Aurélien Varèse — ID

Aurélien Varèse

Poderes

Descripción psicológica

Es un hombre flemático, que se deja llevar muy poco por su corazón. Desde pequeño fue así, y eso le ayudó a sobrevivir. Es autosuficiente, y salvo excepciones, no le gusta seguir las órdenes de nadie. Cree que muy pocas personas tienen la calidad moral para mandarlo. Aunque él mismo se da cuenta de sus claroscuros, porque aunque es un fiel devoto de Cristo y la Virgen María, su especialidad y lo que verdaderamente le interesa es la hechicería oscura. Por ello mismo, siente que debe estar más cerca de Dios, para no dejarse devorar por la oscuridad.

Serio, práctico y muy inteligente, es un hombre al que le gusta siempre aprender. Un líder muy claro, y de pocas palabras. Se sabe que rara vez da audiencia a su gente y usualmente lo hace a través de intermediarios. Su pasado lo marcó, lo convirtió en alguien solitario, que no depende de nadie y que sabe sobrevivir. Hará todo lo que pueda para conseguirlo, aún cuando sus acciones contradigan esa ética católica suya. Es un hombre de contradicciones que, sin embargo, las usa a su favor. Puede retorcer conceptos como el del bien y el mal, moralidad y piedad a su antojo, y finalmente, es él quien triunfa sobre todas las cosas.

Complicado y hermético, es alguien con muchos conocidos, pero muy pocos amigos. No le gusta ser cuestionado, y de regreso, él tampoco pone en entredicho las motivaciones de otros. Mientras los resultados sean los esperados, no le interesa nada más.

Vive en un mundo muy enrevesado, del que no cualquiera saldría cuerdo, pero él no sólo lo hace, sino que lo usa como arma. Es casi imposible adivinar qué está pasando por su cabeza, y siendo un sujeto tan lleno de secretos, es mejor no saberlo. En resumen, se trata de alguien cuya oscuridad es definida por la luz, cuyos polos no están enfrentados, sino que conviven en armonía, y eso lo convierte en un hombre de contrastes.

Antecedentes Históricos

El mayor de siete hermanos, que pudieron ser más de no ser porque la pobreza en la que vivían le arrebató la salud a más de uno y murieron siendo infantes. El más indiferente de todos, también, Umberto fue el primero en salir a la calle a tratar de ganarse el alimento, y eso lo convirtió en un desconocido para todos los integrantes de una familia que añoraba un esplendor que simplemente no era para ellos. Jamás lo entendió, la mayoría de las veces se sentía un extraño en ese lugar, desapegado de ellos, cosa que se acentuó cuando sus padres comenzaron a usar a su hermana menor, Elia.

Antes de que eso sucediera, sin embargo, el joven Umberto ya recorría las strade de Roma ayudando a gente más afortunada con asuntos de jardinería. Un hombre de nombre Sandro Sorrentino, que era el jardinero en una casa de una acomodada familia, lo tomó como aprendiz. No sólo eso, Sandro también era un hechicero, y una vez que tuvo la confianza suficiente con Umberto, le enseñó también de eso. Así, el mayor de los Carracci aprendió sobre plantas y sobre magia a la par. Además, el hermano de Sandro, Carlo era el párroco de una capilla cercana, por lo que Umberto pasó mucho tiempo ahí también. Sandro, allegado a sus amos, consiguió que los tutores de los hijos de los señores de la casa, enseñaran a leer, escribir y ciencias a Umberto. El chico comenzó a ver al jardinero, e incluso al párroco, más como su familia que su propia familia. Pasaba realmente poco tiempo en casa, había días en los que ni siquiera regresaba y a nadie parecía importarle.

Así creció, autosuficiente y con Sandro y Carlo como únicas figuras de autoridad. Sandro era viudo y jamás pudo tener hijos, no era difícil que se encariñara con Umberto, un chico ávido, inteligente y con un hambre por aprender que no todos los días se encuentra. Pero Umberto demostró ser también ambicioso, en un sentido distinto al de su familia real. Él quería saber más y comenzó a toparse con callejones sin salida cuando preguntaba a Sandro. A veces leía sobre hechizos demasiado oscuros en la pequeña biblioteca de la capilla, Carlo tenía una colección envidiable y compartía esas habilidades con su hermano. Su mentor se negaba a contestar aquellas cuestiones. Siempre trató de enseñar el lado más luminoso de aquellas artes a su pupilo. Y aunque Umberto se frustraba, tampoco presionaba demasiado.

Una tarde, Sandro y él recibieron una extraña visita mientras trabajaban, se trataba de un hombre altísimo, pálido como cera y enfundado en negro, que sin embargo, Umberto encontró vagamente familiar. Al poco tiempo se enteraría que se trataba de Giacomo, el hermano mayor de Sandro y Carlo, hechicero también. Giacomo se mostró muy interesado en el pupilo de Sandro, quien no encontró agradable este acercamiento, y Umberto, aunque intrigado, tampoco propició nada.

Sin embargo, noches después, mientras regresaba a casa tras la jornada de trabajo, Giacomo lo interceptó en su camino. Hablaron, y como el diablo que te ofrece aquello que más deseas, le prometió enseñarle todo aquello que Sandro y Carlo se negaban a mostrarle. Umberto simplemente no pudo decir que no, y noche tras noche se encontraron para sus lecciones por varios meses. Si Umberto había demostrado gran habilidad para la hechicería que Sandro le había enseñado, era todavía más hábil para las artes más oscuras y Giacomo parecía encantado.

Pero Sandro comenzó a sospechar y una noche lo siguió a caballo, y ese fue su error.

Encontró a Giacomo instruyendo a Umberto en todo aquello que él se negó a enseñarle. Los hermanos discutieron, al parecer tenían rencillas muy rancias. Sandro acusó a su hermano mayor de querer corromperlo todo. Umberto sintió una vergüenza que parecía que iba a matarlo, y es que había decepcionado a la primera persona que había creído en él. Salió corriendo y Sandro lo siguió sobre su caballo. El chico se adentró en el bosque y los sinuosos caminos provocaron que el jamelgo se rompiera una pata, tirando a Sandro, quien se golpeó la cabeza y quedó tendido, sin vida. Umberto regresó sobre sus pasos y lloró sobre el cuerpo de su maestro.

Minutos más tarde, Carlo se apareció y ayudó a Umberto a llevar el cuerpo de Sandro a la capilla. Fue la peor noche de su vida, que todavía estaba por empeorar.

Regresó a casa, por consejo de Carlo y ahí se encontró con la noticia de lo que su familia estaba haciendo con Elia. Enojado, frustrado y triste por los sucesos de esa misma noche, preguntó a sus padres y hermanos qué iban a hacer al respecto. Al encontrar sólo indiferencia, decidió tomar sus cosas y largarse. Para el amanecer, había regresado a la capilla con Carlo, quien finalmente fue quien lo ayudó a huir de Roma.

Umberto llegó a París, con apenas unas cuantas monedas que Carlo le había dado. Los primeros meses fueron difíciles y se valió de sus habilidades mágicas para sobrevivir, además de refugiarse aún más en la religión, y aunque pasaba mucho tiempo en Notre Dame, también comenzó a disgustarle la corrupción que encontró en el clero, motivo por el cual, finalmente no se unió a él como sacerdote, algo que consideró.

Consiguió un empleo en la casa Varèse como jardinero. Se trataba sólo de un viudo y su hijo Aurélien, como de su edad. Apenas llevaba unas semanas trabajando ahí, cuando al señorito lo mataron por una disputa de juego. Su patrón estaba destrozado, y sintió algo compasión, así que lo acompañó en su duelo. Pero ahí vio la oportunidad perfecta para dejar de ser Umberto Carracci. Haciendo uso sus poderes, manipuló la memoria y más del señor de la casa, y lo convención de que él era Aurélien, su hijo.

Poco después, el señor Varèse falleció, dejándole todo al falso Aurélien, quien con los recursos que ahora tenía, continuó con sus estudios de las artes más oscuras de la hechicería. Carlo lo volvió a contactar, y no lo delató. Fue él quien, finalmente, lo guio hasta la inquisición. Umberto, o Aurélien, encontró en ese lugar el bastión ideal, no era parte de la élite de sacerdotes, pero estaba cerca de Dios, como siempre había querido. Ascendió rápido por sus habilidades, su pragmatismo y eficacia, al grado de actualmente ostentar el liderazgo de los condenados, grupo que él mismo no desprecia, pues como él mismo, los ve como seres malditos buscando la redención.

Es así que tuvo que enfrentar a Giacomo de nuevo. Fue más bien casualidad, pero como es de suponerse, el hechicero más experimentado ganó la batalla. Aurélien lo ve como responsable indirecto de la muerte de Sandro, así que se ha jurado matarlo. Hizo un voto de castidad hasta que lo consiga.

Hace poco, haciendo labor de caridad, Aurélien se topó con Elia. Hablaron, o discutieron más bien, y la trató de llevar a su casa, sin éxito. Envió a alguien a vigilarla, pero un día su mensajero regresó con la noticia de que ya no la encontró. Sabe que su hermana sigue viva, lo que no sabe es que ya no es la Elia que conoció.

Otros Datos

➵ Es célibe, hasta que logre acabar con Giacomo Sorrentino.
➵ Aún está en contacto con Carlo, el menor de los Sorrentino.
➵ Hace mucha labor de caridad. No es raro verlo en las calles ayudando a los más desamparados. Es así como se topó a su hermana.
➵ No sabe nada de su familia real, y no le importa.
➵ Por las noches se recuerda su verdadero nombre frente al espejo: Umberto Carracci. No quiere perder esa identidad suya, la real.
➵ Lleva consigo siempre una cruz de plata.
➵ Aunque es un hechicero muy hábil, y sabe defenderse en peleas cuerpo a cuerpo, su especialidad no es la batalla.
➵ Carlo y él se encargan de cuidar la tumba de Sandro, que está en los jardines de la capilla donde el primero es párroco. Él mismo se encargó de que tuviera las flores favoritas de su mentor.
➵ Aunque es muy devoto y fiel, desprecia la corrupción del clero. Aguanta dentro de la inquisición porque así tiene acceso a más y más textos de su interés.
➵ Sabe mucho de plantas, por lo mismo, es muy bueno creando pócimas y brebajes. Además, se relaja con la jardinería.

Creado por Frozen •