turnos de rojo || Privado

por **Andromeda1** Sáb Mayo 06, 2017 10:56 pm

Recuerdo del primer mensaje :

La bella Italia...viajar a ella tiene para mi muchos significados.
En ella los negocios prosperan de una forma mágica, el comercio de especies, seda, joyas, etc. era la fuente de la vida, mi vida. Pero eso no es todo lo que me traía a esta bella ciudad, aquí me esperan mis amigos con los cuales la estadía se convertía en un alto y bajo de emociones clandestinas, nos vemos poco, es por eso que dejamos que el frenesí nos atrape.
Siempre que viajo y me encuentro con ellos llego al limite en donde digo "no mas, es que acaso me convierto en mi padre" pero luego desisto de ese pensamiento justificándome con que la juventud esta a mi favor y vuelvo a lo mismo, esta noche no seria diferente.

Salí de mi hotel a eso de las 22:00 horas, el bar en el que me esperaban quedaba bastante cerca, el lugar era el típico bar pequeño y acogedor pero no exento de bohemia. Acomode mi abrigo y guantes, no los llevaba por el frió sino por la elegancia que estos brindaban, algo que siempre busco.
Me adentre en la plaza, era el único obstáculo antes de llegar al lugar del encuentro, estaba tupida en arboles uno tras otro alineados formando una pared, era un sitio lúgubre y oscuro, pero no me provocaba gran cosa, la ansiedad de llegar al bar para juntarme con mis amigos era mas grande que el miedo que quizá podía sentir.
-Quizá si acorto camino...-me detuve en la linea de arboles observando la oscuridad un momento y avance. A los pocos metros divise una silueta, dude si seguir o no, podía pasar por el lado haciendo caso omiso a su presencia para continuar con mi camino, pero tuve muy poco tiempo para pensar y actuar cuando sentí el rugido que era su voz...-Diablos, que problema- mordí mi labio inferior, que debía decir, avance unos pasos para quedar mas a la vista de aquella figura oscura- Solo paso... -susurre lo suficientemente fuerte para que me escuchara pero no tanto como para romper el silencio que se apoderaba del lugar.

por **Patrick M. Tolvaj** Lun Nov 27, 2017 12:01 am

Es inquietante encontrarse con una persona sobrenatural que parezca dispuesto a platicar en lugar de atacar. Quizá es por el hecho de que desconoce a quién tiene ante sí y espera que aún no se entere, que eso se dé hasta que él esté lo suficientemente lejos para que haya alguien que pueda brindarle protección. Aunque sabe que es muy complicado el estar "a salvo" con los hijos del Demonio. Aunque el tema en particular es muy interesante viéndolo bien. Pureza. ¿Existe? Podría decirse que sí, en los infantes, pero él tiene razón en algo: todos vienen con un pecado que es el original: el simple hecho de que sus padres hayan copulado para tenerlo es suficiente para que vengan "manchados" ya por el pecado y solamente el bautismo les limpie.

Se acaricia la barba en silencio y asiente pensativo, de reojo le observa. Sus ademanes son los de una persona relajada, por lo que se confía quizá de forma imprudente. Asiente para entornar los ojos pensando en todas las posibilidades y encontrar un argumento lo suficientemente fuerte para debatir el suyo. Acaricia de nuevo su barba, asintiendo, quizá tiene una de las respuestas, pero puede ser una encerrona. Pureza, Bondad, realmente no es algo que exista al cien por ciento, no hay una persona que sea tan buena como para no pensar en hacerle el mal a su compañero, a su hermano. Incluso, no importa si no lo desea, con el simple hecho de sentir envidia ya está pecando. ¿No? Un pecado venial, pero a finales de cuentas, pecado.

por **Raphäel Kuznetsov** Jue Dic 07, 2017 11:53 pm

¿En qué estaba pensando cuando accedí a las estúpidas ideas y proposiciones de mi amigo? Una mujer y no cualquiera, su vieja amante. En muchas ocasiones me pregunté si no había mezclado algo en su bebida la primera vez que la conociera porque mi amigo parecía embobado con ella, realmente idiotizado hasta el punto que me preocupé por su cordura y su estado mental. Y aún así, me sentí enredado entre las argucias del vástago y gruñí cuando me encontré en una encrucijada: si no prometía protegerla, entonces mi amigo iría a Inglaterra y todos sabíamos lo que eso podría ocasionar. Que algún Oficiante lo reconociera en el camino o peor aún, que algún enemigo lo atacara durante el tiempo que durara el traslado era...

Y aquí estoy, tras una jornada llena de sinsabores, de peleas y constantes exabruptos. Ella es tan cabezota, tan rebelde y osada, se me planta y está dispuesta todo el tiempo a refutar mis determinaciones. No sé cómo mi amigo no le toma del cuello y se lo truena de una vez por todas, pero no lo niego, al final de la contienda, me quedo con una sonrisa divertida. Me he cansado de mesar mis cabellos, de gruñirle y bramarle, de gritarle incluso y de recibir sus bofetadas. Es increíble la forma en que me saca de mis casillas y que me excita el ver su rostro, su cuerpo, esa forma de caminar, de mantenerse tan atractiva aún con una bata de dormir.

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