Wolves Without Teeth | Privado

por Vesper Ajmátova* Jue Nov 24, 2016 3:01 pm

Jerome se había convertido en la única razón de peso en su vida. De la nada todo aquello que había construido se le escapó de las manos, como quien intenta detener la lluvia entre los dedos, se esfumó. Pero no era realmente ese hecho lo que hacía añicos su alma, sino el causante de todo eso. ¿Acaso estaba pagando alguna condena por el simple hecho de querer defender lo impugnable? ¿Qué había visto en aquel hombre para permitir sus caprichos se convirtieran en demandas? Exigencias que al mínimo chasquido de sus dedos cobraran forma. Y es que en tan poco tiempo su vida se convirtió en una serie de altibajos que descolocaban sus pensamientos de forma constante. Había tocado fondo. Únicamente por este hecho decidió ser quien buscara la manera de retomar el contacto con Georgiy, estaba segura que solamente él sabría que decirle, antes de que cometiera una locura.

Azotó la puerta mientras se encaminaba al lugar de encuentro con aquel joven en quien años atrás depositó su entera y completa confianza. Los rasgos marfiles apenas tenues coloreaban la bóveda, un silencio casi absoluto reinaba en las calles parisinas, antes que la sociedad despertara por completo al ajetreo cotidiano. Lorraine poseía un encanto natural, mágico, nato. No necesitaba hablar siquiera para que más de una persona sintiera esa curiosidad al verle caminar. Con la galantería que le caracterizaba respondió del mismo modo, aunque existía algo en su mirada que le alejaba de sentir satisfacción genuina. Suspiró y desvió su camino hacia la zona de cafés. De inmediato ordenó al mesero y cruzó su pierna, perspicaz como era su costumbre a los movimientos del resto de los transeúntes y los elementos que le rodeaban. Sus dedos tamborileaban en el borde de la mesa, señal de su impaciencia.

Aguardó un par de minutos más. Por un instante cruzó en su mente la idea de que él no asistiría. El hechicero poseía razones de peso para no acudir, no por Lorraine, sino por motivos propios que le orillaron a marcharse de la vida de la rubia antes de que Jerome naciera. Bebió un poco del líquido que reposaba dentro de la taza humeante y fue por encima del borde de la pieza diminuta de porcelana que a lo lejos, entre un par de desconocidos la silueta del hombre se aproximaba hacia su mesa.

–¿Dónde demonios estuviste todo este tiempo Georgiy?–

Fue lo primero que escapó de su boca.

Descansó la taza sobre la mesa y en el rostro austero de la joven una pequeña curva se delineó en sus labios, así como una mirada de angustia y nostalgia, se sentía perdida, derrotaba, sola, más que en otras ocasiones. Hizo amago de querer recibirle con un abrazo pero ese no era el modo de actuar en ella, lo que menos quiso demostrar era su necesidad por la compasión ajena.

Una vez más su único amigo podría decirse, acudía al llamado, a un encuentro del cual Lorraine esperaba obtener la fuerza que necesitaba por ir en búsqueda de su hijo y claro para saldar cuentas con Stanislav.