AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Make me forget (Leonardo)
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Make me forget (Leonardo)
M A K E M E F O R G E T.
No podía creer que hubiesen pasado ya varias semanas y la memoria de Ephaste estuviera aún presente en su cabeza, era la primera vez en toda su vida, que una mujer dejaba esa impresión en él. Casper solía ser el tipo de hombre que jugaba con las mujeres y simplemente obtenía lo que quería de ellas, jamás una mujer se había atrevido a negar sus avances, él tenía dinero y posición ¿Qué tipo de mujer no se sentía seducida por ese tipo de cosas? No comprendía como Ephaste no podía ver en él un buen partido.
Ahora sentía la necesidad de reafirmar su masculinidad acostándose con una mujer aún más hermosa. Era obvio ¿Verdad?, que el calor de las piernas de otra mujer le hiciera olvidar sus estúpidos sentimientos. Quería conseguir a la prostituta más hermosa de la ciudad, no le importaba si tenía que pagar una gran cantidad de dinero por ella, quería sentir que estaba en control de si mismo otra vez y que Ephaste se convirtiera en una simple memoria de la cual se pudiera reír después.
Con esa idea en mente, le pidió al cochero que le llevara a uno de los burdeles más costosos de la ciudad “La casa de la flor azul” y una vez allí entró en el recinto sin un ápice de duda. Iba vestido con las mejores ropas, siempre impecable con la corbata bien puesta y el sombrero encintado. En Suecia, su país de origen el estilo de ropa que usaría sería más escueto y sobrio, pero estaba en Francia, la capital de la moda, por lo que le pidió al sastre del hotel que le consiguiera un atuendo acorde a las últimas tendencias Parisinas.
Dentro del burdel, buscó rápidamente una mesa cerca de la tarima, pues quería ver de cerca a las cortesanas para poder escoger a la más exuberante y pidió una copa del mejor vino que tuvieran disponible. Se le notaba la expresión tensa, con el ceño fruncido, como si no estuviera disfrutando del momento sino que, estuviese cumpliendo con un deber. Esperaba que la mesera le trajera un buen vino, para poder comenzar con el pie derecho esa noche.
No podía creer que hubiesen pasado ya varias semanas y la memoria de Ephaste estuviera aún presente en su cabeza, era la primera vez en toda su vida, que una mujer dejaba esa impresión en él. Casper solía ser el tipo de hombre que jugaba con las mujeres y simplemente obtenía lo que quería de ellas, jamás una mujer se había atrevido a negar sus avances, él tenía dinero y posición ¿Qué tipo de mujer no se sentía seducida por ese tipo de cosas? No comprendía como Ephaste no podía ver en él un buen partido.
Ahora sentía la necesidad de reafirmar su masculinidad acostándose con una mujer aún más hermosa. Era obvio ¿Verdad?, que el calor de las piernas de otra mujer le hiciera olvidar sus estúpidos sentimientos. Quería conseguir a la prostituta más hermosa de la ciudad, no le importaba si tenía que pagar una gran cantidad de dinero por ella, quería sentir que estaba en control de si mismo otra vez y que Ephaste se convirtiera en una simple memoria de la cual se pudiera reír después.
Con esa idea en mente, le pidió al cochero que le llevara a uno de los burdeles más costosos de la ciudad “La casa de la flor azul” y una vez allí entró en el recinto sin un ápice de duda. Iba vestido con las mejores ropas, siempre impecable con la corbata bien puesta y el sombrero encintado. En Suecia, su país de origen el estilo de ropa que usaría sería más escueto y sobrio, pero estaba en Francia, la capital de la moda, por lo que le pidió al sastre del hotel que le consiguiera un atuendo acorde a las últimas tendencias Parisinas.
Dentro del burdel, buscó rápidamente una mesa cerca de la tarima, pues quería ver de cerca a las cortesanas para poder escoger a la más exuberante y pidió una copa del mejor vino que tuvieran disponible. Se le notaba la expresión tensa, con el ceño fruncido, como si no estuviera disfrutando del momento sino que, estuviese cumpliendo con un deber. Esperaba que la mesera le trajera un buen vino, para poder comenzar con el pie derecho esa noche.
Casper Kaarkarogf- Humano Clase Alta
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Re: Make me forget (Leonardo)
Francia, París, Zona Comercial-Burdel: The House of the Blue Flower
The House of the Blue Flower, no era si no quizá el burdel más exótico, costoso y exuberante de París. Un nombre que era conocido en toda ciudad Europea donde el desarrollo y la desarrolladas sociedades y culturas humanas, exuberantemente llenas de cada vez más carnales, lujuriosos y pecaminosos valores que, dado los años y las épocas, se hacían cada vez menos prohibitivos por la antigua enemiga de los deseos más viscerales y apegados a la naturaleza vampírica de un nombre: Leonardo Saveedra, conocido quizá por muchos, pero solo en letras y para algunos muy pocos en rostro. La historia creída: un burgués de clase alta que, teniendo el dinero y la inteligencia suficiente de la noche a la mañana, desde la tierra de los antiguos reyes católicos: España, y teniendo una visión que la misma Iglesia y el Vaticano criticaba con fervor, se había convertido en uno de los más polémicos empresarios de toda Europa, un visionario administrador de los deseos sexuales humanos que daba un giro distinto y menos pecaminosos a estos: exótico y artístico, y por supuesto, dispuesto para todo aquel que pudiese pagarlos. La real y más oscura: uno de los más antiguos y mortales enemigos de la iglesia, aquellos que entre los no muertos, ocupaba un alto lugar de élite en las listas de la Santa Inquisición.
Adornado con los ecos propios de la música de la ciudad París, el son de la elegancia se dejaba entrever en cada rincón del ostentoso pero placentero lugar en el que la clase alta confluía en busca de satisfacer aquellos deseos en los que Monsseiur Saveedra se complacía sin ningún tipo de temor a aquel que desde las alturas observaba, pues en su cuerpo desde hacía tantos milenios ya la maldición de Caín sopesaba sobre cada centímetro de su piel y la inmortalidad, era si no su más preciado tesoro, su más anhelado obsequio el cual desvivido en los excesos de todo viviría por siempre. Los hombres se hundían en el licor y con grandes cantidades de dinero ordenaban los mejores licores y mejores bebidas a prostitutas, y también, prostitutos, pues en el sitio, no habían límites y eso era algo que además de en extremo criticado por los más tradicionalistas y ortodoxos, bien sabido por la opinión pública, una fama que complacía al milenario vampiro viendo cada vez que podía una página de los periódicos y medios florecientes más importantes en una fama que acrecía sin límite.
Aquel día, desde una posición dispuesta especialmente para él cada vez que decidía supervisar él mismo su negocio, y, por supuesto, sentado en una mesa rodeado de sus servidores que, por mero ego de levantar interés y expectativas altas en un juego divertido, utilizaba con el fin de que nadie sin explicita cita se acercase a él, logró observar con detalle a alguien que rato después de haber llegado, disponía sus ojos a ver en soledad el show que pronto, una de las prostitutas exóticas traídas del lejano y antiguo Japón, llamadas Geishas, realizaba para la clientela y su mirada, claramente interesada por el atractivo del mortal detonaría un juego de seducción al que desde tiempos inmemoriales ya había tenido. –Un placer siempre servirles y disponer lo mejor a los deseos humanos, porque, si es el sexo un pecado, entonces ¿Por qué fue creado por Dios?– Dijo, tras el show provocando la mirada de todos los presentes. –Messieurs, mesdames, la noche es suya.– Sus ojos, enigmáticos y atrayentes, se clavaron en el humano mientras en su voz un deje de exotismo se dejaba entrever. –Disfrútenla.– Y, acotando la distancia, se paró frente a la mesa, extendiendo una copa de vino al hombre. –La casa invita.– Exclamó, ya solo en un tono para él humano. –Leonardo Saveedra a su servicio, Monssiur Kaarkarogf. Es un placer tenerle de visita. A vuestra salud.– Dijo,manteniendo la mirada en él mortal y una sonrisa carismática e incluso amigable, y bebiendo de la copa que, tras un segundo antes de que diese la que poseía en su mano, una de las prostitutas se encargó de traerle.
Última edición por Leonardo Saveedra el Vie Abr 21, 2017 7:38 pm, editado 2 veces
Leonardo Saveedra- Vampiro Clase Alta
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Re: Make me forget (Leonardo)
Una mujer con unas facciones que nunca había visto antes salió al escenario, Casper la miró con interés, no se sentía particularmente atraído físicamente por ella, pero le daba curiosidad ya que sus ojos y su nariz eran muy diferentes a las de las mujeres de su país. No tenía idea de que existieran personas tan diferentes, pero si los esclavos podían tener esa piel tan oscura y esas facciones tan únicas, estaba claro que en el mundo existían todo tipo de personas. Casper nunca se había interesado por aprender sobre geografía ni mucho menos sobre las culturas de otros países, así que el rostro de la mujer le cautivó y le pareció una elfa o hada como las de los cuentos nórdicos que había escuchado en su niñez.
Se giró al escuchar la voz del hombre que había llegado al recinto, lucía un tanto diferente a los demás presentes y se notaba a leguas que era un hombre de alta posición gracias a su forma de vestir y la presencia que exumaba al hablar. También le sorprendió que supiera su nombre, no recordaba haberleselo dicho al entrar al lugar a nadie, además llevaba poco en la ciudad y no había asistido a ningún evento social importante.
-El placer es mio Monsieur... - Respondió y se detuvo unos momentos pues el apellido se le hacía difícil de pronunciar – Saveedra - Dijo con fuerte acento en la ¨r¨ - Gracias por el vino -
Se sentía bien que le atendieran como se lo merecía, en Suecia, en su castillo todos los sirvientes siempre estaban pendientes de sus necesidades, así que estaba acostumbrado a ser invitado y elogiado en todo momento, le sonrió ampliamente al recién llegado antes de continuar.
-¿Es usted el dueño del lugar? - Le preguntó cruzándose de piernas, tomando la copa y llevándosela a los labios, el vino era dulce y suave, casi como un jugo de frutas, no entendía porqué los Parisinos preferían tomar esas bebidas tan suaves, no como los hombres de verdad de su país, que sólo bebían Vodka-
(( Off Rol: Las Geishas no son Chinas, son de Japón xD))
Se giró al escuchar la voz del hombre que había llegado al recinto, lucía un tanto diferente a los demás presentes y se notaba a leguas que era un hombre de alta posición gracias a su forma de vestir y la presencia que exumaba al hablar. También le sorprendió que supiera su nombre, no recordaba haberleselo dicho al entrar al lugar a nadie, además llevaba poco en la ciudad y no había asistido a ningún evento social importante.
-El placer es mio Monsieur... - Respondió y se detuvo unos momentos pues el apellido se le hacía difícil de pronunciar – Saveedra - Dijo con fuerte acento en la ¨r¨ - Gracias por el vino -
Se sentía bien que le atendieran como se lo merecía, en Suecia, en su castillo todos los sirvientes siempre estaban pendientes de sus necesidades, así que estaba acostumbrado a ser invitado y elogiado en todo momento, le sonrió ampliamente al recién llegado antes de continuar.
-¿Es usted el dueño del lugar? - Le preguntó cruzándose de piernas, tomando la copa y llevándosela a los labios, el vino era dulce y suave, casi como un jugo de frutas, no entendía porqué los Parisinos preferían tomar esas bebidas tan suaves, no como los hombres de verdad de su país, que sólo bebían Vodka-
(( Off Rol: Las Geishas no son Chinas, son de Japón xD))
Casper Kaarkarogf- Humano Clase Alta
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Re: Make me forget (Leonardo)
Caer en las garras de un vampiro suponía, un descenso, o un ascenso, según se viese el caso o desde los ojos de quien se viese. Seres milenarios de extrañas formas, y tanta sabiduría acumulada, hundidos y no solo con un físico que el tiempo se encargaba de congelar, dejándolo perfecto e intocable ante el mismísimo tiempo, sino, a emociones en las que parecía que, con el pasar de los milenios, según claro fuese el caso, estos se aferraban y las convertían en el epitome de toda su existencia, y la real la fuente de todas las demás, dándoles un enigmatismo del que hacían gala con sus exuberantes y cautivadoras presencias, sin importar el estilo, la clase social a las que perteneciesen, o los grandes bienes que poseyesen, todos, tenían ese don que les concedía su maldición, y era ese preciso don maldito, impuesto por Dios a Caín, prohibido, que los hacia codiciables a toda mirada y toda carne, incluso a aquellos que decían odiarlos. Era eso lo que ahora se mostraba en la escena siguiente en el ostentoso burdel The House of the Blue Flower, donde cada uno, sin importar tal vez lo que eran ahora: lycans, cambiantes, mortales, inmortales, hechiceros, eran participes de una muestra verdadera y real del libertinaje más puro y escandaloso de la época.
La mirada serpentina de Leonardo, centrada en aquel con quien hablaba y al que era evidente en su interior y para el significado de esa misma existencia que lo caracterizaba a él que lo deseaba. Aquello era una realidad que ocultaba bastante bien en aquel velo de perfecta actuación en las que las verdaderas intenciones se escondían tras la perspicaz y calculadora mente de Monsseiur Saveedra. Un cortejo por la presa, una danza hipnótica en la que era fácil no caer embelesado. El milenario vampiro, tras aquel acto de bienvenida que quizá el mortal en su más remota imaginación podría haber imaginado tener, procedió a sentarse con la clara elegancia y porte masculino propio de los hombres protocolares del siglo XVIII tras notar que el joven tomaba la copa de vino que este le extendía. Ante la particular capacidad propia de alguien sueco para poder pronunciar su nombre español, enarcó una ceja y pequeña sonrisa ladina dejaba verse en sus rudas facciones. –Una pequeña cortesía digna del heredero del feudo de Kaarkarogf.– El vampiro tomó su copa, bebiendo nuevamente del vino. –Conozco Suecia, y, he tenido el honor de haber estado cerca de las tierras de su familia. Acogedoras.–Dijo, para volver a beber un sorbo y degustar cada gota del único líquido, a parte de la sangre, del cual los vampiros podían hacer galas de degusto.
–Así es...el mejor de toda París, y me atrevería a decir de Francia.– Dijo, siendo un tanto egocéntrico, de manera intencional, y tras guardar unos segundos de silencio, y terminar su vino, posó sus manos sobre el mantel de color rojo que cubría la mesa en donde ambos se encontraban, habiendo con anterioridad colocando la copa a un lado, y tamborileando los dedos en la madera. –Sé que quizá tenga preguntas, monssiur, pero…esta en París, y no es un especial secreto guardado que el hijo de Casper Kaarkarogf este aquí, en Francia.– Levanto ligeramente la mirada para verle a los ojos nuevamente. –Al menos no para mí, claro. Su, particular situación tras el desafortunado invierno en Suecia no solo trajo nuevos rostros, sino rumores a mi templo.– Una referencia que usada para referirse al burdel, para desviar la mirada hacia otro lugar. –Como conozco su rostro, pues…– Su rostro, era una mezcla entre palabras que denotaban clara seriedad, pero había intrínseco en él cierto aire seductor, un nuevo enfrentamiento de ambas miradas. –Eso puede adjudicárselo a mis pequeños, es bueno que conozcan que tipo de clientes pueden visitarnos para cumplir sus expectativas. Y seguro que las de alguien de Suecia son exquisitas.– Extendió su mano, tocando y posándola sobre la del contrario, evitando que bebiese más vino, pero no pudo evitar deslizarla con cierta delicadeza queriendo sentir la sangre que corría por cada una de sus venas y el calor de esta, para proceder a quitarle la copa, mientras continuaba mirándole a los ojos. –¿Le parece si pedimos algo más acorde a usted?
La mirada serpentina de Leonardo, centrada en aquel con quien hablaba y al que era evidente en su interior y para el significado de esa misma existencia que lo caracterizaba a él que lo deseaba. Aquello era una realidad que ocultaba bastante bien en aquel velo de perfecta actuación en las que las verdaderas intenciones se escondían tras la perspicaz y calculadora mente de Monsseiur Saveedra. Un cortejo por la presa, una danza hipnótica en la que era fácil no caer embelesado. El milenario vampiro, tras aquel acto de bienvenida que quizá el mortal en su más remota imaginación podría haber imaginado tener, procedió a sentarse con la clara elegancia y porte masculino propio de los hombres protocolares del siglo XVIII tras notar que el joven tomaba la copa de vino que este le extendía. Ante la particular capacidad propia de alguien sueco para poder pronunciar su nombre español, enarcó una ceja y pequeña sonrisa ladina dejaba verse en sus rudas facciones. –Una pequeña cortesía digna del heredero del feudo de Kaarkarogf.– El vampiro tomó su copa, bebiendo nuevamente del vino. –Conozco Suecia, y, he tenido el honor de haber estado cerca de las tierras de su familia. Acogedoras.–Dijo, para volver a beber un sorbo y degustar cada gota del único líquido, a parte de la sangre, del cual los vampiros podían hacer galas de degusto.
–Así es...el mejor de toda París, y me atrevería a decir de Francia.– Dijo, siendo un tanto egocéntrico, de manera intencional, y tras guardar unos segundos de silencio, y terminar su vino, posó sus manos sobre el mantel de color rojo que cubría la mesa en donde ambos se encontraban, habiendo con anterioridad colocando la copa a un lado, y tamborileando los dedos en la madera. –Sé que quizá tenga preguntas, monssiur, pero…esta en París, y no es un especial secreto guardado que el hijo de Casper Kaarkarogf este aquí, en Francia.– Levanto ligeramente la mirada para verle a los ojos nuevamente. –Al menos no para mí, claro. Su, particular situación tras el desafortunado invierno en Suecia no solo trajo nuevos rostros, sino rumores a mi templo.– Una referencia que usada para referirse al burdel, para desviar la mirada hacia otro lugar. –Como conozco su rostro, pues…– Su rostro, era una mezcla entre palabras que denotaban clara seriedad, pero había intrínseco en él cierto aire seductor, un nuevo enfrentamiento de ambas miradas. –Eso puede adjudicárselo a mis pequeños, es bueno que conozcan que tipo de clientes pueden visitarnos para cumplir sus expectativas. Y seguro que las de alguien de Suecia son exquisitas.– Extendió su mano, tocando y posándola sobre la del contrario, evitando que bebiese más vino, pero no pudo evitar deslizarla con cierta delicadeza queriendo sentir la sangre que corría por cada una de sus venas y el calor de esta, para proceder a quitarle la copa, mientras continuaba mirándole a los ojos. –¿Le parece si pedimos algo más acorde a usted?
Leonardo Saveedra- Vampiro Clase Alta
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Re: Make me forget (Leonardo)
Arqueó las cejas con sorpresa cuando Leonardo comenzó a explicar la razón por la cual sabía su nombre, le sorprendió sobremanera que conociera directamente las tierras de su padre, pues Francia estaba bastante lejos de su país natal y aunque los Kaarkarogf eran reconocidos en Estocolmo, en Francia no se había encontrado con nadie que conociera su apellido. Sintió cierta vergüenza cuando Leonardo mencionó lo ocurrido con el reciente invierno ¿Sabía también que estaban pasando una mala situación económica?
No podía permitir que se supiera que él estaba en París en busca de una mujer adinerada para casarse porque en parte, la situación familiar no era tan frugal como años atrás. Tenía que aparentar que aquello no era la mayor cosa, de lo contrario su ego se vería pisoteado.
-Realmente me sorprende que conozca las tierras de mi padre – Le respondió con honestidad – Es la primera persona en Francia que reconoce mi apellido, realmente no me lo esperaba – Definitivamente Leonardo debía ser alguien con muchas influencias para que rumores le llegaran desde países tan distantes como el suyo.
-Oh... ya veo, es usted un buen comerciante – Se apresuró a decir cuando Leonardo mencionó que le era importante conseguir información de sus futuros clientes para poder complacerlos – Un hombre inteligente de negocios sabe que la satisfacción del cliente garantiza que este vuelva al establecimiento -
No era que Casper fuera un buen comerciante o que supiera de negocios o economía (a duras penas se habría leído un libro en su vida) pero había escuchado a su padre hablar precisamente de eso, de como una persona podía ganar más clientes si hacía una buena investigación de los mismos. Quizás su visita a París sería más provechosa de lo que esperaba.
-Mmm... Vodka estaría bien – Respondió con una sonrisa amable notando el roce de su mano, pero no sorprendiéndole, ya que los hombres Parisinos hasta el momento le habían parecido mucho más predispuestos al contacto que los hombres en Suecia. - En realidad vine con la intención de relajarme y olvidarme de los problemas que me agobian... ¿Y que mejor que una buena Cortesana para ello? En el hotel me dijeron que este era uno de los Burdeles con las mujeres más hermosas de la ciudad, así que espero no quedar decepcionado -Se quedó unos momentos más callado y no se aguantó de comentar – Disculpe mi atrevimiento, pero usted no parece tener más de 30 años... me sorprende que sea el dueño del lugar siendo tan joven -
No podía permitir que se supiera que él estaba en París en busca de una mujer adinerada para casarse porque en parte, la situación familiar no era tan frugal como años atrás. Tenía que aparentar que aquello no era la mayor cosa, de lo contrario su ego se vería pisoteado.
-Realmente me sorprende que conozca las tierras de mi padre – Le respondió con honestidad – Es la primera persona en Francia que reconoce mi apellido, realmente no me lo esperaba – Definitivamente Leonardo debía ser alguien con muchas influencias para que rumores le llegaran desde países tan distantes como el suyo.
-Oh... ya veo, es usted un buen comerciante – Se apresuró a decir cuando Leonardo mencionó que le era importante conseguir información de sus futuros clientes para poder complacerlos – Un hombre inteligente de negocios sabe que la satisfacción del cliente garantiza que este vuelva al establecimiento -
No era que Casper fuera un buen comerciante o que supiera de negocios o economía (a duras penas se habría leído un libro en su vida) pero había escuchado a su padre hablar precisamente de eso, de como una persona podía ganar más clientes si hacía una buena investigación de los mismos. Quizás su visita a París sería más provechosa de lo que esperaba.
-Mmm... Vodka estaría bien – Respondió con una sonrisa amable notando el roce de su mano, pero no sorprendiéndole, ya que los hombres Parisinos hasta el momento le habían parecido mucho más predispuestos al contacto que los hombres en Suecia. - En realidad vine con la intención de relajarme y olvidarme de los problemas que me agobian... ¿Y que mejor que una buena Cortesana para ello? En el hotel me dijeron que este era uno de los Burdeles con las mujeres más hermosas de la ciudad, así que espero no quedar decepcionado -Se quedó unos momentos más callado y no se aguantó de comentar – Disculpe mi atrevimiento, pero usted no parece tener más de 30 años... me sorprende que sea el dueño del lugar siendo tan joven -
Casper Kaarkarogf- Humano Clase Alta
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Re: Make me forget (Leonardo)
La inmortalidad sentaba como algo más que la simple burla al tiempo y a la vejez, la inmortalidad, consentida en la maldición del primero, Caín, hijo de Adán, hermano de Set, y asesino de Abel era en las manos de los hijos de la noche la capacidad de adaptación a cada tiempo, a cada mundo, a cada cultura, al mundo cambiante que frente a los ojos de vampiros como Leonardo Saveedra, se realzaba exquisitos como un tesoro de inacabable elegancia y fuente de pecado en el que humanos, lycans, cambiantes, hechiceros, y vampiros eran el plato interesante, suculento y el fruto del deseo no solo del alimento de su imperiosa necesidad cainita de consumir el rojo del líquido que recorra cada centímetro de los cuerpos con vida para que estos pudiesen sobrevivir, sino, del alimento para el cuerpo que aunque muerto para la vida, muy vivo y más visceralmente lleno de deseos para la no-vida. En ese largo vaivén de años y milenios que habían pasado frente a los ojos y para la carne del vampiro, conocer el mundo no era algo especialmente sorpresivo, ni necesidad de bastas relaciones para que así fuese, aunque, de algún modo, para el tipo de negocio que el milenario vampiro manejaba, aquello no resultaba una especial sorpresa siendo conocido la fama de aquellos ostentosos, particulares y escandalosos burdeles que conformaban su cadena de negocios dedicados a los más pecaminosos y naturales deseos humanos. –Este tipo de negocio requiere que se conozcan muchas cosas.– Hizo una pausa. –Y…el mundo es basto, no conocerlo, consideraría, sería un insulto. Me adjudico ser un hombre de mundo.
Tras haber arrebatado la copa con especial sutileza y notar la mirada y la sonrisa con la cual, pareciendo haber de alguna manera empezar a caer en la envoltura de las palabras serpentinas que salían, una a una, de la bífida lengua, en sentido figurativo, del milenario ser que hacia acto de presencia frente al mortal, su rostro, especialmente expresado entre lo que podría entenderse como la expresión de una especie de sonrisa que no se exageraba, sino que era cautivara y misteriosa, como aquella que despertaba el interés de cualquiera, propia de aquellos que aprendían a manejar el arte de la manipulación, pero también de aquellos que tenían en sus sentidos los años, y para Leonardo, los milenios de haber visto y aprendido tantas cosas que era innegable en cada partícula de sus palabras que alguien no pudiese interesarse. Sin embargo, en ese instante, cuando se apresuró a hablar sobre las palabras del vampiro, la expresión de sus facciones masculinas le vieron con interés. –Unas palabras interesantes, Monssiur.– Exclamó el vampiro, mirándole aún. –El vendedor de éxito se preocupa primero por los clientes…– Pronunció, haciendo un leve pero sutil pausa en esa última palabra que acentuó aún más con una mirada un tacto seductora. –…Y luego por los productos. – Pausó una vez más, y dejó caer ligeramente sobre el espaldar de su silla de madera, extendiendo ambos brazos para explicar lo que quería decir. –Yo lo hago por ambos.
Desviando la mirada hacia lo que se podía catalogar como una barra, Saveedra, desde su posición, hizo una ligera señal con los dedos índice y medio de la mano derecha que indicaban a las servidoras que trajesen licor, pero, justo cuando se dedicaba a esperar ser servido una vez más las palabras de aquella presa que quería tener para él parecía hacer en cada frase y línea que interés del vampiro creciese. Sus palabras, para Leonardo, y dado el lugar donde estaban, no debían resultar en mínimo ningún tipo de sorpresa mayor, sin embargo, sin la necesidad intrigante de hacer tan difícil que relucieran los deseos más carnales y naturales de la humanidad, sino que estos respondieran a ellos de la forma en la que las estúpidas normas morales cohibían de hacerlo le era suculento. –Son las palabras que salen de su juicio halagadoras, viniendo de un Kaarkarogf, y debo confesarle que quien le ha brindado tales rumores, está en lo correcto.– Tras aquellas palabras y colocando una vez más los codos sobre la mesa e inclinarse hacia adelante, esta vez, el vampiro, no pudo evitar dejar escapar una sonrisa que fue honestamente divertida y natural, distinta de todas las demás y dada por esa curiosidad intrínseca de los humanos, y que le recordaba que él ya no era uno. Viró ligeramente la mirada, al momento en que una cortesana de facciones gitanas, delicadas y finas se acercó con una bandeja de plata y colocó otra copa de vino a su lado y una botella de vodka sueco en el centro, acompañado de un vaso servido, tomo la copa, y volvió a mirar al humano. –Treinta y dos, Casper.– Respondió, mirándole divertido al momento en que la cortesana se colocaba a la espalda del humano, y empezaba a acariciarle ligeramente las mejillas.
Tras haber arrebatado la copa con especial sutileza y notar la mirada y la sonrisa con la cual, pareciendo haber de alguna manera empezar a caer en la envoltura de las palabras serpentinas que salían, una a una, de la bífida lengua, en sentido figurativo, del milenario ser que hacia acto de presencia frente al mortal, su rostro, especialmente expresado entre lo que podría entenderse como la expresión de una especie de sonrisa que no se exageraba, sino que era cautivara y misteriosa, como aquella que despertaba el interés de cualquiera, propia de aquellos que aprendían a manejar el arte de la manipulación, pero también de aquellos que tenían en sus sentidos los años, y para Leonardo, los milenios de haber visto y aprendido tantas cosas que era innegable en cada partícula de sus palabras que alguien no pudiese interesarse. Sin embargo, en ese instante, cuando se apresuró a hablar sobre las palabras del vampiro, la expresión de sus facciones masculinas le vieron con interés. –Unas palabras interesantes, Monssiur.– Exclamó el vampiro, mirándole aún. –El vendedor de éxito se preocupa primero por los clientes…– Pronunció, haciendo un leve pero sutil pausa en esa última palabra que acentuó aún más con una mirada un tacto seductora. –…Y luego por los productos. – Pausó una vez más, y dejó caer ligeramente sobre el espaldar de su silla de madera, extendiendo ambos brazos para explicar lo que quería decir. –Yo lo hago por ambos.
Desviando la mirada hacia lo que se podía catalogar como una barra, Saveedra, desde su posición, hizo una ligera señal con los dedos índice y medio de la mano derecha que indicaban a las servidoras que trajesen licor, pero, justo cuando se dedicaba a esperar ser servido una vez más las palabras de aquella presa que quería tener para él parecía hacer en cada frase y línea que interés del vampiro creciese. Sus palabras, para Leonardo, y dado el lugar donde estaban, no debían resultar en mínimo ningún tipo de sorpresa mayor, sin embargo, sin la necesidad intrigante de hacer tan difícil que relucieran los deseos más carnales y naturales de la humanidad, sino que estos respondieran a ellos de la forma en la que las estúpidas normas morales cohibían de hacerlo le era suculento. –Son las palabras que salen de su juicio halagadoras, viniendo de un Kaarkarogf, y debo confesarle que quien le ha brindado tales rumores, está en lo correcto.– Tras aquellas palabras y colocando una vez más los codos sobre la mesa e inclinarse hacia adelante, esta vez, el vampiro, no pudo evitar dejar escapar una sonrisa que fue honestamente divertida y natural, distinta de todas las demás y dada por esa curiosidad intrínseca de los humanos, y que le recordaba que él ya no era uno. Viró ligeramente la mirada, al momento en que una cortesana de facciones gitanas, delicadas y finas se acercó con una bandeja de plata y colocó otra copa de vino a su lado y una botella de vodka sueco en el centro, acompañado de un vaso servido, tomo la copa, y volvió a mirar al humano. –Treinta y dos, Casper.– Respondió, mirándole divertido al momento en que la cortesana se colocaba a la espalda del humano, y empezaba a acariciarle ligeramente las mejillas.
Leonardo Saveedra- Vampiro Clase Alta
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Re: Make me forget (Leonardo)
Una mujer con unos rasgos bastante exóticos que no se veían en la península Escandinava le sirvió un vaso con Vodka, sonrió al ver el liquido, finalmente tendría una bebida de hombres. Su padre siempre decía que el vino sólo era para señoritas y le había enseñado a beber alcohol fuerte, claro que el frío invierno Sueco ayudaba también y era bien sabido que el Vodka ayudaba a mantener el cuerpo caliente durante esos gélidos días. Tomó el vaso, dejándose atender y escuchando con atención las palabras de Leonardo.
-No quiero parecer insistente o irrespetuoso, pero... realmente me interesa saber como un hombre tan joven puede tener un negocio de este calibre - Comentó, pensando que quizás Leonardo había heredado el negocio de su padre, así como Casper heredaría la fortuna de su familia - ¿Se trata de un negocio familiar? - Le costaba imaginar que un burdel pudiese ser un negocio familiar, pues estaría mal visto por la sociedad, la prostitución siempre había existido, pero al mismo tiempo era fuertemente condenada por la iglesia y la gente en general.
-Quizás pueda darme un par de consejos al respecto – Continuó bebiendo un trago del vaso de vidrio – El Vodka está exquisito, por cierto, se nota que es importado – Exclamó y una sonrisa se dibujó en su rostro, tenía que admitir que Leonardo había dado en el clavo con su elección de la bebida – Como ya sabe, eventualmente recibiré la herencia familiar y tomaré el lugar de mi padre... sin embargo... - Se detuvo por unos momentos y las palabras de Ephaste llegaron a su cabeza – No quiero solamente vivir cómodamente con esa fortuna... quizás sería buena idea si empezara un negocio por mi mismo y viéndo lo joven que es usted y ya dueño de un sitio tan prestigioso como este, me inspira a tratar de hacer algo por mi mismo -
Ephaste, la vendedora de flores que había conocido de manera casual en las calles de Paris, le había acusado de ser un 'niño rico mimado' que no sabía hacer nada por si mismo. Le había rechazado sin pensarlo dos veces y había herido su orgullo mucho más profundamente de lo que él quería admitir. ¿Sería Alejandro también hijo de una familia adinerada o habría sido una persona que le había tocado comenzar desde abajo y había logrado generar una buena fortuna por si mismo?.
-No quiero parecer insistente o irrespetuoso, pero... realmente me interesa saber como un hombre tan joven puede tener un negocio de este calibre - Comentó, pensando que quizás Leonardo había heredado el negocio de su padre, así como Casper heredaría la fortuna de su familia - ¿Se trata de un negocio familiar? - Le costaba imaginar que un burdel pudiese ser un negocio familiar, pues estaría mal visto por la sociedad, la prostitución siempre había existido, pero al mismo tiempo era fuertemente condenada por la iglesia y la gente en general.
-Quizás pueda darme un par de consejos al respecto – Continuó bebiendo un trago del vaso de vidrio – El Vodka está exquisito, por cierto, se nota que es importado – Exclamó y una sonrisa se dibujó en su rostro, tenía que admitir que Leonardo había dado en el clavo con su elección de la bebida – Como ya sabe, eventualmente recibiré la herencia familiar y tomaré el lugar de mi padre... sin embargo... - Se detuvo por unos momentos y las palabras de Ephaste llegaron a su cabeza – No quiero solamente vivir cómodamente con esa fortuna... quizás sería buena idea si empezara un negocio por mi mismo y viéndo lo joven que es usted y ya dueño de un sitio tan prestigioso como este, me inspira a tratar de hacer algo por mi mismo -
Ephaste, la vendedora de flores que había conocido de manera casual en las calles de Paris, le había acusado de ser un 'niño rico mimado' que no sabía hacer nada por si mismo. Le había rechazado sin pensarlo dos veces y había herido su orgullo mucho más profundamente de lo que él quería admitir. ¿Sería Alejandro también hijo de una familia adinerada o habría sido una persona que le había tocado comenzar desde abajo y había logrado generar una buena fortuna por si mismo?.
Casper Kaarkarogf- Humano Clase Alta
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Re: Make me forget (Leonardo)
Caer en garras del placer resultaban juegos fáciles de hacer, para cualquiera e incluso y no era exagerar, para los que ya no habitaban este mundo y se aferraban a él, porque por medio de habilidades extrasensoriales, en las que anhelaban poseer cuerpos llenos de vidas, deseaban seguir sintiendo ese don de la vida: el placer. Pero, en ese intrínseco juego que mezclaba a dos: inmortal y mortal, vivo y no-vivo, presa y depredador, el juego de papeles, como si se tratase de una obra magistral presentada en el grandioso y gran teatro de París, como algo nuevo y algo que no se había experimentado en la dramaturgia, los roles y papeles de la obra que llevaba por nombre desconocido y por ambientación el lugar donde los gritos no eran del dolor causado por la violencia no consentida, sino por el consensuado contrato del furor de la excitación y los gemidos que se perdían entren los sonidos de la música victoriana y las vistas en los productos que aquella especie de mercado sexual ofrecía. Leonardo escuchaba atentamente las palabras insistente del joven hundido en la curiosidad de querer saber porqué se las inconsistencias de la época y de la imagen congelada por el tiempo del milenario ser. Soltando un ligero “suspiro” o fingiendo que aquello podía ser real, levantó la copa y la miró mientras el líquido danzaba. –Resulta una curiosidad interesante, Casper.– Volvió a mirarle, y sonrío. –No son exactamente las preguntas que suelen hacerme…– Bebió de un sorbo todo el contenido. –Familiar…– Pronuncio, dibujándose seguidamente una mueca irónica.
Aquella pregunta, había dado en el clavo, despertando algo que ni aún los milenios podían apagar, o quizá sí, estaba apagado: enterrado. Aquella vieja sensación que se relegaba y combinaba a los primeros vínculos de sangre que todo cainita, antes de su despertar, conocía como únicamente posible. Los lazos que hacía ya milenios, habían quedado en el olvido, solo como recuerdos hundidos en la arena, y llevados por los vientos de la conciencia. Los dedos del vampiro tamborilearon sobre la mesa una vez más, observando en silencio al mortal, mientras intentaba recordar, y si lo hacía, el significado de aquella palabra: familia. –No. Quizá no seas capaz de creerme, pero, tengo más de tres milenios de edad, soy un erudito de las artes de la lujuria, en todos los sentidos.– Una mirada divertida se mantuvo en el mortal, durante unos segundos que el silencio parecía tornar eternidad sorpresiva e incómoda, y se quebró tras una carcajada del inmortal. –Es…una broma.– Hizo una leve pausa y sus hombros cayeron, no dejando de ver cada una de las expresiones de Casper. –Veras…ya que tanta curiosidad tienes: comencé en España con una pequeña fortuna heredada, donde nací. Por supuesto que esto es un mercado escandaloso para la Iglesia, pero… a veces, hay que saber dar en la tecla del piano que desentone la sintonía y, tendrás al pianista en tus manos. La hipocresía del Vaticano, la nobleza, y la burguesía es mi haz bajo la manga.
–A todos nos gusta el placer, Casper, es algo natural e innegable de nuestra naturaleza. Sentirse culpable por ello es una estupidez. El sexo es parte de ese placer, aunque de todos el más… “pecaminoso”.– Hizo una pausa, hablando de manera elocuente y atrayente. –Aunque se escondan en los moralismos sociales, yo les ofrezco el mejor placer y la mejor discreción, a precios a la altura del mejor producto. Ambas partes conciben satisfacción.– Palabras, que denotaban en un tanto, de su complejidad, la filosofía que el milenario vampiro había adquirido bajo la condición de la maldición de Dios. –Es…– Su tono tornó más lento, y sutilmente serpentino y amenazador. –…Un contrato social. Si alguna de las partes lo rompe: muchas cosas son las que ha de perder por una noche de simple placer, pero, si eliges bien a tus aliados en el mercado, sabrás que nunca convendrá que cosas como esas sucedan.– Le observaba, y una sonrisa ladina seguía en su rostro y aquella mirada sensualmente amenazante que atrapaba, pero advertía en una dicotomía de conceptos en los que todo el que conocía a Saveedra, quedaba atrapado. –Algunos lo llamarían confianza, una falacia más. Es simple interés, egoísmo y sentido de supervivencia en medio de la convivencia.– Concluyó, mientras su mirada se posaba en la mujer de rasgos gitanos que se atrevía a dar más sobre el cuerpo de la presa que yacía frente a sus ojos, y su mano, fría, volvía a romper la distancia entre ambos, rozando su dedo índice derecho de forma lenta y suave en ligeros círculos sobre la muñeca del contrario, sintiendo la textura de la piel y las venas que sobresalían en cada roce para, después de algunos segundos, detenerse y captar su mirada con su voz, que ahora trascendía los límites de la sensualidad. –Entiende la verdadera naturaleza del hombre, y dominaras su mercado, sin importar cuál sea, Casper.
Leonardo Saveedra- Vampiro Clase Alta
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Re: Make me forget (Leonardo)
Por unos momentos arqueó las ceas y se quedó a medio camino con el vaso de Vodka cuando el contrario dijo que tenía tres milenios. Luego la risa se le contagió y también rió por unos instantes mientras le escuchaba continuar su relato. Así que no había comenzado desde 0, pero al menos no se había quedado sólo con la fortuna familiar heredada, de alguna forma se sintió inspirado en las palabras de Leonardo, pues parecía que venía de una situación familiar similar, pero a diferencia de él, Leonardo no se había conformado con vivir cómodamente con su pequeña fortuna y había armado todo un imperio comercial, pues podía inferir que los clientes de ese burdel eran hombres poderosos y las cifras de números que se movían allí superaban lo que el pudiera imaginarse.
-Quisiera poder tener un negocio propio también – Comentó terminando el vodka que le quedaba en el vaso. No había ido al sitio con la intención de conversar sobre negocios, había ido en busca que una mujer que le hiciera olvidar a la pobretona que se había dignado a rechazar sus avances de manera tan irrespetuosa. Tenía que recuperar ese ego perdido y el sexo sin compromisos era la mejor solución – Es verdad... los deseos del cliente deben ser su mayor prioridad en este tipo de negocio... ya me imagino que, la discreción juega un papel importante, especialmente entre los hombres casados que tienen que mantener una imagen allá afuera -
Entonces fue consciente del inusual movimiento de Leonardo, momentos atrás no había reparado en el toque de su mano con la suya y le había parecido algo casual, pero esta vez le pareció deliberado. No comprendía porqué lo hacía o con que intención ¿Era Leonardo así con todos los clientes?, o quizás así se comportaban los hombres en España de donde decía ser, de cualquier manera Casper se sintió incómodo y como acto reflejo retiró la mano y carraspeó.
- Otro Vodka, por favor – Pidió y no le gustó el tono nervioso con el que salió su voz, una de las meseras que pasaba por ahí (bastante atractiva por cierto) regresó rápidamente con una botella y le llenó el vaso, dejando la botella sobre la mesa por si quería beber más. - ¿Estás... casado? - Preguntó volviendo a llevarse la bebida a los labios – Mi madre está empecinada en que debo encontrar a una buena dama para casarme en el transcurso de este año – Sonrió de medio lado – Pero con tantas mujeres hermosas ¿Cómo puede uno conformarse sólo con una? - Concluyó observando de reojo las generosas curvas de la gitana.
-Quisiera poder tener un negocio propio también – Comentó terminando el vodka que le quedaba en el vaso. No había ido al sitio con la intención de conversar sobre negocios, había ido en busca que una mujer que le hiciera olvidar a la pobretona que se había dignado a rechazar sus avances de manera tan irrespetuosa. Tenía que recuperar ese ego perdido y el sexo sin compromisos era la mejor solución – Es verdad... los deseos del cliente deben ser su mayor prioridad en este tipo de negocio... ya me imagino que, la discreción juega un papel importante, especialmente entre los hombres casados que tienen que mantener una imagen allá afuera -
Entonces fue consciente del inusual movimiento de Leonardo, momentos atrás no había reparado en el toque de su mano con la suya y le había parecido algo casual, pero esta vez le pareció deliberado. No comprendía porqué lo hacía o con que intención ¿Era Leonardo así con todos los clientes?, o quizás así se comportaban los hombres en España de donde decía ser, de cualquier manera Casper se sintió incómodo y como acto reflejo retiró la mano y carraspeó.
- Otro Vodka, por favor – Pidió y no le gustó el tono nervioso con el que salió su voz, una de las meseras que pasaba por ahí (bastante atractiva por cierto) regresó rápidamente con una botella y le llenó el vaso, dejando la botella sobre la mesa por si quería beber más. - ¿Estás... casado? - Preguntó volviendo a llevarse la bebida a los labios – Mi madre está empecinada en que debo encontrar a una buena dama para casarme en el transcurso de este año – Sonrió de medio lado – Pero con tantas mujeres hermosas ¿Cómo puede uno conformarse sólo con una? - Concluyó observando de reojo las generosas curvas de la gitana.
Casper Kaarkarogf- Humano Clase Alta
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Re: Make me forget (Leonardo)
Eva había sucumbido a la tentación de la serpiente. Se había dejado engañar, escuchando su serpentina voz, y admirado con especial alevosía el fruto del cual Dios había dicho: de todo fruto podrás comer, más del árbol de la ciencia del bien y el mal, de este, no comerás, porque de cierto os digo que el día que de el comieres, moriréis. Pero eso no había sido, inclusive, suficiente para detener el visceral e inocente corazón de la mujer que, al igual que Lucifer, en los cielos, había contemplado en su corazón, codiciar aquello que era incapaz de tener y que no debía tener pero a consta de todo pronóstico, por peligroso, oscuro, y muy profundo que pareciese, esta, había arriesgado no solo su esencia sino, la de Adán, corrompiéndose así misma junto a su marido y dando a la humanidad el origen de todo pecado. El significado y el génesis de toda su esencia en un mundo fuera del Edén, y del que aún el padre, primero de todos, origen de los hijos de la noche, era había sido esclavo, y sus hijos, cada uno podían en sí, o quizá así lo llevaban algunos, como forma de vida, ante la maldición de Dios, seres malditos, como Monsieur Saveedra, que encontraban la libertad en la oscuridad, y veía en aquello que Dios había creado, la propia ilógica y falta de sentido que imponía en algo que había hecho propio de la naturaleza humana. Algo que justificaba el significado de su esencia maldita, en la que, había incluso, llegado a entender en su aceptación, la libertad que podía entrever la oscuridad y por la cual, era quizá, que a diferencia de muchos, se regocijaba en ella, desde hacia milenios.
Cada palabra, resultaba como una danza atrayente visceralmente tentadora y que hacían crecer cada vez más el hambre del cainita que, en sumo de ver en los ojos de Casper el deseo más humano de todos, parecía cada vez más querer apegarse y tomar esa mortalidad con un hambre que su cuerpo inmortal era incapaz de negarse así mismo pero que, por supuesto, era para nada algo claramente visible porque aquel vástago, cuya presencia oscura y enigmática, amenazante y atrayente en cada mirada, y cada palabra, y ese peligroso carisma, era un maestro de las artes del engaño. Semejante al mismo Lucifer, a la serpiente antigua que, en el seno de la mentira, había logrado corromper incluso a aquello que Dios había llamado puro. –No es una formula difícil, Casper, la ambición es, si bien un deseo humano tan natural y propio de nuestra…naturaleza, lo que nos hace llegar alto.– Exclamo, dejando que una vez más, el tamborileo de sus dedos rozare contra la superficie de la mesa y el vino, una vez más, pasará por su garganta, incapaz de poder evitar enarcar una ceja ante las afirmaciones seguidas del mortal. –Una imagen, en suma realidad, absurda. Negamos algo que es natural de la esencia humana: el placer, el gusto, la lujuria, el deseo…– Pronunciaba, observando con atención al mortal. –Siempre tan hipócritas, intentando dar un concepto prohibido a todo, solo para hacerlo más atractivo y sentir el límite de quebrantar las leyes. Un comportamiento interesante…que hace que mi imperio prospere, y me gusta.
Sentir aquel deje reflejo en un acto que pareció visceral, pero bastante notable, hacía que se despertaran aún más deseos en las ocultas y aún poco visibles, pero más afloradas, intenciones del vástago que, desde el principio y hasta ahora, hacían ego de ir apareciendo cada vez un tanto más, dando una apertura ligera en un ligero descenso hacia la oscuridad del abismo donde habitaba la esencia libertina de Monsieur Savedra y, en la que, tal como la serpiente engullía a su presa en un juego hipnótico, aquel mortal parecía ir cediendo de poco en poco hasta que, la cuestión para ser más evidente y la verdadera naturaleza del vampiro hacia encender sus alarmas humanas. Leonardo miró, con atención, como Casper había apartado la mano, y seguido de ello, un sonido carrasposo se apoderaba de su voz y el nerviosismo, de aquello que logró captar en sus ojos mortales y había estado tentando y probando hasta ahora, pareció cobrar aún más avidez. El vástago se hecho hacia atrás, una vez más, sonriendo de forma ladina y seguidamente atrayente: esa sonrisa tan característica y sutil que hacia una combinación extrañamente sensual y engañosa con las facciones de su belleza inmortal. –Christine…– Exclamó, ignorando totalmente la pregunta, mientras su mirada seguía sobre Casper. –Muchas cosas son la que hoy, atormentan la cansada mente del joven Casper.– Y su mirada se dirigió hacia la cortesana, a la cual el mortal aun admirada. –¿Qué te parece si le llevas al lugar?– Concluyó, en un tono que pareció no más que una simple petición amable cónsona con su tranquilo y carismático rostro sonriente, el cual, era incapaz de mostrar ante el mortal, la verdadera intención de lo que tramaba. –Tomate el tiempo necesario.
Cada palabra, resultaba como una danza atrayente visceralmente tentadora y que hacían crecer cada vez más el hambre del cainita que, en sumo de ver en los ojos de Casper el deseo más humano de todos, parecía cada vez más querer apegarse y tomar esa mortalidad con un hambre que su cuerpo inmortal era incapaz de negarse así mismo pero que, por supuesto, era para nada algo claramente visible porque aquel vástago, cuya presencia oscura y enigmática, amenazante y atrayente en cada mirada, y cada palabra, y ese peligroso carisma, era un maestro de las artes del engaño. Semejante al mismo Lucifer, a la serpiente antigua que, en el seno de la mentira, había logrado corromper incluso a aquello que Dios había llamado puro. –No es una formula difícil, Casper, la ambición es, si bien un deseo humano tan natural y propio de nuestra…naturaleza, lo que nos hace llegar alto.– Exclamo, dejando que una vez más, el tamborileo de sus dedos rozare contra la superficie de la mesa y el vino, una vez más, pasará por su garganta, incapaz de poder evitar enarcar una ceja ante las afirmaciones seguidas del mortal. –Una imagen, en suma realidad, absurda. Negamos algo que es natural de la esencia humana: el placer, el gusto, la lujuria, el deseo…– Pronunciaba, observando con atención al mortal. –Siempre tan hipócritas, intentando dar un concepto prohibido a todo, solo para hacerlo más atractivo y sentir el límite de quebrantar las leyes. Un comportamiento interesante…que hace que mi imperio prospere, y me gusta.
Sentir aquel deje reflejo en un acto que pareció visceral, pero bastante notable, hacía que se despertaran aún más deseos en las ocultas y aún poco visibles, pero más afloradas, intenciones del vástago que, desde el principio y hasta ahora, hacían ego de ir apareciendo cada vez un tanto más, dando una apertura ligera en un ligero descenso hacia la oscuridad del abismo donde habitaba la esencia libertina de Monsieur Savedra y, en la que, tal como la serpiente engullía a su presa en un juego hipnótico, aquel mortal parecía ir cediendo de poco en poco hasta que, la cuestión para ser más evidente y la verdadera naturaleza del vampiro hacia encender sus alarmas humanas. Leonardo miró, con atención, como Casper había apartado la mano, y seguido de ello, un sonido carrasposo se apoderaba de su voz y el nerviosismo, de aquello que logró captar en sus ojos mortales y había estado tentando y probando hasta ahora, pareció cobrar aún más avidez. El vástago se hecho hacia atrás, una vez más, sonriendo de forma ladina y seguidamente atrayente: esa sonrisa tan característica y sutil que hacia una combinación extrañamente sensual y engañosa con las facciones de su belleza inmortal. –Christine…– Exclamó, ignorando totalmente la pregunta, mientras su mirada seguía sobre Casper. –Muchas cosas son la que hoy, atormentan la cansada mente del joven Casper.– Y su mirada se dirigió hacia la cortesana, a la cual el mortal aun admirada. –¿Qué te parece si le llevas al lugar?– Concluyó, en un tono que pareció no más que una simple petición amable cónsona con su tranquilo y carismático rostro sonriente, el cual, era incapaz de mostrar ante el mortal, la verdadera intención de lo que tramaba. –Tomate el tiempo necesario.
- Acciones Christine:
Yo, que conocía claramente las intenciones de mi buen señor para con el hombre en el cual hoy parecía haberse fijado, entendí por completo el menaje que, en cada línea, él me transmitía. Era una confianza única en las que cada una de nosotras y nosotros, habíamos aprendido a hacer de aquel lujoso burdel, más que un simple lugar lleno de placer. Éramos una especie de familia, y Monsieur Leonardo, nuestro guía. Me limite, entendiendo que la atención era lo primero, y las vital del negocio, tal como el siempre no los decía. La mejor atención en el negocio del placer, una palabra que debíamos entender no solo como la simple satisfacción sexual, sino del cuerpo y la mente misma.
–Como ordene, my lord.– Pronuncie, observando al atractivo hombre. –Lord Casper, ¿no es así?– Pregunte, mientras deslice suavemente mi dedo por su boca, jugando con su labio, y luego llevando el dedo, lleno de su esencia, a los míos propios, para morderlo. –Venid conmigo, por favor.
Tomé la botella de Vodka, y deje a mi señor atrás. Subí las escaleras, y camine entre los entramados pasillos llenos de puertas cerradas en los cada uno en su mayoría, se dejaban escapar sonidos de personas que, al igual que este hombre, había ido en busca de nuestro servicio. El mejor de todos, y de eso no había duda. Lo guié, en silencio, hasta el aposento más grande y lujoso del burdel: el de Monsieur Leonardo, claramente, algo que él no iba a saber. No hasta que mi señor así lo decidiese. Cerré la puerta, miré al hombre.
–¿Os gustan los juegos, my lord?– Dije, tomando una larga pieza de tela roja en mi mano, para acercarme al hombre, y dejar ver mi cuerpo desnudo ante él, antes de tocarle, hacer que cayese sentado en la cama, y subirme sobre él, desnuda, y mirándole.
Leonardo Saveedra- Vampiro Clase Alta
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Re: Make me forget (Leonardo)
Escuchó atentamente lo que decía Leonardo, era cierto que la gente acudía buscando el placer en el burdel pero en el interior de sus hogares o frente a sociedad, esas mismas personas negarían impetuosamente haber disfrutado de la compañía de las prostitutas, Casper se preguntaba que pasaría cuando se casara, ¿Continuaría visitando el burdel o si intentaría ser fiel a la esposa que su madre escogiera para él?.
- Tiene toda la razón en eso, yo por mi parte no lo oculto y no me avergüenzo de visitar el Burdel de vez en cuando – Respondió terminando de beber la copa de Vodka que tenía en sus manos.
Por lo pronto, Christine, la exótica gitana, tenía prioridad en sus pensamientos, iba a disfrutar de ese cuerpo voluptuoso e intentaría olvidar todo lo demás entre sus piernas. A eso había ido al burdel, para olvidar a la única mujer que últimamente rondaba sus pensamientos. Siguió a Christine hasta una enorme habitación, que le pareció demasiado elegante como para ser una habitación de burdel, Monsieur Leonardo no mentía cuando decía que ese Burdel daba la mejor atención a sus clientes.
- Me encantan – Respondió, dejándose caer sentado en la cama, admirando los enormes pechos de la morena, quizás los pechos más grandes que había visto hasta el momento (y no era que hubiese visto pocos) sin detenerse a pensarlo dos veces, sus manos viajaron hasta los senos de ella acariciándolos con fervor, deseaba enterrar su cabeza entre esos pechos y perderse en el aroma de su piel.
- Tiene toda la razón en eso, yo por mi parte no lo oculto y no me avergüenzo de visitar el Burdel de vez en cuando – Respondió terminando de beber la copa de Vodka que tenía en sus manos.
Por lo pronto, Christine, la exótica gitana, tenía prioridad en sus pensamientos, iba a disfrutar de ese cuerpo voluptuoso e intentaría olvidar todo lo demás entre sus piernas. A eso había ido al burdel, para olvidar a la única mujer que últimamente rondaba sus pensamientos. Siguió a Christine hasta una enorme habitación, que le pareció demasiado elegante como para ser una habitación de burdel, Monsieur Leonardo no mentía cuando decía que ese Burdel daba la mejor atención a sus clientes.
- Me encantan – Respondió, dejándose caer sentado en la cama, admirando los enormes pechos de la morena, quizás los pechos más grandes que había visto hasta el momento (y no era que hubiese visto pocos) sin detenerse a pensarlo dos veces, sus manos viajaron hasta los senos de ella acariciándolos con fervor, deseaba enterrar su cabeza entre esos pechos y perderse en el aroma de su piel.
Casper Kaarkarogf- Humano Clase Alta
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