Por donde empezamos y debimos empezar || Libre

por **Azazel** Vie Dic 30, 2016 9:58 pm

Noches como esta con la luna en lo más alto del cielo con las campanas de la santa madre iglesia repicando a diestra y siniestra por toda la ciudad, el amargo tinte de un cigarro entre los fríos dedos que calientan la piel pero aun así no la siente, vayan cayendo las cenizas agitadas sobre la tela sedosa de un cuerpo al pie del dueño de aquel cigarro, la fina seda traslucida se va quemando con leve toques de incandescente ceniza que muestra una piel que también recibe el quemazón pero su dueña no emite sonido alguno, ni gemido, ni sentimiento de dolor o protesta solo sigue tirada en el suelo con los brazos extendidos y la ropa a media cintura. El aroma que expide es embriagador, la peste de la muerte.

Su ejecutor al pie de ella llevándose aquel cigarro a la boca dando caladas suaves y rítmicas como si se tratara de un corazón con vida, su propio corazón, sus manos esculcan el cuerpo sin vida de la prostituta con marcas en su cuello y en la parte interna del muslo, eso sin contar lo que el propio sexo de la meretriz contaría. Encontró lo que estaba buscando su cartera con el dinero que le había dado a aquella sexoservidora de las calles de Paris, se lo guarda entre la chaqueta riéndose. Al ponerse de pie patea el vientre de la mujer con sorna y risas cuando retira el cigarro dejando caer más ceniza sobre ella.

Allá va a pasos lentos por las empedradas calles de la ciudad del pecado, los demonios se han levantado con el olor estival del otoño, las pequeñas precipitaciones han dejado una tierra mojada pero fresca para dar paseos. El maestro ha regresado desde las entrañas del inframundo portando las llaves para dar paso a los otros esbirros, pero ¿cómo podría abrirlas? Esas puertas no se abren con su voluntad ¡oh malditas cadenas! que lo atan y a la vez le son las armas más letales de este y el otro mundo.

Camina mirando entre las faldas de algunas joviales carnes que le han servido de aperitivo, no muy llamativas en status pero si jugosas en virtud, la profanación y el final en muerte es lo que les llena. Cerca de una de las esquinas de las calles cerca al Bulevar Saint-Germain uno de los caféses más finos y elegantes de toda la ciudad con delicatesen finos postres a la carta, con una cava tan extensa como la sangre del lugar, se relame porque esta noche los clientes no eran finos caballeros, si no eran damas de sociedad pero estaban mezcladas con el aroma de un inmortal ¿un poco de juego? ¿Una media batalla por el territorio?.

Capricho que forma al entrar en aquel lugar dejando el cigarro muerto en la calle y enciende un nuevo cigarro conforme la puerta del lugar se abría y anuncia su entrada con la mirada de aquellas humanas fijas en el nuevo integrante de la charla –Buena noche damas, espero que mi presencia no moleste su noche de té o de beneficencia o lo que sea que estén planeando hacer, cual perras de los avernos, como esa de ahí– señala con el cigarro a la mujer que a lo lejos estaba con esa mirada fría digna de una amazonas dispuesta a una pelea mientras que unas humanas se persignan antes sus palabras, otras mujeres lo regañan y otras optan por salir de tal “impropio lugar con tal impropia presencia”, a él poco le interesa esas mujeres es más, él está de cacería desea la sangre de un igual a él. Se adentra en aquel sitio dejando una mirada sobre la mujer que estaba en una de las mesas, a la barra se ha dirigido de aquel café pidiendo una botella de vino “especial”, con eso daba a entender que pedía sangre, pero no era la que le gustaba aquella fresca con ese picante de vida que le dejan en el paladar.

por **Enaylen Chavanell** Dom Ene 08, 2017 8:40 am

“Es lo indicado”
Las palabras rondaban en su cabeza como un constante recordatorio que le advertía el por qué debía permanecer en tan vano evento. Justo cuando comenzaba a dar por sentado lo miserable que sería su estadía en París. Sentía que el corset se adhería a más piel de la que resultaba necesaria y toda aquella fanfarria llamada vestido sofocaba sus sentidos: los requerimientos necesarios para encender su mal humor. Con el pasar del tiempo, atrapada allí con lo que se supone eran damas de alta alcurnia, Enaylen no hace más que preguntarse por qué, aún, escucha las peticiones de sus acompañantes ¿en qué sentido la caridad ayudaría a solucionar sus problemas? Un tanto frívolo viniendo de quien en realidad es mas, acarreada con una paciencia que con el transcurrir de los años parecía agotarse cada vez más. Como si no fuese aún más frío usar tales métodos tan solo para cubrir apariencias, en lugar de estar haciendo algo que realmente valiese la pena.

Existe un tiempo antes y después de llegar a París que danzan como la bruma a media noche en la cabeza de Enaylen, que constantemente se mofa de la sensación de haber perdido algo importante, estado que, inevitablemente encendía un humor rutinario no acostumbrado en ella, por lo que es de esperarse que el verse ante la petición de acudir a tales eventos de sociedad como el de esta noche agravian la bestia que insiste en salir en busca de respuesta, y es que, incluso en sus años mortales no existía martirio más sofocante que verse así misma en medio de damas pretendiendo serlo por el mero sacrificio que le evocaba mantener dicho título.

Absorta se encontraba rodeada de señoras cuyos nombres ya había olvidado y la dama de compañía que Kyros y Karsten insistieron llevase consigo, sin embargo, tal cual suplica que se elevaba a la luna lo más decadente en entretenimiento irrumpe en el Café. Media sonrisa burlona asalta su rostro que hasta ahora permanecía carente de expresión alguna ante las palabras que el nuevo invitado enuncia en su dirección. Acrecienta al denotar el aura inmortal del mismo. Le observa dirigirse a la barra y pedir una copa de vino, sabe que la incitación es ridículamente notoria ¿y qué? por mucho es lo más interesante que ha ocurrido en toda la velada, por lo que ardida y un tanto extrañada por las palabras del vampiro, a sabiendas que es la primera vez que le ve y sin razones para que tales palabras broten de sus labios, se pone de pie con toda la gracia con la que fue enviada a esta tierra.

—Señora —su dama de compañía sujeta su mano. Agarre del que se suelta con delicadeza e imperante susurra a la chica: —Descuida, los señores no tienen porque enterarse de lo que ocurra esta noche.

Consciente de que es la curiosidad que la guía paso a paso hasta la barra junto a tan pintoresco personaje.
—Debe esforzarse un poco más si su objetivo era ofenderme, querido extraño —saca la copa de las manos del inmortal y toma un trago—. ¿Así es como acostumbra a llamar la atención? —arquea una ceja, divertida ante el giro de eventos que promete la noche.

por **Azazel** Mar Feb 28, 2017 3:04 am

Prepotencia, aquella mujer exudaba litros y litros de ello viéndose como la mil puta de la noche, como si fuera la mujer más poderosa, elegante y sensual del lugar, como si fuera la maldita dueña de todo el maldito infierno, pero ¡Joder! Los mismos esbirros del inframundo tenían unas caderas deliciosas. En todo su parloteo no le preste la atención debida no me interesaba esa boca, o quizás sí pero para otras cosas. El cigarro apenas sostenido de los labios se ladea la cabeza para medio “mostrar” cierto interés en la aquella incubo de los avernos, sonrío al a ver a otra mujer tratando de detenerla y siendo acallada, le gusta la libertad y el control propio

–¿Llamar la Atención? ¿Quién? ¿Yo?– suelto una carcajada profunda recordando lo divertia que pueden ser las de mi especie en algunos momentos, dejo que el cigarro muera entre los labios soltando la colilla al suelo justo cuando los zapatos ha terminado con el poco humo que quedaba. La sonrisa perlada con aquellos colmillos blanquecinos que se mostraban directo a todos los presentes, aquella mujer era algo extraña y como un semi fuego, ella no era como las otras perras vampiras había algo menos en ella y era esa seducción innata quizás por eso me molesta tanto en las vampiras mojigatas cara de inocentes puritanas, claro que puede ser la treta más grande y estar ella manejándolos en sus manos, pero solo era un atisbo de tantas perras malditas que se ven por las calles incluso entre los mismos mortales. ¡Oh sí! Aún seguía siendo ese neófito que se aburría pronto de su comida, no había mujer en el cielo, tierra o infierno que pudiera lograr que las puertas se desesperen por abrir o quizás sí pero no lo quería admitir. Y ahí estaba ella haciendo lujo de su elegante vocabulario, es más alce los dedos pidiendo algo más fuerte para beber

–No te equivoques primor, con solo entrar uno llama la atención, a diferencia de otras personas, como mujeres como tu que necesitan algo más como decirlo algo menos de ropa y las habilidades para llamar la atención de sus víctimas, y a esto me pregunto ¿será que tu realmente has disfrutado el placer de la cacería? O será que a la niña le sirven en el plato la comida– solté nuevamente una carcajada casi tumbándome sobre aquella especie de barra clavando los ojos en la mirada tan seria de la mujer –¿por qué tan seria y forma? Será que no te dieron de comer o será que no te han tocado las cuerdas más sensibles de tu cuerpo – media sonrisa al momento en que un nuevo cigarro se enciende en mis manos ante la mirada y los gestos de desaprobación de las demás mujeres del lugar, cada una murmurando a sus santos y dioses sin saber que ahí habían dos demonios que podrían hacer su vida un infierno total.

Solo que aun mi humor no estaba del todo despierto, bueno las puertas se agitaban pero la primera en abrirse fue la de Belfegor, que con un bostezo de aburrimiento se hizo evidente frente a todas esas faldas apretadas.

por **Enaylen Chavanell** Jue Mar 16, 2017 10:52 am

"Será ese temperamento, impropio de una dama, la imperante razón de tu desdicha" soían decirle incluso antes de bajar al infierno y reemplazar un corazón latiente por un cuerpo sin alma. Aquella insolencia que afloraba de tan delicada apariencia conseguía acarrerarle regaños por parte, en un entonces por su madre, hoy en día por Kyros y su hermano, miradas de reprimenda por quienes la observaban y constantes doolores de cabeza a su dama de compañía.

Sonríe para si ante los personajes que a diario monstraba la ciudad en la más pintorescas de las obras, siendo cada uno tan diferente del anterior mas ninguno con la capacidad de sorprenderla, promoviendo en ella la más genuina diversión; de dar paseos seguidos por el circo sería aburrido.

Aunque pedante y muy ajustado al patrón de quien ha abandonado una vida y camina en otro mundo reacio, enfurecido con lo que le rodea, a sus ojos resulta relajante, aliviada de ver un cambio en tan insulsa velada.
—Mujeres como yo... —dice seguido de un trago a la copa que ahora ocupa sus manos —, ha de ser que todos los inmortales son tan predescibles..., aburridos —. Articula en tono apaciguado, sin el menor atisbo de ofensa sbre ella.
—Con gusto le recordaría quien, de los dos, ha irrumpido con la más barata efusividad pero veo que es usted un caso de poca envergadura.

Siente el peso de las miradas sobre ellos, le resulta hipocrita tal reacción por parte de comensales que viven entre bestias, de mujeres que bien han de cargar pecados más turbios que ellos, cuya falta principal al mundo de los vivos es cargar con la muerte sobre los hombros.

—Le sorprendería la bestia que habita en quien ataña de niña.
El inmortal expide un aura similar a los neofitos que se dieron el placer de no conocer la eternidad por el mero error de tocar su cuerpo sin conscentimiento, propagando a la vez curiosidad hacia tan desdeñoso personaje.
—Me intriga —dice tan sincera y directa como siempre, colocando la copa de regreso a la barra—...¿suele tan decadente personalidad acercarlo a su cometido? o ¿será usted quien no ha probado bocado en un largo tiempo?

por **Azazel** Vie Abr 28, 2017 6:07 pm

El demonio que azota aquellas puertas al son de la voz de la mujer que lo llama, lo está invocando y Asmodeo se inquieta ante el llamado de aquella jovencita cuyos ojos no se apartan del peligro. Que tentadora situación en la que no huya una gacela ante su posible depredador, es tonta o quizás muy astuta al lanzarse ella misma a sus fauces no importa cuál sea la respuesta a la interrogante aquella niña provocaba que las puertas se agiten sin control cada una clamando ser liberado y mostrarle a esa pequeña el infierno de nuestra especie. Sonrió hasta romper en una sonora carcajada que solo atrae más miradas de rechazos, desaprobación, incluso una que otra beata que se santigua llamando a los cielos cuando podría estar mejor de rodillas llamando a otras cosas. Miro a todos lados y evaden la mirada, acerco el cuerpo hacia la mujer, en verdad que ellas son peligrosas y uno se entrega de lleno a sus peligros.

Su copa la tomo bebiendo del mismo lugar que ella ha bebido riéndome por la osadía de las palabras –¿Has conocido a un inmortal que no sea más un cadáver? No todos los nuestro están obsesionado con que nadie sepa de lo que somos, la discreción y no dejar tantos muertos por el camino y más de esas aburridas cosas– tomo la mano de la mujer dejando un beso en su dorso con la máscara de Asmodeo que se mezcla con Belfegor soltando un suspiro al soltar esa delicada mano asesina –Mi ultima comida fue hace apenas unas horas atrás y aun así sigo con hambre, pero no hablemos de mi si no de ti pequeña niña, ya que dices que no eres una niña si no una bestia, demuéstralo. Aquí tiene un amplio repertorio para mostrar que no eres una pequeña señorita sino una bestia, una mujer salvaje que no se junta con los aburridos vejetes de los nuestros, una mujer que se sabe divertir en los pecados ajenos– indico con la mano a los presentes que siguen en lo suyo como si no estuvieran pendientes de nuestra conversación.

Solo puedo sonreír a esa mujer, sonreírle con una inocencia mortal y letal –Mi descaro y cinismo siempre me acerca a lo que quiero ¿a ti no? O será que realmente no conoces lo que es ser libre, palomita. Oh si, apuesto a que te tienen tan encerrada que apenas y conoces la superficie de lo que somos, ya ves no estoy errado no han tocada hasta la última cuerda y fibra de tu cuerpo, no te han llevado a perderte en los pecados del mundo ni a disfrutarlos u odiarlos entonces ¿podrías decir que te has marchitado como esos aburridos vejetes antiguos y casi arcanos en polvos?– rio con fuerza chasqueando la lengua como los dedos al pedir que traigan más vino para los.

Las puertas se tranquilizaron un momento pero aún siguen latentes por desear más de lo que se puede devorar.

por **Enaylen Chavanell** Sáb Ago 12, 2017 10:26 am

"Let's hurt tonight"

En los rincones de la mente de Enaylen habita un antes que yace borroso para ella ¿puede un vampiro perder su identidad? O ¿acaso tenía ella algo valioso que recuperar? Las palabras desafiantes del inmortal agitaban una Enaylen desconocida, competitiva…, imprudente. Y no tenía la menor idea si tales arrebatos pertenecían a ella o alguien más desconocida a sus ojos. Recuerda a la perfección el temor de su gemelo cuando recién era una simple neófita, la precaución a la que le incitaba procurando evitar que la bestia dentro de su hermana despertara, pero ¿alguna vez lo hizo? No hace alusión de tal hecho.

Y, por más que odiara conceder importancia a las palabras del vampiro, profundo hervía con fervor la molesta voz que le susurra estar sumisa ante cadenas invisibles, diseñadas para aprisionar quien en verdad era: un demonio vestido de seda. Por supuesto que hacérselo saber a su interlocutor no perfilaba entre sus opciones, dar su brazo a torcer jamás sería una opción válida…, o fue lo que creyó antes de percatarse de haber arrancado el corazón de quien en severo silencio servía vino para ambos. Fue cuando comprendió la urgencia de Karsten ante mantener en eterno sueño a la bestia; era esto lo que ocurría cuando se permitía salir a jugar. Estaba consciente que no era obra de las palabras, no, era la mirada desafiante de su nuevo acompañante que representaba un reto ante los suyos.

—¿No dijo usted que aún sigue hambriento? Sírvase —alcanza la mano del vampiro e indiscriminadamente poniendo poca atención a los rostros horrorizados entrega el corazón poco importándole la sangre en sus manos—. Que la bestia aprenda modales no le quita su naturaleza salvaje —dice, procede a lamer un poco la sangre que gotea de sus dedos y sin decir palabra alguna emprende la marcha fuera del establecimiento. Sabía que los pasos del vampiro estarían cerca esta noche mas no le apetecía continuar tan interesante intercambio de palabras ante oídos que bien sabía, estaban directamente conectados a Kyros y Karsten.

Pudo claramente escuchar a su dama de compañía llamarla desde la entrada, nerviosa de regresar a la residencia sin ella, lo que era equitativamente igual a tener que dar explicaciones a los “señores”, no fue hasta entonces que las palabras del inmortal comenzaban a cobrar un tanto cierto como ridículo sentido. No se consideraba una máquina de matar, jamás disfrutó tal cosa mas constantemente se cuestionaba en cuál de los extremos se encontraban sus pies si con certeza descartaba a los humanos que llenos de hipocresía hacían alusión a un decoro inexistente a los demonios como con el que se topaba esta noche ofreciéndola otra versión de la moneda que creyó conocer.

Enaylen siempre ha sabido quien es, incluso con el pasado incierto que la hostiga y los recuerdos perdidos que lleva consigo, desde sus inicios ha sabido la clara diferencia entre el bien y el mal a pesar de haber vivido todos estos años junto a Kyros mas su reciente ausencia y las aun palpables palabras de su acompañante ponderan un camino que si bien ha sopesado no se vio así misma recorriéndolo.

¿Es que acaso no es esto libertad? Entonces se detuvo ante tan insulsa pregunta. No, seguir a su creador y hermano no era libertad, ha dedicado su corta existencia a perseguir asesinos sin rostros y memorias que con suerte cree aún existen. Era hora de saber que era eso que parpadeaba por el rabillo del ojo, qué yacía en el precipicio además de los hombres sin honor que cazaba de noche en noche.

—Si no me equivoco, pretende usted mostrarme su versión de la “libertad.” Muertreme si sus palabras son más que simples discursos echados al aire de la boca de un muy resentido demonio—dice, de frente al vampiro cuya mirada ardía prometiendo los más tenebrosos pecados—. Después de todo no es que tenga un alma que salvar.

por **Azazel** Dom Oct 01, 2017 8:19 pm

De nuevo las puertas se agitan con fuerza ante tal acto, tan íntimo poco pecaminoso; sus ojos saltan sobre aquel corazón relamiendo por saborearlo, aun podía ver cómo le queda algo de palpito de vida aun cuando el cuerpo yacía en el piso sin vida ya. Que diferente se sentía todo en ese momento, no puedo negar que la mano cubierta con aquel vitae la volvía mucho más excitante a aquella inocente palomita, sus manos cubiertas con aquel color tan vivo como la vida que ella había decidido extinguir de aquella manera tan miserable y cruel, sentí una completa excitación de verla así con esa mirada que iba tomando en lastima, remordimiento y hasta dolor por haber hecho eso.

La mirad de todos se volvió de asombro pero antes de que formen un escándalo por aquel cadáver hice gala de una mis mayores habilidades y de la que estaba más que orgulloso de usa, la ILUSIÓN, mostré a todos como si el camarero infeliz aquel se hubiera caído y de nuevo se levantaba delante de todos pidiendo disculpas, ese tipo de nivel era lo más sencillo, pero había algo peligroso que podía oler, ¡ah, hasta cuanto aprenderé a aceptar que las mujeres tienen una gran poder entre sus manos! Si n aquella mujer no hubiera captado mi atención como lo estaba haciendo en ese momento. Tomé el corazón devorándolo, mis colmillos al incrustarse en su carne suave y jugosa tomaron un elixir que me hizo revivir, podía sentir toda la vida del desdichado en mis manos, en mi interior y era más de lo que cualquier mortal podría entender.

Admiro más su obra casi perfecta, tomo el cadáver llevándomelo conmigo, pero la ilusión nos cubre, todos me ven a mi caminando como un Dandy más de esta sociedad, aunque no lo soy ni o seré, pero ahora soy el perro del infierno que va con pereza tras la creadora de semejante obra, no me hace falta perderme, el aroma de la inmortal se puede apreciar por cada paso que soy, se donde y con quien está. Sonrió y corro, como si fueran apenas dos o cinco pasos lo que para el ojo humano serían como miles. La alcanzo arrojándole su cadáver a los pies con una reverencia me voy alejando de nuevo hacia la cafetería, si no regresaba la ilusión nunca terminaría, pero antes de volver por el camino, ladeo la cabeza hacia atrás mirando a la pobre jovenzuela –Puedo llevarte de la mano por el mundo de la libertad que desconoces, pero la pregunta mi pequeña palomita no es si puedo, si no, ¿estás preparada para ella? Si es asi entonces porque no despedazas aquel inservible cuerpo, báñate con su sangre, quiero ver que tan dispuesta estas a entrar en tu propia libertad– las puertas comenzaron a agitarse con tanta fuerza en mi interior que las cadenas están rechinando hasta parar y el sonido de la puerta de Asmodeo se abrió completamente.

Mis ojos tomaron un tono rojo, de deseo, me acerqué a la mujer acariciando su mentón con mi pulgar, sonriéndole viendo sus ojos con dudas –¿por qué dudas, palomita? Acaso temes que te guste mucho lo que quiero enseñarte como para que te seduzca como tu lo haces conmigo, o será que temes ser raptada de tu confort y tu jaula de castillo, si es así dímelo y desapareceré de tu vista, pero ni, entonces me quedaré y estará atrás tuyo hasta que quedes satisfecha– susurró besando la comisura de sus labios uno a uno rozando el sabor metálico de la sangre de aquel corazón

Esa mujer realmente estaba seduciéndome de aquella manera tan provocativa.

por **Enaylen Chavanell** Mar Oct 24, 2017 11:04 pm

Tan pronto el demonio lanza su truco sobre los presentes, se hace camino hacia la fría brisa en las afueras. El soplar choca contra la piel desnuda de su rostro, siendo tan placentero como el olor a sangre proveniente del cuerpo sin vida que dejó adentro. Bufa, por un instante debido al vestido que carga deseando poder llevar algo más ligero que las miles de capas de tela.
Cada línea de pensamiento que se entreteje colapsa en el discurso del vampiro. Da una breve mirada sobre el hombro, siente los pasos del susodicho y el aroma del peso muerto que advirtió traía consigo.

Muy segura de sí misma, es capaz de afirmar la poca importancia que presta a opiniones de terceros. Sin embargo, las declaraciones calaron en ella, en el peor momento. Ahora, sintiéndose la más grande de todas las farsas, odiando darle merito a las palabras del nuevo integrante de la noche; estaban cargadas de un objetivo y las opciones comenzaban a escasear.
¿Cómo encontrar lo perdido si tampoco sabía a donde había ido a parar su libertad? Ha de ser el universo confabulándose en su contra, abriendo sus ojos de la más cruel de las formas. Divirtiéndose con el gran hallazgo de que no solo había perdido un tiempo perdido sino mucho más. Por supuesto que, tratándose de la Baronesa Chavanell, jugaría fortaleza hasta recuperar lo que le pertenecía… Hasta volver hacer quien alguna vez fue.

Respinga la nariz ante la estrepitosa caída del cuerpo a sus pies. Él afirmaba tener respuesta a sus cuestionantes, de no ser las correctas poco importaba. Estaba perdida de todas formas.
—Podría despedazarte en cambio —argumenta en respuesta. Bien podría yacer en llamas bajo el sol candente que alguna vez amo en su tiempo de mortal, sostener estacas en cada extensión del cuerpo incluso; probarse ante terceros jamás—. Acreditarme ante ti… —prosigue sin prestar atención a honoríficos— No veo el éxtasis que guarda.

Su rostro se enciende en una pequeña sonrisa cargada de veneno, deseo. Dispuesta a cruzar las puertas del infierno y tomar coñac con el diablo que le acariciaba el rostro, brindando en bandea de plata la salida más cercana ¿cómo ignorarle si con el simple roce de dedos ha logrado despertar su interés?

Atrapa los labios del vampiro cuyo nombre aún desconoce, al sentir el delicioso sabor a sangre. Era entonces, la versión de si misma qe durante años intentó asfixiar.
—¿Duda? —carcajea una vez suelta los labios del provocador. La simple propuesta resultaba eglógica, encajando con quien sabía necesitaba ser. Colapsando con la irónica verdad: durante años ha intentado ser la vampira que de humana debió ser.
Decidida, arranca la cabeza del cuerpo que yace a los pies de ambos y saboreando la sangre que destila la sostuvo frente al demonio de ojos rojos y tentadores.
—Suena divertido ¿Cuándo comenzamos? —inquiere expectante al mundo que él promete mostrarle. Dispuesta a sujetar la mando que le brinda sin dar cabida a remordimientos.

por **Azazel** Sáb Oct 28, 2017 6:59 pm

Asmodeo se agitaba bajo las ropas, clamaba por salir por completo ante las deliciosas vistas de aquella bella palomita bañada en los tonos más vivos del mundo, esas sutiles manchas rojas en sus manos, su rostro, su cuerpo que resaltaban sobre su fría y arrogante piel blanca, incluso con la calle toda cubierta de suciedad ella era la que más se llevaba la mirada de este maldito espectador. Sus ojos rojos, su sonrisa; no cabía duda que ella sabía cómo tentar a un hombre común y pobre diablo como yo, ella era la que tenía el mando en ese momento y todo porque Asmodeo estaba maravillado con lo que veía que me obligó a caminar hasta ella, tomando sus manos y tirándola hasta ponerla de pie. La mano sobre su cintura se cierne y la ILUSION en el café se pierde, ya no me interesa que se den cuenta de la triste realidad, pero sé que nadie, nadie notara a aquel pobre que ahora ha perdido la cabeza con semejante belleza.

Cuanta fuerza y belleza letal en aquellas manos, nuestros labios están tan cerca como para triturarnos y arrancarnos la piel con los colmillos pero solo puedo lamer aquella sangre de entre su mentón y sus manos, uno a uno sus dedos voy limpiando de aquella sangre sin dejar de ver aquellos ojos tan rojos como deseosos de probar la libertad que a los nuestros nos impera, ¡oh, Azazel, cuantas veces debes recordar que no siempre es bueno mostrar todo desde el inicio! Era un recuerdo que no puedo superar y que nunca lograré mantener presente. Arrojo aquel cuerpo contra el que yace frío sobre el suelo, sus manos tocan esa sangre ¡Oh, lucifer, cuanto más vas a tentarme con esa figura! A su rostro me pongo, rostro a rostro tomando sus mejillas besando sus labios, esos labios que resuenan en el sabor metálico de la sangre del infeliz, al separarnos la miro a los ojos fijo y riéndome de ella –Die que lo destruyes y te bañes en su sangre, no que solo lo decapites, quiero verte perder los estribos, piensa que el era quien te mantenía encerrada, atada a cadenas y burlándose de ti. Él tiene la culpa y ahora está aquí para que tu lo destruyas por completo que borres toda su existencia de este mundo. No dejes ni para los perros o buitres algo de su carne, desaparécela, desmiémbralo y luego deja que su sangre corra por todo tu cuerpo. Del vestido no te preocupes puedo llevarte a mi casa a tomar un baño y darte otras ropas, incluso puedo bañarte, alimentarte y vestirte hasta que te sientas una vampira de verdad– me levanto mirando el cadáver, ese desdichado ha perdido su cabeza que explota bajo mis pies al triturarla.

Sus sesos se derraman por la calzada y parte de la sangre de él la tomo entre los dedos pintando el cuello de aquella bella palomita –Oh, qué bello color, el rojo te sienta y como parte de nuestro pacto, lo sellaremos así– partí el brazo del mozo tomando su sangre y pintando los labios dulces del avecita que no para de sonreír, que sonrisa más bella que tiene y más seductora. Lamo sus labios bajando por su mentón, lamo la sangre y la voy limpiando pero solo mancho más de ese tono carmesí hasta llegar a la curva de su cuello donde muerdo con fuerza –Muérdeme y extasíate con el deseo del infierno y la locura, con el poder de tu libertad, de hacer lo que desees sin pensar en nadie más, más que solo en ti, y en mi– lamo sus heridas, tiene un dulce sabor, un sabor enigmático que solo agita más a Asmodeo como para tomarla, hacerle jirones la ropa y verla arder como una diosa entre las llamas al caminar y todos los cadáveres a sus pies rogando por una mirada de esos ojos malignos y maliciosos de perdición.

Que bella es la perdición de una mujer.

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