AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Noche de apuestas [privado] [+18]
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Noche de apuestas [privado] [+18]
Tan solo unas semanas atrás me hubiera reído de lo lindo ante la idea de haber atravesado un portal mágico que me conduciría al pasado. Pero por supuesto mi vida distaba de ser ordinaria, comenzando por mi propio nacimiento y el de mi hermano Ubbe, y siguiendo por quienes eran nuestros padres.
Ubbe era un terco de la peor calaña, se había empeñado en regresar en el tiempo para asistir a mi primo, y peor aún, quería hacerlo solo. Como buen vikingo cabeza dura se había encargado de que me quedara claro cuando se despidió de mi frente al portal. Lo único que hice al escucharlo fue apretar los labios y lanzar una mirada hacia Hakon, quien también se encontraba presente en ese momento y quien seguramente leyó lo que mis ojos expresaban sin necesidad de usar más palabras.
El portal se abrió y observé como Ubbe lo atravesaba. ¿Cómo saber si le enviaría al tiempo y lugar correctos? ¿Cómo estar seguros de que mi primo aún seguía vivo o de que ambos se encontrarían en el mismo lugar?
Unos segundos apenas, la energía aún se encontraba frente a nosotros, nos iluminaba de forma aleatoria, tornándose inestable. Una sonrisa ladeada se expandió en mis labios al percibir la oportunidad, una pequeña pirueta realizada con mis piernas en dirección hacia ella sin pensarlo tan si quiera dos veces y luego… ya no estuve del todo consciente de lo que sucedía…
Lo siguiente que supe fue que me encontraba sobre la tierra seca al abrir los ojos. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba en el bosque. Al moverme percibí una leve molestia en mi frente, llevé la mano hacia ella y descubrí un par de gotas de sangre, era un herida superficial pero me había golpeado contra algunas raíces gruesas, seguramente el impacto había sido suficiente para que permaneciera inconsciente. Me puse de pie con rapidez y lanzando breves miradas a mi alrededor me dispuse a buscar a mi hermano.
------------------------------------------------------------------------------------------------
Tres noches después me encontraba en el mejor lugar para hacer dinero, uno que había descubierto cuando apenas era una adolescente y que para mi fortuna en ese pasado también existía.
Apostaba en una mesa con varios hombres mientras las fichas llovían sobre ella, manteniendo mi rostro impávido mientras analizaba mis naipes. Una mirada triunfal, los deposité sobre la mesa y me dispuse a recoger la montaña de fichas que canjearía por una buena suma de dinero. Los hombres no estaban nada contentos. Uno de ellos se puso de pie, en un segundo estaba al lado mío, su frío aliento sobre mi rostro. Sabía perfectamente lo que era, un inmortal.
-Un momento gatita, parece que nos has hecho trampa.- Llevó una mano suya a mi cintura y de un tirón brusco me pegó a él provocando en mi una mueca de desagrado. -¿Sabes como tratamos aquí a los tramposos? Claro que por tratarse de ti podría hacer una excepción.- El bastardo me apretó contra si y empezó a manosearme.
Un segundo bastó para que una de mis manos se apropiase de un vaso que descansaba sobre la mesa, la golpeé contra la madera, agarré uno de los trozos de vidrio y lo incrusté con rapidez en su lengua, provocando un reguero de sangre. Un par de saltos hacia atrás y alcancé la empuñadura de la espada que llevaba en mi espalda. Observé con rapidez la situación, el inmortal se recuperaba de la sorpresa mientras escupía sangre, los otros jugadores me rodeaban y uno de ellos venía hacia mi. Pateé una silla en dirección a él, haciéndola chocar contra su cuerpo, al parecer tendría que salvar un par de obstáculos antes de poder cobrar mi dinero…
Ubbe era un terco de la peor calaña, se había empeñado en regresar en el tiempo para asistir a mi primo, y peor aún, quería hacerlo solo. Como buen vikingo cabeza dura se había encargado de que me quedara claro cuando se despidió de mi frente al portal. Lo único que hice al escucharlo fue apretar los labios y lanzar una mirada hacia Hakon, quien también se encontraba presente en ese momento y quien seguramente leyó lo que mis ojos expresaban sin necesidad de usar más palabras.
El portal se abrió y observé como Ubbe lo atravesaba. ¿Cómo saber si le enviaría al tiempo y lugar correctos? ¿Cómo estar seguros de que mi primo aún seguía vivo o de que ambos se encontrarían en el mismo lugar?
Unos segundos apenas, la energía aún se encontraba frente a nosotros, nos iluminaba de forma aleatoria, tornándose inestable. Una sonrisa ladeada se expandió en mis labios al percibir la oportunidad, una pequeña pirueta realizada con mis piernas en dirección hacia ella sin pensarlo tan si quiera dos veces y luego… ya no estuve del todo consciente de lo que sucedía…
Lo siguiente que supe fue que me encontraba sobre la tierra seca al abrir los ojos. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba en el bosque. Al moverme percibí una leve molestia en mi frente, llevé la mano hacia ella y descubrí un par de gotas de sangre, era un herida superficial pero me había golpeado contra algunas raíces gruesas, seguramente el impacto había sido suficiente para que permaneciera inconsciente. Me puse de pie con rapidez y lanzando breves miradas a mi alrededor me dispuse a buscar a mi hermano.
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Tres noches después me encontraba en el mejor lugar para hacer dinero, uno que había descubierto cuando apenas era una adolescente y que para mi fortuna en ese pasado también existía.
Apostaba en una mesa con varios hombres mientras las fichas llovían sobre ella, manteniendo mi rostro impávido mientras analizaba mis naipes. Una mirada triunfal, los deposité sobre la mesa y me dispuse a recoger la montaña de fichas que canjearía por una buena suma de dinero. Los hombres no estaban nada contentos. Uno de ellos se puso de pie, en un segundo estaba al lado mío, su frío aliento sobre mi rostro. Sabía perfectamente lo que era, un inmortal.
-Un momento gatita, parece que nos has hecho trampa.- Llevó una mano suya a mi cintura y de un tirón brusco me pegó a él provocando en mi una mueca de desagrado. -¿Sabes como tratamos aquí a los tramposos? Claro que por tratarse de ti podría hacer una excepción.- El bastardo me apretó contra si y empezó a manosearme.
Un segundo bastó para que una de mis manos se apropiase de un vaso que descansaba sobre la mesa, la golpeé contra la madera, agarré uno de los trozos de vidrio y lo incrusté con rapidez en su lengua, provocando un reguero de sangre. Un par de saltos hacia atrás y alcancé la empuñadura de la espada que llevaba en mi espalda. Observé con rapidez la situación, el inmortal se recuperaba de la sorpresa mientras escupía sangre, los otros jugadores me rodeaban y uno de ellos venía hacia mi. Pateé una silla en dirección a él, haciéndola chocar contra su cuerpo, al parecer tendría que salvar un par de obstáculos antes de poder cobrar mi dinero…
Última edición por Synnove Cannif el Vie Abr 14, 2017 1:37 am, editado 2 veces
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
¿Solo yo pensaba que esto era una locura? Hacia un mes que Niels, nuestro primo había atravesado el portal espacio temporal con la firme idea de salvar su vida.
En ese entonces el castillo estaba siendo asediado, necesitábamos espadas y magia, así que no pudimos permitirnos enviar a nadie con aquel vikingo terco que se creía invencible.
Al parecer la sangre norteña bullía en sus venas con tanta fuerza que les dejaba sin riego en el cerebro.
Claro que Ubbe, mi hermano no se quedaba atrás, vamos fueron los intentos de Nai para convencerle de que se quedara, ni siquiera escuchó las suplicas de madre. Con unos pergaminos egipcios sin descifrar pero que le portarían a una reliquia capaz de dar un vuelco a la guerra y con el firme propósito de encontrar a Niels, este se despidió de nuestra hermana decidido a cruzar el portal.
Un puñetazo en el hombro y un “ cuídala” fue cuanto me regalo antes de lanzarse al vació.
Mis ojos se hundieron en Synnove, conocía esa cara, ese gesto que ponía cuando maquinaba algo y como no, aprovechando un descuido y antes de que el portal se cerrara, se abalanzo tras su hermano haciendo una majestuosa finta que nos dejo descolocados.
-Synnove -rugí corriendo tras ella desesperado, no iba a dejarla sola en este empeño.
Mi mano logro atrapar su muñeca, mas tarde ,ambos fuimos tragados por aquella corriente de energía que separó nuestras manos y nuestros cuerpos sumiéndonos en oscuridad, dolor y finalmente, en mi caso, impacté contra la tierra arcillosa de un frondoso bosque bastante alejado de París.
Alcé la cabeza buscándola desesperado, nada mas que ella me importaba. Maldita vikinga terca, impulsiva. Resoplé maldiciéndola mil veces a ella, nuestros dioses y como solía arrastrarme a situaciones inverosímiles ¿tanto les costaba pensar a esos dos cabeza huecas que tenia por hermanos?
Mi gesto se tensaba y un rugido de rabia copaba el frondoso bosque, solo así encontré la paz suficiente para pensar con claridad.
Grité su nombre tantas veces como pude, busque su rastro, todo obtuvo el mismo resultado, ninguno, así que..París, ese era el destino elegido por todos nosotros.
Ubbe iría en busca de Nai para que le ayudara con los documentos, posiblemente mi hermana hubiera ido a ganar dinero a algún sitio, no me la veía buscando cobijo en un callejón.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Durante tres días con sus dos noches, recorrí París de punta a punta, busque en las tabernas, en los hostales, hasta que la tercera noche se me ocurrió ir a ese lugar que ella frecuentaba en su agitada adolescencia y que por suerte en el presente también se encontraba.
Ladeé la sonrisa al verla sentada jugando a las cartas con un par de tíos que le doblaban en tamaño mas no en agallas.
Alzando la capucha me senté en una de las mesas para observarla, su rostro era perfecto, ojos verdes como la bruma de un pantano, labios carnosos, cuerpo cincelado por los dioses para acrecentar el pecado que arrastraba mi cuerpo a desear el suyo pese a que eramos hermanos.
Sacudí la cabeza tratando de alejar todo desvarió pervertido de mi cabeza, ella estaba prohibida y pedí una jarra de hidromiel a la tabernera mientras de lejos observaba no solo sus movimientos si no la situación que llevaba consigo el juego y que como no, pronto la pondría en problemas arrastrándome a mi con ella en una lucha a ciegas.
La vikinga resulto ganadora, algo que no pareció sentar demasiado bien a ese pálido que pronto se alzó para atraerla contra si y manosearla, tensé el gesto si no le cortaba ella la mano le cortaría yo la cabeza.
Mis celos rugieron por dentro, mientras me alzaba desenfundando una de mis espadas con calma para colocar su acero en el cuello de uno de los inmortales que de la mesa contigua se levantaba para aprovechar el momento.
-Yo de ti, no lo haría -aconsejé indicándole con un leve y chulesco movimiento de espada que volviera a su sitio.
Este obedeció y yo ladeé la sonrisa viendo como Synnove se las arreglaba con esos dos desgraciados, solo interferiría si ella no podía arreglarlo.
La conocía y nunca le gustaron los príncipes azules que corren en ayuda de la princesa desvalida.
Claro que ni ella era lo segundo, ni yo era lo primero ¿quien si no le había enseñado a jugar a los Naipes?
-Doblo la apuesta -susurré desde mi sitio bajando la capucha para mirar a esos dos hombres que tras los primeros golpes se detuvieron en seco -todo o nada
Apunté lanzando una bolsa de monedas en la mesa
-¿jugamos? -ladeé la sonrisa acercándome a ellos mientras mi hermana me lanzaba una mirada que bien hubiera perdonado mi vida. Acababa de cortar su diversión, pero..no podía culparme de querer que ni siquiera la rozaran.
En ese entonces el castillo estaba siendo asediado, necesitábamos espadas y magia, así que no pudimos permitirnos enviar a nadie con aquel vikingo terco que se creía invencible.
Al parecer la sangre norteña bullía en sus venas con tanta fuerza que les dejaba sin riego en el cerebro.
Claro que Ubbe, mi hermano no se quedaba atrás, vamos fueron los intentos de Nai para convencerle de que se quedara, ni siquiera escuchó las suplicas de madre. Con unos pergaminos egipcios sin descifrar pero que le portarían a una reliquia capaz de dar un vuelco a la guerra y con el firme propósito de encontrar a Niels, este se despidió de nuestra hermana decidido a cruzar el portal.
Un puñetazo en el hombro y un “ cuídala” fue cuanto me regalo antes de lanzarse al vació.
Mis ojos se hundieron en Synnove, conocía esa cara, ese gesto que ponía cuando maquinaba algo y como no, aprovechando un descuido y antes de que el portal se cerrara, se abalanzo tras su hermano haciendo una majestuosa finta que nos dejo descolocados.
-Synnove -rugí corriendo tras ella desesperado, no iba a dejarla sola en este empeño.
Mi mano logro atrapar su muñeca, mas tarde ,ambos fuimos tragados por aquella corriente de energía que separó nuestras manos y nuestros cuerpos sumiéndonos en oscuridad, dolor y finalmente, en mi caso, impacté contra la tierra arcillosa de un frondoso bosque bastante alejado de París.
Alcé la cabeza buscándola desesperado, nada mas que ella me importaba. Maldita vikinga terca, impulsiva. Resoplé maldiciéndola mil veces a ella, nuestros dioses y como solía arrastrarme a situaciones inverosímiles ¿tanto les costaba pensar a esos dos cabeza huecas que tenia por hermanos?
Mi gesto se tensaba y un rugido de rabia copaba el frondoso bosque, solo así encontré la paz suficiente para pensar con claridad.
Grité su nombre tantas veces como pude, busque su rastro, todo obtuvo el mismo resultado, ninguno, así que..París, ese era el destino elegido por todos nosotros.
Ubbe iría en busca de Nai para que le ayudara con los documentos, posiblemente mi hermana hubiera ido a ganar dinero a algún sitio, no me la veía buscando cobijo en un callejón.
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Durante tres días con sus dos noches, recorrí París de punta a punta, busque en las tabernas, en los hostales, hasta que la tercera noche se me ocurrió ir a ese lugar que ella frecuentaba en su agitada adolescencia y que por suerte en el presente también se encontraba.
Ladeé la sonrisa al verla sentada jugando a las cartas con un par de tíos que le doblaban en tamaño mas no en agallas.
Alzando la capucha me senté en una de las mesas para observarla, su rostro era perfecto, ojos verdes como la bruma de un pantano, labios carnosos, cuerpo cincelado por los dioses para acrecentar el pecado que arrastraba mi cuerpo a desear el suyo pese a que eramos hermanos.
Sacudí la cabeza tratando de alejar todo desvarió pervertido de mi cabeza, ella estaba prohibida y pedí una jarra de hidromiel a la tabernera mientras de lejos observaba no solo sus movimientos si no la situación que llevaba consigo el juego y que como no, pronto la pondría en problemas arrastrándome a mi con ella en una lucha a ciegas.
La vikinga resulto ganadora, algo que no pareció sentar demasiado bien a ese pálido que pronto se alzó para atraerla contra si y manosearla, tensé el gesto si no le cortaba ella la mano le cortaría yo la cabeza.
Mis celos rugieron por dentro, mientras me alzaba desenfundando una de mis espadas con calma para colocar su acero en el cuello de uno de los inmortales que de la mesa contigua se levantaba para aprovechar el momento.
-Yo de ti, no lo haría -aconsejé indicándole con un leve y chulesco movimiento de espada que volviera a su sitio.
Este obedeció y yo ladeé la sonrisa viendo como Synnove se las arreglaba con esos dos desgraciados, solo interferiría si ella no podía arreglarlo.
La conocía y nunca le gustaron los príncipes azules que corren en ayuda de la princesa desvalida.
Claro que ni ella era lo segundo, ni yo era lo primero ¿quien si no le había enseñado a jugar a los Naipes?
-Doblo la apuesta -susurré desde mi sitio bajando la capucha para mirar a esos dos hombres que tras los primeros golpes se detuvieron en seco -todo o nada
Apunté lanzando una bolsa de monedas en la mesa
-¿jugamos? -ladeé la sonrisa acercándome a ellos mientras mi hermana me lanzaba una mirada que bien hubiera perdonado mi vida. Acababa de cortar su diversión, pero..no podía culparme de querer que ni siquiera la rozaran.
Hakon Cannif- Gitano
- Mensajes : 91
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
El hombre al que golpeé con la silla hizo el intento de recuperar el equilibrio y se lanzó sobre mi, con facilidad lo esquivé una y otra vez, me parecía incluso divertido hacerlo, me subía la adrenalina. Otro movimiento mío cuando prácticamente saltaba sobre mi y cayó de bruces sobre el suelo de madera, lastimándose él solo. El inmortal, por otra parte, era más difícil de contener. Se limpió la boca con un pañuelo, escupió sangre en una jarra y me observó encolerizado, con velocidad inhumana se acercó a mi. Otra vez su fétido aliento sobre mi cuello. Alcé mi espada para interponerla entre ambos, no iba a permitir que realizara un nuevo intento de tocarme o peor aún, que intentara hincarme sus colmillos.
El tintineo de una bolsa de monedas cayendo sobre la mesa de juego hizo que volteásemos a ver en esa dirección, sumado a una voz inconfundible que llegó a mis oídos y que hubiera reconocido entre cientos de voces. Clavé mi mirada en la figura que nos invitaba a doblar la apuesta justo cuando dejaba caer la capucha revelando el rostro de mi hermano. Su sonrisa lo decía todo, le lancé una mirada cargada de sorpresa primero y luego otra de protesta, nunca admitiría ante él o ante mi familia que necesitase ayuda de algún tipo. Además, me las estaba arreglando bien.
El dinero hablaba sin embargo, había atraído las miradas de los jugadores, quienes ante la idea de obtener más ganancias cedieron ante la idea de iniciar otra partida de naipes. Todos regresaron a sus asientos. Por mi parte, me acerqué a Hakon tomándolo del brazo para alejarlo del resto un momento. -¿Qué estás haciendo aquí?- “Aquí” por supuesto no hacía referencia al antro en el que nos encontrábamos si no al espacio temporal.
Un jugador tosió para llamar nuestra atención por lo que tomé asiento al lado de Hakon, mientras alguien barajeaba el mazo. Me incliné hacia él, colocando mi brazo sobre su hombro y observándolo con cierta diversión. -Nos has seguido para cerciorarte de que estuviera bien ¿no es así? No te importaba Ubbe si no yo.- Retuve mi cálido aliento en su oreja mientras le hablaba. -¿Me has estado buscando estos tres días?- Alcé ambas cejas con una sonrisa ladeada. Me gustaba provocarlo, sacarlo de su zona de confort. Luego suspiré sobre su hombro. -No tenía idea de que estuvieras acá. Te habría buscado sabes.- Mi dedo índice se paseó despacio por su oreja hasta llegar a su cuello, mi mirada bajó hacia su pecho notando como su respiración cambiaba sutilmente aunque él no demostrara nada. Observé ese cambio con curiosidad.
Alguien me separó de él de un tirón sacándome de mi abstracción. -Esto no se ha terminado aún.- El inmortal me arrancó rudamente de mi silla para subirme a su regazo. Su lengua había sanado pero al cortársela le había arrancado un trozo así que siseaba al hablar. -Me la pagarás de un modo u otro.- Me sujetó fuertemente de la cintura, por lo que me retorcí sobre él. Acercó su rostro y pasó su lengua por mi cuello, lo cual me provocó infinita repulsión. Para liberarme golpeé mi cabeza fuertemente contra la de él. El movimiento sirvió para zafarme de su agarre pero me dejo aturdida. Mi espada descansaba en la silla de al lado, me abalancé sobre ella pero él fue más rápido, alcanzó mi cuello e hincó sus colmillos en este. El dolor que sentí fue indescriptible, los segundos se tornaron eternos mientras mi sangre viajaba hacia él. Estiré el brazo tanto como pude hasta alcanzar la espada, al lograrlo la alcé y le atravesé el pecho justo en el área del corazón.
Caí en el suelo de forma nada grácil y al enfocar la mirada me topé con el rostro de Hakon por encima mio. -Ya ves que puedo cuidarme.- Sonreí de medio lado para tranquilizarlo porque noté la consternación en sus ojos pardos, y en ese momento no vi a nadie más, únicamente a él.
El tintineo de una bolsa de monedas cayendo sobre la mesa de juego hizo que volteásemos a ver en esa dirección, sumado a una voz inconfundible que llegó a mis oídos y que hubiera reconocido entre cientos de voces. Clavé mi mirada en la figura que nos invitaba a doblar la apuesta justo cuando dejaba caer la capucha revelando el rostro de mi hermano. Su sonrisa lo decía todo, le lancé una mirada cargada de sorpresa primero y luego otra de protesta, nunca admitiría ante él o ante mi familia que necesitase ayuda de algún tipo. Además, me las estaba arreglando bien.
El dinero hablaba sin embargo, había atraído las miradas de los jugadores, quienes ante la idea de obtener más ganancias cedieron ante la idea de iniciar otra partida de naipes. Todos regresaron a sus asientos. Por mi parte, me acerqué a Hakon tomándolo del brazo para alejarlo del resto un momento. -¿Qué estás haciendo aquí?- “Aquí” por supuesto no hacía referencia al antro en el que nos encontrábamos si no al espacio temporal.
Un jugador tosió para llamar nuestra atención por lo que tomé asiento al lado de Hakon, mientras alguien barajeaba el mazo. Me incliné hacia él, colocando mi brazo sobre su hombro y observándolo con cierta diversión. -Nos has seguido para cerciorarte de que estuviera bien ¿no es así? No te importaba Ubbe si no yo.- Retuve mi cálido aliento en su oreja mientras le hablaba. -¿Me has estado buscando estos tres días?- Alcé ambas cejas con una sonrisa ladeada. Me gustaba provocarlo, sacarlo de su zona de confort. Luego suspiré sobre su hombro. -No tenía idea de que estuvieras acá. Te habría buscado sabes.- Mi dedo índice se paseó despacio por su oreja hasta llegar a su cuello, mi mirada bajó hacia su pecho notando como su respiración cambiaba sutilmente aunque él no demostrara nada. Observé ese cambio con curiosidad.
Alguien me separó de él de un tirón sacándome de mi abstracción. -Esto no se ha terminado aún.- El inmortal me arrancó rudamente de mi silla para subirme a su regazo. Su lengua había sanado pero al cortársela le había arrancado un trozo así que siseaba al hablar. -Me la pagarás de un modo u otro.- Me sujetó fuertemente de la cintura, por lo que me retorcí sobre él. Acercó su rostro y pasó su lengua por mi cuello, lo cual me provocó infinita repulsión. Para liberarme golpeé mi cabeza fuertemente contra la de él. El movimiento sirvió para zafarme de su agarre pero me dejo aturdida. Mi espada descansaba en la silla de al lado, me abalancé sobre ella pero él fue más rápido, alcanzó mi cuello e hincó sus colmillos en este. El dolor que sentí fue indescriptible, los segundos se tornaron eternos mientras mi sangre viajaba hacia él. Estiré el brazo tanto como pude hasta alcanzar la espada, al lograrlo la alcé y le atravesé el pecho justo en el área del corazón.
Caí en el suelo de forma nada grácil y al enfocar la mirada me topé con el rostro de Hakon por encima mio. -Ya ves que puedo cuidarme.- Sonreí de medio lado para tranquilizarlo porque noté la consternación en sus ojos pardos, y en ese momento no vi a nadie más, únicamente a él.
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Su sorpresa logró hacerme ladear la sonrisa, parecía que no entendía que allá donde fuera, yo siempre la encontraría.
No necesito respuesta a la absurda pregunta ¿que hacia allí? Acaso no era obvio, seguirla, lo haría hasta el fin del mundo, hasta el valhalla o Hell, la protegería aunque ella se negara.
Una tos fue suficiente para hacernos centrar la vista en la mesa, EL mazo barajado sin demasiada arte, tiempo que de nuevo utilizo la vikinga para asediarme.
Su brazo en mi hombro, su aliento impactando en mi oreja y como no, aquellas palabras que bien sabían era ciertas, mas que no admitiría.
-Me preocupáis hermana, ¿acaso es un delito mi afán de protección?
Si, lo era, claro lo era, pues no era un sentimiento puro, al menos no el que debiera, no estaba basado en la fraternidad, ese que si despertaba mi hermano Ubbe, ella por ende reflejaba en mi cuerpo actos bien distintos que me abocarían directo a Hell.
La deseaba, mis ojos se oscurecían al recorrer su cuerpo, mis sentimientos eran oscuros, apenas lograba contenerme cuando la tenia en frente y ella consciente de mi desasosiego se encargaba de acercarse y alejarse en un juego en el que yo siempre salia perdiendo.
Suspiro contra mi hombro asegurando que de saberlo ella también me hubiera buscado, de ello estaba seguro, esa mujer no podía vivir sin provocarme una y otra vez.
Su dedo se paseo por mi oído lentamente deslizándose por mi cuello ,trataba de centrar mi atención en el hombre de la baraja que ahora repartía las cartas, imposible.
Mi respiración se agito, si pensaba que me estaba ayudando con su juego de manos estaba muy equivocada, lo único que lograba era excitarme y que mi atención se centrara en otra cosa que nada tenia que ver con el azar ni las cartas.
Un tirón basto para alejarla de mi, alcé la cabeza en la dirección del tipo que ahora la sostenía lamiendo su cuello, era un inmortal, tensé el gesto incorporándome con aire violento, mas dos se me abalanzaron por atrás con una velocidad sobrenatural, el hombre del mazo seguía repartiendo con una sibilina risa sin mas.
Gruñí tratando de zafarme del agarre de esos otros dos pálidos, mientras rugía viendo la escena que se desarrollaba frente a mi.
-Synnove -su nombre escapó de lo mas hondo de mis entrañas cuando el bastardo hundió sus colmillos en su piel.
De mi cinto saque una daga, rápido movimiento en el que me agache, quebrando por el suelo y forzando a uno de ellos a soltarme, saje desde atrás sus talones, tendones que cedieron haciendo que el inmortal cayera de bruces al suelo.
Desvié mi mirada hacia la vikinga que ahora hundía con violencia su espada en el vampiro, aunque jadeaba muy débil apenas manteniéndose en pie. Tenia que acabar con esto y tenia que hacerlo ya.
Cogí una de las sillas y le partí la pata, una buena estaca que clave en el corazón del individuo del suelo que pronto se convirtió en mero polvo.
El otro se abalanzó contra mi, salté sobre la mesa, empujando con mi pie las cartas repartidas impactando con ellas en sus ojos.
Tomé impulso y salté sobre este que desconcentrado y acompañado por el peso de mi cuerpo impacto de espaldas en el suelo.
La estaca a su corazón y con el iban dos.
Miré la resto desafiante, rugí reculando hacia mi hermana que jadeaba en el suelo agotada, me agache para sustentar su cuerpo, según ella no me necesitaba, otra burda mentira de esas de tantas que me decía.
La tome entre mis brazos, dejándola caer como un saco sobre mi hombro. Una mano en su culo, con la otra mano sujetaba la estaca y amenacé con ella al inmortal de la mesa recogiendo mi bolsa de oro.
-En otra ocasión -me limité a decir antes de voltearme para salir con ella de la taberna.
…........................................................................................................................................................
La deposité sobre el lecho del hotel les arenes, había solicitado me subieran algo de alcohol ,así como aguja e hilo.
Supongo que no era una de las peticiones mas normales, mas no hicieron preguntas algo que agradecí.
Synnove abrió los ojos tratando de centrarlos en los míos, mis dedos se deslizaron por su rostro con suavidad.
-Has estado cerca de la muerte, te aconsejo que llames mi atención de otra manera, pues somos jóvenes para ir al Valhalla, en el norte una guerra nos espera.
Le tendí la botella de whisky tras lanzarle un chorro sobre la mordida que debió hacerle ver las estrellas pero que se había ganado a pulso por provocarme.
-Bebe -ordené mientras enhebraba la aguja para comenzar a coser.
No necesito respuesta a la absurda pregunta ¿que hacia allí? Acaso no era obvio, seguirla, lo haría hasta el fin del mundo, hasta el valhalla o Hell, la protegería aunque ella se negara.
Una tos fue suficiente para hacernos centrar la vista en la mesa, EL mazo barajado sin demasiada arte, tiempo que de nuevo utilizo la vikinga para asediarme.
Su brazo en mi hombro, su aliento impactando en mi oreja y como no, aquellas palabras que bien sabían era ciertas, mas que no admitiría.
-Me preocupáis hermana, ¿acaso es un delito mi afán de protección?
Si, lo era, claro lo era, pues no era un sentimiento puro, al menos no el que debiera, no estaba basado en la fraternidad, ese que si despertaba mi hermano Ubbe, ella por ende reflejaba en mi cuerpo actos bien distintos que me abocarían directo a Hell.
La deseaba, mis ojos se oscurecían al recorrer su cuerpo, mis sentimientos eran oscuros, apenas lograba contenerme cuando la tenia en frente y ella consciente de mi desasosiego se encargaba de acercarse y alejarse en un juego en el que yo siempre salia perdiendo.
Suspiro contra mi hombro asegurando que de saberlo ella también me hubiera buscado, de ello estaba seguro, esa mujer no podía vivir sin provocarme una y otra vez.
Su dedo se paseo por mi oído lentamente deslizándose por mi cuello ,trataba de centrar mi atención en el hombre de la baraja que ahora repartía las cartas, imposible.
Mi respiración se agito, si pensaba que me estaba ayudando con su juego de manos estaba muy equivocada, lo único que lograba era excitarme y que mi atención se centrara en otra cosa que nada tenia que ver con el azar ni las cartas.
Un tirón basto para alejarla de mi, alcé la cabeza en la dirección del tipo que ahora la sostenía lamiendo su cuello, era un inmortal, tensé el gesto incorporándome con aire violento, mas dos se me abalanzaron por atrás con una velocidad sobrenatural, el hombre del mazo seguía repartiendo con una sibilina risa sin mas.
Gruñí tratando de zafarme del agarre de esos otros dos pálidos, mientras rugía viendo la escena que se desarrollaba frente a mi.
-Synnove -su nombre escapó de lo mas hondo de mis entrañas cuando el bastardo hundió sus colmillos en su piel.
De mi cinto saque una daga, rápido movimiento en el que me agache, quebrando por el suelo y forzando a uno de ellos a soltarme, saje desde atrás sus talones, tendones que cedieron haciendo que el inmortal cayera de bruces al suelo.
Desvié mi mirada hacia la vikinga que ahora hundía con violencia su espada en el vampiro, aunque jadeaba muy débil apenas manteniéndose en pie. Tenia que acabar con esto y tenia que hacerlo ya.
Cogí una de las sillas y le partí la pata, una buena estaca que clave en el corazón del individuo del suelo que pronto se convirtió en mero polvo.
El otro se abalanzó contra mi, salté sobre la mesa, empujando con mi pie las cartas repartidas impactando con ellas en sus ojos.
Tomé impulso y salté sobre este que desconcentrado y acompañado por el peso de mi cuerpo impacto de espaldas en el suelo.
La estaca a su corazón y con el iban dos.
Miré la resto desafiante, rugí reculando hacia mi hermana que jadeaba en el suelo agotada, me agache para sustentar su cuerpo, según ella no me necesitaba, otra burda mentira de esas de tantas que me decía.
La tome entre mis brazos, dejándola caer como un saco sobre mi hombro. Una mano en su culo, con la otra mano sujetaba la estaca y amenacé con ella al inmortal de la mesa recogiendo mi bolsa de oro.
-En otra ocasión -me limité a decir antes de voltearme para salir con ella de la taberna.
…........................................................................................................................................................
La deposité sobre el lecho del hotel les arenes, había solicitado me subieran algo de alcohol ,así como aguja e hilo.
Supongo que no era una de las peticiones mas normales, mas no hicieron preguntas algo que agradecí.
Synnove abrió los ojos tratando de centrarlos en los míos, mis dedos se deslizaron por su rostro con suavidad.
-Has estado cerca de la muerte, te aconsejo que llames mi atención de otra manera, pues somos jóvenes para ir al Valhalla, en el norte una guerra nos espera.
Le tendí la botella de whisky tras lanzarle un chorro sobre la mordida que debió hacerle ver las estrellas pero que se había ganado a pulso por provocarme.
-Bebe -ordené mientras enhebraba la aguja para comenzar a coser.
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Desperté en un lugar desconocido por lo que de buenas a primeras no alcancé a comprender del todo donde estaba lo cual me provocó un sobresalto que me hizo enderezarme sobre mis codos para observar a mi alrededor. La visión de mi hermano apenas a unos pasos me tranquilizó de inmediato, los dedos cálidos que pasó por mi rostro terminaron de serenarme. Hakon tenía ese don, desde niños era él quien apaciguaba mis inquietudes. Podían surgir catástrofes a nuestro alrededor, derrumbarse muros que amenazaban una inminente invasión, incendiarse nuestras tiendas o hundirse el drakkar en el que atravesábamos océanos y mi mirada siempre buscaría la de él. Únicamente la de él y no la de ningún otro, me infundía la serenidad necesaria antes de hacer acopio de valor. Siempre había sido así.
Padre y madre nos habían criado bien, nos habían dado amor, padre había sido más duro con Hakkon que con Ubbe, algo con lo cual al igual que madre, nunca estuve de acuerdo. Sin embargo estaba orgulloso de él como lo estábamos todos. Claro que yo no se lo decía precisamente, ante mis ojos era el hermano perfecto, más centrado que Ubbe y por supuesto, que yo, lo cual me exasperaba, por eso es que presionaba sus botones. Quería, ¿qué era lo que quería? Quería desquitarme de él por hacerme confiar en su mirada parda, por provocar que la buscara y por hacerme sentir que la necesitaba.
-Aaaah, ¡eres un bruto Hakon!- lancé una maldición cuando de buenas a primeras me lanzó un chorro de alcohol sobre la mordida en mi cuello. Retrocedí indignada sobre la cama, cruzando los brazos frente a mi pecho con aire de protesta y fastidio. -Me has hecho perder mis ganancias. ¿Tienes idea de cuanto dinero gané con la última partida de naipes antes de que entraras en el local? Apuesto a que no lo pensaste cuando me sacaste de allí ¿no?- La molestia me hizo fruncir el ceño y alzar el rostro de forma altiva. -No por supuesto que no. Todo lo que pensaste fue en tratarme de la misma forma en que tratarías a un saco de patatas.- La verdad es que no recordaba muy bien como habíamos salido del lugar de apuestas, estaba demasiado mareada en ese instante por la pérdida de sangre.
El pensar en ello hizo que recordara toda la escena, la lengua de ese ser repugnante paseándose sobre mi cuello y a continuación sus colmillos hincándose en mi piel. Nunca había sentido un dolor parecido, claro que había sufrido otros distintos, pero este había sido otra cosa. Había sido una invasión de carácter íntimo, algo que había humillado completamente mi voluntad, violentando mis límites personales a la fuerza. Mi rostro se tensó al recordarlo. -Al menos el mundo ahora cuenta con un par menos de despreciables sabandijas.-
Mi mirada se dirigió a él, observando el hilo que comenzaba a enhebrar en la aguja. -De ninguna manera voy a permitir que me cosas.- Volteé mi rostro hacia el otro lado para mirar a la pared en lugar de mirarlo a él. Cuando me hablaba con ese tono autoritario, me ponía de mal humor. Perfectamente podría haberme abrazado, podría aceptar que estaba contento de verme, haberme consolado por la brutalidad del vampiro… pero en su lugar me mangoneaba como le daba la gana.
-No necesito puntadas, las mordidas cerrarán por si solas.- Me puse en cuatro para gatear hacia él y detenerme a escasa distancia de su rostro. -¿Aquí es adonde has estado durmiendo estos días? Las sábanas huelen a ti...- Mi mirada bailó sobre la de él, ahora era enigmática su mirada, elusiva. No entendía como en algunas ocasiones podía leerle con más facilidad de la que leía a Ubbe y en otras se volvía tan hermética.
Hice a un lado mi actitud desafiante y llevé mi mano hasta su rostro, lentamente le acaricié abstraída. -A veces eres tan difícil de comprender.- A quien engañaba, estaba contenta de verlo, de que hubiera decidido seguirme, de que hubiera dado conmigo, de que nos hubiéramos reunido y sin embargo… prefería morir antes que decírselo. Él era mi hermano, el problema era que a veces la inquietud que sentía al mirarlo no calzaba con el amor fraternal que le tenía.
Aparté mi mano con lentitud, enmascarando mis emociones y me levanté de la cama. -Lo que necesito es un baño.- Lo dejé con las manos en el aire y abrí la puerta lateral para entrar en el y comenzar a desvestirme, sacándome los pantalones de vikinga. -¿Qué tal si te haces útil y nos pides servicio al cuarto?- Me asomé por la puerta entreabierta y lo miré desafiante antes de cerrarla con rapidez. No, no iba a dejar que me cosiera.
Padre y madre nos habían criado bien, nos habían dado amor, padre había sido más duro con Hakkon que con Ubbe, algo con lo cual al igual que madre, nunca estuve de acuerdo. Sin embargo estaba orgulloso de él como lo estábamos todos. Claro que yo no se lo decía precisamente, ante mis ojos era el hermano perfecto, más centrado que Ubbe y por supuesto, que yo, lo cual me exasperaba, por eso es que presionaba sus botones. Quería, ¿qué era lo que quería? Quería desquitarme de él por hacerme confiar en su mirada parda, por provocar que la buscara y por hacerme sentir que la necesitaba.
-Aaaah, ¡eres un bruto Hakon!- lancé una maldición cuando de buenas a primeras me lanzó un chorro de alcohol sobre la mordida en mi cuello. Retrocedí indignada sobre la cama, cruzando los brazos frente a mi pecho con aire de protesta y fastidio. -Me has hecho perder mis ganancias. ¿Tienes idea de cuanto dinero gané con la última partida de naipes antes de que entraras en el local? Apuesto a que no lo pensaste cuando me sacaste de allí ¿no?- La molestia me hizo fruncir el ceño y alzar el rostro de forma altiva. -No por supuesto que no. Todo lo que pensaste fue en tratarme de la misma forma en que tratarías a un saco de patatas.- La verdad es que no recordaba muy bien como habíamos salido del lugar de apuestas, estaba demasiado mareada en ese instante por la pérdida de sangre.
El pensar en ello hizo que recordara toda la escena, la lengua de ese ser repugnante paseándose sobre mi cuello y a continuación sus colmillos hincándose en mi piel. Nunca había sentido un dolor parecido, claro que había sufrido otros distintos, pero este había sido otra cosa. Había sido una invasión de carácter íntimo, algo que había humillado completamente mi voluntad, violentando mis límites personales a la fuerza. Mi rostro se tensó al recordarlo. -Al menos el mundo ahora cuenta con un par menos de despreciables sabandijas.-
Mi mirada se dirigió a él, observando el hilo que comenzaba a enhebrar en la aguja. -De ninguna manera voy a permitir que me cosas.- Volteé mi rostro hacia el otro lado para mirar a la pared en lugar de mirarlo a él. Cuando me hablaba con ese tono autoritario, me ponía de mal humor. Perfectamente podría haberme abrazado, podría aceptar que estaba contento de verme, haberme consolado por la brutalidad del vampiro… pero en su lugar me mangoneaba como le daba la gana.
-No necesito puntadas, las mordidas cerrarán por si solas.- Me puse en cuatro para gatear hacia él y detenerme a escasa distancia de su rostro. -¿Aquí es adonde has estado durmiendo estos días? Las sábanas huelen a ti...- Mi mirada bailó sobre la de él, ahora era enigmática su mirada, elusiva. No entendía como en algunas ocasiones podía leerle con más facilidad de la que leía a Ubbe y en otras se volvía tan hermética.
Hice a un lado mi actitud desafiante y llevé mi mano hasta su rostro, lentamente le acaricié abstraída. -A veces eres tan difícil de comprender.- A quien engañaba, estaba contenta de verlo, de que hubiera decidido seguirme, de que hubiera dado conmigo, de que nos hubiéramos reunido y sin embargo… prefería morir antes que decírselo. Él era mi hermano, el problema era que a veces la inquietud que sentía al mirarlo no calzaba con el amor fraternal que le tenía.
Aparté mi mano con lentitud, enmascarando mis emociones y me levanté de la cama. -Lo que necesito es un baño.- Lo dejé con las manos en el aire y abrí la puerta lateral para entrar en el y comenzar a desvestirme, sacándome los pantalones de vikinga. -¿Qué tal si te haces útil y nos pides servicio al cuarto?- Me asomé por la puerta entreabierta y lo miré desafiante antes de cerrarla con rapidez. No, no iba a dejar que me cosiera.
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Seguía enhebrando la aguja con aire distraído mientras Synnove lanzaba rayos y centellas por la boca, a decir verdad, mi indiferencia era fruto de dos cosas. La primera que estaba mas que acostumbrado a ese modo tan irracional de hablarme, como si le fuera la vida en ello, como si reconocer que le había ayudado y gracias a mi estaba ahora viva, fuera demasiado.
-Con un gracias basta mujer -añadí metiendo el hilo con la aguja antes de lazar mis ojos para enfrentarla.
En segundo lugar porque sabia lo mucho que le molestaba que lograra guardar la calma cuando ella parecía incendiada en llamas. Ubbe y ella eran fuego, siempre tan enérgicos, impulsivos, impetuosos, a veces me preguntaba que tenían en esa cabeza hueca y como cojones conseguían salir vivos de todos los entuertos. Espera..ladeé la sonrisa ¿salían vivos porque yo estaba tras ellos? Su hermano mayor, el único con buen juicio.
Juicio que perdía por ella y solo con ella, ese que me arrastraba una vez y otra a pecar o a desear hacerlo como nunca he llegado a desear.
Enarqué una ceja cuando dijo que de ninguna de las maneras la iba a coser, todavía y mira que hacia años que nos conocíamos no se había dado cuenta de que de un modo u otro siempre conseguía mi propósito, tendríamos que dar mas vueltas, mas el resultado seria el mismo, no iba a consentir que se le infectara esa herida llena de ponzoña de vampiro.
Me encogí de hombros cuando esta se alzó del lecho, ahora había decidido tomar un baño, negué con la cabeza desviando la mirada hacia la botella de alcohol, sin duda iba a necesitar mucho de eso para aguantar esta situación.
-Synnove ahí he dormido estos días, bueno, dormir -bromeé ladeando la sonrisa -poco he dormido, no he dejado de buscarte ni un solo minuto y ahora se una buena niña y no me pongas las cosas difíciles, deja que te cosa la herida y después podrás tomar ese baño tranquila ¿que te parece?
Como imaginé me quedé con la palabra en la boca, pues la distancia entre ambos se acortó, mi gesto se tenso y mi aliento entrecortado golpeo sus labios mientras mis ojos los buscaban de un modo necesitado.
Aparté la mirada hacia la lumbre, de nuevo lo hacia, llevarme a ese lugar donde ni yo mismo me conocía, sacarme de la zona de confort que la distancia nos permitía a los dos.
Ella abandonó el lecho como quien abandona un zapato viejo y caminó serena hacia la tina para dejar el agua correr por ella, si pensaba que había logrado sacar de mi cabeza la idea de curar las heridas con ese bien jugado gesto que me desconcertaba de un modo épico, se había equivocado por completo.
Me alcé y serví sendas copas, ladeé la sonrisa golpeando la puerta donde mi hermana posiblemente se desnudaba, asomó ligeramente su cabeza, la camisola larga aun cubría su cuerpo y sus muslos, suficiente para que no notara por completo mi desconcierto.
Una mascara que me había trabajado con el paso de los tiempos.
-Al menos bebe conmigo una copa, ya sabes que odio beber solo -susurré llevando esta a mis labios para dar un profundo trago hasta apurarlo.
Observé como llevaba la copa a su boca mientras relamía mis labios ¿que vikingo rehúsa un buen trago?
1,2,3 conté antes de que esta se derrumbara en mis brazos, había echado una potente droga a su copa, eso la tendría mareada un par de horas, las suficientes como para poder coser esa herida y que descansara lo que era debido y no le permitiría su cabezoneria.
-Con un gracias basta mujer -añadí metiendo el hilo con la aguja antes de lazar mis ojos para enfrentarla.
En segundo lugar porque sabia lo mucho que le molestaba que lograra guardar la calma cuando ella parecía incendiada en llamas. Ubbe y ella eran fuego, siempre tan enérgicos, impulsivos, impetuosos, a veces me preguntaba que tenían en esa cabeza hueca y como cojones conseguían salir vivos de todos los entuertos. Espera..ladeé la sonrisa ¿salían vivos porque yo estaba tras ellos? Su hermano mayor, el único con buen juicio.
Juicio que perdía por ella y solo con ella, ese que me arrastraba una vez y otra a pecar o a desear hacerlo como nunca he llegado a desear.
Enarqué una ceja cuando dijo que de ninguna de las maneras la iba a coser, todavía y mira que hacia años que nos conocíamos no se había dado cuenta de que de un modo u otro siempre conseguía mi propósito, tendríamos que dar mas vueltas, mas el resultado seria el mismo, no iba a consentir que se le infectara esa herida llena de ponzoña de vampiro.
Me encogí de hombros cuando esta se alzó del lecho, ahora había decidido tomar un baño, negué con la cabeza desviando la mirada hacia la botella de alcohol, sin duda iba a necesitar mucho de eso para aguantar esta situación.
-Synnove ahí he dormido estos días, bueno, dormir -bromeé ladeando la sonrisa -poco he dormido, no he dejado de buscarte ni un solo minuto y ahora se una buena niña y no me pongas las cosas difíciles, deja que te cosa la herida y después podrás tomar ese baño tranquila ¿que te parece?
Como imaginé me quedé con la palabra en la boca, pues la distancia entre ambos se acortó, mi gesto se tenso y mi aliento entrecortado golpeo sus labios mientras mis ojos los buscaban de un modo necesitado.
Aparté la mirada hacia la lumbre, de nuevo lo hacia, llevarme a ese lugar donde ni yo mismo me conocía, sacarme de la zona de confort que la distancia nos permitía a los dos.
Ella abandonó el lecho como quien abandona un zapato viejo y caminó serena hacia la tina para dejar el agua correr por ella, si pensaba que había logrado sacar de mi cabeza la idea de curar las heridas con ese bien jugado gesto que me desconcertaba de un modo épico, se había equivocado por completo.
Me alcé y serví sendas copas, ladeé la sonrisa golpeando la puerta donde mi hermana posiblemente se desnudaba, asomó ligeramente su cabeza, la camisola larga aun cubría su cuerpo y sus muslos, suficiente para que no notara por completo mi desconcierto.
Una mascara que me había trabajado con el paso de los tiempos.
-Al menos bebe conmigo una copa, ya sabes que odio beber solo -susurré llevando esta a mis labios para dar un profundo trago hasta apurarlo.
Observé como llevaba la copa a su boca mientras relamía mis labios ¿que vikingo rehúsa un buen trago?
1,2,3 conté antes de que esta se derrumbara en mis brazos, había echado una potente droga a su copa, eso la tendría mareada un par de horas, las suficientes como para poder coser esa herida y que descansara lo que era debido y no le permitiría su cabezoneria.
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
"Se una buena niña." Así me había dicho. Me dejé caer sobre la orilla de la tina, completamente frustrada, cruzando mis brazos de nuevo. Niña. Para Hakon siempre sería una niña. Me frustraba enormemente que fuera así. ¿Qué no se daba cuenta de que había crecido? ¿Qué era lo que tenía que hacer para que lo notara? Me saqué las medias y los zapatos y abrí el grifo del agua. A la mejor un baño me relajaba y me ayudaba a no pensar en sus palabras o a darles importancia.
Escuché un golpe en la puerta y me levanté con rapidez, quitando el cerrojo y abriéndola de un tirón. -Para tu información, no soy una niña.- Lo observé con centellas en los ojos. Sereno y tranquilo me observó de vuelta, su rostro beatífico me exasperaba otra vez. Observé como ladeaba la sonrisa. Cabezota. Me crucé de brazos sin la menor disposición a dar mi brazo a torcer.
Al parecer traía una ofrenda de paz, me pasó una copa de licor. Alcé una ceja, quizás debía darle una tregua, después de todo había atravesado el portal por mi y también me había estado buscando por tres días según había dicho. Sonreí leve y tomé la copa en mis dedos. -A veces puedes ser bastante agradable, si te lo propones.- Es cierto que no le gustaba beber solo, además tenía razón, yo era bastante impulsiva y él se preocupaba por mi. Él era el mejor de los tres y mi terquedad incluso le exponía al peligro, como en la taberna. Me sentía algo culpable.
Bebí del licor en la copa y apenas unos segundos bastaron para que las rodillas me flaquearan. Me derrumbé hacia el piso pero en su lugar caí en sus brazos. ¿Qué demonios? Mareada, estaba completamente mareada, la habitación daba vueltas a mi alrededor una y otra vez. Los brazos masculinos me alzaron para devolverme a la cama y depositarme sobre esta. -¿Qué me has hecho?- Mi voz salía estrangulada de mi garganta.
Intenté enfocar la mirada, era inútil. Mi hermano me había drogado. Lo odiaba, lo odié por la manera en que se salía con la suya. Podía imaginarme la manera taimada en que ahora buscaba la aguja y el hilo. Moví la cabeza hacia un lado, buscando. Yo era una Cannif tanto como él. Los Cannif nunca nos rendíamos, ni uno solo de nosotros lo hacía nunca.
La navaja… la había visto sobre la mesita lateral. Él se estaba acercando, hice un acopio de fuerzas y la alcancé antes de empujarlo cuando se inclinaba sobre mi. Los dos caímos en la alfombra, seguía infinitamente mareada, mi respiración incluso se sentía débil, pero empuñé la navaja sobre su cuello.
Había caído sobre él, completamente laxa, sentía como si me hubiera tomado un barril entero de licor, apenas podía verlo bien, aunque sentía su respiración debajo de mi. -Eres un tonto... Hakon...- Protesté por lo que me había hecho, protesté por la mirada de sus ojos pardos, por la manera en que su diafragma se movía debajo mio, inquieto, tal y como lo hizo en el centro de apuestas, y porque al respirar así alteraba también mi respiración.
Solté el cuchillo y terminé de caer del todo sobre él. Sentía su olor, ese mismo que impregnaba las sábanas y que me gustaba desde siempre. Escuchaba sus latidos debajo de mi mejilla, tan parecidos a los míos, rápidos y fuertes. Esta vez él había ganado… únicamente esta vez…
Escuché un golpe en la puerta y me levanté con rapidez, quitando el cerrojo y abriéndola de un tirón. -Para tu información, no soy una niña.- Lo observé con centellas en los ojos. Sereno y tranquilo me observó de vuelta, su rostro beatífico me exasperaba otra vez. Observé como ladeaba la sonrisa. Cabezota. Me crucé de brazos sin la menor disposición a dar mi brazo a torcer.
Al parecer traía una ofrenda de paz, me pasó una copa de licor. Alcé una ceja, quizás debía darle una tregua, después de todo había atravesado el portal por mi y también me había estado buscando por tres días según había dicho. Sonreí leve y tomé la copa en mis dedos. -A veces puedes ser bastante agradable, si te lo propones.- Es cierto que no le gustaba beber solo, además tenía razón, yo era bastante impulsiva y él se preocupaba por mi. Él era el mejor de los tres y mi terquedad incluso le exponía al peligro, como en la taberna. Me sentía algo culpable.
Bebí del licor en la copa y apenas unos segundos bastaron para que las rodillas me flaquearan. Me derrumbé hacia el piso pero en su lugar caí en sus brazos. ¿Qué demonios? Mareada, estaba completamente mareada, la habitación daba vueltas a mi alrededor una y otra vez. Los brazos masculinos me alzaron para devolverme a la cama y depositarme sobre esta. -¿Qué me has hecho?- Mi voz salía estrangulada de mi garganta.
Intenté enfocar la mirada, era inútil. Mi hermano me había drogado. Lo odiaba, lo odié por la manera en que se salía con la suya. Podía imaginarme la manera taimada en que ahora buscaba la aguja y el hilo. Moví la cabeza hacia un lado, buscando. Yo era una Cannif tanto como él. Los Cannif nunca nos rendíamos, ni uno solo de nosotros lo hacía nunca.
La navaja… la había visto sobre la mesita lateral. Él se estaba acercando, hice un acopio de fuerzas y la alcancé antes de empujarlo cuando se inclinaba sobre mi. Los dos caímos en la alfombra, seguía infinitamente mareada, mi respiración incluso se sentía débil, pero empuñé la navaja sobre su cuello.
Había caído sobre él, completamente laxa, sentía como si me hubiera tomado un barril entero de licor, apenas podía verlo bien, aunque sentía su respiración debajo de mi. -Eres un tonto... Hakon...- Protesté por lo que me había hecho, protesté por la mirada de sus ojos pardos, por la manera en que su diafragma se movía debajo mio, inquieto, tal y como lo hizo en el centro de apuestas, y porque al respirar así alteraba también mi respiración.
Solté el cuchillo y terminé de caer del todo sobre él. Sentía su olor, ese mismo que impregnaba las sábanas y que me gustaba desde siempre. Escuchaba sus latidos debajo de mi mejilla, tan parecidos a los míos, rápidos y fuertes. Esta vez él había ganado… únicamente esta vez…
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Su cuerpo quedo en reposo sobre el lecho, necesitaba justo eso, descanso y que esa herida quedara bien cerrada y desinfectada, parecía mentira que no conociera la ponzoña vampirica cuando nuestros padres eran justo eso, inmortales.
Negué con la cabeza cuando escuché su pregunta, palabras estranguladas que emanaron de su garganta y su mirada vidriosa que buscaba centrarse en la mía.
¿Que he hecho? Cuidar de ella, como siempre, desde tiempos inmemoriales, desde que tenia uso de razón esa y no otra había sido mi única misión.
Centre mi mirada en la aguja para enhebrarla con tranquilidad, un chorro de alcohol sobre esta y el hilo y me acerque a mi hermana para comenzar a dar las punzadas necesarias para que no corriera ningún peligro. Mas cometí el error de menospreciarla, y aun drogada se abalanzó sobre mi con una navaja en la mano dispuesta a no se bien que.
Su cuerpo semidesnudo sobre el mio, el acero en mi cuello y nuestras respiraciones bailando de frente como las llamas de un arduo fuego.
Su aliento impacto en mi boca, mi pecho subía y bajaba contra el ajeno mientras mi hombría cobraba vida propia hundiéndose en su vientre con fuerza.
-¿vas a matarme? -pregunté impactando cada una de esas palabras en sus labios con descaro.
Su mano cedió, el cuchillo calló al suelo, y sus ojos se hundieron en mis pardos como filos, la deseaba, eso gritaba mi entrepierna y la rabia se apoderaba de mi logrando que mi diafragma subiera y bajara desbocado.
Ese sentimiento que no lograba sacar de mi pecho, ese que ansiaba sentirla como ahora estaba sobre mi cuerpo.
Mi mano se aproximo a su cintura una leve caricia es cuanto me permití, dedos temblorosos que sabían del sacrilegio que cometían y entonces perdió el conocimiento y yo el juicio. Otra batalla ganada, ella siempre lograba sacarme del confort que la distancia me otorgaba.
La alcé entre mis brazos para depositarla nuevamente sobre el mullido colchón, aparté con delicadeza los mechones de pelo de aquel rostro perfecto que se me antojaba el mas hermoso jamas visto. No era para el goce humano, posiblemente seria una valquiria con la que Odin había bendecido a padre por su inmenso valor.
Una diosa echa carne, no tenia otra explicación.
Mis labios se entreabrieron al deslizar por los ajenos la yema de mi dedo, el deseo se se convertía en el pecado capital de la lujuria y yo, yo merecía el infierno pues era un pecador.
Saudí la cabeza poniendo distancia entre nuestros cuerpos, necesitado de recobrar no solo el aliento si no la cordura que me abandonaba por momentos.
Dejé escapar el aire varias veces, como si me mentalizase así de volver frente a ella y acabar el trabajo para el cual la había sedado.
Así hice, tomé asiento en el lecho y tratando de no fijarme en su cuerpo di una puntada tras otra hasta que los orificios quedaron sellados.
Un poco de alcohol sobre la herida y como si quemara, de echo lo hacia me separe de ella interponiendo distancia.
El sofá mi lecho, allí tomé asiento velando su placido sueño, botella de whisky en mano, bebí hasta que la habitación dio vueltas y el sopor del alcohol hizo que me durmiera sentado cuidando de ella.
No podía permitirme ese sentimiento, pero lo albergaba con tanta fuerza que daba miedo, al menos la borrachera me ayudaba a no pensar a sumir mi dolor en ese liquido amarillento.
Negué con la cabeza cuando escuché su pregunta, palabras estranguladas que emanaron de su garganta y su mirada vidriosa que buscaba centrarse en la mía.
¿Que he hecho? Cuidar de ella, como siempre, desde tiempos inmemoriales, desde que tenia uso de razón esa y no otra había sido mi única misión.
Centre mi mirada en la aguja para enhebrarla con tranquilidad, un chorro de alcohol sobre esta y el hilo y me acerque a mi hermana para comenzar a dar las punzadas necesarias para que no corriera ningún peligro. Mas cometí el error de menospreciarla, y aun drogada se abalanzó sobre mi con una navaja en la mano dispuesta a no se bien que.
Su cuerpo semidesnudo sobre el mio, el acero en mi cuello y nuestras respiraciones bailando de frente como las llamas de un arduo fuego.
Su aliento impacto en mi boca, mi pecho subía y bajaba contra el ajeno mientras mi hombría cobraba vida propia hundiéndose en su vientre con fuerza.
-¿vas a matarme? -pregunté impactando cada una de esas palabras en sus labios con descaro.
Su mano cedió, el cuchillo calló al suelo, y sus ojos se hundieron en mis pardos como filos, la deseaba, eso gritaba mi entrepierna y la rabia se apoderaba de mi logrando que mi diafragma subiera y bajara desbocado.
Ese sentimiento que no lograba sacar de mi pecho, ese que ansiaba sentirla como ahora estaba sobre mi cuerpo.
Mi mano se aproximo a su cintura una leve caricia es cuanto me permití, dedos temblorosos que sabían del sacrilegio que cometían y entonces perdió el conocimiento y yo el juicio. Otra batalla ganada, ella siempre lograba sacarme del confort que la distancia me otorgaba.
La alcé entre mis brazos para depositarla nuevamente sobre el mullido colchón, aparté con delicadeza los mechones de pelo de aquel rostro perfecto que se me antojaba el mas hermoso jamas visto. No era para el goce humano, posiblemente seria una valquiria con la que Odin había bendecido a padre por su inmenso valor.
Una diosa echa carne, no tenia otra explicación.
Mis labios se entreabrieron al deslizar por los ajenos la yema de mi dedo, el deseo se se convertía en el pecado capital de la lujuria y yo, yo merecía el infierno pues era un pecador.
Saudí la cabeza poniendo distancia entre nuestros cuerpos, necesitado de recobrar no solo el aliento si no la cordura que me abandonaba por momentos.
Dejé escapar el aire varias veces, como si me mentalizase así de volver frente a ella y acabar el trabajo para el cual la había sedado.
Así hice, tomé asiento en el lecho y tratando de no fijarme en su cuerpo di una puntada tras otra hasta que los orificios quedaron sellados.
Un poco de alcohol sobre la herida y como si quemara, de echo lo hacia me separe de ella interponiendo distancia.
El sofá mi lecho, allí tomé asiento velando su placido sueño, botella de whisky en mano, bebí hasta que la habitación dio vueltas y el sopor del alcohol hizo que me durmiera sentado cuidando de ella.
No podía permitirme ese sentimiento, pero lo albergaba con tanta fuerza que daba miedo, al menos la borrachera me ayudaba a no pensar a sumir mi dolor en ese liquido amarillento.
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
El desconcierto volvió a adueñarse de mi cuando abrí los ojos. No tenía idea de cuánto tiempo había transcurrido pero la luz tenue de los candelabros y los rayos de la luna que iluminaban la habitación me indicaron que aún era de noche. Me incorporé sentándome sobre el colchón y con rapidez mi mirada buscó a Hakon encontrándolo plácidamente dormido sobre un sofá.
Ahora lo recordaba todo, me había drogado. El enojo y la indignación se apoderaron de mí, pero no eran nada comparado con la sensación de traición que me embargaba. Llevé la mano a mi cuello, allí estaban las puntadas. Mi hermano había hecho lo que había querido conmigo. En cierta forma había hecho lo mismo que el vampiro, había doblegado mi voluntad a la fuerza, pero viniendo de él la afrenta era mucho peor, porque este era Hakon, y para bien o para mal, yo confiaba en él. O al menos lo había hecho hasta esta noche.
La rabia me invadió de forma tan violenta que me costaba respirar. Me trataba como a una niña, para él mis deseos no valían nada. Crucé los brazos frente a mi pecho observándolo dormir. Seguramente no le habría costado ni un ápice sumirse en ese sueño plácido después de haberse salido con la suya.
Sacudí la cabeza recordando cómo había intentado detenerlo, ambos habíamos caído sobre la alfombra. Su cuerpo debajo del mío, suave y fuerte a la vez. Sus palabras burlonas preguntándome si iba a matarlo. Su mirada… me mordí el labio inferior al pensar en su mirada. Madre amaba las tormentas de padre, muchas veces los había observado comunicarse con un simple intercambio de miradas, la forma en que se leían el uno al otro en silencio. Madre me había contado como se había enamorado de padre y de sus tormentas desde la primera vez que le contempló en las aguas aciagas del océano.
Suspiré largamente. La mirada de los ojos pardos de Hakon siempre lograba inquietarme. Si había algo que siempre me había afectado de una forma u otra era ella. Bastaba mirarle a los ojos para que estos me transmitieran su estado de ánimo. A veces sonreía o se enfurecía o se deprimía con la mera expresión de ellas, fuera como fuere, siempre terminaba buscándolas.
¿Qué era lo otro que recordaba acerca de la caída sobre la alfombra? Llevé mi mano hasta mi vientre y mi pulso martilleó desaforado en el dorso de mis muñecas. ¿Sería posible…? No, eso tenía que habérmelo imaginado… Intenté recordar con precisión, pero la droga había sido muy potente, no estaba segura de lo que había sentido o no…
Solo había una forma de averiguarlo, no importaba si jugaba con fuego. No me importaba que mi consciencia y los años de convivencia fraternal me dijeran que no debía, necesitaba saber.
Abandoné la cama, seguía semi desnuda, nunca tomé ese baño. Me dirigí hacia el sofá y contemplé a mi hermano. Su rostro transmitía serenidad, noté la botella a un lado suyo. Al parecer se la había terminado toda. Me acerqué a él y me acomodé sobre su regazo.
-Hakon…- susurré en su oído. Su cuerpo era tan cálido, recordé todas las risas que habíamos compartido a lo largo de los años, él siempre había sido muy protector, a pesar de que le insistía en que podía valerme por mí misma. De una forma u otra siempre estaba allí cuando necesitaba volver a levantarme, aunque nunca se lo había dicho, su presencia era la que me devolvía la entereza necesaria.
-Hakon…- Mis ojos danzaron sobre su rostro, ladeé la sonrisa cuando finalmente abrió los ojos permitiéndome echar un vistazo a su mirada parda. -No es necesario que duermas en el sofá.- Me acerqué un poco más, deslizándome sobre su regazo. -Es una tontería, como si no nos tuviéramos confianza para dormir en un mismo lecho.- Mi sonrisa se amplió, él me había traicionado así que en cierta forma me estaba vengando por lo que me había hecho.
Ahora lo recordaba todo, me había drogado. El enojo y la indignación se apoderaron de mí, pero no eran nada comparado con la sensación de traición que me embargaba. Llevé la mano a mi cuello, allí estaban las puntadas. Mi hermano había hecho lo que había querido conmigo. En cierta forma había hecho lo mismo que el vampiro, había doblegado mi voluntad a la fuerza, pero viniendo de él la afrenta era mucho peor, porque este era Hakon, y para bien o para mal, yo confiaba en él. O al menos lo había hecho hasta esta noche.
La rabia me invadió de forma tan violenta que me costaba respirar. Me trataba como a una niña, para él mis deseos no valían nada. Crucé los brazos frente a mi pecho observándolo dormir. Seguramente no le habría costado ni un ápice sumirse en ese sueño plácido después de haberse salido con la suya.
Sacudí la cabeza recordando cómo había intentado detenerlo, ambos habíamos caído sobre la alfombra. Su cuerpo debajo del mío, suave y fuerte a la vez. Sus palabras burlonas preguntándome si iba a matarlo. Su mirada… me mordí el labio inferior al pensar en su mirada. Madre amaba las tormentas de padre, muchas veces los había observado comunicarse con un simple intercambio de miradas, la forma en que se leían el uno al otro en silencio. Madre me había contado como se había enamorado de padre y de sus tormentas desde la primera vez que le contempló en las aguas aciagas del océano.
Suspiré largamente. La mirada de los ojos pardos de Hakon siempre lograba inquietarme. Si había algo que siempre me había afectado de una forma u otra era ella. Bastaba mirarle a los ojos para que estos me transmitieran su estado de ánimo. A veces sonreía o se enfurecía o se deprimía con la mera expresión de ellas, fuera como fuere, siempre terminaba buscándolas.
¿Qué era lo otro que recordaba acerca de la caída sobre la alfombra? Llevé mi mano hasta mi vientre y mi pulso martilleó desaforado en el dorso de mis muñecas. ¿Sería posible…? No, eso tenía que habérmelo imaginado… Intenté recordar con precisión, pero la droga había sido muy potente, no estaba segura de lo que había sentido o no…
Solo había una forma de averiguarlo, no importaba si jugaba con fuego. No me importaba que mi consciencia y los años de convivencia fraternal me dijeran que no debía, necesitaba saber.
Abandoné la cama, seguía semi desnuda, nunca tomé ese baño. Me dirigí hacia el sofá y contemplé a mi hermano. Su rostro transmitía serenidad, noté la botella a un lado suyo. Al parecer se la había terminado toda. Me acerqué a él y me acomodé sobre su regazo.
-Hakon…- susurré en su oído. Su cuerpo era tan cálido, recordé todas las risas que habíamos compartido a lo largo de los años, él siempre había sido muy protector, a pesar de que le insistía en que podía valerme por mí misma. De una forma u otra siempre estaba allí cuando necesitaba volver a levantarme, aunque nunca se lo había dicho, su presencia era la que me devolvía la entereza necesaria.
-Hakon…- Mis ojos danzaron sobre su rostro, ladeé la sonrisa cuando finalmente abrió los ojos permitiéndome echar un vistazo a su mirada parda. -No es necesario que duermas en el sofá.- Me acerqué un poco más, deslizándome sobre su regazo. -Es una tontería, como si no nos tuviéramos confianza para dormir en un mismo lecho.- Mi sonrisa se amplió, él me había traicionado así que en cierta forma me estaba vengando por lo que me había hecho.
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Mi nombre en un susurro, la dueña de la voz, la misma que poseía el timón de mi barco, la dueña de mi razón y la causante de mi perdida de control. Ella salvajemente bella, enfrentaba mis pardos dejando que su cuerpo se amoldara a mi regazo, aun me costaba centrar la mirada, había bebido demasiado y no esperaba que aun con la noche sobre nosotros la vikinga se despertara.
Ladeé la sonrisa tratando de anteponer frente a mi los mil y un muros que su cuerpo hacían caer sin necesidad de asedio, mi respiración no tardo en agitarse al contemplar como la luna bañaba su cuerpo semidesnudo y como el calor de este me incendiaba de un modo que no lograba apagar.
-Hermana, celebro estés despierta -apunté tratando de recuperar la entereza y porque no, la razón.
Había usado esa palabra “hermana” esa que buscaba poner una distancia que no existía.
Su cuerpo parecía decidido a despertar al mio en todos los sentidos cada roce implico que mi hombría se alzara con violencia contra sus glúteos y ahora si, mis ojos se convirtieron en la tempestad que arreciaba con su fuerte temporal nuestros cuerpos.
-Estoy bien aquí, ve a dormir, despertaremos al alba -apunté tratando de desviar la mirada de ese cuerpo que me embriagaba mas de lo que de por si ya estaba.
Su cuerpo serpenteo acomodándose mas sobre mi, como si fuera una niña buscando el regazo de su padre, mas ¿acaso no se daba cuenta que yo la deseaba mas bien como una mujer que busca montar la entrepierna de su amante?
Dejé escapar el aire tratando de disimular mi excitación, claro que mi hombría hablaba mas alto que yo.
La aparté con suavidad colocando esa cara de farol que tan bien se me daba cuando jugaba a los juegos de azar, sonrisa hermética que trataba de mostrar cierta altivez mas que solo buscaba esconder que no tenia ningún as.
-Synnove deberías descansar, no siempre podre estar ahí para salvar tu culo -dije con cierto sarcasmo antes de ponerme en pie dejando la botella vacía sobre la pequeña mesa de mi derecha.
-Voy a darme un baño hermanita, se buena niña y duérmete antes de que salga ¿quieres? -musité casi en su oído al pasar por su lado para continuar mi camino hacia el baño.
Cerré la puerta tras de mi, cerré los ojos apoyando la frente en esta mientras la golpeaba un par de veces dejando el aire salir fruto de la frustración que me producía el deseo y la contención.
Nada en este mundo podía competir con ella. Amaba cada gesto, cada respiración ,cada bajada de pestañas, su ceño fruncido cuando se enfadaba...
Ella era mi Valhalla y mi cielo, mi cruz y mi martillo, ella era el mayor de mis pecados y el peor de mis delitos.
Necesitaba un desahogo, uno que no tarde en tomarme, el agua estaba lista para el baño de antes, y aunque estaría mas fría, admito que me vendría a pedir de boca dada lo alterada que se encontraba la sangre que hirviendo me recorría.
Me desnudé con rapidez, mi virilidad palpitaba pidiéndome algo que no podía tener,mi mano la acaricio despacio, mi respiración se agito con cada movimiento, primero lentos para convertirse en tormenta plagada de truenos, a cada uno de ellos un jadeo.
Mi excitación traspasaba posiblemente a la otra habitación, donde esperaba que mi ”hermana” ya durmiera de forma placida, de no hacerlo tampoco necesitaba mas explicación que esa, era un hombre y tenia mis necesidades y como no había hembra que montar, con la mano me tendría que apañar.
Ladeé la sonrisa tratando de anteponer frente a mi los mil y un muros que su cuerpo hacían caer sin necesidad de asedio, mi respiración no tardo en agitarse al contemplar como la luna bañaba su cuerpo semidesnudo y como el calor de este me incendiaba de un modo que no lograba apagar.
-Hermana, celebro estés despierta -apunté tratando de recuperar la entereza y porque no, la razón.
Había usado esa palabra “hermana” esa que buscaba poner una distancia que no existía.
Su cuerpo parecía decidido a despertar al mio en todos los sentidos cada roce implico que mi hombría se alzara con violencia contra sus glúteos y ahora si, mis ojos se convirtieron en la tempestad que arreciaba con su fuerte temporal nuestros cuerpos.
-Estoy bien aquí, ve a dormir, despertaremos al alba -apunté tratando de desviar la mirada de ese cuerpo que me embriagaba mas de lo que de por si ya estaba.
Su cuerpo serpenteo acomodándose mas sobre mi, como si fuera una niña buscando el regazo de su padre, mas ¿acaso no se daba cuenta que yo la deseaba mas bien como una mujer que busca montar la entrepierna de su amante?
Dejé escapar el aire tratando de disimular mi excitación, claro que mi hombría hablaba mas alto que yo.
La aparté con suavidad colocando esa cara de farol que tan bien se me daba cuando jugaba a los juegos de azar, sonrisa hermética que trataba de mostrar cierta altivez mas que solo buscaba esconder que no tenia ningún as.
-Synnove deberías descansar, no siempre podre estar ahí para salvar tu culo -dije con cierto sarcasmo antes de ponerme en pie dejando la botella vacía sobre la pequeña mesa de mi derecha.
-Voy a darme un baño hermanita, se buena niña y duérmete antes de que salga ¿quieres? -musité casi en su oído al pasar por su lado para continuar mi camino hacia el baño.
Cerré la puerta tras de mi, cerré los ojos apoyando la frente en esta mientras la golpeaba un par de veces dejando el aire salir fruto de la frustración que me producía el deseo y la contención.
Nada en este mundo podía competir con ella. Amaba cada gesto, cada respiración ,cada bajada de pestañas, su ceño fruncido cuando se enfadaba...
Ella era mi Valhalla y mi cielo, mi cruz y mi martillo, ella era el mayor de mis pecados y el peor de mis delitos.
Necesitaba un desahogo, uno que no tarde en tomarme, el agua estaba lista para el baño de antes, y aunque estaría mas fría, admito que me vendría a pedir de boca dada lo alterada que se encontraba la sangre que hirviendo me recorría.
Me desnudé con rapidez, mi virilidad palpitaba pidiéndome algo que no podía tener,mi mano la acaricio despacio, mi respiración se agito con cada movimiento, primero lentos para convertirse en tormenta plagada de truenos, a cada uno de ellos un jadeo.
Mi excitación traspasaba posiblemente a la otra habitación, donde esperaba que mi ”hermana” ya durmiera de forma placida, de no hacerlo tampoco necesitaba mas explicación que esa, era un hombre y tenia mis necesidades y como no había hembra que montar, con la mano me tendría que apañar.
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Ladeé la sonrisa al notar como intentaba enfocar la mirada, al parecer la botella lo había mareado bastante. Subí un brazo sobre su hombro y con mi mano alcancé su nuca, adonde dejé reposar mis dedos contenta con el tenue contacto. Nunca me sentí más cómoda que en ese momento, descansando sobre su regazo. Mis ojos le examinaban en silencio, atenta a sus gestos, allí estaba otra vez, esa respiración que hacía subir y bajar su pecho. Posé mi palma sobre este, concentrada en ese movimiento y continué sonriendo hasta que sus palabras me disiparon la alegría. Ese “hermana” que me dirigió, tan contundente, tan… veraz, fue como si me echase un balde de agua fría encima, de sopetón y sin el menor preámbulo. Miré para otro lado, molesta, alterada, con el labio inferior temblando antes de morderlo en calidad de protesta. Hermana, una palabra que me recordaba lo que éramos y que en lugar de acercarnos parecía erigir un grueso e infranqueable muro entre ambos.
De repente sucedió lo inesperado, allí estaba aquello que no recordaba bien, presionando firmemente mis glúteos y robándome todo pensamiento coherente. Mi mirada buscó de inmediato la de él, sus ojos se habían tornado una tempestad arrasadora, mi pulso golpeaba otra vez desaforado. No podía apartar la mirada, su cuerpo me indicaba que no le era indiferente, reaccionaba bajo el mío y eso me desconcertaba. Él nunca daba la menor indicación de que podía verme de una manera que no fuera fraternal, siempre se mostraba impávido e indiferente cuando me dedicaba a provocarle, aunque había ocasiones en las que le había sacado de sus casillas, siempre terminaba llamándome hermana y desaparecía rápidamente de mi vista. Hasta ahora siempre pensé que lo hacía porque le fastidiaba… pero… ¿y si no era así?
Las siguientes palabras que escuché de su boca no tuvieron el menor sentido para mí. Me enviaba de vuelta a la cama, me apartaba de su regazo y con total indiferencia me trataba como a una niña otra vez.
Apreté los labios cuando se metió al cuarto de baño y cerró la puerta tras de sí. ¡Maldito Hakon! Me precipité hacia la puerta y cerré el puño sobre la manija, apretando mis dedos en torno a esta hasta tornarse mis nudillos blanquecinos, ahora era mi respiración la que subía y bajaba completamente desbocada. La palma de mi otra mano descansaba contra la puerta. Temblaba de frustración y de desasosiego. Él era mi hermano, palabra que me esforcé en repetirme una y otra vez y que me oprimía el pecho de forma dolorosa antes de soltar finalmente la manija y dejarme caer sobre la alfombra, apoyando mi espalda contra la puerta. Me era imposible verle como veía a Ubbe… incluso desde niños, desde que tuve uso de razón…
Cerré los ojos unos minutos evocando los primeros recuerdos que tenía de él… y los abrí de inmediato en cuanto le escuché jadear detrás de la puerta. ¿Qué…? Me mantuve en completo silencio al escuchar aquello, bastaron unos segundos para percatarme de lo que estaba haciendo. -Hakon…- susurré apenas con un hilo de voz. Mi corazón latió desaforado, sentí que se me incendiaban las entrañas, y recogí mis piernas para abrazarlas en un intento de calmarme. Los minutos fueron pasando, cerraba los ojos y escuchaba lo que hacía. No me atreví a moverme ni un ápice hasta que finalmente los sonidos cesaron.
Me puse de pie con las piernas flojas. Silencio, total silencio proveniente del interior del baño. Sabía que me había mandado a dormir, que eso era lo que esperaba de mi, pero si me conocía sabía que obediente y sumisa no era. Aferré esa manija y la giré, abrí la puerta, me introduje con rapidez y la cerré detrás de mi, apoyándome en ella. -No tengo la menor intención de dormir si tú no duermes también.-
Mi hermano estaba junto a la bañera, mi mirada se desvió hacia él. Estaba completamente desnudo, a punto de tomar un baño. Sentí que mi boca se tornaba seca, no podía dejar de mirarlo, mis ojos lo recorrieron de arriba a abajo. Por todos los dioses, y aunque me condenara al infierno por pensar así, él era tan hermoso que dolía.
Alcé la mandíbula de forma altiva, sin demostrar la manera en que me perturbaba. -Hace mucho que crecí, deja de llamarme niña y de tratarme como tal.- Sostuve su mirada parda con la mía, encendida con el fuego de cien hogueras, y me separé de la puerta, avanzando hacia él. -¿Por qué…?- Me detuve a escasa distancia, no entendía como podíamos estar tan cerca y tan lejos a la vez. -¿Por qué no tienes una compañera?- En su cercanía busqué las respuestas que me eludían, él podía perfectamente tener mujer, más allá de aquellas que le calentaban la cama ocasionalmente, podía tener a alguien que le esperara en casa, una amante fija, una esposa… y sin embargo, no era así… ¿Por qué?
De repente sucedió lo inesperado, allí estaba aquello que no recordaba bien, presionando firmemente mis glúteos y robándome todo pensamiento coherente. Mi mirada buscó de inmediato la de él, sus ojos se habían tornado una tempestad arrasadora, mi pulso golpeaba otra vez desaforado. No podía apartar la mirada, su cuerpo me indicaba que no le era indiferente, reaccionaba bajo el mío y eso me desconcertaba. Él nunca daba la menor indicación de que podía verme de una manera que no fuera fraternal, siempre se mostraba impávido e indiferente cuando me dedicaba a provocarle, aunque había ocasiones en las que le había sacado de sus casillas, siempre terminaba llamándome hermana y desaparecía rápidamente de mi vista. Hasta ahora siempre pensé que lo hacía porque le fastidiaba… pero… ¿y si no era así?
Las siguientes palabras que escuché de su boca no tuvieron el menor sentido para mí. Me enviaba de vuelta a la cama, me apartaba de su regazo y con total indiferencia me trataba como a una niña otra vez.
Apreté los labios cuando se metió al cuarto de baño y cerró la puerta tras de sí. ¡Maldito Hakon! Me precipité hacia la puerta y cerré el puño sobre la manija, apretando mis dedos en torno a esta hasta tornarse mis nudillos blanquecinos, ahora era mi respiración la que subía y bajaba completamente desbocada. La palma de mi otra mano descansaba contra la puerta. Temblaba de frustración y de desasosiego. Él era mi hermano, palabra que me esforcé en repetirme una y otra vez y que me oprimía el pecho de forma dolorosa antes de soltar finalmente la manija y dejarme caer sobre la alfombra, apoyando mi espalda contra la puerta. Me era imposible verle como veía a Ubbe… incluso desde niños, desde que tuve uso de razón…
Cerré los ojos unos minutos evocando los primeros recuerdos que tenía de él… y los abrí de inmediato en cuanto le escuché jadear detrás de la puerta. ¿Qué…? Me mantuve en completo silencio al escuchar aquello, bastaron unos segundos para percatarme de lo que estaba haciendo. -Hakon…- susurré apenas con un hilo de voz. Mi corazón latió desaforado, sentí que se me incendiaban las entrañas, y recogí mis piernas para abrazarlas en un intento de calmarme. Los minutos fueron pasando, cerraba los ojos y escuchaba lo que hacía. No me atreví a moverme ni un ápice hasta que finalmente los sonidos cesaron.
Me puse de pie con las piernas flojas. Silencio, total silencio proveniente del interior del baño. Sabía que me había mandado a dormir, que eso era lo que esperaba de mi, pero si me conocía sabía que obediente y sumisa no era. Aferré esa manija y la giré, abrí la puerta, me introduje con rapidez y la cerré detrás de mi, apoyándome en ella. -No tengo la menor intención de dormir si tú no duermes también.-
Mi hermano estaba junto a la bañera, mi mirada se desvió hacia él. Estaba completamente desnudo, a punto de tomar un baño. Sentí que mi boca se tornaba seca, no podía dejar de mirarlo, mis ojos lo recorrieron de arriba a abajo. Por todos los dioses, y aunque me condenara al infierno por pensar así, él era tan hermoso que dolía.
Alcé la mandíbula de forma altiva, sin demostrar la manera en que me perturbaba. -Hace mucho que crecí, deja de llamarme niña y de tratarme como tal.- Sostuve su mirada parda con la mía, encendida con el fuego de cien hogueras, y me separé de la puerta, avanzando hacia él. -¿Por qué…?- Me detuve a escasa distancia, no entendía como podíamos estar tan cerca y tan lejos a la vez. -¿Por qué no tienes una compañera?- En su cercanía busqué las respuestas que me eludían, él podía perfectamente tener mujer, más allá de aquellas que le calentaban la cama ocasionalmente, podía tener a alguien que le esperara en casa, una amante fija, una esposa… y sin embargo, no era así… ¿Por qué?
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
La puerta se abrió, vale que esperaba que Synnobe no se hubiera ido a dormir sin mas, ella era de todo menos obediente, ya bastaba que le dijeras haz esto, para que te sorprendiera haciendo completamente lo contrario. Mas lo que no esperaba es que tuviera la desfachatez de abrir la puerta aun sabiendo lo que estaba haciendo.
Mis ojos pardos se hundieron en esos verdes que desafiaban tempestades, mi gesto de incredibilidad lo decía todo, mas a ella poco le importo continuar desafiando mi cordura y así paso a paso orillo su cuerpo semidesnudo al mio.
Mi pecho subía y bajaba, no solo por su presencia, si no por lo que acababa de hacer en el baño.
-Iré ahora -le aseguré cuando dijo que no se echaría a dormir si yo no la acompañaba -te he dicho que necesito un baño.
Su mirada se paseó con descaro por mi cuerpo, no se esforzó lo mas mínimo en disimularlo, al contrario de lo que yo hacia cuando me encontraba con su cuerpo carente de ropa. Estaba claro que lo que sentía superaba con creces la curiosidad que a ella podía causarle el cuerpo de su hermano. Maldije en nórdico a Loqui, acaso no se daba cuenta de que para mi era imposible verla como una hermana, ¿acaso no se daba cuenta de como mis ojos se oscurecían y mi hombría crecía cuando su cuerpo por cualquier motivo se amoldaba al mio?
Claro que lo sabia y ahí residía su juego, en hacerme enloquecer, perder el control llevarme a la desesperación y así sacarme de mi cómoda zona de confort.
Alzo el mentón de forma altiva, algo que me hizo ladear la sonrisa, ella y su maldito orgullo, ese que nos llevaría a ambos a la destrucción.
-Dejare de tratarte como una niña cuando te comportes como una mujer -dije hundiendo mi mirada en ella, de nuevo ese duelo de miradas que se decían todo sin palabras.
Admito que quería molestarla, hacerla enfadar, llevarla al mismo abismo donde ella me arrastraba con solo una mirada, con su olor, con su cuerpo tentando al mio como el mayor de los pecados cometido y sabia que nada le ofendía mas que esas palabras “hermana” y “niña”
fuego eran sus esmeraldas, fuego del mismo Hell, fuego del infierno en el que creía, ella se había convertido en mi todo y en mi nada, en mi mayor miedo pues frente a ella no había martillo ni cruz que me salvara.
Ladeé la sonrisa tratando de aparentar una falsa calma mientras seguía sus incendiarios pasos descalzos que me buscaban.
-¿por que? -repetí la pregunta sin entender.
Mas pronto halle la respuesta de sus labios que con su aliento entrecortado buscaron los míos dejando sin aire a mis pulmones, quizás porque el único oxigeno que necesitaba lo poseía su boca y mi deseo de tomarlo me ahogaba logrando casi hacer que jadeara.
-No he encontrado la mujer adecuada -sentencié, esperando que esa respuesta le bastara.
Ladeé la cabeza mirándola fijamente, como si en ese instante pudiera olvidar que ella era mi hermana.
-¿por que? -pregunté golpeando sus labios con mis palabras -¿por que has rehusado a todos lo pretendientes que te han pedido la mano? ¿por que ninguno calienta tu lecho?
“Aparte de porque seria hombre muerto” pensé para mis adentros.
Mis ojos pardos se hundieron en esos verdes que desafiaban tempestades, mi gesto de incredibilidad lo decía todo, mas a ella poco le importo continuar desafiando mi cordura y así paso a paso orillo su cuerpo semidesnudo al mio.
Mi pecho subía y bajaba, no solo por su presencia, si no por lo que acababa de hacer en el baño.
-Iré ahora -le aseguré cuando dijo que no se echaría a dormir si yo no la acompañaba -te he dicho que necesito un baño.
Su mirada se paseó con descaro por mi cuerpo, no se esforzó lo mas mínimo en disimularlo, al contrario de lo que yo hacia cuando me encontraba con su cuerpo carente de ropa. Estaba claro que lo que sentía superaba con creces la curiosidad que a ella podía causarle el cuerpo de su hermano. Maldije en nórdico a Loqui, acaso no se daba cuenta de que para mi era imposible verla como una hermana, ¿acaso no se daba cuenta de como mis ojos se oscurecían y mi hombría crecía cuando su cuerpo por cualquier motivo se amoldaba al mio?
Claro que lo sabia y ahí residía su juego, en hacerme enloquecer, perder el control llevarme a la desesperación y así sacarme de mi cómoda zona de confort.
Alzo el mentón de forma altiva, algo que me hizo ladear la sonrisa, ella y su maldito orgullo, ese que nos llevaría a ambos a la destrucción.
-Dejare de tratarte como una niña cuando te comportes como una mujer -dije hundiendo mi mirada en ella, de nuevo ese duelo de miradas que se decían todo sin palabras.
Admito que quería molestarla, hacerla enfadar, llevarla al mismo abismo donde ella me arrastraba con solo una mirada, con su olor, con su cuerpo tentando al mio como el mayor de los pecados cometido y sabia que nada le ofendía mas que esas palabras “hermana” y “niña”
fuego eran sus esmeraldas, fuego del mismo Hell, fuego del infierno en el que creía, ella se había convertido en mi todo y en mi nada, en mi mayor miedo pues frente a ella no había martillo ni cruz que me salvara.
Ladeé la sonrisa tratando de aparentar una falsa calma mientras seguía sus incendiarios pasos descalzos que me buscaban.
-¿por que? -repetí la pregunta sin entender.
Mas pronto halle la respuesta de sus labios que con su aliento entrecortado buscaron los míos dejando sin aire a mis pulmones, quizás porque el único oxigeno que necesitaba lo poseía su boca y mi deseo de tomarlo me ahogaba logrando casi hacer que jadeara.
-No he encontrado la mujer adecuada -sentencié, esperando que esa respuesta le bastara.
Ladeé la cabeza mirándola fijamente, como si en ese instante pudiera olvidar que ella era mi hermana.
-¿por que? -pregunté golpeando sus labios con mis palabras -¿por que has rehusado a todos lo pretendientes que te han pedido la mano? ¿por que ninguno calienta tu lecho?
“Aparte de porque seria hombre muerto” pensé para mis adentros.
Hakon Cannif- Gitano
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Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Un por qué que se tornó demasiado importante cuando me detuve frente a él, un por qué que buscó respuestas en cada uno de sus gestos y en su lenguaje corporal. Sabía que estaba agitado por lo que había estado haciendo, eso lo había provocado yo ¿no? El pensar que había sido así me desorientaba de una forma descomunal. Mi mirada bailaba sobre su rostro, lo escuché decir que no encontró a la mujer apropiada.
Mordí mi labio inferior sin dejar de observar sus pozos pardos. Esa respuesta no me bastaba, quizás me estaba respondiendo con la verdad, quizás las ideas que cruzaban por mi mente esa noche eran descabelladas, ya sabía de sobra que eran totalmente inapropiadas, y aún así... no pude evitar inclinarme hacia él, buscándole, necesitando algo de su parte que sabía que no iba a llegar, que no podía llegar porque éramos hermanos, y de alguna forma la noción me desasosegaba como nunca.
-¿Y cómo sería esa mujer adecuada?- Mis ojos mantenían ese fuego, uno que no podía apagar por más que me repitiese que debía dejar de insistir en algo inexistente. Quizás escucharlo me haría bien, erradicaría del todo lo que no debía de estar adentro en primer lugar. Aunque quizás… solo quizás... Me orillé hacia él, estaba tan cerca que nuestras mejillas casi se rozaban, volteé mi rostro lentamente, buscando las respuestas que seguían eludiéndome. -¿Qué tipo de mujer te haría feliz?-
Llevé mi dedo a mis labios y lo paseé por estos pensativa. -¿Una mujer de sociedad? Pulcra, refinada, culta, mojigata y pasiva, sumisa y paciente, dispuesta a complacerte en todo pero sosa y aburrida en la cama.- Negué con la cabeza, esa no era la mujer ideal para él. -O más bien una que no sea tan refinada pero que lleve el fuego en la sangre. Puede que sea impulsiva, atolondrada, te lleve la contraria y te saque de tus casillas, pero será un reto constante y te hará hervir las venas. Nunca dejará que te aburras, y sabrá complacerte porque está hecha de la misma esencia de la cual estás hecho.-
Mis manos temblaron imperceptiblemente a los lados de mi cuerpo tras haber dejado escapar esas palabras y me separé un paso de él para recomponerme.
-Ya sabes, soy muy independiente, de aceptar a alguno lo estaría condenando a tener que lidiar con ese hecho.- respondí a su pregunta. -No todos lidian conmigo con facilidad.- Sonreí de medio lado, esbozando una sonrisa opaca que no llegó a iluminar mi semblante. Quería decirle no todos son tú pero me callé esas palabras.
-No lo sé Hakon, no quiero ser un lastre para nadie.- Inevitablemente lo sería, si estaba con alguien a quien no podía amar, no sería lo justo para ninguno.
Me arrimé de nuevo hacia él, esta vez orillándolo a que retrocediera al avanzar unos pasos que nos fueron acercando a la tina. -Me has hecho perder mis ganancias, me has drogado de la forma más traicionera posible, me has puesto los puntos en contra de mi voluntad. ¿Se me escapa algo?- Mis manos volaron a su pecho y le hice perder el equilibrio al empujarle, provocando que cayera en el agua. -Ah, si. Mi venganza, no creas que no me la voy a cobrar.- Sonreí como un gato que se relame al atrapar a su presa. ¿Creía acaso que iba a pasar por alto todo lo que me había hecho esta noche? -Después de todo soy una niña ¿no? Como tal me comportaré.-
Mordí mi labio inferior sin dejar de observar sus pozos pardos. Esa respuesta no me bastaba, quizás me estaba respondiendo con la verdad, quizás las ideas que cruzaban por mi mente esa noche eran descabelladas, ya sabía de sobra que eran totalmente inapropiadas, y aún así... no pude evitar inclinarme hacia él, buscándole, necesitando algo de su parte que sabía que no iba a llegar, que no podía llegar porque éramos hermanos, y de alguna forma la noción me desasosegaba como nunca.
-¿Y cómo sería esa mujer adecuada?- Mis ojos mantenían ese fuego, uno que no podía apagar por más que me repitiese que debía dejar de insistir en algo inexistente. Quizás escucharlo me haría bien, erradicaría del todo lo que no debía de estar adentro en primer lugar. Aunque quizás… solo quizás... Me orillé hacia él, estaba tan cerca que nuestras mejillas casi se rozaban, volteé mi rostro lentamente, buscando las respuestas que seguían eludiéndome. -¿Qué tipo de mujer te haría feliz?-
Llevé mi dedo a mis labios y lo paseé por estos pensativa. -¿Una mujer de sociedad? Pulcra, refinada, culta, mojigata y pasiva, sumisa y paciente, dispuesta a complacerte en todo pero sosa y aburrida en la cama.- Negué con la cabeza, esa no era la mujer ideal para él. -O más bien una que no sea tan refinada pero que lleve el fuego en la sangre. Puede que sea impulsiva, atolondrada, te lleve la contraria y te saque de tus casillas, pero será un reto constante y te hará hervir las venas. Nunca dejará que te aburras, y sabrá complacerte porque está hecha de la misma esencia de la cual estás hecho.-
Mis manos temblaron imperceptiblemente a los lados de mi cuerpo tras haber dejado escapar esas palabras y me separé un paso de él para recomponerme.
-Ya sabes, soy muy independiente, de aceptar a alguno lo estaría condenando a tener que lidiar con ese hecho.- respondí a su pregunta. -No todos lidian conmigo con facilidad.- Sonreí de medio lado, esbozando una sonrisa opaca que no llegó a iluminar mi semblante. Quería decirle no todos son tú pero me callé esas palabras.
-No lo sé Hakon, no quiero ser un lastre para nadie.- Inevitablemente lo sería, si estaba con alguien a quien no podía amar, no sería lo justo para ninguno.
Me arrimé de nuevo hacia él, esta vez orillándolo a que retrocediera al avanzar unos pasos que nos fueron acercando a la tina. -Me has hecho perder mis ganancias, me has drogado de la forma más traicionera posible, me has puesto los puntos en contra de mi voluntad. ¿Se me escapa algo?- Mis manos volaron a su pecho y le hice perder el equilibrio al empujarle, provocando que cayera en el agua. -Ah, si. Mi venganza, no creas que no me la voy a cobrar.- Sonreí como un gato que se relame al atrapar a su presa. ¿Creía acaso que iba a pasar por alto todo lo que me había hecho esta noche? -Después de todo soy una niña ¿no? Como tal me comportaré.-
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Sus ojos verdes buscan mis pardos, parece que necesitan mas respuestas, que mis palabras no le bastan, las suplica y yo lo noto, pero muerdo mis labios para no decirle que nunca encontraré a esa mujer pues ya la he hallado, que la tengo en frente y que la amo desde hace ya demasiado tiempo.
He crecido a su lado, siempre alerta, pendiente de cada suspiro, de cada mirada que sus ojos verdes me dedican y de sus distintas sonrisas.
Una cómplice que me dedica cuando sabe que ambos pensamos lo mismo, que logra que en mis labios se dibuje la picardia de haberlo compartido todo y de leer sus pensamientos mas profundos.
La seductora, esa que me pone cuando quiere llevarme al infierno, hacerme rabiar y sacarme de mi zona de confort sin mas.
Otra la pone cuando se siente incomoda, cuando no puede decir todo lo que piensa, me busca con la mirada para que la saque de esa situación y ahí llega su sonrisa mas sincera, la que hace que sus ojos brillen y los hoyuelos de sus mejillas se dibujen en su rostro esculpido por los mismos ángeles.
Aun no entiendo como no es capaz de saber lo que siento cada vez que sus dedos me rozan, como mi piel se eriza y rápidamente alzo los mil escudos para evitar que sus ojos lean en mis tormentas la verdad que le oculto. Somos hermanos, se que es un pecado lo que siento, se que si ella lo supiera me detestaría, me miraría con otros ojos, me vería como el degenerado que era y no podría soportarlo, que en vez de admiración sintiera desprecio por mi.
Mis ojos siguieron ese provocador dedo que sepultaba sus labios paseando deliberadamente por estos, mi boca se entreabrió y el aire salio brusco de esta muriendo sobre ese dedo que ahora era la única distancia entre nuestras bocas.
Palabras que impactaron en mis labios ¿que mujer podría hacerme feliz? Jadeé rozando ese dedo, mis ojos se cerraron acaparando ese mínimo espacio.
Palabras acariciadoras que me sonaban lejanas, hablaba de una mujer sumisa, de alta cuna que me daría descendencia y no mas problemas que el de pasar mis noches aburrido con ella.
Ladeé mi sonrisa, de sobra sabia que no era eso lo que ansiaba, me gustaba su fuego, como me desesperaba, me retaba, como cada palabra era un desafió distinto, no había nadie en este mundo que pudiera competir con ella.
Sus palabras se describieron y mis ojos se abrieron al percatarme de que ahora había dado tan en el clavo que era difícil no entenderlo.
Un paso atrás de ella, uno que me lo arrebató todo.
Tomé aire endureciendo el gesto, de nuevo jugaba conmigo, me hacia enloquecer con su cercanía para después arrebatármelo todo en un suspiro.
-Estoy desnudo Synnobe, deja que me bañé, me vista y saldré -atajé poniendo distancia entre nosotros.
De nada me sirvió, pues de nuevo acortó la distancia, sonrisa picara en sus labios, mis ojos perdidos en ella y su mano en mi pecho incendiandome la sangre con solo el contacto de la yema de sus dedos.
Reculé tratando de mantener el tipo, la apariencia de que no me descentraba como lo hacia. Ella mientras recriminaba mis actos, como si alguno de ellos hubiera sido para ella un daño.
Fui a defenderme de sus acusaciones cuando un empujón me lanzó sin miramientos contra la tina hundiéndome así en ella
Gruñí emergiendo mi cabeza de sus claras aguas mientras escuchaba su incesante risa perderse en el baño alegando que justo isa se comportan los niños.
Alargué mi brazo y atrapé su cintura lanzandola sin pensar al agua junto a mi cuerpo, la risa de ambos sonó al unisono, toalla empapada que cayo de su cuerpo mientras ambos buscábamos encajar en esa pequeña superficie de porcelana.
-Te comportas como una niña consentida -le replique contra sus labios.
El aliento de ambos se encontró en un duelo a muerte, ojos en los labios del otro y mi hombría en alza, había perdido el juicio, pues ambos estábamos desnudos y la agitada respiración entrecortada que yo presentaba decían demasiado sin palabras.
He crecido a su lado, siempre alerta, pendiente de cada suspiro, de cada mirada que sus ojos verdes me dedican y de sus distintas sonrisas.
Una cómplice que me dedica cuando sabe que ambos pensamos lo mismo, que logra que en mis labios se dibuje la picardia de haberlo compartido todo y de leer sus pensamientos mas profundos.
La seductora, esa que me pone cuando quiere llevarme al infierno, hacerme rabiar y sacarme de mi zona de confort sin mas.
Otra la pone cuando se siente incomoda, cuando no puede decir todo lo que piensa, me busca con la mirada para que la saque de esa situación y ahí llega su sonrisa mas sincera, la que hace que sus ojos brillen y los hoyuelos de sus mejillas se dibujen en su rostro esculpido por los mismos ángeles.
Aun no entiendo como no es capaz de saber lo que siento cada vez que sus dedos me rozan, como mi piel se eriza y rápidamente alzo los mil escudos para evitar que sus ojos lean en mis tormentas la verdad que le oculto. Somos hermanos, se que es un pecado lo que siento, se que si ella lo supiera me detestaría, me miraría con otros ojos, me vería como el degenerado que era y no podría soportarlo, que en vez de admiración sintiera desprecio por mi.
Mis ojos siguieron ese provocador dedo que sepultaba sus labios paseando deliberadamente por estos, mi boca se entreabrió y el aire salio brusco de esta muriendo sobre ese dedo que ahora era la única distancia entre nuestras bocas.
Palabras que impactaron en mis labios ¿que mujer podría hacerme feliz? Jadeé rozando ese dedo, mis ojos se cerraron acaparando ese mínimo espacio.
Palabras acariciadoras que me sonaban lejanas, hablaba de una mujer sumisa, de alta cuna que me daría descendencia y no mas problemas que el de pasar mis noches aburrido con ella.
Ladeé mi sonrisa, de sobra sabia que no era eso lo que ansiaba, me gustaba su fuego, como me desesperaba, me retaba, como cada palabra era un desafió distinto, no había nadie en este mundo que pudiera competir con ella.
Sus palabras se describieron y mis ojos se abrieron al percatarme de que ahora había dado tan en el clavo que era difícil no entenderlo.
Un paso atrás de ella, uno que me lo arrebató todo.
Tomé aire endureciendo el gesto, de nuevo jugaba conmigo, me hacia enloquecer con su cercanía para después arrebatármelo todo en un suspiro.
-Estoy desnudo Synnobe, deja que me bañé, me vista y saldré -atajé poniendo distancia entre nosotros.
De nada me sirvió, pues de nuevo acortó la distancia, sonrisa picara en sus labios, mis ojos perdidos en ella y su mano en mi pecho incendiandome la sangre con solo el contacto de la yema de sus dedos.
Reculé tratando de mantener el tipo, la apariencia de que no me descentraba como lo hacia. Ella mientras recriminaba mis actos, como si alguno de ellos hubiera sido para ella un daño.
Fui a defenderme de sus acusaciones cuando un empujón me lanzó sin miramientos contra la tina hundiéndome así en ella
Gruñí emergiendo mi cabeza de sus claras aguas mientras escuchaba su incesante risa perderse en el baño alegando que justo isa se comportan los niños.
Alargué mi brazo y atrapé su cintura lanzandola sin pensar al agua junto a mi cuerpo, la risa de ambos sonó al unisono, toalla empapada que cayo de su cuerpo mientras ambos buscábamos encajar en esa pequeña superficie de porcelana.
-Te comportas como una niña consentida -le replique contra sus labios.
El aliento de ambos se encontró en un duelo a muerte, ojos en los labios del otro y mi hombría en alza, había perdido el juicio, pues ambos estábamos desnudos y la agitada respiración entrecortada que yo presentaba decían demasiado sin palabras.
Hakon Cannif- Gitano
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Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
-No me mires así. ¿No estabas impaciente por tomar ese baño?- La risa brotó de mi garganta, parecía mentira que no se percatara de que mangonearme y querer decirme qué hacer tenía sus consecuencias. Lo vi emerger del agua, con la cabeza empapada al igual que su cuerpo, y esta vez se dibujó en mis labios una sonrisa sincera. Se veía atractivo así, mojado y gruñendo. Dudaba de que cien hombres que me pretendieran pudieran verse igualmente atractivos o de que nadie igualara la expresión de sus tormentas. Eso eran sus ojos pardos, tormentas torrenciales que lo acaparaban todo, capaces de trasmitirme lo que nadie más lograba, podía buscar el mismo grado de silenciosa comunicación con quien fuera y no lo encontraría.
Por primera vez, comprendía exactamente las palabras de madre, yo había encontrado ya hace mucho tiempo aquellas tormentas únicas y cautivantes, aquellas que capturaban mi ser y al mismo tiempo liberaban mi alma. El problema radicaba en que las había encontrado en quien no debía, en el único hombre al que mirar de esa manera constituía la mayor de las prohibiciones y el mayor de los pecados, por eso nunca podría terminar de acercarme del todo, por eso me sentía culpable siempre que le provocaba y de alguna manera tampoco podía evitar hacerlo.
Un movimiento raudo de su brazo y me lanzó al agua con él. Está vez fui yo quien gruñó ante esa acción que me tomó desprevenida. -Ah, maldición, ¿nunca me dejarás ganar?- Nuestras risas espontáneas hicieron eco en el cuarto de baño. Ni siquiera tenía suficiente espacio para maniobrar mientras alargaba la mano, agarraba una botella con champú y la abría con rapidez para atacarlo con este al presionarla y dejar que el líquido lo alcanzara adonde fuera como si se tratara de un infantil bombardeo. -No hay suficientes armas aquí.- protesté entre risas.
Mis ojos brillaron al mirarlo, los suyos se mostraban alegres, diferentes a hace unos segundos. No había mucho espacio para moverse en la tina así que simplemente me dejé caer suavemente sobre él percatándome de inmediato de como su calidez entibiaba mi cuerpo, templando así el agua fría. Dejé caer la botella a un lado, y lo contemplé en silencio únicamente interrumpido por el ritmo de nuestras respiraciones agitadas. La mía se alteraba al estar así con él, la de él… ¿por qué se alteraba la de él? Sentía su piel arder junto a la mía, no me atreví a moverme excepto para nuevamente alcanzar su cuello con mi mano y dejar que las yemas de mis dedos tocaran esa zona despacio.
-¿Y quien me consciente? ¿Tú?- Reí muy cerca de sus labios, mis esmeraldas le miraban preguntándose si era capaz de leer en las mías todo aquello que me guardaba. Me maravillé por lo cerca que estábamos, por la manera en que nuestras respiraciones compartían el mismo aire y por la manera en que mi piel se erizaba sobre la de él. Aunque no era solo su cuerpo el que me incineraba, tenía necesidad de él y quería saber que era lo que sus palabras no me decían, que se escondía tras su mirada cuando se negaba a darme paso, y sobre todo, quería saber que anidaba en ese corazón que al parecer no le abría a ninguna y en el cual necesitaba encontrar mi descanso.
-Hasta donde yo sé, no haces más que contrariarme.- Allí estaba, su virilidad en alza presionando mi vientre, robándome la razón que me gritaba que me alzara y saliera de la tina, pero no podía ni quería. El fuego del infierno se desataba ahora palpable entre ambos, deslizándose sinuoso entre su cuerpo y el mio para retarnos. Si sus tormentas eran arrasadoras las mías no se quedaban atrás, competían con las suyas al internarse en ellas retándolo a que me sacara de la tina si es lo que deseaba porque aunque estuviera mal, nunca me sentí más a gusto en toda mi vida. -¿Quien es la mujer apropiada Hakon?-
Por primera vez, comprendía exactamente las palabras de madre, yo había encontrado ya hace mucho tiempo aquellas tormentas únicas y cautivantes, aquellas que capturaban mi ser y al mismo tiempo liberaban mi alma. El problema radicaba en que las había encontrado en quien no debía, en el único hombre al que mirar de esa manera constituía la mayor de las prohibiciones y el mayor de los pecados, por eso nunca podría terminar de acercarme del todo, por eso me sentía culpable siempre que le provocaba y de alguna manera tampoco podía evitar hacerlo.
Un movimiento raudo de su brazo y me lanzó al agua con él. Está vez fui yo quien gruñó ante esa acción que me tomó desprevenida. -Ah, maldición, ¿nunca me dejarás ganar?- Nuestras risas espontáneas hicieron eco en el cuarto de baño. Ni siquiera tenía suficiente espacio para maniobrar mientras alargaba la mano, agarraba una botella con champú y la abría con rapidez para atacarlo con este al presionarla y dejar que el líquido lo alcanzara adonde fuera como si se tratara de un infantil bombardeo. -No hay suficientes armas aquí.- protesté entre risas.
Mis ojos brillaron al mirarlo, los suyos se mostraban alegres, diferentes a hace unos segundos. No había mucho espacio para moverse en la tina así que simplemente me dejé caer suavemente sobre él percatándome de inmediato de como su calidez entibiaba mi cuerpo, templando así el agua fría. Dejé caer la botella a un lado, y lo contemplé en silencio únicamente interrumpido por el ritmo de nuestras respiraciones agitadas. La mía se alteraba al estar así con él, la de él… ¿por qué se alteraba la de él? Sentía su piel arder junto a la mía, no me atreví a moverme excepto para nuevamente alcanzar su cuello con mi mano y dejar que las yemas de mis dedos tocaran esa zona despacio.
-¿Y quien me consciente? ¿Tú?- Reí muy cerca de sus labios, mis esmeraldas le miraban preguntándose si era capaz de leer en las mías todo aquello que me guardaba. Me maravillé por lo cerca que estábamos, por la manera en que nuestras respiraciones compartían el mismo aire y por la manera en que mi piel se erizaba sobre la de él. Aunque no era solo su cuerpo el que me incineraba, tenía necesidad de él y quería saber que era lo que sus palabras no me decían, que se escondía tras su mirada cuando se negaba a darme paso, y sobre todo, quería saber que anidaba en ese corazón que al parecer no le abría a ninguna y en el cual necesitaba encontrar mi descanso.
-Hasta donde yo sé, no haces más que contrariarme.- Allí estaba, su virilidad en alza presionando mi vientre, robándome la razón que me gritaba que me alzara y saliera de la tina, pero no podía ni quería. El fuego del infierno se desataba ahora palpable entre ambos, deslizándose sinuoso entre su cuerpo y el mio para retarnos. Si sus tormentas eran arrasadoras las mías no se quedaban atrás, competían con las suyas al internarse en ellas retándolo a que me sacara de la tina si es lo que deseaba porque aunque estuviera mal, nunca me sentí más a gusto en toda mi vida. -¿Quien es la mujer apropiada Hakon?-
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Sus dedos se perdían en el pelo de mi nuca, jugueteando con este, enredándolo entre sus dedos.
Ladeé la sonrisa perdiendo mis ojos en su boca, aliento que me incineraba por dentro mientras reía como esa niña que yo acusaba que era contra mis labios.
Botella de champang en mano trató de mojarme con el contenido, sacudí la cabeza como un perro devolviendole las gotas ambarinas y de nuevo nuestras risas se perdieron en la del otro.
Bocas que se rozaban, nariz que se acariciaba mientras sus palabras parecían decididas a provocarme.
-¿quien si no? -respondí con la mirada turbia no solo por el alcohol si no por el deseo de sentir su piel desnuda contra mi cuerpo.
Respiración entrecortada que moría en sus labios, acaso no se daba cuenta de que había abandonado mi zona de confort hacia ya demasiado tiempo ,que su piel me incendiaba y que ahora el agua parecía hervir bajo nuestro contacto.
Incapaz de apartar mi mirada de sus labios sentí como estos se entreabrían para de nuevo decir algo.
-¿contrariarte? -repetí arrastrando las palabras con la voz ronca.
Incapaz de controlarme mi boca se orilló un poco mas a la suya, mezcla de alientos que incitaban a que esa mínima distancia se convirtiera en inexistente.
Nuestra nariz se acaricio, era obvio que estaba muy excitado y mi miembro golpeando su vientre era la prueba fehaciente de mi necesidad de tomarla hoy y para siempre.
Sus pechos acariciaban el mio, pezones endurecidos que me volvían loco, que me arrastraban al infierno, pues si algo tenia claro es que esto era pecado.
Relamí mis labios frente a los ajenos, ni siquiera sabia como salir de esta, creo que porque no quería salir si no entrar.
Sus esmeraldas parecían buscar en mi la respuesta que quería encontrar, conocedora de que me tenia contra las cuerdas.
-¡A la mierda! -rugí llevando mi mano a su nuca para atajar esa discanta que nos separaba.
Presioné sus labios con mi boca, no tardó en entreabrirse para traspasar el precipicio de sus labios con necesidad, lengua de fuego que busco ser aplacada en su mar de aguas calmas. Húmedas danzaron salvajes, fundiéndose entre jadeos la una en la otra, sintiéndose por primera vez, caminos inexplorados que como buen rastreador exploré, sabia a fuego, a hierba, a norte y a guerra.
Nos separamos un instante para enfrentar nuestras miradas que ahora como el acero de dos míticas espadas chocaban.
-Estoy borracho -me escudé aun jadeando contra sus labios -quería regresar a ellos y si escudarme en el alcohol era el único modo de poder justificar el desliz, bienvenido fuera, pagaría la penitencia dispuesta, mas ahora solo la quería a ella.
Mi boca volvió a buscarla, impactando contra sus labios con rudeza, mis manos atrajeron sus caderas, mi hombría se perdía en su cuerpo buscando el centro de su feminidad.
Ladeé la sonrisa perdiendo mis ojos en su boca, aliento que me incineraba por dentro mientras reía como esa niña que yo acusaba que era contra mis labios.
Botella de champang en mano trató de mojarme con el contenido, sacudí la cabeza como un perro devolviendole las gotas ambarinas y de nuevo nuestras risas se perdieron en la del otro.
Bocas que se rozaban, nariz que se acariciaba mientras sus palabras parecían decididas a provocarme.
-¿quien si no? -respondí con la mirada turbia no solo por el alcohol si no por el deseo de sentir su piel desnuda contra mi cuerpo.
Respiración entrecortada que moría en sus labios, acaso no se daba cuenta de que había abandonado mi zona de confort hacia ya demasiado tiempo ,que su piel me incendiaba y que ahora el agua parecía hervir bajo nuestro contacto.
Incapaz de apartar mi mirada de sus labios sentí como estos se entreabrían para de nuevo decir algo.
-¿contrariarte? -repetí arrastrando las palabras con la voz ronca.
Incapaz de controlarme mi boca se orilló un poco mas a la suya, mezcla de alientos que incitaban a que esa mínima distancia se convirtiera en inexistente.
Nuestra nariz se acaricio, era obvio que estaba muy excitado y mi miembro golpeando su vientre era la prueba fehaciente de mi necesidad de tomarla hoy y para siempre.
Sus pechos acariciaban el mio, pezones endurecidos que me volvían loco, que me arrastraban al infierno, pues si algo tenia claro es que esto era pecado.
Relamí mis labios frente a los ajenos, ni siquiera sabia como salir de esta, creo que porque no quería salir si no entrar.
Sus esmeraldas parecían buscar en mi la respuesta que quería encontrar, conocedora de que me tenia contra las cuerdas.
-¡A la mierda! -rugí llevando mi mano a su nuca para atajar esa discanta que nos separaba.
Presioné sus labios con mi boca, no tardó en entreabrirse para traspasar el precipicio de sus labios con necesidad, lengua de fuego que busco ser aplacada en su mar de aguas calmas. Húmedas danzaron salvajes, fundiéndose entre jadeos la una en la otra, sintiéndose por primera vez, caminos inexplorados que como buen rastreador exploré, sabia a fuego, a hierba, a norte y a guerra.
Nos separamos un instante para enfrentar nuestras miradas que ahora como el acero de dos míticas espadas chocaban.
-Estoy borracho -me escudé aun jadeando contra sus labios -quería regresar a ellos y si escudarme en el alcohol era el único modo de poder justificar el desliz, bienvenido fuera, pagaría la penitencia dispuesta, mas ahora solo la quería a ella.
Mi boca volvió a buscarla, impactando contra sus labios con rudeza, mis manos atrajeron sus caderas, mi hombría se perdía en su cuerpo buscando el centro de su feminidad.
Hakon Cannif- Gitano
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Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
-Me contrarías… me mangoneas… me irritas…- susurré, cuando su nariz rozó la mía, podía sentir su tibio aliento estrellándose contra mis labios, como el mío se entremezclaba con el de él, prácticamente olía el licor que había tomado, pero no era este el que me embriagaba si no él. Contra toda razón, él. Su cercanía provocaba que mi corazón latiera, que mis sentidos se concentraran en las sensaciones que me irradiaba, sensaciones que estaban prohibidas, deseos ocultos que habían estado siempre allí, pero que sepultaba por que la razón era más fuerte, pero no ahora.
Quería comprender por qué me miraba de esa manera, por qué su virilidad se alzaba cuando no se cansaba de llamarme hermana y niña. Por qué si no paraba de recordarme nuestro lazo fraternal ahora le sentía respirar desbocado, qué era lo que me escondían esos ojos pardos. Quería saber. Me orillé más hacia él, parte de mi lo hizo a propósito, otra por necesidad, quería percatarme de lo que nunca había podido, de que se sentía al entrar en contacto con su piel.
Un a la mierda que provocó que sonriera porque sus dedos viajaron a mi cuello y su boca a la mía. Sus labios impactaron con los míos, no tuve ni siquiera tiempo para procesarlo. Gemí cuando entró en mi boca, gemido que quedó ahogado cuando su lengua y la mía entraron en contacto, su boca cálida y húmeda batalló salvajemente con la mía, nuestros alientos se fundieron en uno permitiéndonos degustarnos el uno al otro. Sabores que nunca antes nos permitimos conocer y que ahora exploramos sin pausa alguna. Mis manos se pasearon por su mojado pelo, mis dedos se hundieron en este atrayéndolo más. No atiné a pensar, solo disfrutaba de él, de su lengua tibia en torno a la mía, de como la mía envolvía la suya, saboreándola, perdiéndose en ella. La succioné sin atinar a creer que estos eran sus labios, que él me estaba besando. Hakon. Hakon me besaba.
Nos separamos y lo observé con la mirada encendida, mis esmeraldas refulgían mientras mi pecho subía y bajaba. Intentaba pensar, era difícil cuando aún le sentía jadear contra mis labios, cuando su virilidad seguía golpeando mi vientre. -No, maldita sea. No te escudes en el alcohol.- Cómo podía siquiera achacar lo que acababa de suceder al alcohol. Odié que lo hiciera, me hacía creer que cualquier otra fémina le serviría de igual manera para aplacar su necesidad, que no me deseaba a mi, que todo era producto de una borrachera.
Sin darme tiempo de añadir más su boca atrapó nuevamente a la mía de forma voraz, juntos continuamos la batalla, lo besé con necesidad. Me pegué completamente a él, presionado mis pechos contra el suyo mojado, temblando al sentir como su respiración agitaba mis pechos, fusionándolos con su piel. Al diablo los pensamientos que me orillaban a recobrar la cordura, a recordar que había crecido junto a él, a recordar esa palabra tortuosa que usábamos a menudo y que me dictaminaba que no podíamos ni debíamos estar como estábamos ahora.
-Dime que me quieres a mi.- Mis manos se deslizaron por su torso, le abrazaron, alcanzaron su espalda y mis dedos se hundieron en esta con fuerza, mis caderas danzaron contra las suyas, incitándole pero manteniendo aún su hombría a raya. Sentía como su erección me buscaba, enturbiando mi razón, deseando que se hundiera en mi de una vez y para siempre.
-Dímelo, dímelo si quieres hundirte en mi. Aunque nos arrastre al infierno, di que me deseas a mi, no a otra.- Mi corazón latía tan fuerte que pensé que saldría de mi pecho, mis labios alcanzaron su cuello, de forma desesperada lo mordí. Estaba excitada, deseosa, pero quizás era cierto, el alcohol le obnubilaba los sentidos y de no desearme a mi mañana me odiaría. Alcé mi mirada y me encontré con la suya antes de demandar de nuevo. -Dímelo…-
Quería comprender por qué me miraba de esa manera, por qué su virilidad se alzaba cuando no se cansaba de llamarme hermana y niña. Por qué si no paraba de recordarme nuestro lazo fraternal ahora le sentía respirar desbocado, qué era lo que me escondían esos ojos pardos. Quería saber. Me orillé más hacia él, parte de mi lo hizo a propósito, otra por necesidad, quería percatarme de lo que nunca había podido, de que se sentía al entrar en contacto con su piel.
Un a la mierda que provocó que sonriera porque sus dedos viajaron a mi cuello y su boca a la mía. Sus labios impactaron con los míos, no tuve ni siquiera tiempo para procesarlo. Gemí cuando entró en mi boca, gemido que quedó ahogado cuando su lengua y la mía entraron en contacto, su boca cálida y húmeda batalló salvajemente con la mía, nuestros alientos se fundieron en uno permitiéndonos degustarnos el uno al otro. Sabores que nunca antes nos permitimos conocer y que ahora exploramos sin pausa alguna. Mis manos se pasearon por su mojado pelo, mis dedos se hundieron en este atrayéndolo más. No atiné a pensar, solo disfrutaba de él, de su lengua tibia en torno a la mía, de como la mía envolvía la suya, saboreándola, perdiéndose en ella. La succioné sin atinar a creer que estos eran sus labios, que él me estaba besando. Hakon. Hakon me besaba.
Nos separamos y lo observé con la mirada encendida, mis esmeraldas refulgían mientras mi pecho subía y bajaba. Intentaba pensar, era difícil cuando aún le sentía jadear contra mis labios, cuando su virilidad seguía golpeando mi vientre. -No, maldita sea. No te escudes en el alcohol.- Cómo podía siquiera achacar lo que acababa de suceder al alcohol. Odié que lo hiciera, me hacía creer que cualquier otra fémina le serviría de igual manera para aplacar su necesidad, que no me deseaba a mi, que todo era producto de una borrachera.
Sin darme tiempo de añadir más su boca atrapó nuevamente a la mía de forma voraz, juntos continuamos la batalla, lo besé con necesidad. Me pegué completamente a él, presionado mis pechos contra el suyo mojado, temblando al sentir como su respiración agitaba mis pechos, fusionándolos con su piel. Al diablo los pensamientos que me orillaban a recobrar la cordura, a recordar que había crecido junto a él, a recordar esa palabra tortuosa que usábamos a menudo y que me dictaminaba que no podíamos ni debíamos estar como estábamos ahora.
-Dime que me quieres a mi.- Mis manos se deslizaron por su torso, le abrazaron, alcanzaron su espalda y mis dedos se hundieron en esta con fuerza, mis caderas danzaron contra las suyas, incitándole pero manteniendo aún su hombría a raya. Sentía como su erección me buscaba, enturbiando mi razón, deseando que se hundiera en mi de una vez y para siempre.
-Dímelo, dímelo si quieres hundirte en mi. Aunque nos arrastre al infierno, di que me deseas a mi, no a otra.- Mi corazón latía tan fuerte que pensé que saldría de mi pecho, mis labios alcanzaron su cuello, de forma desesperada lo mordí. Estaba excitada, deseosa, pero quizás era cierto, el alcohol le obnubilaba los sentidos y de no desearme a mi mañana me odiaría. Alcé mi mirada y me encontré con la suya antes de demandar de nuevo. -Dímelo…-
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Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Sus caderas danzaban contra mi hombría arrastrándome al infierno, la deseaba, y mi boca se hundía en la ajena, paladeando ese sabor nuevo, ese con el que había soñado miles de veces probar me resultaba una utopía. Estaba deliciosa, mi boca untada en alcohol suplicaba mas atención de sus labios, que se medio hundían en los míos devastandolos con excitación.
Jadeé contra su boca, muy excitado, sintiendo como sus pechos ronzaban erguidos mi mojado pectoral, cuerpo que se amoldaba contra el mio, frotándose contra mi piel.
Escuché sus palabras, quería que no me escudara en el alcohol y era cierto que aun estaba embriagado, mas sabia perfectamente lo que hacia, es solo que quería hacerlo pero no reconocerlo.
Gruñí contra su boca, tirando de su labio inferior, chocando de nuevo con desesperación, como si en cualquier momento pudiera perderla, como si esto solo fuera un efímero momento de necesidad mutua, yo porque estaba perdidamente enamorado de ella y ella quizás solo quería probar.
Mi mano se hundía en sus caderas empujándola contra mi miembro duro, estaba muy agitado por el contacto abrasador de su piel
Acaricié con mi nariz la suya, incitándola a continuar besandonos, a serpentear de nuevo nuestras leguas, paladearnos, incendiarnos y sepultarnos en una noche que el pecado se cernería sobre nosotros.
Quería que le dijera lo evidente, que la quería a ella. Su mano acariciaba mi pecho, sus labios surcaron mi cuello, ladeé la cabeza dejando escapar el aire de forma ronca.
Sus brazos me rodearon, sus dedos en mi espalda, acariciándome, incitándome, hundiéndose en mi piel.
-Synnobe -dije con la voz entrecortada, la deseaba, necesitaba entrar en su interior y mi masculinidad la buscaba como un lobo a su presa, mordiendo cada pliegue de su sexo, masturbandola con mi glande, incinerado por los movimientos circulares que conformaban aquel baile.
Jadeos roncos de uno y otro, su boca por mi cuello, respiraba de forma muy pesada, acalorado como estaba, ni siquiera era consciente de lo que estaba haciendo, de como nos estábamos perdiendo, pues ahora no me importaba que fuera mi hermana, pues yo solo veía a una mujer que deseaba y amaba a partes iguales.
Mordió mi cuello insistiendo en que lo dijera, ella quería oírlo, y yo, no decirlo.
-Deja que me escude en el alcohol, pues ambos sabemos que esto será nuestra perdición, pero te necesito ahora.
Mi boca aulló buscando la suya de nuevo con ahincó, beso húmedo, que arranco nuestros gemidos.
Estaba a la deriva, ella era mi faro y a su vez la tempestad que arreciaba sobre mi cuerpo, no había estrellas en el firmamento, solo esa bañera, agua que abrasaba y nuestro cuerpos friccionando
La volteé, su cuerpo ahora quedaba aprisionado por el mio, mi hacha se incrusto en su interior de forma agresiva, gruñí de forma salvaje, estaba tan perdido en ese momento.
-Te ne cesto -rugí contra su boca.
Martillo contra yunque impacte con fuerza contra su feminidad, el agua emergía de la bañera, nuestras bocas se sentenciaban sin tregua.
-Synnobe -gruñí contra su boca, bajando mis labios por su cuello, marcándolo con mis dientes.
-Dilo -supliqué
Jadeé contra su boca, muy excitado, sintiendo como sus pechos ronzaban erguidos mi mojado pectoral, cuerpo que se amoldaba contra el mio, frotándose contra mi piel.
Escuché sus palabras, quería que no me escudara en el alcohol y era cierto que aun estaba embriagado, mas sabia perfectamente lo que hacia, es solo que quería hacerlo pero no reconocerlo.
Gruñí contra su boca, tirando de su labio inferior, chocando de nuevo con desesperación, como si en cualquier momento pudiera perderla, como si esto solo fuera un efímero momento de necesidad mutua, yo porque estaba perdidamente enamorado de ella y ella quizás solo quería probar.
Mi mano se hundía en sus caderas empujándola contra mi miembro duro, estaba muy agitado por el contacto abrasador de su piel
Acaricié con mi nariz la suya, incitándola a continuar besandonos, a serpentear de nuevo nuestras leguas, paladearnos, incendiarnos y sepultarnos en una noche que el pecado se cernería sobre nosotros.
Quería que le dijera lo evidente, que la quería a ella. Su mano acariciaba mi pecho, sus labios surcaron mi cuello, ladeé la cabeza dejando escapar el aire de forma ronca.
Sus brazos me rodearon, sus dedos en mi espalda, acariciándome, incitándome, hundiéndose en mi piel.
-Synnobe -dije con la voz entrecortada, la deseaba, necesitaba entrar en su interior y mi masculinidad la buscaba como un lobo a su presa, mordiendo cada pliegue de su sexo, masturbandola con mi glande, incinerado por los movimientos circulares que conformaban aquel baile.
Jadeos roncos de uno y otro, su boca por mi cuello, respiraba de forma muy pesada, acalorado como estaba, ni siquiera era consciente de lo que estaba haciendo, de como nos estábamos perdiendo, pues ahora no me importaba que fuera mi hermana, pues yo solo veía a una mujer que deseaba y amaba a partes iguales.
Mordió mi cuello insistiendo en que lo dijera, ella quería oírlo, y yo, no decirlo.
-Deja que me escude en el alcohol, pues ambos sabemos que esto será nuestra perdición, pero te necesito ahora.
Mi boca aulló buscando la suya de nuevo con ahincó, beso húmedo, que arranco nuestros gemidos.
Estaba a la deriva, ella era mi faro y a su vez la tempestad que arreciaba sobre mi cuerpo, no había estrellas en el firmamento, solo esa bañera, agua que abrasaba y nuestro cuerpos friccionando
La volteé, su cuerpo ahora quedaba aprisionado por el mio, mi hacha se incrusto en su interior de forma agresiva, gruñí de forma salvaje, estaba tan perdido en ese momento.
-Te ne cesto -rugí contra su boca.
Martillo contra yunque impacte con fuerza contra su feminidad, el agua emergía de la bañera, nuestras bocas se sentenciaban sin tregua.
-Synnobe -gruñí contra su boca, bajando mis labios por su cuello, marcándolo con mis dientes.
-Dilo -supliqué
Hakon Cannif- Gitano
- Mensajes : 91
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Mis labios aún reclamaban su cuello, respirando roncamente contra su húmeda piel. Me costaba creer que fueran mis brazos los que le rodeaban y no los de otra, que fuera él quien estaba conmigo en la bañera pegado a mi. Sabía perfectamente que no debíamos estar así, pero al mismo tiempo no deseaba otra cosa. Había sido suficiente escucharlo del otro lado de la puerta para percatarme de que lo único que quería era estar así, con él. Estaba terriblemente mal, mi conciencia me acusaba pero no impedía que deseara con todas mis fuerzas ser la causante de su agitación, la única que ocupara su mente, ser la dueña exclusiva de su deseo, a pesar de que era una locura… y ahora escucharle decir mi nombre me llevaba directamente al mayor de los delirios.
Apreté su espalda con fuerza, clavando mis dedos en su piel, temiendo que sus sentidos se liberaran del alcohol e impusiese la razón que yo había perdido y que me orilló a acercar más mis caderas, a buscar su virilidad que hacía crecer el fuego en mis entrañas, a perderme en la sensación de su glande masturbándome, el cual volvía intermitente mi respiración mientras mis dientes subían por su cuello y mi boca se apoderaba nuevamente de sus labios. Mi lengua se deleitó con la suya, me gustó explorar su boca de nuevo, percatarme de lo increíble que me resultaba paladear su lengua, parecía un sueño. El beso me produjo tantas sensaciones que viajaron por mi cuerpo mientras mis caderas no dejaban de moverse en círculos atrapando su miembro que me excitaba al alcanzar ese punto sensible, como si supiera exactamente como hallarlo para provocar mis jadeos y que mi cavidad se humedeciera más, ansiosa de él, del único hombre al que no debía desear.
Ah, maldito… no quería decirlo. Qué no se percataba de que escucharle decir que me deseaba era lo único que me podría mantener a flote, convencerme de que no estábamos cometiendo el peor de los errores. Que necesitaba que me dijera que me quería a mi, para acallar del todo los pensamientos que me orillaban a creer que su cuerpo me respondía únicamente por el efecto del alcohol, y de esa forma ceder a cada nuevo roce, a cada una de las corrientes eléctricas que me recorrían al mover mi sexo contra el suyo, al buscarle con un ritmo cadencioso para torturarle tanto como él lo estaba haciendo conmigo.
De un solo movimiento me volteó, quedé aprisionada entre la tina y su mojado torso, en un instante vi sus tormentas y estas me estremecieron tocándome el alma. Su falo entró con violencia, incrustándose en mis paredes, jadeé bajo su invasión, nuestros cuerpos quedaron perfectamente alineados, la sensación de tenerle adentro fue algo indescriptible, mi cuerpo nunca deseo tanto a alguien en la vida, siempre había sido él, sólo él.
-Eres un bruto...- Mis labios le increparon, por las palabras que escapaban de su boca, por tomarme sin regalarme lo único que le pedía. Mi mirada de fuego se enlazó con la suya, mis labios recibieron los suyos ansiosamente, desesperadamente. Ávida me hundí en su boca de nuevo, danzando salvajemente con su lengua. Mis dedos acariciaban sus mejillas, se enredaban en su pelo, no quería otra más que prolongar lo que sucedía, que no dejara de tocarme, de besarme, de llenarme con su virilidad y de hacerme sentir que por una única vez podíamos ser el uno del otro.
Su aliento se fundió con mi piel, ladeé el cuello sintiéndole incinerarse bajo sus besos y sus mordidas. -Me torturas queriendo que lo diga… y al mismo tiempo me haces creer que estás tan alcoholizado que incluso si lo digo no estarás consciente de que lo he hecho…-
Perdida en lo que sucedía, en la incredulidad de que fuera él a quien sentía respirar contra mi, doblé mis piernas para que mis paredes se dilataran más para recibirle. Mis manos rodearon su cintura, mis yemas rasguñaron hacia abajo, deteniéndose en sus glúteos para tirar de ellos con fuerza. Me arqueé contra él para que se hundiera del todo, para que no hubiese un centímetro de su falo que mi intimidad no apretase y me moví contra sus caderas, encontrándolas con movimientos que le indujeran al delirio, al mismo que me nublaba la razón. -Hakon…- Mi voz sonó ronca por la pasión y por algo mucho más profundo que inducía cada latido en mi pecho, cada respiración, algo que siempre estuvo allí desde que podía recordar. -Hakon… te necesito... te deseo... a ti, solo a ti…-
Apreté su espalda con fuerza, clavando mis dedos en su piel, temiendo que sus sentidos se liberaran del alcohol e impusiese la razón que yo había perdido y que me orilló a acercar más mis caderas, a buscar su virilidad que hacía crecer el fuego en mis entrañas, a perderme en la sensación de su glande masturbándome, el cual volvía intermitente mi respiración mientras mis dientes subían por su cuello y mi boca se apoderaba nuevamente de sus labios. Mi lengua se deleitó con la suya, me gustó explorar su boca de nuevo, percatarme de lo increíble que me resultaba paladear su lengua, parecía un sueño. El beso me produjo tantas sensaciones que viajaron por mi cuerpo mientras mis caderas no dejaban de moverse en círculos atrapando su miembro que me excitaba al alcanzar ese punto sensible, como si supiera exactamente como hallarlo para provocar mis jadeos y que mi cavidad se humedeciera más, ansiosa de él, del único hombre al que no debía desear.
Ah, maldito… no quería decirlo. Qué no se percataba de que escucharle decir que me deseaba era lo único que me podría mantener a flote, convencerme de que no estábamos cometiendo el peor de los errores. Que necesitaba que me dijera que me quería a mi, para acallar del todo los pensamientos que me orillaban a creer que su cuerpo me respondía únicamente por el efecto del alcohol, y de esa forma ceder a cada nuevo roce, a cada una de las corrientes eléctricas que me recorrían al mover mi sexo contra el suyo, al buscarle con un ritmo cadencioso para torturarle tanto como él lo estaba haciendo conmigo.
De un solo movimiento me volteó, quedé aprisionada entre la tina y su mojado torso, en un instante vi sus tormentas y estas me estremecieron tocándome el alma. Su falo entró con violencia, incrustándose en mis paredes, jadeé bajo su invasión, nuestros cuerpos quedaron perfectamente alineados, la sensación de tenerle adentro fue algo indescriptible, mi cuerpo nunca deseo tanto a alguien en la vida, siempre había sido él, sólo él.
-Eres un bruto...- Mis labios le increparon, por las palabras que escapaban de su boca, por tomarme sin regalarme lo único que le pedía. Mi mirada de fuego se enlazó con la suya, mis labios recibieron los suyos ansiosamente, desesperadamente. Ávida me hundí en su boca de nuevo, danzando salvajemente con su lengua. Mis dedos acariciaban sus mejillas, se enredaban en su pelo, no quería otra más que prolongar lo que sucedía, que no dejara de tocarme, de besarme, de llenarme con su virilidad y de hacerme sentir que por una única vez podíamos ser el uno del otro.
Su aliento se fundió con mi piel, ladeé el cuello sintiéndole incinerarse bajo sus besos y sus mordidas. -Me torturas queriendo que lo diga… y al mismo tiempo me haces creer que estás tan alcoholizado que incluso si lo digo no estarás consciente de que lo he hecho…-
Perdida en lo que sucedía, en la incredulidad de que fuera él a quien sentía respirar contra mi, doblé mis piernas para que mis paredes se dilataran más para recibirle. Mis manos rodearon su cintura, mis yemas rasguñaron hacia abajo, deteniéndose en sus glúteos para tirar de ellos con fuerza. Me arqueé contra él para que se hundiera del todo, para que no hubiese un centímetro de su falo que mi intimidad no apretase y me moví contra sus caderas, encontrándolas con movimientos que le indujeran al delirio, al mismo que me nublaba la razón. -Hakon…- Mi voz sonó ronca por la pasión y por algo mucho más profundo que inducía cada latido en mi pecho, cada respiración, algo que siempre estuvo allí desde que podía recordar. -Hakon… te necesito... te deseo... a ti, solo a ti…-
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Noche de apuestas [privado] [+18]
Mi pecado lograba transportarme al infierno solo con sus labios, esos que ahora me bebía sediento, necesitado de cada rocé de su piel, aliento de fuego que me consumía por dentro y esos ojos verde esmeralda que a su vez me llevaban al cielo.
Aun me parecía increíble que esto estuviera ocurriendo, había soñado tantas veces con este instante, tantos momentos solo en el baño torturándome con la imagen de su cuerpo desnudo arrancándome jadeos y una utopía que era imposible y a su vez maldita.
No pensaba con claridad mas, era completamente consciente de lo que estaba haciendo, sus piernas se abrían invitándome a adentrarme mas, hasta el fondo y mis gruñidos contra su boca quedaron acallados por sus labios.
Lengua ávida de la mía, ambas entraron en batalla , ansiosas, necesitadas, danzando sin tregua, tratando de prolongar cada roce, cada tregua que usábamos simplemente para tomar aire y volver a hundirnos en boca ajena.
Sus dedos repasaron mi mejilla con delicadeza, hundiéndose en mi nuca antes de enredarse en ella haciéndome cosquillas.
Cerré los ojos sintiendo aquel beso lento con profundidad, paladean dolo. Mis caderas seguían torturándola con cada embestida contra su cuerpo, arrancándole gemidos que eran música para mis oídos.
Sus caderas me incineraban por dentro, me buscaba y su espalda se arqueaba de tal forma que lograba entrar por completo. No había un solo trozo de mi tronco que no estuviera envuelto por ese laberinto cálido, húmedo, que lo apretaba logrando llevarme a un insospechado limite de deseo, pasión y algo mas que no estaba dispuesto a admitir en voz alta.
Mi boca se separo entre jadeos de sus labios para descender por su mandíbula, cuello que se erizaba ante mi lengua que acompañaba el paso de mis dientes por su piel tersa.
Gruñí incrementando el ritmo ,estaba muy excitado, la empalé con violencia, su espalda chocó contra la pared de la tina y mi nombre escapo de sus labios en un ronco jadeo que me llevo al mismo valhalla.
Alce mi turbia mirada al escuchar aquella intensa frase, esa en la que insinuaba que esto no era un juego que sentía exactamente lo mismo que yo en cada roce de nuestros cuerpos. Era una promesa muda de un para siempre, un solo yo, que me supo a demasiado y que arranco de mi garganta un sonido gutural y una nueva embestida que mostraba mi salvaje excitación.
-Synnobe, te necesito conmigo -gruñí buscando sus labios de nuevo, introduciendo mi lengua con rudeza -¿eres mía? -pregunté alzando mis tormentas para ver bien aquella respuesta de sus ojos.
Otra embestida y tras esa otra mas, nuestros cuerpos parecían encajar de un modo sin igual. Su cuerpo me buscaba, restregando sus pechos contra mi pectoral, sus caderas me calcinaban siguiendo los abruptos movimientos. Agua que se desbordaba de la tina, pues ambos chocábamos de un modo brutal
Estaba cerca de correrme, demasiado, mis manso aferraron las ajenas que coloque al borde de la tina enlazadas a las mías.
Su cabeza se dejó ir hacia atrás jadeando de forma ronca con los labios entreabiertos, esa imagen era mas que suficiente para sacudirme en su interior, mas mi boca se perdió en esos pechos que erguidos me pedían guerra, lengua ávida de su piel que serpenteo sobre la cúspide de sus tetas. Mordí los pezones tirando con suavidad, quería que tocara el limbo, quería que no olvidara que su cuerpo era mio y que yo era el único capaz de darle placer.
Gruñí contra sus pechos, ronco, casi ido, su cintura se arqueo acomodando a mi hombría que estallo de placer en su interior, sus espasmódicos movimientos acompasaron a mis sacudidas mientras mi simiente quedaba completamente esparcida en su interior.
Busqué de nuevo su boca, mi cuerpo cedía contra el ajeno, necesitado de esas caricias que ahora la yema de sus dedos le dedicaban a mi espalda.
-¿estas bien? -pregunté contra sus labios .
Era consciente de que esto que había pasado cambiaría el sino de ambos.
-Synnobe, dime que estas bien, por favor. Ha sido culpa mía, traté de escudarla.
Aun me parecía increíble que esto estuviera ocurriendo, había soñado tantas veces con este instante, tantos momentos solo en el baño torturándome con la imagen de su cuerpo desnudo arrancándome jadeos y una utopía que era imposible y a su vez maldita.
No pensaba con claridad mas, era completamente consciente de lo que estaba haciendo, sus piernas se abrían invitándome a adentrarme mas, hasta el fondo y mis gruñidos contra su boca quedaron acallados por sus labios.
Lengua ávida de la mía, ambas entraron en batalla , ansiosas, necesitadas, danzando sin tregua, tratando de prolongar cada roce, cada tregua que usábamos simplemente para tomar aire y volver a hundirnos en boca ajena.
Sus dedos repasaron mi mejilla con delicadeza, hundiéndose en mi nuca antes de enredarse en ella haciéndome cosquillas.
Cerré los ojos sintiendo aquel beso lento con profundidad, paladean dolo. Mis caderas seguían torturándola con cada embestida contra su cuerpo, arrancándole gemidos que eran música para mis oídos.
Sus caderas me incineraban por dentro, me buscaba y su espalda se arqueaba de tal forma que lograba entrar por completo. No había un solo trozo de mi tronco que no estuviera envuelto por ese laberinto cálido, húmedo, que lo apretaba logrando llevarme a un insospechado limite de deseo, pasión y algo mas que no estaba dispuesto a admitir en voz alta.
Mi boca se separo entre jadeos de sus labios para descender por su mandíbula, cuello que se erizaba ante mi lengua que acompañaba el paso de mis dientes por su piel tersa.
Gruñí incrementando el ritmo ,estaba muy excitado, la empalé con violencia, su espalda chocó contra la pared de la tina y mi nombre escapo de sus labios en un ronco jadeo que me llevo al mismo valhalla.
Alce mi turbia mirada al escuchar aquella intensa frase, esa en la que insinuaba que esto no era un juego que sentía exactamente lo mismo que yo en cada roce de nuestros cuerpos. Era una promesa muda de un para siempre, un solo yo, que me supo a demasiado y que arranco de mi garganta un sonido gutural y una nueva embestida que mostraba mi salvaje excitación.
-Synnobe, te necesito conmigo -gruñí buscando sus labios de nuevo, introduciendo mi lengua con rudeza -¿eres mía? -pregunté alzando mis tormentas para ver bien aquella respuesta de sus ojos.
Otra embestida y tras esa otra mas, nuestros cuerpos parecían encajar de un modo sin igual. Su cuerpo me buscaba, restregando sus pechos contra mi pectoral, sus caderas me calcinaban siguiendo los abruptos movimientos. Agua que se desbordaba de la tina, pues ambos chocábamos de un modo brutal
Estaba cerca de correrme, demasiado, mis manso aferraron las ajenas que coloque al borde de la tina enlazadas a las mías.
Su cabeza se dejó ir hacia atrás jadeando de forma ronca con los labios entreabiertos, esa imagen era mas que suficiente para sacudirme en su interior, mas mi boca se perdió en esos pechos que erguidos me pedían guerra, lengua ávida de su piel que serpenteo sobre la cúspide de sus tetas. Mordí los pezones tirando con suavidad, quería que tocara el limbo, quería que no olvidara que su cuerpo era mio y que yo era el único capaz de darle placer.
Gruñí contra sus pechos, ronco, casi ido, su cintura se arqueo acomodando a mi hombría que estallo de placer en su interior, sus espasmódicos movimientos acompasaron a mis sacudidas mientras mi simiente quedaba completamente esparcida en su interior.
Busqué de nuevo su boca, mi cuerpo cedía contra el ajeno, necesitado de esas caricias que ahora la yema de sus dedos le dedicaban a mi espalda.
-¿estas bien? -pregunté contra sus labios .
Era consciente de que esto que había pasado cambiaría el sino de ambos.
-Synnobe, dime que estas bien, por favor. Ha sido culpa mía, traté de escudarla.
Hakon Cannif- Gitano
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