Duty over beauty (privado)

DUTY OVER BEAUTY

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A pesar de ser Doctor y contar con el dinero suficiente para comprar trajes de alta costura, Erkki no solía preocuparse demasiado por su apariencia, especialmente porque cuando estaba en el hospital, vestía su bata blanca y rara vez mostraba la ropa que traía debajo. Además los pacientes no iban con la intención de juzgar el sentido de gusto del personal del hospital, cuando se tiene un dolor de estómago que amenaza con partirte en dos o estás tosiendo sangre, lo último que te preocupa es si tu doctor viste a la moda.

De hecho, en 400 años de vida, no recordaba haberse preocupado sobre los cambios en los vestidos y en las tendencias, su vida era predecible y sistemática, por lo que su apariencia no estaba en su lista de prioridades.

Sin embargo, en aquella ocasión se encontraba de camino al teatro, pues el mismísimo director del hospital le había recomendado una costurera de gran talento que solía diseñar los atuendos de los actores de la ópera y que era conocida entre la clase alta por su distinguido gusto y finura. El director le había sugerido (o más bien ordenado, al fin y al cabo de era el jefe) que comprara un traje más elegante pues le preocupaba la imagen que pudiera dar al hospital si sus doctores no lucían distinguidos y elegantes. Por unos instantes Erkki contempló la idea de explicarle al director, porqué la ropa era lo menos importante en un establecimiento que tenía como primera prioridad la salud de los pacientes, pero se mantuvo en silencio y decidió aceptar la sugerencia para no tener que lidiar con el asunto por el resto de la semana.

Así que allí estaba frente a la puerta trasera del teatro, tal y como le habían indicado.

El Vampiro iba vestido con un pantalón negro, una simple camisa de manda larga blanca y un sombrero de copa bastante viejo. De hecho no recordaba cuando había sido la última vez que había comprado ropa ¿20 años? ¿50 años? ¡Qué más daba, si a la final podía terminar arruinando la tela con las manchas de sangre!.

Apenas si eran las 7 y aunque le habían dado la noche libre para que pudieran tomarle las medidas y demás, Erkki deseaba terminar con el asunto lo más pronto posible y para volver al hospital. De cualquier forma, no tenía mucho por hacer en su frío y solitario apartamento.

Tocó la puerta un par de veces y esperó.

Una nueva obra se ensayaba en las tablas de la Ópera y Cinnia tenía mucho trabajo diseñando y creando nuevos trajes así como encargando elegantes y pomposas pelucas. Y en esos menesteres estaba Cinnia aquella tarde mientras anochecía, visitando a aquel artesano que confeccionaba las hermosas y llamativas pelucas.

En una época un poco complicada y peligrosa para una mujer sóla, aun para una que para época era considerada casi una anciana. Aunque por aquellos barrios que frecuentaba corría el rumor de que ella tenía una maldición y que era esta maldición la que había matado a su familia manteniendola viva para hundirse en su oscura miseria, también se rumoreaba de que le gustaba codearse con los hijos del diablo y era por eso que era casi imposible verla caminar a la luz del día, pero bien que caminaba al amparo de la noche sin temor alguno.

Cuando llegó al callejón que daba a la entrada trasera del elegante teatro de la Ópera cargada con dos grandes cajas forradas en satín que contenían sendas pelucas para la obra en construcción. Vestía un elegante vestido rojo italiano con hermosos encajes de seda color negro hechos por ella misma los cuales habían nutrido su fama además de los trajes uqe confeccionaba a pedido para la nobleza, su corto cabello iba suelto casi rosando sus hombros en un gesto de rebeldía ante las costumbres fríbolas de la nobleza y la etiqueta.

Cinnia detuvo sus pasos al divisar al elegante caballero sonriendo de forma amable y haciéndo una delicada inclinación de cabeza la cual hizo danzar sus rebeldes rizos enmarcando su pálida piel.

-Bonne nuit, Monsieur.- Su voz era clara con ciertos toques pícaros innatos en ella, se notaba que estaba acostumbrada a tratar con gente de alta clase, así como la sombra en sus ojos marrones reflejaban los enormes pesares oculto tras aquella jovial sonrisa.- ¿A que le debo el honor de su visita?

A pesar de su actitud confiada Cinnia actuaba con extrema cautela observando directo a los ojos de aquel noble casi como si pudiera ver dentro de su alma, lo miraba sin miedo, sólo con franqueza y consciente precaución a la espera de que este hablara de los motivos de su visita. Sólo así tomaría una decisión de si invitarlo a pasar a su taller o atenderlo en el callejón.

Se giró al sentir la presencia de la mujer quien venía cargando dos cajas que parecían bastante pesadas para ella, Erkki no era un noble ni venía de una familia aristócrata, pero había aprendido los modales de un caballero de la época, así que se apresuró a ayudarla a sostener las cajas acercándose a ella.

-Permítame Madame – Le indicó tomando las cajas sin darle tiempo a que diera una negativa. La pregunto hizo obvio el hecho de que esa mujer era la costurera que le habían recomendado – Eh venido porque me han recomendado el trabajo de Madame Pacci, quien trabaja aquí – Le respondió esperando a que ella abriera la puerta para poder entrar las cajas – Supongo que se trata de usted ¿No es así?, no creo que hayan dos mujeres con la misma descripción atendiendo en la puerta trasera del teatro en País... sería demasiada casualidad – Comentó con una media sonrisa pero las cajas ocultaban parte de ella.

- Me llamo Erkki Aliranta – Se presentó e intentó hacer una venia pronunciada como era debido, pero con la inclinación, una de las cajas se destapó y varias pelucas blancas rodaron por el suelo de gravilla y tierra. - ¡Oh cuanto lo siento! - Exclamó completamente avergonzado por el incidente, las pelucas lucían carísimas y una de ellas había caído precisamente en un charco con pantano, manchándose por un lado, la otra parecía no haber sufrido el mismo destino pues había caído en una zona seca.

La dama retrocedió unos pasos al verle acercarse, más por cautela que por miedo, ya que había tenido la experiencia de ser atacada en ocasiones anteriores cuando transportaba valiosa mercancía para las obras...como ahora.
Pero antes de que pudiera abrir la boca para decir algo, el caballero ya tomaba las cajas en sus manos, dio un suspiro de paciencia al ver sus preciosas pelucas en manos extrañas, pero aun así sonrió gentil hacia el caballero cuando dijo que venía por recomendación de uno de mis clientes.

-Supongo que la persona que me recomendó no le mencionó que no atiendo a mi distinguida clientela en la Opera, no me gusta exponerlos a las vulgaridades de entrar por la puerta de atrás.- Dijo con cierto sarcasmo ya que normalmente se negaban a ir en persona por lo "feo y sucio" del callejón trasero del edificio donde muchas veces vagabundos pasaban la noche cubiertos por roídas mantas.- Pero por favor, adelante.... tiene cara de que no se marchará hasta que su consulta sea satisfecha.- Y haciendo una sutil y elegante inclinación de cabeza abrió la puerta hacia el interior del edificio donde el aroma y la calidez de las lamparas de aceite les dio la bienvenida.

Al voltear para ver a aquel enigmático caballero se quedó congelada, vio el momento exacto en el que una de las cajas resbalaba de sus brazos y se abría dejando a las pelucas volar en libertad. Cinnia ahogó una exclamación, ya que había encargado esas pelucas a Alemania y esperado 6 meses a que llegaran, estaban hecha de crin de caballos blancos para poder añadirle color con mayor facilidad que el cabello humano. Las finas pelucas dieron unas cuantas vueltas en el aire antes de caer con un suave sonido sordo al suelo y rodar por el.Todas cayeron bien, salvo una que quedó medio empapada en un charco de dudosa procedencia, ya que hacía tiempo no llovía, ese charco no era de nada muy cristianamente aceptable.

Miró aquella peluca con tristeza por todo el esfuerzo que le había llevado el obtenerla,además del dinero de la opera para comprarla y ahora deberá justificar aquella peluca de menos diciendo que el error había sido de ella ya que la compañía no le permitía atender público ajeno a la opera misma. Pero al ver lo atribulado de aquel caballero que, de haber sido otro le habría importado lo mismo, ella sonrió divertida. No era común que alguien de la nobleza se complicara tanto por algo que no le pertenecía y eso le causó gracia a Cinnia.

-No importa...ya esta arruinada y aunque la lavara no podría quitarle el olor...- Bromeó mientras recogía las que estaban en el suelo.- La mayoría van a ser teñidas para la obra que están haciendo ahora...así que un poco de polvo no es ningún daño....

Tomó la caja y se levantó haciendo bailar los encajes de su vestido y le hizo un gesto para que entrara al edificio.

-Por favor...sígame...- Lo guió entre las bambalinas de la Opera, un mundo de laberintos de escenografías, cuerdas, telones, pasillos y puentes en las alturas que iban en diferentes direcciones.

Finalmente llegaron a un amplio cuarto repleto de maniquíes con vistosos trajes y vestidos, elegantes y muy pomposos, de colores brillantes con hermosas y decoradas pelucas blancas para los varones y de delicados colores pasteles para las damas. Cruzaron por entre los modelos llegando hasta lo que parecía un pequeño apartamento donde una cortina de fino encaje separaba la cama de una pequeña sala con modestos muebles.

-Me disculpo por el caos reinante, por favor, tome asiento...puedo ofrecerle algo para beber?.- Ofreció con gentileza dejando la caja con pelucas a un lado a la espera de la respuesta del caballero.

Erkki era un hombre metódico y preciso con el escarpelo. Había cauterizado heridas, y sacado casquetes de bala, por lo que sus manos no solían ser torpes (como las de su vástago) por el contrario se podía decir que la precisión y la delicadeza con los dedos era uno de sus mejores atributos cómo médico ¿Entonces cómo era que había dejado caer las pelucas de una forma tan torpe?. Pudo notar en el rostro de la mujer la sorpresa y la preocupación y aunque no sabía nada de pelucas, estaba seguro de que eran costosas, pues el cabello lucía muy fino.

-Cu...cuanto lo lamento – Repitió mientras la seguía por entre los pasillos llenos de vestidos, disfraces, accesorios y demás que colgaban por todos lados en el interior del edificio. Parecía como si estuviese entrando a un mundo mágico lleno de colores. Cada una de esas máscaras y disfraces permitirían a los actores convertirse en cualquier cosa que la imaginación pudiese proyectar en el escenario – Generalmente no soy así de torpe – Continuó justificándose cuando llegaron a lo que parecía ser la estación de trabajo de ella.

-Le recibo un café, si es que me permite remunerar el costo de la peluca – Respondió cuando ella le ofreció algo de beber y se sentó donde le había indicado, no sin antes quitarse el sombrero colocándolo sobre sus piernas. -No se mucho de telas o pelucas, pero estoy seguro de que son finas, además ¿Cómo voy a quedare tranquilo si se gana algún regaño por mi culpa? Puedo inferir que esas pelucas son para la ópera ¿Verdad? - Increpó, lo cual era obvio y fácil de deducir – Eh escuchado que a algunas actrices y actores son bastantes... sensibles – Dudo al decir la palabra, lo que en realidad quería decir era 'arrogantes' – Y se enojan con facilidad, así que no quiero que se gane un problema por culpa de mi torpeza -

No estaba seguro exactamente que era, pero se sentía en la necesidad de demostrar que podía arreglar la situación y que era un hombre que respondía por sus actos sin importar lo que costara.

-Oh, descuide...todos tenemos días en nos levantamos con dos manos izquierdas.- bromeó de buena gana desde la pequeña estufa donde preparaba el café para él, ella sin embargo se hizo con una copa de aromático licor.- Le insisto que no se preocupe, nadie me va a regañar, si bien trabajo en este edificio no los necesito tanto como ellos a mi.-Agregó colocando la taza de café frente a él con una sonrisa alegre y divertida.

La sastre dio la vuelta a la mesita donde se había sentado el caballero donde lo miró por unos largos segundos sin perder la sonrisa. Le parecía divertido ver a un señor tan distinguido aproblemado por cosas tan simples como unas pelucas y sobretodo que reaccionara como un chiquillo que ensucia la ropa recién lavada de la vecina.
Se encogió de hombros ante las palabras sobre los actores y actrices.

-Sus trivialidades y arrogancia me tienen sin cuidado, me he ganado el respeto de todos los de aquí y no serían capaces de ser groseros conmigo, claro si no quieren que los ponga en su lugar.- Dijo con un tono suave y sombrío, pero sin perder aun su sonrisa, lo que le daba un halo de tétrico misterio.- Además usted tiene que haber escuchado si sabe mi nombre y mi trabajo... Muchos creen que me codeo con diablos y demonios.- Rompió a reír divertida.- Hay dios me libre de la estupidez humana....que crean lo que les guste, me trae sin cuidado y en ocasiones, me ahorra escuchar tanta bobería.- Bebió un trago de su licor y sacó de una pequeña caja unas hojas, tinta y pluma.- Disculpeme señor, usted debe de ser alguien muy ocupado y yo haciéndole perder su tiempo... cuénteme, ¿qué puedo hacer por usted? ¿En qué horario le acomoda reunirnos y en qué lugar?

La mujer, a pesar de su edad (avanzada para la época) mantenía la misma energía que en sus mejores años, la energía que despedía parecía no tener fin al igual que su buen humor. Lucía que, a pesar de ser una simple sastre, podría comerse al mundo sin temor alguno.

Y ahí estaba, mirando fijamente a los ojos del caballero a la espera de que respondiera a las preguntas ya hechas.

Le escuchó decir que sabía poner en su lugar a los trabajadores del teatro y que nadie la regañaría, le sorprendió gratamente notar la seguridad con la que hablaba, era una mujer que sabía que su talento valía y que no permitía que otros tomaran decisiones por ella. Era agradable encontrar una mujer exhumara seguridadn necesidad de ser petulante.

-En realidad no escuché sobre su trabajo directamente, sino vine por recomendación de mi jefe, el director del hospital – Le respondió, no sabía mucho sobre la reputación de la mujer, ni tampoco sabía a que se refería cuando dijo que se codeaba con demonios – Soy Doctor en el hospital central y aunque personalmente no lo considero necesario... necesito un traje nuevo – Sintió la necesidad de aclarar lo que acababa de decir – Verá... soy un hombre sencillo y práctico, la mayoría del tiempo me la paso en el hospital y realmente no hace mucha diferencia lo que traiga puesto, pues siempre llevo una bata para evitar manchas de sangre o otras cosas... en el trabajo -


Se llevó el café a la boca y aunque le supo a cenizas, (como todo lo que no era sangre para él) sonrió y se relamió los labios en un discreto gesto para que Cinnia no se ofendiera o pensara que sabía mal la bebida. Notó que ella le ponía licor al suyo y aquel detalle también le intrigó.

- Así pues que no veo la necesidad de comprar un traje fino, pero mi jefe ha insistido en el asunto ya que pronto habrá un evento de caridad en el Hotel de Arenes para recoger fondos para el hospital y todos los doctores debemos asistir – Dejó escapar un ligero suspiro con cierta expresión de cansancio - La verdad es que voy a tener confiar ciegamente en lo que usted recomiende para mi... no estoy muy al tanto de la moda o las tendencias del caballero de hoy en día – Agregó esto último en un tono de broma y algo de sarcasmo - ¿Qué tipo de traje cree que deba llevar para ese tipo de evento? Por cierto, este horario nocturno me queda perfectamente-

La dama no pudo evitar cierta expresión de sorpresa al escuchar de que no sabía de su oscura reputación, pero no perdió su sonrisa divertida, hasta cierto punto le parecía encantador la idea de que alguien no la mirara como si ya hubiese vendido su alma al diablo.

-Bueno, ya le contaré sobre eso, que la verdad es una verdadera estupidez de gente ignorante que no tiene más que hacer que inventar cosas. Aunque reconozco que me a costado más de alguna visita de los inquisidores, gracias a dios sólo en términos amistosos.- Dijo con visible alivio, no se hablaba de los inquisidores tan a la ligera y los rumores que la gente había difundido no habían llegado a mayores.

Bebió un sorbo de su bebida sintiendo el agradable calor descendiendo por su garganta, escuchando las palabras del caballero con suma atención ya pensando en un diseño que pudiera cumplir con las expectativas y el buen gusto que, evidentemente este caballero tenía.
A medida que hablaba sobre el evento social donde sería estrenado aquel traje, ella iba imaginándolo con diferentes estilos, colores, texturas e incluso pelucas buscando la combinación perfecta para el atuendo ideal para él.

-No se preocupe, creo tener una idea de lo que podría ser adecuado para aquel evento y que lo dejará satisfecho con respecto a la moda.- Se puso de pie con el entusiasmo brillando en sus ojos, se acercó a unos estantes donde había numerosas piezas de telas de todo tipo, Bajo todo esto sacó una libreta y una pequeña caja donde tenía sus carboncillos para dibujar. Se acercó a él con las cosas bajo un brazo.- Tengo ya una idea en mente que quizás le agrade, aunque desecho la idea de combinar todo con una peluca.....-Y con delicadeza acercó una mano a los cabellos de él rozando apenas unos mechones.- Usted tiene un hermoso cabello como para ocultarlo bajo una peluca.- Sonrió con cierta coquetería innata en ella y volvió a su lugar.- Tiene alguna idea sobre la tela? Le agrada el satín, la seda, los brocados, encajes y las borlas? alguna preferencia? Yo lo veo vestido en tonos negros y grises, con un pañuelo de seda al cuello sujeto con un delicado camafeo, y bordados en gris por el cuello. Todo en conjunto con el abrigo de terciopelo y cuero negro con diseño en el cuello, en la espalda a la altura de la cintura unos broches de plata y en el frente 4 botones también de plata que unen ambos lados del ebrigo con una elegante cadenilla de plata también.- Cinnia hablaba casi en trance, como si hubiera sido poseída por algún espectro, pero el brillo en sus ojos se notaba que no era más que la pasión por su arte la que le hacía hablar así mientras trazaba líneas con los carboncillos negros y grises en su libreta.- Cuanto terminó de hablar volvió a mirar al Médico sonrojándose levemente por haberse dejado llevar por su entusiasmo.- Mil disculpas señor, pero ya tengo un bosquejo que podría interesarle, aunque claro. Todo puede modificarse según sus preferencias.

Le enseñó el dibujo que resultó ser un detallado bosquejo de lo más realista con cada detalle de las texturas de las diferentes telas utilizadas claramente identificables.

traje:

Abrigo:

-Aunque la moda actual enfatiza el uso de colores pasteles y vibrantes, creo que usted luciría muy bien en estos tonos oscuros.- Agregó aun algo sonrojada pasándose una mano por la mejilla para apartar un mechón de cabello dejando una mancha de carbón en su piel.

Sintió cierta revoltura al pensar en la inquisición, Erkki intentaba evitar todo contacto con la iglesia y la inquisición pues sabía los alcances que tenían y mantener un bajo perfil le garantizaba sobrevivir. Comenzó a sentirse intrigado sobre Cinnia ¿Cuales eran los rumores que habían sobre ella para que alguien de la inquisición tuviese interés en ella?. No había usado su poder para observar las auras, por que el olor de Cinnia hacía obvio el hecho de que era una mortal, sin embargo cabía la posibilidad de que practicara la magia negra.

Cuando se acercó y le rozó el cabello haciéndole el cumplido, se sintió como un adolescente que por primera vez recibe atención de una chica. No supo porqué de repente esa sensación, si en sus 400 años de vida había tenido 3 esposas, no era como si Cinnia fuera la primera mujer que conocía, pero quizás era el hecho de llevar tanto tiempo en soledad, dedicado a su trabajo, que había olvidado lo que se sentía recibir atención femenina. Un fuego que creía extinto dentro de su cuerpo se encendió y sus mejillas, (normalmente pálidas) tomaron un color sonrosado como un cerezo maduro.

- No es nada especial - Murmuró pasándose una mano por el cabello sin saber que más decir, realmente el cumplido le había tomado desprevenido. Quizás llevaba demasiado tiempo sin estar a solas con una dama (que no estuviera vomitando o delirando en una cama de hospital) y estaba sobre actuando al respecto.

Le escuchó hablar sobre el tipo de traje que le construiría y aunque no entendió la mitad de las cosas que dijo, se quedó hipnotizado por la pasión con la que Cinnia hablaba sobre su trabajo, era obvio lo mucho que disfrutaba su trabajo en ese taller y era agradable escucharla hablar.

- Tiene usted una habilidad innata para estas cosas - Exclamó cuando ella le mostró los bocetos - Los colores oscuros y los detalles de los botones me parecen perfectamente, creo que ha dado en el clavo - Concluyó, los dibujos eran bastante realistas a pesar de que ella apenas se había tomado unos minutos en hacerlos, le recordó a Soren, quien tardaba eternidades en pintar un cuadro que a la final no era tan bueno - Tiene un gran talento para el dibujo ¿Estudió arte? - Le preguntó y agregó - Mi... hijo, es profesor de arte y la verdad es que, sus bocetos están muy bien logrados para haberlos hecho en poco tiempo -

Sonrió al escuchar aquel comentario acerca de que su cabello no era nada especial, Cinnia sonrió cual chiquilla.

-La belleza más pura siempre se encuentra entre lo es "nada especial" a los ojos de simples personas. Usted tiene un cabello muy bonito y, créame cuando le digo que causará sensación entre las damas de aquel distinguido evento.- Sonrió nuevamente sobre su taza a cual ocultaba parcialmente su coqueta sonrisa.

Ahora era el turno de ella de sonrojarse, y al no pertenecer al grupo selecto de los inmortales de hermosa piel de marfil su sonrojo se hizo aun más notorio que el sutil cambio en las mejillas del caballero. Su ya rosada piel se tornó de un tono rosa intenso seguida de una oleada de calor que subía insistentemente a sus mejillas mientras sus ojos brillaban de entusiasmo.

-Me alegra que mi primer diseño haya sido de su agrado.- Inclinó la cabeza en una delicada y casi tímida reverencia.
Soltó una suave risa la cual cubrió con una mano en un delicado gesto.

-Son los años de experiencia los únicos maestros que he tenido.- Reconoció con cierto orgullo.- De pequeña comencé a dibujar y, quizás si hubiera tenido la oportunidad de haber podido desarrollar esta "habilidad", pero el destino tenía otros planes para mi. Me vi en la obligación de aprender el oficio familiar de hacer encajes o me enviarían lejos de casa, quizás a algún convento o me venderían a alguien...ya sabe como son las cosas en estos tiempos.- Explicó sin vergüenza alguna por sus humildes comienzos.- ¿Tiene un hijo?.- Trató de disimular su sorpresa fallando estrepitósamente.- Sin duda su hijo debe ser muy talentoso. Tiene alguna exposición? o dedica su arte sólo a selectos invitados?

Era común en ese tiempo que mucha gente de altos estatus tuvieran colecciones privadas las cuales sólo eran vistas en ciertas fiestas y sólo para algunos amigos cercanos a los anfitriones. Quizás conociera al hijo del médico, ya que Cinnia se movía por entre ciertos círculos de personas muy selectas y, viendo detenidamente el rostro del caballero sentado al otro extremos de la mesita, podía decir de que la chance era muy probable. Algo en este caballero le llamaba poderosamente la atención, pero no podía identificar qué era. Pero tiraba por pito toda apatía que ella pudiera sentir cuando conocía a clientes o ante la posibilidad de conocer gente fuera del negocio de la alta costura. Pero al mirarle, sentía que quería conocerle más, le intrigaba que historia pudiera contar tan encantadora presencia.

- Bueno, volviendo al asunto en cuestión. Le gustaría algún horario en especial para la toma de medidas y pruebas de las prendas? Porque entiendo que un médico distinguido como usted ha de tener un horario muy ocupado, no es así? Puedo ir y trabajar casi a cualquier lugar.... menos al hospital o a cualquier institución similar.... no me gusta la presencia de la muerte....-Comentó esto último con cierta aprehensión.

Después de haber ido a rogar a muchos hospitales y a médicos por ayuda para su hija y su esposo. Sin duda había desarrollado un claro rechazo hacia estos lugares, tanto por el sufrimiento de la gente como por la muerte en si. Si bien Cinnia carecía de habilidades paranormales algunas siempre había sido muy sensible con referente a estas clases de cosas.

Alzó la mirada hacia Erkki como si volviera de un lejano y triste recuerdo sonriendo instantáneamente, casi con la pericia de quien sabe ocultar sus sentimientos por mucho tiempo.

-Usted dirá caballero, me adapto fácilmente al tiempo y lugar donde deba trabajar. Salvo por esa excepción y espero en verdad que no sea un inconveniente para usted.- Le miró y aguardó a la espera de una respuesta.

- Bueno no soy experto en arte, pero le puedo asegurar que para haber aprendido de manera autodidacta, usted dibuja muy bien, en mi opinión se requiere de talento para ello - Comentó ¿Porqué la estaba adulando tanto? No lo sabía, no era su estilo decirle cosas bonitas a las mujeres sólo por decirlas, quizás era el hecho de que no trataba con una mujer desde que se había mudado a París y había comenzado su trabajo en el hospital.

Asintió ligeramente cuando ella le preguntó por su hijo, no podía decirle la verdad, que se trataba de otro Vampiro a quien había 'creado' hacía casi 300 años, quizás era más adecuado llamarlo 'compañero', pero Erkki realmente tenía un sentimiento paterno hacía Soren a pesar de que no fuera realmente su hijo biológico.

- En realidad no es bueno pintando - Se apresuró a decir con una media sonrisa, si Soren lo escuchara se avergonzaría montones - Es profesor de historia del arte, analizar obras, recordar nombres y fechas es lo suyo, pero realmente no un gran pintor, así que no ha hecho nunca exhibiciones ni nada por el estilo - La forma como hablaba Cinnia le indicaba que, solía tratar sólo con gente de la clase alta, le hacía sentir un tanto incómodo que le tratara como si el fuera alguien distinguido o importante, Erkki no se veía así mismo como alguien buena cuna, la razón por la que se había convertido en médico no tenía nada que ver con el dinero o la buena posición que gozaban los de su gremio.

- Puedo volver aquí, no tengo problema con ello - Se apresuró a decir - Entiendo perfectamente que no quiera ir al hospital, no es un lugar que la gente quiera visitar - Notó como la mirada se perdía en algún punto y deseó saber que estaba pensando en ese momento, seguramente pensar en el hospital le traía recuerdos no muy gratos, como a muchas personas - ¿Le parece si vuelvo el este viernes? No tengo el turno nocturno este viernes... por cierto ¿Debo pagar una parte por adelantado? -

-Es usted muy gentil con sus palabras, pero si sigue así quedaré como una manzana de roja.- Bromeó llevándose ambas manos a las mejillas enmarcando su rostro en un gesto que la hizo ver mucho más joven de lo que en verdad era.

Asintió ante las palabras sobre su hijo y se preguntó, por mera curiosidad que qué pensaría de sus bocetos un experto analítico de arte como el hijo del distinguido caballero. Descartó aquella idea de inmediato, no había forma de que alguien como ella llegara a charlar tan a gusto con alguien como para mostrar sus otros bocetos.

-Oh, me parece perfecto.- Volvió a sonreír ampliamente borrando todo rastro de aquella sombra del pasado que había nublado su vista hacía unos momentos atrás.- Oh, no es necesario lo del dinero por ahora, una vez tengamos las medidas y calcule cuanto material necesito para su atuendo...ahí hablaremos de dinero, le parece?