AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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“As- tu agi selon le désir qui t’habite? * private +18
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“As- tu agi selon le désir qui t’habite? * private +18
¿Has actuado conforme al deseo que te habita?
Jacques Lacan
Paris, parís… ¿cuándo será el día que deje de sentir por ti? Ni las maldades ni los recuerdos horribles de momentos vividos, de lágrimas caídas han podido alejarme de las calles, de las fiestas, de los parajes… - hay Masquerade, ¿lo sabes Giselle? – ella temerosa asiente, lo sabe tanto como cuando recibió aquella carta de invitación a su suerte, el aquelarre estaría ahí, ayudando a las causas vampíricas, pero obteniendo beneficios que ellos ni siquiera imaginan, y yo estaría ahí.
El día es largo, pero la noche lo es aún más, abrí mis ojos a la realidad, observando por el espejo mi reflejo que enseña la sonrisa de aquel deleite imaginativo que tenemos los humanos al mirarnos, todos viéndose perfecto, pero yo, notando mi malicia, mis defectos, pero con esa sonrisa que mis ganas no dichas de ser parte de aquella mascarada en todo su esplendor expresan a través de facciones intensas, es la primera vez… que estaré en medio… y las horas avanzan, y el día corre... el primer vestigio de la noche cuando el sol se despide, rozando la luna, como si fuese el eterno amante que no se quiere ir, que no quiere abandonarla al ser ella tan deseada, luna... quien te hizo tan amada y tan lejana?
Camino grácil sobre el césped y mis pies apenas y se hunden por la ligereza de mis pasos…. Una canción para los moribundos y para los débiles de corazón que al moverse y al entrar al salón me enseñan sus colmillos…. Mi nombre está escrito, y Giselle que me acompaña se pierde entre el glamour y bellezas ajenas... La paz es evidente, nadie quiere venir y atacar este rostro calmo ante ellos, pero si se acercan, si presentan sus mejores atributos, cuando en realidad yo vengo buscando a aquel. Hoy seré… un niño abandonado, no me regalare, ante el primero que pase a mi paso, pero si buscare a ese que promete venganza, que promete entrega, hoy quiero jugar, quizá con tus manos, tal vez con tu alma, tal vez con tus sueños, pero encontrare al que quiero.
- Duquesa.... - no puede faltar quien te reconozca, la máscara no sirve cuando ya tienes testigos que observan tu andar, tu círculo social. - no vengo en pos de hacerme conocer… hoy no soy la duquesa… hoy soy Adda solamente -alce la mirada, la seriedad que se mantiene en mi rostro no podía ser borrada pero él no parece hacer caso a mis palabras, solo a su forma de mantener la etiqueta… – madame, solo vengo a presentar mis respetos, y a decirle… él está aquí.- Pocas cosas enseñan mi sonrisa, si, los juegos de esta noche son un ejemplo y también la certeza de saber que me pueden ayudar… he escuchado comentarios, he vivido paseándome entre muertos y todos, concluyen lo mismo, él, es el mejor para esto. – Puedes irte, y llevarte a Giselle… - hable a él... - Maxwell Blackbird…- llamándole como el promete aparecer cuando uno solicita su ayuda – el soplón se retiraba, inclinando y poco me importaba, llevose a su vez a Giselle, que preocupada observa mi andar en medio de aquel infierno de muertos bailando y bebiendo… Giselle debía salir de ahí, toda fiesta tiene un desenlace, y esta promete ser fatal… la mía, aun me queda mucho que realizar, quizá estoy tentando al demonio, quizá me quiero quemar, quizá soy la llama que quema, quizá, no lo sé… pero sí sé que Le invoco… - Maxwell Blackbird… - susurre y en mi andar… espere.
Jacques Lacan
Paris, parís… ¿cuándo será el día que deje de sentir por ti? Ni las maldades ni los recuerdos horribles de momentos vividos, de lágrimas caídas han podido alejarme de las calles, de las fiestas, de los parajes… - hay Masquerade, ¿lo sabes Giselle? – ella temerosa asiente, lo sabe tanto como cuando recibió aquella carta de invitación a su suerte, el aquelarre estaría ahí, ayudando a las causas vampíricas, pero obteniendo beneficios que ellos ni siquiera imaginan, y yo estaría ahí.
El día es largo, pero la noche lo es aún más, abrí mis ojos a la realidad, observando por el espejo mi reflejo que enseña la sonrisa de aquel deleite imaginativo que tenemos los humanos al mirarnos, todos viéndose perfecto, pero yo, notando mi malicia, mis defectos, pero con esa sonrisa que mis ganas no dichas de ser parte de aquella mascarada en todo su esplendor expresan a través de facciones intensas, es la primera vez… que estaré en medio… y las horas avanzan, y el día corre... el primer vestigio de la noche cuando el sol se despide, rozando la luna, como si fuese el eterno amante que no se quiere ir, que no quiere abandonarla al ser ella tan deseada, luna... quien te hizo tan amada y tan lejana?
Camino grácil sobre el césped y mis pies apenas y se hunden por la ligereza de mis pasos…. Una canción para los moribundos y para los débiles de corazón que al moverse y al entrar al salón me enseñan sus colmillos…. Mi nombre está escrito, y Giselle que me acompaña se pierde entre el glamour y bellezas ajenas... La paz es evidente, nadie quiere venir y atacar este rostro calmo ante ellos, pero si se acercan, si presentan sus mejores atributos, cuando en realidad yo vengo buscando a aquel. Hoy seré… un niño abandonado, no me regalare, ante el primero que pase a mi paso, pero si buscare a ese que promete venganza, que promete entrega, hoy quiero jugar, quizá con tus manos, tal vez con tu alma, tal vez con tus sueños, pero encontrare al que quiero.
- Duquesa.... - no puede faltar quien te reconozca, la máscara no sirve cuando ya tienes testigos que observan tu andar, tu círculo social. - no vengo en pos de hacerme conocer… hoy no soy la duquesa… hoy soy Adda solamente -alce la mirada, la seriedad que se mantiene en mi rostro no podía ser borrada pero él no parece hacer caso a mis palabras, solo a su forma de mantener la etiqueta… – madame, solo vengo a presentar mis respetos, y a decirle… él está aquí.- Pocas cosas enseñan mi sonrisa, si, los juegos de esta noche son un ejemplo y también la certeza de saber que me pueden ayudar… he escuchado comentarios, he vivido paseándome entre muertos y todos, concluyen lo mismo, él, es el mejor para esto. – Puedes irte, y llevarte a Giselle… - hable a él... - Maxwell Blackbird…- llamándole como el promete aparecer cuando uno solicita su ayuda – el soplón se retiraba, inclinando y poco me importaba, llevose a su vez a Giselle, que preocupada observa mi andar en medio de aquel infierno de muertos bailando y bebiendo… Giselle debía salir de ahí, toda fiesta tiene un desenlace, y esta promete ser fatal… la mía, aun me queda mucho que realizar, quizá estoy tentando al demonio, quizá me quiero quemar, quizá soy la llama que quema, quizá, no lo sé… pero sí sé que Le invoco… - Maxwell Blackbird… - susurre y en mi andar… espere.
Última edición por Adda el Mar Jul 18, 2017 9:04 pm, editado 2 veces
Alexis Hamilton- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 06/05/2017
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Re: “As- tu agi selon le désir qui t’habite? * private +18
¿Qué es aquello que esconde el secreto de la verdad? Allí, en aquella ciclópea ciudad lo hallé.
Allí, en aquella ciclópea ciudad hallé la verdad y mi pesar.
Allí, en aquella ciclópea ciudad hallé la verdad y mi pesar.
Muchas almas, pocas a la altura. Ninguna de ellas.. Viva. No en lo que refiere aquella fiesta. No en lo que refiere.. a aquél lugar. En estas horas, justo cuando la dama Luna salía, la mente del Vampiro no hallaba vida en aquellas almas independientemente si eran No-muertos o no. La carta que fue recibida, de aquél aquelarre encubierto para algunas cosas, y algunos beneficios que en absoluto importaban a Blackbird. No obstante.. sintió algo, sintió un escalofrio intenso y extraño recorrer sus piernas hasta llegar a sus poderosos pectorales, cubiertos por la negra toga que cubría su cuerpo hasta abajo, acabando en una elegante cola, corta, pero lo suficientemente larga como arrastrar sin importancia. Tras su cruel y negra figura, una enorme sombra fondeaba como una cometa del horror que no hacía mas que avecinar el terror. Una sombra que solo el podía ver, que solo su mente podía dar forma. Cuya voz.. Solo escuchaban sus oidos. -¡Mírate Maxwell...! ¡Mírate! Eres la eternidad.. y aqui te encuentras, rodeado de seres inferiores, siéndo tu uno como ellos. Mira en lo que te has convertido, de ser eterno a andar entre escombros, entre basura. -Soy lo que debo de ser. -Sentenció finalmente, con una voz lúgubre, con un tono tan grave como el son de Notre-dame, en la cual se encontraba.
La sombra murmuraba como el aciago viento que cubría un lugar con pesar y muerte. Como un miasma que asola toda la felicidad y la drena. Como una enfermedad, que tan solo conocía Maxwell Blackbird. Le atormentaba en silencio, mientras él caso no la hacía. Su rostro, cruel y oscuro como ningún otro sobre la faz de la tierra, esta vez era tapado por una elegante Máscara. La máscara elegida por el Señor del Terror no fue otra que la de un Médico de la Peste, como si su llegar fuera el fin de todas las cosas. El fin de una enfermedad, pero tambien de toda felicidad y posterioridad. La capucha elegante tapaba su melena azabache, limpia. Impoluta. Como todo él, que amenazante se erguía entre aquella muchedumbre. Varias mujeres lo miraban, sin duda.. No-muertas que percibían el enorme aura del Pájaro Negro. Cuchicheaban como adolescentes húmedas y ébrias de lujuria y lascivia, contándose la una a la otra una suerte de rumores de como se desenvolvía en la cama.. en el ataud, en las ramas de la oscuridad. En su Mansión. En su Capilla. Rumores que se mezclaban entre sexo y voces de tortura unidas a la cacofonía de la muerte. Al epitafio inscrito con sangre sobre la Lápida de la vida. Cuyas manos, eran garras oscuras.
Maxwell pasaba con paso decidido, sin inmutarse en las vampiresas que lo miraban, con mezcla de terror y curiosidad por ser apresadas por su presencia. A él nada de aquello importaba. No necesitaba buscar mujeres, ni le importaban los juegos de cama. Siempre llegaban a él.. sin pedirlo. De un modo u otro. Y él lo sabía. Era consciente. Un ladrillo mas a la torre de su propia insolencia. De su propio egocentrísmo. Con mirada fría y altiva contemplaba los manjares allí concurridos, las mesas, la música elegante. Todo un baile, todo un salón de Máscaras. Toda una Mascarada.
Pero todo aquello perdió importancia, más aún de la que no le daba él mismo.. cuando sintió una llamada. Un susurro que penetraba a lo largo y ancho de su tela ceremonial. Un susurro que perforaba el pico de ave de aquella máscara de Médico de la Peste Negra. Un susurro que luchaba por hacer mella en la piel de su cuerpo. "Maxwell Blackbird" Escuchaba, una y otra vez. ¿Quién le llamaba? ¿Por qué le llamaba? ¿Donde estaba? Varias preguntas esperaban haciendo cola en la mente del Lord mientras que la toga negra de su atuendo comenzaba a desaparecer, como si estuviese constituida de sombras.. o fuera la propia sombra que elegía aquella forma humana. Sombras que se transformaban en una bandada de Murciélagos impíos y oscuros que alzaban el vuelo nervioso y a su misma vez elegante. Frío e inquietante. Minutos despues, de donde provenía aquella llamada. Aquella invocación en quedos susurros.. Los Murciélagos se arremolinaban frente a la figura que promulgó el rito, formando poco a poco la Altiva figura de voz mas oscura, acompañado por el sonido de los truenos. El sonido de la tormenta, justo al hacerse finalmente corpóreo.
La figura de Maxwell Blackbird, que acudió al suspiro pronunciado.
Sonriendo de medio lado frente a ella.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/04/2017
Re: “As- tu agi selon le désir qui t’habite? * private +18
Ninguna época ha sabido tantas
y tan diversas cosas del hombre como la nuestra.
Pero en verdad, nunca se ha sabido menos qué es el hombre.
Heidegger, Martin
No quieras tentar al enemigo Adda…. Si buscas lo que encuentras, ¿y no te gusta? ¿si te asusta? ¿si no puedes mandar sobre las acciones que aquel, decida tomar? Son muchas cosas, le estas entregando el poder a un ser de por sí ya poderoso, dominante ¿Cómo te vas a defender?
En mi mente alguien gritaba ¿acaso la consciencia decidió despertar? ¿Abrir sus ojos y ver la realidad de lo que estaba sucediendo? ¿Dónde estaba la consciencia cuando por acciones, cometía errores con consecuencias que me arruinarían la existencia? ¿Dónde estabas maldita? Y no tiene defensas… ella, se burla de los demás, asomando sus narices cuando ya nadie la ocupa ni respeta…
Mi ser le llamaba con susurros al esperar al vampiro en cuestión, mi paciencia no es demasiada… y de pie inquieta, pero como una escultura antigua, solo mis orbes azules observan al hombre que se materializa frente a mí, con su postura elegante y su voz encantadora, una media sonrisa que hasta el más soez podía adivinar, es malicia… malicia en un viejo vampiro que por unos instantes pasa una intimidación sutil, aunque de todas las formas posibles intenta arrancarte la ropa tan solo al verte, es alto… un lord con todas sus letras y el ente oscuro que pretendo necesitar… - es usted ¿Maxwell Blackbird? – inclina su rostro ante aquellas manías de reverencia que la corte enseña, una duquesa no se puede mal portar, una siempre mantiene su presencia…bla, bla bla… hay cosas más importantes que pensar en lo que hace una duquesa- yo mi señor, soy Adda, y yo le buscaba mi señor… - un acento francés, dibuja las pautas de mi voz… mezcla interés, curiosidad y temor… no por miedo realmente, temor por intriga de lo que sucederá, de lo que está sucediendo, y de no saber hacerlo… él vampiro es tan alto… pero su postura no me intimida… me alegra los días, imaginando las cosas que puede alcanzar.
- Me temo que usted podría ayudarme… - ¿Comienzo de una vez? ¿Contando la historia de aquellas féminas que deciden explicarse a su deseo, soltándolo todo sin siquiera estar preguntando?, son muchas cosas Adda… no puedes vomitarlas en medio de una fiesta, menos cuando los sonidos melodiosos del violín y camerata resuenan sobre toda la catedral… ¿Quién hace una fiesta en una catedral realmente? Solo los demonios de la oscuridad…
Sin embargo, estoy en un dilema… yo también pienso estúpida conciencia…. Y de la misma forma que pienso no puedo mentir ¿Cómo podría no decir que las brujas de aquel aquelarre solo están ahí para utilizar las cosas a su favor? La venganza es un a sed poderosa, pero no podría arruinar el evento social del año, en el que todos se pierden entre sus bailes y excentricidades… vampiros beben sangre de sus coadyuvantes, yo solo me deleito, observo… todo es tan ajeno a mí, pero tan cercano a la vez, me concentra en sus orbes… oscuros, tanto como la oscuridad misma sin fondo, sin final… –Entonces dígame ¿puede hacerlo? – de la misma forma que uno alimenta el ego de alguien a través de una sonrisa o comentario, también alimenta su interés, con una pregunta tan simple como cuestionar si puede o no hacer. -porque es una misión suicida… y yo pretendo morir en el intento… - ni los bailes ni la música, nos dejaran hablar más de lo que ya hacemos en estos cortos minutos de cercanía… un empujón y me acercan más al acompañante misterioso y oscuro – yo…. -necesito aire, de ese que se te acaba en los pulmones por las impresiones y el miedo de saberse perdida en batalla hasta antes de él… pero de pronto y sin opción a sopesar lo que estaba a punto de suceder, mis piernas se desvanecían, mi semblante caía.... algo sostuvo caer de bruces contra el suelo, y/o lo imaginaba o ya estaba acabada.
y tan diversas cosas del hombre como la nuestra.
Pero en verdad, nunca se ha sabido menos qué es el hombre.
Heidegger, Martin
No quieras tentar al enemigo Adda…. Si buscas lo que encuentras, ¿y no te gusta? ¿si te asusta? ¿si no puedes mandar sobre las acciones que aquel, decida tomar? Son muchas cosas, le estas entregando el poder a un ser de por sí ya poderoso, dominante ¿Cómo te vas a defender?
En mi mente alguien gritaba ¿acaso la consciencia decidió despertar? ¿Abrir sus ojos y ver la realidad de lo que estaba sucediendo? ¿Dónde estaba la consciencia cuando por acciones, cometía errores con consecuencias que me arruinarían la existencia? ¿Dónde estabas maldita? Y no tiene defensas… ella, se burla de los demás, asomando sus narices cuando ya nadie la ocupa ni respeta…
Mi ser le llamaba con susurros al esperar al vampiro en cuestión, mi paciencia no es demasiada… y de pie inquieta, pero como una escultura antigua, solo mis orbes azules observan al hombre que se materializa frente a mí, con su postura elegante y su voz encantadora, una media sonrisa que hasta el más soez podía adivinar, es malicia… malicia en un viejo vampiro que por unos instantes pasa una intimidación sutil, aunque de todas las formas posibles intenta arrancarte la ropa tan solo al verte, es alto… un lord con todas sus letras y el ente oscuro que pretendo necesitar… - es usted ¿Maxwell Blackbird? – inclina su rostro ante aquellas manías de reverencia que la corte enseña, una duquesa no se puede mal portar, una siempre mantiene su presencia…bla, bla bla… hay cosas más importantes que pensar en lo que hace una duquesa- yo mi señor, soy Adda, y yo le buscaba mi señor… - un acento francés, dibuja las pautas de mi voz… mezcla interés, curiosidad y temor… no por miedo realmente, temor por intriga de lo que sucederá, de lo que está sucediendo, y de no saber hacerlo… él vampiro es tan alto… pero su postura no me intimida… me alegra los días, imaginando las cosas que puede alcanzar.
- Me temo que usted podría ayudarme… - ¿Comienzo de una vez? ¿Contando la historia de aquellas féminas que deciden explicarse a su deseo, soltándolo todo sin siquiera estar preguntando?, son muchas cosas Adda… no puedes vomitarlas en medio de una fiesta, menos cuando los sonidos melodiosos del violín y camerata resuenan sobre toda la catedral… ¿Quién hace una fiesta en una catedral realmente? Solo los demonios de la oscuridad…
Sin embargo, estoy en un dilema… yo también pienso estúpida conciencia…. Y de la misma forma que pienso no puedo mentir ¿Cómo podría no decir que las brujas de aquel aquelarre solo están ahí para utilizar las cosas a su favor? La venganza es un a sed poderosa, pero no podría arruinar el evento social del año, en el que todos se pierden entre sus bailes y excentricidades… vampiros beben sangre de sus coadyuvantes, yo solo me deleito, observo… todo es tan ajeno a mí, pero tan cercano a la vez, me concentra en sus orbes… oscuros, tanto como la oscuridad misma sin fondo, sin final… –Entonces dígame ¿puede hacerlo? – de la misma forma que uno alimenta el ego de alguien a través de una sonrisa o comentario, también alimenta su interés, con una pregunta tan simple como cuestionar si puede o no hacer. -porque es una misión suicida… y yo pretendo morir en el intento… - ni los bailes ni la música, nos dejaran hablar más de lo que ya hacemos en estos cortos minutos de cercanía… un empujón y me acercan más al acompañante misterioso y oscuro – yo…. -necesito aire, de ese que se te acaba en los pulmones por las impresiones y el miedo de saberse perdida en batalla hasta antes de él… pero de pronto y sin opción a sopesar lo que estaba a punto de suceder, mis piernas se desvanecían, mi semblante caía.... algo sostuvo caer de bruces contra el suelo, y/o lo imaginaba o ya estaba acabada.
Alexis Hamilton- Hechicero/Realeza
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Re: “As- tu agi selon le désir qui t’habite? * private +18
Lo que llevo en mi mente es algo que nadie se imaginaría hasta que
forme parte de lo que yo llamo la oscuridad
y las tinieblas de lo místico.
forme parte de lo que yo llamo la oscuridad
y las tinieblas de lo místico.
Con altiva mirada a traves de las cuencas de la siniestra pero elegantísima máscara de color negra con toques muy dorados, aquellos ojos penetrantes y de un color azul a medio camino del verde mas cristalino, perpetuaban la escena tras materializarse al sonido de la tormenta. Las nubes pronto acudían como si una invocación hubiese llamado a la Tempestad. De brazos cruzados, la horrible figura esperaba de forma paciente y mirada tumbada. Pronto una sonrisa lúgubre se dibujaba al mismo tiempo que ladeaba el gesto los labios del vampiro, mostrando uno de sus enormes colmillos. Mas grandes que cualquier colmillo que alguien normal haya alcanzado a ver a un Vampiro. Enarcaba una de sus pobladas y poderosas cejas por ahora invisibles por la tapadera de la Máscara. -Así es, soy Lord Blackbird. -Dijo la voz de la tormenta, potente, grave. Tenebrosa. Ante la reverencia de la chica cogió su mano, dejando mostrar el torso de ésta y lentamente acercó sus labios para rozar aquella piel en un ligero beso mientras cerraba los ojos, con cortesía y suma elegancia. Las telas de su toga no paraban de retorcerse, como si su tejido no fuera tela, si no la propia sombra la que viste al Vampiro.
-¿Que busca de mi, Milady Adda? Sus susurros latían dentro de mi cuerpo, con la intensidad de un huracán. -Decía observándola. Analizándola con la mirada. Sin duda.. era una Alta Duquesa dado al olor que desprendían sus poros dibujando tímidamente la blanca piel y el tejido de aquellos labios que asomaban. Si huvo algo que desgarró la curiosidad del Señor del Terror, fue aquello. Los labios del pecado. Los labios que inducían a la locura mas lujuriosa posible. Cada pigmento de su carmin intenso hacía navegar la imaginación de Maxwell Blackbird mas allá del propio placer. Su cuerpo vibraba, y sus sombras también. Parecía timida.. pero no lo era en realidad, su aura así lo decía. Era humana, pero tenía algo más. Más que estatus que formaba su poder. Maxwell sonrió de forma grandiosa, engrandeciendo aún mas su propio aura de poder, dado que sabía que aquella Duquesa tenía la habilidad de ver cuan grande era el aura de alguien. La suya era enorme, y mas enorme hacía que fuera.
Clavose la mirada en el cuello de Adda, levantando su mano posándola en el mentón de la ajena mujer. Una mano que guardaba mas semejanza con una garra de gárgola que desgarra el tejido de la realidad que con una mano humana. La miraba, con mezcla de adoración e intenciones ocultas. Mostró una vez mas sus colmillos en una imagen hecha prácticamente para dibujarla en un Lienzo. Ella frente a su enorme ser. De fondo un millar de criaturas y no-criaturas, danzando, hablando, cuchicheando ajenas a la enorme maldad que guardaba en su interior. Un baile. Una mascarada. -No necesita morir en el intendo de una misión. Tan solo morir sobre los brazos de la oscuridad y aceptar el trato. Me ha invocado, ha susurrado mi nombre. algo que sin duda.. dice mucho de usted. Le ayudaré, y llegado el momento.. Usted me ayudará a mi, a su Señor del Terror. -Decía, acariciando la tez de la mujer, mirándola a los labios. -Estoy seguro que.. hasta que ese día llege, podemos sacar beneficio el uno.. del otro. ¿En que desea que la Oscuridad le ayude, Milady Adda? ¿Que pueden hacer mis alas para ello?
La escena era elegante, lúgubre, mística incluso. La mujer parecía querer decir algo más pero casi se desploma, bien por el ambiente o bien por la sola presencia del poder de Maxwell Blackbird. O una mezcla de todo. Sea como fuere, el Vampiro miró con compasión, agarrando el cuerpo de la chica de los brazos para que al vacío no cayera. Le sonrió con galantería, con deseo y lascivia. -No se caiga, Adda. El baile no ha hecho más... que comenzar. -En aquél preciso instante, los ojos entre el azul y el verde dejaron la vida, volviéndose hacia arriba, dando paso a unas perlas totalmente blancas. La tormenta estalló lentamente, en varios truenos acompañados de relámpagos mas no de lluvia. Mientras en el altar, la música estrella de la fiesta comenzaba. Una vampiresa con una máscara de Cuervo comenzó a cantar con suave y fantasmagórica voz, acompañado de un vampiro adulto para el coro.
- Spoiler:
"After sparrows
Three times called
After gull does
Three times fall.."
Comenzaba aquella siniestra letra que parecía cantada por una Vanshee. Maxwell seguía agarrando a Adda, levantándola un poco, como si su peso fuera el de una pluma para él. Daba pasos de baile, seguro de si mismo. Con los ojos en blanco, la hacía girar una y otra vez. Todos los demás vampiros enmascarados tambien comenzaban a danzar de forma oscura, de forma ordenada. Como una lúgubre coreografía unicamente para acompañar al Vampiro Lord y a su acompañante. La sonrisa cruel de Maxwell, mostrando sus dientes, no cesaba en el baile. Cada vez mas rapidos. Cada vez mas ágiles sus pasos. -Solo hay un requerimiento para.. mi favor, Señorita Adda. No temer a la oscuridad de su interior. Una oscuridad que clama por salir, siempre. Siempre. -Los cuerpos chocaban, la pareja chocaba con otras parejas, suavemente, mientras las luces no existían en la Catedral. En su lugar, las lumbres de las velas eran de un tono azul apagado, gélido. Frío.
"Come, maiden, mistress, mouse and hen
Come, fisher, farmer
Frog and wren
Once a king dressed in red
Warmed by the flames on feather bed
While all the town starving cried
Chilled by winds, the Month of Ice"
La oscuridad del ambiente crecía y crecía, así como la presencia, el poder de Blackbird, quien intentaba cortejar a aquella dama que le había clamado. Que le había invocado. Que le había pedido ayuda. Pero en todo trato, siempre hay que dar algo a cambio. Un alma. Un cuerpo. Era buen pago para el Vampiro, pese a que no lo decía. Sus horribles orbes blancos metidos en las cuencas de la cara, miraban el cuello de la chica. Parecía llevar un collar, un collar que encerraba más que belleza. Encerraba algo importante para ella, como un talismán. Un talismán demasiado poderoso como para subestimarlo. -Lo que escucha, Señorita Adda, es una nana. Una nana para dormir. -Conforme la música iba avanzando, los pasos de baile también lo hacían. Lo que no se daba cuenta por ahora la chica, era que, de los vampiros que los rodeaban, salían haces de luz roja, burbujeante.. Al unísono. Como una cacofonía que acompañaba a la lúgubre musica. Dichos haces, iban a parar al cuerpo de Maxwell quien absorvía todo aquello, conforme los cuerpos quedaban sin vida, cayendo lentamente al suelo con efecto de Dominó. Los que hacían la música ni se inmutaron.
"Up on a spike
They perched his head
Cursed his name
Burned his stead"
They perched his head
Cursed his name
Burned his stead"
Se estaba alimentando de los vampiros menores que visitaron aquella fiesta. Finalmente, en el paso final del baile, se acercó a un enorme espejo de pared, mientras arqueaba la espalda de Adda, dejándola suspendida en el aire, sujetada por su brazo, como el último paso de un Vals. Haciendo que ella se mirase en el espejo. Que mirase como nadie estaba agarrándola puesto que Maxwell no se reflejaba en los espejos. Finalmente, en aquella postura, el Vampiro se despojó de su máscara, dejando el rostro al descubierto. Subiendo un poco el de ella, pero sin quitarle la máscara para no molestarla. Solo lo justo, para bajar el mentón y fundirse en un lúgubre y húmedo beso con aquellos suaves y rojos labios. Allí, en mitad de una orgía de vampiros sin vida, vampiros que ya no existían, el beso llegó sellando el destino. Se separó levemente. -Y bien.. Señorita Adda.. ¿En que puedo ayudarla?
-Y que saco a cambio... -Dijo con una lasciva sonrisa. No quería dinero, eso estaba claro.
-Y que saco a cambio... -Dijo con una lasciva sonrisa. No quería dinero, eso estaba claro.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 03/04/2017
Re: “As- tu agi selon le désir qui t’habite? * private +18
Duerme con el pensamiento de la muerte
y levántate con el pensamiento de que la vida es corta.
Proverbio
Recuerdo tan bien la última vez que compartí la vida entre muertos, cuando no tenía escapatoria y mi cárcel como un nido de aves me mantenía en un encierro perfecto, los cantos se dibujan en mi mente, recuerdo los llantos nocturnos y la forma de tomarme, con esa rabia, con esa manía… de controlarlo todo y se hace tan cercana a mí la sensación adrenalina, de meterse en la boca del lobo y querer salir viva… pero, pasa en la vida común, cuando esta te presenta escenas y tu solo eliges en cual participar… ¿es acaso destino encontrar un ser tan oscuro como su alma? Como cuando la realidad supera la ficción, aquella maldad que te aleja, pero te urge encontrar, y puedo estar muy cuerda o muy perdida para ponerme en su camino… - Lord Blackbird… - repito como si mi subconsciente hubiese recordado las historias más terríficas en su mente, aquella altura, su rostro, su cabello azabache… diferenciando sus facciones con las de un cuento de terror… pero afortunadamente… esas historias eran mi arte.
¿Qué busco mi señor? Algo que ya he encontrado - No hay nada mejor que un buen/mal sueño ¿verdad? De esos en los que caes por un precipicio… y en el proceso recuerdas como has vivido, mezclada a esa sensación asquerosa de sentir el desespero, un vacío, - ¿un huracán dice? Le apuesto que antecede mi tormenta, pero yo siento que soy la calma previa a esa tormenta mi señor... - sonrío de la misma manera que pareciera quiere verme completamente y sé que de sus ojos solo nacen preguntas… que expresa a caricias, cuando como una maldita y condenada débil, mi cuerpo cae sobre sus brazos, alcanzando a tocarlos al afirmarse… no es tan dura la piel que palpo con mis dedos como lo imagine, perdida en la inmensidad de su sombra que adorna su piel mientras en mi subconsciente intento recuperar la consciencia – mi señor… - el baile comienza, el invita no, toma mi cuerpo a él, ¿Quién soy yo para negarle una pieza? Ahora nada, con la debilidad de mis piernas, Para eso estaba, para ¿pedir ayuda, y/o morir en el intento?
Mi pose, no me deja observar bien su traje, que parece tener vida animal en sus plumas… “está vivo Adda” “su traje se mueve” siento que solo juega con mi mene mirando al hombre desconocido, me hago algunas preguntas que no son respondidas al momento, se escuchan los alaridos de la multitud, entre gritos y pasión, el sonido de la música… y de los pies de los que bailan y huyen a la misma vez…
No existen palabras ni cosa a la que aferrarse cuando sabes que nadie podría creer lo que sucedía esta noche ¿Cómo explicas un baile de vampiros en una catedral tan importante? La mofa de los espectros al usarla para ajamiento personal, me tildarían de lunática y en un santiamén a una casa de locos y maniáticos...
Yo danzaba pasmada, con los pies en el aire…, con orbes ajenos observándonos entretanto, presa de las alas de aquel ángel caído, solo pude observar el reflejo de mis pléyades, con un azul abismal entre tonos cielos y océanos, al contemplar el cristal en el que nadie escoltaba mi cintura entre sus brazos… ¿Cómo podía ser? lo sabía, pero mi razonamiento no me dejaba creer sintiendo sus extremos en mi cintura y no viendo el reflejo fugaz al que sometía mis deseos... no estaba tan consciente, pudo ser un sueño, como la peor de las pesadillas, y volvióse a mi… quitando su máscara para enseñar su rostro tosco… con su cabello azabache recuperando mis labios muertos…
Pico rojo del buitre del deseo
que hubiste sangre y alma entre mi boca,
de tu largo y sonante picoteo
brotó una llaga como flor de roca.
En un ósculo encierro todo lo que pienso, como si no confiase en el que me beso… no conocía sus habilidades, recordando mi esposo… el vampiro que yacía muerto y como podía introducirse en mi mente, jugando con ella, dejando espacios en blanco como destruyendo mi esencia… yo era buena… al instante sonrío retractando… nunca lo he sido. – quiero - volviendo en mi… - quiero venganza mi señor… - Toqué su piel - esta venganza está llena de horror, de temor, de sangre… no lo conozco es cierto pero las acciones valen más que las palabras, y las vuestras... son demasiadas -, pero sus orbes se iluminan al hablarle de muerte… de horror… -ayúdeme… y verá que el beneficio será para los dos.– yo sabía que necesitaba aire que no entraba por mi nariz en este ambiente ahogado de muerte y vampiros.
y levántate con el pensamiento de que la vida es corta.
Proverbio
Recuerdo tan bien la última vez que compartí la vida entre muertos, cuando no tenía escapatoria y mi cárcel como un nido de aves me mantenía en un encierro perfecto, los cantos se dibujan en mi mente, recuerdo los llantos nocturnos y la forma de tomarme, con esa rabia, con esa manía… de controlarlo todo y se hace tan cercana a mí la sensación adrenalina, de meterse en la boca del lobo y querer salir viva… pero, pasa en la vida común, cuando esta te presenta escenas y tu solo eliges en cual participar… ¿es acaso destino encontrar un ser tan oscuro como su alma? Como cuando la realidad supera la ficción, aquella maldad que te aleja, pero te urge encontrar, y puedo estar muy cuerda o muy perdida para ponerme en su camino… - Lord Blackbird… - repito como si mi subconsciente hubiese recordado las historias más terríficas en su mente, aquella altura, su rostro, su cabello azabache… diferenciando sus facciones con las de un cuento de terror… pero afortunadamente… esas historias eran mi arte.
¿Qué busco mi señor? Algo que ya he encontrado - No hay nada mejor que un buen/mal sueño ¿verdad? De esos en los que caes por un precipicio… y en el proceso recuerdas como has vivido, mezclada a esa sensación asquerosa de sentir el desespero, un vacío, - ¿un huracán dice? Le apuesto que antecede mi tormenta, pero yo siento que soy la calma previa a esa tormenta mi señor... - sonrío de la misma manera que pareciera quiere verme completamente y sé que de sus ojos solo nacen preguntas… que expresa a caricias, cuando como una maldita y condenada débil, mi cuerpo cae sobre sus brazos, alcanzando a tocarlos al afirmarse… no es tan dura la piel que palpo con mis dedos como lo imagine, perdida en la inmensidad de su sombra que adorna su piel mientras en mi subconsciente intento recuperar la consciencia – mi señor… - el baile comienza, el invita no, toma mi cuerpo a él, ¿Quién soy yo para negarle una pieza? Ahora nada, con la debilidad de mis piernas, Para eso estaba, para ¿pedir ayuda, y/o morir en el intento?
Mi pose, no me deja observar bien su traje, que parece tener vida animal en sus plumas… “está vivo Adda” “su traje se mueve” siento que solo juega con mi mene mirando al hombre desconocido, me hago algunas preguntas que no son respondidas al momento, se escuchan los alaridos de la multitud, entre gritos y pasión, el sonido de la música… y de los pies de los que bailan y huyen a la misma vez…
¡torturante avidez que amenaza la vida!
Seductora sobre la inmóvil estructura de la roca
la flor suspira por las mariposas.
Todo esto soy —me estremezco al sentirlo—:
mariposa seducida, flor solitaria,
buitre y rápido torrente de hielo,
gemido de la tormenta
Seductora sobre la inmóvil estructura de la roca
la flor suspira por las mariposas.
Todo esto soy —me estremezco al sentirlo—:
mariposa seducida, flor solitaria,
buitre y rápido torrente de hielo,
gemido de la tormenta
No existen palabras ni cosa a la que aferrarse cuando sabes que nadie podría creer lo que sucedía esta noche ¿Cómo explicas un baile de vampiros en una catedral tan importante? La mofa de los espectros al usarla para ajamiento personal, me tildarían de lunática y en un santiamén a una casa de locos y maniáticos...
Yo danzaba pasmada, con los pies en el aire…, con orbes ajenos observándonos entretanto, presa de las alas de aquel ángel caído, solo pude observar el reflejo de mis pléyades, con un azul abismal entre tonos cielos y océanos, al contemplar el cristal en el que nadie escoltaba mi cintura entre sus brazos… ¿Cómo podía ser? lo sabía, pero mi razonamiento no me dejaba creer sintiendo sus extremos en mi cintura y no viendo el reflejo fugaz al que sometía mis deseos... no estaba tan consciente, pudo ser un sueño, como la peor de las pesadillas, y volvióse a mi… quitando su máscara para enseñar su rostro tosco… con su cabello azabache recuperando mis labios muertos…
Pico rojo del buitre del deseo
que hubiste sangre y alma entre mi boca,
de tu largo y sonante picoteo
brotó una llaga como flor de roca.
En un ósculo encierro todo lo que pienso, como si no confiase en el que me beso… no conocía sus habilidades, recordando mi esposo… el vampiro que yacía muerto y como podía introducirse en mi mente, jugando con ella, dejando espacios en blanco como destruyendo mi esencia… yo era buena… al instante sonrío retractando… nunca lo he sido. – quiero - volviendo en mi… - quiero venganza mi señor… - Toqué su piel - esta venganza está llena de horror, de temor, de sangre… no lo conozco es cierto pero las acciones valen más que las palabras, y las vuestras... son demasiadas -, pero sus orbes se iluminan al hablarle de muerte… de horror… -ayúdeme… y verá que el beneficio será para los dos.– yo sabía que necesitaba aire que no entraba por mi nariz en este ambiente ahogado de muerte y vampiros.
Alexis Hamilton- Hechicero/Realeza
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Re: “As- tu agi selon le désir qui t’habite? * private +18
Ni siquiera las altas torres de la ciudad negra,
surgida de la maldad mas primitiva,
eran lo suficiente para desviar mi atención de
aquellos seres que emergían de mis pesadillas.
De mis deseos mas profundos. De mis demonios.
Aquello que presencié, fueron los Dioses.
surgida de la maldad mas primitiva,
eran lo suficiente para desviar mi atención de
aquellos seres que emergían de mis pesadillas.
De mis deseos mas profundos. De mis demonios.
Aquello que presencié, fueron los Dioses.
Maxwell Blackbird era un nombre que era bien conocido por los oscuros lares y tenebrosos aquelarres que mancillaban la tierra de Paris. Pero nisiquiera aquellos aquelarres llamaban a tal hombre. Si iba, era auto-invitándose. Incluso la oscuridad aprendió hace tiempo a temerle. Lentamente, como si no quisiese separarse de tan carnosos labios ajenos, se separó al completo de ellos. Sus ojos, de aquellos tonos, le miraban. Miraban a la chica. A la mujer. A la viuda. A quien le pedía ayuda. La sonrisa espeluznante se dibujaba en el rostro del Señor Vampiro como quien corre una cortina dejando ver la verdadera luz del día, sólo que aqui no había luz. Ya no. -¿La calma antes de la tormenta, dice, Señorita? Ya lo creo. Pero la tormenta está por empezar, y este baile de máscaras no es más que el inicio. Un teatro sangriento pintado de burdeos escondiendo la trampa. -Su voz resonaba por todo el lugar, donde ya solo quedaban él, la chica, y la pareja de Vampiros que cantaban las canciones a la luz de la oscuridad en santa casa de Dios. Vampiros que ahora sonreían, como si oliese y percibiesen lo que se avecina.
Los ojos de Maxwell se esclarecieron un poco. Pronto la lluvia golpeaba los cristales de la Santa Catedral de Notre-Dame. Las campanadas comenzaron a sonar. El no paraba de bailar con su nueva acompañante, que parecía embelesada al completo por él. Nada que no se esperase, por supuesto. Pues él sabía más que de sobra que caería rendida a sus pies, por ayuda que le pidiera. Ayuda que estaba dispuesto a aceptar, pues percibía los sentimientos de la mujer. Percibía el odio. El ansia. Sentimientos de los que él mismo se alimentaba una y otra vez. Su traje, vivo y en movimiento, como miles de brazos formados en sombras hacían parecer que piernas no tenía. Que pies no poseía. -Si buscas ayuda para algo que ya has encontrado.. Mas facil será para la Oscuridad cobrarse dicha alma. Preciosa. -Sacaba su lengua, ahora era enorme, larga, acabada en pico como la de una serpiente. Sus pupilas casi no existían en estos momentos. Su lengua recorría la boca de la mujer, probando cada rincon y sabor que ésta pudiese tener. No la besaba, tan solo la lengua usaba, en mitad de una sonrisa tan lasciva como oscura.
Sonrió una vez mas, pero esta vez.. de forma gloriosa, como quien recibe una ducha dorada de los propios dioses. Como si la tormenta que se avecinara no fuese una tormenta natural, si no los propios dioses, que le saludaban. La miró directamente a los ojos, parando de bailar, pero sin soltar el dorso de su mano el cual besó y besó, una y otra vez. Mirada serpentina. -¿Venganza? ¿Temor? ¿Sangre? ¿Horror? Querida.. si sigues diciendo tales palabras, no es aqui donde bailaremos, si no en mis oscuros aposentos de madera tallada. -Se refería por supuesto a su Ataud. Las campanadas seguían replicando, lentamente, como si todo fuera una orquesta que esperase el compas dado por el Director. De pronto, acabando con el silencio sepulcral que reinaba la escena, obviando la tormenta y las campanadas, se rompió. En mil pedazos, al sonido de las cristaleras. Todas ellas se rompieron. Gruñidos en la noche y garras en la oscuridad. Figuras enormes y llenas de pelo entraron en asalto. Los vampiros que cantaban sonrieron. Maxwell Blackbird tambien. Sus ojos ya no eran de color, si no blancos al completo, como el más oscuro de los hechiceros. Mostrando sus enormes colmillos -Bienvenida al Paris real, Adda. Permítame darle la bienvenida a nuestros.. Invitados.
Los dos vampiros cantantes, una mujer y un hombre, se transformaron en unas criaturas de orejas enormes y dientes sin fin. Sus ropas cayeron al suelo en jirones, y unas enormes alas provistas de membranas salían de sus espaldas. No eran vampiros. No del todo, al menos. Alzaron el vuelo emitiendo chirridos que dejarían paralizado a cualquiera, y aquellos invitados nuevos, no eran menos. Dos enormes Licántropos Pardos quedaron paralizados por los chillidos, y el combate entre ellos comenzaba, mientras Max seguía una vez mas, los pasos de baile con Adda. Como si la música de la oscuridad y la batalla fueran el compás para danzar. La soltó en uno de los pasos, y mientras esperaba a que ésta regresara a sus brazos como dictaba el baile estricto de salón, su cuerpo convulsionó de agitada forma, mirando hacia arriba con una horripilante sonrisa en la cara. Abrió la boca, y una enorme nube de murcielagos vivos comenzaba a salir directamente desde el interior del Enorme Vampiro. Salían sin parar, como si saliesen de una cueva natural. Pronto la instancia estaba llena de Alas negras como la noche que dificultaban la visión de los invitados cánidos. Quienes rugían y aullaban, tratando de dar desgarros a aquellas criaturas y a los murciélagos.
-¿Alguna vez has bailado al son de la Sangre, Señorita Adda? -Dijo Max, como si nada de aquello estuviese ocurriendo. Como si alrededor de ellos no hubiera toda una jauria de Lobos dúpedos y musculados. Como si alrededor de ellos no hubiera un enjambre completo de Murciélagos que el propio Maxwell había escupido. ¿Qué era él? ¿Cómo podia? No paraba de sonreir, danzar, perfecta y elegantemente. -No temas a la oscuridad, Adda. Te ayudaré. Pero pronto deberemos dejar este lugar muy a mi pesar. Mis amigos los Cazadores estan de camino. Y quizá incluso los Inquisidores. Y no es lugar para hablar de Negocios y Placer entre un Lord y una Mujer, ¿Verdad?. -En uno de los pasos de baile dado, un enorme Licántropo saltó para asaltar al Lord Vampiro que parecía distraido con su nuevo juguete en forma de Humana. Nada mas lejos de la realidad. Maxwell sonrió de medio lado mientras en Lobo era agarrado por varios brazos acabados en enormes garras hechas del tejido del que estan hechas las propias pesadillas. Mientras danzaba sin preocuparse lo más minimo, el animal dúpedo fue desmembrado por los brazos y su vitalidad fue extraida por aquellos extraños brazos-sombra, antes de que éstos se desvanecieran dejando el cadaver del Lobo en el suelo inerte.
-Una velada magnífica y de lo más entretenida, mi señorita. Mas debemos marcharnos ya. -El último paso de baile fue acercar a Adda hacia su pecho, contra él, fuertemente, como protegiéndola. Una vez mas sus labios se juntaron a los labios carnosos de la humana. Mientras le propinaba aquél lúgubre beso, de su espalda nacían sus alas emplumadas, negras como un cuervo gigante. Emprendiendo el vuelo y sujetando a la mujer, salió por una de las cristaleras rotas por las que entraron los licántropos. Los otros dos seres que no eran Vampiros realmente, también se marchaban emprendiendo el vuelo, dejando varios cadaveres. Pero aún había lobos vivos, suficientes como para no cometer ninguna estupidez de "valientes". Los Murciélagos servían para dificultad la visión, arrancar ojos, molestar el cuerpo e incluso para molestar, dando tiempo para la retirada oscura. Maxwell Blackbird fue a aterrizar a uno de los árboles cercanos a la parte trasera de una de las Plazas principales de Paris, cercana y alejada a la vez de Notre-Dame. A lo lejos se podían ver las Antorchas y Vengalas de los Inquisidores marchando a las puertas de la enorme Catedral. Y en las sombras, los Cazadores, oliendo las presas. Pero no hallarían a los peces gordos allí. Ya no.
Miró a los ojos a su benefactora. -Pronto podremos negociar la ayuda. Pronto podrás tener tu venganza. Dios no estará contento, y eso.. me encanta.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/04/2017
Re: “As- tu agi selon le désir qui t’habite? * private +18
—¡Curiosidad maldita!, frío aguijón que hieres
las femeninas almas, los varoniles pechos:
tu fuerza impele al hombre a que busque la hondura
del desencanto amargo y a que remueva el cieno
donde se forman siempre los miasmas infectos.
Rosalía de Castro
Adda, lidias con tu oscuridad y con un infierno a la vez…
¿Dónde estás Giselle? ¿Estarás libre de aquellos demonios? O ¿pisaremos tu cuerpo oscuro y desangrado mientras danzamos?, lo heterodoxo del momento trasciende mis sentidos, invadimos espacio sagrado y ya lo habia percibido, como si todo viniese de imagen a mi mente, jamás olvidare estos momentos, pensándolo mientras zanscalideamos al ritmo de un sentir, tengo la ligera impresión de que no queda espacio entre los dos, como si su capa se mezclase con mi piel, como si tocara mi alma y la emponzoñara de su inherencia tan sombría y como un hidalgo a la vez, ¿Cuándo habías conocido finura a un roce? o ¿sentido ganas de sonreír entretanto su mirada, sus labios palpan los tuyos? Podría escribir mil noches de pasión y nunca poder detallar alegría al momento de compartir con mi esposo, sin embargo, la oscuridad frente a mis ojos me había dado más “cariño” que cualquiera en toda mi existencia… - deberá encontrar algo casi imposible, más por ello acudí a usted– pocas son las veces en las que realmente hablo claro, pero el odio infundado me había dado justificación.
Y son esos momentos irreales, cuando la realidad supera la fantasía, como una ilusión mi mente se desentendía de la realidad diciéndole que nada de esto podía estar sucediendo realmente, su lengua, escapaba de lo real convirtiéndose en demoniaca recorriendo mi piel mientras en mi oído miles de gritos, instigaban mi deseo… No pude evitar sonreír a todas las palabras que dice “lengua demoniaca” me causa gracia ¿este es el parís real?, y como un espectáculo, licántropos y vampiros se debatían ante mis ojos, me permitían ver entre círculos que solo Él implantaba en nuestros cuerpos, dejándome llevar, incluso verlos destriparse en mil pedazos mientras los licanos morían repulsivamente, nada de esto causaba impresión en mí, su mirada demonial horada en mis ojos y me intrigan aún mas ¿Qué problema tienes Adda? Que la oscuridad te cierne… que esto enciende hasta lo interior de tu mente…. Su pregunta vino al instante ¿bailado al son de la sangre? – me temo que es la primera vez... que estoy experimentando mi señor… - y casi como si respondiera al instante, mis manos, subían por su torso hacia su cuello apegándome incluso más a mi acompañante… - placer y negocios, eso depende de cuánto tiempo ocupe en facilitarme lo que requiero saber – y ladee el rostro, con sentimientos encontrados no quería irme pero todavía queda noche para los dos.
Protección, sus brazos sus alas, y mi apreciación en cuanto a los sanguinarios cambiaba un poco… ¿Qué conocía de la oscuridad llamada Maxwell Blackbird? Con total sinceridad, he de decir que nada… y me fascinaba. Una vez en suelo lance los zapatos que abrazaban mis pies… dándole la espalda para sentir el rocío del césped mientras mis cejas se unieron con seriedad, y una sonrisa torcida se vuelve a plasmar en mis labios, mis hombros se mueven imitando un suspiro y apoyada en el árbol sin perder la postura una risa vuelve a brotar – pienso que deberíamos poner furioso a Dios – su ventaja, sus palabras, tan correctas y exactas, él tenía lo necesario, y gustaba del odio, le atraía la idea de venganza y yo lo necesitaba… ¿podía hacerlo por mí misma? Si, pero no había encontrado a alguien como él, que gozase del odio, que sedujera con su encanto… que atrajese mis más pervertidos e internos pensamientos de sangre… de muerte, de sexo.
Alce la mirada, mientras la luna nos observaba con su sonrisa retorcida, aquella que no se borra porque tu goces, disfrutes o sufras y llores en una noche… no… ella solo observa y mantiene su semblante frio, brillante… - creo que ya todo lo hemos hablado. – solté el listón que sostenía los pliegues de mi vestido sin moverme en ese porte que poseo, estatua de mármol, sus emociones fluyen para alimentarme, es tan agradable su odio, es tan agradable todo aquello que va fluyendo de su ser, no es normal, pero si me gusta que todo lo que sienta y haga... concluya así.
las femeninas almas, los varoniles pechos:
tu fuerza impele al hombre a que busque la hondura
del desencanto amargo y a que remueva el cieno
donde se forman siempre los miasmas infectos.
Rosalía de Castro
Adda, lidias con tu oscuridad y con un infierno a la vez…
¿Dónde estás Giselle? ¿Estarás libre de aquellos demonios? O ¿pisaremos tu cuerpo oscuro y desangrado mientras danzamos?, lo heterodoxo del momento trasciende mis sentidos, invadimos espacio sagrado y ya lo habia percibido, como si todo viniese de imagen a mi mente, jamás olvidare estos momentos, pensándolo mientras zanscalideamos al ritmo de un sentir, tengo la ligera impresión de que no queda espacio entre los dos, como si su capa se mezclase con mi piel, como si tocara mi alma y la emponzoñara de su inherencia tan sombría y como un hidalgo a la vez, ¿Cuándo habías conocido finura a un roce? o ¿sentido ganas de sonreír entretanto su mirada, sus labios palpan los tuyos? Podría escribir mil noches de pasión y nunca poder detallar alegría al momento de compartir con mi esposo, sin embargo, la oscuridad frente a mis ojos me había dado más “cariño” que cualquiera en toda mi existencia… - deberá encontrar algo casi imposible, más por ello acudí a usted– pocas son las veces en las que realmente hablo claro, pero el odio infundado me había dado justificación.
Y son esos momentos irreales, cuando la realidad supera la fantasía, como una ilusión mi mente se desentendía de la realidad diciéndole que nada de esto podía estar sucediendo realmente, su lengua, escapaba de lo real convirtiéndose en demoniaca recorriendo mi piel mientras en mi oído miles de gritos, instigaban mi deseo… No pude evitar sonreír a todas las palabras que dice “lengua demoniaca” me causa gracia ¿este es el parís real?, y como un espectáculo, licántropos y vampiros se debatían ante mis ojos, me permitían ver entre círculos que solo Él implantaba en nuestros cuerpos, dejándome llevar, incluso verlos destriparse en mil pedazos mientras los licanos morían repulsivamente, nada de esto causaba impresión en mí, su mirada demonial horada en mis ojos y me intrigan aún mas ¿Qué problema tienes Adda? Que la oscuridad te cierne… que esto enciende hasta lo interior de tu mente…. Su pregunta vino al instante ¿bailado al son de la sangre? – me temo que es la primera vez... que estoy experimentando mi señor… - y casi como si respondiera al instante, mis manos, subían por su torso hacia su cuello apegándome incluso más a mi acompañante… - placer y negocios, eso depende de cuánto tiempo ocupe en facilitarme lo que requiero saber – y ladee el rostro, con sentimientos encontrados no quería irme pero todavía queda noche para los dos.
Barre las delicadas cuerdas, Músico,
Con tu larga y hábil mano en llagas;
Abajo arden las velas estrelladas,
Se hunden suavemente en la arena;
El viejo sabueso en sueños se queja,
Las brasas arden apenas;
A través de los muros las sombras llegan,
Pasan y se quedan.
Barre tiernamente las cuerdas, Músico,
Los minutos se tornan horas;
La helada sobre el marco sin viento
Teje un laberinto de flores;
En el aire que oscurece los fantasmas se demoran,
Oyendo por la puerta abierta;
La música los llama, los invita a soñar,
Una vez más, con regresar al hogar.
Con tu larga y hábil mano en llagas;
Abajo arden las velas estrelladas,
Se hunden suavemente en la arena;
El viejo sabueso en sueños se queja,
Las brasas arden apenas;
A través de los muros las sombras llegan,
Pasan y se quedan.
Barre tiernamente las cuerdas, Músico,
Los minutos se tornan horas;
La helada sobre el marco sin viento
Teje un laberinto de flores;
En el aire que oscurece los fantasmas se demoran,
Oyendo por la puerta abierta;
La música los llama, los invita a soñar,
Una vez más, con regresar al hogar.
Protección, sus brazos sus alas, y mi apreciación en cuanto a los sanguinarios cambiaba un poco… ¿Qué conocía de la oscuridad llamada Maxwell Blackbird? Con total sinceridad, he de decir que nada… y me fascinaba. Una vez en suelo lance los zapatos que abrazaban mis pies… dándole la espalda para sentir el rocío del césped mientras mis cejas se unieron con seriedad, y una sonrisa torcida se vuelve a plasmar en mis labios, mis hombros se mueven imitando un suspiro y apoyada en el árbol sin perder la postura una risa vuelve a brotar – pienso que deberíamos poner furioso a Dios – su ventaja, sus palabras, tan correctas y exactas, él tenía lo necesario, y gustaba del odio, le atraía la idea de venganza y yo lo necesitaba… ¿podía hacerlo por mí misma? Si, pero no había encontrado a alguien como él, que gozase del odio, que sedujera con su encanto… que atrajese mis más pervertidos e internos pensamientos de sangre… de muerte, de sexo.
Alce la mirada, mientras la luna nos observaba con su sonrisa retorcida, aquella que no se borra porque tu goces, disfrutes o sufras y llores en una noche… no… ella solo observa y mantiene su semblante frio, brillante… - creo que ya todo lo hemos hablado. – solté el listón que sostenía los pliegues de mi vestido sin moverme en ese porte que poseo, estatua de mármol, sus emociones fluyen para alimentarme, es tan agradable su odio, es tan agradable todo aquello que va fluyendo de su ser, no es normal, pero si me gusta que todo lo que sienta y haga... concluya así.
Alexis Hamilton- Hechicero/Realeza
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