Fuego, tierra, aire y agua (privado)

Recuerdo del primer mensaje :

Acababa de prometerme al demonio, lo sabia y lo peor es que por mas que en mi cabeza buscaba mil escusas para que esta mierda no se cumpliera no encontraba el modo de que mi hermano entendiera que esa mujer implicaría la perdición de ambos.
Frente al espejo observé mi propio reflejo, pantalones tierra y una camisa blanca que cubría parte de estos.
Mi hermano me dio la bastarda, la contemplé sereno antes de emprender el camino hacia el bosque donde los dioses bendecirían aquel acto sagrado.

Los cascos de los caballos contra el suelo, alzando la tierra, el viento azuzando nuestro rostro, olía a agua salada.
Una barcaza donde ella nos esperaba, sentada en ella con su precioso vestido blanco, anudado a la cintura, esperándome.
Ladeé la sonrisa desmontando de mi montura y corrí hacia la barcaza para tomarla entre mis brazos y que no se mojara la falda.
-Esto solo es una tregua -aseguré, hundiendo mis azules en sus esmeraldas.
Pronto ambos alcanzamos tierra.

Una sacerdotisa que residía en París desde épocas inmemoriales nos hizo el favor de celebrar esa boda que uniría nuestras alamas.
Juntos nos colocamos frente a ellas.
Tomé mi bastarda de la mano de mi hermano y ella hizo lo propio con la espada que esta le otorgaba.
Unimos ambas mientras nuestras miradas se engarzaban.

Mi hermano sacrifico una cabra para que Freya bendijera aquella unión, sangre recogida en un cuenco donde se hundieron los anillos de ambos.
Fuego, tierra aire, la fuerza de los elementos nuestras miradas desafiando el momento.
Mis labios se entreabrieron observando los ajenos, la sacerdotisa hablaba, nos hablaba del presente, del futuro y como ese acto sagrado uniría nuestros caminos.

Mis labios atajaron la distancia que nos separaba, no la bese, el destino fue su oído.
-Estas segura de esto -pregunté en un susurró separándome lo justo como para que nuestras bocas quedaran de frente, alientos entremezclados y miradas que bailaban sedientas.

Enarqué una ceja cuando la vi llegar ¿ahora quería hablar? La ignoré, mis ojos seguían fijos en el horizonte, como si escuchara llover dejé caer sus palabras. No podía entender su desfachatez.
¿Había venido en mi búsqueda para tras casarse conmigo ante mis dioses salir corriendo porque su hermana viniera a darle unos azotes en el culo?
-Te creía con mas personalidad, me equivoqué -mascullé entre dientes.

Vale reconocía que estaba frustrado, lo suficiente como para hablarle como lo hacia, como para evitar su mirada esmeralda.
Su siguiente pregunta me forzó a reír.
-¿que por que quiero que te quedes? Porque eres mi mujer, porque aunque no pueda meter mi verga en tu coño creía que entre nosotros empezaba a surgir algo, porque di mi palabra ante los dioses y aunque esto fuera una farsa en inicio no es así como lo siento ahora mismo.
Vete mujer, vuelve a tu tiempo y olvídate de mi, si esto era un capricho de niña consentida ya lo has experimentado ¿necesitas acaso mi bendición? La tienes, ves con los dioses pues.

¿Que cojones esperaba que le dijera? ¿Que me complacía su decisión? ni de lejos. No me importaba ir con ella, peor no para siempre, yo tenia aquí a mi hermano, una vida, cruzar un portal temporal no me asustaba, nada lo hacia, vivir entre dos tiempos tampoco era algo que me preocupara ciertamente, pero su traición no era fácil de perdonar, no solo me había engañado al no ser sincera conmigo desde el inicio, si no que una vez había descubierto la verdad, me abandonaba.

Alcé la mirada hasta sus esmeraldas, mi gesto denotaba la rabia que ahora mismo ostentaba.
-¿que esperas que te diga Valeska? Ni siquiera se para que has venido a buscarme, tu decisión esta clara y la mía también ¿ahora que?

Reí de lo más divertida cuando me arrastró hasta la mesa, mis dedos se enredaron en su cabello y mis labios marcaban la piel de su cuello como si fuese yo el ser de la noche, mordí su piel con fuerza, haciéndole sangrar...jadeando contra su piel, mi necesidad de volver a sentirle me nubló la mente. Gruñí contra su boca ¿más despacio? No era un verdadero vikingo si me estaba pidiedo eso. Mis manos se deslizaron por su espalda, tomándolo de las nalgas y provocar que nuestros sexos se encontrasen, acariciándose.. deseándose completamente locos, necesitábamos aquel momento...aquella despedida.

Deshice mi corsé, liberando mis generosos senos, lo esperaban para saciar su hambre, la misma que tenía de él. Reí de lo más diivertida contra su boca, que mordí y besé con hambruna, estaba deseando que pasase cuando...esa maldita mujer que tenía por hermana retumbó en mi cabeza. Pasaba, cuando Valeska estaba nerviosa o en peligro, cuando me necesitaba ...nuestro vínculo me hacía escucharla, llorar, gritar... me susurraba en silencio lo que realmente sentía sin usar palabras.

Mascullé un sin fin de palabras mal sonante por lo bajo, y lo miré intensamente. Me jodió más que a él, eso pudo leerlo en mis ojos. Esa maldita mujer, bueno,...niña más bien pues no dejaba de comportarse como tal...su capricho nos había llevado hasta aquí.

-Maldita sea, ¡por Odin! Mi hermana ha ido a buscar a Viggo, no sé de qué es capaz...y yo solo pienso en una cosa...-reí contra sus labios , buscando su boca, mordiéndole de puro deseo -Me gusta torturarte y te odio a partes iguales -le dediqué una sonrisa que podía significar cualquier cosa, no pude más...estaba tan encendida que yo misma lo guié para que entrase de golpe, rodeando su cintura con mis piernas y comenzar yo misma el baile. No me costó moverme como si nada más me importase... como no ocurriese iba a volverme loca. Mis manos se hundieron en su espalda, uñas que se anclaron en el lugar mientras mis caderas bailaban locas por él -Shhhhhhh cálmate

bromeé, llevando hasta el extremo aquel baile. Apoyé su frente en la ajena, dirigiendo mi mirada a mis pechos desnudos, ofreciéndolos al arquear mi espalda. Busqué su mirada, anclándome en ella...mordiéndome los labios entre gruñidos, no sabía hacerlo lento...era así de impulsiva, desahogarme con aquel hombre que desde que nos encontramos no hicimos otra cosa que retarnos.

-Joder...eres una maldita mala influencia -reí perdiendo el control moviéndome más fuerte, volviéndome loca.

Su mano guió mi verga hacia el centro de su sexo, deslizo lentamente el glande por la trinchera mojandolo mientras jadeaba cada vez que rozaba el botón que la hacia arder.
Me aseguraba que era una mala influencia, en peor me convertí en el mismo instante en el que con un rugido la metí hasta el fondo de sus cavidades.
Ella gemía de placer, ofreciéndome esa cadena montañosa, rozando mi boca con sus astas alzadas.

Tiré de su pezón, moviéndome de forma ruda en su interior, sus piernas abiertas por completo,ofreciéndome su monte de venus. Esa mujer era fuego, lo tomaba todo como quería y mi boca sucumbía con el paso de su lengua que saqueaba mis fraguas.
Martillo contra yunque nuestros cuerpo friccionaban, ardíamos en el mismo Hel, nos devorábamos, desbastamos, si esto era una despedida quería mas de esto.

Rugí contra su boca con violencia, tensando mas mis músculos, con mi mano tirando de su pechos, pellizcandolos, acariciando su piel tersa.
-Joder -gruñí -joder
Me excitaba muchísimo, esa mujer era norte, olía a mar, nunca vi nada igual me recordaba a las mujeres de mi hogar y quizás por eso me lograba atrapar de un modo que durante demasiado tiempo no había sentido.

Acero contra acero, ambos eramos tiempo, sus caderas danzaban como valquirias, mi hombría eran cuervos que graznaban por su trozo de Valhalla.
Jadeábamos contra nuestras bocas, su espalda era un valle que se arqueó contra la mesa alzando sus pechos que chocaron con mi boca entreabierta.

Mi cuerpo se tensó, al borde del abismo, Fio me empujó caí sin alas, caída libre y en su interior exploté llenándola de mi, haciéndola sentir mujer entre gritos de placer.
Mis manso empujaban sus caderas con violencia dando en las profundidades de Hel mis últimos coletazos.

MI cuerpo cedió laxo sobre su piel, mi boca jadeaba exhalando el aire erizando sus pitones.
-Por Odin mujer, esto ha sido épico, ni la mejor de las gestas iguala lo que es colarse entre sus piernas ¿como has dicho que te llamas? -pregunté ladeando la sonrisa con picardia.

Ni siquiera me miraba a los ojos y no lo culpaba, sabía perfectamente cómo se sentía. No quería irme, no cuando todo por lo que había luchado y aprendido...me llevó hasta él de nuevo. Me incliné a él, quedando de rodillas y busqué su mano, me la negaría así que le obligué a enredarla en la mía. Cerré los ojos, buscando un recuerdo...el primero. Nuestro encuentro no fue de cuento de hadas, lo recordaba a la perfección pues era mi recuerdo más preciado. Apenas era una niña y supe entonces que después de aquel día, no iba a ser lo mismo.

“ilmemorumrecordum”

Un simple hechizo de recordar, todo lo que yo recordaría...lo vería él ante sus ojos, como un recuerdo propio que aún no se había producido. Esa noche llovía a cántaros, los dioses discutían pues la tormenta y los rayos tenían a una Soleil asustada y a un Sirius disfrutando del espectáculo. Los demás luchaban en el patio de armas, y yo...intentaba controlar la lluvia. No controlaba bien el tiempo, eso era cosa de mi hermano Sirius. Una burbuja me mantenía completamente seca y tras ésta, pude ver que alguien se acercaba a caballo, eran varios.

Si los dejaron pasar, significaba que eran parte del ejército de mi padre, lucharían con los Cannif. Fiolett se acercó a mi posición, traspasando la burbuja y sacudirse el rostro y el largo cabello negro para molestarme, reí intentando echarla cuando los caballos se detuvieron. De la mano de mi hermana, nos acercamos a los dos hombres en cuestión.

-¡Los hermanos Ludvig! Sean bien recibidos -uno de los generales les daba la bienvenida, Fiolett silbó por lo bajo como si fuera uno más, dudaba muchas veces que su feminidad estuviese en alguna parte -Los Ludvig, Valeska ¿no has oído hablar de ellos? ¡vamos a ganar seguro! -negué, no sabía de ese apellido pero lo sabría a partir de ese día, unos ojos azules me dejaron sin aliento cuando al bajarse al caballo, se fundieron con los míos... en un acto sin importancia. Apreté con fuerza la mano de mi hermana quien empezó a reír por lo bajo, contemplando a ambos hermanos, el más alto captó su atención -¡Es enorme! Vamos, Valeska a decírselo a padre -hipnotizada, asentí pero no fui.. solo les dediqué una breve reverencia.

Aparté la mano, no podía seguir con el recuerdo. Solo fue el principio, no fue nada, solo mostré cómo nos conocimos, su muerte no debía ser desvelada.

-No significa nada y todo al mismo tiempo. -había más pero no era decisión mía...

Tomó mi mano, no a la fuerza, pero tampoco se la ofrecí, estaba ben jodido por su estupidez, por su falta de entusiasmo para luchar por mi.
Era la segunda vez que una oráculo me la jugaba y nada quería saber ciertamente de su magia.
Las visiones se sucedieron ante mis ojos, mi hermano y yo llegábamos frente a la fortaleza de Akershus en el norte.

Supongo que fieles a la causa de ese al que se le conocía como “el salvador” nunca creí en los héroes, así que dudaba me hubiera atraído allí su brillante armadura, deduzco que mas bien fue un acuerdo económico lo que me llevó a sus tierras o quizás un enlace, aunque dada la edad de sus hijas, me extrañaba que fuera esto ultimo.
-¿y que cambia esto? -rugí alzando mi mirada para enfrentar sus tormentas – me conociste y se te hizo el chocho agua ¿y? ¿Por eso has de venir a esta época a buscarme?

Solté de golpe su mano alzando mi dedo de forma amenazante.
-Eres una niñata caprichosa y consentida que solo busca su bien personal, si yo era tu “arma pendiente de saber utilizar” ya la has probado aunque algo me dice que no como te gustaría, puedes volver a tu hogar a hacer una muesca a tu espada.

Estaba cabreado, eso era evidente, yo aun sabiendo que me había mentido estaba dispuesto a luchar por un matrimonio consagrado por los dioses, sin embargo ella parecía haberse rendido.
-cobarde, eres una cobarde, espero que te perdonen los dioses porque en mi no encontraras redención, ni perdón si eso buscas al mirarme fijamente.

Negué con la cabeza alzando el mentón de forma engreída, era demasiado orgulloso como para reconocer que me había jodido pero bien.
-No te preocupes mujer, en dos noches te olvidaré, el matrimonio no ha sido consumado, así que...tranquila, dos putas aliviaran mis noches y la guerra mis días. Ves en paz.

Lo mostrado en el recuerdo, para él no significaba nada pero para mí...todo. Fue el comienzo, ese día no solo quedé prendada de él y mi hermana fascinada por la presencia de los dos guerreros. Nuestros destinos quedarían entrelazados, perderíamos todo en una batalla en la que el enemigo se vengó a conciencia, arrebatándonos a nuestros mejores guerreros. Apreté los labios con fuerza, no era un capricho, bien lo sabía pero no podía culpar de que pensase así. Cuando soltó mis manos, bajé la mirada, las palabras de mi madre volvieron en forma de susurro a mis pensamientos, aquel consejo que me dio y ahora entendía su significado.

“A veces , es inevitable que ciertas cosas ocurran. No sabemos lo que puede acontecer cuando perdemos algo que nos importa tanto. Recuerda, recuerda siempre que no importa cómo ni cuándo, si puedes aferrarte a la felicidad, a lo que realmente deseas y amas, tómalo...haz todo lo que esté en tu mano y no dejes escapar lo que hace que tu corazón lata con fuerza. Nunca te rindas, ni huyas, no seas tan cobarde y salir corriendo pues lo que te hace feliz no estará esperándote para siempre. Lucha”

el recuerdo de mi madre, me hizo estremecerme. Sus palabras, lejos de hacerme daño... me alentaron a volver a tomar sus manos. Dolía su rechazo, me viese con esos ojos cuando la realidad era una muy distinta. Volví al pasado, en forma de recuerdo. Esta vez, utilicé un hechizo en el que nuestras manos no podrían separarse hasta que yo lo desease. Mi imagen de niña, atada de pies y manos...lagrimas que recorrían mi infantil rostro, magia que evitaba usar mis poderes. Los hombres de Randulf me habían atrapado y la misión de encontrarme fue encomendada a los hermanos Ludvig.

Mi padre, desesperado pero decidido, no se rendía. Su ejército preparado para atacar. Mi rastro les tendería una trampa, el objetivo de ese hombre era eliminar a dos puntos fuertes, dos sobrenaturales guerreros poderosos. Ellos. Y me encontraron, una trampa vil pues antes de que siquiera pudiesen acercarse, les cortaron las cabezas a ambos, cayendo ante mis orbes esmeralda. El recuerdo me producía escalofríos, el miedo y la desesperanza volvían a apoderarse de mí. Ante mí, aquellos ojos azules me miraban sin ver más que desconcierto, su última imagen...yo misma.

Me separé de golpe, mi único deseo fue protegerlo, aún lo hacía...y esa era la única forma de tnerle, salvarle a ambos. No quise desvelar más, tampoco esperaba nada. No me moví, me daba igual lo que me dijese, no iba a irme sin más aunque debiese.

-No voy a dejarte. Fue mi culpa. No te salvo por sentirme culpable, no eres un capricho, Viggo - mi voz tembló como todo mi cuerpo, me odiaba y no lo culpaba. -Desde aquel día me prometí salvarte, conocer el modo ...y el tiempo fue mi único aliado. ¿Una niña caprichosa? -era una oráculo, el matrimonio era algo que no barajé nunca, tampoco iba a consumarlo -Dos putas saciaran el hambre de la lujuria, pero no curarán a un corazón roto -mis orbes brillaron, buscando su mirada... me perdí en ellos como si nada más existiese, no hablaba de él si no de mí.

Me rompieron el corazón al arrebatármelo, era una mocosa pero nunca sentí igual, supe que él era. Era él sin duda. Me dejé caer cansada, los recuerdos, la burbuja de anoche... mi gran decepción por dejarlo -No voy a dejarte -negué hasta que me tuve que morder los labios. Si mi hermana quería que nos fuéramos...él tendría que venir conmigo -Ven comigo, Viggo. -la desesperación, me hizo cerrar los ojos... me iba apagando no iba a aguantar más -Tenías que ser tú .Viggo Ludvig

De nuevo tomó mis manos, no parecía dispuesta a rendirse, una actitud muy diferente de la que vi en el interior y esta vez mi sonrisa se ladeó conforme con lo que mi esposa me demostraba, que era una guerra y que salir corriendo en medio de una batalla no era lo que la caracterizaba.
Me deje hacer, de nuevo las visiones se sucedieron ,me vio morir ante sus ojos en mi empeño de rescatarla de un rey que no conocía pero que en el futuro acabaría conmigo y con mi hermano.

Tiré de ella rodeando su cintura con mi brazo, habíamos salido del trance y su pregunta murió en mis labios acallada por un beso que saqueó su boca con ahincó, con una necesidad difícil de ocultar.
-Iré, es mas, mataré a ese tal rey del norte y así tu tranquilidad será completa.
Yo soy un vikingo, no huyo, no temo, Odin guía mis pasos.

Pude ver el miedo reflejado en sus esmeraldas, supongo que en el plan de que la acompañara no tenia nada que ver con que entrara en batalla.
-Valeska, como el resto de tu familia el acero siempre ha guiado mis pasos, te has casado con un guerrero, un mercenario y en este tiempo o en otro seguiré siéndolo.

Mordí su mentón sonriendo, ahora mas animado porque sabia que no íbamos a separarnos y que su hermana la morenita de los cojones no había conseguido lo que se proponía.
-He de hablar con Uhtred, contarle lo que me has mostrado, tenemos que ir, hablar con tu padre y derrotar a ese que nos da muerte, solo así mantendremos la cabeza encima de los hombros -bromeé azotando su trasero.

Me relamí los labios mirandola atrayendola mas contra mi.
-Y ahora que ha quedado claro que eres mía, no seria posible que dejes de ser Oráculo, que me permitas meterte mano, que podamos encontrarnos con violencia sobre este prado y así sellamos una reconciliación que merezco.
Baila para mi -le pedí arrastrando mi lengua por sus labios.

Era consciente que no iba a renunciar a su poder, que nada iba a suceder entre los dos porque ella no estaba preparada para que pasara y yo, aunque la deseaba no quería ser culpable de que algún día me lo echara en cara.
-¿puedes abrir el portal? -pregunté

Agotada, caí entre sus brazos , mi remanso de paz. Sentí su agarre, no me dejaba caer y yo tampoco le dejaría jamás. Permanecí allí, frente a él, mostrándole una parte de la historia que desconocía y clave, el principio de todo. Busqué sus labios, deseaba beber de su boca, de sus palabras que me confirmaban lo que ya sabía pero aún, había algo más de lo que quería dejar constancia. Porque sí, puede que yo no fuese una guerrera como mi hermana que luchaba con el acero, poderosa por mi don de oráculo pero eso no quitaba que no fuese una verdadera guerrera, por mis sangres corría auténtica sangre vikinga.

-Ten por seguro que yo tampoco me rindo, por eso estoy aquí. Viajé contra tiempo y espacio para encontrarte, volvería a hacerlo una y mil veces -mis orbes esmeralda, sonreí complacida por sus palabras, no le dejaría que matase al rey del Norte, no al menos solos pues yo le escudaría allá donde fuese pues nuestros pasos ya eran uno solo -No. Mataremos al rey del Norte, me daré el gusto de que sufra por todo el daño que ha causado a los míos, la sangre derramada… el dolor de perder a cada guerrero que se dejaba la vida, el honor y la lealtad luchando por la libertad -me incorporé, buscando sus ojos azules, sonreír contra su boca que me pedía todo y nada.

Fiolett me odiaría cuando lograse mi propósito, no era otro que abandonar este tiempo e ir a otro muy diferente a nuestro futuro. Abriría el portal, abandonaría por fin París y juntos, cruzaríamos a una época diferente en donde podríamos planear un plan perfecto para guiar a nuestro ejército, a los nuestros a la gran victoria. Me acordé de mi padre, le devolvería a uno de los grandes , al que era ahora mi marido. Lo aceptaría, era un auténtico vikingo y si no lo hacía me daba exactamente igual, éramos del otro y eso nadie iba a cambiarlo nunca, jamás.

-Bailaría para ti toda tu existencia pero no juegues, sabes que no puedo ni moverme. Si creo el portal, gastaré toda energía y saldremos de aquí…una tregua. Saben cuidarse solos, además leo el fuego en los ojos de nuestros hermanos. Antes de venir…estaban celebrando su reconciliación -mordí su boca, su mentón…quería más. Él sabía lo que me provocaba y estaba dispuesta a dárselo todo… -Sé…sé abrirlo pero… no me importaría gastar mis últimas energías en bailar para ti -sonreí traviesa y entregada…

Ladeé la sonrisa cuando Valeska cedió ante mi, estaba claro que aceptaba mi propuesta, era mi mujer, eso era lo que ante los dioses habíamos jurado, Freya nos bendijo y ahora mismo esa unión era irrompible.
Le di un azote en las nalgas mientras sonreía contra sus labios.
-Mas te vale bailar para mi una vez estemos en ese prometedor futuro del que me hablas.

Ella me miró fijamente, quizás no entendiera mis palabras cuando me refería como futuro prometedor al norte y sus circunstancias, mas ¿existe algo mas prometedor que la guerra para un vikingo?
Valeska me incitaba a muchas cosas, entre ellas a tomarla a todas horas, lo peor es que ambos sabíamos que eso nos estaba prohibido y que de suceder ella dejaría de ser ese oráculo bendecido por todos para simplemente convertirse en mi mujer.

Me habló de nuestros hermanos, de la gesta que habían iniciado como despedida.
-Mi hermano es mayorcito, sabe cuidar de si mismo así que no te preocupes por ellos Valeska, tu hermana esta en buenas zarpas -aseguré ladeando la sonrisa.
Conocía a Uhtred y pocas eran las mujeres que se le podían resistir cuando él les echaba el ojo encima.
-Tu hermana esta buena -apunte llevándome un manotazo en el pecho mientras me reía.

Valeska negaba con el ceño fruncido por mis palabras y francamente molestarla era algo que había hecho siempre y me divertía.
-Tiene como unas buenas nalgas -dije volviendo a la carga llevándome un puñetazo lleno de rabia.
Tiré de su culo y la besé con ganas.
-Una pena que a mi me guste la rubia de ojos esmeralda.

Valeska abrió ese portal que nos llevaría al futuro, atrás dejaba a mi hermano, a su hermana, aunque algo me decía que acabarían encontrándonos, sobre todo porque la morenita parecía un sabueso detrás de la rubia.
-¿Y ahora? -pregunté esposando mi traje tras caer sobre la tierra alzando una polvareda -es Noruega -afirme ladeando la sonrisa -estoy en casa.

-Bailar... bailaré para ti cuando lo merezcas -rió desafiante contra su boca, acariciando el labio inferior el ajeno, robarle un beso lento, tierno...tomándose su tiempo. Sus orbes esmeralda no se cerraban, seguían ancladas en aquel cielo en el que apenas una niña, se perdió para no encontrar otro camino que no fuese el mismo. Él.

Los Cannif contaban con sus dotes de oráculo, haciendo prometer que jamás abandonaría su condición y sin embargo, lo que parecía tan solo una simple promesa capaz de cumplir... ahora era una completa tortura. El deseo por él era un hecho, lo deseaba más que cualquier cosa... una mujer que lo tenía todo pero negándole el amar, desear ser como una mujer corriente.

Entendería que él quisiera tomar a otras, el sexo entre los suyos era algo usual. Sí, en más de una ocasión fue mera espectadora , en la taberna era algo normal que en cada rincón se desatase la pasión y la necesidad, las mujeres disfrutaban, retorciéndose entre los brazos de aquel que la poseían. Perdida en sus pensamientos, sus orbes centellearon al hablarle de su hermana. La quería, era un hecho pero ella era muy diferente, una guerrera...una mujer fuerte y valiente que lo tomaba todo cuando quería.

-Ahora...cierra los ojos -se relamió los labios, observándolo durante unos segundos...arrancándole una sonrisa al comprobar que le hacía caso. -Volvemos a casa -un susurro, unas palabras en el idioma natal, se aferró con fuerza a sus manos... no podía perderlo ahora que se habían encontrado -Viggo -había caído sobre él, al sentir el clima frío, sonrió ampliamente...estaba en casa, una sonrisa que se ensanchó al oírselo decir a él -Estamos en casa, te dije que volveríamos...solo que...es extraño. No es...-siseó para que guardase silencio, los viajes por portales a veces fallaban, apenas abrió el que le llevó al pasado y ahora que lo pensaba, deseó tanto que nadie se lo arrebatasen...

Ruido que no sabía diferencias, tuvo que alzarse de puntillas para ver que la Noruega que conocían ahora era una muy diferente, edificios altos, ruido ...mucho ruido, pitidos de automóviles, personas de todo el mundo caminando por sus calles. No estaban ni en el tiempo de él ni en el de la oráculo...algo salió mal.

-Hemos...hemos viajado en el tiempo. No creo que conozcamos a alguien ahora.. mis padres, mis hermanos... -confusa, se giró para perderse en su mirada de nuevo... ese mundo tan desconocido...le ofrecía un hogar y empezar de nuevo, un futuro presente -No es nuestro tiempo...diría que tampoco ...el siglo pero puedo arreglarlo, solo...ten paciencia y ¿por qué no vamos? Comprobar lo que ha cambiado el mundo...y lo más importante. Quiero bailar para ti -lo ultimo lo susurró contra su boca... desesperada por volverlo aún más loco.

Al cruzar el portal llegamos a lo que en principio era el norte, mi hogar, un hogar bien distinto a decir verdad.
Los edificios eran altos, enarqué una ceja cuando el ruido de algo que parecía una bestia de hierro pasó por nuestro lado.
Rugí sacando el acero al darme cuenta de que se detenía frente a mi, atrás otros mas de lo que debía ser una manada emitían una especie de pitido posiblemente incitándolo a un combate singular.

La dama Cannif miraba la escena intentando pensar rápido en que puto lio nos había metido.
-¿Oráculo que mierda es esto? -pregunté mientras las luces de los ojos de la bestia me apuntaban casi cegándome.
-¿Que magia es esta?

Abrí los ojos como platos al darme cuenta de que el engendro era desmontado por un hombre no vestido para la guerra, bastante poca cosa y que me gritaba cabreado pidiéndome que me quitara de en medio.
No dudé, corrí hacia él espada en mano, este acobardado se volvió a meter en la bestia, me gritaba que estaba loco mientras yo golpeaba ese ser metálico que no sangraba.
-¿a que tipo de enemigos me enfrentaba?

Varias cuadras mas allá escuché unos sonidos chirriantes, como de sirenas, mis ojos se giraron hacia allí, estábamos rodeados de enemigos por todos lados.
-Valeska no se si vas demasiado borracha pero esto no es el norte, lo juro por Odin.
Me giré ahora decidido a enfrentar a las nuevas bestias de las que salían unos hombres vestidos de igual forma y que me pedían depusiera mi actitud y el arma con ella.

No entendía nada de nada, mis ojos sobrevolaron aquel escenario en el que estábamos rodeados, dudaba mucho poder salir de esa a base de espadazos.
-Alguna idea esposa mía -dije con cierto tono mordaz.

No era el Norte que conocían. El olor era el mismo, con la diferencia del combustible contaminando el aire, ya no olía a libertad, a paz... ahora se había convertido en una gran ciudad ruidosa, triplicando la cantidad de personas que vivían en el lugar y ¿desde cuándo había tanto edificio alto? Recordó con añoranza la fortaleza de Akershus, cuando subía con Fio a lo más alto y gritaban a pleno pulmón.

-Lilie o Valeska, no vuelvas a llamarme oráculo, aquí mis poderes son nulos y no entiendo porqué o quizás... -pensativa, miró hacia el cielo en dónde no tardaron en acecharlos con un helicóptero, se agachó por inercia, cubriéndolo con una burbuja... algo que desde pequeña era innato cuando olía el peligro. Buscó su mirada, si los veían realizar magia, fuese el tiempo que fuese...sólo traería más y más consecuencias.

-No puedo ver el futuro porque estamos en él -murmuró bajito, el sonido molesto de las sirenas, el murmullo de los transeúntes confundidos. Uno de sus brazos lo atrajo hacia sí por la cintura, protegiéndole de esas bestias de metal. “Aguscongel”, susurró apenas en su oído...las personas quedaron petrificadas, todo a su alrededor se había pausado, el momento perfecto para salir de allí.

-¿Qué? Es la mejor idea que he podido tener. Con tanto ruido no pienso bien y... ¿qué demonios son todos estos cacharros? Nos servirían de cazuelas y sartenes para toda la vida -se acercó a uno de los coches de policía , dando una patada a la chapa... fue devuelto con un dolor insoportable, comenzó a maldecir en noruego y a gritos -Guarda la espada, creen que eres una amenaza, sin tu caballo...tú y yo sabemos que poco puedes hacer. Y ahora vamos, será mejor que nos alejemos del gentío, de este alboroto y pensemos bien -le cogió del brazo, tirando de él, era tan fuerte que le costó moverlo unos centímetros... salteaba a la gente, dejando atrás la escandalera, cuando dejasen de estar paralizados, no entenderían nada.


-Y claro que es el Norte, ¿no ves el lago? Lo que ocurre es que no es nuestro tiempo, creo que hemos viajado en el tiempo, pero hacia adelante. Dejo de ser una oráculo -enarcó una ceja, le era imposible leer lo que ocurriría en el futuro, el pasado...pasado era pero el futuro se estaba escribiendo justo en ese mismo instante, en el que supuestamente... habría muerto hace años. Reparó en eso, él inmortal y ella...una simple humana virgen -Estamos en un futuro...ni en el pasado, ni en mi tiempo... aquí podemos...-se detuvo un instante, el hechizo de congelar dejó de hacer su magia, se acercó a él, acunando su rostro en la palma...sonriendo de lo más divertida -No puedo ver el futuro, solo usar magia. Te repito que aquí no soy oráculo y...-dos prostitutas pasaron por su lado, apenas llevaban tapadas su intimidad, pechos al descubierto esperando el cliente de esa noche.

Tiró del mentón para que dejase de mirarlas, no sabía qué futuro era ese pero antes de volver quería verlo...si él lo deseaba del mismo modo.

-Podemos volver, no sé cómo pero podemos...al igual que hemos cruzado el tiempo y espacio. Bienvenido al Norte del futuro, esposo mío -besó sus labios y se apartó.

Valeska tiró de mi tras susurrar unas palabras que dejó a todos los presentes quietos.
Mi ceño fruncido lo decía todo ¿a que norte me había llevado mi esposa? ¿estábamos locos? Aquello tenia que ser otro mundo, las bestias eran de hierro y de sus estómagos salían humanos armados con unas cosas pequeñas que en mi opinión no eran muy amenazantes pero se parecían a las armas de fuego que los caballeros de París usaban.

Gruñí y bufé mientras la oráculo se reía al ver como yo miraba a mi alrededor sin estar nada , no estaba acostumbrado a la magia.
-a la mierda, quiero volver -gruñí de nuevo deteniendo su avance -esto no es el norte, quiero volver -repetí como si fuera un niño chico.
No confiaba en ella, mi ex mujer me jodió y quizás ella estuviera intentando lo mismo ¿y si me abandonaba aquí y quedaba atrapado en este lugar infernal?
Quiero irme -dije sujetándola por los brazos -quiero irme.

Mi mujer me intentaba hacer ver la parte buena de esto, según ella aquí solo tenia magia pero no era un oráculo, lo que implicaba que podía tomarla sin perder nada.
-Eso es relativo Valeska, si volvemos a nuestra realidad, tu no seras virgen y en ese momento habrás perdido los poderes..yo no quiero quedarme aquí, quiero volver -rugí de nuevo.

Sus dedos se pasearon pro mi ostro para tranquilizarme, fruncí el ceño de nuevo.
-Valeska, aquí acabaremos muertos, abre el portal y regresemos.
Escuché como la gente volvía a la vida, tiré de su mano hasta que nos ocultamos en un callejón, mi cuerpo su cárcel, sirenas pasaban sobre esos animales metálicos a toda velocidad.
Mi aliento impactaba contra sus labios, pecho que alterado subía y bajaba por la adrenalina que me recorría en ese momento.
Mis ojos fijos en la carretera, los de ella en mi rostro.
Ladeé la sonrisa al notar su aliento chocando furibundo contra mi boca.
-¿que quieres? -pregunté con picarda.

El salto en el tiempo, no les llevó precisamente a dónde deseaban ir. Al amado y aclamado Norte del que provenían. Estaban en el Norte pero no en la época que deberían, viajar en el tiempo no sólo era peligroso, te arriesgabas a quedar atrapado y no conseguir volver jamás. En ese momento no lo pensó, huyó con él sin importarle lo demás y erró, sin pensar en las consecuencias que vendrían después. Ciega de amor y temor a perderle de nuevo, se arriesgó sin pensar, con él.

No sabía responder a sus preguntas, no entendía y menos comprendía porqué dieron un salto tan avanzado en el tiempo. Notaba su inquietud y molestia, enfado que iba aumentando a medida que observaba ese Norte tan cambiado. ¿Dónde estaban los verdes prados? ¿Dónde estaba su hogar? Por un segundo, pensó en sus padres y hermanos...quizás no los viera nunca más. Temía que le dejase allí, a su suerte pero...¿es que acaso no se daba cuenta del porqué huía? Si se quedaba más tiempo en París, en un pasado en el que era una niña...sería cuando no habría futuro.

-Es el Norte pero no el que conocemos. Viggo... no podemos volver, no ahora -no era una amenaza, no tenía la más remota idea cómo regresar al punto de inicio, volver a París en dónde su hermana estaba dispuesta a obligarla a volver al presente, al suyo...y él, a él no podía dejarle a su suerte. Ambos sentían por el otro, quizás no eran como un matrimonio normal pero ¿qué importaba? Quería estar con ella sin importarle su don, lo que ocurriese en cuanto firmase el contrato de matrimonio...

-A ti -murmuró cerca de sus labios, dejando que las palmas de las manos se paseasen por su pecho, buscando un contacto directo con su piel, cuando así fue jadeó contra su boca. Estaba helado, el tacto de su piel podía asemejarse al terciopelo y su boca...esos labios que le habían condenado a no abandonar, a permanecer a su lado hasta el último día de sus vidas...cumpliría su parte de promesa de aquella unión, se lo demostraba con creces.

La risa de Valeska, resonó en el callejón, mientras sus dientes marcaban la piel ajena...se dejaba llevar por el momento, sin ponerse a pensar más que en él y la sensación de pertenecerle, sentirse suya por completo. Sabía que si terminaban sucumbiendo al pecado, no podría utilizar la magia en el pasado si volvían.

Ella misma, detuvo el camino a sus labios, cerrando los ojos con fuerza. Concentrándose en buscar a su hermana, un contacto que la conectase con el pasado...pero sólo hubo silencio. Un susurro, un llamamiento a la hermana perdida en el tiempo , más silencio. Era consciente de que le había fallado, sus esmeraldas buscaron ese cielo inmenso que se abría ante ella y dejó escapar un sonoro suspiro... una de sus manos apoyada en sus mejillas.

[color=white]-No tengo conexión con Fiolett, no sé volver... creé el camino pero no recuerdo cómo volver...si tienen que ayudarnos a volver, son ellos...sólo tenemos que encontrar la forma de comunicarnos. Fiolett seguro daba con la clave, mientras tendrían que quedarse en un futuro en el que el Norte que conocían había desaparecido -Si regreso y dejo de ser oráculo...fallaré a mi gente, a mi padre pero si elijo ser feliz, tomar lo que deseo...lo tengo claro, es a ti -tiró con los dientes de su labio inferior, no tenían donde ir...ni tampoco a quién consultar -No soy tu esposa hasta que consumamos ¿no es así? Quiero serlo, tuya...aunque eso suponga no volver, quedarnos aquí...sé que quieres volver como yo pero piénsalo -apenas fue un susurro, sus finas manos comenzaron a desabrochar prenda por prenda...dejándolo semi desnudo de la parte superior -Bailemos y ya pensaremos cómo volver ¿no tienes curiosidad? Esas no te quitan los ojos de encima, mi guerrero...demuéstrales de que estás hecho, no tenemos nada que perder... y ellas te desean, ellas pueden tenerte -sonrió contra sus labios, mordiéndose el inferior...esperar cualquier cosa.

Mi mujer parecía haber perdido el juicio con este alto temporal, mi intensa mirada se clavo en sus ojos, mientras desabrochaba los botones de mi camisa y sus dedos ávidos de mi, necesitados, se escurrían por mis costados buscando danzar en aquel callejón que acaparaba mas miradas de las que me podría gustar.
Su aliento era cálido, impactaba centra mis labios tentándome a tomarla, olvidar que era una oráculo y todo lo que eso conllevaba. Ser felices decía y por un momento me perdí en el sabor de su boca con impaciencia.

Mas la cordura regreso y mis manso aferraron sus muñecas poniendo una distancia que no fue suficiente para calmar mis ganas de ella.
-Valeska, no podemos fornicar en el callejón con toda esa gente montada sobre dragones metálicos buscándonos.
Ademas, dices que te hará feliz ser mía, pero...¿y si después te arrepientes? No te das cuenta de que cuando eso suceda seras una humana mas, no seras una oráculo y creo que tu mejor que nadie conoces el valor de tu don.

Me recoloqué la camisa abrochando nuevamente los botones como si eso me calmara.
-Tu eres mi mujer, ante Odin, ante Freya y eso no es algo que pueda cambiar porque estemos en un tiempo o u otro. Ahora piensa pequeña -susurré acercándome nuevamente a ella para rodear con mi brazo su cintura -piensa el modo para volver a nuestro hogar, a nuestro tiempo.

Tiré de ella hacia el exterior del callejon, había que pasar desapercibidos y desde luego con estas ropas y mi bastarda a la espalda no lo hacíamos.
-Saldremos de esta -le prometí hundiendo mis verdes en el escaparate de lo que a todas debía ser una tienda de ropa de esa época.
-Compremos algo, busquemos un hotel donde alojarnos y busquemos el modo de volver..eso es lo mas sensato.
Yo como vampiro me había tenido que adaptar en cierto modo al paso del tiempo, así que supongo para mi era mas sencillo entenderlo.

El deseo jamás debería formar parte de su vida y sin embargo, él la cegaba. Incapaz de pensar, se dejó llevar sin importarle dónde se encontraban. Ni siquiera era su tiempo, un tiempo futuro desconocido en el que ninguno encajaba pero ¿Acaso importaba cualquier otra cosa ? Los ojos azules del vampiro le nublaron el juicio y ni pensó, actuó sin pensar en las consecuencias.

Su don era lo más preciado, una oráculo. La importancia de su don siempre lo tuvo presente, sabía perfectamente que si sucumbía al placer carnal, desaparecería y tan sólo sería una humana más, sin nada que la hiciese especial. Fiolett no iba a desistir hasta encontrarla, no tardaría en aparecer para recordarle que debían volver y olvidarse de todo aquello, como uno de esos cuentos de cuando eran pequeñas en donde el príncipe luchaba por conquistar el corazón de la princesa, en este caso... la princesa fue en busca y captura del príncipe, un cuento inusual de todos los que conocía.

-No pretendo que pase aquí. No debe pasar...mi don -la voz de la conciencia le recordaba quién era, lo que debía frenar y dejar de ser tan impulsiva como su padre. Tomó aire y lo soltó despacio, sin apartar la mirada de aquel rostro perfecto que la tenía completamente loca. No empezaron bien, los caracteres eran tan parecidos que chocaron y sin embargo, se complementaban...él mejor que nadie conocía a mujeres como ella, oraculos.

-No tengo un buen presentimiento -tuvo que cerrar los ojos, apartándose de él y dejar espacio entre ambos, él la arrastraba fuera del callejón asegurándole que todo saldría bien pero no lo veía del mismo modo. Las ganas de perderse juntos le llevaron a ese punto en el tiempo que no podía controlar, ni siquiera sabía cómo retroceder y volver a realizar el mismo portal.

Se mantuvo en silencio, el escaparate de cristal mostraba la ropa de esa época, menos tela que tapase ciertas partes del cuerpo, aquello le hizo reír por lo bajo. No tenían dinero de esa época, cómo iban a poder hacerse con esa ropa. Se lo imaginó vestido así, sin su bastarda a la espalda...y no pudo evitar soltar una carcajada, no dijo nada pero no hizo falta, con tan sólo una mirada se lo dijeron todo.

-No tenemos dinero de la época, no creo que a punta de espada te den la ropa así que tendremos que usar magia. Tendrás que volver conmigo al callejón y... dejar que haga magia -enarcó una ceja, apoyando la mano en el escaparate, con apenas un susurro la ropa de ambos se intercambió con la de los maniquíes. Un vestido rojo como la sangre que se acentuaba a sus curvas, el pecado personificado...-Nunca ocurrirá, dejar de ser oráculo no es una opción y aún así aceptaste, tendrás que saciar el hambre de tu cuerpo con otra persona que no sea yo y lo comprenderé...ahora lo único que importa es regresar. -asintió decidida, tirando de su mano... aceptando su sino, era suya pero jamás le pertenecería, el juicio se le había volcado por amor, un amor que le condenaría por siempre.

Tiró de mi hacia el callejón, decía que entrar con la bastarda a la espalda en actitud amenazante no era una opción, francamente creo que de hacerlo me darían hasta las bragas, pero bueno, o me quedaba otra que dejarme llevar por mi esposa y hacerle caso en esto, a fin de cuentas ella me había llevado hasta este norte futuro donde no tenia ni idea de desenvolverme.

Mi ropa cambio, era incomoda, la camisa mas entallada que las que frecuentaba a llevar una chaqueta osambre mis hombros demasiado elegante y que sin duda no me permitiría blandir la espada y un pantalón de una tela fina, que me obligaba a tener pinta de pijo de esos parisinos.
-Menuda mierda -rugí mirándola -aunque tu... -me eche a reír al verla con ese vestido -En vez de falta llevas un cinturón, aquí dudo existan muchas oráculos, las mujeres ya van enseñado los bajos, solo hay que entrar sin mas -bromeé llevándome un capón.

Ahora me decía que con ella no iba a pasar, que era una oráculo y que eso era lo mas importante.
Enarqué una ceja, mi esposa era bipolar, hace exactamente media hora me pedía que la tomara en ese callejón, fui yo y mi conocimiento sobre los poderes que tenían los que me obligaron a no hacerlo y ahora era ella la que no quería.
-No se como se te dan las premoniciones, pero lo de volverme loco es algo que haces a todas horas

Como ella decía necesitábamos dinero, no llegaríamos muy lejos y lo que llevaba encima dudaba sirviera en este “futuro”
-¿alguna idea? ¿Tu magia puede duplicar dinero?

También necesitábamos un lugar donde alojarnos, algún hotel o pensión..y sin duda encontrar el modo de regresar. Se que mi hermano acabaría buscándome, pero no lo haría en cuestión de un mes o dos. Nosotros respetábamos las decisiones del otro, ya habíamos pasado épocas separados.
-Vamos rubita, a ver que conejo te sacas de la chistera.

Ladeé la sonrisa buscando los labios de mi mujer, mis manso alzaban ligeramente su falda, no necesité demasiado pues todo estaba ya al descubierto.
-En esta época no saben lo interesante que es el entrever...