No es cuestión del destino (Antje)

No podía creer lo que estaba leyendo. Había recibido una carta con el sello oficial de los Kaarkarogf de parte de su madre ese día por la mañana, le había sorprendido encontrar una carta tan rápido, pues hacía menos de una semana que se había hospedado en el Hotel des Arenes, pero por lo visto su madre no perdía el tiempo, mientras leía el ceño se le iba frunciendo y si hubiese estado frente a ella, se habría quejado frente a su insistencia en conseguirle una esposa.

¡No había tenido tiempo ni siquiera de conocer los alrededores del hotel y su madre ya le había enviado información exacta de una tal Antje Schleswig-Holstein, única heredera de los Schleswig-Holstein al parecer una familia prominente Danesa y que vivía sóla en París. Su madre le había escrito detalles de la vida privada de esa familia, sobre como habían fallecido sus padres e inclusive le había insinuado que al estar la mujer sola, sería el momento perfecto para que él entrara en acción y se aprovechara de la situación.

Casper no se consideraba un santo, sabía que había estado con muchas chicas sin preocuparse por las consecuencias o por herir sus sentimientos, pero aún así la carta le había escandalizado. La urgencia con la que su madre deseaba que consiguiera una prometida era exagerada. Y Casper había deseado no creer que su familia estuviera pasando por ese tipo de apuros económicos como para quererlo casar cuanto antes.

Con un largo suspiro y muy en contra de su voluntad, había salido esa tarde a buscar la dirección de la susodicha. Iba vestido con un elegante traje azul oscuro que le daba cierto aire de príncipe encantado, con alto sombrero de copa encintado y una corbata que casi no había podido anudar por si mismo en la mañana. ¡Ah como extrañaba a los esclavos y los sirvientes de su castillo que le vestían todos los días sin falta por las mañanas!

El carruaje no tardó en llevarlo hasta una área donde se podían ver enormes mansiones de todo tipo, probablemente el barrio más rico de todo París. No se sentía nervioso, no era la primera vez que conocería a una chica con otras intenciones en mente, de hecho comenzaba a sentirse deseoso de conocerla conforme el carruaje llegaba a su destino. En su mente ya comenzaba a imaginarse como sería su cabello y si tendría buenas curvas bajo su vestido...

El cochero le indicó que habían llegado y Casper se bajó del carruaje insofacto, la entrada de la mansión era enorme, había un gran jardín antes de la puerta principal y con expresión altiva y pretenciosa el muchacho se pavoneó por el sendero hasta la puerta ante las miradas discretas de los sirvientes.

- Anuncie que Casper Kaarkarogf, ha llegado y busca una audiencia con la señorita Antje Schleswig-Holstein - Le indicó a uno de los mayordomos que esperaban en la puerta. Sabía que su presencia no había sido planeada y seguramente Antje no tenía idea de quien se trataba.

No tuvo que esperar mucho para que una delicada señorita apareciera en la enrome entrada vestida con un elaborado vestido acorde a la moda Parisina. Las mujeres de su país vestían un poco diferente, Casper habiéndose criado en un castillo apartado de la capital, había visto como las doncellas se emocionaban frente a las últimas tendencias de moda y los vestidos que traían precisamente desde París, a Estocolmo a precios insospechables.

Con una venia pronunciada y un gesto elegante con su mano enguantada se quitó el sombrero entró en la casa siguiéndola, el salón era bastante acorde a la posición de la muchacha, bien decorado y demostraba que la familia tenía suficiente dinero como para alimentar varias familias.

Antes de sentarse como ella le indicó, se inclinó y tomó la mano de Antje con delicadeza pero con cierta firmeza y posó sus labios el dorso de esta como se acostumbraba en la alta sociedad.

-Mademoiselle, es un placer – Exclamó y luego se levantó para sentarse donde ella le había pedido, por unos instantes contempló, seducir a la muchacha con caballerosidad y palabras galardonadas bien planeadas en su cabeza, había hecho aquello muchas veces, después de todo ella no era la primera mujer atractiva con la que hablaba, sin embargo algo le dijo en su interior (La voz de su consciencia, que raramente escuchaba) que esa chica era demasiado pura como para jugarle trucos y llevársela a la cama.

-Mi nombre es Casper Kaarkarogf, soy el heredero del Lord Kaarkarogf de Suecia – Comenzó a decir, aún en su cabeza debatiéndose en como debía proceder con ella – Se que no ha sido muy educado presentarme sin previa invitación – Agregó a modo de disculpa moviendo su mano levemente, deseando tener una taza de café o un té con el cual entretenerse – Y la verdad es que he venido... - De repente calló, no fue capaz de decir alguna de sus líneas predestinadas y dejó escapar un o largo suspiro – Mi madre me sugirió que usted podría ser una esposa idónea para mi -

Resultó siendo más directo de lo que esperaba y ahí podía decirle adiós a todas sus posibilidades de seducir aquella chica. Porque nada asustaba más que el compromiso, de ahí que hubieran tantos hombres buscando cortesanas.

(( Off Rol: PERDONA la tardanza! No me llegó el aviso de que me habías contestado este mensaje a mi correo y no había visto!))

Esperaba una reacción más dramática, pero la mujer logró mantener la compostura, sin duda era una verdadera dama de la alta sociedad, bien criada en los principios fundamentales de la modestia y el decoro. Las mujeres vulgares (como solía decir su madre) eran aquellas que se dejaban llevar por sentimientos inútiles y hacían escándalos olvidando los buenos modales.

La observó ayudar a los sirvientes y aquel detalle sorprendió bastante, las niñas ricas caprichosas generalmente se dejaban atender como si fueran princesas (El mismo se dejaba atender como un verdadero príncipe por sus sirvientes en Suecia) y que ella se hubiese levantado para ayudar a poner el té y los bizcochos sobre la mesa, era algo que no podía pasar por alto.

- Pensé que lo mejor sería ser completamente honesto - Respondió al escucharla hablar - Después de todo, es un tema bastante delicado - Agregó agradeciendo por el té y los bizcochos con una sonrisa - Sin embargo me llama la atención que usted no esté interesada en el matrimonio... ¿No están todas las mujeres obsesionadas con la idea? - Su tono sonó arrogante y pretencioso, pero así era él, acostumbrado a estar rodeado de mujeres que darían cualquier cosa por colarse entre sus sábanas con tal de que su padre compartiera algo de sus riquezas con ellas. El matrimonio significaba poder, si una mujer se casaba con alguien de alta posición, ascendía en la sociedad.

Arqueó una ceja cuando ella aclaró que lo consideraba un candidato y aquella tranquilidad con la que Antje manejaba la situación le desconcertaba y al mismo tiempo le hacía sentir un poco de rabia ¿Acaso era porque estaba esperando que la chica se emocionara con la idea?

- Mi madre... es bastante inescrupulosa a la hora de buscar información - Dijo al fin, no sabía porqué pero no se sentía con ganas de mentir - He recibido una carta de ella en la cual me daba instrucciones para venir a visitarla - Le explicó y le colocó un cubo de azúcar a su té mientras lo revolvía suavemente - Las razones por las cuales ella considera que usted es una señorita idónea para convertirse en mi futura esposa... me son desconocidas - Continuó llevándose la taza a los labios - Y sobre su pregunta, no, no estoy interesado en nadie en especial, ¿Lo está usted? - Finalizó entreserrando los ojos mientras saboreaba el té.

Antje a una mujer tan bien puesta y calmada, sabía mantener el temperamento y mostraba buenos modales en todo momento, comenzaba a comprender porqué su madre estaría interesada en Antje, pues ella tenía los atributos que una buena dama de la sociedad debía aspirar y todo el mundo sabía que una dama, era el mejor material de esposa.

O bueno, al menos eso era lo que le habían enseñado desde pequeño.

- Si bueno, supongo que es demasiado abrupto, sin embargo... mi madre dice que una mujer debe casarse a cierta edad - Comentó cuando ella dijo que no estaba interesada en el futuro próximo en el matrimonio - Porqué así podrá tener hijos estando joven y serán más sanos y fuertes - De repente se le pasó por la mente que no sabía la edad de ella, ciertamente lucía joven, pero no podía calcular la edad solamente basada en su rostro. El maquillaje podía hacerle aparentar más joven y la actitud más vieja.

- Mis padres me han enviado a París con este preciso propósito - Dijo al fin dejando escapar un suspiro resignado - No es que no quiera casarme algún día... por supuesto que quiero tener una buena esposa que me de muchos hijos - Ante esto último arqueó una ceja y la miró de forma pícara, como queriendo insinuar que lo que realmente quería era una mujer con la que pudiera saciar todos sus deseos carnales - El matrimonio además de ser la unión de dos personas, es también la unión de dos familias, es como un pacto social - Continuó volviendo su mirada hacía la taza de té - Por eso me temo que no es una decisión que pueda tomar exclusivamente a mi gusto -

Se inclinó para tomar el bizcocho que le había recomendado, sintiendo cuiosidad por cual sería el sabor que a ella más le gustaba.

- Si... no es muy descarado de mi parte preguntar y entiendo perfectamente si quiere negarse a responder Mademoiselle... pero... ¿Qué edad tiene? - Hizo la pregunta al fin, no pudiendo contener su curiosidad.

(( OFF ROL: Perdona la demora, no me llegó al correo el aviso de que me habías respondido el tema x.x apenas me di cuenta hoy. ))

Mordió el bizcocho y descubrió que en efecto estaba delicioso, inclusive no siendo su sabor favorito (él no era muy amante de los dulces en general) comprendió porqué era el favorito de ella.

- Es verdad... la posición de nuestras familias en la sociedad nos quita ciertas libertades que quizás los más infortunados tengan - Comentó cruzando las piernas mientras volvía a tomar la taza y bebía más té. No tenía ninguna intención de descubrir como era el verdadero amor, si para ello tenía que renunciar a su estatus y posición, así que, si tenía que aceptar un matrimonio arreglado por su familia, lo tomaría con dignidad.

Casi se atraganta con el té cuando escuchó la edad de Antje, tocio un poco sintiendo que el rubor se le subía a las mejillas y tuvo que poner la taza de nuevo sobre la mesa y tomar un pañuelo para limpiarse un poco de té que indecorosamente había salido de sus labios con la sorpresa.

- ¿Está jugando conmigo? - Preguntó una vez se limpió los labios, no era una pregunta que requiriera respuesta, era más bien como una expresión gracias a la sorpresa - No... lo tome a mal, no es por su apariencia, pero podría haber jurado que tenía al menos unos 25 - Comentó y sin entender muy bien porqué, sintió que cierto peso dentro de su interior se alijeraba - Yo tengo 26... podría ser tu hermano mayor - Agregó sin pensar esbozando una sonrisa de dientes alineados y pulcros.

La pregunta de ella hizo que borrara la sonrisa de sus labios, aquella niña era inteligente, sabía lo que quería en la vida a pesar de su corta edad, sin embargo mantenía una actitud de dama, elegante y educada, Casper por primera vez en lo que llevaban conversando, la vio como a un igual y no como a una débil mujer que estuviera esperando por que él tomara sus decisiones.

- Si aceptaras... - Murmuró y desvió la mirada hacía a un lado pensativo, realmente no había pensado en que pasaría si encontraba una esposa tan "rápido" - Supongo que regresaríamos a Suecia para presentarnos oficialmente ante mi padre, supongo que luego de eso celebraríamos una boda allí y mi madre nos pediría que nos mudaramos a vivir al castillo, pues estoy segura que quería controlar todos los aspectos de la educación y crianza del futuro heredero... -

Meneó la cabeza suavemente como queriendo alejar esos pensamientos, no podía casarse con una niña ¡Antje tenía la misma edad de su hermana menor! No podía verla de una forma sexual a pesar de que su apariencia fuera la de cualquier mujer madura.

Escucharla hablar le hacía sentirse más tranquilo en su interior, tenía que aceptar que a pesar de todo, si había estado nervioso ante la posibilidad de que la chica aceptara sus avances y que tuviera que casarse tan rápido, para él 26 años era aún rápido para comprometerse con alguien por el resto de la vida, no lograba imaginarse atado a una sola mujer, habiendo tantas a su alrededor que fácilmente podían entregarse a él.

Le vio regresar y continuó admirado de la forma tan compuesta en como ella manejaba la situación, Antje era completamente distinta a su hermana Annika aunque tuvieran la misma edad.

- No creo que mi madre se haya equivocado - Comentó frunciendo el ceño porque realmente le molestaba que su madre fuera tan entrometida - Estoy segura de que ella sabía sobre su edad y muchos más detalles sobre su familia.., eso si, no me preguntes como consiguió la información, no tengo idea, pero no es la primera vez que lo hace - Le explicó meneando la cabeza tomando otra galletita que parecía tener relleno de mantequilla - Se ha conseguido información de otras señoritas que ella considera 'adecuadas' y nunca he podido saber como lo hace... podría trabajar en la policía como detective - Agregó ya en tono de broma.

- Si por lo pronto... no quiero decir nada - Asintió cuando ella propuso esperar - Especialmente porqué creo que a ella no le importaría, quiero decir, hay muchos hombres que no reparan en la diferencia de edad, pero yo la verdad no me siento cómodo con la idea - Le confesó, sintiendo que por alguna razón podía ser sincero con aquella dama - Tengo una hermana menor, se llama Annika, tiene su misma edad... quizás porque he crecido con una hermana... - Hizo una pausa, el tema le daba un poco de vergüenza - Tiendo a ver las mujeres en su edad como hermanas también, quiero decir... no de una forma sexual -

Sintió que se le coloreaban las mejillas al mencionar aquello, ¿Cómo había terminado diciéndole esas cosas a una dama?.

- Disculpe mi atrevimiento - Se apresuró a decir - Sólo quiero ser honesto, pues no tiene nada que ver con su apariencia o con su personalidad - Carraspeó y se llevó el té de nuevo a la boca.