AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Periódico para dos (libre)
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Periódico para dos (libre)
Apenas llevaba unas semanas en París y ya echaba de menos Rumanía y sus viejas costumbres ancladas en el tiempo. Mentiría si dijera que no era un hombre que se adaptaba a los efímeros tiempos. A fin de cuentas llevaba sobre la faz de la tierra demasiados siglos como para no hacerlo.
Muchos inmortales consideraban la eternidad el peor de sus enemigos. Yo por el contrario agradecía cada día, cada trago. Vivía apurando hasta la ultima gota de esencia de las copas, de los cuerpos, esto era vida aunque para muchos estábamos muertos.
Supongo que todo dependía de la perspectiva con la que vieras girar el mundo. A lo largo de los siglos conocí tantos hombres como ideas, tantas verdades a medias, religiones, guerras, todo parecía tener sentido, ese era el mayor defecto del humano, que necesitaban justificarlo todo para dar una razón a sus actos.
Yo por le contrario no necesitaba razones para sesgar vidas, ni para follar ni para beber, no necesitaba mas razón que la de ser lo mas parecido a un dios que mora en la tierra y así mi voluntad era la ley.
Aquella noche decidí salir solo, me había saciado hacia apenas unas horas en un callejón cercano Ahora prefería el descontrol de una noche llena de vida, nunca sabia lo que me deparaba el destino, quizás una buena compañía, un hombre de interesante conversación u otro inmortal con quien simplemente salir a cazar.
Destino, eso a lo que los humanos dan tanta importancia y que para mi es mas bien un juego de azar, uno en el que se pierde o gana dependiendo de la cara de la moneda que cae en tu palma.
Mi moneda había sido forjada a base del acero de la muerte, mi madre se encargo de ello.
Por contra, el de la mayoría de estos humanos, ganado para mi, su suerte se debatía entre un misero franco francés, era evidente que perder era su sino, pues no guardaban ases en las mangas con los que jugar la siguiente mano.
Con abrigo negro me deslicé por las calles de París como un espectro hasta alcanzar una taberna bastante elegante, donde los caballeros fumaban puros y conversaban sobre las novedades de los nobles parisienses.
Poco o nada me atraía de ese lugar, pero..su cerveza o mejor dicho el olor que desprendía no me pareció algo para pasar por alto.
¿Por que no probar?
Tomé asiento en la barra, pedí una jarra de cerveza mientras deslizaba por mis dedos las paginas de un periódico del día que había encontrado.
Era interesante conocer las ultimas noticias referentes a la ciudad que en este instante habitaba.
Muchos inmortales consideraban la eternidad el peor de sus enemigos. Yo por el contrario agradecía cada día, cada trago. Vivía apurando hasta la ultima gota de esencia de las copas, de los cuerpos, esto era vida aunque para muchos estábamos muertos.
Supongo que todo dependía de la perspectiva con la que vieras girar el mundo. A lo largo de los siglos conocí tantos hombres como ideas, tantas verdades a medias, religiones, guerras, todo parecía tener sentido, ese era el mayor defecto del humano, que necesitaban justificarlo todo para dar una razón a sus actos.
Yo por le contrario no necesitaba razones para sesgar vidas, ni para follar ni para beber, no necesitaba mas razón que la de ser lo mas parecido a un dios que mora en la tierra y así mi voluntad era la ley.
Aquella noche decidí salir solo, me había saciado hacia apenas unas horas en un callejón cercano Ahora prefería el descontrol de una noche llena de vida, nunca sabia lo que me deparaba el destino, quizás una buena compañía, un hombre de interesante conversación u otro inmortal con quien simplemente salir a cazar.
Destino, eso a lo que los humanos dan tanta importancia y que para mi es mas bien un juego de azar, uno en el que se pierde o gana dependiendo de la cara de la moneda que cae en tu palma.
Mi moneda había sido forjada a base del acero de la muerte, mi madre se encargo de ello.
Por contra, el de la mayoría de estos humanos, ganado para mi, su suerte se debatía entre un misero franco francés, era evidente que perder era su sino, pues no guardaban ases en las mangas con los que jugar la siguiente mano.
Con abrigo negro me deslicé por las calles de París como un espectro hasta alcanzar una taberna bastante elegante, donde los caballeros fumaban puros y conversaban sobre las novedades de los nobles parisienses.
Poco o nada me atraía de ese lugar, pero..su cerveza o mejor dicho el olor que desprendía no me pareció algo para pasar por alto.
¿Por que no probar?
Tomé asiento en la barra, pedí una jarra de cerveza mientras deslizaba por mis dedos las paginas de un periódico del día que había encontrado.
Era interesante conocer las ultimas noticias referentes a la ciudad que en este instante habitaba.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Periódico para dos (libre)
La noche era el medio favorito de los cazadores, el submundo despertaba, los pecados se hacían corpóreos y traían a las calles y casas el dolor, la sangre o la lujuria. Era el tiempo de la caza, de la expiación, de resarcir agravios y mantener el equilibrio.
Los humanos eran débiles, vulnerables; Dios no los protegía lo suficiente, para eso estaban ellos, los cazadores de la Orden de Hellsing. Al enfundarse su traje de cuero para cazar sentía el cosquilleo de la adrenalina en las yemas de sus dedos, era como el momento previo a ganar una carrera, sabía lo que tenía que hacer, había entrenado para ello y cual perro de presa, rastrearía, abatiría y no soltaría su trofeo.
Tenía un informe con una orden de caza muy clara: Montgomery Clarke, un vampiro de Nueva Jersey que había acabado con una familia de empresarios belgas y que ahora se encontraba en París. Los informadores habían dado con su posición y esa noche "La Parca" iba a llevárselo. Se enfundó en el cinto las dagas curvas y unos Sais orientales. Hoy le apetecía bailar pegada al vampiro, notar el calor de su desintegración en cenizas próximo a la cara. Se fundió con las sombras entre los callejones y se dispuso a alcanzar el local donde se suponía que dicho cainita solía estar para pasar el rato.
Muchos de los bares y tabernas pertenecían a los propios vampiros y servían de tapadera para suministro de sangre a los suyos; se mercadeaba con esclavos, con humanos que nadie echaría de menos, prostitutas etc. Parecería una idea sensata eliminar esos antros, pero realmente Axel, su hermano, era consciente de que así los tenía medio controlados, con lo cual sólo enviaba a Aveline o a alguien de su confianza a cazar cerca de esos lugares porque otros cazadores podría hacer una escabechina, los vampiros podrían tomárselo a mal y cambiar de lugar. Luego costaría encontrarlos de nuevo. Preferían ser selectivos.
La Parca observó desde las sombras y reconoció al susodicho Montgomery, alto, con abrigo, y un periódico en la mano.
— ... bien pequeño trozo de mierda muerta... ya eres mío. Venga sal.— La cazadora sonrió entre dientes y se agazapó a esperar, tarde o temprano saldría de esa taberna elegante y su cara sería lo último que vieran sus ojos antes de encontrar la muerte definitiva. En el fondo eso la ponía a cien.
Los humanos eran débiles, vulnerables; Dios no los protegía lo suficiente, para eso estaban ellos, los cazadores de la Orden de Hellsing. Al enfundarse su traje de cuero para cazar sentía el cosquilleo de la adrenalina en las yemas de sus dedos, era como el momento previo a ganar una carrera, sabía lo que tenía que hacer, había entrenado para ello y cual perro de presa, rastrearía, abatiría y no soltaría su trofeo.
Tenía un informe con una orden de caza muy clara: Montgomery Clarke, un vampiro de Nueva Jersey que había acabado con una familia de empresarios belgas y que ahora se encontraba en París. Los informadores habían dado con su posición y esa noche "La Parca" iba a llevárselo. Se enfundó en el cinto las dagas curvas y unos Sais orientales. Hoy le apetecía bailar pegada al vampiro, notar el calor de su desintegración en cenizas próximo a la cara. Se fundió con las sombras entre los callejones y se dispuso a alcanzar el local donde se suponía que dicho cainita solía estar para pasar el rato.
Muchos de los bares y tabernas pertenecían a los propios vampiros y servían de tapadera para suministro de sangre a los suyos; se mercadeaba con esclavos, con humanos que nadie echaría de menos, prostitutas etc. Parecería una idea sensata eliminar esos antros, pero realmente Axel, su hermano, era consciente de que así los tenía medio controlados, con lo cual sólo enviaba a Aveline o a alguien de su confianza a cazar cerca de esos lugares porque otros cazadores podría hacer una escabechina, los vampiros podrían tomárselo a mal y cambiar de lugar. Luego costaría encontrarlos de nuevo. Preferían ser selectivos.
La Parca observó desde las sombras y reconoció al susodicho Montgomery, alto, con abrigo, y un periódico en la mano.
— ... bien pequeño trozo de mierda muerta... ya eres mío. Venga sal.— La cazadora sonrió entre dientes y se agazapó a esperar, tarde o temprano saldría de esa taberna elegante y su cara sería lo último que vieran sus ojos antes de encontrar la muerte definitiva. En el fondo eso la ponía a cien.
Última edición por Aveline Blackmore el Vie Ene 13, 2017 1:26 pm, editado 1 vez
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Periódico para dos (libre)
Un sorbo a aquella jarra fría, espesa y cargada de espuma, ahora entendía porque aquella taberna estaba tan bien vista.
No me llevó demasiado tiempo percatarme de que estaba siendo observado por una preciosa rubia que desde el exterior musitaba un nombre que no me correspondía entre dientes.
Su corazón bombeaba excitado, como un tambor golpeaba su pecho cargado de adrenalina.
Relamí mis labios sediento, no de cerveza en ese momento, bien sabia que esa mujer no era una mas, escondida entre las sombras, cada podo de su piel desprendía agresividad.
Una buena noche para torturar. Mis ojos se enrojecieron, la gesta iba a empezar, esperaba la menos que me siguiera el ritmo del bale, pues yo no era un vampiro como los demás, mi antigüedad de mas de 6000 años me convertía en uno de los primeros que moraba la tierra, descendiente directo de Cain, mi linaje se remontaba hasta el inicio de los tiempos.
Doblé el periódico por la mitad, dejándolo en su lugar, unas monedas sobre la barra que bien pagaría la consumición tomada y con una sonrisa ladina caminé con tranquilidad entre el humo de los puros que difuminaban mi imagen frente a los ojos de la dama.
Sonrisa ladina en mi rostro al atravesar el umbral, el paso de un carro frente a mi, me dio tiempo suficiente para perderme de los ojos de la cazadora, que sedienta me esperaba acariciando el mango de sus armas.
A su espalda mi aliento rozó su cuello y mis dedos su cintura erizando su piel con un toque gélido.
-¿me buscabas? -pregunté antes de desaparecer por el callejón trasero.
Luces y sombras de la farola se perdían entre esas estrechas paredes. Apoyé contra una mi espalda, cruzando los brazos mientras esperaba a mi compañera de baile que de sobra sabia aceptaría un mano a mano conmigo.
El latido de su corazón acompasaba a sus pasos adentrándose en el campo de juego escogido por la bestia y aceptado por la bella.
-Sintió confesarte que no soy el hombre que buscas -mis ojos centellearon rojos como los del demonio que era -soy peor, infinitamente peor.
Te voy a contar lo que va a pasar hoy, tu lucharas hasta la extenuación, mientras, yo juego mis cartas dejándote creer que puedes llegar a ganarme. Eso te excitará, oxigenara tu sangre y la llenara de placer para mi.
Sonreí lascivamente mirando esos ojos que me miraban cargados de ira.
-El final sera tu muerte, acabaras en este callejón sin una sola gota de sangre, eso si, voy a hacerte jadear, suplicar y mucho mas.
Separé mi espalda de la pared mostrandole mis colmillos por los que pasee mi lengua desafiante.
-Sabes, acabas de convertir una noche mas, en una excitante, no me defraudes.
No me llevó demasiado tiempo percatarme de que estaba siendo observado por una preciosa rubia que desde el exterior musitaba un nombre que no me correspondía entre dientes.
Su corazón bombeaba excitado, como un tambor golpeaba su pecho cargado de adrenalina.
Relamí mis labios sediento, no de cerveza en ese momento, bien sabia que esa mujer no era una mas, escondida entre las sombras, cada podo de su piel desprendía agresividad.
Una buena noche para torturar. Mis ojos se enrojecieron, la gesta iba a empezar, esperaba la menos que me siguiera el ritmo del bale, pues yo no era un vampiro como los demás, mi antigüedad de mas de 6000 años me convertía en uno de los primeros que moraba la tierra, descendiente directo de Cain, mi linaje se remontaba hasta el inicio de los tiempos.
Doblé el periódico por la mitad, dejándolo en su lugar, unas monedas sobre la barra que bien pagaría la consumición tomada y con una sonrisa ladina caminé con tranquilidad entre el humo de los puros que difuminaban mi imagen frente a los ojos de la dama.
Sonrisa ladina en mi rostro al atravesar el umbral, el paso de un carro frente a mi, me dio tiempo suficiente para perderme de los ojos de la cazadora, que sedienta me esperaba acariciando el mango de sus armas.
A su espalda mi aliento rozó su cuello y mis dedos su cintura erizando su piel con un toque gélido.
-¿me buscabas? -pregunté antes de desaparecer por el callejón trasero.
Luces y sombras de la farola se perdían entre esas estrechas paredes. Apoyé contra una mi espalda, cruzando los brazos mientras esperaba a mi compañera de baile que de sobra sabia aceptaría un mano a mano conmigo.
El latido de su corazón acompasaba a sus pasos adentrándose en el campo de juego escogido por la bestia y aceptado por la bella.
-Sintió confesarte que no soy el hombre que buscas -mis ojos centellearon rojos como los del demonio que era -soy peor, infinitamente peor.
Te voy a contar lo que va a pasar hoy, tu lucharas hasta la extenuación, mientras, yo juego mis cartas dejándote creer que puedes llegar a ganarme. Eso te excitará, oxigenara tu sangre y la llenara de placer para mi.
Sonreí lascivamente mirando esos ojos que me miraban cargados de ira.
-El final sera tu muerte, acabaras en este callejón sin una sola gota de sangre, eso si, voy a hacerte jadear, suplicar y mucho mas.
Separé mi espalda de la pared mostrandole mis colmillos por los que pasee mi lengua desafiante.
-Sabes, acabas de convertir una noche mas, en una excitante, no me defraudes.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Periódico para dos (libre)
La Parca escuchó toda la perorata del vampiro. Nunca subestimaba a las sanguijuelas porque muchas de ellas eran asesinos milenarios, depredadores sin conciencia ni escrúpulos, aunque no puedo evitar esbozar media sonrisa cínica cuando el vampiro acabó de soltarle todo el discurso y las amenazas.
Era alto, bien hecho, de mirada azul penetrante y una voz grave y modulada. No podía descifrar su acento pero no era americano, eso seguro. Rápidamente analizó los puntos flacos de la criatura, no era un mastodonte con lo cual seguramente fuera ágil, rápido y extra fuerte, como muchos cainitas. No podría usar su propio peso ni fuerza contra él. Tampoco serviría ser más rápida porque cuando los vampiros tenían esa velocidad acelerada apenas los podías ver, y su sigilo era enorme. Así pues ¿cuál era su punto débil? Su ego. Estaba claro.
La cazadora compuso un gesto de hastío cuando lo vio sacar los colmillos y se tomó su tiempo para hablar. ¿Temeraría? ¿Inconsciente? no, solamente muy británica y muy consciente de que ella era superior al vampiro sólo por eso. Quizás acabase muerta, pero una muerto inglés siempre estaba por encima de cualquier otro muerto.
— Como charlatán tiene mucho futuro, como adivino no sé. No creo haberle dado permiso para tutearme, ya que va a destriparme y a hacerme suplicar, al menos tenga la decencia de tratarme como a una dama, que es lo que soy.
Aveline iba enfundada en un traje de cuero burdeos, hecho a medida, que le permitía los movimientos durante la lucha. Era alta, fibrada, con una melena de un color entre rubio oscuro y castaño claro, y unos ojos limpios y azules. Sus movimientos denotaban seguridad, agilidad, elegancia. Era como una pantera en movimiento, pero sin ser un cambiante.
— Dado que usted no es Montgomery Clarke, le deseo una feliz noche de asesinatos y homicidios y lamentándolo mucho tendré que declinar su oferta para ser su cena, no concedo citas cuando ya tengo una y su congénere me está esperando.
Se dio la vuelta y caminó hacia fuera del callejón, no tenía orden de caza contra ese bastardo, pero se había quedado con su cara y todos los detalles que había podido reunir. Lo hablaría con Axel. La mera amenaza ya era suficiente para que ella hubiera acabado con él sin miramientos, pero ese vampiro no parecía novato y ella estaba en mitad de una misión.
Era alto, bien hecho, de mirada azul penetrante y una voz grave y modulada. No podía descifrar su acento pero no era americano, eso seguro. Rápidamente analizó los puntos flacos de la criatura, no era un mastodonte con lo cual seguramente fuera ágil, rápido y extra fuerte, como muchos cainitas. No podría usar su propio peso ni fuerza contra él. Tampoco serviría ser más rápida porque cuando los vampiros tenían esa velocidad acelerada apenas los podías ver, y su sigilo era enorme. Así pues ¿cuál era su punto débil? Su ego. Estaba claro.
La cazadora compuso un gesto de hastío cuando lo vio sacar los colmillos y se tomó su tiempo para hablar. ¿Temeraría? ¿Inconsciente? no, solamente muy británica y muy consciente de que ella era superior al vampiro sólo por eso. Quizás acabase muerta, pero una muerto inglés siempre estaba por encima de cualquier otro muerto.
— Como charlatán tiene mucho futuro, como adivino no sé. No creo haberle dado permiso para tutearme, ya que va a destriparme y a hacerme suplicar, al menos tenga la decencia de tratarme como a una dama, que es lo que soy.
Aveline iba enfundada en un traje de cuero burdeos, hecho a medida, que le permitía los movimientos durante la lucha. Era alta, fibrada, con una melena de un color entre rubio oscuro y castaño claro, y unos ojos limpios y azules. Sus movimientos denotaban seguridad, agilidad, elegancia. Era como una pantera en movimiento, pero sin ser un cambiante.
— Dado que usted no es Montgomery Clarke, le deseo una feliz noche de asesinatos y homicidios y lamentándolo mucho tendré que declinar su oferta para ser su cena, no concedo citas cuando ya tengo una y su congénere me está esperando.
Se dio la vuelta y caminó hacia fuera del callejón, no tenía orden de caza contra ese bastardo, pero se había quedado con su cara y todos los detalles que había podido reunir. Lo hablaría con Axel. La mera amenaza ya era suficiente para que ella hubiera acabado con él sin miramientos, pero ese vampiro no parecía novato y ella estaba en mitad de una misión.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Periódico para dos (libre)
Sonreí de medio lado apoyando la espalda en la pared, al parecer la cazadora se había indignado por no ser tratada como una dama.
Jamas había visto algo parecido, la mayoría de ellas se ofuscaba justo por lo contrario, por no ser “tomadas en serio” en su papel de cazadoras asesinas.
Me costo contener una risa irónica mientras escuchaba su relato, ese en el que apostaba que podría ganarme la vida como charlatán, quizás también como adivino. Desde luego ella podía ganarse la vida en cualquier burdel, tendría una larga lista de clientes pues su cuerpo era un espectáculo.
-Me planteare acompañar a los gitanos en sus circos, quizás queráis acompañarme.
Enfundada en un traje de piel burdeos que se ceñía a su cuerpo marcando sus labios y no precisamente con los que no dejaba de decir sandeces, se digno a dedicarme una mirada desafiante. Una, que por desgracia quedo en nada, al asegurar que si no era su presa, no le interesaba. Quizás esa mujer pensara que el juego había terminado, que era libre de volver por donde había venido. Y quizás de ser otro momento y no este, así lo hubiera sido.
No tenia intención de pelear en un callejón cuando mi cuerpo se había saciado hacia escasas hora, y mucho menos buscar pelea con una mujer que tenia pinta de ser capaz de oponer resistencia.
Pero el destino había hecho que yo fuera un Black y ella la parca, una lastima para ambos, pues hubiera preferido ese mismo enfrentamiento en el lecho de un hotel, con la dama cabalgando desnuda sobre mi montura y bebiendo coñac de su piel.
La inquisición me perseguía, bueno, a mi hermano, y los templarios cercaban el circulo alrededor de estos monstruos milenarios.
Sabia que comunicaría mi presencia a la orden de cazadores y aunque ellos no me preocupaban directamente, la idea de que esa información llegara a los oídos de los “Iluminati” me encelaba profundamente.
Su cuerpo se perdía por el callejón, hasta que se encontró de frente con el mio, ojos rojos como el fuego enfrentaron sus azules que parecían estar deseando bailar este tango conmigo.
-Lo lamento mi señora, pero no puedo dejarte ir, no es algo personal, simplemente te quiero matar.
Mas para que veas que yo soy un caballero y estoy dispuesto a tratarte como una dama, puedo invitarte a mi hotel, tomamos unas copas y después … bueno, creo que ya sabes lo que vendrá después.
Sonrisa ladina en mi rostro mientras me centraba en sus movimientos, esos que ahora parecían tan en guardia como los míos, eramos dos depredadores jugando al juego del despiste, tablero de ajedrez donde los peones no existen y el rey y la reina se baten en efímero duelo.
Relamí mis labios esperando una reacción que me indicara que declinaba las copas y prefería pasar directamente a la acción, no la culpaba, el destino seria el mismo, y supongo que cuando la vida es breve como la suya, perder el tiempo no era lo mas oportuno.
-¿Tienes algún dios al que consagrarte mujer? -pregunté con una media sonrisa chulesca -Creo que seria el momento.
Jamas había visto algo parecido, la mayoría de ellas se ofuscaba justo por lo contrario, por no ser “tomadas en serio” en su papel de cazadoras asesinas.
Me costo contener una risa irónica mientras escuchaba su relato, ese en el que apostaba que podría ganarme la vida como charlatán, quizás también como adivino. Desde luego ella podía ganarse la vida en cualquier burdel, tendría una larga lista de clientes pues su cuerpo era un espectáculo.
-Me planteare acompañar a los gitanos en sus circos, quizás queráis acompañarme.
Enfundada en un traje de piel burdeos que se ceñía a su cuerpo marcando sus labios y no precisamente con los que no dejaba de decir sandeces, se digno a dedicarme una mirada desafiante. Una, que por desgracia quedo en nada, al asegurar que si no era su presa, no le interesaba. Quizás esa mujer pensara que el juego había terminado, que era libre de volver por donde había venido. Y quizás de ser otro momento y no este, así lo hubiera sido.
No tenia intención de pelear en un callejón cuando mi cuerpo se había saciado hacia escasas hora, y mucho menos buscar pelea con una mujer que tenia pinta de ser capaz de oponer resistencia.
Pero el destino había hecho que yo fuera un Black y ella la parca, una lastima para ambos, pues hubiera preferido ese mismo enfrentamiento en el lecho de un hotel, con la dama cabalgando desnuda sobre mi montura y bebiendo coñac de su piel.
La inquisición me perseguía, bueno, a mi hermano, y los templarios cercaban el circulo alrededor de estos monstruos milenarios.
Sabia que comunicaría mi presencia a la orden de cazadores y aunque ellos no me preocupaban directamente, la idea de que esa información llegara a los oídos de los “Iluminati” me encelaba profundamente.
Su cuerpo se perdía por el callejón, hasta que se encontró de frente con el mio, ojos rojos como el fuego enfrentaron sus azules que parecían estar deseando bailar este tango conmigo.
-Lo lamento mi señora, pero no puedo dejarte ir, no es algo personal, simplemente te quiero matar.
Mas para que veas que yo soy un caballero y estoy dispuesto a tratarte como una dama, puedo invitarte a mi hotel, tomamos unas copas y después … bueno, creo que ya sabes lo que vendrá después.
Sonrisa ladina en mi rostro mientras me centraba en sus movimientos, esos que ahora parecían tan en guardia como los míos, eramos dos depredadores jugando al juego del despiste, tablero de ajedrez donde los peones no existen y el rey y la reina se baten en efímero duelo.
Relamí mis labios esperando una reacción que me indicara que declinaba las copas y prefería pasar directamente a la acción, no la culpaba, el destino seria el mismo, y supongo que cuando la vida es breve como la suya, perder el tiempo no era lo mas oportuno.
-¿Tienes algún dios al que consagrarte mujer? -pregunté con una media sonrisa chulesca -Creo que seria el momento.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Periódico para dos (libre)
La inglesa se detuvo y resopló. No le gustaba que se le pusieran a la espalda a susurrarle cosas, era de mal gusto. Se separó unos metro, colocandose bajo la farola y se cruzó de brazos frunciendo los labios al observar al depredador.
— Oh. Estupendo. Y ahora me invita a su hotel como si fuera una furcia barata. Va usted de mal en peor, señor...— dejó el interrogante en el aire para que él le dijera cómo debía llamarlo.
Observó sus gestos y tanteó el terreno con la lengua de serpiente que la caracterizaba.
— ¿Cuántos años tiene? hum... déjeme adivinar...¿dos mil? ¿tres mil? Y le parecerá bonito meterse con alguien que no es de su edad.— Esbozó un sonrisa irónica y descruzó los brazos. Se movió un poco, alrededor del vampiro describiendo un círculo.— Taaaantos años debe ser como una condena. Que los días pasen iguales, uno tras otro en una sucesión lenta. Ver cómo la gente nace, crece y muere, cómo ríen, cómo aman, cómo lloran...pero usted no siente nada, sólo sed, hastío, y una profunda soledad. La eternidad a cambio de su alma. Cada noche en busca de una emoción, de algo distinto, de la estela de un cometa que por un instante haga que ese corazón muerto sienta algo. Pero pocas veces sucede, quizás una o dos en un siglo.
Aveline regresa bajo la farola y extiende las manos en un gesto de resignación.— Sí, puede matarme aqui mismo. Y esta noche será otra cualquiera, una más que no recordará en la inmensa historia de sus noches. O puede... jugar a un juego que le voy a proponer.
La rubia camina unos pasos hacia un cartel que hay pegado sobre los ladrillos de la pared del callejón y señala con el dedo.
— ¿Lo ve? es el concierto de año nuevo en la ópera, mañana. Soy músico en la Filarmónica de París, mañana por la noche acudirá media ciudad a ese concierto, y yo debería estar acabando ya mi misión para meterme en la cama y hacer una buena actuación, pero usted me lo impide. Vaya a la Opera, búsqueme allí, y si es capaz de cazarme entre tanta gente, le aceptaré esa copa en su hotel, es lo justo. Y si quiere matarme porque no le gusta el concierto... lo siento pero no se vale, tenga en cuenta que yo no elijo las piezas, eso es cosa del director.
Se la estaba jugando y mucho, porque el vampiro podía rajarle el cuello allí mismo sin mediar palabra. Pero supuso que a un ser tan poderoso lo que más le agobiaría es el tedio, el aburrimiento, el hecho de que la eternidad fuera tan monótona. El estímulo de una buena caza siempre era interesante. La Parca esbozó media sonrisa temeraria y dio por finalizada la charla encaminándose hacia la salida del callejón. El otro vampiro, el que era su objetivo, estaba saliendo del local, tenía que darle caza cuanto antes.
— Oh. Estupendo. Y ahora me invita a su hotel como si fuera una furcia barata. Va usted de mal en peor, señor...— dejó el interrogante en el aire para que él le dijera cómo debía llamarlo.
Observó sus gestos y tanteó el terreno con la lengua de serpiente que la caracterizaba.
— ¿Cuántos años tiene? hum... déjeme adivinar...¿dos mil? ¿tres mil? Y le parecerá bonito meterse con alguien que no es de su edad.— Esbozó un sonrisa irónica y descruzó los brazos. Se movió un poco, alrededor del vampiro describiendo un círculo.— Taaaantos años debe ser como una condena. Que los días pasen iguales, uno tras otro en una sucesión lenta. Ver cómo la gente nace, crece y muere, cómo ríen, cómo aman, cómo lloran...pero usted no siente nada, sólo sed, hastío, y una profunda soledad. La eternidad a cambio de su alma. Cada noche en busca de una emoción, de algo distinto, de la estela de un cometa que por un instante haga que ese corazón muerto sienta algo. Pero pocas veces sucede, quizás una o dos en un siglo.
Aveline regresa bajo la farola y extiende las manos en un gesto de resignación.— Sí, puede matarme aqui mismo. Y esta noche será otra cualquiera, una más que no recordará en la inmensa historia de sus noches. O puede... jugar a un juego que le voy a proponer.
La rubia camina unos pasos hacia un cartel que hay pegado sobre los ladrillos de la pared del callejón y señala con el dedo.
— ¿Lo ve? es el concierto de año nuevo en la ópera, mañana. Soy músico en la Filarmónica de París, mañana por la noche acudirá media ciudad a ese concierto, y yo debería estar acabando ya mi misión para meterme en la cama y hacer una buena actuación, pero usted me lo impide. Vaya a la Opera, búsqueme allí, y si es capaz de cazarme entre tanta gente, le aceptaré esa copa en su hotel, es lo justo. Y si quiere matarme porque no le gusta el concierto... lo siento pero no se vale, tenga en cuenta que yo no elijo las piezas, eso es cosa del director.
Se la estaba jugando y mucho, porque el vampiro podía rajarle el cuello allí mismo sin mediar palabra. Pero supuso que a un ser tan poderoso lo que más le agobiaría es el tedio, el aburrimiento, el hecho de que la eternidad fuera tan monótona. El estímulo de una buena caza siempre era interesante. La Parca esbozó media sonrisa temeraria y dio por finalizada la charla encaminándose hacia la salida del callejón. El otro vampiro, el que era su objetivo, estaba saliendo del local, tenía que darle caza cuanto antes.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Periódico para dos (libre)
Sonrisa ladina en mi rostro escuchándola de nuevo, ella apoyada en la farola, como si nada de esto fuera con ella.
Parecía no darse cuenta de que fuera cual fuera su elección no saldría con vida de esta.
Yo no confiaba en nadie, y mucho menos en ella. Si algo te enseña el paso de los siglos, es que estas solo. La traición era mi pan de cada día, no esperaba caridad de nadie, tampoco albergaba sentimientos, nadie me importaba y a nadie le importaba yo, así había subsistido durante 6000 años, y así pensaba subsistir otros 6000.
-No la compararía nunca con una fulana, por suerte, ellas utilizan la lengua para otras cosas que no es hablar precisamente.
Ambos sonreímos, un duelo dialéctico a primera hora de la noche, no estaba mal, aunque prefería hacerlo con una copa de whisky en la mano.
De nuevo la mujer serpenteaba frente a mi tratando de entretenerme con sus vistosos colores. Admito que la imagen era digna de un dios, digna de mi, mas tendría que esforzarse mucho mas si pensaba captar mi atención.
-Vaya, ahora te da por llamarme desconsiderado por nuestra diferencia de edad ¿nunca os imagine tan burda? Si tuviera que fijarme solo en las damas de mi edad, la mayoría serian momias, pocas inmortales tiene mis siglos a las espaldas...digamos que me va eso de asaltar cunas.
Mas fueron sus siguientes palabras las que me hicieron reír con ganas, hablaba de lo triste y aburrida que debía ser mi vida inmortal.
Hice un mohin, fingiendo esa desolación que narraba mientras como una depredadora nata daba vueltas a mi alrededor.
-se equivoca de nuevo, es cierto que veo al rebaño como en buen pastor, nacer, crecer, reproducirse y morir y es mi voluntad decidir que oveja comer cada noche.
Mas eso no quita que disfrute cada segundo de mi no vida. Mato, bebo, follo, mi existencia es tan plena como la tuya.
Solo dices una verdad a medias, y es que mi corazón es de piedra, no se amar, ni siquiera una vez cada siglo, nunca. ¿sabes? Ese es el secreto de la felicidad pequeña cazadora, no dejar que nada ni nadie pueda tocarte.
La rubia se separa de mi,habla de que matarla no me concederá ningún placer, no estoy del todo de acuerdo en eso, pues pelear con ella seria una bonita forma de empezar la noche, aunque por supuesto mas lo seria hundirme entre sus piernas hasta el amanecer y matarla después.
Caminó hacia un cartel que colgaba de la pared, perfectamente iluminado por la farola.
Diversión ,eso me produjeron sus palabras, esas que me incitaban a darle caza en un concierto de opera,entre la multitud, solo entonces aceptaría esa copa conmigo.
Acorte la distancia, se sobresalto por la rapidez con la que mi cuerpo se orilló al suyo, con mi mirada roja fija en sus azulados ojos.
-Doblemos la apuesta ¿quieres? Aflojé el nudo de mi corbata para dejarla caer sobre su cuello, un tirón la acercó hacia mis labios, aunque no existió contacto entre ambos.
-Llevaras esto en alguna parte de tu cuerpo -alcé la mano para obligarla a guardar silencio -no me digas donde..si logro quitártela durante la opera, vendrás al hotel conmigo, tomaremos un par de copas en mi habitación y me dejaras alimentarme de ti.
Podría hacerlo a la fuerza, pero la verdad, la idea de que te sometas voluntariamente me excita demasiado como para no arriesgarme a jugar contigo. ¿que dices?
Parecía no darse cuenta de que fuera cual fuera su elección no saldría con vida de esta.
Yo no confiaba en nadie, y mucho menos en ella. Si algo te enseña el paso de los siglos, es que estas solo. La traición era mi pan de cada día, no esperaba caridad de nadie, tampoco albergaba sentimientos, nadie me importaba y a nadie le importaba yo, así había subsistido durante 6000 años, y así pensaba subsistir otros 6000.
-No la compararía nunca con una fulana, por suerte, ellas utilizan la lengua para otras cosas que no es hablar precisamente.
Ambos sonreímos, un duelo dialéctico a primera hora de la noche, no estaba mal, aunque prefería hacerlo con una copa de whisky en la mano.
De nuevo la mujer serpenteaba frente a mi tratando de entretenerme con sus vistosos colores. Admito que la imagen era digna de un dios, digna de mi, mas tendría que esforzarse mucho mas si pensaba captar mi atención.
-Vaya, ahora te da por llamarme desconsiderado por nuestra diferencia de edad ¿nunca os imagine tan burda? Si tuviera que fijarme solo en las damas de mi edad, la mayoría serian momias, pocas inmortales tiene mis siglos a las espaldas...digamos que me va eso de asaltar cunas.
Mas fueron sus siguientes palabras las que me hicieron reír con ganas, hablaba de lo triste y aburrida que debía ser mi vida inmortal.
Hice un mohin, fingiendo esa desolación que narraba mientras como una depredadora nata daba vueltas a mi alrededor.
-se equivoca de nuevo, es cierto que veo al rebaño como en buen pastor, nacer, crecer, reproducirse y morir y es mi voluntad decidir que oveja comer cada noche.
Mas eso no quita que disfrute cada segundo de mi no vida. Mato, bebo, follo, mi existencia es tan plena como la tuya.
Solo dices una verdad a medias, y es que mi corazón es de piedra, no se amar, ni siquiera una vez cada siglo, nunca. ¿sabes? Ese es el secreto de la felicidad pequeña cazadora, no dejar que nada ni nadie pueda tocarte.
La rubia se separa de mi,habla de que matarla no me concederá ningún placer, no estoy del todo de acuerdo en eso, pues pelear con ella seria una bonita forma de empezar la noche, aunque por supuesto mas lo seria hundirme entre sus piernas hasta el amanecer y matarla después.
Caminó hacia un cartel que colgaba de la pared, perfectamente iluminado por la farola.
Diversión ,eso me produjeron sus palabras, esas que me incitaban a darle caza en un concierto de opera,entre la multitud, solo entonces aceptaría esa copa conmigo.
Acorte la distancia, se sobresalto por la rapidez con la que mi cuerpo se orilló al suyo, con mi mirada roja fija en sus azulados ojos.
-Doblemos la apuesta ¿quieres? Aflojé el nudo de mi corbata para dejarla caer sobre su cuello, un tirón la acercó hacia mis labios, aunque no existió contacto entre ambos.
-Llevaras esto en alguna parte de tu cuerpo -alcé la mano para obligarla a guardar silencio -no me digas donde..si logro quitártela durante la opera, vendrás al hotel conmigo, tomaremos un par de copas en mi habitación y me dejaras alimentarme de ti.
Podría hacerlo a la fuerza, pero la verdad, la idea de que te sometas voluntariamente me excita demasiado como para no arriesgarme a jugar contigo. ¿que dices?
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Periódico para dos (libre)
La rubia contuvo el aliento cuando el vampiro tiró de ella, llevándose la mano al costado donde tenía una daga curva prendida del cinto. El monstruos sólo habló, así que contuvo el impulso de blandir el arma. Hizo una pausa de dos segundos y adoptó un gesto de determinación susurrandole.— Sea.
Se apartó del vampiro, se quitó la corbata del cuello y la enrolló atándola al cinto para luego darse la vuelta, sacando de su uniforme un chakram hindú, un aro de metal afilado, que al separar sus dos partes se convertía en dos filos curvos que se acoplaban al puño. Le habló a Assur con toda la indiferencia de la que era capaz, dándole la espalda, su objetivo en ese momento era otro.
— Y ahora si no le importa... tengo trabajo. Póngase elgante para la Ópera.
Caminó con premura hasta salir del callejón y observó al vampiro que iba persiguiendo, al tal Montgomery, salir del bar. Se pegó a la pared como una cobra, y ágilmente se deslizó entre las sombras hasta alcanzar el siguiente recoveco oscuro. Desde allí se lanzó contra el chupasangres y en dos certeros movimientos le cortó el cuello, aprovechando el desconcierto de la bestia, sacó del cinto una estaca y la clavó en su oscuro corazón, haciendo que estallase en cenizas y carne quemada. Recuperó la estaca girándola entre las manos, elevó un segundo la mirada, que encontró la del otro demonio, le dedicó una sonrisa de medio lado y desapareció rápidamente entre las brumas oscuras de los bajos fondos.
-------------------------------------------------
Concierto de Año Nuevo, Ópera de París.
El teatro de la Ópera en el centro de París estaba muy concurrido, era el primer evento del año y se juntaban allí toda la alta sociedad y la cúpula empresarial, todo aquel que tuviera dinero o títulos y una excusa para pavonearse con sus mejores galas delante de los demás.
La ópera podía albergar un aforo de dos mil personas más los músicos, tramoyistas y peones. En total allí había cerca de dos mil quinientas personas pululando. En el cartel del concierto, dirigía Giovanni Battista Viotti un programa variado donde múltiples obras del Romantacismo y de Haydn se iban a performar. Entre los platos fuertes se encontraban las Sinfonía n.º 85 en si bemol mayor, La Reine (La Reina) tocada por el cencertino de la Orquesta, un violinista joven, alemán y de gran talento; y el concierto para flauta, arpa y orquesta en do mayor, de Mozart, ejecutado por la arpista inglesa Lady Aveline Faith Blackmore.
Antes de salir de casa, la cazadora se había arreglado esmeradamente para evitar a toda costa que ese vampiro se saliese con la suya. Eligió a conciencia el atuendo. Los músicos sólo podían ir de negro o blanco, así que se calzó un vestido largo y negro en el que cuando acababa el corsé comenzaba el encaje bordado de pedrería; tenía mangas largas y el cuello alto, desde el cual descendía un rosario de botones hasta la mitad de la espalda. Por ahí no podría colar la mano el vampiro. La maldita corbata estaba en sus manos y dudó si llevarla o no y romper cualquier trato que hubiera hecho con aquella sanguijuela, pero no, ella no se escondía de ningún monstruo, y su palabra era sagrada. Anudó la seda a su ropa interior y dio una vuelta alrededor de sus costillas afianzándola. Se recogió el pelo en la nuca dejando las facciones limpias a la vista.
Llegó al teatro una hora antes junto a su hermano Axel, que ocuparía un asiento en platea en las primeras filas, y otro cazador amigo del capitán. No estaría sola allí, y ambos estaban avisados de lo que podía suceder. Los músicos tenían que afinar y calentar un rato antes del concierto.
Se apartó del vampiro, se quitó la corbata del cuello y la enrolló atándola al cinto para luego darse la vuelta, sacando de su uniforme un chakram hindú, un aro de metal afilado, que al separar sus dos partes se convertía en dos filos curvos que se acoplaban al puño. Le habló a Assur con toda la indiferencia de la que era capaz, dándole la espalda, su objetivo en ese momento era otro.
— Y ahora si no le importa... tengo trabajo. Póngase elgante para la Ópera.
Caminó con premura hasta salir del callejón y observó al vampiro que iba persiguiendo, al tal Montgomery, salir del bar. Se pegó a la pared como una cobra, y ágilmente se deslizó entre las sombras hasta alcanzar el siguiente recoveco oscuro. Desde allí se lanzó contra el chupasangres y en dos certeros movimientos le cortó el cuello, aprovechando el desconcierto de la bestia, sacó del cinto una estaca y la clavó en su oscuro corazón, haciendo que estallase en cenizas y carne quemada. Recuperó la estaca girándola entre las manos, elevó un segundo la mirada, que encontró la del otro demonio, le dedicó una sonrisa de medio lado y desapareció rápidamente entre las brumas oscuras de los bajos fondos.
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Concierto de Año Nuevo, Ópera de París.
El teatro de la Ópera en el centro de París estaba muy concurrido, era el primer evento del año y se juntaban allí toda la alta sociedad y la cúpula empresarial, todo aquel que tuviera dinero o títulos y una excusa para pavonearse con sus mejores galas delante de los demás.
La ópera podía albergar un aforo de dos mil personas más los músicos, tramoyistas y peones. En total allí había cerca de dos mil quinientas personas pululando. En el cartel del concierto, dirigía Giovanni Battista Viotti un programa variado donde múltiples obras del Romantacismo y de Haydn se iban a performar. Entre los platos fuertes se encontraban las Sinfonía n.º 85 en si bemol mayor, La Reine (La Reina) tocada por el cencertino de la Orquesta, un violinista joven, alemán y de gran talento; y el concierto para flauta, arpa y orquesta en do mayor, de Mozart, ejecutado por la arpista inglesa Lady Aveline Faith Blackmore.
Antes de salir de casa, la cazadora se había arreglado esmeradamente para evitar a toda costa que ese vampiro se saliese con la suya. Eligió a conciencia el atuendo. Los músicos sólo podían ir de negro o blanco, así que se calzó un vestido largo y negro en el que cuando acababa el corsé comenzaba el encaje bordado de pedrería; tenía mangas largas y el cuello alto, desde el cual descendía un rosario de botones hasta la mitad de la espalda. Por ahí no podría colar la mano el vampiro. La maldita corbata estaba en sus manos y dudó si llevarla o no y romper cualquier trato que hubiera hecho con aquella sanguijuela, pero no, ella no se escondía de ningún monstruo, y su palabra era sagrada. Anudó la seda a su ropa interior y dio una vuelta alrededor de sus costillas afianzándola. Se recogió el pelo en la nuca dejando las facciones limpias a la vista.
Llegó al teatro una hora antes junto a su hermano Axel, que ocuparía un asiento en platea en las primeras filas, y otro cazador amigo del capitán. No estaría sola allí, y ambos estaban avisados de lo que podía suceder. Los músicos tenían que afinar y calentar un rato antes del concierto.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Periódico para dos (libre)
Llegó la noche de la opera, frente al espejo de la habitación del lujoso hotel les Arenes, acomodé la chaqueta negra sobre mi blanca camisa, abrochada hasta el ultimo botón, mas sin corbata.
Sobre mi cabeza el sombreo oscuro que cubría ligeramente mi rostro, bastón en mano con la cabeza tallada en plata de un grifo alado.
Todo estaba preparado para que comenzara el espectáculo y solo habia una cosa que me excitaba mas que la misma sangre, y eso era el juego, la caza.
Era gracioso el cambio de roles que adquiriríamos esa noche, yo el cazador, ella la presa..no podía pintar mejor aquella noche.
Claro que puede que la dama me subestimara, no había mantenido mi inmortalidad 6000 años solo por ser el hijo de Cain, si no porque desconfiaba hasta de la sombra que me acompañaba.
El cochero me llevo al lugar dispuesto, la Opera tenia un gran aforo, entradas limitadas aun así con gran cantidad de gente noble por los alrededores dejándose ver con sus mejores galas.
Me adentre tomando uno de los panfletos donde indicarían el orden de cada acto, como colofon final mi amada esclava, que tocaría primero el arpa y esperaba que al final de la noche hiciera lo propio con otro instrumento mas similar a la flauta.
Sonreí de medio lado subiendo al palco principal, no me retiré ni capa, ni sombrero, quizás porque deseaba que me viera, que cuando lazara sus dos orbes azules, no le cupiera la menos duda de que la corbata volvería junto a su legitimo propietario.
Intuí, por el nerviosismo de algunos hombres sentados en las primeras filas que estaban al tanto de lo sucedido, que darme caza era la prioridad de aquella noche, mas lejos de enfadarme su falta de palabra, me excitó la idea de poner sobre el tablero algunas piezas mas.
Pronto se apagaron las luces del anfiteatro, solo iluminado el escenario, la música empezó a embriagar a los aficionados con tan esquisto espectáculo.
Escuché con atención ,cada nota, viviendo aquel sonido que resultaba tranquilizador, cargado se sentimientos románticos que por desgracia a mi no me llegaban.
Llegó el momento del arpa, me hubiera alzado para aplaudir a mi dama, de no ser un teatro cargado de riguroso silencio..quizás hubiera sido mas acertado estar en un circo romano.
Sus dedos acariciaron las cuerdas tensas, tanto como su espalda que creo esperaba mis dedos acariciando su piel en cualquier momento.
Un gesto de cabeza basto para indicar al que manejaba las luces para que todo cayera en absoluta oscuridad.
Pude oír los gritos del teatro, el desconcierto mientras me movía raudo entre los asientos, dejándome caer por el balcón ,aterrizando en pie, con las rodillas flexionadas en le piso de abajo.
Su cuerpo se afianzo al mio, contra el arpa, que sonó de forma estruendosa al caer al suelo.
-¿Me esperabas? -susurré contra sus labios, mientras mis dedos se paseaban sobre la ropa que cubría su cuerpo.
Un vestido negro, ajustado, de mangas y cuello largo ,que esperaba dificultar el paso a mis manos. Poco me conocía la dama, si pensaba que un trozo de tela me frenaría en esta contienda.
Tome, el cuello, y de un tirón seco desquebrajé la tela dejándola echa jirones en el suelo.
Acaricie con mis fríos dedos la corbata, dejando que mi aliento meciera su pelo.
-Shhhhhhhhhhhh -susurré contra su boca, sintiendo como la dama se removía contra mis brazos.
Apenas habían pasado unos segundos de desconcierto, de hombres tratando de iluminar el escenario. Los cazadores parecía decididos a dar caza al inmortal de la corbata.
-Hotel les arenes. Habitación 666 -susurré mordiendo con suavidad el lóbulo de su oreja.
Sobre mi cabeza el sombreo oscuro que cubría ligeramente mi rostro, bastón en mano con la cabeza tallada en plata de un grifo alado.
Todo estaba preparado para que comenzara el espectáculo y solo habia una cosa que me excitaba mas que la misma sangre, y eso era el juego, la caza.
Era gracioso el cambio de roles que adquiriríamos esa noche, yo el cazador, ella la presa..no podía pintar mejor aquella noche.
Claro que puede que la dama me subestimara, no había mantenido mi inmortalidad 6000 años solo por ser el hijo de Cain, si no porque desconfiaba hasta de la sombra que me acompañaba.
El cochero me llevo al lugar dispuesto, la Opera tenia un gran aforo, entradas limitadas aun así con gran cantidad de gente noble por los alrededores dejándose ver con sus mejores galas.
Me adentre tomando uno de los panfletos donde indicarían el orden de cada acto, como colofon final mi amada esclava, que tocaría primero el arpa y esperaba que al final de la noche hiciera lo propio con otro instrumento mas similar a la flauta.
Sonreí de medio lado subiendo al palco principal, no me retiré ni capa, ni sombrero, quizás porque deseaba que me viera, que cuando lazara sus dos orbes azules, no le cupiera la menos duda de que la corbata volvería junto a su legitimo propietario.
Intuí, por el nerviosismo de algunos hombres sentados en las primeras filas que estaban al tanto de lo sucedido, que darme caza era la prioridad de aquella noche, mas lejos de enfadarme su falta de palabra, me excitó la idea de poner sobre el tablero algunas piezas mas.
Pronto se apagaron las luces del anfiteatro, solo iluminado el escenario, la música empezó a embriagar a los aficionados con tan esquisto espectáculo.
Escuché con atención ,cada nota, viviendo aquel sonido que resultaba tranquilizador, cargado se sentimientos románticos que por desgracia a mi no me llegaban.
Llegó el momento del arpa, me hubiera alzado para aplaudir a mi dama, de no ser un teatro cargado de riguroso silencio..quizás hubiera sido mas acertado estar en un circo romano.
Sus dedos acariciaron las cuerdas tensas, tanto como su espalda que creo esperaba mis dedos acariciando su piel en cualquier momento.
Un gesto de cabeza basto para indicar al que manejaba las luces para que todo cayera en absoluta oscuridad.
Pude oír los gritos del teatro, el desconcierto mientras me movía raudo entre los asientos, dejándome caer por el balcón ,aterrizando en pie, con las rodillas flexionadas en le piso de abajo.
Su cuerpo se afianzo al mio, contra el arpa, que sonó de forma estruendosa al caer al suelo.
-¿Me esperabas? -susurré contra sus labios, mientras mis dedos se paseaban sobre la ropa que cubría su cuerpo.
Un vestido negro, ajustado, de mangas y cuello largo ,que esperaba dificultar el paso a mis manos. Poco me conocía la dama, si pensaba que un trozo de tela me frenaría en esta contienda.
Tome, el cuello, y de un tirón seco desquebrajé la tela dejándola echa jirones en el suelo.
Acaricie con mis fríos dedos la corbata, dejando que mi aliento meciera su pelo.
-Shhhhhhhhhhhh -susurré contra su boca, sintiendo como la dama se removía contra mis brazos.
Apenas habían pasado unos segundos de desconcierto, de hombres tratando de iluminar el escenario. Los cazadores parecía decididos a dar caza al inmortal de la corbata.
-Hotel les arenes. Habitación 666 -susurré mordiendo con suavidad el lóbulo de su oreja.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Periódico para dos (libre)
Aveline se esperaba cualquier treta por parte de la sanguijuela, y Axel estaba al tanto, así que los cazadores saltaron sobre el escenario en apenas diez segundos. Desenvainaron las armas, uno llevaba una espada plana, otro un par de pistolas, Axel llevaba una cadena terminada en un aguijón. Blackmore lanzó la cadena enrollándola en la mano del vampiro y Aveline aprovechó para sacar del mástil de su arpa un cuchillete plano oriental cuya punta era de madera lo clavó con saña en el costado de Assur y seguidamente lo giró rompiéndolo. Ahora esa espina de madera recorrería poco a poco su cuerpo. No lo mataría, pero le molestaría. Un pequeño recuerdo de la inglesa, cortesía de la casa.
La cadena se rompió dejando libre al cainita, que no perdió el tiempo y se escucharon los disparos, pero en medio de aquella oscuridad y con tanta gente, no era plan de seguir disparando porque podía herir a aleguien.
— Quietos!!! no disparéis!!! vamos, rápido!!!.— Las órdenes del capitán fueron obedecidas de inmediato, tenían que salir de allí, seguir a aquella criatura y que cuando las luces volviesen no los pillaran en el escenario esgrimiendo armas.
El pequeó grupo corrió tras las bambalinas y allí se reagruparon. Assur había escapado, pero tenía una dirección. La rubia maldijo por lo bajo, era muy escurridizo y muy osado, había orquesatdo un apagón que seguramente haría que cancelasen el concierto, sólo para llegar hasta ella. Se estremeció al pensarlo. Ahora tenía a un psicópata de miles de años interesado en acabar con ella. Apretó los dientes, eran cazadores y tenía claro que en algún momento se enfrentaría cara a cara con alguno que podría darle matarile.
-------------------------------------------------------------------------
Las dos noches siguientes no podía dormir, tenía la sensación de que Assur podría entrar en su casa como si nada y rajarle la garganta, visto lo visto, la que montó en el teatro. Acababa en la cama de su hermano, como cuando eran críos. No es que fuera miedosa, se había criado entre hombres fuertes y ella misma era la encarnación de la propia diosa de la guerra Atenea, que además era la diosa de la sabiduría y las artes. Una mujer equilibrada y forjada en hierro con mucho esfuerzo. No se asustaba de peligros que la mayoría de mortales consideraría como verdaderos terrores. Pero sí, estaba muy inquieta, ese vampiro no era un neófito y la frialdad que supuraba le había calado de alguna forma.
— Faith...no te preocupes. No dejaré que te pase nada. Como cuando éramos pequeños ¿te acuerdas? la primera vez que fuimos a un nido con Lord Morgan y Padre..— Lord Blackmore los llevó a su primera caza con siete y catorce años respectivamente.
— Lo sé Em. — Los hermanos se llamaban por el segundo nombre, y el de Axel era Emory. Aveline se hizo un ovillo en la cama pegada al capitán. A su edad, ninguno disponía de un vida sentimental estable, y siempre habían compartido esa cercanía.— pero esa criatura me da mal fario, es diferente de lo que he cazado hasta ahora, es mucho más letal.
El capitán simplemente la abrazó y guardó silencio, tenía en mente un plan para tratar de capturar a la bestia, pero lo prepararían al día siguiente.
Sus métodos no siempre eran lo más ortodoxos, se había criado en una familia de rancia tradición, pero la caza era la caza y debían ser ante todo prácticos y letales. El honor no tenía cabida cuando se trataba de sacar de la circulación a un asesino. Movió unos cuantos hilos y prepararon todo el circo, aprovechando que de dia los vampiros no podían salir.
-------------------------------------------------------
Hotel Les Arenes, habitacion 666.
Aveline se había puesto un vestido negro con encajes en las mangas y escote cuadrado. Esa vez no se había recogido el pelo como en el teatro, simplemente lo llevaba cepillado y recogidos los mechones de las sienes con sendos pasadores de pedrería. Estaba nerviosa las horas antes, pero su temple de acero apareció en cuanto puso un pie en el hotel. La suerte estaba echada y sólo tenía que dejar que su adrenalina y sus reflejos hicieran el resto. Estaba preparada, estaba a la altura, y si el monstruo acababa con ella, pues ya está, caería como siempre había querido: demostrando que era la mejor cazadora de su generación, pero no siempre se podía ganar, habia seres más poderosos.
Llamó a la puerta donde los tres seises colgaban como una advertencia de lo que se iba a encontrar dentro.
La cadena se rompió dejando libre al cainita, que no perdió el tiempo y se escucharon los disparos, pero en medio de aquella oscuridad y con tanta gente, no era plan de seguir disparando porque podía herir a aleguien.
— Quietos!!! no disparéis!!! vamos, rápido!!!.— Las órdenes del capitán fueron obedecidas de inmediato, tenían que salir de allí, seguir a aquella criatura y que cuando las luces volviesen no los pillaran en el escenario esgrimiendo armas.
El pequeó grupo corrió tras las bambalinas y allí se reagruparon. Assur había escapado, pero tenía una dirección. La rubia maldijo por lo bajo, era muy escurridizo y muy osado, había orquesatdo un apagón que seguramente haría que cancelasen el concierto, sólo para llegar hasta ella. Se estremeció al pensarlo. Ahora tenía a un psicópata de miles de años interesado en acabar con ella. Apretó los dientes, eran cazadores y tenía claro que en algún momento se enfrentaría cara a cara con alguno que podría darle matarile.
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Las dos noches siguientes no podía dormir, tenía la sensación de que Assur podría entrar en su casa como si nada y rajarle la garganta, visto lo visto, la que montó en el teatro. Acababa en la cama de su hermano, como cuando eran críos. No es que fuera miedosa, se había criado entre hombres fuertes y ella misma era la encarnación de la propia diosa de la guerra Atenea, que además era la diosa de la sabiduría y las artes. Una mujer equilibrada y forjada en hierro con mucho esfuerzo. No se asustaba de peligros que la mayoría de mortales consideraría como verdaderos terrores. Pero sí, estaba muy inquieta, ese vampiro no era un neófito y la frialdad que supuraba le había calado de alguna forma.
— Faith...no te preocupes. No dejaré que te pase nada. Como cuando éramos pequeños ¿te acuerdas? la primera vez que fuimos a un nido con Lord Morgan y Padre..— Lord Blackmore los llevó a su primera caza con siete y catorce años respectivamente.
— Lo sé Em. — Los hermanos se llamaban por el segundo nombre, y el de Axel era Emory. Aveline se hizo un ovillo en la cama pegada al capitán. A su edad, ninguno disponía de un vida sentimental estable, y siempre habían compartido esa cercanía.— pero esa criatura me da mal fario, es diferente de lo que he cazado hasta ahora, es mucho más letal.
El capitán simplemente la abrazó y guardó silencio, tenía en mente un plan para tratar de capturar a la bestia, pero lo prepararían al día siguiente.
Sus métodos no siempre eran lo más ortodoxos, se había criado en una familia de rancia tradición, pero la caza era la caza y debían ser ante todo prácticos y letales. El honor no tenía cabida cuando se trataba de sacar de la circulación a un asesino. Movió unos cuantos hilos y prepararon todo el circo, aprovechando que de dia los vampiros no podían salir.
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Hotel Les Arenes, habitacion 666.
Aveline se había puesto un vestido negro con encajes en las mangas y escote cuadrado. Esa vez no se había recogido el pelo como en el teatro, simplemente lo llevaba cepillado y recogidos los mechones de las sienes con sendos pasadores de pedrería. Estaba nerviosa las horas antes, pero su temple de acero apareció en cuanto puso un pie en el hotel. La suerte estaba echada y sólo tenía que dejar que su adrenalina y sus reflejos hicieran el resto. Estaba preparada, estaba a la altura, y si el monstruo acababa con ella, pues ya está, caería como siempre había querido: demostrando que era la mejor cazadora de su generación, pero no siempre se podía ganar, habia seres más poderosos.
Llamó a la puerta donde los tres seises colgaban como una advertencia de lo que se iba a encontrar dentro.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Periódico para dos (libre)
La puerta sonó tres veces, podía percibir el corazón de la cazadora bombeando a toda pastilla, nerviosa asustada, excitada.
Abrí los ojos ligeramente apartando de mi cuerpo desnudo las tres mujeres que reposaban sobre este extenuadas.
Me sentía saciado, drogado, borracho. Una de ellas me buscó con sus labios, mientras yo la hice a un lado alzándome del lecho para ir a por ella, mi nuevo juguete.
La noche había empezado bien y para que mentir, parecía que iba a ponerse mejor.
Caminé descalzo sobre las baldosas con una sonrisa triunfal en el rostro, las botellas vacías de whisky quedaban esparcidas por el suelo mientras las sorteaba con un paso tambaleante que bien podía mostrar mi momentánea debilidad.
Claro que ¿son en algún momento los dioses vulnerables?
Sin cubrir mi desnudez, mi mano se posó en el pomo de la puerta deslizándolo hacia abajo permitiendo que esta chirriara ligeramente como antesala de la apertura del infierno, mi infierno.
-Buenas noches pequeña cazadora, las llamas te esperan dentro -aseguré hundiendo mis ojos en sus orbes aguamarina.
Mis ojos se pasearon decididos por su cuerpo haciéndome ligeramente a un lado para permitirle pasar. Todos mis sentidos estaban alerta, no era una puta mas con la que jugar, ella era una cazadora, no había cumplido con su palabra en el teatro y algo me decía que tampoco lo haría ahora.
¿que me llevaba a seguir apostando en esta jugada de blackyard? Fácil, el placer de ganar.
-¿una copa? -pregunté dejando escapar una ebria sonrisa -se dará cuenta de que no la esperaba para hoy, de haberlo echo, hubiera desplegado un mayor plantel para su deleite personal, mas..supongo que con lo que queda...bastara.
Me acerqué a la barra del bar sirviendole una copa de coñac, mientras partía un poco de la cocaína que aun quedaba sobre esta entregándole el tuvo para que se deleitara con ella.
-Asume que va a pasar, puedes divertirte y disfrutarlo o por el contrario, puedo lanzarte sobre ese lecho y tomarte sobre esas mujeres hasta que el sol te permita marchar.
No se sinceramente que idea me pone mas.
Relamí mis labios mirándola de arriba a bajo, esperando que decidiera a que quería exactamente jugar.
Mi cuerpo se orilló al ajeno, espada entre sus piernas, labios contra los suyos, apenas un roce de mi aliento basto para notar su desprecio.
-Te he ahorrado el tener que desnudarme -añadí con picardia mientras mis dedos aflojaban la cremallera de su negro vestido.
Deslicé la yema de mis dedos en el trascurso del viaje que realice por esta hasta alcanzar su culo.
-¿por que no te lo quitas para mi? -pregunté mirándola fijamente con la respiración agitada sin dejar de desafiar sus dos orbes que me aniquilaban.
-¿o no sois de las que cumplen con los tratos señorita Aveline?
Pasé la lengua por mis colmillos, estaba excitado y solo tenia que mirar hacia abajo para darse cuenta.
Miré a dos de las mujeres y con un gesto se acercaron a la cazadora ayudandolas complacientes a dejar al descubierto su escultural cuerpo.
Sonreí de medio lado observando como ambas se besaban frente a la mujer, acariciándose entre ellas, sumergiendo sus dedos en las sexos ajenos mientras sus caderas se buscaban na y otra vez.
-Espero que os unáis a nosotros en esta ¿fiesta? Madam Aveline
Abrí los ojos ligeramente apartando de mi cuerpo desnudo las tres mujeres que reposaban sobre este extenuadas.
Me sentía saciado, drogado, borracho. Una de ellas me buscó con sus labios, mientras yo la hice a un lado alzándome del lecho para ir a por ella, mi nuevo juguete.
La noche había empezado bien y para que mentir, parecía que iba a ponerse mejor.
Caminé descalzo sobre las baldosas con una sonrisa triunfal en el rostro, las botellas vacías de whisky quedaban esparcidas por el suelo mientras las sorteaba con un paso tambaleante que bien podía mostrar mi momentánea debilidad.
Claro que ¿son en algún momento los dioses vulnerables?
Sin cubrir mi desnudez, mi mano se posó en el pomo de la puerta deslizándolo hacia abajo permitiendo que esta chirriara ligeramente como antesala de la apertura del infierno, mi infierno.
-Buenas noches pequeña cazadora, las llamas te esperan dentro -aseguré hundiendo mis ojos en sus orbes aguamarina.
Mis ojos se pasearon decididos por su cuerpo haciéndome ligeramente a un lado para permitirle pasar. Todos mis sentidos estaban alerta, no era una puta mas con la que jugar, ella era una cazadora, no había cumplido con su palabra en el teatro y algo me decía que tampoco lo haría ahora.
¿que me llevaba a seguir apostando en esta jugada de blackyard? Fácil, el placer de ganar.
-¿una copa? -pregunté dejando escapar una ebria sonrisa -se dará cuenta de que no la esperaba para hoy, de haberlo echo, hubiera desplegado un mayor plantel para su deleite personal, mas..supongo que con lo que queda...bastara.
Me acerqué a la barra del bar sirviendole una copa de coñac, mientras partía un poco de la cocaína que aun quedaba sobre esta entregándole el tuvo para que se deleitara con ella.
-Asume que va a pasar, puedes divertirte y disfrutarlo o por el contrario, puedo lanzarte sobre ese lecho y tomarte sobre esas mujeres hasta que el sol te permita marchar.
No se sinceramente que idea me pone mas.
Relamí mis labios mirándola de arriba a bajo, esperando que decidiera a que quería exactamente jugar.
Mi cuerpo se orilló al ajeno, espada entre sus piernas, labios contra los suyos, apenas un roce de mi aliento basto para notar su desprecio.
-Te he ahorrado el tener que desnudarme -añadí con picardia mientras mis dedos aflojaban la cremallera de su negro vestido.
Deslicé la yema de mis dedos en el trascurso del viaje que realice por esta hasta alcanzar su culo.
-¿por que no te lo quitas para mi? -pregunté mirándola fijamente con la respiración agitada sin dejar de desafiar sus dos orbes que me aniquilaban.
-¿o no sois de las que cumplen con los tratos señorita Aveline?
Pasé la lengua por mis colmillos, estaba excitado y solo tenia que mirar hacia abajo para darse cuenta.
Miré a dos de las mujeres y con un gesto se acercaron a la cazadora ayudandolas complacientes a dejar al descubierto su escultural cuerpo.
Sonreí de medio lado observando como ambas se besaban frente a la mujer, acariciándose entre ellas, sumergiendo sus dedos en las sexos ajenos mientras sus caderas se buscaban na y otra vez.
-Espero que os unáis a nosotros en esta ¿fiesta? Madam Aveline
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Periódico para dos (libre)
Se estaba metiendo en la boca del lobo, sabía que su destino corría un grave peligro al traspasar esa puerta, pero si algo no soportaba la inglesa era la sensación de miedo. Mientras esa criatura caminase por el mundo no tendría paz, seguiría tensándose cada vez que una rata se moviese en la oscuridad haciendo ruido. Ya era personal, o él o ella, pero ambos no podría convivir a la vez en ese planeta.
Estaba preparada, jamás lo estaría más, jamás sería más fuerte, rápida o letal que en ese momento de su vida, y era la hora de demostrar que el apodo de La Parca no se lo había ganado de forma gratuita. Dejó que el depredador se acercase y recorriese su piel con su aliento no existente, porque esos engendros ni siquiera respiraban. Podía sentir el hielo de su piel cuando la tocó y todos sus nervios se pusieron en pie de guerra. Era una sensación desagradable y aunque intentó permanecer imperturbable, su gesto lo dijo todo. La asqueaba profundamente.
¿Cómo era posible que aquellas mujeres estuvieran allí tan ricamente compartiendo cama con esa cosa? empezaba a dudar si matar al vampiro era lo más sensato, porque realmente la humanidad estaba loca y merecían tanta muerte como él.
Le ofreció una copa y la rubia asintió, del polvo blanco pasaba, las drogas que pudieran aturdir no estaban en su lista de insensateces a cometer delante de un chupasangres milenario. Dio un trago al vaso que tenía whisky. No era lo que más le gustaba, pero tenía un pase porque era de exquisita calidad, y entonces las manos de la sangujiela empezaron a liberar su espalda del vestido de encaje. Llevaba ropa interior, no iba a ir sin nada bajo él. Su cuerpo se estremeció porque echaba de menos su uniforme de cuero que la protegía al menos de arañazos y algunos golpes. Los vestidos bonitos servían para brillar en los círculos sociales donde no había más peligro que pillarse una cogorza o atragantarse con un canapé. Templó sus nervios y mantuvo la compostura tratando de respirar despacio y recordar las lecciones aprendidas con años y años de caza.
Las mujeres se acercaron a ella frotándose como perras en celo y tirando de su vestido hasta sacárselo. Sabía que después iba la ropa interior, pero no iba a dejar que fuera tan fácil. Agarró del pelo a una de ellas con un tirón seco y la obligó a levantar la barbilla. Su gesto se torció en una mueca salvaje cuando devoró su boca. La otra se sorprendió al principio y después decidió unirse a ambas pasando sus manos por la cintura de Aveline, acariciando su vientre firme y sus muslos prietos y musculosos. La cazadora no estaba hecha para obedecer, así que agarró con la mano libre las manos que la recorrían y las colocó en el cuerpo de la otra. Estaban las tres muy pegadas, ella en el medio y devorando los labios de la primera.
Notó a su espalda la gelidez del tacto del vampiro y su dureza presionando contra ella. Empujó de forma seca a la muchacha contra el mueble bar, respirando cada vez más fuerte y con el corazón más acelerado. Pero no era por la excitación del posible cuarteto o quinteto o lo que fuera aquello. Tras el empellón todo se desarrolló a una velocidad endiablada. Se había disparado el gatillo, el resorte, y ya no había vuelta atrás. Sujetaba con saña el cabello de la chica y con la otra mano le giró el cuello violentamente y un macabro "crac" sonó en la habitación. Proyectó el codo sin piedad hacia atrás sin ni siquiera mirar hacia sus espaldas, sabiendo que impactaría contra la cara de la otra chica tumbádula en un KO técnico impecable. No le dio tiempo ni a gritar. Aveline agarró la botella de whisky y la rompió contra la barra girándose hacia Assur, sajando su piel con las esquirlas irregulares en un movimiento de barrido circular.
Sus pupilas estaban dilatadas con el subidón de adrenalina, tenía que vender cara su piel y no se lo iba a poner fácil al monstruo.
Estaba preparada, jamás lo estaría más, jamás sería más fuerte, rápida o letal que en ese momento de su vida, y era la hora de demostrar que el apodo de La Parca no se lo había ganado de forma gratuita. Dejó que el depredador se acercase y recorriese su piel con su aliento no existente, porque esos engendros ni siquiera respiraban. Podía sentir el hielo de su piel cuando la tocó y todos sus nervios se pusieron en pie de guerra. Era una sensación desagradable y aunque intentó permanecer imperturbable, su gesto lo dijo todo. La asqueaba profundamente.
¿Cómo era posible que aquellas mujeres estuvieran allí tan ricamente compartiendo cama con esa cosa? empezaba a dudar si matar al vampiro era lo más sensato, porque realmente la humanidad estaba loca y merecían tanta muerte como él.
Le ofreció una copa y la rubia asintió, del polvo blanco pasaba, las drogas que pudieran aturdir no estaban en su lista de insensateces a cometer delante de un chupasangres milenario. Dio un trago al vaso que tenía whisky. No era lo que más le gustaba, pero tenía un pase porque era de exquisita calidad, y entonces las manos de la sangujiela empezaron a liberar su espalda del vestido de encaje. Llevaba ropa interior, no iba a ir sin nada bajo él. Su cuerpo se estremeció porque echaba de menos su uniforme de cuero que la protegía al menos de arañazos y algunos golpes. Los vestidos bonitos servían para brillar en los círculos sociales donde no había más peligro que pillarse una cogorza o atragantarse con un canapé. Templó sus nervios y mantuvo la compostura tratando de respirar despacio y recordar las lecciones aprendidas con años y años de caza.
Las mujeres se acercaron a ella frotándose como perras en celo y tirando de su vestido hasta sacárselo. Sabía que después iba la ropa interior, pero no iba a dejar que fuera tan fácil. Agarró del pelo a una de ellas con un tirón seco y la obligó a levantar la barbilla. Su gesto se torció en una mueca salvaje cuando devoró su boca. La otra se sorprendió al principio y después decidió unirse a ambas pasando sus manos por la cintura de Aveline, acariciando su vientre firme y sus muslos prietos y musculosos. La cazadora no estaba hecha para obedecer, así que agarró con la mano libre las manos que la recorrían y las colocó en el cuerpo de la otra. Estaban las tres muy pegadas, ella en el medio y devorando los labios de la primera.
Notó a su espalda la gelidez del tacto del vampiro y su dureza presionando contra ella. Empujó de forma seca a la muchacha contra el mueble bar, respirando cada vez más fuerte y con el corazón más acelerado. Pero no era por la excitación del posible cuarteto o quinteto o lo que fuera aquello. Tras el empellón todo se desarrolló a una velocidad endiablada. Se había disparado el gatillo, el resorte, y ya no había vuelta atrás. Sujetaba con saña el cabello de la chica y con la otra mano le giró el cuello violentamente y un macabro "crac" sonó en la habitación. Proyectó el codo sin piedad hacia atrás sin ni siquiera mirar hacia sus espaldas, sabiendo que impactaría contra la cara de la otra chica tumbádula en un KO técnico impecable. No le dio tiempo ni a gritar. Aveline agarró la botella de whisky y la rompió contra la barra girándose hacia Assur, sajando su piel con las esquirlas irregulares en un movimiento de barrido circular.
Sus pupilas estaban dilatadas con el subidón de adrenalina, tenía que vender cara su piel y no se lo iba a poner fácil al monstruo.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2017
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Re: Periódico para dos (libre)
La cazadora parecía dispuesta a cumplir por una vez su promesa, algo que dibujo una sonrisa triunfal en mi rostro observando a las tres mujeres que parecían dispuestas a jugar un rato. Admito que no me lo esperaba, que estaba preparado para que opusiera resistencia a fin de cuentas, cuando cerramos el acuerdo, nadie hablo de sexo. Yo era muchas cosas, pero no un violador, era algo que no necesitaba, las mujeres se abrían de piernas de forma mas que voluntaria.
No era un fantasma, era realista, era un buen amante, y si ella estaba dispuesta se lo demostraría, aunque algo me decía que el asco con el que me miraba no iba a permitirle disfrutar de la velada. No la culpaba, era un inmortal ,ella una cazadora, en su mente humana, la realidad no se plasmaba con la amplitud que otorga la eternidad.
Para ella todo era una lucha entre el bien y el mal, eterno dilema en el que los “buenos” se creen en la razón absoluta pues son incapaces de llegar mas allá. Es cierto, nos alimentamos de humanos, ¿pero no lo hacen ellos de animales? La cadena alimenticia es lo que tiene, el fuerte se come al débil, no hay mas. Hemos existido durante millones de años y jamas la humanidad se ha extinguido, ¿pueden ellos presumir de lo mismo con ciertas razas del mundo animal? Es una simbiosis, nos necesitamos unos a otros, yo cuido mi alimento porque en eso se basa el seguir existiendo.
Todo se precipito, la cazadora no me decepciono, admire inerte de emociones como mataba a una de las mujeres partiendole el cuello, cuerpo inerte que se perdió en el suelo. Golpe seco en el rostro de la otra dama noqueandola al momento.
La botella la hizo estallar contra la barra, pronto encontró mi pecho desnudo sajandolo salvaje frente a sus ojos que se hundieron en mi mirada ahora roja como el fuego.
Acorté la distancia clavándome yo mismo la botella, acortando así la distancia sin tan siquiera emitir quejido o mueca. Agarré su pelo dorado y tire de el para atraer su cabeza hacia mi posición, su cuello ladeado mostraba a la perfección esa yugular pro la que ahora corría la sangre a toda velocidad.
Posé mis labios sobre ella, jadeé por la excitación que me producía el sentirla tan cerca, mordí sin rudeza, apropiándome de esta, podía sentir la sangre fluir hacia mi organismo con virulencia, caliente, excitada, cargada de la adrenalina que la dama acumulaba.
Mis dedos se deslizaron por su nuca, atrayendola mas, devorando cada resquicio de bien que deseaba enfrentar contra el mal. Cuando sentí su cuerpo ceder exausto y la botella caer hasta sus pies, aflojé el mordisco, separando mis colmillos de su inmaculado cuelo, lamiendo antes, eso si la herida para que cerrase.
-Puedes irte, el trato ha terminado y yo soy hombre de palabra -aseguré.
Sustente su cuerpo aun pegado al mio, esperando que pudiera mantenerse en pie tras recobrar el aliento.
Era cierto, yo tenia mis códigos, una promesa es una promesa y mi palabra valía demasiado para quebrantarla, ya tendríamos ocasión de matarnos en un próximo encuentro, mas por hoy, la deuda había quedado saldada.
No era un fantasma, era realista, era un buen amante, y si ella estaba dispuesta se lo demostraría, aunque algo me decía que el asco con el que me miraba no iba a permitirle disfrutar de la velada. No la culpaba, era un inmortal ,ella una cazadora, en su mente humana, la realidad no se plasmaba con la amplitud que otorga la eternidad.
Para ella todo era una lucha entre el bien y el mal, eterno dilema en el que los “buenos” se creen en la razón absoluta pues son incapaces de llegar mas allá. Es cierto, nos alimentamos de humanos, ¿pero no lo hacen ellos de animales? La cadena alimenticia es lo que tiene, el fuerte se come al débil, no hay mas. Hemos existido durante millones de años y jamas la humanidad se ha extinguido, ¿pueden ellos presumir de lo mismo con ciertas razas del mundo animal? Es una simbiosis, nos necesitamos unos a otros, yo cuido mi alimento porque en eso se basa el seguir existiendo.
Todo se precipito, la cazadora no me decepciono, admire inerte de emociones como mataba a una de las mujeres partiendole el cuello, cuerpo inerte que se perdió en el suelo. Golpe seco en el rostro de la otra dama noqueandola al momento.
La botella la hizo estallar contra la barra, pronto encontró mi pecho desnudo sajandolo salvaje frente a sus ojos que se hundieron en mi mirada ahora roja como el fuego.
Acorté la distancia clavándome yo mismo la botella, acortando así la distancia sin tan siquiera emitir quejido o mueca. Agarré su pelo dorado y tire de el para atraer su cabeza hacia mi posición, su cuello ladeado mostraba a la perfección esa yugular pro la que ahora corría la sangre a toda velocidad.
Posé mis labios sobre ella, jadeé por la excitación que me producía el sentirla tan cerca, mordí sin rudeza, apropiándome de esta, podía sentir la sangre fluir hacia mi organismo con virulencia, caliente, excitada, cargada de la adrenalina que la dama acumulaba.
Mis dedos se deslizaron por su nuca, atrayendola mas, devorando cada resquicio de bien que deseaba enfrentar contra el mal. Cuando sentí su cuerpo ceder exausto y la botella caer hasta sus pies, aflojé el mordisco, separando mis colmillos de su inmaculado cuelo, lamiendo antes, eso si la herida para que cerrase.
-Puedes irte, el trato ha terminado y yo soy hombre de palabra -aseguré.
Sustente su cuerpo aun pegado al mio, esperando que pudiera mantenerse en pie tras recobrar el aliento.
Era cierto, yo tenia mis códigos, una promesa es una promesa y mi palabra valía demasiado para quebrantarla, ya tendríamos ocasión de matarnos en un próximo encuentro, mas por hoy, la deuda había quedado saldada.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Periódico para dos (libre)
Pensó que iba a matarla, a destrozar su cuello con los colmillos, así que golpeó con furia revolviéndose como una fiera bajo el agarre, pero el vampiro tenía miles de años, no había nada más que decir a eso. Sus movimientos se fueron apagando conforme su sangre era drenada y ésta abandonaba su cuerpo, dejandola falta de calor y de fuerza. Notó como su mente se embotaba, todo se ralentizaba y el cuerpo no obedecía a su voluntad. Al menos no dolía. Siempre había imaginado su muerte entre estertores, atravesada por garras o armas, sintiendo el frio aliento de la muerte durante una lenta agonía. Prefería prepararse para que fuera así, concienciarse de que sería sólo un rato, unas horas amargas antes de encontrar la paz eterna. Pero aquello no dolía, sólo notaba cómo se apagaba y sintió miedo. No quería irse aún, tenía mucha vida por delante, tenía mmucho que hacer y... ya nada de todo eso importaba porque dos tragos más del vampiro y su corazón dejaría de latir. Aún así se resistió a caer al suelo, se agarró del brazo de Assur cuando las piernas le fallaron, en un intento titánico de mantenerse en pie, pero todo apuntaba a que iba a desfallecer. Finalmente soltó la botella y apoyó la mano llena de sangre de él sobre la barra, encontrando así el precario equilibrio sobre el que sustentarse. Todavía no estaba muerta , y pudo escuchar claramente dos campanadas en Notre Dame. Esbozó media sonrisa con gran dificultad y susurró, mirando a los ojos de la bestia.
— jaque.. al.. rey.
La ventana explotó literalmente lanzando cristales y astillas de madera por todas partes, a la vez la puerta también fue reventada. Dos bombardas de la Orden pusieron la guinda a aquella magnífica puesta en escena. Axel y varios cazadores más, entre ellos Drakul Ardelean, otro inmortal que también cazaba vampiros, entraron en la suite del hotel y se abalanzaron contra el cainita. La Orden no se andaba con tonterías, cazar a Assur Black era una cuestión importante y prioritaria. El capitán se lo tomó además como algo personal, porque se trataba de la seguridad de su propia hermana. Lo querían vivo, querían interrogarlo porque ese Black no era el único y además necesitaban saber más información. Arriesgar el pellejo de Faith no era lo que Axel quería, se había negado, pero al final cedió porque entendía que era la única forma de llegar hasta él.
La pelea fue salvaje, la habitación quedó en un estado lamentable, completamente destrozada, pero ya enviarían al equipo de limpieza, que para eso estaban. Finalmente, entre varios, pudieron encadenar a Assur y llevárselo. Evacuaron también a Aveline que estaba vagando entre la fina linea de la vida y la muerte. Esa noche habían conseguido algo muy grande en la Orden, pero ¿a qué precio?
-------------------------------------------------------
Calabozos de la Orden de Hellsing, Plaza de Tertre, cinco días después.
La noticia se había corrido en el mundillo sobrenatural, los hermanos Blackmore se habían cobrado una pieza importante. En los calabozos, Assur había sido debilitado, desangrado, golpeado y torturado sin piedad por parte de los interrogadores, pero no soltaba prenda. Drakul había insistido en matarlo, era lo más sensato, pero Axel se había negado, no al menos hasta que su hermana intentase sacarle la información que querían.
Aveline estaba débil, pero había sobrevivido,por fin podía ponerse en pie. No quería volver a verlo, estaba de acuerdo con Ardelean, que lo matasen y así podría olvidarse de aquello. Pero por otro lado, algo le quemaba por dentro. Assur no la había matado, había mantenido el trato. ¿En qué posicion la dejaba a ella? ella no lo había hecho, había faltado a su palabra. ¿Pero era lo mismo dar tu palabra a un monstruo que a un humano? no lo tenía claro. Igualmente su estricta educación le planteaba ese dilema. Estaba en deuda con el vampiro, y si lo mataba ahora de alguna forma se iba a sentir sucia, porque había faltado al honor. Por otro lado esas sanguijuelas no tenían honor, ni consideración por los humanos... dioses!! le iba a reventar la cabeza.
Apareció en los calabozos a última hora de la tarde. El vampiro colgaba del centro de la sala con grilletes sobre sus muñecas, cuello, cintura y tobillos. Se detuvo en la puerta de barrotes observando aquella masa de piel pálida cubierta de sangre. Le habían hecho de todo, y no había hablado, no sabía qué esperaba Axel que ella le dijese, pero aún así entró. El olor a sangre era nauseabundo. Que acabase cubierta de líquido rojo cuando cazaba, no quería decir que lo apreciase, le daba arcadas. Sus pasos resonaron en la fría piedra hasta que quedó cerca de él. Se detuvo y buscó un resquicio de vida en aquellos ojos, que se habían puesto rojos como los de un demonio cuando la mordió. Se estremeció al recordarlo. No podía hacerlo, se dio la vuelta y salió del calabozo a toda prisa, subiendo las escaleras hacia el despacho de Axel en el que entró en tromba y jadeando, porque estaba débil hasta para correr.
— ¡¡mátalo!! sácalo de este mundo de una vez por todas!!! no merece la vida, da igual lo que sepa…mátalo!!!.—Axel se acercó a Faith sobresaltado y la agarró de los brazos frunciendo el ceño.
— ¿qué estás diciendo? morirá, pero ya sabes como trabajamos, necesitamos que…
— ¡Me da igual, Axel por Dios! mátalo!! no puedo soportar sus ojos, no quiero hablar con él!! ¿no lo entiendes? me perdonó la vida!!! no quiero estar en deuda con un monstruo.
—Está bien, Faith, lo entiendo, pero no es tan fácil.
—¿cómo que no? manda a Drakul y en dos minutos estará resuelto…
—No. No puedo matarlo. La inquisición me lo acaba de reclamar.— La cazadora puso los ojos como platos y su gesto se torció en una mueca de disgusto.
— ¿Con qué han amenazado esta vez?
— no han amenazado, directamente han desmantelado el retén de la abadía de Sain-Cyr.— la abadía de dicho pueblo les otorgaba una pequeña base de operaciones para controlar Versalles y todos sus bosques. Les había sido legada por la Iglesia más de cincuenta años antes y constituía un refugio seguro para cazadores. Pero la Inquisición no entendía de alianzas ni respeto y habían roto la exigua paz que había entre ambas sociedades de cazadores. Aveline miró a los ojos de su hermano. Eso era una jodida mierda, otro peso más que él llevaría sobre sus espaldas, por si fueran pocos los que ya llevaba.
— Assur no va a hablar…
— lo sé.— La mirada de Axel fue de resignación, pero luego la endureció cuando se topó con un cuadro de su despacho. Era una partitura escrita por Ave cuando tenía 10 años, llamada “Axel el cazador”. Le compuso una canción para cuarteto de cuerda por su 17 cumpleaños.— yo jamás te culparé por saldar deudas, Ave.
La rubia entendió de inmediato lo que le estaba diciendo su hermano. Él era el gran estratega, y sabía que a veces para ganar una partida había que perder algunas piezas importantes.
— Vete a casa.— El capitán cerró la carpeta y salió del despacho. Él debía estar limpio de toda sospecha.
Aveline se quedó un buen rato observando la partitura colgada de la pared. Su familia, pero en especial su hermano era lo único importante en su vida, lo demás carecía de valor. Le daba igual perder su puesto en la Filarmónica, le daría igual incluso perder su título o su dinero, mientras su hermano siguiese estando donde merecía estar. El poder corrompía, y los fanáticos no aportaban nada bueno al mundo. Ojalá hubiese otra solución pero no la había. Y con eso el juego volvería a empezar. Si tenía que sacrificar a un Blackmore, tendría que ser ella, Axel era más importante y necesario.
Bajó de nuevo la escalera del calabozo, esta vez armada hasta los dientes. El guardia que la vio aparecer, supuso con gran acierto, que iba a matar o torturar al reo.
Entró de nuevo en la celda de Assur y se preguntó por qué puta broma del destino se veía en la situación de tener que hacer aquello, así que apretó los dientes y se acercó. Metió el filo de la daga en el pistón de los grilletes y los soltó.
— shhhhh... ni una palabra.
— jaque.. al.. rey.
La ventana explotó literalmente lanzando cristales y astillas de madera por todas partes, a la vez la puerta también fue reventada. Dos bombardas de la Orden pusieron la guinda a aquella magnífica puesta en escena. Axel y varios cazadores más, entre ellos Drakul Ardelean, otro inmortal que también cazaba vampiros, entraron en la suite del hotel y se abalanzaron contra el cainita. La Orden no se andaba con tonterías, cazar a Assur Black era una cuestión importante y prioritaria. El capitán se lo tomó además como algo personal, porque se trataba de la seguridad de su propia hermana. Lo querían vivo, querían interrogarlo porque ese Black no era el único y además necesitaban saber más información. Arriesgar el pellejo de Faith no era lo que Axel quería, se había negado, pero al final cedió porque entendía que era la única forma de llegar hasta él.
La pelea fue salvaje, la habitación quedó en un estado lamentable, completamente destrozada, pero ya enviarían al equipo de limpieza, que para eso estaban. Finalmente, entre varios, pudieron encadenar a Assur y llevárselo. Evacuaron también a Aveline que estaba vagando entre la fina linea de la vida y la muerte. Esa noche habían conseguido algo muy grande en la Orden, pero ¿a qué precio?
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Calabozos de la Orden de Hellsing, Plaza de Tertre, cinco días después.
La noticia se había corrido en el mundillo sobrenatural, los hermanos Blackmore se habían cobrado una pieza importante. En los calabozos, Assur había sido debilitado, desangrado, golpeado y torturado sin piedad por parte de los interrogadores, pero no soltaba prenda. Drakul había insistido en matarlo, era lo más sensato, pero Axel se había negado, no al menos hasta que su hermana intentase sacarle la información que querían.
Aveline estaba débil, pero había sobrevivido,por fin podía ponerse en pie. No quería volver a verlo, estaba de acuerdo con Ardelean, que lo matasen y así podría olvidarse de aquello. Pero por otro lado, algo le quemaba por dentro. Assur no la había matado, había mantenido el trato. ¿En qué posicion la dejaba a ella? ella no lo había hecho, había faltado a su palabra. ¿Pero era lo mismo dar tu palabra a un monstruo que a un humano? no lo tenía claro. Igualmente su estricta educación le planteaba ese dilema. Estaba en deuda con el vampiro, y si lo mataba ahora de alguna forma se iba a sentir sucia, porque había faltado al honor. Por otro lado esas sanguijuelas no tenían honor, ni consideración por los humanos... dioses!! le iba a reventar la cabeza.
Apareció en los calabozos a última hora de la tarde. El vampiro colgaba del centro de la sala con grilletes sobre sus muñecas, cuello, cintura y tobillos. Se detuvo en la puerta de barrotes observando aquella masa de piel pálida cubierta de sangre. Le habían hecho de todo, y no había hablado, no sabía qué esperaba Axel que ella le dijese, pero aún así entró. El olor a sangre era nauseabundo. Que acabase cubierta de líquido rojo cuando cazaba, no quería decir que lo apreciase, le daba arcadas. Sus pasos resonaron en la fría piedra hasta que quedó cerca de él. Se detuvo y buscó un resquicio de vida en aquellos ojos, que se habían puesto rojos como los de un demonio cuando la mordió. Se estremeció al recordarlo. No podía hacerlo, se dio la vuelta y salió del calabozo a toda prisa, subiendo las escaleras hacia el despacho de Axel en el que entró en tromba y jadeando, porque estaba débil hasta para correr.
— ¡¡mátalo!! sácalo de este mundo de una vez por todas!!! no merece la vida, da igual lo que sepa…mátalo!!!.—Axel se acercó a Faith sobresaltado y la agarró de los brazos frunciendo el ceño.
— ¿qué estás diciendo? morirá, pero ya sabes como trabajamos, necesitamos que…
— ¡Me da igual, Axel por Dios! mátalo!! no puedo soportar sus ojos, no quiero hablar con él!! ¿no lo entiendes? me perdonó la vida!!! no quiero estar en deuda con un monstruo.
—Está bien, Faith, lo entiendo, pero no es tan fácil.
—¿cómo que no? manda a Drakul y en dos minutos estará resuelto…
—No. No puedo matarlo. La inquisición me lo acaba de reclamar.— La cazadora puso los ojos como platos y su gesto se torció en una mueca de disgusto.
— ¿Con qué han amenazado esta vez?
— no han amenazado, directamente han desmantelado el retén de la abadía de Sain-Cyr.— la abadía de dicho pueblo les otorgaba una pequeña base de operaciones para controlar Versalles y todos sus bosques. Les había sido legada por la Iglesia más de cincuenta años antes y constituía un refugio seguro para cazadores. Pero la Inquisición no entendía de alianzas ni respeto y habían roto la exigua paz que había entre ambas sociedades de cazadores. Aveline miró a los ojos de su hermano. Eso era una jodida mierda, otro peso más que él llevaría sobre sus espaldas, por si fueran pocos los que ya llevaba.
— Assur no va a hablar…
— lo sé.— La mirada de Axel fue de resignación, pero luego la endureció cuando se topó con un cuadro de su despacho. Era una partitura escrita por Ave cuando tenía 10 años, llamada “Axel el cazador”. Le compuso una canción para cuarteto de cuerda por su 17 cumpleaños.— yo jamás te culparé por saldar deudas, Ave.
La rubia entendió de inmediato lo que le estaba diciendo su hermano. Él era el gran estratega, y sabía que a veces para ganar una partida había que perder algunas piezas importantes.
— Vete a casa.— El capitán cerró la carpeta y salió del despacho. Él debía estar limpio de toda sospecha.
Aveline se quedó un buen rato observando la partitura colgada de la pared. Su familia, pero en especial su hermano era lo único importante en su vida, lo demás carecía de valor. Le daba igual perder su puesto en la Filarmónica, le daría igual incluso perder su título o su dinero, mientras su hermano siguiese estando donde merecía estar. El poder corrompía, y los fanáticos no aportaban nada bueno al mundo. Ojalá hubiese otra solución pero no la había. Y con eso el juego volvería a empezar. Si tenía que sacrificar a un Blackmore, tendría que ser ella, Axel era más importante y necesario.
Bajó de nuevo la escalera del calabozo, esta vez armada hasta los dientes. El guardia que la vio aparecer, supuso con gran acierto, que iba a matar o torturar al reo.
Entró de nuevo en la celda de Assur y se preguntó por qué puta broma del destino se veía en la situación de tener que hacer aquello, así que apretó los dientes y se acercó. Metió el filo de la daga en el pistón de los grilletes y los soltó.
— shhhhh... ni una palabra.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Periódico para dos (libre)
Abrí los ojos en el infierno, sonreí de medio lado contemplando al hombre que armado hasta los dientes observaba a la bestia encadenada.
Mis brazos alzados caían rendidos sujetando el resto de un cuerpo ensangrentado. Los grilletes del techo mi único sustento, pues los pies apenas eran capaces de mantenerme recto.
¿Como el lobo queda preso de las ovejas?
Fácil dar esa respuesta. Porque la historia que siempre se escucha es la del ganado, por eso el lobo siempre es el malo.
En un mundo donde el bien parece absoluto y el mal del mismo modo, no existen las medias tintas o estas en un bando u el otro.
No iba a presumir de bondad a estas alturas, pues la verdad no creía ni en el bien , ni en el mal, solo en la realidad que lleva a las personas o a los monstruos a actuar.
Mi palabra tiene un precio, soy esclavo de todas ellas y un trato es un trato. Eso me diferencia del resto.
Nací en una época donde el honor era lo que diferenciaba a un hombre de un cobarde. Yo era hijo de Cain, puede que aparentara estar vencido, mas a lo largo de los siglos si algo había aprendido es que hasta que no llega el jaque mate, la partida sigue vigente.
La cazadora no cumplió, no puedo decir que no lo esperaba, la verdad, tenia claro que esa habitación pronto estaría inundaba de hombres con la única finalidad de dar caza al inmortal, mas...tenia mis motivos para mantener a esa mortal viva.
Pude olerla mientras bajaba en la penumbra las escaleras, pasos débiles, inseguros, aterrados por la presencia del monstruo que habitaba en las mazmorras.
Estaba muy débil, aun así, mi mirada la buscó un instante, el suficiente para hacerla volver sobre sus pasos abandonándome a mi suerte.
Imaginé que había bajado para torturarme, eso es lo que habían hecho todos y cada uno de ellos. Todos intentando ser el orgullosos cazador que sacara la información a un Black, pensando que sus golpes, cortes y amenazas lograrían que traicionara a mis hermanos, idiotas todos y cada uno de ellos. Jamas traicionaría a mi sangre aunque la misma parca viniera por mi de cuerpo presente y hoz en mano.
Mi cuerpo volvió a ceder, estaba sediento, apenas la sangre que quedaba en mi organismo era capaz de darme sustento, embotado, mi garganta ardía por momentos.
De nuevo los pasos de la cazadora, esta vez mas firmes, aunque podía notar como su corazón bombeaba con fuerza sin aparente razón y como las armas chirriaban enfundadas ardiendo por salir a mi encuentro.
Orgulloso puse los pies con firmeza en le suelo, mirada desafiante capaz de enfrentarse a todos los ángeles del cielo, pues él era un caído y no temía a nada ni a nadie.
El siguiente gesto no lo entendí, los grilletes cedieron pues la mujer los abrió ¿acaso la cazadora tenia algún tipo de honor?
No, no era eso, podía leer en sus ojos el odio infinito que le procesaba.
Posiblemente a estas alturas la inquisición ya hubiera pedido su cabeza, mejor dicho al inmortal vivo..me necesitaban vivo.
Ese era le motivo por le cual me había dejado capturar. La inquisición llevaba siguiéndome muy de cerca y a Joe aun mas.
Nos necesitaban a los 7 hermanos, hijos de Cain, para abrir el portal que los llevaría hasta nuestro padre y la misma Lilith, apartados hace ya tiempo del mundo terrenal en un descaso que había permitido que el apocalipsis no se cerniera sobre la humanidad.
La inquisición pensaba que eran lo suficientemente poderosos como para enfrentarse a ellos. Estaban locos, si abrían ese portal, si nuestra sangre era derramada para ese fin, la humanidad no tendría ningún tipo de posibilidad.
En el fondo y por una vez, todos remábamos en la misma dirección, yo porque vivía acomodado en un mundo donde depredador y rebaño conviven sin mas. Ellos porque de despertar el caos, no lo iban a contar.
Dicen que el enemigo de tu enemigo se trasforma en tu amigo ¿seria verdad?
Vi a la cazadora acercarse a mi para ayudarme a incorporarme, al ceder los grilletes, inevitablemente mi cuerpo había caído al suelo. Alcé una mano para detenerla, no quería su ayuda, mucho menos la piedad, no, yo era Assur Black, descendiente de Cain.
Me puse en pie, apenas capaz de mantenerme de ese modo, deseaba su sangre y mis ojos de nuevo centellearon deltandome, mas su ritmo cardíaco era bajo, no aguantaría una nueva embestida y como dije, la necesitaba con vida.
Paso a paso subí las escaleras, el dolor atenazaba cada musculo de mi cuerpo, apreté los dientes sin tan siquiera emitir un misero lamento.
Pronto estaba en la puerta, era la hora de perderme entre las callejuelas, desconocía si alcanzaría mi destino con al debilidad a la que estaba sumido, mas..¿tenia otra opción?
Mis ojos la buscaron un instante.
-No soy el peor monstruo, cuidado con lo que ansia despertar la inquisición...
De sobra sabia que había sembrado la duda en ella, mas ahora mismo, no podía por mucho que quisiera darle explicaciones, no en mi estado, no con la inquisición y los iluminati pisándome los talones, tenia que desaparecer.
Mis brazos alzados caían rendidos sujetando el resto de un cuerpo ensangrentado. Los grilletes del techo mi único sustento, pues los pies apenas eran capaces de mantenerme recto.
¿Como el lobo queda preso de las ovejas?
Fácil dar esa respuesta. Porque la historia que siempre se escucha es la del ganado, por eso el lobo siempre es el malo.
En un mundo donde el bien parece absoluto y el mal del mismo modo, no existen las medias tintas o estas en un bando u el otro.
No iba a presumir de bondad a estas alturas, pues la verdad no creía ni en el bien , ni en el mal, solo en la realidad que lleva a las personas o a los monstruos a actuar.
Mi palabra tiene un precio, soy esclavo de todas ellas y un trato es un trato. Eso me diferencia del resto.
Nací en una época donde el honor era lo que diferenciaba a un hombre de un cobarde. Yo era hijo de Cain, puede que aparentara estar vencido, mas a lo largo de los siglos si algo había aprendido es que hasta que no llega el jaque mate, la partida sigue vigente.
La cazadora no cumplió, no puedo decir que no lo esperaba, la verdad, tenia claro que esa habitación pronto estaría inundaba de hombres con la única finalidad de dar caza al inmortal, mas...tenia mis motivos para mantener a esa mortal viva.
Pude olerla mientras bajaba en la penumbra las escaleras, pasos débiles, inseguros, aterrados por la presencia del monstruo que habitaba en las mazmorras.
Estaba muy débil, aun así, mi mirada la buscó un instante, el suficiente para hacerla volver sobre sus pasos abandonándome a mi suerte.
Imaginé que había bajado para torturarme, eso es lo que habían hecho todos y cada uno de ellos. Todos intentando ser el orgullosos cazador que sacara la información a un Black, pensando que sus golpes, cortes y amenazas lograrían que traicionara a mis hermanos, idiotas todos y cada uno de ellos. Jamas traicionaría a mi sangre aunque la misma parca viniera por mi de cuerpo presente y hoz en mano.
Mi cuerpo volvió a ceder, estaba sediento, apenas la sangre que quedaba en mi organismo era capaz de darme sustento, embotado, mi garganta ardía por momentos.
De nuevo los pasos de la cazadora, esta vez mas firmes, aunque podía notar como su corazón bombeaba con fuerza sin aparente razón y como las armas chirriaban enfundadas ardiendo por salir a mi encuentro.
Orgulloso puse los pies con firmeza en le suelo, mirada desafiante capaz de enfrentarse a todos los ángeles del cielo, pues él era un caído y no temía a nada ni a nadie.
El siguiente gesto no lo entendí, los grilletes cedieron pues la mujer los abrió ¿acaso la cazadora tenia algún tipo de honor?
No, no era eso, podía leer en sus ojos el odio infinito que le procesaba.
Posiblemente a estas alturas la inquisición ya hubiera pedido su cabeza, mejor dicho al inmortal vivo..me necesitaban vivo.
Ese era le motivo por le cual me había dejado capturar. La inquisición llevaba siguiéndome muy de cerca y a Joe aun mas.
Nos necesitaban a los 7 hermanos, hijos de Cain, para abrir el portal que los llevaría hasta nuestro padre y la misma Lilith, apartados hace ya tiempo del mundo terrenal en un descaso que había permitido que el apocalipsis no se cerniera sobre la humanidad.
La inquisición pensaba que eran lo suficientemente poderosos como para enfrentarse a ellos. Estaban locos, si abrían ese portal, si nuestra sangre era derramada para ese fin, la humanidad no tendría ningún tipo de posibilidad.
En el fondo y por una vez, todos remábamos en la misma dirección, yo porque vivía acomodado en un mundo donde depredador y rebaño conviven sin mas. Ellos porque de despertar el caos, no lo iban a contar.
Dicen que el enemigo de tu enemigo se trasforma en tu amigo ¿seria verdad?
Vi a la cazadora acercarse a mi para ayudarme a incorporarme, al ceder los grilletes, inevitablemente mi cuerpo había caído al suelo. Alcé una mano para detenerla, no quería su ayuda, mucho menos la piedad, no, yo era Assur Black, descendiente de Cain.
Me puse en pie, apenas capaz de mantenerme de ese modo, deseaba su sangre y mis ojos de nuevo centellearon deltandome, mas su ritmo cardíaco era bajo, no aguantaría una nueva embestida y como dije, la necesitaba con vida.
Paso a paso subí las escaleras, el dolor atenazaba cada musculo de mi cuerpo, apreté los dientes sin tan siquiera emitir un misero lamento.
Pronto estaba en la puerta, era la hora de perderme entre las callejuelas, desconocía si alcanzaría mi destino con al debilidad a la que estaba sumido, mas..¿tenia otra opción?
Mis ojos la buscaron un instante.
-No soy el peor monstruo, cuidado con lo que ansia despertar la inquisición...
De sobra sabia que había sembrado la duda en ella, mas ahora mismo, no podía por mucho que quisiera darle explicaciones, no en mi estado, no con la inquisición y los iluminati pisándome los talones, tenia que desaparecer.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Periódico para dos (libre)
Temió que la bestia la atacase para matarla o beber su sangre al dejarlo libre. Confiaba en que su extrema debilidad fuera suficiente defensa para salir de ese agujero por ella misma, aunque bien podía haber sido un resultado distinto.
Assur a duras penas podía levantarse, pero lo hizo y la siguió hasta la puerta trasera que Aveline abrió dejándolo salir. Sabía que cazaría al primer humano que se le pusiera a tiro, pero esa vez, iba a girar la cara y mirar a otro lado. Ya era sufiente con todos los problemas que tenían en ese momento: la Inquisición les había desmantelado la guarnición de la abadía cerca de Versalles, y les exigía a Assur Black con vida. Axel iba a tener que trabajar duro para que aquella afrenta no trajese más consecuencias.
— estamos en paz...— susurró cuando el vampiro salió de la sede y lo vio perderse en la oscuridad de la noche. Entornó la pesada puerta y se dirigió hacia los calabozos de nuevo, era hora de empezar el show.
Dejó sus armas esparcidas por el suelo, se golpeó la cabeza contra la pared haciéndose un buen moratón y se tumbó boca abajo en el suelo pringándose con la sangre del monstruo. No tardarían en llegar los guardias y encontrarla así, comprobando que el vampiro se había escapado. Diez minutos después se desató el caos.
---------------------------------------------------------
La revelación de Assur le dio mucho en qué pensar a los Blackmore. Pasaron los días y se puso en marcha un plan de espionaje férreo a la Inquisición. Tenían algunos efectivos infiltrados en esa institución, y trataban de recabar información sobre lo que tenían pensado despertar. Todo era información inconexa, era un rompecabezas difícil de resolver.
El capitán tuvo algunas visitas desagradables por parte de los fanáticos. Lo acusaron de hacerlo intencionadamente. El inglés se mantuvo sereno y en sus trece, sin variar ni un ápice el guión. Les contó que fue un accidente, el vampiro era mucho más fuerte de lo que ellos suponían y su hermana estaba más débil de lo que creía cuando la envió a sacarle la información. Un cúmulo de desdichados infortunios. Era difícil de creer, porque allí todos sabían qué papel jugaba el otro, pero Axel era bastante convincente.
Bien entrado el invierno la nieve cubría París y sus tejados. El suelo era una amalgama gris y sucia a base de ser pisado por carros, peatones, perros, ratas y todo cuanto se arrastrase por el suelo. Había más de una veintena de hoteles de lujo en la ciudad. Si Black había vuelto, tendría que estar en alguno de ellos. Preguntó en todos, buscando algun indicio de que se hubiera podido registrar con otro nombre, repartió monedas a todos los botones que pudieran decirle si se hospedaba allí un hombre de esas características en compañía de algunas mujeres. Se dio por vencida, era como si se lo hubiera tragado la tierra, era como buscar una aguja en un pajar, quizás no regresase a París en cincuenta años, quién sabe. Abandonó su búsqueda, que se fue enfriando como el hielo que ahora pisaban sus pies.
Esa tarde habían tenido ensayo en la Opera Garnier, acabaron tarde y Faith salió por la puerta lateral encaminándose hacia la plaza principal. Vestía una falda marrón y una chaqueta entallada encima de una blusa blanca, guantes marrones de piel y una capellina de pelo de visón marrón por encima. Llevaba el pelo recogido en un moño bajo tocado con dos pequeños pasadores de perlas. Toda una señorita, lejos del aspecto de furia negra que llevaba por las noches. Iba a cruzar al otro lado para coger un coche de caballos cuando lo vio. En el edificio de en frente estaba el hotel de la Opera. Tercer piso, las ventanas centrales, una silueta en la ventana.
La sangre se le detuvo en las venas. Ahora que ya no lo buscaba, se revelaba su paradero. Se detuvo manteniéndole la mirada. No sentía la nieve que caía despacio y en silencio, el frío se había instalado en su interior como una cuchilla de hielo.
Assur a duras penas podía levantarse, pero lo hizo y la siguió hasta la puerta trasera que Aveline abrió dejándolo salir. Sabía que cazaría al primer humano que se le pusiera a tiro, pero esa vez, iba a girar la cara y mirar a otro lado. Ya era sufiente con todos los problemas que tenían en ese momento: la Inquisición les había desmantelado la guarnición de la abadía cerca de Versalles, y les exigía a Assur Black con vida. Axel iba a tener que trabajar duro para que aquella afrenta no trajese más consecuencias.
— estamos en paz...— susurró cuando el vampiro salió de la sede y lo vio perderse en la oscuridad de la noche. Entornó la pesada puerta y se dirigió hacia los calabozos de nuevo, era hora de empezar el show.
Dejó sus armas esparcidas por el suelo, se golpeó la cabeza contra la pared haciéndose un buen moratón y se tumbó boca abajo en el suelo pringándose con la sangre del monstruo. No tardarían en llegar los guardias y encontrarla así, comprobando que el vampiro se había escapado. Diez minutos después se desató el caos.
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La revelación de Assur le dio mucho en qué pensar a los Blackmore. Pasaron los días y se puso en marcha un plan de espionaje férreo a la Inquisición. Tenían algunos efectivos infiltrados en esa institución, y trataban de recabar información sobre lo que tenían pensado despertar. Todo era información inconexa, era un rompecabezas difícil de resolver.
El capitán tuvo algunas visitas desagradables por parte de los fanáticos. Lo acusaron de hacerlo intencionadamente. El inglés se mantuvo sereno y en sus trece, sin variar ni un ápice el guión. Les contó que fue un accidente, el vampiro era mucho más fuerte de lo que ellos suponían y su hermana estaba más débil de lo que creía cuando la envió a sacarle la información. Un cúmulo de desdichados infortunios. Era difícil de creer, porque allí todos sabían qué papel jugaba el otro, pero Axel era bastante convincente.
Bien entrado el invierno la nieve cubría París y sus tejados. El suelo era una amalgama gris y sucia a base de ser pisado por carros, peatones, perros, ratas y todo cuanto se arrastrase por el suelo. Había más de una veintena de hoteles de lujo en la ciudad. Si Black había vuelto, tendría que estar en alguno de ellos. Preguntó en todos, buscando algun indicio de que se hubiera podido registrar con otro nombre, repartió monedas a todos los botones que pudieran decirle si se hospedaba allí un hombre de esas características en compañía de algunas mujeres. Se dio por vencida, era como si se lo hubiera tragado la tierra, era como buscar una aguja en un pajar, quizás no regresase a París en cincuenta años, quién sabe. Abandonó su búsqueda, que se fue enfriando como el hielo que ahora pisaban sus pies.
Esa tarde habían tenido ensayo en la Opera Garnier, acabaron tarde y Faith salió por la puerta lateral encaminándose hacia la plaza principal. Vestía una falda marrón y una chaqueta entallada encima de una blusa blanca, guantes marrones de piel y una capellina de pelo de visón marrón por encima. Llevaba el pelo recogido en un moño bajo tocado con dos pequeños pasadores de perlas. Toda una señorita, lejos del aspecto de furia negra que llevaba por las noches. Iba a cruzar al otro lado para coger un coche de caballos cuando lo vio. En el edificio de en frente estaba el hotel de la Opera. Tercer piso, las ventanas centrales, una silueta en la ventana.
La sangre se le detuvo en las venas. Ahora que ya no lo buscaba, se revelaba su paradero. Se detuvo manteniéndole la mirada. No sentía la nieve que caía despacio y en silencio, el frío se había instalado en su interior como una cuchilla de hielo.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2017
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Periódico para dos (libre)
Desde que la cazadora me había soltado soló habían pasado unas semanas. La inquisición parecía no decidida a darnos tregua a ningún Black , obsesionados en su grandeza, en su inmensa fuerza creían poder controlar dos demonios en el nombre de dios.
Eran unos necios, cegados por su propia vanidad, idiotas incapaces de entender que si abrían el portal no solo devastaría la raza humana, si no con ella a todos los demás.
Cain y Lilith lo destruirían todo, seria como el Ragnarok de los vikingos, el apocalipsis cristiano..en definitiva, llegaría el fin de los tiempo. Quizás después otros poblarían el mundo, quizás mi raza prevalecería, a fin de cuentas eramos hijos de Cain. Mas ¿por que arriesgarse el pastor cuando cuidando de su rebaño vive bien?
No necesitaba un mundo nuevo, me había adaptado a este a la perfección, eso era lo que necesitaba que esa cazadora vera, que entendiera que tener un enemigo común, puede que no nos convirtiera en amigos, mas de algún modo si en aliados.
Yo era un peligro, hasta ahí ambos estábamos de acuerdo, mas no mayor que las guerras entre propios humanos que sajaban mas vidas que yo.
Colaborar conmigo era lo mas sensato para esos cazadores, puede que pensaran que capturarme y tenerme en un sitio recluido fuera una opción, mas no. La inquisición me encontraría y débil era una presa servida en bandeja. Suelto era escurridizo, llevaba 6000 años sobreviviendo.
No dudaría en emprender mi propia guerra si no dejaban de molestarme, los siete Black juntos podíamos devastar medio mundo y aun nos quedaría fuerza para hacer lo propio con la otra mitad. No era una amenaza, o si, lo era.
Un gesto basto para que una de mis esclavas de sangre bajara para entregarle una invitación a la dama. Una cena, a las diez en el palacio royal. No necesitaba mas que un sexy vestido negro que le hacia entrega la muchacha y un bonito collar de diamantes a juego, que resaltaría sin duda el hielo de su mirada.
Sin dejar rastro desaparecería después de esa habitación de hotel, por supuesto no inscrita a mi nombre en registro alguno. Tenia que desaparecer, algo a lo que estaba mas que acostumbrado.
¿Que me ataba a París? Mi hermano, durante estas semanas había hablado con él, en Rumanía tenia un castillo donde estaríamos a salvo, la inquisición no solía pisar aquellas tierras, entre otras porque encontrarían la muerte en cada paso.
El amor, maldito sentimiento que mueve montañas y destroza a un hombre. Mi hermano se había enamorado de una mujer de París, comprometido no estaba decidido a abandonar la idea de desposarse y partir.
Un loco, eso era Joe, mas ¿acaso podía culparlo? No, yo nunca había sentido, para mi era fácil alejarme de todo esto.
….....................................................................................................................................................
A las diez, puntual como un reloj tomé asiento en una de las mas prestigiosas mesas del palacio, ligeramente retirada del resto, con unas vistas expendidas y el mejor de los vinos servido sobre la mesa esperé a que la dama apareciera. Mucho teníamos que hablar, y dado el espíritu combatiente de ambos, intuía que un lugar publico seria el único lugar donde ambos pudiéramos dialogar. Necesitaba que viera por sus ojos que sucedería si Cain y Lilith poblaban el mundo.
Eran unos necios, cegados por su propia vanidad, idiotas incapaces de entender que si abrían el portal no solo devastaría la raza humana, si no con ella a todos los demás.
Cain y Lilith lo destruirían todo, seria como el Ragnarok de los vikingos, el apocalipsis cristiano..en definitiva, llegaría el fin de los tiempo. Quizás después otros poblarían el mundo, quizás mi raza prevalecería, a fin de cuentas eramos hijos de Cain. Mas ¿por que arriesgarse el pastor cuando cuidando de su rebaño vive bien?
No necesitaba un mundo nuevo, me había adaptado a este a la perfección, eso era lo que necesitaba que esa cazadora vera, que entendiera que tener un enemigo común, puede que no nos convirtiera en amigos, mas de algún modo si en aliados.
Yo era un peligro, hasta ahí ambos estábamos de acuerdo, mas no mayor que las guerras entre propios humanos que sajaban mas vidas que yo.
Colaborar conmigo era lo mas sensato para esos cazadores, puede que pensaran que capturarme y tenerme en un sitio recluido fuera una opción, mas no. La inquisición me encontraría y débil era una presa servida en bandeja. Suelto era escurridizo, llevaba 6000 años sobreviviendo.
No dudaría en emprender mi propia guerra si no dejaban de molestarme, los siete Black juntos podíamos devastar medio mundo y aun nos quedaría fuerza para hacer lo propio con la otra mitad. No era una amenaza, o si, lo era.
Un gesto basto para que una de mis esclavas de sangre bajara para entregarle una invitación a la dama. Una cena, a las diez en el palacio royal. No necesitaba mas que un sexy vestido negro que le hacia entrega la muchacha y un bonito collar de diamantes a juego, que resaltaría sin duda el hielo de su mirada.
Sin dejar rastro desaparecería después de esa habitación de hotel, por supuesto no inscrita a mi nombre en registro alguno. Tenia que desaparecer, algo a lo que estaba mas que acostumbrado.
¿Que me ataba a París? Mi hermano, durante estas semanas había hablado con él, en Rumanía tenia un castillo donde estaríamos a salvo, la inquisición no solía pisar aquellas tierras, entre otras porque encontrarían la muerte en cada paso.
El amor, maldito sentimiento que mueve montañas y destroza a un hombre. Mi hermano se había enamorado de una mujer de París, comprometido no estaba decidido a abandonar la idea de desposarse y partir.
Un loco, eso era Joe, mas ¿acaso podía culparlo? No, yo nunca había sentido, para mi era fácil alejarme de todo esto.
….....................................................................................................................................................
A las diez, puntual como un reloj tomé asiento en una de las mas prestigiosas mesas del palacio, ligeramente retirada del resto, con unas vistas expendidas y el mejor de los vinos servido sobre la mesa esperé a que la dama apareciera. Mucho teníamos que hablar, y dado el espíritu combatiente de ambos, intuía que un lugar publico seria el único lugar donde ambos pudiéramos dialogar. Necesitaba que viera por sus ojos que sucedería si Cain y Lilith poblaban el mundo.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Periódico para dos (libre)
Enarcó una ceja cuando la esclava le entregó el vestido y la joya con el mensaje pertinente. ¿Quién narices se creía ese Black? Si pensaba que iba a obedecer sus caprichos estaba listo, ella era Lady Blackmore, y también la Parca, y no se plegaba a los deseos de nadie, y menos aún de un hombre que creía tenerlos sólo por ser hombre.
A las diez en punto entraba por la puerta del Palacio Royal, enfundada en su propio vestido de terciopelo azul noche. Si quería ver furcias disfrazadas, que les regalase a ellas los vestidos, la Parca tenía clase y no soportaba ir vestida como una vulgar ramera. El vestido marcaba lo que debía marcar, hacía que se intuyera lo que había debajo sin enseñarlo; pero eso sí, en su cuello lucían los diamantes, ahí le haría una concesión al vampiro. No es que ella no tuviera, de hecho tenía hasta una tiara que no se ponía nunca porque la consideraba ostentosa, pero al ser la única hija de los Blackmore, todas las joyas familiares de sus tías, abuelas etc habían pasado a sus manos. Llevaba el pelo recogido en un moño bajo, su madre siempre decía que cuando se tenía que lucir un collar, el pelo no podía molestar.
Avanzó a paso decidido, no las tenía todas consigo de que ese monstruo no intentara alguna jugarreta a pesar de estar en público, así que le había dicho a Axel que montase guardia afuera, en el carruaje, por si la moscas.
Se acercó a la mesa y se sentó, tensa. Había dejado libre a aquella criatura asumiendo el fallo, que muchos aun estaban perplejos porque la Parca nunca fallaba.
— Buenas noches. Tiene buen aspecto para estar muerto seis mil años.— No podía negar que estaba jodida por aquella situación.— Disculpe que no me haya puesto el vestido, no es mi es stilo andar por ahí vestida como una zorra cazafortunas.— El camarero se acercó a tomarles nota y Aveline sonrió de medio lado.— Tráiganos el mejor vino de la casa porque el señor está tan sediento que podría... acabar con todo París.
Entornó los ojos sonriendo y cuando el camarero se retiró borró la sonrisa de su cara para sustituirla por ese gesto neutro tirando a hastiado. Su reputación estaba manchada por el nombre Black, aunque fuera falso, aunque las cosas hubieran sucedido de otra forma, y le dolía tener esa sombra en su intachable expediente.
A las diez en punto entraba por la puerta del Palacio Royal, enfundada en su propio vestido de terciopelo azul noche. Si quería ver furcias disfrazadas, que les regalase a ellas los vestidos, la Parca tenía clase y no soportaba ir vestida como una vulgar ramera. El vestido marcaba lo que debía marcar, hacía que se intuyera lo que había debajo sin enseñarlo; pero eso sí, en su cuello lucían los diamantes, ahí le haría una concesión al vampiro. No es que ella no tuviera, de hecho tenía hasta una tiara que no se ponía nunca porque la consideraba ostentosa, pero al ser la única hija de los Blackmore, todas las joyas familiares de sus tías, abuelas etc habían pasado a sus manos. Llevaba el pelo recogido en un moño bajo, su madre siempre decía que cuando se tenía que lucir un collar, el pelo no podía molestar.
Avanzó a paso decidido, no las tenía todas consigo de que ese monstruo no intentara alguna jugarreta a pesar de estar en público, así que le había dicho a Axel que montase guardia afuera, en el carruaje, por si la moscas.
Se acercó a la mesa y se sentó, tensa. Había dejado libre a aquella criatura asumiendo el fallo, que muchos aun estaban perplejos porque la Parca nunca fallaba.
— Buenas noches. Tiene buen aspecto para estar muerto seis mil años.— No podía negar que estaba jodida por aquella situación.— Disculpe que no me haya puesto el vestido, no es mi es stilo andar por ahí vestida como una zorra cazafortunas.— El camarero se acercó a tomarles nota y Aveline sonrió de medio lado.— Tráiganos el mejor vino de la casa porque el señor está tan sediento que podría... acabar con todo París.
Entornó los ojos sonriendo y cuando el camarero se retiró borró la sonrisa de su cara para sustituirla por ese gesto neutro tirando a hastiado. Su reputación estaba manchada por el nombre Black, aunque fuera falso, aunque las cosas hubieran sucedido de otra forma, y le dolía tener esa sombra en su intachable expediente.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 07/01/2017
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Re: Periódico para dos (libre)
Puntual como el mejor de los relojes suizos, “la parca hizo acto de presencia, al parecer el vestido elegido, uno de los mas caros de la alta costura Parisiense no era de su estilo, sin embargo las joyas engalardonadas en su cuello lucían casi tan espectaculares como ella.
Su gesto no era el que una jovencita deslumbrada por los regalos, mas bien todo lo contrario, me odiaba y no se esforzaba lo mas mínimo en disimularlo.
Mejor así, no tenia intención de andarme con rodeos, no necesitaba su admiración, ni siquiera que me mirara de otro modo distinto al que lo hacia, siempre preferí causar algo y no la mas pura indiferencia.
Sonreí de medio lado ,altivo, engreído mientras escuchaba aquel piropo escapar de sus labios.
-Gracias preciosa, admito que me conservo bien supongo que sera por la alimentación -bromeé guiñándole el ojo mientras me lazaba para acomodarla en el asiento de la forma mas caballerosa que pude.
El camarero trajo el vino pedido, no tuve objeción, tampoco problema en pagar varias botellas de esas.
Le sirvieron a la dama y después a mi, impaciente llevé la copa a mis labios para paladearlo.
-Delicioso, tiene muy buen gusto señorita Aveline -llevé la copa alzándola contra la ajena en un improvisado brindis que solo fue mio, pues ella estaba rehacía a todo lo que tuviera que ver conmigo.
-Por las alianzas, por extrañas que parezcan.
Llevé la copa a mis labios para dar un profundo trago.
-Como imaginara y muy a mi pesar, esta no es una reunión de placer. Claro que eso podría en cualquier momento cambiar si accede a subir a mi habitación de hotel y me deja mostrarle lo que se hacer.
Podía ver el brillo de la rabia en su mirada, sin duda aquello iba poniéndose cada vez mas interesante, ¿cuanto tardaría en sacar una estaca de su liga para intentar metermela por el culo?
-Antes de que se ponga en pie para marcharse, le diré que mi intención no es meramente ligar con vos. Deseo que veáis algo, algo que aunque os cuente no os creeréis.
Ladeé la cabeza tentándola a saber, esperando que su codicia por obtener información hiciera el resto.
Sabéis que la inquisición me busca a mi y a mis seis hermanos, que nos quieren con vida y que no escatiman en medios o influencias para lograrlo. Y si te digo que de lograr su objetivo, los cuatro jinetes del apocalipsis se cernirán sobre el mundo ¿me crees?
No respondas ¿y si te lo puedo mostrar?
Deslicé la copa de nuevo por mis labios dándole un nuevo sorbo sin apartar mis ojos de los de ella.
-No será gratis, para ver y creer tendrás que beber de mi sangre. Por una vez no te trasformaras en mi esclava, no es un truco para que lo hagas, aunque admito que el colocon que sentirás sera bestial y te costará mucho controlar tus impulsos mas primarios. Sentirás todo con mas fuerza, mas nítido, pensaras mejor, oirás mejor, el velo de tus ojos desaparecerá..te creerás invencible y durante unas horas, casi lo seras.
Su gesto no era el que una jovencita deslumbrada por los regalos, mas bien todo lo contrario, me odiaba y no se esforzaba lo mas mínimo en disimularlo.
Mejor así, no tenia intención de andarme con rodeos, no necesitaba su admiración, ni siquiera que me mirara de otro modo distinto al que lo hacia, siempre preferí causar algo y no la mas pura indiferencia.
Sonreí de medio lado ,altivo, engreído mientras escuchaba aquel piropo escapar de sus labios.
-Gracias preciosa, admito que me conservo bien supongo que sera por la alimentación -bromeé guiñándole el ojo mientras me lazaba para acomodarla en el asiento de la forma mas caballerosa que pude.
El camarero trajo el vino pedido, no tuve objeción, tampoco problema en pagar varias botellas de esas.
Le sirvieron a la dama y después a mi, impaciente llevé la copa a mis labios para paladearlo.
-Delicioso, tiene muy buen gusto señorita Aveline -llevé la copa alzándola contra la ajena en un improvisado brindis que solo fue mio, pues ella estaba rehacía a todo lo que tuviera que ver conmigo.
-Por las alianzas, por extrañas que parezcan.
Llevé la copa a mis labios para dar un profundo trago.
-Como imaginara y muy a mi pesar, esta no es una reunión de placer. Claro que eso podría en cualquier momento cambiar si accede a subir a mi habitación de hotel y me deja mostrarle lo que se hacer.
Podía ver el brillo de la rabia en su mirada, sin duda aquello iba poniéndose cada vez mas interesante, ¿cuanto tardaría en sacar una estaca de su liga para intentar metermela por el culo?
-Antes de que se ponga en pie para marcharse, le diré que mi intención no es meramente ligar con vos. Deseo que veáis algo, algo que aunque os cuente no os creeréis.
Ladeé la cabeza tentándola a saber, esperando que su codicia por obtener información hiciera el resto.
Sabéis que la inquisición me busca a mi y a mis seis hermanos, que nos quieren con vida y que no escatiman en medios o influencias para lograrlo. Y si te digo que de lograr su objetivo, los cuatro jinetes del apocalipsis se cernirán sobre el mundo ¿me crees?
No respondas ¿y si te lo puedo mostrar?
Deslicé la copa de nuevo por mis labios dándole un nuevo sorbo sin apartar mis ojos de los de ella.
-No será gratis, para ver y creer tendrás que beber de mi sangre. Por una vez no te trasformaras en mi esclava, no es un truco para que lo hagas, aunque admito que el colocon que sentirás sera bestial y te costará mucho controlar tus impulsos mas primarios. Sentirás todo con mas fuerza, mas nítido, pensaras mejor, oirás mejor, el velo de tus ojos desaparecerá..te creerás invencible y durante unas horas, casi lo seras.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Periódico para dos (libre)
Aveline escuchó todo el discurso de Assur prestando atención sin inmutarse y cuando éste terminó, la Parca estiró sus labios en una sonrisa. Se notó que a duras penas podía contener la carcajada, que finalmente soltó, con una expresión que era mezcla de sorpresa y diversión.
— Já!!... señor Black... dígame una cosa... Con eso de estar muerto... la sangre no le riega el cerebro correctamente ¿no? ¿En qué momento ha llegado a pensar que algo de eso podría suceder?
Se llevó la copa a los labios y después se echó hacia atrás cambiando la expresión ceñuda que había tenido todo el tiempo para mirar a Assur como el que observa un esqueleto de dinosaurio en el museo de ciencias.
— No follo con muertos. Es asqueroso. Y mucho menos voy a beber su sangre, aunque me prometa que me van a salir alas y escamas de dragón. ¿Me toma por estúpida? no necesito saber más de lo que ya me ha contado. La inquisición le busca con ansia porque cuando tenga a los siete Black se levantará el apocalipsis. Estupendo. No tengo planes para la vejez, asi que por mi... que hagan lo que les de la gana. Si tengo que morir peleando contra aberraciones del infierno, pues qué se le va a hacer, de algo hay que morirse en esta vida.
El camarero trajo la cena, y la rubia se preguntó si Assur podía comer. Decían que la mayoría de vampiros podía fingir que toleraban la comida pero no les sabía más que a cenizas. Probablemente con seis mil años hubiera desarrollado ya esa y muchas otras habilidades para parecer más humano. Pero sus ojos no lo eran, eran los de un demonio.
— Le seré sincera, sólo le solté porque los inquisidores nos jodieron vivos, y la mejor forma de devolverles el golpe era soltandole a usted, pero yo hubiera preferido que hubieran acabado de una vez por todas con su miserable existencia. Se cree muy poderoso, es el pastor que cuida de su rebaño, los humanos solo somos ganado ¿cierto? pues que sepa que se está follando a las ovejas porque no puede elegir algo mejor. Que eternidad más triste.
Pinchó con el tenedor un pequeño tomate que llevaba la guarnición de su plato y lo masticó despacio, tampoco es que tuviera mucha hambre, la situación era tensa.
— Mi vida podrá ser fugaz, ínfima, una pequeña gota en un océano. Pero sé que dejaré huella en la gente que me amó, que me conoció; a los que enseñé me recordarán en algun momento cuando deban poner el práctica ese golpe o esa técnica; quizás alguien que me haya escuchado tocar escuchará esa pieza musical y me recordará...pero usted... sólo deja miseria a su paso. El día que se eche la siesta al sol, se conevertirá en ceniza y nadie le echará de menos.
— Já!!... señor Black... dígame una cosa... Con eso de estar muerto... la sangre no le riega el cerebro correctamente ¿no? ¿En qué momento ha llegado a pensar que algo de eso podría suceder?
Se llevó la copa a los labios y después se echó hacia atrás cambiando la expresión ceñuda que había tenido todo el tiempo para mirar a Assur como el que observa un esqueleto de dinosaurio en el museo de ciencias.
— No follo con muertos. Es asqueroso. Y mucho menos voy a beber su sangre, aunque me prometa que me van a salir alas y escamas de dragón. ¿Me toma por estúpida? no necesito saber más de lo que ya me ha contado. La inquisición le busca con ansia porque cuando tenga a los siete Black se levantará el apocalipsis. Estupendo. No tengo planes para la vejez, asi que por mi... que hagan lo que les de la gana. Si tengo que morir peleando contra aberraciones del infierno, pues qué se le va a hacer, de algo hay que morirse en esta vida.
El camarero trajo la cena, y la rubia se preguntó si Assur podía comer. Decían que la mayoría de vampiros podía fingir que toleraban la comida pero no les sabía más que a cenizas. Probablemente con seis mil años hubiera desarrollado ya esa y muchas otras habilidades para parecer más humano. Pero sus ojos no lo eran, eran los de un demonio.
— Le seré sincera, sólo le solté porque los inquisidores nos jodieron vivos, y la mejor forma de devolverles el golpe era soltandole a usted, pero yo hubiera preferido que hubieran acabado de una vez por todas con su miserable existencia. Se cree muy poderoso, es el pastor que cuida de su rebaño, los humanos solo somos ganado ¿cierto? pues que sepa que se está follando a las ovejas porque no puede elegir algo mejor. Que eternidad más triste.
Pinchó con el tenedor un pequeño tomate que llevaba la guarnición de su plato y lo masticó despacio, tampoco es que tuviera mucha hambre, la situación era tensa.
— Mi vida podrá ser fugaz, ínfima, una pequeña gota en un océano. Pero sé que dejaré huella en la gente que me amó, que me conoció; a los que enseñé me recordarán en algun momento cuando deban poner el práctica ese golpe o esa técnica; quizás alguien que me haya escuchado tocar escuchará esa pieza musical y me recordará...pero usted... sólo deja miseria a su paso. El día que se eche la siesta al sol, se conevertirá en ceniza y nadie le echará de menos.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 07/01/2017
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