Noche en el tintero (privado)

Como tenia planeado el barco atracó en puerto bien entrado el ocaso de una cálida noche de mayo.
Hacia tiempo que no me permitía el lujo de saborear ciertos placeres, demasiado tiempo recluido entre las cuatro paredes de mi castillo y ahora la bestia danzaba suelta por los muelles desiertos de puerto.

Todo dispuesto tomamos una montura oscura como el cielo en invierno, mi cambiante, corría a mi lado, ella era mis ojos en este mundo extraño.
No tarde en detener mi montura a las puertas del lujoso hotel donde había encomendado a mi loba que tomara una habitación para nuestra estancia.
Me gustaba acudir a los sitios con las cosas bien atadas, y la verdad, antes de dar descanso a mi cuerpo, el hambre tenia que ser saciada.
Algo que no me costo en absoluto lograr cuando en el burdel de París varias prostitutas se ofrecieron a dejarme beber hasta saciarme a cambio de unas monedas.
La verdad es que aplaque mis ganas con ellas, de alcohol, sexo, sangre en una orgía de esas que sin duda resultaban tremendamente excitantes y placenteras.

Recogí las llaves en la recepción tras confirmar que la reserva estaba correctamente hecha, así que pedí por favor que subieran un buen menú para la cena de mi acompañante, así como dos botellas de champang frio en una cubitera y a poder ser también algunas fresas recién cogidas para ella.
La recepcionista con mucha amabilidad me entrego las llaves, así como me aseguro que en la mayor brevedad posible tendría mi demanda en la puerta.
Acerqué mis labios a su oído alzando ligeramente una ceja.
-Tengo otra petición Madam, necesitaría que ademas de esas dos botellas, haga subir una doncella con champang suficiente para llenar una bañera. A ser posible haga también llamar a una dama de compañía.
Vi como la dama abría los ojos incrédula, mas pronto deje caer un buen fajo de monedas que sin duda pagarían no solo las botellas, la cena y la estancia, si no también su discreción en esta escena.
Le sonreí de medio lado antes de perderme por las escaleras que sin duda me llevarían a la habitación donde me esperaba ella.

La loba había compartido gran parte de su vida conmigo, llego a mi poder como un presente de lejanas tierras árabes y desde entonces se había convertido en mis ojos en un mundo complicado.
No podía viajar sin ella y la verdad es que complacerla me resultaba en ese momento una situación embriagadoramente excitante.
Daríamos buena cuenta de la espumosa bebida y porque no de la dama de compañía.

One day I’ll fly away…




¿Quién mejor que yo para abrir y cerrar para siempre mi jaula de oro? Me cansé de esperar, de soñar y terminar estampada contra el suelo, malherida y rota. Nadie mejor que yo para curarme las heridas, crear un escudo impenetrable del que no estaba dispuesta a deshacerme jamás. La noche con aquel joven, en donde admiré Paris desde otro punto de vista… supe que debía decidirme a dejarlo todo atrás. Nada me ataba aquí, solo él, mi compañero de juegos al que no estaba dispuesta a abandonar a su suerte.

Apenas comenzaba mi aventura, ser lo que llamaban en el rango de “cazadores”, aún no estaba acostumbrada a ello, nunca me lo hubiese replanteado tan siquiera. Allí estaba, arco tras mi espalda, ballesta guardada en mi bolsa de cuero oscuro. Un par de mudas, mis vestidos se quedaron colgados en el armario, Abbey Appleby era historia, seguía encerrada en la residencia de señoritas esperando ser salvada.

Lynn, me segundo nombre para mi nueva identidad. ¿Quién iba a sospechar que fui una dama de clase alta? Mi atuendo desaliñado, cabello recogido, rostro oculto bajo mi sombrero de ala ancha. En el más completo silencio de la noche era donde más información recibía. Si no estaba equivocada, uno de los Black desembarcaría esa madrugada en el puerto. Llegaron rumores a mis oídos que era acompañado de una cambiante, ésta podía saber algo que me indicase el camino hacia una de las personas que nunca dejaron de importarme. A la que buscaría hasta en el mismo infierno.

-Perfecto -fue fácil encontrarle, un hombre directo a los placeres carnales. Le seguí como una sombra, infiltrándome en el lugar como uno más. Un par de vasos de whisky me dieron las fuerzas necesarias para llevar a cabo mi misión. No iba a ser fácil, un inmortal y no uno cualquiera. La joven elegida a complacerle, escuchaba con atención las palabras de la madame, fue específico…pagó en metálico y unas condiciones a cumplir. Seguí con la mirada a la fulana, se preparaba para su noche …una de sueño profundo, no sin antes me relatase punto por punto lo que debía de hacer a punta de mi afilada daga. Un pequeño pinchazo en el cuello, cayó fulminada en mis brazos… aquella infeliz al despertarse no se acordaría de nada y yo…borraría huellas.

Con un escotado corsé dorado con adornos en plata y una falda de encaje del mismo tono dorado, botines de tacón, más fino que los que solía llevar. Mi cabello suelto , a juego con el atuendo… labios maquillados de rojo fuego, largas pestañas, mejillas sonrosadas tras pellizcarme. Era la hora de hacer mi puesta en escena, ser esa fulana a la que esperaba. Llamé con suavidad en vez de echar la puerta abajo, no fue por falta de ganas. La voz masculina me confirmó que pasase.

Juego de caderas hipnotizante ante los ojos del vampiro, sonrisa picara y traviesa, manos en mi cintura… mirada furtiva a esa cambiante, mi fuente de información. Debía de hacer mi trabajo a la perfección, mis armas… en los pliegues del corsé, estaba preparada.

-Bonsoir… ¿me esperabais? -me relamí, esperando cualquier orden… acataría, en unas horas, sería al contrario. Era más alta que la mayoría de las mujeres de la época, nunca me sentí mejor que en ese instante… me sentí libre.

Entré por la puerta con una sonrisa, mientras me acercaba a mi cambiante por detrás acariciando con suavidad la piel de su brazo.
-Te quiero desnuda -le susurré en el oído antes de pasar de largo para depositar la chaqueta de mi traje en la silla que frente a un pequeño escritorio de madera de roble se encontraba.

 Para mi satisfacción personal podía sentir como se quitaba la ropa a mis espaldas, primero la falda, despacio, casi podía imaginarla, para luego un golpe seco impactar furtivo contra mi espalda.
Me di la vuelta para encontrarme con sus ojos y esa disculpa aun mas fingida que sus anteriores y tontas palabras.
Como siempre obedecía, mas..lo hacia a su modo, ese modo rebelde que me excitaba de un modo u otro.
Queria doblegar su voluntad, era lo mas parecido a domar un animal salvaje, En parte lo era, era una loba, una cambiante que siempre me desafiaba porque ese era el juego al que la tenia acostumbrada, mas no conocía ser mas leal que ella.

Camine hacia ella, acercándome con descaro, para detenerme frente a ella en silencio, cerca, tan cerca que su aliento impactaba furioso contra mis labios.
Sonreí casi rozándolos con los míos, podía sentir cada resquicio de deseo en su piel no solo por la sangre que bombeaba desbocada por mi interior si no por mi cuerpo.
Abrí los labios ligeramente, rozando casi como si de un suspiro se tratara los suyos, para después dejarlos anhelantes.

Sus ojos me siguieron por el lujoso habitáculo, hasta que me detuve frente al mueble bar para servirme un bourbon con hielo.
-¿me has echado de menos? -pregunte con una picara sonrisa admirando su desnudez, su tersa piel, su oscura melena y sus hechizantes pardos, que ahora me miraban oscuros por la sed y el deseo.
-¿tienes ganas de beber? -le pregunte con doble sentido mientras le mostraba mi copa, mas de sobra sabia que no era eso lo que quería, ni lo que anhelaba ni lo que necesitaba, era mi sangre, carmesí, espesa, embriagadora como el mas puro éxtasis lo que la mantenía allí, desnuda dispuesta para mi en todas y cada una de sus firmas.

La puerta repiqueteo, mas vi entonces como tomaba del suelo la camisa para cubrirse, algo que mi gesto de negación freno en seco, mas con un ligero movimiento de mi mano le indique que abriera la puerta, así, desnuda.
Sus ojos se clavaron en los míos, enfadad, irascible, mas camino desnuda para abrir encontrándose al otro lado con un mozo al que casi se le cae la cubitera y el champan de las manos.

Sonreí con picardia cuando esta con las mejillas sonrosadas le indico que lo dejara sobre la mesa, estaba claro que el tipo no podía dejar de mirar mi tesoro preciado mientras yo frente a ellos bebía del bourbun mirando la escena excitado.

Lleno la bañera con el champang, y como vino se fue por donde había sido llamado.
-métete ahí dentro -le pedí con los ojos rojos de deseo antes de servir sendas copas de champang que esperaba la fueran desinhibiendo para ponerla a tono.
-Tengo otra sorpresa para ti que no se hará de esperar, mas mientras bebamos juntos

La puerta volvió a sonar, esta vez seria la dama a la que esperaba, sin lugar a dudas mayúscula fue mi sorpresa cuando una rubia de ojos azules, alta y despampanante cruzó el umbral.
Ladeé la sonrisa tendiéndola una copa de champang y la mano para que la tomara, el juego empezaba y yo estaba preparado.
-Desnúdate -dije sin mas, con ese aire de superioridad.