AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Risposte [Soren]
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Risposte [Soren]
Aquella decisión era una completa locura. ¿Para qué quería buscarle si ya había pasado un tiempo considerable después de lo de la fiesta? ¿De qué me servía buscar explicaciones? Las necesitaba, por mucho que quisiera negarlo. Necesitaba una razón por la cual me había atacado, necesitaba comprenderlo. No me bastaba el miedo... ¿a qué loco se le podía pasar por la cabeza que yo quisiera hacerle daño a Anuar? ¡Y él había logrado que le dañara! Aquello no iba a olvidarlo así por así, no. No iba a dejarlo pasar como si nada cuando me culpaba una y otra vez por haberle daño a aquel chico que se había vuelto tan importante para mí en tan poco tiempo.
Tenía que encontrarle, estaba decidido. Soren, creía recordar que se llamaba. Su apellido ya era más complicado, sonaba a ruso para mí. ¿De donde sería aquel dichoso bastardo?
Caminé por las calles de París lentamente, guardando las manos en los bolsillos, observando como mi aliento se convertía en vaho cada vez que respiraba, o al menos fingía hacerlo.
Intentaba recopilar toda la información posible sobre aquel tipo. Recordaba su nombre, su aspecto y algo que había nombrado sobre la Universidad. Entendía pues, que debía trabajar allí, así que fue a la Universidad a donde me dirigí.
Entrar allí fue algo un tanto extraño, donde todos parecían mirarme como si fuera alguna clase de monstruo. Me reí ante aquella suposición antes de que mi mente hiciera aparición para recordarme que verdaderamente era un monstruo.
Recorrí los pasillos hasta encontrar lo que parecía una sala de profesores, donde tras dar unos leves golpes en la puerta, logré llamar la atención de uno de los presentes. Al principio me miró un tanto extraño, haciéndome sentir incómodo y obligándome a cubrir la cicatriz de mi cuello con una mano de forma disimulada. Me costó conseguir que se percatara de quién hablaba, pero finalmente entendí que se trataba del profesor Kaarkarogf. ¿Profesor? Evité darle vueltas al tema y conseguir mi propósito: saber donde podía encontrarle.
Me indicó que ya no se hallaba en la Universidad, pues sus clases terminaban a las 10, y que a esa hora se dirigía a una tiendita cercana cuyo nombre me fue difícil entender y memorizar.
Agradecí la amabilidad a aquel hombre de mediana edad y salí del lugar con paso tan lento como el que había usado al entrar. Suspiré frotándome los ojos por el cansancio, los días sin dormir, la falta de alimento y los recuerdos dolorosos hacían que mi cuerpo entrara en una espiral de decadencia de la que parecía no querer salir.
Oculté de nuevo mis manos en los bolsillos del chaquetón y caminé por las calles casi perdido, hasta encontrar una tienda con extraño nombre que parecía similar al que había oído momentos antes, ¿sería aquella?
Entré sin pensarlo dos veces y observé la estancia con detenimiento, examinando el lugar concienzudamente. Entrecerré los ojos molesto por el brillo de algunos objetos y busqué con la mirada al dueño del lugar. Solo me faltaba que no estuviera, sería el colmo.
-Soren, mi eternidad no está a tu merced, así que si estás por ahí... sal.- murmuré dando una vuelta sobre mi mismo aún observando el lugar.
Esperaba que realmente fuera el dueño del lugar. Necesitaba hablar con él, necesitaba saber hasta donde podía llegar, porque a fin de cuentas, también me preocupaba el hecho de que fuera importante para Anuar. ¿Y si le hacía daño? Negué con la cabeza rápidamente, no iba a comportarme como aquel tipo, no iba a atacarle sin motivos.
[Lo siento, es un tanto soso, pero no sabía bien cómo comenzar x__x]
Tenía que encontrarle, estaba decidido. Soren, creía recordar que se llamaba. Su apellido ya era más complicado, sonaba a ruso para mí. ¿De donde sería aquel dichoso bastardo?
Caminé por las calles de París lentamente, guardando las manos en los bolsillos, observando como mi aliento se convertía en vaho cada vez que respiraba, o al menos fingía hacerlo.
Intentaba recopilar toda la información posible sobre aquel tipo. Recordaba su nombre, su aspecto y algo que había nombrado sobre la Universidad. Entendía pues, que debía trabajar allí, así que fue a la Universidad a donde me dirigí.
Entrar allí fue algo un tanto extraño, donde todos parecían mirarme como si fuera alguna clase de monstruo. Me reí ante aquella suposición antes de que mi mente hiciera aparición para recordarme que verdaderamente era un monstruo.
Recorrí los pasillos hasta encontrar lo que parecía una sala de profesores, donde tras dar unos leves golpes en la puerta, logré llamar la atención de uno de los presentes. Al principio me miró un tanto extraño, haciéndome sentir incómodo y obligándome a cubrir la cicatriz de mi cuello con una mano de forma disimulada. Me costó conseguir que se percatara de quién hablaba, pero finalmente entendí que se trataba del profesor Kaarkarogf. ¿Profesor? Evité darle vueltas al tema y conseguir mi propósito: saber donde podía encontrarle.
Me indicó que ya no se hallaba en la Universidad, pues sus clases terminaban a las 10, y que a esa hora se dirigía a una tiendita cercana cuyo nombre me fue difícil entender y memorizar.
Agradecí la amabilidad a aquel hombre de mediana edad y salí del lugar con paso tan lento como el que había usado al entrar. Suspiré frotándome los ojos por el cansancio, los días sin dormir, la falta de alimento y los recuerdos dolorosos hacían que mi cuerpo entrara en una espiral de decadencia de la que parecía no querer salir.
Oculté de nuevo mis manos en los bolsillos del chaquetón y caminé por las calles casi perdido, hasta encontrar una tienda con extraño nombre que parecía similar al que había oído momentos antes, ¿sería aquella?
Entré sin pensarlo dos veces y observé la estancia con detenimiento, examinando el lugar concienzudamente. Entrecerré los ojos molesto por el brillo de algunos objetos y busqué con la mirada al dueño del lugar. Solo me faltaba que no estuviera, sería el colmo.
-Soren, mi eternidad no está a tu merced, así que si estás por ahí... sal.- murmuré dando una vuelta sobre mi mismo aún observando el lugar.
Esperaba que realmente fuera el dueño del lugar. Necesitaba hablar con él, necesitaba saber hasta donde podía llegar, porque a fin de cuentas, también me preocupaba el hecho de que fuera importante para Anuar. ¿Y si le hacía daño? Negué con la cabeza rápidamente, no iba a comportarme como aquel tipo, no iba a atacarle sin motivos.
[Lo siento, es un tanto soso, pero no sabía bien cómo comenzar x__x]
Última edición por Eric el Sáb Dic 25, 2010 6:11 pm, editado 2 veces
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Re: Risposte [Soren]
Aquella no había sido una buena noche. Las noches anteriores tampoco lo habían sido, luego de regresar del sueño idílico vivido con el pintor humano en las montañas, afrontaba los problemas reales. Gracias haber pasado esa semana bajo la tierra, había estado a punto de perder su trabajo, gracias a la benevolencia del director Queen, continuaba enseñando, pero debido al tiempo perdido, debía trabajar el doble para ponerse al día con las clases y la semana pasada había sido un verdadero infierno, puesto que debía dividir su tiempo en la universidad, con la planeación del viaje con Anuar. Como todo había sido una sorpresa para el chico y con su poca disponibilidad durante el día, había tenido que pedirle a su asistente en la tienda que le organizara muchas cosas del viaje, como el carruaje, el alquiler del lugar, la comida... lo que por supuesto había significado que su tienda de antigüedades hubiese quedado descuidada sin nadie que la atendiera.
Había vuelto a la tienda para darse cuenta del espantoso desorden. No se había vendido casi nada, pero aún así debía pagar el alquiler del local y por supuesto pagarle al asistente, no se había hecho inventario en todo el mes por su falta de tiempo (y cabeza) por lo que muchos pedidos no habían podido recibirse y algunos de sus proveedores estaban molestos. Era toda una dicha de que no pudiera enfermarse de estrés como los humanos, de lo contrario, estaría quejándose de dolores en todas partes.
Volvió de la universidad tan pronto como pudo a la tienda que lucía más espantosa que nunca - ¿Donde están el libro de contabilidad? - Preguntó molesto, revolviendo el escritorio donde solía sentarse, al fondo de la tienda, EunMi le gritó desde la bodega, que lo había visto en el estante a la derecha. Soren se irguió para alcanzar el libro, pero perdió el equilibrio empujando con su cuerpo el estante y el libro cayó (junto a otras variadas cosas más) perdiéndose bajo el escritorio - ¡Skit! - Maldijo en Sueco, agachándose a cuatro patas bajo el escritorio.
Entonces fue cuando una frase muy inusual se escuchó dentro de la tienda. Los clientes por lo general decían 'buenas noches' ¿pero que era eso de mi 'eternidad no está a tu merced, así que si estás por ahí... sal' ? Levantó la cabeza confundido y molesto y se la dio tremendo golpe contra el borde del escritorio, la madera traqueó y las cosas en el mismo bailaron amenazando con caer. Soren se asomó por debajo del escritorio y observó al recién llegado sobándose con la mano el lugar donde se había golpeado.
Genial, como si la noche no pudiera empeorar. El vampiro que había mordido a Anuar y que había provocado ese pequeño frenesí en la dichosa fiesta: Eric.
- Aquí estoy – Exclamó con sólo la cabeza asomada bajo el escritorio, una visión poco elegante, más bien debía lucir como un idiota.
Había vuelto a la tienda para darse cuenta del espantoso desorden. No se había vendido casi nada, pero aún así debía pagar el alquiler del local y por supuesto pagarle al asistente, no se había hecho inventario en todo el mes por su falta de tiempo (y cabeza) por lo que muchos pedidos no habían podido recibirse y algunos de sus proveedores estaban molestos. Era toda una dicha de que no pudiera enfermarse de estrés como los humanos, de lo contrario, estaría quejándose de dolores en todas partes.
Volvió de la universidad tan pronto como pudo a la tienda que lucía más espantosa que nunca - ¿Donde están el libro de contabilidad? - Preguntó molesto, revolviendo el escritorio donde solía sentarse, al fondo de la tienda, EunMi le gritó desde la bodega, que lo había visto en el estante a la derecha. Soren se irguió para alcanzar el libro, pero perdió el equilibrio empujando con su cuerpo el estante y el libro cayó (junto a otras variadas cosas más) perdiéndose bajo el escritorio - ¡Skit! - Maldijo en Sueco, agachándose a cuatro patas bajo el escritorio.
Entonces fue cuando una frase muy inusual se escuchó dentro de la tienda. Los clientes por lo general decían 'buenas noches' ¿pero que era eso de mi 'eternidad no está a tu merced, así que si estás por ahí... sal' ? Levantó la cabeza confundido y molesto y se la dio tremendo golpe contra el borde del escritorio, la madera traqueó y las cosas en el mismo bailaron amenazando con caer. Soren se asomó por debajo del escritorio y observó al recién llegado sobándose con la mano el lugar donde se había golpeado.
Genial, como si la noche no pudiera empeorar. El vampiro que había mordido a Anuar y que había provocado ese pequeño frenesí en la dichosa fiesta: Eric.
- Aquí estoy – Exclamó con sólo la cabeza asomada bajo el escritorio, una visión poco elegante, más bien debía lucir como un idiota.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
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Re: Risposte [Soren]
Me crucé de brazos contando la poca paciencia que me quedaba y continué esperando a que se dignase a aparecer. Su primera respuesta fue darse un sonoro golpe contra el borde del escritorio, tirándolo todo al suelo. Mi ceja se arqueó de forma involuntaria, ¿de verdad aquel era el mismo vampiro con el que había tenido que lidiar en la fiesta? No podía ser cierto.
Pero lo era. Su cabeza apareció mientras su mano frotaba la zona donde se había dado el golpe de forma tan torpe y porqué no decirlo, patética.
-Aquí estoy.- exclamó dejando ver solo su cabeza. ¿Qué forma era aquella de aparecer?
Aumenté la curva que formaba mi ceja y dibujé una leve media sonrisa en los labios, más burlona que amigable. Negué con la cabeza dejando escapar una leve risa y caminé hasta el escritorio, apartando con una mano todo lo que continuaba en éste.
-Ouh.- exclamé, tornando mi rostro a un gesto apenado. -Mira lo que he hecho....- continué clavando mi mirada en la suya. -¿Debo pedir disculpas? Me parece justo armar un poco de alboroto en tu tienducha ya que tú hiciste lo mismo con mi mente....- a cada palabra el ceño se fruncía más, con cada sílaba me era inevitable recordar lo que había hecho en la fiesta y todo lo que ésto había producido. Aparté el escritorio arrastrándolo hacia un lado con un esfuerzo que me robó más fuerzas de las necesarias. -Atrévete a meterte en mi mente una vez más.
Qué estúpido me pareció decir aquello. ¿Acaso iba a poder enfrentarle si lo hacía? ¿Acaso tenía fuerzas para combatir contra él? Me reí amargamente, frotando un ojo en un desquiciado gesto.
¿Qué estaba haciendo allí? ¿Qué estaba buscando? ¿Explicaciones? ¿Qué iba a decirme? ¿Qué explicación iba a darme? Ninguna sería lo suficientemente convincente como para que dejara pasar todo aquello. No iba a perdonarle aquello aunque quisiera. No podría. Había despertado por completo a mis recuerdos... ¿y si le estaba agradecido por ello? ¿Y si había acudido allí para otra dosis de dolor que tuviera como resultado una nítida visión? ¿Esperaba que lo hiciera para poder sentir bien de cerca a Flavio? ¿Para poder sentir la felicidad que creía sentir a su lado?
No. No quería nada de aquello... qué estúpido sería entonces. Quería vengarme, quería que comprendiese lo doloroso que podía llegar a ser recordar de aquella forma, quería que sintiera lo mismo que yo: la muerte con los brazos abiertos dispuesta a recibirle. Sí, era justo eso. ¿Pero cómo iba a hacerlo?
Clavé mi mirada en la suya y tomé su ropa a la altura del pecho para alzarle en el aire y colocarlo de pie ante mí. No tenía más que decirle, así que me dediqué a mirarle friamente, de la forma más hostil posible, aunque con mi aspecto actual (aquellas marcadas ojeras), no le causaría demasiado pavor.
[Juro que cuando Eric se acercó para comenzar a hablar con Soren se me vino a la cabeza que le dijera "Tenemos que hablar de la tubería de tu mujer... quiero decir, de tu mujer"... xDDD]
Pero lo era. Su cabeza apareció mientras su mano frotaba la zona donde se había dado el golpe de forma tan torpe y porqué no decirlo, patética.
-Aquí estoy.- exclamó dejando ver solo su cabeza. ¿Qué forma era aquella de aparecer?
Aumenté la curva que formaba mi ceja y dibujé una leve media sonrisa en los labios, más burlona que amigable. Negué con la cabeza dejando escapar una leve risa y caminé hasta el escritorio, apartando con una mano todo lo que continuaba en éste.
-Ouh.- exclamé, tornando mi rostro a un gesto apenado. -Mira lo que he hecho....- continué clavando mi mirada en la suya. -¿Debo pedir disculpas? Me parece justo armar un poco de alboroto en tu tienducha ya que tú hiciste lo mismo con mi mente....- a cada palabra el ceño se fruncía más, con cada sílaba me era inevitable recordar lo que había hecho en la fiesta y todo lo que ésto había producido. Aparté el escritorio arrastrándolo hacia un lado con un esfuerzo que me robó más fuerzas de las necesarias. -Atrévete a meterte en mi mente una vez más.
Qué estúpido me pareció decir aquello. ¿Acaso iba a poder enfrentarle si lo hacía? ¿Acaso tenía fuerzas para combatir contra él? Me reí amargamente, frotando un ojo en un desquiciado gesto.
¿Qué estaba haciendo allí? ¿Qué estaba buscando? ¿Explicaciones? ¿Qué iba a decirme? ¿Qué explicación iba a darme? Ninguna sería lo suficientemente convincente como para que dejara pasar todo aquello. No iba a perdonarle aquello aunque quisiera. No podría. Había despertado por completo a mis recuerdos... ¿y si le estaba agradecido por ello? ¿Y si había acudido allí para otra dosis de dolor que tuviera como resultado una nítida visión? ¿Esperaba que lo hiciera para poder sentir bien de cerca a Flavio? ¿Para poder sentir la felicidad que creía sentir a su lado?
No. No quería nada de aquello... qué estúpido sería entonces. Quería vengarme, quería que comprendiese lo doloroso que podía llegar a ser recordar de aquella forma, quería que sintiera lo mismo que yo: la muerte con los brazos abiertos dispuesta a recibirle. Sí, era justo eso. ¿Pero cómo iba a hacerlo?
Clavé mi mirada en la suya y tomé su ropa a la altura del pecho para alzarle en el aire y colocarlo de pie ante mí. No tenía más que decirle, así que me dediqué a mirarle friamente, de la forma más hostil posible, aunque con mi aspecto actual (aquellas marcadas ojeras), no le causaría demasiado pavor.
[Juro que cuando Eric se acercó para comenzar a hablar con Soren se me vino a la cabeza que le dijera "Tenemos que hablar de la tubería de tu mujer... quiero decir, de tu mujer"... xDDD]
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Re: Risposte [Soren]
Aquella había sido una semana muy dura. Pero seguía trabajando con el profesor chiflado porque necesitaba el dinero desesperadamente, la condición de su familia era demasiado frágil, sin su trabajo, su madre debía seguir prostituyéndose y moriría enferma de tanto trasnochar. EunMi odiaba verla llegar tan casada y triste en las madrugadas y por eso había decidido ser el 'hombre' de la casa que no existía.
Había ocultado sus rasgos femeninos bajo anchas ropas, había cortado su cabello y fingía ser un delgaducho chico para poder trabajar como los hombres y ganarse el pan que como mujer se le era negado. Haber encontrado al profesor Kaarkarogf había sido toda una bendición, puesto que era el único trabajo estable que tenía, los otros trabajos siempre acababan a los dos o tres meses y en ninguno tenía un sueldo fijo.
Llevaba trabajando más de 4 meses con el profesor y hasta el momento su paga nunca se había retrasado, ese era un lujo que poca gente humilde y sin equivocación como ella podía darse. Pero esa semana había sido una locura, el profesor había desaparecido por mucho tiempo y ella había intentado sacar la tienda adelante como podía, pero sin su jefe se sentía perdida respecto a muchas cosas.
Salía de la bodega con una caja llena de platos de bronce que habían llegado en la mañana desde los mercados gitanos, cuando se encontró con un hombre pálido y ojeroso como el mismísimo espanto, sosteniendo a Soren por el cuello de manera bastante amenazadora.
- ¿Profesor Kaarkarogf? - Exclamó con voz preocupada - ¿Está todo bien? -
Había ocultado sus rasgos femeninos bajo anchas ropas, había cortado su cabello y fingía ser un delgaducho chico para poder trabajar como los hombres y ganarse el pan que como mujer se le era negado. Haber encontrado al profesor Kaarkarogf había sido toda una bendición, puesto que era el único trabajo estable que tenía, los otros trabajos siempre acababan a los dos o tres meses y en ninguno tenía un sueldo fijo.
Llevaba trabajando más de 4 meses con el profesor y hasta el momento su paga nunca se había retrasado, ese era un lujo que poca gente humilde y sin equivocación como ella podía darse. Pero esa semana había sido una locura, el profesor había desaparecido por mucho tiempo y ella había intentado sacar la tienda adelante como podía, pero sin su jefe se sentía perdida respecto a muchas cosas.
Salía de la bodega con una caja llena de platos de bronce que habían llegado en la mañana desde los mercados gitanos, cuando se encontró con un hombre pálido y ojeroso como el mismísimo espanto, sosteniendo a Soren por el cuello de manera bastante amenazadora.
- ¿Profesor Kaarkarogf? - Exclamó con voz preocupada - ¿Está todo bien? -
Laurent Poulin- Humano Clase Media
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Re: Risposte [Soren]
Ciertamente de todas las personas que esperaba encontrarse en su tienda, Eric era la última de la lista. Creía que luego del incidente en la fiesta y cuando abandonó cobardemente el consultorio de Erkki, esperaba fervientemente no tener que volver a encontrarse con ese vampiro que parecía ser tan importante para Anuar. Escuchó sus palabras hostiles, estaba claramente molesto por lo que había hecho y con razón, Soren había lanzado la primera piedra. Frunció el ceño pensando que responder cuando el vampiro más joven le había levantado del suelo, agarrándole por la camisa.
La voz de EunMi lo tomó desprevenido, porque había olvidado por completo que la chica estaba allí, podría ser un gran problema si ella se enterara de su naturaleza vampirica y conociendo a Eric, si no habia tenido decencia en morder a Anuar frente a toda la clase alta de París, seguro no le importaría que su ayudante se diera cuenta. - Es un viejo conocido – Respondió agarrando la mano de Eric con fuerza y mirándole a los ojos con seriedad – Todo esta bien, puedes regresar a casa – La chica se mostró sorprendida por aquello.
Pero apenas son las 11 profesor – Exclamó ella dejando la caja a un lado del escritorio entre el desorden. Soren apretó con más fuerza la mano de Eric, enterrando sus uñas en la pálida piel de él – No te preocupes, has trabajado fuertemente toda esta semana, puedes salir temprano hoy, me quedaré limpiando y mañana te daré nuevas instrucciones – Le ordenó amablemente pero sin soltar la presión en la mano de Eric. EunMi pareció confundida y no muy convencida de aquello, pero una orden directa del jefe, era una orden, así que haciendo una inclinación típica de su cultura, regresó a la bodega y a los pocos minutos salió con un bolso raído de cuero. - Que tenga buena noche – Se despidió haciendo una última inclinación desde la puerta y luego se perdió por ella.
El lugar se sumió en un silencio bastante incómodo y entonces, con toda la fuerza propia de los de su género, Soren empujó a Eric tirandole de la mano con brusquedad – Así que... has vuelto por más – Aseveró con una sonrisa, completamente distinta a la amabilidad que había mostrado antes, esta era una sonrisa cargada de cevicia.
(( hahaha xD me dio mucha risa lo de la tuberia lol ))
La voz de EunMi lo tomó desprevenido, porque había olvidado por completo que la chica estaba allí, podría ser un gran problema si ella se enterara de su naturaleza vampirica y conociendo a Eric, si no habia tenido decencia en morder a Anuar frente a toda la clase alta de París, seguro no le importaría que su ayudante se diera cuenta. - Es un viejo conocido – Respondió agarrando la mano de Eric con fuerza y mirándole a los ojos con seriedad – Todo esta bien, puedes regresar a casa – La chica se mostró sorprendida por aquello.
Pero apenas son las 11 profesor – Exclamó ella dejando la caja a un lado del escritorio entre el desorden. Soren apretó con más fuerza la mano de Eric, enterrando sus uñas en la pálida piel de él – No te preocupes, has trabajado fuertemente toda esta semana, puedes salir temprano hoy, me quedaré limpiando y mañana te daré nuevas instrucciones – Le ordenó amablemente pero sin soltar la presión en la mano de Eric. EunMi pareció confundida y no muy convencida de aquello, pero una orden directa del jefe, era una orden, así que haciendo una inclinación típica de su cultura, regresó a la bodega y a los pocos minutos salió con un bolso raído de cuero. - Que tenga buena noche – Se despidió haciendo una última inclinación desde la puerta y luego se perdió por ella.
El lugar se sumió en un silencio bastante incómodo y entonces, con toda la fuerza propia de los de su género, Soren empujó a Eric tirandole de la mano con brusquedad – Así que... has vuelto por más – Aseveró con una sonrisa, completamente distinta a la amabilidad que había mostrado antes, esta era una sonrisa cargada de cevicia.
(( hahaha xD me dio mucha risa lo de la tuberia lol ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Risposte [Soren]
Continuaba agarrándole de la camisa, mirándole fría y hostilmente, esperando que respondiese de una maldita vez. Una parte de mí sentía un estúpido miedo de volver a sufrir por su culpa, pero la otra me incitaba a continuar con aquello, a buscar respuestas, a no dejar que volviera a escaparse sin dar razón a sus actos.
-¿Profesor Kaarkarogf?¿Está todo bien?
Contra todo pronóstico, resonó una voz y otra presencia nos acompañó. Un hombre, de rasgos asiáticos, mediana estatura y delgado, cargando una ceja. ¿Hombre? No podía asegurar que realmente lo fuera, sospechaba que no lo era... pero qué importaba, había aparecido en mal momento.
-Es un viejo conocido.– respondió finalmente Soren, agarrando con fuerza mi mano y mirándome a los ojos con fría seriedad. –Todo esta bien, puedes regresar a casa.– continuó con aquel fingido todo de serenidad.
-Pero apenas son las 11 profesor.– respondió él (o ella), dejando la caja en medio de aquel desorden. Soren hizo fuerza sobre mi mano, clavando sus uñas sobre mi piel, logrando que apretase los dientes y le mirase furioso. –No te preocupes, has trabajado fuertemente toda esta semana, puedes salir temprano hoy, me quedaré limpiando y mañana te daré nuevas instrucciones.- dijo Soren finalmente, con aquella falsa amabilidad que hacía contraste con la forma en la que apretaba mi mano. Quién iba a decirme que aquel bastardo sabía mentir tan bien. El joven se despidió finalmente, deseando una buena noche antes de abandonar el local.
Cuando todo quedó en silencio y sólo estábamos nosotros dos, Soren empujó con fuerza mi cuerpo, logrando que mi espalda golpease con una estantería y los objetos de ésta cayesen sobre mí. Cerré los ojos furioso al momento, apretando los dientes invadido por la rabia. ¿Quién demonios se creía aquel tipo? ¿Se creía más fuerte que yo?
–Así que... has vuelto por más
Su voz resonó en mi cabeza logrando que sintiera un escalofrío recorrerme. Cazzo, murmuré al sentir que el miedo me había invadido velozmente. Fue peor cuando al abrir los ojos, me topé con una cruel sonrisa dibujada en sus labios. ¿Por qué me había dejado vencer tan fácilmente? ¿Tanto miedo me daba que volviera a suceder lo de la otra vez? ¿Que de nuevo entrara en mi mente y abriese una puerta con dolorosos recuerdos? ¡Qué haría entonces! Como si no fuera suficiente todo lo que había recordado ya, como si no fuera suficiente tener grabada en mi mente la melodía de violín que Flavio había tocado, el brillo de sus ojos, el calor de su abrazo, el poder de su sonrisa...
No. No iba a dejarme vencer. No, debía hacerlo aunque solo fuera por orgullo, por egoísmo, por creerme más fuerte. No podía dejarme vencer por aquel miedo, y mucho menos por aquel tipo. No iba a leer el miedo en mi mirada, no iba a saber que en el fondo todo mi ser temblaba con la sola idea de volver a sufrir lo mismo que la otra vez.
Me eché a reír fríamente, sin dejar de mirar sus ojos. No sabía cómo demonios iba a fingir no tener miedo, pero iba a hacerlo. Caminé hasta él con paso lento pero decidido, sin dejar aún de mirar sus ojos.
-¿Crees que con eso me asustas? ¿Crees que te tengo miedo?.- mentí riendo descaradamente en su cara. -No te tengo miedo.- sonreí de medio lado, susurrando aquellas palabras cerca de su oreja.
Mentira, sentenció mi mente logrando que se desvaneciera aquella máscara de falsa seguridad. Mi cuerpo se tensó de forma involuntaria, quedando en aquella postura justo al lado de la oreja de Soren. No podía rendirme, no podía... cuando había tomado la decisión de encontrarle sabía que todo aquello podía ocurrir.
-Alguien como tú no podría darme miedo nunca, cobarde.- continué mintiéndome, sintiéndome por momentos un completo estúpido. Yo sí que era un cobarde, creyéndome valiente cuando el tenía la situación en sus manos.
-¿Profesor Kaarkarogf?¿Está todo bien?
Contra todo pronóstico, resonó una voz y otra presencia nos acompañó. Un hombre, de rasgos asiáticos, mediana estatura y delgado, cargando una ceja. ¿Hombre? No podía asegurar que realmente lo fuera, sospechaba que no lo era... pero qué importaba, había aparecido en mal momento.
-Es un viejo conocido.– respondió finalmente Soren, agarrando con fuerza mi mano y mirándome a los ojos con fría seriedad. –Todo esta bien, puedes regresar a casa.– continuó con aquel fingido todo de serenidad.
-Pero apenas son las 11 profesor.– respondió él (o ella), dejando la caja en medio de aquel desorden. Soren hizo fuerza sobre mi mano, clavando sus uñas sobre mi piel, logrando que apretase los dientes y le mirase furioso. –No te preocupes, has trabajado fuertemente toda esta semana, puedes salir temprano hoy, me quedaré limpiando y mañana te daré nuevas instrucciones.- dijo Soren finalmente, con aquella falsa amabilidad que hacía contraste con la forma en la que apretaba mi mano. Quién iba a decirme que aquel bastardo sabía mentir tan bien. El joven se despidió finalmente, deseando una buena noche antes de abandonar el local.
Cuando todo quedó en silencio y sólo estábamos nosotros dos, Soren empujó con fuerza mi cuerpo, logrando que mi espalda golpease con una estantería y los objetos de ésta cayesen sobre mí. Cerré los ojos furioso al momento, apretando los dientes invadido por la rabia. ¿Quién demonios se creía aquel tipo? ¿Se creía más fuerte que yo?
–Así que... has vuelto por más
Su voz resonó en mi cabeza logrando que sintiera un escalofrío recorrerme. Cazzo, murmuré al sentir que el miedo me había invadido velozmente. Fue peor cuando al abrir los ojos, me topé con una cruel sonrisa dibujada en sus labios. ¿Por qué me había dejado vencer tan fácilmente? ¿Tanto miedo me daba que volviera a suceder lo de la otra vez? ¿Que de nuevo entrara en mi mente y abriese una puerta con dolorosos recuerdos? ¡Qué haría entonces! Como si no fuera suficiente todo lo que había recordado ya, como si no fuera suficiente tener grabada en mi mente la melodía de violín que Flavio había tocado, el brillo de sus ojos, el calor de su abrazo, el poder de su sonrisa...
No. No iba a dejarme vencer. No, debía hacerlo aunque solo fuera por orgullo, por egoísmo, por creerme más fuerte. No podía dejarme vencer por aquel miedo, y mucho menos por aquel tipo. No iba a leer el miedo en mi mirada, no iba a saber que en el fondo todo mi ser temblaba con la sola idea de volver a sufrir lo mismo que la otra vez.
Me eché a reír fríamente, sin dejar de mirar sus ojos. No sabía cómo demonios iba a fingir no tener miedo, pero iba a hacerlo. Caminé hasta él con paso lento pero decidido, sin dejar aún de mirar sus ojos.
-¿Crees que con eso me asustas? ¿Crees que te tengo miedo?.- mentí riendo descaradamente en su cara. -No te tengo miedo.- sonreí de medio lado, susurrando aquellas palabras cerca de su oreja.
Mentira, sentenció mi mente logrando que se desvaneciera aquella máscara de falsa seguridad. Mi cuerpo se tensó de forma involuntaria, quedando en aquella postura justo al lado de la oreja de Soren. No podía rendirme, no podía... cuando había tomado la decisión de encontrarle sabía que todo aquello podía ocurrir.
-Alguien como tú no podría darme miedo nunca, cobarde.- continué mintiéndome, sintiéndome por momentos un completo estúpido. Yo sí que era un cobarde, creyéndome valiente cuando el tenía la situación en sus manos.
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Re: Risposte [Soren]
El cuerpo del vampiro dio contra una estantería, en otro momento Soren hubiera odiado ver caer todos esos preciosos objetos al suelo, pero era consciente de que en un momento así el escenario era lo que menos importaba tarde o temprano debía terminar en eso, destrucción. Le escuchó reír como un auténtico loco ¿Y que vampiro no lo estaba? Soren había descubierto ya que vampiros cuerdos no habían ¿y quien podía seguir siendo cuerdo teniendo que asesinar y beber de humanos? Le vio acercarse y no se movió ni un ápice, sus ojos azules como el mismísimo cielo siguieron los movimientos de Eric y escuchó atento sus palabras.
- Yo no creo nada – Respondió con tranquilidad, la tranquilidad de Soren, la del académico que enseñaba sobre moralidad y ética en la Universidad – Alguien capaz de hacerle daño a lo que más aprecia... no podría tener miedo de nada – Agrega acentuando las palabras con énfasis. - Soy un cobarde si, valla que lo soy, prefiero huir antes que herir a quienes aprecio – Finalizó y entonces comenzándo a quitarse el saco que traía puesto con lentitud.
Esto lo he comenzado yo. Cosecho lo que siembro, yo tiré la primera piedra, pensaba sacándose el saco por la manga derecha casi con parsimonia y en silencio - Soy producto de mis decisiones – Murmuró terminando de quitarse el saco tirándolo sobre el escritorio desordenado y extendiendo los brazos – Bien, joven Eric, yo empecé esto así que... juguemos un rato -
Sonrió y sus fieros colmillos fueron visibles en una macabra sonrisa de piraña, extendiendo sus brazos como si fuera a darle un abrazo y luego colocandolos frente a él en una obvia posición amenazadora.
- Yo no creo nada – Respondió con tranquilidad, la tranquilidad de Soren, la del académico que enseñaba sobre moralidad y ética en la Universidad – Alguien capaz de hacerle daño a lo que más aprecia... no podría tener miedo de nada – Agrega acentuando las palabras con énfasis. - Soy un cobarde si, valla que lo soy, prefiero huir antes que herir a quienes aprecio – Finalizó y entonces comenzándo a quitarse el saco que traía puesto con lentitud.
Esto lo he comenzado yo. Cosecho lo que siembro, yo tiré la primera piedra, pensaba sacándose el saco por la manga derecha casi con parsimonia y en silencio - Soy producto de mis decisiones – Murmuró terminando de quitarse el saco tirándolo sobre el escritorio desordenado y extendiendo los brazos – Bien, joven Eric, yo empecé esto así que... juguemos un rato -
Sonrió y sus fieros colmillos fueron visibles en una macabra sonrisa de piraña, extendiendo sus brazos como si fuera a darle un abrazo y luego colocandolos frente a él en una obvia posición amenazadora.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Risposte [Soren]
La falsa seguridad se aquebrantó aún más cuando dijo que no creía nada. Demonios, ¿en tan pocas palabras había logrado desvanecer mi seguridad y seriedad? Tragué saliva apretando los dientes con disimulada molestia, intentando ocultar el miedo en mis ojos, aún sin separarme del cuerpo de aquel vampiro.
–Alguien capaz de hacerle daño a lo que más aprecia... no podría tener miedo de nada.- continuó. De pronto todo aquel miedo desapareció de mi cuerpo, aquellos leves escalofríos dieron paso a un calor que invadió todo mi ser. El miedo decía adiós a mis ojos y éstos, daban la bienvenida al fuego de la ira, de la rabia y el odio. Clavé mi mirada en sus ojos, casi esperando que con aquella mirada, sus palabras acallasen, casi dándole la orden de que no continuara por aquel camino. -Soy un cobarde sí, vaya que lo soy, prefiero huir antes que herir a quienes aprecio.- finalizó, haciendo caso omiso a aquella mirada.
Creí perder el control de mi mente durante unos instantes en los que la ira lo inundó todo. ¿Cómo se atrevía a decir aquello? ¿Cómo se atrevía a pronunciar aquellas palabras?. Pero fueron poco los segundos donde me dejé llevar por la rabia. Dudando de pronto, por quién decía aquello. ¿Era por Anuar? O... ¿o era por Flavio?
Es por Flavio, estúpido. ¿Acaso no recuerdas que dejaste que muriera? ¿Acaso no recuerdas que eres el culpable de su muerte?
Aquello debía ser una mentira. Soren no podía saber nada de mi hermano, tenía que ser por Anuar...
Y que más da, si el solo pensar que lo dice por él te llena de ira, continuó mi mente en tono triunfal. Lo peor es que llevaba razón, no podía negárselo.
Volví a la realidad, observando cómo Soren se quitaba su abrigo y lo tiraba hacia el desorden de la tienda. Juguemos un rato, dijo terminando con su discurso. Aquellas palabras iban a salirle caras. muy caras. La sonrisa que se dibujó en su rostro, mostrando sus colmillos, no me dio ningún miedo. Ya no. Había tocado el único lugar donde no podía tocar: Flavio y Anuar. A él no le iba a permitir que insinuase que les había hecho daño por gusto. No. No iba a perdonárselo.
-Juguemos.- susurré colocándome justo enfrente a él, con una fría y dolorosa sonrisa.
Olvidé que podría hacerme daño si quería, olvidé que en el primer encuentro había entrado en mi mente de forma dolorosoa. Lo olvidé todo. Absolutamente todo. Solo rodeé su cuello con mi mano, apretando con fuerza, clavando las uñas sobre los laterales de éste, tan fuerte que un par de gotas de sangre decoraron mis dedos. Sonreí placenteramente mientras apretaba más fuerte y lo alzaba en el aire sin soltarle. ¿No quería jugar?
-Repítelo. Insinua que hice daño a Anuar por voluntad propia. Insinua de nuevo que hice daño a Flavio. Hazlo.- murmuré arrastrando las palabras, apretando los dientes con rabia.
Sin aguardar una respuesta por su parte, apreté más fuerte su cuello y golpée su espalda contra una de las estanterías en repetidas ocasiones.
-¡Fue por TU CULPA! ¡Fue culpa tuya que atacase a Anuar! ¡TUYA!.- grité invadido por la rabia.
La idea de que alguien pensase que podía dañar a Anuar me quemaba, ardía despertando en mí la rabia más oscura. El odio, la mismísima ira.
–Alguien capaz de hacerle daño a lo que más aprecia... no podría tener miedo de nada.- continuó. De pronto todo aquel miedo desapareció de mi cuerpo, aquellos leves escalofríos dieron paso a un calor que invadió todo mi ser. El miedo decía adiós a mis ojos y éstos, daban la bienvenida al fuego de la ira, de la rabia y el odio. Clavé mi mirada en sus ojos, casi esperando que con aquella mirada, sus palabras acallasen, casi dándole la orden de que no continuara por aquel camino. -Soy un cobarde sí, vaya que lo soy, prefiero huir antes que herir a quienes aprecio.- finalizó, haciendo caso omiso a aquella mirada.
Creí perder el control de mi mente durante unos instantes en los que la ira lo inundó todo. ¿Cómo se atrevía a decir aquello? ¿Cómo se atrevía a pronunciar aquellas palabras?. Pero fueron poco los segundos donde me dejé llevar por la rabia. Dudando de pronto, por quién decía aquello. ¿Era por Anuar? O... ¿o era por Flavio?
Es por Flavio, estúpido. ¿Acaso no recuerdas que dejaste que muriera? ¿Acaso no recuerdas que eres el culpable de su muerte?
Aquello debía ser una mentira. Soren no podía saber nada de mi hermano, tenía que ser por Anuar...
Y que más da, si el solo pensar que lo dice por él te llena de ira, continuó mi mente en tono triunfal. Lo peor es que llevaba razón, no podía negárselo.
Volví a la realidad, observando cómo Soren se quitaba su abrigo y lo tiraba hacia el desorden de la tienda. Juguemos un rato, dijo terminando con su discurso. Aquellas palabras iban a salirle caras. muy caras. La sonrisa que se dibujó en su rostro, mostrando sus colmillos, no me dio ningún miedo. Ya no. Había tocado el único lugar donde no podía tocar: Flavio y Anuar. A él no le iba a permitir que insinuase que les había hecho daño por gusto. No. No iba a perdonárselo.
-Juguemos.- susurré colocándome justo enfrente a él, con una fría y dolorosa sonrisa.
Olvidé que podría hacerme daño si quería, olvidé que en el primer encuentro había entrado en mi mente de forma dolorosoa. Lo olvidé todo. Absolutamente todo. Solo rodeé su cuello con mi mano, apretando con fuerza, clavando las uñas sobre los laterales de éste, tan fuerte que un par de gotas de sangre decoraron mis dedos. Sonreí placenteramente mientras apretaba más fuerte y lo alzaba en el aire sin soltarle. ¿No quería jugar?
-Repítelo. Insinua que hice daño a Anuar por voluntad propia. Insinua de nuevo que hice daño a Flavio. Hazlo.- murmuré arrastrando las palabras, apretando los dientes con rabia.
Sin aguardar una respuesta por su parte, apreté más fuerte su cuello y golpée su espalda contra una de las estanterías en repetidas ocasiones.
-¡Fue por TU CULPA! ¡Fue culpa tuya que atacase a Anuar! ¡TUYA!.- grité invadido por la rabia.
La idea de que alguien pensase que podía dañar a Anuar me quemaba, ardía despertando en mí la rabia más oscura. El odio, la mismísima ira.
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Re: Risposte [Soren]
La mirada de Eric se había vuelto más fría que la mismísima Antartica, sus ojos se habían clavado en Soren y este había notado el obvio cambio. Algo de lo que había dicho le había golpeado en lo más profundo, el vampiro más joven parecía haberse armado de valor y de un odio malsano, porque cuando sus manos se aferraron al rededor de su cuello, la fuerza y determinación fueron completamente diferentes. Soren casi pudo sentir que lo atravesaría con la mirada y no con sus dedos que ahora presionaban las venas de su cuello con saña.
Observó confundido el rostro de Eric mientras este lo golpeaba fuertemente contra uno de los estantes, sus palabras sólo generaban preguntas, parecía realmente enojado porque le hubiese juzgado de aquella manera, un segundo golpe le hizo temblar la cabeza y luego un tercero, esta vez sintió las columnas de madera de la estantería crujir y algunos objetos de la última repisa cayeron estrepitosamente hacía los lados. No quería ni mirar que cosas eran, el daño sería incalculable y por ahora no le convenía preocuparse por algo más que por la amenaza que tenía frente a él.
- Ahhgg – Se quejó de dolor cuando una vez más el vampiro le había golpeado contra la estantería, a ese ritmo podría inclusive romper la pared – Qu...ien demo-nios... e..s F..lavio – Logró exclamar carraspeando, la presión en su cuello no le permitía hablar con claridad. Cerró los ojos y le agarró por los hombros intentando empujarlo y así alejarlo de su cuerpo.
Al ver que sus manos no lograban alejar al vampiro, intentó con sus piernas y pateó con todas sus fuerzas el estómago de Eric para que le soltara, con los ojos entrecerrados, nublados por la falta de sangre en su cerebro gracias a la presión.
Observó confundido el rostro de Eric mientras este lo golpeaba fuertemente contra uno de los estantes, sus palabras sólo generaban preguntas, parecía realmente enojado porque le hubiese juzgado de aquella manera, un segundo golpe le hizo temblar la cabeza y luego un tercero, esta vez sintió las columnas de madera de la estantería crujir y algunos objetos de la última repisa cayeron estrepitosamente hacía los lados. No quería ni mirar que cosas eran, el daño sería incalculable y por ahora no le convenía preocuparse por algo más que por la amenaza que tenía frente a él.
- Ahhgg – Se quejó de dolor cuando una vez más el vampiro le había golpeado contra la estantería, a ese ritmo podría inclusive romper la pared – Qu...ien demo-nios... e..s F..lavio – Logró exclamar carraspeando, la presión en su cuello no le permitía hablar con claridad. Cerró los ojos y le agarró por los hombros intentando empujarlo y así alejarlo de su cuerpo.
Al ver que sus manos no lograban alejar al vampiro, intentó con sus piernas y pateó con todas sus fuerzas el estómago de Eric para que le soltara, con los ojos entrecerrados, nublados por la falta de sangre en su cerebro gracias a la presión.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Risposte [Soren]
¿Como podía él decir aquello si todo había sido culpa suya? ¿Es que acaso no conocía la dimensión de sus actos? Su confundida mirada parecía dar una respuesta afirmativa a todas aquellas preguntas, dándome a entender que no sabía lo que había hecho, que no lograba entender nada de lo que había pasado. ¿Era realmente así, fingía o es que simplemente era tan torpe que no se había molestado en atar cabos? Demonios, la paciencia comenzaba a fallarme y si no me calmaba se agotaría por completo, así que me decidí a darle un momento de tregua cuando se quejó de dolor.
A punto estuve de parar aquella, pero todo se quedó en un "a punto de".
-Qu...ien demo-nios... e..s F..lavio.– se atrevió a decir. Apreté los dientes con rabia, sintiendo como si aquel vampiro estuviera profanando su nombre, como si nombrarle él fuera un sacrilegio, un pecado como el de los cristianos al nombrar a su Dios en vano.
Quise apretar más fuerte sobre su cuello cuando sus manos se posaron en mis hombros, intentando separarme. No iba a permitírselo, iba a pagar por nombrar a Flavio, pero una fuerte patada en el estómago me llevó a la otra esquina del lugar, a la estantería con la que me había golpeado al principio.
-Stronzo....- maldije en italiano llevándome la mano al estómago dolorido, mucho más de lo que esperaba.
Tuve que toser un par de veces antes de poder reincorporarme, sintiendo el sabor de la sangre en mi boca. Pasé una mano por ésta y me incorporé con la total intención de volver a cargar contra él. Ni siquiera el dolor del golpe pudo parar la rabia que sentía por haberle oído decir aquel nombre, el nombre de mi hermano, de la única razón por la que sentía que seguía existiendo.
La mandíbula se tensó sola al recordar el simple hecho de que le hubiera nombrado, y caminé hacia él para empujarle con fuerza de nuevo a las estanterías, tomando luego después la manga izquierda de mi chaqueta y jersey para arrancarlas sin ningún pudor. Alcé la muñeca izquierda para golpearle con ella en la frente, haciendo que golpease su cabeza contra la estantería.
-Atrévete a entrar en mi mente para averiguarlo. Atrévete.- añadí clavando mis ojos en los suyos hostilmente. Otra vez me había olvidado del miedo sin importarme las consecuencias, olvidándome de que podría pagar muy cara mi osadía. -¿No has probado a pensar que lo que le hice a Anuar fue culpa tuya? ¿No te has parado a pensar que todo sucedió después de que entraras en mi mente sin ningún permiso? Sí, Soren, fue culpa tuya....- sonreí cruelmente.
No iba a volver a replantearme la idea de hablar con él, de explicarle las cosas. No, si quería saber algo lo sabría por las malas, y si quería que todo acabara, debía empezar por darme explicaciones de sus porqué.
A punto estuve de parar aquella, pero todo se quedó en un "a punto de".
-Qu...ien demo-nios... e..s F..lavio.– se atrevió a decir. Apreté los dientes con rabia, sintiendo como si aquel vampiro estuviera profanando su nombre, como si nombrarle él fuera un sacrilegio, un pecado como el de los cristianos al nombrar a su Dios en vano.
Quise apretar más fuerte sobre su cuello cuando sus manos se posaron en mis hombros, intentando separarme. No iba a permitírselo, iba a pagar por nombrar a Flavio, pero una fuerte patada en el estómago me llevó a la otra esquina del lugar, a la estantería con la que me había golpeado al principio.
-Stronzo....- maldije en italiano llevándome la mano al estómago dolorido, mucho más de lo que esperaba.
Tuve que toser un par de veces antes de poder reincorporarme, sintiendo el sabor de la sangre en mi boca. Pasé una mano por ésta y me incorporé con la total intención de volver a cargar contra él. Ni siquiera el dolor del golpe pudo parar la rabia que sentía por haberle oído decir aquel nombre, el nombre de mi hermano, de la única razón por la que sentía que seguía existiendo.
La mandíbula se tensó sola al recordar el simple hecho de que le hubiera nombrado, y caminé hacia él para empujarle con fuerza de nuevo a las estanterías, tomando luego después la manga izquierda de mi chaqueta y jersey para arrancarlas sin ningún pudor. Alcé la muñeca izquierda para golpearle con ella en la frente, haciendo que golpease su cabeza contra la estantería.
-Atrévete a entrar en mi mente para averiguarlo. Atrévete.- añadí clavando mis ojos en los suyos hostilmente. Otra vez me había olvidado del miedo sin importarme las consecuencias, olvidándome de que podría pagar muy cara mi osadía. -¿No has probado a pensar que lo que le hice a Anuar fue culpa tuya? ¿No te has parado a pensar que todo sucedió después de que entraras en mi mente sin ningún permiso? Sí, Soren, fue culpa tuya....- sonreí cruelmente.
No iba a volver a replantearme la idea de hablar con él, de explicarle las cosas. No, si quería saber algo lo sabría por las malas, y si quería que todo acabara, debía empezar por darme explicaciones de sus porqué.
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Re: Risposte [Soren]
Comenzaba a ver borroso por la falta de sangre en su cabeza, cuando la patada había hecho efecto y había lanzado a Eric lejos de él por el momento. Se llevó ambas manos al cuello y tocio cerrando los ojos, carraspeó y volvió a abrirlos, porque no era buena idea perder la guardia frente a un potencial enemigo. Si bien Eric era mejor y por ende menos fuerte, eso no significaba que no representara un peligro, un vampiro era una maquina de matar, sin importar lo añeja de su sangre, existían muchas maneras de incapacitar físicamente a alguien e intentaría evitar eso a toda costa.
Sacudió la cabeza, intentando enfocarse en el asunto, porque su mente a ratos se iba hacía reflexiones filosoficas aún en esa situación, la gente solía pensar que a Soren le hacía falta iniciativa o que simplemente era muy idiota como para reaccionar con prontitud, la verdad era que solía pensar demasiado las cosas, dándole demasiadas vueltas al asunto, ahora mientras Eric le golpeaba con fuerza en el rostro, inclusive, seguía pensando, preguntas que no venían al caso arremolinarse en su cabeza. ¿Se afeitaba Eric? ¿Tendría dinero para comprarse otra chaqueta? Porque acaba de romper la que llevaba y tenía su buen gusto, a lo mejor era una reliquia familiar pasada de generación en generación y por un momento de frustración se había estropeado...
Las palabras del joven vampiro le hicieron volver a la realidad. Culpandole de lo que había pasado. Oh Dios... ¿y si era cierto? ¿Y si Eric había atacado a Anuar movido por la confusión y el dolor que él le había causado? Tragó saliva y sus ojos reflejaron el miedo que le hacía pensar en la posibilidad de que él hubiese causado toda esa desgraciada sucesión de hechos, porque una cosa había llevado a la otra y Anuar había sufrido más que un daño físico en consecuencia. De repente el miedo que sentía se lo tragó, como un abismo nauseabundo y oscuro, un agujero que se tragaba todo.
Eso es Soren, déjame salir. Sabes que me necesitas, porque eres un imbécil que no puede enfrentar las consecuencias de tus propios actos, déjame salir y le enseñare a este idiota de lo que somos capaces.
Abrió los ojos y sus azules orbes ya no eran las mismas del distraído profesor que se había dado un golpe en la cabeza bajo el escritorio, ahora eran fríos como un hielo y su sonrisa se curvaba sádicamente enseñando sus fieros colmillos, se giró rápidamente y levantó su pierna derecha en un arco golpeando certeramente a Eric en el rostro con su bota de cuero, enviándolo contra el escritorio que crujió y dejó caer los libros que habían sobre él.
- Entonces es mi culpa – Murmuró con una voz completamente distinta, porque el monstruo no necesitaba fingir amabilidad, el monstruo no contenía sus emociones – Bien... delicioso... no tengo que sacar excusas para patearte el culo – Comentó con sevicia - te partiré esa bonita cara tuya – Sonrió con sorna - hacía 40 años que no probaba el sabor de la sangre vampirica... mmm el olor del miedo... ven niño, ven... -
Sacudió la cabeza, intentando enfocarse en el asunto, porque su mente a ratos se iba hacía reflexiones filosoficas aún en esa situación, la gente solía pensar que a Soren le hacía falta iniciativa o que simplemente era muy idiota como para reaccionar con prontitud, la verdad era que solía pensar demasiado las cosas, dándole demasiadas vueltas al asunto, ahora mientras Eric le golpeaba con fuerza en el rostro, inclusive, seguía pensando, preguntas que no venían al caso arremolinarse en su cabeza. ¿Se afeitaba Eric? ¿Tendría dinero para comprarse otra chaqueta? Porque acaba de romper la que llevaba y tenía su buen gusto, a lo mejor era una reliquia familiar pasada de generación en generación y por un momento de frustración se había estropeado...
Las palabras del joven vampiro le hicieron volver a la realidad. Culpandole de lo que había pasado. Oh Dios... ¿y si era cierto? ¿Y si Eric había atacado a Anuar movido por la confusión y el dolor que él le había causado? Tragó saliva y sus ojos reflejaron el miedo que le hacía pensar en la posibilidad de que él hubiese causado toda esa desgraciada sucesión de hechos, porque una cosa había llevado a la otra y Anuar había sufrido más que un daño físico en consecuencia. De repente el miedo que sentía se lo tragó, como un abismo nauseabundo y oscuro, un agujero que se tragaba todo.
Eso es Soren, déjame salir. Sabes que me necesitas, porque eres un imbécil que no puede enfrentar las consecuencias de tus propios actos, déjame salir y le enseñare a este idiota de lo que somos capaces.
Abrió los ojos y sus azules orbes ya no eran las mismas del distraído profesor que se había dado un golpe en la cabeza bajo el escritorio, ahora eran fríos como un hielo y su sonrisa se curvaba sádicamente enseñando sus fieros colmillos, se giró rápidamente y levantó su pierna derecha en un arco golpeando certeramente a Eric en el rostro con su bota de cuero, enviándolo contra el escritorio que crujió y dejó caer los libros que habían sobre él.
- Entonces es mi culpa – Murmuró con una voz completamente distinta, porque el monstruo no necesitaba fingir amabilidad, el monstruo no contenía sus emociones – Bien... delicioso... no tengo que sacar excusas para patearte el culo – Comentó con sevicia - te partiré esa bonita cara tuya – Sonrió con sorna - hacía 40 años que no probaba el sabor de la sangre vampirica... mmm el olor del miedo... ven niño, ven... -
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Re: Risposte [Soren]
Me había envalentonado tontamente al haberle dicho aquello a Soren, y más, cuando ví el reflejo de las dudas en sus ojos. ¿Se sentía culpable ahora? Seguro que no más de lo que yo me había sentido cuando por su culpa había atacado a la única persona a la que consideraba amiga: Anuar. Le había mordido sin quererlo, más por ordenes directas de mi mente, desesperada por el dolor y con la frustrante necesidad de sangre ante tal fuerte visión. ¿Y de que me había servido? Solo me sentía culpable al recordar aquel momento, y así esperaba que se sintiera él, hecho polvo por la pesada y dolorosa culpa.
Sonreí sin poder evitarlo cuando cerró los ojos y tragó saliva, pero sin explicación aparente, volvió a abrirlos con una mirada completamente diferente. Ya no era una mirada cargada de miedo, quizá de culpa. Estaba llena de una expresión completamente diferente.. ¿ira? ¿odio?
Bajando la guardia ante aquella mirada que inavitablemente me inspiró respeto, su bota dio directamente en mi cara, logrando que gimiera de dolor cuando caí sobre el escritorio y éste se rompía a mi espalda. Habría intentado pronunciar cualquier insulto si el golpe no me hubiera dolido tanto. Intenté incorporarme lentamente, llevando una mano directamente a mi nariz, que parecía comenzar a sangrar de forma abundante.
Alcé la mirada hacia el vampiro, con completa rabia en ésta, cuando sus palabras logrando que un escalofrío me recorriera de punta a punta.
-Entonces es mi culpa– comenzó con una voz completamente diferente, como si ya no se tratara de la misma persona. –Bien... delicioso... no tengo que sacar excusas para patearte el culo– continuó cruelmente, logrando que la mano que taponaba la sangre en mi nariz se bajase involuntariamente. -Te partiré esa bonita cara tuya– sonrió con sorna -Hacía 40 años que no probaba el sabor de la sangre vampirica... mmm el olor del miedo... ven niño, ven... .
Otro escalofrío me recorrió desde el final de la espalda, y tragué saliva retrocediendo un par de pasos. ¿Donde demonios se había metido aquel dichoso tipo tan torpe? ¿Había desaparecido sin más? ¿Acaso sufría doble personalidad y ocultaba un ser maligno dentro de si mismo? ¿Acaso, al igual que me había pasado a mí, era dominado por aquel otro yo sacando la crueldad oculta en sí mismo?
Sus afilados colmillos parecieron brillar durante un momento, y quise hacer algo por borrar el miedo de mi mirada, ¿pero el qué? Si estaba completamente aterrorizado, si temía que se atreviera a morderme y reviviese de nuevo mi transformación como me había pasado en la pelea con Ofelia. No. No, no y mil veces no. Tenía que sacar fuerzas de donde no las hubiera. ¿Por qué ahora no aparecía mi mente a llamarme estúpido logrando que me enfadase? ¿Por qué sentía que me había quedado completamente solo ante el enemigo, y sobre todo, ante el miedo?
Volví a tragar saliva de forma exagerada, decidido a hacer algo, por muy estúpido que fuera.
Con aquella velocidad que caracterizaba a los de nuestra raza, me coloqué en su espalda y apreté su cuello desde allí con uno de mis brazos, cosa que resultó complicada por la diferencia de altura.
-¿Debo darte las gracias por decir que mi cara es bonita?.- susurré con sarcasmo en su oído, fingiendo aquella seguridad que tanto me faltaba.
Golpeé con la rodilla su espalda y solté su cuello dejando que cayera al suelo.
-¿Quién es el niño ahora?.- volví a decir con sarcasmo, de nuevo fingiendo seguridad.
Sonreí fingidamente y pateé su estómago antes de apartarme un par de pasos de él, pues lo quisiera o no, me daba miedo lo que pudiera hacerme. Porque sobre todo, me atemorizaba la idea de que entrase en mi mente... si estaba débil sin que lo hiciera, ¿que pasaría si lo hacía? Sería una simple marioneta a la que golpearía sin perdón... no, no podía permitirlo.
Sonreí sin poder evitarlo cuando cerró los ojos y tragó saliva, pero sin explicación aparente, volvió a abrirlos con una mirada completamente diferente. Ya no era una mirada cargada de miedo, quizá de culpa. Estaba llena de una expresión completamente diferente.. ¿ira? ¿odio?
Bajando la guardia ante aquella mirada que inavitablemente me inspiró respeto, su bota dio directamente en mi cara, logrando que gimiera de dolor cuando caí sobre el escritorio y éste se rompía a mi espalda. Habría intentado pronunciar cualquier insulto si el golpe no me hubiera dolido tanto. Intenté incorporarme lentamente, llevando una mano directamente a mi nariz, que parecía comenzar a sangrar de forma abundante.
Alcé la mirada hacia el vampiro, con completa rabia en ésta, cuando sus palabras logrando que un escalofrío me recorriera de punta a punta.
-Entonces es mi culpa– comenzó con una voz completamente diferente, como si ya no se tratara de la misma persona. –Bien... delicioso... no tengo que sacar excusas para patearte el culo– continuó cruelmente, logrando que la mano que taponaba la sangre en mi nariz se bajase involuntariamente. -Te partiré esa bonita cara tuya– sonrió con sorna -Hacía 40 años que no probaba el sabor de la sangre vampirica... mmm el olor del miedo... ven niño, ven... .
Otro escalofrío me recorrió desde el final de la espalda, y tragué saliva retrocediendo un par de pasos. ¿Donde demonios se había metido aquel dichoso tipo tan torpe? ¿Había desaparecido sin más? ¿Acaso sufría doble personalidad y ocultaba un ser maligno dentro de si mismo? ¿Acaso, al igual que me había pasado a mí, era dominado por aquel otro yo sacando la crueldad oculta en sí mismo?
Sus afilados colmillos parecieron brillar durante un momento, y quise hacer algo por borrar el miedo de mi mirada, ¿pero el qué? Si estaba completamente aterrorizado, si temía que se atreviera a morderme y reviviese de nuevo mi transformación como me había pasado en la pelea con Ofelia. No. No, no y mil veces no. Tenía que sacar fuerzas de donde no las hubiera. ¿Por qué ahora no aparecía mi mente a llamarme estúpido logrando que me enfadase? ¿Por qué sentía que me había quedado completamente solo ante el enemigo, y sobre todo, ante el miedo?
Volví a tragar saliva de forma exagerada, decidido a hacer algo, por muy estúpido que fuera.
Con aquella velocidad que caracterizaba a los de nuestra raza, me coloqué en su espalda y apreté su cuello desde allí con uno de mis brazos, cosa que resultó complicada por la diferencia de altura.
-¿Debo darte las gracias por decir que mi cara es bonita?.- susurré con sarcasmo en su oído, fingiendo aquella seguridad que tanto me faltaba.
Golpeé con la rodilla su espalda y solté su cuello dejando que cayera al suelo.
-¿Quién es el niño ahora?.- volví a decir con sarcasmo, de nuevo fingiendo seguridad.
Sonreí fingidamente y pateé su estómago antes de apartarme un par de pasos de él, pues lo quisiera o no, me daba miedo lo que pudiera hacerme. Porque sobre todo, me atemorizaba la idea de que entrase en mi mente... si estaba débil sin que lo hiciera, ¿que pasaría si lo hacía? Sería una simple marioneta a la que golpearía sin perdón... no, no podía permitirlo.
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Re: Risposte [Soren]
Tal y como esperaba el pequeño vampiro corrió hacía él, subiéndose a su espalda con una rapidez digna de un exponente de su raza, el monstruó sonrió y cerró los ojos cuando las manos de Eric se cerraron en su cuello - No me des las gracias - Murmuró apenas si pudiéndo hablar por la presión en el cuello, sintiéndo luego la poderosa patada que le hizo doblar las rodillas y quedar arrodillado en el suelo, el cabello cayéndole sobre la frente, ocultando parte de su rostro.
- ¡Dáme todo lo que tienes! - Le gritó levántando su rostro, con la expresión digna de un psicopata, de un asesino sin sentimientos, sediénto de sangre, porque el monstruo era todo eso que Soren siempre reprimía no olvidarse de la parte humana que vivía dentro de si, para poder aferrarse a los recuerdos de su vida anterior. Un gruñido digno de un animal se escapó de sus labios, fue como si un tigre y una serpiente hubiesen hecho sus correspondientes sonidos al mismo tiempo y entonces, Soren se impulsó con fuerza en sus piernas y saltó cual animal salvaje con las manos extendidas como garras hacía Eric.
Sus manos se aferran a los hombros de Eric como un par de tenazas y con el impulso que traía, tumbó al vampiro más joven un par de metros por el pasillo, quedándo este bajo él, los delgados y morfazes colmillos se cerraron en la tersa piel de su cuello, penetrándolo inmediatamente como un cuchillo a la mantequilla, el sabor de la sangre de Eric invadiéndolo por unos instantes y cegándolo de placer.
Oh si, el placer que genera el poder. Porque la sangre era poder. Y el poder embriagaba como el mejor de los orgasmos.
Ese vampiro había mordido a Anuar, a su Anuar y ahora él bebía de su sangre y lo marcaba, cual fiero animal marcaría su territorio de caza. Bebió largos tragos, sintiéndo como la sangre vampirica le revitalizaba y le hacía sentir vivo. Entonces levantó el rostro, lacerándo la piel con el movimiento, hilos rojos deslizando por la comisura de sus labios, sus ojos perdidos en el éxtasis.
- Quien lo diría... eres un platillo delicioso - Murmura.
- ¡Dáme todo lo que tienes! - Le gritó levántando su rostro, con la expresión digna de un psicopata, de un asesino sin sentimientos, sediénto de sangre, porque el monstruo era todo eso que Soren siempre reprimía no olvidarse de la parte humana que vivía dentro de si, para poder aferrarse a los recuerdos de su vida anterior. Un gruñido digno de un animal se escapó de sus labios, fue como si un tigre y una serpiente hubiesen hecho sus correspondientes sonidos al mismo tiempo y entonces, Soren se impulsó con fuerza en sus piernas y saltó cual animal salvaje con las manos extendidas como garras hacía Eric.
Sus manos se aferran a los hombros de Eric como un par de tenazas y con el impulso que traía, tumbó al vampiro más joven un par de metros por el pasillo, quedándo este bajo él, los delgados y morfazes colmillos se cerraron en la tersa piel de su cuello, penetrándolo inmediatamente como un cuchillo a la mantequilla, el sabor de la sangre de Eric invadiéndolo por unos instantes y cegándolo de placer.
Oh si, el placer que genera el poder. Porque la sangre era poder. Y el poder embriagaba como el mejor de los orgasmos.
Ese vampiro había mordido a Anuar, a su Anuar y ahora él bebía de su sangre y lo marcaba, cual fiero animal marcaría su territorio de caza. Bebió largos tragos, sintiéndo como la sangre vampirica le revitalizaba y le hacía sentir vivo. Entonces levantó el rostro, lacerándo la piel con el movimiento, hilos rojos deslizando por la comisura de sus labios, sus ojos perdidos en el éxtasis.
- Quien lo diría... eres un platillo delicioso - Murmura.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Risposte [Soren]
Podría haber jurado que la calma había invadido mi cuerpo, olvidando las consecuencias que podría traer toda aquella situación, negándome a recordar quien estaba en clara superioridad en aquel lugar. Pero necesitaba creer en algo, en que podía enfrentarme a él de igual a igual, o al menos creer que no sería una cucaracha peleando contra un gigante. Necesitaba usar el miedo a mi favor, necesitaba sacarle partido y sacarlo de mi pecho, obligándole a dejar de oprimir mi pecho. ¿Pero cómo iba a hacerlo, si mentirme era una tarea imposible?
Pero todo terminó tan rápido como había comenzado, en un aliento perdido en la tensión del lugar.
-¡Dame todo lo que tienes!.- gritó con expresión macabra en el rostro. ¿Dónde había quedado aquel torpe tipo que se había golpeado la cabeza con el escritorio? ¿En qué se había convertido?
Retrocedí un par de pasos, golpeando mi espalda contra las estanterías del lugar, sintiendo un sudor frío recorriendo mi frente. ¿Qué demonios iba a pasar entonces? ¿Qué iba a hacer yo?
Aniquilando mi posibilidad de pensar, un gruñido fue el antecesor a un salto que bien podría ser comparado con los movimientos de un animal salvaje a punto de cazar a su presa. Su acción fue tan rápida que la imposibilidad de acción se hizo presente, impidiéndome pensar qué hacer cuando sus manos se lanzaban hacia mí como las garras de un depredador hambriento. Y así se clavaron en mis hombros sus manos, como las garras de un depredador que apretaban con fuerza.
El impulso del salto nos hizo caer a ambos al suelo, quedando mi cuerpo bajo el suyo, reduciendo mis posibilidades de huir. Intenté golpearle con las piernas, pero toda acción quedó en un simple amago: atrapado. Mi respiración comenzó a agitarse conforme el miedo aumentaba en mí, siendo ya imposible disimularlo o fingir. Quise golpear su vientre con uno de mis pies, sacármelo de encima, cualquier cosa con tal de terminar con aquella ansiedad que me invadía y era incapaz de eliminar.
Cuando su boca se abrió precipitadamente, mostrando sus afilados colmillos, grité desesperado por el miedo, sabiendo que aquel podría ser mi final. Volví a gritar empujándole con los brazos en otro vano intento por separarle de mí. Grité, de nuevo, completamente aterrorizado por la velocidad en la que sus colmillos se acercaban a mi cuello. ¿¡Qué demonios podía hacer!?
Gritar. Grité de dolor cuando sus colmillos se clavaron en mi cuello, rasgando por completo mi piel. Eché la cabeza hacia atrás rendido al dolor, cerrando con fuerza los ojos notando como las rojas lágrimas quemaban mis mejillas. Agarré su ropa casi clavando mis uñas en ésta, intentando separarle de mi con todas las fuerzas que comenzaban a fallar.
Al cabo de unos segundos, mis brazos se deslizaron por su espalda hasta caer al suelo, y por un momento deseé que acabase conmigo antes de seguir sintiendo aquel maldito dolor.
Los pocos recuerdos que tenía recorrieron mi mente con velocidad: la habitación donde había sido transformado, mi creadora, el dolor de su mordisco, la sensación de muerte que me volvía a invadirme con más fuerza que nunca en aquel instante, la muerte de Flavio, su cadáver en mis brazos, su sonrisa, su voz, el brillo de su pelo, sus ojos, su calor, su abrazo... gemí de dolor con todo aquello, apretando aún más fuerte los ojos, notando como las lágrimas caían con más fuerza por mis mejillas. ¿Por qué en un momento así recordaba todo aquello? ¿Por qué lloraba con más fuerza sabiendo que si me mataba perdería todo aquello?
Finalmente su boca se separó de mi cuello, hiriendo la piel de éste de forma dolorosa. Entonces el aire volvió a entrar en mis pulmones, más por costumbre que por necesidad, haciendo que por un momento muy breve me sintiera vivo.
Sus palabras no llegaron a mi cerebro, que parecía incapaz de recibir información.
Me quedé allí, sin poder moverme, notando como comenzaban los temblores de mi cuerpo, sintiendo la fragilidad de éste y la incapacidad de mi mente por hacer algo. Era incapaz de pensar, el solo intento de respirar era demasiado doloroso.
Que frustrante se sentía al notar la sangre cayendo de mi cuello en pequeños ríos que parecían negarse a desaparecer, pues la curación acelerada se ralentizaba debido a la falta de sangre. ¿Por qué no me habría alimentado antes de acudir al encuentro de aquel vampiro? Y qué importaba ya, si no había marcha atrás...
Volví a gemir de dolor cuando mi mano encontró las fuerzas suficiente para tapar la herida del cuello, y me esforcé por abrir los ojos. El temor volvió a apoderarse de mí al abrirlos, al encontrarme con los ojos de aquel monstruo al que sentí como el mismísimo Satanás.
Renació aquella ansiedad, y mi respiración se agitó cada vez más, como si estuviera sufriendo una taquicardía. Quise gritar pero apenas logré entreabrir mi boca y golpearle con mi frío aliento.
-Aléjate... aléjate de mí... ¡¡Aléjate de mí!!.- grité casi sin fuerzas.
Un repentino dolor en la cabeza me obligó a cerrar los ojos. ¿Sería una nueva visión? ¿Estaría apareciendo de nuevo aquel extraño poder? Sin saber bien cual sería la respuesta a aquellas preguntas, me repetí mentalmente una y otra vez un "aléjate de mí" que comenzó a resonar con tanta fuerza que parecían gritos del propio exterior. ¿Funcionaría de nuevo aquel poder?
Pero todo terminó tan rápido como había comenzado, en un aliento perdido en la tensión del lugar.
-¡Dame todo lo que tienes!.- gritó con expresión macabra en el rostro. ¿Dónde había quedado aquel torpe tipo que se había golpeado la cabeza con el escritorio? ¿En qué se había convertido?
Retrocedí un par de pasos, golpeando mi espalda contra las estanterías del lugar, sintiendo un sudor frío recorriendo mi frente. ¿Qué demonios iba a pasar entonces? ¿Qué iba a hacer yo?
Aniquilando mi posibilidad de pensar, un gruñido fue el antecesor a un salto que bien podría ser comparado con los movimientos de un animal salvaje a punto de cazar a su presa. Su acción fue tan rápida que la imposibilidad de acción se hizo presente, impidiéndome pensar qué hacer cuando sus manos se lanzaban hacia mí como las garras de un depredador hambriento. Y así se clavaron en mis hombros sus manos, como las garras de un depredador que apretaban con fuerza.
El impulso del salto nos hizo caer a ambos al suelo, quedando mi cuerpo bajo el suyo, reduciendo mis posibilidades de huir. Intenté golpearle con las piernas, pero toda acción quedó en un simple amago: atrapado. Mi respiración comenzó a agitarse conforme el miedo aumentaba en mí, siendo ya imposible disimularlo o fingir. Quise golpear su vientre con uno de mis pies, sacármelo de encima, cualquier cosa con tal de terminar con aquella ansiedad que me invadía y era incapaz de eliminar.
Cuando su boca se abrió precipitadamente, mostrando sus afilados colmillos, grité desesperado por el miedo, sabiendo que aquel podría ser mi final. Volví a gritar empujándole con los brazos en otro vano intento por separarle de mí. Grité, de nuevo, completamente aterrorizado por la velocidad en la que sus colmillos se acercaban a mi cuello. ¿¡Qué demonios podía hacer!?
Gritar. Grité de dolor cuando sus colmillos se clavaron en mi cuello, rasgando por completo mi piel. Eché la cabeza hacia atrás rendido al dolor, cerrando con fuerza los ojos notando como las rojas lágrimas quemaban mis mejillas. Agarré su ropa casi clavando mis uñas en ésta, intentando separarle de mi con todas las fuerzas que comenzaban a fallar.
Al cabo de unos segundos, mis brazos se deslizaron por su espalda hasta caer al suelo, y por un momento deseé que acabase conmigo antes de seguir sintiendo aquel maldito dolor.
Los pocos recuerdos que tenía recorrieron mi mente con velocidad: la habitación donde había sido transformado, mi creadora, el dolor de su mordisco, la sensación de muerte que me volvía a invadirme con más fuerza que nunca en aquel instante, la muerte de Flavio, su cadáver en mis brazos, su sonrisa, su voz, el brillo de su pelo, sus ojos, su calor, su abrazo... gemí de dolor con todo aquello, apretando aún más fuerte los ojos, notando como las lágrimas caían con más fuerza por mis mejillas. ¿Por qué en un momento así recordaba todo aquello? ¿Por qué lloraba con más fuerza sabiendo que si me mataba perdería todo aquello?
Finalmente su boca se separó de mi cuello, hiriendo la piel de éste de forma dolorosa. Entonces el aire volvió a entrar en mis pulmones, más por costumbre que por necesidad, haciendo que por un momento muy breve me sintiera vivo.
Sus palabras no llegaron a mi cerebro, que parecía incapaz de recibir información.
Me quedé allí, sin poder moverme, notando como comenzaban los temblores de mi cuerpo, sintiendo la fragilidad de éste y la incapacidad de mi mente por hacer algo. Era incapaz de pensar, el solo intento de respirar era demasiado doloroso.
Que frustrante se sentía al notar la sangre cayendo de mi cuello en pequeños ríos que parecían negarse a desaparecer, pues la curación acelerada se ralentizaba debido a la falta de sangre. ¿Por qué no me habría alimentado antes de acudir al encuentro de aquel vampiro? Y qué importaba ya, si no había marcha atrás...
Volví a gemir de dolor cuando mi mano encontró las fuerzas suficiente para tapar la herida del cuello, y me esforcé por abrir los ojos. El temor volvió a apoderarse de mí al abrirlos, al encontrarme con los ojos de aquel monstruo al que sentí como el mismísimo Satanás.
Renació aquella ansiedad, y mi respiración se agitó cada vez más, como si estuviera sufriendo una taquicardía. Quise gritar pero apenas logré entreabrir mi boca y golpearle con mi frío aliento.
-Aléjate... aléjate de mí... ¡¡Aléjate de mí!!.- grité casi sin fuerzas.
Un repentino dolor en la cabeza me obligó a cerrar los ojos. ¿Sería una nueva visión? ¿Estaría apareciendo de nuevo aquel extraño poder? Sin saber bien cual sería la respuesta a aquellas preguntas, me repetí mentalmente una y otra vez un "aléjate de mí" que comenzó a resonar con tanta fuerza que parecían gritos del propio exterior. ¿Funcionaría de nuevo aquel poder?
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Re: Risposte [Soren]
El monstruo se relamió los labios, limpiando con la punta de su lengua, la sangre que resbalaba por las comisuras de su boca y apenas si se estaba sobreponiendo a la sensación causada por la sangre, cuando la voz de Eric comenzó a resonar dentro de su cabeza, inundando todo a su alrededor casi como un mandra Hindú. Frunció el ceño, sintiéndo como esa voz se volvía más y más fuerte en su cabeza, impidiendo que pudiera escuchar sus propios pensamientos, de un momento a otro se encontró retrocediendo y olvidando momentáneamente lo que deseaba hacer, parpadeó confuso cuando se encontró contra la pared, a un par de metros de Eric, observándole como si no entendiera que estaba sucediendo.
Ha controlado tu mente idiota ¿no te das cuenta?.
Parpadeó una vez más y sacudió su cabeza intentando alejar aquella voz. Al parecer el vampiro tenía un par de cartas escondidas bajo la manga y bueno, era de esperarse si había sobrevivido más de 100 años era de suponer que sabía algunos trucos. Aún así, el miedo estaba presente en sus pupilas, un miedo que había visto latente mientras le mordía. Soren se preguntaba si ese miedo era por sus acciones o por los recuerdos de algún trauma pasado.
Desconocía mucho de Eric, apenas si sabía lo que había visto en aquella visión en su mente, Anuar tampoco había querido hablar de nada referente a él, lo que no hacía mas que hacerlo sentir celoso (muy a su pesar), así que cualquier variación en su carácter o estado anímico, era impredecible. Decidió entonces quedarse allí justo donde estaba, si el vampiro más joven podía controlar sus acciones, era mejor no precipitarse o terminaría con la cabeza dentro de un caldero hirviendo.
((¿Que tal así?))
Ha controlado tu mente idiota ¿no te das cuenta?.
Parpadeó una vez más y sacudió su cabeza intentando alejar aquella voz. Al parecer el vampiro tenía un par de cartas escondidas bajo la manga y bueno, era de esperarse si había sobrevivido más de 100 años era de suponer que sabía algunos trucos. Aún así, el miedo estaba presente en sus pupilas, un miedo que había visto latente mientras le mordía. Soren se preguntaba si ese miedo era por sus acciones o por los recuerdos de algún trauma pasado.
Desconocía mucho de Eric, apenas si sabía lo que había visto en aquella visión en su mente, Anuar tampoco había querido hablar de nada referente a él, lo que no hacía mas que hacerlo sentir celoso (muy a su pesar), así que cualquier variación en su carácter o estado anímico, era impredecible. Decidió entonces quedarse allí justo donde estaba, si el vampiro más joven podía controlar sus acciones, era mejor no precipitarse o terminaría con la cabeza dentro de un caldero hirviendo.
((¿Que tal así?))
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Re: Risposte [Soren]
Mis manos subieron a mi cabeza en un autoreflejo, tapándome las orejas para acallar aquellos gritos que resonaban en mi cabeza una y otra vez. ¿Por qué demonios dolía tanto?
La espalda se me arqueó, en otro sonoro gemido de dolor, y aún más ocupado en el enemigo interior que en el que se alzaba frente a mí, pude observar como su ceño se fruncía pronunciadamente, hasta que final su cuerpo se separó del mío, y acabó retrocediendo un par de pasos que lo alejaron lo suficiente de mí.
Cerré los ojos dejando que mi espalda golpease el suelo sonoramente, escuchando aún aquellos gritos que inundaban mi mente de forma tan tormentosa. Intenté olvidarme de ellas e intentar respirar. Y así fue, el aire comenzó a entrar en mis pulmones lenta y dolorosamente. Inspirar, expirar. Un gesto tan sencillo como aquel se volvía ahora un esfuerzo que no sabía si podría seguir realizando por mucho tiempo.
Aquel gesto tan simple me otorgó la suficiente fuerza para llevar mi mano izquierda hasta la frente y apretar con suavidad para intentar cesar aquel dolor en forma de latido que golpeaba sin piedad mi cabeza. Cerré los ojos al hacerlo, y masajeé un segundo las sienes para luego abrir los ojos y toparme de lleno con mi tatuaje. Flavio.
¿Qué hacía allí? ¿Por qué estaba en el suelo, quieto, sin moverme? ¿Acaso no me percataba del peligro que corría? ¿Acaso ya me había rendido?
Tapé la herida del cuello con una de mis manos y con la otra me ayudé a reincorporarme para ponerme finalmente en pie, observando así a aquel maldito monstruo que parecía incapaz de moverse.
Busqué su mirada con cierto temor, y la encontré allí, indecisa, con una extraña expresión que no me esforcé en comprender.
-¿Ya te has rendido...? ¿O es que ya vuelves a ser de nuevo tú, Soren...?.- de pronto me eché a reír, sin saber bien por qué. -Tienes que acudir a ese monstruo que vive dentro de ti para defenderte... ¿no es patético?.- otra vez la fingida seguridad me invadía, ayudada por una débil valentía que parecía no querer dar su brazo a torcer. Sonreí de medio lado, aún sabiendo que eso lograría que la herida de mi cuello doliera más.
Y continuó sin moverse, sin salir de aquel estado de precaución - estúpido debía decir, pues aunque se hubiera alejado por mi poder mental, no sería capaz de seguir utilizándolo por mucho tiempo. Necesitaba una concentración exagerada, necesitaba fuerza, pues salía demasiado caro para mi mente. Demasiado dolor.
-Basta....- susurré negando con la cabeza, apartando por completo la idea de no efectuar ningún contraataque. -Basta.- repetí con la necesidad de autoconvencerme, soltando mi cuello notando como éste comenzaba a emanar pequeños regueros de sangre de nuevo. Escocía, así que debía estar curándose ya.
Y volví a sonreír. Fingida sonrisa que me otorgó la suficiente valentía para clavar mis ojos en los suyos con frialdad. Aquello no iba a quedarse así. No.
Arracando una de las estantería del lugar, la lancé contra él, rompiéndola en dos sobre su propia cabeza, creando un estrepitoso sonido que parecía un simple susurro comparado con los gritos que aún podía oírse en mi mente. No iba a vencerme. No iba a dejar vencerme tan rápidamente.
[Espero que el mío haya quedado acorde a tu respuesta...]
La espalda se me arqueó, en otro sonoro gemido de dolor, y aún más ocupado en el enemigo interior que en el que se alzaba frente a mí, pude observar como su ceño se fruncía pronunciadamente, hasta que final su cuerpo se separó del mío, y acabó retrocediendo un par de pasos que lo alejaron lo suficiente de mí.
Cerré los ojos dejando que mi espalda golpease el suelo sonoramente, escuchando aún aquellos gritos que inundaban mi mente de forma tan tormentosa. Intenté olvidarme de ellas e intentar respirar. Y así fue, el aire comenzó a entrar en mis pulmones lenta y dolorosamente. Inspirar, expirar. Un gesto tan sencillo como aquel se volvía ahora un esfuerzo que no sabía si podría seguir realizando por mucho tiempo.
Aquel gesto tan simple me otorgó la suficiente fuerza para llevar mi mano izquierda hasta la frente y apretar con suavidad para intentar cesar aquel dolor en forma de latido que golpeaba sin piedad mi cabeza. Cerré los ojos al hacerlo, y masajeé un segundo las sienes para luego abrir los ojos y toparme de lleno con mi tatuaje. Flavio.
¿Qué hacía allí? ¿Por qué estaba en el suelo, quieto, sin moverme? ¿Acaso no me percataba del peligro que corría? ¿Acaso ya me había rendido?
Tapé la herida del cuello con una de mis manos y con la otra me ayudé a reincorporarme para ponerme finalmente en pie, observando así a aquel maldito monstruo que parecía incapaz de moverse.
Busqué su mirada con cierto temor, y la encontré allí, indecisa, con una extraña expresión que no me esforcé en comprender.
-¿Ya te has rendido...? ¿O es que ya vuelves a ser de nuevo tú, Soren...?.- de pronto me eché a reír, sin saber bien por qué. -Tienes que acudir a ese monstruo que vive dentro de ti para defenderte... ¿no es patético?.- otra vez la fingida seguridad me invadía, ayudada por una débil valentía que parecía no querer dar su brazo a torcer. Sonreí de medio lado, aún sabiendo que eso lograría que la herida de mi cuello doliera más.
Y continuó sin moverse, sin salir de aquel estado de precaución - estúpido debía decir, pues aunque se hubiera alejado por mi poder mental, no sería capaz de seguir utilizándolo por mucho tiempo. Necesitaba una concentración exagerada, necesitaba fuerza, pues salía demasiado caro para mi mente. Demasiado dolor.
-Basta....- susurré negando con la cabeza, apartando por completo la idea de no efectuar ningún contraataque. -Basta.- repetí con la necesidad de autoconvencerme, soltando mi cuello notando como éste comenzaba a emanar pequeños regueros de sangre de nuevo. Escocía, así que debía estar curándose ya.
Y volví a sonreír. Fingida sonrisa que me otorgó la suficiente valentía para clavar mis ojos en los suyos con frialdad. Aquello no iba a quedarse así. No.
Arracando una de las estantería del lugar, la lancé contra él, rompiéndola en dos sobre su propia cabeza, creando un estrepitoso sonido que parecía un simple susurro comparado con los gritos que aún podía oírse en mi mente. No iba a vencerme. No iba a dejar vencerme tan rápidamente.
[Espero que el mío haya quedado acorde a tu respuesta...]
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Re: Risposte [Soren]
Se había quedado petrificado en el lugar, imposibilidado a moverse gracias al hechizo, reprimiendo el impulso de luchar contra él mentalmente porque no le interesaba volver a inmiscuirse en su pasado, además si conocía su pasado y descubría más de sus debilidades terminaría sintiendo lástima y esa lástima sería más fuerte que su deseo de asesinarlo.
Pero lástima fue lo último que sintió luego de las palabras de Eric, unas palabras que por supuesto resultaron molestas y ofensivas, frunció el ceño y le enseñó los colmillos en señal de advertencia, ¡cállate o te volveré a morderte! Parecía decir. Entonces el vampiro más joven había empezado a decir 'basta' y el monstruo no supo a que se refería, pues no estaba haciendo nada, entonces inesperadamente y con una velocidad propia de los inmortales, una de las estanterías fue a dar directo contra su cabeza. La madera crujió inmediatamente al golpear su cara, cientos de astillas creándose con el impacto y desquebrajándose por doquier, partiéndose en dos grandes fragmentos. Los objetos que habían en ella cayeron por doquier, incluyendo la piedra de 20 kilos en la que Alfredo II del siglo 11 solía apoyarse para pensar y que no había sido vendida aún.
La piedra cayó pesadamente golpeando su cabeza en el costado derecho, rompiendo la dermis, logrando que la sangre saliera de allí, deslizándose por la frente. Soren cayó hacía atrás quedando sepultado por los escombros, inconsciente por el golpe por unos instantes que en su subconsciente parecieron infinitos.
“¿Pero se puede saber que demonios estás haciéndo?” Preguntó Soren de pie, en medio de la oscuridad de su propia inconsciencia.
“Intentando que no nos pateen el trasero, por supuesto”. Respondió el monstruo, de pie justo frente a él, con el ceño fruncido, claramente molesto.
“No seas tonto, no podemos matar a este vampiro”. Argumentó Soren negando con la cabeza.
“Claro que podemos, el lugar está lleno de pedazos de madera ahora, podemos usar una como estaca ¡y bam! si... en todo su corazón”. Respondió el otro con una risita aguda.
“No, no podemos.” Dictaminó
“¿Porqué no? Soy rápido...” Respondió inmediatamente el otro.
“Porqué él es importante para Anuar.” Murmuró Soren.
“Maldita sea y volvemos con lo del pintorsillo ese” Se quejó el monstruo comenzando a ponerse de muy mal humor.
“Si... nada más y nada menos que la persona más importante para mi” Le recordó Soren y el monstruo sólo gruñó como respuesta.
Cuando el vampiro más viejo abrió los ojos y se incorporó, los ojos azules y tranquilos de Soren habían vuelto a ser los mismos. Soren alejó el pedazo de madera que estaba sobre él y se puso de pie con algo de dificultad , observó el espantoso paronama, su tienda estaba casi destruida por completo, los objetos de los estantes más cercanos estaban todos tirados en el suelo, cosas regadas por allí y por allá, cosas quebradas de incalculable valor. Joder, cuando hiciera cuentas se iba a morir del estrés, bueno, en sólo en teoría, porque ya estaba biologicamente muerto. Suspiró largamente.
- Supongo que esto sonará extrañó, especialmente viniendo de una persona que acaba de ser golpeada con un enorme estante, pero ya decía La Fontaine que 'La paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia'... así que... joven Eric... ¿desea beber una taza de café? Si es que logro encontrar el café entre todo este desorden...-
Pero lástima fue lo último que sintió luego de las palabras de Eric, unas palabras que por supuesto resultaron molestas y ofensivas, frunció el ceño y le enseñó los colmillos en señal de advertencia, ¡cállate o te volveré a morderte! Parecía decir. Entonces el vampiro más joven había empezado a decir 'basta' y el monstruo no supo a que se refería, pues no estaba haciendo nada, entonces inesperadamente y con una velocidad propia de los inmortales, una de las estanterías fue a dar directo contra su cabeza. La madera crujió inmediatamente al golpear su cara, cientos de astillas creándose con el impacto y desquebrajándose por doquier, partiéndose en dos grandes fragmentos. Los objetos que habían en ella cayeron por doquier, incluyendo la piedra de 20 kilos en la que Alfredo II del siglo 11 solía apoyarse para pensar y que no había sido vendida aún.
La piedra cayó pesadamente golpeando su cabeza en el costado derecho, rompiendo la dermis, logrando que la sangre saliera de allí, deslizándose por la frente. Soren cayó hacía atrás quedando sepultado por los escombros, inconsciente por el golpe por unos instantes que en su subconsciente parecieron infinitos.
“¿Pero se puede saber que demonios estás haciéndo?” Preguntó Soren de pie, en medio de la oscuridad de su propia inconsciencia.
“Intentando que no nos pateen el trasero, por supuesto”. Respondió el monstruo, de pie justo frente a él, con el ceño fruncido, claramente molesto.
“No seas tonto, no podemos matar a este vampiro”. Argumentó Soren negando con la cabeza.
“Claro que podemos, el lugar está lleno de pedazos de madera ahora, podemos usar una como estaca ¡y bam! si... en todo su corazón”. Respondió el otro con una risita aguda.
“No, no podemos.” Dictaminó
“¿Porqué no? Soy rápido...” Respondió inmediatamente el otro.
“Porqué él es importante para Anuar.” Murmuró Soren.
“Maldita sea y volvemos con lo del pintorsillo ese” Se quejó el monstruo comenzando a ponerse de muy mal humor.
“Si... nada más y nada menos que la persona más importante para mi” Le recordó Soren y el monstruo sólo gruñó como respuesta.
Cuando el vampiro más viejo abrió los ojos y se incorporó, los ojos azules y tranquilos de Soren habían vuelto a ser los mismos. Soren alejó el pedazo de madera que estaba sobre él y se puso de pie con algo de dificultad , observó el espantoso paronama, su tienda estaba casi destruida por completo, los objetos de los estantes más cercanos estaban todos tirados en el suelo, cosas regadas por allí y por allá, cosas quebradas de incalculable valor. Joder, cuando hiciera cuentas se iba a morir del estrés, bueno, en sólo en teoría, porque ya estaba biologicamente muerto. Suspiró largamente.
- Supongo que esto sonará extrañó, especialmente viniendo de una persona que acaba de ser golpeada con un enorme estante, pero ya decía La Fontaine que 'La paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia'... así que... joven Eric... ¿desea beber una taza de café? Si es que logro encontrar el café entre todo este desorden...-
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Risposte [Soren]
Cuando la estantería cayó sobre él, se rompió en dos golpeándole directamente, incluyendo una extraña piedra que estaba en dicha estantería y que golpeó parte de su cabeza rasgándole la piel y produciéndole un corte del cual comenzó a emanar la sangre rápidamente. Cayó finalmente al suelo, inconsciente.
Sonreí un leve instante, demasiado breve debido al fuerte mareo que me invadió. Me tambaleé débil, retrocediendo un par de pasos cayendo contra otra de las estanterías del lugar.
Me cubrí la herida del cuello con la mano, sintiendo la sangre salir lenta y dolorosamente. Me obligué a llenar y vaciar mis pulmones lentamente, odiando la frialdad del aire que entraba en éstos. Dolor de nuevo. Y no sabía como calmarlo.
Cerré los fuerza los ojos, echando la cabeza hacia atrás para apoyarla en la estantería y poder estirar el cuello en un vano intento por calmar aquel dolor, por cesar la hemorragia.
Siseé levemente. ¿Por qué todos los vampiros que me había atacado habían mordido en el mismo lugar? En aquella cicatriz que tenía del primer mordisco recibido.
Arranqué un trozo de mi camisa en un torpe movimiento, y justo cuando lo usé para rodear mi cuello y parar aquella herida que tanto tardaba en curarse por la falta de sangre, Soren recobró el conocimiento.
Me incorporé rápidamente, preparándome quizá para otro ataque suyo. Sin embargo, el vampiro no hizo otra cosa que suspirar, y al observar sus ojos descubrí una mirada completamente distinta a la que anteriormente me había aterrorizado.
-Supongo que esto sonará extrañó, especialmente viniendo de una persona que acaba de ser golpeada con un enorme estante, pero ya decía La Fontaine que 'La paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia'... así que... joven Eric... ¿desea beber una taza de café? Si es que logro encontrar el café entre todo este desorden...
-¿Qué...?.- alcancé a decir completamente confuso. ¿Ahora pretendía ser amable? ¿Pero qué demonios le pasaba? -No es un café lo que precisamente necesito....- susurré agotado, apretando el trozo de mi camisa contra mi cuello para detener de una vez la sangre.
Otro mareo tomó el control de mi cuerpo, y caí golpeando la espalda contra la estantería que se hallaba detrás de mí, dejando escapar un leve gemido de dolor.
-Y yo que solo venía por un par de explicaciones....- reí agotado.
Sonreí un leve instante, demasiado breve debido al fuerte mareo que me invadió. Me tambaleé débil, retrocediendo un par de pasos cayendo contra otra de las estanterías del lugar.
Me cubrí la herida del cuello con la mano, sintiendo la sangre salir lenta y dolorosamente. Me obligué a llenar y vaciar mis pulmones lentamente, odiando la frialdad del aire que entraba en éstos. Dolor de nuevo. Y no sabía como calmarlo.
Cerré los fuerza los ojos, echando la cabeza hacia atrás para apoyarla en la estantería y poder estirar el cuello en un vano intento por calmar aquel dolor, por cesar la hemorragia.
Siseé levemente. ¿Por qué todos los vampiros que me había atacado habían mordido en el mismo lugar? En aquella cicatriz que tenía del primer mordisco recibido.
Arranqué un trozo de mi camisa en un torpe movimiento, y justo cuando lo usé para rodear mi cuello y parar aquella herida que tanto tardaba en curarse por la falta de sangre, Soren recobró el conocimiento.
Me incorporé rápidamente, preparándome quizá para otro ataque suyo. Sin embargo, el vampiro no hizo otra cosa que suspirar, y al observar sus ojos descubrí una mirada completamente distinta a la que anteriormente me había aterrorizado.
-Supongo que esto sonará extrañó, especialmente viniendo de una persona que acaba de ser golpeada con un enorme estante, pero ya decía La Fontaine que 'La paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia'... así que... joven Eric... ¿desea beber una taza de café? Si es que logro encontrar el café entre todo este desorden...
-¿Qué...?.- alcancé a decir completamente confuso. ¿Ahora pretendía ser amable? ¿Pero qué demonios le pasaba? -No es un café lo que precisamente necesito....- susurré agotado, apretando el trozo de mi camisa contra mi cuello para detener de una vez la sangre.
Otro mareo tomó el control de mi cuerpo, y caí golpeando la espalda contra la estantería que se hallaba detrás de mí, dejando escapar un leve gemido de dolor.
-Y yo que solo venía por un par de explicaciones....- reí agotado.
Invitado- Invitado
Re: Risposte [Soren]
Soren observó la actitud de Eric, se había tambaleado y se había golpeado contra otro estante. ¿Tan fuerte le había mordido? Pensaba Soren parpadeando rápidamente, no lo creía, porque se conocía muy bien, nunca atacaba con todo la primera vez, siempre le gustaba jugar con la presa antes de dar por finalizado el encuentro, lucha era divertido, había aprendido años atrás en su entrenamiento con el sheriff Vampirico de Estocolmo y había inclusive desempeñado un cargo militar. Soren sabía manejar espadas y varios tipos de armas de fuego, pero no había nada mejor que luchar con las garras y los colmillos, ¡como dios manda!
-Explicación... - Murmuró llevándose una mano al costado de su rostro, manchándola con su propia sangre luego se llevó los dedos a sus propios labios y los lamió – Creo que ambos somos conscientes de lo que acaba de suceder aquí – Declaró mientras lamía todos los rastros de su propia sangre – Somos dos machos luchando por un objetivo común, has entrado en mi territorio y me haz desafiado, según las antiguas leyes vampíricas dictaminadas hace un par de siglos por el Rey Vlad, un desafío debe aceptarse y debe existir una confrontación, pues uno de los dos vampiros ha violado el territorio de otro -
Comenzó a caminar entre los escombros de su tienda (si es que aún podía llamarla así) dándole la espalda al vampiro más joven, propenso a que le atacase de nuevo, pero por algún motivo lo dudaba, su lado más evolucionado y menos dominado por los impulsos irracionales de la bestia, le decía que podía llegar a un termino medio con monsieur Eric – Pero indudablemente, la humanidad ha evolucionado a través de los años y los vampiros debemos evolucionar también, no me gusta regirme por las leyes antiguas y preferiría que usted y yo pudiésemos resolver nuestras diferencias de otra manera - Revolvió la mesa sacando papeles y plumas – Así que como muestra de mis buenas intenciones, le concedo a usted la primer pregunta, y le daré la explicación que desee -
-Explicación... - Murmuró llevándose una mano al costado de su rostro, manchándola con su propia sangre luego se llevó los dedos a sus propios labios y los lamió – Creo que ambos somos conscientes de lo que acaba de suceder aquí – Declaró mientras lamía todos los rastros de su propia sangre – Somos dos machos luchando por un objetivo común, has entrado en mi territorio y me haz desafiado, según las antiguas leyes vampíricas dictaminadas hace un par de siglos por el Rey Vlad, un desafío debe aceptarse y debe existir una confrontación, pues uno de los dos vampiros ha violado el territorio de otro -
Comenzó a caminar entre los escombros de su tienda (si es que aún podía llamarla así) dándole la espalda al vampiro más joven, propenso a que le atacase de nuevo, pero por algún motivo lo dudaba, su lado más evolucionado y menos dominado por los impulsos irracionales de la bestia, le decía que podía llegar a un termino medio con monsieur Eric – Pero indudablemente, la humanidad ha evolucionado a través de los años y los vampiros debemos evolucionar también, no me gusta regirme por las leyes antiguas y preferiría que usted y yo pudiésemos resolver nuestras diferencias de otra manera - Revolvió la mesa sacando papeles y plumas – Así que como muestra de mis buenas intenciones, le concedo a usted la primer pregunta, y le daré la explicación que desee -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
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Re: Risposte [Soren]
Un molesto cosquilleo apareció en mi cuello, logrando que lo estirase dolorido. Comenzaban a cicatrizarse las heridas, de forma molesta y demasiado lenta por la falta de sangre. Aquello había sido una maldita locura, cada ataque me había debilitado más y más hasta llegar a un estado donde me encontraba ya sin fuerza alguna.
¿Cómo había podido ser tan torpe? ¿Cómo había podido acudir allí sin alimentarme sabiendo que Soren podría atacarme? Qué podía esperarme después de su ataque en la fiesta...
Escuché que comenzaba a pronunciar algunas palabras, algo sobre territorio, desafío y leyes vampíricas que no me molesté en entender. ¿Qué demonios tenía que ver todo aquello? La cabeza me daba demasiadas vueltas como para intentar comprenderlo...
Dándome la espalda un momento, comenzó a caminar por su tienda con total tranquilidad. ¿Qué demonios le pasaba aquel tipo? ¿Cómo podía cambiar tanto de un momento a otro? Ni siquiera cuando mi mente se apoderaba de mí me volvía tan... diferente...
Continuó un par de segundos más con aquel discurso sobre humanidad y evolución de los vampiros, para finalmente, tomando papel y pluma, dijo:
–Así que como muestra de mis buenas intenciones, le concedo a usted la primer pregunta, y le daré la explicación que desee
¿Hablaba en serio? ¿Iba acaso a darme de verdad explicaciones por todo lo sucedido? ¿Debía realmente fiarme?
Intenté incorporarme para acercarme a él, pero por el momento parecía imposible. Bufé cerrando los ojos.
-¿Debería acaso fiarme?.- murmuré escupiendo las palabras con molestia. -La cuestión es muy sencilla: ¿por qué? ¿Por qué me atacaste hasta tal punto? Pareces un tipo inteligente a pesar de todo... y eres profesor, ¿acaso no has pensado en las consecuencias? Y mira como te salió todo... lograste que atacara a Anuar, que le hiciera daño....- apreté los párpados sintiendo aún la culpa en mí por lo ocurrido. -Y ni siquiera sabes la mitad de lo que hiciste aquel día...
Ni siquiera sabía que aquella visión que había desatado me ponía al límite de mis fuerzas con solo recordarla, ni siquiera sabía que después de aquella había llegado varias más... ¿debía estarle agradecido? Seguramente habrían llegado solas, pero la forma en la que las había despertado superó la barrera de lo "sufrible".
¿Cómo había podido ser tan torpe? ¿Cómo había podido acudir allí sin alimentarme sabiendo que Soren podría atacarme? Qué podía esperarme después de su ataque en la fiesta...
Escuché que comenzaba a pronunciar algunas palabras, algo sobre territorio, desafío y leyes vampíricas que no me molesté en entender. ¿Qué demonios tenía que ver todo aquello? La cabeza me daba demasiadas vueltas como para intentar comprenderlo...
Dándome la espalda un momento, comenzó a caminar por su tienda con total tranquilidad. ¿Qué demonios le pasaba aquel tipo? ¿Cómo podía cambiar tanto de un momento a otro? Ni siquiera cuando mi mente se apoderaba de mí me volvía tan... diferente...
Continuó un par de segundos más con aquel discurso sobre humanidad y evolución de los vampiros, para finalmente, tomando papel y pluma, dijo:
–Así que como muestra de mis buenas intenciones, le concedo a usted la primer pregunta, y le daré la explicación que desee
¿Hablaba en serio? ¿Iba acaso a darme de verdad explicaciones por todo lo sucedido? ¿Debía realmente fiarme?
Intenté incorporarme para acercarme a él, pero por el momento parecía imposible. Bufé cerrando los ojos.
-¿Debería acaso fiarme?.- murmuré escupiendo las palabras con molestia. -La cuestión es muy sencilla: ¿por qué? ¿Por qué me atacaste hasta tal punto? Pareces un tipo inteligente a pesar de todo... y eres profesor, ¿acaso no has pensado en las consecuencias? Y mira como te salió todo... lograste que atacara a Anuar, que le hiciera daño....- apreté los párpados sintiendo aún la culpa en mí por lo ocurrido. -Y ni siquiera sabes la mitad de lo que hiciste aquel día...
Ni siquiera sabía que aquella visión que había desatado me ponía al límite de mis fuerzas con solo recordarla, ni siquiera sabía que después de aquella había llegado varias más... ¿debía estarle agradecido? Seguramente habrían llegado solas, pero la forma en la que las había despertado superó la barrera de lo "sufrible".
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