AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Caminando entre las sombras [privado]
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Caminando entre las sombras [privado]
Recuerdo del primer mensaje :
Desde aquella mañana fría, había pasado demasiado tiempo. Suficiente para que todo volviese a su lugar. No habría restos del ángel en ninguna parte de su ser, la habría olvidado, como otra de las personas que te cruzas por la calle, de casualidad . ¿Ella? aceptó el simple hecho de que jamás podría salvar un alma oscura, a él. La conexión de las miradas, cómo sus pieles se erizaban al contacto del otro, voces que se mezclaban creando una sola sinfonía, necesidad de tener cerca al otro…todo eso, magia. Una magia que ella había disuelto con palabras, ritual con consecuencia de una víctima mortal.
Al menos, lo devolvió a las sombras, como debía ser. Escuchó a sus almas perdidas, unas que cuando regresó esa mañana a la cabaña, la consolaron y aliviaron aquel peso que cargaba su alma. Si había hecho lo que debía ¿por qué se sintió de aquella forma como si su alma ya no estuviese con ella? él se la había llevado, la condenó a no poder olvidar, a revivir todo , soñar con algo imposible, juntos… podía olerle, sentirle en los sueños. Sus almas la despertaban, no deseaban que Maia sufriese más de lo debido, dejar marchar al demonio había supuesto condenar una parte de ella a las sombras.
Sus poderes parecían haberse estancado, como ella en aquella calle. Se quedó sin alimento, sustento para comer. El fuego parecía haberse ido con el alma del licántropo, el frío la había absorbido por completo. No tenía nada y debía buscarse la vida. ¿De qué forma? De una que ni pensó y aún así… no le quedaba más. Solo un alma condenada a vivir en la lejanía, maldita belleza, malditos recuerdos que no la dejaban dormir tan siquiera, él se incrustaba en cada uno de ellos.
Vagó por el bosque, hasta adentrarse entre las calles de Paris. Apenas podía tener los ojos abiertos, nevaba y los copos se anidaban en sus pestañas. Un destino clave, no era otro que el burdel. Allí muchas chicas empezaban una nueva vida, tenían un alojamiento, comida y un techo donde refugiarse. Desesperación por no encontrar salida, más perdida que nunca pues no recordaba ni tan siquiera el camino a casa. El hambre ocupaba el primer puesto, ya no sentía frío aunque sus labios, esos rosados tan hermosos como corales de mar… ahora tuviesen un tono morado. Había decaído durante todo este tiempo, no sentía ni fuerzas y lo agradeció porque así, no se acordaría de quien la tomase…por primera vez.
No fue fácil, la dueña del local al verla, casi la echa a la calle. Llamó tantas veces que molestaba a los clientes por eso terminó dejándola pasar, creía que era una vagabunda más pero en cuanto la joven apartó la capucha, sus rasgos la dejaron sin palabras. Era tan hermosa aunque estuviese demacrada.
-Un baño caliente y darle comer, empezarás esta noche, querida… eres especial. Eres tan bonita y frágil, pagarán mucho por ti -Maia desvió la mirada asintiendo, aceptaba ¿acaso tenía donde ir? Se dejó llevar por una de las chicas, la cual le brindó aquel baño caliente que necesitaba, ropa limpia y un buen plato que llevarse a la boca, esa noche iba a ser el primer día de su nueva vida.
Apenas con un simple camisón blanco, destacaba por encima de todas las jóvenes del lugar. Esperaban sacar buen partido de esa noche fría en donde muchos hombres esperaban refugiarse entre las piernas de una dama y beber hasta caer rendidos. Maia se abrazó a sí misma, en la habitación asignada… la puerta se abrió y ella, deseó que aquella tarde…el demonio la hubiese matado con sus propias manos, pues qué mejor dulce condena que esa. E volvió a acordar de él y por primera vez, una lagrima de desesperanza cayó por sus mejillas.
Desde aquella mañana fría, había pasado demasiado tiempo. Suficiente para que todo volviese a su lugar. No habría restos del ángel en ninguna parte de su ser, la habría olvidado, como otra de las personas que te cruzas por la calle, de casualidad . ¿Ella? aceptó el simple hecho de que jamás podría salvar un alma oscura, a él. La conexión de las miradas, cómo sus pieles se erizaban al contacto del otro, voces que se mezclaban creando una sola sinfonía, necesidad de tener cerca al otro…todo eso, magia. Una magia que ella había disuelto con palabras, ritual con consecuencia de una víctima mortal.
Al menos, lo devolvió a las sombras, como debía ser. Escuchó a sus almas perdidas, unas que cuando regresó esa mañana a la cabaña, la consolaron y aliviaron aquel peso que cargaba su alma. Si había hecho lo que debía ¿por qué se sintió de aquella forma como si su alma ya no estuviese con ella? él se la había llevado, la condenó a no poder olvidar, a revivir todo , soñar con algo imposible, juntos… podía olerle, sentirle en los sueños. Sus almas la despertaban, no deseaban que Maia sufriese más de lo debido, dejar marchar al demonio había supuesto condenar una parte de ella a las sombras.
Sus poderes parecían haberse estancado, como ella en aquella calle. Se quedó sin alimento, sustento para comer. El fuego parecía haberse ido con el alma del licántropo, el frío la había absorbido por completo. No tenía nada y debía buscarse la vida. ¿De qué forma? De una que ni pensó y aún así… no le quedaba más. Solo un alma condenada a vivir en la lejanía, maldita belleza, malditos recuerdos que no la dejaban dormir tan siquiera, él se incrustaba en cada uno de ellos.
Vagó por el bosque, hasta adentrarse entre las calles de Paris. Apenas podía tener los ojos abiertos, nevaba y los copos se anidaban en sus pestañas. Un destino clave, no era otro que el burdel. Allí muchas chicas empezaban una nueva vida, tenían un alojamiento, comida y un techo donde refugiarse. Desesperación por no encontrar salida, más perdida que nunca pues no recordaba ni tan siquiera el camino a casa. El hambre ocupaba el primer puesto, ya no sentía frío aunque sus labios, esos rosados tan hermosos como corales de mar… ahora tuviesen un tono morado. Había decaído durante todo este tiempo, no sentía ni fuerzas y lo agradeció porque así, no se acordaría de quien la tomase…por primera vez.
No fue fácil, la dueña del local al verla, casi la echa a la calle. Llamó tantas veces que molestaba a los clientes por eso terminó dejándola pasar, creía que era una vagabunda más pero en cuanto la joven apartó la capucha, sus rasgos la dejaron sin palabras. Era tan hermosa aunque estuviese demacrada.
-Un baño caliente y darle comer, empezarás esta noche, querida… eres especial. Eres tan bonita y frágil, pagarán mucho por ti -Maia desvió la mirada asintiendo, aceptaba ¿acaso tenía donde ir? Se dejó llevar por una de las chicas, la cual le brindó aquel baño caliente que necesitaba, ropa limpia y un buen plato que llevarse a la boca, esa noche iba a ser el primer día de su nueva vida.
Apenas con un simple camisón blanco, destacaba por encima de todas las jóvenes del lugar. Esperaban sacar buen partido de esa noche fría en donde muchos hombres esperaban refugiarse entre las piernas de una dama y beber hasta caer rendidos. Maia se abrazó a sí misma, en la habitación asignada… la puerta se abrió y ella, deseó que aquella tarde…el demonio la hubiese matado con sus propias manos, pues qué mejor dulce condena que esa. E volvió a acordar de él y por primera vez, una lagrima de desesperanza cayó por sus mejillas.
Maia Moreau- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 30/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Ángeles y demonios nunca podrán estar unidos.
Los dos nos condenamos en el instante en el que abrí los ojos , cuando ya nada volvería a ser lo mismo. Mi muerte sería su liberación , buscaba eso… mi demonio me matase con sus propias manos, creyendo que para mí fue solo diversión, la obra de caridad que me agencié. La verdad era otra, lo amaba… lo amaba más que cualquier ser de este mundo, sería mi ángel alado …plumas negras que iban cayendo ante mis pies.
No lo controlamos. Cuando estábamos juntos nos olvidábamos de todo, nos pertenecíamos porque somos lo que nadie nunca sería para el otro. El principio y el final, el amor y el odio. Nada me dolió tanto que verle sumergido en el alcohol, en las lagrimas silenciosas… y el amor que sentía por él, me estaba consumiendo por dentro…despacio, desbastándolo todo a su paso.
Dolía, dolía más que el fuego abrasando la piel, impacto de golpes en el cuerpo, cuchillos cortando la piel. Cuánto lo amaba, mi amor por él se acrecentaba a medida que el daño que le hacía, le mentía por amor. Me dejé llevar como una muñeca por él, dejando que hiciese conmigo lo que quisiese, ya era un regalo que me tocase, le mirase a los ojos y perderme en ellos …su mirada atormentada.
Me excitaba un simple roce, me perdí en el calor de su piel cuando su pecho impactó contra mi espalda. Apreté los labios para no gemir, no susurrar su nombre y condenarme aún más. Lloraba de impotencia, de amor y rabia. Me estaba haciendo más daño que yo a él. cerré los ojos con fuerza, moví las caderas consiguiendo que entrase de golpe y suspiré…susurrando su nombre. Mi mirada azul, se clavó en él y supimos que allí encerrados éramos la cura como la condena del otro pero qué importaba.
-Hazlo. Tómame de nuevo pues solo así nos olvidaremos de lo que tras estas paredes nos acontece. No sabes si te he mentido o no pero mi cuerpo me ha traicionado -lo deseaba, lo amaba al mismo tiempo… allí estábamos dispuesto a dárnoslo todo. fui quien me moví, mi trasero chocaba contra sus caderas. Nos volvimos locos…una vez más y entre gemidos, susurré que lo amaba aunque él no me escuchase ya presa de los gemidos y jadeos.
-Aúkoc -
Los dos nos condenamos en el instante en el que abrí los ojos , cuando ya nada volvería a ser lo mismo. Mi muerte sería su liberación , buscaba eso… mi demonio me matase con sus propias manos, creyendo que para mí fue solo diversión, la obra de caridad que me agencié. La verdad era otra, lo amaba… lo amaba más que cualquier ser de este mundo, sería mi ángel alado …plumas negras que iban cayendo ante mis pies.
No lo controlamos. Cuando estábamos juntos nos olvidábamos de todo, nos pertenecíamos porque somos lo que nadie nunca sería para el otro. El principio y el final, el amor y el odio. Nada me dolió tanto que verle sumergido en el alcohol, en las lagrimas silenciosas… y el amor que sentía por él, me estaba consumiendo por dentro…despacio, desbastándolo todo a su paso.
Dolía, dolía más que el fuego abrasando la piel, impacto de golpes en el cuerpo, cuchillos cortando la piel. Cuánto lo amaba, mi amor por él se acrecentaba a medida que el daño que le hacía, le mentía por amor. Me dejé llevar como una muñeca por él, dejando que hiciese conmigo lo que quisiese, ya era un regalo que me tocase, le mirase a los ojos y perderme en ellos …su mirada atormentada.
Me excitaba un simple roce, me perdí en el calor de su piel cuando su pecho impactó contra mi espalda. Apreté los labios para no gemir, no susurrar su nombre y condenarme aún más. Lloraba de impotencia, de amor y rabia. Me estaba haciendo más daño que yo a él. cerré los ojos con fuerza, moví las caderas consiguiendo que entrase de golpe y suspiré…susurrando su nombre. Mi mirada azul, se clavó en él y supimos que allí encerrados éramos la cura como la condena del otro pero qué importaba.
-Hazlo. Tómame de nuevo pues solo así nos olvidaremos de lo que tras estas paredes nos acontece. No sabes si te he mentido o no pero mi cuerpo me ha traicionado -lo deseaba, lo amaba al mismo tiempo… allí estábamos dispuesto a dárnoslo todo. fui quien me moví, mi trasero chocaba contra sus caderas. Nos volvimos locos…una vez más y entre gemidos, susurré que lo amaba aunque él no me escuchase ya presa de los gemidos y jadeos.
-Aúkoc -
Maia Moreau- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 30/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
El ángel de alas blancas me acogió con una mezcla de sentimientos encontrados que no acabe de entender bien, me estaba volviendo loco, quizás ese y no otro era su maldito juego.
Me suplicó que lo hiciera, su odio era tal que hacerme daño era su única meta y yo obnubilado por el alcohol hice exactamente lo que me pidió..violarla, demostrarle porque el negro era mi color.
Nuestras plumas se mezclaron en esa habitación, gemidos, jadeos y su cuerpo buscándome cada vez que la empalaba sin miramientos.
Mi aliento chocaba en su espalda, mi brazo rodeaba su cintura lazandola para perderme en cada resquicio de su piel.
Recé sobre el altar de sus pechos sacrificios eran mis dedos entreabiertos pinzando sus pezones completamente enardecido por el deseo.
Acabé sacudiéndome en su interior, la pasión había hecho mella en los dos, nuestros cuerpos cayeron enredados sobre las sabanas de aquel colchón.
Mi respiración en su nuca, mi miembro aun dentro, mis alas negras la envolvían en el caos y la oscuridad mas absoluta.
-Eres mía -le recordé.
Mi condena, mi penitencia y mi pecado pues un ángel negro y uno blanco nunca deberían yacer enredados y sin embargo allí estábamos los dos en silencio acompasando nuestras respiraciones de forma pausada.
-No me desafíes Maia, el mal siempre acaba proclamándose vencedor de las gestas, podrías haber sido mi mujer, te abría puesto el mundo bajo tus pies, pero al parecer el infierno y yo no son lugares para alguien tan bello que irradia luz.
El alcohol me dio cierto sopor, tan ebrio como iba no me di cuenta de que poco a poco mis ojos se entrecerraban, mis brazos seguían anclados a su piel, necesitaba ese instante en el que sintiera aunque fuera mentira que esto no había sido una violación si no sexo consentido por los dos.
Acabé sucumbiendo ante Morfeo, allí sobre el lecho me embargo un reparador sueño, mi cuerpo olía a ella, me gustaba la sensación de no estar solo, de aunque fuera una burda mentira compartir con alguien mi desasosiego.
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 28/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Dos ángeles enredados, uno blanco y uno negro...pero ¿cuál de los dos era quién? No pude evitar volver a perderme en su cuerpo, sentirlo fue un regalo cuando no merecía nada. Disfruté del acto como los demás en los que nos habíamos encontrado. Lo sabíamos y sin embargo, volvíamos a poner distancias, él en su sitio y yo en el mío.
Estaba ebrio y yo también, pero de sus besos...me emborraché bebiendo de su cuerpo. No dije nada, solo me dejé vencer en su pecho, oyendo su voz acompasada del latir de su corazón. Qué hermoso era, él era el ángel que alegaba que yo siempre fui ...cuán incierto estaba. Lo estaba protegiendo de mí pero era tan necio de seguir mis pasos, de capturarme para obligarme a permanecer en un sitio en donde deseaba estar.
-Exactamente...el mal siempre acaba ganando -murmuré quedándome dormida entre sus brazos. No me moví, me perdí en el calor de su piel, mi nariz se paseó por su piel deleitándome en su olor a algodón dulce. Él era el ángel blanco como la nieve y al que arrastré a mi tortura.
Fue la primera vez que nos vimos, supimos que nos habíamos condenado y yo dejé que cruzase la línea. Me desperté, sonreí al verle tan sucumbido a los brazos de Morfeo. Sufría, le estaba haciendo daño. Dejé escapar un suspiro, sentándome en la cama, observándolo en silencio... no me molesté en buscar salida cuando podría haberlo hecho.. Era absurdo, no quería irme.
-Shhh -siseé pasando la mano por su rostro, susurrar un par de palabras en un idioma que él desconocía y...el dolor poco a poco desapareció, no debí hacerlo...eso quería decir que me estaba preocupando por él. Me orillé a su cuerpo, no me moví, solo lo seguía mirando. Mi mirada cristalina se fundió en la suya...no sabía qué decirle -Estás a tiempo, casarse con una hechicera...terminará sucumbiéndote a mal que tanto nombras. Eres un ángel, Aúkoc pero tu maldad solo te ha llevado a salvarme... no a deshacerte de mí como a las demás víctimas...te he condenado y no necesitas que te hable...tanto -sonreí, desviando la mirada al fuego que aún nos calentaba.
Necesité que me abrazara, me dejé vencer en la cama, haciéndome un ovillo a su lado . No habría un momento como este así que fui todo lo sincera que fui capaz...
-Si voy a ser tu priosionera, quiero ser tuya... de nadie más. Acepto con una sola condición... no dejes que el mal me atrape, pues no tendré control -busqué su mirada, lo miré de una forma diferente...tenía miedo, miedo de mí misma de lo que podría llegar a hacerle pues mi poder no conocía límites.
Estaba ebrio y yo también, pero de sus besos...me emborraché bebiendo de su cuerpo. No dije nada, solo me dejé vencer en su pecho, oyendo su voz acompasada del latir de su corazón. Qué hermoso era, él era el ángel que alegaba que yo siempre fui ...cuán incierto estaba. Lo estaba protegiendo de mí pero era tan necio de seguir mis pasos, de capturarme para obligarme a permanecer en un sitio en donde deseaba estar.
-Exactamente...el mal siempre acaba ganando -murmuré quedándome dormida entre sus brazos. No me moví, me perdí en el calor de su piel, mi nariz se paseó por su piel deleitándome en su olor a algodón dulce. Él era el ángel blanco como la nieve y al que arrastré a mi tortura.
Fue la primera vez que nos vimos, supimos que nos habíamos condenado y yo dejé que cruzase la línea. Me desperté, sonreí al verle tan sucumbido a los brazos de Morfeo. Sufría, le estaba haciendo daño. Dejé escapar un suspiro, sentándome en la cama, observándolo en silencio... no me molesté en buscar salida cuando podría haberlo hecho.. Era absurdo, no quería irme.
-Shhh -siseé pasando la mano por su rostro, susurrar un par de palabras en un idioma que él desconocía y...el dolor poco a poco desapareció, no debí hacerlo...eso quería decir que me estaba preocupando por él. Me orillé a su cuerpo, no me moví, solo lo seguía mirando. Mi mirada cristalina se fundió en la suya...no sabía qué decirle -Estás a tiempo, casarse con una hechicera...terminará sucumbiéndote a mal que tanto nombras. Eres un ángel, Aúkoc pero tu maldad solo te ha llevado a salvarme... no a deshacerte de mí como a las demás víctimas...te he condenado y no necesitas que te hable...tanto -sonreí, desviando la mirada al fuego que aún nos calentaba.
Necesité que me abrazara, me dejé vencer en la cama, haciéndome un ovillo a su lado . No habría un momento como este así que fui todo lo sincera que fui capaz...
-Si voy a ser tu priosionera, quiero ser tuya... de nadie más. Acepto con una sola condición... no dejes que el mal me atrape, pues no tendré control -busqué su mirada, lo miré de una forma diferente...tenía miedo, miedo de mí misma de lo que podría llegar a hacerle pues mi poder no conocía límites.
Maia Moreau- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 30/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Abrí los ojos, me costó un poco centrar la mirada, era lo que tenia la resaca. Los haces de luz entraban por el postigo de la habitación, medio gruñí escondiendo mi rostro en la cortina de pelo dorado de Maia.
Deposité un dulce beso en su piel, mordiendo ligeramente el hueco que había entre hombro y cuello.
Escuche las palabras de mi angel de blancas alas, estaba dispuesta a ser mi prisionera si a cambio era la unica y yo el unico que la tomaba.
Hablaba de que seria mi condena, pero yo, ya había sido condenado en el momento en el que nací donde lo hice.
Tampoco iba decir que me desagradaba la idea de ser una bestia, un licantropo.
Aparté su pelo ligeramente, acaricié su mejilla con suavidad.
-No dejaré que el mal te atrape -aseguré hundiendo mis pardos en sus dos océanos -se que piensas que a mi lado no vas a encontrar la paz. Dices que tu eres mi condena y que quieres dejarme para salvarme, sin embargo yo creo que nos hemos salvado y condenado mutuamente.
Deja que suelte tus cadenas, vivamos aquí en clandestinidad...
Era consciente que la vida era complicada para los dos, que veníamos de mundos distintos y ella estaba llena de luz y yo de oscuridad.
-Tengo que irme Maia, si tardo demasiado en volver se preguntaran donde estoy y acabaran buscándome ¿lo entiendes?
Voy a soltarte, si me prometes que a mi regreso, estarás aquí esperándome.
Me relamí los labios atesorando su sabor mientras aflojaba los grilletes con la llave.
Deposité un casto beso en sus labios, acaricié con mi nariz las de Maia lentamente, dejándome embriagar por su aliento.
-De cena quiero carne a la brasa -bromeé guiñándole un ojo, yo traeré la caza.
Regresé cuando el acaso cayó sobre nosotros, admito que entre por la puerta impaciente, la había liberado confiando en su palabra.
Ahora de cierto modo el temor me atenazaba quizás había aprovechado para huir de la oscuridad que junto a mi siempre la abrazaría.
-¿Maia?
Deposité un dulce beso en su piel, mordiendo ligeramente el hueco que había entre hombro y cuello.
Escuche las palabras de mi angel de blancas alas, estaba dispuesta a ser mi prisionera si a cambio era la unica y yo el unico que la tomaba.
Hablaba de que seria mi condena, pero yo, ya había sido condenado en el momento en el que nací donde lo hice.
Tampoco iba decir que me desagradaba la idea de ser una bestia, un licantropo.
Aparté su pelo ligeramente, acaricié su mejilla con suavidad.
-No dejaré que el mal te atrape -aseguré hundiendo mis pardos en sus dos océanos -se que piensas que a mi lado no vas a encontrar la paz. Dices que tu eres mi condena y que quieres dejarme para salvarme, sin embargo yo creo que nos hemos salvado y condenado mutuamente.
Deja que suelte tus cadenas, vivamos aquí en clandestinidad...
Era consciente que la vida era complicada para los dos, que veníamos de mundos distintos y ella estaba llena de luz y yo de oscuridad.
-Tengo que irme Maia, si tardo demasiado en volver se preguntaran donde estoy y acabaran buscándome ¿lo entiendes?
Voy a soltarte, si me prometes que a mi regreso, estarás aquí esperándome.
Me relamí los labios atesorando su sabor mientras aflojaba los grilletes con la llave.
Deposité un casto beso en sus labios, acaricié con mi nariz las de Maia lentamente, dejándome embriagar por su aliento.
-De cena quiero carne a la brasa -bromeé guiñándole un ojo, yo traeré la caza.
Regresé cuando el acaso cayó sobre nosotros, admito que entre por la puerta impaciente, la había liberado confiando en su palabra.
Ahora de cierto modo el temor me atenazaba quizás había aprovechado para huir de la oscuridad que junto a mi siempre la abrazaría.
-¿Maia?
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 28/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Como si nada hubiese ocurrido, sonreí ante sus caricias sin ser consciente pues aún estaba medio dormida. Lentamente, abrí los ojos...sin esperar que él me regalase esas caricias que tanto había necesitado. Volvía a ser dulce y tierno, la bestia dormía en su interior al igual que la mía. Anoche nos descontrolamos, veíamos el fin cuando tan siquiera nos detuvimos a pensar lo que pasaría si seguíamos juntos.
Lo contemplé en silencio, quieta...mirándole fijamente a los ojos. Su voz, me erizó la piel. Bajé un instante la mirada, tenía razón...nos habíamos conocido por alguna razón y ahora, solo dependía de nosotros aceptarnos y cuidarnos, aunque yo... ya estaba atrapada en mi condena. Yo misma. No controlaba mis poderes, ya hice daño una vez...
asentí esperando que se fuese, de repente me sentía confusa... ¿y si él era la clave para que el mal no me desmoronase ? No vi su marcha, giré el rostro sentada en el borde de la cama, aquel lugar sombrío necesitaba un cambio. Así que me dispuse a limpiarlo un poco y encontré unas flores que puse en un vaso largo. Toda la mañana adecuando el lugar y dio sus frutos, estaba impecable...ni siquiera parecía el mismo.
Preparé las brasas para que cuando llegase estuviesen listas para cocinar. Me hice una trenza mientras esperaba, me giré en cuanto le oí entrar... escondiéndome al otro lado de la cama por si...no era él. Su voz me arrancó un suspiro, me gustaba me llamase por mi nombre... le arrebaté la caza de las manos y no dije más, me dispuse a limpiarla...el conejo despellejado para solo ponerlo a asar...estaría en un raato.
-No confiabas en que siguiese aquí y casi me marcho, luego giré la mirada...vi este lugar hecho un desastre y...-negué con la cabeza, había llegado sucio y desaliñado...la ropa que había lavado esta mañana estaría seca [colo=salmon]-Deberíamos bañarnos antes de comer...toda la mugre de tu casa la llevo encima...así que será mutuo [/color]-le ofrecí mi mano, un ofrecimiento silencioso.
Lo contemplé en silencio, quieta...mirándole fijamente a los ojos. Su voz, me erizó la piel. Bajé un instante la mirada, tenía razón...nos habíamos conocido por alguna razón y ahora, solo dependía de nosotros aceptarnos y cuidarnos, aunque yo... ya estaba atrapada en mi condena. Yo misma. No controlaba mis poderes, ya hice daño una vez...
asentí esperando que se fuese, de repente me sentía confusa... ¿y si él era la clave para que el mal no me desmoronase ? No vi su marcha, giré el rostro sentada en el borde de la cama, aquel lugar sombrío necesitaba un cambio. Así que me dispuse a limpiarlo un poco y encontré unas flores que puse en un vaso largo. Toda la mañana adecuando el lugar y dio sus frutos, estaba impecable...ni siquiera parecía el mismo.
Preparé las brasas para que cuando llegase estuviesen listas para cocinar. Me hice una trenza mientras esperaba, me giré en cuanto le oí entrar... escondiéndome al otro lado de la cama por si...no era él. Su voz me arrancó un suspiro, me gustaba me llamase por mi nombre... le arrebaté la caza de las manos y no dije más, me dispuse a limpiarla...el conejo despellejado para solo ponerlo a asar...estaría en un raato.
-No confiabas en que siguiese aquí y casi me marcho, luego giré la mirada...vi este lugar hecho un desastre y...-negué con la cabeza, había llegado sucio y desaliñado...la ropa que había lavado esta mañana estaría seca [colo=salmon]-Deberíamos bañarnos antes de comer...toda la mugre de tu casa la llevo encima...así que será mutuo [/color]-le ofrecí mi mano, un ofrecimiento silencioso.
Maia Moreau- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 30/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Ladeé la sonrisa al verla allí, admito que aunque no apostaba del todo a que estuviera, si tenia la esperanza de que mi ángel de alas blancas no se hubiera largado a hurtadillas.
Sus ojos repasaron mi atuendo, era un desastre, embarrado, pero con la caza en las manos, tampoco es que pudiera quejarse, al menos teníamos carne recién matada para la cena.
Me introduje en una cabaña mucho mas limpia de como la deje, pronto los consejos fueron retirados de mis manos y llevados a la cocina para ser despellejados, pero antes Maia me ofreció algo a lo que no pude resistirme, un baño caliente en la tina, juntos, sin duda este era el sueño de cualquier hombre.
Me eche a reír rodeando su cintura con mis manos y tirando de ella hacia el baño, juntos metiéndonos mano empezamos a llenar la tina, reíamos contra los labios ajenos, nos hacíamos cosquillas y en ese proceso las prendas de ropa caían mientras nuestros labios se buscaban, se encontraba y de nuevo se esquivaban en un eterno juego del escondite donde tanto uno, como el otro anhelábamos mas que nada ser cazados.
Desnudos nos sumergimos en las cálidas, aguas, un humillo salia de ellas mientras nuestros cuerpos se acoplaban, su espalda contra mi pecho, su cabeza reclinada ligeramente en mi hombro, buscando mis labios mientras mi hombría rugía contra la parte baja de su espalda.
-¿me has echado de menos? -pregunté acariciando su boca con la mía.
Parecía que ambos habíamos decidido darnos una tregua, ser felices aunque eso solo durara unas horas.
Mis manso se deslizaron tibias por su piel, callosas de la batalla, curtidas en la guerra eran ásperas en comparación con su delicada tez.
Era una sirena, su dorado cabello flotaba sobre las claras aguas ahora llenas de espuma por el jabón que Maia echaba.
-¿es el modo de decirme que huelo a perro mojado? -pregunté divertido cuando subió sobre mi a horcajadas para lavarme el pelo.
Sus ojos repasaron mi atuendo, era un desastre, embarrado, pero con la caza en las manos, tampoco es que pudiera quejarse, al menos teníamos carne recién matada para la cena.
Me introduje en una cabaña mucho mas limpia de como la deje, pronto los consejos fueron retirados de mis manos y llevados a la cocina para ser despellejados, pero antes Maia me ofreció algo a lo que no pude resistirme, un baño caliente en la tina, juntos, sin duda este era el sueño de cualquier hombre.
Me eche a reír rodeando su cintura con mis manos y tirando de ella hacia el baño, juntos metiéndonos mano empezamos a llenar la tina, reíamos contra los labios ajenos, nos hacíamos cosquillas y en ese proceso las prendas de ropa caían mientras nuestros labios se buscaban, se encontraba y de nuevo se esquivaban en un eterno juego del escondite donde tanto uno, como el otro anhelábamos mas que nada ser cazados.
Desnudos nos sumergimos en las cálidas, aguas, un humillo salia de ellas mientras nuestros cuerpos se acoplaban, su espalda contra mi pecho, su cabeza reclinada ligeramente en mi hombro, buscando mis labios mientras mi hombría rugía contra la parte baja de su espalda.
-¿me has echado de menos? -pregunté acariciando su boca con la mía.
Parecía que ambos habíamos decidido darnos una tregua, ser felices aunque eso solo durara unas horas.
Mis manso se deslizaron tibias por su piel, callosas de la batalla, curtidas en la guerra eran ásperas en comparación con su delicada tez.
Era una sirena, su dorado cabello flotaba sobre las claras aguas ahora llenas de espuma por el jabón que Maia echaba.
-¿es el modo de decirme que huelo a perro mojado? -pregunté divertido cuando subió sobre mi a horcajadas para lavarme el pelo.
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
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Re: Caminando entre las sombras [privado]
Aquel baño iba a ser un bálsamo para ambos, mis manos se deslizaban por su piel como una pluma, dedicándole aquel masaje que tanto necesitaba después de aquel día fuera. Sonreí en silencio, mientras el sonido del agua se mezclaba con el sonido de nuestras respiraciones acompasadas. Podríamos quedarnos así por siempre, el tiempo se detuviese en ese momento. Mi única verdad que aquel hombre era mi perdición y por temor quise apartarlo de mi lado, la magia no siempre era blanca y mi descontrol llamaría a lo desconocido.
Nadie nos esperaba, nos teníamos a uno y a otro ¿qué más podíamos pedir? Mis dedos se enredaron en su cabello, busqué su mirada un instante... dedicándole la más dulces de mis sonrisas. Mi comportamiento dejó mucho que desear y lo sabía, el miedo a perderlo me llevó a actuar así pero si todo el tiempo no dejaba de pensar en lo que perdería, no disfrutaría de esos momentos únicos juntos.
Sabía que aquella mujer lo reclamaría a su lado, para servirla... pues era un guerrero que solo fue creado para servir a su reina. Al cruzarme en su camino, ambos nos condenamos a una vida que debíamos de llevar en secreto, estar constantemente en peligro pero solo así podríamos ser felices junto al otro. Me acerqué a sus labios, dejando un tímido beso que me supo a poco...mis caderas comenzaron a danzar despacio, sin prisa mientras me dejaba bañar por él.
Sentir su tacto por cada parte y por de mi piel, su sonrisa buscando ser contagiada por la mía. Tomé agua con las palmas de las manos para aclararle, me encantaba verle mojado y desnudo a mi merced, un ángel negro más hermoso aún que uno con alas blancas.
-Ahora eres un perro mojado que huele a flores -reí contra sus labios... mi nariz acarició la suya. Mi rostro dulce se mezclaba con la imagen de mi cuerpo lleno de espuma ante sus ojos, labios entreabiertos dispuestos a buscar y encontrar ese manjar -Quiero prometer ante tu dios que hasta el último día...seré tuya pero... no sé si quieres ese tipo de unión o simplemente sea la mujer que te espere en casa con la cena y calentarte la cama . No es a mal, lo entendería... pero soy más que eso. No quiero estar recluída aquí por siempre...echo de menos mi cabaña, mis hierbas...mis almas. Aquí no vienen a hablarme , a hacerme compañía...le temen a un demonio y no eres tú... ¿qué ocurre, Aúkoc? -el alma en vilo, no estábamos a salvo...pues aunque nos cuidábamos las espaldas, siempre había ojos acusadores...
Nadie nos esperaba, nos teníamos a uno y a otro ¿qué más podíamos pedir? Mis dedos se enredaron en su cabello, busqué su mirada un instante... dedicándole la más dulces de mis sonrisas. Mi comportamiento dejó mucho que desear y lo sabía, el miedo a perderlo me llevó a actuar así pero si todo el tiempo no dejaba de pensar en lo que perdería, no disfrutaría de esos momentos únicos juntos.
Sabía que aquella mujer lo reclamaría a su lado, para servirla... pues era un guerrero que solo fue creado para servir a su reina. Al cruzarme en su camino, ambos nos condenamos a una vida que debíamos de llevar en secreto, estar constantemente en peligro pero solo así podríamos ser felices junto al otro. Me acerqué a sus labios, dejando un tímido beso que me supo a poco...mis caderas comenzaron a danzar despacio, sin prisa mientras me dejaba bañar por él.
Sentir su tacto por cada parte y por de mi piel, su sonrisa buscando ser contagiada por la mía. Tomé agua con las palmas de las manos para aclararle, me encantaba verle mojado y desnudo a mi merced, un ángel negro más hermoso aún que uno con alas blancas.
-Ahora eres un perro mojado que huele a flores -reí contra sus labios... mi nariz acarició la suya. Mi rostro dulce se mezclaba con la imagen de mi cuerpo lleno de espuma ante sus ojos, labios entreabiertos dispuestos a buscar y encontrar ese manjar -Quiero prometer ante tu dios que hasta el último día...seré tuya pero... no sé si quieres ese tipo de unión o simplemente sea la mujer que te espere en casa con la cena y calentarte la cama . No es a mal, lo entendería... pero soy más que eso. No quiero estar recluída aquí por siempre...echo de menos mi cabaña, mis hierbas...mis almas. Aquí no vienen a hablarme , a hacerme compañía...le temen a un demonio y no eres tú... ¿qué ocurre, Aúkoc? -el alma en vilo, no estábamos a salvo...pues aunque nos cuidábamos las espaldas, siempre había ojos acusadores...
Maia Moreau- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Los dos reíamos sin parar en aquella tina que cubría nuestro cuerpo con sus aguas tibias, el humo ascendía fundiéndose con el calor que emanaban nuestros labios.
Nuestras lenguas danzaban intermitentes, dentro fuera de nuestras bocas acompañadas de jadeos, de risas que mostraban el momento idílico que parecía haberse establecido en este espacio tiempo.
Era como si la magia siguiera presa entre nosotros, ella la sirena que cazó al hombre del mar, a fecha de hoy aun podía escuchar su dulce cantar.
Puede que fuéramos ángeles, negros, blancos, que mas da cuando yo tenia claro que solo en su puerto quería atracar, no prometía mares calmos, yo era tempestad, pero lucharía timón en mano, hizaria las velas o las replegaría, anclaría mi navío o zarparía de ser necesario..pero no estaba dispuesto a perderla de ninguna de las maneras.
Mis dedos surcaban su piel, quemaba bajo el tacto de la yema de mis dedos y mis labios se convirtieron en redes atrapando sus besos.
Palabras que acariciaban mis oídos, que se perdían en mi piel y que marcaban a fuego con sus dientes un futuro claro.
-No eres mi prisionera, ya no, puedes irte si asi lo deseas...volver a tu hogar, es mas podemos establecernos allí si esta casa te da miedo, no me importa en absoluto donde vivir mientras sea contigo.
Sus caderas danzaban lentas sobre mi hombría, su cintura arqueada entre mis manos y aquel pelo de oro que rozaba mis dedos.
Sus labios estaban entreabiertos, su boca era deliciosa y allí me perdí de nuevo paladeando ese sabor a mar, a sal y a magia.
Empujé sus caderas hacia bajo, empotrandola con mi verga dura que se metió entre gruñidos entre sus paredes calientes y húmedas.
Jadeé con brusquedad, sintiendo el placer que me embriagaba, gruñendo roncamente mientras ella friccionaba con su pelvis el mio tomando cada vez mas fuerte el ritmo.
Mi boca navegó por la suya, mi legua la devoró la saqueo y se cobró el mas deliciosos de los botines mientras ambos nos volvíamos completamente locos y el agua se desbordaba ante lo movimientos rudos de nuestros cuerpos mientras follábamos.
Nuestras lenguas danzaban intermitentes, dentro fuera de nuestras bocas acompañadas de jadeos, de risas que mostraban el momento idílico que parecía haberse establecido en este espacio tiempo.
Era como si la magia siguiera presa entre nosotros, ella la sirena que cazó al hombre del mar, a fecha de hoy aun podía escuchar su dulce cantar.
Puede que fuéramos ángeles, negros, blancos, que mas da cuando yo tenia claro que solo en su puerto quería atracar, no prometía mares calmos, yo era tempestad, pero lucharía timón en mano, hizaria las velas o las replegaría, anclaría mi navío o zarparía de ser necesario..pero no estaba dispuesto a perderla de ninguna de las maneras.
Mis dedos surcaban su piel, quemaba bajo el tacto de la yema de mis dedos y mis labios se convirtieron en redes atrapando sus besos.
Palabras que acariciaban mis oídos, que se perdían en mi piel y que marcaban a fuego con sus dientes un futuro claro.
-No eres mi prisionera, ya no, puedes irte si asi lo deseas...volver a tu hogar, es mas podemos establecernos allí si esta casa te da miedo, no me importa en absoluto donde vivir mientras sea contigo.
Sus caderas danzaban lentas sobre mi hombría, su cintura arqueada entre mis manos y aquel pelo de oro que rozaba mis dedos.
Sus labios estaban entreabiertos, su boca era deliciosa y allí me perdí de nuevo paladeando ese sabor a mar, a sal y a magia.
Empujé sus caderas hacia bajo, empotrandola con mi verga dura que se metió entre gruñidos entre sus paredes calientes y húmedas.
Jadeé con brusquedad, sintiendo el placer que me embriagaba, gruñendo roncamente mientras ella friccionaba con su pelvis el mio tomando cada vez mas fuerte el ritmo.
Mi boca navegó por la suya, mi legua la devoró la saqueo y se cobró el mas deliciosos de los botines mientras ambos nos volvíamos completamente locos y el agua se desbordaba ante lo movimientos rudos de nuestros cuerpos mientras follábamos.
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
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Re: Caminando entre las sombras [privado]
Me comporté como una completa loca, mentiras dichas por mis labios pues... el único miedo que poseía era que me lo arrebataran al igual que había aparecido. Lo miré atentamente, dejando que se expresase, mis manos acariciaron su mejilla como en un descuido y mi boca, se entreabrió dispuesta a decir cuando me propuso volver a mi casa. No era como la suya, tenía goteras hacía frío en invierno pero allí era donde tenía todo.
-He buscado incontables veces mis orígenes, me afinqué allí porque no tenía a donde ir y el sitio donde venía...no era el mejor del mundo. Me aparté de la vista de cualquier persona ...no quería hacer daño. -visto por cualquier persona, sería una tremenda tontería mi miedo pero el capricho, el egoísmo y la estupidez humana... era algo que evitaba a toda costa.
-Un día, llegaron a adoptar niños, o eso creían cuando solo querían comprarlos para su uso y disfrute. Nada más me vieron doblaron la cantidad... se prendaron de mí, no voy a describir que leí en sus miradas y sus lascivas sonrisas... pero la mujer aquella no tardó en aceptar, quería quitarme del medio como a los demás -torpeza en mis poderes, al menos me garantizó libertad, por eso me encontraba en aquel paraje al lado de la playa, mientras hablaba peinaba sus cabellos, sin dejar de mirarle a los ojos.
Y el deseo volvió a embriagarnos, de nuevo danzamos desesperados...mostrando nuestros sentimientos y obsesión. Sonreí contra su boca, jadeando perdida, disfrutando de pertenecerle de ver en su mirada lo que significaba para él. Mis caderas danzaron en un baile desenfrenado, mi boca saqueó la ajena mordiendo y rozando sus labios a su paso. Quería volverme loca aún más y para qué mentir, yo también.
Cuando alcanzamos el mismo cielo, me abracé a su cuerpo con la respiración acelerada, prometiéndole en silencio que el único lugar donde quería ir era entre sus brazos. Aún quedaban incógnitas de mi vida, sabía que aquellos que me dejaron en el orfanato me buscarían y ahí el empeño de la mujer por entregarme.
-Cuando gruñes...me gusta -reí con esa sonrisa dulce en los labios, busqué su oído, quería pedírselo yo -Quiero ser tuya ante tus dioses, bendigan nuestra unión, prométeme que no permitirás que me lleven nunca más... me cuidarás por y para siempre -el abrazo infinito, de un ángel y un demonio que acababan de sellar un pacto... un pacto que estaba dispuesta a cumplir, no me lo arrebatarían... nunca
-He buscado incontables veces mis orígenes, me afinqué allí porque no tenía a donde ir y el sitio donde venía...no era el mejor del mundo. Me aparté de la vista de cualquier persona ...no quería hacer daño. -visto por cualquier persona, sería una tremenda tontería mi miedo pero el capricho, el egoísmo y la estupidez humana... era algo que evitaba a toda costa.
-Un día, llegaron a adoptar niños, o eso creían cuando solo querían comprarlos para su uso y disfrute. Nada más me vieron doblaron la cantidad... se prendaron de mí, no voy a describir que leí en sus miradas y sus lascivas sonrisas... pero la mujer aquella no tardó en aceptar, quería quitarme del medio como a los demás -torpeza en mis poderes, al menos me garantizó libertad, por eso me encontraba en aquel paraje al lado de la playa, mientras hablaba peinaba sus cabellos, sin dejar de mirarle a los ojos.
Y el deseo volvió a embriagarnos, de nuevo danzamos desesperados...mostrando nuestros sentimientos y obsesión. Sonreí contra su boca, jadeando perdida, disfrutando de pertenecerle de ver en su mirada lo que significaba para él. Mis caderas danzaron en un baile desenfrenado, mi boca saqueó la ajena mordiendo y rozando sus labios a su paso. Quería volverme loca aún más y para qué mentir, yo también.
Cuando alcanzamos el mismo cielo, me abracé a su cuerpo con la respiración acelerada, prometiéndole en silencio que el único lugar donde quería ir era entre sus brazos. Aún quedaban incógnitas de mi vida, sabía que aquellos que me dejaron en el orfanato me buscarían y ahí el empeño de la mujer por entregarme.
-Cuando gruñes...me gusta -reí con esa sonrisa dulce en los labios, busqué su oído, quería pedírselo yo -Quiero ser tuya ante tus dioses, bendigan nuestra unión, prométeme que no permitirás que me lleven nunca más... me cuidarás por y para siempre -el abrazo infinito, de un ángel y un demonio que acababan de sellar un pacto... un pacto que estaba dispuesta a cumplir, no me lo arrebatarían... nunca
Maia Moreau- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Ladeé la sonrisa cuando Maia me pidió que ante los dioses quería convertirse en mía. Mi mirada turbia de deseo buscó sus inmensos mares, aun no podía creer lo que decía, hacia apenas unos dias se lo había suplicado en el burdel, vale que iba ebrio, vale que la cosa termino en un secuestro ante su negativa y vale que me sentó como una patada en los huevos pero desde ese entonces yo no había vuelto a sacar el tema.
Enarqué una ceja con un deje divertido, mis labios recorrieron su cuello, succioné su piel regalandole un mordisco.
-¿Me estas pidiendo matrimonio? -pregunté divertido alzando la mirada para golpear con ella sus ojos -tendré que meditarlo -bromeé cuando ella frunció el ceño.
Mis dedos acortaron la distancia que los separaba de sus costados y ágiles empecé deslizarlos por allí haciéndola reír sin parar.
Su boca acabó buscando la propia, nuestras alas nos envolvieron haciendo que nuestros cuerpos rodaran por el lecho entre gruñidos, risas y besos.
Si algo quedaba claro es que aunque a mi me envolvía la oscuridad y a ella la luz juntos templábamos nuestras fuerzas.
Su historia me había hecho conocerla mas, sabia que nos enfrentábamos a demasiadas cosas, no solo a Nessanie, la hechicera que era mi señora, si no a ese que quería a la que pronto se convertiría en mi mujer.
-¿donde nos casamos sirena? -le pregunté con un deje divertido -si entro en una iglesia es posible que me convierta en ceniza -bromeé guiñándole un ojo -ademas no es esa la religión que proceso, yo creo en otros dioses, en Zeus como soberano y el Olimpo como el hogar eterno.
Ella sonreía mirándome, la verdad es que no es que tuviéramos que invitar a demasiada gente, yo era un lobo solitario y ella una ermitaña.
-Casémonos en un bosque, solos, bueno, a alguien tendremos que buscar que oficie esto..pero por lo demás...
Esperé su respuesta, sabia que para las mujeres era importante hacerlo a lo grande, de echo en mis tierras se celebraría durante días.
Enarqué una ceja con un deje divertido, mis labios recorrieron su cuello, succioné su piel regalandole un mordisco.
-¿Me estas pidiendo matrimonio? -pregunté divertido alzando la mirada para golpear con ella sus ojos -tendré que meditarlo -bromeé cuando ella frunció el ceño.
Mis dedos acortaron la distancia que los separaba de sus costados y ágiles empecé deslizarlos por allí haciéndola reír sin parar.
Su boca acabó buscando la propia, nuestras alas nos envolvieron haciendo que nuestros cuerpos rodaran por el lecho entre gruñidos, risas y besos.
Si algo quedaba claro es que aunque a mi me envolvía la oscuridad y a ella la luz juntos templábamos nuestras fuerzas.
Su historia me había hecho conocerla mas, sabia que nos enfrentábamos a demasiadas cosas, no solo a Nessanie, la hechicera que era mi señora, si no a ese que quería a la que pronto se convertiría en mi mujer.
-¿donde nos casamos sirena? -le pregunté con un deje divertido -si entro en una iglesia es posible que me convierta en ceniza -bromeé guiñándole un ojo -ademas no es esa la religión que proceso, yo creo en otros dioses, en Zeus como soberano y el Olimpo como el hogar eterno.
Ella sonreía mirándome, la verdad es que no es que tuviéramos que invitar a demasiada gente, yo era un lobo solitario y ella una ermitaña.
-Casémonos en un bosque, solos, bueno, a alguien tendremos que buscar que oficie esto..pero por lo demás...
Esperé su respuesta, sabia que para las mujeres era importante hacerlo a lo grande, de echo en mis tierras se celebraría durante días.
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
-No te lo estoy pidiendo, lo deseo más que nada ahora mismo. -ojos repletos de ilusión, sus orbes azules centelleaban mientras le observaba, perdiendo los dedos en su cabello, disfrutando la sensación de felicidad plena. Se tuvieron que encontrar por una razón y la pudo ver en sus ojos oscuros, nadie le había mirado jamás de esa forma...como si fuese el tesoro más preciado, esa sirena de la que tanto hacía mención, su reina del mar.
Le atrajo hacia sí por la nuca, riendo sobre su boca, rozando su nariz con la ajena y aspirar su olor salvaje. Terminó con la mejilla apoyada en su hombro, mirándole desde esa posición y sentirse tan dichosa, enamorada...debía ser eso el amor. Sentía flotar, como si solo ellos fuesen uno solo. Dedos entrelazados, impedían que se alejasen del otro, aunque solo fuera un mísero centímetro... Maia lo atraía hacia sí para impactar contra su boca, besos furtivos, dulces, pícaros con algún que otro mordisco...sonrisa amplia y sincera.
Un equilibrio entre el bien y el mal. El ángel negro y la sirena, envueltos en un abrazo infinito. Sus mismas alas haciendo escudo para que nadie dañase al otro. Maia había encontrado su hogar en él, en su cuerpo y alma, se la estaba entregando en silencio con promesas silenciosas que las escribían las miradas y caricias. Lo amaba, era un hecho, un amor sincero y puro que quiso disfrazar con odio para que los suyos no lo juzgasen, no se lo arrebatasen de su lado.
-En el mar, dónde te encontré. Nuestro hogar, pintado de libertad, brisa marina nuestro abrazo, nuestros cuerpos el hogar...ya no necesitamos más, como si vivimos bajo un árbol para siempre ¿qué me importa? Solo, solo quiero estar contigo. -buscó su mirada, enredó los brazos en su cintura, dulce jaula de condena que esperaba él aceptase y juntos cerrar la llave, dedicarse el resto de sus vidas no solo a proteger al otro, a amarse como nadie hasta ahora los había amado a ninguno.
-La riqueza carece de sentido cuando solo te necesito a ti, sin un traje caro, desnudo si lo prefieres... pues así te tomaré en cuanto me prometas que me amarás para siempre. Mi ángel negro, me condenaste... a el peor de los pecados para tu gente, amarte de manera sincera. Ver la luz, sentirme tuya -se impulsó para que la tomase en los brazos, enredando las piernas en su cintura, riendo de pura felicidad porque por fin sería suya -Una corona de flores blancas, tu voz aterciopelada con la promesa... una que estoy dispuesta a hacerte.-tomó su rostro entre sus manos, mirándole a los ojos -Mañana al atardecer, déjame ir al mercado, las mejores flores blancas para adornar nuestra bendición, déjame amarte para siempre, mi Aúkoc -la voz dulce de su ángel, no podía prometerle algo mejor que amarle, respetarle, estar a su lado pasase lo que pasase.
Le atrajo hacia sí por la nuca, riendo sobre su boca, rozando su nariz con la ajena y aspirar su olor salvaje. Terminó con la mejilla apoyada en su hombro, mirándole desde esa posición y sentirse tan dichosa, enamorada...debía ser eso el amor. Sentía flotar, como si solo ellos fuesen uno solo. Dedos entrelazados, impedían que se alejasen del otro, aunque solo fuera un mísero centímetro... Maia lo atraía hacia sí para impactar contra su boca, besos furtivos, dulces, pícaros con algún que otro mordisco...sonrisa amplia y sincera.
Un equilibrio entre el bien y el mal. El ángel negro y la sirena, envueltos en un abrazo infinito. Sus mismas alas haciendo escudo para que nadie dañase al otro. Maia había encontrado su hogar en él, en su cuerpo y alma, se la estaba entregando en silencio con promesas silenciosas que las escribían las miradas y caricias. Lo amaba, era un hecho, un amor sincero y puro que quiso disfrazar con odio para que los suyos no lo juzgasen, no se lo arrebatasen de su lado.
-En el mar, dónde te encontré. Nuestro hogar, pintado de libertad, brisa marina nuestro abrazo, nuestros cuerpos el hogar...ya no necesitamos más, como si vivimos bajo un árbol para siempre ¿qué me importa? Solo, solo quiero estar contigo. -buscó su mirada, enredó los brazos en su cintura, dulce jaula de condena que esperaba él aceptase y juntos cerrar la llave, dedicarse el resto de sus vidas no solo a proteger al otro, a amarse como nadie hasta ahora los había amado a ninguno.
-La riqueza carece de sentido cuando solo te necesito a ti, sin un traje caro, desnudo si lo prefieres... pues así te tomaré en cuanto me prometas que me amarás para siempre. Mi ángel negro, me condenaste... a el peor de los pecados para tu gente, amarte de manera sincera. Ver la luz, sentirme tuya -se impulsó para que la tomase en los brazos, enredando las piernas en su cintura, riendo de pura felicidad porque por fin sería suya -Una corona de flores blancas, tu voz aterciopelada con la promesa... una que estoy dispuesta a hacerte.-tomó su rostro entre sus manos, mirándole a los ojos -Mañana al atardecer, déjame ir al mercado, las mejores flores blancas para adornar nuestra bendición, déjame amarte para siempre, mi Aúkoc -la voz dulce de su ángel, no podía prometerle algo mejor que amarle, respetarle, estar a su lado pasase lo que pasase.
Maia Moreau- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Mi felicidad se reflejaba en el rostro, mis ámbar centelleaban ante sus dos mares profundos que me observaban mientras sus dedos se deslizaban por mis mejillas acunandome con las palmas.
Su boca ansiosa acortó la distancia, mis labios entreabiertos la esperaron y el choque de lenguas por una vez me llevó al cielo.Mi ángel de alas blancas esta vez envolvía mi cuerpo, su dulzura, el modo en el que su piel se erizaba en contacto con la mía lograba arrancarme gruñidos plagados de deseo y de algo mas que eso.
La amaba, ya no era un secreto, lo hice desde que abrí mis ojos en esas frías aguas, era un hechizo, verla me convirtió en su mas humilde súbdito.
La abracé, mis manos se perdieron en su piel y nuestras bocas colisionaron pausadas, saboreando un beso clamo que hablaba sin palabras.
-¿Me prefieres desnudo? -bromeé guiñándole un ojo mientras ella me daba un manotazo en el pecho por la broma que le gastaba ahora mismo -yo también te prefiero desnuda, pero ante los ojos del resto te pondré un burka -bromeé de nuevo llevándome otro manotazo que nos hizo reír a los dos mientras caíamos sobre el lecho enredados en una sucesión de besos.
El bosque iba a convertirse en el testigo del amor entre un lobo y una bruja, dos ángeles con auras y alas de distinto color.
No iba a ser fácil, pero eso no me importaba, casarnos era lo primero y una vez nuestra unión fuera bendecida por sus dioses y los míos nada podría osar separarnos.
Había pensado comprar unos pasajes, huir de París con ella y empezar una vida lejos de mi señora.
El desacato era pagado con la muerte, pero..primero tenia que dar conmigo y estaba demasiado ocupada buscando al príncipe como para reparar en mi.
-Compra las flores y te haré mía ante los dioses. Quiero que empecemos de cero lejos de este lugar, quiero establecerme contigo en algún sitio donde pueda ganarme la vida y mantenerte.
Se felices, tener nuestros hijos y envejecer juntos.
No soy un hombre fácil, no siempre estaré a buenas y sabes que hay mucha oscuridad en mi, pero si me aceptas..quiero intentar algo distinto a la guerra.
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Empezar de cero, una nueva vida en la que sólo importaba él y ella. Los ángeles de distintos bandos, dos almas que se habían encontrado. Él era todo lo que no imaginó tener jamás, alguien que la protegía, la amase y respetase. Aúkoc, el demonio que le había condenado pero una condena que aceptaría, aceptaba su condena si con ello él no se marchara nunca. Aún le parecía un sueño que quisieran lo mismo.
-Te prefiero desnudo a que lleves esa ropa andrajosa, eso sí que es cierto -rió, iría al mercado y se haría con tela para adecentar al menos su vestuario. Los dedos de la joven se pasearon por su rostro, era tan hermoso como una estrella y lucía como tal, con más fervor cuando se encontraba a su lado. La oscuridad perseguía a todas las almas, todos teníamos ese pequeño trozo de oscuridad incrustado en nuestra alma.
Cerró con fuerza los ojos, feliz de tenerle sobre ella colmándola de besos. Cuando le pidió que comprase las flores, una sonrisa se dibujó en sus labios. No necesitaba más que flores blancas en el pelo, sus manos unidas y una promesa de amor eterno. Se le quedó mirando fijamente, oyendo cada una de sus palabras, él sin quererlo...estaba comenzando a hacerle una promesa. Se sonrojó ligeramente, aún no podía creer que tuviese tanta suerte.
-¿Y qué es , amor? -susurró muy cerca de sus labios, incorporándose en la cama, sonriendo ampliamente...feliz y pletórica. Cualquier lugar era un buen hogar...de su mano. -Yo, te prometo tomar tu mano para guiar tu camino, alejarte de la oscuridad solo si me prometes que harás lo mismo. No soy un ángel, recuerda que soy un ser con poderes y la oscuridad también está en el filo de la navaja. Recuerda, mi amor que eres mi corazón, mi vida y la razón de mi existencia... no podría estar en mejores brazos que los tuyos -se subió a horcajadas sobre él, una promesa que cumpliría... no, no iba abandonarle jamás ¿cómo hacerlo? Ahora él era su alma, sin él tan sólo sería un cuerpo sin vida.
-Y para que no lo olvides...-en su pecho, una concha blanca como la nieve con una pequeña perla. Fue un regalo que le hizo el mar, lo desató para tendérselo y él lo sostuviese, paseó la mano por encima de dicha concha susurrando unas palabras -No importa dónde esté, esto, te llevará a mí -una prueba de confianza, ni ella misma podía deshacer lo que acababa de crear.
-Volveré al atardecer y seré tuya -sonrió besando su boca fugazmente, cuanto antes fuese antes volvería. Entre risas abandonó la pequeña cabaña, apenas un par de kilómetros hasta que llegó a pie a París. Era de esperar, brillaba de por sí pero no podía evitar ocultar cómo su alma brillaba... ser débil para ser el blanco perfecto de aquellos, que en todos estos años la habían buscado. Su luz era tan cegadora..como la belleza de aquellas flores blancas que captaron toda su atención.
Alguien la observaba entre las sombras, ahora no había duda de que era ella, aquel alma pura...tan pura que volverla oscura desataría el caos mas absoluto. La alegría de la joven, sería la de aquel desconocido quien la siguió del mercado entre la maleza, no la dejó alejarse... la atrapó, utilizando un conjuro en el que sus sentidos quedaban anulados. flores blancas caidas en la hierba... ni rastro de Maia.
-Te prefiero desnudo a que lleves esa ropa andrajosa, eso sí que es cierto -rió, iría al mercado y se haría con tela para adecentar al menos su vestuario. Los dedos de la joven se pasearon por su rostro, era tan hermoso como una estrella y lucía como tal, con más fervor cuando se encontraba a su lado. La oscuridad perseguía a todas las almas, todos teníamos ese pequeño trozo de oscuridad incrustado en nuestra alma.
Cerró con fuerza los ojos, feliz de tenerle sobre ella colmándola de besos. Cuando le pidió que comprase las flores, una sonrisa se dibujó en sus labios. No necesitaba más que flores blancas en el pelo, sus manos unidas y una promesa de amor eterno. Se le quedó mirando fijamente, oyendo cada una de sus palabras, él sin quererlo...estaba comenzando a hacerle una promesa. Se sonrojó ligeramente, aún no podía creer que tuviese tanta suerte.
-¿Y qué es , amor? -susurró muy cerca de sus labios, incorporándose en la cama, sonriendo ampliamente...feliz y pletórica. Cualquier lugar era un buen hogar...de su mano. -Yo, te prometo tomar tu mano para guiar tu camino, alejarte de la oscuridad solo si me prometes que harás lo mismo. No soy un ángel, recuerda que soy un ser con poderes y la oscuridad también está en el filo de la navaja. Recuerda, mi amor que eres mi corazón, mi vida y la razón de mi existencia... no podría estar en mejores brazos que los tuyos -se subió a horcajadas sobre él, una promesa que cumpliría... no, no iba abandonarle jamás ¿cómo hacerlo? Ahora él era su alma, sin él tan sólo sería un cuerpo sin vida.
-Y para que no lo olvides...-en su pecho, una concha blanca como la nieve con una pequeña perla. Fue un regalo que le hizo el mar, lo desató para tendérselo y él lo sostuviese, paseó la mano por encima de dicha concha susurrando unas palabras -No importa dónde esté, esto, te llevará a mí -una prueba de confianza, ni ella misma podía deshacer lo que acababa de crear.
-Volveré al atardecer y seré tuya -sonrió besando su boca fugazmente, cuanto antes fuese antes volvería. Entre risas abandonó la pequeña cabaña, apenas un par de kilómetros hasta que llegó a pie a París. Era de esperar, brillaba de por sí pero no podía evitar ocultar cómo su alma brillaba... ser débil para ser el blanco perfecto de aquellos, que en todos estos años la habían buscado. Su luz era tan cegadora..como la belleza de aquellas flores blancas que captaron toda su atención.
Alguien la observaba entre las sombras, ahora no había duda de que era ella, aquel alma pura...tan pura que volverla oscura desataría el caos mas absoluto. La alegría de la joven, sería la de aquel desconocido quien la siguió del mercado entre la maleza, no la dejó alejarse... la atrapó, utilizando un conjuro en el que sus sentidos quedaban anulados. flores blancas caidas en la hierba... ni rastro de Maia.
Maia Moreau- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Nos besamos, nuestras pieles se servían de abrigo, el amor no sabia bien lo que era y responder a esa pregunta aun me costaba en exceso, pero si esto no era justo eso, amor, juro por el Olimpo que se parecía demasiado.
Entre risas y con la promesa de que volvería se vistió para acudir al mercado, comprar flores blancas y todo lo necesario para que siguiéramos el proyecto de una boda y poder poner rumbo hacia otra ciudad, dejar atrás París y empezar de nuevo juntos, una vida en el que oscuridad y luz pudieran comulgar.
Tumbado boca abajo sobre el lecho, bostecé, apenas había dormido y la verdad es que en cuanto cerró la puerta Morfeo abrazó mis sueños.
No se las horas que pasé allí tumbado, solo que cuando abrí los ojos la noche se había adueñado del día y ella no había vuelto a casa conmigo.
Me alcé sobresaltado de la cama, no captaba su esencia, no entendía que podía haberla llevado a estar tanto tiempo fuera de casa, pro nervioso me coloqué la ropa y salí de la cabaña dispuesto a dar con ella.
Era un gran rastreador, no dejaría que nada le sucediera, así que sobre mi espectro emprendí camino hacia el centro de Piras, el mercado debía haber cerrado hacia horas pero esperaba encontrar allí alguna prueba que me guiara hasta ella.
Cuando llegué al mercado las carpas estaban cerradas, ni rastro de ella, me acerqué a uno de los hombres que recogía las mercancías para meterlas e un carro, la parecer se llevaba todo al mercado que abrirían en las afueras con las primeras luces del alba.
Le pregunte al anciano de nariz aguileña por una chica joven de pelo dorado y ojos azules.
El hombre dijo que le pareció ver alguien así, pero que había mucha gente y que no sabia bien, que fuera a la policía, en ocasiones las doncellas se pierden, se despistan y que quizás ellos podrían dar con su paradero.
Me largué de allí, pensaba dar con ella, recordé la concha, como demonios se usaba, según ella me llevaría con ella, pero ¿como?
Entre risas y con la promesa de que volvería se vistió para acudir al mercado, comprar flores blancas y todo lo necesario para que siguiéramos el proyecto de una boda y poder poner rumbo hacia otra ciudad, dejar atrás París y empezar de nuevo juntos, una vida en el que oscuridad y luz pudieran comulgar.
Tumbado boca abajo sobre el lecho, bostecé, apenas había dormido y la verdad es que en cuanto cerró la puerta Morfeo abrazó mis sueños.
No se las horas que pasé allí tumbado, solo que cuando abrí los ojos la noche se había adueñado del día y ella no había vuelto a casa conmigo.
Me alcé sobresaltado de la cama, no captaba su esencia, no entendía que podía haberla llevado a estar tanto tiempo fuera de casa, pro nervioso me coloqué la ropa y salí de la cabaña dispuesto a dar con ella.
Era un gran rastreador, no dejaría que nada le sucediera, así que sobre mi espectro emprendí camino hacia el centro de Piras, el mercado debía haber cerrado hacia horas pero esperaba encontrar allí alguna prueba que me guiara hasta ella.
Cuando llegué al mercado las carpas estaban cerradas, ni rastro de ella, me acerqué a uno de los hombres que recogía las mercancías para meterlas e un carro, la parecer se llevaba todo al mercado que abrirían en las afueras con las primeras luces del alba.
Le pregunte al anciano de nariz aguileña por una chica joven de pelo dorado y ojos azules.
El hombre dijo que le pareció ver alguien así, pero que había mucha gente y que no sabia bien, que fuera a la policía, en ocasiones las doncellas se pierden, se despistan y que quizás ellos podrían dar con su paradero.
Me largué de allí, pensaba dar con ella, recordé la concha, como demonios se usaba, según ella me llevaría con ella, pero ¿como?
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Paralizada.
Le cubrieron la cabeza con un saco de tela oscura, apenas podía distinguir sombras. Alguien la llevaba en brazos, como si pesase lo mismo que una pluma. Anularon sus poderes, no podía moverse ni un ápice. No entendía qué había ocurrido pero quien la había atrapado sabía que era especial, no tanto como pensaba...sólo una chica inexperta que sabía realizar algún hechizo.
No sabía quién era, de dónde provenía ni sus orígenes. Nunca se preguntó quién pudiese ser , cómo heredó sus poderes, después de marcharse del orfanato y elegir la playa como su hogar, sin preocuparse de nada más que de su bienestar y vivir en paz, alejada de la normalidad. Pero él se cruzó en su camino, todo su mundo se desmoronó ante aquel ángel de alas negras que se presentaba ante ella como un licántropo.
Alguien la acababa de dejar caer en el suelo sin importarle más que haber cazado a su presa. Un quejido mudo, sintió frío y desesperanza. El no poder ni moverse le impedía articular palabra, conocer al menos el lugar dónde fue arrojada. Una risa le puso la piel de gallina, no podía saber de quién se trataba pero se había tomado muchas molestias en anularla por completo.
-Paciencia, pequeña, paciencia -Cerró los ojos esperando, rezando mentalmente para que Aúkoc apareciese. El saco fue sacado de golpe, unos ojos negros como la noche se clavaron en ella, buscando una respuesta que ni ella misma sabía -¿Pensabas que no íbamos a dar contigo? Es fácil rastrear tu magia, tu esencia porque creéme eres tan valiosa...Maia -la mano huesuda del desconocido acarició su cabello con deleite -Mucho tiempo separados pero ya no hay que preocuparse por eso ¿y tú guardián? Dejándote sola, al ángel alado...ni intentes moverte, no puedes pero al menos podrás hacer todas las preguntas qué quieras
La vista de Maia, se fue acostumbrando al lugar, a la imagen de aquel desconocido que con una sonrisa la contemplaba con adoración. Mentalmente, llamó a Aúkoc, la concha entre las manos del lobo se puso a brilla... un susurro en donde no dejaba de decir su nombre.
-Me han cogido, al norte... es poderoso, no puedo moverme. No sé qué quiere de mí
el hechicero, se arrodilló ante ella para observarla, no sólo era hermosa...albergaba un poder totalmente desconocido para la bruja. Éste se echó a reír, no sin antes de advertirle lo que estaba a punto de suceder.
-No eres ningún alma de la caridad, ¿nunca te has preguntado sobre tu naturaleza? Es hora de saber la verdad, esas almas a las que escuchas... sólo te distrajeron , tu camino no es el bien, la magia blanca no te ha llevado a ninguna parte pero ¿y si puedo ofrecértelo todo? Magia, poder...-Maia enmudeció, la tentaba, conocía su pasado y quién era... le estaba advirtiendo que todo iba a cambiar, cambiaría todo lo que conoció hasta ahora -Te gustará la oscuridad, ¿no estás enredada con un ser oscuro? Estás manchada... hueles a muerte y desolación, pero tu alma brilla....brilla como una luz cegadora. Eres fuerte , Maia... y sólo tenemos que esperar -comenzó el ritual, alzó las manos, ojos en blanco... invocaba al caos profundo.
La concha tiró del cuello del lobo, como un sabueso que seguía la esencia de su ama. Quizás no llegasen a tiempo.
Le cubrieron la cabeza con un saco de tela oscura, apenas podía distinguir sombras. Alguien la llevaba en brazos, como si pesase lo mismo que una pluma. Anularon sus poderes, no podía moverse ni un ápice. No entendía qué había ocurrido pero quien la había atrapado sabía que era especial, no tanto como pensaba...sólo una chica inexperta que sabía realizar algún hechizo.
No sabía quién era, de dónde provenía ni sus orígenes. Nunca se preguntó quién pudiese ser , cómo heredó sus poderes, después de marcharse del orfanato y elegir la playa como su hogar, sin preocuparse de nada más que de su bienestar y vivir en paz, alejada de la normalidad. Pero él se cruzó en su camino, todo su mundo se desmoronó ante aquel ángel de alas negras que se presentaba ante ella como un licántropo.
Alguien la acababa de dejar caer en el suelo sin importarle más que haber cazado a su presa. Un quejido mudo, sintió frío y desesperanza. El no poder ni moverse le impedía articular palabra, conocer al menos el lugar dónde fue arrojada. Una risa le puso la piel de gallina, no podía saber de quién se trataba pero se había tomado muchas molestias en anularla por completo.
-Paciencia, pequeña, paciencia -Cerró los ojos esperando, rezando mentalmente para que Aúkoc apareciese. El saco fue sacado de golpe, unos ojos negros como la noche se clavaron en ella, buscando una respuesta que ni ella misma sabía -¿Pensabas que no íbamos a dar contigo? Es fácil rastrear tu magia, tu esencia porque creéme eres tan valiosa...Maia -la mano huesuda del desconocido acarició su cabello con deleite -Mucho tiempo separados pero ya no hay que preocuparse por eso ¿y tú guardián? Dejándote sola, al ángel alado...ni intentes moverte, no puedes pero al menos podrás hacer todas las preguntas qué quieras
La vista de Maia, se fue acostumbrando al lugar, a la imagen de aquel desconocido que con una sonrisa la contemplaba con adoración. Mentalmente, llamó a Aúkoc, la concha entre las manos del lobo se puso a brilla... un susurro en donde no dejaba de decir su nombre.
-Me han cogido, al norte... es poderoso, no puedo moverme. No sé qué quiere de mí
el hechicero, se arrodilló ante ella para observarla, no sólo era hermosa...albergaba un poder totalmente desconocido para la bruja. Éste se echó a reír, no sin antes de advertirle lo que estaba a punto de suceder.
-No eres ningún alma de la caridad, ¿nunca te has preguntado sobre tu naturaleza? Es hora de saber la verdad, esas almas a las que escuchas... sólo te distrajeron , tu camino no es el bien, la magia blanca no te ha llevado a ninguna parte pero ¿y si puedo ofrecértelo todo? Magia, poder...-Maia enmudeció, la tentaba, conocía su pasado y quién era... le estaba advirtiendo que todo iba a cambiar, cambiaría todo lo que conoció hasta ahora -Te gustará la oscuridad, ¿no estás enredada con un ser oscuro? Estás manchada... hueles a muerte y desolación, pero tu alma brilla....brilla como una luz cegadora. Eres fuerte , Maia... y sólo tenemos que esperar -comenzó el ritual, alzó las manos, ojos en blanco... invocaba al caos profundo.
La concha tiró del cuello del lobo, como un sabueso que seguía la esencia de su ama. Quizás no llegasen a tiempo.
Maia Moreau- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
No tenia ni puta idea de quien se la había llevado, lo que si tenia muy claro es que iba a pagarlo, cuando atrapara a su captor mis garras se hundirían en su estomago y le sacaría las tripas.
Ese hombre iba a arrepentirse de tocar aquello que no le pertenecía, aquello que era mio.
La concha tiraba de mi con fuerza sus palabras retumbaban en mi cabeza, al norte, era peligroso, de eso estaba seguro peligroso para el idiota que la tenia.
Recorrí las calles mas alejadas de París hasta entrar en la zona industrial, la concha me guiaba por ese camino, mas pronto dejé de necesitarla. Mi olfato era mas que suficiente para percibir el rastro de la joven hechicera con la que pronto me casaría.
Atajé la distancia que me separaba de una vieja fabrica abandonada. La puerta estaba cerrada, ventanas cubiertas ademas de polvo por unos cartones que de seguro evitarían que entrara el frio por allí donde estaban quebrados y rotos.
A simple vista no parecía haber nadie, mas claro, yo era un licano, no podían engañarme, el latir del corazón de dos personas era inequívoco.
Abrí el portón de una patada, el hombre estaba allí, frente a ella haciendo no se bien que mierda.
Rugí con mis ojos ámbar centelleando de pura rabia.
-¡Suéltala! -ordené abalanzándome a toda velocidad hacia el hechicero con mis colmillos rozando mi lengua y las garras fuera.
Yo no era una bestia cualquiera, era la peor de todas ellas y pronto se lo demostraría.
Este alzó ante ellos un escudo, una cúpula que arañé con mis garras emitiendo un ruido estridente.
-¡Te mataré, tarde o temprano ! -rugí desafiante sin dejar de luchar para romper esa cúpula que parecía imposible de quebrar.
-¡Vamos Maia, se que puedes!
Ese hombre iba a arrepentirse de tocar aquello que no le pertenecía, aquello que era mio.
La concha tiraba de mi con fuerza sus palabras retumbaban en mi cabeza, al norte, era peligroso, de eso estaba seguro peligroso para el idiota que la tenia.
Recorrí las calles mas alejadas de París hasta entrar en la zona industrial, la concha me guiaba por ese camino, mas pronto dejé de necesitarla. Mi olfato era mas que suficiente para percibir el rastro de la joven hechicera con la que pronto me casaría.
Atajé la distancia que me separaba de una vieja fabrica abandonada. La puerta estaba cerrada, ventanas cubiertas ademas de polvo por unos cartones que de seguro evitarían que entrara el frio por allí donde estaban quebrados y rotos.
A simple vista no parecía haber nadie, mas claro, yo era un licano, no podían engañarme, el latir del corazón de dos personas era inequívoco.
Abrí el portón de una patada, el hombre estaba allí, frente a ella haciendo no se bien que mierda.
Rugí con mis ojos ámbar centelleando de pura rabia.
-¡Suéltala! -ordené abalanzándome a toda velocidad hacia el hechicero con mis colmillos rozando mi lengua y las garras fuera.
Yo no era una bestia cualquiera, era la peor de todas ellas y pronto se lo demostraría.
Este alzó ante ellos un escudo, una cúpula que arañé con mis garras emitiendo un ruido estridente.
-¡Te mataré, tarde o temprano ! -rugí desafiante sin dejar de luchar para romper esa cúpula que parecía imposible de quebrar.
-¡Vamos Maia, se que puedes!
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Recuerda que siempre serás mi rayo de luz en medio de la oscuridad.
Dentro de la burbuja de fuerza, la bruja intentaba no sucumbir a la oscuridad que le susurraba al oído, sin ser una de esas almas a las que acostumbraba a escuchar. Una voz poderosa que la obligaba a permanecer allí dentro, sin tan siquiera pestañear, evitar lo que sería en vano. El hechicero, con una de sus manos alzadas, señalaba al cielo reclamando, llamando a la bruja perdida a la que había encontrado recipiente, uno muy bonito y joven, poderoso al que manejar a su antojo.
Los ojos azules de la joven, se tornaron negros como la noche, incapaces de ver más que al ser que la llamaba a gritos, dejándose vencer por la fuerza superior. La voz de Aúkoc, devolvió a Maia durante un par de segundos, los suficientes para dedicarle una simple mirada en la que le pedía auxilio, le gritaba en silencio que pese a lo que ocurriese, lo amaría y así sería por siempre. No importaba si seguía en este mundo y dejase de ser ella misma, le pertenecería al licantropo...su corazón sería suyo.
El hechicero, alzó la otra mano restante, creando un doble campo de fuerza. Maia comenzó a cambiar su aspecto a medida que en el cielo comenzaba a crearse una gran tormenta. El cabello de oro, desaparecía dejando paso a una melena azabache que flotaba sin control como si tuviese vida propia. La débil Maia , se levantó con la vista puesta al frente como si no existiese más vida que el hechicero y ella misma. Una sonrisa , no, no podía ser de aquel ángel que sacó del mar al guerrero, era su cuerpo y ella, tan sólo una sombra oculta en su bonito cuerpo de ángel.
-Tu bruja ya no está. Así que ya puede volver en tus pasos , la has perdido. Sirve para lo que ves, un recipiente y será mejor que ni lo intentes, es mucho más poderosa que yo mismo -la bruja apoyó las palmas en la burbuja y como si fuese cristal, la rompió en mil pequeños cristalitos, en un pestañeo, quedó frente al guerrero, una imagen diferente pero era su ángel, con tan sólo tenerle frente a ella los labios, paseó dos de sus dedos por su rostro...intentando calmar a la bestia.
-Deja a tu ángel volar, puedo hacerte ser quién desees...soy más poderosa que esa débil niña -rió por lo bajo, una risa que se mezcló con un sollozo, el de la propia rubia que seguía en el interior.
El hechicero, observaba la escena, impasible...maravillado por la aparición de aquella bruja oscura por la que había esperado durante tanto tiempo.
Dentro de la burbuja de fuerza, la bruja intentaba no sucumbir a la oscuridad que le susurraba al oído, sin ser una de esas almas a las que acostumbraba a escuchar. Una voz poderosa que la obligaba a permanecer allí dentro, sin tan siquiera pestañear, evitar lo que sería en vano. El hechicero, con una de sus manos alzadas, señalaba al cielo reclamando, llamando a la bruja perdida a la que había encontrado recipiente, uno muy bonito y joven, poderoso al que manejar a su antojo.
Los ojos azules de la joven, se tornaron negros como la noche, incapaces de ver más que al ser que la llamaba a gritos, dejándose vencer por la fuerza superior. La voz de Aúkoc, devolvió a Maia durante un par de segundos, los suficientes para dedicarle una simple mirada en la que le pedía auxilio, le gritaba en silencio que pese a lo que ocurriese, lo amaría y así sería por siempre. No importaba si seguía en este mundo y dejase de ser ella misma, le pertenecería al licantropo...su corazón sería suyo.
El hechicero, alzó la otra mano restante, creando un doble campo de fuerza. Maia comenzó a cambiar su aspecto a medida que en el cielo comenzaba a crearse una gran tormenta. El cabello de oro, desaparecía dejando paso a una melena azabache que flotaba sin control como si tuviese vida propia. La débil Maia , se levantó con la vista puesta al frente como si no existiese más vida que el hechicero y ella misma. Una sonrisa , no, no podía ser de aquel ángel que sacó del mar al guerrero, era su cuerpo y ella, tan sólo una sombra oculta en su bonito cuerpo de ángel.
-Tu bruja ya no está. Así que ya puede volver en tus pasos , la has perdido. Sirve para lo que ves, un recipiente y será mejor que ni lo intentes, es mucho más poderosa que yo mismo -la bruja apoyó las palmas en la burbuja y como si fuese cristal, la rompió en mil pequeños cristalitos, en un pestañeo, quedó frente al guerrero, una imagen diferente pero era su ángel, con tan sólo tenerle frente a ella los labios, paseó dos de sus dedos por su rostro...intentando calmar a la bestia.
-Deja a tu ángel volar, puedo hacerte ser quién desees...soy más poderosa que esa débil niña -rió por lo bajo, una risa que se mezcló con un sollozo, el de la propia rubia que seguía en el interior.
El hechicero, observaba la escena, impasible...maravillado por la aparición de aquella bruja oscura por la que había esperado durante tanto tiempo.
Maia Moreau- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2016
Re: Caminando entre las sombras [privado]
Tensé el gesto al ver como Maia empezaba a mutar en un ser distinto, su pelo azabache ondeaba mecido por unas corrientes eléctricas azuladas.
Nada parecía quedar de la sirena en esa hechicera cuya aura se veía tan oscura como mi propia alma.
-tienes dos opciones preciosa hechicera oscura, una es devolverme a la mujer dueña del recipiente y la otra es permitirme sacarte del cuerpo de la mujer que amo, ambas tienen un mismo resultado, yo gano y tu pierdas, peor te aseguro que vas a sufrir mas si no me obedeces.
Yo era una bestia, una de esas que no eran fáciles de doblegar, me importaba una mierda lo que esa mujer me ofrecía, porque yo solo quería que ella volviera.
El hechicero era un puto bocazas, se acerco con esa sonrisa triunfal sintiéndose ganador de haber conseguido que la bruja ocupara el cuerpo de Maia.
Iba a abrir la boca cuando extendí el brazo de forma abrupta, mis garras en su pecho se hundieron desquebrajando la carne, las costillas se abrieron dejando que mi brazo entrara hasta que mi mano atrapó el corazón y de un tirón lo saqué de su pecho.
El cuerpo inerte calló a mis pies, tomé el corazón y se lo tendí a la farsa Maia.
-Toma, coge esto y el puto cuerpo del hechicero y lárgate -rugí con los ojos en un ámbar radioactivo.
La risa de la bruja se escuchaba por todo el almacén, como si mi acto sádico la hubiera vuelto eufórica.
-Vamos Maia, lucha, se que estas ahí dentro, solo tienes que demostrarle a ese bicho que eres mas fuerte que ella.
La bruja extendió la mano en mi dirección recitando unas oscuras palabras que sonaban en un latín antiguo.
Desenvainé el acero, no podía hacerle daño o mataría a Maia, pero tampoco pensaba dejarme cazar por esa zorra.
-Puedes meterte en otro cuerpo, no voy a ponerte pegas a eso, si ves mi aura es tan oscura como la tuya.
Nada parecía quedar de la sirena en esa hechicera cuya aura se veía tan oscura como mi propia alma.
-tienes dos opciones preciosa hechicera oscura, una es devolverme a la mujer dueña del recipiente y la otra es permitirme sacarte del cuerpo de la mujer que amo, ambas tienen un mismo resultado, yo gano y tu pierdas, peor te aseguro que vas a sufrir mas si no me obedeces.
Yo era una bestia, una de esas que no eran fáciles de doblegar, me importaba una mierda lo que esa mujer me ofrecía, porque yo solo quería que ella volviera.
El hechicero era un puto bocazas, se acerco con esa sonrisa triunfal sintiéndose ganador de haber conseguido que la bruja ocupara el cuerpo de Maia.
Iba a abrir la boca cuando extendí el brazo de forma abrupta, mis garras en su pecho se hundieron desquebrajando la carne, las costillas se abrieron dejando que mi brazo entrara hasta que mi mano atrapó el corazón y de un tirón lo saqué de su pecho.
El cuerpo inerte calló a mis pies, tomé el corazón y se lo tendí a la farsa Maia.
-Toma, coge esto y el puto cuerpo del hechicero y lárgate -rugí con los ojos en un ámbar radioactivo.
La risa de la bruja se escuchaba por todo el almacén, como si mi acto sádico la hubiera vuelto eufórica.
-Vamos Maia, lucha, se que estas ahí dentro, solo tienes que demostrarle a ese bicho que eres mas fuerte que ella.
La bruja extendió la mano en mi dirección recitando unas oscuras palabras que sonaban en un latín antiguo.
Desenvainé el acero, no podía hacerle daño o mataría a Maia, pero tampoco pensaba dejarme cazar por esa zorra.
-Puedes meterte en otro cuerpo, no voy a ponerte pegas a eso, si ves mi aura es tan oscura como la tuya.
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
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