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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Tabitha Denveraux Lun Feb 27, 2017 8:06 pm

Habían pasado ya varios días desde que había visto por última vez a los hermanos Black, y la verdad, la información de la que fui testigo aquella noche aún permanecía rondando por mí cabeza. No era algo que esperaba escuchar cuando los reuní en aquella habitación del hotel, más bien, esperaba un reencuentro algo más… ¿emotivo? Negué con la cabeza ante aquel pensamiento. Por favor, eran dos Black… no iba a haber tal emotividad por parte de ambos. Cuando Joe me contó la historia no pensé realmente que pudieran ser tan antiguos y que aquella sangre corriera por sus venas… sangre que había permanecido por mí cuerpo durante un día entero, haciendo que sintiera una sensación extraña, como si el mundo hubiera cambiado o más concretamente, como si el tiempo se hubiera detenido. Algo que ya sentí la primera vez que había bebido de su sangre.

Y ese era el principal motivo por el que ahora mismo estaba recorriendo de nuevo las calles de París, tras haberse pasado aquella adrenalina y subidón que te proporcionaba y que fluía por todo mí cuerpo, necesitaba de volver a alimentarme para poder volver a tener fuerzas de nuevo. El efecto había pasado algo más rápido que el que te proporcionaba la sangre humana, por lo que necesitaba encontrar una presa de la que alimentarme. No había mucha gente por las calles a aquellas horas, y en verdad, de ser humana no se me pasaría por la cabeza caminar a solas por el lugar… pero yo era mucho más peligrosa y mortífera de lo que aparentaba ser. Grupos de hombres que salían de tabernas o que iban a ellas para comenzar la noche, parejas paseando felices por las calles, familias que se retiraban a sus casas… era lo que mayormente podías encontrar.

Pero si mirabas con un poco más de atención y observabas aquellos pequeños detalles se podía encontrar a la presa perfecta de la noche, y para mí esa presa era un hombre. Era consciente de la belleza mortal y atrayente que todo vampiro desprendía, no iba a costar demasiado captar la atención de cualquier joven que posara sus ojos unos segundos más necesarios de la cuenta… pero no quería a ninguno que hubiera probado el alcohol, no me gustaba que fuera tan fácil y prefería el sabor de la sangre sin ese toque que dejaba cualquier bebida alcohólica, un pequeño matiz que con el tiempo se iba aprendiendo. Al final logré dar con el humano adecuado, parecía que acababa de juntarse con un pequeño grupo de hombres que había parado apoyados contra la pared de calle, y sin más dilación comencé con aquel pequeño juego.

Ellos podían pensar que me estaban cazando a mí cuando, en realidad, era yo quien cazaba sin que ninguno se diera cuenta. Caían en un embrujo del que les era difícil salir o despertar y se dejan llevar con la vana ilusión de que su noche acabaría mejor de lo que la habían empezado. Una mirada, una sonrisa y un gesto puro de coqueteo fue lo suficiente para captar su atención, podía sentir sus ojos puestos en mí figura mientras seguía mí camino y me giré a mirarlo observando que efectivamente me miraba. Animado por sus acompañantes terminó por acercarse en lo que yo, de forma casual, apoyé mí espalda en la pared a esperar a que llegara. Y apenas pasaron un par de segundos lo tenía frente a mí, sonriéndome. Era joven, quizás no pasara de los veinticinco años, piel morena, ojos pardos y sonrisa encantadora… iba a ser una lástima matarlo, pero ya era demasiado tarde.

Unos minutos más tarde, un paseo alejándonos de aquella zona para no llamar la atención y ya me encontraba tirando de él hacia los callejones a un lugar más discreto donde nadie pudiera ver cómo bebía de la vena que palpitaba bajo su cuello. Me estampó contra la pared, pegó su cuerpo al mío y su boca comenzó a apoderarse de mis labios para luego bajar por mí cuello. ¿Debía de concederle un poco de diversión antes de matarlo? Cuanto más lo provocara y lo incitara más rápido fluiría la sangre por sus venas, más tentaría para hincar el diente en la sensible piel de su cuello. Sus manos recorrían mí cuerpo sobre el vestido y yo me dejé llevar por cómo corazón latía raudo, sin ser consciente de lo que sucedía a mí alrededor. Y para cuando quise darme cuenta ya era demasiado tarde.

Un grito fue lo que primero llamó la atención y observé a uno de mis costados que había dos hombres que nos observaban, armados enseñaban las dagas que portaban con su mirada puesta en la mía. El joven se percató de ello y al separar su rostro mientras yo sabía perfectamente que iban a por mí, uno salido del otro lado lo apartó a un lado perdiéndose por la esquina del callejón. El olor a sangre inundó en esos momentos mis sentidos y supe que lo habían matado, me incorporé de la pared y los miré con el ceño fruncido preparada para defenderme.

Uno de ellos se abalanzó con la daga hacia mí y esquivé el golpe sin mucho esfuerzo, se giró intentando clavarme la daga en uno de los costados pero yo fui más rápida y cogiendo su cabeza entre mis manos, de un golpe seco, le partí el cuello haciendo que cayera al suelo con aplomo no sin antes coger la daga que portaba. No pasó ni un segundo cuando el otro ya se abalanzaba sobre mí y me fijé que en el cinturón portaba una estaca que pretendía incrustar en mí corazón… ni por asomo iba a dejar que lo hiciera. Este se movía con mayor agilidad que el primero pero aún así no fue suficientemente rápido como para conseguir herirme, le hice un corte en el brazo cuando esquivé el golpe y se llevó la mano a la herida, mirándome con odio en sus ojos.


-¡Maldita zorra! –Apartó la mano de la herida y sonreí retándolo a que se acercara, intuí que sería un miembro de la Inquisición por sus movimientos eran algo más torpes y lentos que los de un cazador, por lo que llevaría poco tiempo siendo miembro de la Iglesia. Se acercó con la daga apuntando hacia mí y lo esquivé apartándome a un lado, cogí su muñeca donde portaba la daga y de un giro se la doblé haciendo que gritara por el dolor, me miró y su mano fue hacia donde tenía la estaca guardada en el cinto, pero hice que girara y le quité la daga, le di justo en el dobladillo de la rodilla haciendo que hincara la rodilla en el suelo… y la estaca se incrustó en su cuello haciendo que la sangre brotara manchándolo todo.
-Eso por llamarme zorra –murmuré alejándome y centrando mí vista hacia el frente, no sólo estaba el otro hombre que había aparecido, sino que de los tejados aparecieron dos hombres más que se quedaron a sus espaldas. Uno de ellos llevaba una capucha lo que me impedía ver su rostro, pero algo en su aura denotaba que era diferente al resto. ¿Más inquisidores? La noche se había tornado en una situación un tanto delicada… y no me había dado tiempo a alimentarme.
-Habías dicho que lo habías rastreado –Uno de ellos miró al encapuchado y luego me apuntó con su arma- ¡No es a quien estamos buscando! –Este se rió dejando desconcertado al hombre como si supiera algo que el resto desconocíamos.
-No, no es él… pero nos servirá –enarqué una ceja ante aquello. ¿Él? ¿Quién sería él y porqué me habían confundido con él? Parecía que era quien mandaba porque su tono era de lo más tranquilo- Atrapadla, la necesitamos con vida –los otros dos no tardaron en obedecer la orden e ir a por mí, uno de ellos de su abrigo negro sacó un látigo que hizo estallar contra el suelo y el que había hablado se fue directo hacia mí.

Esquivé el primer golpe, esquivé el segundo y me rozó con la daga en el costado haciendo que gruñera, lancé la daga en su dirección y esta se incrustó en la garganta del hombre que comenzó a caer con lentitud hacia el suelo. Estaba desarmada cuando el otro se acercó hacía mí, este era más ágil y más rápido, y uno de sus golpes impactó contra mí rostro haciendo que mis colmillos hicieran una leve herida en mí labio. Cogió el mango del látigo y lo movió de forma que se enrolló en mí brazo, apretando con fuerza. No quedándome quieta tiré hacia mí acercándolo antes de que siguiera apretando y le di un puñetazo en su rostro que lo hizo soltar el mango y estamparse contra la pared, desenrollé el látigo del brazo y lo tiré al suelo para lanzarme contra él y comenzar a asestarle golpes notando cómo de su rostro salía sangre sin importarme nada más que matarlo. No le quedaría mucho más de vida cuando el látigo de nuevo se enrolló esta vez en mí cuello, presionando y no dejando que me moviera del todo, para luego sentir como una fuerza arrolladora me estampaba contra la pared que tenía a mí espalda, chocando con brusquedad.



-Suficiente –la voz del hombre encapuchado me hizo mirarlo y ver que era él quien llevaba el látigo, y al intentar moverme fue como si un campo invisible me estuviera aprisionando contra la pared evitando que escapara. ¿Un hechicero? Eran los únicos que podían hacer tales cosas.
-¿Quién eres y por qué me quieres atrapar? –la Inquisición no hacía prisioneros, la Inquisición directamente mataba. Su risa se elevó en el lugar mientras se acercaba con paso lento hacia donde me encontraba, su dedo recorrió mí labio cogiendo algo de la sangre que había y mirando su mano la deslizó por sus dedos.
-Sin duda alguna llevas su sangre-no dejaba de repetir aquello, ¿la sangre de quién?- Has matado a casi todos mis hombres y, aunque quiera matarte, me eres más útil en vida –pude ver su sonrisa a esa distancia, así como su rostro al completo. Chasqueó los dedos y a los pocos segundos aparecieron más hombres que se pusieron a su espalda- Nos la llevamos, la quiero con vida y sin ninguna herida. Podemos utilizar la sangre que posee en su cuerpo, no es la de ellos… pero de algo nos servirá seguro –sonrió con malicia y se alejó dejando que dos hombres me cogieran y ataran mis muñecas. Sus palabras resonaron en mí cabeza y de pronto supe qué era lo que estaba buscando- En marcha –un pinchazo en mí brazo me hizo mirar hacia abajo, me habían inyectado algo que comenzaba a hacer que flaqueara, otro de los hombres portaba un saco de color negro que colocó en mí cabeza mientras sentía que perdía las fuerzas por completo y que perdía el conocimiento.
-Assur-fue lo único que murmuré antes de que todo se volviera oscuro, de que perdiera la consciencia… y de que todo cambiara en tan sólo unos minutos.
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Mensaje por Assur Black** Mar Feb 28, 2017 5:34 am

Otro día mas en esta mundana vida, habían pasado unos días desde mi encuentro con Sun, aun podía sentir su olor en mis sabanas, y casi su tacto sobre mi piel.
Pasarían décadas, quizás siglos hasta que nos volviéramos a ver, pero así tenia que ser.
Tenia cosas importantes de las que preocuparme, con la inquisición pisándonos los talones, un hermano decidido a contraer matrimonio y exhibirse en publico como si anhelara el peligro de un modo absurdo y con los cazadores de la orden de París decididos a molestarme una y otra vez, tenia que poner distancia.

Ya había logrado mi propósito ,encontrar a Joe e informarle de los nuevos acontecimientos, esos que él por su encierro desconocía. Ahora era cosa suya y no mía el proteger su vida, no podía actuar como un padre, no lo era.
Él decidiría su sino, mi tiempo en París terminaba, retirarme a mi castillo, era la mejor opción, allí pasaba desapercibido, Rumanía era un lugar mas que habitado por los de mi condición, allí la inquisición apenas tenia poder y los cazadores temblaban frente a las bestias que poblaban Transilvania.

En esos días había conocido a una pequeña inmortal, me había hecho cargo de ella y admito que una parte de mi se había aferrado a ella, a una sensación extraña que no sabia catalogar. No era exactamente un paternidad, mas se parecía a ella, de no ser porque su cuerpo me atraía. Claro que en los inmortales esto puede funcionar así, me había trasformado en una especie de “sire” referente.

Aquella noche me enfrasqué en uno de mis mejores trajes, acudiría a una reunión clandestina con Erlend Cannif, me habían dicho que residía en París, que había empezado una vida demasiado “mortal” al parecer una mujer lo había logrado atar en corto. Erlend era un vikingo demasiado libre para ser encarcelado, si esa mujer había obrado el milagro en él, sin duda merecía ser conocida.

Quería ademas de saludarlo, pues eramos en cierto modo “amigos” ,habíamos colaborado en algunas ocasiones y aunque no era muy dado a trabajar para nadie, ambos habíamos a lo largo de sus mil años tener fines comunes., quería avisarle de el avispero en el que se estaba convirtiendo París, si era listo cogería a su preciosa esposa y volaría hacia el norte, su hogar, claro que Erlend tampoco era de los que sabia escuchar.
También deseaba pedirle que vigilara de un modo u otro a Joe, necesitaba saber de sus pasos y Erlend era un experto rastreador, nadie mejor que él para mantenerme informado de cada acontecimiento, a cambio riqueza y poder.
Nunca fue fácil de comprar, mas ahora si tenia que cuidar de una mujer, supongo que seria mucho mas fácil que cediera a mis pretensiones. Es l oque tiene tener un punto débil, ahora Erlend tenia una debilidad que yo pensaba aprovechar.

Gabardina oscura sobre mis hombros y me perdí por las calles parisinas rumbo a una taberna cochambrosa, muy del estilo de vikingo, y para nada del mio.
Mas pronto me di cuenta de que no estaba solo, de nuevo era perseguido por un grupo de hombres que corrían sobre la fachada de los edificios tratando de ocultar así su presencia. ¿Cuando aprenderían que no trataban con un inmortal cualquiera?
Sonrisa ladina en mi rostro mientras evaluaba el peligro y contaba hasta seis hombres dispuestos a enboscarme, posiblemente en las calles menos transitadas.

Me adentre en un callejos, lejos de miradas indiscretas, no tenia mas salida que la boca de entrada, allí podría divertirme antes de continuar mi camino.
Apoyé la espalda contra la pared con un relativo gesto de aburrimiento que denotaba mi aire engreído. no tardaron en hacer acto de presencia, dos de ellos con ballestas que no dudaron en apuntar a mi corazón. Sonreí de medio lado alzando las manos fingiendo pánico en mi mirada, antes de romper a carcajadas.

No di tiempo a que le resto bajara, mis raudos movimientos se perdieron por aquel oscuro ambiente, solo iluminado por la farola de la entrada que dotaba el lugar de sombras y luces que pronto se teñirían de sangre.

Mostré mis colmillos con saña, yo no era de portar espadas, hachas... no lo necesitas cuando tu eres ya un arma.
El primer desgraciado, al mas valiente y mas idiota a su vez se abalanzó contra mi estaca en mano. No llego ni a rozar mi piel cuando mi mano atravesó su esternón buscando con premura su corazón que saque de cuajo dejándolo caer a sus pies. Aun no había golpeado el cuerpo inerte el suelo cuando me moví hasta la posición del segundo al que decapité de un zarpazo.

Cabeza que rodó hasta los pies del tercero que ahora reculaba suplicando por una vida que ya crecía de sentido. La ballesta fue disparada en mi dirección, ladeé le cuerpo evitando el impacto mientras corría hacia el pobre desgraciado que la había activado. Mis colmillos se hundieron en su yugular, tire de esta desgarrando su piel hasta que las venas salieron de su cuello y media cabeza quedo colgando.

Escupí al suelo la piel de la victima mientras aun con la ballesta en la mano de la victima disparaba todos los virotes al cuarto humano que ahora corría para salvar su vida hacia la entrada del callejon.
Ladeé la cabeza, solo quedaban dos. Caminé con paso sereno hacia ellos, uno se meo encima, era asqueroso como reaccionaban los humanos frente al miedo.
Fue entonces cuando uno de los cobardes dijo algo que me perturbo.
-No me mates y te diré donde tienen a la mujer que amas.

Enarqué una ceja agachándome para mirar sus aterrados ojos. Mi mano alzó su mentón para forzarle a mirarme.
-No amo a nadie -asegure sonriendo de forma sádica mientras alzaba la otra mano para descuartizarlo.
Entonces sonó a mis espaldas la voz del otro.
-Sun -dijo este en un vano intento de salvar al que a todos los efectos parecía su hermano -te diremos donde la tienen, pero dejamos vivir.

Mi gesto se tensó, oscura mi mirada con un iris rojo como el fuego, ahora si tenían motivos de tenerme miedo.
-¿Donde? -rugí agarrando a ambos por el cuello alzándolos y empotrandolos contra la pared -¿Donde la tienen? Hablar.

Ambos temblaban aterrados, no tardaron en darme una dirección a las afueras de París una fabrica abandonada.
Hundí mis colmillos en la yugular de uno de ellos alimentándome hasta dejarlo completamente vació. Perdido en la bestia que ahora era, cargado de rabia por haber sido tan idiota de no darme cuenta que portar mi sangre la pondría en grave peligro, desgarre al otro, le desquebraje su voluntad, arranqué sus miembros, deje apenas el muñón de su tronco manchando el frio suelo.
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Mensaje por Tabitha Denveraux Mar Feb 28, 2017 8:39 pm

No sabía como había acabado en aquella situación ni realmente por qué habían ido a por mi aquellos hombres, solamente sabía que antes de perder el conocimiento por completo era cargada entre dos hombres mientras lo que me habían inyectado hacía efecto y poco a poco iba perdiendo la fuerza al igual que la consciencia, aunque intenté escuchar qué era lo que estaban diciendo y mantenerme despierta y consciente para saber a dónde me llevaban, aquello era mucho más fuerte que yo. Con el rostro tapado sin poder ver nada terminé por perder el conocimiento, todo se volvió negro y perdí la noción del tiempo y del lugar con un pensamiento en mente: Assur. Al final había podido llegar a entender lo que buscaban de mí, no había que pensar demasiado puesto que querían a un hombre, pero que yo les valía porque llevaba su sangre… de la última persona que me había alimentado había sido de él y no fue difícil sacar conclusiones cuando sabía quiénes iban tras ellos.

No supe cuánto tiempo había pasado, si todavía era de noche o por el contrario el alba ya había despuntado en el horizonte, pero cuando desperté todavía seguía llevando la capucha. Al intentar mover los brazos para quitármela me di cuenta de que podía hacerlo, de alguna forma el ruido metálico tintineó al moverme y me hizo saber que estaba encadena con los brazos en alto. No podía ver nada pero sí escuchaba a lo lejos voces, pero no podía distinguir con claridad qué era lo que estaban diciendo porque todavía me sentía medio adormecida y débil.

Levanté mí rostro y la humedad fue lo primero que llegó a mis fosas nasales, seguramente debíamos de estar en algún lugar subterráneo por el fuerte olor a humedad y a moho que había en el lugar, algo que me hizo hacer una mueca con los labios mientras sentía la pared contra mí espalda. Estaba de pie y tenía los pies libres de cadenas, volví a tirar para intentar liberarme de las ataduras pero me fue algo imposible, algo que me frustró en sobremanera. ¿Qué narices sería aquello que me habían inyectado en el brazo? Fuera lo que fuera me estaba constando reponerme de ello, debería de haberme alimentado de aquel hombre porque de esa forma tendría algo de más fuerza. Oí una puerta que se abría de uno de los lados donde me encontraba y alguien gritar un “está despierta” que hizo que mirara en la dirección de donde provenía la voz.

Un par de minutos más tarde la puerta volvió a abrirse de nuevo y un aroma que me era conocido entró en la habitación seguido con un par más, podía escuchar perfectamente sus respiraciones en el silencio del lugar así como sus corazones latiendo, bombeando sangre. Enfrente de mí pude escuchar como una puerta se abría al girar una llave, unos pasos que se acercaron y… la capucha fue retirada de mí rostro. Enfrente de mí tenía a aquel hechicero que me había capturado y detrás de él estaban otros dos hombres. Estaba dentro de una celda en lo que parecía una mazmorra pequeña, con los grilletes en mis muñecas anclados a la pared.


-Por fin has despertado –mí vista subió a él- No quería que te perdieras la diversión –su sonrisa ladina en el rostro me hizo ver que estaba disfrutando con todo aquello.
-Será mejor para ti que me sueltes, brujo –le mostré los colmillos como advertencia a lo que le esperaba en cuanto me soltara de mis ataduras- no te gustaría para nada lo que te haría si me tocas o llegas a enfadarme, cosa que he de decirte, has hecho trayéndome aquí –él solamente me miró sin quitar su sonrisa del rostro y se acercó hacia donde estaba quedando cerca de mí.
-Vaya vaya, cuánta determinación. Por suerte para ti, monada, te necesito más con vida que muerta… por eso no te he matado todavía –gruñí por sus palabras y su mano fue a mí mentón manteniendo mí mirada que, seguramente, ya estaba de color carmesí por la rabia que me recorría el cuerpo- Realmente sería un desperdicio matarte, siempre he considerado un verdadero crimen matar a mujeres hermosas –su dedo se paseó por mí mentón con lentitud- Aunque he de decir que nuestro amigo tiene buen gusto –fruncí el ceño y elevé una de mis piernas para darle una patada en la boca de su estómago que lo estampó contra la puerta de la celda, los otros dos se acercaron hacia mí y yo les mostré los colmillos preparada para defenderme y ya de paso matarles, pero la risa de él los frenó en seco y retrocedieron de nuevo- Toda una fierecilla –comentó incorporándose para mirarme con diversión- Me gusta, me gusta la furia que veo en tus ojos… eso lo hará todo mucho más divertido. Sujetadla –los hombres se acercaron para empujarme contra la pared intentando inmovilizarme, pero no me iba a quedar parada para que hicieran lo que quisieran, así que aprovechando que uno de ellos estaba más cerca incliné el rostro y de un rápido movimiento clavé mis colmillos en su yugular, haciendo que gritara por el dolor mientras apretaba con fuerza, hasta conseguir arrancarle un trozo de su piel mientras la sangre salía a borbotones manchándolo todo alrededor.
-¡Maldita sea! –exclamó el otro que se alejó mientras el que había mordido caí desplomado al suelo y masticaba el trozo de carne que había arrancado mirando al brujo, desafiándole con la mirada y una sonrisa algo siniestra en el rostro. La sangre me había salpicado un poco y ahora tenía rastro por parte de mí rostro, lamí mis labios cuando terminé para limpiar el rastro de sangre y reí viendo como el otro ahora no se atrevía a acercarse de nuevo a mí, viendo el miedo en sus ojos a que corriera la misma suerte que el otro.
-Una comida realmente deliciosa –la ironía podía palparse en mí tono de voz sin mucho esfuerzo, no iba a dejar que aquel hechicero se saliera con la suya y tenía que buscar la forma de soltarme para irme de aquel lugar, pero al parecer el hechicero tenía otros planes en mente. Aplaudió al terminar como si fuera un espectáculo al que había pagado por ver y me pregunté quién narices sería, y qué era lo que quería de mí.
-Ahora entiendo por qué llevas su sangre corriendo por sus venas, no esperaba encontrarte a ti cuando salí para cazarlo… ha sido toda una sorpresa, pero no negaré que me desagrada la idea –sonrió de lado y chasqueó los dedos, al cabo de unos segundos entraron más hombres que portaban estacas en sus manos, pero estas a diferencia de ser de madera estaban hechas de plata. Hizo un gesto con la mano y se abalanzaron contra mí clavando las estacas de plata en mí cuerpo; una la clavaron en mí hombro haciendo que soltara un leve jadeo, otra la clavaron en mitad del muslo izquierdo y la tercera en uno de mis costados haciendo que gruñera por ello. Las estacas de plata no podían matarnos, pero sí podían debilitarnos y hacer que nos curáramos con mayor lentitud- Y ahora, estate quieta –pegada contra la pared por la fuerza de cuatro hombres, debilitada por las estacas y por la falta de alimento… poco pude hacer cuando lo vi sacar de nuevo una jeringuilla, tensar uno de mis brazos y… la sangre comenzó a salir llenando así la jeringuilla de mí sangre. Sonrió mirándome y dio unos golpecitos en mí rostro antes de girarse con lo que quería en sus manos, ¿buscaba mí sangre… porque llevaba la sangre de Assur? ¿Illuminati? Me pregunté mientras se alejaba hacia la puerta- Toda vuestra chicos, procurad manteneros fuera del alcance de sus colmillos –salió de aquel lugar dejándome con los cinco hombres ante mí y pasé mí mirada furiosa sobre ellos, advirtiéndoles con mis colmillos que no me iba a dejar hacer aunque estuviera en desventaja.

Tomaron distancia unos con otros y se miraron como si quisieran ver quién de todos era el que empezaba, como si estuvieran midiendo qué era lo que podían hacerme. Seguramente pensaran que no iba a presentar batalla o que no tenía opción para matarlos, pero estaban equivocados. Aún contaba con mí agilidad y mí velocidad aunque estuviera atada, podía esquivar aquello que quisieran hacerme y si estaban cerca poder matarlos como había hecho con el otro. Las cadenas en mis muñecas dejaban poco margen para mover los brazos, pero sí el suficiente como para que si se presentaba la oportunidad poder matarlo. Tenía que deshacerme de ellos para poder salir de allí, e iba a hacer todo lo posible para ello.

Tras unos momentos en los que la estancia se quedó en silencio y en los que ninguno se decidió a moverse, el más valiente –o el más inútil de ellos- se acercó a mí con paso vacilante y una sonrisa en el rostro mirándome de arriba abajo con lascivia, al fin y al cabo, era una vampiro y siempre acabábamos atrayendo a los humanos que eran de mente más débil, se dejaban llevar más por sus deseos y pasiones y pude saber lo que aquel humano pretendía hacerme. Intenté evitar reírme ante aquello y me mordí el labio de forma seductora posando mí mirada sobre él, no sabían ninguno de los que estaban allí cuáles eran mis poderes… y era una baza que pensaba utilizar contra ellos. El humano se pensaba que estando de esa forma iba a estar débil y que iba a poder hacer lo que quisiera conmigo, podía leerlo en sus pensamientos llenos de perversión hacia mí y casi, casi me reí por aquello. Valiente estúpido. Su mano ascendió por mí pecho y mí mirada se fijó en la suya.



-Desátame –fue lo que murmuré para que me oyera solamente él, su mano quedó quieta a la altura de mí cuello mientras me seguía mirando- Es lo que quieres, desatarme... ¿no es así? –murmuré de forma sensual utilizando mí poder para hacer lo que realmente quería que hiciera, podía someterlo y que me soltara. Con que solamente liberara una me era más que suficiente- Hazlo… y cumpliré aquello que estás pensando ahora mismo en hacerme –mis palabras, mí tono, mí mirada… todo invitaba a que hiciera aquello que le estaba haciendo. Había caído con facilidad bajo el embrujo y lo vi lamerse los labios para luego subir su mano por su brazo en dirección hacia donde estaba el grillete, ya casi podía sentir que llegaba cuando uno de los otros hombres se adelantó, lo apartó de un empujón haciendo que su espalda chocara contra la pared y se puso delante de mí, mirándome con el ceño fruncido para luego pegarme en el rostro con fuerza.
-¡Eres un idiota! No puedes caer así bajo el influjo de un vampiro –le gritó al otro que retrocedió como si estuviera asustado, levanté mí rostro para mirarlo y parecía que era el que mandaba de los cinco- No estamos aquí para eso, tenemos que sacarle información y es lo que vamos a hacer. ¡Lárgate! –le pegó otro empujón para que saliera del lugar y se quedó con los otros hombres, su mirada su puso en la mía- Y tú, bruja chupasangres, no vas a volver hacer eso de nuevo –de su cinturón sacó una daga de plata y otra estaca más del mismo material, llevaba tres clavadas en el cuerpo que me impedían regenerarme pero que al mismo tiempo taponaban la herida, y que me hacían seguir sintiéndome débil- Ahora vamos a la parte donde nosotros disfrutamos y tú nos dices lo que queremos saber –hizo una seña a uno de sus hombres y mientras me clavaba la estaca en uno de los brazos volvieron a inyectarme de nuevo lo mismo que en aquel callejón. Gruñí por ello de nuevo e intenté morder su cuello pero se apartaron antes de que pudiera hacerlo- Esto ayudará a que tus reflejos disminuyan, así será mucho más fácil que colabores –sonrió torciendo el gesto e hizo el primero de los cortes con la daga en mí costado- ¿Dónde está el vampiro? –lo miré mostrando los colmillos sintiendo el dolor de la herida, lo débil que estaba por la inyección, las estacas en mí cuerpo en puntos que no eran mortales para mantenerme con vida… todo dispuesto para interrogarme y sacar información.
-Vete al infierno –le dije sin pensar siquiera por un momento en decirles una sola palabra.
-Respuesta equivocada –su puño se estampó contra mí rostro haciendo que este girara hacia el lado por el golpe- Tenemos mucha noche por delante, a ver cuánto aguantas –de nuevo la daga haciendo un corte en mí cuerpo, otra pregunta y otra contestación que no les servía para nada. De algo estaba convencida; me querían con vida… y no iban a obtener nada por mi parte.
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Mensaje por Assur Black** Miér Mar 01, 2017 12:22 pm

Una bestia se había desatado en mi, manchado de sangre con los ojos carmesí me di cuenta de que algo había cambiado esa noche en mi.
Todo lo había hecho como debía, sin fallos, siempre mantuve todo lo importante lejos de mi vida, ahora, ahora todo era complicado, el instinto paterno se había despertado y otro que me negaba casi del mismo modo también había aflorado.

Ladeé mi mirada para apreciar aquel cuadro de devastación y muerte que había pintado con saña sobre paredes, y empedrado. En otros tiempo eso me hubiera complacido, mas hoy, hoy seguía tan vació como el corazón que anidaba en mi pecho completamente congelado.
A diferencia de eso, mi sangre hervía por dentro, incapaz de destilarla, mis pasos se perdieron por ese callejón tortuoso.

Todo para mi clamaba venganza, ni siquiera escuchaba las voces, los gritos, ni las miradas furtivas de todo aquel que se encontraba en mi camino. Una vez fui un hombre discreto, una vez hubiera adecentado mis ropas antes de salir de ese callejón para enfrentarme a los ojos ajenos que podían delatarme frente a la inquisición, una vez no era esta, pues esa vez Sun no estaba presa.

Las gotas carmesí resbalaban por mis dedos, rastro de muerte y de vida, se perdían por las calles de París. Mi destino, esa dirección grabada a fuego en mi mente, esa que retumbaba una y otra vez haciendo eco en ella, apoderándose de mi cordura si es que en ese momento existía resquicio de ella.

Corta la distancia cuando eres un inmortal y corres a una velocidad tal que apenas eres un ente reflejado en las paredes.
No me escondí en ningún momento cuando encontré aquella fabrica que parecía abandonada, mas no lo estaba.
Inútiles aquellos humanos que me esperaban, pues nada podía medirse con el hombre al que encaraban.

Ladeé la sonrisa, no tenia tiempo que perder, ellos por el contrario esa noche lo perderían todo. El marco del portón, arma improvisada cuando lo arranque con mis manos creando una larga estaca que lance con tal rabia que dos quedaron empalados en la pared a varios metros de distancia.
-¡venir! -rugí como el demonio que era, al ver el miedo en el resto, al ver sus pasos vacilantes y como el brazo les temblaba al alzar las espadas.

Pobres bastardos, movimientos no humanos me situaron frente a dos de ellos. Espadas en alto, las detuve con la palma de mis manos, ríos carmesí al hundirse el filo en mi piel. Sonrisa ladina cuando de un tirón se las arranqué de las manos para dejarlas caer al suelo sin piedad. Mis manos ahondaron en sus corazones, arrancándolos de cuajo.

Llevé uno de ellos a mi boca, clavando mis colmillos en él, estrujándolo para sacar cada gota de esa sangre asustada.
Los dos cuerpos inertes a mis pies y el ultimo enemigo empezó a correr en dirección a un sótano donde posiblemente la tendrían.

Escaleras de piedra por la que baje con rapidez, el gato perseguía al ratón ,su corazón acelerado, tetricamente asustado. Malditos cobardes que no entienden que si no sabes jugar al ajedrez ¿para que sentarte?
Lo atrapé antes de que abriera esa celda de hierro forjado. Una patada bastó para que esta cediera frente a la furia de la tormenta.
Dos soldados dispararon sus ballestas hacia mi, interpuse el cuerpo del pobre ratón como escudo y sus propios hermanos le dieron el final que no le di yo.

Mis ojos buscaron a Sun. Su aura era débil, contra la pared, clavada como si fuera un monstruo, torturada, no encontré alivio para mi sin razón.
La rabia no conocía parangón en ese momento en el que ya no era yo.
Mi mirada se oscurecieron, color burdeos, un tono que jamas mostré, y que ahora resplandecía con al fuerza del astro que no me estaba permitido ver.

Miento si digo que controlaba alguno de los movimientos que inicie. Solo se que mi poder mental se disparó, doblego a todos y cada uno de esos soldados que ahora se retorcían de dolor en el suelo como lo que eran simple ganado que desafiaba al pastor.
Explotó una cabeza, otra después, mientras mis pasos retumbaban entre los charcos de sangre, sesos y vísceras que emergían de sus inertes cuerpos.

No me detuve para admirar la masacre, mi vista seguía fija en ella.
Alce su mentón para que me mirase, para que sus ojos apagados no se rindieran y luchase.
-Voy a sacarte de aquí pequeña.
Arranqué una estaca tras otra, los grilletes después. Su cuerpo cedió frente al mio, débil, cansado.
La alcé entre mis brazos sin poder dejar de mirarla, había perdido demasiada sangre, no se regeneraba.
Ladeé la cabeza mientras sentía su respiración contra mi cuello.
-Hazlo -ordene, su nariz acarició mi piel -hazlo
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Mensaje por Tabitha Denveraux Jue Mar 02, 2017 11:40 am

Si querían que empezara a sentir que estaba en el Infierno, podían darse por satisfechos aunque mis labios jamás lo dijeran, aunque en mis ojos siguieran encontrando esa furia y determinación que había mantenido desde el momento en que me quitaron la capucha. No les daría el placer y la satisfacción de verme doblegada por ellos, antes prefería que me mataran a decirles una sola cosa que pudiera beneficiarles, antes de responder a las cuantiosas preguntas que me estaban haciendo. Todo giraba en torno a Assur, o a los hermanos Black y dónde podría encontrarlos. Al principio la risa había salido de forma irónica mientras el hombre frente a mí comenzaba a desesperarse por mis constantes respuestas que no obtenía información alguna, frustrado porque no conseguía que cantara cual pajarito como al parecer él esperaba que hiciera.

Porque ya podían matarme que no iba a decirles ni una sola respuesta ni información que les gustara, aunque si lo pensaba de forma detenida, podría ser que de aquella forma obtuviera la venganza que tanto había querido devolverle. Otra vez me veía de nuevo que habían ido a por mí, pero esa vez habían conseguido atraparme de una forma bastante rastrera y sucia, había que añadir. Si estaba en aquella situación era porque la sangre que llevaba corriendo por mis venas de Assur los había guiado hasta mí, y ahí estaba el resultado. Pero incluso con todo, con la rabia que me corroía por dentro… no podía hacerlo. Sabía que no me iban a soltar así porque así, habían puesto especial énfasis en no dañar nada que pudiera ser mortal, utilizaban la plata porque sabían que no me mataría y me tendrían con vida hasta que ellos quisieran… incluso así, no pude hacerlo.

No podía vender a Assur de esa manera, y era algo que en mí fuero interno sabía que jamás podría hacer algo como eso. Podía negarme todo lo que quisiera, a mí misma, que aquel maldito inmortal no me importaba, que tan sólo hacíamos jugar al gato y al ratón para pasar un rato divertido… pero en el fondo, muy en el fondo, había una oscura verdad que no iba a admitir ni aunque estuviera en mí último aliento de mí no vida. No sabía si aquello era producto de la sangre que llevaba por mí cuerpo, una parte quiso pensar que sí, pero la otra sabia muy bien cuál era la verdad… una que había enterrado bajo capas y capas durante aquellos siglos, negándome a aceptarla, desterrándola de mis pensamientos. Pero ahí estaba, y ahora volvía a emerger de las profundidades.

No sabía cuantas veces me habían preguntado por su paradero, había perdido la cuenta de los cortes que me había hecho con aquella daga y de las estacas que había clavado en mí cuerpo, siempre en lugares que no suponían un verdadero riesgo. A aquellas alturas con la falta de alimento que no pude hacer porque me habían pillado, las heridas, la pérdida de sangre y los goles recibidos por su parte… empezaba a notar el cansancio que hacía mella en mí cuerpo. Hacía… siglos, muchos siglos, que no sentía nada como aquello en mí cuerpo de nuevo, la última vez había sido cuando aún tenía vida, cuando mi corazón aún latía y bombeaba sangre a mí cuerpo.

¿Podía un vampiro sentirse cansado? Y si era así, ¿cuánto tiempo podía estarlo antes de desfallecer por la falta de alimento? Jamás me había encontrado en una situación igual, mi interrogador estaba haciendo todo lo posible para que intentara decirles algo, pero solo se llevaba desilusión tras desilusión, comentarios mordaces e irónicos por mí parte que lo hacían enfurecerse más y que más se ensañara contra mí. Los grilletes en mis muñecas era lo que hacía que pudiera mantenerme por mí propio pie, de lo contrario, habría caído de bruces contra el suelo.

La habitación estaba llena de sangre, podía sentirla por todo el lugar, sangre del humano al que le había arrancado la yugular, y mí sangre esparcida por el suelo y del cual goteaban de las heridas que me había hecho con la daga. Qué ironía, que un vampiro muriera por la falta de sangre y la pérdida de esta… no había final más irónico que ese. Su puño volvió a estrellarse contra mí cuerpo en lo que hacía otra pregunta más, elevé mí rostro para mirarlo aún con los ojos del mismo color carmesí y la sangre que notaba agolparse en mí boca la escupí manchando su rostro de ella.

Pude ver como su respiración se aceleraba por ello y su semblante volvía a cambiar para mirarme con infinita furia y rabia en ella, quería matarme, lo podía leer en sus ojos sin necesidad de leer su mente… algo que no podía hacer porque no tenía la fuerza y la energía suficiente como para saber qué era lo que pensaba, aunque no me hacía falta. Pasó su mano por su rostro quitando parte de la sangre que le había escupido y reí entre dientes divertida con la situación, una risa un tanto apagada pero que mostraba perfectamente cuál era mi opinión al respecto.


-Maldita zorra chupasangres –se acercó con rapidez hacia donde estaba, una de sus manos cogió mí pelo oscuro como la noche y tiró de él hacia atrás para tensar mí cuello, y pude sentir el filo de la daga en el lugar- Dinos dónde está, y podrás irte. De lo contrario –hizo un pequeño corte, pude sentir la daga abriendo la herida en el lugar y la sangre manar de ella- te mataré, juro que te mataré y disfrutaré mientras lo hago –sentí su aliento en mí oído, su respiración acelerada por la furia que lo recorría. Yo, por toda respuesta, me reí. Su desconcierto fue tan palpable ante la amenaza que bajé mis ojos rojos para posarlos en los suyos.
-Hazlo –le obligué a que intentara hacerlo, la daga presionó más en el cuello pero no hizo ningún corte- ambos sabemos que no puedes, ¿verdad? Me necesitáis viva, y antes prefiero morir desangrada y hambrienta, a decirte una sola maldita palabra que os ayude –gruñó con fuerza por aquello y me dio un empujón contra la pared que me hizo jadear. Se giró paseando por el lugar como un león enjaulado cuando comenzaron a oírse ruidos por la parte superior, y un grito de “está aquí” fue lo que los puso en alerta a todos. Estaban armados y preparados y el que me estaba torturando comenzó a distribuirlos por la habitación. No era consciente de demasiado para aquel entonces, pero sí sentí un aura familiar que se acercaba. ¿Era…? No, no podía ser.

La puerta se abrió de golpe haciendo que el silbido inconfundible de las ballestas disparando se oyera por el lugar impactando contra, al parecer, uno de ellos que gritó por el dolor. No podía ver demasiado, el cuerpo me pesaba y tenía la cabeza inclinada hacia un lado con mí pelo tapando el rostro. Pero sí fui consciente de la presencia que había en la habitación, reconocería esa aura sin ningún tipo de duda. ¿Había venido a buscarme? ¿Cómo sabía qué me habían atrapado? No lo sabía, pero ahí estaba. Había podido llegar hasta mí y por lo poco que había visto en el callejón y en la celda, seguramente la zona estuviera bastante custodiada. Se me cerraban los ojos y la visión comenzaba a enturbiarse, ¿eso era lo que pasaba cuando un vampiro era privado de alimento y desangrado? No quería sentirlo y el olor de la sangre humana en el lugar me estaba volviendo loca, tenerla y no poder saciarte era realmente desquiciante.

No sabía qué estaba pasando a mí alrededor, solo sé que una onda de poder se extendió por toda la habitación y que me llegó de rebote, para a los segundos empezar a escuchar cómo los humanos caían al suelo y gritaban retorciéndose de dolor y entendí lo que pasaba. Jamás había visto algo parecido cuando comenzaron a oírse pequeñas explosiones por el lugar, el olor a sangre y a vísceras fue mucho más notorio que hacía unos instantes. Unos pasos en mi dirección que reconocía por la forma liviana en la que andaba casi sin hacer ruido alguno, y sentí que unos dedos que ya conocía levantaban mí mentón ya que yo no podía hacerlo. Mí mirada, algo turbia por la falta de alimento se fijó en aquellos ojos burdeos que me devolvían la mirada. Una sonrisa asomó en mis labios aunque un poco más débil que de costumbre, sabía que iba a sacarme de aquel lugar. Jamás me había alegrado tanto de verlo ante mí.



-Assur-murmuré antes de notar que comenzaba a sacar las estacas que habían en mí cuerpo, con un jadeo tras otro ante el dolor que aquello me producía. Soltó el primero de los grilletes que tenía entorno a mi muñeca y el peso venció por si solo dejándome inclinada de un lado, incapaz de mantenerme por mí misma aunque solamente fuera la mitad de mí cuerpo. El otro grillete estuvo fuera y mí cuerpo se venció haciendo que él fuera quien sostuviera mí cuerpo, odiaba verme de aquella forma, odiaba que él me viera tan débil como lo estaba ahora. Tuvo que cogerme en brazos para cargar conmigo y mí rostro quedó escondido contra su cuello, como si fuera una niña pequeña asustada por la escena grotesca y horrible que había alrededor. Su olor invadió mis sentidos y de alguna forma comencé a relajarme entre sus brazos luchando por mantenerme despierta y cuerda y no dejar que el sueño me venciera.

Estar tan cerca de él y que mí nariz estuviera hundida en su cuello notando la sangre que corría por sus venas fue lo que despertó el hambre en mí. Un hambre voraz que pedía ser saciado, necesitaba alimentarme pronto o quizás las consecuencias podrían ser nefastas para mí. Nunca me había sentido tan hambrienta como lo estaba ahora, me recordaba a cuando desperté en mí nueva no vida y la sensación de alimentarme, el hambre que me volvió loca y las ganas de beber sangre que se apoderaron de mí cuerpo… ahora me pasaba lo mismo. Mis colmillos crecieron y asomaron de mis labios casi por instinto necesitada de alimento, mis brazos rodearon su cuello pegándome más a él y alcé mí vista a él cuando me dio el consentimiento que estaba necesitando. Lamí mis labios de solo pensarlo.

Volvió a repetirlo como insistencia, casi más como una orden, para que bebiera de su cuello… y yo no me hice de rogar. Como una autómata lamí la zona del cuello que iba a morder y sin más dilación mis colmillos atravesaron la fría y marmórea piel de su cuello. En cuanto la sangre comenzó a brotar de los orificios gemí contra su cuello al ver la necesidad satisfecha con la sangre mientras el hambre era saciada. Lo abracé pegándome a su cuerpo como si me sintiera más segura de esa manera, mí mano subió a su pelo aferrándolo con fuerza y cerré los ojos dejando que el hambre pasara y disminuyera mientras él me permitía beber de su cuello. No quise pasarme y tomé lo necesario para que las heridas se regeneraran, podía sentir como cada corte era cerrado, cada hueco de estaca llenado de nuevo y la sangre restablecida. Terminé de beber de él y lamí casi con lentitud los orificios y las gotas que caían de su cuello sin querer desperdiciar absolutamente ninguna sola gota de su sangre. Aquella sensación de poder cobró vida por todo mí cuerpo y alcé mí rostro para mirarle, mí lengua lamió mis labios quitando el rastro de sangre y terminé por acortar la distancia hasta su rostro para dejar un beso en sus labios, como mudo agradecimiento. Aún teníamos que salir de allí y buscar al brujo, podía notar que su aura aún seguía en el lugar.


-Tenemos que ir a por el brujo –la conversación pendiente, porque tenía cosas que decirle sobre todo aquello, podía esperar para más tarde. Ahora primaban otras cosas. Me sentía con las fuerzas renovadas y suficientes para matar a aquel hijo de puta que había drogado mí cuerpo para luego sacarme sangre, pude ver el desconcierto en su rostro- Ese maldito cabrón me drogó y luego se llevó un tubo con mí sangre –fruncí el ceño, enfurecida por ello- Quiero matarlo, además de que no creo que haga nada bueno con esa sangre. Sé que está aquí todavía, puedo sentir su aura en la zona de arriba –no iba a obtener un no por respuesta y no me iba a dejar atrás. Dos eran mejor que uno, aunque ese uno se hubiera cargado a la mitad de los guardias sin recibir un solo golpe o rasguño. Mis ojos recorrieron su rostro y sonreí de lado- Nunca me he alegrado tanto de verte –dije con un deje divertido intentando que cambiara aquel rostro que tenía, uno que presagiaba desatar el mismo infierno si hacía falta. Los ruidos provenientes de la puerta desvió mí atención, podía notar que más guardias venían a por nosotros- Creo que tienen ganas de morir esta noche, vamos, tenemos que buscar al brujo –iba a bajar de sus brazos cuando cuatro guardias más aparecieron por la puerta contemplando la grotesca escena que había ante sus ojos.
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Mensaje por Assur Black** Sáb Mar 04, 2017 9:41 am

Su lengua trazo el camino perfecto de mi yugular, sentencio con sus colmillos mi piel haciéndome jadear.
Mi espalda contra la pared, excitado no solo por el olor a sangre del recinto si no por como aquella preciosa mujer de cabellos ondulados me atraía por el pelo para devorarme de un modo necesitado.
Con el cuello ladeado ,los labios entreabiertos y los ojos cerrados acaricié su pelo animándola a seguir bebiendo.

Sus heridas cerraban, mi sangre era potente y ahora fluía por su organismo como un torrente que todo lo saciaba. Extasiada como estaba, revitalizada, aflojo el mordiscó entre jadeos, relamiendo las gotas carmesí que resbalaban lentamente por mi cuello.
Se separó para enfrentar mi mirada mientras aun la sostenía entre mis brazos, su cuerpo era cálido, ligero...
Nuestros ojos rojos como las llamas se encontraron sedientos de seguir la fiesta que habíamos empezado.
No se me antojaba mal lugar ese repleto de vísceras, de guerra y de caos, mas Sun tenia otros planes.

Le mostré un cómico mohin, como si la idea de ir de caza no me satisfaciera tanto como la idea de tirármela en esa cámara.
-No puedo negarle nada a las mujeres hermosas como tu -dije contra su boca de forma seductora.
Una mentira mas que escapó de mis labios, pues no era cierto, me pasaba la vida negandolo todo.
Me negaba a sentir aunque lo hacia, me negaba a admitir que tenia debilidades entre ellas la dama que entre mis brazos residía.
Me negaba a pensar en mis hermanos y sus problemas pensando que mantenernos lejos era la solución a que nuestras sangres jamas quedaran en manos de esos dementes que pensaban acabar con el mundo sin ser conscientes.

Estaba preparado para negarme todo y recluirme de nuevo en mi morada de Transilvania, pero ella, como una tempestad en alta mar había cambiado el sentido de mi brújula dejándome a la deriva. Había desbaratado mis planes por completo y ahora perdido en su parda mirada ni siquiera sabia bien que hacer o donde ir ¿donde estaba el norte? Esperaba encontrar la respuesta cuando dejara de sentir como se había alimentado de mi.
-Quizás debería acudir a la boda de mi hermano -sentencié sin mas como si solo fuera un efímero pensamiento -¿me acompañarías?

Sun ladeo su sonrisa al ver la poco o ninguna importancia que le daba al hecho que varios guardias entraran por el portón con ganas de como bien había dicho la inmortal morir aquella noche a manos de los dos.
Era cierto sentía el aura del hechicero, aun debía de estar en aquel lugar, así que lo haríamos bajar.
Dos ballestas fueron disparadas, aun con la dama en brazos y buscando su mirada esperando una respuesta que no llegaba. Las esquive con suma destreza mientras estas se clavaban en la pared del fondo de aquella improvisada celda.
-No tenéis respeto al amor -bromeé bajando a Sun sonriendo abiertamente -ves pensando la respuesta, ahora vuelvo.

Los hombres se miraron entre ellos como si no pudieran entender mi pasmosa tranquilidad. pobres ilusos, acaso no sabían que yo era el jinete del apocalipsis muerte.
Sin mas espada que mis garras me lance sobre uno de ellos, bestia hambrienta que lo destripo con saña sacandole las tripas y lanzandolas a los pies del segundo que asustado cargaba la ballesta con virotes y que con el temblor de sus propias manos se había encasquillado.

Me relamí los labios acercándome despacio, este reculo, mas no a tiempo de que mi mano agarrara su cuello y alzara así sus pies del suelo. Lo acerqué a mi boca hundiendo mis colmillos en su yugular mientras el otro de sus compañeros disparaba virotes con tan mala suerte de convertir a mi presa en un colador.

Aun así absorbí con virulencia la vitae que aun quedaba en su maltrecho cuerpo. Mis ojos siguieron los movimientos de Sun que lejos de estarse quieta parecía decidida a acabar con los que quedaba para mi deleite personal y porque no admitirlo para mi excitación particular.
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Mensaje por Tabitha Denveraux Dom Mar 05, 2017 9:52 am

Resultaba algo complicado explicar la sensación que sentí cuando él me dio el permiso para que bebiera de su sangre, estaba hambrienta y necesitada de sangre como nunca antes lo había estado, como solo una vez en mí vida había sentido. Si no hubiera llegado, si no hubiera venido a por mí… seguramente, mí no vida se estuviera apagando por momentos. Tener algo que deseabas fervientemente y que te lo negaban de aquella manera era demasiado desquiciante, y aunque no se lo hubiera hecho saber ni expresar a mis captores, probablemente no hubiera aguantado mucho más antes de perder el conocimiento. Pero ahora todo había cambiado, Assur había llegado y se había cargado con aquella facilidad a aquellos guardias, y al concederme beber de él me estaba salvando de una condena segura.

Su jadeo fue seguido del mío en cuanto la sangre comenzó a inundar mí boca y deslizarse por la garganta, la subida de adrenalina fue tal en aquel momento que sólo pude aferrarme a él con fuerza, enredar mi mano en su pelo atrayéndolo hacia mí como si pensara que se fuera a mover, aunque sabía que no iba a hacerlo, cerrar los ojos y dejar que su sangre me llenara y me fuera regenerando. Su mano en mí pelo animándome a que lo hiciera fue lo que hizo que me lo tomara con calma como si no estuviéramos sitiados por enemigos que querían matarnos, como si el permanecer allí no corriera peligro alguno para ambos. Su sangre, potente como siempre, me llenaba y revitalizaba aportando aquello que era necesario para mí cuerpo.

Decidí que no iba a tomar más de lo necesario y lamí al separarme su cuello para que no desperdiciar ni una sola gota de sangre, mí lengua recorrió ambos orificios y abrí los ojos para observarlos durante unos segundos, dándome cuenta de que muy en el fondo me gustaba ver aquellas marcas mías en él. Sentí un rubor por todo mí cuerpo producto de tomar su sangre y terminé por mirarlo sabiendo que ahora sí que sí, me había salvado la vida con aquello, preguntándome cómo era que sabía lo que estaba pasando y que me tenían presa, aunque no fuera lo que más me importara en aquel momento. Vi la expresión que portaba en aquel momento como si quisiera desatar el infierno, y probablemente es lo que haría en cuanto saliéramos de aquella celda. Su mohín ante mis palabras me hizo sonreír levemente al saber en lo que estaba pensando como si no intentara ocultar sus pensamientos.


-Te convendría no hacerlo, porque puedo resultar de lo más convincente cuando me lo propongo –ladeé divertida el rostro ante sus pensamientos y negué levemente con la cabeza, solo a él se le pasaría por la cabeza querer tomarme en un lugar como aquel y en una situación como aquella. No iba a negar que su sangre me había activado en todos los sentidos, pero no era momento para dejarnos llevar como pasaba cada vez que nos encontrábamos. Le di un leve mordisco en su labio inferior cuando sentí la presencia de cuatro hombres más que venían a por nosotros, como si quisieran morir aquella noche de forma voluntaria. El aura de aquel maldito brujo podía notarla en la parte inferior y estaba convencida de que estaría protegido, así que llegar hasta a él iba a dejar un reguero de sangre y de cuerpos inertes por el camino. Mí mirada fue durante un segundo hacia la puerta para ver cómo entraban cuatro hombres que se quedaron parados y horrorizados por la grotesca escena que tenían ante ellos, para luego llevar mí vista a la de Assur y sonreír de lado con la idea de bajarme para ir a por ellos. Ya le había dicho cuales eran mis intenciones, y no había puesto pegas, y aunque las hubiera puesto iría a por aquel brujo con o sin él.

Sus palabras sobre la boda de su hermano me hicieron ladear el rostro levemente y sonreír de lado pareciéndome que hablar sobre una boda estando en una habitación rodeados por sangre, cuerpos inertes y vísceras… era algo demasiado extraño. Realmente había pensado que no iba a aceptar la invitación de su hermano tras la conversación que habían tenido, y por cómo Joe se había marchado de la habitación de aquel hotel. Saber qué le había echo cambiar de idea era algo que desconocía aunque me parecía buena idea que fuera, al fin y al cabo, era su hermano y deberían de dejar aquellas rencillas que tenían unos con otros. Su pregunta de si lo acompañaría me hizo mirarlo de forma fija durante unos segundos, ¿me estaba invitando a que fuera con él? Ya era extraño que fuera a la boda, pero lo era mucho más que dijera que lo acompañara.

Casi reí al recordar lo que su hermano había dicho en la habitación del hotel ante lo del ramo, e iba a decirle algo cuando dos ballestas fueron disparadas en nuestra dirección. Aún seguía sobre los brazos de Assur pero a él no parecía importarle porque se movió esquivando con gracia las dos estacas que se estrellaron contra la pared. Enarqué una ceja ante sus siguientes palabras notando que me dejaba en el suelo manchado de sangre por aquella matanza, extrañada con que dijera aquellas cosas tan impropias de él incluso aunque estuviera bromeando. Antes de siquiera poder decir nada me dijo que pensara en la respuesta mientras luego se alejaba para matar a aquellos guardias que habían venido a por nosotros.

Observé como se alejaba mientras iba a por dos de los guardias que había en la celda y me mordí el labio pensando en aquello, ¿me había pedido abiertamente que lo acompañara a la boda de su hermano? Sí, lo había hecho. Algo en mí interior me decía que podía haber algo más tras el transfundo de aquella simple petición, algo que en él era totalmente imposible ya que siempre habíamos tenido en claro lo que había entre los dos, y porque yo también me había negado una y otra vez lo que pudiera haber sentido por aquel vampiro del que siempre teníamos un tira y afloja, sabiendo que si podía ver aunque fuera por un poco lo que enterrado bajo capas sentía… jamás volvería a verlo. Era la sensación que siempre me había dado, por eso él nunca hablaba sobre su vida, por eso no dejaba que nadie llegara a él… y lo entendí aún más en aquella habitación cuando los reuní. Me prometí a mí misma que aquello debía de acabar, aunque era mucho más fácil decirlo que hacerlo.

Mientras él se encargaba de esos dos yo no me quedé quieta y con las energías renovadas me acerqué hacia los otros dos que ya habían fijado su blanco en mí, uno de ellos disparó su ballesta que esquive fácilmente y con la velocidad característica de los vampiros me acerqué hasta tenerlo delante y viendo el miedo en su rostro por el repentino acercamiento. Fue a cargar la ballesta pero no le di tiempo a que lo hiciera, mi mano torció su muñeca haciendo que gritara por el dolor, lo cogí del brazo y lo retorcí haciendo que gritara apartando así la ballesta de mí camino para luego, de un movimiento rápido, hacer que mí mano se incrustara en su pecho buscando su corazón. Su mirada llena de miedo y de pavor fue lo que me hizo sonreír de lado, hasta finalmente arrancarle el corazón y sacárselo de su cavidad torácica. Su gesto se torció de infinito dolor y mientras caía a cámara lenta postrado en sus rodillas estrujé el corazón reduciéndolo a la nada con mí mano.

El otro guardia que estaba delante al parecer había pensado que Assur era una presa algo más fácil porque ahora apuntaba hacia él su ballesta, así que me acerqué levantándola para que esta disparara contra el techo incrustando la estaca en el lugar, le quité la ballesta de un rápido movimiento y le di una patada en el pecho que lo lanzó contra la pared del lugar, apunté con la ballesta y lancé la estaca que atravesó su piel y su corazón como lo hacían ellos cuando nos disparaban, me acerqué y viendo que aún le quedaba un poco de vida le partí el cuello haciendo que el cuerpo cayera contra el suelo. Aún con la ballesta en mano sentí la presencia de otro guardia más que se acercaba por las escaleras, me acerqué a la puerta y apunté hacia arriba lanzando la siguiente estaca que atravesó la garganta de este haciendo que terminara de caer rodando por las escaleras hasta la entrada.

Me giré hacia Assur que había terminado de matar a aquel humano y me acerqué hacia él tirando la ballesta al suelo donde se dejaba en claro la masacre que habíamos hecho en aquel lugar. Cuando lo tuve delante vi el pequeño rastro que tenía de haber bebido del humano que ahora estaba tirada a sus pies y deslicé uno de mis dedos por la comisura de sus labios, quitando los restos de sangre, y llevándolos a mí boca para lamer el dedo con la sangre. Sonreí de lado sabiendo que aún estaba esperando una respuesta a su pregunta y parecía que no iban a mandar más hombres a por nosotros, todas las auras que sentían estaban sobre nuestras cabezas en el piso de arriba, donde estaba aquel hechicero.


-Yo también fui invitada a la boda, ¿lo recuerdas? –Comenté con cierta gracia mirándole, ni afirmando ni negando ante su pregunta de acompañarlo. Di un paso hacia él sin apartar mí mirada de la suya- ¿Debo de preocuparme de que quieras que coja el ramo? –Pregunté riendo entre dientes quitando un poco de tensión al momento tras todo lo que había pasado, recordando las palabras de su hermano, y volví a dar otro paso hacia él- Te acompañaré a la boda –di un último paso restando la poca distancia entre ambos y dejé una mano sobre su pecho- Gracias por venir a buscarme… aún no sé cómo lo has sabido, pero gracias –porque de no haber aparecido… Quité esos pensamientos y elevé mí rostro dejando mis labios cerca de los suyos, ambas respiraciones mezclándose y mis ojos mirando los suyos. Terminé por dejar un mordisco en su labio inferior y me separé de él poniendo algo de distancia- Vamos a cazar a ese maldito brujo que ha firmado su sentencia de muerte –me giré para encaminarme a las escaleras no sin antes coger un par de dagas de los que habían allí por el suelo. Podía notar el aura del brujo arriba en una zona aislada de aquel lugar, nada subir por las escaleras y atravesar la puerta me encontré con un pasillo largo donde había varios guardias que no tardaron en comenzar a dispararnos. Estaba cansada ya de las malditas ballestas.

Lancé una de las dagas a uno de ellos que se incrustó en su pecho mientras que esquivaba la trayectoria de un látigo que iba en mí dirección. No me iban a pillar otra vez con el numerito del látigo, mientras Assur se encargaba de un par yo fui directa a por el del látigo que se enrolló en mí brazo y sonreí, tiré del látigo acercando el humano que no dudé en clavar mis colmillos en su cuello y rasgarlo sin intención de beber de su sangre. Para cuando me giré Assur terminaba de cargarse al último de ellos, seguimos avanzando y me fijé de una de las puertas que había a lo largo del pasillo, no había nadie pero la habitación estaba llena de tubos de ensayo, de probetas y demás utensilios que no sabía para qué servían. ¿Y si estaba ahí mí sangre? Le hice una seña para que esperara y me adentré intentando buscar el tubo que contenía mí sangre, pero de todos los que había allí no estaba el mío.



-No sé qué demonios están haciendo aquí, pero está claro que experimentan con la sangre –miré hacia el final del pasillo donde había una puerta algo más grande, no había nadie fuera pero todas las auras estaban tras esa puerta, incluyendo la del brujo. Terminamos por acercarnos a la puerta y la miré unos segundos, era enorme y seguramente nos estuvieran esperando para en cuanto abriéramos esa puerta apuntarnos con ballestas para matarnos, giré mi vista a él- En cuanto abramos estas puertas van a ir a por nosotros, de eso no hay duda. Noto bastantes auras ahí dentro así que tendremos que ir con cuidado –porque el que más peligro tenía era precisamente el que andábamos buscando- Assur, ten cuidado con ese hechicero, hay algo en él que no es como los demás. Más oscuro… más peligroso –sabía que no tenía que decirle que llevara cuidado, llevaba seis mil años y sabría mucho más que yo, pero algo en aquel hechicero hacía que desconfiara de lo que era a simple vista- Parece que siempre terminamos enfrentándonos a la muerte, tal como en los viejos tiempos –sonreí de lado y me preparé para lo que venía a continuación- ¿Listo? –Una vez abriéramos esa puerta no habría marcha atrás. Pero lo que no esperaba era encontrar a aquellos hombres, al menos tantos, en primera fila preparados para matarnos. Y al fondo del todo, bajo una barrera, esperando y observando todo… estaba aquel hechicero al que había jurado que mataría.
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Mensaje por Assur Black** Lun Mar 06, 2017 12:02 pm

Mis ojos siguieron los magistrales movimientos de Sun, rojos como las llamas por la vitae que entraba en mi interior, comprobé como la vampiresa destrozaba a los enemigos que aun quedaban en pie, me sentí tan sumamente excitado en aquel momento que un jadeo se hizo presente contra el cuello de mi victima.
Dejé caer su maltrecho cuerpo a mis pies mientras aquella mujer de caderas ardientes se acercaba a mi dejando caer la ballesta y ladeando aquella sonrisa arrebatadoramente sexy.

Su dedo recorrió mis labios, estos se entreabrieron para recibirla y mis ojos se centraron en su boca mientras relamía de este la sangre reseca.
No pude evitar mostrarle una sonrisa traviesa al escuchar sus palabras, mi mano la atrajo de la cintura con calma sin poder dejar de mirarla.
-¿He de preocuparme yo de que pelees así por el ramo? -bromeé haciendo gala de la ironía para después mirar la masacre de nuestro alrededor -no quedaría mujer en pie -bromeé entre risas.

Mis labios se unieron firmes a los suyos, apenas un beso fugaz, parecía no dispuesta a complacerme en nada mas.
-No me gustan las negativas -siseé antes de que aceptara la invitación hecha por mi hermano y reformulada por mi mismo.
Agradeció mi presencia mientras mi aire engreído acortaba las distancias que separaban de nuevo nuestras bocas, alientos entremezclados y un mordisco en mi labio inferior que me dejo con infinitas ganas.
-Shhhhh -susurré acariciando su cintura con la yema de mis dedos -acaso pensabas que iba a dejar que otro tocara lo que es mio por derecho -bromeé besando su mejilla para ahora yo empezar a caminar tras ella en busca de ese brujo del que hablaba y que parecía el principal responsable de la tortura que había sufrido mi dama.

Sun tomó un par de dagas del suelo, yo ya era un arma de por si, no tendía a usar armas blancas, mis garras y dientes eran mas que suficientes. Mas algo me decía que esto no iba a ser tan sencillo como lo de ahí abajo, el hechicero debía guardar un par de ases en la manga, nadie en su sano juicio se enfrentaba a un Black con un farol.

Sun Dio buena cuenta de un tipo que a lo indiana Jones pensaba atraparla con muy poco estilo con un latigo, lo esquivo con suma destreza dejando que la daga sobrevolara sus dedos hundiéndose en el pecho del otro desgraciado mientras yo me limitaba a seguir andando en linea recta destrozando mentalmente a unos pobres hombres ahora perturbados que lloriqueaban en el suelo presos del dolor y las visiones de su propia mente demente.

Ladeé la sonrisa alcanzando la posición de la vampiresa, mi mano en su trasero, sus ojos en los míos para mostrarle la mejor de mis sonrisas encogiéndome de hombros.
-¿que le voy ha hacer? Las manos van al pan.
Sun no parecía compartir mi humor, con un gesto me hizo esperar mientras buscaba con cierta desesperación entre las probetas algo que empezaba a intuir que era.
Su sangre con la mía fluyendo en esta, era un peligro que alguien la poseyera.
Tensé el gesto cuando esta volvió, mis ojos se perdieron en los suyos, esta vez centelleando fuego.
La escuché su instinto le decía lo mismo que el mio, eso me gustaba de esa mujer, la partida de ajedrez siempre se jugaba de forma equitativa con la dama.

Tomé su mentón para que me mirara, no quería que se comprometiera mas de lo necesario, no porque no creyera en sus posibilidades, si no porque perderla no estaba en mis planes.
-No te arriesgues, si las cosas se ponen feas quiero que te vayas ¿lo entiendes?
La conocía, no era una de esas mujeres que arriesgan su vida por otro, por esa parte estaba tranquilo, así que me limité a asentir cuando la dama me indico que iba a abrir la caja de pandora.

Una patada abrió el portón, frente a nosotros una primera linea de enemigos con ballestas que dispararon al unisono, esquivamos con gracilidad unas y otras, mas habían demasiadas. Una enviada en la dirección correcta surcó el cielo, Sun peleaba a melé con uno de aquellos bastardos, mas eso la hizo no prestar atención al virote que de no hacer nada atravesaría su corazón. Mi espalda se dejó impactar para proteger su pecho, ladeé la sonrisa frente a sus mirada parda.
Sus ojos lo dijeron todo, claro que no lo suficiente pues no me quede para conversar, contra la pared rompí el virote y con la rapidez sobrenatural que me caracterizaba desmembré a un par dejándolos caer al suelo como sacos rotos.
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Mensaje por Tabitha Denveraux Mar Mar 07, 2017 1:32 pm

Habíamos terminado de limpiar la parte de abajo que era donde me habían mantenido presa, cabía decir que mi secuestro no les había durado demasiado porque habían venido a buscarme, de no ser así estaba totalmente convencida de que me habrían sacado más sangre y me hubiera hecho más cosas. No creía que solamente quisieran una muestra de mi sangre, y de hecho, no eran la que precisamente iban buscando. Buscaban otra sangre más poderosa que la mía, pero al toparse conmigo habían decidido aprovechar la situación. Craso error, porque ahora pretendía cobrarme aquello que me habían hecho y ahora que tenía la ayuda de Assur todo podría ser algo más fácil. Aquella sala estaba llena de sangre, de cuerpos muertos y mutilados, de vísceras por todas partes… era digno de un cuadro a lo más puro y estilo gore, algo que habíamos hecho entro los dos. Había muchas bajas en aquella sala, y aún no eran suficientes para compensar lo que me habían hecho.

Quería al brujo muerto y no iba a quitarme nadie eso de mí cabeza, quería ser yo quien lo matara hasta ver cómo su vida se iba apagando lentamente, haciendo que su sangre saliera y saliera, parando para que notara esa pérdida de sangre, y luego volver a hacer que saliera y saliera… así hasta desangrarlo. Era lo que pasaba por mí mente cuando pensaba en atrapar a aquel maldito brujo que había firmado su sentencia de muerte en cuanto me había capturado. Ya se lo dije estando en la celda, y yo era una mujer de palabra, así que ese seria el final más apropiado para él. Pero antes teníamos que llegar hacia donde se encontraba.

En medio de todo aquel caos, de muerte, de sangre, de vísceras por todas partes, de miembros desmembrados… mí atención se fijó en la persona que había ido a buscarme acercándome a él de forma lenta. Podía notar esas ganas que manaban de su cuerpo, no pasé por alto cómo sus labios se entreabrían dejando paso a mis dedos y su mirada puesta en mis labios, su mano me acercó a él pasando por mí cadera y su sonrisa me hizo sonreír divertida porque en medio de todo aquello tuviéramos aquel humor, como si hiciéramos un parón antes de seguir con el asalto final. Algo que precisamente era lo que estaba pasando. Terminé por reír ante su pregunta y miré la masacre que había a nuestros pies y no, no me veía haciendo aquello en la boda de su hermano, mucho menos para conseguir el ramo.



-¿No crees que sería un buen festín? –Respondí siguiéndole la gracia que yo misma había empezado hacía unos instantes y ladeé un poco mí rostro al decir que no quedaría mujer en pie haciendo que chasqueara la lengua ante aquello sin perder la sonrisa- Creo que sólo se libraría la mujer de tú hermano en todo caso, y sólo porque no le robaría protagonismo a la novia –sabía que mis respuestas vanas no le estaban haciendo gracia y casi reí cuando me dijo que no le gustaban las negativas, pero finalmente acepté ir con él. Mientras mí mano estaba en su pecho y le agradecía que hubiera ido a buscarme sus labios volvieron a estar sobre los míos, me calló para que no siguiera hablando y sus dedos recorrieron mí cintura en aquel momento que nos dimos el lujo de concedernos. De nuevo volvía a reclamarme como suya igual que hizo en el hotel y, aunque me dieron ganas de decir algo al respecto sabía que no era el momento ni el lugar. Sonreí sintiendo su beso en mi mejilla y me mordí el labio antes de separarme- Sigue diciendo eso y terminaré por creérmelo –solté con una sonrisa antes de alejarme y coger un par de dagas para lo que pudiera pasar de camino al brujo.

Al subir nos seguían esperando y ya comenzaba a cansarme las ballestas, todos tenían ballestas que apuntaban hacia nosotros y de las cuales no dudaron en disparar. Nos los cargamos sin mayor incidente y sentí la presencia de Assur a mí lado, justo cuando llegó sentí su mano en mi trasero, lo miré a los ojos enarcando una ceja viendo la sonrisa que portaba y ante su comentario negué con la cabeza sonriendo de lado, aquel vampiro no tenía remedio alguno y ni estando en aquella posición podía contenerse algo que me hizo reír levemente entre dientes antes de ver una de las puertas que había en aquel pasillo abiertas y en donde pensaba entrar a investigar.


-No tienes remedio –comenté divertida antes de alejarme y entrar en aquel lugar donde habían probetas y demás, pero que no estaba la mía. La tendría aquel brujo sin duda alguna y yo pretendía recuperarla. Al salir me encontré con él en la puerta y lo miré, no hizo falta decir mucho más al respecto porque por su gesto sabía que él también lo había entendido sin decirle nada. Terminamos por avanzar hasta llegar a la puerta donde sentía tras ella todas esas auras incluida la del brujo que seguramente estaría bien protegido, estaban esperando nuestra llegada y mí intuición algo me decía que aquel brujo no era como los demás, notaba algo extraño y diferente en su aura que me hizo estar atenta y así fue como se lo hice saber a él. Su mano tomó mí mentón elevándolo y lo miré mientras me decía aquello, ¿irme? ¿Estaba loco? No iba a irme sin antes matar a aquel maldito brujo- No soy de las que huye Assur, es algo que ya sabes –y no iba a dejarlo a él solo aunque sabía que era más que capaz de salir con vida, pero ya me lo había tomado como algo personal. No le dejé que me reprochara y abrí la puerta donde una línea de enemigos nos esperaba cargados y preparados para disparar sus ballestas, silbaron en el aire y las lanzaron contra nosotros.

Nos separamos para esquivarlas en lo que me dio tiempo a echar un rápido vistazo al lugar, era una habitación enorme donde en primera línea aquel brujo había puesto a los que nos estaban disparando, que eran bastantes en número, y al fondo del todo estaba él con un escudo o una barrera que lo rodeaba donde había dos guardias que parecían también brujos aunque seguramente su poder era inferior. Iba a ser algo difícil llegar hasta él, pero no improbable. Me acerqué hacia dos de ellos que estaban cerca rompiendo las ballestas y lanzándolas lejos para que no pudieran utilizarlas y comencé a encargarme de esos dos de forma rápida, no podía perder demasiado el tiempo porque eran muchos enemigos y seguramente las estacas fueran volando en nuestras direcciones. Y eso fue precisamente lo que pasó y de lo que me hubiera percatado de estar atenta.

Lo único que vi fue el cuerpo de Assur frente al mío cuando el humano cayó muerto al suelo y el sonido de la estaca clavándose en su espalda, mí mirada sorprendida y mí boca abierta ligeramente era muestra de que ni me había percatado. Mis ojos lo buscaron agradeciéndole aquello y dejé mí mano en su pecho antes de que se marchara para seguir matando por el otro lado, mí mirada se enfocó en la dirección de la que había provenido la estaca y fruncí el ceño mirando al humano que cargaba de nuevo la ballesta. Víctima. Esquivé las estacas que lanzaron y dando un salto me lancé contra el que tenía fijado, una de mis manos fue a su rostro y mientras caíamos empujé con la fuerza que teníamos su rostro hacia el suelo haciendo que esta estallara y reventara por la presión ejercida. Le quité la ballesta y utilicé el disparo para cargarme a uno.



-Me estoy hartando de vosotros –cada vez odiaba más y más a las ballestas, así que mientras me encargaba de uno partiéndole el brazo y haciendo que disparara su ballesta contra otro utilicé mí poder de Ilusión para hacerles ver que Assur y yo estábamos en otra zona que era donde estaba el brujo junto a los otros dos, y al disparar una de las ballestas dio contra uno de ellos, el otro la esquivó poniéndose tras la barrera del brujo que seguía con la capucha puesta y mientras tanto aprovechamos ahora que no nos apuntaban a terminar de matar a aquellos humanos. Ahora solo quedábamos los dos brujos contra nosotros, apenas tenía leves rasguños en una de mí mejilla y otras por los brazos al esquivar una de las estacas que ya se estaban cerrando y miré hacia el frente; ahora teníamos muchas más opciones. Sin pensarlo demasiado me lancé contra el brujo que quedaba fuera de la barrera en dirección a por él no sin antes coger un arma. La suerte estaba a mí favor porque podía leer la mente de aquel brujo y podía anticiparme a sus movimientos, comenzó a murmurar algo y una bola de fuego comenzó a surgir de sus manos, iba a lanzarla contra mí así que justo cuando iba a hacerlo me moví con la rapidez de un vampiro y la esquivé acercándome a él por uno de los lados, iba a sacar una daga que tenía en su cinto para ganar tiempo antes de conjurar el siguiente hechizo pero lancé la daga que impactó contra su mano haciendo que gritara, tiempo suficiente que me dio para acortar la distancia quitar la daga incrustada en su mano y clavársela en el cuello haciendo que cayera con aplomo sobre el suelo. Mí vista subió hacia el brujo el cual seguía en aquella barrera encerrado y del que Assur no había podido romper- Te dije que habías hecho mal al secuestrarme, brujo –lo fulminé con la mirada, deseaba hincarle los colmillos y matarlo hasta desangrarlo, lenta y dolorosamente. Él solo se rió y eso provocó que fuera a por él pero que, antes de que pudiera acercarme, lanzara una onda como la que me lanzó en el callejón y que me hizo estamparme contra la pared con fuerza.
-No vais a poder hacerme nada –nos miraba a uno y a otro mientras yo me recuperaba del golpe- No mientras tenga esto –sacó una jeringuilla que contenía líquido ya inyectado… oh, no podía ser, estaba segura que aquel era el tubo donde me había sacado sangre.
-¡No! –pero ya era demasiado tarde porque se inyectó aquel líquido en su brazo hasta vaciar el contenido mientras su risa se oía de fondo.
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Mensaje por Assur Black** Miér Mar 08, 2017 10:55 am

Muerte y devastación, eso era lo que creaba por allí por donde pasaba, estaba acostumbrado al caos que despertaba ya de por si mi mera presencia, mas ahora acompañado por esa vampiresa todo cobraba un significado distinto, juego de dos, excitante, donde no solo pensaba en el olor a sangre derramada si no en lo sexys que resultaban todos y cada uno de sus movimientos en la batalla.

Sun siempre fue la reina en la partida de ajedrez mas peligrosa de mi inmortal vida, quizás porque siempre supe que tenia que verla caer mil veces para de nuevo alzarse de la nada.
Eso hacia ella una y otra vez, la admiraba por ser como era, una mujer única en su especie.
Allí estaba desgarrando cuerpos como el mas leal soldado, como la bestia salvaje que anidaba en su interior pero sin perder ni por un momento la feminidad que ostentaba y la hacia resultar tan sumamente sexy.
Ella había aceptado lo que era, le orgullecia su inmortalidad y le sacaba un provecho sin igual.

Ladeé la sonrisa por un momento olvidando el combate el mismo lugar donde estaba, pensé en sus palabras, la boda, el ramo, todo era un desafió tras otro, ambos teníamos claras las reglas del juego, mas por primera vez este encuentro había logrado que nos las saltáramos.
Peligro, los sentimientos siempre implican un riesgo, eso era algo que ambos bien sabíamos y estar conmigo era el mayor riesgo del mundo.

Ambos nos jugábamos mucho, como en una partida de blackjack, siempre pierde el que apuesta mas. En este caso ambos parecíamos decididos a poner en peligro nuestra existencia por jugar...experimentar por una noche al menos la sensación de amar y ser correspondidos, si es que eso era posible en nuestro mundo de sombras y engaños.

La cámara quedo inerte de vida, bueno, solo latía el corazón de ese mago atrincherado en una especie de muro eléctrico que por mas que intentaba no lograba franquear.
-Tengo toda la vida para esperar que se te agoten las energías y una mujer preciosa para pasar el rato follando sobre la pila de cadáveres de tus amigos, créeme, estoy en el infierno y yo soy el demonio primigenio -sentencie con una sádica sonrisa -¿como te va eso de ser un voyaguer?

Conocía la magia, no aguantaría hasta el final del día con ese muro en alto y en cuanto bajaran sus defensas, yo lo descuartizaria vengándome de que la hubiera tocado.
-No llevo bien que toquen lo que es mio -sentencié sin mas con parsimonia -estas muerto, puedes alargar la partida todo lo que gustes, mas el jaque es mate.

Sun se unió a la fiesta, salvaje e intuitiva se golpeó contra el muro energético y salio despedida por su onda expansiva.
Ladeé mi sonrisa, podía haberle avisado, mas la verdad a veces caer y levantarse es el mejor modo de aprender las consecuencias de tus actos.
-tienes que ser paciente -susurré contra la piel de su cuello -se me ocurren tantas cosas que hacer en estos momentos.

Mas la vampiresa no parecía con ganas de dar rienda suelta a mis pecados, si no mas bien se centraba en aquel insignificante humano que por mi parte pronto seria desmembrado.
-Me harás ponerme celoso -bromeé con un divertido mohin.
Las cosas cambiaron cuando este saco una jeringa que se inyecto como si en ello le fuera la vida, a decir verdad, le iba.
-Mierda -rugí consciente de que ahora todo se complicaría, con mi sangre corriendo por sus venas y la magia, los peligros serian serios e inminentes.
-Sal de aquí- gruñí desviando mi mirada hacia Sun, que desde luego parecía mas que decidida a no hacerme el menos caso.
-No puedo pelear y cuidarte ¿lo entiendes? Ve, nos vemos en mi hotel.

La vampiresa no era obediente, supongo que esa era una de las partes que me gustaba de ella, mas del mismo modo la que me desesperaba en este preciso instante en el que el mago creo una bola de fuego inmensa que salio de la palma de la mano creando un vació por donde pasaba.
Me tiré en dirección a la inmortal y junto a ella ambos esquivamos la bola, cayendo de bruces sobre el frio suelo.
-Vamos, me cuesta mucho encontrar acompañante para una boda, no me lo vayas a fastidiar muriéndote antes de tiempo.
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Mensaje por Tabitha Denveraux Vie Mar 10, 2017 9:55 am

Si la anterior habitación había quedado llena de sangre, vísceras, muerte y devastación… esta la superaba ahora con creces. Habían sido más los guardias que habían apostados en aquella sala para defender al brujo, el cual no sabía quién le había mandado aquello porque dudaba mucho que fuera el cabecilla de todo lo que estaba pasando. Ni tampoco sabía para qué estaban haciendo esos experimentos, pero tenía la sensación de que los tubos con sangre que habíamos encontrado de camino allí eran seguramente de diferentes especies, quizás de cambiantes, de licántropos e incluso alguna de humanos… no quería pensar lo que querían lograr con ello ni lo que tenían pensado, pues no era algo que fuera de mí incumbencia aunque tratándose de los Iluminatti todo podía ser posible.

La habitación que antes había estado llena de guardias ahora sin embargo estaba más bien vacía, gracias a que había utilizado la ilusión con ellos se habían cargado a uno de los brujos mientras que el otro seguía metido en aquella barrera que paraba y frenaba cualquier ataque. Se habían cargado a uno de los otros dos brujos que lo acompañaban y mientras tanto, bajo el poder de la ilusión que había creado, ahora nos encargábamos con facilidad de ellos ya que no nos estaban apuntando. El olor a sangre era tan fuerte en el lugar que por un breve momento llegó hasta a marearme, y no porque no estuviera alimentada y necesitara hacerlo, sino porque había demasiada por el lugar, algo a lo que no estaba acostumbrada. Había matado a grupos de cómo mucho cinco o seis personas, no la cantidad que nos habían estado esperando tras la puerta.

El siguiente en morir fue el otro hechicero que estaba fuera de la barrera, había sido algo más fácil de lo previsto gracias a que podía leer su mente y sabía cuál iba a ser su siguiente ataque. Cayó al suelo tras clavarle la daga en su cuello dejándonos solamente con el hechicero que mayor problema iba a darnos, y nosotros dos. Dos vampiros contra aquel hechicero era una ecuación más que favorable para nosotros, aunque como le había dicho a Assur antes de abrir las puertas… no me fiaba de él. Había algo en su aura que me decía que llevara especial cuidado, como si tuviera un par de ases bajo la manga que todavía no había mostrado y estaba esperando el momento adecuado para hacerlo.

Harta de verlo ahí delante, con aquella sonrisa en el rostro y con la capucha que ocultaba parcialmente esta me enervaba. Quería que quitara esa barrera para poder hundir mis colmillos en él y desgarrarlo hasta sentir cómo moría entre mis brazos. Miré a Assur enarcando una ceja por sus palabras, solamente a él se lo podía ocurrir soltarle algo como aquello al enemigo en una situación como aquella, pero sabía que tenía razón. ¿Cuánto tiempo podría durar con aquella barrera en alza? Seguramente no mucho, por lo que en cuanto sus fuerzas y su energía fueran menguando sería nuestra oportunidad. Negué con la cabeza ante aquello sopesando si lo estaba diciendo en serio o no, aunque seguramente y proviniendo de él, lo estaría diciendo en serio. Volvió a repetir aquello de que no le gustaba que tocaran lo que era “suyo”, aunque no comenté nada al respecto porque primaban otras cosas.

Cansada de esperar y de no hacer nada al respecto y sin pensarlo demasiado, todo había que decirlo, decidí ir hacia él para ver si esa barrera era tan efectiva como parecía… claro que, teniendo en cuenta que un vampiro con seis mil años no había podido franquearla debía de haber sido suficiente información. Pero cegada por la rabia que sentía y las ganas de matarlo todo raciocinio fue relegado a un segundo plano, y fue hacia él para sentir como la misma honda, la misma fuerza de choque que había sentido en el callejón ahora se estampaba contra mí de nuevo haciendo que mí cuerpo se estrellara contra la pared. Maldito hechicero, su risa resonó por el lugar como si le hubiera divertido aquello. Me levanté para acercarme y ponerme al lado de Assur quien, divertido por la imprudencia que había hecho, me miraba con una sonrisa ladeada.


-A veces no sé ser paciente –fue lo que contesté sintiendo su aliento en mí cuello enviando un escalofrío por mí cuerpo. Lo miré de reojo cuando dijo aquello de que se le ocurrían cosas para hacer en ese momento- No puedes estar hablando en serio –murmuré para luego fijar mí vista en el hechicero, habían cosas más importantes que hacer aunque él siempre se dejaba llevar por sus instintos más primarios, seguramente porque sabía que aún quedaría rato para que las energías del hechicero menguaran. Giré mí rostro para verlo con una sonrisa divertida- ¿Tú celoso? Cuando el infierno se congele –respondí para luego ver como, sin poder hacer nada, se inyectaba aquel tubo que sabía era mí sangre… ahora sí que íbamos a tener problemas. La confirmación de que así podría ser fue el rugido de Assur ante lo que ambos habíamos visto, la risa del hechicero envolviendo y retumbando por la sala y de nuevo él que me decía que me fuera, a lo que mí vista se centró en él frunciendo el ceño. Si no me había ido antes, ¿qué le hacía pensar que lo iba a hacer ahora? No le había prometido nada, y como ya sabía, no iba a huir de aquella situación aunque su hubiera tornado más peligrosa- Lo entiendo –dije asintiendo a sus palabras, entendía lo que quería decirme… pero no era una vampira indefensa. No podría tener seis milenios, pero el paso de mis siglos habían sido complicados y había tenido que sobreponerme a las adversidades y eso me habían hecho más fuerte y más dura. Sabía pelear, sabía defenderme… y eso para mí bastaba- Pero ya sabes que no voy a irme, no soy así y nunca huyo. No tendré seis milenios, pero sabes que no soy débil y prueba de ello es el caos de nuestro alrededor –mientras nosotros hablábamos el hechicero comenzó a crear una bola de fuego, una bola de fuego mucho mayor que la que había hecho el que me había cargado y que a la vista estaba que era demasiado peligrosa.

Fue él quien abalanzándose sobre mí hizo que consiguiéramos esquivar la bola de fuego que arrasaba con todo a su paso, dejándolo en la nada. Rodamos por el suelo para esquivarla pero sabía que el mago no se iba a quedar de brazos cruzados, la sangre que se había inyectado había incrementado sus poderes y aquello iba a ser mucho más difícil… pero no iba a irme. Lo fulminé con la mirada ante sus palabras, ¿por qué seguía empeñado en que me marchara? Negué con la cabeza firme en la idea de quedarme, no iba a huir cual cobarde… me negaba en rotundo. Él intentaba protegerme y por ello me decía esas cosas para que entrara en razón, pero sabía de sobra que era una cabezota testaruda que no iba a cambiar de parecer.



-No va a morir ninguno de los dos Assur, y no pienso irme –sentencié de forma firme- Puedes perder el tiempo en intentar en vano que me vaya y te deje aquí… o podemos aprovechar que somos dos y utilizar esa ventaja –un rastro oscuro a quemado había dejado aquella bola que había lanzado, y ahora volvía de nuevo a la carga creando otra- Sé que intentas protegerme y te lo agradezco, pero es innecesario. Divide y vencerás Assur, ¿no te ha enseñado nada la historia? –Sonreí de lado levantándome mientras creaba otra bola que volvimos a esquivar de nuevo mientras dejaba el mismo rastro que la otra. Lanzándole una mirada me separé de él y me fui a por el hechicero por uno de sus flancos para que no nos tuviera juntos en un mismo objetivo, de sus manos salió otra bola de fuego más pequeña que esquivé pero que esta rozó la tela de mí vestido, por la altura de la manga, dejándome sin una de las mangas, por suerte a mí no me había hecho nada- Tienes suerte de que no fuera mí vestido favorito –farfullé creando una ilusión que hizo disparar otra bola hacia la ilusión impactando contra ella, para luego ver que yo me acercaba por el otro lado, pero su barrera seguía alzada y no había forma de hacer nada. Nada conseguía atravesarla y repelía todos los ataques, así como lanzarte de nuevo lejos de él.
-¡Oh vamos! Pero si la fiesta acaba de empezar –comentó con diversión- Pero nos falta un… toque que la haga más divertida –juntó sus manos mientras pronunciaba unas palabras y de repente dos charcos oscuros salieron delante de él en el suelo y comenzaron a tomar forma. Aquello era magia oscura sin duda alguna, aunque potenciada por la sangre haciéndola mucho más peligrosa. Los cuerpos oscuros comenzaron a tomar forma, una forma que conocíamos bastante bien… cuando terminó de hablar estos parecieron cobrar vida y el hechicero sonrió- Matadlos –fue lo único que dijo antes de que los cuerpos oscuros comenzaran a moverse, uno con mí forma y otro con la de Assur… y los dos se acercaban para matarnos sin duda alguna.
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Mensaje por Assur Black** Vie Mar 10, 2017 11:39 am

Desobedecerme era un delito que yo penaba con la muerte, y allí estaba ella, inmóvil enfrentando sus pardos a mis escarlata como si un “no” me bastara.
Rugí frente a su desobediencia, no quería que se quedara, le había dado mis motivos, mas ella me salio con una nueva frase hecha “divide y vencerás”
Enarque una ceja, eso era una chorrada, esa frase desde luego no estaba hecha para un inmortal de 6000 años.
-No, la frase correcta es …

Una bola de fuego volvió a encaminarse a nosotros, la sorteamos de nuevo mientras yo me alzaba del suelo sacudiéndome el polvo.
Le apunté con el indice con cierto deje de desprecio, como si su miserable existencia solo equivaliese a la de una cucaracha muerta.
-No te han enseñado a que cuando los mayores hablan, los niños esperan -le dije hundiendo mis ojos en los ajenos.
-Antes de que el sol salga seras pasto de ratas.

Sun aprovecho para escapar de mi largo discurso para con la impaciencia que la caracterizaba lanzarse nuevamente a por le pobre desgraciado.
Otra bola de fuego que esquivo dejandole un pequeño recuerdo en el vestido.
-Si la desnudas te arrancaré los ojos, porque nadie mira lo que es mio -sentencié con una sonrisa ladeada que esperaba ver a la dama como se las apañaba.

El hechicero parecía haber triplicado sus recursos gracias a mi sangre, mas potente, mas letal pero igual de cobarde.
Sun lo intentaba sin parar, mas aquella esfera la repelía lanzandola una y otra vez hacia atrás.
-¿y yo que creia que solo los humanos tropezaban dos veces con la misma piedra? -apunté lamiéndome la sangre que me quedaba en los dedos.

Sun me miro de forma fulminante, algo que me hizo reír con cierta diversión y alzar las manos con sorna en señal de rendición.
-¿como era? -pregunté a la inmortal mientras el hechicero hablaba de una fiesta que acababa de empezar y al parecer yo me estaba perdiendo -a si, divide y vencerás ¿si le separo la cabeza del resto del cuerpo, crees que venceré? -le pregunte relamiendome los colmillos con la lengua.

Dos entes oscuros frente a nosotros emanaron de suelo, al menos tenia buen gusto, la dama era como Sun, si me abría las piernas, me la follaba allí mismo.
Pero no abrió las piernas si no la boca con una gran cantidad de dientes y una lengua de serpiente bastante poco agradable.
-lo siento no eres mi tipo -aseguré dándole con mis garras en su vientre y partiendola por la mitad con la determinación mas que suficiente como para dejar a mis pies un reguero negro como el petroleo y mis manos sucias de aquel liquido viscoso.

Caminé hacia la barrera protectora, empezaba a cansarme de esperar y ahora que tenia mi sangre, aquello iba a perdurar demasiado en el tiempo, antes el sol nos alcanzaría, no teníamos tiempo, eso era una realidad.

Esperé a que Sun terminara con su replica inexacta y le lancé una mirada.
-Bien, voy ha hacerte caso por una vez -le dije guiñándole un ojo -trabajemos unidos, yo rompo la barrera y tu lo coges del cuello y le separas la cabeza de un mordisco ¿que me dices?

No esperé respuesta, adentre mi cuerpo en aquel campo de fuerza, dolor, quemazón ardor y una corriente eléctrica recorría cada molécula de mi ser, apreté los dientes aullando de dolor, mientras la cúpula se rompía por el lado donde estaba yo.
-¡Ahora! -rugí cayendo de rodillas mientras aguantaba le peso de ese portal abierto y el hechicero por ende trataba de meterle mas energía a este usando los resquicios de mi sangre que le quedaban.
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Mensaje por Tabitha Denveraux Dom Mar 12, 2017 9:25 am

Al parecer había entrado en razón ante la idea de que no iba a irme para dejarlo allí solo, era muy capaz de acabar él solito con el hechicero pero había hecho la promesa de matarlo con mis propios colmillos, y no iba a dejarlo pasar de aquella manera. Ahora era un dos contra uno, aunque él tuviera su sangre recorriendo sus venas haciéndolo más poderoso como se estaba viendo. Sus poderes se habían incrementado y a la vista estaba que así era, no había visto a ningún hechicero que pudiera crear tales bolas de fuego y que además luego pudiera crear esas dos… bueno, criaturas, que se parecían a mí y que ahora él había enviado en nuestra dirección para matarnos. Un impedimento más que nos ponía para que no pudiéramos acercarnos a él y así perder tiempo.

Cuanto más tiempo consiguiera ganar mayor estaría su victoria, contaba con la ventaja de que la noche se estaba acabando y los dos deberíamos de darnos prisa si queríamos que no nos pillara el amanecer o entonces él habría ganado aquella batalla, y me negaba a que aquello pasara. Los dos entes oscuros comenzaron a acercarse hacia nosotros para hacer un combate de uno contra uno, centré mí vista en la que tenía delante cuando mostró aquella boca llena de dientes afilados como colmillos y esa lengua viperina que parecía más bien la de un lagarto. Se abalanzó sobre mí y extendió sus brazos donde en sus manos sus dedos parecían más garras que otra cosa, esquivé los intentos de golpe que quiso darme porque no estaba convencida de que fueran normales y me produjeran una herida normal.

Su boca intentaba apresarme alguna parte del cuerpo y clavar aquellos afilados colmillos pero no le di la oportunidad de hacerlo, una de sus manos como garras se dirigió a mí rostro pero me incliné hacia atrás evitando que me rozara y cerré una de mis manos en un puño para estamparlo contra el rostro de aquel ser, lanzándolo algo lejos contra el suelo, no deje que pudiera levantarse y me senté sobre aquel ser que intentó arañarme, pero aproveché que había una daga cerca para cogerla, juntar sus manos y clavárselas contra el suelo pera que no pudiera moverse. Mis piernas se apretaron contra su rostro y mis manos fueron a su cabeza mientras estiraba hacia arriba como si intentara descorchar una botella, pataleaba intentando soltarse pero era más fuerte que ella y al final su cabeza terminó separada de su cuerpo que lancé lejos, mientras el vestido se manchaba con aquella sangre oscura y viscosa, levantándome para encontrar la mira de Assur, quien se mofaba de la frase que le había dicho.



-Mejor si tú le sujetas el cuerpo y yo le separo la cabeza –sonreí de lado y enarqué una ceja cuando dijo que iba a hacerme caso… por fin. Escuché sus palabras y lo miré durante unos segundos, quizás fuera la única manera de poder matar a aquel hechicero antes de que nos mandara cualquier otra cosa y así pudiera ampliar el tiempo hasta que comenzara a amanecer. Finalmente terminé por asentir con la cabeza, no era mal plan y podríamos terminar con aquello de una vez por todas y matar a aquel hechicero el cual estaba deseando matarlo. Dos trabajando eran mejor que uno así que me preparé para entrar en acción cuando fuera mí turno viendo como él se adelantaba ante la mirada de aquel hechicero que aún tenía la barrera alzada a su alrededor. No debió de esperarse para nada aquella táctica porque su mirada se centró en Assur cuando este comenzó a adentrarse en la barrera, y debía de doler porque yo había notado los efectos de forma nimia al acercarme… pero una cosa era acercarse, y otra atravesarla.

El hechicero lo miré incrédulo por un segundo al ver que estaba atravesando la barrera y seguramente intentó fortificarla para que él no la rompiera, me mordí el labio con fuerza impaciente por entrar y acabar con la vida de aquel hechicero. Podía notar que le estaba doliendo romper con la barrera y eso hizo que me moviera inquieta alrededor esperando el momento, y vi el momento justo para entrar antes de que siquiera él me dijera que ya podía. Me colé rápida por el hueco que había dejado y pareció que el hechicero quiso escapar pero lo lancé al suelo de un golpe, puso uno de mis pies sobre uno de sus hombros y le partí el brazo donde se había inyectado la sangre mientras lanzaba un grito de dolor, grito que solo me produjo una sonrisa sádica en el rostro.

Tumbado en el suelo lo levanté sin perder tiempo mientras podía notar que la barrera se iba debilitando por momentos, lo alcé para que me mirara y fijé mí mirada en la suya un solo segundo. Mis ojos estaban rojos de la ira y la furia que llevaba encima, y debía admitir que quería hacerle mucho más que matarlo tan rápido por todo lo que había sufrido, así que pegué un tirón del brazo que había partido haciendo que volviera a aullar de dolor. No era suficiente, pero el tiempo apremiaba y me sentiría mucho mejor cuando lo matara. Noté que con su otra mano intentó crear una pequeña bola de fuego, pero le rompí la muñeca para que no pudiera hacer nada y tras aquello le di un puñetazo en el rostro, pero lo cogí para que no pudiera moverse y el golpe fuera mayor y más doloroso. Le mostré los colmillos y deslicé mí lengua por ellos.



-Te dije que te mataría –lo miré a los ojos, parte de su cuerpo tenía las venas negras seguramente de la sangre que se había inyectado, aumentando sus poderes de aquella forma- Y yo siempre cumplo con mí palabra –ladeé su rostro y no esperé demasiado para inclinar mí rostro y morderle la yugular de forma salvaje, sin piedad alguna, destrozando aquella zona con el mordisco llevándome consigo trozos de piel y me separé mientras la sangre salía a borbotones de la herida que le había hecho, escupí el trozo y cogí su rostro para darle dentelladas a aquella zona hasta que estaba ya tan débil que pude arrancarle la cabeza sin esfuerzo alguno. Su cuerpo cayó con aplomo al suelo y lamí la sangre que tenía alrededor de mis labios para luego girarme y mirar a Assur- ¿Estás bien? –Pregunté- Te dije que no íbamos a morir ninguno de los dos –le sonreí y terminé por acercarme viendo a ver si se había recuperado de haber atravesado la barrera aunque seguramente su poder de recuperación fuera mayor que el mío. Recorrí su cuerpo con mis ojos buscando alguna señal en él pero estaba mucho mejor que yo, yo estaba más sucia y manchada de sangre, y mí vestido en algunas partes estaba hecho jirones por las bolas que había lanzado el hechicero. Él parecía mucho más entero que yo, desde luego. Rodeé con uno de mis brazos su cuello y acorté la distancia para darle un beso ahora que todo había acabado, con los labios manchados de la sangre del hechicero y con aquel caos a nuestro alrededor. Me separé y lo miré a los ojos sonriendo- Deberíamos de irnos, pronto amanecerá y que no quiero quedarme aquí atrapada hasta la noche, aunque bueno… -miré a mí alrededor, muerte sangre y cuerpos desmembramos por doquier- No es una mala estampa para dos vampiros, ¿no crees? –Hice una leve pausa- ¿Crees que vendrá alguien más, quizás a comprobar lo que experimentaban aquí? –Tenía muchas dudas acerca de ese lugar y delo que estaban haciendo allí con la sangre.
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Mensaje por Assur Black** Dom Mar 12, 2017 11:24 am

un no perdió el tiempo, aprovecho el hueco que había dejado mi cuerpo para colarse por aquella barrera ahora franqueable y tomar por el cuello a aquel desgraciado que por primera vez mostraba el miedo reflejado en sus ojos.
Aun así, poseía mi sangre fluyendo por sus venas, mantenía el escudo para que yo no pudiera moverme, esa era su única opción, aunque gastaba gran parte de su concentración en mi, lo que ayudaba sin duda a la inmortal que rompió su brazo sin ningún tipo de piedad.
Ladeé la sonrisa complacido, admito que esa parte fiera, salvaje e indomable era justo lo que mas me ponia de ella.
Una bola de fuego fue la siguiente sorpresa del hechicero, una que no logro salir de su mano, pues esta le rompió la muñeca haciendo a este aullar de dolor.

Mis ojos rojos como el fuego siguieron el encendido encuentro, Sun hablaba como el demonio que era y sus palabras me arrastraban al infierno calcinandome entre las llamas. Fuerte, segura y diestra, sin duda la compañera perfecta de cualquiera de los de mi condición, mas demasiado libre para prometerse con nada, ni con nadie.

Sus colmillos se hundieron en la yugular del humano mágico, arrancó las venas de cuajo, la sangre salia a borbotones y esta se baño en ella regalándome la imagen mas excitante de la noche.
La muralla calló y en su lugar tuve a la inmortal contra mi cuerpo preguntándome con suavidad si mi estado era el correcto o no.
Ladeé la sonrisa como única respuesta, para dañarme necesitarían mas que un juego de manos.
Su brazo rodeo mi cuello, su boca sentencio mis labios y estos relamieron con intensidad la vitae que chorreaba por ellos.

La atraje de las caderas uniendo nuestros cuerpos, mas la inmortal mas sensata que yo desvió la mirada hacia el ventanal asegurando que pronto el alba nos encontraría y que permanecer allí nos haría vulnerables pues podrían llegar mas humanos, cazadores, inquisidores o dementes..
Me limite a encogerme de hombros alzando las manos para soltarla con un mohin de fastidio en mi cara.
-Lo mejor sera destruir todo esto, parece un laboratorio en el que juegan a ser dioses con la sangre de otros seres sobrenaturales, no sabemos si eso que se ha inyectado es lo único que tiene de mi, así que, lo mejor hacer esto arder y explotar por los aires.

Acaricie su mejilla con la yema de mis dedos mientras mis ojos se hundían en los pardos de la inmortal.
Supongo que había llegado la hora de la despedida, no encontraba mas motivos para atarla a mi, no mas allá de la boda de mi hermano.
¿Motivos? Mi orgullo parecía no permitirme ser simplemente sincero, un “quiero volver a verte” “ vente a mi hotel” pero no, ni una de esas palabras salieron de mi boca, solo ladeé la sonrisa alzando las murallas y me limite a recorrer sus labios con mi dedo.
-Ve, yo me encargo de esto y recuerda..la boda de mi hermano.

Me puse en pie, de nuevo nos miramos, los alientos se entremezclaron como si la despedida esta vez nos costara mas de la cuenta a ambos, estábamos acostumbrados a decirnos adiós,un adiós que siempre se convertía en un “hasta luego” mas esta vez, los años de distancia me pesaban demasiado.
-Ve -susurré contra su boca, el tiempo apremia, el sol no perdona.
Tenia que protegerla justo de esto, a mi lado no estaría segura, la sentenciaría a muerte cada día y al menos me quedaba un día, la boda de mi hermano, un efímero día al que me aferré.
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Mensaje por Tabitha Denveraux Lun Mar 13, 2017 10:51 am

Todo había terminado, aquella noche se terminaba con lo que había prometido que haría en aquel callejón cuando aquel grupo me asaltó con la intención de capturarme. El cuerpo inerte del hechicero quedaba ahora tirado en el suelo mientras el charco de sangre crecía a su alrededor llenando el suelo con su sangre al igual que estaba el resto del lugar. No había quedado nadie en pie de todos los que allí había, y habíamos tardado más de la cuenta en matar a aquel maldito hechicero… pero no iba a admitir que me había gustado hundir mis colmillos en su cuello y estirar de su piel hasta desgarrar su vena y hacer que muriera desangrado. Hubiera hecho que sufriera más, mucho más, peor ya habíamos perdido demasiado tiempo en aquella batalla y pronto el sol se alzaría en el horizonte… y me negaba a pasar allí más tiempo del necesario. Había obtenido suficiente de ese maldito lugar.

Como era de esperar él estaba mejor que yo, algo manchado de sangre por la ropa, pero mejor que yo al fin y al cabo. Mí vestido estaba echo jirones en ciertas partes y completamente manchado de sangre de aquel hechicero, una estampa nada agradable para ir por las calles de París y que la gente se horrorizara con ella, estaba lo suficiente cabreada como para seguramente matar a quien se atreviera a pensar o a decir algo al respecto. Parecía que él estaba divertido con todo aquello, o al menos así me lo parecía a mí, cuando sin esperar demasiado pegó mí cuerpo al suyo acercándome a él sin separar sus labios de los míos. Lo miré cuando al separarme alzó las manos de aquella forma y portando la sonrisa en su rostro.


-Sí, será mejor destruir este lugar y convertirlo en cenizas para que no puedan volver a experimentar más con la sangre –aunque sabía que no seria el único lugar que tendrían por París, ni en esa ciudad. Pero al menos aquel lugar ya no les serviría para nada y podría servir de ejemplo y advertencia cuando quisieran acercarse y lo vieran pasto de las llamas. Porque seguía sin creerme que el hechicero mandara sobre el resto, y tras lo que había oído del reencuentro entre hermanos seguramente fuera un enviado de los que iban tras ellos, el que dieran conmigo había sido toda una sorpresa porque como bien había dicho el hechicero, no era a mí a quien buscaban. Y no quería ni imaginarme qué podría pasar si pillaba a alguno de ellos, si con esa sangre que no era cien por cien “pura”, había logrado aquello… si obtenían una muestra directa las consecuencias podrían ser mucho más catastróficas y nefastas- Creo que eran la única muestra que tenían de vuestra sangre, pero este lugar no debería de quedar en pie tras lo que ha pasado hoy. Que sirva de advertencia al resto y que sepan que pueden correr la misma suerte –mí vista se centró en la devastación que nos rodeaba, tantas vidas perdidas por una causa que jamás llegarían a realizar, por unos ideales que serían imposibles de realizar. Querían jugar a ser dioses, y no se podía permitir que llegaran a lograr su objetivo.

Mi mirada volvió a Assur cuando sentí que deslizaba su dedo por mí mejilla centrando mí atención ahora en él, había sido una noche extraña y ladeé un poco la cabeza con todas las cosas que llevaba en mente. Aquello me había servido de experiencia y aunque intentara negármelo una y mil veces, de alguna forma había abierto un poco los ojos con respecto a él. Sabía ese… “pacto” no escrito ni hablado en el que ambos habíamos establecido hacía años, en ese tira y afloja que llevábamos ya durante tantos siglos donde todo se reducía a eso; alejarnos y acercarnos odiándonos y deseándonos al mismo tiempo como si fuera inevitable, donde las emociones quedaban fuera de todo aquello porque aunque ninguno lo dijéramos, éramos conscientes de eso. Al parecer aquella noche algo había cambiado, al menos para mí, y me había dado cuenta de algo que no quería admitir y jamás lo haría, negándolo hasta la eternidad. Pero era cierto, ¿qué fue lo que causó ese cambio? Quizás el hecho de pensar que realmente no iba a salir de aquel lugar con vida.

Centré mí mirada en la suya y me mordí el labio como si esperara algo por su parte, cualquier cosa, mientras yo pensaba en todo lo que había supuesto esa captura. Y por un momento, por una milésima fracción de segundo… lo vi. Esa duda en su mirada que pasó rápido, como si quisiera decir algo y realmente no se atreviera a decirlo en voz alta… y todo lo que dijo fue que él se encargaría, y la boda de su hermano. Fruncí el ceño en cuanto sus palabras salieron de sus labios, ¿eso era todo lo que tenía que decirme? Pues si él no iba a decirme nada más que aquello, yo no iba a ser la que le dijera nada tampoco. Sus labios sobre los míos apremiándome a que me fuera y lo dejara a él terminar el trabajo, a irme para que el sol no me pillara por el camino… y no lo haría.


-Procura que quede reducido a cenizas –me separé dando un paso atrás, molesta realmente por aquello y con ganas de decirle cuatro cosas- Sí, la boda –no dije nada más y me giré para comenzar a dirigirme hacia la puerta, pero cuando solamente había dado tres pasos, me paré cerrando los ojos unos segundos, no podía irme sin decirle al menos una cosa- ¿Sabes, Assur? –Pregunté antes de que mí cuerpo se girara para quedar de cara a él- Por una vez, coincido con tú hermano Joe en algo –hice una pausa porque sabía que lo que iba a decirle no le iba a gustar- Eres un cobarde –sentencié mirándole de forma fija, me había cansado ya de aquel estúpido pacto que llevábamos entre manos, como si nos escondiéramos realmente- Tienes tanto miedo, y no sé realmente por qué lo tienes… pero yo ya me he cansado de sentirlo, de tener que esconder lo que soy o lo que siento –hice una leve pausa- ¿Sabes lo que me ha demostrado lo que ha pasado esta noche? A darme cuenta de la verdad. Podremos ser inmortales y vivir eternamente, pero también podemos morir en cualquier momento. No quiero seguir viviendo el resto de mí vida sin sentir nada porque tenga miedo de ello, o de que pueda morir algún día, ¿qué clase de vida es esa? Ya estamos muertos Assur, lo único que hacemos es mataros aún más con esa decisión –me mordí el labio- ¿Y si hubiera muerto esta noche, en esa celda? Pese a mí eternidad me hubiera gustado hacer ciertas cosas, vivir lo que nos han regalado… sentir. Habría pasado toda mí eternidad negándome a algo simplemente por el miedo, en vez de vivirlo y disfrutarlo. Ahora más que nunca entiendo a Joe y por qué hace lo que hace, y no puedo culparlo por ello –negué con la cabeza- Niégate todo cuanto quieras, alza esa muralla que has alzado hace unos momentos si es lo quieres, pero así lo único que haces es no vivir por el miedo, y someterte a él. Nuestra vida es demasiado larga y yo no voy a seguir más bajo ese yugo. Ahora entiendo por qué los humanos, cuando van a morir, sienten que se arrepienten de no haber hecho ciertas cosas… y yo me habría arrepentido de no decirte lo que siento aunque eso significara que no iba a volver a verte, pero ya me he cansado. Avísame cuando sea la boda, si aún quieres que te acompañe –y ahora sí me giré para comenzar a salir de aquel lugar.
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Mensaje por Assur Black** Lun Mar 13, 2017 12:20 pm

Su cuerpo contra el mio, nuestros alientos entrechocando y sus ultimas palabras o al menos eso creía antes de dar un paso atrás que nos separaría hasta que el sino dijera lo ocntrario.
-Quedara todo reducido a la nada -susurré aun pudiendo sentir el sabor de sus labios carmesí.
Observé como se daba la vuelta para desaparecer por la puerta, “la boda” como promesa de nuestro ultimo día en siglos, décadas o milenios, mas esta vez algo sabia amargo, no lo dije mas lo sentí y creo que ella también pues parecía perturbada, como si los escudos que siempre poníamos esta vez no protegieran.

Contemple en silencio como de nuevo la dejaba ir, hasta que se detuvo en el umbral para enfrentar mi mirada.
“Cobarde” aquello retumbó en mi cabeza como si de un arma de pólvora se tratase, era la segunda vez en la semana que me lo llamaban.
Puede que tuviera razón, lo era, tensé el gesto escuchando cada una de sus palabras certeras .
No dolió tanto quebrantar el muro de fuerza como escuchar la verdad de los labios de ella, mas eran ciertas todas y cada una de ellas.
Habíamos firmado un pacto tácito hace ya demasiados años, uno que nos acercaba y nos alejaba que nos hacia vagar entre el odio y el deseo, mas hoy, hoy solo quería quebrantarlo y que durmiera en mi lecho, sin furcias, sin esclavas, sin decirle adiós al llegar el alba.
¿Tanto me costaba decir eso?

Dejé escapar el aire, no estaba acostumbrado a abrirme frente a nadie, ha sentirme vulnerable y así me sentía ahora que sus pardos enfrentaban mis azules bajando toda mi guardia.
No sabia que quería, no alcanzaba a entender si lo que me proponía era un para siempre o una noche mas...
-¿amor? -pregunté enarcando una ceja, viniendo esa palabra de ella era como creer en el tártaro y sus nueve puertas.
No eramos tan distintos, ambos habíamos gozado una vida plena en brazos de unos y de otros, promesas que nunca fueron eternas y después de nuevo nos buscábamos, nos encontrábamos y como el perro y el gato nos separábamos para fundirnos en otros brazos.

Metí la mano en mi chaqué, quizás me arrepintiera de ese gesto, mas fue el mas valiente que ejercí en toda la noche, quizás en todas mis noches.
Le lancé la llave de mi hotel, el día pronto coparía el cielo y este no era el lugar para hablar de un ¿nosotros?
Hasta la palabra deba miedo.
-Espérame allí, negociaremos -ladeé la sonrisa, hasta en mis palabras era cobarde ¿negociaremos? ¿Acaso el amor se negocia?

Ella me conocía, ambos eramos personas de negocios, esperaba que no le ofendieran mis palabras y que el gesto fuera suficiente para que no me lanzara las llaves a la cara y desapareciera sin mas, dejando aquella noche y día mi lecho frio.
-¿pactaremos? -bromeé entre risas -¿hablaremos?
Sin duda iba acercándome a la palabra adecuada, pues su gesto se relajaba y con el, el mio.
-Ve -susurré mirándola fijamente.

Me di la vuelta dispuesto a limpiar aquel lugar de todo lo que pudiera llevar hasta mi, hacia nosotros ¿nosotros? Daba vértigo.

Tome un bidón de gasolina y empecé a mojar todos los utensilios de ese laboratorio, cadáveres, cortinas, todo, nada nos relacionaría con este lugar y como bien había dicho Sun, seria el modo de mandarles un mensaje mas que claro a los que me buscaban, ese mensaje les llegaría por señales de humo ¡venir, os espero, me he cansado de huir!
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