Diversión al amanecer

No llovía, ni hacía viento, ni si quiera había estrellas en el cielo. Parecía que el tiempo se había parado, igual que siempre que decidía salir. Por alguna extraña razón tenía una especie de fetiche por las noches nubladas. Podría ser porque ni si quiera la luz de la luna podía molestarme, o porque quizás apreciaba más la belleza de lo que me rodeaba y no me concentraba sólo en buscar las estrellas que llevaban tantos años acompañándome.

Mi pie derecho golpeó una pequeña piedra de las muchas que había en el asfalto. Estaba esperando a que me dijeran que podía seguir avanzando sin presencia de algún cazador. Yo nunca me enzarzaba en peleas ¿Y cómo lo evitaba? Saliendo con 5 idiotas más que cuidaban de mi, y yo de ellos. Siempre llevaba dos delante, dos detrás y uno que iba a mi lado. Ese solía no tener lengua. Porque no me gustaba que me hablasen de banalidades, estupideces o me contasen sus preocupaciones. Bastante tenía yo con las mías, y si quería un amigo jamás lo buscaría en mi propia casa.

Alcé al vista mientras acomodaba mi capa - ¿Listo? - pregunté a el vampiro que se había adelantado, en cuando asintió una sonrisa se dibujó en mi rostro y me encaminé hacía la calle que parecía estar libre y dispuesta a recibirme con los brazos abiertos.

No tarde en arrugar el morro al notar el olor a meado, barro, mierda de caballo y otras cosas desagradables que solían apelmazarse en los callejones de aquellas zonas, pero por el mismo motivo que por el que me gustaban las noches nubladas, adoraba visitar aquellas viejas casas y tabernas, y pasar las largas mañanas encerrado en alguno de esos salones, mientras lo mundano ocurría detrás de las ventanas, bajo la atenta mirada del sol.

Nos adentramos en un edificio bastante cochambroso. Donde fuimos recibidos por una familia que pronto fue despachada, se quedó solamente la hija de ellos, ya adulta. Una preciosidad que se quedó enamorada de mi presencia ¿Cómo iba a echarla si me deseaba? Quien era yo para prohibirla de algo tan maravilloso como el sueño de una mañana?. Acomodado en el gran salón de madera los invitados que yo mismo convidé acomodaron la sala, quitando todos los muebles, apartándolos hasta convertir aquello en una pista de baile. Al fondo se colocaron los músicos, humanos. Después entraron las bailarinas, había de todo, y finalmente todos los invitados.... venía de mi parte, eran todos de mi clase.

La música comenzó a resonar, en cuanto el prime rayo de sol receloso trató de colarse por las cortinas aterciopeladas de color granate. Mi más fiel acompañante mudo acomodó la cortina, y después me dio el visto bueno del lugar, me levanté de mi sillón, y busqué a la joven muchacha, a la cual se le iluminaron los ojos cuando la saqué a bailar. Maravilloso don el de la eternidad.

Parado frente a la joven muchacha de cabellos de oro, le dediqué mi sonrisa más sincera, mostrandole desde el primer movimiento que sería mi primer aperitivo. Ella sin embargo supuso que aquella sonrisa, sólo era una blanca muestra de la alta categoría del vampiro, que le permitía tener una perfecta dentadura y la valentía de poder sonreír sin miedo a nada.

Sin pudor alguno los finos dedos de la joven se entrelazaron con los míos, y la arrastré hasta la pista de baile, donde colocando la otra mano sobre su cintura, comenzamos a danzar.  La mujer no era capaz de seguir el ritmo y los pasos, y observar mi rostro. Aquello me sacaba de mis casillas, no era la primera vez que me apetecía disfrutar de un  baile y no eran capaces de seguirme, pero para algo estaba el poder mental, para tenerla a mis pies, aun que fuese bailando, y no dejármelos, entre pisotones.

Giramos y giramos varias veces, hasta que conseguí la armonía buscada cuando alguien la golpeó, y salió disparada entre butacones. Me quedé perplejo. ¿Tan suelta iba que un simple roce la había mandado hasta la otra esquina? Me giré en busca de la culpable cuando mis ojos se pararon frente a unos verdes. Su corazón de la muchacha latía con tanta intensidad que parecía retumbar en mis oídos.

Provocó de nuevo mi sonrisa más sincera - ¿Quien sois? - pregunté. No me sonaba haberla invitado, ni me sonaba que alguien de mi entorno la hubiese traído. Al menos su dulce aroma dejaba claro su alta clase, y eso era bien recibido aquí. Detrás de mi, la mujer se levantó de entre las sillas para acercarse de forma mal humorada por haberle arrebatado aquel momento tan maravilloso y de encuentro. Sin girarme si quiera, alcé la mano para callarla. La mujer como hechizada, bajó su cabeza y se fue hacía la zona de bebidas, entreteniéndose con algún que otro invitado por el camino. Cómo si nunca hubiese sucedido nada.

La mirada de la muchacha evitaba la mía, buscó ayuda en la mujer que había abandonado segundos atrás, buscó cobijo en mis propias palabras, seguramente cerciorándose de si me había dado cuenta de que era una mujer o no. La sonrisa dibujada en mi rostro se iba ampliando más y más al verla tan angustiada, era realmente divertido. Ladeé la cabeza, sin poder evitar escuchar su corazón, parecía prácticamente gritar por mi, y eso no acababa más que empezar - ¿Han Belanger? - el nombre se me hacía levemente conocido, al final, yo no era de prestar mucha atención a los invitados masculinos, pero si ella era capaz de hacerse pasar por él, seguramente debía de tratarse de alguien apegado - Estáis disculpada - confesé. Me aburría seguir haciendo aquel juego infantil de simular que era un hombre. Su voz era demasiado fresca como para ocultarse en una entonación - ¿Privacidad? De que? - fruncí el ceño, curioso. Alcé mis dedos y aparté a la muchedumbre - Estamos en privado - musité, con una sonrisa ladina dibujada en mi rostro - ¿De que huis, mademoiselle Belanger? - . No había duda alguna de que su puntería para conseguir un poco de independencia había sido totalmente errónea. Se había adentrado en una salón lleno de vampiros hambrientos, sedientos de deseo y sangre. Y ella, pasándose por hombre, sólo habría conseguido todo lo contrario. Enfadar a alguien y acabar muy mal parada. Por suerte, dentro de lo que cabe, seguía parada frente a mi.

Creo que pocas veces me he sentido tan avergonzada en mi vida, solo podía evitar la mirada de aquel caballero ; estaba tan ansiosa que ni pregunté su nombre lo pasé por alto ya que en mi mente solo buscaba como salir del lío en el que me he metido . Solo oírle hablar me provocaba un sentimiento extraño que lograba ponerme más nerviosa no se si se debía a su personalidad que resultaba muy imponente o aquella mirada que parecía atravesar el alma  , respire hondo tenia que controlarme no podía estar actuando asi.

Total era evidente que me descubrió y así me lo había hecho saber ya no podía seguir jugando a ser el varón valiente.-Estaba tratando de evitar una situación embarazosa...Pero creo que no resulto-musite mientras observaba como al tronar los dedos las personas se apartaban, no podía tener más suerte eh? Había chocado con el anfitrión , que era esto un especie de castigo por andar de desobediente.

Aquella sonrisa hizo que me recorriera un escalofrío , le mire por fin fijamente estudiando su fino rostro a detalle intentando recordar si lo había visto antes en algún evento pero no me parecía familiar. Esta era la primera vez que le veía , desvíe mi mirada para no ser tan evidente de mi escrutineo.

-De mi mala decisión  supongo, por que de mi suerte no creo monsieur...Antes de importunarle esquivaba a la gente para no ser descubierta. -suspiré mientras el ritmo de mi corazón se regulaba con mi respiro. Esbocé una pequeña sonrisa mientras negaba con la cabeza, de verdad no podía tener mejor suerte.

-Sin temor a estar errónea puedo decir que usted es el anfitrión cierto?-pregunté con tono suave y discreto. Tenía curiosidad por que llevar una reunión así a estas horas no creo que mi hermano perteneciera a un grupo o secta extraña de ser así no me habría traído.

Coloqué ambas manos en mi espalda, entrelazándolas. Caminé alrededor de ella, con paso tranquilo. Observándola de arriba abajo. Para ella parecía que la situación iba con lentitud y tranquilidad. Y es que era así. Siempre  me había tomado el tiempo necesario para disfrutar de cada situación inusual. Y aquella la era. Volví a pararme frente a ella notando como le recorría un escalofrío y su piel se erizaba, deleitándome del rubor de sus mejillas.

No era capaz de seguir la idea principal de todo aquello. Me parecía embarazoso ver a una mujer vestida como un hombre, que la hubiese atrapado y que además tratase de fingir. Pero para ella debía haber algo más embarazoso que todo aquello. Con el ceño fruncido ladeé la cabeza, tratando de que se explicase mejor, sin tener que volver a preguntar.

Agarré aquello que utilizaba para ocultar su cabello, arrebatándoselo con cuidado y lanzándolo detrás de ambos.  Su cabello dorado cayó sobre sus hombros, dedicando una vista de lo más inusual. Ahora sí se veía a una mujer ataviada con ropajes de hombres. Y la verdad, no me gustaba nada.

La invité a agarrarme del brazo, y caminar hasta la silla aterciopelada en al que en el primer momento había estado sentado. Parecía que ahora que ambos volvían a caminar, el mundo volvía  a ponerse ne marcha. La música volvía a sonar y la gente volvía a bailar, con tranquilidad. Y es que era así. Tal era mi poder, que si necesitaba silencio para concentrarme, pararía el mundo. Y aquella era mi fiesta, yo elegía cuando se bailaba, y cuando se debían mantener estáticos.

Me dejé caer en la silla, y crucé las piernas, trajeron una silla a mi invitada, colocandola a mi lado, de forma que ambos podían ver todo el salón desde aquel pequeño altar. Nos ofrecieron bebidas, a mi me trajeron una copa de vino, con unas gotas de sangre, y a ella, lo que menester - Si, soy el anfitrión, y saber eso es más que suficiente - le expliqué. No había necesidad de saber mi nombre. No volveríamos a cruzarnos - Explíqueme, ¿Porqué va vestida así? y Porqué en mi fiesta? - di un pequeño sorbo a la copa, y seguí mirando a la gente bailar.

Aquel nada sutil escrutineo me enfrió la sangre, la manera de su mirar era como si atravesara el alma y desnudara secretos sin el mayor esfuerzo. Mi postura se volvió rígida cuando su atrevimiento arrebato el broche que sostenía mi cabello y este cedió callendo en mis hombros le mire con cierto reproche , como se le ocurría aquello , no tardarían en querer lincharme con la mirada por mi osadía y estaba segura que no solo con la mirada..

Pero a mi alrededor era como si no les importará como si no estuviera ahí , levanté una ceja tratando de entender qué sucedía ,donde me había metido;su brazo se extendió hacia mi invitándome a tomarlo y por extraño que suene no fui consciente del momento en que lo acepte caminando por aquel salón mientras la gente parecía recobrar vida y bailar juvilosa. La sensación que sentía ante su tacto me provocaba gran controversia en mi interior , por un lado quería salir corriendo y por otro quería saber quién era de donde venía pues algo era cierto , no lo había visto antes cosa muy rara pues los de nuestra clase social la mayoría se conocen.

Le mire de reojo mientras tomaba la copa con vino que me ofrecian, no tenía intención de tomar nada sólo fue por cortesía, estaba nerviosa pues muy poco me había durado mi intento por lucir mas calmada. Me senté en aquella silla puesta a su lado  y mire el pequeño e improvisado altar aún sin decir palabra alguna  las personas parecían muy concentradas en lo que hacían , la música resonaba ambientando el lugar y una que otra risa adornaba el salón. Tenía la sensación de estar soñando todo se estaba volviendo un tanto irreal o al menos así lo deseaba ya que nunca me plantee que haría si era descubierta y el saber que era el anfitrión no me ayudaba en nada a pensar algo coherente.

-La razón para vestir así , es que de otra manera no hubiera podido salir a estas horas. Como sabrá no es bien visto que una mujer de nuestro círculo social tenga tanta...libertad , con lo que es bastante​ evidente que no concuerdo. conteste con un poco de dureza y es que me comenzaba a molestar su manera de mirarme era evidente que le disgustaba mi atuendo. Tenía todo el derecho de aquel sentir pues yo había había irrumpido en su fiesta sin invitación directa pero eso no quitaba el hecho que a mi me disgustara e incomodara.

-Para serle franca no sabía que venía a su fiesta , yo solo tenía la intención de caminar un rato pero me deje persuadir por mi hermano y amigos suyos que quizás tenga en común con usted.- Mire la copa y la deje de lado , mis ojos se dirigieron directamente a buscar los suyos

-Si mi irreverencia le ofende no tengo problema alguno de privarle de mi presencia-Me trague la pena y dije aquello de manera decidida sin quitar mis ojos de su persona. Si tenía intenciones de divertirse a costa de mi desatino no lo iba a permitir ya tenía suficiente con la vergüenza que sentía para que encima me hiciera sentir peor con su escrutineo.

La mirada altiva del joven, sobre su trono, analizaba cada invitado sin escrúpulo alguno. Pero aquellas fiestas estaban siempre tan perfectamente organizadas, que  nadie se salía de su guión, todo el mundo giraba hacía el mismo lado, hablaban en un tono poco elevado, y la luz se iba atenuando a medida que pasaban las horas, para ir avisando de que aquello pronto finalizaría.

Atentamente, dio un sorbo a su copa observando a la muchacha que tenía a su lado. Sus palabras eran tan estúpidas que provocaron una pequeña mueca en el rostro del joven. Aun vestida de aquella manera, se había metido en un problema. Que fuese mujer era lo de menos, nadie debía salir por la noche, absolutamente nadie que quisiera no vivir un desajuste. Las mujeres solían ser menos fuertes, solían no estar entrenadas, y por eso se las privaba de la libertad de no salir por la noche, a no ser que fuesen acompañadas. La rubia había querido romper aquel tabú, y como había sido de esperar, de nada había valido su vestimenta, ella sola se había adentrado en la boca del lobo.

La única suerte que podía albergar aquella noche, era, que Jacques aun no tenía hambre.

Depositó la copa con sumo cuidado a sus pies y se levantó de nuevo, se paro frente a ella, entorpeciendo a la luz que segundos antes iluminaba su rostro, y le ofreció su mano - No, antes danzaremos - le susurró, con voz armoniosa - Después vos elegiréis si queréis abandonar la fiesta, tendréis completa libertad - la sonrisa que de dibujó en su rostro confirmó las pequeñas sospechas que podía tener la mujer, de que aquellas palabras ocultaban algo.

La curiosidad de la mujer era incesable, y provocaba que una incesable sonrisa estuviera dibujada en el rostro del vampiro, que no cambiaba su postura hacía ella en ningún momento. Con el brazo extendido hacía ella, esperaba a que su cálida mano se posara en la de él - No - le musitó, sin mucha fuerza en sus palabras. Nadie podía negar algo que él pedía porque sabía que pedir y a quien. Siempre jugaba con ventaja, y siempre tenía las de ganar.

En el instante en el que la mano de la damisela de posó sobre la suya, la melodía cambió, para ellos. Una nueva canción comenzó a sonar. El piano reinaba a la vez que una pequeña armonía de violines y un violonchelo. Alzando la mano de ella, mientras caminaban a la pista,  Jacques colocó su mano izquierda en su propia espalda, sin perder la postura de bailarín profesional.

Parados en medio del salón, Jacques agarró de forma correcta su mano derecha, y colocó la otra en el final de la espalda de la mujer, comenzando a danzar - Porque no quería que me vieseis - susurró acercándose a su oído. Su palabras eran del todo ciertas. Si hoy se encontraban allí danzando, era porque la muchacha había llamado la atención del caballero con los pajes, seguramente si vistiese de forma natural, no estarían allí.

La giró, y a guió sin miedo alguno, por arte de magia parecía que ambos sabían los pasos a la perfección, pero todo era un juego falso del vampiro, que disfrutaba como nadie cuando alguien bailaba con o para él. Su cuerpo se pegó más al de ella cuando la melodía cambió, y es que así se requería - Disfruta.. - su suave voz golpeó el cuello de ella, a la vez que él se separaba unos milímetros para mirarla a los ojos, y volver de nuevo al cobijo de su cuello. Sus labios rozaron su cuello, depositando un pequeño beso en él. Después, agarrándola con fuerza, la hizo girar sobre su cabeza, varias veces, hasta volver a atraparla y pegarla a su cuerpo.

La melodía parecía adherirse a ellos, en cada paso y movimiento, giro, la melodía cambiaba, expectante a verles de nuevo inventarse otro nuevo balanceo. La mano de Jacques únicamente abandonaba el cuerpo de Belanger durante segundos, nunca la dejaba alejarse demasiado, ni permitía que se tropezara o se perdiese. Quería que en el fondo, disfrutara de sentirse una experta - Me gusta el respeto y la admiración, y muchas veces van unidas a la atención - le explicó, sin indagar demasiado en el tema.

Verla disfrutar provocaba en el joven un rigor de satisfacción, no podía dejar de introducir gestos y movimientos que si no fueran porque Belanger sabía lo que se hacía, hubiesen acabado ambos en el suelo uno encima del otro, y aquello hubiese hecho enfadar al vampiro. Con sus manos rodeando el delgado cuerpo de la mujer, las mejillas de la muchacha comenzaron a dar el tipo de respuesta que él buscaba, hasta que la música cambio a la vez que ella se separó.

Parados en la pista, Jacques miró con tranquilidad a la mujer, que parecía tratar de rehusarse de su compañía - Si así fuese, haría tiempo que esta velada hubiese acontecido, Mademoiselle Belanger - le explicó, expectante por que volviese a aceptar su mano, que permanecía tendida hacía ella, para volver a retomar el baile.

El muchacho era impaciente, no le gustaba que le juzgasen, y menos de una forma tan atrevida. Era cierto que podía tener a la mujer que quisiera, pero eso no debía de restar calidad a quienes elegía como acompañantes cada noche que buscaba a una. Aquella noche demostró ser ella, pero; si la teoría de la muchacha fuese cierta...¿Cómo es que no se habían encontrado antes?.

Mi mano me traicionó pues no fui muy conciente en qué momento volví a tomar su mano... parecía que era presa de un sortilegio, era bastante frustrante y el hombre frente a mí parecía complacido por mí irremediable dilema.

-La modestia tal parece no tener cabida en sus virtudes Monsieur ...-dije observandole detallando cada facción de su rostro blanquecino.

La música volvió a sonar en el salón en cuanto tome la fría mano del desconocido caballero era como si todo se hubiera pausado cuando me separé de el. Jamás había tenido tanta cercania con un hombre ya que en las reuniones de nuestro círculo los bailes eran públicos , coreografías ya establecidas, pocas veces era privado para las jóvenes solteras, aquello era un fiasco total la mayoría del tiempo me las ingeniaba para escabullirme aunque claro otras tantas fracasaba y tenía que ser parte de aquel circo.

Quizás por eso me resultaba satisfactorio bailar libremente, solo acoplandome a cada movimiento que marcaba el cuerpo varonil. En algún momento tuve la sensación de estar flotando; la música se volvió tenue , me separé un poco de el solo nos unía la palma de nuestras manos mientras caminabamos en círculo , giré con gracia en mi lugar con su ayuda para después volver a su agarre, mis ojos se encontraron con los suyos intentando ver más haya tratando de descifrar que ocultaba, la melodía se tornó de nuevo rápida y con ella mi corazón.

Musica

La música no cesaba. Ambos bailaban interpretando cada paso como si fuese nuevo. Giraban y giraban, en un principio de forma solitaria, pero el jubilo de la damisela era tal, que pronto el vampiro convidó a media docena de bailarines más, a formar parte de aquella coreografía. El corazón de Mia Belanger latía con tanta fuerza, que la sonrisa de Jacques era una clara respuesta a que era lo que estaba buscando. El furor había inundado a la muchacha, ruborizando sus mejillas, mientras abandonaba la mano, el cuerpo, del muchacho para volver a recuperarlo. Era tal el albor que la embriagaba que parecía estar en una nube y cuando la música paró, para finalizar la pieza a Belanger parecía faltarle algo más que el aire. Por suerte para ella, la siguiente pieza no buscaba tanto giro y alejamiento, si no contacto. Era una de esas danzas modernas donde ambos rodean el cuerpo del otro con los brazos. Jacques no perdió ninguna nota, en cuanto el compás comenzó a sonar, rodeo el cuerpo de la mujer con sumo cuidado, como si fuese de porcelana, y la invitó a dejarse llevar para que ella se recuperara. Pero realmente, lo que a él le volvía loco, era escuchar su corazón latir de aquella manera.

Deslizó una mano por su espalda, apoyando la palma abierta en ella, para que en el giro, apenas se separasen unos milimetros en uno del otro. Él la mantenía bien sujeta, dándole la confianza suficiente para que sus pies se dejasen llevar hasta no notar el suelo firme. De nuevo, Jacques la sonrío antes de pegar sus labios a su cuello -  Sólo déjate llevar - le susurró  con voz ronca, antes de clavar su colmillos en su aterciopelado cuello. Rasgó la piel con una facilidad pasmosa, estaba tan tierna, que provocó que un jadeo escapara de lo más profundo del pecho del muchacho, que estrechándola contra él, no paró de balancearse. Sabía que ella podía estar disfrutando tanto como él de aquella acción, pero al igual que podía estar haciéndolo, podía apartarlo de una manera brusca, provocando que se rompiese el vinculo en el que Jacques llevaba horas trabajando y podía rasgarla si le apartaba con destemplanza, y la sola idea de imaginarse aquel cuello rasgado, le mortificaba.

Saboreó el sabor como único, como si jamás fuese a volver a disfrutar de él. Y es que realmente el muchacho lo sentía así. No solía repetir a sus victimas, solía dejarlas en paz una vez tocadas, aun que a veces era difícil... a veces ambos se antojaban el uno de otro. Otras, la mayoría, eran ellas. Pero la idea de creer que puede haber algo con el muchacho era tan fugaz como el encuentro que habían tenido.

Los labios de Jacques sellaron con un suave beso las heridas, que dejaron de sangrar cuando se alejó - Esta bien - murmuró con voz tranquila, agarrando sus muñecas son suavidad. Parecía que había empleado realmente toda la fuerza de voluntad posible para evitar que el vampiro siguiese alimentándose de ella. Soltó sus muñecas, dejando de sus manos sobre su pecho, para apartar un mechón de su rostro - ¿ Os he hecho daño? - preguntó dando un paso atrás para deshacerse del gesto descortés que trataba de separarlos.

La música comenzó a sonar con fuerza, cuando la sonrisa del vampiro volvió a florecer en su rostro. Había parado cuando ella le había tratado de parar con sus manos, pero seguramente nadie les había prestado atención, nadie sabía que aquellos compasen eran por y para ellos, más que Mademoiselle Belanger y el dueño de todo el bullicio.

Las manos de Jacques se situaron a los costados del cuerpo de la humana, sin apenas rozarle, no quería que se cayese o desmayase, y armasen más show del que estaban armando los músicos, componiendo a medida que ambos se movían. Desde hacía un rato había notado una mirada detrás de él, que no cesaba, juzgando cada movimiento de ambos, provocando que la atención del vampiro se viese dividida en dos.

Cuando hubo recuperado el rubor en sus mejillas, y el color de su rostro volvía a ser rosado, apartó  las manos para observarla desde el metro de distancia, tratando de que se siguiese sintiendo segura - No quise dañaros, y os dejaré ir, no es mi intención esta noche mataros - le confesó con voz tranquila. Parecía que la muchacha acababa de darse cuenta de que o a quien tenía delante.

Por sorpresa para ambos, pues estaban quietos, la música comenzó a sonar con O fortuna. Una sonrisa ladina se dibujó en el rostro de Jacques, que seguía allí parado frente a ella, a sabiendas que todo aquello ahora estaba asiendo manejado por su compañero de juergas, Zarek.

Ante los ojos de Mia Belanger, donde segundo antes se encontraba un pelirrojo de ojos azules, apareció un muchacho de ojos negros como la noche y cabello azabache. Levemente más alto que el anterior, pero con el mismo semblante. El hechizo que el hechicero había impuesto a la mente de la muchacha estaba siendo borrado poco a poco, dejando ver lo fácil que era para ellos jugar con una mente mundana. Jacques encontró la respuesta de lo que ocurría en el rostro de ella, cuando se vio reflejado en sus cristalinos ojos  - Parece que al fin os dejan ver la realidad - masculló con un tono divertido, ofreciendo de nuevo su mano a la mujer.

Zarek era el hechicero más feroz que jamás se había cruzado, y el único que tuvo piedad cuando Jacques le hizo frente. De una manera u otra, los encuentros por los mismos gustos fueron aumentando hasta que un lazo de amistad color carmesí les unió. Desde entonces no hay noche en la cual ambos no estén. A pesar de que parezca que uno  de los dos ha salido sólo, siempre estaré el otro bajo la oscuridad, con una carta en la manga.

Lo único en lo que pensaba era en salir corriendo , no sabía si creer en sus palabras o si eran un engaño la duda bailaba entre nosotros y aquella música se empeñaba en adornar mis emociones.

-esta noche? Debo tener por las demás acaso-dije aún con mi ceño fruncido, si bien confesó no hacerme daño su comentario dejaba la posibilidad. Apreté mis puños los cuales caían tendidos a mis costados, era tan frustrante no tener el control en esta situación, debía ser dócil si quería salir de aquí viva.

Abri la boca para decir algo pero me  quede a medias pues ante mi apareció otro hombre o al menos en su aspecto fisico pues su voz seguía siendo la misma. Me embargo un desazón total que se creía!!  que podía disponer de mi como su bufon, mi rostro delató mi molestia

-No ha tenido suficiente?, Quizás aún pueda embelesar y jugar sus tretas con la señorita que dejo ir y esta vez le recomendaría utilizar un aspecto rubio para complementar la variedad-ví su mano tendida hacia mi tenía unas inmensas ganas de abofetearle por haberme manipulado ya no sabía quién  tenía ante mis ojos capaz  y resultaba ser mujer era tan confuso, lleve una mano a mi frente me sentía mareada.

Suspiré con pesar, y volví mi vista a ese pozo oscuro que eran ahora sus ojos; no me quedo más remedio que tomar aquella mano pues no quería ser presa de sus trucos o hechizos como momentos atrás había sucedido.  

-Sin trucos...Por favor Monsieur-Trate de sonar lo más civilizada posible dejando mi mano nuevamente sobre la suya.






[[Off-Rol: Listo ya quedó ]]