Flores de alquiler. {priv. Reydek}

Recuerdo del primer mensaje :

Brianna había ido al mercado, como solía hacer tres veces por semana, los días que no iba Loui. Su señora le encargaba a él las compras pesadas y a Brianna las más livianas. Ese día tenía el encargo de preparar una merienda con cierta clase, ya que iba a tener una visita que así lo requería, así que la muchacha iba de puesto en puesto llenando la cesta con hojas de té, especias, panecillos de leche y algunas cosas más, ingredientes un poco más sofisticados que la habitual compra de carne, verduras y quesos.

Lo cierto es que estaba muy a gusto trabajando en aquella casa, la trataban con respeto y la señorita Aletheia había acogido a Elaine en sus clases. Se sorprendió mucho de que la señora enseñase a leer, escribir y hacer cuentas a algunos niños, normalmente había servido a señoritas "florero" cuyo mayor interés era el vestido o la joya que iban a ponerse. La niña ya sabía leer y escribir y estaba muy bien educada, pero estar con otros niños y hacer algo fuera de casa, le hacía mucho bien a su frágil salud. Quizás no cobraba tanto como en la mansión de los Castelgandolfo, pero había ganado en otro tipo de tranquilidad, y el hecho de no tener que esconder que tenía una hija había sido una liberación total.

A pesar de que era una casa de clase media, Brianna se calzaba el uniforme y se peinaba el cabello con un moño estirado para atrás. El atuendo consistía en un vestido sencillo de paño oscuro, abotonado en los puños y la pechera, con un delantal blanco. Muy atrás habían quedado los días en los que ella vestía sedas coloridas y portaba joyas enredadas en su cuello. Ese tiempo no volvería, estaba asumido, y cuanto menos desease y se apegase a los bienes materiales, mejor. Por haber nacido en una familia de la nobleza, estaba generalmente mejor educada que las señoritas a las que servía, y había aprendido que su discreción era su mejor arma para no sucumbir en ese ambiente.

Cuidaba con mimo de todos los detalles de su señora, desde el vestido hasta el peinado, y lo cierto es que Aletheia era muy buena señora, siempre le daba las gracias o le pedía las cosas con educación. Era tan diferente a Elisabetta, su última señora...que a veces no podía creer la suerte que había tenido. La chiquilla de los Castelgandolfo la había torturado de mil maneras, y ahora se sentía mucho más valorada y respetada; esto hacía que Brianna tuviera mejor cara, menos estrés, e incluso sonriese más a menudo. También Elaine estaba más contenta y sus toses crónicas se habían espaciado un poco. Las crisis respiratorias le daban fuertes y siempre tenían que andar peleando con ellas, pero en esos meses había mejorado y eso ya era razón para la esperanza.

Andaba distraída pensando en si debería complementar los sandwiches con mermelada de arándanos o de moras, contando lo que llevaba en la cesta cuando se chocó de frente contra una mole. La cesta se tambaleó, como ella.

— ¡Uy! lo siento! discúlpeme!... estaba despistada...¿le he hecho daño?

Si, claro que sí. Mucho daño. Con una cesta. A una mole como Reydek. Cuando levantó los ojos del suelo observó al dueño de aquella inmensa sombra, y supuso que no, que no le habría hecho daño, pero no costaba nada ser cortés.

La niña sujetó la rama obedientemente, ella también quería colaborar para que el estanque y el templete fueran un lugar secreto para ella, Reydek y Spike el lagarto. Un lugar para montar aventuras y salir de la rutina.

— Pues que mi madre se preocupa mucho porque siempre estoy enferma. La única vez que no la he visto tan tensa fue cuando fuimos a Venecia. Ella atendía a la señorita Elisabetta, era su trabajo, pero tenía celos de que Efferon le regalase flores a mi madre y por eso la echó. Sé que a mi madre le gustaba, pero se despidieron y no lo he vuelto a ver. Siempre está sufriendo porque dice que no puede perder el trabajo, porque no podría pagar mis medicinas. ¡¡Pero ahora estoy mejor!! y la señorita Aletheia la trata bien. Ojalá nos podamos quedar aquí.

Cuando acabó con la rama, la soltó y se acercó al estanque, agachándose a retirar unas piedras y colocarlas de nuevo bien, para que adornasen el círculo perfecto.

— Tú también deberías venir más por aquí, así aprenderías cosas nuevas, como por ejemplo a comportarte bien. Mamá dice que la gente que no se sabe comportar no es maleducada, es que no han sido educados, ni bien ni mal, y que todo el mundo puede aprender.

Zasca, así de gratuito. Porque los niños siempre decían la verdad.

Reydek trabajaba escuchando de fondo a Elaine, que podía ser Elaine o un pajarillo, porque prestaba la misma atención mientras ambos quitaban el verdín que cubría el agua - Ajam - le dijo a sus comentarios - ¿Entonces, quien es tu padre? - preguntó sin pudor alguno. Normalmente a los niños eso no les preocupaba, al menos a él no. Y mira, ahora 28 años después daban con el cabrón que dejó preñada a la puta de su madre. Y se encontraba en el jardín contiguo a la casa de su amante, cuidando de una niña que podría ser su hijastra por el buen trato que recibía. Elaine olía a limpio, llevaba ropa de buena categoría y su cabello estaba bien cepillado. Aunque siempre podía ser Brianna la que empeñase todo su dinero en que la niña se viese impecable.

La bajó de sus hombros para quitarse el pantalón y meterse en el estanque, a limpiarlo sacando las piedras que había en el fondo - Esta lleno de mierda - le explicó, sacando un zapato - ¿Cómo coño ha llegado esto aquí? - le preguntó al pequeño elfo, con una sonrisa en la boca. Volvió a hundir la mano y encontró un trozo de piedra de color naranja, lo trato de limpia, y salió del agua, caminando hasta la muchacha - Tengo buena educación, Elaine, no deberías descalificarme como personaje ni juzgarme  - dijo agachándose a su lado - ¿Ves esto? Es Ambar. Hace muchos años era resina es lo que tienen los árboles para protegerse de enfermedades e infecciones, cuando la corteza de un árbol es herida debido a rotura o a un ataque por escarabajos de madera u otros insectos, bacterias u hongos, esta se desprende, se endurece. Se dice que el Ambar viene de la palabra árabe que flota sobre el mar, y es que si no estuviera así de sucia, hubiésemos encontrado la pequeña piedra flotando - se sienta, observandolo - Ha atrapado una gota de aire - dice limpiándola mejor para mostrárselo - Te haré un collar con ello, pues dicen que el ámbar es como una protección divina contra diversos daños, y como tu estás enferma te vendrá bien - esbozó una sonrisa y besó su frente - estarás preciosa con el colgante, lo verás - se levantó de nuevo guardándolo con cuidado en su pantalón.

Siguió trabajando manteniendo conversaciones esporádicas con la chiquilla, los días pasaron y la verdad es que la tontería del jardín le mantuvo ocupado una quincena entera. El martes, soleado, ya con su collar y el jardín prepardo pasó al jardín de Aletheia en busca de la chiquilla - Elaine - la llamó con tranquilidad, mostrandole el colla que colgaba de su  mano - Tu collar, y tu jardín están preparados, ¿Estas preparada tú?- se agachó frente a ella.

La niña tenía mejor aspecto en general que cuando llegó a la casa de Aletheia, se debía a que pasaba largas horas al sol y al aire puro y cuando empezaba a soplar viento se recogía en en el iterior de la casa, que era cálida y no tenía goteras ni moho en las paredes. Además estaba comiendo alimentos de primerísima calidad, incluso algunos muy caros como las naranjas, que le aportaban un montón de vitaminas que la ayudaban a combatir la infección pulmonar crónica que padecía.

Pasaba mucho tiempo con Reydek, ayudándole de aquí para allá y charlando de cosas a veces triviales y otras llenas de recuerdos o historias que pesaban en la vida de un ser de tan sólo 7 años, ya casi ocho. Así, Elaine le contó su historia y la de su madre, de como los Montreil lo perdieron todo por el despecho de una reina, cómo su madre acabó de sirvienta en una casa noble de la que desconocía el apellido, y a sus 18 se enamoró del joven heredero. De su amor nació ella, pero su padre nunca la conoció porque le obligaron a elegir y él se decantó por su fortuna dejado a Brianna de lado. Después llegaron los marqueses de Castelgandolfo para quienes trabajó sin descanso esos 7 años, y la señorita Elisabetta que pensó que Brianna le estaba robando a Efferon, cuando no era así, y la echó. Tenía dos tías y una abuela, a ésta última la echaba de menos porque siempre había estado ahí, aunque no hablaba apenas, estaba sumida en una profunda depresión desde que murió su esposo en la cárcel, pero al menos la cuidaba mientras su madre trabajaba hasta la extenuación para darles un techo y comida. Ahora vivía con su tía Agnes que se casó con un molinero y tenían críos.

Reydek se había convertido en su mejor amigo, a veces corrían por el bosquete que había aledaño a la casa, otras veces le "robaban" galletas a Adele de la despensa, y no sabían quién era peor, si la pequeña o la mole pelirroja. Brianna la dejaba ir con él porque a pesar de ser rudo y tener pinta de delincuente, había conectado de una forma especial con ella, y le encantaba que Elaine le contara las "grandiosas" aventuras que vivían mientras el mundo seguía girando en un lento devenir de horas y días. Al menos si la niña estaba feliz, ella ya se daba por pagada.

El martes se presentó allí con el anuncio de que el jardín secreto ya estaba terminado y de que tenía un collar para ella. Cuando le dijo a su madre que Reydek le iba a tallar una piedra para hacer un colgante, ésta imaginó un pedrusco con un agujero, de ninguna de las maneras hubieran imaginado ninguna de ellas, que sería un corazón de ámbar engarzado en plata.

Elaine abrió los ojos atónita, era la primera joya que le regalaban.

— ¿De verdad es para mi?..— tenía los ojillos muy abiertos y resplandecientes.

Reydek no podía dejar de pensar que nadie merecía no disfrutar de la compañía de Elaine, no había encontrado en su larga ida a nadie tan puro e inocente como la muchachita, que desde que se había metido en la mierda del jardín, le había hecho más compañía que ninguno de sus nuevos hermanos. Siempre le escuchaba, y él a ella, si tenía algún problema, se lo contaba y ella le ayudaba a solucionarlo o verlo de otra manera, y casualmente siempre conseguían el final feliz. También podía ser porque Reydek era muy despreocupado y dejado, y cuando la respuesta era bastante sencilla la cogía y la llevaba a cabo sin aspavientos.

Parado frente a ella, pensar que quizás ya no se iban a ver con tanta frecuencia rompía algo en él, y sin poder evitarlo una pena le invadió. Giró su pequeño cuerpo y  apartó el cabello con cuidado para atar la cadena - Está el ámbar rodeado de plata por si lo golpeas, para que no se descascarille - le explicó, volviendo a girarla - Te queda muy bien, pequeña - apoyó su mano en su cabeza - Ahora toca el jardín - añadió, agachándose ofreciéndole subirse a su espalda.

Caminó hasta la colada blanca, pasando entre las sábanas entre risas hasta que encontró a Brianna - He acabado el jardín, ¿te apetece venir a verlo? - preguntó con una amplia sonrisa en sus labios, no quería que aquel momento fuese sólo de la niña, creía que le había quedado tan magnifico que ambas merecían aquel lugar de encanto para su tranquilidad.

Caminaron hasta allí pasando por el muro, Reydek ayudó a Brianna ofreciéndole su mano, al girar se paró frente a ella - Elaine, tápate los ojos - colocó sus manos en los ojos de Brianna y apoyó la espalda de esta sobre su pecho, se agachó para hablarle al oído - Confía en mi, estamos a pocos pasos - le susurró, echando a andar con cuida - Camina.. camina.. cuidado con esa flor, eso es.. sigue, y aquí - bajó a Elaine y la colocó al lado de su madre, ambas se habían tapado ahora los ojos con sus propias manos - ¿Preparadas?... ¡ya! - esperó expectante sus reacciones.

Elaine se tapó los ojos pero haciendo trampas y mirando por una rendija, además ella ya había visto algunos progresos del jardín, y cuando Reydek se iba a veces intentaba saltar la tapia y mirar por ella, pero no podía porque era pequeña. Brianna estaba al tanto de que el hijo de Paine estaba reacondicionando el jardín secreto o algo así, pero no le prestaba mucha atención, bastante trabajo tenía ya como para entretenerse. Además ahora estaba tambien cuidando a un niño por la tardes y noches en otra casa, y pasaba menos tiempo en la villa de Aletheia, dado que algún día ellos se mudarían al bosque y madre e hija no podrían seguirles allí.

Avanzó hacia Reydek y cuando le pidió que cerrase los ojos lo hizo, pero no esperaba que éste se pegara tras ella y se puso algo nerviosa, no estaba acostumbrada al contacto físico y menos con los ojos cerrados. Llegaron pasito a pasito al jardín y allí ya pudieron abrir los ojos. Apenas quedaba nada de aquel templete viejo, desconchado y lleno de malas hierbas. Reydek había hecho un gran trabajo y no parecía el mismo sitio.

— Reydek es... precioso. Es realmente espectacular, parece mentira que lo hayas hecho tú solo.
— te lo dije, Reydek podría ser constructor o jardinero, y si algun día construye mansiones yo le ayudaré a decorarlas, porque eso no se le da bien.
— Eso sería estupendo, seguro que os quedarían muy bonitas.— la sonrisa de la niña era pegadiza y Brianna sonrió de lado a lado.— Se lo tendremos que enseñar a Loui, Adele y la señorita Aletheia, para que vean lo bonito que es ¿que me dices?
— si, pero hoy no, porque es nuestro jardín, se llamará Reydelaine.
— ¿Reydelaine? ¿es el nombre del nuevo reino? ¿y quienes serán los reyes tú y Reydek?.
— claro, y tu puedes venir de visita.
—Oh, gracias por tu consideración..— Estalló en carcajadas por las ocurrencias de la niña.— Pues hay que celebrar la inauguración de este nuevo reino, así que voy a por limonada ¿vale?

Brianna se fue de vuelta a la casa a por unos vasos y una jarra de limonada para brindar por ello, y Elaine se paseó por todo el lugar observando los detalles. Había una zona del cemento que no se había secado y tuvo una idea.

— Reydek!! mira, no se ha secado. Pon tu mano, será tu firma...así.— Puso la suya y presionó, quedando ésta imprimada en el cemento fresco, y con una ramita de árbol escribó debajo una E.

Esbozó una sonrisa de satisfacción escuchando a las dos mujeres hablar del lugar que había construido. Por su cabeza pasó la idea de que su padre también estuviese orgulloso de como había construido las caballas junto a Kethyr. Le gustaba construir, se le daba bien y le producía bien estar que después fuese cosas útiles.

Apoyó sus manos en jarras mientras reía con ellas  - Reydelaine es perfecto - le contestó mientras caminaba hasta ella - A ver.. - se agachó y le ofreció su mano, apoyándola al lado de la suya. Era increíblemente mucho más grande que la de la pequeña. Rey agarró un palo y escribió con su perfecta grafía Reydelaine, encima de las manos manos. Esbozó una sonrisa y le señaló lo escrito - ¿Qué pone? - la preguntó poniéndola a prueba. Ahora si era de ellos. Entre las iniciales bajo las manos y aquello escrito. Sin duda, jamás conseguirían que nadie borrase aquello.

Reydek se incorporó y besó su cabeza con suavidad, sentándose en un banco esperando a Brianna con la limonada. Se moría de sed. Bostezó un par de veces y sacudió la cabeza con fuerzas, mientras hundía sus manos en su rostro. El calor y lo mucho que le gustaba el entorno le dejaban atontando. Tanto madrugon para poder trabajar de formas iguales tanto en casa como aquí, le había dejado  baldado - Elaine - recordó - Me voy a ir un tiempo, no se si será un año, o cuando.. pero voy a visitar a un viejo amigo, y me llevará tiempo llegar hasta donde está.. - le expliqué - ¿Cuidarás de tu madre y de Aletheia? - le preguntó con seriedad.