AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Criando malvas [Privado]
2 participantes
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
Criando malvas [Privado]
Recuerdo del primer mensaje :
Hacía dos semanas que vagaba sin rumbo por las calles parisinas. Acababa de perder un rastro reciente, y eso le traía aunténticos dolores de cabeza. Por un momento pensó que tal vez aquella sería la última pista necesaria para hallar la verdad. No era la primera vez que pensaba en eso, ni sería la última, seguro, pues él siempre estaba harto de aquella vida. Por momentos creía poder acostumbrarse a eso, pero, sobretodo las solitarias noches, le hacían ver que aquello no era vida en absoluto. Siempre justo de comida y dinero, delinquiendo, durmiendo la mayoría de las veces en el bosque. Eso le recordó que la noche anterior se quedó sin blanca gracias a la bebida que "facilitaba" su descanso. Dentro de poco anochecería, así que sintió que sería buen momento para darse un paseo a ver si podía conseguir algo de dinero.
Estaba en los barrios bajos de la ciudad, allí no había gente de bien con la que lucrarse, lo único que podría conseguir en un lugar como ese sería algún tipo de enfermedad infecciosa. Frustrado, entró a una tasca donde todavía no le conocían (de lo contrario, le habrían echado del lugar por moroso), dispuesto a ahogarse una noche más. Fue allí donde escuchó a un par de hombres hablar sobre un local de lo más peculiar. Allí iban a reunirse docenas de personas para presenciar un combate entre dos desgraciados. No le interesaba la pelea, ni mucho menos, pero sí el gentío que podía generarse entonces, todos distraídos, probablemente con dinero en sus bolsillos.
Estuvo atento a la conversación hasta que aquellos dos se marcharon, rumbo a la gresca. Aprovechó un único instante en el que el tabernero le perdió de vista para, terminándose la copa de un último trago, escaparse sin pagar y desaparecer detrás de ellos. Entonces los siguió hasta las afueras, manteniendo las distancias, no quería llamar la atención. Llegaron a un granero que, según tenía entendido y pudo incluso comprobarlo días atrás, estaba abandonado; o eso parecía, pues podía oírse a la muchedumbre gritar efusiva incluso desde fuera y estaba completamente iluminado.
Una vez dentro le dio en las narices un fuerte olor a sudor, a macho, a hierro, a sangre. Admitía haber estado en más de una como esta, todo fuera por conseguir unas monedas con las que seguir el viaje. Analizó un poco la situación: en el centro se construyó un improvisado círculo con bancos y demás muebles donde los combatientes se enzarzaban, mientras la gente los rodeaba, y en el altillo parecían estar las personas encargadas de organizar todo aquello, podía notarse enseguida que ellos tenían más dinero que todos los presentes. Alejados, junto a los carros de la parte trasera, estaban los esclavos que iban a batirse en duelo, vigilados por hombres armados.
Justo en aquél momento iba a empezar un combate: un enorme negro entraba al área de pelea y empezaron a gritarle una ingente cantidad de insultos racistas. Un segundo esclavo, de rasgos asiáticos en la cara y mucho más menudo, se unía al cuadrilátero. Desorientados y claramente asustados no estuvieron muy seguros de qué hacer, hasta que uno de sus dueños le ordenó que atacara o matarían a uno de sus compañeros, o algo así entendió Ethan. La pelea empezó y con ella el desmadre. El zorro astuto aprovechó para meter mano a aquella oportunidad. Nadie le llamó la atención todavía, así que siguió robando tantas billeteras como pudo.
Cuando terminó el combate salio de aquel gallinero y se escondió tras un viejo depósito de agua que había al lado. Allí empezó a sacar todas las carteras y a contar sus ganancias, sin duda había sido una buena noche, con un golpe como ese podría subsistir unos cuantos meses si lo hacía bien, incluso reemprender su búsqueda.
Hacía dos semanas que vagaba sin rumbo por las calles parisinas. Acababa de perder un rastro reciente, y eso le traía aunténticos dolores de cabeza. Por un momento pensó que tal vez aquella sería la última pista necesaria para hallar la verdad. No era la primera vez que pensaba en eso, ni sería la última, seguro, pues él siempre estaba harto de aquella vida. Por momentos creía poder acostumbrarse a eso, pero, sobretodo las solitarias noches, le hacían ver que aquello no era vida en absoluto. Siempre justo de comida y dinero, delinquiendo, durmiendo la mayoría de las veces en el bosque. Eso le recordó que la noche anterior se quedó sin blanca gracias a la bebida que "facilitaba" su descanso. Dentro de poco anochecería, así que sintió que sería buen momento para darse un paseo a ver si podía conseguir algo de dinero.
Estaba en los barrios bajos de la ciudad, allí no había gente de bien con la que lucrarse, lo único que podría conseguir en un lugar como ese sería algún tipo de enfermedad infecciosa. Frustrado, entró a una tasca donde todavía no le conocían (de lo contrario, le habrían echado del lugar por moroso), dispuesto a ahogarse una noche más. Fue allí donde escuchó a un par de hombres hablar sobre un local de lo más peculiar. Allí iban a reunirse docenas de personas para presenciar un combate entre dos desgraciados. No le interesaba la pelea, ni mucho menos, pero sí el gentío que podía generarse entonces, todos distraídos, probablemente con dinero en sus bolsillos.
Estuvo atento a la conversación hasta que aquellos dos se marcharon, rumbo a la gresca. Aprovechó un único instante en el que el tabernero le perdió de vista para, terminándose la copa de un último trago, escaparse sin pagar y desaparecer detrás de ellos. Entonces los siguió hasta las afueras, manteniendo las distancias, no quería llamar la atención. Llegaron a un granero que, según tenía entendido y pudo incluso comprobarlo días atrás, estaba abandonado; o eso parecía, pues podía oírse a la muchedumbre gritar efusiva incluso desde fuera y estaba completamente iluminado.
Una vez dentro le dio en las narices un fuerte olor a sudor, a macho, a hierro, a sangre. Admitía haber estado en más de una como esta, todo fuera por conseguir unas monedas con las que seguir el viaje. Analizó un poco la situación: en el centro se construyó un improvisado círculo con bancos y demás muebles donde los combatientes se enzarzaban, mientras la gente los rodeaba, y en el altillo parecían estar las personas encargadas de organizar todo aquello, podía notarse enseguida que ellos tenían más dinero que todos los presentes. Alejados, junto a los carros de la parte trasera, estaban los esclavos que iban a batirse en duelo, vigilados por hombres armados.
Justo en aquél momento iba a empezar un combate: un enorme negro entraba al área de pelea y empezaron a gritarle una ingente cantidad de insultos racistas. Un segundo esclavo, de rasgos asiáticos en la cara y mucho más menudo, se unía al cuadrilátero. Desorientados y claramente asustados no estuvieron muy seguros de qué hacer, hasta que uno de sus dueños le ordenó que atacara o matarían a uno de sus compañeros, o algo así entendió Ethan. La pelea empezó y con ella el desmadre. El zorro astuto aprovechó para meter mano a aquella oportunidad. Nadie le llamó la atención todavía, así que siguió robando tantas billeteras como pudo.
Cuando terminó el combate salio de aquel gallinero y se escondió tras un viejo depósito de agua que había al lado. Allí empezó a sacar todas las carteras y a contar sus ganancias, sin duda había sido una buena noche, con un golpe como ese podría subsistir unos cuantos meses si lo hacía bien, incluso reemprender su búsqueda.
Última edición por Ethan Lefou el Jue Abr 13, 2017 5:22 am, editado 1 vez
Ethan Lefou- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 06/04/2017
Re: Criando malvas [Privado]
Dormir, descansar, lo cierto es que era lo que realmente quería, pero no podía pedir algo así, y menos tratándose de la casa de su hermano. Ya le había causado bastantes problemas.
Como esperaba, no quiso aceptar el dinero, pero no le preocupaba, ya encontraría la manera. Disfrutó, sin embargo, de sus vistas una vez más cuando la morena se levantó dirección a la estantería. Rió divertido ante la respuesta que le dio, mientras estiraba los brazos por el reposacabezas del sofá. Se relamió los labios, porque los notaba resecos, y pensó su respuesta un instante. -Creo que no deberías quedarte sola, ni poner en peligro a tu hermano.- lo dijo de la forma que sonase más sensata posible, aunque eso no quitaba que también mostraba que quería pasar con ella la tarde. Luego ella se escabulló por el pasillo. Volvió al poco rato con un par de manzanas, mientras se excusaba por no ofrecer algo mayor. -No te preocupes, no suelen invitarme a desayunar, y estoy acostumbrado a más bien poca cosa.- dijo mientras parecía sacarle brillo a la pieza de fruta con la manga de la camisa. Le dio un mordisco más sonoro de lo que creía, estaba muy crujiente y dulce. -Gracias.- tragó a prisa, con cierta dificultad, para no hablar con la boca llena.
Siguió comiendo en silencio en lo que escuchaba a su anfitriona. De vez en cuando apartaba la mirada, vista al frente, pues no estaba acostumbrado a la compañía femenina y en cierto modo se sentía incómodo. Carraspeó. -Ahora en serio, ambos deberíamos dormir.- se levantó del sofá y caminó hasta una de las ventanas. Dio un último bocado a la manzana y, abriendo la puerta, arrojó el corazón a la calle. Lo hizo con tanta naturalidad que ni siquiera pidió disculpas.
-Me voy a ir.- advirtió, mirando todavía al exterior. Por su mente pasaba la idea de ir hasta el bosque del este, no lejos del granero de anoche, allí conocía una cueva donde podría dormir tranquilo, lejos del mundanal ruido. Se giró para mirar aquellos ojos negros. -¿Podría pedirte un último favor?- sonó un tanto forzado. -¿Tendrías un pañuelo o trapo? Siempre llevo uno, pero el que tenía ha quedado inservible, contaminado de sangre vampira.- explicó. Cuando la morena ya no le veía, tomó el libro que tanto le gustó y lo escondió en la cintura, dentro del pantalón, bajo la camisa. Caminó hasta el baño y allí se colocó el cinto con sus armas, recogiendo el saco también. Junto al lavabo dejó el dinero que antes no quiso aceptar, ya se lo encontraría. Al salir ella estaba en la puerta, con la delicada prenda en la mano. -Eres más amable de lo que a simple vista parecías.- admitió, con cierto tono bromista. Abrió él mismo la puerta hacia la calle. -Pasaré a las siete, descansa hasta entonces.- dijo más serio que antes, como si no esperase reproche o contestación alguna. -Señorita.- se despidió con una fingida reverencia, podía vérsele una media sonrisa en la cara, desde luego tendría tontería para rato con aquellos "modales".
Por el camino pensó en todo lo ocurrido, en cómo se había comportado, en cómo llevaba tiempo haciéndolo. Cada vez le importaba menos todo, se sentía perdido y sobretodo solo. Se aferraba a la idea de que su amada en su lugar habría hecho lo mismo, pero lo cierto era que no lo tenía tan claro. Había renunciado a demasiadas cosas, se había perdido mucho por el camino, se estaba perdiendo la vida y pronto sería viejo para esto.
Pasó por una plaza que ignoró por la noche. En ella había un gentío importante yendo de aquí para allá, como hormiguitas trabajadoras que no paraban de moverse. Mirase a donde mirase veía frustración, a través de sus ojos, llenos de ella. Sentía envidia de todas aquellas personas, que todo y con sus problemas, vivían tan despreocupadas, ignorantes de la vida que él había escogido y a la vez le habían dado. Quizás por ello decidió robar y delinquir antes que trabajar honradamente. Ya no recordaba cuándo empezó a pensar que no había nada de malo en quitarle las cosas a los demás si así las podía tener él.
Con un dolor de cabeza y una mezcla de sentimientos parecidos, llegó al bosque. Se aseguró de que nadie lo seguía y empezó a buscar las señales que él mismo dejaba para encontrar el camino. Unas flores en el tronco de un árbol, unas piedras colocadas una encima de la otra, unas ramas clavadas en el suelo, pequeñas cosas que solían pasar desapercibidas para los demás pero él reconocía.
Finalmente llegó a la entrada, cubierta por una densa enredadera que caía de la roca. Echándola a un lado se podía entrar. Desde fuera, a menos que se conociera que allí había una cueva, quedaba completamente oculta.
Entró y caminó hacia el fondo, cuando ya no veía nada sabía que quedaban apenas un par de metros hasta la pared. Allí se desabrochó la camisa para estar más cómodo y dejó el saco en el suelo, el cual palpó en busca de una bolsa. En ella guardaba un manto grueso para echarlo al suelo, para no dormir en la dura piedra. Se tumbó en su primitiva cama, usando el saco de ropa sucia a modo de almohada, e intentó no pensar en nada para dormir. No le costaría sucumbir al mundo de los sueños, toda la noche despierto y además corriendo de aquí para allá... sin duda le sería mucho más fácil sin aquel dichoso pitido en su cabeza.
Como esperaba, no quiso aceptar el dinero, pero no le preocupaba, ya encontraría la manera. Disfrutó, sin embargo, de sus vistas una vez más cuando la morena se levantó dirección a la estantería. Rió divertido ante la respuesta que le dio, mientras estiraba los brazos por el reposacabezas del sofá. Se relamió los labios, porque los notaba resecos, y pensó su respuesta un instante. -Creo que no deberías quedarte sola, ni poner en peligro a tu hermano.- lo dijo de la forma que sonase más sensata posible, aunque eso no quitaba que también mostraba que quería pasar con ella la tarde. Luego ella se escabulló por el pasillo. Volvió al poco rato con un par de manzanas, mientras se excusaba por no ofrecer algo mayor. -No te preocupes, no suelen invitarme a desayunar, y estoy acostumbrado a más bien poca cosa.- dijo mientras parecía sacarle brillo a la pieza de fruta con la manga de la camisa. Le dio un mordisco más sonoro de lo que creía, estaba muy crujiente y dulce. -Gracias.- tragó a prisa, con cierta dificultad, para no hablar con la boca llena.
Siguió comiendo en silencio en lo que escuchaba a su anfitriona. De vez en cuando apartaba la mirada, vista al frente, pues no estaba acostumbrado a la compañía femenina y en cierto modo se sentía incómodo. Carraspeó. -Ahora en serio, ambos deberíamos dormir.- se levantó del sofá y caminó hasta una de las ventanas. Dio un último bocado a la manzana y, abriendo la puerta, arrojó el corazón a la calle. Lo hizo con tanta naturalidad que ni siquiera pidió disculpas.
-Me voy a ir.- advirtió, mirando todavía al exterior. Por su mente pasaba la idea de ir hasta el bosque del este, no lejos del granero de anoche, allí conocía una cueva donde podría dormir tranquilo, lejos del mundanal ruido. Se giró para mirar aquellos ojos negros. -¿Podría pedirte un último favor?- sonó un tanto forzado. -¿Tendrías un pañuelo o trapo? Siempre llevo uno, pero el que tenía ha quedado inservible, contaminado de sangre vampira.- explicó. Cuando la morena ya no le veía, tomó el libro que tanto le gustó y lo escondió en la cintura, dentro del pantalón, bajo la camisa. Caminó hasta el baño y allí se colocó el cinto con sus armas, recogiendo el saco también. Junto al lavabo dejó el dinero que antes no quiso aceptar, ya se lo encontraría. Al salir ella estaba en la puerta, con la delicada prenda en la mano. -Eres más amable de lo que a simple vista parecías.- admitió, con cierto tono bromista. Abrió él mismo la puerta hacia la calle. -Pasaré a las siete, descansa hasta entonces.- dijo más serio que antes, como si no esperase reproche o contestación alguna. -Señorita.- se despidió con una fingida reverencia, podía vérsele una media sonrisa en la cara, desde luego tendría tontería para rato con aquellos "modales".
Por el camino pensó en todo lo ocurrido, en cómo se había comportado, en cómo llevaba tiempo haciéndolo. Cada vez le importaba menos todo, se sentía perdido y sobretodo solo. Se aferraba a la idea de que su amada en su lugar habría hecho lo mismo, pero lo cierto era que no lo tenía tan claro. Había renunciado a demasiadas cosas, se había perdido mucho por el camino, se estaba perdiendo la vida y pronto sería viejo para esto.
Pasó por una plaza que ignoró por la noche. En ella había un gentío importante yendo de aquí para allá, como hormiguitas trabajadoras que no paraban de moverse. Mirase a donde mirase veía frustración, a través de sus ojos, llenos de ella. Sentía envidia de todas aquellas personas, que todo y con sus problemas, vivían tan despreocupadas, ignorantes de la vida que él había escogido y a la vez le habían dado. Quizás por ello decidió robar y delinquir antes que trabajar honradamente. Ya no recordaba cuándo empezó a pensar que no había nada de malo en quitarle las cosas a los demás si así las podía tener él.
Con un dolor de cabeza y una mezcla de sentimientos parecidos, llegó al bosque. Se aseguró de que nadie lo seguía y empezó a buscar las señales que él mismo dejaba para encontrar el camino. Unas flores en el tronco de un árbol, unas piedras colocadas una encima de la otra, unas ramas clavadas en el suelo, pequeñas cosas que solían pasar desapercibidas para los demás pero él reconocía.
Finalmente llegó a la entrada, cubierta por una densa enredadera que caía de la roca. Echándola a un lado se podía entrar. Desde fuera, a menos que se conociera que allí había una cueva, quedaba completamente oculta.
Entró y caminó hacia el fondo, cuando ya no veía nada sabía que quedaban apenas un par de metros hasta la pared. Allí se desabrochó la camisa para estar más cómodo y dejó el saco en el suelo, el cual palpó en busca de una bolsa. En ella guardaba un manto grueso para echarlo al suelo, para no dormir en la dura piedra. Se tumbó en su primitiva cama, usando el saco de ropa sucia a modo de almohada, e intentó no pensar en nada para dormir. No le costaría sucumbir al mundo de los sueños, toda la noche despierto y además corriendo de aquí para allá... sin duda le sería mucho más fácil sin aquel dichoso pitido en su cabeza.
Ethan Lefou- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 06/04/2017
Re: Criando malvas [Privado]
-¿Poner en peligro a mi hermano o quedarme sola? -Repitió las palabras sonando algo incrédula, porque de hecho por unos segundos tuvo ganas de propinarle un puñetazo, a ver si le quedaba claro que ella podía cuidarse perfectamente solita sin su ayuda; caso aparte el que le hubiera salvado la vida horas atrás y que casi los dejara sordos a ambos- ...desde luego, qué creído te lo tienes carterista -Susurró tan bajo que él no se habría enterado.
Su manzana duró apenas unos pocos asaltos aunque su estómago la engañaba. Tenía la sensación de hambre pero a la vez no quería probar bocado y una manzana era una simple pieza de fruta por lo que se la comió sin problema:
-¿Te vas? -Se levantó al instante en el que le advirtió aquello, pasando totalmente por alto que segundos antes había arrojado los restos de la manzana por su propia ventana- ¿Un pañuelo o trapo? Déjame ver... -De repente se la veía algo nerviosa, como que no se esperaba que de un momento a otro él decidiera irse de esa forma pero tenía que admitir que no era quién para retenerle; además tampoco tenía forma de hacerlo.
Dejando a un lado esos pensamientos caminó con paso lento hacia su habitación, allí se tomo su tiempo en rebuscar entre los cajones algo que ya sabía que tenía pero que no recordaba dónde lo colocó exactamente. Era un pañuelo negro con bordados blancos de hilo teñido de plata, plata por supuesto en apariencia no auténtica. Era uno de sus favoritos pero por algún motivo quiso que lo tuviera él y en cuanto lo encontró, lo desdobló y volvió a doblar para comprobar que estaba en perfectas condiciones y regresó al salón, yendo poco después a la puerta principal a esperar su salida.
No tenía ni idea de cuánto había demorado en encontrar el pañuelo pero al parecer él también había estado ocupado con sus cosas ya que cuando se dirigió a la puerta principal estaba preparado con todas sus pertenencias para salir:
-No creo que sea amable -Replicó más por decir algo que otra cosa, porque no se le ocurría nada y...un solo segundo después escuchó el resto de lo que tenía que decirle Ethan antes de irse- ¿Estás diciendo que vendrás a las siete a por mí? -Sus mejillas tomaron un color rojizo más notorio de lo deseado y antes de que pudiera decir nada más, estaba sonriendo como una idiota y a punto de reírse por su repentina recuperación de modales antes de marcharse.
Cerró la puerta tras de si con más fuerza de lo normal y se fue sin pensarlo dos veces a la cama. Nada más llegar se tiró en la misma y todo su cuerpo se relajó hasta tal punto que llegó a resultar algo incómodo, notó cómo algunas partes le dolían, algo que no había notado estando sentada en el sofá o mirando la estantería de libros.
Se preguntó qué pensaría su hermano cuando llegara a la casa y le encontrara durmiendo pero no era algo que tuviera mayor importancia, alegaría que estuvo con alguna amiga por la noche o cualquier otra excusa; cabe decir que tampoco es que tuviera amistades pero eso Alec no lo sabía. Además, ¿qué iba a pensar su hermano si a la hora que dijo Ethan apareciera en la puerta de su casa un hombre vestido con su propia ropa? Ni hablar, más le valía al carterista buscarse alguna forma de avisar de que estaba por allí que no fuese la de llamar a la puerta, sobretodo porque aguantar a Alec en un tema así sería algo muy complicado, y pesado.
Desabrochó su vestido por la parte de atrás y tras quitárselo, lo arrojó hacia un lado de la habitación, cerró la puerta y volvió a meterse en la cama, esta vez entre las sábanas y una manta que quedaba por la parte superior. En aquel momento no tenía fuerzas ya para seguir despierta y ponerse algo decente para dormir. Nadie la iba a ver y si su hermano entraba seguía estando tapada por las sábanas, era su casa, no había nada por lo que alertarse.
Poco después ya se encontraba con los ojos completamente cerrados y su respiración se había ralentizado como señal de que había conciliado el sueño. Le esperaban unas largas horas de descanso, tal vez hasta las cinco o seis de la tarde poco antes de su ''cita'', quedada, o como quisieran llamarlo.
Mientras todo el mundo abajo en la calle y en la ciudad entera comenzaba su día que, fuese malo o bueno, era su rutina diaria, Izzy iba a tomarse un descanso más que merecido.
Su manzana duró apenas unos pocos asaltos aunque su estómago la engañaba. Tenía la sensación de hambre pero a la vez no quería probar bocado y una manzana era una simple pieza de fruta por lo que se la comió sin problema:
-¿Te vas? -Se levantó al instante en el que le advirtió aquello, pasando totalmente por alto que segundos antes había arrojado los restos de la manzana por su propia ventana- ¿Un pañuelo o trapo? Déjame ver... -De repente se la veía algo nerviosa, como que no se esperaba que de un momento a otro él decidiera irse de esa forma pero tenía que admitir que no era quién para retenerle; además tampoco tenía forma de hacerlo.
Dejando a un lado esos pensamientos caminó con paso lento hacia su habitación, allí se tomo su tiempo en rebuscar entre los cajones algo que ya sabía que tenía pero que no recordaba dónde lo colocó exactamente. Era un pañuelo negro con bordados blancos de hilo teñido de plata, plata por supuesto en apariencia no auténtica. Era uno de sus favoritos pero por algún motivo quiso que lo tuviera él y en cuanto lo encontró, lo desdobló y volvió a doblar para comprobar que estaba en perfectas condiciones y regresó al salón, yendo poco después a la puerta principal a esperar su salida.
No tenía ni idea de cuánto había demorado en encontrar el pañuelo pero al parecer él también había estado ocupado con sus cosas ya que cuando se dirigió a la puerta principal estaba preparado con todas sus pertenencias para salir:
-No creo que sea amable -Replicó más por decir algo que otra cosa, porque no se le ocurría nada y...un solo segundo después escuchó el resto de lo que tenía que decirle Ethan antes de irse- ¿Estás diciendo que vendrás a las siete a por mí? -Sus mejillas tomaron un color rojizo más notorio de lo deseado y antes de que pudiera decir nada más, estaba sonriendo como una idiota y a punto de reírse por su repentina recuperación de modales antes de marcharse.
Cerró la puerta tras de si con más fuerza de lo normal y se fue sin pensarlo dos veces a la cama. Nada más llegar se tiró en la misma y todo su cuerpo se relajó hasta tal punto que llegó a resultar algo incómodo, notó cómo algunas partes le dolían, algo que no había notado estando sentada en el sofá o mirando la estantería de libros.
Se preguntó qué pensaría su hermano cuando llegara a la casa y le encontrara durmiendo pero no era algo que tuviera mayor importancia, alegaría que estuvo con alguna amiga por la noche o cualquier otra excusa; cabe decir que tampoco es que tuviera amistades pero eso Alec no lo sabía. Además, ¿qué iba a pensar su hermano si a la hora que dijo Ethan apareciera en la puerta de su casa un hombre vestido con su propia ropa? Ni hablar, más le valía al carterista buscarse alguna forma de avisar de que estaba por allí que no fuese la de llamar a la puerta, sobretodo porque aguantar a Alec en un tema así sería algo muy complicado, y pesado.
Desabrochó su vestido por la parte de atrás y tras quitárselo, lo arrojó hacia un lado de la habitación, cerró la puerta y volvió a meterse en la cama, esta vez entre las sábanas y una manta que quedaba por la parte superior. En aquel momento no tenía fuerzas ya para seguir despierta y ponerse algo decente para dormir. Nadie la iba a ver y si su hermano entraba seguía estando tapada por las sábanas, era su casa, no había nada por lo que alertarse.
Poco después ya se encontraba con los ojos completamente cerrados y su respiración se había ralentizado como señal de que había conciliado el sueño. Le esperaban unas largas horas de descanso, tal vez hasta las cinco o seis de la tarde poco antes de su ''cita'', quedada, o como quisieran llamarlo.
Mientras todo el mundo abajo en la calle y en la ciudad entera comenzaba su día que, fuese malo o bueno, era su rutina diaria, Izzy iba a tomarse un descanso más que merecido.
Izzy Rinwood- Cazador Clase Media
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 06/04/2017
Localización : París
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» Whatever [Privado]
» You Win or You Die | Privado
» If you believe [privado]
» 1 + 1 = 3 || Privado +18
» I know you are but what am I? - {Privado}
» You Win or You Die | Privado
» If you believe [privado]
» 1 + 1 = 3 || Privado +18
» I know you are but what am I? - {Privado}
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour