AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
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¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
El lobo y Caperucita Mahita - Viola Todos teníamos una bestia en nuestro interior no como la bestia que algunos poseen que sale cada luna llena y tampoco la bestia que solo aparece de noche, yo poseo cargo mi propia cruz, mi bestia quizás no sea la más letal, ni la que infunda cierto miedo, pero la tengo y puede causar daño, algunos irreparables y otros no. Dando vueltas por mi habitación con su alma enfrascada intentaba hacerme la idea de todo lo que vendría, de todo lo que sabía y de lo que necesitaba saber. Al final siempre quedaba como la ingenua de la historia, era peor que cualquier cuento que alguna vez leí, ¿Era tan ingenua como Caperucita? o ¿no? Pase saliva apretando el frasco, moví la tapa y la lleve a mi nariz inspirando profundamente, sintiendo un pequeño mareo emocional ante los ingredientes concentrados que parecían ser las feromonas más letales que uno podía poseer. Luego de dar varias vueltas por mi habitación salí de aquella tan solo con la bata puesta hacia los establos necesitaba aire puro y un poco de privacidad, o simplemente ya ni siquiera sabía que era lo que necesitaba. Camine por el sendero amplio que se extendía detrás de la mansión De Lesseps, las hectáreas de terrenos permitían poder perderse tan solo con ir a dar una vuelta al patio trasero, aun con el frasco entre mis manos lo mire con cierto recelo, un sentimiento de melancolía, odio, amor, deseo, excitación, lleve mis manos hacia mi cabeza y solté el frasco que no se abrió, me detuve bruscamente – No, No puedes venir aquí, un día entrar en mi cabeza… mostrarme tus ataduras y pedir que te libere aun cuando yo parezco ser la esclava de la vida, con cadenas que la atan a… ¡No sé a qué me atan!... No… no puedes venir y enseñarme nuevamente que es necesitar, querer y amar a una persona… para luego… confundirla con tus… aberraciones… No, no puedes… hacer que te desee tanto que no puedo ser para nadie más… porque tú lo dijiste soy tuya… y aunque no lo creas… respeto eso aun sabiendo que ocultas toda una vida y por el contrario yo soy un libro abierto que se equivoca una y otra vez… No te mentiré… No lo hare… Lo bese y me beso… lo desee y sé que me deseo… pero me detuve… me detuve porque mi bestia… mi propia bestia te ama como no sabía que se podía hacer… y si ya no soy pulcra para ti que soy… dime que paso antes… dime porque eres la bestia que atormenta mis pasos… dime que hiciste y por qué intentan alejarme de ti… pero por más que lo hacen… siento que cada vez estoy más cerca de ti que de cualquier otro en esta tierra – entre gritos, lloriqueos, palabras suaves… simples me había desahogado hablándole a su alma que encerrada permanecía, había perdido los estribos de mi vida el momento que mi cuerpo se dejó poseer por la bestia que no podía sacarme de la cabeza. No sabía si en algún momento podría replicar todo lo que había dicho, aun cuando sentía la opresión en mi pecho… un poco de alivio me serbia. Recogí el frasco descubrí de la tapa y rocié un poco sobre mi cuello, de alguna manera así me sentía cerca de él… aun con todas las inseguridades que habían plantado en mi cabeza… no podía dejar de sentir aquello por el… dolía de cierta manera amarlo… pero Dios como disfrutaba de ese dolor. Seguí caminando perdiéndome del sendero marcado, pensando en el cuento del lobo y caperucita… - ¿Qué tiene que decir el lobo? – todos conocían la versión de ella, de caperucita roja… pero cuál era la otra cara de la moneda… porque el lobo hizo lo que hizo… | |
Última edición por Viola de Lesseps el Sáb Ene 14, 2017 6:51 am, editado 1 vez
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
¿Por qué se empeñan en enfurecer a la bestia? Cuando ella sólo pidió ser apaciguada, que el hambre de la venganza cesara, que sus malditas sensaciones quedarán en el olvido y que solo en el presente se presentará una tranquilidad, Pero no, se enfocan en su salvajismo, en provocarle, aferrarse a la maldito monstruo que representa. Ya una vez presenció el engaño, la infidelidad por parte de su esposa, las mentiras que se inculcan con la criatura que vino después. Tantas cosas que lo orillaron a lo que es ahora, que, no basto solo una vez, nuevamente se repite la misma historia. Pero esta vez, fue una erupción total, aquella mujer la amaba, ¡maldita sea la hora en que posó sus más letales sentimientos a ella! Sí, le duele verla, recordar esa misma escena, ellos dos, ella y aquel inmortal fornicando, porque no era necesario esperar a que la viera penetrarle, el simple hecho de que estuviese mamando sus senos, que permitiera que alguien más le tocara cuando él le sentenció que era suya, solo suya. Faltó a su palabra, destruyó las promesas, ¡Ja! ¡Bien se dice que las promesas se hicieron para romperse! Cuanta maldita razón había. Había sido la burla de esos dos, ¿Durante cuánto tiempo lo fue? No podía perdonarla, no, cuando de ella se enamoró y le pago de esta manera.
Que ahora, solo en vengarse pensaba, ese día, en que los vio en el local, detrás de esas ventanas, quería matarlos. Destruir todo, pero fue imposible, fue hacía la casa, se enteró que su esposa había logrado escapar que fue detrás de ella. Por lo que no los destruyó en ese mismo instante.
Y ahora, ir en su búsqueda, capturarla y regresarle la decepción profunda que le inundaba, corriendo hacia ella. Llegando por la parte trasera, quería sorprenderla, quizás esperando encontrarla una vez más en el acto de traición. Pero no fue lo que espero, ella estaba ahí, quizás se había encontrado con el otro, lo había despedido que solo de pensarlo le hervía la sangre, un temperamento destructivo, altivado por su culpa, ni ayudaba la desnudez que llevaba del tórax, con solo unos pantalones, y los pies descalzos, había corrido, gruñendo por dentro por tanto desdén, escuchando sus palabras, despreciando cada una. Sin permitirse doblegar ante las falacias que representan. No le creía, no confía ya en ella, ella mato todo, con desearlo, por permitir que le tocaran, que la besaran, y sobre todo, ella, ella que lo anhelo.
Ya no le importaba en absoluto, ni que en ese frasco, la esencia la liberara, ya no existía nada, no le conmovía, no le perdonaría. Que su rabia, el recelo que le invadía le hicieron ir a tomarla de las manos con una fuerza brutal. Asesinándola con la mirada, ya que sus pupilas reinaban en odio. — ¿Por qué lo hiciste? ¿Acaso no te basto con lo que te daba? ¿No fueron suficientes mis caricias, mis besos, mi calor, mi maldito falo para ti? —Golpeando las palabras, desprendiendo pasos, presionando sus muñecas. —¡Te dije que eras mías, que me pertenecías! —Jaloneo esas muñecas a su cintura, acercándola, olfateando como un enfermo.— Aún hueles a él…—cayendo, encima de ella, sin ver el daño que le causaba, apretando aún más, conteniendo su ira, porque estaba a punto de abofetearla, y lo haría si seguía viéndola. Que en realidad conocerá la monstruosidad que representa. — ¿Querías que te tocaran, que te fornicaran…? ¿Por qué él, o un jodido inmortal? — su respiración se acelera, su impulso se descontrolaba. La quería matar, si, sin importarle el lugar, ni ella.
Que ahora, solo en vengarse pensaba, ese día, en que los vio en el local, detrás de esas ventanas, quería matarlos. Destruir todo, pero fue imposible, fue hacía la casa, se enteró que su esposa había logrado escapar que fue detrás de ella. Por lo que no los destruyó en ese mismo instante.
Y ahora, ir en su búsqueda, capturarla y regresarle la decepción profunda que le inundaba, corriendo hacia ella. Llegando por la parte trasera, quería sorprenderla, quizás esperando encontrarla una vez más en el acto de traición. Pero no fue lo que espero, ella estaba ahí, quizás se había encontrado con el otro, lo había despedido que solo de pensarlo le hervía la sangre, un temperamento destructivo, altivado por su culpa, ni ayudaba la desnudez que llevaba del tórax, con solo unos pantalones, y los pies descalzos, había corrido, gruñendo por dentro por tanto desdén, escuchando sus palabras, despreciando cada una. Sin permitirse doblegar ante las falacias que representan. No le creía, no confía ya en ella, ella mato todo, con desearlo, por permitir que le tocaran, que la besaran, y sobre todo, ella, ella que lo anhelo.
Ya no le importaba en absoluto, ni que en ese frasco, la esencia la liberara, ya no existía nada, no le conmovía, no le perdonaría. Que su rabia, el recelo que le invadía le hicieron ir a tomarla de las manos con una fuerza brutal. Asesinándola con la mirada, ya que sus pupilas reinaban en odio. — ¿Por qué lo hiciste? ¿Acaso no te basto con lo que te daba? ¿No fueron suficientes mis caricias, mis besos, mi calor, mi maldito falo para ti? —Golpeando las palabras, desprendiendo pasos, presionando sus muñecas. —¡Te dije que eras mías, que me pertenecías! —Jaloneo esas muñecas a su cintura, acercándola, olfateando como un enfermo.— Aún hueles a él…—cayendo, encima de ella, sin ver el daño que le causaba, apretando aún más, conteniendo su ira, porque estaba a punto de abofetearla, y lo haría si seguía viéndola. Que en realidad conocerá la monstruosidad que representa. — ¿Querías que te tocaran, que te fornicaran…? ¿Por qué él, o un jodido inmortal? — su respiración se acelera, su impulso se descontrolaba. La quería matar, si, sin importarle el lugar, ni ella.
Mihăiță- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
Tu propia Cruz Mahita - Viola En un mundo lleno de bestias cada uno cargaba con su propia cruz, unas más pesadas que otras, la mía tenía un peso insuperable, que apenas lo podía sostener en mi espalda, ¿Pero quién está libre de Pecado? Todos nos volvemos pecadores al momento de nacer, somos fruto de algo inconcebible según la biblia ¿Qué somos? Nada más que animales disfrazados de humanos, que con el tiempo vamos mostrando nuestro mejor rostro, nuestra verdadera cara. El momento era ese donde la vida se juntaba y te mostraba que había cosas que eran pulcras mentiras, ¿Existía el perdón? No, claro que no, siempre existirá ese resentimiento de odio que envenenara las entrañas… como era mi lado oscuro, simplemente terrible, lleno de vacíos de antiguas décadas, de mentiras, abandonos, engaños y sueños, al fin era el momento de vivir la verdad la realidad, acción y reacción. Sus palabras eran látigos que azotaban mi cuerpo su fuerza me dañaba, mi corazón temía por su vida, mi integridad era dañada a medida que sus palabras salían como cuchillos clavándome el alma ¿Que podía decir? Absolutamente nada, todo lo que dijera seria usado en mi contra… cerré mis ojos por un instante para no ver el infierno que había en los ajenos, el mismo infierno del cual me había enamorado, el mismo infierno que me quemaba por dentro y me hacía daño, el lobo rebelaba su parte salvaje. – ¡NO SE! – no tenía respuestas a sus preguntas no tenía palabras para lo que él me reclamaba podía inundarme en excusas baratas pero no, lo haría podría decirle que Jae me había controlado con sus poderes que yo era un simple títere, pero en realidad no sé qué había pasado por mi cabeza. El peso de su cuerpo sobre el mío mas el áspero suelo que entre piedras y maderas me clavaban la espalda sentía el dolor aumentar – Me dijiste que era tuya y me entregue a ti sin conocer más nada de ti – dije entre dientes, me costaba hablar la bestia cada vez enloquecía mas apretaba mis dientes conteniendo los quejidos de dolor- Eres la bestia que siempre supe que eras… pero no sabía de lo que eras capaz…- Una piedra estaba clavando en mi cuello y estaba segura que prontamente mi piel comenzaría a ceder, el dolor era inexplicable una mezcla que no podía juntarse, dolor del alma y dolor corporal. No te mentiré… nunca lo hice… - No decía mentiras, hacía mucho que aprendí que nada bueno había detrás de una, secretos teníamos todos, excusas las suficientes, en esta guerra estaba perdida, ahora solo parecía que tenía que clamar por mi vida, que sentía que valía cada vez muy poco. Si tu ira, tu rabia quieres sofocar… hazlo… Soy una maldita culpable de todo lo que me acusas… - esclava de mis palabras sabía que todo sería un puto infierno. Mis manos ya no las sentía la circulación estaba casi apagada, nada sería lo mismo… y si tenía que pagar lo haría… a final de cuentas él era un maldito monstruo y yo un simple mortal que se había equivocado… -¡¿QUÉ QUIERES QUE TE DIGA?! – la frase fue acompañada de un grito de dolor, sufrimiento y miedo, mucho miedo, a lo largo de mi vida nunca había experimentado aquello nunca había sentido aquello el miedo recorrer todo mi cuerpo, oscurecer mi alma, me segaba la idea de no volver a ser la misma… simplemente ya no lo era y el destino se encargaría de opacar mis días… porque de esta muy en el fondo sabía que no saldría bien… - Mihăiță – pronuncie su nombre casi sin aliento apretando los ojos con fuerza… aguantando el dolor… | |
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
Si, le estaba hiriendo, ¿que esperaba? Que viniera a regocijarse de afecto, que le hicieran el amor con una devoción, y con un respeto...Errada estaba si creía en ello, una falacia, una burla sería si sucediera aquello. Enfurecido, ya no solo era bestia, un animal irracional, un hombre dañado, porque a pesar de todo, la amó, que por ello se salía de control, no por el animal salvaje en el que se transforma, era mucho peor ser el humano que está siendo (si es que se puede nombrar de aquella manera), imparable, su mente ha sido una erupción de bestialidades; el egoísmo que redunda su deseo fue violado por otro, ver aquella imagen una y otra vez en su cabeza, desdeñaba con ganas a ese, y después a ella. Una maldita mentira que le sacó de control, perdió los estribos, detestando que cerrará sus ojos, ¿quién se creía después de haberle traicionado? Tan desvergonzada. — ¡Mírame! ¡Maldita sea! Abre esos miserables ojos, ten el jodido atrevimiento de mirarme a la cara —, gritó, ordenando, no estaba para pedir, golpeando una y otra vez las muñecas que sujetaba con opresión contra el pasto, capturándole con el cuerpo, tan desmedido a tu talla. Arrojando las palabras, replicas que no esperaba, ni excusas, ni lamentos. Era demasiado tarde para que tuviera compasión, ella luchaba, trataba de liberarse, hasta con esos dientes friccionados, le alteraban, le aumentaban la impaciencia. Se repetía la historia de nueva cuenta. Le vieron la cara de idiota, creyeron que se saldrían con la suya, pero están muy equivocados, ya había sufrido la misma escena. Y una vez más, sabía con exactitud qué hacer. Su mente maquiavélica estaba planeado un futuro cruel para ambos. (¡No hay salida, ni escapatoria!) Así como osa hacerse la desentendida, le recordara un infierno. — ¿Más nada? ¿No te basto con que te dijera que era tuyo? ¿Fue tan mísera mi entrega? Acaso, esas malditas palabras, el cómo te tocaba, el cómo te hacia el amor, ¿no explicaba todo? Oh, pero claro, todo fue una burla, porque quizás solo esperabas que te follara un muerto, ¿qué esperabas, recordar los rostros de tus amantes? ¿El que te brindaran remembranzas de ellos? Si querías recordarlos, solo debiste decírmelo, podría haber hecho hasta que llegaras al orgasmo con todos esos —.
Sí, era cruel con el habla, púes venía en su mente el premiarla, sembrarle lo que solamente debe amar por sobre todas las cosas, que le tenga presente en alguien más el recuerdo de que le pertenece. Quizás un hijo no sea mala idea, pues tiene una pequeña que lo quiere matar. ¿Por qué otro no? Así podría aumentar el odio que lo alimenta, esa maldita sensación que lo fortalece y lo excita. Aumentando su calentura, el temperamento ya no es una ventaja, al contrario, hace que sus actos se vayan en su contra, porque termina por hacer las cosas peor de lo que esperaba. Por lo que enojado, furioso, humillado… Se mofa, ríe escéptico, ¿tan crédula es? No, no puede ser. — Ahora estás a punto de saberlo, por algo llevaba cadenas, no seas ingenua, ni me quieras ver la cara de estúpido. — la soltó, aventándola, a punto de abofetearla, pero observa su cuerpo, aun estando sobre este, manoseando, agresivamente le toca, sin importarle que al aire estén, aumentaba el peligro, las emociones. Con el nunca, (debía callarse, o terminaría cerrándole la boca con un golpazo) más le provocaba, el negarlo, el que esté actuando, hicieron que sus párpados se detonaran sus venas, al igual que en sus brazos, la fuerza era desmedida, tomando su corsé en los bordes que los jalonea, arrancándolo, destrozándolo de un tirón, mostrando el camisón, y las pequeñas montañas de su finura. — ¡Maldita seas, maldita Viola, te desprecio! —. La culpaba porque era así, ella lo complicó todo. No debió hacer algo que le enfureciera. Que sus manos no aguardaban, presionaban su cadera, agachando el rostro a su cuello, besando con desesperación, mordiendo (marcaba su territorio) alzando la falange a su rostro, llevando los dedos a sus cabellos que tira de estos, atrayéndola, acercando su rostro con el propio. — ¿Qué hiciste con él? ¿Qué te hizo? ¿Te toco como lo estoy haciendo, te beso como lo hago? —, con la otra mano, su izquierda exactamente, bajo a sus pantalones, deslizando la braga, liberando su miembro, el cual estaba endurecido por el coraje, por la exaltación, el dolor, y la aversión que podía ser la peor arma para enardecerlo, que se metió entre sus piernas, alzando la tela de su vestido, (estorbando, estropeando la escena) rompiendo por dentro de este su fondo, exponiendo la abertura de su sexo. — Dímelo, necesito saber que no permitiste que te penetrara, dímelo Viola —. ¿qué barbarie ? no era esperanza, pero la amaba, no quería ofrecerle el mismo infierno que su puta esposa. No a ella, por más irracional que sea, le duele, sufre. Así con la congoja vestida de furia, la aversión con el cariño, el daño con la tristeza, le penetro, irguiendo el cuerpo, apretando las nalgas se balanceaba, empujando hasta que le sintiera, hasta que invadiera su venus con el falo, hallarse en el fondo donde tomó sus labios, besándola, golpeando mentalmente esa escena de crimen, si, celoso, rabioso de que unas manos ajenas le tomaran. Que osara tomar esos cabellos de fuego, no tenía clemencia a sus ruegos, la haría suya, necesitaba su cuerpo, haciendo omiso a sus plegarias que aclamaba con el cuerpo. ¿Qué peor bestia podía existir? Es el único y el auténtico Antonescu, un vengador desde el nacimiento, y hasta después de la muerte que ahora, expone un acto tan íntimo, que queda en los empujones que da.
No hay descanso para él, devorar la carne quien le ha traicionado. El lobo herido es una amenaza, nunca perdona y la traición es el peor golpe que le puedan dar, pues pagan con creces. Y la prueba era la manera en la que le toma, en que mueve sus caderas contra las ajenas, el calor le sofocaba, arañando el pasto, estrujando la tierra con el puño, aunque se retirara, no dejaría que se saliera con la suya, si se jala, él la volvería a atraer, si gira el rostro, le tomaba del mentón y la obligaría a que le mirase. No la iba a complacer, ese momento ya pasó qué hora, solo al lobo debían satisfacer.
Sí, era cruel con el habla, púes venía en su mente el premiarla, sembrarle lo que solamente debe amar por sobre todas las cosas, que le tenga presente en alguien más el recuerdo de que le pertenece. Quizás un hijo no sea mala idea, pues tiene una pequeña que lo quiere matar. ¿Por qué otro no? Así podría aumentar el odio que lo alimenta, esa maldita sensación que lo fortalece y lo excita. Aumentando su calentura, el temperamento ya no es una ventaja, al contrario, hace que sus actos se vayan en su contra, porque termina por hacer las cosas peor de lo que esperaba. Por lo que enojado, furioso, humillado… Se mofa, ríe escéptico, ¿tan crédula es? No, no puede ser. — Ahora estás a punto de saberlo, por algo llevaba cadenas, no seas ingenua, ni me quieras ver la cara de estúpido. — la soltó, aventándola, a punto de abofetearla, pero observa su cuerpo, aun estando sobre este, manoseando, agresivamente le toca, sin importarle que al aire estén, aumentaba el peligro, las emociones. Con el nunca, (debía callarse, o terminaría cerrándole la boca con un golpazo) más le provocaba, el negarlo, el que esté actuando, hicieron que sus párpados se detonaran sus venas, al igual que en sus brazos, la fuerza era desmedida, tomando su corsé en los bordes que los jalonea, arrancándolo, destrozándolo de un tirón, mostrando el camisón, y las pequeñas montañas de su finura. — ¡Maldita seas, maldita Viola, te desprecio! —. La culpaba porque era así, ella lo complicó todo. No debió hacer algo que le enfureciera. Que sus manos no aguardaban, presionaban su cadera, agachando el rostro a su cuello, besando con desesperación, mordiendo (marcaba su territorio) alzando la falange a su rostro, llevando los dedos a sus cabellos que tira de estos, atrayéndola, acercando su rostro con el propio. — ¿Qué hiciste con él? ¿Qué te hizo? ¿Te toco como lo estoy haciendo, te beso como lo hago? —, con la otra mano, su izquierda exactamente, bajo a sus pantalones, deslizando la braga, liberando su miembro, el cual estaba endurecido por el coraje, por la exaltación, el dolor, y la aversión que podía ser la peor arma para enardecerlo, que se metió entre sus piernas, alzando la tela de su vestido, (estorbando, estropeando la escena) rompiendo por dentro de este su fondo, exponiendo la abertura de su sexo. — Dímelo, necesito saber que no permitiste que te penetrara, dímelo Viola —. ¿qué barbarie ? no era esperanza, pero la amaba, no quería ofrecerle el mismo infierno que su puta esposa. No a ella, por más irracional que sea, le duele, sufre. Así con la congoja vestida de furia, la aversión con el cariño, el daño con la tristeza, le penetro, irguiendo el cuerpo, apretando las nalgas se balanceaba, empujando hasta que le sintiera, hasta que invadiera su venus con el falo, hallarse en el fondo donde tomó sus labios, besándola, golpeando mentalmente esa escena de crimen, si, celoso, rabioso de que unas manos ajenas le tomaran. Que osara tomar esos cabellos de fuego, no tenía clemencia a sus ruegos, la haría suya, necesitaba su cuerpo, haciendo omiso a sus plegarias que aclamaba con el cuerpo. ¿Qué peor bestia podía existir? Es el único y el auténtico Antonescu, un vengador desde el nacimiento, y hasta después de la muerte que ahora, expone un acto tan íntimo, que queda en los empujones que da.
No hay descanso para él, devorar la carne quien le ha traicionado. El lobo herido es una amenaza, nunca perdona y la traición es el peor golpe que le puedan dar, pues pagan con creces. Y la prueba era la manera en la que le toma, en que mueve sus caderas contra las ajenas, el calor le sofocaba, arañando el pasto, estrujando la tierra con el puño, aunque se retirara, no dejaría que se saliera con la suya, si se jala, él la volvería a atraer, si gira el rostro, le tomaba del mentón y la obligaría a que le mirase. No la iba a complacer, ese momento ya pasó qué hora, solo al lobo debían satisfacer.
Mihăiță- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
Mihăiță Mahita - Viola Malditos los momentos en que deje que me ganara el deseo pagano, maldito fue el segundo cuando detuve todo acto previo, pero eso el lobo nunca lo entendería segado por la ira que había causado por mis actos impropios no podía hacer más, tenía todas por las que perder, ¿Y que más podía hacer? ¿Suplicar por mi vida? ¿Gritar? ¿Decirle que no? El con sus actos me demostraba algo que yo ya sabía hacía mucho tiempo… en la era del galán de la noche… yo no era más que una mujer sin vida… maldito el día que seguí con vida, escuche sus rugidos que de sus entrañas salían y mis irises se posaron con el fuego de su mirada, las lágrimas de dolor caían por mis mejillas él quería que lo viera y así lo haría, no suplicaría. Todos pagábamos en algún momento por nuestros errores, mis palabras él no las quería escuchar… solo era el objeto que lo había desilusionado… y Dios como dolía esa desilusión, más él no sabía lo mierda que me sentía en ese momento. Con lágrimas en los ojos mi cuerpo era usado como si fuera una simple muñeca de trapo, mi respiración se agitaba mientras sus labios se apoderaban de mi piel, sus manos tocaban mi cuerpo, el golpe era la más simple agresión, sus manoseos me hacían sentir sucia, me hacían sentir como una verdadera prostituta, una cualquiera que en ese momento que dejaba que la poseyeran por… ¿Satisfacción? ¿Venganza? No lo sabía. Mi cabellera era agarrada con fuerzas pero aguantaba el dolor aun cuando mis lágrimas no dejaban de caer, el motivo… uno muy simple… miedo. Mi ropa en ese momento eran solo retazos esparcidos por el lugar y cuando creí que podría ser peor el grito salió de mis entrañas el dolor de una penetración dura como un tronco mi entrepierna estaba seca y el roce me había quemado de una manera inigualable como pude enterré mis uñas en sus duros brazos y seguí gritando de profundo dolor -¡¡NOOO… NOOO ME PENETRO!! – salió de mis labios con todas mis fuerzas una verdad que sabía no sería escuchada, intente forcejar lo menos posible ya que el dolor seguía quemando mis labios inferiores, todo en mi interior ardía, sentía que llegaba a un más adentro de lo normal… su rostro era de un verdadero monstro que no olvidaría; el dolor insoportable me hacía respirar entrecortado… mi cuerpo y alma estaban siendo ultrajados, no podía escuchar con claridad – ¡¡QUE QUIERES!! – grite mientras mis dientes buscaban algo que morder solo gire un poco y mordí su antebrazo para soportar el dolor que él me causaba… En ese momento me arrepentía de todo hasta de mi propia vida, mi frágil cuerpo siendo violado se agotaba, sangraba por varias partes podía oler el aroma metálico del líquido carmín cerca de mi cuerpo, creí que de esa forma lo odiaría pero muy dentro de mi retorcida mente solo veía el dolor que sentía el por mi traición, estaba pagando aquello con dolor físico y emocional… mi entrepierna estaba húmeda pero no sabía si era por sangre o por excitación lo cual era poco probable, mi corazón vibraba de manera acelerada, mis pulmones se sentían ahogados, mi cuerpo se movía al compás impuesto por la bestia, que enmarañaba mis sentidos, me maldecía con sus palabras y escuchaba los rugidos de sus entrañas. Entre el dolor que sentía y mis pensamientos vagos – Satisface a la bestia maldito – en ese momento su pecado era el odio que sentía hacia mi… mis pecados aun cuando no estaban siendo perdonados aguantaba el castigo por el mismo, el dolor me hacía sentir viva en el momento que pedía estar muerta para no verle más… para no sentir más y para no seguir con su sufrimiento ni con el mío. Como podía amarle… ¡¿cómo?! Comencé a moverme intentando zafarme… si él quería ganar esta batalla le daría lo que quería… podía leer en sus pupilas infectadas en sangre que deseaba verme sufrir, su ira me decía algo que en su momento no estaba segura.... mis lágrimas se habían secado… - Soy… - no pude pronunciar nada más… me dolía todo… mis piernas estaban adormecidas, mis caderas chocaban con el suelo, podía sentir mis huesos rozar con la tierra que yacía a mi espalda desnuda… - Aguantare toda tu ira si es necesario… - si es necesario para conseguir tu perdón… no pude terminar la frase… no podía... - Mihăiță | |
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
¿Cuál es la peor parte de la traición? Que nunca viene de los enemigos. Y ahí estaba la prueba, de quien menos se lo espero, de quien amaba. Que, ni la furia, ni el odio, ni el someterla a sus demandas le estaban satisfaciendo, no podía alegrarse de ver su llanto, regocijarse de su sufrimiento, ¿por qué maldita sea? Si liberaba todo el rencor, el dolor sufría aún más, en ocasiones pasadas, hacer pagar por las traiciones las gozaba, se convertía en un maldito, hasta la excitación de verse animal era exquisito, que ahora, justo con ella, el hacerla suya golpeaba su orgullo, le arrebatan todo, un vacío inmenso. Que entre mas le manoseaba, le acariciaba como un enfermo, dolía, desesperadamente le necesitaba, su cuerpo, su aliento, su tacto. No se percata del daño, más del propio, insatisfecho profana su intimidad, se menea como si aquel los estuviera viendo, cómo el, los vio, así, la misma escena, el hacerla suya, el deslizar ambas falanges a sus redondos e indispuestos senos, duros, rojizos por como los presiona, uno seguido del otro aprieta, gruñendo porque hasta su jodido falo no quiere obedecer, si, estaba duro, no por el placer, o la excitación, carecía de todo esto, solo porque debía endurecerse por hallarse en su interior, cálido, pero rasposo, poco a poco era lubricado, tan sorprendente es el cuerpo que no le importó que fuese sangre quien lo envolviera, (su olfato percibió el metálico olor, sabía que sangraba y no se detuvo) cegado le empuja, lento, pero fuerte, yendo más allá de una entrada, invadía todo, demostrando que solo es dueño de ella, nadie más, nadie puede aclamarla suya. Que así sean sus lágrimas, la mirada de desdén, el rechazo total, no le importaba, era suya, y de nadie más. Su congoja le golpeaba, sus gritos le atormentaban, al igual cuando de sus uñas incrustó en los brazos, parecía mostrarle su tormento, pero no podía detenerle, porque sus pensamientos son invadidos con las peores sensaciones, recuerdos. Que escuchar lo que quería, si era verdad, aun esa escena veía, cegado, no admitiendo lo que su boca liberaba. Él pidió lo que su boca desprendía, ahogándose en los quejidos, no solo eran sus uñas, sus dientes intentan alejarlo, detenerlo de la blasfemia, de la humillación que está dando. Luchaba contra ella, le da batalla, pero era peor, no le permitió que se moviera, sino que solo de sus curvas lo hiciera, que comenzará a menearse a su ritmo, tan bestial que no era suficiente, no le satisfacía, en absoluto no sentía más que culpa, asco, desdén. Manoteando, capturando sus manos cuando de golpes acudía, solo veía como su cuerpo saltaba por las embestidas, como sus senos revoloteaban tras aumentar el ritmo, callado, despreciando por no ser capaz de destruirla, de acabarla, de humillarla aún más.
Y como si en la cama estuvieran, fue a tomar sus manos, ya no podía seguir, no así, no con ella, no a ella. Entrelazando los dedos en los ajenos, desprendiendo dulzura, piedad, una caída que en sus irises se notaron. No lloro, porque él jamás llora, no. Pero, no demostraría su debilidad, continuo balanceándose, yendo en contra de las sensaciones.
— Dímelo otra vez, dime que no hizo esto, que no te hizo el amor, que sigues siendo mía. Dime que me amas, que solo yo puedo ser el único que te tenga. Te quiero Viola, te lo he dicho, ¿por qué permitiste que esto pasara? Te culpo porque tú lo causaste, conociendome, sabiendo de lo que era capaz, decidiste permitirlo, ¿por qué? ¿a qué se debe esto? Dijiste que no conocías nada, que solo lo bestia que era, pero has conocido mas de mi, permití que me conocieras lo suficiente como para pedirte que me liberaras. Y dices no hacerlo, ¿por qué?
Su furia se muestra en las palabras, el coraje, el recelo en su enojo, mirándola, fijamente a ese rostro, era la única que tuvo el privilegio de conocer su faceta interna, el que alguien tocara su libertad es el tesoro más valioso que ofreció, y ella, ella lo despreció.
Mihăiță- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
Mihăiță Mahita - Viola La humillación siempre llega a cada persona cuando quien te humilla importa más de lo que pensabas, en ese momento que mi entrepiernas sangraba y sentía el roce de la carne viva me hacía alucinar, entre momentos largos de lucidez lo veía a él la bestia de mi cuentos de hadas, él era todo lo que mis miedos se aferraban, de alguna forma retorcida de mi mente o con la ingenuidad que aun parecía quedarme le quería, lo amaba, un amor que dolía hasta el alma, uno de esos amores que te dejan marcas por siempre, tal vez nunca vuelva hacer la mujer de antes, o quizás a final de cuentas sea una mejor persona, mi mente parecía un laberinto con varios pisos que según el grado de dolor me llevaba a perderme en mi misma, las lágrimas de dolor corrían por mis mejillas, mis manos buscaban apretar su tersa piel para liberar la energía que aun parecía quedarme, mis caderas seguían el movimiento bestial que el había impuesto mis quejidos de dolor aumentaban, en medio de las embestidas profundas, ásperas y dolorosas mordí mi labio hasta hacerlo sangrar, el aroma metálico y tan característico de la sangre inundaba el acto uno que era brutal, sin sentimientos… Apreté los ojos con fuerzas y los volví abrir, viendo como sus ojos parecían apagarse, parecían cambiar el brillo… la bestia estaba haciendo lo que sabía hacer… una monstruosidad. ¿Lo conocía en verdad? ¿Qué sabía de él? Había liberado a la bestia y encontré a un hombre herido por su pasado del cual me encargue de revivir, pero… no lo había hecho, no quería hacerle daño y por esa razón detuve todo acto con el vampiro, porque mi corazón pertenecía a otro… - ¡Por pudor! Reconoce, que a nadie das afecto, tú que para contigo, eres tan previsor, no obstante, reconozco, que hay muchos que te aman, pero es más evidente que tú no amas a nadie. Pues estás poseído, por un odio asesino, que conspira en tu contra, sin pensarlo dos veces, tratando de arruinar, esta hermosa morada, que en tu celo debía, ser tu mayor deseo. ¡Cambia tu pensamiento, porque yo cambié el mío! ¿Debe el odio hospedarse, mejor que el dulce amor? Sé cómo es tu apariencia: Gracioso y Afectivo o al menos muéstrate, como eres contigo mismo. Haz de ti otra persona, por amor hacia mí, porque en ti la belleza sobrevive en mí. – hice mía las palabras de un soneto que en algún momento hacia leído para ese momento no comprendía las palabras pero ahora era el fiel retrato de lo que estaba pasando. – Mihăiță eres y serás el hombre por quien vivo… nadie me hizo jamás lo que tú me has hecho… nadie… entiende, lamentablemente yo no te quiero – me quede callada mientras el nudo en mi garganta no me dejaba hablar – yo te amo… y solo Dios sabe cómo duele amarte de la forma que lo hago… - no podía negar el sentimiento que me inundaba ese extraño amor, pero ahí siendo usada, maltratada y violada el miedo crecía en mi interior, deje mi cuerpo caer, deje de hacer fuerzas por que no lucharía con la bestia ya estaba decidido… él tenía la última palabra yo… ya no podía hacer más… Cada espacio de mi cuerpo me dolía, mi espalda ardía, mi cabeza estaba a punto de estallar, mi entrepiernas Expedia sangre y ardía como si estuviera en el mismo infierno y ¿acaso no era así? El me hacía parte de su infierno… y yo como ángel caído era quemado de lo celestial… mis alas se habían cortado pero no así mi espíritu que pedía ser revivido. | |
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
No más, ya era inútil el continuar en su interior, si eyaculaba, sería manchada, la iba a humillar más de lo que ya ha hecho, debía retirarse, estando a punto de correrse, su dolor le hizo reaccionar, ¿qué estaba haciendo? Porque, debía de ser de aquella forma, si ignoraba sus evocaciones lo pagaría caro, si la culpa, el daño le perjudicaba, no podía soportar más, mas, ¿cómo decirle al cuerpo que se detenga? ¿Cómo hacer que una bestia entre en razón? Si eso le definía, lo bestial que es, lo cruel que resulta ser él. Por más que las lágrimas observarse, por más que la linfa la percibió de entre sus piernas, de esos carnosos labios, los lamió, cuán enfermo padecía, abandonar las amenazantes caricias, las brutales embestidas, admite que ella es su auténtica debilidad, no se lo diría, o quizás ya lo descubrió, o simplemente esté pensando en el otro. No lograba olvidar esa escena, era el afrodisiaco para mantenerlo alterado, enojado, odiándola. Sintiendo como pide clemencia en sus agarres, en sus gemidos, en su destrozado cuerpo, no aguantara más, no era como ella, su esposa, ni su hija. No se comparaba con ninguna, que detuvo todo daño.
Golpeando al lado de su cabeza, directo a la tierra, un puño que si hubiese sido suelo, ya habría sangrado. Gruñendo por tragarse todo, su jodido humor. Y al verla caer, vencida ante él, detonando verdades de su boca, creyendo que ella no podía mentir, admitiendo que fue de esa manera descriptiva de los sucesos, demostrándolo al retirarse de su interior, rápido, y enseguida a encargarse de liberar la esencia, por lo que su mano se encargó de ello, masturbando para arrojar todo. Así, sus gestos de suplicio se mostraron en su rostro, disgusto, sin placer más que la insatisfaces, viéndola, dirigiendo la mirada a su entrepierna al momento de que observó sangre en el falo, tomando la camisa para limpiarse, guardando su falo dentro del pantalón, fajándose hasta que mata el silencio y se acerca a limpiar a quien ultrajó.
— No puedes decir eso, no tú quien ha obtenido más que nadie le pueda dar, te mostré mi amor, y dices que no doy afecto, te demostré lo mucho que te necesitaba, pero no te importo, si hubiese estado en tu mente, ser correspondido, a sabiendas lo que aquel sentía, o quería hacer contigo, tú seguiste. No comprendes qué significó eso para mí, yo quien creí que eras mía, que creí haber ganado tu amor, tu afecto, tus pensamientos. No seas mediocre con unas palabras que no sabes su significado. Jamás te mentí, si te dije que te amaba, es porque es así. Jamás hice algo que lo contradijera, pero te encargaste de destruir todo. Mi odio jamás te había tocado, y justo ahora podré sentirlo, pero no a tal magnitud, p sino ya te habría matado. Esta vez, tu soneto no sirve en mí, parece que hablaras de otra persona, se ve que ni llegaste a conocerme, y que triste era que sea de esa manera.
Sus falanges se cercioraba de limpiar con delicadeza la sangre de su piel, limpiando la escena de crimen, el acto atroz cometido, dolido porque sea ella quien le diga esas palabras, tan vacías, tan carentes de sentido. Inclinando la cabeza, mirando directamente a sus irises, tras haber cubierto con la tela destrozada de su vestido su feminidad. Deslizando el brazo por su nuca, alzándola.
— Quiero creerte, confiar plenamente en tus palabras, pero ¿cómo hacerlo cuando me muestras lo contrario? Viola, me duele tanto que hayas sido tú, jamás lo espere de ti, nadie me ha importado tanto como para afectar, ni tan siquiera puedo descargar mi ira en ti, no pude ni siquiera dañarte más de lo que hubiese hecho con cualquiera. No me excusare de mis acciones, ni lo siento, en estos momento un enorme vacío empieza a propagarse.
Con la agudeza, el golpeo de la ausencia, sin mostrar su afectación en la voz, esa no cambia, sigue siendo potente, golpeada. Desviando el rostro, tomándolo entre sus brazos, caminando con ella hacia su hogar, manchó su nido de encuentro, a la mujer que a pesar de todo sigue amando, y las memorias. Ya no regresaría el tiempo, avanzaba con ella, entrando a su vivienda, yendo hacia la habitación donde habían compartido intimidades, y que ahora, lo único que quedaba era remediar el daño.
— Déjame asearte, ya después me marcho si eso es lo que deseas, no hagas fuerza, no te resistas, confía de que no haré nada, quiero al menos limpiarte. ¿me dejaras?... —inquiriendo, cuestionando, puesto que al tenerla entre sus brazos, trataba de bajarse, sabe que nada será igual después de lo sucedido, no podía cambiar el hecho, solo el seguir adentrándose en ese lugar, yendo al baño y sentándola en el mueble en lo que se dedica a preparar el mismo.
Golpeando al lado de su cabeza, directo a la tierra, un puño que si hubiese sido suelo, ya habría sangrado. Gruñendo por tragarse todo, su jodido humor. Y al verla caer, vencida ante él, detonando verdades de su boca, creyendo que ella no podía mentir, admitiendo que fue de esa manera descriptiva de los sucesos, demostrándolo al retirarse de su interior, rápido, y enseguida a encargarse de liberar la esencia, por lo que su mano se encargó de ello, masturbando para arrojar todo. Así, sus gestos de suplicio se mostraron en su rostro, disgusto, sin placer más que la insatisfaces, viéndola, dirigiendo la mirada a su entrepierna al momento de que observó sangre en el falo, tomando la camisa para limpiarse, guardando su falo dentro del pantalón, fajándose hasta que mata el silencio y se acerca a limpiar a quien ultrajó.
— No puedes decir eso, no tú quien ha obtenido más que nadie le pueda dar, te mostré mi amor, y dices que no doy afecto, te demostré lo mucho que te necesitaba, pero no te importo, si hubiese estado en tu mente, ser correspondido, a sabiendas lo que aquel sentía, o quería hacer contigo, tú seguiste. No comprendes qué significó eso para mí, yo quien creí que eras mía, que creí haber ganado tu amor, tu afecto, tus pensamientos. No seas mediocre con unas palabras que no sabes su significado. Jamás te mentí, si te dije que te amaba, es porque es así. Jamás hice algo que lo contradijera, pero te encargaste de destruir todo. Mi odio jamás te había tocado, y justo ahora podré sentirlo, pero no a tal magnitud, p sino ya te habría matado. Esta vez, tu soneto no sirve en mí, parece que hablaras de otra persona, se ve que ni llegaste a conocerme, y que triste era que sea de esa manera.
Sus falanges se cercioraba de limpiar con delicadeza la sangre de su piel, limpiando la escena de crimen, el acto atroz cometido, dolido porque sea ella quien le diga esas palabras, tan vacías, tan carentes de sentido. Inclinando la cabeza, mirando directamente a sus irises, tras haber cubierto con la tela destrozada de su vestido su feminidad. Deslizando el brazo por su nuca, alzándola.
— Quiero creerte, confiar plenamente en tus palabras, pero ¿cómo hacerlo cuando me muestras lo contrario? Viola, me duele tanto que hayas sido tú, jamás lo espere de ti, nadie me ha importado tanto como para afectar, ni tan siquiera puedo descargar mi ira en ti, no pude ni siquiera dañarte más de lo que hubiese hecho con cualquiera. No me excusare de mis acciones, ni lo siento, en estos momento un enorme vacío empieza a propagarse.
Con la agudeza, el golpeo de la ausencia, sin mostrar su afectación en la voz, esa no cambia, sigue siendo potente, golpeada. Desviando el rostro, tomándolo entre sus brazos, caminando con ella hacia su hogar, manchó su nido de encuentro, a la mujer que a pesar de todo sigue amando, y las memorias. Ya no regresaría el tiempo, avanzaba con ella, entrando a su vivienda, yendo hacia la habitación donde habían compartido intimidades, y que ahora, lo único que quedaba era remediar el daño.
— Déjame asearte, ya después me marcho si eso es lo que deseas, no hagas fuerza, no te resistas, confía de que no haré nada, quiero al menos limpiarte. ¿me dejaras?... —inquiriendo, cuestionando, puesto que al tenerla entre sus brazos, trataba de bajarse, sabe que nada será igual después de lo sucedido, no podía cambiar el hecho, solo el seguir adentrándose en ese lugar, yendo al baño y sentándola en el mueble en lo que se dedica a preparar el mismo.
Mihăiță- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
Infierno Mahita - Viola Nunca es tarde para ir de visita al cielo estaba en el infierno mismo, con la bestia transformada conociendo lo que decían de él, o de una manera irracional, el dolor iba más allá del contacto físico, el dolor iba aún más adentro, el con su rabia, con su ira… con desilusión atacaba ¿Victima? O ¿Victimario? Ambos jugábamos un juego diferente… no podía formular palabras de ninguna índole a esas alturas mi corazón comenzaba a marchitarse y también sentía desilusión porque también estaba sufriendo, él no era el único… los hechos que habían llevado a la bestia a dañarme no los excusaría… no volvería hablar de eso… no quería recordar nada di de aquel momento ni mucho menos de este, en el cual me sentía como un objeto del que juegan de él, el nudo de mi garganta se cerraba, mis lágrimas habían incrementado y en completo silencio intente de ver… de observar a la bestia que había dado tregua a mi cuerpo marchito… Sus palabras profundas, potentes me hacían temblar, me hacían temerle… odiarle… necesitaba un pedazo de cielo para recuperarme ya que de un segundo a otro todo era un infierno… El tacto de la tela me hizo saltar del lugar en el que estaba, mi cuerpo se tensó pero mis piernas no daban para caminar, mi voluntad parecía perderse y el como un lobo disfrazado de oveja comenzaba a tener piedad por su víctima apreté los ojos razonado en sus palabras, en sus actos… ¿Realmente me amaba? ¿Cómo alguien que ama podía dañar de aquella forma? Mis suspiros buscando aliento se hacían notar al momento que él me sostuvo entre sus brazos me perdí, entre pensamientos, imágenes, suplicas y el intenso dolor, el fuego en mi entrepierna era irracional, todo estaba dañado en ese momento – Tienes dos opciones… amarme u odiarme… no existe punto medio – mis palabras iban con pausas de dolor, el brazo que sostenía mis piernas pasaba justo por una herida en la cual sospechaba tenia enterrada alguna piedra… - Si no me crees… no puedo hacer más… como tu… - sentí que todo comenzaba a dar vueltas en ese momento, mi cabeza no me dejaba pensar, sentía un sabor metálico en mi boca… todo se mezclaba con el aroma a metal cerré los ojos… y al cabo de un segundo estaba bajo techo… escuchando ecos de palabras, ecos de recuerdos, mi cuerpo era un estropajo que incompleto estaba… ¿Cuánto había pasado? Mi cabeza pareció caer, vi mis piernas moradas, manchadas de sangre estire mis brazos que tenían un tono verdoso, no podía distinguir si era tierra, pasto o simplemente hematomas, lleve una mano a mi rostro que se encontraba inflamado por el llanto mis labios aún tenían aquel sabor, el dolor de mi espalda era incesante al igual que el de mi intimidad, prácticamente no podía cerrar mis piernas y no aguante… el llanto se hizo presente… uno diferente que ni siquiera podía explicar – No puedo ni siquiera mover un brazo – dije entre sollozos y lagrimones – hazlo… limpia los pedazos de mi cuerpo que destruiste por culpa mía… si después de juntar la última pieza de mi cuerpo… crees que aun soy digna de ti… quédate… por lo contrario… eres libre… aun cuando no quiero que te alejes… porque este extraño amor que siento… quiero que continúe… pero si no… solo vete… - podría ser mi último aliento en ese momento y podría decir que dije lo que salió de todas las piezas rotas de mi cuerpo. ¿Qué más podía decir? Aun cuando pidiera disculpas hasta la eternidad él nunca me volvería a ver de la misma forma que en la laguna, eso lo podía sentir, ya no me tocaría como antes… ante sus ojos siempre estaría sucia… y ante los míos simplemente serian piezas de mi… tiempo tal vez… años… para que vuelva hacer la misma o tan solo unos días, no sabía que pasaría después de hoy… no sabía si el alguna vez me perdonaría, no sabía qué pasaría con nosotros, con él, conmigo… me sentía perdida en un mundo al cual parecía no per tener, dolía el alma, de una forma que no podía explicar, dolía pensar… todo era dolor en ese momento… | |
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
Deshojo la flor que un dia pudo haber cuidado con devoción, el deleitarla cada vez que le mirase, adorarla tanto para mantenerla con vida, pero no paso, no sucedió, empeñándose la naturaleza misma de proteger su bestialidad, no quieren que sea amable el perro, se enfurecen de ser o tener debilidades, lo atacan de las peores creces, el llegar a enfurecerse es el peor momento, pues no son ni las lágrimas, ni los gemidos tortuosos, ni el tembloroso templo el que lo detienen, ¿si era egoísta? No, no con ella, si lo es, pero con Viola quiso compartir todo, al grado de que quiso permanecer con ella. Si eran sus actos crueles, el método ortodoxo para tenerla, lo volverá hacer, porque se lo aclaro, de nadie más será. Imponiendo en marcarla, vulgar perro que marca su territorio, pero al alzarla, el tenerla entre sus brazos, su fragilidad le golpeo, cada paso forjado, era aterrador, por no saber que resultara, si, teme a caer, a que pueda mover su mundo como se le plazca, a eso, es que le otorgó daño, saberse que aquella quien liberó de las cadenas, sea la que ahora lo encadene a su ser. Temiendo ahora ella, le toca y su sobresalto le encaró su terror, no la culpa por ello, ni se lamenta lo causado, si así es como le tendría presente, no había otra alternativa, así como le lleva a su cuarto, calla, las palabras ya no eran necesarias, el crimen se ejecutó y no había nada, más que pagar por los actos, pero su réplica cambio todo. Guardando al momento para responder, ¿cómo es que el amor llego a conocer si solo odio experimentaba? Su temperamento estaba acelerado, más hay conciencia en él, a pesar de que la ira le seduzca y le induce a ser cruel con ella.
Posándola sobre su cama, en aquella donde todo comenzó y quizás finaliza, lo que hizo no es merecedor de un premio o halago, observando su cuerpo, la destrozó por completo, ¿por qué no le satisfacía? No sentía nada semejante a la victoria, era todo lo contrario, perseguía las heridas y un extraño sentimiento, tan ajeno, era parecido al odio, pero a sí mismo, encargándose de retirar las prendas sobrantes, no tenía palabras para ella.
— No lo existe, porque siento ambas cosas en este preciso momento, siento amor, odio, rabia, celos, todo está golpeando y decirte que solo te amo sería una mentira. Anda, dilo, como lo he hecho yo, como te he obligado, no me arrepiento Viola, pero tampoco me culpare, no fui yo quien jugó con fuego, quizás si me arrepienta de haber descargado todo contigo, quizás y solo debí ir con otra para no generarte este pesar... No te muevas, yo lo haré todo, no hables más, solo deja que termine. Se te hace fácil entregar la libertad a un animal que pensó que ya la tenía, más que tristeza que jamás haya pasado eso, siempre vivió encadenado, pero por favor, ya no me hagas hablar. Pasaré al baño, iré a prepararlo personalmente...
Se dio la vuelta, pensando en todo momento, llenando la bañera, tras situarse en el baño, tomando de las esencias y artículos personales, no era la primera vez que entraba a ese lugar, conoce donde están las cosas en su lugar, se había convertido en su hogar. Estando todo listo, regresa, acercándose a ella, posando las manos a su cuerpo donde le alza con sumo cuidado, avisándole de lo que pretende y le lleva, deslizándola lentamente en la tina, viendo como el agua se tiñe del carmín y ahí, como un hombre lo haría con su mujer, enjabono sus cabellos, lavando estos, para después ir por la esponja y limpiar su cuerpo, empezando por sus brazos, enseguida de su pecho hasta ir bajando lentamente, no había limite, ni morbosidad, ni mucho menos afán de perjudicarla más, se aseguraba de lavar todo, como de entre sus piernas dudo solo un poco, más dadas su condición, era claro que debía realizar todo el labor, por ello, permaneció callado, dedicándose a procurarla.
Posándola sobre su cama, en aquella donde todo comenzó y quizás finaliza, lo que hizo no es merecedor de un premio o halago, observando su cuerpo, la destrozó por completo, ¿por qué no le satisfacía? No sentía nada semejante a la victoria, era todo lo contrario, perseguía las heridas y un extraño sentimiento, tan ajeno, era parecido al odio, pero a sí mismo, encargándose de retirar las prendas sobrantes, no tenía palabras para ella.
— No lo existe, porque siento ambas cosas en este preciso momento, siento amor, odio, rabia, celos, todo está golpeando y decirte que solo te amo sería una mentira. Anda, dilo, como lo he hecho yo, como te he obligado, no me arrepiento Viola, pero tampoco me culpare, no fui yo quien jugó con fuego, quizás si me arrepienta de haber descargado todo contigo, quizás y solo debí ir con otra para no generarte este pesar... No te muevas, yo lo haré todo, no hables más, solo deja que termine. Se te hace fácil entregar la libertad a un animal que pensó que ya la tenía, más que tristeza que jamás haya pasado eso, siempre vivió encadenado, pero por favor, ya no me hagas hablar. Pasaré al baño, iré a prepararlo personalmente...
Se dio la vuelta, pensando en todo momento, llenando la bañera, tras situarse en el baño, tomando de las esencias y artículos personales, no era la primera vez que entraba a ese lugar, conoce donde están las cosas en su lugar, se había convertido en su hogar. Estando todo listo, regresa, acercándose a ella, posando las manos a su cuerpo donde le alza con sumo cuidado, avisándole de lo que pretende y le lleva, deslizándola lentamente en la tina, viendo como el agua se tiñe del carmín y ahí, como un hombre lo haría con su mujer, enjabono sus cabellos, lavando estos, para después ir por la esponja y limpiar su cuerpo, empezando por sus brazos, enseguida de su pecho hasta ir bajando lentamente, no había limite, ni morbosidad, ni mucho menos afán de perjudicarla más, se aseguraba de lavar todo, como de entre sus piernas dudo solo un poco, más dadas su condición, era claro que debía realizar todo el labor, por ello, permaneció callado, dedicándose a procurarla.
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Marchito Mahita - Viola Triste flor lastimada por el viento rodando en el camino hacia su tumba a expensas del dolor que le circunda y buscando terminar su momento. Gozaste la bonanza en otro tiempo, tus pétalos cantaban tu hermosura, la brisa que arrullaba tu frescura hoy te arrastra y no escucha tu lamento. Detente flor, no sigas convencida de ser la víctima de tu inconstancia y regresa al Camino de esperanza que lleva a la Verdad y nos da Vida.. No olvides que el Amor todo lo alcanza en su misericordia prometida. La vida misma era todo un misterio, nadie aún podría definir el amor y las maneras de amar, dolorosas, sacrificadas, con miedo, con celos, amores que matan y amores que te hacen vivir. ¿Qué tipo de amor sentía? Mi amor por aquella bestia no era por lo físico era por su forma de demostrar el amor, esa pasión que habita en su interior, aun cuando me había maltratado de alguna forma demostraba su amor… con su odio sabía que me amaba más, el mismo demostraba en cada instante cuanto amor sentía por mi… ¿Estaba volviéndome loca? Podría ser ¿pero quién era cuerdo en un mundo tan extraño y diferente como ese? ¿Qué tendría que hacer yo para que este futuro sea próspero?… ¿rendirme? ¿Alejarme? ¿Dejar que se vaya? No, no imaginaba un mundo sin poder sentir tanto como él me hacía sentir, hacía muchos años la soledad me había envuelto, me había encerrado en un perfume, enfrascado el alma, el había abierto aquel perfume y me había liberado de la misma forma de la que yo lo había hecho con el… El líbero mi alma… mientras que yo liberaba a la bestia. Sus palabras con suavidad salieron ocultando su malestar, ¿sufría ver mi cuerpo marchito? La desnudez de mi cuerpo fue completa observe mis brazos amoratados al igual que mis piernas, mi pecho ardía y se encontraba enrojecido, intente mirar por mi hombro hacia mi espalda pero fue en vano, baje la cabeza soltando una lagrima solitaria demostrando la tristeza que me envolvía en ese momento. Inspire aire profundamente y un leve dolor en las costillas sentí seguido de un pequeño quejido. Del baño venían una serie de aromas que traían tranquilidad y por sobre todo paz interior… mi cuerpo fue tomado con delicadeza aun cuando marchito se encontraba, guarde silencio observando su perfil, uno que demostraba demasiados sentimientos…. Que no podía descifrar en ese momento. Se estremeció mi cuerpo al entrar en contacto con el agua, las heridas abiertas comenzaron arder mientras otras se relajaron, respire entrecortado mientras como si fuera un acto íntimo el procedía a limpiar mis heridas, mis piernas dañadas, mis muslos enrojecidos, cerré los ojos al sentir la esponja en mi entrepiernas un dolor soportable me inundaba, así procedió hasta limpiar los rastros de sangre que cubrían mi piel, con mis ojos cerrados intente relajarme intente buscar la paz en ese momento… intente ser yo… suspire y volvió a caer una lágrima que se fundió con el agua del baño… Mi cuerpo amoratado seguía siendo frágil, seguía estando marchito… mi alma se unía pedazo a pedazo, el silencio reinante entre nosotros no se me hacía incómodo, estaba lleno de sentimientos variados y extraños sentimientos… - No… no quiero que te vayas – hable con suavidad mientras en terminaba con aquel baño… pero era lo único que deseaba que terminara en ese momento… mi cuerpo estaba medio adormecido… ¿La razón? El baño, la violación, la fricción… una infinidad de razones… necesitaba un poco de suavidad… de calor… de tranquilidad… | |
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
No hay perdón, ni olvido, podrá ser que el agua limpie la evidencia de su violación, y que las fragancias intervengan para desaparecer momentáneamente el olor de la humillación, de la falta para con ella, pero siguen ahí las marcas; heridas que serán difíciles de desterrar. Golpeando, juzgando por el silencio mismo, y es aterrador permanecer en esas circunstancias, prefería que le gritara, le golpeara, que liberara su coraje o su desdén para con él, pero no existía nada, más que la expresión del dolor, eso le martirizaba, confundiéndose con sus respectivas acciones, y si abría el hocico, terminaría por ofenderla más de lo que ya lo ha hecho. Su ira siempre ha sido descontrolada, imparable para afectar a quien le rodea, un imán del caos y la persecución del daño, nacido sólo para herir, matar y la venganza. Que quien le viera de esa manera, ya sea su creador, o a quien le trabaja, le desconocerían, nadie ha visto esa faceta suya, nadie había tocado esa parte del perro que quien lo logró hacerlo, no sabe cómo protegerlo, porque pronto se perderá ese defecto, termina por destruir y volver al deseo de venganza, así siempre ha sido, y estaba comenzando a ser con ella.
Pronto la espuma se desvanecía, la transparencia rojiza del agua se refleja, por más que el jabón sea pasado por la piel para que cure, sane, maquille, o desinfecte las heridas, seguían ahí: por sus piernas, sus brazos, su cuello, hasta en el rostro, y en esos que habían sido perfectos labios, había arruinado su belleza, pero para él jamás ha dejado de ser la perfección hecha mujer, muy a pesar del recelo, del coraje de dicha traición, porque aunque fuese negada, sucedió algo, lo sabía, y con eso es que ya era un golpe fatal para él. Que terminó de enjabonar su cuerpo, pidió permiso para tocar entre sus piernas, lavar su sexo, sin afán de deseo, o de afectación a su cuerpo, necesitaba borrar el mal que le ha causado, Ni tan siquiera podía mirarle, por más que mirase ese rostro entristecido, repleto de dolor, ella no alzaba el rostro, observando cada gesto, cada movimiento y en su mayoría eran estacas que le apuñalaba en el pecho, alzándose para quitar el tapón de la bañera, y que los rastros del mal fueran arrojados. Aún su cuerpo estaba mal herido, y entre más le echaba agua, era imposible que se borrara todo. Habiendo concluido con el baño, sus primeras y últimas palabras, le invitaron a tomarla entre sus brazos, cubriéndola con la toalla, y beso su frente, pidiendo perdón de manera dolorosa, culpable y despreciable por haber ejecutado esa maña. Él que no pedía perdón, el perro que antes aclaro que no se arrepiente, ya la duda le envolvió, pero de cierta manera era así, en su interior está la seguridad de que lo volvería a realizar, y por el simple hecho de que es suya, del porque le ama y no le quiere perder, ese es la forma en la que demuestra sus evocaciones, tan compleja y grotesca es, pero era mejor así, pues jamás será olvidado, y siempre le tendrá en mente, y en cuerpo.
Llevándola de regreso a su cama, recostándola con delicadeza, como si estuviese a punto de romperse, así le percibía, tomando de su toalla para secar su cuerpo, un acto no de compasión, sino de afecto, realmente le preocupaba, que busco entre sus objetos del tocador, una especie de crema que pudiera calmar el dolor, y entre tanto buscar, la obtuvo, tomando de esta para untarla por todo su cuerpo, con la precaución de no generar más queja, y mirando ese rostro, tomando sus cabellos para cepillarlos, como le encantaba esa acción, desconocía el motivo, pero le llenaba de dicha.
— Descansa Viola, por ahora trata de dormir, espero que no sea más doloroso, he hecho lo que está en mis manos, más, ¿deseas que vaya por algún té? Debes tomar al menos un poco para que calme, y mantenga el calor en tu cuerpo…Estaré aquí, así que no te preocupes, Mi Viola.
Cuestiono mientras le acomodaba, metiéndole entre las sábanas, arropándola y situándose a un lado, llevando la mano a retirar los cabellos de su rostro, colocándolas detrás de su oreja, cubriendo bien con la sábana su cuerpo. Ansiando abrazarla y dormir juntos, para ser su fortaleza ante esta catástrofe pero no se lo merecía, no el perro.
Pronto la espuma se desvanecía, la transparencia rojiza del agua se refleja, por más que el jabón sea pasado por la piel para que cure, sane, maquille, o desinfecte las heridas, seguían ahí: por sus piernas, sus brazos, su cuello, hasta en el rostro, y en esos que habían sido perfectos labios, había arruinado su belleza, pero para él jamás ha dejado de ser la perfección hecha mujer, muy a pesar del recelo, del coraje de dicha traición, porque aunque fuese negada, sucedió algo, lo sabía, y con eso es que ya era un golpe fatal para él. Que terminó de enjabonar su cuerpo, pidió permiso para tocar entre sus piernas, lavar su sexo, sin afán de deseo, o de afectación a su cuerpo, necesitaba borrar el mal que le ha causado, Ni tan siquiera podía mirarle, por más que mirase ese rostro entristecido, repleto de dolor, ella no alzaba el rostro, observando cada gesto, cada movimiento y en su mayoría eran estacas que le apuñalaba en el pecho, alzándose para quitar el tapón de la bañera, y que los rastros del mal fueran arrojados. Aún su cuerpo estaba mal herido, y entre más le echaba agua, era imposible que se borrara todo. Habiendo concluido con el baño, sus primeras y últimas palabras, le invitaron a tomarla entre sus brazos, cubriéndola con la toalla, y beso su frente, pidiendo perdón de manera dolorosa, culpable y despreciable por haber ejecutado esa maña. Él que no pedía perdón, el perro que antes aclaro que no se arrepiente, ya la duda le envolvió, pero de cierta manera era así, en su interior está la seguridad de que lo volvería a realizar, y por el simple hecho de que es suya, del porque le ama y no le quiere perder, ese es la forma en la que demuestra sus evocaciones, tan compleja y grotesca es, pero era mejor así, pues jamás será olvidado, y siempre le tendrá en mente, y en cuerpo.
Llevándola de regreso a su cama, recostándola con delicadeza, como si estuviese a punto de romperse, así le percibía, tomando de su toalla para secar su cuerpo, un acto no de compasión, sino de afecto, realmente le preocupaba, que busco entre sus objetos del tocador, una especie de crema que pudiera calmar el dolor, y entre tanto buscar, la obtuvo, tomando de esta para untarla por todo su cuerpo, con la precaución de no generar más queja, y mirando ese rostro, tomando sus cabellos para cepillarlos, como le encantaba esa acción, desconocía el motivo, pero le llenaba de dicha.
— Descansa Viola, por ahora trata de dormir, espero que no sea más doloroso, he hecho lo que está en mis manos, más, ¿deseas que vaya por algún té? Debes tomar al menos un poco para que calme, y mantenga el calor en tu cuerpo…Estaré aquí, así que no te preocupes, Mi Viola.
Cuestiono mientras le acomodaba, metiéndole entre las sábanas, arropándola y situándose a un lado, llevando la mano a retirar los cabellos de su rostro, colocándolas detrás de su oreja, cubriendo bien con la sábana su cuerpo. Ansiando abrazarla y dormir juntos, para ser su fortaleza ante esta catástrofe pero no se lo merecía, no el perro.
Mihăiță- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
Fuego Mahita - Viola Existían diferentes tipos de dolor, unos causaban más daños que otros, algunos eran dolores eternos y otros pasajeros, de alguna u otra forma el sufrimiento se acababa quizás con tiempo, siempre hacía falta un poco de tiempo para todo, para sanar… tiempo para sanar. Mi cuerpo estaba en aquella tina pero mi mente se encontraba divagando por recuerdos, pensamientos, vivencias… era una dama de negro en el laberinto de mis pensamientos… “Y con una capa de negro cruce el umbral donde escaleras subían bajaban avance en silencio mientras subía por una escalera con escalones degradados del más brillante al más oscuro, al final una puerta de color blanco invierno, toque la puerta y sentí como, mi cuerpo se estremecía y una voz me dé hablaba – La única razón para abrir esta puerta es para hurgar un recuerdo amargo donde el sufrimiento siempre ha estado - baje la mirada y me di media vuelta, me acerque a la puerta contigua y pose mi mano sobre esta – Aquí… aquí solo encontraras amargura… - sentí como mi cuerpo rechazaba aquello y continué subiendo las escaleras infinitas donde en cada piso existía una puerta y reiteradas veces la advertencia era la misma, sufrimiento, amargura, desolación…” Sentí el contacto de su piel ardiendo contra la mía el beso en la frente me había alejado del laberinto de mis pensamientos, hice una mueca de felicidad no tenía la energía ni la fuerza para sonreír, al menos no por el momento. Las sabanas prontamente me envolvieron cuando mi cuerpo se posó en ellas, su voz rompió todo el silencio existente – Matico y melissa por favor – una infusión de esas hiervas harían un pequeño efecto relajante y sanador, la efectividad simplemente al momento de beber podría dar la fe de eso. La vulnerabilidad en la que me encontraba me hacía sentir más perceptiva a lo que a mi alrededor pasaba, la suavidad de mis sabanas que rosaban mi piel, su respiración parecía estar tan cerca, mi corazón parecía ser un verdadero tambor en ese momento, pase saliva sin tanta dificultad tenía algo último que decir antes de quizás desvanecerme por completo – Nunca más vuelvas hacerme daño… yo no lo haré. – pase saliva y cerré los ojos. “Abrí una puerta sin escuchar la advertencia, y yacía en ese lugar una de las únicas flores que yacían en la oscuridad, Nocturne, el galán de la noche resplandeciente que a medida que me acercaba podía ver como se marchitaba trayendo consigo una oleada de oscuridad hasta el momento que no sentí nada más, y solo había oscuridad…. Retrocedí alejándome de aquel recuerdo y choque con la manilla de una puerta, Salí apresurada, sentí que el aire me faltaba y continué puerta tras puerta, recuerdo tras recuerdo cada uno similar al anterior, todo negro, todo lleno de oscuridad hasta… que abrí una puerta donde al ingresar sentí como el lago me envolvía y presencié aquel recuerdo, de la bestia acechando a su presa, desde donde estaba observando podía ver el fuego que ambos irradiaban… ¿Era yo? ¿Dónde estaba esa mujer llena de vida? En ninguno de los recuerdos pasados había presenciado aquello… vida… luz… fuego…” Eres aquel fuego… que enciende mi ser… - lo pensé, lo dije, lo pronuncie… no lo sabía… | |
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: ¿Qué es más doloroso… escuchar la verdad o seguir con las mentiras? - Privado
¿Qué podía hacer dadas las condiciones? El querer destruir todo, borrar, asesinar, amar u odiar, era ese el peor de los casos, que sus emociones no se puedan controlar, y todo tratándose de ella; Viola, la mujer que logró liberarlo y atarlo, que puede domar y a veces no, que era su debilidad y a su vez su fortaleza, ¡que situaciones complejas, y que arranques bestiales! Y sin poder hacer nada más que ser él, ese es el peor dolor, porque por más que desee cambiar alguna situación, por su naturaleza lo empeorara, y ahí es que con ella lo comprobaba. Porque aunque la ame, no podía evitar herirla, por más que le quiera proteger, hacía todo lo contrario. Si no, ¿porque está postrada en esa cama toda destrozada? y lo más alarmante era, ¿por cuánto duraría así, y por cuánto tiempo le lastimaría? Sin embargo, ante sus palabras, el consejo dado para que sanaran por lo menos esos dolores internos, y que el calor como bien mencionó fuese lo que calme el pesar, pero sin antes dejarla dormir, tendría que cerrar esos ojitos para que pudiera irse a preparar el té, no podía alejarse de ella aun sabiendo que está despierta y sigue viviendo el horror de hace unos momentos. Al menos quería acompañarla en su tortura, porque así como ella sufría, él lo hacía, eran mutuas reacciones por donde quieran ver.
Por lo que verla de esa manera; su fragilidad, la sensibilidad en su voz, las heridas en su piel, y sobre todo el sufrimiento tatuado en cada segmento, en cada sentido, en cada razón de ella. Si le destruía su bestialidad, lo hacía verse tan vulnerable, si tan solo ya está indefenso con verla, que al procurarle en esa cama, acariciando su cabeza al ir peinando sus rojizos cabellos, golpeándole cada diminuta palabra murmurada, era realmente la única que podía destruirlo sin darse cuenta, la única que en realidad le afectaba. Más, ¿qué podía hacer ante eso? Ante la confesión de su llama de vida, no podía evitar sonreír al escuchar aquello, o el saber que siempre ha sido suya y que nadie y nada logrará arrebatársela. Altivaban su fuerza, lo hacían más atractivo y por ende, el luchar solo por tenerla a ella.
— Descansa mi Viola, duerme que esto solo será una pesadilla, descansa, y cuando abras tus hermosos ojos, aquí estaré, mi amor. No es momento de prometer nada, ni decir un lo siento que no curará las heridas, ni aliviará tu aliento, cuando llegue el amanecer, quiero ser el que te de esa luz. Porque sabes que desde nuestro encuentro, te convertiste en mi todo, te quiero como te tuve en esas aguas secretas, viva, provocativa, y fuerte. Y mi secreto es que tú eres mi corona.
Murmuró sobre sus cabellos tras posar un beso de despedida, otorgó su más sincero secreto, ella representa esa corona que no tiene, saberse que es un rey sin trono, sin pueblo, sin alguien que le reconozca como tal, ya su sed de venganza se iba desvaneciendo poco a poco, no a su totalidad, pero por ella cambiaria. Y es que es por eso, que quiso esperar a su despertar, ella conoció cosas de él que no debió enterarse de otras bocas, y eso quería decir que llego el momento de decirle quien es. Sin más, se retiró al dejarla dormida, encargándole a sus sirvientes que le cuidaran y si llegase a abrir los ojos sin que el este, le dieran a beber su té y que no saliera de la cama, él vendría a buscarla cuanto antes.
Por lo que verla de esa manera; su fragilidad, la sensibilidad en su voz, las heridas en su piel, y sobre todo el sufrimiento tatuado en cada segmento, en cada sentido, en cada razón de ella. Si le destruía su bestialidad, lo hacía verse tan vulnerable, si tan solo ya está indefenso con verla, que al procurarle en esa cama, acariciando su cabeza al ir peinando sus rojizos cabellos, golpeándole cada diminuta palabra murmurada, era realmente la única que podía destruirlo sin darse cuenta, la única que en realidad le afectaba. Más, ¿qué podía hacer ante eso? Ante la confesión de su llama de vida, no podía evitar sonreír al escuchar aquello, o el saber que siempre ha sido suya y que nadie y nada logrará arrebatársela. Altivaban su fuerza, lo hacían más atractivo y por ende, el luchar solo por tenerla a ella.
— Descansa mi Viola, duerme que esto solo será una pesadilla, descansa, y cuando abras tus hermosos ojos, aquí estaré, mi amor. No es momento de prometer nada, ni decir un lo siento que no curará las heridas, ni aliviará tu aliento, cuando llegue el amanecer, quiero ser el que te de esa luz. Porque sabes que desde nuestro encuentro, te convertiste en mi todo, te quiero como te tuve en esas aguas secretas, viva, provocativa, y fuerte. Y mi secreto es que tú eres mi corona.
Murmuró sobre sus cabellos tras posar un beso de despedida, otorgó su más sincero secreto, ella representa esa corona que no tiene, saberse que es un rey sin trono, sin pueblo, sin alguien que le reconozca como tal, ya su sed de venganza se iba desvaneciendo poco a poco, no a su totalidad, pero por ella cambiaria. Y es que es por eso, que quiso esperar a su despertar, ella conoció cosas de él que no debió enterarse de otras bocas, y eso quería decir que llego el momento de decirle quien es. Sin más, se retiró al dejarla dormida, encargándole a sus sirvientes que le cuidaran y si llegase a abrir los ojos sin que el este, le dieran a beber su té y que no saliera de la cama, él vendría a buscarla cuanto antes.
FINALIZADO
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