AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Friend or foe? [privado] [+18]
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Friend or foe? [privado] [+18]
Recuerdo del primer mensaje :
Cuando el rey de Irlanda tomó la decisión de enviarme a Francia supe que era una pésima idea, y como él también era mi abuelo me aferré a ese hecho para expresar en voz alta mi renuencia a embarcarme en este viaje. De nada sirvió por supuesto, ya tenía la decisión tomada y cuando en lugar de dirigirse a mi como mi abuelo lo hizo tomando su papel de soberano supe que su decisión era irrefutable. Nadie se atrevía a rebatir al monarca, especialmente cuando en su mandíbula se cernía la decisión absoluta, por algo había reinado durante tanto tiempo ganándose el favor de sus súbditos. El reino le apreciaba, tal y como habían apreciado a mi madre. En la corte era común que la recordasen y que me hablasen a menudo de su nobleza y su extraordinaria belleza. La gente tenía la idea de que yo seguiría sus pasos, buscaría un prospecto de noble ascendencia para casarme, tal y como ella lo había hecho cuando se unió en matrimonio a uno de los Pendragon. El rey se sentía inclinado a creer que yo era la apropiada para prolongar el linaje familiar y al ver que había rechazado cada posible prospecto en Irlanda decidió enviarme a Francia.
De nada valía apelar al hecho de que no tenía interés en encontrar ningún "candidato apropiado" para mi. El rey había hablado. Mi tío, el hermano menor de mi padre fue quien me escuchó y quien me convenció con respecto a acceder al viaje. Él era la única persona con la que realmente podía hablar, el único que comprendía mi necesidad de ser algo más que una dama de la corte. Él fue quien me enseñó a alzar las armas, a canalizar mis habilidades, a enfocar mis energías y a creer que podía valerme por mi misma.
Apelé a esa fe en mis propios recursos cuando el carruaje en el que viajaba por el camino hacia la capital francesa fue emboscado y los guardias asesinados. Creí percibir una extraña perturbación en el ambiente, como una energía sobrenatural que nos envolvía, algo que distrajo a los asaltantes y me permitió usar la espada. En ese momento vi algo que no puedo explicar, era como si hubiese sido transportada a otro lugar, duró tan solo una fracción de segundos, una en la que me encontraba de pie en un camino similar tras la búsqueda de algo que me eludía antes de regresar a mi realidad.
El camino frente a mi.
Ni siquiera intenté dilucidar lo que acababa de pasar, me alejé con rapidez de la escena del incidente, siguiendo el sendero. No tenía idea de cuantos kilómetros hacían falta aún para llegar a la ciudad. El camino parecía bastante largo así que procuré distraerme para no pensar en ello. Traía conmigo una pequeña flauta de pan, me había aferrado al instrumento cuando los asaltantes nos rodearon. A mi tío le hubiera hecho gracia escuchar que de todas mis pertenencias fue lo único que pensé en rescatar.
La llevé a mis labios y comencé a tocarla, concentrándome en una melodía alegre, que mejoró en entusiasmo a medida que avanzaba y así mis labios continuaron reproduciendo diferentes canciones con el sencillo instrumento. Melodías que me recordaban a Inglaterra, y que me hacían pensar en mis ancestros Pendragon y en nuestra historia familiar. Otra vez aquella corta visión que tuve al lado del carruaje regresó para presentarse frente a mis ojos, pero ahora escuchaba una melodía... Sacudí mi cabeza, creo que me había golpeado fuerte al luchar con los asaltantes.
Aparté el instrumento de mi boca y miré a mi alrededor, había escuchado acercarse a alguien. Me escondí con rapidez detrás del tronco grueso de un árbol al lado del camino para discernir de quien se trataba. No pensaba exponerme a otro bandolero, rogaba que no lo fuera y que trajera una cantimplora con agua o algo por el estilo y que estuviera dispuesto a compartirla. Así que asomé apenas mi rostro desde atrás del tronco para ver si parecía amigo o enemigo…
De nada valía apelar al hecho de que no tenía interés en encontrar ningún "candidato apropiado" para mi. El rey había hablado. Mi tío, el hermano menor de mi padre fue quien me escuchó y quien me convenció con respecto a acceder al viaje. Él era la única persona con la que realmente podía hablar, el único que comprendía mi necesidad de ser algo más que una dama de la corte. Él fue quien me enseñó a alzar las armas, a canalizar mis habilidades, a enfocar mis energías y a creer que podía valerme por mi misma.
Apelé a esa fe en mis propios recursos cuando el carruaje en el que viajaba por el camino hacia la capital francesa fue emboscado y los guardias asesinados. Creí percibir una extraña perturbación en el ambiente, como una energía sobrenatural que nos envolvía, algo que distrajo a los asaltantes y me permitió usar la espada. En ese momento vi algo que no puedo explicar, era como si hubiese sido transportada a otro lugar, duró tan solo una fracción de segundos, una en la que me encontraba de pie en un camino similar tras la búsqueda de algo que me eludía antes de regresar a mi realidad.
El camino frente a mi.
Ni siquiera intenté dilucidar lo que acababa de pasar, me alejé con rapidez de la escena del incidente, siguiendo el sendero. No tenía idea de cuantos kilómetros hacían falta aún para llegar a la ciudad. El camino parecía bastante largo así que procuré distraerme para no pensar en ello. Traía conmigo una pequeña flauta de pan, me había aferrado al instrumento cuando los asaltantes nos rodearon. A mi tío le hubiera hecho gracia escuchar que de todas mis pertenencias fue lo único que pensé en rescatar.
La llevé a mis labios y comencé a tocarla, concentrándome en una melodía alegre, que mejoró en entusiasmo a medida que avanzaba y así mis labios continuaron reproduciendo diferentes canciones con el sencillo instrumento. Melodías que me recordaban a Inglaterra, y que me hacían pensar en mis ancestros Pendragon y en nuestra historia familiar. Otra vez aquella corta visión que tuve al lado del carruaje regresó para presentarse frente a mis ojos, pero ahora escuchaba una melodía... Sacudí mi cabeza, creo que me había golpeado fuerte al luchar con los asaltantes.
Aparté el instrumento de mi boca y miré a mi alrededor, había escuchado acercarse a alguien. Me escondí con rapidez detrás del tronco grueso de un árbol al lado del camino para discernir de quien se trataba. No pensaba exponerme a otro bandolero, rogaba que no lo fuera y que trajera una cantimplora con agua o algo por el estilo y que estuviera dispuesto a compartirla. Así que asomé apenas mi rostro desde atrás del tronco para ver si parecía amigo o enemigo…
Última edición por Devon Pendragon el Vie Mar 31, 2017 11:52 am, editado 1 vez
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Di un respingo cuando sus dedos alcanzaron mi cuello, no tenía manera de ver las marcas pero podía sentirlas enterradas en esa zona, habían dejado mi piel adolorida. Mis ojos pardos se prendieron de sus esmeraldas en silenciosa comunicación con ellos, mi respiración hacia subir y bajar mi pecho pero el tacto suave de sus dedos despejaba toda sombra y alejaba cualquier molestia siendo estas reemplazadas por un tipo muy distinto de ansiedad.
-No digas después que no te lo he advertido…- Su mano elevó mi mentón de forma tal que nuestros rostros quedaron casi pegados, podía sentir otra vez su respiración sobre la mía. Mi mano aún sobre su rostro, las yemas de mis dedos rozaron su masculina apostura, sus rasgos firmes. Su aliento era cálido y seductor, incendiario, como el fuego del que estaba hecho, el mío acariciaba sus labios. Yo también estaba hecha de fuego, por mis venas corría sangre Pendragon y de alguna forma sentía que su esencia llamaba a la mía. Su dedo recorrió mis labios desafiante, encarando la inminencia del trueno, erizándome por completo al tocarme.
-¿Los dos guardamos grandes secretos al parecer? – Sonreí de medio lado al escuchar aquello, aún no le había dicho por qué eramos guerreros en mi familia, como la magia estaba entrelazada con nuestro pasado y de adónde proveníamos. -Quizás no sea del todo imposible que llegues a conocerme tal y como soy…- dije, algo distraída en mis pensamientos.
Su cercanía trajo la clara presencia del trueno, la magia se volvió densa en el espacio entre nuestras respiraciones, sus labios tomaron los míos, lentamente los entreabrí dejando que mi lengua recibiera a la suya. No tenía idea de como besar, era mi instinto el que me indicaba como acompañar el baile de su húmeda intensidad. Él me guiaba recorriendo los senderos de mi boca, y yo sentía mi cuerpo temblar.
Mis brazos rodearon su cuello, la intensidad del trueno recorrió mi ser. Sonreí al sentir su mano en mi nuca, cada movimiento de nuestras lenguas generó ráfagas cálidas a lo largo de mi cuerpo. Él me besaba despacio, cómplice de mi piel erizada, de los dulces latidos que sus labios generaban en mi pecho.
-No soy un hombre capaz de prometer amor eterno – Reí al escucharlo, su nariz jugó con la mía, entre nuevos besos caímos sobre las pieles, las yemas de mis dedos volvieron a acariciar su rostro. Lo observé en silencio con mi respiración acompasada a la suya y dije algo que sentí al mirarlo y que percibí que él desconocía aún. -Aún no estás listo para mi vikingo.-
Sus dedos regresaron despacio a mi cuello, esta vez me mantuve serena mientras acariciaba ese espacio de mi piel. Negué rotundamente tras oírlo y cuando habló de acompañarme a cazar a aquel enemigo. -No, no quiero que te expongas por mi.- Pensé en aquella oscuridad, en el poder y la corrupción que había percibido. -Es algo dañino, peligroso, y perverso y no quiero que lo hagas.- Negué despacio con la cabeza. Si yo era su objetivo, era yo quien debía enfrentarle, no quería arrastrarle a él a mis infortunios más de lo que ya lo había hecho. Si había que cazar a aquello, buscaría la manera de hacerlo sola.
-Tienes razón, debemos dormir…- Habíamos hablado de tomar turnos para vigilar pero lo miré con algo de preocupación. -Niels, no te alejes para montar guardia.- Él se acostó a un lado mío y yo me acerqué a él, acomodándome sobre mi costado a un lado suyo y colocando mis manos sobre su pecho. -No olvides despertarme cuando sea el momento del segundo turno…-
-No digas después que no te lo he advertido…- Su mano elevó mi mentón de forma tal que nuestros rostros quedaron casi pegados, podía sentir otra vez su respiración sobre la mía. Mi mano aún sobre su rostro, las yemas de mis dedos rozaron su masculina apostura, sus rasgos firmes. Su aliento era cálido y seductor, incendiario, como el fuego del que estaba hecho, el mío acariciaba sus labios. Yo también estaba hecha de fuego, por mis venas corría sangre Pendragon y de alguna forma sentía que su esencia llamaba a la mía. Su dedo recorrió mis labios desafiante, encarando la inminencia del trueno, erizándome por completo al tocarme.
-¿Los dos guardamos grandes secretos al parecer? – Sonreí de medio lado al escuchar aquello, aún no le había dicho por qué eramos guerreros en mi familia, como la magia estaba entrelazada con nuestro pasado y de adónde proveníamos. -Quizás no sea del todo imposible que llegues a conocerme tal y como soy…- dije, algo distraída en mis pensamientos.
Su cercanía trajo la clara presencia del trueno, la magia se volvió densa en el espacio entre nuestras respiraciones, sus labios tomaron los míos, lentamente los entreabrí dejando que mi lengua recibiera a la suya. No tenía idea de como besar, era mi instinto el que me indicaba como acompañar el baile de su húmeda intensidad. Él me guiaba recorriendo los senderos de mi boca, y yo sentía mi cuerpo temblar.
Mis brazos rodearon su cuello, la intensidad del trueno recorrió mi ser. Sonreí al sentir su mano en mi nuca, cada movimiento de nuestras lenguas generó ráfagas cálidas a lo largo de mi cuerpo. Él me besaba despacio, cómplice de mi piel erizada, de los dulces latidos que sus labios generaban en mi pecho.
-No soy un hombre capaz de prometer amor eterno – Reí al escucharlo, su nariz jugó con la mía, entre nuevos besos caímos sobre las pieles, las yemas de mis dedos volvieron a acariciar su rostro. Lo observé en silencio con mi respiración acompasada a la suya y dije algo que sentí al mirarlo y que percibí que él desconocía aún. -Aún no estás listo para mi vikingo.-
Sus dedos regresaron despacio a mi cuello, esta vez me mantuve serena mientras acariciaba ese espacio de mi piel. Negué rotundamente tras oírlo y cuando habló de acompañarme a cazar a aquel enemigo. -No, no quiero que te expongas por mi.- Pensé en aquella oscuridad, en el poder y la corrupción que había percibido. -Es algo dañino, peligroso, y perverso y no quiero que lo hagas.- Negué despacio con la cabeza. Si yo era su objetivo, era yo quien debía enfrentarle, no quería arrastrarle a él a mis infortunios más de lo que ya lo había hecho. Si había que cazar a aquello, buscaría la manera de hacerlo sola.
-Tienes razón, debemos dormir…- Habíamos hablado de tomar turnos para vigilar pero lo miré con algo de preocupación. -Niels, no te alejes para montar guardia.- Él se acostó a un lado mío y yo me acerqué a él, acomodándome sobre mi costado a un lado suyo y colocando mis manos sobre su pecho. -No olvides despertarme cuando sea el momento del segundo turno…-
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Palabras, una frase que me arrastro al abismo, quizás porque no lo esperaba o porque me sonó a reto y nadie en su sensato juicio reta a un vikingo.
Ladeé la sonrisa con aire altivo, mis dedo surcaron su cintura despacio, deteniéndome en sus caderas.
-¿entonces no estoy preparado? -susurré acariciando con mi aliento sus labios -yo nací preparado.
Una parte de mi pensó que mis palabras la habían molestado, quizás tenia razón en sentirse así. Como buen vikingo la sutileza no era mi fuerte, era demasiado claro al decir las cosas y aunque no podía explicarle mis motivos, ni una sola de mis palabras fue dicha para dañarla, aunque creo que justo eso lograron.
Quizás eso fue la que la alejo de mi, la que le hizo negarse a aceptar mi ayuda, decía no querer meterme en lios, mas ese era mi segundo apellido. Aquella joven no iba a ser capaz de salir victoriosa de aquello que había marcado su cuello ¿como luchar contra un espectro? El mal era invisible, y ella parecía decidida a interponer entre ambos los escudos para no volver a ser dañada.
-No te estoy pidiendo permiso -sentencié sin mas.
Se equivocaba si creía que yo necesitaba de este para ayudarla, le gustara o no, ya me había metido en su problema cuando acepto mi ayuda para escoltarla a París y yo no era de esos que dejan nada a medias.
-Si, es todo eso y mucho mas, por eso sola no lo conseguirás, vamos pequeña, ni siquiera eres capaz de esgrimir la espada con la suficiente soltura como para cuidar de ti misma frente a mortales ¿que vas ha hacer frente a una bestia que puede entrar en tu mente y hacerte eso? -dije cabreado señalando su cuello.
Me desesperaba, esa mujer lograba desesperarme, vale que mis palabras habían sido un infortunio, ninguna mujer quiere ser por primera vez besada y escuchar a un vikingo decir que no le puede prometer nada por muy ciertas que fueran las palabras, mas de ahí a hacerme a un lado para enfrentar sola a la muerte había un largo camino.
Me puse en pie mientras esta se acomodaba en las pieles, era mi turno de vigilancia, me pidió que la despertara para la segunda vigila y yo me limité a asentir con un sutil movimiento de cabeza que lo dijo todo sin decir nada.
Furioso salí hacia el exterior de la gruta, el agua de la cascada caía vigorosa muriendo en aquel salvaje rio de aguas claras.
Desde que había llegado a París las cosas no habían sido fáciles para mi, mas aquella niña había logrado tocarme en lo mas profundo de mi hombría, desechandome como si mi ayuda no le resultara suficiente. No encontraría mejor guerrero en toda la comarca, quizás ni siquiera en este mundo, pues los Cannif nacemos hechos fuego, nos convertimos en acero y morimos en el campo de batalla como grandes guerreros.
Me quité la camisola, los pantalones y los calzoncillos, mis gemelas impactaron contra el suelo de la gruta y sin pensarlo me lance a las gélidas aguas del rio.
Necesitaba no solo despertarme y lavarme, si no encontrar un momento de paz que me ayudara a no pensar.
Cerré los ojos introduciéndome bajo la cascada, el agua caía con fuerza sobre mis hombros, mi cabeza creando una gran cantidad de espuma blanca.
Ladeé la sonrisa con aire altivo, mis dedo surcaron su cintura despacio, deteniéndome en sus caderas.
-¿entonces no estoy preparado? -susurré acariciando con mi aliento sus labios -yo nací preparado.
Una parte de mi pensó que mis palabras la habían molestado, quizás tenia razón en sentirse así. Como buen vikingo la sutileza no era mi fuerte, era demasiado claro al decir las cosas y aunque no podía explicarle mis motivos, ni una sola de mis palabras fue dicha para dañarla, aunque creo que justo eso lograron.
Quizás eso fue la que la alejo de mi, la que le hizo negarse a aceptar mi ayuda, decía no querer meterme en lios, mas ese era mi segundo apellido. Aquella joven no iba a ser capaz de salir victoriosa de aquello que había marcado su cuello ¿como luchar contra un espectro? El mal era invisible, y ella parecía decidida a interponer entre ambos los escudos para no volver a ser dañada.
-No te estoy pidiendo permiso -sentencié sin mas.
Se equivocaba si creía que yo necesitaba de este para ayudarla, le gustara o no, ya me había metido en su problema cuando acepto mi ayuda para escoltarla a París y yo no era de esos que dejan nada a medias.
-Si, es todo eso y mucho mas, por eso sola no lo conseguirás, vamos pequeña, ni siquiera eres capaz de esgrimir la espada con la suficiente soltura como para cuidar de ti misma frente a mortales ¿que vas ha hacer frente a una bestia que puede entrar en tu mente y hacerte eso? -dije cabreado señalando su cuello.
Me desesperaba, esa mujer lograba desesperarme, vale que mis palabras habían sido un infortunio, ninguna mujer quiere ser por primera vez besada y escuchar a un vikingo decir que no le puede prometer nada por muy ciertas que fueran las palabras, mas de ahí a hacerme a un lado para enfrentar sola a la muerte había un largo camino.
Me puse en pie mientras esta se acomodaba en las pieles, era mi turno de vigilancia, me pidió que la despertara para la segunda vigila y yo me limité a asentir con un sutil movimiento de cabeza que lo dijo todo sin decir nada.
Furioso salí hacia el exterior de la gruta, el agua de la cascada caía vigorosa muriendo en aquel salvaje rio de aguas claras.
Desde que había llegado a París las cosas no habían sido fáciles para mi, mas aquella niña había logrado tocarme en lo mas profundo de mi hombría, desechandome como si mi ayuda no le resultara suficiente. No encontraría mejor guerrero en toda la comarca, quizás ni siquiera en este mundo, pues los Cannif nacemos hechos fuego, nos convertimos en acero y morimos en el campo de batalla como grandes guerreros.
Me quité la camisola, los pantalones y los calzoncillos, mis gemelas impactaron contra el suelo de la gruta y sin pensarlo me lance a las gélidas aguas del rio.
Necesitaba no solo despertarme y lavarme, si no encontrar un momento de paz que me ayudara a no pensar.
Cerré los ojos introduciéndome bajo la cascada, el agua caía con fuerza sobre mis hombros, mi cabeza creando una gran cantidad de espuma blanca.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Pensé que podría dormir un poco, cerrar los ojos e intentar descansar, especialmente si él permanecía cerca mío para realizar la primera guardia, que podría relajarme tan solo con sentir su respiración, pero pronto noté como se tensionaba. Lo miré con algo de desconcierto, alzando una ceja al oír sus palabras. Al parecer de alguna forma le había perturbado escucharme decir que no estaba listo para mi. No pensé que le fuera a alterar, tan solo dije lo que pensaba, diablos incluso aún lo pensaba, pero creo que él se formaba otra idea.
Y luego al parecer le disgustó que no quisiera que me acompañara a cazar a aquello. Él no lo había visto, no lo había sentido, no sabíamos como podríamos enfrentarlo, como podría yo más bien. Siempre lidiaba con mis problemas sola, así había sido desde hace mucho tiempo, no tenía por qué arrastrar a otros a mis vicisitudes, ya bastante había hecho con aceptar su escolta hasta Paris. Mi mirada parda siguió sus movimientos, se había apartado de mi lado con bastante rapidez privándome de su calor.
-Niels, comprende que…- mis palabras quedaron en el aire. Acababa de insinuar que no sabía como manejarme sola. Apreté mis labios observándolo andar por la gruta y alejarse hacia la entrada. De todas las cosas que pudo decirme esa fue la que caló en mi orgullo, que me llamara pequeña como si fuera una niña que no sabía andar por la vida y que cuestionara mi capacidad para cuidar de mi misma o usar una espada. Ni siquiera sé por qué me molestó de forma especial esta vez, ya lo había oído demasiado de parte de algunos a lo largo de mi vida, quizás fue porque lo dijo él o por la forma displicente en que formó su juicio acerca de mi.
Abandoné las pieles con rapidez, no lo iba a dejar marcharse con la idea de que había dicho la última palabra. Tenía bastante para decirle, poco me importaba cuales fueran sus costumbres y si a menudo expresaba lo que le parecía y no se quedaba a escuchar lo que otros pensaban. Alcancé la salida de la gruta, había escuchado el sonido del agua al caer en ella, se había lanzado al río.
Observé la caída desde el punto en el que me encontraba hasta las aguas cristalinas y mordí mi labio inferior observando la manera en que corrían, lo medité tan solo unos segundos antes de decidirme a seguirlo. Me quité el vestido que llevaba puesto y miré a mi alrededor, ni loca me iba a lanzar al agua desnuda. Lancé un vistazo hacia la ropa que él había dejado detrás y tomé su camisola para ponérmela encima con rapidez. Me lancé al agua y nadé buscándolo, creí verle cerca de la cascada así que me dirigí hacia ella.
-¿Así es como usualmente te comportas? Lanzas tus opiniones y te marchas para que nadie pueda rebatirte. No sé si es la usanza vikinga o qué, pero poco me importa.- Lo contemplé fastidiada tras emerger a poca distancia suya. El agua de la cascada caía tórrida sobre él, parecía distraído en tomar un buen baño, por un lado ver su cuerpo húmedo semi cubierto por el agua y la forma en que sus ojos se abrieron para revelarme la intensidad de sus esmeraldas logró inquietarme, el golpeteo de los latidos en mi pecho se aceleró con el pasar de los segundos delatando el hecho. Por otro lado seguía demasiado molesta. -¿Qué te hace pensar que no sé como cuidarme o que no tengo lo que se necesita? Apenas me conoces y crees que ya lo sabes todo sobre mi, no tienes ni idea de quien soy. Sé que uso bien la espada, tal vez me falte más técnica pero lo que me falta en ella me sobra en pasión y demonios, cuando tengo una en mi mano sé exactamente que hacer.- Sin mencionar que yo misma me había sorprendido con lo sucedido en el bosque… aún no comprendía muy bien que era exactamente lo que me había impulsado, como sabía exactamente que hacer más allá de lo que había aprendido hasta ahora.
-No sé si de adonde provienes pocos son los que muestran interés en cuidarte la espalda, pero de repente alguien podría querer verte permanecer en una sola pieza, en lugar de arriesgarte.- Alcé mi índice porque su orgullo a lo mejor no iba ni siquiera a concebir la idea de que a alguien le importara si vivía para respirar otro día o que quisiera cuidar de él.
-No me digas que sabes perfectamente como manejarte, o que estás acostumbrado a batallar, para ser un mujeriego de mujeres no sabes nada.- Mi mirada refulgía en medio de las aguas, giré para dejar que la tumultuosa catarata me bañase. No sé por qué me había ido de la lengua, estaba temblando pero no de enojo si no de emoción mal contenida, y lo peor de todo era que ni siquiera la fría temperatura del río lograba arrancar de mis labios el calor que me habían dejado los suyos al sellarlos con sus besos.
Y luego al parecer le disgustó que no quisiera que me acompañara a cazar a aquello. Él no lo había visto, no lo había sentido, no sabíamos como podríamos enfrentarlo, como podría yo más bien. Siempre lidiaba con mis problemas sola, así había sido desde hace mucho tiempo, no tenía por qué arrastrar a otros a mis vicisitudes, ya bastante había hecho con aceptar su escolta hasta Paris. Mi mirada parda siguió sus movimientos, se había apartado de mi lado con bastante rapidez privándome de su calor.
-Niels, comprende que…- mis palabras quedaron en el aire. Acababa de insinuar que no sabía como manejarme sola. Apreté mis labios observándolo andar por la gruta y alejarse hacia la entrada. De todas las cosas que pudo decirme esa fue la que caló en mi orgullo, que me llamara pequeña como si fuera una niña que no sabía andar por la vida y que cuestionara mi capacidad para cuidar de mi misma o usar una espada. Ni siquiera sé por qué me molestó de forma especial esta vez, ya lo había oído demasiado de parte de algunos a lo largo de mi vida, quizás fue porque lo dijo él o por la forma displicente en que formó su juicio acerca de mi.
Abandoné las pieles con rapidez, no lo iba a dejar marcharse con la idea de que había dicho la última palabra. Tenía bastante para decirle, poco me importaba cuales fueran sus costumbres y si a menudo expresaba lo que le parecía y no se quedaba a escuchar lo que otros pensaban. Alcancé la salida de la gruta, había escuchado el sonido del agua al caer en ella, se había lanzado al río.
Observé la caída desde el punto en el que me encontraba hasta las aguas cristalinas y mordí mi labio inferior observando la manera en que corrían, lo medité tan solo unos segundos antes de decidirme a seguirlo. Me quité el vestido que llevaba puesto y miré a mi alrededor, ni loca me iba a lanzar al agua desnuda. Lancé un vistazo hacia la ropa que él había dejado detrás y tomé su camisola para ponérmela encima con rapidez. Me lancé al agua y nadé buscándolo, creí verle cerca de la cascada así que me dirigí hacia ella.
-¿Así es como usualmente te comportas? Lanzas tus opiniones y te marchas para que nadie pueda rebatirte. No sé si es la usanza vikinga o qué, pero poco me importa.- Lo contemplé fastidiada tras emerger a poca distancia suya. El agua de la cascada caía tórrida sobre él, parecía distraído en tomar un buen baño, por un lado ver su cuerpo húmedo semi cubierto por el agua y la forma en que sus ojos se abrieron para revelarme la intensidad de sus esmeraldas logró inquietarme, el golpeteo de los latidos en mi pecho se aceleró con el pasar de los segundos delatando el hecho. Por otro lado seguía demasiado molesta. -¿Qué te hace pensar que no sé como cuidarme o que no tengo lo que se necesita? Apenas me conoces y crees que ya lo sabes todo sobre mi, no tienes ni idea de quien soy. Sé que uso bien la espada, tal vez me falte más técnica pero lo que me falta en ella me sobra en pasión y demonios, cuando tengo una en mi mano sé exactamente que hacer.- Sin mencionar que yo misma me había sorprendido con lo sucedido en el bosque… aún no comprendía muy bien que era exactamente lo que me había impulsado, como sabía exactamente que hacer más allá de lo que había aprendido hasta ahora.
-No sé si de adonde provienes pocos son los que muestran interés en cuidarte la espalda, pero de repente alguien podría querer verte permanecer en una sola pieza, en lugar de arriesgarte.- Alcé mi índice porque su orgullo a lo mejor no iba ni siquiera a concebir la idea de que a alguien le importara si vivía para respirar otro día o que quisiera cuidar de él.
-No me digas que sabes perfectamente como manejarte, o que estás acostumbrado a batallar, para ser un mujeriego de mujeres no sabes nada.- Mi mirada refulgía en medio de las aguas, giré para dejar que la tumultuosa catarata me bañase. No sé por qué me había ido de la lengua, estaba temblando pero no de enojo si no de emoción mal contenida, y lo peor de todo era que ni siquiera la fría temperatura del río lograba arrancar de mis labios el calor que me habían dejado los suyos al sellarlos con sus besos.
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Abrí los ojos cuando un golpe en el agua se hizo patente, primero poniéndome en alerta, nos seguían, para luego ver emerger de las profundidades a ella, Devon, que con el ceño mas que fruncido se acercaba a mi mascullando palabras por lo bajo.
Ladeé mi sonrisa enfrentando sus pardos mientras mis esmeraldas recorrían aquel cuerpo ahora mojado. Mi camisa se pegaba a sus curvas, mas al ser bLanca trasparentaba ligeramente su tez clara y como no la marca de esos pezones que me apuntaban como dagas afiladas.
Sus palabras no se hicieron de esperar, al parecer a la dama le había molestado que la dejara con la palabra en la boca, una costumbre muy vikinga a decir verdad.
-Mujer, mis palabras no tienen debate, son verdades absolutas -sonreí con picardia -devuélveme la camisa -añadí bajando la mirada hasta sus pechos.
Vi su desconcierto, mas siguió hablando, al parecer la pequeña dama había quedado francamente ofendida por mis palabras, lo suficiente como para seguirme hasta las cristalinas aguas.
-¿Que me hace pensar que no sabes como cuidarte? -no pude evitar echarme a reír a carcajadas, esa había sido buena -¿quizás porque si yo no llego a estar en el bosque estarías muerta? No digo que seas mala en el manejo de la espada, mas te queda mucho por aprender para que yo pueda considerarte una igual.
Acorté las distancias que nos separaban la enfrente esta vez frunciendo yo el ceño, esta conversación empezaba a convertirse en una acalorada discursion, en la que nuestras miradas se desafiaban dando sensatez a las palabras.
-¿Pasión? Habláis de pasión como si eso fuera suficiente para salvar vuestra vida. Yo siempre he tenido fuego, nací con el -llevé mis dedos a varias de las cicatrices que surcaban mi cuerpo -mas esto y no otro es lo que me enseño a que la muerte nos acecha y aunque no temo el graznar de los cuervos, ni rehuyo la batalla, soy consciente de que una gesta no se libra solo con pasión, si no con duro entrenamiento. Lo que te convierte en hombre son las batallas ganadas y las perdidas, no soñar con los ojos abiertos lo que te gustaría ser pero no eres.
Llevo con una espada en la mano desde que aprendí a andar ¿que quieres tu pequeña? Solo eres una niña con una espada de madera en la mano, pones pasión, mas no es suficiente.
Ladeé la cabeza frente a sus siguientes palabras, de nuevo la risa contrasto con el murmullo de la cascada. Su aliento cálido empañaba mis labios, estábamos tan cerca que era complicado discutir sin sucumbir a su cuerpo empapado.
-¿preocuparte? ¿por mi? -seguí riéndome sin poder evitarlo -el valhalla me espera Devon, créeme, no temo a la muerte, no la busco, mas si la encuentro haré gemir a mi valquiria mi nombre mientras llego frente a Asgar.
Mi familia entiende que la guerra trae consigo muerte, si mi padre no me dejara luchar, flaco favor le haría al norte, pues nos hacen falta espadas para proteger justo aquello que amamos, nuestra tierra, nuestras mujeres y como no, nuestro futuro, el linaje de los míos.
Ladeé la sonrisa al escuchar el final de sus palabras antes de que se girara para darme la espalda su cuerpo temblaba y el mio acorto la distancia pegando mi pecho a su espalda, mi aliento en su oído, allí susurré mis ultimas palabras antes de girarla bruscamente para enfrentarla.
-¿que te molesta que te menosprecie o que sea un mujeriego? Ambas cosas las has repetido con demasiada beligerancia en este tiempo.
Mi hombría empujaba su vientre, hambriento, mis ojos se centraron en sus pardos, nuestros alientos se devoraron como las llamas a los maderos mientras mi mano se enredo salvaje en su pelo.
-Hagamos rugir al trueno -jadeé antes de colisionar con su boca, mi lengua traspaso las fronteras de sus labios, no llamo a los arqueros, mas bien su lengua se enfrento a melé con la mía, ambas enredándose en una duelo a muerte en el que el placer llamaba a la sangre.
Fuego eran nuestros labios encontrándose, mordiéndose, necesitados del otro para rozar el infierno con la punta de los dedos.
-Devon..jadeé volviendo a perderme en su sabor a madero, a fruta madura, a batalla y a acero.
Ladeé mi sonrisa enfrentando sus pardos mientras mis esmeraldas recorrían aquel cuerpo ahora mojado. Mi camisa se pegaba a sus curvas, mas al ser bLanca trasparentaba ligeramente su tez clara y como no la marca de esos pezones que me apuntaban como dagas afiladas.
Sus palabras no se hicieron de esperar, al parecer a la dama le había molestado que la dejara con la palabra en la boca, una costumbre muy vikinga a decir verdad.
-Mujer, mis palabras no tienen debate, son verdades absolutas -sonreí con picardia -devuélveme la camisa -añadí bajando la mirada hasta sus pechos.
Vi su desconcierto, mas siguió hablando, al parecer la pequeña dama había quedado francamente ofendida por mis palabras, lo suficiente como para seguirme hasta las cristalinas aguas.
-¿Que me hace pensar que no sabes como cuidarte? -no pude evitar echarme a reír a carcajadas, esa había sido buena -¿quizás porque si yo no llego a estar en el bosque estarías muerta? No digo que seas mala en el manejo de la espada, mas te queda mucho por aprender para que yo pueda considerarte una igual.
Acorté las distancias que nos separaban la enfrente esta vez frunciendo yo el ceño, esta conversación empezaba a convertirse en una acalorada discursion, en la que nuestras miradas se desafiaban dando sensatez a las palabras.
-¿Pasión? Habláis de pasión como si eso fuera suficiente para salvar vuestra vida. Yo siempre he tenido fuego, nací con el -llevé mis dedos a varias de las cicatrices que surcaban mi cuerpo -mas esto y no otro es lo que me enseño a que la muerte nos acecha y aunque no temo el graznar de los cuervos, ni rehuyo la batalla, soy consciente de que una gesta no se libra solo con pasión, si no con duro entrenamiento. Lo que te convierte en hombre son las batallas ganadas y las perdidas, no soñar con los ojos abiertos lo que te gustaría ser pero no eres.
Llevo con una espada en la mano desde que aprendí a andar ¿que quieres tu pequeña? Solo eres una niña con una espada de madera en la mano, pones pasión, mas no es suficiente.
Ladeé la cabeza frente a sus siguientes palabras, de nuevo la risa contrasto con el murmullo de la cascada. Su aliento cálido empañaba mis labios, estábamos tan cerca que era complicado discutir sin sucumbir a su cuerpo empapado.
-¿preocuparte? ¿por mi? -seguí riéndome sin poder evitarlo -el valhalla me espera Devon, créeme, no temo a la muerte, no la busco, mas si la encuentro haré gemir a mi valquiria mi nombre mientras llego frente a Asgar.
Mi familia entiende que la guerra trae consigo muerte, si mi padre no me dejara luchar, flaco favor le haría al norte, pues nos hacen falta espadas para proteger justo aquello que amamos, nuestra tierra, nuestras mujeres y como no, nuestro futuro, el linaje de los míos.
Ladeé la sonrisa al escuchar el final de sus palabras antes de que se girara para darme la espalda su cuerpo temblaba y el mio acorto la distancia pegando mi pecho a su espalda, mi aliento en su oído, allí susurré mis ultimas palabras antes de girarla bruscamente para enfrentarla.
-¿que te molesta que te menosprecie o que sea un mujeriego? Ambas cosas las has repetido con demasiada beligerancia en este tiempo.
Mi hombría empujaba su vientre, hambriento, mis ojos se centraron en sus pardos, nuestros alientos se devoraron como las llamas a los maderos mientras mi mano se enredo salvaje en su pelo.
-Hagamos rugir al trueno -jadeé antes de colisionar con su boca, mi lengua traspaso las fronteras de sus labios, no llamo a los arqueros, mas bien su lengua se enfrento a melé con la mía, ambas enredándose en una duelo a muerte en el que el placer llamaba a la sangre.
Fuego eran nuestros labios encontrándose, mordiéndose, necesitados del otro para rozar el infierno con la punta de los dedos.
-Devon..jadeé volviendo a perderme en su sabor a madero, a fruta madura, a batalla y a acero.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
El agua fría de la cascada empapaba mi cuerpo, dejé que esta corriese por mi cabeza y mi rostro, deseando que apaciguara mis emociones pero ni su gélida compañía lograba serenarme o sacarme la contrariedad de encima, cada nueva frase que escuchaba de su parte refutaba todo lo que le había dicho, como si mis palabras fueras las necias y las suyas estuvieran llenas de sensatez.
Los labios masculinos, furtivos, alcanzaron mi oído, acariciándolo con su aliento. Apreté los labios al escuchar sus palabras. De un tirón me volteó hacia él, mi delgada figura casi golpeó contra su pecho, su mano sostenía mi brazo que tenso se mantenía en alto, mi pecho subía y bajaba presa de la agitación. -En ningún momento he dicho ni he insinuado que soy tu igual. Aprecié bien como manejabas tus gemelas en el bosque, sé perfectamente cuáles son mis puntos flacos y cuáles son mis fortalezas y si crees que no llevo tiempo entrenando desvarías. Puede que no tenga cicatrices que recorran mi cuerpo como lo hacen las tuyas pero si crees que estoy hecha de cristal deberías mirarme dos veces.-
Poco me importaba que hablara de sus gestas o que se vanagloriara de sus logros. -No todas las batallas se llevan a cabo en un campo de guerra, ni todas las lecciones se aprenden con un mazo en la mano, hay otras que te calan de igual forma, te moldean y te hacen más fuerte.- Seguía tratándome con superioridad, como si estuviera revelándole las verdades de la vida a un niña pero mi mirada estaba cargada de fuego que desafiaba incluso la temperatura de las aguas en las que nos manteníamos, porque yo era mucho más mujer de lo que él se creía.
-Vale, vete a tu Valhalla, sal al encuentro de la valkiria a la que pareces anhelar y olvídate de que a alguien pudo llegar a importarle lo que te suceda.- Por un momento solo nos rodeó el murmullo de la catarata, pero aquella sonrisa ladeada, la mera aparición de esta en sus labios fue suficiente para desarmarme. Tragué saliva, él estaba desnudo y mis ojos contemplaban las gotas recorrer su pecho, caminos ondeantes que bajaban y que yo no podía dejar de mirar, se perdían de forma insinuante visitando el resto de su anatomía bajo el agua.
La temperatura calcinó mis mejillas, mi piel estaba erizada, su mano se enredó en mi pelo acercándome. -Vikingo arrogante, engreído…- Mis palabras murieron en el instante en que sus labios encontraron los míos. El trueno regresaba, su lengua era la espada más cruel, intensa se internaba en mi boca para retar a la mía, no le bastaba con hacerlo con sus palabras. Mi lengua húmeda y necesitada se perdió en la tormenta que despertaba entre los dos, el incendio arreciaba quemándonos los labios y mi razón se enturbiaba presa de un anhelo que me resultaba inquietante pero maravilloso a la vez.
-Niels…- Mordidas suaves, incursiones repetidas, apasionadas, calcinaron nuestras bocas. Sonreí porque aunque no alcanzaba a ver las nubes cernirse sobre nosotros, escuchaba claramente los truenos a nuestro alrededor, atravesando el cielo para cargar el ambiente de electricidad. Mis manos surcaron las líneas de su espalda, curiosas, algo tímidas, apenas me atrevía a tocarlo, temía que de hacerlo se desvaneciera y regresara a su tierra de fuego y de guerreros como si nunca hubiéramos debido encontrarnos en primer lugar.
-Alguien se preocupa por ti tonto viajero...- Mis labios apenas lograron abandonar los suyos antes de regresar a ellos. Ni la magia del pasado o del presente, ni las gestas más voraces, ni siquiera el vuelo de los extintos dragones hubieran paralizado mis latidos de la misma forma en que se detenían ahora al mirarle, al sentirle, al desear prolongar el fuego de su cuerpo contra mi piel.
Los labios masculinos, furtivos, alcanzaron mi oído, acariciándolo con su aliento. Apreté los labios al escuchar sus palabras. De un tirón me volteó hacia él, mi delgada figura casi golpeó contra su pecho, su mano sostenía mi brazo que tenso se mantenía en alto, mi pecho subía y bajaba presa de la agitación. -En ningún momento he dicho ni he insinuado que soy tu igual. Aprecié bien como manejabas tus gemelas en el bosque, sé perfectamente cuáles son mis puntos flacos y cuáles son mis fortalezas y si crees que no llevo tiempo entrenando desvarías. Puede que no tenga cicatrices que recorran mi cuerpo como lo hacen las tuyas pero si crees que estoy hecha de cristal deberías mirarme dos veces.-
Poco me importaba que hablara de sus gestas o que se vanagloriara de sus logros. -No todas las batallas se llevan a cabo en un campo de guerra, ni todas las lecciones se aprenden con un mazo en la mano, hay otras que te calan de igual forma, te moldean y te hacen más fuerte.- Seguía tratándome con superioridad, como si estuviera revelándole las verdades de la vida a un niña pero mi mirada estaba cargada de fuego que desafiaba incluso la temperatura de las aguas en las que nos manteníamos, porque yo era mucho más mujer de lo que él se creía.
-Vale, vete a tu Valhalla, sal al encuentro de la valkiria a la que pareces anhelar y olvídate de que a alguien pudo llegar a importarle lo que te suceda.- Por un momento solo nos rodeó el murmullo de la catarata, pero aquella sonrisa ladeada, la mera aparición de esta en sus labios fue suficiente para desarmarme. Tragué saliva, él estaba desnudo y mis ojos contemplaban las gotas recorrer su pecho, caminos ondeantes que bajaban y que yo no podía dejar de mirar, se perdían de forma insinuante visitando el resto de su anatomía bajo el agua.
La temperatura calcinó mis mejillas, mi piel estaba erizada, su mano se enredó en mi pelo acercándome. -Vikingo arrogante, engreído…- Mis palabras murieron en el instante en que sus labios encontraron los míos. El trueno regresaba, su lengua era la espada más cruel, intensa se internaba en mi boca para retar a la mía, no le bastaba con hacerlo con sus palabras. Mi lengua húmeda y necesitada se perdió en la tormenta que despertaba entre los dos, el incendio arreciaba quemándonos los labios y mi razón se enturbiaba presa de un anhelo que me resultaba inquietante pero maravilloso a la vez.
-Niels…- Mordidas suaves, incursiones repetidas, apasionadas, calcinaron nuestras bocas. Sonreí porque aunque no alcanzaba a ver las nubes cernirse sobre nosotros, escuchaba claramente los truenos a nuestro alrededor, atravesando el cielo para cargar el ambiente de electricidad. Mis manos surcaron las líneas de su espalda, curiosas, algo tímidas, apenas me atrevía a tocarlo, temía que de hacerlo se desvaneciera y regresara a su tierra de fuego y de guerreros como si nunca hubiéramos debido encontrarnos en primer lugar.
-Alguien se preocupa por ti tonto viajero...- Mis labios apenas lograron abandonar los suyos antes de regresar a ellos. Ni la magia del pasado o del presente, ni las gestas más voraces, ni siquiera el vuelo de los extintos dragones hubieran paralizado mis latidos de la misma forma en que se detenían ahora al mirarle, al sentirle, al desear prolongar el fuego de su cuerpo contra mi piel.
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Ladeé mi sonrisa aun contra su boca cuando mi nombre sonó a trueno precedente de sus labios, Oscurecida mi mirada esmeralda se perdió en sus pardos, mis manos danzaron por debajo de la camisola propia completamente mojada. Dedos que dibujaron su columna ascendiendo sedientos, bordeando su cintura ,pequeña, frágil. Decia no ser de cristal, sabia que no lo era, pese a la dureza de mis palabras, mas yo la recorría como si pudiera quebrase bajo mis rudas manos.
Mis dientes mordieron su labio inferior, duelo de ambos alientos que se enconaban jadeando sin poder evitarlo ,devorado las llamas de los relámpagos que encendían nuestras bocas.
Los cuervos graznaban sobre nuestras cabezas, había magia en ese encuentro, como si dos culturas plagas de dioses guerreros se encontraran capaces de fundirse como nuestras bocas en una sola, peligrosa alianza sellada con besos apasionados.
Mi cuerpo se orillo mas al suyo, mi dureza contra su vientre, sus dedos recorriendo el tatuaje de mi espalda casi podía sentir como lo redibujaba bajo la yema de sus dedos ardientes.
-también yo me preocupo por ti mujer -atajé sin poder ni ta siquiera tomar aliento para volver a colisionar contra esos labios que ahora eran acero.
La espuma blanca de la inmensa cascada devoraba nuestros cuerpos, empapados se buscaban ardiendo, capaces de calcinar las gélidas aguas, no sentía frio, solo su piel suplicando que la recorriera una y otra vez.
Mis manos ascendieron por su cuerpo arrastrando con ellas el borde de la camisa.
Mi pecho subía y bajaba furioso, no había gesta que me pusiera de ese modo. Mi aliento golpeaba su boca en esos pequeños recesos, que nos tomábamos para mirarnos a los ojos.
Saque por esta la camisola, perfecto cuerpo desnudo cincelado para el placer de los dioses, un cuerpo que ningún mortal había disfrutado y que mis manos por primera vez surcaban como si la tempestad no las alcanzaran.
-Estas segura -jadeé contra su boca, esperando que entendiera, que mi virilidad luchaba contra mi cabeza, pues necesitaba adentrarse en la profundidad de su feminidad y luchar a muerte por le placer de esta.
Mi mano en su nuca, la atraje de nuevo sin dejarla contestar, estaba demasiado excitado, algo obvio cuando mi otra mano la empujo contra mis caderas incendiando su vientre. Mi boca descendió traviesa por su mandíbula dejando un reguero de besos y mordiscos que sentenciaron su cuello entre bruscos jadeos, lo necesitaba todo, lo quería ya.
Alzó la cabeza dándome paso, su clavícula recibió un mordisco salvaje y pronto el sendero de sus turgentes pechos fue recorrido por mi lengua.
Una de mis manos descendió a ellos, alzándolos para que sus pezones dibujaran el contorno de mi boca, esa que se entreabría para apoderarse de la aureola, torturandola con la punta de mi lengua, succionandola y mordienla sin tregua.
-Devon ..jadeé esperando la respuesta, no me enfadaría si no estaba preparada, aunque admito que estaba demasiado puesto para recibir una negativa.
Mis dientes mordieron su labio inferior, duelo de ambos alientos que se enconaban jadeando sin poder evitarlo ,devorado las llamas de los relámpagos que encendían nuestras bocas.
Los cuervos graznaban sobre nuestras cabezas, había magia en ese encuentro, como si dos culturas plagas de dioses guerreros se encontraran capaces de fundirse como nuestras bocas en una sola, peligrosa alianza sellada con besos apasionados.
Mi cuerpo se orillo mas al suyo, mi dureza contra su vientre, sus dedos recorriendo el tatuaje de mi espalda casi podía sentir como lo redibujaba bajo la yema de sus dedos ardientes.
-también yo me preocupo por ti mujer -atajé sin poder ni ta siquiera tomar aliento para volver a colisionar contra esos labios que ahora eran acero.
La espuma blanca de la inmensa cascada devoraba nuestros cuerpos, empapados se buscaban ardiendo, capaces de calcinar las gélidas aguas, no sentía frio, solo su piel suplicando que la recorriera una y otra vez.
Mis manos ascendieron por su cuerpo arrastrando con ellas el borde de la camisa.
Mi pecho subía y bajaba furioso, no había gesta que me pusiera de ese modo. Mi aliento golpeaba su boca en esos pequeños recesos, que nos tomábamos para mirarnos a los ojos.
Saque por esta la camisola, perfecto cuerpo desnudo cincelado para el placer de los dioses, un cuerpo que ningún mortal había disfrutado y que mis manos por primera vez surcaban como si la tempestad no las alcanzaran.
-Estas segura -jadeé contra su boca, esperando que entendiera, que mi virilidad luchaba contra mi cabeza, pues necesitaba adentrarse en la profundidad de su feminidad y luchar a muerte por le placer de esta.
Mi mano en su nuca, la atraje de nuevo sin dejarla contestar, estaba demasiado excitado, algo obvio cuando mi otra mano la empujo contra mis caderas incendiando su vientre. Mi boca descendió traviesa por su mandíbula dejando un reguero de besos y mordiscos que sentenciaron su cuello entre bruscos jadeos, lo necesitaba todo, lo quería ya.
Alzó la cabeza dándome paso, su clavícula recibió un mordisco salvaje y pronto el sendero de sus turgentes pechos fue recorrido por mi lengua.
Una de mis manos descendió a ellos, alzándolos para que sus pezones dibujaran el contorno de mi boca, esa que se entreabría para apoderarse de la aureola, torturandola con la punta de mi lengua, succionandola y mordienla sin tregua.
-Devon ..jadeé esperando la respuesta, no me enfadaría si no estaba preparada, aunque admito que estaba demasiado puesto para recibir una negativa.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Sus labios contra los míos continuaron la batalla encarnizada desatando el estruendo en el cielo, mis dedos contra la piel de su espalda abandonaron su previa timidez develando mi deseo de tocarlo, parecía que hacerlo fuese algo más que natural, consecuencia de la magia que sentí al mirarle por primera vez. Mis dedos dibujaron las líneas de los contornos del martillo de Thor, como si en lugar de tratarse de un tatuaje el dios nórdico del trueno hubiese perdido su arma y ahora fueran mis manos las que la encontraban, irradiando cargas eléctricas a las yemas de mis dedos mientras estas se deslizaban incendiarias por su piel apreciando cada trazo de ella.
Sonreí contra su boca, cautiva de sus besos de fuego, él era el único que me había besado y ahora no me sentía capaz de abandonar el dulce sabor a él que me regalaban sus labios. Sus manos encontraron el camino debajo de la camisola para acariciar mi espalda, causando que me estremeciera entre sus brazos. Podía sentir el contacto de sus manos, rudas, encallecidas por el continuo uso de las armas, manos de vikingo que encuentra su lugar en el grito fiero de cada nueva batalla, pero que de forma extraordinaria se apaciguaban al acariciarme, recorriéndome con cuidado infinito, logrando que me sintiera protegida; me transmitían con el lenguaje de su tacto que era en su cuerpo adonde podría sentirme segura, a salvo.
Él se acercó más, mi respiración estaba entrecortada; mis pardos se detuvieron en sus esmeraldas, intensas me miraron vívidas, voraces, con el deseo encendido. Sus ojos eran el relámpago, más contundentes que aquellos que nos rodeaban cargando el cielo una y otra vez. Entre el enlace de nuestras respiraciones no atiné a moverme. Sacó la camisola dejándome desnuda frente a él, prisionera de esa verde mirada que descubría con su recorrido lo que hasta ahora nadie había podido ver nunca. Con el rostro encendido me percaté de la presión de su virilidad contra mi vientre, el ardor que viajó entre nuestros cuerpos hacía hervir el agua, como si esta fuese lava fundida.
Una pregunta que alcanzó mis oídos, ¿estaba lista? Sus labios sellando nuevamente los míos no me permitieron responder. Me perdí otra vez en la intensidad de sus besos antes de ladear mi cuello y sentir como mi piel volvía a erizarse al ser cubierta por la pasión de sus labios y por mordidas que agitaron tanto mi respiración que pensé que mis pulmones estallarían.
Continuó descendiendo, una parte de mi quiso empujarlo al percatarme de lo que estaba a punto de hacer pero sus hábiles labios ya habían atrapado uno de mis pezones. Me arqueé jadeante contra él al sentir su lengua sobre este, estremecida por novedosas ráfagas de un placer desconocido que enviaba a cada una de mis terminales nerviosas. -Niels…- susurré.
Mis manos tensas sobre sus hombros se relajaron, por un momento le dejé hacer. Mi mente confusa intentó hilvanar ideas pero se consumía en un lugar adonde solo existían las sensaciones que él me regalaba. Su lengua implacable me hacía arder. Fuego, dulce fuego me recorrió de la cabeza a los pies, torturándome. Mis manos acariciaron su húmedo pelo, su virilidad me quemaba mientras las gotas que generaba la espuma ardiente de la cascada continuaban mojando nuestra piel. -No Niels...-
Con la mirada borrosa coloqué mis brazos entre ambos. Lo deseaba, lo deseaba tanto que pensé que no lograría apagar la llama encendida que aún me recorría y que me orillaba a él. Y sin embargo… -Aún no.-
Hice un esfuerzo por normalizar mi respiración, mi mirada parda se perdió en la suya, mi aliento entrecortado demasiado cerca de él. -Lo quiero todo vikingo... solo entonces.- El silencio siguió a mis palabras, mi mano se detuvo sobre la zona de su corazón. Si, había magia entre nosotros y era esa magia la que no me permitía entregarme a él por mucho que lo deseara a menos… a menos… mordí mi labio inferior sabiendo ya la respuesta. Antes no...
Giré y me zambullí en el agua, vi la camisola y la recuperé para detenerme a ponérmela encima. Mi corazón latía desbocado antes de continuar nadando, escapando de él.
Sonreí contra su boca, cautiva de sus besos de fuego, él era el único que me había besado y ahora no me sentía capaz de abandonar el dulce sabor a él que me regalaban sus labios. Sus manos encontraron el camino debajo de la camisola para acariciar mi espalda, causando que me estremeciera entre sus brazos. Podía sentir el contacto de sus manos, rudas, encallecidas por el continuo uso de las armas, manos de vikingo que encuentra su lugar en el grito fiero de cada nueva batalla, pero que de forma extraordinaria se apaciguaban al acariciarme, recorriéndome con cuidado infinito, logrando que me sintiera protegida; me transmitían con el lenguaje de su tacto que era en su cuerpo adonde podría sentirme segura, a salvo.
Él se acercó más, mi respiración estaba entrecortada; mis pardos se detuvieron en sus esmeraldas, intensas me miraron vívidas, voraces, con el deseo encendido. Sus ojos eran el relámpago, más contundentes que aquellos que nos rodeaban cargando el cielo una y otra vez. Entre el enlace de nuestras respiraciones no atiné a moverme. Sacó la camisola dejándome desnuda frente a él, prisionera de esa verde mirada que descubría con su recorrido lo que hasta ahora nadie había podido ver nunca. Con el rostro encendido me percaté de la presión de su virilidad contra mi vientre, el ardor que viajó entre nuestros cuerpos hacía hervir el agua, como si esta fuese lava fundida.
Una pregunta que alcanzó mis oídos, ¿estaba lista? Sus labios sellando nuevamente los míos no me permitieron responder. Me perdí otra vez en la intensidad de sus besos antes de ladear mi cuello y sentir como mi piel volvía a erizarse al ser cubierta por la pasión de sus labios y por mordidas que agitaron tanto mi respiración que pensé que mis pulmones estallarían.
Continuó descendiendo, una parte de mi quiso empujarlo al percatarme de lo que estaba a punto de hacer pero sus hábiles labios ya habían atrapado uno de mis pezones. Me arqueé jadeante contra él al sentir su lengua sobre este, estremecida por novedosas ráfagas de un placer desconocido que enviaba a cada una de mis terminales nerviosas. -Niels…- susurré.
Mis manos tensas sobre sus hombros se relajaron, por un momento le dejé hacer. Mi mente confusa intentó hilvanar ideas pero se consumía en un lugar adonde solo existían las sensaciones que él me regalaba. Su lengua implacable me hacía arder. Fuego, dulce fuego me recorrió de la cabeza a los pies, torturándome. Mis manos acariciaron su húmedo pelo, su virilidad me quemaba mientras las gotas que generaba la espuma ardiente de la cascada continuaban mojando nuestra piel. -No Niels...-
Con la mirada borrosa coloqué mis brazos entre ambos. Lo deseaba, lo deseaba tanto que pensé que no lograría apagar la llama encendida que aún me recorría y que me orillaba a él. Y sin embargo… -Aún no.-
Hice un esfuerzo por normalizar mi respiración, mi mirada parda se perdió en la suya, mi aliento entrecortado demasiado cerca de él. -Lo quiero todo vikingo... solo entonces.- El silencio siguió a mis palabras, mi mano se detuvo sobre la zona de su corazón. Si, había magia entre nosotros y era esa magia la que no me permitía entregarme a él por mucho que lo deseara a menos… a menos… mordí mi labio inferior sabiendo ya la respuesta. Antes no...
Giré y me zambullí en el agua, vi la camisola y la recuperé para detenerme a ponérmela encima. Mi corazón latía desbocado antes de continuar nadando, escapando de él.
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Los truenos se acrecentaban tal y como mis labios surcaban aquellas aguas que resbalaban por su piel cálida, jadeé cuando mi nombre surgió de su boca haciéndome hervir por dentro.
Fuego, ella era fuego y mi boca los maderos que recorrían las llamas echándoles combustible para que se avivaran.
Nuestras bocas se encontraron de nuevo, nos miramos por un instante antes de colisionar salvajes devorándose, bebiéndose las ganas, mientras el rayo los atravesaba.
Mi nombre de nuevo surgió de ellos, esta vez un “no” lo acompaño a la vez que los brazos de esta se interpusieron entre nuestros cuerpos para separarnos acabando así con la magia que desprendían estos.
Gruñí de frustración, no estaba acostumbrado a que me dijeran que no.
“Aun no” ¿cuando pues? Maldita mujer, no veía lo sediento que estaba de su piel.
Jadeé con brusquedad, nuestras respiraciones entrechocaban violentas, ella buscaba la calma, yo no la encontraba.
Sus pardos en mis esmeraldas, las mías eran truenos, las suyas centellas y juntos desatamos la tormenta..
Su mano incendio mi corazón mientras ese “aun no” se hundía en mi pecho.
“lo quiero todo vikingo” ¿todo? Yo no era de esos que lo daban todo, no juraba amor eterno...
Mis ojos se centraron en su boca mientras esta mordía su labio inferior, mi mano aferro su muñeca la ver como se alejaba de mi ligeramente.
-Por favor -susurré acariciando con mis labios los suyos una vez mas, quizás la ultima si ella tomaba esa decisión.
Los vikingos no pedíamos perdón, ni suplicábamos y yo acababa de hacerlo de cierto modo, mas no fue bastante “todo” ¿podía darle todo? Aun no.
Devon buscó la camisa entre las rabiosas aguas de la cascada, se la recolocó con rapidez mientras nuestros ojos se buscaban por un nimio instante. Afloje mi agarre, su decisión estaba tomada y la deje ir mientras esta se perdía por las cristalinas aguas del rio huyendo de mi.
Dejé escapar el aire de forma pesada, volviendo a recular hacia atrás, hasta que la espuma blanca cayó con violencia sobre mi,sus gélidas aguas en contraste con mi ardiente cuerpo.
Gruñí bajo estas, cabreado, frustrado, no estaba acostumbrado a recibir un no y eso era cuanto había hayado.
No se el tiempo que permanecí allí, maldiciendo los dioses de esa mujer y a ella misma, hasta que me calmé y así regresé junto a ella que reposaba sobre las pieles frente a la lumbre, parecía estar dormida o al menos se lo hacia.
Tomé asiento frente al fuego, era el momento de centrarme y no en su cuerpo, pese a que era en lo único que era capaz de pensar en ese momento.
El ser que la hirió, necesitaba descubrir que era eso y como ostentaba el poder de dañarla sin tan siquiera estar.
Sabia que la magia era poderosa, capaz de eso y de mucho mas, pero..¿como vencer algo que no puedes tocar?
Fuego, ella era fuego y mi boca los maderos que recorrían las llamas echándoles combustible para que se avivaran.
Nuestras bocas se encontraron de nuevo, nos miramos por un instante antes de colisionar salvajes devorándose, bebiéndose las ganas, mientras el rayo los atravesaba.
Mi nombre de nuevo surgió de ellos, esta vez un “no” lo acompaño a la vez que los brazos de esta se interpusieron entre nuestros cuerpos para separarnos acabando así con la magia que desprendían estos.
Gruñí de frustración, no estaba acostumbrado a que me dijeran que no.
“Aun no” ¿cuando pues? Maldita mujer, no veía lo sediento que estaba de su piel.
Jadeé con brusquedad, nuestras respiraciones entrechocaban violentas, ella buscaba la calma, yo no la encontraba.
Sus pardos en mis esmeraldas, las mías eran truenos, las suyas centellas y juntos desatamos la tormenta..
Su mano incendio mi corazón mientras ese “aun no” se hundía en mi pecho.
“lo quiero todo vikingo” ¿todo? Yo no era de esos que lo daban todo, no juraba amor eterno...
Mis ojos se centraron en su boca mientras esta mordía su labio inferior, mi mano aferro su muñeca la ver como se alejaba de mi ligeramente.
-Por favor -susurré acariciando con mis labios los suyos una vez mas, quizás la ultima si ella tomaba esa decisión.
Los vikingos no pedíamos perdón, ni suplicábamos y yo acababa de hacerlo de cierto modo, mas no fue bastante “todo” ¿podía darle todo? Aun no.
Devon buscó la camisa entre las rabiosas aguas de la cascada, se la recolocó con rapidez mientras nuestros ojos se buscaban por un nimio instante. Afloje mi agarre, su decisión estaba tomada y la deje ir mientras esta se perdía por las cristalinas aguas del rio huyendo de mi.
Dejé escapar el aire de forma pesada, volviendo a recular hacia atrás, hasta que la espuma blanca cayó con violencia sobre mi,sus gélidas aguas en contraste con mi ardiente cuerpo.
Gruñí bajo estas, cabreado, frustrado, no estaba acostumbrado a recibir un no y eso era cuanto había hayado.
No se el tiempo que permanecí allí, maldiciendo los dioses de esa mujer y a ella misma, hasta que me calmé y así regresé junto a ella que reposaba sobre las pieles frente a la lumbre, parecía estar dormida o al menos se lo hacia.
Tomé asiento frente al fuego, era el momento de centrarme y no en su cuerpo, pese a que era en lo único que era capaz de pensar en ese momento.
El ser que la hirió, necesitaba descubrir que era eso y como ostentaba el poder de dañarla sin tan siquiera estar.
Sabia que la magia era poderosa, capaz de eso y de mucho mas, pero..¿como vencer algo que no puedes tocar?
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Entré con los pies en polvorosa en la gruta, con la respiración aún entrecortada y chorreando agua fría que no alcanzó a normalizar la temperatura de mi cuerpo. Aún estremecida apoyé mi espalda en la pared rocosa, cerré los ojos y llevé mis dedos hasta mis labios. Al hacerlo aquellas sensaciones desconocidas regresaron sin que pudiera evitarlo, podía sentir la manera en que el aliento del vikingo me había acariciado, recordar con exactitud cada rincón que había calcinado con sus manos y con sus besos… Mis dedos confirmaron ese camino siguiéndolo con lentitud sobre mi piel, como si necesitaran persuadirse de que lo que había sucedido entre ambos en el río era real, recorrieron el camino exacto que habían seguido sus cálidos labios, logrando que mi pecho ardiera por el ímpetu de mi respiración.
Lentamente abrí los ojos, regresé a la entrada rocosa y asomé apenas mi cabeza para asegurarme de que seguía en la cascada. Apenas alcancé a verle pero noté que continuaba dándose un baño; exhalé largamente, no tenía idea de cómo se había tomado mis palabras.
Me quité su camisola con algo de reticencia y la coloqué frente al fuego de la hoguera para que se secara. Me vestí nuevamente con mi propia ropa percatándome de que me gustaba más el abrigo de la suya y me tumbé sobre las pieles, viendo hacia la pared de roca. Al cabo de unos minutos escuché sus pasos. Mi corazón era insufrible, se le estaba volviendo costumbre latir con ímpetu cada vez que el vikingo andaba cerca y así lo hacía ahora mientras él se movía, las palpitaciones alcanzaban mis orejas con tanta fuerza que sería un milagro si él no lo percibía. Afortunadamente no tardó en encontrar algún lugar adonde quedarse quieto por lo que permanecí en silencio fingiendo dormir.
Al cabo de unos minutos giré hacia el lado contrario, buscándolo con la mirada. Estaba sentado frente a la hoguera, con aire pensativo. -Aún puedes regresar sobre tus pasos, no tienes que acompañarme hasta Paris por algún sentido del deber.- Me tumbé boca arriba, una tenue franja de descontento se dibujó en mi frente. Me fastidiaba que me hubiera llamado niña con espada de madera. ¿Qué se creía?
-La espada que llevo conmigo era la espada de mi padre.- comenté, echando un breve vistazo a la misma. -Me fue entregada por uno de mis tíos antes de emprender este viaje… es un recuerdo que me queda de él, pero cuando la empuño no solo le siento a él, siento algo más…- Recordé aquella sensación en el bosque, como si la espada se convirtiera en una extensión mía, como si recordara de alguna manera exactamente qué había hecho anteriormente con ella a pesar de que nunca antes la había empuñado. -Para mi es un honor llevarla conmigo y ciertamente no creo que sea de madera.- Refunfuñé, me puse de pie y volví a colocarla debajo de mi capucha.
-Saldré a tomar aire.- Lancé una breve mirada hacia él y salí sin esperar respuesta. La noche estaba bastante avanzada, caminé sobre las rocas que rodeaban el río y me dirigí a un grupo de árboles. Aún sentía la necesidad de escaparme de él, como si temiera que se percatara de la manera en que me alteraba. Me apoyé en un tronco que me cubría con sus ondulantes ramas y observé el paisaje nocturno un rato. Repentinamente me atenazó de nuevo aquel nudo en las entrañas, tenía un mal presentimiento.
Dirigí mi mirada hacia más allá de la cascada y me pareció ver múltiples sombras desplazarse en dirección a ella. Un vistazo rápido que redirigí al escondite natural y pude avistar otras más que sigilosas pero rápidas estaban a punto de escabullirse detrás de la cortina de agua. El corazón me dio un vuelco. Depredadores… lobos, coyotes, chacales… parecían animales salvajes pero no lo eran. Sus ojos brillaban en la oscuridad y sus colmillos blancos contrastaban con los rayos lunares. ¿Cambiaformas? Lo parecían pero había algo maligno en ellos, como si de alguna forma hubieran sido alterados, incrementando su tamaño y su fuerza y tornándolos en algo demoníaco.
Niels. Fue lo único en lo que pensé mientras regresaba, saltando sobre las piedras y corriendo hacia la entrada de la gruta con la espada en mano. Entrando en ella corté de un tajo a uno de los intrusos mientras buscaba al vikingo frenéticamente con la mirada. -¡Niels!- Un par de depredadores se abalanzó sobre mi, apenas alcancé a esquivar la mordida de uno de ellos antes de rechazarle con la espada. El otro se mantenía a cierta distancia calculando la manera de saltarme encima. -¡Niels!- Mi espada golpeó otra vez la carne enemiga mientras intentaba abrirme paso entre ella para encontrarle.
Lentamente abrí los ojos, regresé a la entrada rocosa y asomé apenas mi cabeza para asegurarme de que seguía en la cascada. Apenas alcancé a verle pero noté que continuaba dándose un baño; exhalé largamente, no tenía idea de cómo se había tomado mis palabras.
Me quité su camisola con algo de reticencia y la coloqué frente al fuego de la hoguera para que se secara. Me vestí nuevamente con mi propia ropa percatándome de que me gustaba más el abrigo de la suya y me tumbé sobre las pieles, viendo hacia la pared de roca. Al cabo de unos minutos escuché sus pasos. Mi corazón era insufrible, se le estaba volviendo costumbre latir con ímpetu cada vez que el vikingo andaba cerca y así lo hacía ahora mientras él se movía, las palpitaciones alcanzaban mis orejas con tanta fuerza que sería un milagro si él no lo percibía. Afortunadamente no tardó en encontrar algún lugar adonde quedarse quieto por lo que permanecí en silencio fingiendo dormir.
Al cabo de unos minutos giré hacia el lado contrario, buscándolo con la mirada. Estaba sentado frente a la hoguera, con aire pensativo. -Aún puedes regresar sobre tus pasos, no tienes que acompañarme hasta Paris por algún sentido del deber.- Me tumbé boca arriba, una tenue franja de descontento se dibujó en mi frente. Me fastidiaba que me hubiera llamado niña con espada de madera. ¿Qué se creía?
-La espada que llevo conmigo era la espada de mi padre.- comenté, echando un breve vistazo a la misma. -Me fue entregada por uno de mis tíos antes de emprender este viaje… es un recuerdo que me queda de él, pero cuando la empuño no solo le siento a él, siento algo más…- Recordé aquella sensación en el bosque, como si la espada se convirtiera en una extensión mía, como si recordara de alguna manera exactamente qué había hecho anteriormente con ella a pesar de que nunca antes la había empuñado. -Para mi es un honor llevarla conmigo y ciertamente no creo que sea de madera.- Refunfuñé, me puse de pie y volví a colocarla debajo de mi capucha.
-Saldré a tomar aire.- Lancé una breve mirada hacia él y salí sin esperar respuesta. La noche estaba bastante avanzada, caminé sobre las rocas que rodeaban el río y me dirigí a un grupo de árboles. Aún sentía la necesidad de escaparme de él, como si temiera que se percatara de la manera en que me alteraba. Me apoyé en un tronco que me cubría con sus ondulantes ramas y observé el paisaje nocturno un rato. Repentinamente me atenazó de nuevo aquel nudo en las entrañas, tenía un mal presentimiento.
Dirigí mi mirada hacia más allá de la cascada y me pareció ver múltiples sombras desplazarse en dirección a ella. Un vistazo rápido que redirigí al escondite natural y pude avistar otras más que sigilosas pero rápidas estaban a punto de escabullirse detrás de la cortina de agua. El corazón me dio un vuelco. Depredadores… lobos, coyotes, chacales… parecían animales salvajes pero no lo eran. Sus ojos brillaban en la oscuridad y sus colmillos blancos contrastaban con los rayos lunares. ¿Cambiaformas? Lo parecían pero había algo maligno en ellos, como si de alguna forma hubieran sido alterados, incrementando su tamaño y su fuerza y tornándolos en algo demoníaco.
Niels. Fue lo único en lo que pensé mientras regresaba, saltando sobre las piedras y corriendo hacia la entrada de la gruta con la espada en mano. Entrando en ella corté de un tajo a uno de los intrusos mientras buscaba al vikingo frenéticamente con la mirada. -¡Niels!- Un par de depredadores se abalanzó sobre mi, apenas alcancé a esquivar la mordida de uno de ellos antes de rechazarle con la espada. El otro se mantenía a cierta distancia calculando la manera de saltarme encima. -¡Niels!- Mi espada golpeó otra vez la carne enemiga mientras intentaba abrirme paso entre ella para encontrarle.
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
La voz de Devon me hizo girarme en su dirección, seguía tumbada sobre mis pieles, aunque ahora me enfrentaba la mirada ofendida.
¿Ofendida? Era yo el que me había quedado a medias, esto era el mundo al revés. Escuché sus palabras dejando que el aire saliera de mi de forma pesada, no pude evitar fruncir el ceño y tensar mi rostro cuando mis ojos se centraron en sus pardos de forma desafiante.
-¿Tengo pinta de ser un caballero? Espera no respondas, yo lo haré por ti -hice una mínima pausa para fingir pensar, para solamente tomar impulso y continuar -No, no soy un caballero que se vea en la necesidad de acompañaros a París por ningún absurdo sentido del deber.
Dejé escapar una risa irónica desviando por un instante mis ojos al fuego y lanzando a este un madero con una indiferencia que por supuesto no sentía.
-De ser un caballero no me hubiera quedado a medias ahí abajo, pues os hubierais entregado a mi sin dudarlo. Mas no, soy un bárbaro, un vikingo que no puede prometeros nada, mas al menos no soy un mentiroso.
Estaba cabreado, quizás me estaba pasando, pero...enredé mis dedos en el pelo desesperado dejando escapar así parte de mi rabia contenida.
-¿la espada de vuestro padre decís? Y crieis que eso os va a salvar la vida pequeña niña. No Devon, tendréis que aprender a esgrimirla, tendréis que aprender a luchar si deseáis de verdad ocupar vuestro lugar entre esos hombres que portan armadura y a los que adoráis.
Yo nunca seré uno de esos hombres, tenerlo claro, no porque no tenga honor, ni valía, si no porque soy fuego y no me contengo.
Me lacé para acercarme a ella, enfrentarla de mas cerca, dejar que pudiera contemplar en mis ojos la impotencia que sentía en ese momento.
-Me malinterpretáis, nunca dije que vuestra espada fuera de madera ni que no seáis capaz de sentir cuando en vuestras manso se encuentra.
Lo que digo es que no estas preparada para sostenerla y me da igual que mis palabras te lleven a un ataque de rabia infantil y sin sentido, no eres una guerrera.
Ambos gruñimos frente al rostro del otro, ardíamos como en las aguas de aquel gélido rio, mas ahora lo que nos incendiaba era una ardua discursion que no amainaba, nuestras respiraciones entrechocaban con violencia.
“Saldré a tomar el aire” fue cuanto dijo antes de alzarse y dejarme solo.
Gruñí fruto de la rabia dejándome caer sobre mis propias pieles y desvié mis ojos hacia el maldito fuego que ahora parecía arder casi tanto como nosotros.
No se el tempo que paso, mas fueron unos gruñidos y unos pasos acelerados en mi dirección lo que me pusieron en alerta y en pie, desenvaine sendas espadas al escuchar mi nombre pronunciado por sus labios y preocupado por el nuevo lio que parecía acecharla corrí hacia la entrada de la gruta dispuesto a encarar a esas bestias que ahora se mostraban frente a mis ojos.
Devon sangraba, había recibido un mordisco, pronto alcancé su posición colocándome frente a ella para cubrirla con mi cuerpo, aquellos seres parecían Huargos.
Dos tajos bastaron para derribar al primero de ellos que se abalanzó de frente en nuestra dirección, el resto de la manada, otros cuatro nos rodeaban como buenos depredadores tratando de buscar el mejor hueco para atacarnos.
Gruñí desafiante mirándolos, no iba a perder ante cuatro chuchos malolientes por muy grandes e invencibles que pareciesen.
-Corre hasta el fuego y quédate ahí, cubriré tu retirada -le pedí esperando que por una vez obedeciera y no debatiera mis palabras.
¿Ofendida? Era yo el que me había quedado a medias, esto era el mundo al revés. Escuché sus palabras dejando que el aire saliera de mi de forma pesada, no pude evitar fruncir el ceño y tensar mi rostro cuando mis ojos se centraron en sus pardos de forma desafiante.
-¿Tengo pinta de ser un caballero? Espera no respondas, yo lo haré por ti -hice una mínima pausa para fingir pensar, para solamente tomar impulso y continuar -No, no soy un caballero que se vea en la necesidad de acompañaros a París por ningún absurdo sentido del deber.
Dejé escapar una risa irónica desviando por un instante mis ojos al fuego y lanzando a este un madero con una indiferencia que por supuesto no sentía.
-De ser un caballero no me hubiera quedado a medias ahí abajo, pues os hubierais entregado a mi sin dudarlo. Mas no, soy un bárbaro, un vikingo que no puede prometeros nada, mas al menos no soy un mentiroso.
Estaba cabreado, quizás me estaba pasando, pero...enredé mis dedos en el pelo desesperado dejando escapar así parte de mi rabia contenida.
-¿la espada de vuestro padre decís? Y crieis que eso os va a salvar la vida pequeña niña. No Devon, tendréis que aprender a esgrimirla, tendréis que aprender a luchar si deseáis de verdad ocupar vuestro lugar entre esos hombres que portan armadura y a los que adoráis.
Yo nunca seré uno de esos hombres, tenerlo claro, no porque no tenga honor, ni valía, si no porque soy fuego y no me contengo.
Me lacé para acercarme a ella, enfrentarla de mas cerca, dejar que pudiera contemplar en mis ojos la impotencia que sentía en ese momento.
-Me malinterpretáis, nunca dije que vuestra espada fuera de madera ni que no seáis capaz de sentir cuando en vuestras manso se encuentra.
Lo que digo es que no estas preparada para sostenerla y me da igual que mis palabras te lleven a un ataque de rabia infantil y sin sentido, no eres una guerrera.
Ambos gruñimos frente al rostro del otro, ardíamos como en las aguas de aquel gélido rio, mas ahora lo que nos incendiaba era una ardua discursion que no amainaba, nuestras respiraciones entrechocaban con violencia.
“Saldré a tomar el aire” fue cuanto dijo antes de alzarse y dejarme solo.
Gruñí fruto de la rabia dejándome caer sobre mis propias pieles y desvié mis ojos hacia el maldito fuego que ahora parecía arder casi tanto como nosotros.
No se el tempo que paso, mas fueron unos gruñidos y unos pasos acelerados en mi dirección lo que me pusieron en alerta y en pie, desenvaine sendas espadas al escuchar mi nombre pronunciado por sus labios y preocupado por el nuevo lio que parecía acecharla corrí hacia la entrada de la gruta dispuesto a encarar a esas bestias que ahora se mostraban frente a mis ojos.
Devon sangraba, había recibido un mordisco, pronto alcancé su posición colocándome frente a ella para cubrirla con mi cuerpo, aquellos seres parecían Huargos.
Dos tajos bastaron para derribar al primero de ellos que se abalanzó de frente en nuestra dirección, el resto de la manada, otros cuatro nos rodeaban como buenos depredadores tratando de buscar el mejor hueco para atacarnos.
Gruñí desafiante mirándolos, no iba a perder ante cuatro chuchos malolientes por muy grandes e invencibles que pareciesen.
-Corre hasta el fuego y quédate ahí, cubriré tu retirada -le pedí esperando que por una vez obedeciera y no debatiera mis palabras.
Última edición por Niels Cannif-Cavey el Miér Mar 22, 2017 8:13 am, editado 1 vez
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
El alma me regresó al cuerpo cuando vi a Niels apareciendo a unos pasos de distancia para abrirse paso con ambas gemelas en las manos. No sé que había pensado que le sucedería cuando vi a esos animales entrar en la gruta. La situación no era nada favorecedora sin embargo, mi hombro sangraba aunque apenas lo notaba, me concentraba en repeler un nuevo ataque de parte de las fauces de otro de esos feroces animales. Pronto un pequeño grupo se fue colocando en círculo alrededor nuestro acechándonos con sus largas garras y afilados colmillos, el fuego de la hoguera acrecentaba el brillo de sus miradas demoníacas.
Niels se detuvo frente a mi, indicándome que corriera hacia el fuego. Por unos segundos mi mirada se cruzó con la de él, no quería dejarlo y correr, pero él sabía lo que hacía y ya había confiado antes en él. Asentí y corrí hacia la hoguera, desde allí lo observé. Sus gemelas parecían extensiones de él mismo, ágiles se desplazaban en el aire antes de cortar de un tajo a otra más de las bestias.
Sin embargo en ese momento vi a una quinta bestia que caminaba en una saliente de la pared rocosa por encima de él. Estaba detrás por lo que mientras Niels se encargaba de los huargos que volvían a saltar en su dirección desde adelante no tenía forma de percatarse de la amenaza. Corrí de regreso sin pensarlo dos veces, el animal saltó y justo cuando lo hizo me lancé sobre este, mi espada le lastimó pero no lo suficiente.
Escuché un gruñido bestial, juntos rodamos por el suelo. Las fauces enormes se cernían sobre mi, sus garras rasguñaron mi piel, atravesando el vestido y haciéndome aullar de dolor. Mi espada cayó sobre el suelo, extendí los dedos para alcanzar una roca y golpear su cabeza. Escuché un crujido proveniente de su cráneo cuando cayó a un lado pero el animal era resistente, volvió a saltar sobre mi. Esta vez saqué un pequeño cuchillo que traía conmigo y lo dirigí hacia su cuello adonde lo enterré, un chorro de sangre brotó de esa zona, el peso del animal cayó sobre mi, aplastándome con tal violencia que por un momento perdí la capacidad de respirar.
No sé cuantos minutos estuve inmovilizada, pero al volver en mi empujé al animal. Me levanté aturdida, recuperé mi espada y corrí hacia la hoguera. Niels se estaba haciendo cargo de los otros huargos. Mientras él los mantenía ocupados dejándome el paso libre corrí hacia el caballo y trepé sobre él. Más bestias se aproximaban, podía verlas desplazarse a la entrada de la gruta. Apremié al rayo rojo a moverse con celeridad, este me comprendió a la perfección y se lanzó a la carrera pero le hice desviarse hacia el joven en lugar de seguir directo hacia la entrada. Esquivamos diversas mordidas que se dirigían a las patas del corcel y nos detuvimos al lado del vikingo cuyo rostro ahora estaba cubierto por la sangre de animales que yacían en el suelo.
-¡Niels no saldré de esta gruta si no me acompañas!- Mi respiración hacia subir y bajar mi pecho con violencia. Escuchaba los gruñidos a nuestro alrededor, nos jugaríamos el todo para intentar llegar a la entrada confiando en la simple agilidad del corcel para evadir a las bestias si él trepaba sobre la montura pero de ninguna manera lo iba a dejar atrás. -¡Niels!-
Niels se detuvo frente a mi, indicándome que corriera hacia el fuego. Por unos segundos mi mirada se cruzó con la de él, no quería dejarlo y correr, pero él sabía lo que hacía y ya había confiado antes en él. Asentí y corrí hacia la hoguera, desde allí lo observé. Sus gemelas parecían extensiones de él mismo, ágiles se desplazaban en el aire antes de cortar de un tajo a otra más de las bestias.
Sin embargo en ese momento vi a una quinta bestia que caminaba en una saliente de la pared rocosa por encima de él. Estaba detrás por lo que mientras Niels se encargaba de los huargos que volvían a saltar en su dirección desde adelante no tenía forma de percatarse de la amenaza. Corrí de regreso sin pensarlo dos veces, el animal saltó y justo cuando lo hizo me lancé sobre este, mi espada le lastimó pero no lo suficiente.
Escuché un gruñido bestial, juntos rodamos por el suelo. Las fauces enormes se cernían sobre mi, sus garras rasguñaron mi piel, atravesando el vestido y haciéndome aullar de dolor. Mi espada cayó sobre el suelo, extendí los dedos para alcanzar una roca y golpear su cabeza. Escuché un crujido proveniente de su cráneo cuando cayó a un lado pero el animal era resistente, volvió a saltar sobre mi. Esta vez saqué un pequeño cuchillo que traía conmigo y lo dirigí hacia su cuello adonde lo enterré, un chorro de sangre brotó de esa zona, el peso del animal cayó sobre mi, aplastándome con tal violencia que por un momento perdí la capacidad de respirar.
No sé cuantos minutos estuve inmovilizada, pero al volver en mi empujé al animal. Me levanté aturdida, recuperé mi espada y corrí hacia la hoguera. Niels se estaba haciendo cargo de los otros huargos. Mientras él los mantenía ocupados dejándome el paso libre corrí hacia el caballo y trepé sobre él. Más bestias se aproximaban, podía verlas desplazarse a la entrada de la gruta. Apremié al rayo rojo a moverse con celeridad, este me comprendió a la perfección y se lanzó a la carrera pero le hice desviarse hacia el joven en lugar de seguir directo hacia la entrada. Esquivamos diversas mordidas que se dirigían a las patas del corcel y nos detuvimos al lado del vikingo cuyo rostro ahora estaba cubierto por la sangre de animales que yacían en el suelo.
-¡Niels no saldré de esta gruta si no me acompañas!- Mi respiración hacia subir y bajar mi pecho con violencia. Escuchaba los gruñidos a nuestro alrededor, nos jugaríamos el todo para intentar llegar a la entrada confiando en la simple agilidad del corcel para evadir a las bestias si él trepaba sobre la montura pero de ninguna manera lo iba a dejar atrás. -¡Niels!-
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Devon hundió su mirada en la mía, suplicante le exigí que corriera, no podía ocuparme de dar muerte a esos seres y a su vez protegerla, el fuego era nuestra mejor opción, aunque algo me decía que esos seres no temían a nada.
Aliviado escuché sus pasos perderse hacia el interior de la gruta, mientras yo danzaba con los aceros sajando a seso seres cuya piel albergaba una gran dureza, costaba hundir la afilada hoja en ella.
Los cadáveres iban cayendo a mis pies, mas otros los sustituían, gruñidos que cada vez me asediaban mas cerca, mi hoja ensangrentada con la vitae de las bestias goteaba sobre la tierra. Duelo de titanes, ellos por darle caza yo por protegerla.
Desconocía que la seguía, mas fuere lo que fuere, albergaba un gran riesgo ir con ella.
Fue entonces cuando oí a Devon gemir a mis espaldas, al parecer la muy testaruda me había desobedecido encarándose con una de los “demonios” que nos acechaban con los ojos rojos y hambrientos.
Traté de abrirme paso entre ellos para socorrerla, las gemelas giraban junto a mis muñecas con certeros movimientos que hirieron y mataron a muchos de ellos ,acero que hacia rugir al trueno, mas tal y como uno caía dos se alzaban de nuevo.
Parecía que era un ejercito mas que una manada, pues no dejaban de entrar por la boca de la cueva.
No saldríamos de allí vivos, arrinconandonos hacia el interior de la gruta solo encontraríamos devastación, eran demasiados
Mis ojos buscaron a Devon, por suerte había logrado matar a su oponente, estaba ensangrentada, jadeaba y por un momento aprecié como se tambaleaba, mas aun así alcanzo al caballo y juntos volvieron a mi posición.
No estaba dispuesta a abandonarme, perfecto, tampoco yo a ella. Tomé su mano cuando paso por mi lado y gritó mi nombre. Un salto basto para encalomarme tras ella y rodeando con mis manos su cintura lleve los dedos a las crines enredándola en estas para espolearlo y que corriera mas deprisa, en su carrera estaba nuestra vida o muerte, era evidente.
-Devon aguanta -susurré entre jadeos moviendo el pelo que cubría su oído con mi aliento.
Una de mis manos buscaron la herida que portaba debajo de su pecho, un zarpazo que no pintaba nada bien y por el que sangraba con abundancia, mas no era el único, su hombro también estaba herido por un buen mordisco.
Maldije en mi idioma al sentir como su cuerpo cedía entre mis brazos, gruñí apretando las piernas con fuerza alrededor del lomo del caballo y dándole patadas en los costados, hice que corriera aun mas deprisa.
-Devon no me dejes, quédate conmigo -susurré desesperado sintiendo la sangre caliente escaparse entre mis dedos al ritmo que lo hacia su vida.
Un pequeño paso era nuestra mejor opción, allí seria complicado que nos siguieran o al menos mas fácil que perdieran nuestro rastro. Así que me metí entre las altas malezas, zarzas cortaron en mas de una ocasión las patas del corcel y las mías propias al tratar de abrirme paso entre ellas, mas esto los contendría y Devon necesitaba urgentes cuidados.
La bajé en una de las cornisas de la montaña alborea, ligeramente a cubierto por el saliente, mas no lo suficiente para protegerla de todas la inclemencias, le tire mis pieles por encima para que no perdiera mas calor y con rapidez prendí una hoguera.
-Vamos pequeña, mírame, no te duermas -susurré haciendo chispas con la yesca y el pedernal -vamos, a mi nadie me deja a medias, me debes un polvo, así que despierta.
La vi sonreír ligeramente mientras corría de nuevo a su encuentro.
-Voy a hacerte una transfusión de sangre, pero primero he de cerrar esas heridas, las cauterizaré pero va a doler.
Tomé la bota de vino que la amable pueblerina nos había puesto en las provisiones junto a la comida y la abrí para llevarla a sus labios.
Devon hizo una mueca, estaba claro que no le gustaba su sabor, mas..era lo mejor
-Bebe -calmará tu dolor.
Volví frente al fuego, apoye mi daga sobre una piedra, dejando que el acero se fuera calentando y regresé con la dama.
-Bebe mas, prometo no aprovecharme de ti borracha -bromeé empinandole la bota para hacerla beber.
No tenia fuerzas ni para eso, fruncí el ceño y busque a mi alrededor, conocía unas plantas que crecían por estos lares y de encontrarlas la colocarían al instante.
-Ahora vengo -susurré escapando de su lado corriendo.
Regrese poco después masticando una hoja, me aturdió, mas estaba acostumbrado a tomarlas, así que conmigo el efecto era significativamente menor.
-Toma pequeña -susurré sacando la pasta de mis labios para metersela en la boca -no tiene buen sabor, pero tragalo, en un rato te sentirás en el Valhalla bromeé acariciando su rostro mientras esta obedecía y tragaba.
Volví al fuego, el acero al rojo vivo, lo tome por le mango para regresar junto a Devon que reía colocada, sin enterarse de nada.
Metí un pañuelo para que no se mordiera la lengua en su boca y sin pensármelo dos veces llevé la hoja a su piel quemandola.
Un alarido de dolor escapo de sus labios mientras incorporaba ligeramente su pecho para caer de nuevo con la frente empapada en sudor, de nuevo risas, al menos las hojas funcionaban.
La acaricié despacio, la herida de su hombro había cerrado, me faltaba la del pecho.
Abrí su camisa, sus pechos quedaron al descubierto, los mismos que había tomado bajo esa cascada y que ahora apartaba para ver bien la herida.
La desinfecté con un poco de alcohol y de nuevo lleve la incandescente hoja de la daga a su piel quemandola de nuevo.
-Shhhhh -susurré cuando esta volvió a gritar para perderse en mis brazos, la sostuve apartando el sudor frió que recorría su frente.
-Ya esta, lo peor ha pasado.
Aliviado escuché sus pasos perderse hacia el interior de la gruta, mientras yo danzaba con los aceros sajando a seso seres cuya piel albergaba una gran dureza, costaba hundir la afilada hoja en ella.
Los cadáveres iban cayendo a mis pies, mas otros los sustituían, gruñidos que cada vez me asediaban mas cerca, mi hoja ensangrentada con la vitae de las bestias goteaba sobre la tierra. Duelo de titanes, ellos por darle caza yo por protegerla.
Desconocía que la seguía, mas fuere lo que fuere, albergaba un gran riesgo ir con ella.
Fue entonces cuando oí a Devon gemir a mis espaldas, al parecer la muy testaruda me había desobedecido encarándose con una de los “demonios” que nos acechaban con los ojos rojos y hambrientos.
Traté de abrirme paso entre ellos para socorrerla, las gemelas giraban junto a mis muñecas con certeros movimientos que hirieron y mataron a muchos de ellos ,acero que hacia rugir al trueno, mas tal y como uno caía dos se alzaban de nuevo.
Parecía que era un ejercito mas que una manada, pues no dejaban de entrar por la boca de la cueva.
No saldríamos de allí vivos, arrinconandonos hacia el interior de la gruta solo encontraríamos devastación, eran demasiados
Mis ojos buscaron a Devon, por suerte había logrado matar a su oponente, estaba ensangrentada, jadeaba y por un momento aprecié como se tambaleaba, mas aun así alcanzo al caballo y juntos volvieron a mi posición.
No estaba dispuesta a abandonarme, perfecto, tampoco yo a ella. Tomé su mano cuando paso por mi lado y gritó mi nombre. Un salto basto para encalomarme tras ella y rodeando con mis manos su cintura lleve los dedos a las crines enredándola en estas para espolearlo y que corriera mas deprisa, en su carrera estaba nuestra vida o muerte, era evidente.
-Devon aguanta -susurré entre jadeos moviendo el pelo que cubría su oído con mi aliento.
Una de mis manos buscaron la herida que portaba debajo de su pecho, un zarpazo que no pintaba nada bien y por el que sangraba con abundancia, mas no era el único, su hombro también estaba herido por un buen mordisco.
Maldije en mi idioma al sentir como su cuerpo cedía entre mis brazos, gruñí apretando las piernas con fuerza alrededor del lomo del caballo y dándole patadas en los costados, hice que corriera aun mas deprisa.
-Devon no me dejes, quédate conmigo -susurré desesperado sintiendo la sangre caliente escaparse entre mis dedos al ritmo que lo hacia su vida.
Un pequeño paso era nuestra mejor opción, allí seria complicado que nos siguieran o al menos mas fácil que perdieran nuestro rastro. Así que me metí entre las altas malezas, zarzas cortaron en mas de una ocasión las patas del corcel y las mías propias al tratar de abrirme paso entre ellas, mas esto los contendría y Devon necesitaba urgentes cuidados.
La bajé en una de las cornisas de la montaña alborea, ligeramente a cubierto por el saliente, mas no lo suficiente para protegerla de todas la inclemencias, le tire mis pieles por encima para que no perdiera mas calor y con rapidez prendí una hoguera.
-Vamos pequeña, mírame, no te duermas -susurré haciendo chispas con la yesca y el pedernal -vamos, a mi nadie me deja a medias, me debes un polvo, así que despierta.
La vi sonreír ligeramente mientras corría de nuevo a su encuentro.
-Voy a hacerte una transfusión de sangre, pero primero he de cerrar esas heridas, las cauterizaré pero va a doler.
Tomé la bota de vino que la amable pueblerina nos había puesto en las provisiones junto a la comida y la abrí para llevarla a sus labios.
Devon hizo una mueca, estaba claro que no le gustaba su sabor, mas..era lo mejor
-Bebe -calmará tu dolor.
Volví frente al fuego, apoye mi daga sobre una piedra, dejando que el acero se fuera calentando y regresé con la dama.
-Bebe mas, prometo no aprovecharme de ti borracha -bromeé empinandole la bota para hacerla beber.
No tenia fuerzas ni para eso, fruncí el ceño y busque a mi alrededor, conocía unas plantas que crecían por estos lares y de encontrarlas la colocarían al instante.
-Ahora vengo -susurré escapando de su lado corriendo.
Regrese poco después masticando una hoja, me aturdió, mas estaba acostumbrado a tomarlas, así que conmigo el efecto era significativamente menor.
-Toma pequeña -susurré sacando la pasta de mis labios para metersela en la boca -no tiene buen sabor, pero tragalo, en un rato te sentirás en el Valhalla bromeé acariciando su rostro mientras esta obedecía y tragaba.
Volví al fuego, el acero al rojo vivo, lo tome por le mango para regresar junto a Devon que reía colocada, sin enterarse de nada.
Metí un pañuelo para que no se mordiera la lengua en su boca y sin pensármelo dos veces llevé la hoja a su piel quemandola.
Un alarido de dolor escapo de sus labios mientras incorporaba ligeramente su pecho para caer de nuevo con la frente empapada en sudor, de nuevo risas, al menos las hojas funcionaban.
La acaricié despacio, la herida de su hombro había cerrado, me faltaba la del pecho.
Abrí su camisa, sus pechos quedaron al descubierto, los mismos que había tomado bajo esa cascada y que ahora apartaba para ver bien la herida.
La desinfecté con un poco de alcohol y de nuevo lleve la incandescente hoja de la daga a su piel quemandola de nuevo.
-Shhhhh -susurré cuando esta volvió a gritar para perderse en mis brazos, la sostuve apartando el sudor frió que recorría su frente.
-Ya esta, lo peor ha pasado.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Todo sucedió con tanta rapidez que en su momento no reparé en el alcance de mis heridas. Niels subió al caballo, zig zageamos entre las bestias abandonando la gruta pero al parecer eso no era suficiente para desorientar a los entes. Aún nos perseguían, sabía que el peligro nos tocaba los talones, que cualquier segundo podríamos caer, pero una nube de somnolencia se apropió de mi. Me costaba mantenerme despierta, mis párpados se tornaban pesados, la voz del vikingo sonaba lejana, aunque realicé un esfuerzo sobrehumano para concentrarme en ella y aferrarme a su sonido para mantenerme consciente.
No tuve idea de cuanto tiempo transcurrió o de cómo los brazos de mi acompañante volvieron a depositarme sobre las pieles. Lo veía correr de un lado al otro dándome indicaciones, bromeaba y parecía preocupado por mi. Bebí el alcohol que me ponía por delante, no supe ni qué fue la pasta esa verde que me dijo que tragara. Al hacerlo el mundo adquirió color, comencé a notar los colores brillantes de la montaña aún en la oscuridad de la noche, la forma en que los rayos de la luna danzaban a nuestro alrededor, pequeños insectos que zumbaban y batían sus alas alrededor mío, incluso las flamas de la hoguera danzaban, por momentos se acercaban de golpe y saltaban de un lado a otro entre los mosquitos y las luciérnagas haciéndome reír. Era fascinante.
Un repentino y violento ardor en mi hombro me hizo gritar pero me olvidé de ello al caer sobre las pieles. La luna me estaba haciendo guiños y me señalaba al vikingo, creo que me reprochaba por haberle dicho que no en la cascada. Niels se acercó de nuevo y esta vez sentí una quemadura terrible en mi costado. Volví a gritar y me derrumbé en sus brazos. Al parecer estuve ida un rato, quién sabe.
Me eché a reír al volver en mi, procuré enfocar la mirada y noté una luciérnaga sobre la nariz masculina. -Tienes una nariz bastante atractiva.- Toqué su nariz con la punta de mi dedo lo cual provocó que el bichillo de luz volara y yo me muriera de risa. Contemplé sus esmeraldas, hermosas, atractivas e intensas me miraban. -No se vale mirarme así.- Me sentía expuesta bajo su mirada, el pulso me martilleaba, era como si pudiera leer a través de mi. Temblaba de frío mientras sus brazos me sostenían firme y suavemente.
Presa de un impulso le eché los brazos al cuello y suavemente me pegué contra él buscando el calor de su cuerpo. Mis pechos descubiertos rozaron el suyo y me estremecí bajo el sutil contacto. -No te alejes… por favor...- pedí sin dejar de buscar sus esmeraldas. No quería que se fuera, aunque le hubiera dicho lo contrario en la cueva, aunque me hubiera escapado de él en la cascada. Apretados el uno contra el otro sentía como su corazón latía, como su cuerpo me abrigaba más que las pieles sobre las que descansaba y tan solo quería sentirme protegida de esa forma, permanecer así contra él.
-No es cierto que me hubiera entregado a cualquier caballero bajo la cascada.- No quería que tuviera esa idea, ni que pensara que me daba igual. La luna tenía razón, lo había tratado mal. Mantuve mis ojos en los suyos, podía sentir su aliento cálido cerca de mis labios, sus manos en mi espalda, sus dedos presionando mi camisa. El dulce anhelo de él me quemaba desde adentro como nunca nada lo había hecho. -Nunca deseé a ningún caballero… solo tú me has gustado…-
No tuve idea de cuanto tiempo transcurrió o de cómo los brazos de mi acompañante volvieron a depositarme sobre las pieles. Lo veía correr de un lado al otro dándome indicaciones, bromeaba y parecía preocupado por mi. Bebí el alcohol que me ponía por delante, no supe ni qué fue la pasta esa verde que me dijo que tragara. Al hacerlo el mundo adquirió color, comencé a notar los colores brillantes de la montaña aún en la oscuridad de la noche, la forma en que los rayos de la luna danzaban a nuestro alrededor, pequeños insectos que zumbaban y batían sus alas alrededor mío, incluso las flamas de la hoguera danzaban, por momentos se acercaban de golpe y saltaban de un lado a otro entre los mosquitos y las luciérnagas haciéndome reír. Era fascinante.
Un repentino y violento ardor en mi hombro me hizo gritar pero me olvidé de ello al caer sobre las pieles. La luna me estaba haciendo guiños y me señalaba al vikingo, creo que me reprochaba por haberle dicho que no en la cascada. Niels se acercó de nuevo y esta vez sentí una quemadura terrible en mi costado. Volví a gritar y me derrumbé en sus brazos. Al parecer estuve ida un rato, quién sabe.
Me eché a reír al volver en mi, procuré enfocar la mirada y noté una luciérnaga sobre la nariz masculina. -Tienes una nariz bastante atractiva.- Toqué su nariz con la punta de mi dedo lo cual provocó que el bichillo de luz volara y yo me muriera de risa. Contemplé sus esmeraldas, hermosas, atractivas e intensas me miraban. -No se vale mirarme así.- Me sentía expuesta bajo su mirada, el pulso me martilleaba, era como si pudiera leer a través de mi. Temblaba de frío mientras sus brazos me sostenían firme y suavemente.
Presa de un impulso le eché los brazos al cuello y suavemente me pegué contra él buscando el calor de su cuerpo. Mis pechos descubiertos rozaron el suyo y me estremecí bajo el sutil contacto. -No te alejes… por favor...- pedí sin dejar de buscar sus esmeraldas. No quería que se fuera, aunque le hubiera dicho lo contrario en la cueva, aunque me hubiera escapado de él en la cascada. Apretados el uno contra el otro sentía como su corazón latía, como su cuerpo me abrigaba más que las pieles sobre las que descansaba y tan solo quería sentirme protegida de esa forma, permanecer así contra él.
-No es cierto que me hubiera entregado a cualquier caballero bajo la cascada.- No quería que tuviera esa idea, ni que pensara que me daba igual. La luna tenía razón, lo había tratado mal. Mantuve mis ojos en los suyos, podía sentir su aliento cálido cerca de mis labios, sus manos en mi espalda, sus dedos presionando mi camisa. El dulce anhelo de él me quemaba desde adentro como nunca nada lo había hecho. -Nunca deseé a ningún caballero… solo tú me has gustado…-
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Re: Friend or foe? [privado] [+18]
No pude evitar echarme a reír cuando toco mi nariz diciendo que era muy atractiva. Negué, llevaba un buen colocon, algo que le ayudaría a soportar el dolor, su risa era contagiosa, aparté el pelo de su rostro admirando esos ojos pardos ahora dilatados que se centraban en mis esmeraldas como si pudiera ver un mundo a través de ellas. No lo dudaba, quizás veía gnomos, magia.
Sus brazos se lanzaron contra mi cuello, rodeándolo, nuestros alientos volvieron a chocar como lo hicieron bajo las gélidas aguas de esa cascada, pecho desnudo que incendiaba el mio, entreabrí la boca acogiendo la calidez de sus palabras.
-No te soltaré -susurré -mientras nuestra nariz se rozaba en un baile de miradas que desataban la tormenta sin palabras.
Con mi cuerpo la empujé sobre las pieles, seguíamos pegados desafiándonos, rozando cuanto apenas nuestros labios con cada palabra, mi pecho sobre el suyo en un eterno sube y baja.
-Lo se, estaba enfadado, tenia, tengo ganas y no me gusta que me dejen a medias -susurré intentando que comprendiera que mis palabras habían sido fruto de una rabieta.
Llevé mis labios a la comisura de los suyos para depositar un beso en ellos, había elegido sobria huir de mi, no la culpaba, posiblemente era la decisión mas sabia, ahora colocada no iba a aprovecharme de ella, Era muchas cosas, y una de ellas no era un caballero, pero tampoco un hombre con necesidad de forzar a una mujer.
Sus dedos arrugaban mi camisa, atrayéndome, impidiendo que me apartara, nuestra nariz volvió a rozarse, como si alejarnos quemara. Jadeé contra sus labios, deseaba tomarlos ¿que me lo impedía cuando aseguraba desearme de igual manera?
Acorté la distancia entre nuestros labios, cálidos presione los ajenos, su boca se entreabrió dando paso a mi lengua que surco su mar en calma.
Sus dedos jugaron con mi pelo, mis dedos se perdieron por debajo de la camisa abierta que apenas escondía sus pechos.
Jadeé dejando que su respiración entrecortada acallara mis palabras, esas que no pronuncié pero que me hacían vivir en un quizás.
Mis dedos surcaron su espalda, despacio, mi boca jugo a acercarse y alejarse como un barco buscando puerto, lenguas de fuego que apenas se acariciaban buscando el deshielo.
-¿estas segura de esto? -pregunté con la respiración entrecortada.
Como estarlo, si estaba demasiado colocada para de estarlo ser cierto.
-Quizás es mejor que descansemos, susurré sin poder apartar mi cuerpo del ajeno -nos siguen esas bestias y aunque les he dado esquinazo, encontraran el rastro tarde o temprano.
Sus brazos se lanzaron contra mi cuello, rodeándolo, nuestros alientos volvieron a chocar como lo hicieron bajo las gélidas aguas de esa cascada, pecho desnudo que incendiaba el mio, entreabrí la boca acogiendo la calidez de sus palabras.
-No te soltaré -susurré -mientras nuestra nariz se rozaba en un baile de miradas que desataban la tormenta sin palabras.
Con mi cuerpo la empujé sobre las pieles, seguíamos pegados desafiándonos, rozando cuanto apenas nuestros labios con cada palabra, mi pecho sobre el suyo en un eterno sube y baja.
-Lo se, estaba enfadado, tenia, tengo ganas y no me gusta que me dejen a medias -susurré intentando que comprendiera que mis palabras habían sido fruto de una rabieta.
Llevé mis labios a la comisura de los suyos para depositar un beso en ellos, había elegido sobria huir de mi, no la culpaba, posiblemente era la decisión mas sabia, ahora colocada no iba a aprovecharme de ella, Era muchas cosas, y una de ellas no era un caballero, pero tampoco un hombre con necesidad de forzar a una mujer.
Sus dedos arrugaban mi camisa, atrayéndome, impidiendo que me apartara, nuestra nariz volvió a rozarse, como si alejarnos quemara. Jadeé contra sus labios, deseaba tomarlos ¿que me lo impedía cuando aseguraba desearme de igual manera?
Acorté la distancia entre nuestros labios, cálidos presione los ajenos, su boca se entreabrió dando paso a mi lengua que surco su mar en calma.
Sus dedos jugaron con mi pelo, mis dedos se perdieron por debajo de la camisa abierta que apenas escondía sus pechos.
Jadeé dejando que su respiración entrecortada acallara mis palabras, esas que no pronuncié pero que me hacían vivir en un quizás.
Mis dedos surcaron su espalda, despacio, mi boca jugo a acercarse y alejarse como un barco buscando puerto, lenguas de fuego que apenas se acariciaban buscando el deshielo.
-¿estas segura de esto? -pregunté con la respiración entrecortada.
Como estarlo, si estaba demasiado colocada para de estarlo ser cierto.
-Quizás es mejor que descansemos, susurré sin poder apartar mi cuerpo del ajeno -nos siguen esas bestias y aunque les he dado esquinazo, encontraran el rastro tarde o temprano.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Volví a reir cuando me empujó sobre las pieles, me sentía en las nubes, los pequeños insectos continuaban su danza y a ellos se unían diminutas hadas que se entremezclaban con las llamas de la hoguera y que se entretenían dejando estelas de luz a nuestro alrededor. Mis brazos no se apartaron de él ni un centímetro, suavemente su cuerpo cayó sobre el mio, provocando un escalofrío a lo largo de mi columna vertebral. Sus manos me recorrían por debajo de la camisa rozando mi piel desnuda, despertando mi corazón que golpeaba fuerte al seguir el vaivén de su respiración agitada. Sus profundas esmeraldas refulgían al mirarme, con sus hermosos destellos dorados desafiaban el fuego de la hoguera, estremeciéndome por dentro.
-¿De dónde provienes?- Pregunté con curiosidad, adentrándome en esa mirada verde, intentando leer en ella las verdades acerca del viajero. Parecía de otro mundo, no me creía que fuera real. Las pequeñas hadas no me revelaban sus secretos, quizás lo ignoraban también. Su rostro se acercó, el roce de su nariz me hizo reir, me hacía cosquillas. Sentí su beso tibio en la comisura de mis labios y dejé de pensar… Su aliento era dulce, el roce de su mejilla, de su incipiente barba, la manera en que sus manos me tocaban, me hacía temblar.
Sus labios se acercaron, respiré profundamente y me embriagué de su olor. Entreabrí mis labios, permitiendo a su cálida lengua hundirse entre ellos, la mía le buscó con anhelo, saliendo a su encuentro para perderme en los laberintos de su boca una y otra vez. Lentamente saboreé la manera en que nuestras bocas encajaban; mi mano soltó el cuello de su camisa, mis dedos se perdieron en su suave pelo castaño, presa por primera vez de sensaciones que antes de esta noche no creí ni siquiera que pudieran existir.
Sonreí entre sus labios, su boca se alejaba y luego regresaba, envolviéndome con cada nuevo beso de fuego en medio de un temporal que se tornaba tormenta y que rechazaba la idea de que se alejara de mi. Observé a las diminutas hadas de nuevo, estas dieron algunas vueltas alrededor nuestro antes de decirme adiós y con rapidez se difuminaron junto a los pequeños insectos, alejándose para perderse en medio de la noche. Sonreí al percatarme de que ahora mi único acompañante era Niels.
-¿Quién sabe adónde estaremos mañana? - respondí cuando me preguntó si estaba segura. Mi respiración se agitó cuando habló de descansar. No, no, no. Me equivoqué en la cascada… me equivoqué porque pensé que tendríamos todo el tiempo del mundo, porque no consideré que mañana podríamos simplemente no estar. Rodeé su cuello con mis brazos, apoyando mi frente en la suya, cerrando mis ojos, todo mi cuerpo no hacía más que indicarme que no quería que se apartara, que le deseaba. -Mañana podría ser tarde, pero tú y yo estamos aquí ahora.- Mi aliento acarició el suyo, todas mis terminales nerviosas despertaron con su cercanía como nunca lo habían hecho antes de esta noche.
Abrí los ojos y sin perderme detalle de sus esmeraldas tiré de su camisa para sacársela por la cabeza, desnudando de esa forma su perfecto torso. Su visión hizo que mi corazón se saltara un latido, ahora lo miraba sin tapujos como no me había animado a hacerlo del todo en la cascada. Mi pecho subió y bajó con fuerza. Lo rodeé con mis brazos atrayéndole de vuelta hacia mi, quemándome al hacerlo, al entrar por primera vez en contacto directo con su piel. -Estoy segura Niels…-
-¿De dónde provienes?- Pregunté con curiosidad, adentrándome en esa mirada verde, intentando leer en ella las verdades acerca del viajero. Parecía de otro mundo, no me creía que fuera real. Las pequeñas hadas no me revelaban sus secretos, quizás lo ignoraban también. Su rostro se acercó, el roce de su nariz me hizo reir, me hacía cosquillas. Sentí su beso tibio en la comisura de mis labios y dejé de pensar… Su aliento era dulce, el roce de su mejilla, de su incipiente barba, la manera en que sus manos me tocaban, me hacía temblar.
Sus labios se acercaron, respiré profundamente y me embriagué de su olor. Entreabrí mis labios, permitiendo a su cálida lengua hundirse entre ellos, la mía le buscó con anhelo, saliendo a su encuentro para perderme en los laberintos de su boca una y otra vez. Lentamente saboreé la manera en que nuestras bocas encajaban; mi mano soltó el cuello de su camisa, mis dedos se perdieron en su suave pelo castaño, presa por primera vez de sensaciones que antes de esta noche no creí ni siquiera que pudieran existir.
Sonreí entre sus labios, su boca se alejaba y luego regresaba, envolviéndome con cada nuevo beso de fuego en medio de un temporal que se tornaba tormenta y que rechazaba la idea de que se alejara de mi. Observé a las diminutas hadas de nuevo, estas dieron algunas vueltas alrededor nuestro antes de decirme adiós y con rapidez se difuminaron junto a los pequeños insectos, alejándose para perderse en medio de la noche. Sonreí al percatarme de que ahora mi único acompañante era Niels.
-¿Quién sabe adónde estaremos mañana? - respondí cuando me preguntó si estaba segura. Mi respiración se agitó cuando habló de descansar. No, no, no. Me equivoqué en la cascada… me equivoqué porque pensé que tendríamos todo el tiempo del mundo, porque no consideré que mañana podríamos simplemente no estar. Rodeé su cuello con mis brazos, apoyando mi frente en la suya, cerrando mis ojos, todo mi cuerpo no hacía más que indicarme que no quería que se apartara, que le deseaba. -Mañana podría ser tarde, pero tú y yo estamos aquí ahora.- Mi aliento acarició el suyo, todas mis terminales nerviosas despertaron con su cercanía como nunca lo habían hecho antes de esta noche.
Abrí los ojos y sin perderme detalle de sus esmeraldas tiré de su camisa para sacársela por la cabeza, desnudando de esa forma su perfecto torso. Su visión hizo que mi corazón se saltara un latido, ahora lo miraba sin tapujos como no me había animado a hacerlo del todo en la cascada. Mi pecho subió y bajó con fuerza. Lo rodeé con mis brazos atrayéndole de vuelta hacia mi, quemándome al hacerlo, al entrar por primera vez en contacto directo con su piel. -Estoy segura Niels…-
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Su frente busco la mía dejando que nuestros alientos se encontraran entre esa bruma blanca que creaba el frio del espeso bosque.
Como cíclopes nuestros ojos se encontraron en un baile de miradas que decían mas que las mismas palabras. Sus manos aferraban mi camisa como yo lo hacia en cada gesta con la espada, no quería que me marchara, necesitaba mi cuerpo de abrigo y yo necesitaba el suyo de lecho.
Deje escapar mi risa contra sus labios, y ella me ilumino con sus palabras, era cierto, ninguno sabia donde estaríamos mañana, pero..por ende, estábamos allí, uno sobre el otro, un aquí y ahora que me arrancó un gruñido que murió en su boca apresado entre sus dientes.
Sus dedos en mi pelo castaño atrayéndome para beber del manantial de aquella boca ardiente, mi lengua recorrió sus labios adentrándose en la peligrosa gruta inexplorada, al encuentro del guerrero salio la gran sierpe que no dudo en arremolinarse a mi lengua trazando con inexperiencia suaves caricias que despertaron mas mi hombría.
Gesta encarnizada que iba aumentando el ritmo, guerrero y bestia luchaban fundiéndose en uno de la forma mas placentera.
Jadeé dejando que mis dedos se perdieran en su piel, suave, inmaculada, mía, la recorrí con la yema dejando que las prendas abandonaran su cuerpo, no había frio en ese momento en el que nos calcinábamos con la piel.
Ascuas era su sexo ávido en busca del mio, mi hombría empujaba la tela de mi pantalón buscando el incendio, sus dedos calmaron la tormenta desatandola para que el trueno emergiera sediento de convertirse en rayo y atravesar su húmedo mar calmo.
Acaricié con mis dedos la entrada con suavidad, quería asegurarme antes de entrar de que estuviera suficientemente lubricada, acaricié con mis labios los ajenos sintiendo su ronca respiración perderse contra ellos mientras mis gráciles dedos golpeaban los puntos correctos para hacerle perder la razón.
La yema empapada murió en mi boca, su sabor era el elixir perfecto para aplacarme en esa noche en la que no habíamos tenido mas tregua que esta.
Su boca atajo la distancia, podía sentir como su cuerpo temblaba bajo el mio fruto de la inexperiencia y no del miedo.
Ladeé la sonrisa dejando que mi cuerpo la cubriera de nuevo, despacio sus piernas se abrieron para darme paso, mis esmeraldas se hundieron en sus pardos mientras mi aliento la envolvía y mi glande se abría paso en su cerrado sexo.
Nimio tal y como me adentraba, mi boca la acallo apenas rozando la ajena, dejándola sentir como las paredes se dilataban para mi y como el placer surgía en cada ínfimo movimiento de mi cuerpo sobre el suyo.
Jadeos que se incrementaron cuando me adentre por completo, sus uñas en mi espalda, sobre el tatuaje del martillo, gruñí sediento de mucho mas, estaba excitado pero no podía dejarme llevar, no del todo, ella era virgen y merecía suavidad.
Su boca se enredó en un beso lento, mis caderas marcaban un delicioso vals que nos hizo a ambos gozar de cada sensación, hacia mucho que no hacia el amor, creo que no recordaba ya lo que se sentía y lo placentero que podía ser el cocinar a fuego lento.
Como cíclopes nuestros ojos se encontraron en un baile de miradas que decían mas que las mismas palabras. Sus manos aferraban mi camisa como yo lo hacia en cada gesta con la espada, no quería que me marchara, necesitaba mi cuerpo de abrigo y yo necesitaba el suyo de lecho.
Deje escapar mi risa contra sus labios, y ella me ilumino con sus palabras, era cierto, ninguno sabia donde estaríamos mañana, pero..por ende, estábamos allí, uno sobre el otro, un aquí y ahora que me arrancó un gruñido que murió en su boca apresado entre sus dientes.
Sus dedos en mi pelo castaño atrayéndome para beber del manantial de aquella boca ardiente, mi lengua recorrió sus labios adentrándose en la peligrosa gruta inexplorada, al encuentro del guerrero salio la gran sierpe que no dudo en arremolinarse a mi lengua trazando con inexperiencia suaves caricias que despertaron mas mi hombría.
Gesta encarnizada que iba aumentando el ritmo, guerrero y bestia luchaban fundiéndose en uno de la forma mas placentera.
Jadeé dejando que mis dedos se perdieran en su piel, suave, inmaculada, mía, la recorrí con la yema dejando que las prendas abandonaran su cuerpo, no había frio en ese momento en el que nos calcinábamos con la piel.
Ascuas era su sexo ávido en busca del mio, mi hombría empujaba la tela de mi pantalón buscando el incendio, sus dedos calmaron la tormenta desatandola para que el trueno emergiera sediento de convertirse en rayo y atravesar su húmedo mar calmo.
Acaricié con mis dedos la entrada con suavidad, quería asegurarme antes de entrar de que estuviera suficientemente lubricada, acaricié con mis labios los ajenos sintiendo su ronca respiración perderse contra ellos mientras mis gráciles dedos golpeaban los puntos correctos para hacerle perder la razón.
La yema empapada murió en mi boca, su sabor era el elixir perfecto para aplacarme en esa noche en la que no habíamos tenido mas tregua que esta.
Su boca atajo la distancia, podía sentir como su cuerpo temblaba bajo el mio fruto de la inexperiencia y no del miedo.
Ladeé la sonrisa dejando que mi cuerpo la cubriera de nuevo, despacio sus piernas se abrieron para darme paso, mis esmeraldas se hundieron en sus pardos mientras mi aliento la envolvía y mi glande se abría paso en su cerrado sexo.
Nimio tal y como me adentraba, mi boca la acallo apenas rozando la ajena, dejándola sentir como las paredes se dilataban para mi y como el placer surgía en cada ínfimo movimiento de mi cuerpo sobre el suyo.
Jadeos que se incrementaron cuando me adentre por completo, sus uñas en mi espalda, sobre el tatuaje del martillo, gruñí sediento de mucho mas, estaba excitado pero no podía dejarme llevar, no del todo, ella era virgen y merecía suavidad.
Su boca se enredó en un beso lento, mis caderas marcaban un delicioso vals que nos hizo a ambos gozar de cada sensación, hacia mucho que no hacia el amor, creo que no recordaba ya lo que se sentía y lo placentero que podía ser el cocinar a fuego lento.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Sonreí de medio lado, mi pecho subía y bajaba expectante, ansioso, su risa era reconfortante, tranquilizaba mi nerviosismo, me daba la seguridad que necesitaba para olvidarme de que era mi primera vez. Sus manos me despojaron de cada una de mis prendas, quemándome al deslizarse sobre mi piel y haciéndome tiritar a la vez en una caricia íntima que me sobrecogía. Sentía otra vez que me cuidaba, cada espacio mío que tocaba se erizaba deleitándose con su contacto, me gustaba que me tocara y me gustaba tocarle a él. Mis yemas recorrían su torso, y me maravillaba al hacerlo, como si no pudiera terminar de creerme que él estuviera aquí.
Reí bajo sus esmeraldas, estaba desnuda por primera vez bajo la atención de un hombre, pero extrañamente me sentía a gusto, quería que me mirara, que descubriera cada parte mía, que viera aquello que sentía que solo era para él. Lo que le dije era cierto, no tenía idea de cuanto tiempo nos quedaba, por lo que deseaba que esta noche, que este espacio fuera nuestro y nada más. Mis manos volvieron a su pelo, ansiosa busqué su boca, me estremecí otra vez bajo el roce de su aliento. Comenzaba a comprender lo que era besar, esa magistral manera en que nos encontrábamos el uno al otro, quemándonos hasta lo más profundo, derritiendo mi vientre como lava fundida mientras aleteos furiosos de incansables mariposas golpeteaban con fuerza cada vez que sus labios regresaban a los míos.
Mis manos entonces le ayudaron a desprenderse de las prendas que aún le cubrían, descubriendo así su hombría y la manera en que él también me deseaba, provocando que mi propio deseo creciera de forma titánica. No podía dejar de admirarlo, mis mejillas estaban encendidas cuando me percaté de como el calor llegaba hasta el centro de mis piernas, como respondía de esa manera cuando aún él no me tocaba.
Fue entonces cuando comenzó a acariciar mi intimidad, jadeé bajo ese contacto, mis paredes palpitaron enloquecidas, presas de un deseo que no acababa de comprender aún. Sus labios regresaron a los míos, mis caderas se arquearon y mis dedos regresaron a su suave pelo, hundiéndose en el. -Niels…- Un gemido fuerte y ronco escapó de mis labios hacia su boca cuando sus dedos se internaron en mi intimidad, enviando ráfagas por todo mi cuerpo que me torturaban y me impulsaban a desear mucho más. Creo que los cuervos habían regresado, los oía graznar por encima en el cielo estrellado a la par del trueno pero era incapaz de mirar hacia algo que no fuese él y comprobarlo. No cuando nuestros labios fusionados en uno se volvían húmedos y calientes por la pasión y sus dedos internándose en mis inexplorados rincones lograban que le sintiera en cada poro de mi cuerpo.
Puso entonces distancia entre ambos, unos segundos que me parecieron eternos hasta que regresó junto a mi. Esta vez su cuerpo cayó suavemente sobre el mío. Sonreí cuando lo hizo, su piel llamaba a la mía, mis manos volvían a recorrerle, mi mente no pensaba nada más que entregarse a su cuerpo y a sus caricias. Abrí mis piernas sutilmente para él, invitándole a entrar. -Te deseo tanto...- Mi voz sonó ronca, sentí como comenzó a adentrarse despacio, jadeé rodeando su espalda con mis manos, sentía algo de temor que me atenazaba el pecho, mis uñas se hundieron en su tatuaje a medida que su falo se hundía más. Dolía y me torturaba a la vez, le deseaba completamente adentro pero mis ojos se nublaban al intentar acostumbrarme a él. Mordí su clavícula cuando me llenó por completo y comenzó a moverse en mi interior.
Sus labios regresaron a los míos, dulces me acariciaron reconfortándome. Poco a poco el dolor comenzó a mezclarse con el placer, mis labios entreabiertos contra los suyos dejaron escapar suaves gemidos cuando comprendí como mis caderas podían responderle, danzar con las suyas y fusionarnos en uno mientras el calor abrasador de cada nuevo movimiento me llevaba al cielo. Mi mano alcanzó su pómulo, deteniéndose en su mejilla, mis pardos buscaron sus esmeraldas y sonreí al descubrir lo que era hacer el amor. -Más…- supliqué contra sus labios.
Reí bajo sus esmeraldas, estaba desnuda por primera vez bajo la atención de un hombre, pero extrañamente me sentía a gusto, quería que me mirara, que descubriera cada parte mía, que viera aquello que sentía que solo era para él. Lo que le dije era cierto, no tenía idea de cuanto tiempo nos quedaba, por lo que deseaba que esta noche, que este espacio fuera nuestro y nada más. Mis manos volvieron a su pelo, ansiosa busqué su boca, me estremecí otra vez bajo el roce de su aliento. Comenzaba a comprender lo que era besar, esa magistral manera en que nos encontrábamos el uno al otro, quemándonos hasta lo más profundo, derritiendo mi vientre como lava fundida mientras aleteos furiosos de incansables mariposas golpeteaban con fuerza cada vez que sus labios regresaban a los míos.
Mis manos entonces le ayudaron a desprenderse de las prendas que aún le cubrían, descubriendo así su hombría y la manera en que él también me deseaba, provocando que mi propio deseo creciera de forma titánica. No podía dejar de admirarlo, mis mejillas estaban encendidas cuando me percaté de como el calor llegaba hasta el centro de mis piernas, como respondía de esa manera cuando aún él no me tocaba.
Fue entonces cuando comenzó a acariciar mi intimidad, jadeé bajo ese contacto, mis paredes palpitaron enloquecidas, presas de un deseo que no acababa de comprender aún. Sus labios regresaron a los míos, mis caderas se arquearon y mis dedos regresaron a su suave pelo, hundiéndose en el. -Niels…- Un gemido fuerte y ronco escapó de mis labios hacia su boca cuando sus dedos se internaron en mi intimidad, enviando ráfagas por todo mi cuerpo que me torturaban y me impulsaban a desear mucho más. Creo que los cuervos habían regresado, los oía graznar por encima en el cielo estrellado a la par del trueno pero era incapaz de mirar hacia algo que no fuese él y comprobarlo. No cuando nuestros labios fusionados en uno se volvían húmedos y calientes por la pasión y sus dedos internándose en mis inexplorados rincones lograban que le sintiera en cada poro de mi cuerpo.
Puso entonces distancia entre ambos, unos segundos que me parecieron eternos hasta que regresó junto a mi. Esta vez su cuerpo cayó suavemente sobre el mío. Sonreí cuando lo hizo, su piel llamaba a la mía, mis manos volvían a recorrerle, mi mente no pensaba nada más que entregarse a su cuerpo y a sus caricias. Abrí mis piernas sutilmente para él, invitándole a entrar. -Te deseo tanto...- Mi voz sonó ronca, sentí como comenzó a adentrarse despacio, jadeé rodeando su espalda con mis manos, sentía algo de temor que me atenazaba el pecho, mis uñas se hundieron en su tatuaje a medida que su falo se hundía más. Dolía y me torturaba a la vez, le deseaba completamente adentro pero mis ojos se nublaban al intentar acostumbrarme a él. Mordí su clavícula cuando me llenó por completo y comenzó a moverse en mi interior.
Sus labios regresaron a los míos, dulces me acariciaron reconfortándome. Poco a poco el dolor comenzó a mezclarse con el placer, mis labios entreabiertos contra los suyos dejaron escapar suaves gemidos cuando comprendí como mis caderas podían responderle, danzar con las suyas y fusionarnos en uno mientras el calor abrasador de cada nuevo movimiento me llevaba al cielo. Mi mano alcanzó su pómulo, deteniéndose en su mejilla, mis pardos buscaron sus esmeraldas y sonreí al descubrir lo que era hacer el amor. -Más…- supliqué contra sus labios.
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
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Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Ronca su voz acaricio mis labios que se entreabrieron dejándose embriagar por su dulce aliento. Nuestros ojos se contemplaron, brillantes imploraba que tuviera cuidado, los míos la calmaban asegurandole que jamas le haría daño. Me adentraba en el laberinto que se abría para mi entre jadeos, música para mis oídos y excitación para mi cuerpo pues el deseo iba implícito en ellos.
Mi nariz acarició la ajena con dulzura, gesto que dibujo una tibia sonrisa en sus labios y forzó a su vez la mía. Mas dentro, un gemido que arranco después una risa cómplice. Entendía que el dolor iba implícito en la tortura que mi miembro le otorgaba con cada penetrante movimiento. Ella me abría las piernas ofreciéndome lo mas importante que poseía, su virginidad y mucho mas, una confianza sin fin, una de la que no era merecedor, mas que por Odin juraba que no decepcionaría al menos en esta noche bajo las estrellas. No podía prometer mas, pero si eso le bastaba hoy seria su amante, su amigo y su único amor, quizás mañana no hubiera vida para prometer...basemonos pues en el hoy.
Sus dientes contra mi clavícula, un gruñido y un mordisco que me marco y me excito de forma sobre humana cuando la cubrí por completo.
Sus ojos oscuros centellearon aflojando aquel pasional arranque para encontrarse con mi boca acogiéndola con desesperación mientras yo me movía en su interior.
Con dulzura marque el ritmo de ese beso, uno acariciador, hacia tanto que mi lengua no envolvía la ajena de ese modo, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, como si esa noche fuera tan nuestra como la luna de la noche y el sol del día.
Sonrió, sus ojos brillaban y supe que ese era el modo y no otro de tratarla.
-Siento lo de la cascada -jadeé contra su boca. Era cierto, no lo había hecho bien, la había tratado como a cualquier otra, una de esas mujeres ya hecha a los hombres, que con facilidad se me abren de piernas.
Sus caderas me buscaron acompasando en uno los movimientos, ahora empezábamos a bailar pegados, algo que logro arrancarme un pasional gruñido que murió en su boca, pues ella lo acalló con maestría mientras mis ojos se cerraban dispuesto a sentir cada sacudida, cada roce, cada caricia.
Deslizo sus labios por mi mandíbula mientras ascendía hasta el lóbulo de mi oreja para depositar sobre el un “mas” que me hizo rugir de placer.
Mis manos tomaron sus caderas atrayendolas contra mi, adentrándome mas dentro en un duelo sin fin, gruñí al sentir mis embestidas y como ella las aceptaba sin despegar de mi su parda mirada. Tiro de mi pelo para que la calmara con besos. Besos que deposite en sus labios, cuello y que murieron en sus turgentes pechos dejando que mi lengua erizara la piel de estos, succioné sus pezones, ofrecidos por ella a mi boca, ambos estábamos locos por el otro y no nos esforzábamos en disimular lo bien que nos entendíamos en ese momento en el que hacíamos el amor como dos dementes que creen que no amanecerá al día siguiente.
Mi nariz acarició la ajena con dulzura, gesto que dibujo una tibia sonrisa en sus labios y forzó a su vez la mía. Mas dentro, un gemido que arranco después una risa cómplice. Entendía que el dolor iba implícito en la tortura que mi miembro le otorgaba con cada penetrante movimiento. Ella me abría las piernas ofreciéndome lo mas importante que poseía, su virginidad y mucho mas, una confianza sin fin, una de la que no era merecedor, mas que por Odin juraba que no decepcionaría al menos en esta noche bajo las estrellas. No podía prometer mas, pero si eso le bastaba hoy seria su amante, su amigo y su único amor, quizás mañana no hubiera vida para prometer...basemonos pues en el hoy.
Sus dientes contra mi clavícula, un gruñido y un mordisco que me marco y me excito de forma sobre humana cuando la cubrí por completo.
Sus ojos oscuros centellearon aflojando aquel pasional arranque para encontrarse con mi boca acogiéndola con desesperación mientras yo me movía en su interior.
Con dulzura marque el ritmo de ese beso, uno acariciador, hacia tanto que mi lengua no envolvía la ajena de ese modo, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, como si esa noche fuera tan nuestra como la luna de la noche y el sol del día.
Sonrió, sus ojos brillaban y supe que ese era el modo y no otro de tratarla.
-Siento lo de la cascada -jadeé contra su boca. Era cierto, no lo había hecho bien, la había tratado como a cualquier otra, una de esas mujeres ya hecha a los hombres, que con facilidad se me abren de piernas.
Sus caderas me buscaron acompasando en uno los movimientos, ahora empezábamos a bailar pegados, algo que logro arrancarme un pasional gruñido que murió en su boca, pues ella lo acalló con maestría mientras mis ojos se cerraban dispuesto a sentir cada sacudida, cada roce, cada caricia.
Deslizo sus labios por mi mandíbula mientras ascendía hasta el lóbulo de mi oreja para depositar sobre el un “mas” que me hizo rugir de placer.
Mis manos tomaron sus caderas atrayendolas contra mi, adentrándome mas dentro en un duelo sin fin, gruñí al sentir mis embestidas y como ella las aceptaba sin despegar de mi su parda mirada. Tiro de mi pelo para que la calmara con besos. Besos que deposite en sus labios, cuello y que murieron en sus turgentes pechos dejando que mi lengua erizara la piel de estos, succioné sus pezones, ofrecidos por ella a mi boca, ambos estábamos locos por el otro y no nos esforzábamos en disimular lo bien que nos entendíamos en ese momento en el que hacíamos el amor como dos dementes que creen que no amanecerá al día siguiente.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Aún dolía, pero la incomodidad iba menguando y el placer tomaba su lugar aumentando en intensidad. Podía sentir a Niels abriéndose paso con cada movimiento, consciente de cada centímetro mío en el cual se hundía una y otra vez, y me percataba de la forma maravillosa en que mi cuerpo le respondía. Tenerle completamente adentro fue la sensación más increíble que me regaló, no pude evitar reír con él, porque a pesar de mi inexperiencia me guiaba a lo largo de esos confines nunca antes explorados sin dejarme caer, me mantenía firme junto a él permitiéndome entregarme a cada una de las tórridas sensaciones que me provocaba. Así me permitía confiar en él, consciente de que me estaba cuidando. Me aferré con mis manos a sus hombros y mordí su piel, gimiendo por momentos bajo el más abrumador placer y ahogando cualquier quejido entre sus labios.
Sus labios eran más dulces ahora, estos encontraban los míos y rendida me acoplaba a ellos, ávida de perderme en el alivio de sus besos, de la forma dulce en que me tranquilizaban, al igual que lo hacían sus intensas esmeraldas que me aseguraban que todo iba bien y sus manos que al tocar mi piel me estremecían logrando que me perdiera aún más en el deseo de conocer la suya y de no perderme detalle de cada rincón que la conformaba, de cada cicatriz que descubría en ella y de la más pequeña marca que le complementaba.
Sonreí cuando se disculpó por lo acontecido en la cascada. -Shhh, me lo estás compensando.- susurré junto a su oído. Ninguno de los dos estaba preparado en la cascada, apenas habían transcurrido unas horas pero algo había cambiado, no quería analizar el qué, solo quería sentirle. Mis manos se perdían en su piel, acariciándole y rasguñándole por momentos. Ahora él se movía más rápido, nuestras caderas seguían bailando completamente pegadas bajo el ritmo de nuestra excitación. Mis manos buscaban su pelo, le atraían para que recorriera mi piel con sus besos, excitantes y ardientes volvían a mis labios, conquistaban mi cuello, y mis pechos lanzando dulces ráfagas por todo mi cuerpo. -Dime… dime si lo estoy haciendo bien…- Quería devolverle al menos una parte de lo que él me obsequiaba.
Me mareaba la sensación de tenerle adentro, la magia de la que habíamos hablado estaba allí, presente entre los dos, la sentía en cada beso y en cada caricia que compartíamos. Su virilidad se internaba más profundo, palpitando alcanzaba un punto en mis paredes que me hacía gemir desde lo más hondo, mi cavidad apretaba todo su miembro hasta su base lubricándolo con el fuego y la marea que él mismo provocaba. Mi boca le buscó, dulce me hundí en ella, le saboreé internándome profundamente, comunicándole de esa forma lo loca que estaba por él, lo mucho que me hacía sentir, la manera en que lograba que mis latidos enloquecidos siguieran la carrera que había emprendido mi corazón en estos instantes que compartíamos y que no sabíamos cuanto durarían.
Las esmeraldas del vikingo eran puro fuego, brillaban con más ardor que la hoguera que aún nos calentaba y sus embestidas se habían llevado mi dolor. Mis caderas se movían pegadas a las suyas, fundiéndose en ellas sin tregua mientras él las aferraba con fuerza. -Niels…- jadeé perdida en él y sonreí cálidamente al encontrarme nuevamente con sus esmeraldas. Comprendí al mirarlo que él era el motivo de la música que producían mis labios en cada instrumento que tocaba. Cada melodía, cada emoción expresada en esas notas hablaban de él, del viajero que había de atravesarse en algún momento en mi camino y que ahora bajaba las estrellas para mi permitiéndome tocarlas.
Sus labios eran más dulces ahora, estos encontraban los míos y rendida me acoplaba a ellos, ávida de perderme en el alivio de sus besos, de la forma dulce en que me tranquilizaban, al igual que lo hacían sus intensas esmeraldas que me aseguraban que todo iba bien y sus manos que al tocar mi piel me estremecían logrando que me perdiera aún más en el deseo de conocer la suya y de no perderme detalle de cada rincón que la conformaba, de cada cicatriz que descubría en ella y de la más pequeña marca que le complementaba.
Sonreí cuando se disculpó por lo acontecido en la cascada. -Shhh, me lo estás compensando.- susurré junto a su oído. Ninguno de los dos estaba preparado en la cascada, apenas habían transcurrido unas horas pero algo había cambiado, no quería analizar el qué, solo quería sentirle. Mis manos se perdían en su piel, acariciándole y rasguñándole por momentos. Ahora él se movía más rápido, nuestras caderas seguían bailando completamente pegadas bajo el ritmo de nuestra excitación. Mis manos buscaban su pelo, le atraían para que recorriera mi piel con sus besos, excitantes y ardientes volvían a mis labios, conquistaban mi cuello, y mis pechos lanzando dulces ráfagas por todo mi cuerpo. -Dime… dime si lo estoy haciendo bien…- Quería devolverle al menos una parte de lo que él me obsequiaba.
Me mareaba la sensación de tenerle adentro, la magia de la que habíamos hablado estaba allí, presente entre los dos, la sentía en cada beso y en cada caricia que compartíamos. Su virilidad se internaba más profundo, palpitando alcanzaba un punto en mis paredes que me hacía gemir desde lo más hondo, mi cavidad apretaba todo su miembro hasta su base lubricándolo con el fuego y la marea que él mismo provocaba. Mi boca le buscó, dulce me hundí en ella, le saboreé internándome profundamente, comunicándole de esa forma lo loca que estaba por él, lo mucho que me hacía sentir, la manera en que lograba que mis latidos enloquecidos siguieran la carrera que había emprendido mi corazón en estos instantes que compartíamos y que no sabíamos cuanto durarían.
Las esmeraldas del vikingo eran puro fuego, brillaban con más ardor que la hoguera que aún nos calentaba y sus embestidas se habían llevado mi dolor. Mis caderas se movían pegadas a las suyas, fundiéndose en ellas sin tregua mientras él las aferraba con fuerza. -Niels…- jadeé perdida en él y sonreí cálidamente al encontrarme nuevamente con sus esmeraldas. Comprendí al mirarlo que él era el motivo de la música que producían mis labios en cada instrumento que tocaba. Cada melodía, cada emoción expresada en esas notas hablaban de él, del viajero que había de atravesarse en algún momento en mi camino y que ahora bajaba las estrellas para mi permitiéndome tocarlas.
Devon Pendragon- Humano Clase Alta
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 03/02/2017
Re: Friend or foe? [privado] [+18]
Ladeé la sonrisa contra sus labios, era tan dulce cada beso, sus palabras inocentes que necesitaban mi aprobación, acaso no se daba cuenta de mis roncos jadeos de como bailábamos un vals lento que me llevaba al infierno.
Mordí su labio inferior, mi lengua lo lamió después y reí contra su boca con esa complicidad de la que hacíamos gala cuando nuestras miradas se perdían en las del otro.
Sus caderas amoldadas a mi cuerpo danzaban acogiendo el voraz movimiento de mis caderas que como martillo contra yunque templaba nuestro encuentro, ese que bajo un manto estrellado se había convertido en música, en magia.
Era difícil dejar de buscar su mirada, como si esa mujer pudiera llegar a atarme de alguna peligrosa manera.
Una parte de mi dijo que si fuera listo tendría que huir, otra solo deseaba seguir anclado a sus pardos.
Gruñí con la mirada turbia mientras sus dedos arañaban mi espalda y su boca apretaba el hueso de la clavícula acallando contra esta los gemidos que le provocaban mis rudas embestidas.
Nos perdimos en la noche, en las llamas de la hoguera que nos calentaba y rugí contra su boca cuando sentí que me esparcía dentro de ella.
Su boca se abrió para acoger mis gruñidos, acallandolos con besos profundos. Mi virilidad se sacudió con violencia en el interior de su laberinto, aprisionándolo con sus paredes, calentándolo mientras daba los últimos coletazos.
Ella se fue conmigo, mis esmeraldas observaron como su cabeza fue hacia atrás, como su cuerpo se arqueaba y un torrente de sensaciones se adueñaba de ella llevándole a un mundo distinto al que nos albergaba.
Era preciosa, cada gesto de ese rostro perfecto, puro, me hacia sonreír como un niño.
-Me ha gustado -reconocí apoyando mi frente en la ajena mientras nuestras respiraciones se acompasaban y ahora sus dedos ágiles dibujaban el martillo de mi espalda.
Me dejé caer a su lado, extendiendo el brazo para que se apoyara en mi pecho y se acomodara contra mi cuerpo para pasar juntos la noche, no era mi costumbre, pero realmente me sentía cómodo, como si después de lo que había sucedido entre nosotros irme o alejarme de su cuerpo herido no fuera exactamente lo que me apetecía.
No podía prometer fidelidad, pero si podía prometer algo, no era como las demás, aunque creo que eso ella también lo sabia.
Yo solo era un viajero en el tiempo, no podía cambiar el curso de la linea temporal. No era tampoco este el momento de pensar, no cuando sus orbes pardos buscaban los míos y sus dedos trazaban figuras sobre mi pecho.
Mis dedos acariciaron su cintura perdiéndose en sus caderas.
-¿Tienes frio? -pregunté al darme cuenta que su piel se erizaba.
Negó con una sonrisa sincera, que me hizo reír contra sus labios forzándome a buscarlos para tomarlos en un beso lento, sosegado.
Tomé las pieles y las tiré por encima de nuestro cuerpo, quedando así ambos arropados bajo el candor que estas nos proporcionaban.
Mis Ojos pesé a mis esfuerzos pronto se cerraron, sacudí la cabeza tratando de despejarme, tenia que hacer guardia, el peligro no había pasado ,pero después del encuentro el sueño se apoderaba de mi.
-Lo siento, si no me levanto me duermo pequeña -resople moviendo la cabeza de nuevo para mantenerme despierto.
Mordí su labio inferior, mi lengua lo lamió después y reí contra su boca con esa complicidad de la que hacíamos gala cuando nuestras miradas se perdían en las del otro.
Sus caderas amoldadas a mi cuerpo danzaban acogiendo el voraz movimiento de mis caderas que como martillo contra yunque templaba nuestro encuentro, ese que bajo un manto estrellado se había convertido en música, en magia.
Era difícil dejar de buscar su mirada, como si esa mujer pudiera llegar a atarme de alguna peligrosa manera.
Una parte de mi dijo que si fuera listo tendría que huir, otra solo deseaba seguir anclado a sus pardos.
Gruñí con la mirada turbia mientras sus dedos arañaban mi espalda y su boca apretaba el hueso de la clavícula acallando contra esta los gemidos que le provocaban mis rudas embestidas.
Nos perdimos en la noche, en las llamas de la hoguera que nos calentaba y rugí contra su boca cuando sentí que me esparcía dentro de ella.
Su boca se abrió para acoger mis gruñidos, acallandolos con besos profundos. Mi virilidad se sacudió con violencia en el interior de su laberinto, aprisionándolo con sus paredes, calentándolo mientras daba los últimos coletazos.
Ella se fue conmigo, mis esmeraldas observaron como su cabeza fue hacia atrás, como su cuerpo se arqueaba y un torrente de sensaciones se adueñaba de ella llevándole a un mundo distinto al que nos albergaba.
Era preciosa, cada gesto de ese rostro perfecto, puro, me hacia sonreír como un niño.
-Me ha gustado -reconocí apoyando mi frente en la ajena mientras nuestras respiraciones se acompasaban y ahora sus dedos ágiles dibujaban el martillo de mi espalda.
Me dejé caer a su lado, extendiendo el brazo para que se apoyara en mi pecho y se acomodara contra mi cuerpo para pasar juntos la noche, no era mi costumbre, pero realmente me sentía cómodo, como si después de lo que había sucedido entre nosotros irme o alejarme de su cuerpo herido no fuera exactamente lo que me apetecía.
No podía prometer fidelidad, pero si podía prometer algo, no era como las demás, aunque creo que eso ella también lo sabia.
Yo solo era un viajero en el tiempo, no podía cambiar el curso de la linea temporal. No era tampoco este el momento de pensar, no cuando sus orbes pardos buscaban los míos y sus dedos trazaban figuras sobre mi pecho.
Mis dedos acariciaron su cintura perdiéndose en sus caderas.
-¿Tienes frio? -pregunté al darme cuenta que su piel se erizaba.
Negó con una sonrisa sincera, que me hizo reír contra sus labios forzándome a buscarlos para tomarlos en un beso lento, sosegado.
Tomé las pieles y las tiré por encima de nuestro cuerpo, quedando así ambos arropados bajo el candor que estas nos proporcionaban.
Mis Ojos pesé a mis esfuerzos pronto se cerraron, sacudí la cabeza tratando de despejarme, tenia que hacer guardia, el peligro no había pasado ,pero después del encuentro el sueño se apoderaba de mi.
-Lo siento, si no me levanto me duermo pequeña -resople moviendo la cabeza de nuevo para mantenerme despierto.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
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