¿Dónde estoy? *Libre*

por **Karine Marchant** Vie Mar 04, 2011 7:03 am

Mi padre había comenzado como siempre. Estaba en mi alcoba, leyendo uno de los pocos libros que en mi casa se consideraban propios de una chica de mi clase, cuando los ruidos empezaron. Una reunión de trabajo, esa había sido la excusa de su tardanza. Mi madre, como era normal, no dijo nada acerca de eso, pero no fue suficiente para evitar la ira de nuestro progenitor. Un portazo, una conversación que comenzaba a tornarse acalorada, un par de golpes secos y finalmente el llano de una mujer que no era otro sino el de mi madre. Me mantuve en la cama, con el corazón en un puño al pensar en la posibilidad de que yo fuera la siguiente. Al escuchar unos pasos amortiguados me levanté con cuidado, ponidéndole la llave a la puerta. Era consciente de que eso solo conseguiría ponerle más furioso, pero el terror a sus golpes me hizo reaccionar de aquella manera. Mi hermano seguramente ya dormía y rezaba por que no se cebara con él.

-Dios... por favor, que se vaya a dormir... que se vaya a dormir-murmuré en voz baja.

Apoyé las palmas de las manos en el marco de la puerta a la espera de algún ruido que delatase cuáles eran sus intenciones. Si intentaba entrar en mi dormitorio terminaría dejándole pasar, pues las consecuencias de hacer lo contrario solo conseguía que se me erizase el vello. Pasados unos minutos de tensión en los que me olvidé de respirar, escuché como mi padre se metía en su dormitorio. Me obligué a esperar un par de segundos antes de permitirme el lujo de soltar toda la tensión contenida. Las lágrimas recorrieron mi rostro, pero lejos de dejarme caer en la depresión decidí salir de allí. Necesitaba dar un paseo o corría el riesgo de volverme loca. Me vestí de la manera más sencilla posible, dejando a un lado los elaborados vestidos que mi madre había encargado a hacer para las muchas fiestas a las que me obligaba a acudir. Con mi pelirrojo cabello suelto me enfundé en un abrigo de color gris, largo hasta los tobillos y me cubrí el rostro con la capucha.

Mi dormitorio se encontraba en la primera planta de la casa que mi familia poseía en el centro de Londres, por lo que apenas tuve problemas para descender por las enrredaderas que cubrían toda la fachada oriental. Sabía que lo que estaba haciendo significaría una paliza si me pillaban, pero no me importaba en absoluto. Cuando me vi en el suelo corrí todo lo lejos que pude, dejando que el miedo se convirtiese en adrenalina y olvidándome de recordar el camino que estaba tomando para luego regresar.

No sabía cuánto tiempo había pasado cuando, de repente, me di cuenta de que me hayaba perdida. ¿Dónde estaba? Era de noche cerrada y todas los edificios que me rodeaban me resultaban desconocidos. Asustada, tragué saliva.

por **Milenka V. Kircher** Sáb Mar 05, 2011 2:53 pm

Caminaba por lares desconocidos, estaba perdida, vaya que sí, pero no me preocupaba mucho, tan solo debía buscar una salida y todo estaría bien.

Había caminado durante horas, si bien el ser pobre, a veces también significa mucho tiempo de ocio.

¿Que se sentirá ser una de esas personas de la clase alta? Probablemente una jóven de mi edad estaría comprando en este mismo momento un vestido hermoso para un baile. Yo por el contrario me encontraba en lugares abandonados, lugares que encajaban con mi persona.

Soledad. Me gusta la soledad. ¿Si un árbol cae y nadie lo escucha en realidad cayó? ¿Si una gitana muere y nadie la encuentra en realidad murió?

El que fuera pobre no significaba que fuera sucia, había un par de charcos que tuve que cruzar con cuidado para no mojar mi larga falda roja. A cada pequeño salto que daba para evitar el contacto con el agua, los bracaletes que decoraban mis muñecas chocaban entre si, haciendo un delicado sonido metalico que resonaba por el vacío lugar.

Al caminar un poco mas, me percaté de que no era la única en el lugar. Una jóven estaba ahí, no parecía que esos fueran sus rumbos, probablemente su situación era igual que la mía. La única diferencia era que ella lucía preocupada por su paradero. Ella no había notado mi presencia ahí. Toqué su hombro con delicadeza. -¿Quesa ostré najabar?- Pregunté como si nada. Aclaré mi garganta intentando recordar como se decía mi pregunta en la lengua del lugar. -¿Usted perdida?- Mi tono sonaba bastante cordial. Y un poco de compañía no me vendría mal. Porbablemente había rufianes por ahí, no me importaba que me robaran, realmente no poseía nada de valor, pero el caso de la chica era distinto.

por **Karine Marchant** Dom Abr 17, 2011 6:37 pm

Estaba muy asustada y el hecho de verme en soledad no me ayudaba a calmar mis nerviosos ánimos. Ya no sólo me preocupaba llegar tarde a casa y por lo tanto verme obligada a pagar el precio bajo los puños de mi padre, sino que en esos momentos lo que realmente me aterraba era saberme perdida y desprotegida. Dios sabía a quién podría encontrarme por ahí y qué oscuras intenciones albergaría. Continué caminando, a paso lento pero sin llegar a pararme en ningún momento, pues si me quedaba quieta me sentía aún menos segura. De repente sentí un ligero toque en mi hombro, lo que me obligó a girarme al instante y ahogar un chillido de terror. Una joven, de una edad cercana a la mía, pero con unos ropajes bastante diferentes, me miraba y hablaba en una lengua extraña. Volví a tragar saliva, conteniendo las ganas que sentía de llorar. No parecía una mala persona, o al menos eso era lo que me transmitía su sonrisa, pero estaba temorosa y no solía fiarme de las primeras impresiones.

-Discúlpeme. Me he alejado del centro de la ciudad y no encuentro el camino de vuelta a casa. ¿Sería tan amable de ayudarme?

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Off: Perdona que tardara tanto en responder, ya estoy de vuelta. Tuve problemas personales *-*

por **Milenka V. Kircher** Dom Abr 24, 2011 5:00 pm

Al igual que yo la joven me indicó que se encontraba perdida. Le sonreí con amabilidad y un poco de timidéz. Me hubiera encantado poder decirle que con mucho gusto la guiaría hasta la ciudad o por lo menos a un lugar mas aglomerado para que la ayudara a llegar a donde quería, mas yo me encontraba en la misma situación, estaba perdida, mas sin embagro yo no tenía adonde llegar, si, tenía la kampania de gitanos, pero no era mi obligación llegar ahí a diario.

-Puedo acompañar.- Le respondí. -Estamos ambas en la misma situación.- Completé esperando ver su rostro decepción. Aunque ahora que eramos dos las perdidas bien podríamos intentar buscar un camino, al menos corriamos menor peligro de ser perseguidas o asaltadas por algún vandalo de la zona, la cual honestamente no parecía tener mucha clase, no soy la mejor para quejarse de ello, pero no la tenía.

Esperaba que no cayera muy pronto la hora en que aquellos malechores merodearan, entre mas pronto salieramos de ahí mucho mejor para ambas. Yo no tenía nada que podría ser robado, pero quizás ella si, y siendo ambas mujeres no quise ni imaginar que otras intenciones podrían aparecer en la mente de esas personas.

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