A Call To Spirit World ~ Privado

por **Logan Tisdale** Vie Feb 17, 2017 12:01 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Hacía un tiempo que llevaba sopesando aquella idea, no era dado a pedir ayuda a nadie pero dad la situación en la que me encontraba era necesario que alguien pudiera aportar alguna luz, pistas sobre el objeto que andaba buscando desde hacía tantos años; El Necronomicón. Aquel libro había perturbado mis sueños y me había hecho frustrarme con demasiada facilidad ante la imposibilidad de encontrarlo. Había salido hacía unos años a la luz precisamente para matar a mí padre, no el libro, pero sí la persona que lo había utilizado. No sabía aún por qué ni qué clase de hechizo había utilizado, había sido imposible rastrear ese tipo de magia y nada pudimos hacer para evitar la muerte de mí padre. Aquel libro era muy poderoso y peligroso, únicamente se conocía un ejemplar en todo el mundo y quien lo tuviera… tendría en sus manos un poder del cual muchos quisieran poder utilizar.

Había muchas historias y mitos sobre el Necronomicón, para los magos y más aún aquellos que se habían especializado en la magia oscura y de sangre, se sabía que no era una fábula. Muchos hechiceros habían llegado a la conclusión de que el Necronomicón no existía, sino que era una mentira confabulada por un loco hacía muchos años en el que dejó constancia la existencia de un libro, el libro de los muertos. Muchos pensaron que aquel libro no podía existir, nadie nunca había hecho constancia de que realmente existiera… hasta hacía un par de siglos atrás. Un relato hablaba sobre aquel libro, relataba fielmente la portada que este tenía así como los símbolos que había en su interior. El hombre que escribió aquel relato fue un hechicero quien, tentado por lo que aquel libro describía y ante la idea de que pudiera ser cierto y no un mito, probó sus poderes… hasta que estos lo consumieron por completo.

Desde entonces el libro quedó en el olvido enterrado en algún lugar del mundo a la espera de ser descubierto de nuevo, muchos han querido dar con el para destruirlo, otros para utilizar los poderes que esconde en su interior. Hechizos olvidados, magia arcana, ritos de sangre, convocaciones de ánimas oscuras… miles de años concentrados en las páginas de un solo libro, ¿quién no querría un poder así? Pero yo no lo buscaba por su poder, sino porque lo necesitaba para que me llevara ante el asesino de mí padre. La última pista me había llevado a París y ya llevaba años en la ciudad sin poder conseguir nada, pistas falsas que intentaban desviarme de mí cometido, callejones sin salida… nadie sabía nada del libro.

Por eso había decidido recurrir a aquella idea, para mí no era extraño hacer ese tipo de contacto con el mundo “espiritual”. Mí trabajo consistía en que algunas personas pudieran hablar con sus seres queridos que yacían muertos. Algunos del gremio se escandalizarían al saber lo que yo hacía, pero al haber aprendido la magia negra e incluso utilizar magia de sangre… no me importaba nada en absoluto. Los espíritus podrían darme pistas que los vivos jamás llegarían a encontrar, su presencia era invisible y podían recabar más información que una persona en varios meses, incluso años. De ahí que ahora me encontrara en el sótano de la mansión donde tenía los libros ocultos, donde practicaba magia y donde nadie salvo yo podía entrar.

Encendí las velas que había en el lugar dejando la estancia iluminada brevemente, llené el lugar con velas aromáticas que ayudaban a que el contacto fuera mayor y propiciaba que tuviera más suerte. En el centro de la habitación había un círculo en el suelo hecho de acero, y con un hechizo hice unos dibujos de una estrella de cinco puntas con tiza blanca quedando dentro del círculo, poniendo símbolos fuera de la estrella pero que quedaban dentro de círculo también. Cinco velas negras en cada una de las puntas de la estrella, encendidas. Cogí una daga y me hice un corte en la palma de la mano dejando que las gotas de sangre cayeran justo en el entro de la estrella, donde no había nada. Eso era lo que empezaría el hechizo.

- Audite verba clamorem meum spiritus trans fretum –comencé a pronunciar mientras las gotas de sangre caían sobre el centro de la estrella y cerré los ojos- Venite ad me, obsecro vos. ¡Dividite inter mundos multa cruce!* –terminé de formular el hechizo y dejé que cayeran un par de gotas más antes de retirar la mano. Si todo salía como era previsto y conseguía crear un contacto las velas negras se apagarían, haciéndome ver que aquello habría funcionado. Era mí última opción para encontrar ese libro, y no iba a rendirme.

*Escucha estas palabras, escucha mi llanto, espíritu del otro lado. Ven a mí, te invoco a ti. Cruza ahora la gran división entre mundos.

por **Logan Tisdale** Vie Sep 08, 2017 9:34 am

Parecía que Nastiara necesitaba unos momentos para volver a ubicarse de nuevo, no me extrañaba en absoluto, lo cierto era que le había borrado algunos recuerdos de su pasado y por eso mismo entendía que se sintiera como en parte algo desorientada y desubicada, ahora esos recuerdos de los que ella se había desecho pasaban a estar en mi memoria, esa que siempre tenía y que me hacía recordar cada cosa que había vivido, cada experiencia, cada sonido... absolutamente todo aunque no quisiera recordarlo. Era lo que tenía la memoria eidética, que lo recordaba todo con perfecto detalle como si hubiera pasado tan sólo hacía unos pocos segundos. Ahora sus recuerdos pasaban a ser como si fueran míos y podía ver con perfecta claridad esas imágenes que había borrado de su mente, los momentos junto a su familia, los momentos junto a sus hijos... una carga que había sido pesada para ella y que yo ahora había aligerado su peso al desprendérselos. Ella jamás recordaría que una vez vivió aquellos momentos a no ser que yo, por alguna extraña razón así se lo hiciera ver, cosa que no era el caso, y de ahí el pequeño mareo y confusión que sentía... por lo que le concedí unos minutos antes d proseguir con nuestra charla.

El libro podía ayudarla con lo que me había pedido, lejos de matar a la persona que le arrebató la vida decidió que su castigo sería mejor quitarle los poderes... y no había peor castigo para un hechicero que precisamente ese, el que ella quería hacer. Mis conocimientos no abarcaban por el momento tales magnitudes pero sí que era cierto que sabía que había hechizos para poder lograrlo, no eran fáciles y requerían aparte de un gran poder algunos ingredientes que eran un tanto extraños y difíciles de conseguir, pero no era imposible lograrlo. Sabía que el Necronomicón tenía hechizos muy poderoso y seguro que en dicho libro encontrábamos lo que ella buscaba, esa venganza que me había pedido como pago por ayudarme y si yo tenía algo es que cumplía con mis promesas, no faltaba nunca a mí palabra y no lo había hecho en ningún momento hasta la fecha y no pensaba empezar a hacerlo ahora. Sonreí de lado con cierta malicia cuando me dijo que no era un hijo de puta, pero oh, se equivocaba completamente: lo era. No por quizás el poder que pudiera tener sino más bien me refería a que ciertamente era un hijo de puta, así tal cual lo había dicho, me resumía bastante bien en esas palabras y para mí no era una ofensa en absoluto. Pero Nastiara se equivocaba en algo: la había ayudado no porque yo fuera amable, cosa que no era, sino porque ella a cambio me había ayudado con el libro y un favor por otro favor... por nada más.

-Te sorprendería saber lo equivocada que estás con respecto a mí, Nastiara –sonreí con cierta malicia- pero no te voy a sacar de tú error si es lo que piensas, tú misma estando a mi lado apreciarás el matiz que no crees que tengo pero que sin embargo yo afirmo que así es. Soy un hijo de puta, es la verdad más grande, me gusta utilizar un quid pro quo en el que me siento bastante familiar y cómodo y por eso mismo te he ayudado –hice una leve pausa y reí de forma corta e irónica ante sus palabras- veo que pese a todo no has perdido el sentido del humor, me gusta –aclaré observándola por la propia broma y ese humor negro que había hecho consigo misma, como si pareciera... otra, como si esa sombra o ese velo que anteriormente la cubría hubiera desaparecido un poco, ya no estuviera y sabía muy bien por qué era exactamente. Miré al cielo por un momento y luego lancé un suspiro, lo cierto es que la pista que ella me había dado residía encontrar a un hombre que podría darnos información sobre el libro, después entraba en juego una mujer de cuyo paradero desconocía y que no sabía quién era que también quería el libro y estaba cerca de conseguirlo, claro que muchísimas más personas estaban en búsqueda del libro- no es tan fácil, primero deberíamos de buscar al hombre que dices que puede tener el libro, debemos de comprobar si es cierto o falso. Sé que hay muchas falsificaciones acerca del Necronomicón, es un libro bastante famoso en el mundo de los hechiceros y sé que hay hasta una Orden que lo busca para custodiarlo y protegerlo para que no caiga en malas manos –sonreí de lado- manos, por ejemplo, como las mías... pero no puedo permitir que esté en una vitrina para que no pueda ser usado, así que tras comprobar si es verdadero o no ya nos encargaremos de ayudarte con ese hechizo contra la hechicera y en cuanto a la mujer que lo busca... bueno, si yo doy antes que ella con el libro pondré las protecciones adecuadas a la casa para que no pueda siquiera acercarse, en caso de que sea ella quien llegue antes... será su funeral –me encogí de hombros ante eso y recogí la mesita dejando todo ordenado como estaba antes para finalmente acabar mirándola- sí, nos vamos a dar un paseo por las calles de la ciudad, a ver qué nos depara la noche y qué logramos encontrar en ella.

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