Las minas del destino [Privado]

La navaja estaba afilada, demasiado para su gusto, pero por suerte el no solía afeitarse con regularidad, es más, odiaba hacerlo, pero le encantaba afeitar a Luke, porque podía pasarse horas haciéndole “nuevos peinados” en la barba, un juego entretenido para él y para Kevin, que sin embargo Luke odiaba profundamente porque lo mantenían horas sentado en la silla mirando para ellos. “¡Ese, ese!” exclamaba Kevin, el más pequeño de la manada, entre risas, mientras Luke refunfuñaba por lo bajo, sin si quiera mirarse al espejo, mientras Patrick disfrutaba de su obra de arte, pero al rato comprendió que Luke empezaba a hartarse y que lo mejor sería dejarlo allí. Terminó de afeitarlo y dejó que él mismo se limpiara el rostro.
— ¿Por qué siempre tenéis que jugar por mí?— gruñía Luke mientras se servía un vaso de whiskey, su bebida favorita, sentándose en la mesa de la cocina. — Simplemente porque es divertido — señaló Kevin entre risas, y es que el muchacho tenía razón, era divertido reírse a costa de Luke porque siempre andaba enfurruñado y malhumorado, además era el único que solía dejarse la barba tan larga y luego pegarse un cambio de cojones al quedar lampiño.
— Podrías jugar por Pat alguna vez… — sólo con proponer tal idea, un escalofrío recorrió la espalda de Patrick quien negó rotundamente ante aquella proposición. — Todos sabemos que Patrick sólo se recorta la barba, nunca se afeita, le tiene mucho miedo a las cuchillas, es un cuchigallinilla— sacó la lengua y movió la cabeza de lado a lado, mientras Patrick lo imitaba de la misma manera. Luke bufó poniendo los ojos en blanco, era el más serio de los tres y el más gruñón de toda la manada.
Una o dos veces por semana podían disfrutar del día libre, eso significaba nada de trabajo y nada de responsabilidades para con la manada, ya que un par de ellos tenían familia fuera de ella, algo inusual, pero que podía servir de tapadera para mucho de ellos, y despistar a los cazadores, pero eso no era el caso de Kevin, Luke y Patrick, los más jóvenes de la manada. Nunca sabían a qué dedicar su día libre, por lo que se lo pasaban jugando juegos de mesa, cartas, arreglándose las barbas o buscando alguna diversión alternativa, aunque a eso último era rara la vez que Patrick participaba, a los ojos de los otros dos era más bien un sosainas, y es que el chico prefería vigilar de lejos a su pequeña hermana en sus días libres que pasarlo haciendo tonterías. Josephine aún necesitaba de un hermano mayor aunque él no pudiera estar todo el tiempo deseado con ella.
Nuevamente aquel día era una excepción, tenía que llevar sus ganancias a buen recaudo y guardar las viejas fotos que le había regalado Jos para no tener nada comprometedor en la guarida. — Oh, Patrick, ¿irás de nuevo a la mina? — preguntó de pronto Luke, mientras se colocaba la chaqueta negra de salir. Patrick asintió, apenas había abierto la boca, mientras recogía sus pertenencias en un pequeño saco de arpillera. — Es que me han dicho que harán una nueva redada a la mina, tal vez deberías buscarte un nuevo escondite… — y dicho esto, dio un último trago a su vaso y palmeó la espalda de Kevin, dando a entender que debían irse.