Mujer en -no- apuros || Privado

por **Rolf Kriegsgott** Jue Mar 23, 2017 5:22 pm

Rolf, una nueva persona que viene de tierras lejanas se dispone a prepararse para una nueva misión en la que intentará con la ayuda de la policía poder encontrar alguna pista más sobre la autora de las cartas misteriosas sin nombre y que no puede él si quiera de pensar en alguien. La verdad no sabría quién podría estar escribiéndole esas cartas para dejarle así de preocupado, pero justamente intentará averiguar eso esta misma noche.

Ataviado con un abrigo más el uniforme de inquisidor debajo, entro en la comisaría de policía para ver si algún detective podría inculcarle algo de información. Por supuesto tenía dinero encima para poder pagar, pero dependiendo del precio él daría el sí o el no, todo dependiendo. Cuando entró, vio que todo el mundo estaba completamente alterado, algo había pasado que hacía que la gente estuviera completamente atareada, pero por suerte, le atendió un policía que le llevo a una oficina de un detective privado.

Cuando paso un par de horas hablando Rolf se fue malhumorado debido al precio que le puso el detective para poder encontrar a su autora misteriosa. Al final no contrato ningún servicio del detective y decidió buscarse la vida, pero estaba por alejarse de la comisaría cuando escucho a una joven gritar cerca de donde estaba.

Fue a ver qué era lo que pasaba, se quedó cerca y en cuanto escucho golpes fue a ver, pero para cuando llego era la mujer quien estaba propinando esos golpes contra el hombre que posiblemente habría intentado de abusar de ella por la falda medio rota que tenía ahora mismo – Vaya, parece que está en buen estado – Dijo sin venir a cuento pero una sonrisa tranquila y asentimiento de cabeza hizo que volviera hacia donde estaba antes esperando a encontrar un dichoso camino de vuelta a su problema. Refugiándose debajo del techo de la estación de policía, Rolf intentaba identificar a su autora, pero se le ocurrió una idea, quizás un hechizo localizador que algún brujo pudiera otorgarle. Bien él era más fuerza que espiritualismo, pero que tampoco le gustaba los brujos, pero estaba al borde de la desesperación y quería decirle a esa muchacha o joven que dejara de mandarle correspondencia aun cuando ni él las respondía siquiera.