AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Argent et soie ~ priv.
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Argent et soie ~ priv.
Inclinado sobre la barra, paso con suavidad las páginas del cuaderno bajo la atenta mirada de Dancy. Esbozados con la firmeza que confiere la práctica, mil diseños de vestuario aparecen trazados sobre el papel. Corsés sugerentes que ocultan tanto como muestran, rematados por encajes y tiras que enlazan con ligas bajo los muslos; botas con tacones tan finos como esquirlas de hielo, de apariencia frágil y sensual; accesorios de fantasía que harían las delicias de los clientes más detallistas, labrados en metales preciosos como el oro o la plata...
Examino con aparente indiferencia el catálogo de la pelirroja, deteniéndome en los detalles e intentando imaginar cada traje con su correspondiente puesta en escena. El Satine realiza mensualmente una fiesta temática en el bar, durante la cual se puede acceder a servicios exclusivos de la más diversa índole: cócteles especiales disponibles únicamente ese día, representaciones en el escenario con las chicas caracterizadas para la ocasión, sesiones privadas a puerta cerrada en la planta de arriba... El único límite es la imaginación. y los francos que puedas pagar por satisfacer tus más profundos deseos. Sin embargo, los preparativos necesarios para el día estrella no se realizan solos. Hay mucho que planificar, y más todavía que llevar a la práctica. Por ello, las chicas y yo nos volcamos buena parte del mes en organizar el siguiente espectáculo. Y se nos está echando el tiempo encima.
Mi mirada se detiene en un traje dorado, cuyo modelo sin rostro es de aspecto claramente masculino. El pantalón es de cuero ajustado, y la parte superior únicamente consta de un chaleco completamente abierto en el abdomen. Lo peor no es eso, sino el pelo; el cuello de la prenda está cubierta por una mata espesa de cabello castaño, rematado por una capucha forrada del mismo material.
- ¿Y bien? - Pregunta Dancy, ladeando su pecoso rostro para tener una vista mejor de la libreta. Su cabello rojizo cae como una cascada de bucles sobre sus hombros, espeso, sedoso. La joven me mira ansiosamente, sus grandes ojos verdes muy abiertos a la espera de un gesto de aprobación por mi parte. Como si fuese un perro a la espera de las palmaditas de su amo. - ¿Qué te parecen?
- No está mal - Digo vagamente, retrocediendo un par de páginas para recordar el resto de diseños. Ella, creyendo que es un halago, empieza a parlotear sobre el tema.
- Como hace seis meses ya utilizamos la temática animal, he pensado que podríamos reciclar algunos trajes y escenarios así ahorrarnos parte de los costes. Si te fijas, el corsé y los tacones de Arlette son los mismos, aunque el peinado y las ligas las he cambiado por las que utilizamos el mes pasado... - Ella me arrebata el cuaderno con entusiasmo, para enseñarme a continuación otro de los diseños contenidos en él. - Nadie se dará demasiada cuenta, y si es así, estarán demasiado ocupados mirando las piernas de la Jefa como para percatarse de nada.
- A Arlette le gustará la idea de ahorrarse unos cuantos francos, pero seis meses es poco tiempo para repetir algo así - Señalo, girándome hacia ella para mirarla fijamente a los ojos. - Pregúntaselo a ella, está en su dormitorio. Si te da el visto bueno enviamos a las chicas a la costurera mañana mismo.
Dancy me dedica una última sonrisa entusiasmada, con la libreta apretada fuertemente contra su abundante pecho. Después, se marcha contoneándose escaleras arriba para cumplir su cometido con presteza. Todavía pensando en el horrible traje de león, dedico un par de minutos a asegurarme de que nadie requiere de mis servicios. Parte de mi trabajo es percatarme de cuándo las copas de los clientes necesitan ser rellenadas, o de si éstos llevan el suficiente rato sin consumir como para ser invitados a marcharse.
Un par de clientes se levantan, arrastrados por las chicas en la misma dirección por la que se ha marchado mi compañera. Atento, me dirijo hacia las butacas en las que se encontraban para recoger los restos de su festín. En apenas un par de movimientos ya he cargado con las copas y jarras, que llevo de vuelta a la barra con pasos rápidos y seguros. Sin embargo, un obstáculo inesperado me interrumpe en el camino; una melena castaña es todo lo que veo antes de notar el choque, que acaba con mi equilibrio momentáneamente. La cristalería se precipita hacia el suelo, estrellándose contra la moqueta dorada para partirse en mil fragmentos.
- ¿En qué estabas pensando? - Digo enfadado, creyendo que se trata de otra de las chicas. Sin embargo, no se trata de Grace, ni tampoco de ninguna de las prostitutas habituales. Se trata de Erline, una compañera a la que jamás creí volver a ver voluntariamente entre estas cuatro paredes. Hace unos años consiguió un matrimonio muy ventajoso, que supuso el final de su estada en el Satine. Y por alguna razón que se me escapa, aquí está de nuevo; esbozando esa sonrisa entre pícara y maliciosa que tan bien he llegado a conocer. - Erline. Cuánto tiempo.
Examino con aparente indiferencia el catálogo de la pelirroja, deteniéndome en los detalles e intentando imaginar cada traje con su correspondiente puesta en escena. El Satine realiza mensualmente una fiesta temática en el bar, durante la cual se puede acceder a servicios exclusivos de la más diversa índole: cócteles especiales disponibles únicamente ese día, representaciones en el escenario con las chicas caracterizadas para la ocasión, sesiones privadas a puerta cerrada en la planta de arriba... El único límite es la imaginación. y los francos que puedas pagar por satisfacer tus más profundos deseos. Sin embargo, los preparativos necesarios para el día estrella no se realizan solos. Hay mucho que planificar, y más todavía que llevar a la práctica. Por ello, las chicas y yo nos volcamos buena parte del mes en organizar el siguiente espectáculo. Y se nos está echando el tiempo encima.
Mi mirada se detiene en un traje dorado, cuyo modelo sin rostro es de aspecto claramente masculino. El pantalón es de cuero ajustado, y la parte superior únicamente consta de un chaleco completamente abierto en el abdomen. Lo peor no es eso, sino el pelo; el cuello de la prenda está cubierta por una mata espesa de cabello castaño, rematado por una capucha forrada del mismo material.
- ¿Y bien? - Pregunta Dancy, ladeando su pecoso rostro para tener una vista mejor de la libreta. Su cabello rojizo cae como una cascada de bucles sobre sus hombros, espeso, sedoso. La joven me mira ansiosamente, sus grandes ojos verdes muy abiertos a la espera de un gesto de aprobación por mi parte. Como si fuese un perro a la espera de las palmaditas de su amo. - ¿Qué te parecen?
- No está mal - Digo vagamente, retrocediendo un par de páginas para recordar el resto de diseños. Ella, creyendo que es un halago, empieza a parlotear sobre el tema.
- Como hace seis meses ya utilizamos la temática animal, he pensado que podríamos reciclar algunos trajes y escenarios así ahorrarnos parte de los costes. Si te fijas, el corsé y los tacones de Arlette son los mismos, aunque el peinado y las ligas las he cambiado por las que utilizamos el mes pasado... - Ella me arrebata el cuaderno con entusiasmo, para enseñarme a continuación otro de los diseños contenidos en él. - Nadie se dará demasiada cuenta, y si es así, estarán demasiado ocupados mirando las piernas de la Jefa como para percatarse de nada.
- A Arlette le gustará la idea de ahorrarse unos cuantos francos, pero seis meses es poco tiempo para repetir algo así - Señalo, girándome hacia ella para mirarla fijamente a los ojos. - Pregúntaselo a ella, está en su dormitorio. Si te da el visto bueno enviamos a las chicas a la costurera mañana mismo.
Dancy me dedica una última sonrisa entusiasmada, con la libreta apretada fuertemente contra su abundante pecho. Después, se marcha contoneándose escaleras arriba para cumplir su cometido con presteza. Todavía pensando en el horrible traje de león, dedico un par de minutos a asegurarme de que nadie requiere de mis servicios. Parte de mi trabajo es percatarme de cuándo las copas de los clientes necesitan ser rellenadas, o de si éstos llevan el suficiente rato sin consumir como para ser invitados a marcharse.
Un par de clientes se levantan, arrastrados por las chicas en la misma dirección por la que se ha marchado mi compañera. Atento, me dirijo hacia las butacas en las que se encontraban para recoger los restos de su festín. En apenas un par de movimientos ya he cargado con las copas y jarras, que llevo de vuelta a la barra con pasos rápidos y seguros. Sin embargo, un obstáculo inesperado me interrumpe en el camino; una melena castaña es todo lo que veo antes de notar el choque, que acaba con mi equilibrio momentáneamente. La cristalería se precipita hacia el suelo, estrellándose contra la moqueta dorada para partirse en mil fragmentos.
- ¿En qué estabas pensando? - Digo enfadado, creyendo que se trata de otra de las chicas. Sin embargo, no se trata de Grace, ni tampoco de ninguna de las prostitutas habituales. Se trata de Erline, una compañera a la que jamás creí volver a ver voluntariamente entre estas cuatro paredes. Hace unos años consiguió un matrimonio muy ventajoso, que supuso el final de su estada en el Satine. Y por alguna razón que se me escapa, aquí está de nuevo; esbozando esa sonrisa entre pícara y maliciosa que tan bien he llegado a conocer. - Erline. Cuánto tiempo.
Jack Walsh- Prostituto Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 17/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
- Obviamente estaba pensando en que ese traje de león te quedaría horrible. Las fiestas de primavera han decaido mucho desde que yo no estoy.- un par de ojos líquidos como el agua de un estanque se posan en aquellos orbes del color de un cielo limpio.
-¡Jack! mi pequeño Jack... has crecido. ¡En serio! estás más... apetecible.- le hizo una mueca como de darle un bocado acompañado de un "roaaaar" de oso o león. Ella tenía seis años más que él y cuando lo vio entrar en el Satine por primera vez pensó que era apenas un muchacho enclenque.
El tiempo que compartieron en el burdel fue agradable, ella le conseguía buenos clientes y le daba consejos que le habían funcionado en otras ocasiones. A diferencia de otras chicas y chicos, Jack no la miraba con los celos aguijonenado por detrás. Erline era una privilegiada porque trabajaba cuando quería y con quien quería, y a nadie más se le permitía tal cosa. Pero lo que desconocían era cuánto dinero ingresaba en las arcas del dueño de Satine, que lejos de presionarla, le permitía sus caprichos ya que sólo ansiaba retener a tal máquina de hacer dinero, y cuanto más contenta estuviera, tanto mejor.
Jack siempre le había inspirado una cierta... ternura. Quizás fuera por sus rizos, por su hoyuelo en la barbilla o por aquella sonrisa sincera que más de una vez había observado cuando estaba relajado. Ambos compartían la pasión por el teatro, y a veces Erline lo había invitado a ir a alguna representación, cosa que disfrutaba enormemente.
- Esa función va a ser una auténtica mierda ¿a dónde ha ido a parar el gusto y la estética de este local? ¡Por dios! seguro que no hay ni una pizca de imaginación en el libreto... espera. No hay libreto. Pf. Me lo temía.- esbozó una amplia sonrisa.- Esta noche eres mio, acabo de negociarlo con Arlette. ¿Vamos? tenemos mucho que poner al dia.
Cualquiera le decía que no, la madame había aceptado sin rechistar la gran suma que la ex-estrella del local había puesto sobre su mesa. Además, todavía les mandaba buenos clientes y conseguía que éstos ampliasen la red del negocio llevando allí a amigos, conocidos, clientes y viajeros.
Pasó la mano por el brazo del muchacho y le sonrió. Normalmente era complicado saber si Erline sonreía de verdad o interpretaba un papel, porque tenía tantos que a veces daba la impresión de que su persona en realidad era poseída por múltiples personalidades, tan cambiantes como ella. Lo que nunca cambiaba era esa aura magnética que desprendía, y que aunque su acompañante supiera que fingía, eso sólo lo incitaba a tratar de averiguar qué había detrás de esos ojos y esa sonrisa.
-¡Jack! mi pequeño Jack... has crecido. ¡En serio! estás más... apetecible.- le hizo una mueca como de darle un bocado acompañado de un "roaaaar" de oso o león. Ella tenía seis años más que él y cuando lo vio entrar en el Satine por primera vez pensó que era apenas un muchacho enclenque.
El tiempo que compartieron en el burdel fue agradable, ella le conseguía buenos clientes y le daba consejos que le habían funcionado en otras ocasiones. A diferencia de otras chicas y chicos, Jack no la miraba con los celos aguijonenado por detrás. Erline era una privilegiada porque trabajaba cuando quería y con quien quería, y a nadie más se le permitía tal cosa. Pero lo que desconocían era cuánto dinero ingresaba en las arcas del dueño de Satine, que lejos de presionarla, le permitía sus caprichos ya que sólo ansiaba retener a tal máquina de hacer dinero, y cuanto más contenta estuviera, tanto mejor.
Jack siempre le había inspirado una cierta... ternura. Quizás fuera por sus rizos, por su hoyuelo en la barbilla o por aquella sonrisa sincera que más de una vez había observado cuando estaba relajado. Ambos compartían la pasión por el teatro, y a veces Erline lo había invitado a ir a alguna representación, cosa que disfrutaba enormemente.
- Esa función va a ser una auténtica mierda ¿a dónde ha ido a parar el gusto y la estética de este local? ¡Por dios! seguro que no hay ni una pizca de imaginación en el libreto... espera. No hay libreto. Pf. Me lo temía.- esbozó una amplia sonrisa.- Esta noche eres mio, acabo de negociarlo con Arlette. ¿Vamos? tenemos mucho que poner al dia.
Cualquiera le decía que no, la madame había aceptado sin rechistar la gran suma que la ex-estrella del local había puesto sobre su mesa. Además, todavía les mandaba buenos clientes y conseguía que éstos ampliasen la red del negocio llevando allí a amigos, conocidos, clientes y viajeros.
Pasó la mano por el brazo del muchacho y le sonrió. Normalmente era complicado saber si Erline sonreía de verdad o interpretaba un papel, porque tenía tantos que a veces daba la impresión de que su persona en realidad era poseída por múltiples personalidades, tan cambiantes como ella. Lo que nunca cambiaba era esa aura magnética que desprendía, y que aunque su acompañante supiera que fingía, eso sólo lo incitaba a tratar de averiguar qué había detrás de esos ojos y esa sonrisa.
Última edición por Erline D'Amencourt el Miér Mayo 03, 2017 4:11 pm, editado 1 vez
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
Esbozo una media sonrisa al escuchar al huracán de Erline hablar. Hasta este momento, no me había dado cuenta de cuánto había echado de menos su toque sarcástico. Sus burlas sobre el sistema, su buen gusto, su dramatismo; son algo que no abunda precisamente en el Satine, sostenido a base de envidias, subterfugios y ambición. La traición está a la orden del día, y precisamente por ello, sólo hay dos clases de relaciones entre los que aquí trabajamos; tan contrapuestas como la noche y el día. Existen los lazos de tolerancia, que nos permiten fingir ser amables con las personas con las que compartimos este cautiverio de sedas y plata. Sonreímos y fingimos que nos importa lo que a los otros les pase, aunque en realidad sólo nos importe saber si sus comisiones afectarán a nuestras propias ganancias. Si bien es cierto que incluyen momentos puntuales de diversión, jamás es conveniente revelarles secretos o intimidades. Porque la información es poder, y en realidad, la tolerancia no les impide apuñalar a quien se tercie para conseguir clientes, privilegios o incluso cierto control sobre sus actos.
Y luego están los vínculos de amistad. Erline y yo compartíamos uno de los últimos, casi desde el primer instante en que nos conocimos. Nuestras similitudes sumaban más que nuestras diferencias, y nos complementábamos tan bien que era casi como ser parte de una familia. Ella era como el fuego, ardiente y explosiva; capaz de cambiar de opinión en cinco segundos, y de idear un plan monstruosamente divertido en mucho menos. En cambio, yo era más como el agua; más frío y constante, pero capaz de erosionar montañas si contaba con el tiempo suficiente para ello. Juntos formábamos un buen equipo, capaz de llenar las arcas del Satine y aun así, encontrar tiempo para nuestro propio ocio. Por eso me alegré tanto por la prostituta en cuanto supe que había pescado a un pez gordo; porque esta no era la clase de vida que quería para ella, aunque en el fondo, sabía egoístamente que la vida sería mucho peor cuando no estuviera.
Y ahora aquí está de nuevo. Recuperando el tiempo perdido, completamente a su manera. Porque como de costumbre, la morena no es de las que pierde el tiempo; ni tampoco, de las que permiten que nadie estropee sus planes. Antes de venir a hablar conmigo, ya ha conseguido el permiso para "secuestrarme"; algo que me divierte tanto como sus comentarios mordaces sobre los espectáculos del local. Con los que, en mi fuero interno, estoy más que de acuerdo.
- A este sitio le falta mucha pimienta desde que no estás - Le digo, guiñándole un ojo pícaramente. - Aunque he de admitir que a Dancy no se le da mal del todo eso de dibujar, desde que es ella la que se encarga de las temáticas, esto ha perdido gran parte de su encanto. Deberías habernos visto el mes de la temática militar; jamás creí que los uniformes pudieran matar tanto la líbido.
Mientras la morena se agarra de mi brazo con elegancia, dedico una última mirada al burdel en general. A sus sofás de vivos colores, y a los clientes que los ocupan. Desde que estoy a cargo de la sala cuando no estoy ocupado, que he desarrollado cierto sentido extra de la responsabilidad. O más bien de las propinas, si tenemos en cuenta que la mayor parte van a parar finalmente a mi bolsillo.
- Espero no desentonar con mi aspecto allí donde vayamos. - Le comento a mi acompañante, observando mi nívea camisa suelta, y mis ceñidos pantalones negros. Al pasar junto a guardarropía, me desvío unos instantes para recuperar mi elegante abrigo de paño. Que lleva en uno de los bolsillos interiores una corbata para emergencias, que me apresuro a anudar entorno a mi esbelto y pálido cuello. - Aunque nadie se va a fijar en mi contigo a mi lado. Estás exactamente igual que la última vez que nos vimos, aunque ese vestido te hace especialmente sexy. Las chicas matarían -mejor dicho, te matarían- por tener uno igual que ese. Y eso me recuerda, ¿Qué haces aquí, Erline? ¿Vas a volver al Satine ahora que aquel anciano ha muerto?
Suelto una pequeña carcajada mientras atravesamos las puertas de entrada en dirección a la fría y oscural noche. Mis contactos me informaron del fallecimiento de Olivier D'Amencourt tan pronto como éste sucedió, sin comprender qué clase de interés podía tener en la vida y obra de un anciano decrépito. Lo cierto es que, pese a que no quería inmiscuirme en sus asuntos -razón por la cual jamás fui a visitarla a su nueva y despampanante mansión desde que fue celebrado el enlace- jamás dejé de vigilar a mi amiga desde las sombras. Resuelto a proporcionarle mi ayuda silenciosa si alguna vez se encontraba en dificultades, por tal de impedir que nada, ni nadie, enturbiase su nueva y dorada felicidad.
Y luego están los vínculos de amistad. Erline y yo compartíamos uno de los últimos, casi desde el primer instante en que nos conocimos. Nuestras similitudes sumaban más que nuestras diferencias, y nos complementábamos tan bien que era casi como ser parte de una familia. Ella era como el fuego, ardiente y explosiva; capaz de cambiar de opinión en cinco segundos, y de idear un plan monstruosamente divertido en mucho menos. En cambio, yo era más como el agua; más frío y constante, pero capaz de erosionar montañas si contaba con el tiempo suficiente para ello. Juntos formábamos un buen equipo, capaz de llenar las arcas del Satine y aun así, encontrar tiempo para nuestro propio ocio. Por eso me alegré tanto por la prostituta en cuanto supe que había pescado a un pez gordo; porque esta no era la clase de vida que quería para ella, aunque en el fondo, sabía egoístamente que la vida sería mucho peor cuando no estuviera.
Y ahora aquí está de nuevo. Recuperando el tiempo perdido, completamente a su manera. Porque como de costumbre, la morena no es de las que pierde el tiempo; ni tampoco, de las que permiten que nadie estropee sus planes. Antes de venir a hablar conmigo, ya ha conseguido el permiso para "secuestrarme"; algo que me divierte tanto como sus comentarios mordaces sobre los espectáculos del local. Con los que, en mi fuero interno, estoy más que de acuerdo.
- A este sitio le falta mucha pimienta desde que no estás - Le digo, guiñándole un ojo pícaramente. - Aunque he de admitir que a Dancy no se le da mal del todo eso de dibujar, desde que es ella la que se encarga de las temáticas, esto ha perdido gran parte de su encanto. Deberías habernos visto el mes de la temática militar; jamás creí que los uniformes pudieran matar tanto la líbido.
Mientras la morena se agarra de mi brazo con elegancia, dedico una última mirada al burdel en general. A sus sofás de vivos colores, y a los clientes que los ocupan. Desde que estoy a cargo de la sala cuando no estoy ocupado, que he desarrollado cierto sentido extra de la responsabilidad. O más bien de las propinas, si tenemos en cuenta que la mayor parte van a parar finalmente a mi bolsillo.
- Espero no desentonar con mi aspecto allí donde vayamos. - Le comento a mi acompañante, observando mi nívea camisa suelta, y mis ceñidos pantalones negros. Al pasar junto a guardarropía, me desvío unos instantes para recuperar mi elegante abrigo de paño. Que lleva en uno de los bolsillos interiores una corbata para emergencias, que me apresuro a anudar entorno a mi esbelto y pálido cuello. - Aunque nadie se va a fijar en mi contigo a mi lado. Estás exactamente igual que la última vez que nos vimos, aunque ese vestido te hace especialmente sexy. Las chicas matarían -mejor dicho, te matarían- por tener uno igual que ese. Y eso me recuerda, ¿Qué haces aquí, Erline? ¿Vas a volver al Satine ahora que aquel anciano ha muerto?
Suelto una pequeña carcajada mientras atravesamos las puertas de entrada en dirección a la fría y oscural noche. Mis contactos me informaron del fallecimiento de Olivier D'Amencourt tan pronto como éste sucedió, sin comprender qué clase de interés podía tener en la vida y obra de un anciano decrépito. Lo cierto es que, pese a que no quería inmiscuirme en sus asuntos -razón por la cual jamás fui a visitarla a su nueva y despampanante mansión desde que fue celebrado el enlace- jamás dejé de vigilar a mi amiga desde las sombras. Resuelto a proporcionarle mi ayuda silenciosa si alguna vez se encontraba en dificultades, por tal de impedir que nada, ni nadie, enturbiase su nueva y dorada felicidad.
Jack Walsh- Prostituto Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 17/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
— ¡Oh! ¡¡no seas grosero!! amaba a mi marido...— bajó el tono de voz para sususrrarle al oído.— tanto como a las orquídeas de mi invernadero, al menos.— sus carcajadas contenidas resonaron en el hall del Satine mientras lo abandonaban. Se colgó de su brazo, más risueña de lo que entró, porque por delante le esperaba una noche de confidencias, risas y grandes dosis de humor hiriente, siempre dirigido hacia aquellos que lo merecían. Había tenido con Jack una relación muy cómoda desde el principio, era fácil hablar con él, expresar opiniones en alto y recibir en pago su absoluta discreción.— no voy a volver al Satine, que no se ponga nerviosa Dancy y mucho menos Arlette que ya estaría frotándose las manos. Estoy bien donde estoy, dueña y señora de mis bienes. Pero me aburro enormemente Jack.
El coche de la señora D'Amencourt, la Viuda de Seda, esperaba afuera y los acogió al calor del vehículo, concediéndoles esa intimidad necesaria para recuperar el tiempo perdido. Los caballos se pusieron en marcha, tenían al menos treinta minutos hasta el teatro.
— te he echado de menos, pequeño. Estos años han sido extraños, especiales. Olivier me trataba bien, sabía con quién se había casado y jamás me prohibió nada ni me recriminó nada. Él quería terminar sus días con una mujer que lo hiciera feliz y a cambio me dio una fortuna y posición, todos contentos. Pero es una vida aburrida, monótona. La alta sociedad me hace el vacío, como es natural, y la verdad es que me importa una verdadera mierda. Sus meriendas, fiestas y recitales son soporíferos. He viajado, he visto mundo y me encantó, pero me da pereza hacerlo sola, es mucho más fácil del brazo de un caballero. Quiero volver al negocio, pero no en el Satine. Tengo una mansión enorme, lo haré allí, pero obviamente no por dinero. Te necesito para llevar a cabo este plan, necesito unos ojos y unos oídos aquí en París. ¿Te gustaría ser mi socio? tú sabes de negocios más que yo, piénsalo, y dime cómo lo podemos hacer. El dinero no es problema, pon tu cifra y tus condiciones, que yo estoy dispuesta a dejarlo en tus manos. Sólo confío en ti, Jack.
El coche de caballos serpenteó por las callejuelas de París hasta llegar al teatro del Odeón, cerca de los jardines de Luxemburgo. Erline quería ver "Mucho ruido y pocas nueces" de Shakespeare, una comedia romántica que iba de las consecuancias que los engaños y malentendidos provocaban en las relaciones. Le divertía enormemente que la gente cayese en esas cosas que eran tan predecibles.
El coche de la señora D'Amencourt, la Viuda de Seda, esperaba afuera y los acogió al calor del vehículo, concediéndoles esa intimidad necesaria para recuperar el tiempo perdido. Los caballos se pusieron en marcha, tenían al menos treinta minutos hasta el teatro.
— te he echado de menos, pequeño. Estos años han sido extraños, especiales. Olivier me trataba bien, sabía con quién se había casado y jamás me prohibió nada ni me recriminó nada. Él quería terminar sus días con una mujer que lo hiciera feliz y a cambio me dio una fortuna y posición, todos contentos. Pero es una vida aburrida, monótona. La alta sociedad me hace el vacío, como es natural, y la verdad es que me importa una verdadera mierda. Sus meriendas, fiestas y recitales son soporíferos. He viajado, he visto mundo y me encantó, pero me da pereza hacerlo sola, es mucho más fácil del brazo de un caballero. Quiero volver al negocio, pero no en el Satine. Tengo una mansión enorme, lo haré allí, pero obviamente no por dinero. Te necesito para llevar a cabo este plan, necesito unos ojos y unos oídos aquí en París. ¿Te gustaría ser mi socio? tú sabes de negocios más que yo, piénsalo, y dime cómo lo podemos hacer. El dinero no es problema, pon tu cifra y tus condiciones, que yo estoy dispuesta a dejarlo en tus manos. Sólo confío en ti, Jack.
El coche de caballos serpenteó por las callejuelas de París hasta llegar al teatro del Odeón, cerca de los jardines de Luxemburgo. Erline quería ver "Mucho ruido y pocas nueces" de Shakespeare, una comedia romántica que iba de las consecuancias que los engaños y malentendidos provocaban en las relaciones. Le divertía enormemente que la gente cayese en esas cosas que eran tan predecibles.
Última edición por Erline D'Amencourt el Miér Mayo 03, 2017 4:11 pm, editado 1 vez
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
Asiento ante las palabras de mi amiga, mientras la ayudo con la mano a mantener el equilibrio para entrar en el carruaje. Entiendo a qué se refiere Erline cuando habla de que la vida en el exterior es demasiado aburrida; la sensación que describe de que el tiempo pasa demasiado despacio, y la vida, demasiado deprisa. En el Satine, las intrigas se entremezclan con el trabajo; es algo inevitable habida cuenta la naturaleza de sus negocios. El ingenio se confunde con el hastío; la ambición, con el desprecio hacia lo que los que allí trabajamos nos hemos convertido. Y aun así, son pocas las chicas que acaban dejándolo voluntariamente. Los prostitutos que deciden buscar otro trabajo. Las mujeres que, con los ahorros de toda una vida, se procuran una confortable y respetable vida al margen de la prostitución. Porque ni siquiera el dinero es suficiente para prepararnos para el mundo exterior, en el que las reglas que conocemos son poco menos que nada. Haciéndonos sentir expuestos, y fuera de lugar en la rígida sociedad parisina.
- Tienes una enorme mansión en la que llorar por tu aburrimiento. Y dinero más que suficiente para pagar cualquier ocio que se pueda pagar con francos. - Le señalo, sentándome frente a ella en el forrado asiento de la calesa. Cierro la puerta tras acomodarme en el coche, señal que el lacayo aprovecha para azuzar los oscuros caballos. Éstos emprenden el paso, golpeando rítmicamente el empedrado suelo de la calzada francesa. - Así qué, ¿qué puede querer la Viuda de Seda de unos pobres y lujuriosos hombres, incautos que no saben en qué clase de trampa se están metiendo ellos solos?- Le pregunto, sacando un fino cigarro del interior de mi abrigo. - Sabes que el dinero tampoco es un problema para mi, Erline. Te ayudaría a gestionarlo todo por el simple placer de ayudar a una vieja amiga... y a cambio de secretos y otros datos de tus clientes. La información es poder, y el poder es mi negocio, ya lo sabes.
Ofrezco un cigarro de la cajetilla a la prostituta, guardándola después en el bolsillo de mi levita. Durante unos minutos, el silencio se extiende entre nosotros, interrumpido únicamente por los sonidos provenientes del exterior. El relincho de los caballos, el traqueteo de los carros. Las conversaciones de los escasos peatones, que a estas horas se dirigen a locales de moral distraída.
No es un silencio incómodo, sino una pausa pensativa. Durante la que ambos nos perdemos en nuestros mutuos pensamientos. No es hasta que la calesa empieza a reducir su velocidad que ambos salimos del ensimismamiento, alisando nuestros respectivos ropajes para estar presentables para el espectáculo. Una obra de teatro de la elección de Erline, cuyo título, como siempre, no sabré hasta que nos encontremos ya sentados en el palco.
- Tienes una enorme mansión en la que llorar por tu aburrimiento. Y dinero más que suficiente para pagar cualquier ocio que se pueda pagar con francos. - Le señalo, sentándome frente a ella en el forrado asiento de la calesa. Cierro la puerta tras acomodarme en el coche, señal que el lacayo aprovecha para azuzar los oscuros caballos. Éstos emprenden el paso, golpeando rítmicamente el empedrado suelo de la calzada francesa. - Así qué, ¿qué puede querer la Viuda de Seda de unos pobres y lujuriosos hombres, incautos que no saben en qué clase de trampa se están metiendo ellos solos?- Le pregunto, sacando un fino cigarro del interior de mi abrigo. - Sabes que el dinero tampoco es un problema para mi, Erline. Te ayudaría a gestionarlo todo por el simple placer de ayudar a una vieja amiga... y a cambio de secretos y otros datos de tus clientes. La información es poder, y el poder es mi negocio, ya lo sabes.
Ofrezco un cigarro de la cajetilla a la prostituta, guardándola después en el bolsillo de mi levita. Durante unos minutos, el silencio se extiende entre nosotros, interrumpido únicamente por los sonidos provenientes del exterior. El relincho de los caballos, el traqueteo de los carros. Las conversaciones de los escasos peatones, que a estas horas se dirigen a locales de moral distraída.
No es un silencio incómodo, sino una pausa pensativa. Durante la que ambos nos perdemos en nuestros mutuos pensamientos. No es hasta que la calesa empieza a reducir su velocidad que ambos salimos del ensimismamiento, alisando nuestros respectivos ropajes para estar presentables para el espectáculo. Una obra de teatro de la elección de Erline, cuyo título, como siempre, no sabré hasta que nos encontremos ya sentados en el palco.
Jack Walsh- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
— Sentirme viva, Jack. Tan sólo eso. Quizás tú tengas un propósito en tu vida que te hace levantarte de la cama a diario, algo que le de sentido a tu existencia pero yo... no tengo nada de eso. Hace tiempo que dejé de sentir algo por las cosas mundanas. Los placeres materiales me gustan pero son muy efímeros. La gente cree que sus vidas tocan el infierno cuando algo les golpea duro, pero se equivocan. Los golpes, las heridas, las cicatrices, todo apunta a que si queda marca o sangre es que hay vida debajo. El infierno en realidad es el hastío, cuando no hallas razón alguna para salir de la cama, cuando nada te mueve, ni te emociona... dime ¿qué haces cuando eres una puta piedra? Quiero volver al juego, al menos cuando me sentía borracha de poder sobre esos pobres lujuriosos, sentía algo. ¿Tan malo es lo que planteo? ¿acaso he caido muy bajo?
Eso era una confesión en toda regla, y normalmente Erline no dudaba ni se dejaba influir por opiniones ajenas, salvo por las de Jack. De alguna forma le importaba la manera en la que la vieran aquellos ojos.
— Los secretos son todos tuyos, no me interesan más allá de lo que puedan afectar a mis negocios, ya lo sabes. Y ya sé que no te mueves por dinero, pero sinceramente, tengo más del que me puedo gastar y sólo deseo que a la única persona del mundo que me importa no le falte, lo entiendes ¿verdad?. Prométeme que si algun dia te hace falta algo confiarás en mi como yo confio en ti. Promételo.
Sus ojos verdes tan claros como la poza de un rio, se clavaron en los ajenos, sin rastro de dramatismo ni ambigüedad, estaba siendo completamente sincera con Jack. Llegaron al teatro y descendieron del coche entrando por la alfombra roja y dirigiéndose a un palco central que tenía abonado todo el año.
— Espero que te guste la obra, la leí hace un año, Olivier me regaló todas las obras de Shakespeare encuadernadas en oro, y poco a poco las he ido leyendo.Se llama "Mucho ruido y pocas nueces", en este caso Benedicto y Beatriz podríamos ser tú y yo, la pareja de alcahuetes que a fuerza de ironías y engaños enredan a los demás...jajajaja.
Esbozó su mejor sonrisa y se acomodó en el palco, dispuesta a disfrutar del teatro como una cría con zapatos nuevos. Sin que tuviera que dar ninguna ortden, les llevaron champagne y uvas para acompañar la velada.
Eso era una confesión en toda regla, y normalmente Erline no dudaba ni se dejaba influir por opiniones ajenas, salvo por las de Jack. De alguna forma le importaba la manera en la que la vieran aquellos ojos.
— Los secretos son todos tuyos, no me interesan más allá de lo que puedan afectar a mis negocios, ya lo sabes. Y ya sé que no te mueves por dinero, pero sinceramente, tengo más del que me puedo gastar y sólo deseo que a la única persona del mundo que me importa no le falte, lo entiendes ¿verdad?. Prométeme que si algun dia te hace falta algo confiarás en mi como yo confio en ti. Promételo.
Sus ojos verdes tan claros como la poza de un rio, se clavaron en los ajenos, sin rastro de dramatismo ni ambigüedad, estaba siendo completamente sincera con Jack. Llegaron al teatro y descendieron del coche entrando por la alfombra roja y dirigiéndose a un palco central que tenía abonado todo el año.
— Espero que te guste la obra, la leí hace un año, Olivier me regaló todas las obras de Shakespeare encuadernadas en oro, y poco a poco las he ido leyendo.Se llama "Mucho ruido y pocas nueces", en este caso Benedicto y Beatriz podríamos ser tú y yo, la pareja de alcahuetes que a fuerza de ironías y engaños enredan a los demás...jajajaja.
Esbozó su mejor sonrisa y se acomodó en el palco, dispuesta a disfrutar del teatro como una cría con zapatos nuevos. Sin que tuviera que dar ninguna ortden, les llevaron champagne y uvas para acompañar la velada.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
- Eh, eh. No pasa nada. Encontrarás algo por lo que seguir, siendo como eres una mujer increíble y autosuficiente. Ya sea un nuevo marido, criar una camada de gatitos o criticar a las amargadas que veremos esta noche en el teatro, fingiendo que estan allí porque les interesa y no porque quieran cotorrear como las urracas que son. - Rodeo con el brazo los hombros de mi amiga, atrayéndola hacia mi en un cálido y reconfortante abrazo. - Y siempre podrás contar conmigo para lo que necesites, espero que no tengas la menor duda de ello. De la misma manera en la que yo cuento siempre contigo.
Deposito un suave beso en su frente, guiñándole un ojo a Erline como si fuera su travieso hermano pequeño. Casi había olvidado que es así como me siento cuando estoy con la prostituta; como si fuera la hermana que nunca he tenido. Junto a Erline, puedo relajarme y ser simplemente yo. Dejar a un lado la coraza que siempre llevo, para que nadie pueda llegar realmente hasta mi y herirme. Porque sé que ella no se aprovecharía de mi jamás, no importa lo que pudiera obtener a cambio. Nuestra relación es algo más sólido que eso; un parentesco más fuerte que la sangre, creado por recuerdos compartidos durante largas noches en el Satine.
- Y ahora, sonríe. Es el momento de que todas esas arpías sientan envidia de la Viuda de Seda. Y, porqué no, de su apuesto acompañante.
El cochero escoge ese mismo instante para abrirle la puerta a Erline, detenida la calesa en la misma puerta del Teatro. De manera que los que aguardan frente a la entrada, en su mayoría burgueses que no pueden permitirse palco propio, nos observan entre cuchicheos mientras recorremos el espacio restante hasta el vestíbulo.
No son los únicos que murmuran, pero no es algo que me moleste. Más bien me divierte, al escuchar las especulaciones sobre quién será el misterioso acompañante de madame D'Amencourt. Definitivamente, hace demasiado tiempo que ella y yo no vamos juntos al teatro. Antes nadie nos prestaba atención, pero ahora que la morena es una figura conocida en la alta sociedad, parece ser una experta en crear rumores entorno a ella.
- ¿Esa no es una prostituta del Golden? Esa, la rubia del ajustado corpiño dorado.- Le comento en voz baja a Erline, ofreciéndole mi brazo instantes antes de subir las escaleras. - Me sorprende que monsieur Fablet se atreva a venir con ella a la función. Aunque si lo que he escuchado sobre su esposa y el señor Bonfils es cierto, tal vez sea una especie de venganza. ¡Ah, qué interesantes son los escarceos de la alta sociedad parisina!
Aparto la cortina para que Erline pueda entrar en el palco, cerrándola tras nosotros para lograr algo de intimidad. Minutos después uno de los empleados del teatro ya nos ha traído champagne y uvas, que deposita discretamente en la entrada para después marcharse de nuevo. Sirviendo un par de copas, escucho el comentario de Erline explicándome el argumento de la obra. Suena interesante, como todas las que me trae a ver. Y especialmente adecuada para nuestro esperado reencuentro.
- Te pediría que me lo dejases, pero ya sabes que tengo un pequeño problema con los libros. Jamás soy capaz de concentrarme lo suficiente como para lograr acabar uno - Le digo, tendiéndole el burbujeante licor con una media sonrisa. Mi dislexia fue la principal causa de mi duro aprendizaje en el monasterio, aunque el verdadero fracaso de mis aspiraciones monacales fue mi padrastro James. La vida ha dado muchas vueltas desde entonces, hasta llevarme a un lugar al que jamás creí que llegaría. Y aun así, no soy capaz de arrepentirme de nada. - Mira, el telón está empezando a alzarse. Veamos si el nivel de la compañía está a la altura de la obra.
Deposito un suave beso en su frente, guiñándole un ojo a Erline como si fuera su travieso hermano pequeño. Casi había olvidado que es así como me siento cuando estoy con la prostituta; como si fuera la hermana que nunca he tenido. Junto a Erline, puedo relajarme y ser simplemente yo. Dejar a un lado la coraza que siempre llevo, para que nadie pueda llegar realmente hasta mi y herirme. Porque sé que ella no se aprovecharía de mi jamás, no importa lo que pudiera obtener a cambio. Nuestra relación es algo más sólido que eso; un parentesco más fuerte que la sangre, creado por recuerdos compartidos durante largas noches en el Satine.
- Y ahora, sonríe. Es el momento de que todas esas arpías sientan envidia de la Viuda de Seda. Y, porqué no, de su apuesto acompañante.
El cochero escoge ese mismo instante para abrirle la puerta a Erline, detenida la calesa en la misma puerta del Teatro. De manera que los que aguardan frente a la entrada, en su mayoría burgueses que no pueden permitirse palco propio, nos observan entre cuchicheos mientras recorremos el espacio restante hasta el vestíbulo.
No son los únicos que murmuran, pero no es algo que me moleste. Más bien me divierte, al escuchar las especulaciones sobre quién será el misterioso acompañante de madame D'Amencourt. Definitivamente, hace demasiado tiempo que ella y yo no vamos juntos al teatro. Antes nadie nos prestaba atención, pero ahora que la morena es una figura conocida en la alta sociedad, parece ser una experta en crear rumores entorno a ella.
- ¿Esa no es una prostituta del Golden? Esa, la rubia del ajustado corpiño dorado.- Le comento en voz baja a Erline, ofreciéndole mi brazo instantes antes de subir las escaleras. - Me sorprende que monsieur Fablet se atreva a venir con ella a la función. Aunque si lo que he escuchado sobre su esposa y el señor Bonfils es cierto, tal vez sea una especie de venganza. ¡Ah, qué interesantes son los escarceos de la alta sociedad parisina!
Aparto la cortina para que Erline pueda entrar en el palco, cerrándola tras nosotros para lograr algo de intimidad. Minutos después uno de los empleados del teatro ya nos ha traído champagne y uvas, que deposita discretamente en la entrada para después marcharse de nuevo. Sirviendo un par de copas, escucho el comentario de Erline explicándome el argumento de la obra. Suena interesante, como todas las que me trae a ver. Y especialmente adecuada para nuestro esperado reencuentro.
- Te pediría que me lo dejases, pero ya sabes que tengo un pequeño problema con los libros. Jamás soy capaz de concentrarme lo suficiente como para lograr acabar uno - Le digo, tendiéndole el burbujeante licor con una media sonrisa. Mi dislexia fue la principal causa de mi duro aprendizaje en el monasterio, aunque el verdadero fracaso de mis aspiraciones monacales fue mi padrastro James. La vida ha dado muchas vueltas desde entonces, hasta llevarme a un lugar al que jamás creí que llegaría. Y aun así, no soy capaz de arrepentirme de nada. - Mira, el telón está empezando a alzarse. Veamos si el nivel de la compañía está a la altura de la obra.
Jack Walsh- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
Sonrió de oreja a oreja enderanzo la espalda y adoptando una postura orgullosa cuando Jack le dijo que sonriera porque iban a provocar los comentarios de las envidiosas. Le encataba ir al teatro y desde que Olivier murió, pocas veces había ido con compañía, siempre iba sola a su palco y en raras ocasiones contaba con el brazo de un caballero, ya que no solía presentarse en sociedad con ninguno de sus amantes. Pero esa noche iba con Jack del brazo, ambos jóvenes, guapos, elagantes y con esa actitud cómplice que destilaba confianza; parecían incalcanzables, intocables, como si les envolviese un aura poderosa. Las malas lenguas empezaron a criticar de inmediato, las caras y los gestos se torcieron en algunos casos, ese era el fruto de la envidia y la inquina. La alta sociedad no perdonaba la irrupción de ese tipo de personas en su escalafón, el sistema de clases era así por algo y ellos desmontaban y desafiaban ese sistema.
¿Dos prostitutos en un palco? ¿como podía ser eso? ella era una larga de lista de cosas en ese momento: una zorra, una interesada, una listilla, una descarada... pero a esas alturas Erline se alimentaba de esos comentarios para generar energía positiva e incentivarse a repetirlo todavía con más ahínco.
Escuchó los comentarios de su amigo y rió con sus ocurrencias, a él le encantaban las historias, los secretos y los dimes y diretes. Ella se acababa perdiendo en muchos de ellos, porque ya no estaba tan al tanto ni le interesaban de la misma forma.
La obra comenzó y disfrutaron de las copas de champagne y las uvas, haciendose comentarios sobre los diálogos y riéndose cuando la obra lo requería, ya que era una comedia romántica. Cuando el talón bajaba Erline se olvidaba del mundo y se centraba en la representación. Si alguna actuación le gustaba, solía enviar flores a los actores y en alguna ocasión bajaba a los camerinos a charlar con ellos. Pero esa noche no le apetecía hacer vida pseudosocial, le apetecía pasarla con su amigo. Acabó la obra y tocaba salird e allí. Él no necesitaba volver al Satine porque su noche completa estaba más que pagada.
— ¿te quedas a dormir en mi casa? te prometo un desayuno espectacular. Anda... dí que sí, que por una vez...— cuando ella estaba en el burdel valoraba las noches en las que podía dormir sola, a su aire, si no le apetecía atender a ningun cliente, poder hacerlo. Cuando escaló posiciones pudo elegir, pero antes de eso a veces era una sensación desagradable el querer tener sólo tu propio olor y tacto en las sábanas y no poder.
¿Dos prostitutos en un palco? ¿como podía ser eso? ella era una larga de lista de cosas en ese momento: una zorra, una interesada, una listilla, una descarada... pero a esas alturas Erline se alimentaba de esos comentarios para generar energía positiva e incentivarse a repetirlo todavía con más ahínco.
Escuchó los comentarios de su amigo y rió con sus ocurrencias, a él le encantaban las historias, los secretos y los dimes y diretes. Ella se acababa perdiendo en muchos de ellos, porque ya no estaba tan al tanto ni le interesaban de la misma forma.
La obra comenzó y disfrutaron de las copas de champagne y las uvas, haciendose comentarios sobre los diálogos y riéndose cuando la obra lo requería, ya que era una comedia romántica. Cuando el talón bajaba Erline se olvidaba del mundo y se centraba en la representación. Si alguna actuación le gustaba, solía enviar flores a los actores y en alguna ocasión bajaba a los camerinos a charlar con ellos. Pero esa noche no le apetecía hacer vida pseudosocial, le apetecía pasarla con su amigo. Acabó la obra y tocaba salird e allí. Él no necesitaba volver al Satine porque su noche completa estaba más que pagada.
— ¿te quedas a dormir en mi casa? te prometo un desayuno espectacular. Anda... dí que sí, que por una vez...— cuando ella estaba en el burdel valoraba las noches en las que podía dormir sola, a su aire, si no le apetecía atender a ningun cliente, poder hacerlo. Cuando escaló posiciones pudo elegir, pero antes de eso a veces era una sensación desagradable el querer tener sólo tu propio olor y tacto en las sábanas y no poder.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
La obra transcurre sin mayores imprevistos, mi atención dividida entre el escenario y las siluetas que se recortan en el resto de palcos. Es increíble cómo el recato inherente a la alta la sociedad desaparece en cuanto las luces se apagan en el teatro; creen que por el mero hecho de no ver a los demás, éstos tampoco son capaces de verlos a ellos. Craso error; nada escapa a mis binóculos, rápidos y hábiles por la práctica. Al acabar la función, mi interés se ha visto recompensado con una felación de la prostituta al sr. Fablet, un misterioso acercamiento entre dos respetables caballeros servidores de Su Majestad y una aparente discusión entre el más joven de los Lachance y una albina increíblemente hermosa. Esto último me llama inmediatamente la atención, y es que jamás había visto antes a la mujer. Conozco a toda la nobleza de París, sin excepción; y esa joven no sólo posee el porte propio de la aristocracia, sino que además, no forma parte de ella. Lo que significa que, o es extranjera, o es algo más que en estos instantes escapa a mi comprensión. Algo que explique el extraño comportamiento del indiano después de su supuesta enfermedad, y sus ahora escasas apariciones en público.
Mentalmente tomo nota de todo ello, pensando en qué favores cobrarme para indagar más al respecto. Lo más insignificante, como la vida amorosa de Fablet, será simplemente objeto de chantaje. Nunca viene mal tener otro contacto ansioso por complacerme, especialmente si está tan bien relacionado como el anciano comerciante. Capaz de abrirme otras puertas a las que, per se, sería incapaz de acceder. En cambio, otros datos deben ser explorados antes de que me sean de utilidad. Lo de Lachance, sin duda, y también lo de los caballeros. El teatro parece un buen lugar para empezar una conspiración, o tal vez, algún extraño cártel.
Y si eso sucede, quiero ser el primero en enterarme.
Pensativo, no es hasta que el frío aire del exterior agita suavemente mis cabellos que vuelvo a centrarme en el presente. Erline me está pidiendo que vaya con ella a su mansión, lo que provoca en mi sentimientos encontrados. Sabe que no me gusta dormir acompañado, por motivos personales. De la misma manera en la que jamás accedería a besar a un cliente, una especie de resistencia en la que mis labios son mi último reducto de dignidad. Sin embargo, es Erline. Y me lo está pidiendo por favor. Siento que, después del tiempo que hemos pasado separados, dormir con ella es lo mínimo que le debo. Me cueste lo que me cueste.
- Soy un secuestrado afortunado. Normalmente no suelen tener la oportunidad de escoger - Bromeo, pasándome una mano por los espesos rizos dorados. El viento los coloca frente a mis ojos, de manera que, tras apartármelos dos veces de la cara, desisto. No podré ver hasta que subamos al carruaje de Erline, que ya está esperándonos, puntual, frente a la puerta del teatro. - Por ser tú, me quedaré en tu casa. Pero mañana por la noche tengo que estar en el Satine. Si viene Jacques y no me encuentra allí, Arlette tendrá problemas. Y adivina de quién será la culpa después.
Exacto, mía. Porque cuando el vampiro se enfada, lo hace de verdad; hasta el extremo de llegar a ser realmente feroz si su paciencia llega al límite. Sabe lo que quiere, y cuando lo quiere; y si no lo obtiene, no acepta un no por respuesta. Su expresión, habitualmente despreocupada, se transforma en una máscara helada, cruel; un anticipo de lo que le espera a quien acabe subiendo con él arriba, y que la mayoría de las veces suele ser el imbécil de Jack. De lo que sucede en la habitación, Erline no sabe nada; lleva demasiado tiempo fuera del Satine como para escuchar los susurros y rumores del resto de prostitutas. Y seguirá sin saber nada, porque yo no voy a contárselo. Con un poco de suerte, el errante se marchará de París con la misma precipitación con la que llegó. Y si sigue la misma pauta que el resto de inmortales, tardará un siglo o dos en volver a hollar tierras francesas. Tiempo suficiente para que deje de ser un problema en mi vida.
- ¿Sabes? Me sorprende que la obra acabe tan bien pese a la cantidad de mentiras, engaños y subterfugios que utilizan constantemente los personajes. En realidad, todo habría sido más sencillo si hubieran dejado que la vida fluyese por su cauce, en lugar de pensar treta tras treta para emparejar a quienes ya se gustaban entre sí. - Le digo a Erline, abriéndole la puerta del carruaje y cerrándola una vez estoy sentada frente a ella. - Aunque entiendo ese afán de querer intervenir para que todo salga como se espera. De no querer restar impotente por si a la vida le apetece darte algo que ansías, sino manipular para conseguir ese algo más que hará que todo valga la pena. La vida sería muy aburrida de otro modo; y nadie pagaría por ver una obra llamada poco ruido y menos nueces todavía.
Mentalmente tomo nota de todo ello, pensando en qué favores cobrarme para indagar más al respecto. Lo más insignificante, como la vida amorosa de Fablet, será simplemente objeto de chantaje. Nunca viene mal tener otro contacto ansioso por complacerme, especialmente si está tan bien relacionado como el anciano comerciante. Capaz de abrirme otras puertas a las que, per se, sería incapaz de acceder. En cambio, otros datos deben ser explorados antes de que me sean de utilidad. Lo de Lachance, sin duda, y también lo de los caballeros. El teatro parece un buen lugar para empezar una conspiración, o tal vez, algún extraño cártel.
Y si eso sucede, quiero ser el primero en enterarme.
Pensativo, no es hasta que el frío aire del exterior agita suavemente mis cabellos que vuelvo a centrarme en el presente. Erline me está pidiendo que vaya con ella a su mansión, lo que provoca en mi sentimientos encontrados. Sabe que no me gusta dormir acompañado, por motivos personales. De la misma manera en la que jamás accedería a besar a un cliente, una especie de resistencia en la que mis labios son mi último reducto de dignidad. Sin embargo, es Erline. Y me lo está pidiendo por favor. Siento que, después del tiempo que hemos pasado separados, dormir con ella es lo mínimo que le debo. Me cueste lo que me cueste.
- Soy un secuestrado afortunado. Normalmente no suelen tener la oportunidad de escoger - Bromeo, pasándome una mano por los espesos rizos dorados. El viento los coloca frente a mis ojos, de manera que, tras apartármelos dos veces de la cara, desisto. No podré ver hasta que subamos al carruaje de Erline, que ya está esperándonos, puntual, frente a la puerta del teatro. - Por ser tú, me quedaré en tu casa. Pero mañana por la noche tengo que estar en el Satine. Si viene Jacques y no me encuentra allí, Arlette tendrá problemas. Y adivina de quién será la culpa después.
Exacto, mía. Porque cuando el vampiro se enfada, lo hace de verdad; hasta el extremo de llegar a ser realmente feroz si su paciencia llega al límite. Sabe lo que quiere, y cuando lo quiere; y si no lo obtiene, no acepta un no por respuesta. Su expresión, habitualmente despreocupada, se transforma en una máscara helada, cruel; un anticipo de lo que le espera a quien acabe subiendo con él arriba, y que la mayoría de las veces suele ser el imbécil de Jack. De lo que sucede en la habitación, Erline no sabe nada; lleva demasiado tiempo fuera del Satine como para escuchar los susurros y rumores del resto de prostitutas. Y seguirá sin saber nada, porque yo no voy a contárselo. Con un poco de suerte, el errante se marchará de París con la misma precipitación con la que llegó. Y si sigue la misma pauta que el resto de inmortales, tardará un siglo o dos en volver a hollar tierras francesas. Tiempo suficiente para que deje de ser un problema en mi vida.
- ¿Sabes? Me sorprende que la obra acabe tan bien pese a la cantidad de mentiras, engaños y subterfugios que utilizan constantemente los personajes. En realidad, todo habría sido más sencillo si hubieran dejado que la vida fluyese por su cauce, en lugar de pensar treta tras treta para emparejar a quienes ya se gustaban entre sí. - Le digo a Erline, abriéndole la puerta del carruaje y cerrándola una vez estoy sentada frente a ella. - Aunque entiendo ese afán de querer intervenir para que todo salga como se espera. De no querer restar impotente por si a la vida le apetece darte algo que ansías, sino manipular para conseguir ese algo más que hará que todo valga la pena. La vida sería muy aburrida de otro modo; y nadie pagaría por ver una obra llamada poco ruido y menos nueces todavía.
Jack Walsh- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
— oh! oh! espera, espera... para el carro...¿quién es ese Jacques? ¿alguien interesante? ¿te gusta? cuéntamelo todo!! ¿es el nuevo "Narcisse"?.— había un cliente sel Satine, un primo borgoñón del rey francés Luis XVI, cuyas rabietas y pataletas eran ya de sobra conocidas en el local. De carácter furibundo, destemplado y excesivo, no dudaba en exigir lo que no era exigible, de maltratar verbalmente y de otras formas a cualquiera que osara enfrentarse a él o no cumplir sus infantiles caprichos. Erline consiguió que comiera de su mano pero sólo porque encontró su puerta de atrás,ésa era su habilidad, que obviamente no explicó a sus compañeros porque si todos la usaban, entonces pronto perderían el único comodín que les quedaba para serenar al rabicundo borgoñón.
— Bueno, la obra no es sino un fiel de reflejo de la vida. ¿No estamos acaso todos en este escenario interpretando un papel? pfff ¿sabes qué? está muy de moda eso de "sé tú mismo, sé auténtico". Menuda tontería, la mayoría de la gente está insatisfecha: el que es pobre quiere dejar de serlo, el rico se aburre, las gordas quieren estar delgadas, los viejos quieren ser jóvenes, los niños quieren crecer y alistarse en la guerra...el mundo no está hecho para que seamos lo que queremos ser, si fuéramos nosotros mismos acabaríamos a tiros por las calles ¿no crees?. No, definitivamente yo no pagaría por ver una obra que se llamase "Poco ruido y menos nueces". Pero la noche no se acaba aquí, sé de un sitio donde ponen una obra que se llama "La mansión sin retorno de la viuda de seda"...uuuhhh...— le dio un tono dramático a sus palabras y estalló en carcajadas. Tenía ganas de enseñarle a Jack su casa, no por ostentosa, eso no iba con ella ni con él, no dejaban de ser un puñado de trastos lujosos que cualquiera podría tener con un poco de astucia en la vida.
Salieron del teatro del brazo habiendo dado cuenta de un par de botellas champagne. No iban borrachos pero el espumoso había animado una chispa más su ánimo. Por el camino jugaron a su viejo juego, el que solían jugar por las tardes en el burdel cuando esperaban el caer de la noche y los clientes. Uno decía una palabra y el otro debía contestar otra que le evocase algo. Normalmente siempre relacionaban conceptos con personas, clientes, personalidades, compañeros...todo aderezado con un poco de malicia. A la palabra que dijo Jack ellá contestó.
— ¿venado?...mmmm...¡Madame Tourette! jajajaja ¿la recuerdas? aquella vez que vino a buscar a su marido hecha una furia, y tenía cara de venado!!. Me toca...a ver... mmmm... ¿burdeos?
Esperó la contestación de Jack mientras se iban acercando a la mansión D'Amencourt a la que entraron por la cancela principal, atravesando el camino flanqueado por robles y deteniéndose en la entrada circular presidida por una enorme fuente con tritones. La mansión D'Amencourt constaba de jardines pegados a un lago, bastantes acres de terreno y el gigantesco invernadero de metal y cristal que Erline había levantado. Era uno de sus rincones favoritos, allí se sentía más en paz que en ningún lugar.
Descendieron del coche y pasaron por la casa a dejar abrigos y capas y coger otra botella y dos copas, quería llevarlo allí, a su rincón especial. La estructura era imponente, los paneles de vidrio se podían abrir a placer para que penetrase el aire puro o la lluvia. Había escaleras de caracol metálicas en los cuatro extremos y el centro del invernadero, y una pasarela a modo de andamio en la parte superior para poder abrir los cristales superiores y también tener otra vista de la vegetación que allí había. Entraron por ela sección de las rosas y flores "valientes" como ella las llamaba.
— Cuidado... esa es una planta carnívora. No te va a morder, pero en su fondo hay una especie de jugo digestivo que provoca una buena úlcera.— continuaron por las plantas selváticas y frondosas, algunas de las cuales colgaban de grandes árboles. Por todo el invernadero había repartidos banquitos de diferentes estilos, rincones donde sentarse y leer, por aquí una mesita con unos escabeles bajos, una estatua de piedra, por allá una fuentecilla que aportaba su rumor cantarín. Siguieron por el jardín japonés lleno de cerezos en flor y un pequeño estanque con flores de loto y llegaron hasta la sala de las orquídeas. Habían construido una cueva con paredes llenas de helechos y liquenes por la que rezumaba la humedad y donde las delicadas fglores estaban al resguardo de la potente luz solar.
Allí había una especie de balancín grande forrado con cojines y se sentaron allí meciéndose despacio y disfrutando del champagne.
— Mi marido era un consentidor, se dejó una fortuna en esto porque yo se lo pedí. Es de las pocas cosas que no he aburrido, me gusta venir aquí. Todas las semanas le llevo flores frescas, creo que llegué a sentir por él un cariño especial. Él no me amó desinteresadamente, también fue egoista como lo somos todos, obtuvo lo que quería y me dio esto a cambio, pero era un buen hombre.— se encogió de hombros. Un poco de cariño era lo máximo que podía sentir, Olivier podía darse por honrado, porque lo había tenido por parte de la viuda de Seda.
— Bueno, la obra no es sino un fiel de reflejo de la vida. ¿No estamos acaso todos en este escenario interpretando un papel? pfff ¿sabes qué? está muy de moda eso de "sé tú mismo, sé auténtico". Menuda tontería, la mayoría de la gente está insatisfecha: el que es pobre quiere dejar de serlo, el rico se aburre, las gordas quieren estar delgadas, los viejos quieren ser jóvenes, los niños quieren crecer y alistarse en la guerra...el mundo no está hecho para que seamos lo que queremos ser, si fuéramos nosotros mismos acabaríamos a tiros por las calles ¿no crees?. No, definitivamente yo no pagaría por ver una obra que se llamase "Poco ruido y menos nueces". Pero la noche no se acaba aquí, sé de un sitio donde ponen una obra que se llama "La mansión sin retorno de la viuda de seda"...uuuhhh...— le dio un tono dramático a sus palabras y estalló en carcajadas. Tenía ganas de enseñarle a Jack su casa, no por ostentosa, eso no iba con ella ni con él, no dejaban de ser un puñado de trastos lujosos que cualquiera podría tener con un poco de astucia en la vida.
Salieron del teatro del brazo habiendo dado cuenta de un par de botellas champagne. No iban borrachos pero el espumoso había animado una chispa más su ánimo. Por el camino jugaron a su viejo juego, el que solían jugar por las tardes en el burdel cuando esperaban el caer de la noche y los clientes. Uno decía una palabra y el otro debía contestar otra que le evocase algo. Normalmente siempre relacionaban conceptos con personas, clientes, personalidades, compañeros...todo aderezado con un poco de malicia. A la palabra que dijo Jack ellá contestó.
— ¿venado?...mmmm...¡Madame Tourette! jajajaja ¿la recuerdas? aquella vez que vino a buscar a su marido hecha una furia, y tenía cara de venado!!. Me toca...a ver... mmmm... ¿burdeos?
Esperó la contestación de Jack mientras se iban acercando a la mansión D'Amencourt a la que entraron por la cancela principal, atravesando el camino flanqueado por robles y deteniéndose en la entrada circular presidida por una enorme fuente con tritones. La mansión D'Amencourt constaba de jardines pegados a un lago, bastantes acres de terreno y el gigantesco invernadero de metal y cristal que Erline había levantado. Era uno de sus rincones favoritos, allí se sentía más en paz que en ningún lugar.
- Mansión:
- Invernadero:
- Boys don't cry:
Descendieron del coche y pasaron por la casa a dejar abrigos y capas y coger otra botella y dos copas, quería llevarlo allí, a su rincón especial. La estructura era imponente, los paneles de vidrio se podían abrir a placer para que penetrase el aire puro o la lluvia. Había escaleras de caracol metálicas en los cuatro extremos y el centro del invernadero, y una pasarela a modo de andamio en la parte superior para poder abrir los cristales superiores y también tener otra vista de la vegetación que allí había. Entraron por ela sección de las rosas y flores "valientes" como ella las llamaba.
— Cuidado... esa es una planta carnívora. No te va a morder, pero en su fondo hay una especie de jugo digestivo que provoca una buena úlcera.— continuaron por las plantas selváticas y frondosas, algunas de las cuales colgaban de grandes árboles. Por todo el invernadero había repartidos banquitos de diferentes estilos, rincones donde sentarse y leer, por aquí una mesita con unos escabeles bajos, una estatua de piedra, por allá una fuentecilla que aportaba su rumor cantarín. Siguieron por el jardín japonés lleno de cerezos en flor y un pequeño estanque con flores de loto y llegaron hasta la sala de las orquídeas. Habían construido una cueva con paredes llenas de helechos y liquenes por la que rezumaba la humedad y donde las delicadas fglores estaban al resguardo de la potente luz solar.
Allí había una especie de balancín grande forrado con cojines y se sentaron allí meciéndose despacio y disfrutando del champagne.
— Mi marido era un consentidor, se dejó una fortuna en esto porque yo se lo pedí. Es de las pocas cosas que no he aburrido, me gusta venir aquí. Todas las semanas le llevo flores frescas, creo que llegué a sentir por él un cariño especial. Él no me amó desinteresadamente, también fue egoista como lo somos todos, obtuvo lo que quería y me dio esto a cambio, pero era un buen hombre.— se encogió de hombros. Un poco de cariño era lo máximo que podía sentir, Olivier podía darse por honrado, porque lo había tenido por parte de la viuda de Seda.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
La mención de Jacques no pasa desapercibida para la prostituta, que se apresura a interrogarme para que le cuente cotilleos sobre el cliente. Aunque entraba dentro de mis planes la posibilidad de que lo hiciera -uno de nuestros mayores pasatiempos en el Satine es, y siempre ha sido, meternos en vidas ajenas-, es algo incómodo para mi. Hace que me sienta dividido, incapaz de decidirme entre mi intención de serle sincero a Erline y la necesidad de que no se preocupe por mi. Porque aunque no me gusta esconderle nada a mi amiga, tampoco quiero que sepa lo que sucede realmente cuando subimos arriba. En qué me convierto cuando me pongo la máscara de Jack para complacer al cliente de turno.
Al final, decido contarle sólo parte de la verdad. Esa porción de realidad que, aderezada con unos cuantos detalles jugosos, bastarán para que la morena pierda en pocos minutos el interés. De ese modo no le estaría mintiendo, y no faltaría a la promesa que le hice hace ya tantos años. Saliendo a mi vez de un incómodo escollo en el camino.
- Jacques es un vampiro, Erline. Un inmortal que lleva casi un milenio hollando la tierra. - Empiezo a explicarle, descorchando la primera de las numerosas botellas de champagne que consumiremos esta noche. - Empezó a venir un día al Satine, sin que nadie hubiera oído hablar jamás de él. Y desde entonces nos visita puntualmente una vez a la semana. La mayoría de veces viene a saciar sus instintos, no sólo sexuales. Pero otras, busca algo más. Información sobre sus enemigos, que paga con francos contantes y sonantes y su protección al local. - Tiendo una copa a Erline antes de llevarme otra a los labios, fría y refrescante. - El Satine siempre había corrido riesgos con los sobrenaturales, porque al ser nuestro público esencialmente humano, no estamos preparados para ellos. Pero ahora que Jacques lo ha marcado como suyo, tenemos menos problemas de ese tipo. Por eso Arlette lo lleva como si fuera el mismísimo Rey de Francia. Porque le conviene; y ya sabes que lo que le conviene a Arlette, a la larga nos conviene a todos.
Tal y como imaginaba, Erline no tarda demasiado en buscar otro tema de su interés. Que tras unas cuantas copas más de licor, deriva en el banal pero divertido juego al que jugábamos en el Satine. Palabra tras palabra, nos ocupa hasta llegar a la entrada de la mansión. Frente a la cual respondo a su "burdeos" esbozando media sonrisa traviesa.
- Se me ocurren muchas cosas con esa palabra. El burdeos era el color favorito de mi hermana Demelza. Y también el del absurdo color del que se le quedó el pelo a Grace tras comprarle aquel tinte a una gitana. Pero sobre todo, me recuerda a aquella vez en la que Monique hizo sus... necesidades en el caro vino de aquel cliente, como venganza por haberle pegado en la mismísima cara. Todavía lo recuerdo alabando el sabor a barrica de roble en el salón bar, mientras las chicas se reían como gallinas desde detrás del escenario.
Una carcajada escapa de entre mis labios, de esas sinceras que en tan escasas ocasiones aparecen en mi vida. Burbujea en mi pecho acompañada por una sensación cálida, tan reconfortante como el propio espumoso. Aunque me paso el día sonriendo, la mayor parte de mis sonrisas son fingidas; pura obligación, que esconde mis verdaderos sentimientos tras una blanca dentadura. No así las que comparto con Erline, a la que ayudo a bajarse del carruaje con el tambaleante pulso de quien está borracho como una cuba.
Juntos, recorremos una amplia extensión de recortado césped en dirección al invernadero. La oscuridad de la noche me impide apreciar en profundidad la belleza que nos rodea, pero aun así, todo está dotado de un toque mágico y místico.
- Es de esa clase de mansiones que sólo pueden heredarse, antigua pero elegante a partes iguales - Le comento a mi amiga, fingiendo que estoy observando una planta cuando en realidad intento mantener el equilibrio. Su advertencia sobre la planta me hace esbozar media sonrisa, que acompaño por un nuevo guiño de ojos.- No te preocupes por mi. En realidad, soy una especie de planta carnívora; atraigo a los clientes con mi perfume y aspecto, y después me quedo su dinero. Tú te lo has montado mejor; a mi todavía no me han regalado ningún invernadero.
Sentado en el balancín, observo con expresión distraída las diferentes plantas del lugar. Algunas me recuerdan a las que tenía mi madre, en sus jardines de la mansión inglesa en la que crecí. Todavía la recuerdo cuando, vestida con aquellas prendas que James tanto odiaba, podaba los arbustos como una vulgar muchacha de clase baja. Era una de las pocas aficiones que tenía, y por ella estaba dispuesta incluso a plantarle cara al cerdo de su marido. Lástima que no pensase lo mismo de su hijo, al que para querer tanto jamás movió un dedo por ayudar.
- ¿Quedan parientes que te incomoden, Erline? Además del hijo de tu difunto esposo. - Le pregunto, sacando un cigarro y encendiéndolo con habilidad.- Tal vez un pariente lejano interesado en recuperar la casa de sus antepasados, o un sobrino que quiera heredarte junto con las peonías y los muebles. Me resulta extraño que puedas disfrutar de semejante oasis de tranquilidad sin más. Estas cosas siempre tienen un pero.
Al final, decido contarle sólo parte de la verdad. Esa porción de realidad que, aderezada con unos cuantos detalles jugosos, bastarán para que la morena pierda en pocos minutos el interés. De ese modo no le estaría mintiendo, y no faltaría a la promesa que le hice hace ya tantos años. Saliendo a mi vez de un incómodo escollo en el camino.
- Jacques es un vampiro, Erline. Un inmortal que lleva casi un milenio hollando la tierra. - Empiezo a explicarle, descorchando la primera de las numerosas botellas de champagne que consumiremos esta noche. - Empezó a venir un día al Satine, sin que nadie hubiera oído hablar jamás de él. Y desde entonces nos visita puntualmente una vez a la semana. La mayoría de veces viene a saciar sus instintos, no sólo sexuales. Pero otras, busca algo más. Información sobre sus enemigos, que paga con francos contantes y sonantes y su protección al local. - Tiendo una copa a Erline antes de llevarme otra a los labios, fría y refrescante. - El Satine siempre había corrido riesgos con los sobrenaturales, porque al ser nuestro público esencialmente humano, no estamos preparados para ellos. Pero ahora que Jacques lo ha marcado como suyo, tenemos menos problemas de ese tipo. Por eso Arlette lo lleva como si fuera el mismísimo Rey de Francia. Porque le conviene; y ya sabes que lo que le conviene a Arlette, a la larga nos conviene a todos.
Tal y como imaginaba, Erline no tarda demasiado en buscar otro tema de su interés. Que tras unas cuantas copas más de licor, deriva en el banal pero divertido juego al que jugábamos en el Satine. Palabra tras palabra, nos ocupa hasta llegar a la entrada de la mansión. Frente a la cual respondo a su "burdeos" esbozando media sonrisa traviesa.
- Se me ocurren muchas cosas con esa palabra. El burdeos era el color favorito de mi hermana Demelza. Y también el del absurdo color del que se le quedó el pelo a Grace tras comprarle aquel tinte a una gitana. Pero sobre todo, me recuerda a aquella vez en la que Monique hizo sus... necesidades en el caro vino de aquel cliente, como venganza por haberle pegado en la mismísima cara. Todavía lo recuerdo alabando el sabor a barrica de roble en el salón bar, mientras las chicas se reían como gallinas desde detrás del escenario.
Una carcajada escapa de entre mis labios, de esas sinceras que en tan escasas ocasiones aparecen en mi vida. Burbujea en mi pecho acompañada por una sensación cálida, tan reconfortante como el propio espumoso. Aunque me paso el día sonriendo, la mayor parte de mis sonrisas son fingidas; pura obligación, que esconde mis verdaderos sentimientos tras una blanca dentadura. No así las que comparto con Erline, a la que ayudo a bajarse del carruaje con el tambaleante pulso de quien está borracho como una cuba.
Juntos, recorremos una amplia extensión de recortado césped en dirección al invernadero. La oscuridad de la noche me impide apreciar en profundidad la belleza que nos rodea, pero aun así, todo está dotado de un toque mágico y místico.
- Es de esa clase de mansiones que sólo pueden heredarse, antigua pero elegante a partes iguales - Le comento a mi amiga, fingiendo que estoy observando una planta cuando en realidad intento mantener el equilibrio. Su advertencia sobre la planta me hace esbozar media sonrisa, que acompaño por un nuevo guiño de ojos.- No te preocupes por mi. En realidad, soy una especie de planta carnívora; atraigo a los clientes con mi perfume y aspecto, y después me quedo su dinero. Tú te lo has montado mejor; a mi todavía no me han regalado ningún invernadero.
Sentado en el balancín, observo con expresión distraída las diferentes plantas del lugar. Algunas me recuerdan a las que tenía mi madre, en sus jardines de la mansión inglesa en la que crecí. Todavía la recuerdo cuando, vestida con aquellas prendas que James tanto odiaba, podaba los arbustos como una vulgar muchacha de clase baja. Era una de las pocas aficiones que tenía, y por ella estaba dispuesta incluso a plantarle cara al cerdo de su marido. Lástima que no pensase lo mismo de su hijo, al que para querer tanto jamás movió un dedo por ayudar.
- ¿Quedan parientes que te incomoden, Erline? Además del hijo de tu difunto esposo. - Le pregunto, sacando un cigarro y encendiéndolo con habilidad.- Tal vez un pariente lejano interesado en recuperar la casa de sus antepasados, o un sobrino que quiera heredarte junto con las peonías y los muebles. Me resulta extraño que puedas disfrutar de semejante oasis de tranquilidad sin más. Estas cosas siempre tienen un pero.
Última edición por Jack Walsh el Sáb Mayo 20, 2017 3:10 am, editado 1 vez
Jack Walsh- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
Al escuchar la palabra "vampiro" estuvo tentada de contarle el episodio de la Bastilla, pero algo le hizo cerrar el pico. No era desconfianza por Jack, que sabía que no la traicionaría, pero si ese tal Jacques podía hipnotizarlo o controlarlo o lo que fuera que hiciesen los chupasangres, bien podría saber de ella y de Joe Black. ¿Y si esos dos vampiros eran enemigos? ¿Dónde se estarían metiendo? a fin de cuentas ellos dos eran insignificantes humanos, carne fresca, sacos de sangre que beber. No, por el momento, si no encontraba otra forma de abordar el tema, guardaría silencio sobre ello. Pero lo cierto es que le vendría bien la opinión de Jack. Lo valoraría más adelante.
Cambió de tema y su amigo le recordó uno de los episodios más memorables de la historia del Satine, el Vin de merde. Aquella gesta fue largamente admirada, recordada y contada en cada ocasión que se terciase. No pudo evitar reirse cuando lo recordó, eran bueno tiempos, todavía sentía la adrenalina correr por las venas cuando ejercía su poder, cuando su belleza y el juego de seducción volvía locos a los hombres hasta cegarlos de deseo. Con el tiempo se cansó de ese juego, aburrió las cuatro paredes del Satine y empezó a ansiar ver el mundo, conocer otras opciones.
— Cuando me lo contaron creí que iban a estallarme las costillas de tanto reir...¡Ay Jack! los viejos tiempos...— se desprendió de las horquillas que sujetaban su pelo y sacudió la melena, larga y ondulada, dejadola libre y suelta.— Oh! tú siempre hueles bien.Yo me dejaría engullir si fueras tú la planta carnívora.— se acercó a su cuello y aspiró su olor respirando profundamente. El mundo se dividía en personas que olían a estercolero y personas por cuya fragancia daba ganas de morderlos cual pastel. Jack era uno de esos, tenía algo, no era el perfume o el olor del jabón, era su propio olor que invitaba a dormirse encima o a besar ese cuello sin cesar. La mayoria de sus clientes olían a perfumes caros, a vejestorio y decrepitud, a tabaco y alcohol, y recientemente... a muerte y pecado.
Iban algo chispados y le sentó bien sentarse en el balancín del invernadero, subiendo los pies, ahora descalzos porque había lanzado los zapatos por ahí, sobre las rodillas del joven.
— No tienes uno porque no quieres, lo sabes tan bien como yo, que si quisieras vivirías hasta en Versalles.— suspiró, porque ahi tocaba el tema espinoso.— sí, Emmanuel, el hijo de Olivier. Dejaron de hablarse hace más de quince años, lo desheredó y nunca más volvieron a cruzar palabra alguna. Cuando Olivier murió me lo dejó todo a mi, a obras benéficas y a algunas personas que se portaron bien con él en vida, pero yo fui la principal beneficiaria. Lógicamente impugnó el testamento, pero perdió, presidía el caso el juez Auverre de la Alta Corte... bueno, ya sabes, lo conoces tambien como yo. De un tiempo a esta parte ha intentado otros métodos, he tenido que redoblar la seguridad y hacer mi testamento, lo cual... me lleva al siguiente punto. Si me ocurre algo, los negocios están diversificados y sus ganancias irían a parar la mayoría a obras de caridad, y esta casa...— paseó los ojos por el invernadero de cristal.— recaería en ti. Pero no te preocupes, no va a pasarme nada. No me riñas!! no tengo pensado morirme, pero si sucediera... yo no me voy a llevar nada de esto al otro lado, así que al menos alguien a quien queiro lo pueda disfrutar.
Cambió de tema y su amigo le recordó uno de los episodios más memorables de la historia del Satine, el Vin de merde. Aquella gesta fue largamente admirada, recordada y contada en cada ocasión que se terciase. No pudo evitar reirse cuando lo recordó, eran bueno tiempos, todavía sentía la adrenalina correr por las venas cuando ejercía su poder, cuando su belleza y el juego de seducción volvía locos a los hombres hasta cegarlos de deseo. Con el tiempo se cansó de ese juego, aburrió las cuatro paredes del Satine y empezó a ansiar ver el mundo, conocer otras opciones.
— Cuando me lo contaron creí que iban a estallarme las costillas de tanto reir...¡Ay Jack! los viejos tiempos...— se desprendió de las horquillas que sujetaban su pelo y sacudió la melena, larga y ondulada, dejadola libre y suelta.— Oh! tú siempre hueles bien.Yo me dejaría engullir si fueras tú la planta carnívora.— se acercó a su cuello y aspiró su olor respirando profundamente. El mundo se dividía en personas que olían a estercolero y personas por cuya fragancia daba ganas de morderlos cual pastel. Jack era uno de esos, tenía algo, no era el perfume o el olor del jabón, era su propio olor que invitaba a dormirse encima o a besar ese cuello sin cesar. La mayoria de sus clientes olían a perfumes caros, a vejestorio y decrepitud, a tabaco y alcohol, y recientemente... a muerte y pecado.
Iban algo chispados y le sentó bien sentarse en el balancín del invernadero, subiendo los pies, ahora descalzos porque había lanzado los zapatos por ahí, sobre las rodillas del joven.
— No tienes uno porque no quieres, lo sabes tan bien como yo, que si quisieras vivirías hasta en Versalles.— suspiró, porque ahi tocaba el tema espinoso.— sí, Emmanuel, el hijo de Olivier. Dejaron de hablarse hace más de quince años, lo desheredó y nunca más volvieron a cruzar palabra alguna. Cuando Olivier murió me lo dejó todo a mi, a obras benéficas y a algunas personas que se portaron bien con él en vida, pero yo fui la principal beneficiaria. Lógicamente impugnó el testamento, pero perdió, presidía el caso el juez Auverre de la Alta Corte... bueno, ya sabes, lo conoces tambien como yo. De un tiempo a esta parte ha intentado otros métodos, he tenido que redoblar la seguridad y hacer mi testamento, lo cual... me lleva al siguiente punto. Si me ocurre algo, los negocios están diversificados y sus ganancias irían a parar la mayoría a obras de caridad, y esta casa...— paseó los ojos por el invernadero de cristal.— recaería en ti. Pero no te preocupes, no va a pasarme nada. No me riñas!! no tengo pensado morirme, pero si sucediera... yo no me voy a llevar nada de esto al otro lado, así que al menos alguien a quien queiro lo pueda disfrutar.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
Erline se acurruca junto a mi, apoyando su cabeza junto a mi cuello. Al mismo tiempo, estira sus esbeltas piernas sobre las mías, descalzas al quedar sus zapatos olvidados entre la hierba. Para mi sorpresa, su cercanía no me resulta incómoda, sino más bien natural; correspondo a ella rodeando sus hombros con mi brazo, y acariciando suavemente sus castaños y largos cabellos. De la raíz a las puntas, mis gestos son rítmicos y delicados. Y también relajantes, apreciando su tacto y aroma en el silencio de la oscuridad. Continúo con las caricias mientras la prostituta me habla de Emmanuel, el hijo supérstite de su difunto marido. Interrumpida únicamente por el borboteo del agua, que resuena desde algún lugar del mágico jardín de la viuda.
- Auverre no podía permitirse el lujo de que perdieras. Sabes demasiado sobre él, y eso no le conviene; tal es el poder que todos olvidan que nos confieren cuando nos cuentan sus secretos en la cama.- Le respondo a la morena, cuando termina de explicar lo que pasó y las medidas que ha tenido que tomar desde entonces. Con cuidado para no molestarla demasiado, alargo el brazo y sirvo dos nuevas copas de champagne. Una de las cuales le tiendo a la mujer, para que pueda ahogar sus penas en ella.- Y en cuanto a la casa, prefiero disfrutarla si estás tú en ella. Perdería parte de su encanto sin ti. Así que hazme el favor de no morirte, Erline. Y de ponerme las cosas más sencillas para protegerte. - Bebo un sorbo de champagne, en un intento por mantener un tono de voz suave y relajado. No quiero que crea que estoy enfadada con ella, aunque las siguientes palabras que pronunciaré sean en parte un reproche contra sus actos. - ¿Sabes que durante tu excursión a la Bastilla -que ya me dirás qué estabas haciendo allí- estuvieron a punto de atraparte? Durante el cambio de ronda, encontraron al guardia de la capilla dormido. Al parecer era presa de alguna clase de hipnosis. Los chicos estuvieron a punto de dar la señal, y lo habrían hecho de no ser porque uno de ellos reconoció tu carruaje. - Les salió mucho más rentable asegurarse de que nadie molestaba a la prostituta, para después venir al Satine a explicarme la situación. Eran como perros en busca de galletas; jóvenes, ansiosos por obtener más de las drogas que puntualmente les suministraba. Gratis, sin coste alguno; todo a cambio de ganarme su lealtad para ocasiones como esa. - Si hubieran sido honrados, en lugar de unos adictos al opio y a los francos, habrías tenido problemas. Y puede que Emmanuel hubiera aprovechado la situación para sacar partido de ella.
- Auverre no podía permitirse el lujo de que perdieras. Sabes demasiado sobre él, y eso no le conviene; tal es el poder que todos olvidan que nos confieren cuando nos cuentan sus secretos en la cama.- Le respondo a la morena, cuando termina de explicar lo que pasó y las medidas que ha tenido que tomar desde entonces. Con cuidado para no molestarla demasiado, alargo el brazo y sirvo dos nuevas copas de champagne. Una de las cuales le tiendo a la mujer, para que pueda ahogar sus penas en ella.- Y en cuanto a la casa, prefiero disfrutarla si estás tú en ella. Perdería parte de su encanto sin ti. Así que hazme el favor de no morirte, Erline. Y de ponerme las cosas más sencillas para protegerte. - Bebo un sorbo de champagne, en un intento por mantener un tono de voz suave y relajado. No quiero que crea que estoy enfadada con ella, aunque las siguientes palabras que pronunciaré sean en parte un reproche contra sus actos. - ¿Sabes que durante tu excursión a la Bastilla -que ya me dirás qué estabas haciendo allí- estuvieron a punto de atraparte? Durante el cambio de ronda, encontraron al guardia de la capilla dormido. Al parecer era presa de alguna clase de hipnosis. Los chicos estuvieron a punto de dar la señal, y lo habrían hecho de no ser porque uno de ellos reconoció tu carruaje. - Les salió mucho más rentable asegurarse de que nadie molestaba a la prostituta, para después venir al Satine a explicarme la situación. Eran como perros en busca de galletas; jóvenes, ansiosos por obtener más de las drogas que puntualmente les suministraba. Gratis, sin coste alguno; todo a cambio de ganarme su lealtad para ocasiones como esa. - Si hubieran sido honrados, en lugar de unos adictos al opio y a los francos, habrías tenido problemas. Y puede que Emmanuel hubiera aprovechado la situación para sacar partido de ella.
Jack Walsh- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
La calidez del abrazo la hizo sentir casi como en casa. casa. Qué bonita palabra sin sentido para ella. No recordaba lo que era tener un hogar como tal, en el sentido amplio del término. Su casa, su mansión, era sólo un lugar, uno cómodo y bonito, pero en realidad le daría igual vivir allí, en Venecia o en Pakistán, nada la ataba, no tenía raíces ni sentimiento de pertenencia a nada.
Por esa misma razón, el abrazo que le provocó aquella sensación de calidez también le hizo sentir que estaba en casa. Qué cosa más curiosa, que tu casa sea realmente una persona. Eso era... agradable, bueno.
Entonces Jack le dijo que prefería no perderla, claro, ella tampoco es que tuviera muchas ganas de morirse, pero era mejor ser precavida, que nunca se sabía. El pequeño Jack... que de pequeño ya no tenía nada, pero le removía algo por dentro, un instinto de protección que desconocía que tuviera y que sólo sentía por él. Le habló de la Bastilla, sabía que ella había estado allí. Eso no le extrañaba, él tenía una red de pajarillos por toda la ciudad y de esa forma mantenía activo el comercio de secretos e información. Siempre se lo decía "Erline, la información es poder". Pero para ella era tedioso, aburrido, demasiado técnico y requería mucho esfuerzo mental. Digamos que ella no era de ajedrez, prefería jugar al póker. Lo que de verdad era preocupante es que alguien hubiera ¿cómo dijo? ¿hipnotizado? al guardia de la capilla. Frunció el ceño y arrugó la nariz, aquello era más serio de lo que parecía y prefería hablarlo con él.
— verás... conocí unas noches atrás a un tal Joe Black, seguramente hayas oído de él, se acaba de prometer a una mujer que pertenece a la nobleza, de apellido Garnert. Es un vampiro. Jamás había conocido a uno en persona, sólo había escuchado habladurías y... ya sabes que me gusta jugar duro. Lo de la Bastilla fue porque yo se lo pedí y... ¡uf! ¿lo has probado alguna vez? no fue sólo sexo, también su sangre y jamás había probado nada igual, es una droga muy potente. Sé que juego con fuego Jack, no soy tonta, ni tú tampoco. Tú mismo me has dicho que estás enredado con ese tal Jacques...bueno no me has dicho que estés enredado con él pero si te conozco un poco...lo estás.
Se echó un poco para atrás, separandose del abrazo de Jack, se colocó el pelo sobre un hombro acariciando las puntas mientras reflexionaba en voz alta.
— tú lo harás por tus razones, obviamente y yo por las mías. Sé que suena a adolescente inconsciente pero no es así. Soy muy consciente del peligro real que corro, pero...¿qué otra cosa me queda en la vida? ¿envejecer? ¿casarme con otro paleto con dinero? míranos Jack, somos lo que somos, quizás tú tengas un propósito, pero a mi no me queda ninguno, sólo vivir según mis propias normas, tratar de disfrutar algo de lo que este mundo me pueda ofrecer y si muero por el camino... psé. Averiguar más sobre los vampiros y experimentar un poco es lo unico que me ha mantenido el interés durante las últimas semanas. Sí, soy una yonki de la adrenalina, lo confieso. Pero es que ir a misa y hacer obras de caridad no es lo mío. Tampoco casarme y engendrar mil niños... dime que lo entiendes, por favor.
El burbujeo de la botella de champagne se escuchaba sutilmente a su lado, sobre la mesita, el rumor de la fuentecilla, cristalino, invitaba a aquella calma y a ese momento de parar un poco en el día a día y hacer balance vital.
Por esa misma razón, el abrazo que le provocó aquella sensación de calidez también le hizo sentir que estaba en casa. Qué cosa más curiosa, que tu casa sea realmente una persona. Eso era... agradable, bueno.
Entonces Jack le dijo que prefería no perderla, claro, ella tampoco es que tuviera muchas ganas de morirse, pero era mejor ser precavida, que nunca se sabía. El pequeño Jack... que de pequeño ya no tenía nada, pero le removía algo por dentro, un instinto de protección que desconocía que tuviera y que sólo sentía por él. Le habló de la Bastilla, sabía que ella había estado allí. Eso no le extrañaba, él tenía una red de pajarillos por toda la ciudad y de esa forma mantenía activo el comercio de secretos e información. Siempre se lo decía "Erline, la información es poder". Pero para ella era tedioso, aburrido, demasiado técnico y requería mucho esfuerzo mental. Digamos que ella no era de ajedrez, prefería jugar al póker. Lo que de verdad era preocupante es que alguien hubiera ¿cómo dijo? ¿hipnotizado? al guardia de la capilla. Frunció el ceño y arrugó la nariz, aquello era más serio de lo que parecía y prefería hablarlo con él.
— verás... conocí unas noches atrás a un tal Joe Black, seguramente hayas oído de él, se acaba de prometer a una mujer que pertenece a la nobleza, de apellido Garnert. Es un vampiro. Jamás había conocido a uno en persona, sólo había escuchado habladurías y... ya sabes que me gusta jugar duro. Lo de la Bastilla fue porque yo se lo pedí y... ¡uf! ¿lo has probado alguna vez? no fue sólo sexo, también su sangre y jamás había probado nada igual, es una droga muy potente. Sé que juego con fuego Jack, no soy tonta, ni tú tampoco. Tú mismo me has dicho que estás enredado con ese tal Jacques...bueno no me has dicho que estés enredado con él pero si te conozco un poco...lo estás.
Se echó un poco para atrás, separandose del abrazo de Jack, se colocó el pelo sobre un hombro acariciando las puntas mientras reflexionaba en voz alta.
— tú lo harás por tus razones, obviamente y yo por las mías. Sé que suena a adolescente inconsciente pero no es así. Soy muy consciente del peligro real que corro, pero...¿qué otra cosa me queda en la vida? ¿envejecer? ¿casarme con otro paleto con dinero? míranos Jack, somos lo que somos, quizás tú tengas un propósito, pero a mi no me queda ninguno, sólo vivir según mis propias normas, tratar de disfrutar algo de lo que este mundo me pueda ofrecer y si muero por el camino... psé. Averiguar más sobre los vampiros y experimentar un poco es lo unico que me ha mantenido el interés durante las últimas semanas. Sí, soy una yonki de la adrenalina, lo confieso. Pero es que ir a misa y hacer obras de caridad no es lo mío. Tampoco casarme y engendrar mil niños... dime que lo entiendes, por favor.
El burbujeo de la botella de champagne se escuchaba sutilmente a su lado, sobre la mesita, el rumor de la fuentecilla, cristalino, invitaba a aquella calma y a ese momento de parar un poco en el día a día y hacer balance vital.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
- Lo entiendo - Le aseguro, levantándome del banco con cuidado para no molestarla demasiado. - Pero a veces creo que no hay peor enemigo que nosotros mismos. Que la locura de perseguir nuestros deseos más profundos. Y no puedo protegerte de tus decisiones, Erline. Así que ves con cuidado con las decisiones que tomas. Especialmente, cuando en ella intervienen seres sobre los que no tienes ningún control.
La cabeza me da vueltas, achispada por los efectos del burbujeante champagne. Aun así, consigo ofrecerle el brazo a la prostituta con cierta dignidad, antes de empezar a pasear de nuevo por el invernadero. Las delicadas y exóticas plantas relucen misteriosamente en la oscuridad, iluminadas por la tenue luz de luna que se filtra a través de los paneles de cristal. Sus colores, de mil tonalidades diferentes, muestran ahora matices inapreciables durante el día. Algunos capullos están cerrados, pero la mayoría se muestra con sus pétalos desplegados para absorber la máxima luz posible. Se nota que Erline los mantiene cuidados, podando con mimo las ramas, hojas secas y demás partes marchitas que amenacen con pudrir el resto.
De pronto, escucho el crujir de una ramita restallar a nuestras espaldas. Durante el día habría resultado casi imperceptible, pero en la oscuridad de la noche, el sonido llama mi atención con un escalofrío. Instintivamente, lanzo a Erline al suelo justo en el instante en el que una plateada daga corta el aire allí donde se encontraba. Rozando mi antebrazo y produciendo allí un pequeño corte, que no tarda en empapar de sangre la cara seda de mi camisa.
- ¿Estás bien, Erline? - Empiezo, buscando con la mirada al inesperado atacante. La abundancia de maleza en la que ocultarse es algo que juega a su favor, de modo que me apresuro a buscar algo que pueda utilizar para defendernos. Mis ojos se detienen sobre un pequeño pero elegante árbol, que crece con sus delicadas ramas extendidas hacia el firmamento. - Lo siento, te cojo esto prestado - Mascullo, arrancando una larga rama del árbol grisáceo. No está tan equilibrada como una espada, pero será suficiente para que el extraño no vuelva a cogernos desprevenidos.
La cabeza me da vueltas, achispada por los efectos del burbujeante champagne. Aun así, consigo ofrecerle el brazo a la prostituta con cierta dignidad, antes de empezar a pasear de nuevo por el invernadero. Las delicadas y exóticas plantas relucen misteriosamente en la oscuridad, iluminadas por la tenue luz de luna que se filtra a través de los paneles de cristal. Sus colores, de mil tonalidades diferentes, muestran ahora matices inapreciables durante el día. Algunos capullos están cerrados, pero la mayoría se muestra con sus pétalos desplegados para absorber la máxima luz posible. Se nota que Erline los mantiene cuidados, podando con mimo las ramas, hojas secas y demás partes marchitas que amenacen con pudrir el resto.
De pronto, escucho el crujir de una ramita restallar a nuestras espaldas. Durante el día habría resultado casi imperceptible, pero en la oscuridad de la noche, el sonido llama mi atención con un escalofrío. Instintivamente, lanzo a Erline al suelo justo en el instante en el que una plateada daga corta el aire allí donde se encontraba. Rozando mi antebrazo y produciendo allí un pequeño corte, que no tarda en empapar de sangre la cara seda de mi camisa.
- ¿Estás bien, Erline? - Empiezo, buscando con la mirada al inesperado atacante. La abundancia de maleza en la que ocultarse es algo que juega a su favor, de modo que me apresuro a buscar algo que pueda utilizar para defendernos. Mis ojos se detienen sobre un pequeño pero elegante árbol, que crece con sus delicadas ramas extendidas hacia el firmamento. - Lo siento, te cojo esto prestado - Mascullo, arrancando una larga rama del árbol grisáceo. No está tan equilibrada como una espada, pero será suficiente para que el extraño no vuelva a cogernos desprevenidos.
Jack Walsh- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/04/2017
Re: Argent et soie ~ priv.
La sopresa dejó paso al desconcierto. ¡Les habían atacado! y estaban dentro de su casa, en el lugar más seguro que conocía. ¿Quién podría haberse colado en su propiedad de esa forma? ¿Quién quería verla muerta, tanto que se arriesgaba así, sin pensar?
La sombra se movió con rapidez detrás del árbol y entre la espesa vegetación del invernadero. Erline se levantó con rapidez y asió de la muñeca a Jack.
— Jack!! debemos salir de aquí, tenemos que llegar a la mansión!! rápido!!.— en el invernadero estaban desprotegidos, a merced de quien o quienes les atacaban con dagas y armas arrojadizas. Si se tratase de una pelea cuerpo a cuerpo, aún podrían tener una oportunidad, pero sin luz y con armas a distancia eran blanco fácil.
Agachó la cabeza, agazapándose y pegándose a una gran palmera chata que con sus hojas confundía las siluetas que se recortaban bajo ella. Recorrieron una especie de túnel de enrededaderas y se detuvieron en la cueva de las orquídeas, sin entrar, pegados a la roca que la delimitaba. Sus respiraciones eran superficiales y leves como suspiros casi inaudibles. Le hizo el gesto de "silencio" a su amigo para escuchar, por si podían localizar de donde venían los pasos y un breve siseo a su izquierda delató la posición del atacante. Miró a Jack elocuentemente y lo cierto es que estaba algo asustada, era una tímida sensación de miedo que asomaba a su alma. Pero ese miedo no era por ella misma, había estado en peores situaciones, era por Jack. No quería que le pasase nada a la única persona del mundo que le importaba, no quería que se hiciera el héroe por ella y acabase malherido o muerto.
La sombra se movió con rapidez detrás del árbol y entre la espesa vegetación del invernadero. Erline se levantó con rapidez y asió de la muñeca a Jack.
— Jack!! debemos salir de aquí, tenemos que llegar a la mansión!! rápido!!.— en el invernadero estaban desprotegidos, a merced de quien o quienes les atacaban con dagas y armas arrojadizas. Si se tratase de una pelea cuerpo a cuerpo, aún podrían tener una oportunidad, pero sin luz y con armas a distancia eran blanco fácil.
Agachó la cabeza, agazapándose y pegándose a una gran palmera chata que con sus hojas confundía las siluetas que se recortaban bajo ella. Recorrieron una especie de túnel de enrededaderas y se detuvieron en la cueva de las orquídeas, sin entrar, pegados a la roca que la delimitaba. Sus respiraciones eran superficiales y leves como suspiros casi inaudibles. Le hizo el gesto de "silencio" a su amigo para escuchar, por si podían localizar de donde venían los pasos y un breve siseo a su izquierda delató la posición del atacante. Miró a Jack elocuentemente y lo cierto es que estaba algo asustada, era una tímida sensación de miedo que asomaba a su alma. Pero ese miedo no era por ella misma, había estado en peores situaciones, era por Jack. No quería que le pasase nada a la única persona del mundo que le importaba, no quería que se hiciera el héroe por ella y acabase malherido o muerto.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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