un verre? (privado)(+18)

Apenas hacia una noche que habíamos llegado a París “ville de l amour” hacia una eternidad que no visitábamos esta ciudad francesa. La guerra por el control del Opio en China nos había sumido en otro de nuestros momentos de masacre, sangre y terror en el que vivíamos francamente cómodos.
Habíamos decidido tomarnos unas “vacaciones” para disfrutar del dinero ganado, así como ver como se encontraban nuestras posesiones en la ciudad francesa que según las informaciones de los capataces que nos trabajaban la finca daban muy buenos resultados.

Aquella noche nos engalanamos para la ocasión y decidimos como no, visitar el burdel de la ciudad, muchos dirán que nada como una presentación en la alta aristocracia para volver a darse a conocer y cerrar tratos, mas yo creo que si quieres realmente ver que se cuece en la ciudad, primero has de acudir al lugar donde los hombres se bajan los pantalones y luego seguramente ya podremos hablar de negocios de igual a igual.
Eso por no contar que mi hermano tenia ganas de celebrar por todo lo alto nuestra entrada a Paris y divertirse un poco con las cortesanas siempre era de agradecer.

No tardamos en encontrar el burdel mas selecto, en la calle central, frente a una taberna que desprendía un fuerte olor a whisky barato.
Nos adentramos en el lugar de rojos tonos y mujeres semidesnudas admirando la calidad del material.
Si algo era cierto es que daba igual si su color era oscuro como el ébano o amarillento como las damas de allí de donde veníamos, todas tenían algo en común, que entre sus piernas tenían el arma capaz de derrumbar a un hombre, de provocar guerras y de mover montañas. Por suerte mi hermano y yo conocíamos bien a las mujeres, eran víboras traicioneras, solo servían para pasar un rato, mas pobre del desgraciado que esperara algo mas, pues la traición estaba escrita en su piel desde tiempos inmemoriales.

Tomamos asiento en un sofá de raso rojo, pronto nos sirvieron unas cervezas oscuras con gran cantidad de espuma, entre risas observamos a la dama contonearse al dejarlas en la mesa y pronto nos indico que un para de compañeras vendrían a amenizarnos la noche.
Lo bueno de estos lugares es que todos teníamos claros los roles, al sexo se le llamaba por su nombre y no se le confundía con aquel sentimiento que una vez conocí y que no estaba dispuesto a volver a sentir.

Tras nuestra entrada por todo lo alto a la ciudad francesa la noche anterior, habíamos decidido ir a divertirnos un poco, es lo que tocaba, el viaje había sido duro y carente de emociones y una mujer a la que montar era diversión asegurada y si se podían contar por pares, la diversión era a raudales.
Ladeé la sonrisa agarrando a mi hermano por el cuello mientras nos adentrábamos en aquel antro de perdición que por una noche al menos nos serviría para saciar nuestros mas bajos instintos y porque no, de paso alimentarnos de la entrepierna de alguna joven y bella doncella.

Tomamos asiento en un sofá rojo que hacia un semi circulo frente a una mesa baja de madera oscurecida y bastante rallada del uso.
Allí nos sirvieron unas cervezas negras, frías, espesas y cargadas de espuma. La llevé a mis labios mientras la posadera nos prometía un par de mujeres para saciar las penas.
-¿solo dos? -pregunté con aire divertido -hazlas pasearse frente a nosotros mi hermano es muy sibarita -apunte entre risas golpeando su jarra con la mía mientras el contenido se esparcía ligeramente.

Ambos empezamos a beber rememorando las distintas hazañas que el paso de los siglos nos habían otorgado. Como pedí, las mujeres desfilaban frente a nuestros ojos, rubias, morenas pelirrojas, todas estaban buenas.
Dos tomaron asiento junto a nosotros decididas a complacernos en todo. Las jarras se amontonaban sobre la madera mientras nuestros cuerpos empezaban a perderse en esas mujeres que ahora nos motivaban con sus labios y movimientos de caderas mas de la cuenta.

Mi mano se alargó al ver pasar por mi lado una rubia, había estado observarnos desde la distancia un buen rato.
Sus pupilas estaban dilatadas, algo que indicaba lo mucho que le excitaban nuestros actos.
-Rubia, por que no te unes a la fiesta conmigo y mi hermano.
Viggo alzo la cabeza que tenia sumergida en el cuello de la pelirroja para mirar a nuestra nueva adquisición.
-Quédate, divirtamosnos -susurro tomándola de la cintura y sentándola sobre su regazo.

Le di un azote a la morena de bucles que caían sobre su espalda para que fuera a pedir mas bebida para la mesa, otras jarras y una botella de whisky que fuera caldeando el ambiente mas de lo que ya estaba.
La morena se perdió en mis labios antes de obedecer mi petición, al parecer la fiesta acababa de empezar.

Hacía escasos días que cruzó el portal hasta la Paris de 1806. Debía tener cuidado, el parecido con su madre era más que evidente. Un calco del demonio, Valeria Cavey. Físicamente como su madre pero su carácter era indudablemente el de una verdadera vikinga. No podía decir que se parecía en eso a su padre, él tenía sentimientos y era muy diferente a ella, como toda su familia. Niels, su hermano pequeño, se encontraba en el mismo lugar para… en realidad le daba igual porqué , si no nacía tampoco es que le echase de menos precisamente, ni a él ni a nadie… ¿cómo apreciar y echar de menos a personas que deciden tu destino?

No contentos con ser la especial de la familia, tenía que cumplir los deseos de su padre en que contrajese matrimonio con según él “un buen hombre”.¿Para qué quería un buen hombre? No consumiría jamás el matrimonio, no sería una mujer como cualquier otra…solo una especie de “trofeo”. Era un hecho de que su belleza era capaz de volver loco a cualquiera pero la belleza y su forma de ser dejaban mucho que desear.

Siempre vestía de colores llamativos , cálidos y atrayentes. Esa noche no iba a ser discreta, no lo pretendía. Color borgoña, como la sangre…ironías de la vida. Labios maquillados del mismo tono, acaparaban la atención sin proponérselo. Dama elegante, hermosa y sola… en un lugar como ese daba mucho que hablar y preguntar ¿qué hacía ella allí? solo pidió una copa de doble whisky, con mucho hielo y se sentó en uno de los sillones más alzados, para apreciar lo que ocurría en la sala.

Una sonrisa se formó en sus labios al ver que poco a poco, el lugar se iba llenando de gente. Chicas entre sí, hombres al igual…tríos y luego vino el desfile especial de chicas de todas clases. Se le hizo curioso ¿quiénes eran tan importantes para disponerlas de esa manera? Tomar la que quisiesen. Se llevó la copa a los labios, dando un largo trago y dejar escapar un suspiro. No perdía atención de lo que ocurría no muy lejos de su asiento. Estaban dispuestos a pasarlo bien, por todo lo alto con quien quisiese…como algo normal y ella sin embargo…

Se levantó de su asiento para acercarse a los dos hombres, debía admitir eran atractivos… podían valerle para algo o utilizarlos para que hiciesen lo que les pidiese, idea que sopesó. Era poderosa, podía manejar a seres de otras especies y ellos no eran humanos, pudo leerlo en sus auras. Rió por el atrevimiento de aquel hombre. Orbes esmeralda que se clavaron en ambos alternativamente. No hizo ni dijo nada… solo se quedó mirándolos como si nada más existiese.

-Sí, divirtámonos -acercó a uno de los hermanos por la nuca, hacia sí, antes de que sus labios colisionasen, susurró un par de palabras y acto seguido las chicas , se levantaron y se marcharon por donde habían venido, obra suya…ahora solo estaban los tres y seguro no iba a tener muy buena acogida -No les gusta la competencia -rió por lo bajo, acomodándose en el regazo y sonreír de una manera muy diferente a su aspecto angelical -Vuelve a azotarme y te juro que todas las cervezas que te has bebido, volverás a beberlas pero con jarra incluída. No vuelvas a tocarme -desafiante, lo miró fijamente a los ojos, verde contra verde…verde contra azul.

La rubia se dejo acomodar en mi regazo, ladeé la sonrisa cuando esta pareció aceptar de buen grado nuestra compañía, observé sus esmeraldas, así como sus ropas por donde deslicé mis dedos desabrochando algún botón que otro para que me mostrara sus turgentes pechos.
-Vas muy tapada para ser una ramera -bromeé contra sus labios antes de que su boca colisionara salvaje con la mía.

Mi aliento impacto contra sus labios, lento, analicé a aquella mujer que bien sabia no era humana, pues su aura la delataba como posiblemente hacia la mía.
Contra ellos susurró unas palabras y las mujeres que habían con nosotros salieron despavoridas, algo que me hizo reír a carcajadas contra su boca acogiendo ahora sus nuevas palabras.
-hechicera ¿verdad? -susurré mientras nuestra nariz se rozaba y nuestra entrecortada respiración chocaba con violencia.

Miré a mi hermano que no entendía que había pasado para que las preciosas cortesanas nos dejaran a medias.
-La rubia, que parece no querer competencia -le dije entre risas mientras este apuraba la jarra ligeramente molesto.
Nos habíamos quedado con una fémina para dos, no era la idea, pero...algo me decía que seria excitante la noche que nos esperaba a los tres.

La joven se giró para amenazar a mi hermano, sus ojos se tornaron fuego, no sabia la hechicera el peligro que corría si osaba joderlo mas de la cuenta, no era precisamente un hombre calmo, mas bien todo lo contrario.
Tiró como respuesta de sus dorados cabellos para ahora él perderse en sus labios, su lengua atravesó el carmín rojo, mientras yo surcaba su esbelto cuello sintiendo la sangre correr desaforada por su yugular.
Mis colmillos crecieron, rozando su tez, dibujando su vena sin disimular mi naturaleza.
-¿quieres una copa? -susurré contra su piel antes de tomar la botella de whisky y esparcirla por encima de sus pechos hundiendo allí mi cabeza para beber de la copa de su cuerpo.

Un gruñido escapó de mis labios recorriendo el sendero que moría entre las dos montañas endurecidas ahora por la pura excitación.
Mis manos se perdieron por su pierna, ascendiendo ligeramente y elevando la tela de su falda al paso que mis dedos se perdían en la cara interna de su muslo.

Miré atónito como las cortesanas nos abandonaban, enarque una ceja alzando las manos mientras las miraba.
-¿que diablos habíamos hecho? Si aun no habíamos empezado a divertirnos.
Fue entonces cuando mi hermano entre risas me dio la respuesta, al parecer nos habíamos trasformado en la presa de la rubia hechicera.
Fruncí el ceño, no se me daba bien ser el cazado, y menos cuando de los labios de esa mujer salio un desafió que solo mostraba la desfachatez de una mujer que no me duraría ni medio asalto a decir verdad.

Mi respuesta un tirón de su dorado pelo, su boca impactó contra la mía, mi lengua se deslizo entre el rojo carmín de sus labios dejando que mi lengua jugara tempestuosa contra su drakkar dispuesto ha hacerlo naufragar.
Mi hermano parecía entretenido en otra parte de la anatomía de esa mujer, esto solo era el principio y nosotros lo sabíamos bien.
-No sabes donde te has metido mujer -susurré contra su boca -mas te vale tener la capacidad de saciarnos a ambos ya que nos has dejado sin fulanas con las que desfogarnos.

Mi voz sonaba ronca, mas ocn ese deje desafiante que me caracterizaba, ese que no iba de farol, le arrancaría la cabeza si al final de la noche mi hermano y yo pasábamos hambre.
Antes de jugar con fuego hay que estar seguro de querer arder en el infierno y esa mujer con sus ojos verdes fingía ser el demonio, esperaba que se convirtiera en él, pues de no hacerlo las llamas la devorarían y antes de salir el sol solo quedaría de ella un bonito cadáver que enterrar por sus familiares.

Volví a saborear su boca, antes de verter sobre ella parte del contenido de mi vaso de whisky
-bebe preciosa, lo vas a necesitar -susurre relamiendo el liquido amarillento que resbalaba por sus labios.
Me separé un instante para ahora yo dar un trago directamente de la botella, relamiendome los labios después mientras contemplaba como mi hermano disfrutaba de la hechicera.

QuiLo que ninguno de los dos esperaría era que la palabra “ramera” se le quedaba corta. Dejó hacer al atractivo vampiro de ojos azules, si pensaba que ese término le afectase o enfadase, se equivocaba. Podía ser mejor que cualquier mujerzuela que trabajaba en el burdel pero inevitablemente era especial en muchos sentidos. Su belleza no solo eclipsó a aquellos dos hombres que cruzaron la puerta del burdel esperando saciar su sed, las ganas y el deseo que corría por sus venas. ¿Una , dos, tres… mujeres? Ella sola podía aplacar todas sus necesidades, ella no era ni como cualquier ramera, ni como ninguna mujer de esa época… era capaz de cualquier cosa.

Beso que supo al mismo fuego. Lengua viperina que arrasaba la boca del vampiro, sin dejar de mirarle a los ojos, desafiante… el beso lo alargó mezcla de deseo e ímpetu, ninguno de los tres estaba allí por casualidad pues para la joven, las casualidades no existían. Rió contra los labios del vampiro, buscando tentarle con los labios…inclinarse a los ajenos y probarlos de la forma mas pecaminosa. Su lengua serpenteaba contra la de su acompañante, mordisco en su labio inferior, tirando de éste hasta hacerle sangrar. Gotas carmesí que recogió con la punta de la lengua y saboreó como si fuese el manjar más exquisito.

El jugo se tornaba interesante a la par de excitante, aquel ser de la noche no parecía tomarse en serio su amenaza…error. Un grave error por su parte. La risa del diablo podía asemejarse a la de aquel ángel con labios carmesís. Era preciosa, hermosa como una rosa roja aterciopelada, tan delicada en aspecto pero no en carácter ya que rugió, cerrando las piernas y atrapar la juguetona mano ajena. Susurró un par de palabras con una sonrisa, hielo. La mano ya de por sí fría, él podía sentir como se congelaba.

-No. Una copa no. Quiero una botella. -murmuró apoyando la frente en la suya, sonriendo contra su boca e inclinarse a tomarlos pero en el último segundo, retraerse seguido de otra risa. Jugaba con fuego, el elemento en el que se sentía más cómoda , la reina absoluta del mismo infierno… pues su madre era una sombra a su lado. Su mente divaga, en cómo torturarle de todas las maneras posibles e impensables. Rugió, los dos se habían metido en la boca del lobo, de ella solo tendrían eso…ahora era su turno.

Ojos verde esmeralda, clavados en unos muy parecidos. Rió cerrando con fuerza los ojos y al abrirlos, ojos de fuego… rayos de sol que no solo cegarían al vampiro, la apartaría de él. la risa inundó el lugar. Se levantó muy despacio, colocándose bien la ropa. No, no era cualquier hechicera, controlaba muy bien sus poderes y sabía perfectamente como contraatacar a los dos hermanos, esos que creían tenían poder absoluto. Le habían  desafiado, jugado con algo que no debían… el placer, el deseo…algo inalcanzable para ella.

-Por mucho que me intentéis hacer enloquecer, o lograr que termine pidiendo más..sería imposible. Yo no siento nada. -le arrebató la botella, dando un largo trago y dejar que el líquido terminase resbalando por sus labios carnosos, su barbilla hasta morir alguna que otra gota en su cuello -No teneis ni idea de quien soy y tampoco pretendo que lo sepáis. No volváis a tocarme, solo buscaba observaros… como os conformáis con tan poco… Yo podría dároslo todo, a ti …y a tu hermano pero ¿por qué no mejor poder que placer? Sois fuertes, puedo leerlo en cada herida cicatrizada y abierta de vuestra piel. Llamaré a vuestras fulanas si quereis pero… ¿no es más divertido un reto? Porque os reto ¿podreis causar en mí algún tipo de…eso que llamais enloquecer, placer, deseo, pasión, ganas de más? no sois los primeros que lo intentan… así que pensad la respuesta. Placer , poder… ambas . Y no, no podreis entrar en mí...es la única condición. ¿Aceptais? o...podeis seguir con vuestra aburrida noche en la que esas fulanas os complacen, sin más... pero necesitareis más ¿cierto?-dio un largo suspiro, esperando respuesta, no tenía paciencia…ninguna.


¿Quién podría resistirse?

La rubia parecía salir del mismo Hell, no dudó en tentarnos con sus labios viperinos, mas al final fue en hielo y no en fuego en lo que convirtió mi mano, ojos rojos que centellearon, un hechizo que nos repulso a ambos de su cuerpo dejándola así alzarse para interponer peligrosa distancia de nuestros cuerpos.

Enarqué una ceja odiaba que una fémina por muy hechicera que fuera se saliera con la suya, mas yo mejor que nadie conocía el poder de esos seres hace siglos estuve unido en matrimonio con una, la felicidad golpeo mi puerta en forma de un hijo. Odin me bendijo con un varón fuerte que jamas sustenté entre mis brazos por culpa de la maldita profetisa y sus profecías que si bien eran ciertas no me dieron opción a redención solo al castigo que me trasformo si es que no lo era ya en el monstruo que hoy soy.

Ladeé la sonrisa con mis ojos centelleando fuego, mi hermano parecía beber divertido por la situación, como si no se diera cuenta del peligro que entrañaba una doncella como esa. Conocía el porque de sus palabras, puede que creyera que lo sabia todo y puede que en parte así fuera mas yo había vivido una eternidad ¿creía que era un novato en el arte de amar?
-Eres una oráculo, no una mera hechicera de ahí que no pueda penetrarte pues perderías tu preciado don o mejor dicho tu maldición, conozco lo que entraña ese poder ancestral que pasa de generación en generación y te convierte en el juguete de un hombre que jamas queda saciado y que ha de buscar en otras piernas lo que tu nunca podrás darnos.
¿Quieres jugar? Juguemos, mas la apuesta a de estar equilibrada, si entre mi hermano y yo logramos excitarte lo suficiente como para hacerte jadear una sola vez de placer y no de dolor dejaras que te montemos los dos antes de que salga el sol, si por ende fallamos en nuestro cometido...elige lo que quieres de nosotros y te lo daremos sin rechistar.

Mis ojos se perdieron en sus esmeraldas, la oferta estaba hecha, ahora era cosa suya el aceptarla o por ende volver a su sillón a hacer de voyaguer conmigo y con mi hermano otra vez, a fin de cuentas nosotros acabaríamos sepultados entre distintas piernas, era ella la que necesitaba emociones fuertes, esas que solo los inmortales como nosotros podíamos darle.

La doncella parecía decidida a jugar con los dos, había pasado de mirar la escena a participar como actriz principal en ella.
No pude evitar echarme a reír frente a la desfachatez de su propuesta, reía contra el vidrio de la botella tirando la espalda hacia atrás dejando a mi hermano negociar.
Conocía la debilidad de este por las mujeres complicadas y esta olía a la legua que era justo eso, un potro salvaje que domar y encima de los que no te dejan montar.

Me limpie el liquido que resbalaba por mi boca con la manga mientras miraba fijamente a la dama que parecía meditar la propuesta de mi hermano ¿había dicho oráculo?  a mi se me ocurría algo mejor que montarla aquella noche, al menos, algo mas practico.
-No, montarte no, trabajaras para nosotros, digo trabajar por llamarlo de algún modo, seras nuestra esclava, veras el futuro para nosotros.

Desvié mi mirada hacia mi hermano que parecía dispuesto a protestar y negarse en rotundo a mi propuesta, conocía sus motivos, no quería tener nada que ver con oráculos o mujeres de esta calaña mas yo veía las ventajas de todo aquello.
-Piénsalo hermano, nos dedicamos al arte de la guerra y con la magia a nuestro favor, con ese don premonitorio no habría quien pudiera con nosotros.

Ladeé la sonrisa cuando este volvió a negar con la cabeza, mas poco me importo, sabia que finalmente entraría en razón, estábamos los dos demasiado borrachos como para discutir ahora los términos del contrato.
-Nos llevaremos una fulana a nuestro castillo y cuando esta jadee y la hayamos dejado saciada pero sin ser penetrada nos desquitaremos con la otra mujer hasta quedar saciados ambos -le aseguré a mi hermano poniendo mi mano en su hombro mientras seguía gruñendo por lo bajo.
-¿entonce? ..¿hay trato? ¿que nos pedirás a nosotros?
Una pregunta tonta pues era obvio que lo teníamos ganado.

Enarqué una ceja esperando que la dama nos diera una respuesta mientras tomaba de nuevo la botella para llevarla a mis labios y después se la tendía a mi hermano que seguía maldiciéndome entre dientes.

Ninguno de los tres era consciente de lo que cambiarían su existencia después de aquel encuentro. Sin buscarlo, se habían enredado entre sí , cadena invisible con la que se habían condenado. Lo que no esperó fue que uno de los hermanos, supiese de su condición. No, no era una mera hechicera. En el caso de ser tan solo una simple bruja, todo sería más fácil. “Oráculo”, oírle decir esa palabra, sus orbes se clavaron en él como si nada más existiese, ni siquiera su hermano.

Una sonrisa se dibujó en sus labios carmesís como la misma sangre, una deliciosa que corría por sus venas. Prefería no ir con secretos, ocultar su naturaleza sería en el futuro un problema, mejor exponer las cartas sobre la mesa, hacer la jugada perfecta y no, no rendirse jamás. No aceptaba cualquier trato, para ella las palabras se las llevaba el viento. Si pactaban , lo harían a su modo, magia. Un pacto que los uniría para siempre, con condiciones a la par que consecuencias. No era tan simple, perder o ganar…si no mucho más. al pronto, parecía que simplemente jugaban al tentador juego del sexo sin medida, sin promesas…solo una relación de amantes casuales, se encontrasen una noche. Eso serían si ella fuese como cualquier mujer, cualquier otra hechicera.

-Solo oigo sandeces varias y estupideces…-chasqueó la lengua a la par que entornaba los ojos, no pedía exclusividad… ni siquiera la atención de los dos hombres. En su mente , tejía un plan mucho más interesante del que ellos nombraban -Hablais demasiado y nada interesante. Mi magia es mucho más poderosa, podría tener a quien quisiera sin tener que llegar… al final pero necesito…. Algo diferente. Sois dos hombres capaces de proteger a una bruja insignificante del mal del mundo ¿no es así? no os ofrezco mi cuerpo, podeis tomar el de todas esas… no tienen comparación con el mío pero bueno, al menos os sirve para un rato -desde luego el ego lo tenía bien subido y no solo eso, les estaba ofreciendo algo más serio… más interesante que un rato de placer.

- Os ofrezco poder, no soy cualquier brujita novata… ni una adorada oráculo, vengo de un linaje muy cotizado y venerado allá de donde vengo. Es simple. Necesito un esposo. Uno de los dos me sirve, me da igual quien… os beneficiaría a ambos si aceptais y si no pues vosotros mismos. -se sentó en el sofá color borgoña, terminando por tumbarse de medio lado, mirándolos fijamente… una de sus pequeñas y frágiles manos… se deslizó por su cintura, dibujándola… hasta acariciar con el índice la cara exterior de su pierna -Busco eso, lo de que consigáis que jadee será divertido, solo teneis que probar pero cuidado… no hagáis que me enfade y perder el tiempo

Cerró los ojos, esperando cualquier cosa… no les había ofrecido un simple trato… los tres tenían mucho que ganar, poco que perder. A la tenue luz , su imagen era simplemente hechizante. No solo era hermosa, su estatura superaba a las mujeres de esa época, curvas bien definidas, el rostro de un ángel, mirada del mismo demonio…

La bruja era osada, su ladeada sonrisa la hacia parecer una mujer peligrosa, mas como ellas me había encontrado miles, todas presumían de lo mismo ,ser únicas, mas si lago sabia de las mujeres y de las brujas en concreto es que ansiaban lo mismo, poder, un hombre para esclavizar entre sus piernas y perpetuar su linaje.

Hundí mis ojos en los ajenos al decir que solo decíamos sandeces, contra el vidrio de mi copa no pude evitar echarme un par de carcajadas.
-Creía que era el alcohol lo que producía este efecto en mi de buen humor, mas no, es el hecho de haber encontrado un bufón en la corte de los milagros.

Mi hermano me dio un codazo, parecía querer acabar de escuchar a la dama y su proposición, estaba claro que la nuestra no le valía.
Me encogí de hombros ante la tortura de escuchar a aquella mujer y con cierta desgana me recliné sobre el respaldo del sofá apurando mi copa mientras mis azules se perdían en esa mujer endemoniada por encima del cristal.

Acabada la propuesta no supe si reír o llorar, creo que hice ambas cosas, pues las carcajadas fueron sonadas y las lagrimas se escurrían por mis ojos pues el ataque de risa era demencial.
¿Casarnos con ella? Esa mujer estaba loca, yo ya había estado casado, con una oráculo de echo y conocía el trágico final de esos cuentos de hadas y princesas encantada.

Mi hermano por el contrario parecía meditar la jugada, mi rostro se tensó y esta vez me dirigí a él con un gesto demoledor.
-Ni lo pienses hermano, nos va bien así, tu y yo, te juro que si la metes en esta ecuación nos destruirá a los dos. Ese es el poder de las mujeres, te esta tentando el demonio y tu estas tan ciego de poder que no lo ves.
No contraeré matrimonio con la bruja, es mas, ni siquiera la tocaré -dije con autentico desprecio desviando ahora mis ojos hacia ella.
-la respuesta es no -apunté con rotundidad.

La mano de mi hermano en mi hombro me hizo detenerme, pues ya estaba poniéndome en pie para acompañarla sutilmente a la salida, me molestaba su presencia, una cosa era pasar una noche divertida haciéndola gemir  otra cargar con esa mujer de por vida.

Los modales de la dama eran ciertamente divertidos, diría que incluso sexualmente atrayentes, decía que hablábamos de sandeces y a decir verdad ¿que podía esperar de dos hombres ebrios en un burdel? ¿una declaración de intenciones quizás?
No pude evitar sonreír frente a los impulsos asesinos de mi hermano, mas un codazo fue suficiente para que al menos por esta vez la dejara continuar, no teníamos nada que perder por oír a la serpiente sisear.

Los siguiente que digo parecía algo bastante demencial, ¿casarnos? No eramos hombres de férreos compromisos y menos de devociones extremas, claro que no pedía fidelidad si no protección y eso si se lo podíamos otorgar, a cambio nos ofrecía poder.
No veía por ningún lado el mal negocio, claro que mi hermano tenia una historia pasada a la que aferrarse y la idea de que fuera una “oráculo” ya para él la sentenciaba a muerte.

Vi como respondía por los dos mientras apuraba la copa nitre mis labios, se dirigió a mi habiéndome como un predicador, no veía el peligro en esa mujer, por contra si las ventajas que de ella podríamos sacar.
Podía tomarlo como llevar una mascota a nuestras fiestas pues si mal no estaba entendiendo, seria algo así como una dama de compañía a la que cuidar y que nos permitiría perdernos en otros cuerpos sin preguntar.

Mi hermano se ponía en pie decidido, cuando mi mano aferró su hombro pidiéndole calma, haríamos lo lógico en estos casos echárnoslo a suertes ,la moneda decidirá primero si el pacto saldría o no a flote, pues el votaba no y yo si.
-¿cara o cruz hermano?
Su cara de incredibilidad era hasta divertida, mas ese era nuestro trato y debía ser respetado, la moneda había decidido grandes cosas en nuestra vida y hasta ahora lo había hecho con cierto tino.
-Cara, respondió sin ganas.

La moneda voló por le aire y al ser atrapada y depositada sobre el dorso de mi mano, la respuesta fue cruz.
El pacto quedaba aceptado.
-Bienvenida a la familia -bromeé con cierta diversión.
Le lancé la moneda para que ahora ella decidiera cual de los dos seria al desafortunado marido.
-Elige o lánzala si te es indiferente..cumpliremos tu o su voluntad, que mas da solo sera un papel firmado, nada mas.

Aquel insensato no paraba de desafiarla con sus orbes azules como el mismo cielo a lo que ella respondía del mismo modo. Miradas desafiantes entre ambos , silencios que terminaban desprestigiándola y humillándola llamádole bufón. No gozaba de paciencia alguna pero menos en ese momento, ese hombre se estaba encargando de condenarla a terminar por unos segundos con su límite de la paciencia. Bufó, gruñendo por lo bajo, advirtiéndole que no iba por buen camino. Si no aceptaba, mejor. era insoportable, ese maldito vampiro con aires de grandeza no dejaba de desafiarla y en ese juego, siempre ganaba.

-Y yo creía que el alcohol volvía idiotas a los hombres sobre todo, ah no… no estás borracho, tú ya lo llevas de serie. O espera…¿Acaso acabas de hacer algún chiste? ¿quién es el bufón? Está claro que no solo eres el hazme reír, el hermano gracioso…el segundón ¿le pides también permiso a tu hermanito para hacer pipí? Oh qué bonito -entornó sus esmeraldas, cansada de aquel hombre que no hacía otra cosa nada más que decir memeces y tonterías.

Lo que les proponía no era cualquier cosa, si acepaba uno de ellos, podían tener todo lo que deseasen… no solo descendía de una de las familias más importantes de Paris, por parte paterna era aún mucho más apetecible. El don de oráculo , un don que nadie le preguntó si lo deseaba. Marcada de por vida, jamás podría conocer el placer que experimentaría una mujer en el terreno del sexo. Había jugado, sería una completa ignorante si no lo hubiese hecho pero siempre se quedaba incompleta. A sus pensamientos, recorrió en silencio a ambos con la mirada, mordiéndose ligeramente el labio inferior , pasándose la lengua por éste y reír por lo bajo. Estaba claro que quien tenía la voz cantante era el moreno de ojos verdes, se le antojó atractivo, ambos lo eran pero éste al menos entraba en “razones”.

-Perfecto -murmuró sin perder la vista de la moneda alzarse en el aire -¿Tu futuro lo decide una moneda? Curioso, mucho…el mío está escrito. Si alguno de los dos acepta, tendrá la suerte de no tener ni tan siquiera que mirarme…con que me protejáis las espaldas es suficiente. Tengo mucho que aguardar. - moneda en la palma , hizo ademán de lanzarla pero a medio camino se detuvo… cerrando la mano en un puño y reír de lo más divertida. acababa de decidir quien sería su gallardo prometido.

-Te elijo a ti -sus orbes se clavaron en Viggo, sonrisa divertida, mirada lasciva, provocadora y tentadora…no se soportaban y dudaba que tuviesen puntos en común de cualquier cosa -Será divertido, mucho. Te detesto y tú a mí. Funcionará -le lanzó la moneda al que acababa de convertirse en su prometido…dudaba que aceptase -Oh vamos. ¿Qué puede salir mal? ¿qué en nuestra noche de bodas te clave una estaca en el corazón? Tu hermano es inteligente, dudo que se te pegue algo suyo y… puedes llamarme Valeska. Tendrás que saber el nombre de tu mujercita -movió las cejas, clavando sus ojos en el moreno, riendo por lo bajo.

.¿Y bien? no sé como se hace esto… supongo que tengo que dejarme hacer ¿no es cierto? Pues… -se acercó a ambos, sentándose entre medias de los dos hermanos… la suerte estaba echada ¿cara o cruz?

Enarqué una ceja ante las absurdas palabras de la dama, al parecer su único poder lo tenia entre las piernas y era incapaz de usarlo, porque desde luego la lengua y las mordaces palabras no eran su fuerte.
Le dedique una sonrisa fingida mostrandole lo poco o nada que me importaban sus palabras y el desafió implícito que dibujaba frente a mis ojos con cada una de ellas.
Para finalizar alcé la copa de whisky para darle un buen trago relamiendome los labios.
-En algo te equivocas, si estoy borracho -aseguré riendo contra el vidrio mientras mis azules se clavaban por encima de este en sus esmeraldas.

La dama tomó la moneda, al parecer ella y mi hermano habían hecho buenas migas, algo que celebre con jubilo mientras seguía preso del alcohol que al menos mejoraba la fatídica noche que esa mujer me estaba haciendo pasar.
-Ya que parece que ambos habláis el mismo idioma ¿por que no os dejáis de monedas y os casáis,?yo puedo brindar por vosotros y celebrarlo con un par de putas ¿que os parece?

“Te elijo a ti” ¿perdona? Separé el vidrio de mis labios con cara de pocos amigos ¿que mierdas se había creído la mujer esa? Yo no estaba de acuerdo en esto, ya me parecía mala idea que la moneda eligiera mas esto ya era demasiado, lo había hecho solo por joderme, era evidente que de nosotros dos yo era el mas reacio a convertirla en mi esposa, ya había estado casado con una oráculo y sabia el infierno que suponía este maldito echo.
-¡No! -rugí mientras mi hermano se descojonaba en el asiento de al lado, feliz de haberse librado de esa maldita fémina que sin comerlo ni beberlo se había convertido en mi prometida.

Me lanzó la moneda de nuevo desafiándome con cada gesto, mi mirada se torno fuego, colmillos que rozaron mi lengua llenándola de ponzoña.
-¿y que impedirá que te mate antes de que llegue nuestra noche de bodas? -repliqué desafiante.
La rubia se sentó entre ambos, parecía dispuesta a encontrar un placer que bien sabia no podría concluir, ladeé la sonrisa pensando lo frustrarte que aquello resultaria y entonces se me ocurrió una idea.
-Valeska, ya que vamos a desposarnos, que mejor que pasar una noche solos para conocernos mejor, podemos beber, darnos un baño, follar... ah no que no puedes..bueno para acabar la noche me subiré a una fulana eso si el resto juro ante los dioses que nos unirán que lo haré contigo.

Estaba seguro que tras una noche conmigo correría a los brazos de mi hermano como una pobre niña asustada, solo era cuestión de tiempo que esa elección cambiara y fuera yo libre de desposarme con esa arpía a la que detestaba.

No pude evitar echarme a reír con todas mis fuerzas al escuchar como la mujer desafiaba a mi hermano con cada palabra.
Estaban sentenciados a complicarse la vida, solo que parecían estar ciegos y eran incapaces de verlo.
Ladeé la sonrisa esperando que la mujer lanzara la moneda para saber a quien deparaba la suerte tan bello botín, sin duda puede que no pudiera tomarla hasta el final, mas ella no ponía problemas en que acabara la fiesta en el lecho de otras.
No podía imaginar todo lo que íbamos a conseguir teniendo a esa bruja de nuestro lado, ella necesitaba protección y nosotros eramos dos guerreros que con su don conseguiríamos no solo nuevos territorios y riquezas, si no mas prestigio.

La mujer ni siquiera lanzó la moneda, como elección mi hermano, alegando que como se detestaban la cosa saldría bien. Enarqué una ceja antes de volver a reírme sin poder evitarlo, quizás era porque el alcohol hacia mella o porque esa mujer me parecía de lo mas interesante, mas cuando esta se sentó entre ambos tomé su mentón para que me miraran esas esmeraldas que parecían brillar con gran intensidad.

Mi hermano le proponía una noche, una en la que posiblemente la haría enfadar y yo perdería el mejor negocio que se había presentado frente a nuestros ojos en mucho tiempo.
-A mi hermano le ciega el pasado, no puede ver con claridad, mas yo lo veo claro -susurré contra su boca -pasa conmigo la noche y déjale que celebre vuestra inminente boda entre las piernas de otras mujeres, yo te saciaré -aseguré convencido de que así seria.

Mi hermano tiró de su mano subiéndola a su regazo y yo lo miré desafiante.
-La dama elige ¿no crees Viggo?
-Ya lo ha hecho hermano -respondió él.
Los ojos de ambos centellearon en un fuego intenso, posiblemente ambos teníamos motivos para querer pasar parte de nuestra noche con ella y aunque ninguno acabaría saciado con esa mujer, el botín era lo suficientemente interesante para querer tomarlo.
-Dinos Valeska ¿con quien pasaras la noche?

Le daba igual quien de los dos aceptase, o eligiese… para lo que iban a servirle. Pero inevitable que aquel irritante hombre de ojos azules, le resultase de lo más interesante y divertido, ambos chocaban y con el que parecía ser el mayor, simplemente “se llevaban”. Esperó la reacción y como era de esperar, se negó en rotundo pero ¿Acaso tenía opción? todo aquel que desea algo tiene que apostar y los tres, podían ganar mucho y ¿perder? No les pedía fidelidad, solo firmar un simple papel donde apareciesen como casados.

Por un momento, se imaginó la reacción de su padre. Si se acabase enterando de que no solo viajó al pasado, si no que encima le desobedeció casándose con quien le dio la ganas… seguramente terminaría acabando con su paciencia. Tal como su madre, siempre hacía lo que le venía en gana y todo por no querer contraer matrimonio con aquel brujo baboso que poco le importaba su poder y tan amigo de sus padres. ¿Y ella? ¿Acaso le preguntaron? Su madre alegaba que la cuidaría y sería feliz a su lado pero acaso… ¿ella era quien para saberlo? sus padres se casaron por amor pero eso no parecía quererlo para sus hijas, solo por poder… utilizarla como una moneda de cambio a la cual soltar en cuanto le fuese ocasión.

-¿Impedirte? Puedes intentar matarme, quizás te quedes sin tu aclamada polla ¡ah que las señoritas no dicen eso! por lo visto, yo no soy ninguna señorita… bueno, sí…cuando hay que serlo pero me gusta más… luchar a capa y espada. -sonrió, sonrisa que se evaporó cuando ese maldito hombre seguía echando leña al fuego -Me importa muy poco a quien te folles mientras estés lejos de mí -rugió las palabras, como el mismo diablo, ese hombre sacaba lo peor de ella.

Entre los dos parecía ser imposible un par de palabras normales, se desafiaban y parecía luchar a cada segundo. Sin embargo, en cuanto esas orbes verdes se clavaron en ella y esa proposición…su sonrisa se ensanchó, mordiéndose los labios…parecía estar dispuesta a cedr pero antes de que tan siquiera le rozase…apoyó el índice sobre los labios del vampiro, dedicándole una breve caricia.

-Estás muy seguro de que me saciarás pero ¿estás seguro? -gruñó cuando le apartó del moreno, sus orbes se clavaron en Viggo… llameaba de rabia. Detestaba que se tomasen ciertas libertades como si fuese una vulgar mujerzuela. Susurró unas palabras, orbes clavadas en él como si nada más existiese ni siquiera su hermano. Las manos del vampiro quedaron alzadas, apoyadas a cada lado de la cabeza del vampiro -Sí, he elegido pero no a ti. ¿No ibas a follarte a otras? Estás tardando. El trato no implica que me toques… -su mano fina pero firme, rodeó el cuello del vampiro…buscando las orbes verdes del otro hermano.

-No soy vuestra fulana, así que menos libertades…y tú -rió maliciosa contra los labios del que sería su marido -Te casas conmigo pero solo eso, no quiero ni tan siquiera lo intentes. ¿Por qué iba a elegirte a ti? Eres el ser inmundo más insufrible, insoportable, egocéntrico, prepotente que he conocido en mi vida. Y exactamente. He elegido, y ¿adivina a quien? -giró el rostro, mirando intensamente a Uhtred, sonriendo ampliamente … el juego acababa de empezar.

Esa rubia estaba logrando lo que quería, enfrentarnos. En tan solo una hora de conversación ya había conseguido su mayor objetivo hacernos discutir por un agujero donde ninguno de los dos podría calentarse.
Vale que era preciosa, también tenia carácter y una afilada lengua por no hablar de esas esmeraldas que parecían hundirse de un modo tan despiadado que era imposible no excitarse con ellas.
Pero yo mejor que nadie conocía los peligros que ese tipo de mujeres portaban en su interior y no estaba dispuesto a dejar que nos enredara en su maldito juego a los dos.

Había tejido su maraña y mi hermano parecía haber caído como un idiota, le había prometido placer, tomé el vaso tras notar sus labios rozar los míos y me limpie su sabor en alcohol al ver que hacia lo propio con los de mi hermano.
Alcé la jarra dedicándoles una sonrisa ladeada.
-Skol hermano, que la disfrutes, parece que su elección esta clara.
A fin de cuentas había dicho que elegía a..y sus ojos habían acaparado a mi hermano, por no olvidar las lindezas que me había dedicado, tampoco tenia yo mejores palabras para ella a decir verdad.

Me alcé del sofá dejando a los dos tortolitos disfrutar de su amor de recién prometidos y me fui hacia la barra, podía notar la contradicción de esa mujer a la que se le escapaba una de sus presas.
Al parecer no estaba acostumbrada a los no como respuesta.
Pedí una copa de bourbon para darle un profundo trago antes de que una morena de cabellos ondulados se acercara a mi para ver si estaba ya saciado de fémina.
Susurré unas palabras en su oído que la hicieron reír y pegar su cuerpo al mio con codicia, labios que se encontraron necesitados. Quería desquitarme del sabor de la rubia y no se me ocurría mejor modo de hacerlo que bebiendo y follando, bueno, quizás también matando, pero eso podría hacerlo mas tarde a fin de cuentas.

Mis dedos surcaron sus muslos, metiéndose satisfechos por debajo de su falda, sentía sus jadeos roncos al contrate frio de la yema de mis dedos, embriagada por mis azulados ojos parecía dispuesta a darme en una noche lo que la otra no podría regalarme en una vida.
Hundí mis dedos en su humedad consciente de que Valeska me veía, así arranqué jadeos que engrandecieron mi virilidad mas de lo que la rubia la había ya calentado y que acallé con mis labios mordiendo los ajenos.

La rubia jugaba con ambos, si mi hermano pensaba que yo era tan necio como para no percatarme de el juego de la viuda negra, me decepcionaba.
Simplemente que yo las cosas las tomaba diferente, esto era un negocio, uno en el que los tres íbamos a salir beneficiados, la mujer necesitaba calmar sus ganas ¿si no por que nos había estado observando desde lejos?
Mi hermano parecía retarla, decidido a que se marchara y yo por el contrario simplemente pensaba darle exactamente lo que buscaba, placer y protección ¿que tenia de malo? ¿por que complicarlo? No pedía fidelidad, nada me ataba a su cuerpo, hoy podría perderme con mi boca en su sexo y después acabar en la suya..y mañana buscar una puta caliente con la que follar hasta que el alba me encontrara.

Negué al ver a mi hermano abandonar con ese ímpetu el sofá. Se comportaba como un niño herido en el orgullo, pero ¿que esperaba? ¿que la dama fuera detrás? Ladeé la sonrisa recorriendo con mis dedos la pierna de esa exquisita mujer.
-Ven -pedí con mis ojos centrados en los suyos tirando de su cintura para subirla a horcajadas -déjale que se divierta, necesita beber, follar y tomarse las cosas de otra manera, quizás después vea este acuerdo con mejores ojos, esta demasiado excitado para centrarse en algo que no sea su entrepierna.

Mi aliento impactó contra sus labios, acerqué mi boca para tirar de su inferior motivandola si es que ella necesitaba de eso para enredarnos en un beso que prendiera fuego lo que aun era escarcha.
-Vamos pequeña, estoy seguro de que puedes calentarme sin necesidad de que te la meta -la reté acariciando con mi nariz la ajena, dejando que mi vaho se fundiera alcoholizado con el de ella.
Tomé de nuevo la copa de whisky para llevarla a sus labio.
-Bebe, vas demasiado sobria, quizás ese es tu problema -bromeé sin apartar mi oscurecida mirada de ella.

Me recliné la espalda en el sofá dispuesto a dejarme hacer, hasta ahora había hablado mucho, nos había tentado pero ¿de que seria capaz con un hombre bajo sus piernas?
Estaba mas que dispuesto a averiguarlo, a fin de cuentas no creo que le supusiera demasiado caldear lo que el alcohol y el ambiente ya había empezado.

Nunca nadie antes, había odiado tanto como a ese hombre de ojos azules.  Ambos demonios acababan de tener un careo considerable. Sus orbes esmeralda, no dejaban de observarle  en ningún instante. Le causaba curiosidad ¿casada con una oráculo? Pocos conocían su condición y él ya la había juzgado como una bruja sin sentimientos. Sí, lo era y cuanto le fastidiaba que llevase razón. Ese hombre iba a llevarle por el camino del mismísimo infierno, sacaría lo peor d ella aunque fuese un simple trato.

Sonrió de medio lado, apartando la mirada de él pero no así su atención. que le negasen o simplemente no hiciesen lo que deseaba, le ponía de muy mal humor. Miró intensamente a Uhtred, a medida que sus piernas se colocaban a cada lado de las suyas y se acomodaba en su regazo, moviendo ligeramente las caderas. Sus manos tras su espalda, buscaron el cordón del corsé para la liberación de sus pechos. A simple vista, no parecían gran cosa pero la realidad era otra.

Sus pechos quedaron descubiertos y el corsé arrugado en su cintura. Un brazo lo pasó tras su nuca y la mano libre , le tomó del rostro… mirándole a los ojos. Hermosa, sí…pero era un demonio. El ritmo de sus caderas fue más intenso, con ese simple hecho…él podía notar el calor de su sexo , como parecía de lo más entregada y dispuesta por conocer.

-Dame de beber tú…sin botella y sin copa ¿qué mejor que tus labios?-cogió la botella para acercarle a los labios, tomase un poco y no perdió tiempo en unirse al festín su boca. Sus labios atraparon los ajenos, buscando tomar el alcohol…morder su lengua traviesa y reír contra sus labios, el contraste de calor y frío de sus alientos le erizó la piel…momento en el que frunció el ceño al oír los gemidos de aquella maldita mujer.

Rugió, sin mirarlos pero estaba claro que le molestaba. Valeska, alguien que siempre lo tuvo todo cuando quería y donde deseaba, ese maldito impresentable… todo por saciar su sed de sexo pero ¿y su hermano? No era como cualquier mujer, nadie podría hacerla disfrutar plenamente…jamás. Envidió a esa fulana, a todas las mujeres en general y no, no podía permitir que disfrutase y ella.. no.

-Dormit -murmuró contra los labios del vampiro, palabras dirigidas a la señorita que acompañaba a su hermano, terminó desplomada sobre los brazos de Viggo, la había dormido y eso pareció divertirle, ya que rió tan fuerte que sin duda se estaba burlando de él…-Quiero que me hagas lo mismo… está muy caliente…y húmedo ¿te imaginas entrar ahí? Con cualquier parte de tu cuerpo… .-palabras que murmuró contra los labios del vampiro de ojos verdes…estaba deseando le mostrase eso que tanto alardeaba.

-Ah, prometido… si te vas a quedar ahí cual pasmarote, prefiero que me traigas un whisky… para lo que vas a hacer esta noche -estaba dispuesta a putearlo como nunca nadie lo habría hecho jamás, no dejaría que se saciase… no si no era ella. Mientras tanto, siguió tentando a su hermano, incitándole a que le hiciese cualquier cosa.

A mis espaldas la zorra de esa bruja se restregaba con mi hermano como si su atención se hubiera centrado en esa presa, mas egoísta como era, se sintió incapaz de dar a su prometido por perdido, así que cuando estaba disfrutando de los placeres que jamas rozaría con ella la mujer cayó rendida en mis brazos presa de un soporífero sueño que hizo reír al demonio de ojos esmeraldas a carcajadas.

Me incorporé resoplando del taburete, apuré mi copa regresando a la mesa preso de la frustración del momento, no solo se atrevía a tontear con mi hermano delante de mi cara, hubiera dicho follar pero a decir verdad eso es algo a lo que no podría ostentar.
-Debe ser frustrarte ser una bruja amargada, ver como los demás disfrutamos del pecado capital de la lujuria mientras tu como un voyeur te limitas a mirar.

Palabras afiladas que solté con desprecio mientras esta, aun perdida en la boca de mi hermano acogía presa de una ira que trataba sin éxito de disimular.
-¿Una copa? -pregunté cuando esta me trato como a un camarero mas -por supuesto mi señora, lo que mi prometida necesite -añadí con cierta diversión en mi voz antes de servir un vaso hasta los bordes de whisky y lanzarselo a ambos a la cara con desprecio.
-Skol -añadí tomando la botella para dar un profundo trago.

Mi hermano no tardó en saltar, lo conocía, era obvio que aquella afrenta no iba a quedar impune frente al vikingo que ahora me desafiaba con los colmillos fuera y los ojos rojos como la misma sangre que alzaba su entrepierna.
Reí divertido esperándolo, algo que no tardó en suceder, un empujón fue suficiente para que mis dientes crecieran, ojos rojos como el fuego desafiaron los ajenos.
Sangre de mi sangre enfrentada por un demonio que desde el sofá nos miraba divertida.

Impacté con la botella en el pecho de mi hermano, no iba a darle el gusto de vernos pelear por ella, no derramaría una gota de sangre propia por esa maldita zorra y menos derramaría la de mi hermano por una mujer que no significaba nada para mi y aun así me atraía de un modo difícil de admitir.
-Skol hermano diviértete, creo que me iré a otro burdel, este es demasiado pequeño para los tres.

Mi hermano volvió sobre sus pasos creyéndose victorioso de la afrenta, yo me di la vuelta sin despedirme de la mujerzuela dispuesto a salir de allí, mi destino, el pecatto nostro.

La dama movía sus caderas sobre mi hombría como una tempestad en la noche mas sombría. Podía notar sus ganas, como me pedía mas con su respiración entrecortada contra mis labios. Mi boca se amoldó a la suya latente de nuevas sensaciones, dispuesto a darle el placer que esa mujer añoraba, mis dedos se perdieron por debajo de su corseé atrayendola mas contra mi, forzándola a moverse en un demencial baile en el que el infierno era testigo de estos dos demonios.

“ Dame de beber” no solo le daría de beber, si no que me esparciría en su boca al ritmo que ella hacia lo propio contra mis dedos. Aquel encuentro estaba destinado a convertirse en puro fuego, mas por contra, ella seguía ocupada en prestar atención a memeces.
Empeñada en joderle la fiesta a mi hermano durmió a su puta, quería desafiarlo y gruñí contra sus labios mostrandole mi desacuerdo, no estaba acostumbrado a ser la segunda opción y ese juego que se traía me molestaba profundamente.

Mi hermano llegó resoplando, no lo culpaba, la mujer esa era desquiciante, mas nos interesaba ese maldito trato, se que su odio por las mujeres oráculo no conocía parangón, pero tendría que asumir que el trato nos hacia invencibles y tampoco se nos pedía tanto a cambio.
La hechicera le ordeno a mi hermano que nos sirviera algo de beber, posiblemente porque las afiladas palabras de este no le habían sentado nada bien.
-Podéis los dos dejar de comportaros como niños. Hermano, no tengo problema en compartirla, ven, disfrutaremos ambos de su piel -le dije tratando de calmar los ánimos antes de que este lanzara sobre nuestros rostros la copa de alcohol.

Me alcé enfurecido, odiaba que me retaran, no pensaba dejar ese gesto impune así que le dí un empujón mostrandole los colmillos y esperando que entrara en razón.
Pocas veces los dos llegábamos a las manos, mas sin duda una de esas iba a ser esta noche en la que ambos íbamos bastante borrachos y la mujer prendía la llama entre risas admirando nuestro desencuentro desde el sofá.

Para mi sorpresa mi hermano cedió, me dio la botella y se retiro del lugar alegando que así todos estaríamos mas cómodos, algo que no ponía en duda.
Volví junto a la dama, la empujé sin miramientos contra el sillón y esparcí el alcohol sobre su cuerpo y boca.
-¿No querías beber? Bebamos -señalé sin ningún miramiento llevando mi boca a sus muslos calientes -dime ¿puedo follarte con la boca o eso también se considera sexo? -pregunté alzando mis verdes desafiantes hasta sus esmeraldas.
-A fin de cuentas a ninguno nos interesa que pierdas tu poder, eso es lo único que te mantiene con vida en estos momentos.
Una amenaza velada que le dejaba mas que clara mi posición sobre lo que estaba ocurriendo.