AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Risposte [Soren]
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Risposte [Soren]
Recuerdo del primer mensaje :
Aquella decisión era una completa locura. ¿Para qué quería buscarle si ya había pasado un tiempo considerable después de lo de la fiesta? ¿De qué me servía buscar explicaciones? Las necesitaba, por mucho que quisiera negarlo. Necesitaba una razón por la cual me había atacado, necesitaba comprenderlo. No me bastaba el miedo... ¿a qué loco se le podía pasar por la cabeza que yo quisiera hacerle daño a Anuar? ¡Y él había logrado que le dañara! Aquello no iba a olvidarlo así por así, no. No iba a dejarlo pasar como si nada cuando me culpaba una y otra vez por haberle daño a aquel chico que se había vuelto tan importante para mí en tan poco tiempo.
Tenía que encontrarle, estaba decidido. Soren, creía recordar que se llamaba. Su apellido ya era más complicado, sonaba a ruso para mí. ¿De donde sería aquel dichoso bastardo?
Caminé por las calles de París lentamente, guardando las manos en los bolsillos, observando como mi aliento se convertía en vaho cada vez que respiraba, o al menos fingía hacerlo.
Intentaba recopilar toda la información posible sobre aquel tipo. Recordaba su nombre, su aspecto y algo que había nombrado sobre la Universidad. Entendía pues, que debía trabajar allí, así que fue a la Universidad a donde me dirigí.
Entrar allí fue algo un tanto extraño, donde todos parecían mirarme como si fuera alguna clase de monstruo. Me reí ante aquella suposición antes de que mi mente hiciera aparición para recordarme que verdaderamente era un monstruo.
Recorrí los pasillos hasta encontrar lo que parecía una sala de profesores, donde tras dar unos leves golpes en la puerta, logré llamar la atención de uno de los presentes. Al principio me miró un tanto extraño, haciéndome sentir incómodo y obligándome a cubrir la cicatriz de mi cuello con una mano de forma disimulada. Me costó conseguir que se percatara de quién hablaba, pero finalmente entendí que se trataba del profesor Kaarkarogf. ¿Profesor? Evité darle vueltas al tema y conseguir mi propósito: saber donde podía encontrarle.
Me indicó que ya no se hallaba en la Universidad, pues sus clases terminaban a las 10, y que a esa hora se dirigía a una tiendita cercana cuyo nombre me fue difícil entender y memorizar.
Agradecí la amabilidad a aquel hombre de mediana edad y salí del lugar con paso tan lento como el que había usado al entrar. Suspiré frotándome los ojos por el cansancio, los días sin dormir, la falta de alimento y los recuerdos dolorosos hacían que mi cuerpo entrara en una espiral de decadencia de la que parecía no querer salir.
Oculté de nuevo mis manos en los bolsillos del chaquetón y caminé por las calles casi perdido, hasta encontrar una tienda con extraño nombre que parecía similar al que había oído momentos antes, ¿sería aquella?
Entré sin pensarlo dos veces y observé la estancia con detenimiento, examinando el lugar concienzudamente. Entrecerré los ojos molesto por el brillo de algunos objetos y busqué con la mirada al dueño del lugar. Solo me faltaba que no estuviera, sería el colmo.
-Soren, mi eternidad no está a tu merced, así que si estás por ahí... sal.- murmuré dando una vuelta sobre mi mismo aún observando el lugar.
Esperaba que realmente fuera el dueño del lugar. Necesitaba hablar con él, necesitaba saber hasta donde podía llegar, porque a fin de cuentas, también me preocupaba el hecho de que fuera importante para Anuar. ¿Y si le hacía daño? Negué con la cabeza rápidamente, no iba a comportarme como aquel tipo, no iba a atacarle sin motivos.
[Lo siento, es un tanto soso, pero no sabía bien cómo comenzar x__x]
Aquella decisión era una completa locura. ¿Para qué quería buscarle si ya había pasado un tiempo considerable después de lo de la fiesta? ¿De qué me servía buscar explicaciones? Las necesitaba, por mucho que quisiera negarlo. Necesitaba una razón por la cual me había atacado, necesitaba comprenderlo. No me bastaba el miedo... ¿a qué loco se le podía pasar por la cabeza que yo quisiera hacerle daño a Anuar? ¡Y él había logrado que le dañara! Aquello no iba a olvidarlo así por así, no. No iba a dejarlo pasar como si nada cuando me culpaba una y otra vez por haberle daño a aquel chico que se había vuelto tan importante para mí en tan poco tiempo.
Tenía que encontrarle, estaba decidido. Soren, creía recordar que se llamaba. Su apellido ya era más complicado, sonaba a ruso para mí. ¿De donde sería aquel dichoso bastardo?
Caminé por las calles de París lentamente, guardando las manos en los bolsillos, observando como mi aliento se convertía en vaho cada vez que respiraba, o al menos fingía hacerlo.
Intentaba recopilar toda la información posible sobre aquel tipo. Recordaba su nombre, su aspecto y algo que había nombrado sobre la Universidad. Entendía pues, que debía trabajar allí, así que fue a la Universidad a donde me dirigí.
Entrar allí fue algo un tanto extraño, donde todos parecían mirarme como si fuera alguna clase de monstruo. Me reí ante aquella suposición antes de que mi mente hiciera aparición para recordarme que verdaderamente era un monstruo.
Recorrí los pasillos hasta encontrar lo que parecía una sala de profesores, donde tras dar unos leves golpes en la puerta, logré llamar la atención de uno de los presentes. Al principio me miró un tanto extraño, haciéndome sentir incómodo y obligándome a cubrir la cicatriz de mi cuello con una mano de forma disimulada. Me costó conseguir que se percatara de quién hablaba, pero finalmente entendí que se trataba del profesor Kaarkarogf. ¿Profesor? Evité darle vueltas al tema y conseguir mi propósito: saber donde podía encontrarle.
Me indicó que ya no se hallaba en la Universidad, pues sus clases terminaban a las 10, y que a esa hora se dirigía a una tiendita cercana cuyo nombre me fue difícil entender y memorizar.
Agradecí la amabilidad a aquel hombre de mediana edad y salí del lugar con paso tan lento como el que había usado al entrar. Suspiré frotándome los ojos por el cansancio, los días sin dormir, la falta de alimento y los recuerdos dolorosos hacían que mi cuerpo entrara en una espiral de decadencia de la que parecía no querer salir.
Oculté de nuevo mis manos en los bolsillos del chaquetón y caminé por las calles casi perdido, hasta encontrar una tienda con extraño nombre que parecía similar al que había oído momentos antes, ¿sería aquella?
Entré sin pensarlo dos veces y observé la estancia con detenimiento, examinando el lugar concienzudamente. Entrecerré los ojos molesto por el brillo de algunos objetos y busqué con la mirada al dueño del lugar. Solo me faltaba que no estuviera, sería el colmo.
-Soren, mi eternidad no está a tu merced, así que si estás por ahí... sal.- murmuré dando una vuelta sobre mi mismo aún observando el lugar.
Esperaba que realmente fuera el dueño del lugar. Necesitaba hablar con él, necesitaba saber hasta donde podía llegar, porque a fin de cuentas, también me preocupaba el hecho de que fuera importante para Anuar. ¿Y si le hacía daño? Negué con la cabeza rápidamente, no iba a comportarme como aquel tipo, no iba a atacarle sin motivos.
[Lo siento, es un tanto soso, pero no sabía bien cómo comenzar x__x]
Última edición por Eric el Sáb Dic 25, 2010 6:11 pm, editado 2 veces
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Re: Risposte [Soren]
- Lo se... no tiene gracia - Aceptó aunque sentía la urgencia de reír. A riesgo de empeorar las cosas y hacer que Eric molesto le atacara otra vez. Pero no pudo continuar hablando del tema, porque si para algo era malo Soren, era para darse cuenta cuando debía cerrar su boca - La sangre vampirica siempre es una delicia que raras veces se puede disfrutar - Agregó con tranquilidad - Pero no lo haré en contra de tu voluntad, eso puedo asegurarlo - Finalizó quizás con algo de malicia en su mirada, quizás era sólo la impresión de esa última frase, a veces el monstruo daba pinceladas al azar en Soren, dejando sus frases con un ambiguo doble sentido.
- No estoy seguro... pero algo si es evidente, entre tu y yo, tu, Joven Eric, tienes más agallas - Comentó, sus palabras eran ahora honestas, no le gustaba hablar de si mismo con otras personas que no fueran muy cercanas, realmente no consideraba que tuviera muchos amigos más allá que Gerard, Claire y el mismo Anuar, pero dada la conexión que ahora tenía con Eric, era necesario que lo mencionara en esa conversación.
- Además pienso que proteger a alguien no es sólo defenderse en un peligro físico... - Declaró, porque la habilidad en la pelea no tenía nada que ver y estaba casi seguro de que a Anuar ese detalle no tendría importancia alguna - Compartimos la misma sangre maldita de todos los condenados, Eric, pero somos distintos - Finalizó.
- Decidiste venir aquí a buscar respuestas, a enfrentarme por tu propia cuenta ¿y yo que hice? Me enterré bajo la tierra por una semana, escapando de todo - Aceptó encogiéndose de hombros derrotado, a ese punto ya había perdido su orgullo y ya nada más que dijera o callara lo recuperaría - Por eso pienso que eres más bueno para él que lo que yo podría llegar a ser -
- No estoy seguro... pero algo si es evidente, entre tu y yo, tu, Joven Eric, tienes más agallas - Comentó, sus palabras eran ahora honestas, no le gustaba hablar de si mismo con otras personas que no fueran muy cercanas, realmente no consideraba que tuviera muchos amigos más allá que Gerard, Claire y el mismo Anuar, pero dada la conexión que ahora tenía con Eric, era necesario que lo mencionara en esa conversación.
- Además pienso que proteger a alguien no es sólo defenderse en un peligro físico... - Declaró, porque la habilidad en la pelea no tenía nada que ver y estaba casi seguro de que a Anuar ese detalle no tendría importancia alguna - Compartimos la misma sangre maldita de todos los condenados, Eric, pero somos distintos - Finalizó.
- Decidiste venir aquí a buscar respuestas, a enfrentarme por tu propia cuenta ¿y yo que hice? Me enterré bajo la tierra por una semana, escapando de todo - Aceptó encogiéndose de hombros derrotado, a ese punto ya había perdido su orgullo y ya nada más que dijera o callara lo recuperaría - Por eso pienso que eres más bueno para él que lo que yo podría llegar a ser -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Risposte [Soren]
Intenté evadir cualquier pensamiento sobre mi sangre o el sabor de ésta. Resultaba molesto sentirse como un plato de comida o algo parecido, ¿creía que iba a sentirme más tranquilo por decir que no me atacaría contra mi voluntad? Ni siquiera sonaban reales aquellas palabras, parecían una burda fachada para intenciones reales con un matiz mucho más macabro. Lo frustrante de ser mordido no era el dolor físico, que no era poca cosa para ser sincero, sino que las visiones se apoderaban de mí, y todas las sensaciones de aquel momento.
Sin embargo, todo cambió de forma radical cuando comenzó a hablar sobre quien de los dos podría defender mejor a Anuar.
-Decidiste venir aquí a buscar respuestas, a enfrentarme por tu propia cuenta ¿y yo que hice? Me enterré bajo la tierra por una semana, escapando de todo- dijo encogiéndose de hombros de pronto, logrando que abriese los ojos de par en par dejando escapar un sonoro "¿qué?" -Por eso pienso que eres más bueno para él que lo que yo podría llegar a ser
-¿Por qué demonios hiciste eso? Es... ridículo. ¿De qué se supone que huías? No recuerdo que Anuar se enfadase contigo en la fiesta...-murmuré encogiéndome de hombros. -Aún así, no creo que eso me vuelva más "apropiado" para defenderlo... creo que son los sentimientos los que llevan a una persona a defender a otra... y sé que los tuyos son bastante más fuertes que los míos por Anuar. No sé ni porqué estoy intentando convencerte que eres mejor que yo... ¿tal vez porque a mi ya se me murió alguien que quería entre mis brazos? Tal vez sea eso....- murmurar aquello en voz alto resultó doloroso. Ni siquiera le había mirado al decirlo, había bajado la mirada y ésta se había perdido en alguna parte de la estancia. Sentí, en un arrebato de mis sentimientos, que se había perdido en mis recuerdos... tan escasos, tan dolorosos.
Sin embargo, todo cambió de forma radical cuando comenzó a hablar sobre quien de los dos podría defender mejor a Anuar.
-Decidiste venir aquí a buscar respuestas, a enfrentarme por tu propia cuenta ¿y yo que hice? Me enterré bajo la tierra por una semana, escapando de todo- dijo encogiéndose de hombros de pronto, logrando que abriese los ojos de par en par dejando escapar un sonoro "¿qué?" -Por eso pienso que eres más bueno para él que lo que yo podría llegar a ser
-¿Por qué demonios hiciste eso? Es... ridículo. ¿De qué se supone que huías? No recuerdo que Anuar se enfadase contigo en la fiesta...-murmuré encogiéndome de hombros. -Aún así, no creo que eso me vuelva más "apropiado" para defenderlo... creo que son los sentimientos los que llevan a una persona a defender a otra... y sé que los tuyos son bastante más fuertes que los míos por Anuar. No sé ni porqué estoy intentando convencerte que eres mejor que yo... ¿tal vez porque a mi ya se me murió alguien que quería entre mis brazos? Tal vez sea eso....- murmurar aquello en voz alto resultó doloroso. Ni siquiera le había mirado al decirlo, había bajado la mirada y ésta se había perdido en alguna parte de la estancia. Sentí, en un arrebato de mis sentimientos, que se había perdido en mis recuerdos... tan escasos, tan dolorosos.
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Re: Risposte [Soren]
Soren creyó que luego de detener la pelea física y de confesar ciertas cosas dejando magullado su orgullo como hombre frente a Eric, ya nada podría molestarle el resto de la noche, pero no podía evitar que las palabras de el vampiro más joven le molestaran, sus frases, a su parecer seguían siendo ofensivas, como buscando alguna brecha en su temple y así iniciar otra pelea.
Esta vez no, esta vez no.
Se dijo así mismo. No se permitiría perder el control otra vez. Lo haría por su tienda, especialmente por eso, por su inconsciencia y su necesidad de demostrar su territorio y por defender su orgullo, ahora la mitad de la tienda se encontraba semi-destruida, todos esos preciosos objetos no merecían tan bárbaro trato, les había coleccionado por décadas y ahora se encontraban desperdigados por ahí. No era justo. No lo era.
- Lo hice porque soy un cobarde - Afirmó siniéndose molesto de nuevo - Ridículo como bien dices - Agregó y giró el rostro para que no le viera la rabia reflejada en los ojos, no tenía porque darle más detalles a Eric. No eran amigos, apenas si habían hecho una especie de tregua, no quería humillarse más de lo que ya se sentía.
- Siento mucho escuchar eso - Dijo al fin referiéndose a lo que contaba Eric, él nunca había tenido que ver morir a un ser querido, pues había abandonado a su familia una vez se habías convertido en vampiro y no había vuelto a saber nada de ellos - No alcanzo a imaginarme lo que se siente - Agregó, porque pensar en la muerte de Anuar era casi inconsebible, no podría nunca saber lo que había sufrido Eric - De cualquier modo... me tranquiliza saber que tienes buenas intenciones con el joven Dutuescu, así que no volveré a molestarme por veros juntos, además Anuar sonríe cuando habla de ti... eso esta bien - Agregó con sinceridad.
Esta vez no, esta vez no.
Se dijo así mismo. No se permitiría perder el control otra vez. Lo haría por su tienda, especialmente por eso, por su inconsciencia y su necesidad de demostrar su territorio y por defender su orgullo, ahora la mitad de la tienda se encontraba semi-destruida, todos esos preciosos objetos no merecían tan bárbaro trato, les había coleccionado por décadas y ahora se encontraban desperdigados por ahí. No era justo. No lo era.
- Lo hice porque soy un cobarde - Afirmó siniéndose molesto de nuevo - Ridículo como bien dices - Agregó y giró el rostro para que no le viera la rabia reflejada en los ojos, no tenía porque darle más detalles a Eric. No eran amigos, apenas si habían hecho una especie de tregua, no quería humillarse más de lo que ya se sentía.
- Siento mucho escuchar eso - Dijo al fin referiéndose a lo que contaba Eric, él nunca había tenido que ver morir a un ser querido, pues había abandonado a su familia una vez se habías convertido en vampiro y no había vuelto a saber nada de ellos - No alcanzo a imaginarme lo que se siente - Agregó, porque pensar en la muerte de Anuar era casi inconsebible, no podría nunca saber lo que había sufrido Eric - De cualquier modo... me tranquiliza saber que tienes buenas intenciones con el joven Dutuescu, así que no volveré a molestarme por veros juntos, además Anuar sonríe cuando habla de ti... eso esta bien - Agregó con sinceridad.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Risposte [Soren]
Estúpido masoquista, ¿te hace sentir mejor ver lo frágil que eres? Deja de pensar en él... no harás que vuelva así.
¿Y se creía que no lo sabía? Entrecerré un momento los ojos para luego alzarlos pesadamente hasta Soren y ver su reacción. Hablaba molesto, y acabó girándose por alguna razón que preferí ignorar. ¿Qué pretendía que dijera? ¿Ay pobrecito, se enterró bajo tierra? De los problemas nunca se ha podido huir, podían decírmelo a mí, que llevaba casi doscientos años cambiando de un lugar a otro intentando huir de la falta de recuerdos, intentando tener una nueva vida... pero siempre volvía a caer en la necesidad de recordar. Tal vez yo no era el adecuado para juzgarlo. No, tal vez no. Yo huía de aceptar la idea de que Flavio estaba muerto, ¿eso me convertía en un cobarde a mí también?
Suspiré agotado cuando dijo sentir escuchar mis palabras, agregando que no alcanzaba a imaginarse lo que se siente. ¿Lo hacía yo? Si ni siquiera podía recordarle en plenitud, ¿cómo iba a sentirlo realmente? Aunque si con lo poco que recordaba me sentía, podía imaginar mi propia desesperación en vida al verle allí muerto...
Agité rápidamente la cabeza cuando la imagen invadió mi mente e intenté centrarme, de nuevo, en Soren.
-Sería incapaz de hacerle daño a Anuar... y sé que tú también. Supongo que con eso me doy por satisfecho.- murmuré encogiéndome de hombros. -Solo hazme un favor... no vuelvas a enterrarte..- añadí dejando escapar una leve risa. -Los problemas no se solucionan bajo tierra... y no creo que a las personas que les importes les guste saber lo que has hecho... está en ellos la valentía para encarar eso que te da miedo... al menos eso creo.- alcé la mirada hasta sus ojos mientras dibujaba una dolorosa media sonrisa. -Mi miedo reside en el mismo ser que mi valentía: un recuerdo borroso que nunca alcanzaré....- negué rápidamente con la cabeza, frunciendo ligeramente el ceño. -No sé porqué demonios te estoy diciendo esto...
¿Estaba intentando enfrentarme a la realidad a través de un diálogo con él que en realidad no era más que un monólogo? ¿Me estaba diciendo las verdades para hundirme más en mi miseria o intentaba sacar fuerzas de ella?
Ni siquiera me asustaba decir todo aquello delante de Soren... de repente había olvidado el temor a que me atacase. A fin de cuentas, ¿podía dejarme peor de lo que ya estaba? Y no hablaba precisamente de lo físico... si no de lo psíquico. Me reí al pensar que si me atacaba como en la fiesta tal vez podría tener otra visión con Flavio... masoquista, me recriminé con una triste sonrisa en los labios.
¿Y se creía que no lo sabía? Entrecerré un momento los ojos para luego alzarlos pesadamente hasta Soren y ver su reacción. Hablaba molesto, y acabó girándose por alguna razón que preferí ignorar. ¿Qué pretendía que dijera? ¿Ay pobrecito, se enterró bajo tierra? De los problemas nunca se ha podido huir, podían decírmelo a mí, que llevaba casi doscientos años cambiando de un lugar a otro intentando huir de la falta de recuerdos, intentando tener una nueva vida... pero siempre volvía a caer en la necesidad de recordar. Tal vez yo no era el adecuado para juzgarlo. No, tal vez no. Yo huía de aceptar la idea de que Flavio estaba muerto, ¿eso me convertía en un cobarde a mí también?
Suspiré agotado cuando dijo sentir escuchar mis palabras, agregando que no alcanzaba a imaginarse lo que se siente. ¿Lo hacía yo? Si ni siquiera podía recordarle en plenitud, ¿cómo iba a sentirlo realmente? Aunque si con lo poco que recordaba me sentía, podía imaginar mi propia desesperación en vida al verle allí muerto...
Agité rápidamente la cabeza cuando la imagen invadió mi mente e intenté centrarme, de nuevo, en Soren.
-Sería incapaz de hacerle daño a Anuar... y sé que tú también. Supongo que con eso me doy por satisfecho.- murmuré encogiéndome de hombros. -Solo hazme un favor... no vuelvas a enterrarte..- añadí dejando escapar una leve risa. -Los problemas no se solucionan bajo tierra... y no creo que a las personas que les importes les guste saber lo que has hecho... está en ellos la valentía para encarar eso que te da miedo... al menos eso creo.- alcé la mirada hasta sus ojos mientras dibujaba una dolorosa media sonrisa. -Mi miedo reside en el mismo ser que mi valentía: un recuerdo borroso que nunca alcanzaré....- negué rápidamente con la cabeza, frunciendo ligeramente el ceño. -No sé porqué demonios te estoy diciendo esto...
¿Estaba intentando enfrentarme a la realidad a través de un diálogo con él que en realidad no era más que un monólogo? ¿Me estaba diciendo las verdades para hundirme más en mi miseria o intentaba sacar fuerzas de ella?
Ni siquiera me asustaba decir todo aquello delante de Soren... de repente había olvidado el temor a que me atacase. A fin de cuentas, ¿podía dejarme peor de lo que ya estaba? Y no hablaba precisamente de lo físico... si no de lo psíquico. Me reí al pensar que si me atacaba como en la fiesta tal vez podría tener otra visión con Flavio... masoquista, me recriminé con una triste sonrisa en los labios.
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Re: Risposte [Soren]
Soren tragó saliva e intentó tragarse también la rabia que sentía. No era bonito saberse perdedor, no era divertido ni mucho menos agradable que otro te dijera las verdades en la cara, especialmente cuando ese otro era una persona cercana a alguien importante para ti. Soren había cometido muchos errores a lo largo de su eterna existencia, pero sólo hasta ahora esas decisiones erróneas le habían afectado tanto, porque ahora había una persona que era especial, una frente a la cual quería mostrarse como una buena persona. Quería ser todo lo que Anuar buscara, no quería cometer estupideces que le hicieran sentir mal, pero con su actitud sólo lograba eso.
Más que molesto con Eric, estaba molesto consigo mismo.
-No volveré a enterrarme... por lo menos no por los mismos motivos... - Dijo luego de un largo silencio – No quiero seguir huyendo de mi mismo... ya lo he hecho por más 200 años – Aceptó, luego de lo ocurrido con el humano el fin de semana, las cosas no volverían a ser iguales para él, debía aprender de sus errores para convertirse en una mejor persona.
- ¿Un recuerdo borroso? - Preguntó con curiosidad, girándose hacía el vampiro más joven - ¿No puedes recordar? - Agregó y se encogió de hombros frente a lo último que dijo Eric – Esta noche han sucedido muchas cosas inesperadas, tampoco creí que te diría todo lo que te he dicho -
Más que molesto con Eric, estaba molesto consigo mismo.
-No volveré a enterrarme... por lo menos no por los mismos motivos... - Dijo luego de un largo silencio – No quiero seguir huyendo de mi mismo... ya lo he hecho por más 200 años – Aceptó, luego de lo ocurrido con el humano el fin de semana, las cosas no volverían a ser iguales para él, debía aprender de sus errores para convertirse en una mejor persona.
- ¿Un recuerdo borroso? - Preguntó con curiosidad, girándose hacía el vampiro más joven - ¿No puedes recordar? - Agregó y se encogió de hombros frente a lo último que dijo Eric – Esta noche han sucedido muchas cosas inesperadas, tampoco creí que te diría todo lo que te he dicho -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Risposte [Soren]
En aquel silencio sentí que el mundo se había detenido y que me despertaría de pronto de una especie de trance. Tal vez esperando que aquellas verdades dejaran de doler tanto en el pecho, deseando que el vacío del pecho dejara de crecer con cada palabra.
Solo las palabras de Soren me devolvieron a aquella realidad incompleta, hablando de que no volvería a hacerlo, de que no quería seguir huyendo de sí mismo.
Me encogí de hombros asintiendo, no entendía porque le había dicho todo aquello, pero la posibilidad de que lo hubiera pronunciado para hacer frente a mis propios miedos tomaba peso por segundos.
Y de pronto, cuando sus palabras volvieron a sonar, alcé la mirada para chocar mis ojos con los suyos. Aquella pregunta, aquella simple pregunta revolvió mi cabeza volviéndola un completo caos. ¿No era tan simple la respuesta? Claro que lo era, por supuesto que sí, era un simple y rotundo "No".
Dilo, te duele, te duele.. Cerré los ojos, por supuesto que dolía, quemaba en el pecho a fuego lento. Oírlo de boca de otra persona resultaba más doloroso de lo esperado. Sonaba como una cruel burla del destino, recordándome el destino que me esperaba por el resto de mi eternidad.
-...no.- respondí con dificultad. -No... no recuerdo nada.- añadí apartando la mirada hasta el suelo, arrastrándola, viendo las manchas de sangre que se veían esparcidas por aquí y por allá. -Por eso me dolió tanto que entraras en mi mente... tengo visiones de pasado, hasta el día de la fiesta, no tenían sentido. Tú la hiciste tan real que creí estar reviviendo aquel momento... pero qué más da, habíamos dejado ese tema atrás.- suspiré encogiéndome de hombros. -Ya sabes demasiado de mí....- reí, pensando que atacara por donde me atacara, nada se igualaría al vacío que ardía en mi pecho.
Solo las palabras de Soren me devolvieron a aquella realidad incompleta, hablando de que no volvería a hacerlo, de que no quería seguir huyendo de sí mismo.
Me encogí de hombros asintiendo, no entendía porque le había dicho todo aquello, pero la posibilidad de que lo hubiera pronunciado para hacer frente a mis propios miedos tomaba peso por segundos.
Y de pronto, cuando sus palabras volvieron a sonar, alcé la mirada para chocar mis ojos con los suyos. Aquella pregunta, aquella simple pregunta revolvió mi cabeza volviéndola un completo caos. ¿No era tan simple la respuesta? Claro que lo era, por supuesto que sí, era un simple y rotundo "No".
Dilo, te duele, te duele.. Cerré los ojos, por supuesto que dolía, quemaba en el pecho a fuego lento. Oírlo de boca de otra persona resultaba más doloroso de lo esperado. Sonaba como una cruel burla del destino, recordándome el destino que me esperaba por el resto de mi eternidad.
-...no.- respondí con dificultad. -No... no recuerdo nada.- añadí apartando la mirada hasta el suelo, arrastrándola, viendo las manchas de sangre que se veían esparcidas por aquí y por allá. -Por eso me dolió tanto que entraras en mi mente... tengo visiones de pasado, hasta el día de la fiesta, no tenían sentido. Tú la hiciste tan real que creí estar reviviendo aquel momento... pero qué más da, habíamos dejado ese tema atrás.- suspiré encogiéndome de hombros. -Ya sabes demasiado de mí....- reí, pensando que atacara por donde me atacara, nada se igualaría al vacío que ardía en mi pecho.
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Re: Risposte [Soren]
La respuesta de Eric fue algo que nunca se esperó. Ni tan siquiera sospechó, por lo tanto lo sorprendió sobremanera. ¿No podía recordar nada? ¿Nada?. El vampiro intentó imaginarse como sería si no pudiera recordar nada, de donde había venido, como había sido convertido o quien era su familia. ¿Que tipo de persona sería Soren Kaarkarogf si no recordara su infancia, adolescencia y posterior conversión?. La rabia que había sentido momentos antes se disolvió lentamente despejando sus ojos, dejándolos más claros y azules que nunca. Casi con la inocencia de un niño.
Si no pudiera recordar a Anatole...
Tragó saliva cuando lentamente las ideas llegaron a su mente. Soren no conocía otra realidad más allá de la suya y vagamente la de Erkki, tampoco le había interesado mucho saber sobre la realidad de otros porque siempre había sido apático frente al dolor ajeno, pero su vida en Paris le había obligado a sensibilizarse y concienciarse en ese aspecto, ahora conocía a Eric, por una casualidad del destino y sin saberlo había sido el artífice de algo sin precedentes en su cabeza.
Él había causado que recuerdos inexistentes llegaran a la mente de Eric. Todo el dolor de un pasado que quizás él no estaba preparado para afrontar. Lo que sintió en el momento fue indescriptible, una angustia mezclada con culpa y vergüenza. Todo junto en una avalancha imparable y veloz que lo sobrecogió en segundos. No supo si podría seguir mirándolo a los ojos, no luego de saberse culpable de tal cosa. Hasta el momento había creído que le había atacado como a muchos y que había creado una simple ilusión para torturarlo. Pero todo había sido real. Lo que había visto había sido real.
- ¡E...era real! - Exclamó con voz trémula, llevándose ambas manos a los labios – Dios... yo no...yo sólo...yo creí... - Pero ni siquiera pudo encontrar la manera de terminar su frase.
Si no pudiera recordar a Anatole...
Tragó saliva cuando lentamente las ideas llegaron a su mente. Soren no conocía otra realidad más allá de la suya y vagamente la de Erkki, tampoco le había interesado mucho saber sobre la realidad de otros porque siempre había sido apático frente al dolor ajeno, pero su vida en Paris le había obligado a sensibilizarse y concienciarse en ese aspecto, ahora conocía a Eric, por una casualidad del destino y sin saberlo había sido el artífice de algo sin precedentes en su cabeza.
Él había causado que recuerdos inexistentes llegaran a la mente de Eric. Todo el dolor de un pasado que quizás él no estaba preparado para afrontar. Lo que sintió en el momento fue indescriptible, una angustia mezclada con culpa y vergüenza. Todo junto en una avalancha imparable y veloz que lo sobrecogió en segundos. No supo si podría seguir mirándolo a los ojos, no luego de saberse culpable de tal cosa. Hasta el momento había creído que le había atacado como a muchos y que había creado una simple ilusión para torturarlo. Pero todo había sido real. Lo que había visto había sido real.
- ¡E...era real! - Exclamó con voz trémula, llevándose ambas manos a los labios – Dios... yo no...yo sólo...yo creí... - Pero ni siquiera pudo encontrar la manera de terminar su frase.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Risposte [Soren]
La mirada cayó al suelo como un pesado peso, y el cuerpo parecía querer seguir el mismo camino. Con cada palabra todo se volvía más pesado que antes, mucho más. Estaba hiriéndome a mi mismo con todo aquello, sintiéndome indefenso ante aquel dolor. ¿Qué debía hacer? ¿Asumir todo lo que me había pasado? ¿Debía madurar con ello? Para mí solo existía una solución, y era caer en al abismo sin detenerme. A velocidad cada vez mayor, esperando el golpe final que acabase conmigo. ¿Masoquista? Tal vez, pero era mi única solución, mi única salida. ¿Qué sentido podía tener una vida cuyas memorias habían sido borradas? ¿Y sin la razón que la sostenía? Lo absurdo sería pensar que podría agarrarme a alguna piedra y detener la caída.
De cualquier modo, tampoco deseaba pararla por mucho miedo que me diera el final de todo aquello. Más miedo me daba continuar una vida sin saber quién había sido... o mejor dicho, sin recordar a aquellos que había amado. ¿Había tenido unos padres que me cuidaron? ¿Había sido un buen hermano con Flavio? ¿Me quería? ¿Qué era mi vida antes de que él muriera?
Vivía pendido de un hilo que temblaba una y otra vez, amenazando con romper y dejarme caer. Un hilo gastado, un hilo de seda muerta: Flavio, cuyo recuerdo me daba fuerzas pero también creaba heridas que nadie lograría curar nunca. Tan sólo él podría, y él ya no estaba para curarlas.
Suspiré ante el silencio de Soren, casi con intención de irme, tal vez a cazar, tal vez a dormir, a descansar o seguir esperando que las heridas se sanasen sin ayudarlas.
Pero de pronto habló, en realidad se sobresaltó. ¿Era real? ¿Qué se suponía que era real?
Le miré cansado, parpadeando lentamente con los ojos entrecerrados.
-¿Qué era real, Soren...?.- alcancé a preguntar. -Puedes terminar la frase, no te morderé....- murmuré apretando los labios en una media sonrisa.
De cualquier modo, tampoco deseaba pararla por mucho miedo que me diera el final de todo aquello. Más miedo me daba continuar una vida sin saber quién había sido... o mejor dicho, sin recordar a aquellos que había amado. ¿Había tenido unos padres que me cuidaron? ¿Había sido un buen hermano con Flavio? ¿Me quería? ¿Qué era mi vida antes de que él muriera?
Vivía pendido de un hilo que temblaba una y otra vez, amenazando con romper y dejarme caer. Un hilo gastado, un hilo de seda muerta: Flavio, cuyo recuerdo me daba fuerzas pero también creaba heridas que nadie lograría curar nunca. Tan sólo él podría, y él ya no estaba para curarlas.
Suspiré ante el silencio de Soren, casi con intención de irme, tal vez a cazar, tal vez a dormir, a descansar o seguir esperando que las heridas se sanasen sin ayudarlas.
Pero de pronto habló, en realidad se sobresaltó. ¿Era real? ¿Qué se suponía que era real?
Le miré cansado, parpadeando lentamente con los ojos entrecerrados.
-¿Qué era real, Soren...?.- alcancé a preguntar. -Puedes terminar la frase, no te morderé....- murmuré apretando los labios en una media sonrisa.
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Re: Risposte [Soren]
Cerró los ojos y volvió abrirlos sintiéndose más miserable y patético que nunca, pero llegado a ese punto no tenía otra opción que continuar ¿verdad?, avanzar hacía el futuro, porque le pasado era algo imposible de modificar, le había hecho daño a Eric y ahora afrontaría las consecuencias.
-La visión... fue un recuerdo que pasó en realidad – Dijo al fin con un hilo de voz – Creí... que sólo había creado una ilusión... como muchas otras veces – Comenzó a explicar torpemente – Puedo crear ilusiones y sensaciones a través de mi técnica... pero no puedo leer mentes como mi mentor... es algo que nunca he aprendido... - Agregó acongojado – Así que creí que sólo había sido una ilusión... no sabía que había despertado una memoria real en tu cabeza -
Soren se llevó una mano a la cabeza y se la rascó sin recordar que allí continuaba la herida causada por la pesada piedra que había caído de la estantería y sus dedos se tiznaron de sangre en las puntas mientras escarbaba la lacerada piel.
-Estaba... demasiado perturbado... fuera de control por lo que sentía al ver a Anuar contigo y bueno... realmente no pensé, simplemente actué y te ataqué... pero nunca creí que mi poder hubiera podido llegar tan lejos... nunca he sido particularmente bueno en técnicas mentales – Terminó por explicar, suspiró abatido y avergonzado, ya no podía mirar a Eric a lo ojos, con cada momento que pasaba parecía empeorar todo con su incompetencia.
-Sinceramente... lo lamento – Continuó torciendo el labio en un gesto de desaprobación consigo mismo - Soy un idiota egoísta -
-La visión... fue un recuerdo que pasó en realidad – Dijo al fin con un hilo de voz – Creí... que sólo había creado una ilusión... como muchas otras veces – Comenzó a explicar torpemente – Puedo crear ilusiones y sensaciones a través de mi técnica... pero no puedo leer mentes como mi mentor... es algo que nunca he aprendido... - Agregó acongojado – Así que creí que sólo había sido una ilusión... no sabía que había despertado una memoria real en tu cabeza -
Soren se llevó una mano a la cabeza y se la rascó sin recordar que allí continuaba la herida causada por la pesada piedra que había caído de la estantería y sus dedos se tiznaron de sangre en las puntas mientras escarbaba la lacerada piel.
-Estaba... demasiado perturbado... fuera de control por lo que sentía al ver a Anuar contigo y bueno... realmente no pensé, simplemente actué y te ataqué... pero nunca creí que mi poder hubiera podido llegar tan lejos... nunca he sido particularmente bueno en técnicas mentales – Terminó por explicar, suspiró abatido y avergonzado, ya no podía mirar a Eric a lo ojos, con cada momento que pasaba parecía empeorar todo con su incompetencia.
-Sinceramente... lo lamento – Continuó torciendo el labio en un gesto de desaprobación consigo mismo - Soy un idiota egoísta -
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Re: Risposte [Soren]
Después de todo aquello, no pude hacer otra cosa más que reír tontamente, no con intención de reírme de él, sino de lo absurda que se había vuelto la situación.
-Tal vez ahora entiendas porqué estaba tan molesto....- murmuré sin más. Ya no importaba, ya no tenía porqué disculparse. No después de aquella pelea y toda aquella charla. -Creo que ya has pagado tus culpas....- añadí dejando escapar una leve risa mientras señalaba sus dedos, ahora teñidos de sangre.
Bajé después la mirada, para chocarla contra el interior de mi muñeca, contra mi tatuaje... contra su nombre.
-Las visiones que tenía eran inconexas, no veía rostros ni podía entenderlas... cuando me atacaste, una especie de puerta se abrió y pude verlo todo con más claridad. Lo que viste era mi transformación.- expliqué lentamente, sintiendo que aquello ya no tenía ninguna importancia para mí. -Poco después que te fuera tuve otra visión y... bueno, desde entonces todas mis visiones tienen sentido... en el fondo, creo que debería agradecértelo. No le habría recordado sin aquel ataque....- musité encogiéndome de hombros mientras dibujaba con los dedos las letras de su nombre, manchando la zona con la sangre que mojaba mis dedos. -Anuar se preocupó por mí incluso después de que yo le atacase... él es el único que lo sabe todo sobre mis visiones... decidió ayudarme, aún con todo lo que él ha sufrido... no sé si estoy hablando demasiado...
Acallé mis palabras para centrar mis fuerzas en dar un par de pasos, caminando hasta la esquina para sentarme allí. Miré a Soren casi pidiéndole permiso para hacerlo, y cerré luego los ojos. ¿Qué más podría decirle? Se lo había dicho todo antes, solo que él desconocía la parte de mi pasado.
-Creía que ya sabías que no tengo memoria... creí que al entrar en mi mente verías que está casi vacía.- reí agónico, llevándome una mano al pelo.
Que no tienes memoria... ni vida. Ni razón de ser... que no tienes nada, susurró feroz mi, hasta entonces desaparecida mente. Apreté los párpados un momento, negado de la posibilidad de rebatir sus palabras. Todo era verdad. ¿Quién podría vivir sin recuerdos? ¿Quién podría vivir sin saber qué fue? ¿Quién podría vivir sin recordar ni siquiera a sus seres más queridos, ni siquiera a sus padres? Seguramente nadie, pero allí estaba yo, negándome a la posibilidad de vivir sin recuerdos, a continuar adelante sin mirar atrás. Mi vida no tenía futuro... ni pasado, por mucho que desease encontrarlo. Vivir al límite como vampiro no ayudaba siempre a encontrarlo, pero sí a sentir el dolor de no hacerlo. Porque tenía que doler, necesitaba sentir aquel dolor para, paradójicamente, sentirme vivo.
-Tal vez ahora entiendas porqué estaba tan molesto....- murmuré sin más. Ya no importaba, ya no tenía porqué disculparse. No después de aquella pelea y toda aquella charla. -Creo que ya has pagado tus culpas....- añadí dejando escapar una leve risa mientras señalaba sus dedos, ahora teñidos de sangre.
Bajé después la mirada, para chocarla contra el interior de mi muñeca, contra mi tatuaje... contra su nombre.
-Las visiones que tenía eran inconexas, no veía rostros ni podía entenderlas... cuando me atacaste, una especie de puerta se abrió y pude verlo todo con más claridad. Lo que viste era mi transformación.- expliqué lentamente, sintiendo que aquello ya no tenía ninguna importancia para mí. -Poco después que te fuera tuve otra visión y... bueno, desde entonces todas mis visiones tienen sentido... en el fondo, creo que debería agradecértelo. No le habría recordado sin aquel ataque....- musité encogiéndome de hombros mientras dibujaba con los dedos las letras de su nombre, manchando la zona con la sangre que mojaba mis dedos. -Anuar se preocupó por mí incluso después de que yo le atacase... él es el único que lo sabe todo sobre mis visiones... decidió ayudarme, aún con todo lo que él ha sufrido... no sé si estoy hablando demasiado...
Acallé mis palabras para centrar mis fuerzas en dar un par de pasos, caminando hasta la esquina para sentarme allí. Miré a Soren casi pidiéndole permiso para hacerlo, y cerré luego los ojos. ¿Qué más podría decirle? Se lo había dicho todo antes, solo que él desconocía la parte de mi pasado.
-Creía que ya sabías que no tengo memoria... creí que al entrar en mi mente verías que está casi vacía.- reí agónico, llevándome una mano al pelo.
Que no tienes memoria... ni vida. Ni razón de ser... que no tienes nada, susurró feroz mi, hasta entonces desaparecida mente. Apreté los párpados un momento, negado de la posibilidad de rebatir sus palabras. Todo era verdad. ¿Quién podría vivir sin recuerdos? ¿Quién podría vivir sin saber qué fue? ¿Quién podría vivir sin recordar ni siquiera a sus seres más queridos, ni siquiera a sus padres? Seguramente nadie, pero allí estaba yo, negándome a la posibilidad de vivir sin recuerdos, a continuar adelante sin mirar atrás. Mi vida no tenía futuro... ni pasado, por mucho que desease encontrarlo. Vivir al límite como vampiro no ayudaba siempre a encontrarlo, pero sí a sentir el dolor de no hacerlo. Porque tenía que doler, necesitaba sentir aquel dolor para, paradójicamente, sentirme vivo.
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Re: Risposte [Soren]
- Si... ahora lo entiendo - Confirmó, podía entender claramente el porque de su enojo, había pensado que todo aquello era por orgullo y había malinterpretado todo el tiempo las intecciones de Eric. Había sido bastante lento en comprender, como siempre los sentimientos de los demás. Esa no era la primera vez que interpretaba erróneamente las cosas, le pasaba constantemente con Anuar, casi nunca lograba saber que pensaba y quería el chico.
- Anuar... no me ha dicho nada al respecto - Tuvo que aceptar, porque cuando había intentado preguntarle sobre Eric, el humano evadía el tema y se hacía el desentendido, no había entendido porqué y sólo había logrado que los celos que acentuaran más y más profundo, dolorosamente. Pero ahora lo veía más claro que nunca, Anuar quizás quería proteger a Eric. No quería traicionar su palabra y contar cosas que Eric sólo le había confiado a él.
Tonto Soren, eres un idiota.
- A veces le he preguntado sobre ti... pero siempre evade la conversación - Comentó y buscó un lugar para sentarse también y terminó haciéndolo en una silla dema dera que había por allí, tumbada en el desorden - No...realmente no estaba interesado en descubrir tu pasado o tu mente... estaba preocupado por Anuar, así que no me fije en otra cosa - Le confesó, entonces una idea un tanto loca (más bien descabellada) llegó a su mente .- Pero... puedo intentarlo de nuevo - Y se apresuró a agregar - Con tu aceptación claro esta... podría intentar ayudarte a descubrir más cosas que quizás están perdidas en algun lugar de tu cabeza -
- Anuar... no me ha dicho nada al respecto - Tuvo que aceptar, porque cuando había intentado preguntarle sobre Eric, el humano evadía el tema y se hacía el desentendido, no había entendido porqué y sólo había logrado que los celos que acentuaran más y más profundo, dolorosamente. Pero ahora lo veía más claro que nunca, Anuar quizás quería proteger a Eric. No quería traicionar su palabra y contar cosas que Eric sólo le había confiado a él.
Tonto Soren, eres un idiota.
- A veces le he preguntado sobre ti... pero siempre evade la conversación - Comentó y buscó un lugar para sentarse también y terminó haciéndolo en una silla dema dera que había por allí, tumbada en el desorden - No...realmente no estaba interesado en descubrir tu pasado o tu mente... estaba preocupado por Anuar, así que no me fije en otra cosa - Le confesó, entonces una idea un tanto loca (más bien descabellada) llegó a su mente .- Pero... puedo intentarlo de nuevo - Y se apresuró a agregar - Con tu aceptación claro esta... podría intentar ayudarte a descubrir más cosas que quizás están perdidas en algun lugar de tu cabeza -
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Re: Risposte [Soren]
Apenas me atreví a alzar la mirada para asentir ante las palabras de Soren. Quería creer que lo había entendido, que comprendía que aquello que sentía por Anuar era una amistad pura que sin saberlo, él estaba engrandeciendo. De un modo u otro, Anuar había estado protegiéndome, ¿cómo debía sentirme sino agradecido? Esperaba pues, que comprendiera todos mis porqués, todas mis dudas hacia él, todo mi miedo a que le hiciera daño. Anuar era el único en quién había podido confiar plenamente, ¿como no iba a temer que le hicieran daño?
Y entonces...
-¡Cállate!.- grité alzando el rostro violentamente para mirar directamente a sus ojos. -¡N-No... no vuelvas a repetirlo...!
Aquellas palabras habían sido las justas y necesarias para hacerme entrar en una crisis. Estaba proponiéndome entrar en mi mente para abrir más puertas y... no, no. ¿Era lo que buscabas, verdad? Esto has venido a buscar. Negué con la cabeza de forma vehemente, intentando acallar aquella voz y centrarme en mis pensamientos.
¿Y para qué? Si sabía perfectamente que el deseo más ferviente de mi corazón era recordar, qué importaba el dolor o el sufrimiento. La necesidad podía superar cualquier barrera. El amor, me corregí mentalmente cerrando los párpados con fuerza.
¿Pero estaba preparado para aquello? ¿Y si descubría algo que no me agradaba? ¿Y si me veía sin fuerzas para pelear con su ausencia? No... no.
Absurda aquella discusión que no me llevaba a ninguna parte... más que a la desesperación. Me llevé las manos a la cabeza, ocultándola entre mis rodillas, abriendo los ojos para ver el suelo e intentar calmarme. Respira, me dije nervioso.
Que estúpido si crees que vas a lograr calmarte ahora, se burló mi mente cuando todo mi cuerpo comenzó a temblar. Basta... basta, páralo, pedí desesperado, pero nadie respondió. Aquello era miedo, miedo y más miedo.
Miedo a enfrentarme a los recuerdos, miedo a enfrentarme a su falta, a su ausencia, a su sonrisa y mi necesidad. ¿Qué iba a hacer si volvía a verle? Dolía tanto saber que no iba a volver a tenerle a mi lado... que nunca más le abrazaría, que nunca más vería su sonrisa y que jamás podría verme reflejado en aquellos verdes ojos. ¿Pero entonces porque aún sería capaz de suplicarle que lo hiciera? Porque derramaría millones de lágrimas a modo de súplica si fuera necesario, pero le necesitaba, necesitaba verle... aunque el después resultase demasiado caro. Aunque al despertarme le pidiera que arrancara mi cabeza y acabara con mi miserable vida. Aunque después de verle... todo fuera estuviera oscuro y la vida volviese a carecer de sentido.
Temblé, y volví a temblar pasándome las manos por la cara desquiciado. Aquellas palabras habían abierto un camino entre dos mares tal y como había hecho en su tiempo Moisés. Ya no se trataba de mí, de mi mente o de mis miedos... se trataba de él, de Flavio.
Bajé la mirada hasta el tatuaje de mi muñeca un momento para luego llevarlo hasta mis labios y besarlo.
-Hazlo... hazlo....- le supliqué con los labios aún posados en aquel tatuaje. -Hazlo... incluso si después te pido que me mates...
Y entonces...
-¡Cállate!.- grité alzando el rostro violentamente para mirar directamente a sus ojos. -¡N-No... no vuelvas a repetirlo...!
Aquellas palabras habían sido las justas y necesarias para hacerme entrar en una crisis. Estaba proponiéndome entrar en mi mente para abrir más puertas y... no, no. ¿Era lo que buscabas, verdad? Esto has venido a buscar. Negué con la cabeza de forma vehemente, intentando acallar aquella voz y centrarme en mis pensamientos.
¿Y para qué? Si sabía perfectamente que el deseo más ferviente de mi corazón era recordar, qué importaba el dolor o el sufrimiento. La necesidad podía superar cualquier barrera. El amor, me corregí mentalmente cerrando los párpados con fuerza.
¿Pero estaba preparado para aquello? ¿Y si descubría algo que no me agradaba? ¿Y si me veía sin fuerzas para pelear con su ausencia? No... no.
Absurda aquella discusión que no me llevaba a ninguna parte... más que a la desesperación. Me llevé las manos a la cabeza, ocultándola entre mis rodillas, abriendo los ojos para ver el suelo e intentar calmarme. Respira, me dije nervioso.
Que estúpido si crees que vas a lograr calmarte ahora, se burló mi mente cuando todo mi cuerpo comenzó a temblar. Basta... basta, páralo, pedí desesperado, pero nadie respondió. Aquello era miedo, miedo y más miedo.
Miedo a enfrentarme a los recuerdos, miedo a enfrentarme a su falta, a su ausencia, a su sonrisa y mi necesidad. ¿Qué iba a hacer si volvía a verle? Dolía tanto saber que no iba a volver a tenerle a mi lado... que nunca más le abrazaría, que nunca más vería su sonrisa y que jamás podría verme reflejado en aquellos verdes ojos. ¿Pero entonces porque aún sería capaz de suplicarle que lo hiciera? Porque derramaría millones de lágrimas a modo de súplica si fuera necesario, pero le necesitaba, necesitaba verle... aunque el después resultase demasiado caro. Aunque al despertarme le pidiera que arrancara mi cabeza y acabara con mi miserable vida. Aunque después de verle... todo fuera estuviera oscuro y la vida volviese a carecer de sentido.
Temblé, y volví a temblar pasándome las manos por la cara desquiciado. Aquellas palabras habían abierto un camino entre dos mares tal y como había hecho en su tiempo Moisés. Ya no se trataba de mí, de mi mente o de mis miedos... se trataba de él, de Flavio.
Bajé la mirada hasta el tatuaje de mi muñeca un momento para luego llevarlo hasta mis labios y besarlo.
-Hazlo... hazlo....- le supliqué con los labios aún posados en aquel tatuaje. -Hazlo... incluso si después te pido que me mates...
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Re: Risposte [Soren]
La violenta respuesta de Eric sin duda sorprendió a Soren. Al parecer aquel era un tema realmente dedicado. ¡Pues claro tonto Soren! Si no puedes recordar nada, ¿cómo no va a ser algo importante que una persona te ofrezca ayudarte a hacerlo? Era de esperarse que Eric se sintiera conmocionado y que no aceptara. Después de todo no podría confiar en el mismo tipo que le había mordido y golpeado antes. Soren ya no era un vampiro de fiar.
Pero entonces inesperadamente Eric comenzó a pedirle que lo hiciera, aún cuando quisiese morir después. Se sintió desconcertado sin saber que hacer en el momento, era una gran responsabilidad, ¿y si empeoraba la psiquis de Eric? Sería el culpable de un gran dolor para el vampiro y quien sabe que cosas más.
¿E...n serio? - Preguntó dudoso – Pero... no soy muy bueno con la técnica... quiero decir ¿y si no sale como esperas? Oye... no quiero causar más problemas... así que si lo intento... no esperes que todo salga muy bien – Tenía que advertirle, de lo contrario si salía mal (Y realmente esperaba que saliera mal) no tendría que sentirse tan culpable.
- Bien...mmm... es más fácil si no opones resistencia, es decir si la mente en la cual pienso usar la técnica no está ofreciéndome ninguna resistencia a mi, así que debes intentar alejar todo tipo de pensamientos negativos y relajarte... porque no te haré daño, o eso... espero – Agregó con una voz no muy segura.
Pero entonces inesperadamente Eric comenzó a pedirle que lo hiciera, aún cuando quisiese morir después. Se sintió desconcertado sin saber que hacer en el momento, era una gran responsabilidad, ¿y si empeoraba la psiquis de Eric? Sería el culpable de un gran dolor para el vampiro y quien sabe que cosas más.
¿E...n serio? - Preguntó dudoso – Pero... no soy muy bueno con la técnica... quiero decir ¿y si no sale como esperas? Oye... no quiero causar más problemas... así que si lo intento... no esperes que todo salga muy bien – Tenía que advertirle, de lo contrario si salía mal (Y realmente esperaba que saliera mal) no tendría que sentirse tan culpable.
- Bien...mmm... es más fácil si no opones resistencia, es decir si la mente en la cual pienso usar la técnica no está ofreciéndome ninguna resistencia a mi, así que debes intentar alejar todo tipo de pensamientos negativos y relajarte... porque no te haré daño, o eso... espero – Agregó con una voz no muy segura.
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Re: Risposte [Soren]
El mundo pareció comenzar a desmoronarse cuando las dudas hicieron aparición en la voz de Soren. Un calambre pareció atravesar mi columna de arriba a abajo de forma dolorosa. ¿Tienes miedo?, rió mi mente cruelmente.
¿Miedo? No, no era miedo. Era pánico, en tal medida que mi cuerpo parecía por completo paralizado. Aquellos temblores que no cesaban lograban que mis labios bailasen macabros sobre el nombre de Flavio.
Cerré los ojos intentando poner orden en el caos. ¿Qué podía hacer? ¿Huir? Si después de todo aquello mismo era lo que había estado deseando. ¿Por qué sentía que intentaba utilizar a todo el mundo para mi único propósito? Estúpida culpa que se unía al festín del dolor sin invitación. No necesitaba su presencia...
-No creo que duela más que no recordarle....- murmuré de forma involuntaria, llevándome después las manos a la cabeza.
Tenía que calmarme si quería que la idea de Soren funcionase, no debía oponer resistencia. ¿Y qué resistencia iba a poner si lo único que deseaba era tener cerca a Flavio? Eres patético. Ya lo sé, respondí entreabriendo los ojos.
Pero prefería serlo, a no tener corazón, a no desear recordar a quien una vez quise y me quiso, prefería ser patético a ser un simple asesino sin motivo para vivir. ¿Nunca había pensado mi mente que con sus deseos de sangre tarde o temprano acabaría cansándose de vivir? No te equivoques, yo no tengo deseos suicidas como tú, murmuró casi furiosa.
Suspiré dispuesta a cumplir con las peticiones de Soren, intentando ponerme en pie a pesar de los temblores, y apoyándome finalmente en la pared para mirar sus azulados ojos.
-¿Por qué... por qué haces esto...?.- alcancé a formular, luchando contra los temblores.
No podía evitar tener aquella duda. ¿Qué le había llevado a hacerlo después de aquella batalla? ¿Qué le había movido a... ayudarme? ¿Y por qué demonios me sentía en la obligación de darle algo a cambio?
Eché la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y dejando escapar una dolorosa bocanada de aire que esperaba me diera algo de paz. Necesitaba relajarme, necesitaba... dejar de pensar. En aquel mismo instante deseé no haber nunca recordado como se hacía aquello de "pensar". Me reí tontamente, en un instante inaudible y separado del mundo, para luego apretar con fuerza los párpados.
-Creo que ya estoy listo....- musité, deseando poder eliminar aquel "creo". -Soren... .- comencé sin mirarle. -Gracias.
¿Miedo? No, no era miedo. Era pánico, en tal medida que mi cuerpo parecía por completo paralizado. Aquellos temblores que no cesaban lograban que mis labios bailasen macabros sobre el nombre de Flavio.
Cerré los ojos intentando poner orden en el caos. ¿Qué podía hacer? ¿Huir? Si después de todo aquello mismo era lo que había estado deseando. ¿Por qué sentía que intentaba utilizar a todo el mundo para mi único propósito? Estúpida culpa que se unía al festín del dolor sin invitación. No necesitaba su presencia...
-No creo que duela más que no recordarle....- murmuré de forma involuntaria, llevándome después las manos a la cabeza.
Tenía que calmarme si quería que la idea de Soren funcionase, no debía oponer resistencia. ¿Y qué resistencia iba a poner si lo único que deseaba era tener cerca a Flavio? Eres patético. Ya lo sé, respondí entreabriendo los ojos.
Pero prefería serlo, a no tener corazón, a no desear recordar a quien una vez quise y me quiso, prefería ser patético a ser un simple asesino sin motivo para vivir. ¿Nunca había pensado mi mente que con sus deseos de sangre tarde o temprano acabaría cansándose de vivir? No te equivoques, yo no tengo deseos suicidas como tú, murmuró casi furiosa.
Suspiré dispuesta a cumplir con las peticiones de Soren, intentando ponerme en pie a pesar de los temblores, y apoyándome finalmente en la pared para mirar sus azulados ojos.
-¿Por qué... por qué haces esto...?.- alcancé a formular, luchando contra los temblores.
No podía evitar tener aquella duda. ¿Qué le había llevado a hacerlo después de aquella batalla? ¿Qué le había movido a... ayudarme? ¿Y por qué demonios me sentía en la obligación de darle algo a cambio?
Eché la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y dejando escapar una dolorosa bocanada de aire que esperaba me diera algo de paz. Necesitaba relajarme, necesitaba... dejar de pensar. En aquel mismo instante deseé no haber nunca recordado como se hacía aquello de "pensar". Me reí tontamente, en un instante inaudible y separado del mundo, para luego apretar con fuerza los párpados.
-Creo que ya estoy listo....- musité, deseando poder eliminar aquel "creo". -Soren... .- comencé sin mirarle. -Gracias.
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Re: Risposte [Soren]
Asintió con la cabeza frente aquella cuestión. No recordar debía doler más que recordar. Porque no sabías si era bueno o malo el recuerdo como tal y la angustia generada por la incertidumbre carcomería tu alma por el resto de tus días. Vivir una eternidad de dudas debía ser aún peor. Se acercó lentamente a Eric, acortando la distancia que había entre ambos, porque aunque antes había atacado al vampiro más joven a distancia, aquella vez había estado cegado por la rabia y los celos, ahora no pensaba atacarlo, aquello no tendría una intención bélica.
-Porque... me siento en deuda contigo – Dijo al fin con sinceridad. Se sentía culpable y si de esa manera podía aliviar un poco la culpa, le ayudaría en lo que fuera posible. - Lo haré lo mejor posible – Le prometió, deseando creer que podría ir más allá y realmente ayudarle a recordar.
Sonrió cuando le escuchó agradecerle. Comenzaba a descubrir en Eric una persona que no esperaba encontrar. Se lo imaginaba tan diferente cuando apenas si habían cruzado un par de palabras, pero ahora allí frágil y expuesto como una flor que se abre para recibir el rocío matutino de la primavera, el vampiro más joven era un nueva paradigma. Soren tomó las manos de Eric entre las suyas con un movimiento suave, apenas si rozando la piel.
Cerró los ojos y se dejó perder en la sensación que aquel roce le otorgaba. Cayendo por un remolino oscuro y sintiendo que todo a su alrededor desaparecía conforme la técnica tomaba fuerza. Presionó con su mente primero con suavidad, como si estuviera empujando un bloque de granito que le impedía el paso para entrar a las memorias de su interlocutor. No hubo ningún cambio, así que presionó un poco más fuerte, siempre cuidando de no romper algún hilo importante.
"La mente puede presentarse como una telaraña", solía decir Erkki, "una telaraña de posibilidades y conexiones neuronales. Corta un hilo" y generarás un caos.
Soren no quería cortar ningún hilo, por el contrario, buscaba uno en particular que le condujera a las memorias que quería rescatar, el problema era que, no sabía por donde empezar, sólo Eric podía decidir aquello y permitirle avanzar.
-Porque... me siento en deuda contigo – Dijo al fin con sinceridad. Se sentía culpable y si de esa manera podía aliviar un poco la culpa, le ayudaría en lo que fuera posible. - Lo haré lo mejor posible – Le prometió, deseando creer que podría ir más allá y realmente ayudarle a recordar.
Sonrió cuando le escuchó agradecerle. Comenzaba a descubrir en Eric una persona que no esperaba encontrar. Se lo imaginaba tan diferente cuando apenas si habían cruzado un par de palabras, pero ahora allí frágil y expuesto como una flor que se abre para recibir el rocío matutino de la primavera, el vampiro más joven era un nueva paradigma. Soren tomó las manos de Eric entre las suyas con un movimiento suave, apenas si rozando la piel.
Cerró los ojos y se dejó perder en la sensación que aquel roce le otorgaba. Cayendo por un remolino oscuro y sintiendo que todo a su alrededor desaparecía conforme la técnica tomaba fuerza. Presionó con su mente primero con suavidad, como si estuviera empujando un bloque de granito que le impedía el paso para entrar a las memorias de su interlocutor. No hubo ningún cambio, así que presionó un poco más fuerte, siempre cuidando de no romper algún hilo importante.
"La mente puede presentarse como una telaraña", solía decir Erkki, "una telaraña de posibilidades y conexiones neuronales. Corta un hilo" y generarás un caos.
Soren no quería cortar ningún hilo, por el contrario, buscaba uno en particular que le condujera a las memorias que quería rescatar, el problema era que, no sabía por donde empezar, sólo Eric podía decidir aquello y permitirle avanzar.
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Re: Risposte [Soren]
No quise escuchar todas las palabras de reprimenda que mi mente se molestó en repetir una y otra vez, intentando hacerme vacilar en mi decisión y llevarme, según su opinión, al mejor puerto. ¿Y qué mejor puerto había que el abrazo de Flavio? Apenas aquella frase surcó mi mente, una leve sonrisa curvó mis labios. Necesitaba creer con ferviente fe, la misma que le había llevado a él a morir, la misma en la que se habían escudado aquellos curas para hacerle daño. Pero no podía, no podía pensar en aquello.
Apenas me dio tiempo a hacerlo cuando los pasos de Soren se acercaron lentamente, haciendo que los nervios erizasen el vello de mis brazos y otro pequeño temblor retorciese mi columna.
Lo extraño fue escuchar como decía que se sentía en deuda conmigo. ¿Él? ¿Por qué? Si supiera realmente lo que aquello significaba para mí...
Sus frías manos tomaron la mía de pronto, haciéndome abrir los ojos de golpe para chocarlos con los suyos. Una sonrisa se dibujaba en su rostro antes de que cerrase los ojos. ¿Comenzaba ya? ¡Estúpidos nervios!
Y sucedió. Aquel dolor punzante, aquella sensación de invasión impropia. ¿Sentirían lo mismo los griegos al verse invadidos por los persas? No tenía tiempo para pararme a pensar en aquello.
La visión periférica comenzó a fallar, todo se volvió un pequeño circulo rodeado de oscuridad, a través del cual apenas podía ver a Soren. Tuve la sensación de estar a punto de caerme, y tomé sus manos con fuerza.
Se sintió de pronto la inversión más profunda, y el dolor aumentó. Como si estuvieran clavando una daga en lo más profundo de mi pecho, cada vez con más fuerza, esperando llegar al corazón.
No me atreví a gemir de dolor, ni siquiera a quejarme. Apreté los dientes y cerré los ojos, soportando como pude aquel dolor, esperando que Soren no se echase atrás en su decisión de ayudarme.
Dolía. Dolía demasiado. De forma fulminante, acabando con las pocas fuerzas que me quedaban, logrando que las piernas amenazasen con doblarse y dejarme caer. ¿Caería al suelo? No, iba a caerme a un abismo que iba más allá de lo visible. De lo humano.
Me sentía incapaz de soportar aquello, ¿cómo sería más adelante? No podía rendirme, pero tampoco podría soportarlo más. No. No iba a rendirme una vez más.
Apreté los párpados con fuerza, buscando en algún lugar de mi torturada mente aquel recuerdo de Flavio. Aquella luz que él donaba. Busqué su sonrisa, el brillo de sus verdes ojos, y para cuando lo encontré, el dolor se asimiló a la patada de un niño. Tenía que poder con aquello... iba a poder con aquello. Por él, solo por él.
Apenas me dio tiempo a hacerlo cuando los pasos de Soren se acercaron lentamente, haciendo que los nervios erizasen el vello de mis brazos y otro pequeño temblor retorciese mi columna.
Lo extraño fue escuchar como decía que se sentía en deuda conmigo. ¿Él? ¿Por qué? Si supiera realmente lo que aquello significaba para mí...
Sus frías manos tomaron la mía de pronto, haciéndome abrir los ojos de golpe para chocarlos con los suyos. Una sonrisa se dibujaba en su rostro antes de que cerrase los ojos. ¿Comenzaba ya? ¡Estúpidos nervios!
Y sucedió. Aquel dolor punzante, aquella sensación de invasión impropia. ¿Sentirían lo mismo los griegos al verse invadidos por los persas? No tenía tiempo para pararme a pensar en aquello.
La visión periférica comenzó a fallar, todo se volvió un pequeño circulo rodeado de oscuridad, a través del cual apenas podía ver a Soren. Tuve la sensación de estar a punto de caerme, y tomé sus manos con fuerza.
Se sintió de pronto la inversión más profunda, y el dolor aumentó. Como si estuvieran clavando una daga en lo más profundo de mi pecho, cada vez con más fuerza, esperando llegar al corazón.
No me atreví a gemir de dolor, ni siquiera a quejarme. Apreté los dientes y cerré los ojos, soportando como pude aquel dolor, esperando que Soren no se echase atrás en su decisión de ayudarme.
Dolía. Dolía demasiado. De forma fulminante, acabando con las pocas fuerzas que me quedaban, logrando que las piernas amenazasen con doblarse y dejarme caer. ¿Caería al suelo? No, iba a caerme a un abismo que iba más allá de lo visible. De lo humano.
Me sentía incapaz de soportar aquello, ¿cómo sería más adelante? No podía rendirme, pero tampoco podría soportarlo más. No. No iba a rendirme una vez más.
Apreté los párpados con fuerza, buscando en algún lugar de mi torturada mente aquel recuerdo de Flavio. Aquella luz que él donaba. Busqué su sonrisa, el brillo de sus verdes ojos, y para cuando lo encontré, el dolor se asimiló a la patada de un niño. Tenía que poder con aquello... iba a poder con aquello. Por él, solo por él.
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Re: Risposte [Soren]
La mente era una telaraña tejida en su mayoría inconscientemente con cientos de conexiones que podían llevar a cualquier lugar. Soren se encontró de pie en medio de la oscuridad, intentando entrever los cientos de hilos que se revolvían caóticamente su alrededor. Observar los hilos no era un trabajo simple, porque esos hilos estaban construidos de pensamientos y los pensamientos eran cosas inmateriales que podían manifestarse en cuestión de segundos para luego desaparecer sin dejar rastro. Entrecerró los ojos concentrándose más y al cabo de lo que le pareció una eternidad de quietud, delgados hilos plateados aparecieron como fugaces estrellas, esfumándose al segundo.
-Deja de pensar Eric, deja de poner resistencia – Murmuró, aunque no estaba muy seguro de que el vampiro más joven pudiera escucharlo. Los hilos aparecían y desaparecían con tal rapidez que le era imposible seguir ninguno y entonces cuando estaba a punto de darse por vencido y volver de ese viaje 'astral', un hilo demasiado brillante y mucho más fino que el resto apareció frente a él apuntando hacía el este, Soren se quedó estático por unos segundos y luego comenzó a caminar avanzando en la dirección que le mostraba el hilo.
Caminó y caminó sin ver nada más que oscura vacuidad hasta que lo que pareció una silueta se fue formando en el horizonte. Aceleró el paso, sintiéndose algo cansado por el esfuerzo mental que hacía para mantenerse concentrado y no volver al mundo real. De repente le sudaban las manos y sentía la boca seca.
-¡Hey! - Exclamó y su voz hizo eco en la oscuridad. De pie frente a él, Dándole la espalda, había un niño de rizados cabellos dorados. - Espera... Quiero hablar contigo – Agregó a la espera de una respuesta.
(( el niño es obviamente Flavio, el recuerdo de Flavio perdido en la mente de Eric. ¿Quieres manejarlo tu? ))
-Deja de pensar Eric, deja de poner resistencia – Murmuró, aunque no estaba muy seguro de que el vampiro más joven pudiera escucharlo. Los hilos aparecían y desaparecían con tal rapidez que le era imposible seguir ninguno y entonces cuando estaba a punto de darse por vencido y volver de ese viaje 'astral', un hilo demasiado brillante y mucho más fino que el resto apareció frente a él apuntando hacía el este, Soren se quedó estático por unos segundos y luego comenzó a caminar avanzando en la dirección que le mostraba el hilo.
Caminó y caminó sin ver nada más que oscura vacuidad hasta que lo que pareció una silueta se fue formando en el horizonte. Aceleró el paso, sintiéndose algo cansado por el esfuerzo mental que hacía para mantenerse concentrado y no volver al mundo real. De repente le sudaban las manos y sentía la boca seca.
-¡Hey! - Exclamó y su voz hizo eco en la oscuridad. De pie frente a él, Dándole la espalda, había un niño de rizados cabellos dorados. - Espera... Quiero hablar contigo – Agregó a la espera de una respuesta.
(( el niño es obviamente Flavio, el recuerdo de Flavio perdido en la mente de Eric. ¿Quieres manejarlo tu? ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Risposte [Soren]
La sensación se volvía cada vez más dolorosa. Ya no era una simple punzada, era como sentir un clavo ardiendo atravesar mi cabeza de un lado a otro, tal vez como un tiro que acaba con cualquier mecanismo de la mente. La visión se volvió cada vez más nula, llegando al punto de ser incapaz de ver nada. Ni siquiera pude oír con claridad lo que Soren me pedía.
Los temblores se hicieron más potentes, creyendo incluso que iba a caerme de un momento a otro. No podría soportarlo todo durante mucho tiempo, pero necesitaba sacar fuerzas de donde fuera. Y fui a encontrarla en el lugar menos esperado. En el corazón. Allí, donde residía el amor, encontré la esperanza. Esperanza por ver a Flavio aunque fuera un momento, esperanza por tocar sus cabellos, verle sonreír, sentirle cerca... solo un instante, un maldito segundo arañado a la eternidad que me esperaba por delante. ¿Era pedir demasiado acaso?
Sin explicación alguna, todo lo que sentía a mi alrededor desapareció. ¿Había caído en alguna especie de trance? Era como estar soñando. ¿Habría muerto? Iluso, se mofó mi mente, logrando que apretase los párpados.
Como había sucedido en la fiesta, parecía estar en una dimensión ajena a la real, en un mundo inexistente cuyo origen desconocía. Todo estaba oscuro, completamente oscuro a mi alrededor. Al girar la cabeza a un lado y a otro, comprobé que allí no había nadie más. ¿Qué demonios iba a hacer? ¿Qué estaba pasando? ¡Ay que te has muerto!, ironizó mi mente, que de un momento a otro aparecía de la nada, como todo aquello. Aparecía a mi lado, como un cuerpo idéntico al mío. Un gemelo irreal, de ojos rojos como los del mismo diablo, con la misma voz y diferentes pensamientos.
-¿Ves? Ya no estás solo, no te quejes.- sonrió extendiendo los brazos, mostrando su satisfacción por todo aquello.
¿Como había entrado él allí? ¿Por qué se metía en todo esto? ¿Quería acaso estropearlo todo?
-Exacto, Eric. Yo solo soy la parte de ti que quiere que vuelvas a ser el de antes....- musitó con un falso gesto de tristeza, caminando hacia mí con paso firme. -Yo solo soy la parte de ti mismo que desea que termines con toda esta mierda.- añadió posando su mano en mi mejilla y acariciándola con fría suavidad. -Olvidalo ya... está muerto.
-¡No!.- exclamé apartando su mano de mi rostro con asco. -No está muerto.
-¿Necesitas que te lo muestre de nuevo?
-¡Basta!.- grité furioso, tomando el cuello de su camisa y acercándolo a mí, para clavar mis ojos en los suyos de forma desafiante. -Estropea esta oportunidad y haré todo lo posible para acabar contigo...
-¿Crees acaso que puedes?.- se rió descaradamente, empujándome con más fuerza de la que yo mismo poseía.
-Me basta creerlo...
-Ahora Eric se cree eso de "querer es poder".- bufó poniendo los ojos en blanco para luego clavarlos con frialdad en los míos. -No quieras que yo acabe contigo...
-No puedes acabar conmigo. Es mi cuerpo, mi vida
-¡Ahora tienes vida! Qué sorpresa..- sin separarse ni un centímetro de mí, bajó una de sus manos a un bolsillo para sacar algo que no logré ver. -Repítelo ahora si puedes. ¡Repite que puedes conmigo!.- gritó con fuerza, ensordeciendo mis oídos. Un punzante dolor atrasevó mi pecho. Al soltarme y separarse unos pasos de mí, mi cuerpo se tambaleó ante su maldita sonrisa. Bajé la mirada hasta mi pecho, para descubrir que tenía una daga clavada en el pecho. -¡Puedo clavarte miles de esas! Solo necesito nombrarte a Flavio, a tu creadora....- cada una de sus palabras volvía aquel dolor más aguda, llevándome a encogerme dolorido. -Mando yo, Eric. Y solo yo.
Su sonrisa se ensanchaba cada vez más para mi desdicha. Se echó a reír cuando caí de rodillas vencido por aquel dolor. Directo al corazón. Las verdades dolían, y tanto que lo hacían. Aquello podía ser una simple metáfora creada por mi trastornada mente, pero estaba doliendo realmente. Estaba quitándome las fuerzas, robándome el aire.
¿Había llegado tan lejos para acabar así? No... no podía rendirme... no...
Vagaba por aquel lugar desde tiempos que ni él mismo podía recordar. Vivía encerrrado en una jaula de cristal. Una donde nadie podía hacerle daño... pero encerrado. No podía ayudar a su hermano, no podía hacerle recordar. Se había visto condenado por una vampiresa y una personalidad que convivía con la de su hermano en aquel reducido espacio. En una guerra entre ambas, él no podía hacer nada. A penas podía murmurar a veces, a penas podía hacerle ver a su hermano los momentos juntos. Vagaba, como un mendigo de la soledad, sin rumbo ni camino, creyéndose incapaz de encontrar nunca el camino hasta la verdad. Hasta los recuerdos.
Él sufría cuando su hermano lo hacía, lloraba, ¡solo Dios sabía cuanto lloraba! Maldecía, se odiaba pero sobre todo... sentía. Estaba muerto, sí, pero mientras no lo estuviera para su hermano, no moriría del todo. Seguía vivo allí, en sus recuerdos, aquellos que permanecían encerrados con él.
Agotado como siempre, escuchó entre aquella fría oscuridad una voz ajena, una que desconocía y parecía dirigirse a él.
-¡Hey!- alcanzó a oír, girándose para ver a un hombre alto y delgado, de ojos claros y cabellos cenizos.- Espera... Quiero hablar contigo– agregó.
-¿Conmigo?.- respondió el chico, confuso. Abandonando a un lado el miedo, caminó hasta el hombre con seguridad, colocándose a escasos pasos de él. -¿Por qué?.- le cuestionó con inocencia, desconociendo que aquel mismo hombre había estado combatiendo con su hermano en el mundo real. -¿Como has entrado aquí? ¿Tú también estás muerto?.- de pronto un extraño sentimiento invadió su cuerpo, y sintiéndose prisionero de él alzó la voz nervioso. -¡¿Quién eres tú?!.- en su pensamiento, si aquel hombre estaba allí era por algo. Tenía que significar algo muy importante para su hermano, tal y como sabía que él lo era. ¿Podía tener celos un simple recuerdo? Sí. Flavio tenía miedo de que aquel hombre supusiera una amenaza, que su hermano se olvidara de él y jamás quisiera recordarlo.
Los temblores se hicieron más potentes, creyendo incluso que iba a caerme de un momento a otro. No podría soportarlo todo durante mucho tiempo, pero necesitaba sacar fuerzas de donde fuera. Y fui a encontrarla en el lugar menos esperado. En el corazón. Allí, donde residía el amor, encontré la esperanza. Esperanza por ver a Flavio aunque fuera un momento, esperanza por tocar sus cabellos, verle sonreír, sentirle cerca... solo un instante, un maldito segundo arañado a la eternidad que me esperaba por delante. ¿Era pedir demasiado acaso?
Sin explicación alguna, todo lo que sentía a mi alrededor desapareció. ¿Había caído en alguna especie de trance? Era como estar soñando. ¿Habría muerto? Iluso, se mofó mi mente, logrando que apretase los párpados.
Como había sucedido en la fiesta, parecía estar en una dimensión ajena a la real, en un mundo inexistente cuyo origen desconocía. Todo estaba oscuro, completamente oscuro a mi alrededor. Al girar la cabeza a un lado y a otro, comprobé que allí no había nadie más. ¿Qué demonios iba a hacer? ¿Qué estaba pasando? ¡Ay que te has muerto!, ironizó mi mente, que de un momento a otro aparecía de la nada, como todo aquello. Aparecía a mi lado, como un cuerpo idéntico al mío. Un gemelo irreal, de ojos rojos como los del mismo diablo, con la misma voz y diferentes pensamientos.
-¿Ves? Ya no estás solo, no te quejes.- sonrió extendiendo los brazos, mostrando su satisfacción por todo aquello.
¿Como había entrado él allí? ¿Por qué se metía en todo esto? ¿Quería acaso estropearlo todo?
-Exacto, Eric. Yo solo soy la parte de ti que quiere que vuelvas a ser el de antes....- musitó con un falso gesto de tristeza, caminando hacia mí con paso firme. -Yo solo soy la parte de ti mismo que desea que termines con toda esta mierda.- añadió posando su mano en mi mejilla y acariciándola con fría suavidad. -Olvidalo ya... está muerto.
-¡No!.- exclamé apartando su mano de mi rostro con asco. -No está muerto.
-¿Necesitas que te lo muestre de nuevo?
-¡Basta!.- grité furioso, tomando el cuello de su camisa y acercándolo a mí, para clavar mis ojos en los suyos de forma desafiante. -Estropea esta oportunidad y haré todo lo posible para acabar contigo...
-¿Crees acaso que puedes?.- se rió descaradamente, empujándome con más fuerza de la que yo mismo poseía.
-Me basta creerlo...
-Ahora Eric se cree eso de "querer es poder".- bufó poniendo los ojos en blanco para luego clavarlos con frialdad en los míos. -No quieras que yo acabe contigo...
-No puedes acabar conmigo. Es mi cuerpo, mi vida
-¡Ahora tienes vida! Qué sorpresa..- sin separarse ni un centímetro de mí, bajó una de sus manos a un bolsillo para sacar algo que no logré ver. -Repítelo ahora si puedes. ¡Repite que puedes conmigo!.- gritó con fuerza, ensordeciendo mis oídos. Un punzante dolor atrasevó mi pecho. Al soltarme y separarse unos pasos de mí, mi cuerpo se tambaleó ante su maldita sonrisa. Bajé la mirada hasta mi pecho, para descubrir que tenía una daga clavada en el pecho. -¡Puedo clavarte miles de esas! Solo necesito nombrarte a Flavio, a tu creadora....- cada una de sus palabras volvía aquel dolor más aguda, llevándome a encogerme dolorido. -Mando yo, Eric. Y solo yo.
Su sonrisa se ensanchaba cada vez más para mi desdicha. Se echó a reír cuando caí de rodillas vencido por aquel dolor. Directo al corazón. Las verdades dolían, y tanto que lo hacían. Aquello podía ser una simple metáfora creada por mi trastornada mente, pero estaba doliendo realmente. Estaba quitándome las fuerzas, robándome el aire.
¿Había llegado tan lejos para acabar así? No... no podía rendirme... no...
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Vagaba por aquel lugar desde tiempos que ni él mismo podía recordar. Vivía encerrrado en una jaula de cristal. Una donde nadie podía hacerle daño... pero encerrado. No podía ayudar a su hermano, no podía hacerle recordar. Se había visto condenado por una vampiresa y una personalidad que convivía con la de su hermano en aquel reducido espacio. En una guerra entre ambas, él no podía hacer nada. A penas podía murmurar a veces, a penas podía hacerle ver a su hermano los momentos juntos. Vagaba, como un mendigo de la soledad, sin rumbo ni camino, creyéndose incapaz de encontrar nunca el camino hasta la verdad. Hasta los recuerdos.
Él sufría cuando su hermano lo hacía, lloraba, ¡solo Dios sabía cuanto lloraba! Maldecía, se odiaba pero sobre todo... sentía. Estaba muerto, sí, pero mientras no lo estuviera para su hermano, no moriría del todo. Seguía vivo allí, en sus recuerdos, aquellos que permanecían encerrados con él.
Agotado como siempre, escuchó entre aquella fría oscuridad una voz ajena, una que desconocía y parecía dirigirse a él.
-¡Hey!- alcanzó a oír, girándose para ver a un hombre alto y delgado, de ojos claros y cabellos cenizos.- Espera... Quiero hablar contigo– agregó.
-¿Conmigo?.- respondió el chico, confuso. Abandonando a un lado el miedo, caminó hasta el hombre con seguridad, colocándose a escasos pasos de él. -¿Por qué?.- le cuestionó con inocencia, desconociendo que aquel mismo hombre había estado combatiendo con su hermano en el mundo real. -¿Como has entrado aquí? ¿Tú también estás muerto?.- de pronto un extraño sentimiento invadió su cuerpo, y sintiéndose prisionero de él alzó la voz nervioso. -¡¿Quién eres tú?!.- en su pensamiento, si aquel hombre estaba allí era por algo. Tenía que significar algo muy importante para su hermano, tal y como sabía que él lo era. ¿Podía tener celos un simple recuerdo? Sí. Flavio tenía miedo de que aquel hombre supusiera una amenaza, que su hermano se olvidara de él y jamás quisiera recordarlo.
Invitado- Invitado
Re: Risposte [Soren]
El chico le respondió y lo más increíble de todo, había respondido con palabras que Soren podía entender. Otra veces, en las ocasiones que había entrado en la mente de otras personas, sólo había visto imágenes fugaces y cosas inconexas, percibía sensaciones eso si, pues era su especialidad. Crear ilusiones que afectaran los sentidos era la técnica que mejor se le daba, pero costaba mucho más descifrar los pensamientos de una persona. Recordaba aquella vez en el circo cuando había entrado en la mente de Anuar, le había visto corriendo por campos floridos Rumanos y había visto a la pequeña Angelique, había inclusive, sentido la brisa y olido el polen de las flores.
Anuar le había pedido que se detuviera. Pero de haber continuado, Soren hubiera podido descubrir cosas del pasado de Anuar y de sus sentimientos, pero el humano no quería revelar tales cosas a él y si algo sabía apreciar Soren, era el derecho a la intimidad, porque él odiaba que se metieran en su perímetro de confort y privacidad.
Así que le sorprendió que aquel chico respondiera a sus palabras. Porque el chico era un mero recuerdo y en teoría no debía tener una consciencia propia. Pero de nuevo debía recordar que la mente humana era compleja y poco estudiada, además una mente transtornada por la sangre vampirica podía mostrarse de diversas maneras incomprensibles, así pues que era posible que ese chico tuviera cierta autonomía por si mismo.
-Porque me siento sólo – Respondió Soren ante la pregunta del chico y caminó con expresión cansada, acercándose más a él – No hay mucho que hacer por aquí ¿verdad? - Agregó y se llevó la palma de la mano a la frente y observó a sus costados – Negro y más negro hasta donde alcanzo a ver ¿No te aburres a veces?- Agregó esbozando una sonrisa tranquila. - Oh... por cierto soy el profesor Kaarkarogf y si... estoy bastante muerto desde hace 279 años, este año cumplo 291 – Comenta dejando escapar un suspiro, valla si costaba mantener la concentración en un lugar así – Ahora es tu turno ¿Quien eres y que haces aquí? -
Anuar le había pedido que se detuviera. Pero de haber continuado, Soren hubiera podido descubrir cosas del pasado de Anuar y de sus sentimientos, pero el humano no quería revelar tales cosas a él y si algo sabía apreciar Soren, era el derecho a la intimidad, porque él odiaba que se metieran en su perímetro de confort y privacidad.
Así que le sorprendió que aquel chico respondiera a sus palabras. Porque el chico era un mero recuerdo y en teoría no debía tener una consciencia propia. Pero de nuevo debía recordar que la mente humana era compleja y poco estudiada, además una mente transtornada por la sangre vampirica podía mostrarse de diversas maneras incomprensibles, así pues que era posible que ese chico tuviera cierta autonomía por si mismo.
-Porque me siento sólo – Respondió Soren ante la pregunta del chico y caminó con expresión cansada, acercándose más a él – No hay mucho que hacer por aquí ¿verdad? - Agregó y se llevó la palma de la mano a la frente y observó a sus costados – Negro y más negro hasta donde alcanzo a ver ¿No te aburres a veces?- Agregó esbozando una sonrisa tranquila. - Oh... por cierto soy el profesor Kaarkarogf y si... estoy bastante muerto desde hace 279 años, este año cumplo 291 – Comenta dejando escapar un suspiro, valla si costaba mantener la concentración en un lugar así – Ahora es tu turno ¿Quien eres y que haces aquí? -
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Re: Risposte [Soren]
-No te queda otra opción.- sonrió aquella personificación de mi mente.
-No... no dejaré que estropees esto... no vas a hacerme perder esta oportunidad....- tartamudeé con dificultad, llevando ambas manos hacia la daga que estaba clavada en mi pecho, arrancándola dolorosamente.
El aire pareció volver a mis pulmones y solo un gemido de dolor escapó de mis labios al posar la mano en aquella sangrante herida. Su risa perturbó el silencio del lugar, y tomando aquella daga en mi mano izquierda, me levanté con dificultad para caminar hasta él con intención de clavársela. Pero se apartó con insultante facilidad, y me miró mientras el impulso me llevaba a dar un par de pasos más, cayendo al final sobre mis rodillas.
-[color=white]Patético/color].- musitó comenzando a aplaudir.
Aparté la mirada de la herida de mi pecho y alcé el rostro para vislumbrar su sonrisa, plena de satisfacción y poderío. Quise levantarme, clavar aquel puñal en su pecho, clavarlo tantas veces como me había hecho daño. Clavarlo una y otra vez, sin piedad alguna, la misma que mostraba conmigo. Y sin embargo no podía, no tenía ni las más mínimas fuerzas para alzarme y enfrentarme a él. Sentía las cadenas del dolor apretando mis manos, mi cuerpo rendido en una batalla imposible ya de vencer. Bajé la cabeza negándome a ver más aquella maldita sonrisa, apretando fuerte los párpados negándome a darle ninguna otra satisfacción. No lloraría, no allí, no ante él. No le daría ese gusto.
La sangre comenzó a inundar mi boca, logrando que tosiera sobresaltado, manchando mis manos con aquel líquido carmesí. Se agachó entonces, para ver mi expresión aterrorizada, sonriendo de forma cada vez más cruel.
-Me encanta verte sufrir así.- susurró a mi oído, logrando que lo tomara de sus ropas, acercándolo a mí para escupir luego en su cara. -Stronzo!.- gritó furioso en italiano, posando su mano en mi cara para empujarme. Caí sin fuerza alguna hacia atrás, quedando semi-tumbado, apoyado en los codos dificultosamente. Pateó con furia uno de mis costados, logrando que me encogiese gimiendo de dolor, gesto que aprovechó para llevar su pie a mi pecho, pisando justo en la herida que rato antes había provocado. -¡Grita, quiero oírte gritar! De dolor... ¡de desesperación! Porque no vas a verle, Eric, no vas a verle....
-Solo....- comencé, parándome para toser manchando mis labios de sangre una vez más. -Solo eres mi mente...
-Olvídate de eso... vivo dentro de tu cabeza, soy parte de ti. Deja de llamarme "mi mente"..- ordenó dibujando una feroz sonrisa. -Recordarás mi nombre para siempre después de lo que pienso hacerte...
Su pie se separó entonces de la herida de mi pecho, dándome tiempo para respirar y llevarme la mano a la herida. ¿Qué podía hacer? ¿Qué iba a hacer? Me olvidé rápidamente de pensar cuando pisó con fuerza mi muñeca izquierda, justo sobre mi tatuaje, haciendo que soltase la daga y gritase. Gritase desesperado tal y como él había deseado. De dolor.
Pero de pronto, sin explicación, su cuerpo salió rebotado un par de metros más allá, cayendo así la daga a aquel suelo negro. ¿Qué había pasado? Dirigí la mirada hacia mi muñeca, para descubrir que mi tatuaje parecía brillar. ¿Brillar? Para cuando lo destapé, descubrí que parecía estar ardiente. Como un hierro candente preparado para marcar algún animal.
Sonreí. Sonreí al descubrir como estaba protegiéndome. Flavio estaba protegiéndome.
Gateé con las pocas fuerzas que aquel pensamiento me había dado, intentando alcanzar aquella daga que había soltado mi, ahora más que nunca, enemigo.
Demasiado tarde. Él ya había llegado, menos débil que yo, había logrado levantarse y alcanzar la daga con facilidad. Otra patada en el costado, otro grito, otra derrota. Tomó mi brazo derecho, estirándolo contra mi voluntad, rasgando con facilidad la tela para, con la daga, grabar el nombre que se había asignado. Éric.
El chico luchó por contener sus nervios. No podía negarlo, le daba miedo aquella presencia. No lograba explicarse como había llegado hasta allí, no podía explicarse quién era. Aguardó respuestas, sintiéndose acorralado, incluso asustado. ¿Quién podía entrar en aquella jaula de oro en la que vivía encerrado?
-Porque me siento sólo– respondió aquel hombre, poniendo aún más nervioso al joven. ¿Qué significaba aquello? Apretó los labios, mordiendo el inferior con nerviosismo, no atreviéndose a separar la vista de aquel que había entrado en su "hogar". –No hay mucho que hacer por aquí ¿verdad?- dijo de pronto, llevándose una palma de la mano a la frente, observando a su alrededor. – Negro y más negro hasta donde alcanzo a ver ¿No te aburres a veces?- la sonrisa tranquila que se dibujó en aquel desconocido rostro le calmó, tomando la decisión de abandonar su postura defensiva. Se calmó ligeramente, olvidando la idea de que todo el mundo quería hacerle daño. ¿Pero era realmente suya aquel pensamiento? ¿O formaba parte de la mente de su hermano? - Oh... por cierto soy el profesor Kaarkarogf y si... estoy bastante muerto desde hace 279 años, este año cumplo 291– comentó dejando escapar un suspiro en el que el diecisiete añero tuvo tiempo a comprender que aquel hombre no era cosa que un vampiro, tal y como lo era su hermano ahora. – Ahora es tu turno ¿Quien eres y que haces aquí?
-Soy Flavio.- respondió con brevedad, olvidándose cada vez más del miedo. -Yo... soy el hermano de Eric. Supongo que le conoces, o si no no estarías aquí.- rió con cierta ternura, atreviéndose a acercarse más a él. -Llevo mucho tiempo aquí encerrado... aunque tú pareces no poder ver la jaula dorada que me encierra.- rió de nuevo encogiéndose de hombros. -¿Como has entrado aquí? ¿Puedes...? ¡¿Puedes hacerme salir?!.- exclamó dejándose llevar por la emoción. Llevó sus pálidas y cuidadas manos hasta los brazos de aquel hombre, con tanta fuerza que por un momento sintió que estaba a punto de zarandearlo. -Tienes que ayudarme a salir....- le suplicó clavando sus hermosos ojos verde mate en los del vampiro, con un brillo que comenzaba a delatar las lágrimas que estaban a punto de caer de sus ojos. Él estaba casi tan desesperado como su hermano, aunque éste lo desconociera. Sin previo aviso, se vio obligado a soltar los brazos de aquel hombre y llevarse una mano hacia su brazo derecho, con un gemido de dolor acompañado de unas lágrimas cayendo de sus ojos. -¿Qué está pasando...?.- alcanzó a preguntar desorientado, viendo como su brazo comenzaba a sangrar. Se remangó la blanca camisa que llevaba para ver como comenzaban a aparecer en su piel las letras de un nombre, volviéndose heridas producidas por un arma que no podía ver. -¿Quién es Éric...? ¿Qué me está pasand...?.- sus palabras quedaron cortadas de pronto, como su respiración. Su mirada se dirigió con rápidez a la de aquel profesor cuyo apellido le pareció impronunciable, y con las lágrimas cayendo de sus ojos, buscó desesperadamente alguna respuesta. -¿Qué le están haciendo a Eric...?.- lloró mordiendo su labio inferior, tan fuerte que por un momento creyó que empezaría a sangrar.
Muy en el fondo de su pecho, donde su corazón latía desbocado, un grito repetía una y otra vez algo que el chico no podía oír aún. El dolor que sentía ahogaba demasiado el sonido de aquellas palabras que nacían en su pecho y sonaban cada vez con más fuerza. Cerró los ojos, dejando que las lágrimas cayesen por sus ojos, y se esforzó por oírlas. Tu felicidad será siempre la mía... y tu dolor será siempre el mío, escuchó finalmente la voz de su hermano, echándose a reír dichoso de felicidad.
-Tu felicidad será siempre la mía... y tu dolor será siempre el mío....- repitió sonriendo con aquellas lágrimas bajando por sus sonrosadas mejillas. Pero pronto aquella felicidad se vio nublada, y entendió el porqué de aquel recuerdo. -¡Alguien le está haciendo daño a mi hermano!.- exclamó mirando los azulados ojos de su acompañante.
[Dios Santo, la Biblia en verso T.T! Lo siento, pero A sin B no se entendería,y llevo mucho soñando con esta escena...]
-No... no dejaré que estropees esto... no vas a hacerme perder esta oportunidad....- tartamudeé con dificultad, llevando ambas manos hacia la daga que estaba clavada en mi pecho, arrancándola dolorosamente.
El aire pareció volver a mis pulmones y solo un gemido de dolor escapó de mis labios al posar la mano en aquella sangrante herida. Su risa perturbó el silencio del lugar, y tomando aquella daga en mi mano izquierda, me levanté con dificultad para caminar hasta él con intención de clavársela. Pero se apartó con insultante facilidad, y me miró mientras el impulso me llevaba a dar un par de pasos más, cayendo al final sobre mis rodillas.
-[color=white]Patético/color].- musitó comenzando a aplaudir.
Aparté la mirada de la herida de mi pecho y alcé el rostro para vislumbrar su sonrisa, plena de satisfacción y poderío. Quise levantarme, clavar aquel puñal en su pecho, clavarlo tantas veces como me había hecho daño. Clavarlo una y otra vez, sin piedad alguna, la misma que mostraba conmigo. Y sin embargo no podía, no tenía ni las más mínimas fuerzas para alzarme y enfrentarme a él. Sentía las cadenas del dolor apretando mis manos, mi cuerpo rendido en una batalla imposible ya de vencer. Bajé la cabeza negándome a ver más aquella maldita sonrisa, apretando fuerte los párpados negándome a darle ninguna otra satisfacción. No lloraría, no allí, no ante él. No le daría ese gusto.
La sangre comenzó a inundar mi boca, logrando que tosiera sobresaltado, manchando mis manos con aquel líquido carmesí. Se agachó entonces, para ver mi expresión aterrorizada, sonriendo de forma cada vez más cruel.
-Me encanta verte sufrir así.- susurró a mi oído, logrando que lo tomara de sus ropas, acercándolo a mí para escupir luego en su cara. -Stronzo!.- gritó furioso en italiano, posando su mano en mi cara para empujarme. Caí sin fuerza alguna hacia atrás, quedando semi-tumbado, apoyado en los codos dificultosamente. Pateó con furia uno de mis costados, logrando que me encogiese gimiendo de dolor, gesto que aprovechó para llevar su pie a mi pecho, pisando justo en la herida que rato antes había provocado. -¡Grita, quiero oírte gritar! De dolor... ¡de desesperación! Porque no vas a verle, Eric, no vas a verle....
-Solo....- comencé, parándome para toser manchando mis labios de sangre una vez más. -Solo eres mi mente...
-Olvídate de eso... vivo dentro de tu cabeza, soy parte de ti. Deja de llamarme "mi mente"..- ordenó dibujando una feroz sonrisa. -Recordarás mi nombre para siempre después de lo que pienso hacerte...
Su pie se separó entonces de la herida de mi pecho, dándome tiempo para respirar y llevarme la mano a la herida. ¿Qué podía hacer? ¿Qué iba a hacer? Me olvidé rápidamente de pensar cuando pisó con fuerza mi muñeca izquierda, justo sobre mi tatuaje, haciendo que soltase la daga y gritase. Gritase desesperado tal y como él había deseado. De dolor.
Pero de pronto, sin explicación, su cuerpo salió rebotado un par de metros más allá, cayendo así la daga a aquel suelo negro. ¿Qué había pasado? Dirigí la mirada hacia mi muñeca, para descubrir que mi tatuaje parecía brillar. ¿Brillar? Para cuando lo destapé, descubrí que parecía estar ardiente. Como un hierro candente preparado para marcar algún animal.
Sonreí. Sonreí al descubrir como estaba protegiéndome. Flavio estaba protegiéndome.
Gateé con las pocas fuerzas que aquel pensamiento me había dado, intentando alcanzar aquella daga que había soltado mi, ahora más que nunca, enemigo.
Demasiado tarde. Él ya había llegado, menos débil que yo, había logrado levantarse y alcanzar la daga con facilidad. Otra patada en el costado, otro grito, otra derrota. Tomó mi brazo derecho, estirándolo contra mi voluntad, rasgando con facilidad la tela para, con la daga, grabar el nombre que se había asignado. Éric.
● ● ●
El chico luchó por contener sus nervios. No podía negarlo, le daba miedo aquella presencia. No lograba explicarse como había llegado hasta allí, no podía explicarse quién era. Aguardó respuestas, sintiéndose acorralado, incluso asustado. ¿Quién podía entrar en aquella jaula de oro en la que vivía encerrado?
-Porque me siento sólo– respondió aquel hombre, poniendo aún más nervioso al joven. ¿Qué significaba aquello? Apretó los labios, mordiendo el inferior con nerviosismo, no atreviéndose a separar la vista de aquel que había entrado en su "hogar". –No hay mucho que hacer por aquí ¿verdad?- dijo de pronto, llevándose una palma de la mano a la frente, observando a su alrededor. – Negro y más negro hasta donde alcanzo a ver ¿No te aburres a veces?- la sonrisa tranquila que se dibujó en aquel desconocido rostro le calmó, tomando la decisión de abandonar su postura defensiva. Se calmó ligeramente, olvidando la idea de que todo el mundo quería hacerle daño. ¿Pero era realmente suya aquel pensamiento? ¿O formaba parte de la mente de su hermano? - Oh... por cierto soy el profesor Kaarkarogf y si... estoy bastante muerto desde hace 279 años, este año cumplo 291– comentó dejando escapar un suspiro en el que el diecisiete añero tuvo tiempo a comprender que aquel hombre no era cosa que un vampiro, tal y como lo era su hermano ahora. – Ahora es tu turno ¿Quien eres y que haces aquí?
-Soy Flavio.- respondió con brevedad, olvidándose cada vez más del miedo. -Yo... soy el hermano de Eric. Supongo que le conoces, o si no no estarías aquí.- rió con cierta ternura, atreviéndose a acercarse más a él. -Llevo mucho tiempo aquí encerrado... aunque tú pareces no poder ver la jaula dorada que me encierra.- rió de nuevo encogiéndose de hombros. -¿Como has entrado aquí? ¿Puedes...? ¡¿Puedes hacerme salir?!.- exclamó dejándose llevar por la emoción. Llevó sus pálidas y cuidadas manos hasta los brazos de aquel hombre, con tanta fuerza que por un momento sintió que estaba a punto de zarandearlo. -Tienes que ayudarme a salir....- le suplicó clavando sus hermosos ojos verde mate en los del vampiro, con un brillo que comenzaba a delatar las lágrimas que estaban a punto de caer de sus ojos. Él estaba casi tan desesperado como su hermano, aunque éste lo desconociera. Sin previo aviso, se vio obligado a soltar los brazos de aquel hombre y llevarse una mano hacia su brazo derecho, con un gemido de dolor acompañado de unas lágrimas cayendo de sus ojos. -¿Qué está pasando...?.- alcanzó a preguntar desorientado, viendo como su brazo comenzaba a sangrar. Se remangó la blanca camisa que llevaba para ver como comenzaban a aparecer en su piel las letras de un nombre, volviéndose heridas producidas por un arma que no podía ver. -¿Quién es Éric...? ¿Qué me está pasand...?.- sus palabras quedaron cortadas de pronto, como su respiración. Su mirada se dirigió con rápidez a la de aquel profesor cuyo apellido le pareció impronunciable, y con las lágrimas cayendo de sus ojos, buscó desesperadamente alguna respuesta. -¿Qué le están haciendo a Eric...?.- lloró mordiendo su labio inferior, tan fuerte que por un momento creyó que empezaría a sangrar.
Muy en el fondo de su pecho, donde su corazón latía desbocado, un grito repetía una y otra vez algo que el chico no podía oír aún. El dolor que sentía ahogaba demasiado el sonido de aquellas palabras que nacían en su pecho y sonaban cada vez con más fuerza. Cerró los ojos, dejando que las lágrimas cayesen por sus ojos, y se esforzó por oírlas. Tu felicidad será siempre la mía... y tu dolor será siempre el mío, escuchó finalmente la voz de su hermano, echándose a reír dichoso de felicidad.
-Tu felicidad será siempre la mía... y tu dolor será siempre el mío....- repitió sonriendo con aquellas lágrimas bajando por sus sonrosadas mejillas. Pero pronto aquella felicidad se vio nublada, y entendió el porqué de aquel recuerdo. -¡Alguien le está haciendo daño a mi hermano!.- exclamó mirando los azulados ojos de su acompañante.
[Dios Santo, la Biblia en verso T.T! Lo siento, pero A sin B no se entendería,
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