AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Primera navidad - Flashback - Privado
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Primera navidad - Flashback - Privado
Podía notar como mis brazos dolían, también lo hacían mis piernas, en general, me dolía todo el cuerpo. Thomas nos estaba estos días dando palizas tanto a mí como a Xaryne, quien se había convertido como una segunda hermana. Las agujetas impedían que me pudiese mover con la agilidad que siempre me caracterizaba, las palizas cada vez eran más duras, nos hacía entrenar hasta que caíamos al suelo porque no podíamos sostenernos. Agradecía que así fuera, así, al llegar a casa y acostar a mi hermana, caía redondo en la cama, al estar tan cansado, no tenía pesadillas. Los días que no tenía que entrenar porque Thomas estaba ocupado en el consejo de la orden de cazadores, pasaba mi tiempo en la herrería, haciendo cosas para mantener una musculatura fuerte, Thomas decía que cuanto más fuerte, más nos pareceríamos a los seres sobrenaturales que teníamos que matar. Cuántas ganas tenía de matarlos, de descubrir la verdad y poder terminar con todo esto, para que Adaline nunca se enterase. Ella no debía de saber nada.
Me levanté de la cama despacio, maldiciendo a Thomas en todos los idiomas que era capaz de recordar y en alguno inventado. Hoy era Navidad. La primera navidad que pasábamos a solas, sin el calor de nuestra madre, aunque para mí, ella llevaba sin estar en navidad desde que papá había sido asesinado. No quería saber nada de ella, nos había abandonado en vida y ahora ya lo había hecho para siempre. Nunca podría perdonarle a aquello. ¿Qué madre abandonaba a sus hijos? Me vestí con ropa cómoda y bajé las escaleras hasta llegar a la cocina, aún era temprano, Ada podía dormir unas pocas horas más. Yo tenía que prepararlo todo, quizás decorase un poco el árbol que teníamos en el jardín, le hiciera un desayuno rico y sobre todo, le tenía que comprar un regalo. Sabía lo que le gustaba la navidad y había sido una niña buena durante todo el año. Se merecía un premio, aunque me quedase sin dinero.
Abrí la puerta de la entrada, el frío me heló al completo los huesos y cogí rápido la caja de leche que el lechero había dejado en la puerta. La metí dentro y me serví un vaso, bebiéndomelo rápido para poder salir a decorar el árbol del jardín. Había hecho en la herrería unos pequeños objetos decorativos, con hierro que no se iba a utilizar, así, reciclaba y Thomas no perdía dinero, aunque para él eso no fuese un problema. Cogí mi abrigo del perchero junto a la puerta y la caja donde tenía los objetos para decorar. Salí al jardín tapado hasta el cuello y empecé a colgar los objetos decorativos de las ramas. Seguro que a Adaline le gustaba, le iba a dejar decorar a ella también, las ramas más bajas, para que no tuviera que subirse al árbol.
Me levanté de la cama despacio, maldiciendo a Thomas en todos los idiomas que era capaz de recordar y en alguno inventado. Hoy era Navidad. La primera navidad que pasábamos a solas, sin el calor de nuestra madre, aunque para mí, ella llevaba sin estar en navidad desde que papá había sido asesinado. No quería saber nada de ella, nos había abandonado en vida y ahora ya lo había hecho para siempre. Nunca podría perdonarle a aquello. ¿Qué madre abandonaba a sus hijos? Me vestí con ropa cómoda y bajé las escaleras hasta llegar a la cocina, aún era temprano, Ada podía dormir unas pocas horas más. Yo tenía que prepararlo todo, quizás decorase un poco el árbol que teníamos en el jardín, le hiciera un desayuno rico y sobre todo, le tenía que comprar un regalo. Sabía lo que le gustaba la navidad y había sido una niña buena durante todo el año. Se merecía un premio, aunque me quedase sin dinero.
Abrí la puerta de la entrada, el frío me heló al completo los huesos y cogí rápido la caja de leche que el lechero había dejado en la puerta. La metí dentro y me serví un vaso, bebiéndomelo rápido para poder salir a decorar el árbol del jardín. Había hecho en la herrería unos pequeños objetos decorativos, con hierro que no se iba a utilizar, así, reciclaba y Thomas no perdía dinero, aunque para él eso no fuese un problema. Cogí mi abrigo del perchero junto a la puerta y la caja donde tenía los objetos para decorar. Salí al jardín tapado hasta el cuello y empecé a colgar los objetos decorativos de las ramas. Seguro que a Adaline le gustaba, le iba a dejar decorar a ella también, las ramas más bajas, para que no tuviera que subirse al árbol.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: Primera navidad - Flashback - Privado
Navidad. Una fecha que por lo general atraía una luz de felicidad a mis ojos e iluminaba mi semblante. Esta vez parecía un día más, otro sin madre, que hacía poco tiempo nos había dejado a Gael y a mi. No se lo había dicho a mi hermano pero me costaba dormir de noche porque al cerrar los ojos veía el rostro desgastado y fatigado de mi madre, aquella mujer que antes fuese incomparablemente hermosa y que me leía historias al anochecer. Primero se había alejado de nosotros y después se había extinguido poco a poco frente a nuestros ojos sin que ninguno de los dos hubiera podido hacer nada para evitarlo.
Ahora madre acompañaba a padre en el panteón familiar. Gael me había llevado allí y me había enseñado sus tumbas, pero yo había volteado el rostro para no verlas. -¿Cómo pueden estar allí si me dijiste que estaban en el cielo?- Mis ojos pardos le observaban llorosos y mis manos le aferraban con fuerza. Me negué a quedarme allí mucho tiempo por lo que él me tomó de la mano tranquilizándome con ese gesto antes de sacarme de allí. Creo que estaba enfadado con madre y por eso no hablaba mucho de ella.
Los días habían transcurrido desde entonces, la nieve cubrió el vecindario y las casas a nuestro alrededor se iluminaron con luces de colores. Gael salía muy temprano y regresaba cuando la tarde estaba algo avanzada. Le había pedido que no fuera, que se quedara en casa conmigo, pero él me había dicho algo acerca de aprender en la herrería y de como debía ganar dinero. Cada vez que lo veía doblar la esquina por la ventana para irse de casa mi corazón latía de prisa. ¿Y si no regresaba?
Podía pelearme con él por irse de casa y podía sacarle la lengua y negarme a ser buena pero la verdad es que nada me alegraba más que ver como las manecillas del reloj anunciaban que pronto volvería. Corría a recibirlo cuando lo veía por la ventana y me estrellaba contra él abrazándolo fuerte.
Esta mañana fue diferente sin embargo. Me había quedado dormida un poco más de lo usual, por lo que los rayos del sol ya iluminaban mi habitación cuando bostecé y abandoné la cama. Aún con pijamas puestas me coloqué mis pantuflas y me asomé a la habitación de mi hermano. No estaba en cama.
-¡Gael!- Salí corriendo por el pasillo al notar aquello y bajé las escaleras a toda velocidad. Quizás estaba en la cocina. Entré en polvorosa para no verlo allí. -¡Gael!-
Corrí hacia la sala y atravesé el pasillo, abriendo la puerta, el frío golpeó mi cara. Rápidamente la volví a cerrar y busqué un abrigo mío que colgaba de una perchera. Una vez puesto encima de mis pijamas salí al jardín. Abrí los ojos de par en par cuando lo visualicé. -Oh… ¡por Dios!- Corrí en su dirección, casi rodando debido al hielo de la entrada y me estrellé contra él. -¡Gael!- Hablé con la mejilla aplastada contra su costado. -¡Tendremos árbol!-
Apenas podía creerlo. Observé los adornos adentro de una caja. -¿Por qué no me lo dijiste?- Mi excitación crecía con la fuerza de un vendaval. -¿Significa esto que celebraremos Navidad?- Lo solté para tomar un par de adornos y colgarlos de las ramas con extrema concentración. No había que dejar que las ramas se doblaran, había que colgarlos en el lugar preciso.
-¿Tendremos cena? ¿Comeremos pavo?- Estrellé una mano contra mi frente. -Pero tú no sabes como cocinar pavo.- Recordé que él era un desastre para eso, yo solía ayudar a madre con el relleno y ella guardaba una receta en la cocina.-¡Usemos la receta de madre!- Miré a la nieve tras decir eso. -A menos que… no este bien...- Arrastré las palabras y apreté mis puños a mis costados algo agitada. -¿Está…. bien usar las cosas de mamá?- pregunté casi en un susurro, temiendo haber dicho algo inapropiado.
Ahora madre acompañaba a padre en el panteón familiar. Gael me había llevado allí y me había enseñado sus tumbas, pero yo había volteado el rostro para no verlas. -¿Cómo pueden estar allí si me dijiste que estaban en el cielo?- Mis ojos pardos le observaban llorosos y mis manos le aferraban con fuerza. Me negué a quedarme allí mucho tiempo por lo que él me tomó de la mano tranquilizándome con ese gesto antes de sacarme de allí. Creo que estaba enfadado con madre y por eso no hablaba mucho de ella.
Los días habían transcurrido desde entonces, la nieve cubrió el vecindario y las casas a nuestro alrededor se iluminaron con luces de colores. Gael salía muy temprano y regresaba cuando la tarde estaba algo avanzada. Le había pedido que no fuera, que se quedara en casa conmigo, pero él me había dicho algo acerca de aprender en la herrería y de como debía ganar dinero. Cada vez que lo veía doblar la esquina por la ventana para irse de casa mi corazón latía de prisa. ¿Y si no regresaba?
Podía pelearme con él por irse de casa y podía sacarle la lengua y negarme a ser buena pero la verdad es que nada me alegraba más que ver como las manecillas del reloj anunciaban que pronto volvería. Corría a recibirlo cuando lo veía por la ventana y me estrellaba contra él abrazándolo fuerte.
Esta mañana fue diferente sin embargo. Me había quedado dormida un poco más de lo usual, por lo que los rayos del sol ya iluminaban mi habitación cuando bostecé y abandoné la cama. Aún con pijamas puestas me coloqué mis pantuflas y me asomé a la habitación de mi hermano. No estaba en cama.
-¡Gael!- Salí corriendo por el pasillo al notar aquello y bajé las escaleras a toda velocidad. Quizás estaba en la cocina. Entré en polvorosa para no verlo allí. -¡Gael!-
Corrí hacia la sala y atravesé el pasillo, abriendo la puerta, el frío golpeó mi cara. Rápidamente la volví a cerrar y busqué un abrigo mío que colgaba de una perchera. Una vez puesto encima de mis pijamas salí al jardín. Abrí los ojos de par en par cuando lo visualicé. -Oh… ¡por Dios!- Corrí en su dirección, casi rodando debido al hielo de la entrada y me estrellé contra él. -¡Gael!- Hablé con la mejilla aplastada contra su costado. -¡Tendremos árbol!-
Apenas podía creerlo. Observé los adornos adentro de una caja. -¿Por qué no me lo dijiste?- Mi excitación crecía con la fuerza de un vendaval. -¿Significa esto que celebraremos Navidad?- Lo solté para tomar un par de adornos y colgarlos de las ramas con extrema concentración. No había que dejar que las ramas se doblaran, había que colgarlos en el lugar preciso.
-¿Tendremos cena? ¿Comeremos pavo?- Estrellé una mano contra mi frente. -Pero tú no sabes como cocinar pavo.- Recordé que él era un desastre para eso, yo solía ayudar a madre con el relleno y ella guardaba una receta en la cocina.-¡Usemos la receta de madre!- Miré a la nieve tras decir eso. -A menos que… no este bien...- Arrastré las palabras y apreté mis puños a mis costados algo agitada. -¿Está…. bien usar las cosas de mamá?- pregunté casi en un susurro, temiendo haber dicho algo inapropiado.
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Primera navidad - Flashback - Privado
Me estiré lo máximo que pude, quería colocar algunos de los adornos bien altos, casi hasta la punta del árbol, era un chico alto, pero aún tenía que crecer un poco más. Según Thomas, podría llegar a alcanzar el metro ochenta y ocho. Iba a ser muy alto, como lo había sido padre. Conseguí colocar una pequeña bola con pequeños detalles de ramas dibujados en la parte más arriba. Me aparté un poco para ver como quedaba. La parte que veíamos nada más salir del jardín, estaba quedando bien, pero también había que decorar la parte de atrás, si no, iba a quedar muy mal.
Escuché como la puerta del jardín se abría, pero no quise girarme, hasta que el pequeño y menudo cuerpo de mi hermana impactó contra el mío. Estaba emocionada por tener este año árbol de navidad. No sé por que nunca se nos había ocurrido el echo de decorarlo. Daba una imagen más navideña a la casa y quedaba bonito. -Tendremos navidad. No quiero pasarlas sin celebrar nada, te has portado bien este año y te mereces pasar una buena navidad antes de regresar a clases. - Agaché un poco mi cuerpo y le besé en la cabeza mientras ella se disponía a colocar un adorno en el árbol, con su cara de concentración.
Una carcajada salió de mis labios cuando vi como se golpeaba a sí misma en la frente. Se había dado fuerte y había sonado. Esta niña cada día estaba más loca. Le fui pasando algún que otro adorno para que continuase poniéndolos por la parte desnuda del árbol. -Si mi hermanita quiere pavo, tendremos pavo. Puedo ir al mercado a coger uno pequeño para los dos. ¿O quieres otra cosa? - Cogí un adorno y lo coloqué por encima de donde ella estaba poniendo los suyos, donde no llegaba. Suspiré cuando mencionó a madre y me acerqué a ella. -Claro que está bien usar sus cosas. Si no las usamos podrían perderse... Puede que yo no haya acabado bien con ella, pero madre nos quería mucho, Adaline. Y además, si hacemos su receta, parecerá que sigue aquí.- No quería que ella se pusiera triste, quería tenerla contenta, feliz, como una niña de su edad debería estar en estas fechas.
Terminamos de colocar los adornos por todo el árbol y apoyé mi mano en su cabeza. Era una postura que me gustaba hacer, ella seguía siendo pequeña. -Queda un último adorno...- Saqué de la caja una estrella que había hecho yo mismo. -Hay que colocarla en la cima del árbol. ¿Quieres ponerla tú? Tendrás que escalar por las ramas con cuidado. Si te caes, yo te cogeré en el aire. - Le pasé la estrella, era un poco pesada por los materiales que había utilizado para su fabricación, pero podía con ella sin problemas. Iba a quedar un árbol muy bonito.
Escuché como la puerta del jardín se abría, pero no quise girarme, hasta que el pequeño y menudo cuerpo de mi hermana impactó contra el mío. Estaba emocionada por tener este año árbol de navidad. No sé por que nunca se nos había ocurrido el echo de decorarlo. Daba una imagen más navideña a la casa y quedaba bonito. -Tendremos navidad. No quiero pasarlas sin celebrar nada, te has portado bien este año y te mereces pasar una buena navidad antes de regresar a clases. - Agaché un poco mi cuerpo y le besé en la cabeza mientras ella se disponía a colocar un adorno en el árbol, con su cara de concentración.
Una carcajada salió de mis labios cuando vi como se golpeaba a sí misma en la frente. Se había dado fuerte y había sonado. Esta niña cada día estaba más loca. Le fui pasando algún que otro adorno para que continuase poniéndolos por la parte desnuda del árbol. -Si mi hermanita quiere pavo, tendremos pavo. Puedo ir al mercado a coger uno pequeño para los dos. ¿O quieres otra cosa? - Cogí un adorno y lo coloqué por encima de donde ella estaba poniendo los suyos, donde no llegaba. Suspiré cuando mencionó a madre y me acerqué a ella. -Claro que está bien usar sus cosas. Si no las usamos podrían perderse... Puede que yo no haya acabado bien con ella, pero madre nos quería mucho, Adaline. Y además, si hacemos su receta, parecerá que sigue aquí.- No quería que ella se pusiera triste, quería tenerla contenta, feliz, como una niña de su edad debería estar en estas fechas.
Terminamos de colocar los adornos por todo el árbol y apoyé mi mano en su cabeza. Era una postura que me gustaba hacer, ella seguía siendo pequeña. -Queda un último adorno...- Saqué de la caja una estrella que había hecho yo mismo. -Hay que colocarla en la cima del árbol. ¿Quieres ponerla tú? Tendrás que escalar por las ramas con cuidado. Si te caes, yo te cogeré en el aire. - Le pasé la estrella, era un poco pesada por los materiales que había utilizado para su fabricación, pero podía con ella sin problemas. Iba a quedar un árbol muy bonito.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: Primera navidad - Flashback - Privado
-Bromeas cuando me preguntas si quiero otra cosa ¿no?- Arrugué la nariz mirando a mi hermano con implícito reproche. ¿Cómo podía siquiera preguntarme si quería algo más para comer en Navidad? -El pavo es tradición. Yo te ayudaré a prepararlo para que quede bien.- Lo miré con orgullo, si había podido asistir a madre perfectamente podía apañármelas en la cocina con él. -Nunca serás un buen cocinero.- bromeé remarcando lo obvio y le saqué la lengua antes de colgar otro par de adornos en las ramas de atrás.
Luego hice la pregunta sobre madre y su receta clavando la mirada en la nieve frente a nosotros. Hablar sobre ella era un tema árido, difícil. Habían cosas de las que Gael y yo no hablábamos, como por ejemplo, cosas que había hecho ella cuando aún vivía, se había alejado de nosotros incluso antes de marcharse con papá. Imaginaba que a Gael eso le dolía también, como a mi. Madre había cambiado tras la muerte de padre, quizás ahora que estaba con él volvería a ser la misma…
-¿Crees que madre y padre tienen alguna idea de lo que hacemos?- Observé a mi hermano con detenimiento, era alto, bastante más que yo. Le llegaba apenas algo más arriba de la cintura. ¿Llegaría a ser así de alta? Esperaba que si, quería parecerme a él un poco al menos. No nos parecíamos demasiado como se parecían otros hermanos, me hubiera gustado encontrar alguna similitud física entre nosotros y me desilusionaba no encontrarla cuando veía mi imagen en el espejo.
Pateé la nieve distraída. -Desde donde estén.- Me encogí de hombros, no iba a mostrarme sensible ahora, yo era fuerte, podía hacerle cara a las cosas. Especialmente frente a mi hermano, no quería que pensara menos de mi, que creyera que no podía salir adelante. Él salía adelante, se iba a trabajar, yo hubiera querido trabajar también en lugar de recibir clases pero él decía que era importante que lo hiciera. -Y ya que me he portado bien… ¿me dejarás ir a trabajar contigo?- Lo observé con cierta expectación, él era muy reservado con su respecto a su trabajo, yo quería acompañarlo, ayudar. -No soy tan alta como tú aún pero soy fuerte.-
Colgué los últimos adornos más antes de admirar el árbol, estaba quedando hermoso. -Será el mejor árbol en toda la cuadra.- dije colocando las manos en la cintura al apreciarlo. Tomé la estrella que me entregó, observándola con ilusión. Pensé que él la iba a colocar pero me preguntó si yo quería hacerlo. No lo pensé dos veces, asentí y me acerqué rápidamente al tronco. Comencé a trepar por las ramas, no era difícil, era cuestión de ir colocando una sandalia a la vez con cuidado. -¿Ves cómo además de fuerte soy ágil?- Sonreí, pensando que le convencería al respecto, estaba ya a la altura de medio tronco así que volteé a ver hacia abajo buscándolo.
Allí fue cuando lo noté, abajo estaba realmente abajo. Sentí vértigo, el árbol no parecía tan alto cuando lo vi desde el suelo. Los latidos en mi pecho se dispararon. Las ramas eran delgadas, ¿podían sostenerme? De repente me dio por abrazar el tronco. Lo abracé con vehemencia. -Gael…- El viento me pareció gélido, la piel se me erizaba, permanecí inmóvil pensando que moverme no era una buena idea…
Luego hice la pregunta sobre madre y su receta clavando la mirada en la nieve frente a nosotros. Hablar sobre ella era un tema árido, difícil. Habían cosas de las que Gael y yo no hablábamos, como por ejemplo, cosas que había hecho ella cuando aún vivía, se había alejado de nosotros incluso antes de marcharse con papá. Imaginaba que a Gael eso le dolía también, como a mi. Madre había cambiado tras la muerte de padre, quizás ahora que estaba con él volvería a ser la misma…
-¿Crees que madre y padre tienen alguna idea de lo que hacemos?- Observé a mi hermano con detenimiento, era alto, bastante más que yo. Le llegaba apenas algo más arriba de la cintura. ¿Llegaría a ser así de alta? Esperaba que si, quería parecerme a él un poco al menos. No nos parecíamos demasiado como se parecían otros hermanos, me hubiera gustado encontrar alguna similitud física entre nosotros y me desilusionaba no encontrarla cuando veía mi imagen en el espejo.
Pateé la nieve distraída. -Desde donde estén.- Me encogí de hombros, no iba a mostrarme sensible ahora, yo era fuerte, podía hacerle cara a las cosas. Especialmente frente a mi hermano, no quería que pensara menos de mi, que creyera que no podía salir adelante. Él salía adelante, se iba a trabajar, yo hubiera querido trabajar también en lugar de recibir clases pero él decía que era importante que lo hiciera. -Y ya que me he portado bien… ¿me dejarás ir a trabajar contigo?- Lo observé con cierta expectación, él era muy reservado con su respecto a su trabajo, yo quería acompañarlo, ayudar. -No soy tan alta como tú aún pero soy fuerte.-
Colgué los últimos adornos más antes de admirar el árbol, estaba quedando hermoso. -Será el mejor árbol en toda la cuadra.- dije colocando las manos en la cintura al apreciarlo. Tomé la estrella que me entregó, observándola con ilusión. Pensé que él la iba a colocar pero me preguntó si yo quería hacerlo. No lo pensé dos veces, asentí y me acerqué rápidamente al tronco. Comencé a trepar por las ramas, no era difícil, era cuestión de ir colocando una sandalia a la vez con cuidado. -¿Ves cómo además de fuerte soy ágil?- Sonreí, pensando que le convencería al respecto, estaba ya a la altura de medio tronco así que volteé a ver hacia abajo buscándolo.
Allí fue cuando lo noté, abajo estaba realmente abajo. Sentí vértigo, el árbol no parecía tan alto cuando lo vi desde el suelo. Los latidos en mi pecho se dispararon. Las ramas eran delgadas, ¿podían sostenerme? De repente me dio por abrazar el tronco. Lo abracé con vehemencia. -Gael…- El viento me pareció gélido, la piel se me erizaba, permanecí inmóvil pensando que moverme no era una buena idea…
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Primera navidad - Flashback - Privado
Puse los ojos en blanco ante su broma y me reí. Ella sabía que cocinaba bien, me molestaba en aprenderme recetas cuando tenía algo de tiempo libre tras los entrenamientos con Thomas y Xaryne y el trabajo en la herrería. Adaline se merecía una comida y una cena dignas. No podía permitir que estuviera mal alimentada por mi culpa. Su salud y su vida eran mi responsabilidad ahora que estábamos solos aquí. Ni siquiera teníamos tíos o primos. Nunca nuestros padres nos habían hablado de ningún familiar. También lo hacía porque el hecho de cocinar me ayudaba a relajarme y a no pensar en todo lo que estábamos pasando. - Está bien. Seguro que con tú ayuda, nos sale un pavo delicioso. - Le guiñé un ojo divertido y le saqué la lengua.
La pregunta que me lanzó sin venir a cuento de nada fue como una ráfaga de viento helada. ¿Qué debía de responderle? No sabía si los muertos podían vernos desde donde quisiera que estuviesen. Se quedó mirándome largo rato. Sus ojos eran tan grandes que ocupaban casi toda su cara. Aparté mi mirada de la suya porque notaba como me estaba atravesando en busca de una respuesta que le hiciera sentir bien. Vi como pateaba la nieve, algo molesta. - Lo que se tiene en el corazón nunca se olvida. Y no debemos de olvidarlos, Adaline. Creo que sí que saben lo que estamos haciendo a cada minuto. Nunca nos han abandonado. - Esto último lo dije más por padre que por madre. Ella nos había abandonado desde el minuto uno en el que papá fue enterrado. Se alejó de nosotros y de sí misma. Seguía enfadado con ella y seguramente nos dejó sabiéndolo, pero quería que Ada no cargase con eso sobre sus hombros.
Mi ceja se alzó mientras me reía y negué con la cabeza. Una niña de doce años no tenía que trabajar y mucho menos trabajar donde estaba yo. No quería que supiese nada de mi mundo, nada sobre seres sobrenaturales y nada sobre la verdadera razón de la muerte de padre. Madre me había hecho prometérselo en su día y esa promesa la iba a cumplir hasta el fin de mis días. Ada se merecía un mundo sin monstruos ni pesadillas. - Tu deber es estudiar, señorita. Cuando termines las clases podrás trabajar en lo que quieras. Por cierto... ¿Qué te gustaría ser de mayor? - Nunca me había parado a pensar en eso. Quizá quisiera ser costurera o modista. O quizás artista. Ella podía ser cualquier cosa que quisiera ser.
Terminó de poner los adornos en el árbol y adopté la misma postura que ella. Había quedado bonito, la verdad. Los adornos parecían brillar cuando el sol los iluminaba tenuemente. Me sorprendió que no tuviera miedo de subir al árbol y lo hizo muy decidida. - Eres como un mono. Esta misma tarde te voy a llevar al zoo. - Reí y esperé a ver si subía ya al pico del pino. A medio camino vi que sus pies no se movían, se había quedado quieta. ¿Qué le sucedía? Me llamó y su voz era la de una niña asustada, congelada en el sitio por el miedo. No me lo pensé dos veces y subí también por el árbol, pero por el lado opuesto al que ella lo había hecho, así ninguna rama se partiría por el peso de los dos, ya que desconocía lo fuerte o lo frágil que podía llegar a ser. En cuestión de un minuto, ya estaba a su lado. ¿Estás bien, monito? ¿Tienes vértigo? - pregunté y escondí una sonrisa traviesa que amenazaba por salir. No quería hacerla sentir mal por esto. - No mires hacía abajo. Con cuidado si quieres puedes seguir subiendo o si te da mucho miedo, dime y te bajo en mi espalda ¿Vale? No te va a pasar nada, estoy contigo y sé que puedes superar a este pino. - Intenté infundirle confianza en sí misma para que estuviese tranquila.
La pregunta que me lanzó sin venir a cuento de nada fue como una ráfaga de viento helada. ¿Qué debía de responderle? No sabía si los muertos podían vernos desde donde quisiera que estuviesen. Se quedó mirándome largo rato. Sus ojos eran tan grandes que ocupaban casi toda su cara. Aparté mi mirada de la suya porque notaba como me estaba atravesando en busca de una respuesta que le hiciera sentir bien. Vi como pateaba la nieve, algo molesta. - Lo que se tiene en el corazón nunca se olvida. Y no debemos de olvidarlos, Adaline. Creo que sí que saben lo que estamos haciendo a cada minuto. Nunca nos han abandonado. - Esto último lo dije más por padre que por madre. Ella nos había abandonado desde el minuto uno en el que papá fue enterrado. Se alejó de nosotros y de sí misma. Seguía enfadado con ella y seguramente nos dejó sabiéndolo, pero quería que Ada no cargase con eso sobre sus hombros.
Mi ceja se alzó mientras me reía y negué con la cabeza. Una niña de doce años no tenía que trabajar y mucho menos trabajar donde estaba yo. No quería que supiese nada de mi mundo, nada sobre seres sobrenaturales y nada sobre la verdadera razón de la muerte de padre. Madre me había hecho prometérselo en su día y esa promesa la iba a cumplir hasta el fin de mis días. Ada se merecía un mundo sin monstruos ni pesadillas. - Tu deber es estudiar, señorita. Cuando termines las clases podrás trabajar en lo que quieras. Por cierto... ¿Qué te gustaría ser de mayor? - Nunca me había parado a pensar en eso. Quizá quisiera ser costurera o modista. O quizás artista. Ella podía ser cualquier cosa que quisiera ser.
Terminó de poner los adornos en el árbol y adopté la misma postura que ella. Había quedado bonito, la verdad. Los adornos parecían brillar cuando el sol los iluminaba tenuemente. Me sorprendió que no tuviera miedo de subir al árbol y lo hizo muy decidida. - Eres como un mono. Esta misma tarde te voy a llevar al zoo. - Reí y esperé a ver si subía ya al pico del pino. A medio camino vi que sus pies no se movían, se había quedado quieta. ¿Qué le sucedía? Me llamó y su voz era la de una niña asustada, congelada en el sitio por el miedo. No me lo pensé dos veces y subí también por el árbol, pero por el lado opuesto al que ella lo había hecho, así ninguna rama se partiría por el peso de los dos, ya que desconocía lo fuerte o lo frágil que podía llegar a ser. En cuestión de un minuto, ya estaba a su lado. ¿Estás bien, monito? ¿Tienes vértigo? - pregunté y escondí una sonrisa traviesa que amenazaba por salir. No quería hacerla sentir mal por esto. - No mires hacía abajo. Con cuidado si quieres puedes seguir subiendo o si te da mucho miedo, dime y te bajo en mi espalda ¿Vale? No te va a pasar nada, estoy contigo y sé que puedes superar a este pino. - Intenté infundirle confianza en sí misma para que estuviese tranquila.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Primera navidad - Flashback - Privado
Mis manos continuaron aferradas a la corteza rugosa del tronco, lo apreté fuerte pegándome a el, cerré los ojos un momento, no quería ver nada, ni abajo, ni arriba ni a mi alrededor. Sentía el viento gélido soplar y no me parecía de buen augurio, creo que más bien procuraba advertirme que me anduviera con cuidado, que no diera un paso en falso o caería. Una vez vi caer a nuestro vecino, Jimmy, era un chico de mi edad, con el rostro cubierto de pecas y el pelo rojo como una zanahoria. Estaba en el techo jugando, yo volvía tras un día de estudios y le vi sobre las tejas, él me vio también y me llamó. Recuerdo que le saludé y que él volteó pero tropezó y cayó del techo, frente a mis ojos. Fui yo quien corrió adonde estaba él, quien con el alma en vilo le vio cubierto de sangre, corrí a llamar a sus padres porque Gael no estaba, se había ido a trabajar.
Estar arriba sobre las ramas me hacía pensar en Jimmy, en que después de que le llevaron al hospital no volví a verle nunca más. Me pregunté si me llevarían al hospital en caso de que cayera y si ya no volvería más, si ya no vería nunca a Gael. Su voz me hablaba desde muy cerca, abrí los ojos y lo descubrí del otro lado del árbol, sobre una rama que se encontraba a mi altura. -No soy un monito.- Negué y fruncí la nariz. Me asombró su rapidez, pero el verle allí me tranquilizó sobremanera, especialmente al notarle tan relajado. -Una ardilla tal vez.- bromeé.
Lo observé con interés olvidándome temporalmente del vértigo. -¿De verdad me llevarás al zoo?- Volví a aferrarme al tronco. ¿Hablaba de visitar el zoo o de dejarme allí con los monos? Fruncí el entrecejo antes de decidirme a creer lo primero, él no sería capaz de abandonarme. -¿Podemos ir? Hace mucho que no lo hacemos… me gustaría ver a los animales.- Mis ojos brillaron con ilusión al pensar en una posible visita al zoo, en lo divertido que sería. Gael y yo casi nunca íbamos a ningún lado, a él también le caería bien el entretenernos, trabajaba mucho.
Me preguntó si quería subir o si prefería que él me bajara y me indicó que podía superar al pino. Cuando me hablaba así le creía todo lo que me decía, y no iba a ser yo quien se echara para atrás a pesar del predicamento… Tragué saliva y negué con la cabeza. -Un árbol de Navidad sin estrella no es un árbol de Navidad.- dije decidida. Finalmente me moví, mirando hacia arriba, alcé mis brazos para trepar a la siguiente rama, y luego a otra más hasta llegar a la punta. -Lo tengo Gael.- Sonreí mientras colocaba la estrella y di una vuelta para dirigirme al lado en el que él se encontraba. Bajé por el tronco tras de él y pronto los dos estábamos de nuevo de pie sobre la nieve.
-Ha quedado perfecto.- Lancé una última mirada al pino con ojo crítico. -Ahora todo lo que nos falta es hacer un muñeco de nieve.- Fijé la mirada de mis ojos pardos en sus azules con diversión y me agaché a recoger algo de nieve con la cual formé una bola entre mis manos. Comencé a moverme alrededor de él y antes de que se percatara de cuales eran mis verdaderas intenciones ya le había lanzado la bola de nieve jugando. Esta le atinó en la camisa, estrellándose contra él justo en la parte superior de su pecho. -Al parecer ser viejo te hace menos ágil.- Reí y recogí más nieve para usarla como material de bombardeo mientras corría para evitar que se le ocurriera devolverme el ataque.
Estar arriba sobre las ramas me hacía pensar en Jimmy, en que después de que le llevaron al hospital no volví a verle nunca más. Me pregunté si me llevarían al hospital en caso de que cayera y si ya no volvería más, si ya no vería nunca a Gael. Su voz me hablaba desde muy cerca, abrí los ojos y lo descubrí del otro lado del árbol, sobre una rama que se encontraba a mi altura. -No soy un monito.- Negué y fruncí la nariz. Me asombró su rapidez, pero el verle allí me tranquilizó sobremanera, especialmente al notarle tan relajado. -Una ardilla tal vez.- bromeé.
Lo observé con interés olvidándome temporalmente del vértigo. -¿De verdad me llevarás al zoo?- Volví a aferrarme al tronco. ¿Hablaba de visitar el zoo o de dejarme allí con los monos? Fruncí el entrecejo antes de decidirme a creer lo primero, él no sería capaz de abandonarme. -¿Podemos ir? Hace mucho que no lo hacemos… me gustaría ver a los animales.- Mis ojos brillaron con ilusión al pensar en una posible visita al zoo, en lo divertido que sería. Gael y yo casi nunca íbamos a ningún lado, a él también le caería bien el entretenernos, trabajaba mucho.
Me preguntó si quería subir o si prefería que él me bajara y me indicó que podía superar al pino. Cuando me hablaba así le creía todo lo que me decía, y no iba a ser yo quien se echara para atrás a pesar del predicamento… Tragué saliva y negué con la cabeza. -Un árbol de Navidad sin estrella no es un árbol de Navidad.- dije decidida. Finalmente me moví, mirando hacia arriba, alcé mis brazos para trepar a la siguiente rama, y luego a otra más hasta llegar a la punta. -Lo tengo Gael.- Sonreí mientras colocaba la estrella y di una vuelta para dirigirme al lado en el que él se encontraba. Bajé por el tronco tras de él y pronto los dos estábamos de nuevo de pie sobre la nieve.
-Ha quedado perfecto.- Lancé una última mirada al pino con ojo crítico. -Ahora todo lo que nos falta es hacer un muñeco de nieve.- Fijé la mirada de mis ojos pardos en sus azules con diversión y me agaché a recoger algo de nieve con la cual formé una bola entre mis manos. Comencé a moverme alrededor de él y antes de que se percatara de cuales eran mis verdaderas intenciones ya le había lanzado la bola de nieve jugando. Esta le atinó en la camisa, estrellándose contra él justo en la parte superior de su pecho. -Al parecer ser viejo te hace menos ágil.- Reí y recogí más nieve para usarla como material de bombardeo mientras corría para evitar que se le ocurriera devolverme el ataque.
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/01/2016
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