AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Friend or foe? [privado] [+18]
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Friend or foe? [privado] [+18]
Cuando el rey de Irlanda tomó la decisión de enviarme a Francia supe que era una pésima idea, y como él también era mi abuelo me aferré a ese hecho para expresar en voz alta mi renuencia a embarcarme en este viaje. De nada sirvió por supuesto, ya tenía la decisión tomada y cuando en lugar de dirigirse a mi como mi abuelo lo hizo tomando su papel de soberano supe que su decisión era irrefutable. Nadie se atrevía a rebatir al monarca, especialmente cuando en su mandíbula se cernía la decisión absoluta, por algo había reinado durante tanto tiempo ganándose el favor de sus súbditos. El reino le apreciaba, tal y como habían apreciado a mi madre. En la corte era común que la recordasen y que me hablasen a menudo de su nobleza y su extraordinaria belleza. La gente tenía la idea de que yo seguiría sus pasos, buscaría un prospecto de noble ascendencia para casarme, tal y como ella lo había hecho cuando se unió en matrimonio a uno de los Pendragon. El rey se sentía inclinado a creer que yo era la apropiada para prolongar el linaje familiar y al ver que había rechazado cada posible prospecto en Irlanda decidió enviarme a Francia.
De nada valía apelar al hecho de que no tenía interés en encontrar ningún "candidato apropiado" para mi. El rey había hablado. Mi tío, el hermano menor de mi padre fue quien me escuchó y quien me convenció con respecto a acceder al viaje. Él era la única persona con la que realmente podía hablar, el único que comprendía mi necesidad de ser algo más que una dama de la corte. Él fue quien me enseñó a alzar las armas, a canalizar mis habilidades, a enfocar mis energías y a creer que podía valerme por mi misma.
Apelé a esa fe en mis propios recursos cuando el carruaje en el que viajaba por el camino hacia la capital francesa fue emboscado y los guardias asesinados. Creí percibir una extraña perturbación en el ambiente, como una energía sobrenatural que nos envolvía, algo que distrajo a los asaltantes y me permitió usar la espada. En ese momento vi algo que no puedo explicar, era como si hubiese sido transportada a otro lugar, duró tan solo una fracción de segundos, una en la que me encontraba de pie en un camino similar tras la búsqueda de algo que me eludía antes de regresar a mi realidad.
El camino frente a mi.
Ni siquiera intenté dilucidar lo que acababa de pasar, me alejé con rapidez de la escena del incidente, siguiendo el sendero. No tenía idea de cuantos kilómetros hacían falta aún para llegar a la ciudad. El camino parecía bastante largo así que procuré distraerme para no pensar en ello. Traía conmigo una pequeña flauta de pan, me había aferrado al instrumento cuando los asaltantes nos rodearon. A mi tío le hubiera hecho gracia escuchar que de todas mis pertenencias fue lo único que pensé en rescatar.
La llevé a mis labios y comencé a tocarla, concentrándome en una melodía alegre, que mejoró en entusiasmo a medida que avanzaba y así mis labios continuaron reproduciendo diferentes canciones con el sencillo instrumento. Melodías que me recordaban a Inglaterra, y que me hacían pensar en mis ancestros Pendragon y en nuestra historia familiar. Otra vez aquella corta visión que tuve al lado del carruaje regresó para presentarse frente a mis ojos, pero ahora escuchaba una melodía... Sacudí mi cabeza, creo que me había golpeado fuerte al luchar con los asaltantes.
Aparté el instrumento de mi boca y miré a mi alrededor, había escuchado acercarse a alguien. Me escondí con rapidez detrás del tronco grueso de un árbol al lado del camino para discernir de quien se trataba. No pensaba exponerme a otro bandolero, rogaba que no lo fuera y que trajera una cantimplora con agua o algo por el estilo y que estuviera dispuesto a compartirla. Así que asomé apenas mi rostro desde atrás del tronco para ver si parecía amigo o enemigo…
De nada valía apelar al hecho de que no tenía interés en encontrar ningún "candidato apropiado" para mi. El rey había hablado. Mi tío, el hermano menor de mi padre fue quien me escuchó y quien me convenció con respecto a acceder al viaje. Él era la única persona con la que realmente podía hablar, el único que comprendía mi necesidad de ser algo más que una dama de la corte. Él fue quien me enseñó a alzar las armas, a canalizar mis habilidades, a enfocar mis energías y a creer que podía valerme por mi misma.
Apelé a esa fe en mis propios recursos cuando el carruaje en el que viajaba por el camino hacia la capital francesa fue emboscado y los guardias asesinados. Creí percibir una extraña perturbación en el ambiente, como una energía sobrenatural que nos envolvía, algo que distrajo a los asaltantes y me permitió usar la espada. En ese momento vi algo que no puedo explicar, era como si hubiese sido transportada a otro lugar, duró tan solo una fracción de segundos, una en la que me encontraba de pie en un camino similar tras la búsqueda de algo que me eludía antes de regresar a mi realidad.
El camino frente a mi.
Ni siquiera intenté dilucidar lo que acababa de pasar, me alejé con rapidez de la escena del incidente, siguiendo el sendero. No tenía idea de cuantos kilómetros hacían falta aún para llegar a la ciudad. El camino parecía bastante largo así que procuré distraerme para no pensar en ello. Traía conmigo una pequeña flauta de pan, me había aferrado al instrumento cuando los asaltantes nos rodearon. A mi tío le hubiera hecho gracia escuchar que de todas mis pertenencias fue lo único que pensé en rescatar.
La llevé a mis labios y comencé a tocarla, concentrándome en una melodía alegre, que mejoró en entusiasmo a medida que avanzaba y así mis labios continuaron reproduciendo diferentes canciones con el sencillo instrumento. Melodías que me recordaban a Inglaterra, y que me hacían pensar en mis ancestros Pendragon y en nuestra historia familiar. Otra vez aquella corta visión que tuve al lado del carruaje regresó para presentarse frente a mis ojos, pero ahora escuchaba una melodía... Sacudí mi cabeza, creo que me había golpeado fuerte al luchar con los asaltantes.
Aparté el instrumento de mi boca y miré a mi alrededor, había escuchado acercarse a alguien. Me escondí con rapidez detrás del tronco grueso de un árbol al lado del camino para discernir de quien se trataba. No pensaba exponerme a otro bandolero, rogaba que no lo fuera y que trajera una cantimplora con agua o algo por el estilo y que estuviera dispuesto a compartirla. Así que asomé apenas mi rostro desde atrás del tronco para ver si parecía amigo o enemigo…
Última edición por Devon Pendragon el Vie Mar 31, 2017 11:52 am, editado 1 vez
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Hacia apenas unos días que había decidido poner a mi espada precio. Nunca tuve que conseguir dinero, mi familia procedía de la realeza y de allí de a donde venia, un futuro que ahora se me antojaba lejano, nunca pase precisamente penurias económicas.
No puedo decir lo mismo sobre otros asuntos, siempre fuimos perseguidos, y el acero tuvo por el bien de los míos que mantenerse en alto, luche casi desde que nací, mas no por ello podría recordar una infancia infeliz, mas bien todo lo contrario, aunque la vida para nosotros no era fácil, mis padres la colmaron de pequeños instantes, risas en el gran salón, una felicidad que contrastaba con los jirones de mi piel, con las miles de guerras ganadas y para que mentir, alguna perdida.
Pero como bien decía mi padre, esa era la vida de un vikingo, al Valhalla no se llega sin cicatrices que mostrar a los dioses.
Desconocía donde estaría ese hechicero que desde mi presente, el futuro para el resto de mortales de ese espacio temporal, había venido a evitar mi nacimiento. Lo que si sabia, es que el tiempo pasaba y que de un modo u otro tenia que localizarlo y derrotarlo. No podía permitir que lograra su propósito, de hacerlo me desvanecería. Si yo no nacía en el pasado, en mi presente jamas hubiera existido, no habría futuro para mi.
Aquel día había decidido acudir al bosque para entrenar con las gemelas, el acero quemaba en mi espalda y necesitaba estar en forma para la batalla que se avecinaba.
El sonido de una melodía distinta entre la espesura del bosque llamó mi atención, enarque una ceja antes de aflojar el gesto para sonreír.
Aquello me recordaba a las fabulas que de niño me contaba mi padre sobre el bosque y las preciosas ninfas que lo habitan.
Completamente perdido por aquella melodía que parecía embriagarme por completo recorrí un sendero apenas invisible trazado entre varios castaños bajos.
La música se detuvo cuando aun estaba demasiado cerca de ella. Ladeé el rostro con una sonrisa de medio lado, no me costó demasiado identificar una pequeña silueta escondida tras un tronco que curiosa me observaba e silencio.
Mi sonrisa algo engreída se ensancho, fingí desconocer su existencia, si que me limité ha hacer exactamente lo que había venido a hacer, entrenar.
Saque por mi cabeza la camisa, dejándola caer sobre la húmeda hierba. Cogí las espadas cortas, aferrando los mangos y pronto comencé a danzar sintiendo cada sutil movimiento.
El acero viraba impulsado por mis muñecas rabioso, silbando enérgico, casi rozando mi rostro. Así pase un buen rato, en el que no percibí movimiento ninguno por parte de la ninfa, parecía absorta en el mortal que frente a ella había decidido luchar.
-Vas a seguir mirándome o vas a decidirte a dejarte ver. Se que estas ahí.
Detuve las espadas, dejándolas caer junto a mi camisa, mi brazo secó el sudor que resbalaba por mi frente. Recordé aquello que siempre decia mi madre.
Que parecíamos unos vagabundos pordioseros, que antes de entrar nos adecentáramos. Algo que a mi padre y a mi nos hacia infinidad de gracia, embarrados, sudados siempre la buscábamos tras los entrenamientos solo para oírla gruñir.
Claro que mi padre aun así, lograba robarle besos y caricias, no puedo decir que no creía en el amor..lo viví desde niño, solo que el amor no estaba hecho para mi y menos en estas circunstancias en las que simplemente no podía existir.
No puedo decir lo mismo sobre otros asuntos, siempre fuimos perseguidos, y el acero tuvo por el bien de los míos que mantenerse en alto, luche casi desde que nací, mas no por ello podría recordar una infancia infeliz, mas bien todo lo contrario, aunque la vida para nosotros no era fácil, mis padres la colmaron de pequeños instantes, risas en el gran salón, una felicidad que contrastaba con los jirones de mi piel, con las miles de guerras ganadas y para que mentir, alguna perdida.
Pero como bien decía mi padre, esa era la vida de un vikingo, al Valhalla no se llega sin cicatrices que mostrar a los dioses.
Desconocía donde estaría ese hechicero que desde mi presente, el futuro para el resto de mortales de ese espacio temporal, había venido a evitar mi nacimiento. Lo que si sabia, es que el tiempo pasaba y que de un modo u otro tenia que localizarlo y derrotarlo. No podía permitir que lograra su propósito, de hacerlo me desvanecería. Si yo no nacía en el pasado, en mi presente jamas hubiera existido, no habría futuro para mi.
Aquel día había decidido acudir al bosque para entrenar con las gemelas, el acero quemaba en mi espalda y necesitaba estar en forma para la batalla que se avecinaba.
El sonido de una melodía distinta entre la espesura del bosque llamó mi atención, enarque una ceja antes de aflojar el gesto para sonreír.
Aquello me recordaba a las fabulas que de niño me contaba mi padre sobre el bosque y las preciosas ninfas que lo habitan.
Completamente perdido por aquella melodía que parecía embriagarme por completo recorrí un sendero apenas invisible trazado entre varios castaños bajos.
La música se detuvo cuando aun estaba demasiado cerca de ella. Ladeé el rostro con una sonrisa de medio lado, no me costó demasiado identificar una pequeña silueta escondida tras un tronco que curiosa me observaba e silencio.
Mi sonrisa algo engreída se ensancho, fingí desconocer su existencia, si que me limité ha hacer exactamente lo que había venido a hacer, entrenar.
Saque por mi cabeza la camisa, dejándola caer sobre la húmeda hierba. Cogí las espadas cortas, aferrando los mangos y pronto comencé a danzar sintiendo cada sutil movimiento.
El acero viraba impulsado por mis muñecas rabioso, silbando enérgico, casi rozando mi rostro. Así pase un buen rato, en el que no percibí movimiento ninguno por parte de la ninfa, parecía absorta en el mortal que frente a ella había decidido luchar.
-Vas a seguir mirándome o vas a decidirte a dejarte ver. Se que estas ahí.
Detuve las espadas, dejándolas caer junto a mi camisa, mi brazo secó el sudor que resbalaba por mi frente. Recordé aquello que siempre decia mi madre.
Que parecíamos unos vagabundos pordioseros, que antes de entrar nos adecentáramos. Algo que a mi padre y a mi nos hacia infinidad de gracia, embarrados, sudados siempre la buscábamos tras los entrenamientos solo para oírla gruñir.
Claro que mi padre aun así, lograba robarle besos y caricias, no puedo decir que no creía en el amor..lo viví desde niño, solo que el amor no estaba hecho para mi y menos en estas circunstancias en las que simplemente no podía existir.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Con mis manos apoyadas sobre la corteza rugosa del tronco en un principio no vi a nadie, hasta unos segundos después cuando una silueta hizo acto de presencia abriéndose paso al caminar entre un par de árboles frondosos para seguir el mismo sendero que me había traído hasta aquí. Observé con curiosidad al dueño de los pasos, se trataba de un hombre joven, quizás de una edad similar a la mía. Tenía puesta una ropa sencilla que me hizo pensar que podía tratarse de algún habitante de un pueblo cercano que bien me podría dar señas de como llegar pronto a la ciudad y con algo de suerte indicarme adonde encontrar algo de agua.
Repentinamente el joven se detuvo, no estaba segura del por qué. Mi mandíbula cayó con sorpresa al ver lo que hacía, se estaba quitando la camisa. ¿Por qué? ¿Para qué? Lo observé con curiosidad bajo los rayos brillantes del sol. Inmediatamente hizo algo que provocó que me tensara, sacó un par de gemelas pero no pareció percatarse de que yo estaba allí, simplemente se puso a practicar con ellas, sajando el aire con cada movimiento rápido de sus muñecas.
Sonreí de medio lado al ver aquello, absorta en lo que hacía. Parecía haberlo hecho muchas veces antes, sus movimientos eran bien definidos, certeros, admiré el recorrido de las gemelas, estas se desplazaban en sus manos como si fueran una extensión de ellas, de una forma casi mágica. Me hizo recordar a los caballeros investidos por el rey, como si estuviera frente a uno y se presentase frente a mi para contarme su historia llena de aventuras que me harían envidiarle…
No sé cuantos minutos lo observé, estudiando su técnica cuando él rompió el silencio únicamente interrumpido por el acero y se dirigió a mi. Me moví con rapidez, espalda contra el tronco del castaño, mi pulso disparado. De nada servía esconder el hecho de que lo había estado observando.
Salí de detrás del tronco con la frente en alto y con mi flauta de pan firmemente sujeta entre mis dedos. -Nunca se puede ser demasiado precavida.- Me acerqué despacio deteniéndome a unos pasos de él, colocando mi mano en otro tronco. No estaba frente a un pueblerino común como pensé en un inicio, su versatilidad con las gemelas hablaba por si sola.
-¿Es usted de los alrededores? ¿Me puede indicar que tan cerca estamos de la ciudad?- Lo contemplé un momento. Era un plebeyo muy apuesto, los rayos del sol provocaban reflejos dorados en su pelo castaño, sus cejas pobladas coronaban perfectamente unos iris profundos, pero fue su sonrisa de medio lado la que me orilló a permanecer en silencio y me provocó un cosquilleo en el cuerpo de lo más extraño. Apoyé mi espalda en el tronco, desviando la mirada y topándome con su torso desnudo por lo que la volví a retirar con rapidez. Señalé su camisa con un dedo. -No cree que podría ponérsela.-
Esperé a que me respondiera, esperaba me pudiera dar buenas indicaciones con respecto al camino. Quería pensar que me había orientado bien al seguir el sendero, pero era una extraña en una tierra extraña y aún estaba discerniendo si la persona frente a mi podía considerarse un rostro amigo o algo remotamente parecido.
Repentinamente el joven se detuvo, no estaba segura del por qué. Mi mandíbula cayó con sorpresa al ver lo que hacía, se estaba quitando la camisa. ¿Por qué? ¿Para qué? Lo observé con curiosidad bajo los rayos brillantes del sol. Inmediatamente hizo algo que provocó que me tensara, sacó un par de gemelas pero no pareció percatarse de que yo estaba allí, simplemente se puso a practicar con ellas, sajando el aire con cada movimiento rápido de sus muñecas.
Sonreí de medio lado al ver aquello, absorta en lo que hacía. Parecía haberlo hecho muchas veces antes, sus movimientos eran bien definidos, certeros, admiré el recorrido de las gemelas, estas se desplazaban en sus manos como si fueran una extensión de ellas, de una forma casi mágica. Me hizo recordar a los caballeros investidos por el rey, como si estuviera frente a uno y se presentase frente a mi para contarme su historia llena de aventuras que me harían envidiarle…
No sé cuantos minutos lo observé, estudiando su técnica cuando él rompió el silencio únicamente interrumpido por el acero y se dirigió a mi. Me moví con rapidez, espalda contra el tronco del castaño, mi pulso disparado. De nada servía esconder el hecho de que lo había estado observando.
Salí de detrás del tronco con la frente en alto y con mi flauta de pan firmemente sujeta entre mis dedos. -Nunca se puede ser demasiado precavida.- Me acerqué despacio deteniéndome a unos pasos de él, colocando mi mano en otro tronco. No estaba frente a un pueblerino común como pensé en un inicio, su versatilidad con las gemelas hablaba por si sola.
-¿Es usted de los alrededores? ¿Me puede indicar que tan cerca estamos de la ciudad?- Lo contemplé un momento. Era un plebeyo muy apuesto, los rayos del sol provocaban reflejos dorados en su pelo castaño, sus cejas pobladas coronaban perfectamente unos iris profundos, pero fue su sonrisa de medio lado la que me orilló a permanecer en silencio y me provocó un cosquilleo en el cuerpo de lo más extraño. Apoyé mi espalda en el tronco, desviando la mirada y topándome con su torso desnudo por lo que la volví a retirar con rapidez. Señalé su camisa con un dedo. -No cree que podría ponérsela.-
Esperé a que me respondiera, esperaba me pudiera dar buenas indicaciones con respecto al camino. Quería pensar que me había orientado bien al seguir el sendero, pero era una extraña en una tierra extraña y aún estaba discerniendo si la persona frente a mi podía considerarse un rostro amigo o algo remotamente parecido.
Última edición por Devon Pendragon el Vie Feb 17, 2017 9:37 pm, editado 1 vez
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Una joven de cabellos largos y castaños, minúsculo cuerpo y vestido muy alejado del que luciría una pueblerina se mostró frente a mi. Estaba sucia, algo que evidenciaba que por el camino debía haberse encontrado algún que otro problema.
Ladeé ligeramente la cabeza observándola, su cuerpo se amoldó en la corteza del castaño que había frente a mi, tímida apartó sus ojos de los míos y con el dedo se limito casi a suplicar que me cubriera.
No era una aldeana, de serlo, su incomodidad ante la desnudez de un hombre no se hubiera producido.
Me agache sin poder apartar la sonrisa de mis labios, recogí la camisola colocandola con rapidez sobre mi torso, de nuevo la busque con la mirada. Mi dedo señaló su flauta, esa que afianzaba entre sus dedos como yo hacia con mi espada.
-Te he oído al adentrarme en el bosque, podrías tocarmela – dejé escapar una carcajada la ver como sus mejillas se tornaban fuego -la flauta, tocar la flauta para mi.
Me dejé caer sobre la hierba húmeda sin apartar mis ojos de ella.
-Quizás después pueda escoltarte hasta París, visto lo visto -dije señalando el polvo y el barro de los bajos de su lujoso vestido -necesitas un hombre que te cubra las espaldas.
Me deje caer para deleitarme con la música mientras descansaba, mas el ruido de los cascos de unos caballos al galope me hizo alzarme de un salto.
Era extraño que en pleno bosque el ritmo de los cascos fuera ese, al menos si es que no buscaban a nadie. No me costo demasiado atar cabos.
Mi cuerpo se pego al de ella, el tronco a su espalda el refugio de la dama, le alcé la capucha cubriendo así su rostro, no había tiempo ni escapatoria en apenas unos segundos tendríamos a los jinetes sobre nosotros.
-Sígueme la corriente -le pedí acercando mi boca a la suya, sin tomar sus labios, solo nuestro ajetreado aliento impacto en el oto.
Abrí mi camisa, para darle realismo al asunto, así como alcé ligeramente su falda para que se viera la pierna y disimular la buena tela del vestido dejando solo a la vista el barro del camino.
Los montaraces se detuvieron a mis espaldas, mis manos se deslizaban en una fingida pasión por la cintura de la dama.
Me giré para afrentarlos, relamiendome los labios, con cierta cara de haber sido interrumpido en tan furtivo acto.
-Buenas caballeros -dije alzando la mirada hasta el que parecía el jefe de todos ellos.
La dama con timidez se oculto bajo su capa, acomodándose el vestido como si hubiera sido descubierta en una comprometida situación con un campesino.
-Has visto a una mujer pasar por aquí -me pregunto uno de ellos mientras escudriñaba con la mirada a mi acompañante.
-Estaba ocupado, como podéis comprobar -aseguré con cierto aire engreído -solo somos dos pobres diablos del poblado cercano, dando rienda suelta a la pasión ocultos por el frondoso bosque de castaños. ¿sucede algo? ¿Algo que temer? -pregunté fingiendo una cobardía que no tenia.
-No, una mujer se ha escapado, la buscamos.
Uno de los hombres señalo mis dos gemelas que habían quedado tiradas sobre la hierba.
-¿ Y eso? -pregunto escrutándome con la mirada mientras señalaba las armas.
-Soy el hijo del herrero, no se blandir el acero, solo forjarlo. Pero pensé que tomarlas prestadas harían que la dama se bajara antes las bragas al creerme un apuesto guerrero. -Apunté con cierta picardia.
Desconocía si la mentira colaría o por el contrario no lo haría, barajé las opciones que ambos teníamos, alcanzar las espadas era mi única opción, no esperaba que la dama lograra mucho con su flauta.
Ladeé ligeramente la cabeza observándola, su cuerpo se amoldó en la corteza del castaño que había frente a mi, tímida apartó sus ojos de los míos y con el dedo se limito casi a suplicar que me cubriera.
No era una aldeana, de serlo, su incomodidad ante la desnudez de un hombre no se hubiera producido.
Me agache sin poder apartar la sonrisa de mis labios, recogí la camisola colocandola con rapidez sobre mi torso, de nuevo la busque con la mirada. Mi dedo señaló su flauta, esa que afianzaba entre sus dedos como yo hacia con mi espada.
-Te he oído al adentrarme en el bosque, podrías tocarmela – dejé escapar una carcajada la ver como sus mejillas se tornaban fuego -la flauta, tocar la flauta para mi.
Me dejé caer sobre la hierba húmeda sin apartar mis ojos de ella.
-Quizás después pueda escoltarte hasta París, visto lo visto -dije señalando el polvo y el barro de los bajos de su lujoso vestido -necesitas un hombre que te cubra las espaldas.
Me deje caer para deleitarme con la música mientras descansaba, mas el ruido de los cascos de unos caballos al galope me hizo alzarme de un salto.
Era extraño que en pleno bosque el ritmo de los cascos fuera ese, al menos si es que no buscaban a nadie. No me costo demasiado atar cabos.
Mi cuerpo se pego al de ella, el tronco a su espalda el refugio de la dama, le alcé la capucha cubriendo así su rostro, no había tiempo ni escapatoria en apenas unos segundos tendríamos a los jinetes sobre nosotros.
-Sígueme la corriente -le pedí acercando mi boca a la suya, sin tomar sus labios, solo nuestro ajetreado aliento impacto en el oto.
Abrí mi camisa, para darle realismo al asunto, así como alcé ligeramente su falda para que se viera la pierna y disimular la buena tela del vestido dejando solo a la vista el barro del camino.
Los montaraces se detuvieron a mis espaldas, mis manos se deslizaban en una fingida pasión por la cintura de la dama.
Me giré para afrentarlos, relamiendome los labios, con cierta cara de haber sido interrumpido en tan furtivo acto.
-Buenas caballeros -dije alzando la mirada hasta el que parecía el jefe de todos ellos.
La dama con timidez se oculto bajo su capa, acomodándose el vestido como si hubiera sido descubierta en una comprometida situación con un campesino.
-Has visto a una mujer pasar por aquí -me pregunto uno de ellos mientras escudriñaba con la mirada a mi acompañante.
-Estaba ocupado, como podéis comprobar -aseguré con cierto aire engreído -solo somos dos pobres diablos del poblado cercano, dando rienda suelta a la pasión ocultos por el frondoso bosque de castaños. ¿sucede algo? ¿Algo que temer? -pregunté fingiendo una cobardía que no tenia.
-No, una mujer se ha escapado, la buscamos.
Uno de los hombres señalo mis dos gemelas que habían quedado tiradas sobre la hierba.
-¿ Y eso? -pregunto escrutándome con la mirada mientras señalaba las armas.
-Soy el hijo del herrero, no se blandir el acero, solo forjarlo. Pero pensé que tomarlas prestadas harían que la dama se bajara antes las bragas al creerme un apuesto guerrero. -Apunté con cierta picardia.
Desconocía si la mentira colaría o por el contrario no lo haría, barajé las opciones que ambos teníamos, alcanzar las espadas era mi única opción, no esperaba que la dama lograra mucho con su flauta.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
El desconocido no respondió de inmediato a mi pregunta pero si atendió mi petición sobre ponerse su camisa, lo cual hizo que me relajara satisfecha. Tranquilidad que solo duró unos segundos antes de que mi rostro se encendiera ante sus siguientes palabras. Arqueé una ceja cuando lo oí reir, me estaba tomando el pelo y yo había caído de la forma más inocente.
-No suelo tocar para extraños.- repliqué observándolo echarse con tranquilidad sobre el verde césped. La brisa soplaba levemente entre los árboles, él se veía relajado y genuinamente interesado en mi música, y en realidad parecía un momento idílico para tocar un poco. Estaba a punto de ceder pensando que podría hacer una excepción cuando el ruido de cascos irrumpió en el bosque.
En menos de lo que canta un gallo él se había desplazado frente a mi, pegando su cuerpo al mío contra el árbol. Comprendí lo que estaba haciendo porque ahora escuchaba voces de hombres acercándose hacia nosotros. Mi corazón latió deprisa cuando subió la capucha sobre mi cabeza, su rostro estaba demasiado cerca del mío. Podía casi sentir como su respiración movía su pecho estando tan cerca, por un momento permanecí paralizada, con las manos contra el tronco.
-¡Ey!- Moví una mano con rapidez para detener el avance de la suya sobre mi falda, ya era suficiente con que se hubiera abierto la camisa, me estaba inquietando... Sin embargo los hombres ya estaban al lado nuestro, de inmediato percibiendo nuestra presencia. Escuché con atención la conversación que ahora se desarrollaba. Desde debajo de la capucha podía verlos moverse. Sus ropajes eran similares a los de los asaltantes que habían acabado con los guardias que escoltaban mi carruaje.
Procesé mentalmente que estos hombres andaban siguiéndome la pista y le seguí el juego al joven de las gemelas, tratando de no prestar atención a su descripción sobre nuestra imaginaria cita.
Los hombres parecieron creérsela, se echaron a reir cuando escucharon lo último, me sentí indignada ante su fanfarronería, al parecer les hacía mucha gracia que el herrero me hubiera engatusado con las gemelas. De todas formas pareció convencerles la historia, les vi dar media vuelta por lo que exhalé largamente.
Uno de ellos se detuvo, y volvió sobre sus pasos dirigiéndose a nosotros con grandes zancadas. -Antes de irnos déjanos ver con que te has dado gusto. Que la doncella se quite la capucha.-
Mi mano voló a la espada que mantenía oculta entre mis ropas. No iba a permitir que me atraparan. Lancé una mirada significativa al joven de las gemelas, pareció comprenderme en el acto porque un movimiento suyo sirvió para que con agilidad recuperara sus armas.
Saqué la espada y debido al factor sorpresa la enterré en el estómago del hombre que estaba casi encima de mi. Vi brotar la sangre, la visión me descompuso, oía el chocar de los aceros. Los demás bravucones peleaban con mi acompañante, verlo en esa situación me sacó de mi aturdimiento. Estos no eran simples forajidos, pensé que alguien les habría podido contratar para secuestrarme y pedir rescate.
-Supongo que está de más decirte que acepto tu ayuda.- En medio de la lucha nos fuimos acercando, los hombres nos rodeaban y nos aventajaban en número. Alcé la espada y me sorprendí a mi misma cuando al chocar el metal repetidamente con un arma enemiga me percaté de que me llenaba de energía y que mis instintos me indicaban como proceder, como si de alguna forma esto fuese algo que ya había hecho antes, a pesar de que jamás había luchado con bandoleros y que únicamente había entrenado en el palacio.
-No suelo tocar para extraños.- repliqué observándolo echarse con tranquilidad sobre el verde césped. La brisa soplaba levemente entre los árboles, él se veía relajado y genuinamente interesado en mi música, y en realidad parecía un momento idílico para tocar un poco. Estaba a punto de ceder pensando que podría hacer una excepción cuando el ruido de cascos irrumpió en el bosque.
En menos de lo que canta un gallo él se había desplazado frente a mi, pegando su cuerpo al mío contra el árbol. Comprendí lo que estaba haciendo porque ahora escuchaba voces de hombres acercándose hacia nosotros. Mi corazón latió deprisa cuando subió la capucha sobre mi cabeza, su rostro estaba demasiado cerca del mío. Podía casi sentir como su respiración movía su pecho estando tan cerca, por un momento permanecí paralizada, con las manos contra el tronco.
-¡Ey!- Moví una mano con rapidez para detener el avance de la suya sobre mi falda, ya era suficiente con que se hubiera abierto la camisa, me estaba inquietando... Sin embargo los hombres ya estaban al lado nuestro, de inmediato percibiendo nuestra presencia. Escuché con atención la conversación que ahora se desarrollaba. Desde debajo de la capucha podía verlos moverse. Sus ropajes eran similares a los de los asaltantes que habían acabado con los guardias que escoltaban mi carruaje.
Procesé mentalmente que estos hombres andaban siguiéndome la pista y le seguí el juego al joven de las gemelas, tratando de no prestar atención a su descripción sobre nuestra imaginaria cita.
Los hombres parecieron creérsela, se echaron a reir cuando escucharon lo último, me sentí indignada ante su fanfarronería, al parecer les hacía mucha gracia que el herrero me hubiera engatusado con las gemelas. De todas formas pareció convencerles la historia, les vi dar media vuelta por lo que exhalé largamente.
Uno de ellos se detuvo, y volvió sobre sus pasos dirigiéndose a nosotros con grandes zancadas. -Antes de irnos déjanos ver con que te has dado gusto. Que la doncella se quite la capucha.-
Mi mano voló a la espada que mantenía oculta entre mis ropas. No iba a permitir que me atraparan. Lancé una mirada significativa al joven de las gemelas, pareció comprenderme en el acto porque un movimiento suyo sirvió para que con agilidad recuperara sus armas.
Saqué la espada y debido al factor sorpresa la enterré en el estómago del hombre que estaba casi encima de mi. Vi brotar la sangre, la visión me descompuso, oía el chocar de los aceros. Los demás bravucones peleaban con mi acompañante, verlo en esa situación me sacó de mi aturdimiento. Estos no eran simples forajidos, pensé que alguien les habría podido contratar para secuestrarme y pedir rescate.
-Supongo que está de más decirte que acepto tu ayuda.- En medio de la lucha nos fuimos acercando, los hombres nos rodeaban y nos aventajaban en número. Alcé la espada y me sorprendí a mi misma cuando al chocar el metal repetidamente con un arma enemiga me percaté de que me llenaba de energía y que mis instintos me indicaban como proceder, como si de alguna forma esto fuese algo que ya había hecho antes, a pesar de que jamás había luchado con bandoleros y que únicamente había entrenado en el palacio.
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
La risa de aquellos hombres se unió a la mía, al parecer mis palabras habían resultado mas que convincentes y celebraban con jubilo que la dama hubiera sido tan ignorante de creer al desgraciado herrero y abrirle las piernas.
Respiré aliviado al verles seguir su camino, mis ojos se desviaron hacia la morena guiñándole un ojo para que se sintiera tranquila, la farsa había colado, estaba a salvo.
Uno de los hombres se detuvo, aun reía el resto, mas este rehízo sus pasos en nuestra dirección a paso rápido, mis ojos se dirigieron a las espadas, todavía sobre la fresca hierba me esperaban.
No saldríamos de esta sin el choque de los aceros, eso era ya una clara obviedad.
El hombre instigó a la dama a que se descubriera, interesado en la belleza que ocultaba tras aquella capucha oscura que cubría sus bellos rasgos.
A cambio una espada emergió por sorpresa de entre los ropajes, juraría que mientras la manoseé no había notado aquel arma en ninguna parte.
Crucé de miradas, no necesitamos mas para entender que este seria solo el principio de una gesta sin igual. Sonrisa ladina en mis labios cuando sacando una de las dagas de mi bota la lancé hacia la yugular de uno de los guerreros. Este viendo la suerte de su compañero, ahora muerto a los pies de la dama, se acercaba a esta espada en mano.
Impactó como el halcón lo hace con su presa, veloz sajó su garganta dejándolo sin aliento y pronto sin vida sobre el fresco lecho.
Rodé por el suelo, mis gemelas en mis manos y un salto que me colocó en pie protegiendo el flanco de la doncella que parecía ser mucho mas de lo que a simple vista prometía ser.
-Tocas la flauta y dominas el acero ¿alguna sorpresa mas te guardas en las enaguas? -bromeé mirándola de soslayo.
Los asaltantes nos rodeaban superándonos en numero, pero yo era un vikingo, que vinieran. Hoy los cuervos no graznaban para mi, el valhalla tenia que esperar, mi valquiria seguía desnuda en el lecho de Odin.
Choque de espadas, chispas en cada encuentro, raudos mis movimientos que pronto se trasformaron en una peligrosa danza donde tan solo quedaría en pie el mas diestro.
Ladeé la cabeza cuando una de las hachas pasó de cerca, me agaché con rapidez esquivando la bastarda para asestar un tajo en el muslo del oponente que lo desestabilizo lo suficiente como para que mi otra espada se hundiera en su costado con saña.
Gotas de sangre resbalaban por mi rostro, un rugido escapo de mis labios alentado por la sangre.
Una rápida mirada hacia mi compañera de baile que se defendía de un modo bastante notable para aparentar no haber tomado nunca una espada.
Apoyé las botas tomando impulso en uno de los soldados que venia hacia mi, elevándome por el aire para desde arriba asestar un tajo limpio que se hunde en el hombro de este atravesando su pechera. Caigo al suelo entre él y ella, para hundir mi otra espada en la otra parte de su cuello, rajandolo al completo y evitando así que el guerrero que arrinconaba a la dama alzara nuevamente contra ella el acero.
-la noche sera larga, me vas a tener que invitar a una buena cena y un par de botellas para recompensarme -bromeé centrando mi mirada en el que se nos acercaba.
Una flecha se hundió en mi lateral, esa no la vi venir, al parecer venían refuerzos, entre ellos un arquero que aprecia entre la espesura del bosque en completo silencio.
Gruñí por el dolor, golpeé a la viruta con mi espada para que la saeta no me molestara y seguir luchando.
Respiré aliviado al verles seguir su camino, mis ojos se desviaron hacia la morena guiñándole un ojo para que se sintiera tranquila, la farsa había colado, estaba a salvo.
Uno de los hombres se detuvo, aun reía el resto, mas este rehízo sus pasos en nuestra dirección a paso rápido, mis ojos se dirigieron a las espadas, todavía sobre la fresca hierba me esperaban.
No saldríamos de esta sin el choque de los aceros, eso era ya una clara obviedad.
El hombre instigó a la dama a que se descubriera, interesado en la belleza que ocultaba tras aquella capucha oscura que cubría sus bellos rasgos.
A cambio una espada emergió por sorpresa de entre los ropajes, juraría que mientras la manoseé no había notado aquel arma en ninguna parte.
Crucé de miradas, no necesitamos mas para entender que este seria solo el principio de una gesta sin igual. Sonrisa ladina en mis labios cuando sacando una de las dagas de mi bota la lancé hacia la yugular de uno de los guerreros. Este viendo la suerte de su compañero, ahora muerto a los pies de la dama, se acercaba a esta espada en mano.
Impactó como el halcón lo hace con su presa, veloz sajó su garganta dejándolo sin aliento y pronto sin vida sobre el fresco lecho.
Rodé por el suelo, mis gemelas en mis manos y un salto que me colocó en pie protegiendo el flanco de la doncella que parecía ser mucho mas de lo que a simple vista prometía ser.
-Tocas la flauta y dominas el acero ¿alguna sorpresa mas te guardas en las enaguas? -bromeé mirándola de soslayo.
Los asaltantes nos rodeaban superándonos en numero, pero yo era un vikingo, que vinieran. Hoy los cuervos no graznaban para mi, el valhalla tenia que esperar, mi valquiria seguía desnuda en el lecho de Odin.
Choque de espadas, chispas en cada encuentro, raudos mis movimientos que pronto se trasformaron en una peligrosa danza donde tan solo quedaría en pie el mas diestro.
Ladeé la cabeza cuando una de las hachas pasó de cerca, me agaché con rapidez esquivando la bastarda para asestar un tajo en el muslo del oponente que lo desestabilizo lo suficiente como para que mi otra espada se hundiera en su costado con saña.
Gotas de sangre resbalaban por mi rostro, un rugido escapo de mis labios alentado por la sangre.
Una rápida mirada hacia mi compañera de baile que se defendía de un modo bastante notable para aparentar no haber tomado nunca una espada.
Apoyé las botas tomando impulso en uno de los soldados que venia hacia mi, elevándome por el aire para desde arriba asestar un tajo limpio que se hunde en el hombro de este atravesando su pechera. Caigo al suelo entre él y ella, para hundir mi otra espada en la otra parte de su cuello, rajandolo al completo y evitando así que el guerrero que arrinconaba a la dama alzara nuevamente contra ella el acero.
-la noche sera larga, me vas a tener que invitar a una buena cena y un par de botellas para recompensarme -bromeé centrando mi mirada en el que se nos acercaba.
Una flecha se hundió en mi lateral, esa no la vi venir, al parecer venían refuerzos, entre ellos un arquero que aprecia entre la espesura del bosque en completo silencio.
Gruñí por el dolor, golpeé a la viruta con mi espada para que la saeta no me molestara y seguir luchando.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Todo sucedía con extrema rapidez, no había tiempo de pensar, solo había espacio para actuar. Mi espada golpeaba a la del hombre frente a mi una y otra vez. La adrenalina me recorría, pienso ahora que esta era la que me impulsaba. En un momento me vi inmersa en un pulso de espadas contra mi oponente, este logró colocarme contra un tronco, el filo de las armas se acercaba a mi cuello peligrosamente, alcé mi bota y lo pateé con fuerza haciéndolo tambalear antes de hundir mi espada en su carne. Pelear con capas de tela constriñéndome era un engorro así que rasgué mi falda a un lado para permitirle mayor movimiento a mis piernas.
¿Qué si me guardaba algo en las faldas? Sonreí de medio lado, ya me estaba percatando de que su lengua era tan aguda como sus espadas, pero peleaba extraordinariamente y su cuchillo había pasado volando por los aires para derribar a uno de los oponentes que se me acercaba mientras luchaba con otro. -Una dama no revela todos sus secretos.- Le guiñé el ojo y observé un hacha que rauda pasaba volando a un lado de nuestras cabezas, esta gente andaba peligrosamente armada hasta los dientes.
Una acrobacia me sirvió para evitar otra espada que estaba a punto de alcanzarme. Lo bueno de tener una figura menuda es que te da flexibilidad y ligereza y los demás no se esperan verte hacer una pirueta con las manos sobre el suelo y los pies en el aire. Caí sobre un hombre derribándolo con mis piernas. -¿Quién les ha enviado? ¿Quién?- Sostuve el acero contra su garganta y escuché el sonido de un cuerno. Estaban llamando refuerzos. El hombre se movió ante mi distracción intentando someterme, un movimiento de la espada con mi muñeca y de su garganta brotó un reguero de sangre salpicándome.
Me levanté de un salto. Otro hombre me tomó por sorpresa arrinconándome. El joven del cabello castaño salió de la nada, cayendo sobre el suelo se interpuso entre mi cuerpo y el atacante, sacándolo del juego. Comenzaba a ver regueros de sangre por todos lados, esto era crudamente real. Comprendí muchas cosas al ver la escena, de que están hechas las batallas, lo que se siente en el momento en que tu espada se hunde en un ser humano. Una cosa era escuchar los relatos y otra vivir la situación.
-Si me llevas a la ciudad no solo te invitaré esa cena, si no que te compraré el restaurante entero.- Bromeé sin perder los ánimos, habíamos acabado con muchos pero la sonrisa que esbocé se congeló en mis labios al ver como una flecha daba en su costado.
Lo vi tambalearse pero rompió la flecha para seguir haciendo frente a los forajidos. Miré hacia todos lados localizando al arquero. Se encontraba arriba, sobre un declive, nuevos caballos aparecieron desde allí con jinetes que cabalgaban en nuestra dirección. Mi espada chocó con la de otro de los secuestradores, sajó su costado. Corrí hacia el joven, lo tomé del brazo justo cuando alguien más caía a sus pies vencido por sus gemelas y tiré de él. -¡Vámonos!- Señalé hacia la pequeña colina para que viera el peligro que nos acechaba. –Son muchos, ¡tenemos que irnos!-
No esperé a que me dijera que si. Lo miré con insistencia y sin soltarlo jalé de él corriendo para adentrarnos entre los castaños mientras más flechas silbaban a nuestro lado. Los árboles parecían ráfagas verdes mientras proseguíamos el vertiginoso trayecto. Recorrimos un buen trecho, enfrente nuestro vi un pantano. No lo pensé mucho. -¡Allí!- le señalé. Nos metimos en las aguas cenagosas, volví a tirar de él para ocultarnos detrás de la densa vegetación acuática. Oí los cascos de caballos pasando cerca y me arrimé más a él. Mi respiración estaba ajetreada al igual que la suya, no dije nada, solo lo miré… y aguardé…
¿Qué si me guardaba algo en las faldas? Sonreí de medio lado, ya me estaba percatando de que su lengua era tan aguda como sus espadas, pero peleaba extraordinariamente y su cuchillo había pasado volando por los aires para derribar a uno de los oponentes que se me acercaba mientras luchaba con otro. -Una dama no revela todos sus secretos.- Le guiñé el ojo y observé un hacha que rauda pasaba volando a un lado de nuestras cabezas, esta gente andaba peligrosamente armada hasta los dientes.
Una acrobacia me sirvió para evitar otra espada que estaba a punto de alcanzarme. Lo bueno de tener una figura menuda es que te da flexibilidad y ligereza y los demás no se esperan verte hacer una pirueta con las manos sobre el suelo y los pies en el aire. Caí sobre un hombre derribándolo con mis piernas. -¿Quién les ha enviado? ¿Quién?- Sostuve el acero contra su garganta y escuché el sonido de un cuerno. Estaban llamando refuerzos. El hombre se movió ante mi distracción intentando someterme, un movimiento de la espada con mi muñeca y de su garganta brotó un reguero de sangre salpicándome.
Me levanté de un salto. Otro hombre me tomó por sorpresa arrinconándome. El joven del cabello castaño salió de la nada, cayendo sobre el suelo se interpuso entre mi cuerpo y el atacante, sacándolo del juego. Comenzaba a ver regueros de sangre por todos lados, esto era crudamente real. Comprendí muchas cosas al ver la escena, de que están hechas las batallas, lo que se siente en el momento en que tu espada se hunde en un ser humano. Una cosa era escuchar los relatos y otra vivir la situación.
-Si me llevas a la ciudad no solo te invitaré esa cena, si no que te compraré el restaurante entero.- Bromeé sin perder los ánimos, habíamos acabado con muchos pero la sonrisa que esbocé se congeló en mis labios al ver como una flecha daba en su costado.
Lo vi tambalearse pero rompió la flecha para seguir haciendo frente a los forajidos. Miré hacia todos lados localizando al arquero. Se encontraba arriba, sobre un declive, nuevos caballos aparecieron desde allí con jinetes que cabalgaban en nuestra dirección. Mi espada chocó con la de otro de los secuestradores, sajó su costado. Corrí hacia el joven, lo tomé del brazo justo cuando alguien más caía a sus pies vencido por sus gemelas y tiré de él. -¡Vámonos!- Señalé hacia la pequeña colina para que viera el peligro que nos acechaba. –Son muchos, ¡tenemos que irnos!-
No esperé a que me dijera que si. Lo miré con insistencia y sin soltarlo jalé de él corriendo para adentrarnos entre los castaños mientras más flechas silbaban a nuestro lado. Los árboles parecían ráfagas verdes mientras proseguíamos el vertiginoso trayecto. Recorrimos un buen trecho, enfrente nuestro vi un pantano. No lo pensé mucho. -¡Allí!- le señalé. Nos metimos en las aguas cenagosas, volví a tirar de él para ocultarnos detrás de la densa vegetación acuática. Oí los cascos de caballos pasando cerca y me arrimé más a él. Mi respiración estaba ajetreada al igual que la suya, no dije nada, solo lo miré… y aguardé…
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
La mano de la morena tomo mi antebrazo tirando de él para que nos resguardáramos, era evidente que los jinetes que acudían como refuerzo a caballo venían bien armados, nos superaban en numero, salir de esta con vida iba a ser complicado.
Tensé el gesto cuando le ultimo cayó a mis pies y juntos emprendimos a paso rápido la fuga hacia un pantano cercano.
Su mano surcó mi costado, la punta estaba clavada y el gesto de preocupación de la dama evidenciaba mi destino.
-No la saques, me desangraré -sonreí de medio lado -aguantaré hasta que me invites a cenar, una buena pelea siempre me da hambre -dije con cierto optimismo mientras le guiñaba un ojo.
Mis palabras de aliento no engañaban a nadie, aquellos no eran simples foragidos, parecía un ejercito bien organizado, lo que demostraba la importancia de aquella mujer para su captor.
Dudaba que la quisieran muerta, mas bien hacerla su prisionera.
-no se a quien has cabreado pequeña, pero ya puedes tocarme bien la flauta después de la cena -bromeé con la respiración entrecortada.
La alta vegetación del cienagoso pantano nos cubrió, su cuerpo se orillo al mio, ambos mojados nos miramos fijamente escuchando pasar de cerca los cascos de los caballos. Su respiración contra mi boca, parecía asustada, aunque admito que le sobraba arrojo para ser una vulgar dama.
Los cascos se perdieron en la profundidad del bosque, lo peinarían y darían con nosotros, solo teníamos una oportunidad.
-Mírame -le susurré mirándola fijamente -quedarnos aquí no es una opción, ir a pie hacia París tampoco, nos alcanzaran. Necesito que confies en mi.
Sus dedos aferraron la manga de mi camisa cuando hice ademan de ponerme en pie, como si esa fuera la ultima vez que nos fuéramos a ver.
-Por allí -dije señalando un camino apenas marcado que le serviría la menos como plan b de yo no volver -el acceso de los caballos sera costoso, apenas cabe en algunas zonas solo un cuerpo, si no vuelvo en un rato, ve y no mires atrás.
No le di tiempo a replicar, un tirón y me perdí entre la densa vegetación. Hacerme con una de las monturas era mi prioridad, mas para ello tenia que encontrar una buena localización y esperar que le resto no descubriera mi plan.
Apreté los dientes buscando uno de lso senderos, seguramente los soldados que peinaban ahora le bosque se habrían separado en grupos de tres para ocupar mayor área.
Eso me daba cierta ventaja.
Busqué un punto elevado sobre un sendero, un lugar por donde posiblemente pasarían jinetes y caballos, el árbol mas alto, se me antojo suficiente para pillar desprevenido a uno de ellos, el ultimo soldado que cerraba la fila.
Me dejé caer espada en mano, ambos caímos rodando al suelo. Saje su cuello, el dolor de mi herida era insoportable, pero cando te juegas la vida la adrenalina es la droga que calma todo dolor calentándome incluso mas que el alcohol.
Los otros dos no tardaron en desmontar, ahora choques de acero, espadas que silbaban al viento y el carmesí de los tres regando el suelo.
Sus cuerpos cayeron inertes, no sin antes herir mi antebrazo.
Tomé con premura una de las monturas perdiéndome por le bosque rumbo al pantano, allí detuve los cascos esperando que la dama subiera.
Así ambos emprendimos al galopé la huida, nuestro única opción residía en lo rápido que corriera ese espectro rojo fuego.
Al parecer los dioses nos favorecían pronto sacamos distancia entre nuestros captores, ahora podía ver la zona mas alejada de París, un par de aldeas antes de llegar a esta y estaríamos a salvo, la visión se me emborronaba, fingí estar bien pero había perdido demasiada sangre y pronto mi cuerpo cedió contra el cuello del animal tornándose todo negro.
Tensé el gesto cuando le ultimo cayó a mis pies y juntos emprendimos a paso rápido la fuga hacia un pantano cercano.
Su mano surcó mi costado, la punta estaba clavada y el gesto de preocupación de la dama evidenciaba mi destino.
-No la saques, me desangraré -sonreí de medio lado -aguantaré hasta que me invites a cenar, una buena pelea siempre me da hambre -dije con cierto optimismo mientras le guiñaba un ojo.
Mis palabras de aliento no engañaban a nadie, aquellos no eran simples foragidos, parecía un ejercito bien organizado, lo que demostraba la importancia de aquella mujer para su captor.
Dudaba que la quisieran muerta, mas bien hacerla su prisionera.
-no se a quien has cabreado pequeña, pero ya puedes tocarme bien la flauta después de la cena -bromeé con la respiración entrecortada.
La alta vegetación del cienagoso pantano nos cubrió, su cuerpo se orillo al mio, ambos mojados nos miramos fijamente escuchando pasar de cerca los cascos de los caballos. Su respiración contra mi boca, parecía asustada, aunque admito que le sobraba arrojo para ser una vulgar dama.
Los cascos se perdieron en la profundidad del bosque, lo peinarían y darían con nosotros, solo teníamos una oportunidad.
-Mírame -le susurré mirándola fijamente -quedarnos aquí no es una opción, ir a pie hacia París tampoco, nos alcanzaran. Necesito que confies en mi.
Sus dedos aferraron la manga de mi camisa cuando hice ademan de ponerme en pie, como si esa fuera la ultima vez que nos fuéramos a ver.
-Por allí -dije señalando un camino apenas marcado que le serviría la menos como plan b de yo no volver -el acceso de los caballos sera costoso, apenas cabe en algunas zonas solo un cuerpo, si no vuelvo en un rato, ve y no mires atrás.
No le di tiempo a replicar, un tirón y me perdí entre la densa vegetación. Hacerme con una de las monturas era mi prioridad, mas para ello tenia que encontrar una buena localización y esperar que le resto no descubriera mi plan.
Apreté los dientes buscando uno de lso senderos, seguramente los soldados que peinaban ahora le bosque se habrían separado en grupos de tres para ocupar mayor área.
Eso me daba cierta ventaja.
Busqué un punto elevado sobre un sendero, un lugar por donde posiblemente pasarían jinetes y caballos, el árbol mas alto, se me antojo suficiente para pillar desprevenido a uno de ellos, el ultimo soldado que cerraba la fila.
Me dejé caer espada en mano, ambos caímos rodando al suelo. Saje su cuello, el dolor de mi herida era insoportable, pero cando te juegas la vida la adrenalina es la droga que calma todo dolor calentándome incluso mas que el alcohol.
Los otros dos no tardaron en desmontar, ahora choques de acero, espadas que silbaban al viento y el carmesí de los tres regando el suelo.
Sus cuerpos cayeron inertes, no sin antes herir mi antebrazo.
Tomé con premura una de las monturas perdiéndome por le bosque rumbo al pantano, allí detuve los cascos esperando que la dama subiera.
Así ambos emprendimos al galopé la huida, nuestro única opción residía en lo rápido que corriera ese espectro rojo fuego.
Al parecer los dioses nos favorecían pronto sacamos distancia entre nuestros captores, ahora podía ver la zona mas alejada de París, un par de aldeas antes de llegar a esta y estaríamos a salvo, la visión se me emborronaba, fingí estar bien pero había perdido demasiada sangre y pronto mi cuerpo cedió contra el cuello del animal tornándose todo negro.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Los cascos de los caballos pasaron cerca un par de veces en las que pensé que seríamos descubiertos, pocas veces en mi vida me había mantenido tan quieta, mantenía fija mi mirada en los ojos de aquel joven que de repente se había convertido en mi aliado. Sus ojos me infundían seguridad en medio del inusitado caos que nos perseguía.
Parecía que los asaltantes se habían separado, se alejaron de nosotros, este era el momento perfecto para abandonar el pantano pero mi acompañante me detuvo con sus palabras. Se le veía la decisión en el rostro cuando me expresó su plan pidiéndome que confiara en él. Mis instintos me decían que le creyera por lo que no se me ocurrió contradecirlo aunque tiré de su manga cuando se marchaba. -Vuelve y tocaré la flauta para ti.- No bromeaba al decirlo, estaba herido y sabía bien cuanto arriesgaba. -Ten cuidado.-
Mis ojos le siguieron hasta que le perdí de vista, volví a esconderme detrás de la vegetación. No tengo idea de cuanto tiempo aguardé, los asaltantes volvían a acercarse a veces, hablaban de mi, insistían en que debían encontrarme y luego se alejaban. Mantenía mi mano sobre la espada, lista para usarla en cualquier momento. El tiempo se me hizo eterno pero no pensaba moverme de lugar. ¿Cómo saber que el joven regresaría? Si estaba en su sano juicio no tenía por qué regresar por mi, una desconocida. "Confía" había dicho, para mi eso era suficiente, confiaría.
Escuché a alguien acercándose, venía directo hacia el pantano. Me levanté de un salto y vi a una llamarada de fuego corriendo sobre la hierba con un jinete que reconocí enseguida. De un salto subí a la montura que haciendo honor al color de su pelaje nos llevó lejos del bosque para dejar la amenaza atrás.
-Al parecer los hemos perdido.- Me alegré al decirlo, nos encontrábamos a la entrada de una aldea, quizás Paris no estaba demasiado lejos y podría dirigirme allí una vez nos hubiéramos cerciorado de que nadie nos seguía. El caballo trastabilló cuando el moreno cayó repentinamente sobre su cuello. De inmediato rodeé su cuerpo para evitar que cayera de la montura y para sujetar las riendas, tomando el control del equino. Le observé alarmada, debía actuar rápido, buscar ayuda para su herida. Desmonté en el patio de una pequeña casa y corrí hacia la puerta de enfrente, golpeándola con desesperación.
Después de varios golpes alguien se asomó, un hombre que me miró con cara de pocos amigos al ver la aparición de una mujer llena de lodo en su porche. Estuvo a punto de cerrar la puerta en mis narices cuando interpuse mi bota entre esta y el marco. -Escuche, necesito ayuda.- Empujé la puerta con decisión, una mujer aparecía en el salón y me miraba alarmada. -Mi amigo, está gravemente herido, necesito que me ayuden.-
La mujer, más práctica que su acompañante, se asomó al patio para ver a quien me refería. -¡Ecbert! Tenemos que ayudar a ese hombre. ¡Anda! Ayuda a la dama a traerlo a una de las habitaciones.- El mentado Ecbert la miró pasmado. - ¡Vamos! ¿qué esperas?-
Pronto bajamos al joven del caballo y lo colocamos sobre una cama. La mujer ya estaba calentando agua, buscando hilo y aguja.-No en balde he logrado que una familia de tontos cazadores sobreviviera tanto tiempo.- Sonreí al ver su presteza, al parecer se refería a su marido y a sus hijos, pero la alegría no duró mucho, teníamos que actuar.
Retiré la camisa del herido, la señora lo sostuvo mientras me indicaba como sacar la flecha. -Mi vista ya no es tan buena como antes, tendrás que coserlo tú.- Iba a protestar al escuchar aquello pero desistí, no era momento de titubeos. -De acuerdo.- Comencé a retirar la flecha concentrándome en mantener mi pulso firme...
Transcurrieron varias horas, estaba sentada al lado del caballero, observando su vendaje. Nos la habíamos arreglado lo mejor posible para detener la hemorragia. -Me has dado un buen susto.- Sonreí un poco. Ahora tanto él como yo estábamos limpios, libres de lodo. Él seguía inconsciente, pero su respiración se había normalizado y parecía que tan solo dormía. Me levanté para encender un pequeño candelabro, los rayos del sol comenzaban a menguar anunciando la llegada de la noche. Un tenue movimiento provocó que volteara rápidamente.
El joven me observaba, constatar que estaba despierto me llenó de alivio. Me acerqué y me senté a un lado suyo sobre el colchón. -Ahora sería un buen momento para que me digas tu nombre. Así dejaremos de ser extraños y lo que haré a continuación no parecerá tan escandaloso. – Sonreí traviesamente antes de enseñarle a que me refería y mostrarle la flauta entre mis dedos. La llevé hasta mis labios y comencé una melodía que había tocado algunas veces en palacio mientras un coro me acompañaba. Mi música se acoplaba a cada palabra para regalar a los oídos de los presentes cada sentimiento expresado en esa canción que hablaba de los caballeros del rey, de sus caídas en la batalla y de su renuencia a darse por vencidos; de sus heridas, de su victoria y de su deseo de regresar a casa...
Parecía que los asaltantes se habían separado, se alejaron de nosotros, este era el momento perfecto para abandonar el pantano pero mi acompañante me detuvo con sus palabras. Se le veía la decisión en el rostro cuando me expresó su plan pidiéndome que confiara en él. Mis instintos me decían que le creyera por lo que no se me ocurrió contradecirlo aunque tiré de su manga cuando se marchaba. -Vuelve y tocaré la flauta para ti.- No bromeaba al decirlo, estaba herido y sabía bien cuanto arriesgaba. -Ten cuidado.-
Mis ojos le siguieron hasta que le perdí de vista, volví a esconderme detrás de la vegetación. No tengo idea de cuanto tiempo aguardé, los asaltantes volvían a acercarse a veces, hablaban de mi, insistían en que debían encontrarme y luego se alejaban. Mantenía mi mano sobre la espada, lista para usarla en cualquier momento. El tiempo se me hizo eterno pero no pensaba moverme de lugar. ¿Cómo saber que el joven regresaría? Si estaba en su sano juicio no tenía por qué regresar por mi, una desconocida. "Confía" había dicho, para mi eso era suficiente, confiaría.
Escuché a alguien acercándose, venía directo hacia el pantano. Me levanté de un salto y vi a una llamarada de fuego corriendo sobre la hierba con un jinete que reconocí enseguida. De un salto subí a la montura que haciendo honor al color de su pelaje nos llevó lejos del bosque para dejar la amenaza atrás.
-Al parecer los hemos perdido.- Me alegré al decirlo, nos encontrábamos a la entrada de una aldea, quizás Paris no estaba demasiado lejos y podría dirigirme allí una vez nos hubiéramos cerciorado de que nadie nos seguía. El caballo trastabilló cuando el moreno cayó repentinamente sobre su cuello. De inmediato rodeé su cuerpo para evitar que cayera de la montura y para sujetar las riendas, tomando el control del equino. Le observé alarmada, debía actuar rápido, buscar ayuda para su herida. Desmonté en el patio de una pequeña casa y corrí hacia la puerta de enfrente, golpeándola con desesperación.
Después de varios golpes alguien se asomó, un hombre que me miró con cara de pocos amigos al ver la aparición de una mujer llena de lodo en su porche. Estuvo a punto de cerrar la puerta en mis narices cuando interpuse mi bota entre esta y el marco. -Escuche, necesito ayuda.- Empujé la puerta con decisión, una mujer aparecía en el salón y me miraba alarmada. -Mi amigo, está gravemente herido, necesito que me ayuden.-
La mujer, más práctica que su acompañante, se asomó al patio para ver a quien me refería. -¡Ecbert! Tenemos que ayudar a ese hombre. ¡Anda! Ayuda a la dama a traerlo a una de las habitaciones.- El mentado Ecbert la miró pasmado. - ¡Vamos! ¿qué esperas?-
Pronto bajamos al joven del caballo y lo colocamos sobre una cama. La mujer ya estaba calentando agua, buscando hilo y aguja.-No en balde he logrado que una familia de tontos cazadores sobreviviera tanto tiempo.- Sonreí al ver su presteza, al parecer se refería a su marido y a sus hijos, pero la alegría no duró mucho, teníamos que actuar.
Retiré la camisa del herido, la señora lo sostuvo mientras me indicaba como sacar la flecha. -Mi vista ya no es tan buena como antes, tendrás que coserlo tú.- Iba a protestar al escuchar aquello pero desistí, no era momento de titubeos. -De acuerdo.- Comencé a retirar la flecha concentrándome en mantener mi pulso firme...
Transcurrieron varias horas, estaba sentada al lado del caballero, observando su vendaje. Nos la habíamos arreglado lo mejor posible para detener la hemorragia. -Me has dado un buen susto.- Sonreí un poco. Ahora tanto él como yo estábamos limpios, libres de lodo. Él seguía inconsciente, pero su respiración se había normalizado y parecía que tan solo dormía. Me levanté para encender un pequeño candelabro, los rayos del sol comenzaban a menguar anunciando la llegada de la noche. Un tenue movimiento provocó que volteara rápidamente.
El joven me observaba, constatar que estaba despierto me llenó de alivio. Me acerqué y me senté a un lado suyo sobre el colchón. -Ahora sería un buen momento para que me digas tu nombre. Así dejaremos de ser extraños y lo que haré a continuación no parecerá tan escandaloso. – Sonreí traviesamente antes de enseñarle a que me refería y mostrarle la flauta entre mis dedos. La llevé hasta mis labios y comencé una melodía que había tocado algunas veces en palacio mientras un coro me acompañaba. Mi música se acoplaba a cada palabra para regalar a los oídos de los presentes cada sentimiento expresado en esa canción que hablaba de los caballeros del rey, de sus caídas en la batalla y de su renuencia a darse por vencidos; de sus heridas, de su victoria y de su deseo de regresar a casa...
Última edición por Devon Pendragon el Mar Feb 21, 2017 11:34 pm, editado 1 vez
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Abrí los ojos sobresaltado, mi primer ademan ponerme en pie buscando las gemelas, desubicado mis ojos recorrieron la estancia al percatarme que estas no estaban a mis espaldas. Mi pecho descubierto, mi costado vendado y sentada junto a mi lecho la mujer a la que había ayudado.
Su mano me empujo con suavidad sobre el colchón, al parecer no nos habían alcanzado, estábamos momentáneamente a salvo.
Sonreí de medio lado volviendo a tratar de incorporarme, podía ver sus ojos centrados en mi, no estábamos solos, junto a nosotros una mujer de mediana edad, posiblemente la dueña de aquella casa.
-Niels, me llamo Niels -dije hundiendo mi mirada en la suya -¿y tu eres?
No habíamos tenido tiempo de presentaciones, los acontecimientos se habían sucedido tan rápido que apenas había podido intercambiar palabras con la doncella, muchas preguntas me invadían sobre esta, necesitaba saber.
Sonrió de forma traviesa, llevando la flauta a sus labios, pronto la estancia se inundo de un sonido distinto, uno que narraba las mil y una batallas de los guerreros de tiempo pasados, la importancia del fuego, del acero, de como los compañeros caen o se mantiene en pie en el campo de batalla.
Todo aquello me tocaba tan de cerca que no pude evitar cerrar los ojos dejando mi cuerpo caer de nuevo sobre el lecho.
La lucha codo con codo junto a mi padre fue la imagen que vino a mi mente, el norte el testigo de nuestras guerras encarnizadas.
La música ceso, su mirada y la mía se encontraron al tiempo que la mujer cerraba la puerta de aquel cuarto para darnos intimidad a ambos.
-¿quien eres? -le pregunté por primera vez recorriendo con mis esmeraldas su rostro.
Pelo largo y ondulado, sus ojos castaños fijos en mi, labios carnosos, tez clara, aquella mujer era distinta, preciosa.
Su timidez era atrayente, algo que me hizo bajar la mirada hacia el resto del cuerpo con cierto descaro.
-Pensaba que me ibas a tocar otra flauta -bromeé guiñándole un ojo después
Sonreí de medio lado volviendo a sentarme en el lecho junto a ella, un siseo por el dolor fue todo cuanto emití.
-Sabes que no estamos seguros aquí, no tardaran en encontrar el rastro del caballo, no debemos complicar las cosas a esta familia que nos ha ayudado, pero necesito saber porque te buscan.
Desvió su mirada posiblemente intentando pensar cual seria la respuesta correcta para dar a un desconocido, atrapé su mentón para que sus ojos volvieran a fijase en los míos.
-Simplemente cuéntame la verdad
Era complicado pedir sinceridad cuando yo no podía ser sincero con lo que hacia en París, ni tan siquiera con quien era.
Mis ojos se centraron en su boca buscando una respuesta mientras mi dedo ascendió dibujando con la yema su labio inferior.
Su mano me empujo con suavidad sobre el colchón, al parecer no nos habían alcanzado, estábamos momentáneamente a salvo.
Sonreí de medio lado volviendo a tratar de incorporarme, podía ver sus ojos centrados en mi, no estábamos solos, junto a nosotros una mujer de mediana edad, posiblemente la dueña de aquella casa.
-Niels, me llamo Niels -dije hundiendo mi mirada en la suya -¿y tu eres?
No habíamos tenido tiempo de presentaciones, los acontecimientos se habían sucedido tan rápido que apenas había podido intercambiar palabras con la doncella, muchas preguntas me invadían sobre esta, necesitaba saber.
Sonrió de forma traviesa, llevando la flauta a sus labios, pronto la estancia se inundo de un sonido distinto, uno que narraba las mil y una batallas de los guerreros de tiempo pasados, la importancia del fuego, del acero, de como los compañeros caen o se mantiene en pie en el campo de batalla.
Todo aquello me tocaba tan de cerca que no pude evitar cerrar los ojos dejando mi cuerpo caer de nuevo sobre el lecho.
La lucha codo con codo junto a mi padre fue la imagen que vino a mi mente, el norte el testigo de nuestras guerras encarnizadas.
La música ceso, su mirada y la mía se encontraron al tiempo que la mujer cerraba la puerta de aquel cuarto para darnos intimidad a ambos.
-¿quien eres? -le pregunté por primera vez recorriendo con mis esmeraldas su rostro.
Pelo largo y ondulado, sus ojos castaños fijos en mi, labios carnosos, tez clara, aquella mujer era distinta, preciosa.
Su timidez era atrayente, algo que me hizo bajar la mirada hacia el resto del cuerpo con cierto descaro.
-Pensaba que me ibas a tocar otra flauta -bromeé guiñándole un ojo después
Sonreí de medio lado volviendo a sentarme en el lecho junto a ella, un siseo por el dolor fue todo cuanto emití.
-Sabes que no estamos seguros aquí, no tardaran en encontrar el rastro del caballo, no debemos complicar las cosas a esta familia que nos ha ayudado, pero necesito saber porque te buscan.
Desvió su mirada posiblemente intentando pensar cual seria la respuesta correcta para dar a un desconocido, atrapé su mentón para que sus ojos volvieran a fijase en los míos.
-Simplemente cuéntame la verdad
Era complicado pedir sinceridad cuando yo no podía ser sincero con lo que hacia en París, ni tan siquiera con quien era.
Mis ojos se centraron en su boca buscando una respuesta mientras mi dedo ascendió dibujando con la yema su labio inferior.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Me concentré en la música, evocando a través de ella cada distinta emoción que la melodía hacía sentir vívidamente en esa habitación, y también cada una de las que había experimentado a lo largo del día. Siempre que tocaba, fuera cual fuera el instrumento, cada sentido mío se canalizaba en cada nueva nota, de manera que toda la música que fluía de mis labios o de mis manos, se convertía en una extensión mía. Para mi era algo muy íntimo, muy mío, porque en las melodías que reproducía revelaba parte de mi y de lo que era, por esa razón no solía tocar para extraños.
Mis ojos deambularon sobre el joven del pelo castaño, observándolo recostado sobre el colchón con los ojos cerrados, sonreí internamente al recorrer lentamente su figura. Sentí como si la música, yo y él fuésemos parte de un bello cuadro decorado con la luz de los candelabros que titilaba sobre ambos, uno que se prolongó en la armonía de la música hasta que finalmente esta cesó. Bajé la flauta y escuché el rechinar de la puerta al ser cerrada detrás nuestro.
-Mi nombre es Devon.- respondí, tras escuchar cuál era el suyo. -Has perdido sangre, lo mejor es que descanses un poco.- Esperaba que de allí en adelante la herida fuese sanando bien y que las suturas no le permitieran abrirse de nuevo. -Casi parece un milagro todo el tiempo que permaneciste consciente mientras cabalgábamos por el camino.- Antes de que pudiera añadir más al respecto sentí que mi rostro se encendía hasta mis orejas cuando lo escuché hablar de tocar otra flauta.
-Bien, ya veo que todas tus facultades vuelven a despertar perfectamente.- bromeé para distraerme de lo que sus palabras pudieran hacerme imaginar aunque no lo lograba del todo. Mis manos volaron hacia sus hombros, ayudándolo a mantener el equilibrio al sentarse sobre el colchón. -Hemos escondido el caballo para no delatarnos.- respondí al escucharle. Sus palabras eran un eco de mis propias preocupaciones y el deducir que pesar de haber alcanzado este pueblo la calma presente que nos rodeaba solo fuera momentánea. -No tengo idea de si nos siguen buscando… o si se habrán cansado.-
Desvié la mirada, no podíamos quedarnos en este lugar durante demasiado tiempo, pero ¿podía él movilizarse con su herida? En realidad se había metido en un buen lío simplemente por haberse topado conmigo en el bosque. -Acabo de llegar a Francia, el carruaje en el que viajaba fue interceptado, los guardias que me acompañaban aniquilados, pensé que se trataba de un grupo de asaltantes… pero cuando los vi en el bosque no pude menos que imaginar que desean secuestrarme, supongo que para pedir rescate por mi...-
Devolví la mirada hacia él cuando tomó mi rostro con su mano, el brillo de sus ojos color esmeralda poseían una fuerza hipnótica que me impedía mirar algo que no fuera él. Lo que hizo a continuación, dibujar mi labio con su índice me provocó el mismo inusitado cosquilleo que recorrió mi cuerpo cuando contemplé su sonrisa ladeada en el bosque. Alcé una mano despacio llevándola hasta su pecho desnudo, titubeé un instante, no debía tocarlo… pero mi mano parecía tener voluntad propia. Mis yemas se acercaron a su piel, reconociéndola despacio...
-¿Quién eres tú?- Mis ojos vivaces le contemplaron con intensidad. -Me crié en un palacio, vi a muchos hombres, soldados, caballeros, todos bravos guerreros, pero tú…- sonreí de medio lado. -lo tuyo es diferente, no se explicarlo, es algo visceral, como si llevaras la lucha muy adentro, en tus entrañas...- Evoqué mentalmente sus movimientos al pelear en el bosque, mi mano subió para reposar en su mejilla, la misma que al salpicarse de sangre del enemigo había tornado su mirada en algo salvaje, distinto. -¿Qué tipo de guerrero eres?- pregunté, sintiéndome intrigada por él.
Mis ojos deambularon sobre el joven del pelo castaño, observándolo recostado sobre el colchón con los ojos cerrados, sonreí internamente al recorrer lentamente su figura. Sentí como si la música, yo y él fuésemos parte de un bello cuadro decorado con la luz de los candelabros que titilaba sobre ambos, uno que se prolongó en la armonía de la música hasta que finalmente esta cesó. Bajé la flauta y escuché el rechinar de la puerta al ser cerrada detrás nuestro.
-Mi nombre es Devon.- respondí, tras escuchar cuál era el suyo. -Has perdido sangre, lo mejor es que descanses un poco.- Esperaba que de allí en adelante la herida fuese sanando bien y que las suturas no le permitieran abrirse de nuevo. -Casi parece un milagro todo el tiempo que permaneciste consciente mientras cabalgábamos por el camino.- Antes de que pudiera añadir más al respecto sentí que mi rostro se encendía hasta mis orejas cuando lo escuché hablar de tocar otra flauta.
-Bien, ya veo que todas tus facultades vuelven a despertar perfectamente.- bromeé para distraerme de lo que sus palabras pudieran hacerme imaginar aunque no lo lograba del todo. Mis manos volaron hacia sus hombros, ayudándolo a mantener el equilibrio al sentarse sobre el colchón. -Hemos escondido el caballo para no delatarnos.- respondí al escucharle. Sus palabras eran un eco de mis propias preocupaciones y el deducir que pesar de haber alcanzado este pueblo la calma presente que nos rodeaba solo fuera momentánea. -No tengo idea de si nos siguen buscando… o si se habrán cansado.-
Desvié la mirada, no podíamos quedarnos en este lugar durante demasiado tiempo, pero ¿podía él movilizarse con su herida? En realidad se había metido en un buen lío simplemente por haberse topado conmigo en el bosque. -Acabo de llegar a Francia, el carruaje en el que viajaba fue interceptado, los guardias que me acompañaban aniquilados, pensé que se trataba de un grupo de asaltantes… pero cuando los vi en el bosque no pude menos que imaginar que desean secuestrarme, supongo que para pedir rescate por mi...-
Devolví la mirada hacia él cuando tomó mi rostro con su mano, el brillo de sus ojos color esmeralda poseían una fuerza hipnótica que me impedía mirar algo que no fuera él. Lo que hizo a continuación, dibujar mi labio con su índice me provocó el mismo inusitado cosquilleo que recorrió mi cuerpo cuando contemplé su sonrisa ladeada en el bosque. Alcé una mano despacio llevándola hasta su pecho desnudo, titubeé un instante, no debía tocarlo… pero mi mano parecía tener voluntad propia. Mis yemas se acercaron a su piel, reconociéndola despacio...
-¿Quién eres tú?- Mis ojos vivaces le contemplaron con intensidad. -Me crié en un palacio, vi a muchos hombres, soldados, caballeros, todos bravos guerreros, pero tú…- sonreí de medio lado. -lo tuyo es diferente, no se explicarlo, es algo visceral, como si llevaras la lucha muy adentro, en tus entrañas...- Evoqué mentalmente sus movimientos al pelear en el bosque, mi mano subió para reposar en su mejilla, la misma que al salpicarse de sangre del enemigo había tornado su mirada en algo salvaje, distinto. -¿Qué tipo de guerrero eres?- pregunté, sintiéndome intrigada por él.
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Nuestras miradas se perdieron en un instante intimo en el que mbos pareciamos mas que decididos a saber, su boca se entreabrio cuando mis ojos bajaron derrotados hasta su boca continuando el sendero de la yema de mi dedo.
Pude ver su timidez, como ss mejillas se sonrojaban, y como titubeante llevaba su mano a mi pecho.
Sus dedos surcaron las heridas de mi pecho, jirones ya cicatrizados que hablaban de mil guerras ganadas, alguna perdida y otras aun no terminadas.
Aun meditaba sus palabras que habían quedado atrás como un eco lejano. Decía ser solo era una niña de clase alta a la que perseguían para pedir una recompensa, mas yo no veía exactamente eso en ella, su forma de empuñar el acero, o ese modo de trasportate con la música a un mundo plagado de caballeros, de guerras y de honorables hazañas, la convertían en una dama fuera de lo normal. Por mucho que eso fuera lo que pretendiera hacerme creer, no era capaz de creerla, por muy sincera que resultara su parda mirada.
Ladeé la sonrisa sin apartar mis ojos de sus labios, acorté la distancia empujado por esa magia que entre ambos se había creado, apenas unos milímetros para que nuestras bocas se encontraran.
-Un vikingo -respondí sin pensármelo -vengo de Asgar y del fuego del infierno.
Aparté mi dedo para que nuestros labios se encontraran cuando la puerta se abrió y ambos como dos adolescentes a punto de ser descubiertos nos separamos desviando la mirada hacia el portón.
La mujer venia con un buen plato de guisado, su sonrisa solo era comparable con la amabilidad que desprendía.
-Esto es capaz de levantar a un muerto -apunto la mujer acercándose a nosotros para entregarme el plato y mover una pequeña mesa auxiliar para que lo apoyara en ella.
Olía que alimentaba y yo estaba hambriento, la mujer volvió a salir para ir a por un vaso de vino y algo de pan para empujar.
Metí la cuchara cargándola de garbanzos para llevarla a mi boca, no era lo que acostumbraba a comer en casa de mis padres, la verdad. Aunque si estaba acostumbrado a la comida de rancho cuando iba a la guerra con mi padre, así que no extrañé su sabor.
Todo lo contrario, estaba francamente bueno.
Cerré los ojos saboreandolo, devorando la comida sin apenas levantar la vista del plato, pude escuchar la risa de la mujer al verme comer con tanta necesidad y a esta se le unió la de la joven doncella.
Elevé la mirada mientras masticaba y tomaba poco después el vaso para tragar.
-Tenia hambre -me escudé uniéndome a su risa -señora esta siendo muy amable, gracias.
Me hubiera gustado poder ayudar a esa familia de aldeanos, lo hubiera hecho de estar en mi presente, mas aquí solo era un sin nombre, un vagabundo sin papeles, ni oficio.
La aldeana tomo el plato vació y se lo llevo volviendo a dejarnos solos a los dos.
-Devon, no podemos seguir aquí, si quieren pedir una recompensa por ti es seguro que estén buscándote todavía.
Me puse en pie siseando ligeramente, sus ojos recorrieron mi cuerpo mientras me acercaba a la silla y tomaba la camisola para colocármela.
Sus ojos se centraron en el tatuaje de mi espalda, la mire de soslayo con una picara sonrisa.
-Es el martillo de Thor -le expliqué -hijo de Odin.
Su mirada volvió al vendaje, a la herida suturada.
-Aguantaré, pero hay que llegar a Paris, allí será mas complicado que den contigo, ademas intuyo que allí tendrás alguien que pueda ocupase de tu seguridad.
Pude ver su timidez, como ss mejillas se sonrojaban, y como titubeante llevaba su mano a mi pecho.
Sus dedos surcaron las heridas de mi pecho, jirones ya cicatrizados que hablaban de mil guerras ganadas, alguna perdida y otras aun no terminadas.
Aun meditaba sus palabras que habían quedado atrás como un eco lejano. Decía ser solo era una niña de clase alta a la que perseguían para pedir una recompensa, mas yo no veía exactamente eso en ella, su forma de empuñar el acero, o ese modo de trasportate con la música a un mundo plagado de caballeros, de guerras y de honorables hazañas, la convertían en una dama fuera de lo normal. Por mucho que eso fuera lo que pretendiera hacerme creer, no era capaz de creerla, por muy sincera que resultara su parda mirada.
Ladeé la sonrisa sin apartar mis ojos de sus labios, acorté la distancia empujado por esa magia que entre ambos se había creado, apenas unos milímetros para que nuestras bocas se encontraran.
-Un vikingo -respondí sin pensármelo -vengo de Asgar y del fuego del infierno.
Aparté mi dedo para que nuestros labios se encontraran cuando la puerta se abrió y ambos como dos adolescentes a punto de ser descubiertos nos separamos desviando la mirada hacia el portón.
La mujer venia con un buen plato de guisado, su sonrisa solo era comparable con la amabilidad que desprendía.
-Esto es capaz de levantar a un muerto -apunto la mujer acercándose a nosotros para entregarme el plato y mover una pequeña mesa auxiliar para que lo apoyara en ella.
Olía que alimentaba y yo estaba hambriento, la mujer volvió a salir para ir a por un vaso de vino y algo de pan para empujar.
Metí la cuchara cargándola de garbanzos para llevarla a mi boca, no era lo que acostumbraba a comer en casa de mis padres, la verdad. Aunque si estaba acostumbrado a la comida de rancho cuando iba a la guerra con mi padre, así que no extrañé su sabor.
Todo lo contrario, estaba francamente bueno.
Cerré los ojos saboreandolo, devorando la comida sin apenas levantar la vista del plato, pude escuchar la risa de la mujer al verme comer con tanta necesidad y a esta se le unió la de la joven doncella.
Elevé la mirada mientras masticaba y tomaba poco después el vaso para tragar.
-Tenia hambre -me escudé uniéndome a su risa -señora esta siendo muy amable, gracias.
Me hubiera gustado poder ayudar a esa familia de aldeanos, lo hubiera hecho de estar en mi presente, mas aquí solo era un sin nombre, un vagabundo sin papeles, ni oficio.
La aldeana tomo el plato vació y se lo llevo volviendo a dejarnos solos a los dos.
-Devon, no podemos seguir aquí, si quieren pedir una recompensa por ti es seguro que estén buscándote todavía.
Me puse en pie siseando ligeramente, sus ojos recorrieron mi cuerpo mientras me acercaba a la silla y tomaba la camisola para colocármela.
Sus ojos se centraron en el tatuaje de mi espalda, la mire de soslayo con una picara sonrisa.
-Es el martillo de Thor -le expliqué -hijo de Odin.
Su mirada volvió al vendaje, a la herida suturada.
-Aguantaré, pero hay que llegar a Paris, allí será mas complicado que den contigo, ademas intuyo que allí tendrás alguien que pueda ocupase de tu seguridad.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Marcas de heridas, eso es lo que repasaban mis dedos despacio sobre su piel, suave, cuidadosamente, como si el mero hecho de tocarlas pudiera ponerle en riesgo de reabrirlas. Tenía muchas, eso me hizo pensar en lo que había visto en el bosque, en su manera de enfrentarse a los forajidos, sin titubeos. ¿Podía yo ser así? Dejar que la lucha entrase en mi sistema, que fueran mis instintos los que me guiasen en todo momento, olvidándome del raciocinio. Recordé mi propia reacción en el bosque, cuando tomé la espada y ataqué, fue como si alguien más se hubiese apoderado de mi persona… y al mismo tiempo seguía siendo yo misma…
Sonreí de medio lado. Lo envidiaba, porque ver sus cicatrices y sentirlas bajo mis dedos me hablaban de historias similares a las que yo deseaba vivir. -Un vikingo…- Mis ojos pardos volvieron a sus hipnóticas esmeraldas, había escuchado hablar de los vikingos por supuesto, ¿quién no? Las historias los definían como guerreros brutales que no se amilanaban ante nada, certeros, dispuestos a todo, letales. Él ladeó su sonrisa y al darme cuenta de ello mis latidos bombearon con fuerza la sangre en mis venas. Apenas me percaté de en qué momento su rostro se había acercado tanto al mio. Bajé mi mirada hasta sus labios, ni siquiera atinaba a respirar, solo sentía su aliento sobre mis labios, casi podía sentir los suyos… y cuando retiró su dedo no lo pensé, solo me acerqué…
La puerta se abrió justo entonces y me alejé de inmediato, él hizo lo mismo. Sentía mi piel erizada y estaba algo ofuscada así que no atiné del todo a reaccionar cuando nuestra anfitriona le trajo un plato de comida. Me levanté de la cama para que ella se acercara y mientras el joven comía busqué un pequeño saco con monedas que traía conmigo entre las ropas. Me dirigí a la mujer antes de que saliera con el plato vacío y lo coloqué en sus manos. -Esto es para ti Agnes.- Ella me miró sorprendida y se negó a aceptarlo. -No, no. No puedo. ¡Es demasiado dinero!-
Negué con la cabeza. -Nos has ayudado en tiempo de necesidad, si no fuera por ti estaría en la calle o algo peor y mi amigo… él no estaría disfrutando su cena, estamos en deuda contigo.- Agnes aceptó, aunque no la totalidad que le ofrecía. -Debes conservar dinero para ustedes, especialmente si les espera un largo viaje.- Me sonrió, nos miró un momento y salió por la puerta.
Niels ya estaba en pie, colocándose la camisola, lo observé en silencio, me azoraba hacerlo pero mi mirada estaba fija en su espalda, embelesada con el descubrimiento de su tatuaje. -Son dioses extraños los tuyos…- comenté al escuchar su explicación -pero me gustaría aprender sobre ellos.- En el palacio lo que acababa de decir lo considerarían un sacrilegio, pero ¿de cuando acá yo escuchaba lo que decían los demás?
-Agnes me ha indicado que estamos en los linderos de este pueblo y que el camino hasta Paris no es precisamente corto… pero estoy de acuerdo en que lo mejor es marcharnos.- Me asomé a la ventana, un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando mi mirada se perdió en el horizonte. No eran precisamente las sombras de la noche que se avecinaba lo que me preocupaba si no algo más… otra sombra diferente que no podía ver aún en la lejanía pero que presentía. Esta provocó un nudo invisible en mis entrañas, haciéndome creer en la urgencia de marcharnos lo antes posible.
-Salgamos ya.- Por mi parte ya había comido gracias a la generosidad de Agnes, nos la topamos nuevamente en el pasillo, intercambiamos miradas y nos abrazamos antes de salir. Ella me colocó una bolsa en las manos. -Pan y frutas para el viaje.- Sentí un nudo en la garganta cuando la vi por última vez en la puerta antes de que la cerrara.
-El caballo está detrás de la casa.- indiqué al vikingo. Dimos un rodeo a la misma, allí nos esperaba el rayo rojo que parecía ya haberse acostumbrado a nosotros. Trepé sobre el después de que él lo hiciera. Me parecía increíble que se movilizara con esa agilidad teniendo en cuenta su herida, había visto a hombres tardar días en moverse tras sufrir una herida así. -Niels, no tomes el camino principal.- puse mi mano sobre la suya para que desviara al caballo, aunque tuviésemos que desviarnos un poco del camino más directo, la idea de cabalgar a lo largo de las casas del poblado me traía de vuelta ese mal presentimiento. –Llévame a Paris y te pagaré por tus servicios y por la protección de tus gemelas…- Mi voz se mezcló con el sonido de los cascos del caballo mientras cabalgábamos, la noche caía finalmente sobre nosotros y únicamente la luz de la luna iluminaba el trayecto.
Sonreí de medio lado. Lo envidiaba, porque ver sus cicatrices y sentirlas bajo mis dedos me hablaban de historias similares a las que yo deseaba vivir. -Un vikingo…- Mis ojos pardos volvieron a sus hipnóticas esmeraldas, había escuchado hablar de los vikingos por supuesto, ¿quién no? Las historias los definían como guerreros brutales que no se amilanaban ante nada, certeros, dispuestos a todo, letales. Él ladeó su sonrisa y al darme cuenta de ello mis latidos bombearon con fuerza la sangre en mis venas. Apenas me percaté de en qué momento su rostro se había acercado tanto al mio. Bajé mi mirada hasta sus labios, ni siquiera atinaba a respirar, solo sentía su aliento sobre mis labios, casi podía sentir los suyos… y cuando retiró su dedo no lo pensé, solo me acerqué…
La puerta se abrió justo entonces y me alejé de inmediato, él hizo lo mismo. Sentía mi piel erizada y estaba algo ofuscada así que no atiné del todo a reaccionar cuando nuestra anfitriona le trajo un plato de comida. Me levanté de la cama para que ella se acercara y mientras el joven comía busqué un pequeño saco con monedas que traía conmigo entre las ropas. Me dirigí a la mujer antes de que saliera con el plato vacío y lo coloqué en sus manos. -Esto es para ti Agnes.- Ella me miró sorprendida y se negó a aceptarlo. -No, no. No puedo. ¡Es demasiado dinero!-
Negué con la cabeza. -Nos has ayudado en tiempo de necesidad, si no fuera por ti estaría en la calle o algo peor y mi amigo… él no estaría disfrutando su cena, estamos en deuda contigo.- Agnes aceptó, aunque no la totalidad que le ofrecía. -Debes conservar dinero para ustedes, especialmente si les espera un largo viaje.- Me sonrió, nos miró un momento y salió por la puerta.
Niels ya estaba en pie, colocándose la camisola, lo observé en silencio, me azoraba hacerlo pero mi mirada estaba fija en su espalda, embelesada con el descubrimiento de su tatuaje. -Son dioses extraños los tuyos…- comenté al escuchar su explicación -pero me gustaría aprender sobre ellos.- En el palacio lo que acababa de decir lo considerarían un sacrilegio, pero ¿de cuando acá yo escuchaba lo que decían los demás?
-Agnes me ha indicado que estamos en los linderos de este pueblo y que el camino hasta Paris no es precisamente corto… pero estoy de acuerdo en que lo mejor es marcharnos.- Me asomé a la ventana, un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando mi mirada se perdió en el horizonte. No eran precisamente las sombras de la noche que se avecinaba lo que me preocupaba si no algo más… otra sombra diferente que no podía ver aún en la lejanía pero que presentía. Esta provocó un nudo invisible en mis entrañas, haciéndome creer en la urgencia de marcharnos lo antes posible.
-Salgamos ya.- Por mi parte ya había comido gracias a la generosidad de Agnes, nos la topamos nuevamente en el pasillo, intercambiamos miradas y nos abrazamos antes de salir. Ella me colocó una bolsa en las manos. -Pan y frutas para el viaje.- Sentí un nudo en la garganta cuando la vi por última vez en la puerta antes de que la cerrara.
-El caballo está detrás de la casa.- indiqué al vikingo. Dimos un rodeo a la misma, allí nos esperaba el rayo rojo que parecía ya haberse acostumbrado a nosotros. Trepé sobre el después de que él lo hiciera. Me parecía increíble que se movilizara con esa agilidad teniendo en cuenta su herida, había visto a hombres tardar días en moverse tras sufrir una herida así. -Niels, no tomes el camino principal.- puse mi mano sobre la suya para que desviara al caballo, aunque tuviésemos que desviarnos un poco del camino más directo, la idea de cabalgar a lo largo de las casas del poblado me traía de vuelta ese mal presentimiento. –Llévame a Paris y te pagaré por tus servicios y por la protección de tus gemelas…- Mi voz se mezcló con el sonido de los cascos del caballo mientras cabalgábamos, la noche caía finalmente sobre nosotros y únicamente la luz de la luna iluminaba el trayecto.
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Devon pareció entender en el tono de mi voz la gravedad del asunto que teníamos entre manos pues tras perder sus pardos por el cristal de la ventana, me enfrento para pedirme que partiéramos, cuanto antes mejor.
Asentí, aquella familia se había portado demasiado bien con notros como para traerles problemas con nuestra presencia, conocía a los saqueadores y no se andaban con remilgos, si tenían que hacer arder aquella choza con todos dentro para lograr de la dama saliera, lo harían.
La mujer nos esperaba fuera, nos había preparado unas cosas para el viaje, podía leer en sus ojos la preocupación que nuestra juventud le producía, posiblemente porque sus hijos no deberían de ser mayores que nosotros.
-Cuidaré de ella -le prometí dándole un abrazo como despedida.
Lo que no esperé fueron sus palabras, esas que de un modo u otro lograron tocarme “¿y quien te cuidara a ti hijo?”
Estaba acostumbrado a cuidarme solo, padre no crio a unos hijos que no se valieran por si mismos. En la guerra se muere y yo no le temía a la muerte, no entraría a la casa de Odin con miedo, lo haría con el orgullo de mis ancestros.
Bordeamos la casa hasta alcanzar las cuadras, allí nos esperaba la montura fuego que parecía haberse acostumbrado a nosotros y se acerco fiero alzando las patas delanteras dispuesto a emprender camino de nuevo.
Subí de un salto sobre su lomo, y le tendí la mano a Devon para que trepara tras de mi. La noche había caído, la luna brillaba quitando esplendor a las estrellas, mas una así no habia luz suficiente para cabalgar con seguridad.
Las manos de la dama sobre las mías, sentí su calor, era agradable el tacto de su piel rozando mis dedos. Tiró de las riendas dispuesta a guiarlo para alejarnos de los pueblos.
-Iremos bosque a trabes, pero no podremos cabalgar demasiado, lo sensato buscar una gruta, si el caballo da un traspiés cargado con dos jinetes es fácil que su pata no aguante.
La dama me ofreció dinero como recompensa por mis actos, guarde silencio sin darle respuesta alguna, necesitaba el dinero, aquí no era un hombre de clase alta con un gran apellido sobre mis espaldas que hacia arrodillarse al norte, solo era un sin nombre.
Mas por otro lado odiaba que me juzgaran por mi apariencia, no estaba ayudándola por dinero si no por los valores con los que había crecido, yo no era de esos que dejaba a una dama en apuros, eso y que meterme en líos era mi juego preferido, los atraía como las moscas a la miel. Según madre en eso me parecía a mi padre.
Cabalgamos durante un par de horas a paso lento, yo mismo me encargue de con ramas borrar todo rastro que pudiera delatarnos. Esto nos daría algo de tiempo y teniendo en cuenta que ellos posiblemente abrían acampado ha hacer noche en algún llano, podríamos sacarles cierta ventaja alzándonos con las primeras luces del alba.
Tiré de las riendas guiando el caballo por un estrecho paso, había divisado una gruta entre las paredes de una montaña escarpada, la puerta estaba semicubierta por la alta vegetación acuática y una cascada que ocultaría nuestra posición frente a ojos inexpertos.
No tardamos en ponernos a cubierto, centre mi mirada en aquella joven doncella que guardaba silencio, posiblemente porque nunca habría pasado tantas calamidades, porque el frio la hacia temblar como una hoja o posiblemente eran los nervios los que la atenazaban.
Acorté la distancia moviendo mis manos sobre sus brazos para hacerla entrar en calor.
-Vamos pequeña, lo difícil ya esta hecho, estamos vivos, no darán con nosotros, te lo prometo.
Voy a por leños para prender un fuego -me quité las pieles para cubrir con ellas sus hombros -esto te ayudará a calentarte mientras lo enciendo. Trata de dormir un poco, mañana nos espera un largo día a caballo.
Asentí, aquella familia se había portado demasiado bien con notros como para traerles problemas con nuestra presencia, conocía a los saqueadores y no se andaban con remilgos, si tenían que hacer arder aquella choza con todos dentro para lograr de la dama saliera, lo harían.
La mujer nos esperaba fuera, nos había preparado unas cosas para el viaje, podía leer en sus ojos la preocupación que nuestra juventud le producía, posiblemente porque sus hijos no deberían de ser mayores que nosotros.
-Cuidaré de ella -le prometí dándole un abrazo como despedida.
Lo que no esperé fueron sus palabras, esas que de un modo u otro lograron tocarme “¿y quien te cuidara a ti hijo?”
Estaba acostumbrado a cuidarme solo, padre no crio a unos hijos que no se valieran por si mismos. En la guerra se muere y yo no le temía a la muerte, no entraría a la casa de Odin con miedo, lo haría con el orgullo de mis ancestros.
Bordeamos la casa hasta alcanzar las cuadras, allí nos esperaba la montura fuego que parecía haberse acostumbrado a nosotros y se acerco fiero alzando las patas delanteras dispuesto a emprender camino de nuevo.
Subí de un salto sobre su lomo, y le tendí la mano a Devon para que trepara tras de mi. La noche había caído, la luna brillaba quitando esplendor a las estrellas, mas una así no habia luz suficiente para cabalgar con seguridad.
Las manos de la dama sobre las mías, sentí su calor, era agradable el tacto de su piel rozando mis dedos. Tiró de las riendas dispuesta a guiarlo para alejarnos de los pueblos.
-Iremos bosque a trabes, pero no podremos cabalgar demasiado, lo sensato buscar una gruta, si el caballo da un traspiés cargado con dos jinetes es fácil que su pata no aguante.
La dama me ofreció dinero como recompensa por mis actos, guarde silencio sin darle respuesta alguna, necesitaba el dinero, aquí no era un hombre de clase alta con un gran apellido sobre mis espaldas que hacia arrodillarse al norte, solo era un sin nombre.
Mas por otro lado odiaba que me juzgaran por mi apariencia, no estaba ayudándola por dinero si no por los valores con los que había crecido, yo no era de esos que dejaba a una dama en apuros, eso y que meterme en líos era mi juego preferido, los atraía como las moscas a la miel. Según madre en eso me parecía a mi padre.
Cabalgamos durante un par de horas a paso lento, yo mismo me encargue de con ramas borrar todo rastro que pudiera delatarnos. Esto nos daría algo de tiempo y teniendo en cuenta que ellos posiblemente abrían acampado ha hacer noche en algún llano, podríamos sacarles cierta ventaja alzándonos con las primeras luces del alba.
Tiré de las riendas guiando el caballo por un estrecho paso, había divisado una gruta entre las paredes de una montaña escarpada, la puerta estaba semicubierta por la alta vegetación acuática y una cascada que ocultaría nuestra posición frente a ojos inexpertos.
No tardamos en ponernos a cubierto, centre mi mirada en aquella joven doncella que guardaba silencio, posiblemente porque nunca habría pasado tantas calamidades, porque el frio la hacia temblar como una hoja o posiblemente eran los nervios los que la atenazaban.
Acorté la distancia moviendo mis manos sobre sus brazos para hacerla entrar en calor.
-Vamos pequeña, lo difícil ya esta hecho, estamos vivos, no darán con nosotros, te lo prometo.
Voy a por leños para prender un fuego -me quité las pieles para cubrir con ellas sus hombros -esto te ayudará a calentarte mientras lo enciendo. Trata de dormir un poco, mañana nos espera un largo día a caballo.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Cabalgamos en silencio bajo la luz de la luna durante algunas horas, él no había dicho nada cuando le ofrecí pagarle por llevarme a la ciudad lo cual me desconcertó un poco. ¿Le había ofendido de alguna manera? La idea de haberlo hecho me inquietó. De vez en cuando le observaba bajar de la montura para cubrir nuestro rastro, por mi parte estudiaba como lo hacía y luego miraba a mi alrededor, solo se percibía el ulular de los búhos, no había rastros de cualquiera que pudiera estarnos siguiendo pero aquella inquietud que sentí en la habitación de la casa de Agnes aún me perseguía.
Después de cubrir bastante terreno del bosque, mi acompañante encontró una cascada que disfrazaba la entrada a una gruta, parecía el escondite perfecto, mis ojos recorrieron el interior acostumbrándose a la oscuridad. Las manos de Niels alcanzaron mis brazos, no me había percatado de que estaba temblando de frío, mi mirada atrapó la de sus intensos ojos verdes, sus manos alejaban el frio y lo reemplazaban con una agradable calidez que me embargaba y al mismo tiempo me desubicaba. -Estoy segura de que así será, has cubierto bien nuestras huellas.-
Lo vi marcharse a buscar leña y por mi parte acomodé las pieles encima de mis hombros y me senté sobre el suelo esperando a que regresara. Observaba el agua de la cascada caer frente a la entrada, imposible intentar dormir en ese momento, abracé mis rodillas y observé el movimiento pensando lo agradable que sería tomar un baño en ella a la mañana siguiente, antes de reanudar el camino.
El joven regresó después de lo que me pareció un largo rato, venía cargado de una buena cantidad de leños, me apresuré a levantarme y fui en busca de la montura. En la bolsa con provisiones había también algo de pedernal y yesca que al golpear con un pequeño cuchillo que llevaba conmigo logró ayudarme encender una llama sobre los maderos. Observé como las flamas se propagaban antes de dirigir mi mirada al vikingo.
-No pasé toda mi vida entre cuatro paredes, de vez en cuando se me permitía salir con los soldados a explorar.- Lo dije mirándolo con una sonrisa ladeada, no quería que se hiciera la idea de que sabía poco más que bordar y coser. Extendí mis manos hacia el fuego, el calor que producía la hoguera era agradable. –Mis ancestros fueron guerreros, hombres y mujeres de honor, quizás en eso nos parezcamos a ustedes, los vikingos, también caminamos en el fuego, sentimos con pasión y dejamos nuestro corazón en el campo de batalla. Al menos intento convencer a los míos de que ese también es mi destino…-
Giré hacia él para mirarlo, estaba muy cerca, la luz de la hoguera iluminaba su rostro y me hacía desear que frotara otra vez mis brazos para sentir nuevamente la tibieza de sus manos. -Supongo que olvidé que algunas veces la mejor de las motivaciones es el honor, y que hay lazos que no se compran... Aprecio que me estés acompañando… aunque te arriesgues al hacerlo, solo lamento haberte metido en este lío.- Me acerqué a él sin dejar de mirarlo. -¿Me permites?- Mis manos alcanzaron su costado, adonde estaba herido, alcé su camisa con cuidado para observar con ojo crítico que las vendas estuvieran intactas y limpias. -Agnes nos ha regalado vendas, e indicó que habría que cambiarlas una vez al día, me gustaría que me permitieras ayudarte con eso.-
Solté suavemente su camisola y me alejé unos pasos para extender las pieles que me cobijaban sobre el suelo antes de sentarme sobre ellas. -Hay suficiente espacio para los dos…- indiqué al verlo de pie, señalando con el índice el espacio de las pieles a mi lado. -Necesitas descansar mucho más que yo.- Lo contemplé con curiosidad y ansias de saber. -¿Qué es Asgard?-
Después de cubrir bastante terreno del bosque, mi acompañante encontró una cascada que disfrazaba la entrada a una gruta, parecía el escondite perfecto, mis ojos recorrieron el interior acostumbrándose a la oscuridad. Las manos de Niels alcanzaron mis brazos, no me había percatado de que estaba temblando de frío, mi mirada atrapó la de sus intensos ojos verdes, sus manos alejaban el frio y lo reemplazaban con una agradable calidez que me embargaba y al mismo tiempo me desubicaba. -Estoy segura de que así será, has cubierto bien nuestras huellas.-
Lo vi marcharse a buscar leña y por mi parte acomodé las pieles encima de mis hombros y me senté sobre el suelo esperando a que regresara. Observaba el agua de la cascada caer frente a la entrada, imposible intentar dormir en ese momento, abracé mis rodillas y observé el movimiento pensando lo agradable que sería tomar un baño en ella a la mañana siguiente, antes de reanudar el camino.
El joven regresó después de lo que me pareció un largo rato, venía cargado de una buena cantidad de leños, me apresuré a levantarme y fui en busca de la montura. En la bolsa con provisiones había también algo de pedernal y yesca que al golpear con un pequeño cuchillo que llevaba conmigo logró ayudarme encender una llama sobre los maderos. Observé como las flamas se propagaban antes de dirigir mi mirada al vikingo.
-No pasé toda mi vida entre cuatro paredes, de vez en cuando se me permitía salir con los soldados a explorar.- Lo dije mirándolo con una sonrisa ladeada, no quería que se hiciera la idea de que sabía poco más que bordar y coser. Extendí mis manos hacia el fuego, el calor que producía la hoguera era agradable. –Mis ancestros fueron guerreros, hombres y mujeres de honor, quizás en eso nos parezcamos a ustedes, los vikingos, también caminamos en el fuego, sentimos con pasión y dejamos nuestro corazón en el campo de batalla. Al menos intento convencer a los míos de que ese también es mi destino…-
Giré hacia él para mirarlo, estaba muy cerca, la luz de la hoguera iluminaba su rostro y me hacía desear que frotara otra vez mis brazos para sentir nuevamente la tibieza de sus manos. -Supongo que olvidé que algunas veces la mejor de las motivaciones es el honor, y que hay lazos que no se compran... Aprecio que me estés acompañando… aunque te arriesgues al hacerlo, solo lamento haberte metido en este lío.- Me acerqué a él sin dejar de mirarlo. -¿Me permites?- Mis manos alcanzaron su costado, adonde estaba herido, alcé su camisa con cuidado para observar con ojo crítico que las vendas estuvieran intactas y limpias. -Agnes nos ha regalado vendas, e indicó que habría que cambiarlas una vez al día, me gustaría que me permitieras ayudarte con eso.-
Solté suavemente su camisola y me alejé unos pasos para extender las pieles que me cobijaban sobre el suelo antes de sentarme sobre ellas. -Hay suficiente espacio para los dos…- indiqué al verlo de pie, señalando con el índice el espacio de las pieles a mi lado. -Necesitas descansar mucho más que yo.- Lo contemplé con curiosidad y ansias de saber. -¿Qué es Asgard?-
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Regresé a la gruta, la joven doncella abrazaba sus piernas alzando la cabeza al verme entrar. Sonreí de medio lado mientras colocaba los leños sobre la tierra, un poco de hojarasca seca y Devon hizo el resto prendiéndolo con la yesca y el pedernal.
Ambos de cuclillas frente a la lumbre, soplé ligeramente para incentivar a que las llamas prendieran los maderos mientras la escuchaba.
Su voz sonaba segura, a esas alturas ya me había percatado que no era una mujer mas, su manejo del acero era bueno, quizás le faltara técnica, mas no pasión y si eso era algo que había hecho de forma innata, podría con la formación adecuada convertirse en una temida escudera.
Asentó desviando mi mirada hacia ella, un golpe y la desestabilicé para que quedara sentada mientras me reía por su cara de sorpresa.
-Pequeña guerrera no te fíes de un hombre al que no conoces y menos si es un vikingo ¿no conoces nuestra fama de mujeriegos? -bromeé guiñándole un ojo.
Quería saber mas de esos hombres de los que hablaba, sus ancestros. No conocía guerreros mas poderosos que nosotros, los norteños.
Tomé asiento a su lado, ambos estábamos muy cerca, el fuego iluminaba nuestros rostros, ojos que reflejaban las llamas, sus pardos parecían hablar sin palabras, pedir a gritos que la tomara. Los míos se oscurecían de ganas, claro que no acorté yo la distancia, lo hizo ella pidiéndome permiso para mirar el vendaje que cubría la herida.
Estaba sucio de polvo y tierra, puede que algún rastro de sangre por putos que se habían saltado por montar sin haberme tomado el descanso oportuno.
-Estoy bien -aseguré. Elevó la vista perdiéndose en mis esmeraldas, mis ojos bajaron hasta sus labios, su aliento y el mio se entremezclaron. Silencio, minutos de silencio, baile de miradas. Sus dedos sujetaban mi camisola en alto aunque ya no era la herida lo que importaba.
Acorté la distancia que nos separaba, mi mano en su nuca, eléctrica magia invadía la estancia.
-No has de disculparte, entiendo que mi aspecto se asemeja al de un mercenario. No lo hago por dinero, el honor también rige mis pasos, pero admito que no tengo un franco y que lo necesito.
No pude ser mas sincero, aunque tampoco podía serlo del todo.
Dejó caer la camisola asegurando que tenia vendas limpias y que mañana me las cambiaría antes de comenzar la marcha.
Asentí con mis ojos fijos en sus labios, ninguno miraba otra cosa. Deslice mi mano por su cuello soltándola, no descambia hacer esto, mi vida era complicada, no era de este tiempo. Ella una dama que no merecía perderse en una gruta con un vikingo que no podía ofrecerle mas que eso, una noche sin promesas.
Distancia entre ambos la que interpuso dejando caer mis pieles frente al lecho haciéndome un sitio en ellas.
Ladeé la sonrisa desviando la mirada hacia la boca de la cueva, quizás era peligroso que los dos acabáramos dormidos, quedaríamos demasiado vendidos a la suerte. Estaba cansado, era evidente, pero podía aguantar.
Me tumbé junto a ella, mi mirada se perdió en la zona alta de la cueva, medité la respuesta ¿como explicarle a ella que nada sabia de las costumbres norteñas,que era Agard?
-Asgar es el mundo donde viven mis dioses. Lo gobiernan Odin junto a su esposa Frigg, Thor es su hijo y Loqui. El Valhalla esta en Asgard, es donde acudimos los guerreros cuando caemos en el campo de batalla.
Dicen que bajan las valkirias a buscarnos, que nos llevan frente a una gran cena que compartimos con nuestros ancestros y formamos un ejercito para luchar por y para Odin de nuevo.
Desvié miso ojos buscándola, me miraba con interés, como si mis palabras la hubieran logrado trasportar a mi mundo.
-Mi padre cree en esos dioses, mi madre es fiel a la religión católica. Digamos que he crecido entendiendo ambas.
Era la primera vez que hablaba a alguien en este tiempo de mi mismo, confiaba en ella, no sabia el porque, pero lo hacia.
Ambos de cuclillas frente a la lumbre, soplé ligeramente para incentivar a que las llamas prendieran los maderos mientras la escuchaba.
Su voz sonaba segura, a esas alturas ya me había percatado que no era una mujer mas, su manejo del acero era bueno, quizás le faltara técnica, mas no pasión y si eso era algo que había hecho de forma innata, podría con la formación adecuada convertirse en una temida escudera.
Asentó desviando mi mirada hacia ella, un golpe y la desestabilicé para que quedara sentada mientras me reía por su cara de sorpresa.
-Pequeña guerrera no te fíes de un hombre al que no conoces y menos si es un vikingo ¿no conoces nuestra fama de mujeriegos? -bromeé guiñándole un ojo.
Quería saber mas de esos hombres de los que hablaba, sus ancestros. No conocía guerreros mas poderosos que nosotros, los norteños.
Tomé asiento a su lado, ambos estábamos muy cerca, el fuego iluminaba nuestros rostros, ojos que reflejaban las llamas, sus pardos parecían hablar sin palabras, pedir a gritos que la tomara. Los míos se oscurecían de ganas, claro que no acorté yo la distancia, lo hizo ella pidiéndome permiso para mirar el vendaje que cubría la herida.
Estaba sucio de polvo y tierra, puede que algún rastro de sangre por putos que se habían saltado por montar sin haberme tomado el descanso oportuno.
-Estoy bien -aseguré. Elevó la vista perdiéndose en mis esmeraldas, mis ojos bajaron hasta sus labios, su aliento y el mio se entremezclaron. Silencio, minutos de silencio, baile de miradas. Sus dedos sujetaban mi camisola en alto aunque ya no era la herida lo que importaba.
Acorté la distancia que nos separaba, mi mano en su nuca, eléctrica magia invadía la estancia.
-No has de disculparte, entiendo que mi aspecto se asemeja al de un mercenario. No lo hago por dinero, el honor también rige mis pasos, pero admito que no tengo un franco y que lo necesito.
No pude ser mas sincero, aunque tampoco podía serlo del todo.
Dejó caer la camisola asegurando que tenia vendas limpias y que mañana me las cambiaría antes de comenzar la marcha.
Asentí con mis ojos fijos en sus labios, ninguno miraba otra cosa. Deslice mi mano por su cuello soltándola, no descambia hacer esto, mi vida era complicada, no era de este tiempo. Ella una dama que no merecía perderse en una gruta con un vikingo que no podía ofrecerle mas que eso, una noche sin promesas.
Distancia entre ambos la que interpuso dejando caer mis pieles frente al lecho haciéndome un sitio en ellas.
Ladeé la sonrisa desviando la mirada hacia la boca de la cueva, quizás era peligroso que los dos acabáramos dormidos, quedaríamos demasiado vendidos a la suerte. Estaba cansado, era evidente, pero podía aguantar.
Me tumbé junto a ella, mi mirada se perdió en la zona alta de la cueva, medité la respuesta ¿como explicarle a ella que nada sabia de las costumbres norteñas,que era Agard?
-Asgar es el mundo donde viven mis dioses. Lo gobiernan Odin junto a su esposa Frigg, Thor es su hijo y Loqui. El Valhalla esta en Asgard, es donde acudimos los guerreros cuando caemos en el campo de batalla.
Dicen que bajan las valkirias a buscarnos, que nos llevan frente a una gran cena que compartimos con nuestros ancestros y formamos un ejercito para luchar por y para Odin de nuevo.
Desvié miso ojos buscándola, me miraba con interés, como si mis palabras la hubieran logrado trasportar a mi mundo.
-Mi padre cree en esos dioses, mi madre es fiel a la religión católica. Digamos que he crecido entendiendo ambas.
Era la primera vez que hablaba a alguien en este tiempo de mi mismo, confiaba en ella, no sabia el porque, pero lo hacia.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Sentada sobre las pieles, observándolo moverse, el fuego de la hoguera era lo único que le iluminaba por momentos en la oscura caverna, acentuando el color intenso de sus ojos verdes. Visto así parecía que lo que me había contado era cierto. Sonreí de forma ladeada, el vikingo provenía del fuego, no tenía duda al respecto, pero comenzaba a pensar que no solo era su origen, era mucho más que eso. Al igual que nuestros antiguos guerreros, que los fieros y persistentes domadores de dragones, él mismo era el fuego, estaba hecho de él.
Pensé en ello al mirarlo y llevé despacio mi mano a mis labios, había sentido su aliento muy cerca, era algo nuevo, desconocido para mi, estar tan cerca de alguien que ese mismo aliento te indica el ritmo de su respiración con más certeza que si colocaras la mano sobre su pecho. La de él estaba alterada, la mía también, otra vez el retumbar de mi corazón bombeando como si quisiera salirse de mi cuerpo. Temblé un poco al permanecer sentada, tenía frío pero no sabía por qué. Desconocía esas sensaciones, por qué me inquietaba la cercanía del vikingo, por qué frente al fuego y en la habitación de la casa de Agnes me había sentido intrigada por su mirada.
Su cálida mano en mi cuello y el silencio que nos invadía. Fueron unos segundos nada más antes de que la dejara caer para devolvernos espacio. ¿Se puede estar en silencio y al mismo tiempo comunicarte con el otro sin palabras? Aparentemente si…
Exhalé con lentitud, la mirada de Niels se paseaba por la caverna, creo que pensando lo mismo que yo, que no convenía que los dos durmiésemos a la vez. -Puedo hacer el primer turno despierta.- Sonreí lentamente pero con firmeza, tenía la impresión de que iba a intentar rebatirme. -No soy yo quien fue atravesado por una flecha... – Fruncí el cejo, una herida debía cuidarse bien, aunque él le restara importancia, sin importar cuan acostumbrado estés a ellas. –Prometo despertarte para que realices el segundo turno.-
Lo vi recostarse sobre las pieles antes de dirigir su mirada hacia el cielo de la caverna. Me tumbé a su lado pero lo hice de medio lado, observando su perfil mientras hablaba y me describía Asgard. Sus palabras me transportaron a ese lugar, pude imaginarme como sería. -¿Vienes de Asgard y volverás allí, a tu Valhalla?- Lo observé un rato en silencio. -Cuando te vi caer sobre el caballo temí verte ir a tu paraíso…- Desvié la mirada y observé las rocas. -Perdiste mucha sangre, luego de la improvisada cirugía te observé dormir… y ahora… estás aquí… Todo lo que ha pasado hoy me hace pensar que la vida es demasiado frágil, y lo curioso es que nunca me detuve a pensar demasiado en ello, al menos no desde que era una niña…-
Escuché con interés su historia, como se había criado en ambas religiones. -Pero tú crees más en la de tu padre. ¿Es por eso que llevas el martillo de Thor en tu espalda?- Sonreí y llevé mi mano hasta su costado sano, hablar con él me relajaba, pero también deseaba sentir la calidez que irradiaba, por lo que... me atreví a tocarlo...
-¿Crees en la magia?- pregunté pensativa, recordando aquella alteración extraña en el ambiente que se había hecho presente en el bosque cuando escapé la primera vez de los asaltantes y la inquietud que sentí en mi pecho cuando observé el horizonte y presentí que debíamos marcharnos de casa de Agnes. -Solo espero que… él… que ellos no nos encuentren y lleguemos pronto a Paris.-
¿Por qué había dicho él? Antes de que pudiera analizarlo ya no estaba en la caverna si no en otro lado… Un frío de muerte me invadía y al mirar, al explorar mi alrededor con la mirada no vi más que ríos de sangre, muerte y pestilencia. Y oscuridad, la oscuridad se acercaba a mi, me tomaba por la garganta y me estrangulaba con saña. Forcejeé, arañé y golpeé para soltarme con un grito estrangulado. Logré liberarme, respiré profundamente intentando recuperar el aliento y llevé las manos a mi cuello, solo que al mirar de nuevo a mi alrededor había vuelto a la caverna, estaba sentada sobre las pieles y sudaba frío…
Pensé en ello al mirarlo y llevé despacio mi mano a mis labios, había sentido su aliento muy cerca, era algo nuevo, desconocido para mi, estar tan cerca de alguien que ese mismo aliento te indica el ritmo de su respiración con más certeza que si colocaras la mano sobre su pecho. La de él estaba alterada, la mía también, otra vez el retumbar de mi corazón bombeando como si quisiera salirse de mi cuerpo. Temblé un poco al permanecer sentada, tenía frío pero no sabía por qué. Desconocía esas sensaciones, por qué me inquietaba la cercanía del vikingo, por qué frente al fuego y en la habitación de la casa de Agnes me había sentido intrigada por su mirada.
Su cálida mano en mi cuello y el silencio que nos invadía. Fueron unos segundos nada más antes de que la dejara caer para devolvernos espacio. ¿Se puede estar en silencio y al mismo tiempo comunicarte con el otro sin palabras? Aparentemente si…
Exhalé con lentitud, la mirada de Niels se paseaba por la caverna, creo que pensando lo mismo que yo, que no convenía que los dos durmiésemos a la vez. -Puedo hacer el primer turno despierta.- Sonreí lentamente pero con firmeza, tenía la impresión de que iba a intentar rebatirme. -No soy yo quien fue atravesado por una flecha... – Fruncí el cejo, una herida debía cuidarse bien, aunque él le restara importancia, sin importar cuan acostumbrado estés a ellas. –Prometo despertarte para que realices el segundo turno.-
Lo vi recostarse sobre las pieles antes de dirigir su mirada hacia el cielo de la caverna. Me tumbé a su lado pero lo hice de medio lado, observando su perfil mientras hablaba y me describía Asgard. Sus palabras me transportaron a ese lugar, pude imaginarme como sería. -¿Vienes de Asgard y volverás allí, a tu Valhalla?- Lo observé un rato en silencio. -Cuando te vi caer sobre el caballo temí verte ir a tu paraíso…- Desvié la mirada y observé las rocas. -Perdiste mucha sangre, luego de la improvisada cirugía te observé dormir… y ahora… estás aquí… Todo lo que ha pasado hoy me hace pensar que la vida es demasiado frágil, y lo curioso es que nunca me detuve a pensar demasiado en ello, al menos no desde que era una niña…-
Escuché con interés su historia, como se había criado en ambas religiones. -Pero tú crees más en la de tu padre. ¿Es por eso que llevas el martillo de Thor en tu espalda?- Sonreí y llevé mi mano hasta su costado sano, hablar con él me relajaba, pero también deseaba sentir la calidez que irradiaba, por lo que... me atreví a tocarlo...
-¿Crees en la magia?- pregunté pensativa, recordando aquella alteración extraña en el ambiente que se había hecho presente en el bosque cuando escapé la primera vez de los asaltantes y la inquietud que sentí en mi pecho cuando observé el horizonte y presentí que debíamos marcharnos de casa de Agnes. -Solo espero que… él… que ellos no nos encuentren y lleguemos pronto a Paris.-
¿Por qué había dicho él? Antes de que pudiera analizarlo ya no estaba en la caverna si no en otro lado… Un frío de muerte me invadía y al mirar, al explorar mi alrededor con la mirada no vi más que ríos de sangre, muerte y pestilencia. Y oscuridad, la oscuridad se acercaba a mi, me tomaba por la garganta y me estrangulaba con saña. Forcejeé, arañé y golpeé para soltarme con un grito estrangulado. Logré liberarme, respiré profundamente intentando recuperar el aliento y llevé las manos a mi cuello, solo que al mirar de nuevo a mi alrededor había vuelto a la caverna, estaba sentada sobre las pieles y sudaba frío…
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Ladeé la sonrisa al girarme para mirarla. Sus ojos se perdieron en los míos mientras mi cuerpo la buscaba. Apoyé mi cabeza en la mano, el codo sobre las pieles.
-Si, creo en los dioses nórdicos, en los hombres que luchan por honor, en el fuego y el acero. Creo en los truenos del martillo de Thor, en las puertas custodiadas por Heimdall y en Odin nuestro dios supremo. Supongo que al ser mas bélicos es mas fácil entenderlos. No alcanzo a comprender un dios sacrificado en una cruz por el bien de los cristianos. ¿Y tu? ¿en que crees?
Llevé mi mano a su pelo, apartando un mechón para recolocarlo tras su oreja, su pregunta me hizo pensar y reír a carcajadas.
-¿magia? ¿define magia? Lo que sientes al mirarme -dije con un aire algo engreído mientras mi sonrisa se ladeaba y mis ojos la buscaban de forma intensa.
-Si, creo en la magia, en los dioses y en la existencia de seres cuya condición te haría temblar por la noche.
Como decirle que mi hermana era una hechicera, que Erlend mi “tío” era un vampiro, que había crecido en un mundo muy diferente al suyo donde las cosas no siempre son lo que parecen, donde los peligros acechan y donde la muerte no es el fin si no el principio muchas veces.
Mis ojos volvían a centrarse en su boca, me atraía y sabia que no debía tocar nada que quebrantara el espacio temporal, pero ahora mismo saltarme esa absurda regla era todo cuanto deseaba. Relamí mis labios sin apartar un ápice mi mirada. Su pecho subía y bajaba y mi rostro se acerco como si no hubiera distancia que nos separara.
-No puedo dejar que hagas guardia Devon ¿donde quedaría mi honor? No os equivoquéis con mis palabras, en mi tierra hay mujeres escuderas que pelean como yo, y no dudo que vos seriáis con entrenamiento una de ellas, vuestro manejo del acero es inaudito para ser algo innato en vos, mas hoy se os ve cansada, por el contrario yo no. Descansar primero y os despertaré para la segunda guardia, lo juro.
Cerré los ojos sintiendo su respiración en mi boca, tan cerca y tan lejos. No debía, pero lo prohibido me excitaba.
Acorté la distancia, un roce insignificante que entreabrió su boca y con ella la mía.
-Descansa -sugerí con la respiración agitada.
Posiblemente estaría allí para desposarse con algún noble, no debía impedir tal cosa. Yo era un fantasma sin identidad, en este tiempo ni siquiera había nacido.
Fue entonces cuando la sentí irse, sus ojos en blanco su cuerpo agarrotado y sus manso recorrer sus cuello como si algo la asfixiara en ese preciso momento.
La sacudí por los brazos mientras gritaba su nombre con fuerza, esperando a que reaccionara, desconocía que pasaba.
Finalmente parece que el aire llego y ella volvió conmigo aunque no sabia bien de donde.
-Devon ¿que ha pasado? -susurré atrayendo su cuerpo contra el mio para darle sustento sobre mi regazo.
Alcé su mentón para que sus pardos enfrentaran mis esmeraldas.
-Ya ha pasado ¿dime que has visto?
Mi abuela era un oráculo, conocía las visiones y sus secretos, quizás Devon fuera al igual que ella un ser mágico.
-Mírame -le pedí para que se quedara conmigo, parecía asustada, así que me limite a mirala sin mas preguntas que rompieran el silencio de nuestros cuerpos respirando al unisono.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Aún estaba alterada, podía sentir esas garras apretando mi garganta, amenazándome, deseando extinguir mi vida sin mayores preámbulos. Mis manos tocaron mi cuello, la piel estaba irritada, dolía. Inquieta quise zafarme de quien me agarraba, sin percatarme aún de que era Niels quien me sostenía en brazos y no aquella oscuridad ominosa e infinita. Lo golpeé un par de veces en el pecho antes de notar la agitación del mismo y reconocerle finalmente.
-¿Niels?- Me detuve en mis movimientos, mi mirada parda se enlazó con sus esmeraldas, estas refulgían intensamente en la caverna, observándome, interrogándome. Me concentré en ellas, podía sentir la intranquilidad de su respiración, sus brazos me sostenían por lo que me dejé cobijar de esa forma para calmar el agitado ritmo de mis latidos. -No lo sé… por un momento dejé de estar aquí. Vi la muerte frente a mi… la destrucción completa… el vacío de todo…- ¿Cómo explicar el alcance de lo que había visto o cómo esa presencia se había enfurecido ante mi intromisión? Ni siquiera estaba segura de que significaba…
Negué con la cabeza, mis palabras sonaban delirantes, dicen que los sueños o las visiones no pueden lastimarte, y sin embargo había sido mucho más, como si me hubiese comunicado mentalmente con eso... sea lo que fuere… -Esa presencia… perversa, dañina, no me quería allí… quería aniquilarme, sacarme del camino…- No dije más, aún sentía su tacto frío y perturbador sobre mi y lo único que quería era erradicarlo por completo… Las esmeraldas del vikingo lograron calmarme poco a poco… llevé mi mano al lado izquierdo de su cálido pecho, podía sentir sus latidos bajo el tacto de mis dedos, similares en ritmo a los míos... como si existiese un invisible enlace entre nosotros.
-Sea lo que fuere se ha marchado… no ha logrado percatarse de donde me encuentro.- Contemplé al joven en silencio, su rostro estaba muy cerca del mio, me perdí en su mirada, su presencia me apaciguaba, me transportaba a un espacio mágico en el cual solo me percataba de su cercanía, de su sonrisa y eso espantaba cualquier inquietud que me embargara. Sonreí despacio al sentir el calor que irradiaba, lo cerca que estábamos el uno del otro, como su aliento invitaba al mio cruzando el espacio casi inexistente entre ambos. -Entonces eres un vikingo mujeriego del cual no debo fiarme, ya lo he notado desde un inicio.- Me eché a reir pero me detuve porque mi garganta escocía al hacerlo.
Mi mano alcanzó su pómulo, lentamente bajó por su mejilla, ahora temblaba de nuevo pero no de frio. -Es preferible que no me beses… porque nunca nadie lo ha hecho y presiento que la colisión de nuestros labios sería más fulminante que los rayos de ese dios del trueno en el que crees...- Mis mejillas se encendieron al pronunciar esas palabras, anhelaba con todo mi ser que me besara… aunque no era necesario que lo hiciera para sentir fluir chispas entre nosotros, para que una ráfaga eléctrica me recorriera de la cabeza a los pies al estar cerca de él, al ver su sonrisa ladeada.
-¿En que creo? Creo en la fortaleza que hay en cada uno, en el valor de mis ancestros, en la magia negra y en la blanca… en la música, que me transporta a un espacio que es solo mio.- Mis ojos adquirieron un brillo intenso al mirarlo. -También siento magia al mirarte… me hace creer que eres un viajero que ha atravesado el fuego de Asgard para llegar aquí, con la finalidad de conocernos y sostenerme cuando estoy en apuros y cuando todo se torna oscuro...-
-¿Niels?- Me detuve en mis movimientos, mi mirada parda se enlazó con sus esmeraldas, estas refulgían intensamente en la caverna, observándome, interrogándome. Me concentré en ellas, podía sentir la intranquilidad de su respiración, sus brazos me sostenían por lo que me dejé cobijar de esa forma para calmar el agitado ritmo de mis latidos. -No lo sé… por un momento dejé de estar aquí. Vi la muerte frente a mi… la destrucción completa… el vacío de todo…- ¿Cómo explicar el alcance de lo que había visto o cómo esa presencia se había enfurecido ante mi intromisión? Ni siquiera estaba segura de que significaba…
Negué con la cabeza, mis palabras sonaban delirantes, dicen que los sueños o las visiones no pueden lastimarte, y sin embargo había sido mucho más, como si me hubiese comunicado mentalmente con eso... sea lo que fuere… -Esa presencia… perversa, dañina, no me quería allí… quería aniquilarme, sacarme del camino…- No dije más, aún sentía su tacto frío y perturbador sobre mi y lo único que quería era erradicarlo por completo… Las esmeraldas del vikingo lograron calmarme poco a poco… llevé mi mano al lado izquierdo de su cálido pecho, podía sentir sus latidos bajo el tacto de mis dedos, similares en ritmo a los míos... como si existiese un invisible enlace entre nosotros.
-Sea lo que fuere se ha marchado… no ha logrado percatarse de donde me encuentro.- Contemplé al joven en silencio, su rostro estaba muy cerca del mio, me perdí en su mirada, su presencia me apaciguaba, me transportaba a un espacio mágico en el cual solo me percataba de su cercanía, de su sonrisa y eso espantaba cualquier inquietud que me embargara. Sonreí despacio al sentir el calor que irradiaba, lo cerca que estábamos el uno del otro, como su aliento invitaba al mio cruzando el espacio casi inexistente entre ambos. -Entonces eres un vikingo mujeriego del cual no debo fiarme, ya lo he notado desde un inicio.- Me eché a reir pero me detuve porque mi garganta escocía al hacerlo.
Mi mano alcanzó su pómulo, lentamente bajó por su mejilla, ahora temblaba de nuevo pero no de frio. -Es preferible que no me beses… porque nunca nadie lo ha hecho y presiento que la colisión de nuestros labios sería más fulminante que los rayos de ese dios del trueno en el que crees...- Mis mejillas se encendieron al pronunciar esas palabras, anhelaba con todo mi ser que me besara… aunque no era necesario que lo hiciera para sentir fluir chispas entre nosotros, para que una ráfaga eléctrica me recorriera de la cabeza a los pies al estar cerca de él, al ver su sonrisa ladeada.
-¿En que creo? Creo en la fortaleza que hay en cada uno, en el valor de mis ancestros, en la magia negra y en la blanca… en la música, que me transporta a un espacio que es solo mio.- Mis ojos adquirieron un brillo intenso al mirarlo. -También siento magia al mirarte… me hace creer que eres un viajero que ha atravesado el fuego de Asgard para llegar aquí, con la finalidad de conocernos y sostenerme cuando estoy en apuros y cuando todo se torna oscuro...-
Última edición por Devon Pendragon el Mar Mar 07, 2017 10:13 pm, editado 1 vez
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
La miré atento, tenia razón, por lo que sabia de las visiones, jamas dañaban, simplemente era como ver un suceso pasado sitiendote en el lugar o predecir un hecho futuro entre borrones de sombras o con una nitidez inusitada.
Mi abuela jamas presentó marca alguna en su nítida piel, jamas habló de un suceso como ese.
Mis dedos surcaron su cuello, acariciando los moratones de unos dedos de un tamaño mayor que el mio y claramente hundidos en su piel.
Fuere lo que fuere aquello quería matarla y su fuerza era descomunal, mayor que la de un vikingo ¿quizás un inmortal?
Sonreí contra su boca al escucharla decir que era un mujeriego, tenia razón, lo era. Mis ojos desafiaron sus pardos, según ella besadla implicaría despertar el trueno de Thor en la tierra.
-Ahora has despertado mi curiosidad -aseguré alzando su mentón para que me mirara - ¿como sera rozar tu boca? -le pregunte deslizando por ella mi dedo desafiando a la tormenta.
Ladeé la sonrisa sintiendo aquella corriente eléctrica que nos había unido desde el inicio de aquel viaje.
Mi aliento impacto contra sus palabras, creía en la magia, la blanca y la negra, creía en el poder de sus ancestros y posiblemente en los dioses pasados y futuros.
También creía en aquello que sentía al mirarme, pero no fue eso lo que logro perturbarme, si no que me llamara viajero, era como si lograra ver a través de mi, leer mi mente, pues mis palabras eran tn opacas como yo mismo.
Ladeé la cabeza centrándome en su mirada ¿que era esa mujer? A esas alturas sabia que no una cualquiera.
-¿los dos guardamos grandes secretos al parecer? -susurré apartando mi dedo para acortar la distancia que separaba nuestras bocas.
La suya se entreabrió de forma fugaz, yo sonreí al sentir el trueno retumbar, era cierto, no debía besadla, pero lo hacia, porque no se le puede decir a un vikingo que no toque nada.
Mi mano en su nuca la atraje con suavidad dejando a nuestras lenguas danzar, húmedas se acariciaban, la suya tímida, la mía intensa. Beso cálido, pruebo el sabor de su respiración apropiándome de su aliento, casto cobra necesidad, explorando su boca aun despacio.
-No soy un hombre capaz de prometer amor eterno -jadeo verdad, la única que iré en lo que queda e noche.
Nuestra nariz se acaricia, su risa se pierde en mis labios cómplice de esas palabras que parece no creer aunque lo debería hacer.
Aun en mi regazo, nuestras bocas juegan, se buscan, se encuentran...
Mi cuerpo la empuja con suavidad sobre las pieles, nuestros ojos se inspeccionan, tratando de leer entre lineas.
-Deberíamos dormir -susurré sin dejar de mirar sus labios -mañana con los primeros rayos del alba partiremos.
Deslicé mi dedo por su cuello, centrando ahora allí mis ojos para poco después alzarlos hasta sus tormentas.
-Tenemos que descubrir que o quien te ha hecho eso y como, no estarás segura hasta que le demos caza, de no hacerlo ,el te cazará a ti.
Mi abuela jamas presentó marca alguna en su nítida piel, jamas habló de un suceso como ese.
Mis dedos surcaron su cuello, acariciando los moratones de unos dedos de un tamaño mayor que el mio y claramente hundidos en su piel.
Fuere lo que fuere aquello quería matarla y su fuerza era descomunal, mayor que la de un vikingo ¿quizás un inmortal?
Sonreí contra su boca al escucharla decir que era un mujeriego, tenia razón, lo era. Mis ojos desafiaron sus pardos, según ella besadla implicaría despertar el trueno de Thor en la tierra.
-Ahora has despertado mi curiosidad -aseguré alzando su mentón para que me mirara - ¿como sera rozar tu boca? -le pregunte deslizando por ella mi dedo desafiando a la tormenta.
Ladeé la sonrisa sintiendo aquella corriente eléctrica que nos había unido desde el inicio de aquel viaje.
Mi aliento impacto contra sus palabras, creía en la magia, la blanca y la negra, creía en el poder de sus ancestros y posiblemente en los dioses pasados y futuros.
También creía en aquello que sentía al mirarme, pero no fue eso lo que logro perturbarme, si no que me llamara viajero, era como si lograra ver a través de mi, leer mi mente, pues mis palabras eran tn opacas como yo mismo.
Ladeé la cabeza centrándome en su mirada ¿que era esa mujer? A esas alturas sabia que no una cualquiera.
-¿los dos guardamos grandes secretos al parecer? -susurré apartando mi dedo para acortar la distancia que separaba nuestras bocas.
La suya se entreabrió de forma fugaz, yo sonreí al sentir el trueno retumbar, era cierto, no debía besadla, pero lo hacia, porque no se le puede decir a un vikingo que no toque nada.
Mi mano en su nuca la atraje con suavidad dejando a nuestras lenguas danzar, húmedas se acariciaban, la suya tímida, la mía intensa. Beso cálido, pruebo el sabor de su respiración apropiándome de su aliento, casto cobra necesidad, explorando su boca aun despacio.
-No soy un hombre capaz de prometer amor eterno -jadeo verdad, la única que iré en lo que queda e noche.
Nuestra nariz se acaricia, su risa se pierde en mis labios cómplice de esas palabras que parece no creer aunque lo debería hacer.
Aun en mi regazo, nuestras bocas juegan, se buscan, se encuentran...
Mi cuerpo la empuja con suavidad sobre las pieles, nuestros ojos se inspeccionan, tratando de leer entre lineas.
-Deberíamos dormir -susurré sin dejar de mirar sus labios -mañana con los primeros rayos del alba partiremos.
Deslicé mi dedo por su cuello, centrando ahora allí mis ojos para poco después alzarlos hasta sus tormentas.
-Tenemos que descubrir que o quien te ha hecho eso y como, no estarás segura hasta que le demos caza, de no hacerlo ,el te cazará a ti.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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