En la lúgubre agonía de una tarde cualquiera - Libre

por **Lanya Bleier** Mar Ene 24, 2017 3:22 pm

Todo en su vida parecía estar desencadenándose de forma repentina. Por un lado el compromiso con Ivan, que por supuesto, no podía decir que se oponía, por el contrario, él había logrado conquistarla, encendiendo en el corazón de Lenya, una llama que no se podría apagar, o por lo menos así lo pensaba la alemana, en ese momento. Por otro lado, estaba la enfermedad de su padre, lo que parecía ser una insignificancia, un poco de fatiga, se había convertido en un tumor, en un mal terminal, el que día a día, iba menguando las fuerzas de su amado padre.

Todo aquello que le estaba pasando, los sentimientos encontrados, el despertar del amor, de la pasión, en los labios de Ivan, y la tristeza de una mas pronta despedida, con su padre, llevaban a Lenya a sentirse en extremo sensible, y como era de esperar, verla en esa tesitura, hacía que su padre sufriera lo indecible. Por eso, Lenya, prefería pasar el mayor tiempo del día fuera de su cada, y de ser posible sola, sin chaperona, mas su madre se negaba. Malas lenguas habían visto a su prometido, abrazando a una mujer, que con una gruesa capa con capucha, ocultaba su identidad, mas sus rubios cabellos se dejaban ver. Fue por ésta razon que su madre le prohibió salir sin su doncella, pues si era otra la mujer a la que Iban apretujaba entre sus brazos, no era conveniente que su hija se enterara, - todo hombre puede tener una querida - cavilaba su madre, - pero jamás debe tratar a su esposa como una cualquiera, ni menos que la gente murmure de ella -, esas eran las conclusiones a las que la señora Bleier llegaba, cada vez que algún rumor terminaba cayendo en sus oídos. todo esos miedos al que dirán, llevaron a que la joven se sintiera atrapada en su propio hogar, y que terminara, buscando la soledad de la playa, en la cual reflexionar y pensar en su futuro.

Su doncella había quedado cuidando de sus enceres, mientras la joven alemana, caminaba despreocupada por la blanca arena, ocultando su piel de los rayos tibios del sol, que lentamente iban volviéndose mas suaves y menos cálidos. Lenya tembló, mientras contemplaba como en el horizonte, se mezclaban, el mar y el cielo, punto culmine, en el que el sol comenzaba a morir irremediablemente. Lenya suspiró antes de expresar su pensamiento mas lúgubre, - ¿porque los hombres deben morir... como el sol en el horizonte? ¿porque todo termina, aún cuando no exista en aquellas cosas pecado alguno? -.

por **Nailah Campbell** Mar Ene 31, 2017 4:22 am

La noche había llegado, y con ella mi salida al mundo. Me estiré cuando desperté en la cueva donde estaba dormida ¿Por qué una cueva? Bueno, cuando no tienes casa tienes que buscarte la vida como puedes, y a veces tener una cueva te ayuda, sobretodo si es de esas que tienen estancias donde no llegan los rayos del sol, pues no me apetecía morir aún ¡Solo tenía 13 años! Aunque técnicamente tengo 14, ya que llevo un año con mi condición de "inmortal". Y ya te digo yo que el suelo de las cuevas no eran muy cómodos para dormir, menos mal que la noche anterior me había hecho una cama con hojas del bosque.

Me aseguré de ocultar bien mis cosas, es decir, mi montón de hojas, y salí de la cueva una vez hube asegurado que no había sol presente ¿Por qué los vampiros no podíamos salir al sol? Es decir, tampoco soy mucho más pálida ahora que cuando estaba viva, hay humanos más pálidos y no se mueren por el sol. Luego no es de extrañar que cuando nos ven a nosotros nos dicen que estamos pálidos ¡No me extraña! Si ni siquiera podemos salir a tomar el sol. Suspiré, eso era algo injusto. Es complicado encontrar niños con los que poder jugar cuando es de noche—. Luego seguro que me dicen que parezco muy solitaria y sin amigos, pero no es eso. Bueno, sí es eso, pero tampoco me dan la oportunidad de hacer amigos —protesté mientras le daba una patada a una piedra, que chocó con una de las paredes, provocando un gran estruendo.

Pisé la arena de la playa, porque creo que se me olvidó comentarlo, pero esa cueva estaba bastante cerca de la playa. Observé a una joven mujer, parecía triste ¿Qué es lo que le pasaría? Pero lo que más llamó mi atención fue su pregunta. Sentía que estaba invadiendo su privacidad al escuchar ese comentario, pero lo había dicho demasiado cerca de mi—. Supongo que será porque todo tiene un punto y final —comenté. Y ahora vendría mi pregunta ¿También mi vida tendría un punto y final? ¿Simplemente dejaría de existir un día? Era una pregunta curiosa a la que no tenía respuesta alguna.

—Qué descortés por mi parte, no me presenté —me disculpé cuando me di cuenta de algo tan importante—, mi nombre es Nailah —añadí con una sonrisa.

por **Lanya Bleier** Vie Feb 24, 2017 6:09 pm

El sonido de un golpe, una piedra cayendo al agua, la alertaron. ¿Cuanto tiempo había estado allí, en la playa, que no se había percatado que la noche se cerraba sobre ella? de seguro su doncella la estaría buscando, el chófer le ayudaría, pero, Lenya no quería ser encontrada. Su rostro mostraba las marcas que habían dejado las lagrimas al surcar sus mejillas. Ademas, sus ojos, rojizos por el llanto, al igual que su nariz, mostraba a quien se pusiera en frente que un dolor, una pena profunda la torturaba.

La joven giró su cuerpo al escuchar aquella voz, de jovencita, casi la de una niña, que le respondía, con la seguridad de un adulto, - porque todo tiene un final - caviló, rememorando lo que la niña dijera. Asintió con la cabeza, era verdad, no lo podía negar, ¿acaso el mismo día, no modía en el atardecer? ¿o la noche con las primeras luces del amanecer? si, claro, solo que en esos casos, la vida y la muerte eran eternas, y a la vez tan efímeras como la vida de una mariposa.

Le observó, con su mirada cargada de tristeza y melancolía, - si, tiene razón señorita - le contestó, intentando forzar una leve sonrisa en sus labios, la cual quedó en una suave curvatura de su boca. Al ver que la joven se disculpaba para posteriormente presentarse, Lenya hizo lo mismo, - Un placer señorita Nailah, mi nombre es Lenya... Lenya Bleier - dijo extendiendo su mano. Mientras lo hacía su rostro se iluminó con una sonrisa sincera, - debo decir que sus palabras son muy acertadas, mas la tristeza por lo que estamos irremediablemente destinadas a perder... sigue doliendo, aquí, en mitad del pecho - afirmó, golpeando levemente con su puño el centro de su pecho.

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