió la posición, su cuerpo quedaba expuesto de forma contraria, volvía a tener cerca su miembro al cual no tardó en engullir con necesidad, sus caderas ascendieron de nuevo a su boca.
Extraña y provocadora tentación el hecho de que ambos pudiesen disfrutar de aquel placer. No les quedaba mucho para rozar al infierno, sus caderas se movieron como lo hacía su boca y su lengua en su miembro, esta vez no iba a privarle de ello. Gemidos roncos, jadeos que no pudo controlar a medida que sus caderas se movían impacientes por alcanzar un orgasmo , el más intenso que había tenido hasta ahora. Tomar el orgasmo ajeno fue una sensación diferente, sus dedos se hundieron en la piel de sus piernas … terminando por besar sus muslos despacio, dándose una tregua después de lo que había pasado… mirarse a los ojos iba a ser diferente después de lo ocurrido, volverían a saltar chispas.
Giró el rostro, relamiéndose los labios, buscando sus ojos oscuros y dejar escapar una risa, como una niña que acaba de realizar una travesura. Quedó de perfil, mirándole fijamente, deslizando los dedos por su pecho, buscando sus manos entrelazando sus dedos. Las emociones y las sensaciones se intensificaban con tan solo un roce de ambos, buscándose sin poder remediarlo.
-Hoör-susurró con una sonrisa, rozando su nariz contra la suya… dejando escapar un largo suspiro, era feliz en ese instante, no hacía falta que dijese nada… sus gestos, sus miradas cuando se encontraban, lo decían todo.
El hecho de ver como se daba atenciones a sí mismo, le excitó aún más de lo que ya lo estaba. Tenía y no tenía el poder sobre la situación pues cuando aquella boca en la que se había perdido y se perdería mil veces, la torturó, sabiendo perfectamente lo que necesitaba…disfrutándolo igual que ella. Sus orbes esmeralda, se fijaron en la imagen de él enterrado entre sus piernas, Valeria se movía como si estuviese cabalgándole sin fin buscando el orgasmo. No era como sentirlo dentro de ella, una sensación muy placentera al igual que no tardaría en regalarle aquello que ansiaba pero no iba a ser la única que disfrutase.
Siseó, apartando el cabello de su frente, mordiéndose los labios aún entre jadeos. Sabía lo que le gustaba ese gesto y no iba a privárselo…acababan de comenzar un baile del que los dos solo eran protagonistas en aquella cama. Volvió a gatear por su cuerpo, recogiendo su propia esencia una vez más pero…se le ocurrió que para disfrutar ambos, cambiar de posición sería una idea perfecta , la cual le arrancó un gemido de impaciencia. Cambió la posición, su cuerpo quedaba expuesto de forma contraria, volvía a tener cerca su miembro al cual no tardó en engullir con necesidad, sus caderas ascendieron de nuevo a su boca.
Extraña y provocadora tentación el hecho de que ambos pudiesen disfrutar de aquel placer. No les quedaba mucho para rozar al infierno, sus caderas se movieron como lo hacía su boca y su lengua en su miembro, esta vez no iba a privarle de ello. Gemidos roncos, jadeos que no pudo controlar a medida que sus caderas se movían impacientes por alcanzar un orgasmo , el más intenso que había tenido hasta ahora. Tomar el orgasmo ajeno fue una sensación diferente, sus dedos se hundieron en la piel de sus piernas … terminando por besar sus muslos despacio, dándose una tregua después de lo que había pasado… mirarse a los ojos iba a ser diferente después de lo ocurrido, volverían a saltar chispas.
Giró el rostro, relamiéndose los labios, buscando sus ojos oscuros y dejar escapar una risa, como una niña que acaba de realizar una travesura. Quedó de perfil, mirándole fijamente, deslizando los dedos por su pecho, buscando sus manos entrelazando sus dedos. Las emociones y las sensaciones se intensificaban con tan solo un roce de ambos, buscándose sin poder remediarlo.
-Hoör-susurró con una sonrisa, rozando su nariz contra la suya… dejando escapar un largo suspiro, era feliz en ese instante, no hacía falta que dijese nada… sus gestos, sus miradas cuando se encontraban, lo decían todo.
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Re: Je vous vois[Privado] +18
Sus manos aferraban mi pelo, mechones que se enredaban en sus dedos, que como riendas le servían para seguir cabalgando sobre mi boca.
Mis ojos buscaban sus esmeraldas, oscuras me miraban con la intensidad del trueno.
Labios entreabiertos me regalaban roncos jadeos, oscuros como la noche, intensos como el dia.
Mi boca seguía alimentando aquella dulce tortura, completamente mojada lamia una y otra vez el botón que la llevaría al clímax. Su sabor me excitaba demasiado la vista hundido entre sus piernas era tan embriagadora, que dudaba pudiera hacerme el misma efecto cualquier droga.
Sus caderas se movían buscando, exigiendo que mis labios continuaran. Me deleitaba la vista, mordiéndose el labio mientras mi mano, sacudía mi miembro bruscamente completamente perdido en su aroma.
Ambos gruñíamos tan cerca de rozar el infierno, que el cielo se me antojo una broma pesada.
Sus ojos centellearon, gimió como si ella fuera la dueña de mi cuerpo y del mismo modo de sus propios pensamientos.
Sus muslos aprisionaron por un instante mi rostro y mi lengua abandono el manantial del que estaba bebiendo, con una ligera queja, pues necesitaba mas de ella.
No duro mucho la tregua, un cambio de posición antes de volver a regalarme su esencia.
Sus caderas se movían desenfrenadas, ahora mis ojos veían sus nalgas y su sexo abriéndose para mi, dilatado.
Mi lengua lo lamia de arriba a bajo, mientras gruñía de puro placer, excitado a mas no poder.
Su torso se dejo caer por mi vientre, sus pechos rozaban mi piel y su boca succiono mi miembro apoderándose lascivamente de el.
Arriba y abajo, lo metía entero en la boca, acariciaba el trocó con los labios, ahora ella estaba tan sedienta como yo mismo.
Los dos gemíamos desesperados, jadeos que al unisono se elevaban por toda la mansión Cavey.
Mi glande vibraba contra su lengua que lo rozaba una y otra vez de un modo tan salvaje que creía iba a enloquecer. El frenillo lo lamia con la punta de su lengua, gruñí, apenas podía seguir masturbandola a ella.
Golpeé su clítoris con fuerza completamente loco de deseo.
Ambos estallamos a la vez, mi simiente en su boca, su sexo contra mis labios gruñidos mas parecidos a los de las bestias que a mortales humanos.
Mis manos sujetaron sus piernas cuando cayo sobre mi boca rendida, expuesta., besé sus muslos, sus labios inferiores muy despacio, aun relamiendome de aquel placentero sabor, que era de los dos.
Permanecimos así un instante, como si ahora enfrentar nuestras miradas fuera demasiado importante, sus esmeraldas me buscaron gateando por mi piel. Mis orbes la acogieron explorando su mirada, que parecía brillar mas fuerte que el sol.
Con la respiración entrecortada nuestros labios se fundieron en un tibio beso que sabia a los dos, a sexo y placer.
Nuestros cuerpos seguían enredados en uno, buscándose, incendiándose ya saciados.
Mis dedos apartaron el pelo de su perlado rostro, no quería perderme esas mejillas cargadas de rubor. Ambos estábamos pletóricos, felices, se notaba que algo había cambiado, pues nos habíamos entregado en cuerpo alma, sin reservarnos absolutamente nada.
Te quiero -simplemente escapó contra sus labios la mayor verdad de siete letras, lo que llevaba arrastrando desde hacia demasiado en mi corazón.
Corría el riesgo de que saliera huyendo, pero no iba a oculta con mentiras, una verdad que gritaban mis ojos cada vez que la veía.
Mis ojos buscaban sus esmeraldas, oscuras me miraban con la intensidad del trueno.
Labios entreabiertos me regalaban roncos jadeos, oscuros como la noche, intensos como el dia.
Mi boca seguía alimentando aquella dulce tortura, completamente mojada lamia una y otra vez el botón que la llevaría al clímax. Su sabor me excitaba demasiado la vista hundido entre sus piernas era tan embriagadora, que dudaba pudiera hacerme el misma efecto cualquier droga.
Sus caderas se movían buscando, exigiendo que mis labios continuaran. Me deleitaba la vista, mordiéndose el labio mientras mi mano, sacudía mi miembro bruscamente completamente perdido en su aroma.
Ambos gruñíamos tan cerca de rozar el infierno, que el cielo se me antojo una broma pesada.
Sus ojos centellearon, gimió como si ella fuera la dueña de mi cuerpo y del mismo modo de sus propios pensamientos.
Sus muslos aprisionaron por un instante mi rostro y mi lengua abandono el manantial del que estaba bebiendo, con una ligera queja, pues necesitaba mas de ella.
No duro mucho la tregua, un cambio de posición antes de volver a regalarme su esencia.
Sus caderas se movían desenfrenadas, ahora mis ojos veían sus nalgas y su sexo abriéndose para mi, dilatado.
Mi lengua lo lamia de arriba a bajo, mientras gruñía de puro placer, excitado a mas no poder.
Su torso se dejo caer por mi vientre, sus pechos rozaban mi piel y su boca succiono mi miembro apoderándose lascivamente de el.
Arriba y abajo, lo metía entero en la boca, acariciaba el trocó con los labios, ahora ella estaba tan sedienta como yo mismo.
Los dos gemíamos desesperados, jadeos que al unisono se elevaban por toda la mansión Cavey.
Mi glande vibraba contra su lengua que lo rozaba una y otra vez de un modo tan salvaje que creía iba a enloquecer. El frenillo lo lamia con la punta de su lengua, gruñí, apenas podía seguir masturbandola a ella.
Golpeé su clítoris con fuerza completamente loco de deseo.
Ambos estallamos a la vez, mi simiente en su boca, su sexo contra mis labios gruñidos mas parecidos a los de las bestias que a mortales humanos.
Mis manos sujetaron sus piernas cuando cayo sobre mi boca rendida, expuesta., besé sus muslos, sus labios inferiores muy despacio, aun relamiendome de aquel placentero sabor, que era de los dos.
Permanecimos así un instante, como si ahora enfrentar nuestras miradas fuera demasiado importante, sus esmeraldas me buscaron gateando por mi piel. Mis orbes la acogieron explorando su mirada, que parecía brillar mas fuerte que el sol.
Con la respiración entrecortada nuestros labios se fundieron en un tibio beso que sabia a los dos, a sexo y placer.
Nuestros cuerpos seguían enredados en uno, buscándose, incendiándose ya saciados.
Mis dedos apartaron el pelo de su perlado rostro, no quería perderme esas mejillas cargadas de rubor. Ambos estábamos pletóricos, felices, se notaba que algo había cambiado, pues nos habíamos entregado en cuerpo alma, sin reservarnos absolutamente nada.
Te quiero -simplemente escapó contra sus labios la mayor verdad de siete letras, lo que llevaba arrastrando desde hacia demasiado en mi corazón.
Corría el riesgo de que saliera huyendo, pero no iba a oculta con mentiras, una verdad que gritaban mis ojos cada vez que la veía.
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