AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Periódico para dos (libre)
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Periódico para dos (libre)
Recuerdo del primer mensaje :
Apenas llevaba unas semanas en París y ya echaba de menos Rumanía y sus viejas costumbres ancladas en el tiempo. Mentiría si dijera que no era un hombre que se adaptaba a los efímeros tiempos. A fin de cuentas llevaba sobre la faz de la tierra demasiados siglos como para no hacerlo.
Muchos inmortales consideraban la eternidad el peor de sus enemigos. Yo por el contrario agradecía cada día, cada trago. Vivía apurando hasta la ultima gota de esencia de las copas, de los cuerpos, esto era vida aunque para muchos estábamos muertos.
Supongo que todo dependía de la perspectiva con la que vieras girar el mundo. A lo largo de los siglos conocí tantos hombres como ideas, tantas verdades a medias, religiones, guerras, todo parecía tener sentido, ese era el mayor defecto del humano, que necesitaban justificarlo todo para dar una razón a sus actos.
Yo por le contrario no necesitaba razones para sesgar vidas, ni para follar ni para beber, no necesitaba mas razón que la de ser lo mas parecido a un dios que mora en la tierra y así mi voluntad era la ley.
Aquella noche decidí salir solo, me había saciado hacia apenas unas horas en un callejón cercano Ahora prefería el descontrol de una noche llena de vida, nunca sabia lo que me deparaba el destino, quizás una buena compañía, un hombre de interesante conversación u otro inmortal con quien simplemente salir a cazar.
Destino, eso a lo que los humanos dan tanta importancia y que para mi es mas bien un juego de azar, uno en el que se pierde o gana dependiendo de la cara de la moneda que cae en tu palma.
Mi moneda había sido forjada a base del acero de la muerte, mi madre se encargo de ello.
Por contra, el de la mayoría de estos humanos, ganado para mi, su suerte se debatía entre un misero franco francés, era evidente que perder era su sino, pues no guardaban ases en las mangas con los que jugar la siguiente mano.
Con abrigo negro me deslicé por las calles de París como un espectro hasta alcanzar una taberna bastante elegante, donde los caballeros fumaban puros y conversaban sobre las novedades de los nobles parisienses.
Poco o nada me atraía de ese lugar, pero..su cerveza o mejor dicho el olor que desprendía no me pareció algo para pasar por alto.
¿Por que no probar?
Tomé asiento en la barra, pedí una jarra de cerveza mientras deslizaba por mis dedos las paginas de un periódico del día que había encontrado.
Era interesante conocer las ultimas noticias referentes a la ciudad que en este instante habitaba.
Apenas llevaba unas semanas en París y ya echaba de menos Rumanía y sus viejas costumbres ancladas en el tiempo. Mentiría si dijera que no era un hombre que se adaptaba a los efímeros tiempos. A fin de cuentas llevaba sobre la faz de la tierra demasiados siglos como para no hacerlo.
Muchos inmortales consideraban la eternidad el peor de sus enemigos. Yo por el contrario agradecía cada día, cada trago. Vivía apurando hasta la ultima gota de esencia de las copas, de los cuerpos, esto era vida aunque para muchos estábamos muertos.
Supongo que todo dependía de la perspectiva con la que vieras girar el mundo. A lo largo de los siglos conocí tantos hombres como ideas, tantas verdades a medias, religiones, guerras, todo parecía tener sentido, ese era el mayor defecto del humano, que necesitaban justificarlo todo para dar una razón a sus actos.
Yo por le contrario no necesitaba razones para sesgar vidas, ni para follar ni para beber, no necesitaba mas razón que la de ser lo mas parecido a un dios que mora en la tierra y así mi voluntad era la ley.
Aquella noche decidí salir solo, me había saciado hacia apenas unas horas en un callejón cercano Ahora prefería el descontrol de una noche llena de vida, nunca sabia lo que me deparaba el destino, quizás una buena compañía, un hombre de interesante conversación u otro inmortal con quien simplemente salir a cazar.
Destino, eso a lo que los humanos dan tanta importancia y que para mi es mas bien un juego de azar, uno en el que se pierde o gana dependiendo de la cara de la moneda que cae en tu palma.
Mi moneda había sido forjada a base del acero de la muerte, mi madre se encargo de ello.
Por contra, el de la mayoría de estos humanos, ganado para mi, su suerte se debatía entre un misero franco francés, era evidente que perder era su sino, pues no guardaban ases en las mangas con los que jugar la siguiente mano.
Con abrigo negro me deslicé por las calles de París como un espectro hasta alcanzar una taberna bastante elegante, donde los caballeros fumaban puros y conversaban sobre las novedades de los nobles parisienses.
Poco o nada me atraía de ese lugar, pero..su cerveza o mejor dicho el olor que desprendía no me pareció algo para pasar por alto.
¿Por que no probar?
Tomé asiento en la barra, pedí una jarra de cerveza mientras deslizaba por mis dedos las paginas de un periódico del día que había encontrado.
Era interesante conocer las ultimas noticias referentes a la ciudad que en este instante habitaba.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Periódico para dos (libre)
Enarqué una ceja mientras llevaba la copa de vino a mis labios y la miraba por encima de esta.
No pude reprimir una sonrisa ante los mordaces comentarios de la dama, follar no se si follaríamos, pero tenia que reconocer que me resultaba bastante entretenida su compañía, inútil, peor divertida.
Dejé la copa centrándome en el cordero con guarnición que acababan de servirme, ligeramente sangrante, debía admitir que estaba cocinado con gusto, podía paladear su sabor. Me relamí los labios mientras lo masticaba diferenciando los distintos frutos secos.
Creo que la dama seguía hablando de la desfachatez de mis ideas, no se exactamente en que momento había desconectado de esa larga suma de estupideces que salían de sus labios, como verdades absolutas.
Limpié mi boca con la servilleta cuando acabo su inicio de discurso elevando los ojos para encontrarme con su azulada mirada.
-Me he equivocado con vos señorita Aveline, os creía mas valiente, puede que menos sensata y sin lugar a dudas mas sacrificada.
Admito que de ese apocalipsis del que habla, si una raza prevalece, no sera la vuestra si no la mía. Mi interés, es meramente el de un pastor que cuida de su rebaño. Egoísmo podéis llamarlo egoísmo si os place. Como yo puedo llamaros cobarde, porque en esa gesta para la que confesáis estar preparada, no sobreviviereis ni vos ni nadie. Es posible que poco o nada os importe vuestra vida, mas señorita abanderada de los sentimientos, esos que decís que yo no tengo ¿tampoco os importa el resto de personas que habitan el mundo? No quedará mujer, ni niño, ni anciano libre en la faz de la tierra, os lo aseguro.
Quereis luchar, adelante, pero sois una necia si pensáis que podréis ganar.
La conversación había terminado, nada mas podía aportar a esa mujer que ahora se dedicaba a despotricar sobre sus motivos para haberme soltado.
Como podía ser tan estúpida de pensar que no hubiera logrado salir de su prisión por mis propios medios, acaso no conocía mis poderes. Hubiera podido destrozar la mente de mi custodio con tan solo proponermelo, el mismo me hubiera soltado para que su preciosa cabeza no le hubiera reventado.
-Tus motivos fueron tan egoístas como lo que a mi me invita a preservar vuestra raza. No deseabais deberme nada. Sois libre cazadora.
Ahora, lo que vino después si que logro hacerme reír a carcajada limpia, trataba de mostrarme lo sumamente solo que estaba ¿acaso creía que eso me importaba? estaba acostumbrado a que los sentimientos no me alcanzaran y a decir verdad ese era el unico modo de permanecer vivo durante todos estos siglos.
El amor es una carga complicada, una que te lleva a un punto de no retorno en el que pagas duras penitencias por sentirlo y vivirlo. No quería amor, ¿para que? Tenia todos los placeres que pudiera imaginar, tenia mas dinero del que podía gastar y disfrutaba de todo de un modo que ella seria incapaz de sentir en su efímera vida.
-No echo de menos aquello que nunca he tenido
Deje caer la servilleta sobre la mesa volviendo a hundir mis orbes en los suyos.
-creo que no tenemos nada mas que decirnos, estamos en puntos extremos del abismo, y dudo que ninguno desee acercar posturas.
No pude reprimir una sonrisa ante los mordaces comentarios de la dama, follar no se si follaríamos, pero tenia que reconocer que me resultaba bastante entretenida su compañía, inútil, peor divertida.
Dejé la copa centrándome en el cordero con guarnición que acababan de servirme, ligeramente sangrante, debía admitir que estaba cocinado con gusto, podía paladear su sabor. Me relamí los labios mientras lo masticaba diferenciando los distintos frutos secos.
Creo que la dama seguía hablando de la desfachatez de mis ideas, no se exactamente en que momento había desconectado de esa larga suma de estupideces que salían de sus labios, como verdades absolutas.
Limpié mi boca con la servilleta cuando acabo su inicio de discurso elevando los ojos para encontrarme con su azulada mirada.
-Me he equivocado con vos señorita Aveline, os creía mas valiente, puede que menos sensata y sin lugar a dudas mas sacrificada.
Admito que de ese apocalipsis del que habla, si una raza prevalece, no sera la vuestra si no la mía. Mi interés, es meramente el de un pastor que cuida de su rebaño. Egoísmo podéis llamarlo egoísmo si os place. Como yo puedo llamaros cobarde, porque en esa gesta para la que confesáis estar preparada, no sobreviviereis ni vos ni nadie. Es posible que poco o nada os importe vuestra vida, mas señorita abanderada de los sentimientos, esos que decís que yo no tengo ¿tampoco os importa el resto de personas que habitan el mundo? No quedará mujer, ni niño, ni anciano libre en la faz de la tierra, os lo aseguro.
Quereis luchar, adelante, pero sois una necia si pensáis que podréis ganar.
La conversación había terminado, nada mas podía aportar a esa mujer que ahora se dedicaba a despotricar sobre sus motivos para haberme soltado.
Como podía ser tan estúpida de pensar que no hubiera logrado salir de su prisión por mis propios medios, acaso no conocía mis poderes. Hubiera podido destrozar la mente de mi custodio con tan solo proponermelo, el mismo me hubiera soltado para que su preciosa cabeza no le hubiera reventado.
-Tus motivos fueron tan egoístas como lo que a mi me invita a preservar vuestra raza. No deseabais deberme nada. Sois libre cazadora.
Ahora, lo que vino después si que logro hacerme reír a carcajada limpia, trataba de mostrarme lo sumamente solo que estaba ¿acaso creía que eso me importaba? estaba acostumbrado a que los sentimientos no me alcanzaran y a decir verdad ese era el unico modo de permanecer vivo durante todos estos siglos.
El amor es una carga complicada, una que te lleva a un punto de no retorno en el que pagas duras penitencias por sentirlo y vivirlo. No quería amor, ¿para que? Tenia todos los placeres que pudiera imaginar, tenia mas dinero del que podía gastar y disfrutaba de todo de un modo que ella seria incapaz de sentir en su efímera vida.
-No echo de menos aquello que nunca he tenido
Deje caer la servilleta sobre la mesa volviendo a hundir mis orbes en los suyos.
-creo que no tenemos nada mas que decirnos, estamos en puntos extremos del abismo, y dudo que ninguno desee acercar posturas.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Periódico para dos (libre)
Era una criatura oscura, sin sentimiento alguno, sin remordimiento ni humanidad. Era el mal vestido con piel, tocado con un agraciado rostro, pero con el alma más negra que el pozo del que mana el miedo.
Dejó los cubiertos sobre el plato también y se levantó al igual que Assur. Desde luego no estaba por la labor de darle lo que quería.
— ¿Cobarde? usted mismo ha dicho que no hay futuro y aún así pelearé hasta morir. ¿Qué más opciones tengo? ¿dejarle que me muerda y beber su sangre? ¿para qué? acaso va a detener eso el apocalipsis?...— negó con la cabeza. Se desabrochó el collar de diamantes y se lo tendió al camarero que pasaba por allí.
— véndelo y reparte el dinero entre los pobres.— lo agarró de la camisa y lo sacudió amenazante.— si me entero que te lo has quedado, te arrancaré las manos.— El camarero asintió y salió de alli más pálido que un espectro. Se giró hacia a Assur de nuevo.
— Ya que tiene más de lo que puedes gastar y quizás el mundo se acabe pronto...no echará de menos esa joya. Y yo tampoco. Porque los regalos que no significan nada para quien los hace, significan menos para quien los recibe.— Sus ojos estaban chispeantes, brillantes, pero no por la ira que comenzaba a fluir por sus venas. El pulso estaba acelerado y sintió que el calor asomaba a sus mejillas como un fogonazo. De pronto sintió un leve mareo y tuvo que apoyar la mano sobre la mesa para no caerse. Notó la bilis subir hacia arriba y una sensación de opresión en la cabeza. ¿¡Sería cabron!? la había drogado!! o lo que era peor...le había dado Estricnina.
— hijo de puta...— murmuró, tratando de sostenerse en pie, pero no podía, la cabeza empezó a darle vueltas y a sufrir espasmos musculares por todo el cuerpo. La habían envenenado. Aveline cayó al suelo convulsionando, sacando espuma por la boca.
En el otro lado del salón tres tipos se levantaron de la mesa y se acercaron hacia ellos, olían a inquisidores desde lejos.
Dejó los cubiertos sobre el plato también y se levantó al igual que Assur. Desde luego no estaba por la labor de darle lo que quería.
— ¿Cobarde? usted mismo ha dicho que no hay futuro y aún así pelearé hasta morir. ¿Qué más opciones tengo? ¿dejarle que me muerda y beber su sangre? ¿para qué? acaso va a detener eso el apocalipsis?...— negó con la cabeza. Se desabrochó el collar de diamantes y se lo tendió al camarero que pasaba por allí.
— véndelo y reparte el dinero entre los pobres.— lo agarró de la camisa y lo sacudió amenazante.— si me entero que te lo has quedado, te arrancaré las manos.— El camarero asintió y salió de alli más pálido que un espectro. Se giró hacia a Assur de nuevo.
— Ya que tiene más de lo que puedes gastar y quizás el mundo se acabe pronto...no echará de menos esa joya. Y yo tampoco. Porque los regalos que no significan nada para quien los hace, significan menos para quien los recibe.— Sus ojos estaban chispeantes, brillantes, pero no por la ira que comenzaba a fluir por sus venas. El pulso estaba acelerado y sintió que el calor asomaba a sus mejillas como un fogonazo. De pronto sintió un leve mareo y tuvo que apoyar la mano sobre la mesa para no caerse. Notó la bilis subir hacia arriba y una sensación de opresión en la cabeza. ¿¡Sería cabron!? la había drogado!! o lo que era peor...le había dado Estricnina.
— hijo de puta...— murmuró, tratando de sostenerse en pie, pero no podía, la cabeza empezó a darle vueltas y a sufrir espasmos musculares por todo el cuerpo. La habían envenenado. Aveline cayó al suelo convulsionando, sacando espuma por la boca.
En el otro lado del salón tres tipos se levantaron de la mesa y se acercaron hacia ellos, olían a inquisidores desde lejos.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 07/01/2017
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Periódico para dos (libre)
La reunión había llegado a su fin ambos nos pusimos en pie, servilletas en la mesa y nuestras miradas enfrentadas. Un tono rojizo sobrevoló mi iris, incapaz de mantener esa calma de la que solía hacer gala. No era capaz de entender como podía ser tan estúpida, tan cerrada de mente.
No quería aprovecharme de ella, de querer eso ya hubiera caído en mis redes, manipular a los humanos me resultaba tan sumamente fácil que solo era para mi un juego.
Dejé escapar el aire frente a aquel alarde de valentía, que no aplaudí, pues para mi era muestra de la estupidez mas absoluta.
El collar fue arrancado de su cuello con desprecio, sonreí de medio lado viéndola tan ofuscada, parecía que no solo yo estaba cabreado y eso implicaba sentimientos, el odio era tan fuerte como el amor y por suerte ella sentía en ese momento algo que la convertía en mía.
-Ninguno necesitamos ese collar, es tuyo, puedes venderlo ,regalarlo o tirarlo, para lo que va a servir a los humanos si los inquisidores logran su fin...
Una ligera reverencia como despedida, me hubiera gustado tenerla de mi lado o al menos que comprendiera que aunque era un monstruo, no era el peor que poblaba la tierra. Mas en mis planes no estaba suplicar, ni siquiera intentar un segundo encuentro que le permitiera reflexionar.
Si en algo nos parecíamos ambos es en que las ideas las teníamos claras y las defendíamos a muerte aun asumiendo las peores de las consecuencias.
Lo que no me esperé fue que los ojos de la dama brillaran, enarqué una ceja la ver como se tambaleaba insultándome.
Acorté las distancias, la habían envenenado, mas desde luego no había sido yo el causante de su dolor. De quererla muerta ya lo hubiera estado, disfrutaba matando de otro modo, el veneno era solo para las mujeres y los cobardes.
Ladeé su cuerpo, pues la espuma salia de sus labios tratando de que no se ahogara con el vomito. Mis ojos rojos como el fuego se lazaron hacia esos tres hombres que ahora caminaba hacia nosotros de una forma admito que beligerante y cargada de valor. Una lastima que no fueran capaces de entender que tres, por muy inquisidores que fueran solo era una minucia para mi, estúpidos humanos.
-Aguanta pequeña -susurré cerrando los ojos con una sonrisa de medio lado.
Pronto los tres cayeron al suelo con las manos en su cabeza, el dolor era inmenso y mi capacidad para crearlo de las mas poderosas.
Convulsionaban gritando incapaces de mantenerse cuerdos, pronto suplicaron por que ese dolor cesara, mas no lo hizo, si no que se incremento logrando que arañaran sus propias caras, arrancándose el pelo como si así pudieran lograr alcanzar lo mas profundo de su cerebro.
Tomé a la cazadora en mis brazos, desapareciendo de aquel local con la misma rapidez con la que había llegado.
La puerta de mi hotel se abrió para nosotros, apenas podía notar su pulso, se moría, su corazón caía sentenciado al vació, nada quedaba de un cuerpo que se enfriaba contra el mio.
-Aveline maldita seas, aguanta, no voy a cargar con tu puta muerte.
La deposité sobre el lecho mirando aquel cuerpo perfecto mientras sajaba mi muñeca dejando que goteara carmesí.
Odiaba regalar mi sangre de forma gratuita, pero parece que al final ese era el único camino que me quedaba.
Acerque mi muñeca a su boca, dejando que las gotas entraran en su boca. Mi vitae era muy poderosa, no tarde en oír su corazón relampaguear, fuerte, como un tambor empujo la sangre de nuevo por todo su cuerpo. No tardaría en volver en si, y la verdad no envidiaba su humor cuando lo hiciera.
-Empiezo a acostumbrarme a la idea de perdonar tu vida una y otra vez -bromeé alejándome de ella para ir al mueble bar u servirme un buen coñac.
No quería aprovecharme de ella, de querer eso ya hubiera caído en mis redes, manipular a los humanos me resultaba tan sumamente fácil que solo era para mi un juego.
Dejé escapar el aire frente a aquel alarde de valentía, que no aplaudí, pues para mi era muestra de la estupidez mas absoluta.
El collar fue arrancado de su cuello con desprecio, sonreí de medio lado viéndola tan ofuscada, parecía que no solo yo estaba cabreado y eso implicaba sentimientos, el odio era tan fuerte como el amor y por suerte ella sentía en ese momento algo que la convertía en mía.
-Ninguno necesitamos ese collar, es tuyo, puedes venderlo ,regalarlo o tirarlo, para lo que va a servir a los humanos si los inquisidores logran su fin...
Una ligera reverencia como despedida, me hubiera gustado tenerla de mi lado o al menos que comprendiera que aunque era un monstruo, no era el peor que poblaba la tierra. Mas en mis planes no estaba suplicar, ni siquiera intentar un segundo encuentro que le permitiera reflexionar.
Si en algo nos parecíamos ambos es en que las ideas las teníamos claras y las defendíamos a muerte aun asumiendo las peores de las consecuencias.
Lo que no me esperé fue que los ojos de la dama brillaran, enarqué una ceja la ver como se tambaleaba insultándome.
Acorté las distancias, la habían envenenado, mas desde luego no había sido yo el causante de su dolor. De quererla muerta ya lo hubiera estado, disfrutaba matando de otro modo, el veneno era solo para las mujeres y los cobardes.
Ladeé su cuerpo, pues la espuma salia de sus labios tratando de que no se ahogara con el vomito. Mis ojos rojos como el fuego se lazaron hacia esos tres hombres que ahora caminaba hacia nosotros de una forma admito que beligerante y cargada de valor. Una lastima que no fueran capaces de entender que tres, por muy inquisidores que fueran solo era una minucia para mi, estúpidos humanos.
-Aguanta pequeña -susurré cerrando los ojos con una sonrisa de medio lado.
Pronto los tres cayeron al suelo con las manos en su cabeza, el dolor era inmenso y mi capacidad para crearlo de las mas poderosas.
Convulsionaban gritando incapaces de mantenerse cuerdos, pronto suplicaron por que ese dolor cesara, mas no lo hizo, si no que se incremento logrando que arañaran sus propias caras, arrancándose el pelo como si así pudieran lograr alcanzar lo mas profundo de su cerebro.
Tomé a la cazadora en mis brazos, desapareciendo de aquel local con la misma rapidez con la que había llegado.
La puerta de mi hotel se abrió para nosotros, apenas podía notar su pulso, se moría, su corazón caía sentenciado al vació, nada quedaba de un cuerpo que se enfriaba contra el mio.
-Aveline maldita seas, aguanta, no voy a cargar con tu puta muerte.
La deposité sobre el lecho mirando aquel cuerpo perfecto mientras sajaba mi muñeca dejando que goteara carmesí.
Odiaba regalar mi sangre de forma gratuita, pero parece que al final ese era el único camino que me quedaba.
Acerque mi muñeca a su boca, dejando que las gotas entraran en su boca. Mi vitae era muy poderosa, no tarde en oír su corazón relampaguear, fuerte, como un tambor empujo la sangre de nuevo por todo su cuerpo. No tardaría en volver en si, y la verdad no envidiaba su humor cuando lo hiciera.
-Empiezo a acostumbrarme a la idea de perdonar tu vida una y otra vez -bromeé alejándome de ella para ir al mueble bar u servirme un buen coñac.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Periódico para dos (libre)
La cazadora se debatía entre la vida y la muerte cuando Assur la depositó sobre el lecho. Su cuerpo ardía, la estricnina le había provocado espamos musculares sin control y todo su cuerpo había entrado en una especie de dinámica destructiva en la que los músculos quemaban todas sus reservas sin freno liberando gran cantidad de energía y procándole aquella hipertermia. Sudaba, sus pupilas no reaccionaban a la luz, contraídas por la toxina.
Su mente se apagó al caer en una inconsciencia oscura, pero los momentos previos cuando todavía era consciente, acudió a su cabeza la angustia de un recuerdo. Una vez en una noche de caza, la lluvia recia les sorprendió a ella y a Axel desmantelando un nido de vampiros en Newhampshire. El mayor de los hermanos resbaló del tejado agarrandose a su presa; fue sólo un segundo, un resbalón, y se precipitó al vacío. Faith corrió hasta el borde y lo vio agarrado a una débil canaleta que sobresalía providencialmente, lo izó y sólo quedó en un susto. Pero en ese instante sintió que la vida podía cambiar en un segundo.
Ese recuerdo era precisamente el que le vino a la mente cuando creyó que era final, que su vida acababa allí, sacando espuma por la boca. Una copa había bastado para acabar con La Parca, un momento de debilidad. No tenía por qué haber aceptado la invitación, ¿qué quería demostrar? que era valiente? eso ya lo sabían todos, también ella. ¿Por qué lo había hecho entonces? Porque se sentía sola, ahí estaba la respuesta. Porque Assur también estaba solo miles de años y de alguna forma conociéndolo, podría sentirse menos máquina y más humana, porque a su lado era un baúl lleno de sentimientos.
La sangre del vampiro entró en su organismo y se desató una lucha encarnizada entre el veneno y el don oscuro. Recuperó el latido y el pulso pero el calor que emanaba su cuerpo no era normal, bullía y sus músculos rígidos empezaron a tener movilidad. Su espalda se arqueó en una postura antinatural que le arrancó un gesto de dolor en el rostro. La potencia de esa sangre estaba destruyendo células dañadas por el veneno y el resultado estaba siendo devastador. Se contorsionó en otra convulsión y abrió los ojos de golpe apretando los dientes y exclamando un ronco gemido. Sus manos se cerraron sobre el edredón apretandolo en un puñado de tela, sus pies se movieron sin propósito ninguno, tan sólo por tratar de aliviar el hormigueo de cuchillas que la recorría en forma de calambres. Sentía como si unas garras la arañasen por dentro y rellenasen las heridas con brasas candentes. El dolor, la temperatura y el agobio le impedía respirar bien, se incorporó violentamente y dio unos pasos adelante derribando una silla que terminó por lanzar contra una pared destrózándola en el choque.
— hijo de perra...¿qué me has hecho?...acabaré contigo...— no entendía que había sido Assur el que la había salvado, ella se había desvanecido con el veneno. Le soltó un puñetazo en toda la cara, resoplando, furibunda. Assur brillaba en un extraño color, todo tenía un aura brillante molesta que dolía en el fondo de los ojos.
Su mente se apagó al caer en una inconsciencia oscura, pero los momentos previos cuando todavía era consciente, acudió a su cabeza la angustia de un recuerdo. Una vez en una noche de caza, la lluvia recia les sorprendió a ella y a Axel desmantelando un nido de vampiros en Newhampshire. El mayor de los hermanos resbaló del tejado agarrandose a su presa; fue sólo un segundo, un resbalón, y se precipitó al vacío. Faith corrió hasta el borde y lo vio agarrado a una débil canaleta que sobresalía providencialmente, lo izó y sólo quedó en un susto. Pero en ese instante sintió que la vida podía cambiar en un segundo.
Ese recuerdo era precisamente el que le vino a la mente cuando creyó que era final, que su vida acababa allí, sacando espuma por la boca. Una copa había bastado para acabar con La Parca, un momento de debilidad. No tenía por qué haber aceptado la invitación, ¿qué quería demostrar? que era valiente? eso ya lo sabían todos, también ella. ¿Por qué lo había hecho entonces? Porque se sentía sola, ahí estaba la respuesta. Porque Assur también estaba solo miles de años y de alguna forma conociéndolo, podría sentirse menos máquina y más humana, porque a su lado era un baúl lleno de sentimientos.
La sangre del vampiro entró en su organismo y se desató una lucha encarnizada entre el veneno y el don oscuro. Recuperó el latido y el pulso pero el calor que emanaba su cuerpo no era normal, bullía y sus músculos rígidos empezaron a tener movilidad. Su espalda se arqueó en una postura antinatural que le arrancó un gesto de dolor en el rostro. La potencia de esa sangre estaba destruyendo células dañadas por el veneno y el resultado estaba siendo devastador. Se contorsionó en otra convulsión y abrió los ojos de golpe apretando los dientes y exclamando un ronco gemido. Sus manos se cerraron sobre el edredón apretandolo en un puñado de tela, sus pies se movieron sin propósito ninguno, tan sólo por tratar de aliviar el hormigueo de cuchillas que la recorría en forma de calambres. Sentía como si unas garras la arañasen por dentro y rellenasen las heridas con brasas candentes. El dolor, la temperatura y el agobio le impedía respirar bien, se incorporó violentamente y dio unos pasos adelante derribando una silla que terminó por lanzar contra una pared destrózándola en el choque.
— hijo de perra...¿qué me has hecho?...acabaré contigo...— no entendía que había sido Assur el que la había salvado, ella se había desvanecido con el veneno. Le soltó un puñetazo en toda la cara, resoplando, furibunda. Assur brillaba en un extraño color, todo tenía un aura brillante molesta que dolía en el fondo de los ojos.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 07/01/2017
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Re: Periódico para dos (libre)
La cazadora se arqueaba por el dolor, supuse que era el ínfimo precio que tenia que pagar mientras se debatía entre la vida y la muerte.
Si mi sangre ahora no corriera por sus venas destrozando aquel veneno que la inquisición había metido en su copa, seria “parca muerta”
Se alzó del lecho furiosa, sus ojos inyectados en sangre me buscaron por la estancia, mi tranquilidad frente a su agresiva actitud era pasmosa, algo que posiblemente le resulto una mayor afrenta que la sonrisa de medio lado dibujada en mis labios.
Una silla sobrevoló la habitación, sus pasos se dirigían hacia mi posición. Corazón que bombeaba enérgico la sangre, mi sangre. Sentenciada por el demonio que tenia enfrente, posiblemente se sentía completamente fuera de si. Debería ser capaz pese a la furia de pensar de forma mas nítida, no debía haber velos sobre sus ojos, estaba seguro de que si se paraba a pensar, pronto descubriría, que yo no era el causante de su mal.
Un puñetazo, me hizo ladear la cara, lleve la mano a la mandíbula moviendola ligeramente, debía admitir que pese a ser una preciosa mujer, no pegaba como una de ellas.
Rápido movimiento que apreso sus brazos inmovilizándola contra mi cuerpo. Su espalda contra mi pecho. Una de mis manos en su cuello y con la otra sujete sendas muñecas delante de su vientre. No dudó en forcejear, claro que poco o nada podía hacer contra este inmortal.
-Shhhhhh -siseé en su oído para que guardara silencio -vamos nena, si sigues jadeando por el esfuerzo me pondrás muy difícil el controlar mi hambre -bromeé susurrando en su oído.
Podía sentir la repulsión que conllevaba mi cuerpo pegado al suyo, algo que admito me divertía enormemente.
-Lo que sientes es el subidon de mi sangre en tu organismo, te crees invencible, mas no, no eres invencible pues lo que corre en una pequeña dosis por tus venas, lo hace como un torrente por las mías. ¿Entiendes el peligro de mi vitae ahora? ¿entiendes por que no te temo?
Aflojé ligeramente le agarre cuando la sentí mas tranquila, pronto ambos quedamos de frente, dos depredadores que se analizaban sin tregua laguna.
-¿una copa? Esta no llevará veneno -bromeé -a estas alturas ya imaginaras que no he tenido nada que ver con tu intoxicación repentina -sonrisa de medio lado mientras llenaba sendas copas de coñac -parece que la inquisición te quiere muerta, quizás la idea de que me haya escapado de tus zarpas no les haya gustado, y menos si nos han visto cenando como una pareja de enamorados.
No pude evitar reír contra le vidrio del vaso, empezaba a divertirme la idea de molestarla de una u otra manera.
Una carcajada invadió la estancia mientras mis ojos dibujaban su duro cuerpo
-Suerte con ello -añadí alzando la copa para brindar
Si mi sangre ahora no corriera por sus venas destrozando aquel veneno que la inquisición había metido en su copa, seria “parca muerta”
Se alzó del lecho furiosa, sus ojos inyectados en sangre me buscaron por la estancia, mi tranquilidad frente a su agresiva actitud era pasmosa, algo que posiblemente le resulto una mayor afrenta que la sonrisa de medio lado dibujada en mis labios.
Una silla sobrevoló la habitación, sus pasos se dirigían hacia mi posición. Corazón que bombeaba enérgico la sangre, mi sangre. Sentenciada por el demonio que tenia enfrente, posiblemente se sentía completamente fuera de si. Debería ser capaz pese a la furia de pensar de forma mas nítida, no debía haber velos sobre sus ojos, estaba seguro de que si se paraba a pensar, pronto descubriría, que yo no era el causante de su mal.
Un puñetazo, me hizo ladear la cara, lleve la mano a la mandíbula moviendola ligeramente, debía admitir que pese a ser una preciosa mujer, no pegaba como una de ellas.
Rápido movimiento que apreso sus brazos inmovilizándola contra mi cuerpo. Su espalda contra mi pecho. Una de mis manos en su cuello y con la otra sujete sendas muñecas delante de su vientre. No dudó en forcejear, claro que poco o nada podía hacer contra este inmortal.
-Shhhhhh -siseé en su oído para que guardara silencio -vamos nena, si sigues jadeando por el esfuerzo me pondrás muy difícil el controlar mi hambre -bromeé susurrando en su oído.
Podía sentir la repulsión que conllevaba mi cuerpo pegado al suyo, algo que admito me divertía enormemente.
-Lo que sientes es el subidon de mi sangre en tu organismo, te crees invencible, mas no, no eres invencible pues lo que corre en una pequeña dosis por tus venas, lo hace como un torrente por las mías. ¿Entiendes el peligro de mi vitae ahora? ¿entiendes por que no te temo?
Aflojé ligeramente le agarre cuando la sentí mas tranquila, pronto ambos quedamos de frente, dos depredadores que se analizaban sin tregua laguna.
-¿una copa? Esta no llevará veneno -bromeé -a estas alturas ya imaginaras que no he tenido nada que ver con tu intoxicación repentina -sonrisa de medio lado mientras llenaba sendas copas de coñac -parece que la inquisición te quiere muerta, quizás la idea de que me haya escapado de tus zarpas no les haya gustado, y menos si nos han visto cenando como una pareja de enamorados.
No pude evitar reír contra le vidrio del vaso, empezaba a divertirme la idea de molestarla de una u otra manera.
- Bien pequeña, ¿por donde íbamos? -pregunté elevando una ceja -a si, porque ibas a luchar contra todo cuando llegara el apocalipsis.
Una carcajada invadió la estancia mientras mis ojos dibujaban su duro cuerpo
-Suerte con ello -añadí alzando la copa para brindar
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Periódico para dos (libre)
Lo sabía. Lo sentía en su interior: no podía vencerlo con sus propios medios a menos que lo pillase debilitado o despistado. Era el depredador supremo, el arma perfecta, la cima de la cadena alimenticia, y al final del cuento, por mucho que ella se empeñara en ser un león, hasta el león caía bajo el rifle. Aún así, jamás se rendiría, no estaba escrito en su adn, no podía traicionarse a sí misma porque sería la traición más grave que podría cometer.
La tenía agarrada, constatándole el hecho de que fue la Inquisición y no él quien recurrió al veneno para sacarla del medio. Fantástico. Ahora también la Inquisición iba tras sus talones, como si no tuviera ya suficientes frentes abiertos.
La soltó y le tendió una copa de coñac, copa que lanzó al suelo enmoquetado, derramándola aunque sin romperse, porque no lo hizo con la misma furia con la que se había despertado. Seguía ahogñandose, cociéndose en el calor que desprendían sus entrañas. Cada vez que respiraba, el aire que salía por su boca quemaba los pulmones al entrar y salir. El veneno y la sangre del vampiro todavía corrían por cada resquicio de su cuerpo y hacían que su cuerpo reaccionase así. Sin mediar palabra, pero con gestos bruscos, se dio la vuelta y se dirigió hacia el baño desabrochando su vestido, que dejó tirado en el suelo mientras andaba. Tras el vestido fueron las enaguas y el resto de la ropa. Tan sólo quedaba la cartuchera de cuero atada al muslo donde portaba dos estacas afiladas. Al caer al suelo hicieron un ruido sordo, y la cazadora ni se inmutó, necesitaba meterse bajo el agua fría, no podía soportar el calor abrasador que salía de su cuerpo.
Se metió en la ducha y le dio al agua, que pronto empezó a deslizarse por su cuerpo. El choque de temperaturas la hizo aguantar la respiración y cerrar los ojos. Apoyó las palamas en la pared y poco después también la frente, cerrando los ojos. Ahora el calor empezaba a apagarse, la reacción empezaba a enlentecer su metabolismo acelerado, y el dolor y la opresión empezaban a desaparecer.
Desde luego, la sangre de Assur Black era poderosa, podía dar fe de ello, y de no ser por él en ese momento ya estaría rígida y fría tirada en el suelo del restaurante. De nuevo estaba en deuda, y no podía soportarlo, deberle algo a un vampiro era un sacrilegio para un cazador. Se quedó un buen rato bajo el agua fría calmando su mente y bajando la temperatura de su cuerpo hasta que éste empezó a ponerse algo azulado.
Cerró el grifo y alcanzó una toalla que se envolvió. Ahora sus movimientos eran lentos, como el que tras una fiebre alta empieza a recuperarse. Salió de nuevo a la habitación donde se encontraba Black y se dirigió a la ventana. Descorrió la cortina apenas unos centímetros para echar un vistazo afuera. Nada. Estaba tranquilo. Si la inquisición iba a por ellos, aún no habían llegado.
— ¿qué quieres de mí?... sé lo que quiere la Inquisición, sé lo que quiere la Orden... pero todavía no entiendo qué esperas tú. Ya has tenido mi sangre, puedes matarme en cualquier momento o dejar que lo hagan otros... no me digas que sólo pasar un rato; hay cuatro millones de personas en esta ciudad, dime por qué estoy aquí.
La tenía agarrada, constatándole el hecho de que fue la Inquisición y no él quien recurrió al veneno para sacarla del medio. Fantástico. Ahora también la Inquisición iba tras sus talones, como si no tuviera ya suficientes frentes abiertos.
La soltó y le tendió una copa de coñac, copa que lanzó al suelo enmoquetado, derramándola aunque sin romperse, porque no lo hizo con la misma furia con la que se había despertado. Seguía ahogñandose, cociéndose en el calor que desprendían sus entrañas. Cada vez que respiraba, el aire que salía por su boca quemaba los pulmones al entrar y salir. El veneno y la sangre del vampiro todavía corrían por cada resquicio de su cuerpo y hacían que su cuerpo reaccionase así. Sin mediar palabra, pero con gestos bruscos, se dio la vuelta y se dirigió hacia el baño desabrochando su vestido, que dejó tirado en el suelo mientras andaba. Tras el vestido fueron las enaguas y el resto de la ropa. Tan sólo quedaba la cartuchera de cuero atada al muslo donde portaba dos estacas afiladas. Al caer al suelo hicieron un ruido sordo, y la cazadora ni se inmutó, necesitaba meterse bajo el agua fría, no podía soportar el calor abrasador que salía de su cuerpo.
Se metió en la ducha y le dio al agua, que pronto empezó a deslizarse por su cuerpo. El choque de temperaturas la hizo aguantar la respiración y cerrar los ojos. Apoyó las palamas en la pared y poco después también la frente, cerrando los ojos. Ahora el calor empezaba a apagarse, la reacción empezaba a enlentecer su metabolismo acelerado, y el dolor y la opresión empezaban a desaparecer.
Desde luego, la sangre de Assur Black era poderosa, podía dar fe de ello, y de no ser por él en ese momento ya estaría rígida y fría tirada en el suelo del restaurante. De nuevo estaba en deuda, y no podía soportarlo, deberle algo a un vampiro era un sacrilegio para un cazador. Se quedó un buen rato bajo el agua fría calmando su mente y bajando la temperatura de su cuerpo hasta que éste empezó a ponerse algo azulado.
Cerró el grifo y alcanzó una toalla que se envolvió. Ahora sus movimientos eran lentos, como el que tras una fiebre alta empieza a recuperarse. Salió de nuevo a la habitación donde se encontraba Black y se dirigió a la ventana. Descorrió la cortina apenas unos centímetros para echar un vistazo afuera. Nada. Estaba tranquilo. Si la inquisición iba a por ellos, aún no habían llegado.
— ¿qué quieres de mí?... sé lo que quiere la Inquisición, sé lo que quiere la Orden... pero todavía no entiendo qué esperas tú. Ya has tenido mi sangre, puedes matarme en cualquier momento o dejar que lo hagan otros... no me digas que sólo pasar un rato; hay cuatro millones de personas en esta ciudad, dime por qué estoy aquí.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 07/01/2017
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Re: Periódico para dos (libre)
La parca parecía odiarme, no la culpaba, eramos razas enfrentadas, con una única diferencia, yo tenia tantos enemigos, que ya no era para mi un drama tener uno de ellos frente a mi cama. Por el contrario para ella tenerme de frente implicaba que la rabia la embargara, aunque en el fondo creo que estaba mas furiosa consigo misma que conmigo, odiaba deberme la vida y eso la calcinaba mas incluso que la sangre que ahora corría por sus venas.
La copa cayó al suelo, la mía acaparó mis labios dando un profundo trago mientras admiraba a la “Parca” enfurecida frente a mis ojos abandonar la estancia en busca de esa calma que no llegaba.
El baño su refugio, el agua su antídoto y yo su enemigo.
Dejé escapar el aire sirviéndome otra copa, la noche no había salido precisamente como esperaba. No era un iluso, tampoco creí que aquella testaruda cazadora iba a aceptar convertirse en mi aliada, mas si esperaba, sembrar la suficiente duda como para que le diera vueltas a ciertas cosas que no le cuadraran.
Sumido en mis propios pensamientos, la dama volvió a la habitación en penumbra, caminó serena hacia la ventana, echando un ligero vistazo a través de las cortinas que la cubrían, parecía mas tranquila, algo que agradecía. No se puede conversar con alguien fuera de si.
Entonces llegó aquella pregunta que me hizo desviar la mirada hacia la copa, perdiéndome en su oscuro liquido.
Era cierto, había tenido su sangre, no era sed. Tampoco quería un rato con ella en el lecho, podía tenerlo..solo tenia que ordenarselo, dudaba que pudiera oponerse a ello. Y de quererla muerta ¿para que salvarla? Ya me había dicho que no me ayudaría, que estaba dispuesta a luchar aquella batalla final...¿entonces?
Alcé la mirada buscando a “la parca”, un momento de silencio mientras meditaba las palabras adecuadas.
-supongo que no me interesa tener a tu hermano deseando mi muerte y de haberte dejado allí... morir, la inquisición te hubiera llevado fría frente a este alegando que soy el culpable de su desgracia. Intuyo que tu hermano dejándose llevar por el cegador odio no hubiera pensado que si te quisiera muerta ya lo estarías, que serian mis colmillos y no el veneno el que te hubiera arrebatado la vida. Se hubiera aliado con la inquisición para dar caza a todos los Black y se hubiera convertido en su títere, pronto y sin saberlo en el verdugo de la humanidad. Supongo que con este acto, le doy la opción de poder pensar y no dejarse llevar por la ofuscación del dolor que precede a perder a un hermano.
Un nuevo trago para aclarar mi voz, sabia lo que significaba la perdida, aunque ella no lo supiera. No era real ese motivo, aunque mi explicación era épica, ventajas de ser casi un dios. La verdad, por una vez no fui capaz de pensar..simplemente la salve en un acto impulsivo..sin mas.
-Deberías irte, la inquisición no tardará en llegar -mis ojos se hundieron en los suyos, el tono del fuego se apoderó de ellos, quizás en un intento de intimidarla o quizás preparándose para la batalla que pronto se desarrollaría en esa habitación.
-Vete Aveline, quizás algún día nuestros caminos vuelvan a encontrarse o quizás no.
La copa cayó al suelo, la mía acaparó mis labios dando un profundo trago mientras admiraba a la “Parca” enfurecida frente a mis ojos abandonar la estancia en busca de esa calma que no llegaba.
El baño su refugio, el agua su antídoto y yo su enemigo.
Dejé escapar el aire sirviéndome otra copa, la noche no había salido precisamente como esperaba. No era un iluso, tampoco creí que aquella testaruda cazadora iba a aceptar convertirse en mi aliada, mas si esperaba, sembrar la suficiente duda como para que le diera vueltas a ciertas cosas que no le cuadraran.
Sumido en mis propios pensamientos, la dama volvió a la habitación en penumbra, caminó serena hacia la ventana, echando un ligero vistazo a través de las cortinas que la cubrían, parecía mas tranquila, algo que agradecía. No se puede conversar con alguien fuera de si.
Entonces llegó aquella pregunta que me hizo desviar la mirada hacia la copa, perdiéndome en su oscuro liquido.
Era cierto, había tenido su sangre, no era sed. Tampoco quería un rato con ella en el lecho, podía tenerlo..solo tenia que ordenarselo, dudaba que pudiera oponerse a ello. Y de quererla muerta ¿para que salvarla? Ya me había dicho que no me ayudaría, que estaba dispuesta a luchar aquella batalla final...¿entonces?
Alcé la mirada buscando a “la parca”, un momento de silencio mientras meditaba las palabras adecuadas.
-supongo que no me interesa tener a tu hermano deseando mi muerte y de haberte dejado allí... morir, la inquisición te hubiera llevado fría frente a este alegando que soy el culpable de su desgracia. Intuyo que tu hermano dejándose llevar por el cegador odio no hubiera pensado que si te quisiera muerta ya lo estarías, que serian mis colmillos y no el veneno el que te hubiera arrebatado la vida. Se hubiera aliado con la inquisición para dar caza a todos los Black y se hubiera convertido en su títere, pronto y sin saberlo en el verdugo de la humanidad. Supongo que con este acto, le doy la opción de poder pensar y no dejarse llevar por la ofuscación del dolor que precede a perder a un hermano.
Un nuevo trago para aclarar mi voz, sabia lo que significaba la perdida, aunque ella no lo supiera. No era real ese motivo, aunque mi explicación era épica, ventajas de ser casi un dios. La verdad, por una vez no fui capaz de pensar..simplemente la salve en un acto impulsivo..sin mas.
-Deberías irte, la inquisición no tardará en llegar -mis ojos se hundieron en los suyos, el tono del fuego se apoderó de ellos, quizás en un intento de intimidarla o quizás preparándose para la batalla que pronto se desarrollaría en esa habitación.
-Vete Aveline, quizás algún día nuestros caminos vuelvan a encontrarse o quizás no.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
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