Renace el monstruo

por **Diègue Theodor Döhler** Dom Feb 26, 2017 8:22 pm

Es uno de esos extraños sueños que no había tenido en mucho tiempo corro rápidamente entre los árboles, tan deprisa como puedo, mis pies descalzos chocan una y otra vez contra el suave musgo, contra las piedras apenas disimuladas entre la espesura, hay sangre pero no dolor emanando de los rasguños, sin embargo no le presto atención y sigo corriendo, con el camisón desgarrado como una criatura que se funde con las sombras, un ser salvaje que se une con los ruidos y los olores, repentinamente me detengo, hay una tenue gota de rocío que se transforma en un lago brillante que refleja la luz de la luna.

Los sonidos de la noche se intensifican mientras camino lentamente y con movimientos ágiles hacia el cuerpo de agua, y me pongo de pie sobre el, por alguna razón no me sumerjo mientras me inclino para mirar hacia el fondo increíblemente profundo del lago. Uno par de ojos verdes rebosantes de inteligencia me devuelven la mirada desde el fondo y una sonrisa adorna sus labios carnosos el susurro del viento al arañar la corteza de los arboles parece susurrar "me perteneces". En ese momento me sentí helado, un frío profundo me calaba hasta los huesos y me hizo despertar, el verde oscuro de los arboles me recibió y el canto silvestre de los insectos fueron música en mis oídos.

-¿Donde estoy?- el solitario bosque no contesto a mi pregunta y de la nada algo más llegó algo que me invadió el miedo.

por **Leήeth D'Aramitz** Miér Mar 29, 2017 4:00 pm

Hace años que había sido desterrada, humillada y enviada a permanecer para siempre en este bosque sin poder salir a menos que alguien levante mi ofensa a los dioses y será entonces con la mano inocente y el sacrificio del carnero que podré poner mis pútridos pies fuera, pero ¿cuanto ha pasado desde que caí presa aquí?, novescientos años, miles, o quizás solo unas siglos más, la pared ya no soporta tantas marcas y perdí el rumbo del tiempo cuando cumplí el milenio. Siempre oculta, siempre rodeada de los animales que me temen y no piensan en acercarse más que solo las alimañas corruptas. Entonces ¿cómo demonios saldré de aquí?. La vida se me va entre suspiros largos y maldiciones que no se hacen efecto, las pocimas ya no son como antes, los humanos han perdido la fe en la magia negra ahora hay más de ellos rondando y dejandonos a nosotros al margen, cazados como animales por usar todavía magia ¿cómo estarán mis hijos? ¿lo harán bien? es dificil saber poco siento de ellos, se que hay dos, o cinco que aun practican abiertamente la magia, pero...pero lo hacen como simples trucos baratos, hasta donde hemos llegado, nosotros los hechiceros que estabamos en la cúpide del poder ahora estamos...

Una voz, una voz que ha entrado a mis dominios, es un alma inocente que se ha atrevido a perderse en m territorio –Estas en mi casa– solte entre el susurro con el viento de la noche en medio de aquel boslque atrayendolo hacia mi

por **Diègue Theodor Döhler** Miér Abr 26, 2017 8:15 pm

El segundero metálico rebotaba entre un número y otro del polvoriento reloj que colgaba en la taberna; éste avanzaba sin vacilar, repitiendo continuamente ese camino que había recorrido millones de veces antes. Me esforzaba por encontrar la razón exacta de mi extraño interés por el Tiempo cuando éste para mí había perdido todo sentido. Tengo la sospecha de que intento sentirme en contacto con este ‘presente’. Ver que efectivamente los días continúan, que se suceden unos detrás de otros, y que a veces se convierten en copias de los anteriores o revelaciones de los que les preceden. Ciertamente contadas cosas o temas suscitan ya mi interés, por lo que acabo preguntándome por qué mi Padre me permite seguir en la Tierra; y si, de verdad, todavía me queda algo por hacer. Probablemente esté esperando una señal que no termino de encontrar. Quizá estoy ciego y sordo. Nunca antes me he cuestionado el por qué de las cosas, pero a veces pienso que su castigo fue excesivo… ¿Aunque, quién soy yo para dudar de su Voluntad? Soy un simple peón, nada extraordinario. Eso lo sé bien.

Me recliné en el taburete donde casi cada noche me sentaba a ahogar mis lamentables pensamientos con el alcohol más potente que encontraba el señor Thomas, propietario de la taberna “El Menester”. Un nombre muy propio si tu menester era perder el conocimiento. Aquel lugar era conocido por su selecta clientela, siempre se llenaba de “lo peorcito de París”. No me hizo falta girarme para saber quiénes eran, los tenía más que fichados. Ellos representaban la verdad de este nuevo mundo: la depravación, la desidia, la venganza, el deseo más nauseabundo y un largo etcétera. Y claro, no había noche que no terminase con alguna pelea estúpida, los molares volaban por doquier, lo puedo asegurar. Más yo me quedaba en un segundo plano, indiferente y oculto bajo la capucha de mi raído abrigo negro. Por suerte nadie se me había acercado en los años que llevaba frecuentando el local. Me pregunto qué imagen debo proyectar a los mortales...

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