AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Somebody already broke my heart | Privado [Flashback]
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Somebody already broke my heart | Privado [Flashback]
<<You came along when I needed a saviour
Someone to pull me through somehow
I've been torn apart so many times
I've been hurt so many times before
So I'm counting on you now>>
Somebody already broke my heart - Sade
Someone to pull me through somehow
I've been torn apart so many times
I've been hurt so many times before
So I'm counting on you now>>
Somebody already broke my heart - Sade
La doncella terminó de peinarla. La trenza caía sobre su hombro derecho. Estaba enfundada en su masculino traje de montar, ese que usaba cuando estaba en la comodidad del campo de su abuelo, alejada de todo. Ese día recibiría a un posible comprador de caballos. Le había sorprendido la misiva, ya que no esperaba tan pronto introducirse en ese mundo, acababa de instalarse en París. Entendió que las noticias corrían con gran velocidad, y eso, en parte, era bueno. Debía dejar una gran impresión, pero no de debilidad, motivo por el cual no había optado por un vestido. Era toda una afrenta usar pantalones, pero Isaura Fitz-James estaba decidida a salir del confinamiento de su Inglaterra natal. Había cruzado en barco después de años de no poder subirse a uno, logrando superar el miedo, y allí estaba, forjando su propio destino a fuerza de lágrimas y sentimientos reprimidos.
—Mademoiselle, el comprador ha llegado —una trabajadora acababa de entrar a la habitación a hacer el anuncio.
—Por suerte estoy lista. Me gusta la puntualidad —comentó, mientras se ponía de pie.
Echó un último vistazo a su rostro, sin ningún maquillaje. Llevó esencia de frangipane detrás de sus orejas y a las muñecas. Muy suave, muy sutil y femenina. Así era Isaura. Acompañada de su escolta, una muchacha francesa demasiado tímida pero hábil y eficiente, hizo el recorrido hacia la zona de las caballerizas. A ninguna le molestaba el olor, y esa era otra de las virtudes de la doncella. Por lo poco que hablaba, la inglesa había logrado averiguar que su familia era del campo y que por eso estaba acostumbrada a esa vida. Motivo suficiente para mantenerla a su lado.
Vieron de espalda a un caballero alto, de espalda ancha y cintura afinada. Por recato, Isaura detuvo su mirada allí y la regresó a su cabello, que brillaba en su dorado gracias al reflejo del Sol. El cielo estaba límpido, a pesar del frío de la jornada. Lo que no esperaba era que el posible cliente fuera tan joven, lo cual distinguió cuando giró, seguramente atraído por los pasos de ellas. Isaura debió contener la risa cuando escuchó la suave exclamación de Élise. Era condenadamente guapo. Pero la británica estaba acostumbrada a disimular, y no se le notó un ápice el impacto momentáneo que sufrió. Demasiado bello para ser real… Sin embargo, era una profesional, no podía caer en la estupidez de coquetear con su primer comprador. Acalló sus pensamientos y volvió a ese lugar de pudor que tanto la caracterizaba. Más allá de la independencia que había adquirido en la capital francesa, no dejaba de ser una dama de sociedad, nieta de un Duque y portadora de uno de los apellidos más importantes del continente.
—Buenos días, señor Lennox—saludó, finalmente, una vez que estuvo cerca. Hizo una leve reverencia, informal, pero cortés. —Le agradezco su puntualidad —una sonrisa suave le curvó los labios, y no supo por qué, pero después de mucho tiempo, sentía que ese gesto era sincero y real.
—Mademoiselle, el comprador ha llegado —una trabajadora acababa de entrar a la habitación a hacer el anuncio.
—Por suerte estoy lista. Me gusta la puntualidad —comentó, mientras se ponía de pie.
Echó un último vistazo a su rostro, sin ningún maquillaje. Llevó esencia de frangipane detrás de sus orejas y a las muñecas. Muy suave, muy sutil y femenina. Así era Isaura. Acompañada de su escolta, una muchacha francesa demasiado tímida pero hábil y eficiente, hizo el recorrido hacia la zona de las caballerizas. A ninguna le molestaba el olor, y esa era otra de las virtudes de la doncella. Por lo poco que hablaba, la inglesa había logrado averiguar que su familia era del campo y que por eso estaba acostumbrada a esa vida. Motivo suficiente para mantenerla a su lado.
Vieron de espalda a un caballero alto, de espalda ancha y cintura afinada. Por recato, Isaura detuvo su mirada allí y la regresó a su cabello, que brillaba en su dorado gracias al reflejo del Sol. El cielo estaba límpido, a pesar del frío de la jornada. Lo que no esperaba era que el posible cliente fuera tan joven, lo cual distinguió cuando giró, seguramente atraído por los pasos de ellas. Isaura debió contener la risa cuando escuchó la suave exclamación de Élise. Era condenadamente guapo. Pero la británica estaba acostumbrada a disimular, y no se le notó un ápice el impacto momentáneo que sufrió. Demasiado bello para ser real… Sin embargo, era una profesional, no podía caer en la estupidez de coquetear con su primer comprador. Acalló sus pensamientos y volvió a ese lugar de pudor que tanto la caracterizaba. Más allá de la independencia que había adquirido en la capital francesa, no dejaba de ser una dama de sociedad, nieta de un Duque y portadora de uno de los apellidos más importantes del continente.
—Buenos días, señor Lennox—saludó, finalmente, una vez que estuvo cerca. Hizo una leve reverencia, informal, pero cortés. —Le agradezco su puntualidad —una sonrisa suave le curvó los labios, y no supo por qué, pero después de mucho tiempo, sentía que ese gesto era sincero y real.
Isaura Fitz-James- Humano Clase Alta
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Somebody already broke my heart | Privado [Flashback]
Una mala racha. Así definía Mikolaj Lennox a aquellos últimos meses de su vida. Uno de sus barcos se había hundido, provocándole no sólo la pérdida de cuantiosa mercancía sino también la muerte, lamentable en verdad, de su hombre de confianza en las indias. Luego sufrió un asalto él mismo cuando salía del burdel, al luchar con el malviviente, Lennox acabó herido en el abdomen –una cicatriz más para su colección, una nueva anécdota que contar a sus amigos mientras se hallaban todos en brazos del alcohol- y trasladado a un hospital de mala muerte donde había contraído una infección que por poco no lo había liquidado. Vivía sólo porque Dios existía. Por último, su yegua más amada no había podido lidiar con un parto complicado y había tenido que dar la orden de sacrificarla. De todo, la pérdida de Sira era lo que más le había dolido. Amaba a esa yegua más que a nada, había sido su confidente en incontables mañanas de cabalgatas y Mikolaj se arrepentía de haberla hecho servir.
¿Algo más podía ir mal? Aunque era una persona optimista por naturaleza, Mik no podía negar que ya estaba acostumbrándose a esperar lo peor de la vida… Hasta que la vio, hasta que Isaura Fitz-James le sonrió.
-Lady Fitz-James –le dijo, en la lengua madre de ambos, y se acercó, tal vez demasiado, para saludarla. Le sorprendió ver que ella no se inmutaba al acercarse también a él, que no suspiraba como sí lo hacía la doncella que la acompañaba, y por eso quiso probarse a sí mismo que no había perdido sus encantos pese al periodo gris que atravesaba, que podía robarle un suspiro a ella también-: Permítame decirle que siento, al verla, que el sol ha tomado posesión de su cuerpo y al fin brilla para mí. Es usted una joven hermosa.
Le gustaba adular, disfrutaba de decirle cosas dulces a las mujeres, tanto a las castas señoritas como a las prostitutas cincuentonas, las unas y las otras enrojecían con facilidad y no podían evitar bajar la mirada para luego regalarle una sonrisa imposible de sofrenar. Ese era su premio, su meta siempre que tenía a una mujer en frente.
Debía reconocer, aunque no pudiera decirlo, que verla así vestida –como si fuese un hombre- le había encantado. Lamentaba no haberse vuelto antes hacia ella, se había perdido su caminata. Tomó nota mental de eso, mientras recorrieran el lugar para ver los caballos, Mikolaj debía procurar tomar distancia, quedarse unos pasos más atrás para ver como caminaba aquella mujer enfundada en aquel traje.
-Sin necesidad de haber intercambiado demasiadas frases, debo decir que ya tengo por seguro que será un placer hacer negocios con usted, Lady Fitz-James. ¿Sería tan amable de mostrarme sus caballos? –galante como era, Mikolaj le ofreció su brazo para que ella le concediese el honor de caminar prendida de el.
¿Algo más podía ir mal? Aunque era una persona optimista por naturaleza, Mik no podía negar que ya estaba acostumbrándose a esperar lo peor de la vida… Hasta que la vio, hasta que Isaura Fitz-James le sonrió.
-Lady Fitz-James –le dijo, en la lengua madre de ambos, y se acercó, tal vez demasiado, para saludarla. Le sorprendió ver que ella no se inmutaba al acercarse también a él, que no suspiraba como sí lo hacía la doncella que la acompañaba, y por eso quiso probarse a sí mismo que no había perdido sus encantos pese al periodo gris que atravesaba, que podía robarle un suspiro a ella también-: Permítame decirle que siento, al verla, que el sol ha tomado posesión de su cuerpo y al fin brilla para mí. Es usted una joven hermosa.
Le gustaba adular, disfrutaba de decirle cosas dulces a las mujeres, tanto a las castas señoritas como a las prostitutas cincuentonas, las unas y las otras enrojecían con facilidad y no podían evitar bajar la mirada para luego regalarle una sonrisa imposible de sofrenar. Ese era su premio, su meta siempre que tenía a una mujer en frente.
Debía reconocer, aunque no pudiera decirlo, que verla así vestida –como si fuese un hombre- le había encantado. Lamentaba no haberse vuelto antes hacia ella, se había perdido su caminata. Tomó nota mental de eso, mientras recorrieran el lugar para ver los caballos, Mikolaj debía procurar tomar distancia, quedarse unos pasos más atrás para ver como caminaba aquella mujer enfundada en aquel traje.
-Sin necesidad de haber intercambiado demasiadas frases, debo decir que ya tengo por seguro que será un placer hacer negocios con usted, Lady Fitz-James. ¿Sería tan amable de mostrarme sus caballos? –galante como era, Mikolaj le ofreció su brazo para que ella le concediese el honor de caminar prendida de el.
Mikolaj Lennox- Humano Clase Alta
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 11/03/2017
Re: Somebody already broke my heart | Privado [Flashback]
Isaura se sintió encantada, y de no haber tenido el corazón roto, seguramente se hubiera sonrojado hasta la médula ante el halago de Lennox. No pudo negar el brinco que sintió en la boca de su estómago, porque aquel hombre la miró como nunca antes nadie lo había hecho, pero la muchacha estaba disociada. Su alma se había quedado en Inglaterra, y ahora estaba en Francia buscando reinventarse, redescubrirse, juntando las piezas de sí misma, que se caían con cada paso que daba. Pero aquella procesión iba por dentro, como le habían enseñado que debía ser. Y comenzaba a conciliar con ella, y eso se convertía en luz. Porque, claro, Isaura parecía iluminaba por un halo de alegría, que la llevaba de evento en evento, mostrando aquellos dientes blancos, pequeños y saludables, en una sonrisa que se le había tatuado con tanta naturalidad, que ya no le dolían los pómulos al final del día. Una vez más, a Lennox le sonrió con sinceridad. Era un galán, no podía negarlo, y lo comparó con su abuelo, ese conquistador nato que contaba con más ex esposas que propiedades –las cuales eran incontables-.
—Celebro iluminar su jornada, entonces, milord —respondió con aquella picardía que estaba comenzando a adquirir. No se reconocía demasiado en ella, pero le gustaba cómo se convertía su voz al hablar de esa forma. Sí, esa nueva Isaura no la tenía del todo insatisfecha, solo era cuestión de pulirla un poco más…
—Gracias —no agregó nada más a las frases que el inglés emanó con tanta espontaneidad. Lo tomó del brazo, con suavidad, y la firmeza de este la sorprendió. Jamás había tocado a un hombre con una musculatura semejante, y tragó con dificultad porque lo imaginó abrazándola. Volvió en sí con rapidez, y debió alargar sus pasos, pues era bastante más alto que ella. —Espero que el predio sea de su agrado —no sabía bien qué decir, y agradeció que el establo no se encontrase demasiado lejos.
Al ingresar, uno de los cuidadores los saludó con una reverencia, e Isaura respondió con la amabilidad que la caracterizaba. Los empleados le habían tomado gran cariño, pues tenía un trato personal con ellos, sabía todos sus nombres y hasta había compartido la mesa con ellos, cuando los visitaba en horario de descanso. Luego aprendió sus rutinas, y dejó de molestarlos cuando comían, pero ninguno perdía oportunidad para recordarle que extrañaban su compañía. No había ninguna clase de lascivia en ellos, la mayoría la tenían como a una muchachita que debían cuidar, y los que no, la veían como a una patrona a la que respetar.
—Como es mi primer visitante, le mostraré al mejor de nuestros sementales —hablaba en plural. No se sentía la dueña de aquel negocio, sino la representante de una tradición familiar. Se desembarazó del brazo de Lennox y le pidió a otro de los empleados que le abriera la portezuela de la tercera separación. —Le presento a Magnus —Isaura ingresó, y eso siempre era un acontecimiento para los trabajadores, que temían por su bienestar. El semental, un frisón joven y de humor cambiante, la recibió con la desconfianza habitual. Ella, sin embargo, lo tomó de la rienda y lo sacó. —Magnus, te presento a Mikolaj Lennox —y miró al posible cliente con una enorme sonrisa. Se sentía orgullosa de aquel semental. —Espero sea de su agrado, milord —buscó, con enorme ansia, la aprobación de aquel hombre.
—Celebro iluminar su jornada, entonces, milord —respondió con aquella picardía que estaba comenzando a adquirir. No se reconocía demasiado en ella, pero le gustaba cómo se convertía su voz al hablar de esa forma. Sí, esa nueva Isaura no la tenía del todo insatisfecha, solo era cuestión de pulirla un poco más…
—Gracias —no agregó nada más a las frases que el inglés emanó con tanta espontaneidad. Lo tomó del brazo, con suavidad, y la firmeza de este la sorprendió. Jamás había tocado a un hombre con una musculatura semejante, y tragó con dificultad porque lo imaginó abrazándola. Volvió en sí con rapidez, y debió alargar sus pasos, pues era bastante más alto que ella. —Espero que el predio sea de su agrado —no sabía bien qué decir, y agradeció que el establo no se encontrase demasiado lejos.
Al ingresar, uno de los cuidadores los saludó con una reverencia, e Isaura respondió con la amabilidad que la caracterizaba. Los empleados le habían tomado gran cariño, pues tenía un trato personal con ellos, sabía todos sus nombres y hasta había compartido la mesa con ellos, cuando los visitaba en horario de descanso. Luego aprendió sus rutinas, y dejó de molestarlos cuando comían, pero ninguno perdía oportunidad para recordarle que extrañaban su compañía. No había ninguna clase de lascivia en ellos, la mayoría la tenían como a una muchachita que debían cuidar, y los que no, la veían como a una patrona a la que respetar.
—Como es mi primer visitante, le mostraré al mejor de nuestros sementales —hablaba en plural. No se sentía la dueña de aquel negocio, sino la representante de una tradición familiar. Se desembarazó del brazo de Lennox y le pidió a otro de los empleados que le abriera la portezuela de la tercera separación. —Le presento a Magnus —Isaura ingresó, y eso siempre era un acontecimiento para los trabajadores, que temían por su bienestar. El semental, un frisón joven y de humor cambiante, la recibió con la desconfianza habitual. Ella, sin embargo, lo tomó de la rienda y lo sacó. —Magnus, te presento a Mikolaj Lennox —y miró al posible cliente con una enorme sonrisa. Se sentía orgullosa de aquel semental. —Espero sea de su agrado, milord —buscó, con enorme ansia, la aprobación de aquel hombre.
Isaura Fitz-James- Humano Clase Alta
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Somebody already broke my heart | Privado [Flashback]
En cuanto la señortita Fitz-James se tomó de él, a Mikolaj lo inundó una fragancia exquisita. ¿Era su cabello? ¿Era su piel? No lo sabía, no llegaba a distinguirlo con claridad y –tras soltar un suspiro- el inglés deseó poder descubrir pronto las diferencias que había entre el olor de la piel de Isaura y el de su pelo. Se imaginó que montaba al galope detrás de ella, en el mismo caballo los dos, y que el viento provocaba que el cabello suelto de Isaura jugase de lleno en su rostro. No. No tenía que seguir con ese hilo de pensamientos si quería que aquel encuentro no se tornase incómodo.
-Por supuesto que lo es, de hecho me ha sorprendido lo extenso y cuidado que está su campo. Es evidente que está usted haciendo las cosas bien, no esperaba otra cosa… es digna nieta de su abuelo, pero claro que mucho más bella que él –dijo, en tono de confidencia y sin perder la sonrisa-, pero por favor no le comente que he dicho eso, no quiero herir sus sentimientos –largó una carcajada justo en el momento en el que ingresaban.
Le parecía una mujer muy resuelta y segura. Tenía el control del lugar y lo asumía con seriedad, no se achicaba ante eso sino que evidenciaba su buen control, no solo sobre los empleados, sino también con los animales. ¿Acaso estaba Mikolaj ante la mujer perfecta? Hermosa era, inteligente también y decidida… Isaura Fitz-James estaba cerca de la perfección pues Mikolaj no necesitaba más.
-Hermoso ejemplar –dijo y comenzó a inspeccionarlo. Se detuvo en el análisis de su cabello, tocó las venas de su cuello y le palmeó el pecho. Magnífico, sin dudas. Mikolaj caminó junto al frisón y se acuclilló para ver la parte que en verdad importaba: sus genitales-. Perfecto, en verdad que sí. ¿Es este el que ha sido campeón en tres oportunidades? –Creía que sí, pero podía estar confundiéndolo con otro. Volvió junto a la muchacha y estiró el brazo dispuesto a analizar la dentadura del animal, pero Magnus no tardó en evidenciar su molestia ante la inspección y hasta tiró una dentellada que Mikolaj llegó a esquivar, aunque por poco-. Oh, parece que Magnus solo responde a sus caricias, querida.
A continuación, Lennox realizó algunas preguntas más puntuales, como cual era el peso aproximado del animal, la edad y cuantas veces calculaban que había servido a las yeguas. El animal le gustaba, era imponente, y ya tenía decidido que lo compraría pidiese Fitz-James lo que pidiese por él, aún así le dijo:
-Magnus es sin dudas perfecto, pero me gustaría ver algunos más antes de tomar una decisión. ¿Qué más me ofrece, señorita?
-Por supuesto que lo es, de hecho me ha sorprendido lo extenso y cuidado que está su campo. Es evidente que está usted haciendo las cosas bien, no esperaba otra cosa… es digna nieta de su abuelo, pero claro que mucho más bella que él –dijo, en tono de confidencia y sin perder la sonrisa-, pero por favor no le comente que he dicho eso, no quiero herir sus sentimientos –largó una carcajada justo en el momento en el que ingresaban.
Le parecía una mujer muy resuelta y segura. Tenía el control del lugar y lo asumía con seriedad, no se achicaba ante eso sino que evidenciaba su buen control, no solo sobre los empleados, sino también con los animales. ¿Acaso estaba Mikolaj ante la mujer perfecta? Hermosa era, inteligente también y decidida… Isaura Fitz-James estaba cerca de la perfección pues Mikolaj no necesitaba más.
-Hermoso ejemplar –dijo y comenzó a inspeccionarlo. Se detuvo en el análisis de su cabello, tocó las venas de su cuello y le palmeó el pecho. Magnífico, sin dudas. Mikolaj caminó junto al frisón y se acuclilló para ver la parte que en verdad importaba: sus genitales-. Perfecto, en verdad que sí. ¿Es este el que ha sido campeón en tres oportunidades? –Creía que sí, pero podía estar confundiéndolo con otro. Volvió junto a la muchacha y estiró el brazo dispuesto a analizar la dentadura del animal, pero Magnus no tardó en evidenciar su molestia ante la inspección y hasta tiró una dentellada que Mikolaj llegó a esquivar, aunque por poco-. Oh, parece que Magnus solo responde a sus caricias, querida.
A continuación, Lennox realizó algunas preguntas más puntuales, como cual era el peso aproximado del animal, la edad y cuantas veces calculaban que había servido a las yeguas. El animal le gustaba, era imponente, y ya tenía decidido que lo compraría pidiese Fitz-James lo que pidiese por él, aún así le dijo:
-Magnus es sin dudas perfecto, pero me gustaría ver algunos más antes de tomar una decisión. ¿Qué más me ofrece, señorita?
Mikolaj Lennox- Humano Clase Alta
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 11/03/2017
Re: Somebody already broke my heart | Privado [Flashback]
Primero lo miró con cierto desconcierto, incapaz de dar crédito a que bromeara con ella de aquella manera. Con desparpajo, sin llegar a ser atrevido. Parpadeó una, dos, tres veces, hasta que se dio cuenta que no sería indecoroso reír ante aquel chascarrillo, y llevó la mano libre hacia su boca para ocultar la risa, tal y como le habían enseñado. Una carcajada muy leve, un temblequeo de hombros y los párpados apretados por unos segundos, fueron la muestra de que Mikolaj Lennox no le parecía, solamente, un muchacho rico. Isaura no era, en lo más mínimo, una oda a la alegría; era más bien una joven seria, recatada, y a la que no se le daba fácil un risa como aquella. Generalmente, los chiste le parecían una manera tonta de romper con el hielo. Pero en su cliente hubo una picardía tal, que no pudo pasar desapercibido. Su doncella, unos metros más atrás, se sorprendería ante la reacción de su patrona, y elevaría la mirada al cielo –por un instante- para agradecer que alguien provocara algo así en la triste Isaura, que tanto se esmeraba en ocultar su angustia.
Respondió a todas las preguntas con gran precisión. Ya no era más aquella chiquilla que escuchaba a su abuelo, tomada de su mano, ofrecerle caballos a todos aquellos compradores que merecieran su presencia. El Duque tenía sus mañas, y tenía empleados capacitados para que expusieran a los ejemplares, sin embargo, cuando se trataba de figuras de renombre, él salía de la comodidad de su cama –siempre compartida con alguna esposa o amante de turno- y se alistaba para hacer gala de todo su encanto y pericia. Isaura lo había visto en varias oportunidades, y en ese momento, recordó a esa niña que lo escuchaba con fascinación. Se observó a sí misma desde afuera, y se sintió orgullosa de la mujer en la que se estaba convirtiendo. Aquello le insufló aún más seguridad, y explicó los tres campeonatos de Magnus, el centenar de yeguas que había servido en sus cinco años de edad y el resto de las preguntas técnicas de rigor.
—Permítame —volvió a acercarse al animal y fue ella misma quien le mostró los dientes del caballo. Segundos después, su doncella le daba un pañuelo humedecido en agua de lavanda para limpiarse las manos. —Ahora podemos continuar —le sonrió y se adelantó un paso, para caminar hacia la tercera caballeriza, donde asomaba su hocico un lipizzano, muy joven. —Le presento a Atila, un lipizzano –blanco, como todos los de esa raza- de buen carácter, que aceptó de buen grado las caricias de Isaura. —A pesar de su corta edad, ya ha servido a cuarenta yeguas y tiene un título en su haber, el del último año en su categoría —expresó, orgullosa, y se alejó unos centímetros para el examen.
En ese preciso instante, un empleado entró corriendo, agitado, se quitó la boina y le hizo una reverencia rápida, a una desconcertada Isaura.
—Señorita, tal como pidió que le avisara, Clémentine está por parir.
— ¡Qué gran noticia! —se entusiasmó la muchacha, que giró sobre sus talones, para mirar a Mikolaj que, seguramente, no entendía nada del intercambio. —Clémentine es una de mis yeguas favoritas. Magnus la sirvió. ¿Le gustaría presenciar el alumbramiento? Es algo que estoy esperando con gran ansiedad hace mucho tiempo, y no quisiera ser descortés al dejarlo aquí solo, en compañía de mis maravillosos equinos y mis estupendos empleados. Pues…lamento decirle que, de no venir conmigo, se perderá un maravilloso evento y la limonada que mi doncella nos traerá en unos instantes —no sabía de dónde había sacado aquella coquetería, pero allí estaba, haciendo gala de una cualidad de la que no sabía su existencia.
Respondió a todas las preguntas con gran precisión. Ya no era más aquella chiquilla que escuchaba a su abuelo, tomada de su mano, ofrecerle caballos a todos aquellos compradores que merecieran su presencia. El Duque tenía sus mañas, y tenía empleados capacitados para que expusieran a los ejemplares, sin embargo, cuando se trataba de figuras de renombre, él salía de la comodidad de su cama –siempre compartida con alguna esposa o amante de turno- y se alistaba para hacer gala de todo su encanto y pericia. Isaura lo había visto en varias oportunidades, y en ese momento, recordó a esa niña que lo escuchaba con fascinación. Se observó a sí misma desde afuera, y se sintió orgullosa de la mujer en la que se estaba convirtiendo. Aquello le insufló aún más seguridad, y explicó los tres campeonatos de Magnus, el centenar de yeguas que había servido en sus cinco años de edad y el resto de las preguntas técnicas de rigor.
—Permítame —volvió a acercarse al animal y fue ella misma quien le mostró los dientes del caballo. Segundos después, su doncella le daba un pañuelo humedecido en agua de lavanda para limpiarse las manos. —Ahora podemos continuar —le sonrió y se adelantó un paso, para caminar hacia la tercera caballeriza, donde asomaba su hocico un lipizzano, muy joven. —Le presento a Atila, un lipizzano –blanco, como todos los de esa raza- de buen carácter, que aceptó de buen grado las caricias de Isaura. —A pesar de su corta edad, ya ha servido a cuarenta yeguas y tiene un título en su haber, el del último año en su categoría —expresó, orgullosa, y se alejó unos centímetros para el examen.
En ese preciso instante, un empleado entró corriendo, agitado, se quitó la boina y le hizo una reverencia rápida, a una desconcertada Isaura.
—Señorita, tal como pidió que le avisara, Clémentine está por parir.
— ¡Qué gran noticia! —se entusiasmó la muchacha, que giró sobre sus talones, para mirar a Mikolaj que, seguramente, no entendía nada del intercambio. —Clémentine es una de mis yeguas favoritas. Magnus la sirvió. ¿Le gustaría presenciar el alumbramiento? Es algo que estoy esperando con gran ansiedad hace mucho tiempo, y no quisiera ser descortés al dejarlo aquí solo, en compañía de mis maravillosos equinos y mis estupendos empleados. Pues…lamento decirle que, de no venir conmigo, se perderá un maravilloso evento y la limonada que mi doncella nos traerá en unos instantes —no sabía de dónde había sacado aquella coquetería, pero allí estaba, haciendo gala de una cualidad de la que no sabía su existencia.
Isaura Fitz-James- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Somebody already broke my heart | Privado [Flashback]
-Iré, claro que solo por la promesa de la limonada –le dijo muy serio, pero finalmente sonrió y guiñó su ojo izquierdo para mostrar más de ese sentido del humor que parecía unirlos.
Mikolaj le ofreció su brazo para caminar junto a ella al lugar donde el ansiado alumbramiento acontecería. Hacía tiempo que no presenciaba uno y la idea le gustaba, aunque no estaba seguro de que una señorita como aquella fuese a soportar la crudeza de la escena, que a la vez era la maravilla de la vida en acción.
-Señorita, no sé cómo está usted de tiempo hoy. Me gustaría hacerle un pedido para después del alumbramiento, si es que no se demora demasiado, espero no lo juzgue usted escandaloso de mi parte…
¿Qué es lo que quería? Montar junto a ella, porque Magnus solo respondía a Isaura, así que le gustaría que ella tomase las riendas, si es que eso no la escandalizaba, mientras él se subía a cualquier otro magnífico ejemplar de los que tenían allí los Fitz-James. ¿Le concedería ella ese deseo? Primero tenía que expresarlo, si no lo hacía jamás lo sabría y Mikolaj no era hombre de quedarse con preguntas en mente, él prefería hablar siempre.
-¿Le gustaría montar unos minutos conmigo? Desearía probar a Atila y, dado que Magnus parece solo responder a usted… creo que no quedará más opción que verlo bajo su dirección. ¿Qué dice? Espero que la idea de una carrera le tiente, aunque estoy en franca desventaja pues no conozco a los caballos y usted sí.
Se estaban acercando al lugar donde la parturienta aguardaba, los relinchos ansiosos lo evidenciaban; por eso Mikolaj decidió no decir más, ya le comunicaría ella si aceptaba o no. No era momento de hablar, sino de observar a... ¿Clementine? A Mikolaj le había parecido oír ese nombre.
-Veamos… -dijo, cambiando la postura e ingresando en el lugar-. ¿Está segura que desea ver esto, señorita? He presenciado algunos partos de yeguas y no sé si será algo agradable para usted. –Quiso advertirla, aunque algo le decía que no era la primera vez que la joven asistía a algo del estilo.
La yegua ya estaba ansiosa y movía la cola de un lado a otro, él creía que no tardaría en recostarse de lado aunque sabía de algunas que elegían parir de pie. Entendía la ansiedad de la muchacha por aquel evento, las yeguas tenían un periodo de gestación de casi un año… eso era mucho tiempo de espera para cualquiera. Mikolaj deseaba acercarse y acariciar a la parturienta, pero ya había dos hombres cerca de ella –uno recargaba en esos momentos una fuente de agua para que ella bebiera- y prefería quedarse a un lado para no sumar nerviosismo al animal.
Mikolaj le ofreció su brazo para caminar junto a ella al lugar donde el ansiado alumbramiento acontecería. Hacía tiempo que no presenciaba uno y la idea le gustaba, aunque no estaba seguro de que una señorita como aquella fuese a soportar la crudeza de la escena, que a la vez era la maravilla de la vida en acción.
-Señorita, no sé cómo está usted de tiempo hoy. Me gustaría hacerle un pedido para después del alumbramiento, si es que no se demora demasiado, espero no lo juzgue usted escandaloso de mi parte…
¿Qué es lo que quería? Montar junto a ella, porque Magnus solo respondía a Isaura, así que le gustaría que ella tomase las riendas, si es que eso no la escandalizaba, mientras él se subía a cualquier otro magnífico ejemplar de los que tenían allí los Fitz-James. ¿Le concedería ella ese deseo? Primero tenía que expresarlo, si no lo hacía jamás lo sabría y Mikolaj no era hombre de quedarse con preguntas en mente, él prefería hablar siempre.
-¿Le gustaría montar unos minutos conmigo? Desearía probar a Atila y, dado que Magnus parece solo responder a usted… creo que no quedará más opción que verlo bajo su dirección. ¿Qué dice? Espero que la idea de una carrera le tiente, aunque estoy en franca desventaja pues no conozco a los caballos y usted sí.
Se estaban acercando al lugar donde la parturienta aguardaba, los relinchos ansiosos lo evidenciaban; por eso Mikolaj decidió no decir más, ya le comunicaría ella si aceptaba o no. No era momento de hablar, sino de observar a... ¿Clementine? A Mikolaj le había parecido oír ese nombre.
-Veamos… -dijo, cambiando la postura e ingresando en el lugar-. ¿Está segura que desea ver esto, señorita? He presenciado algunos partos de yeguas y no sé si será algo agradable para usted. –Quiso advertirla, aunque algo le decía que no era la primera vez que la joven asistía a algo del estilo.
La yegua ya estaba ansiosa y movía la cola de un lado a otro, él creía que no tardaría en recostarse de lado aunque sabía de algunas que elegían parir de pie. Entendía la ansiedad de la muchacha por aquel evento, las yeguas tenían un periodo de gestación de casi un año… eso era mucho tiempo de espera para cualquiera. Mikolaj deseaba acercarse y acariciar a la parturienta, pero ya había dos hombres cerca de ella –uno recargaba en esos momentos una fuente de agua para que ella bebiera- y prefería quedarse a un lado para no sumar nerviosismo al animal.
Mikolaj Lennox- Humano Clase Alta
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 11/03/2017
Re: Somebody already broke my heart | Privado [Flashback]
Desde muy pequeña, el viejo Duque la había llevado a recorrer los campos, donde los animales nacían, copulaban y se morían, con total naturalidad. Isaura había presenciado muchos nacimientos, y ese evento le parecía un milagro. El común de las personas, sin distinguir géneros, podían asquearse o, incluso, descomponerse, pero ella no. En la joven convivía esa dama distinguida, de modales exquisitos, criada bajo la más severa de las educaciones; y esa otra tan sencilla, a la que la entusiasmaban aquellos acontecimientos que no cualquiera podría contemplar sin sentir, aunque sea, un poco de asco. Recordó las ocasiones en las que ella y Iain habían asistido a partos, no sólo de yeguas, sino también de vacas, perras, gatas… Cierta nostalgia amenazó con derribarle la alegría, hasta que la voz de Mikolaj Lennox la trajo de vuelta a la realidad.
—Será un placer ganarle —contestó, risueña. —Aunque ninguna competencia es tal si no hay una apuesta de por medio —su voz sonaba alegre, y se sorprendió de sí misma, porque era una alegría genuina, que brotaba de lo más hondo de su ser. Los recuerdos, que de tan buenos eran una tortura, se disiparon como las nubes después de la tormenta. Se felicitó a sí misma por ser una mujer fuerte.
Su sonrisa se amplió ante los recaudos de Lennox. No era la primera, ni sería la última vez que escuchara algo semejante. Cuando llegó a París, los empleados y empleadas de su abuelo no podían creer que esa muchacha, tan rubia, tan delicada, tan espigada, fuese capaz de asistir a un animal en su alumbramiento, que no le molestaba el olor del excremento y que no montase de lado como cualquier señorita de su clase.
—Estoy muy segura de estar donde quiero estar —y detrás de esa frase también buscaba decirle a su pasado que ya no la limitaría, que ya no había más lugar para tanto dolor. —Cuando era una niña, mi abuelo me llevaba a recorrer los campos. No recuerdo la primera vez que vi a un animal parir a su cría, siempre ha formado parte de mi vida. Y, desde que tengo memoria, me ha parecido un fenómeno maravilloso.
No hubo tiempo para decir más. Clementine se echó de costado. Uno de los empleados esperaba al potrillo, mientras el otro le masajeaba el vientre, ayudándola. Isaura contempló con las facciones relajadas, una sonrisa suave curvándole los labios. Sin complicaciones, dio a luz a un macho que parecía ser tan fuerte como su madre. Ambos trabajadores se encargaron del cordón umbilical para prevenir infecciones, y el pequeño bebió el calostro de su madre, que ya estaba recuperada del parto.
—Sin ánimos de ofenderlo, creo que ha sido usted el más impresionado —comentó, una vez pasado un tiempo prudencial de silencio. Isaura notó que no se había sentido incómoda en ningún momento junto a Lennox. La doncella les sirvió limonada. La inglesa no se había dado lo sedienta que estaba hasta que mojó levemente sus labios en el refresco, que le supo a gloria.
Los dos hombres que habían asistido el parto se acercaron a Isaura para comentarle lo que ya sabía. Que el potrillo era sano, que la yegua estaba en perfectas condiciones y que sólo restaba esperar un par de horas para que se parara por completo y mamara la leche materna. Antes de despedirlos con un agradecimiento, les pidió que al regresar el establo, alguien ensillara a Atila y a Magnus. Una vez que los trabajadores tomaron una distancia prudencial, la muchacha se colocó frente a Mikolaj, con un gesto levemente desafiante.
—Ahora es tiempo de convencerlo de hacer negocios conmigo, señor Lennox —una vez más, sorbió un pequeño trago de limonada, sin quitar la mirada de los ojos de su cliente.
—Será un placer ganarle —contestó, risueña. —Aunque ninguna competencia es tal si no hay una apuesta de por medio —su voz sonaba alegre, y se sorprendió de sí misma, porque era una alegría genuina, que brotaba de lo más hondo de su ser. Los recuerdos, que de tan buenos eran una tortura, se disiparon como las nubes después de la tormenta. Se felicitó a sí misma por ser una mujer fuerte.
Su sonrisa se amplió ante los recaudos de Lennox. No era la primera, ni sería la última vez que escuchara algo semejante. Cuando llegó a París, los empleados y empleadas de su abuelo no podían creer que esa muchacha, tan rubia, tan delicada, tan espigada, fuese capaz de asistir a un animal en su alumbramiento, que no le molestaba el olor del excremento y que no montase de lado como cualquier señorita de su clase.
—Estoy muy segura de estar donde quiero estar —y detrás de esa frase también buscaba decirle a su pasado que ya no la limitaría, que ya no había más lugar para tanto dolor. —Cuando era una niña, mi abuelo me llevaba a recorrer los campos. No recuerdo la primera vez que vi a un animal parir a su cría, siempre ha formado parte de mi vida. Y, desde que tengo memoria, me ha parecido un fenómeno maravilloso.
No hubo tiempo para decir más. Clementine se echó de costado. Uno de los empleados esperaba al potrillo, mientras el otro le masajeaba el vientre, ayudándola. Isaura contempló con las facciones relajadas, una sonrisa suave curvándole los labios. Sin complicaciones, dio a luz a un macho que parecía ser tan fuerte como su madre. Ambos trabajadores se encargaron del cordón umbilical para prevenir infecciones, y el pequeño bebió el calostro de su madre, que ya estaba recuperada del parto.
—Sin ánimos de ofenderlo, creo que ha sido usted el más impresionado —comentó, una vez pasado un tiempo prudencial de silencio. Isaura notó que no se había sentido incómoda en ningún momento junto a Lennox. La doncella les sirvió limonada. La inglesa no se había dado lo sedienta que estaba hasta que mojó levemente sus labios en el refresco, que le supo a gloria.
Los dos hombres que habían asistido el parto se acercaron a Isaura para comentarle lo que ya sabía. Que el potrillo era sano, que la yegua estaba en perfectas condiciones y que sólo restaba esperar un par de horas para que se parara por completo y mamara la leche materna. Antes de despedirlos con un agradecimiento, les pidió que al regresar el establo, alguien ensillara a Atila y a Magnus. Una vez que los trabajadores tomaron una distancia prudencial, la muchacha se colocó frente a Mikolaj, con un gesto levemente desafiante.
—Ahora es tiempo de convencerlo de hacer negocios conmigo, señor Lennox —una vez más, sorbió un pequeño trago de limonada, sin quitar la mirada de los ojos de su cliente.
Isaura Fitz-James- Humano Clase Alta
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Somebody already broke my heart | Privado [Flashback]
Esa mujer no dejaba de asombrarlo y deseaba poder decírselo alguna vez, no quería quedarse con esas palabras dentro. No había conocido a ninguna como ella, podía parecer una princesa recién salida de su torre para pasar luego, a los pocos segundos, a dominar por completo un parto equino. ¿De dónde había salido, tan perfecta como era, Isaura Fitz-James?
Se perdió observándola a ella mientras la yegua paría. Era un momento tan mágico, tan hipnótico, pero Mikolaj se privó de volver a ver algo así porque no podía dejar de mirar a Isaura. Los ojos le brillaron, supuso de alegría, y a él ese brillo le pareció lo más maravilloso que había visto ese día.
-Lo es –le respondió, aunque perdido como estaba en observarla le costó comprender bien qué era lo que ella le decía-, es un fenómeno maravilloso, pero más maravillosa me parece usted, señorita Isaura. ¿Puedo llamarla así, por su nombre?
La limonada no era su bebida favorita, le parecía demasiado femenina. Prefería los sabores fuertes, pero ella no tenía por qué saberlo. Mikolaj se refrescó con aquel jugo frutal y le agradeció cortésmente el que la hubiese pedido, descubría así que la muchacha era detallista.
-¿De qué quiere convencerme? Ya me tiene atrapado, haremos negocios hoy –afirmó, porque Atila le había fascinado-. Aunque, la carrera me hablará de Magnus, supongo que usted correrá con él.
Les avisaron que los caballos ya estaban prontos para ser montados al cabo de unos diez minutos y Mikolaj le ofreció el brazo para volver al aire libre. Ayudó a Isaura a subir a lomos del animal y se asombró –¿cuántas sorpresas podía darle aquella mujer en un día?- de que no montase de lado. Bien, le gustaban los retos, vivía de desafíos, tal vez la carrera en verdad se fuera a poner interesante, viendo que ella parecía tener experiencia.
Evitó pasar junto a Magnus –porque no quería ganarse un mordisco- y montó de un solo movimiento a Atila. En cuanto estuvo allí arriba supo que necesitaba a ese caballo, su porte era magnífico y su piel estaba muy bien cuidada. Era conocido el cuidado y calidad de los sementales que vendían los Fitz-James, pero Mikolaj ahora lo comprobaba personalmente que además ningún detalle de los animales escapaba a la muchacha.
-Usted me dirá, señorita, cuáles son los términos de la carrera. Y, claro, qué le gustaría que apostemos… Yo sé qué deseo en caso de ganar: invitarla al hipódromo el próximo sábado, ¿cree que el viejo Fitz-James tendría reparos en permitirle acompañarme? –preguntó, aunque en verdad le importaba saber qué pensaba ella-. ¿Qué desea usted en caso de ganarme?
Se perdió observándola a ella mientras la yegua paría. Era un momento tan mágico, tan hipnótico, pero Mikolaj se privó de volver a ver algo así porque no podía dejar de mirar a Isaura. Los ojos le brillaron, supuso de alegría, y a él ese brillo le pareció lo más maravilloso que había visto ese día.
-Lo es –le respondió, aunque perdido como estaba en observarla le costó comprender bien qué era lo que ella le decía-, es un fenómeno maravilloso, pero más maravillosa me parece usted, señorita Isaura. ¿Puedo llamarla así, por su nombre?
La limonada no era su bebida favorita, le parecía demasiado femenina. Prefería los sabores fuertes, pero ella no tenía por qué saberlo. Mikolaj se refrescó con aquel jugo frutal y le agradeció cortésmente el que la hubiese pedido, descubría así que la muchacha era detallista.
-¿De qué quiere convencerme? Ya me tiene atrapado, haremos negocios hoy –afirmó, porque Atila le había fascinado-. Aunque, la carrera me hablará de Magnus, supongo que usted correrá con él.
Les avisaron que los caballos ya estaban prontos para ser montados al cabo de unos diez minutos y Mikolaj le ofreció el brazo para volver al aire libre. Ayudó a Isaura a subir a lomos del animal y se asombró –¿cuántas sorpresas podía darle aquella mujer en un día?- de que no montase de lado. Bien, le gustaban los retos, vivía de desafíos, tal vez la carrera en verdad se fuera a poner interesante, viendo que ella parecía tener experiencia.
Evitó pasar junto a Magnus –porque no quería ganarse un mordisco- y montó de un solo movimiento a Atila. En cuanto estuvo allí arriba supo que necesitaba a ese caballo, su porte era magnífico y su piel estaba muy bien cuidada. Era conocido el cuidado y calidad de los sementales que vendían los Fitz-James, pero Mikolaj ahora lo comprobaba personalmente que además ningún detalle de los animales escapaba a la muchacha.
-Usted me dirá, señorita, cuáles son los términos de la carrera. Y, claro, qué le gustaría que apostemos… Yo sé qué deseo en caso de ganar: invitarla al hipódromo el próximo sábado, ¿cree que el viejo Fitz-James tendría reparos en permitirle acompañarme? –preguntó, aunque en verdad le importaba saber qué pensaba ella-. ¿Qué desea usted en caso de ganarme?
Mikolaj Lennox- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/03/2017
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