AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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If i had a heart - Flashback [Privado]
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If i had a heart - Flashback [Privado]
La observaba andar mientras se encontraba él en las afueras de aquel establecimiento de mala muerte, donde los hombres y mujeres que cargaban con penas en sus corazones o simplemente que buscaban diversión iban. Él buscaba únicamente como siempre alimentarse de la humana que encontrara antes y que de una forma u otra termino ligando a él; Dorian no negaba que existían momentos en los que dudaba de que simplemente deseaba alimentarse de Karla y nada más, pero trataba de mantener su mente lo más alejado de las posibilidades que fuera posible. Atarse de más a un mortal era algo que no tenía planeado y por eso es que se limitaba a esperar la llegada de Karla y se alimentaba de ella sin más; para después de que su sed se saciara por completo dejarla irse nuevamente y citarla en un lugar diferente.
Karla era la sombra de la chica que conoció en un inicio, aquella mujer no era la ratoncilla que persiguiera en el palacio Royal y en realidad no le interesaba - o debía hacer como que era de esa manera - pues entre ambos existía un contrato hablado, uno del que la mortal de ojos hipnóticos y sonrisa tanto sincera como jovial no iba a escapar nunca. El inmortal no iba a permitirle escapar nunca, no la dejaría alejarse de él por más que ella lo deseara. Era una mentira que dijera que lo hacía porque la sangre de Karla era la mejor, pues aunque era de esa manera, igual no deseaba ver esa figura mortal alejarse de su persona. No hablaba con ella como lo hizo en un inicio, temía que de hacerlo le estuviese abriendo la puerta a algo más que ambos no podían ser.
La Sartre apenas se plantaba frente a él cuando Dorian le tomo de la mano y la llevo a una de las calles más cercanas a la taberna; no existía tiempo que perder y cada segundo en la presencia de ella era un peligro.
– Justo a tiempo como siempre – le sonrió de una manera mucho más fría que las sonrisas que dedicara en su primer encuentro entre ambos. Con algo más de fuerza de la necesaria la hizo terminar con la espalda contra la pared más cercana, en la oscuridad de aquella callejuela donde podrían verles pero donde nadie se imaginaria completamente que era lo que verdaderamente sucedía en aquel lugar, así como no podrían reconocer a la mortal por la manera en que se arreglaba cuando salía para encontrarse con el d’Auxerre – Rápido, que no tengo todo tu tiempo – nuevamente le mentía, porque era dueño de su tiempo y el mejor lugar para emplearlo era al lado de Karla, aún así, no le daba ni se daba la oportunidad de acercarse más.
Karla era la sombra de la chica que conoció en un inicio, aquella mujer no era la ratoncilla que persiguiera en el palacio Royal y en realidad no le interesaba - o debía hacer como que era de esa manera - pues entre ambos existía un contrato hablado, uno del que la mortal de ojos hipnóticos y sonrisa tanto sincera como jovial no iba a escapar nunca. El inmortal no iba a permitirle escapar nunca, no la dejaría alejarse de él por más que ella lo deseara. Era una mentira que dijera que lo hacía porque la sangre de Karla era la mejor, pues aunque era de esa manera, igual no deseaba ver esa figura mortal alejarse de su persona. No hablaba con ella como lo hizo en un inicio, temía que de hacerlo le estuviese abriendo la puerta a algo más que ambos no podían ser.
La Sartre apenas se plantaba frente a él cuando Dorian le tomo de la mano y la llevo a una de las calles más cercanas a la taberna; no existía tiempo que perder y cada segundo en la presencia de ella era un peligro.
– Justo a tiempo como siempre – le sonrió de una manera mucho más fría que las sonrisas que dedicara en su primer encuentro entre ambos. Con algo más de fuerza de la necesaria la hizo terminar con la espalda contra la pared más cercana, en la oscuridad de aquella callejuela donde podrían verles pero donde nadie se imaginaria completamente que era lo que verdaderamente sucedía en aquel lugar, así como no podrían reconocer a la mortal por la manera en que se arreglaba cuando salía para encontrarse con el d’Auxerre – Rápido, que no tengo todo tu tiempo – nuevamente le mentía, porque era dueño de su tiempo y el mejor lugar para emplearlo era al lado de Karla, aún así, no le daba ni se daba la oportunidad de acercarse más.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2013
Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
"Me iba quedando atrapada en una sola persona, en un miedo profundo, en intenciones fallidas."
Cuando su padre le pidió que dejara de escapar para evitar problemas, tenía razón para hacerlo. Karla recordaba que le parecía una tontería, que aquello la libraba de cosas que no quería y que luego arreglaba con sonrisas. Pero al final sí tenía razón, el escape al laberinto le había costado demasiado caro. El precio se llamaba Dorian d’Auxerre.
Cuando él la citó en la taberna ella se aterró. No dijo nada, pero no sabía cómo escabullirse en un lugar tan concurrido y peligroso como aquél. La clase alta no solía asistir a esos lugares, por el contrario, las prostitutas y los ebrios sobre todo de la clase baja eran quienes asistían allí con total felicidad. Ella sabía que cuando Dorian se fuera, debía ser lo más rápida posible para salir de esa zona y volver a salvo a su casa. Fue así que pensó que tal vez debería pagarle a alguien para que la acompañara por las noches a los lugares de las citas, y luego la esperara para regresar a su casa. El silencio de aquél sirviente costaría bastante, pero si ella quería mantenerse a salvo era lo que más le convenía.
Como sea que fuere, esa noche pudo llegar y buscó rápidamente con la vista a Dorian. Él la tomó de la mano y tiró de ella hacia afuera, hacia una calle aledaña. Karla casi tenía que correr para seguirle el paso y llegaba fatigada por el trayecto. Él no era el que había conocido, era mucho más maquiávelico y frío. Su sonrisa no era la que ella recordaba y por supuesto, no le tenía confianza, sino temor. –¿Podríamos evitar lugares así? La verdad aún tengo ganas de volver a casa– en el fondo sentía que él terminaría riendo y diciéndole que eso no le importaba a él, pero no tenía más opción que arriesgarse y decirle. Sin embargo él no daba tiempo a nada, quizás ni siquiera la escuchaba. Ella no repetiría nuevamente su solicitud y más claro lo tuvo cuando él la empujó con fuerza a la pared y ella tuvo que contener un doloroso gemido que se quedó como un “mmm” en su garganta y en su ceño fruncido. Ya no era el hombre cuidadoso del laberinto. Era brusco, temible, cruel.
No podía hacerlo enojar, pero él seguro notaba el cambio del ritmo de su corazón en ciertos momentos donde sus palabras y su fuerza la herían. En silencio se descubrió el cuello, cerró los ojos y mantuvo el silencio esperando que todo terminara pronto, que la dejara ir, que no dijera más ni que fuera demasiado duro. Pero eso era mucho pedir, Karla lo sabía por experiencia.
Cuando él la citó en la taberna ella se aterró. No dijo nada, pero no sabía cómo escabullirse en un lugar tan concurrido y peligroso como aquél. La clase alta no solía asistir a esos lugares, por el contrario, las prostitutas y los ebrios sobre todo de la clase baja eran quienes asistían allí con total felicidad. Ella sabía que cuando Dorian se fuera, debía ser lo más rápida posible para salir de esa zona y volver a salvo a su casa. Fue así que pensó que tal vez debería pagarle a alguien para que la acompañara por las noches a los lugares de las citas, y luego la esperara para regresar a su casa. El silencio de aquél sirviente costaría bastante, pero si ella quería mantenerse a salvo era lo que más le convenía.
Como sea que fuere, esa noche pudo llegar y buscó rápidamente con la vista a Dorian. Él la tomó de la mano y tiró de ella hacia afuera, hacia una calle aledaña. Karla casi tenía que correr para seguirle el paso y llegaba fatigada por el trayecto. Él no era el que había conocido, era mucho más maquiávelico y frío. Su sonrisa no era la que ella recordaba y por supuesto, no le tenía confianza, sino temor. –¿Podríamos evitar lugares así? La verdad aún tengo ganas de volver a casa– en el fondo sentía que él terminaría riendo y diciéndole que eso no le importaba a él, pero no tenía más opción que arriesgarse y decirle. Sin embargo él no daba tiempo a nada, quizás ni siquiera la escuchaba. Ella no repetiría nuevamente su solicitud y más claro lo tuvo cuando él la empujó con fuerza a la pared y ella tuvo que contener un doloroso gemido que se quedó como un “mmm” en su garganta y en su ceño fruncido. Ya no era el hombre cuidadoso del laberinto. Era brusco, temible, cruel.
No podía hacerlo enojar, pero él seguro notaba el cambio del ritmo de su corazón en ciertos momentos donde sus palabras y su fuerza la herían. En silencio se descubrió el cuello, cerró los ojos y mantuvo el silencio esperando que todo terminara pronto, que la dejara ir, que no dijera más ni que fuera demasiado duro. Pero eso era mucho pedir, Karla lo sabía por experiencia.
Karla Marquand- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2014
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
Te he ordenado por dónde ir en vez de confiar en que serías capaz de encontrar el camino
Gillian Flynn
Karla asistía a todas y cada una de las reuniones que mantenían y Dorian se complacía de ello. Si bien no pensaba realmente asesinarla o alguno de su familia, la manera de amenazarle la primera vez había dado frutos que al d’Auxerre le fascinaban. Indico con su voz seductora un camino a seguir para mortal entre el laberinto del palacio Royal, y ella lo había seguido al pie de la letra, siendo arrastrada hasta esos momentos en que él le usaba a su antojo para satisfacer su sed y sus deseos de la cercanía femenina que mantenía en secreto de Karla y hasta de él mismo.
¿Qué evitaran lugares así? Para los mortales era lo más sensato evitar sitios en donde corrieran peligro y si Dorian planeaba mantener a la humana durante un periodo de tiempo considerable a su lado, lo mejor era que hiciera caso a las palabras de la Sartre y evitara sitios donde podría terminar la mortal muerta. No existía peligro único por parte de los sobre naturales, sino como una vez lo hablara con Brönte, los humanos incluso se eliminaban entre ellos. La imagen mental de encontrar a Karla muerta o no verle más no le agrado nada; ella era suya de una manera un tanto retorcida y si alguien iba a terminar con la vida de la mortal, ese sería él. No tenía intención alguna de matarla, así que debería tener al menos un poco más de consideración por ella.
– Me pareció el sitio apropiado, después de todo nadie te reconocerá en este sitio – le sonrió con cierto destello de burla – Ya estas aquí, es muy tarde para que la ratoncilla piense en regresar a su hogar porque ahora esta en el territorio del gato – se mantenía muy cerca de Karla, exigiendo mediante sus palabras que dejara que bebiera de su sangre, la necesitaba, no solo la sangre sino también a ella.
Apenas se descubría el cuello lo suficiente cuando Dorian termino casi por completo con la distancia que mantenía entre ambos, acercando su cuerpo a Karla demasiado con el único propósito de inclinarse pasar los labios primero por aquel cuello que le brindaría alimento.
– Siempre hueles delicioso – sonrío contra la delicada piel de la Sartre y terminando por sujetarle de la cintura, clavo los colmillos en la piel femenina para comenzar a beber de ella.
La sangre de esa humana era lo mejor de aquel mundo. Había descubierto de una manera muy particular que podía beber de otros humanos, pero su sed no se saciaba del todo hasta que bebía un poco de Karla, solo de esa manera dejaba de sentir sed y aunque le parecía extraño, nunca se había puesto a reflexionar seriamente acerca de eso. Pensar a la humana constantemente ya le era suficiente y en esos momentos, mientras su mente se sumía en la delicia de la sangre ajena, clavo los dedos con fuerza en la cintura de la mortal.
Gillian Flynn
Karla asistía a todas y cada una de las reuniones que mantenían y Dorian se complacía de ello. Si bien no pensaba realmente asesinarla o alguno de su familia, la manera de amenazarle la primera vez había dado frutos que al d’Auxerre le fascinaban. Indico con su voz seductora un camino a seguir para mortal entre el laberinto del palacio Royal, y ella lo había seguido al pie de la letra, siendo arrastrada hasta esos momentos en que él le usaba a su antojo para satisfacer su sed y sus deseos de la cercanía femenina que mantenía en secreto de Karla y hasta de él mismo.
¿Qué evitaran lugares así? Para los mortales era lo más sensato evitar sitios en donde corrieran peligro y si Dorian planeaba mantener a la humana durante un periodo de tiempo considerable a su lado, lo mejor era que hiciera caso a las palabras de la Sartre y evitara sitios donde podría terminar la mortal muerta. No existía peligro único por parte de los sobre naturales, sino como una vez lo hablara con Brönte, los humanos incluso se eliminaban entre ellos. La imagen mental de encontrar a Karla muerta o no verle más no le agrado nada; ella era suya de una manera un tanto retorcida y si alguien iba a terminar con la vida de la mortal, ese sería él. No tenía intención alguna de matarla, así que debería tener al menos un poco más de consideración por ella.
– Me pareció el sitio apropiado, después de todo nadie te reconocerá en este sitio – le sonrió con cierto destello de burla – Ya estas aquí, es muy tarde para que la ratoncilla piense en regresar a su hogar porque ahora esta en el territorio del gato – se mantenía muy cerca de Karla, exigiendo mediante sus palabras que dejara que bebiera de su sangre, la necesitaba, no solo la sangre sino también a ella.
Apenas se descubría el cuello lo suficiente cuando Dorian termino casi por completo con la distancia que mantenía entre ambos, acercando su cuerpo a Karla demasiado con el único propósito de inclinarse pasar los labios primero por aquel cuello que le brindaría alimento.
– Siempre hueles delicioso – sonrío contra la delicada piel de la Sartre y terminando por sujetarle de la cintura, clavo los colmillos en la piel femenina para comenzar a beber de ella.
La sangre de esa humana era lo mejor de aquel mundo. Había descubierto de una manera muy particular que podía beber de otros humanos, pero su sed no se saciaba del todo hasta que bebía un poco de Karla, solo de esa manera dejaba de sentir sed y aunque le parecía extraño, nunca se había puesto a reflexionar seriamente acerca de eso. Pensar a la humana constantemente ya le era suficiente y en esos momentos, mientras su mente se sumía en la delicia de la sangre ajena, clavo los dedos con fuerza en la cintura de la mortal.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2013
Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
"Tanto silencio la iba a matar un día. Y eso si no lo iba a sentir"
Dorian era en todo sentido un inconsciente. Poco le importaba como debía arreglárselas ella para escapar y llegar a los lugares que a él se le antojaban. Si era tan hábil ¿No podría llegar a la habitación de Karla, alimentarse y partir sin ser visto? Seguramente podría y le sería sencillo, pero ella no se atrevía a sugerírselo por no poner en mayor riesgo a su familia e incluso a los empleados que en la mansión tenían. Lo positivo para Karla es que era hábil a la hora de correr. Si bien no era tan veloz como un vampiro, entre los humanos sobresalía debido al entrenamiento que solía tener por las mañanas. Por lo menos las mañanas antes de la llegada de Dorian. Luego no le era tan sencillo cuando él bebía tanto de ella. Su estado físico se había visto claramente alterado y había tenido que mentir para evitar la visita de los médicos que solicitaban cada tanto sus abuelos.
–Nadie me reconocerá en este sitio. Y tampoco creo que encuentren mi cuerpo en una zona como esta– respondió sin pensarlo y miró a Dorian alarmada por haber soltado algo así. Por un segundo pensó en pedirle que bebiera un poco menos que siempre para no quedar tan desorientada del todo, pero el temor le arrebataba casi todas las palabras y era por lo mismo que permanecía gran parte del tiempo callada en todos los encuentros con él. –Sabes bien que no puedo huir del gato…– susurró en medio de esa cercanía que la alertaba de lo inevitable. Karla cerró con fuerza sus ojos y se dispuso para él por su bien y el de los suyos.
El frío del cuerpo de Dorian y su sola presencia casi pegada a su cuerpo lograban que se estremeciera de tanto en tanto, que dudara de lo que debía ser o hacer e incluso de todos sus motivos para llegar a donde él pidiera. Quería terminar con todo eso, claro. El terror no le gustaba, el peligro que corría por las calles de noche tampoco puesto que difería bastante de sus antiguos motivos y métodos para huir. Quería sentirse viva de nuevo, libre. En cuanto a él, hubiera dado su vida porque fuera el muchacho que prometía cuando lo conoció: uno inteligente, de buena familia, interesante, pero sobre todo bueno. Sin embargo ella sabía que no había caso. Dorian d’Auxerre definitivamente no era bueno y probablemente no lo sería nunca.
–Ahh– se quejó muy bajo en medio de la mordida y de la presión de las manos pétreas sobre su cintura. Aquellos dedos dejarían marcas por días, pero no era novedad, a él parecía encantarle marcarle la vida y dejar un recuerdo de él para siempre. A lo lejos, un borracho gritó algo, pero ella escuchaba sin oír.
–Nadie me reconocerá en este sitio. Y tampoco creo que encuentren mi cuerpo en una zona como esta– respondió sin pensarlo y miró a Dorian alarmada por haber soltado algo así. Por un segundo pensó en pedirle que bebiera un poco menos que siempre para no quedar tan desorientada del todo, pero el temor le arrebataba casi todas las palabras y era por lo mismo que permanecía gran parte del tiempo callada en todos los encuentros con él. –Sabes bien que no puedo huir del gato…– susurró en medio de esa cercanía que la alertaba de lo inevitable. Karla cerró con fuerza sus ojos y se dispuso para él por su bien y el de los suyos.
El frío del cuerpo de Dorian y su sola presencia casi pegada a su cuerpo lograban que se estremeciera de tanto en tanto, que dudara de lo que debía ser o hacer e incluso de todos sus motivos para llegar a donde él pidiera. Quería terminar con todo eso, claro. El terror no le gustaba, el peligro que corría por las calles de noche tampoco puesto que difería bastante de sus antiguos motivos y métodos para huir. Quería sentirse viva de nuevo, libre. En cuanto a él, hubiera dado su vida porque fuera el muchacho que prometía cuando lo conoció: uno inteligente, de buena familia, interesante, pero sobre todo bueno. Sin embargo ella sabía que no había caso. Dorian d’Auxerre definitivamente no era bueno y probablemente no lo sería nunca.
–Ahh– se quejó muy bajo en medio de la mordida y de la presión de las manos pétreas sobre su cintura. Aquellos dedos dejarían marcas por días, pero no era novedad, a él parecía encantarle marcarle la vida y dejar un recuerdo de él para siempre. A lo lejos, un borracho gritó algo, pero ella escuchaba sin oír.
Karla Marquand- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2014
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
La gente siempre hace bromas acerca de las cosas que le asustan pero no puede controlar
Stephen King
– Vamos, tanto dramatismo es innecesario, la única finalidad de que estemos aquí es que nadie sepa quien eres – sonrió con cierta burla – O ¿Quieres que todos te reconozcan vayan a darle tus abuelos una enorme pena? Lo dudo, siendo que eres tan considerada para con ellos – En eso tenía completa certeza pues en su primer encuentro apenas había necesitado mencionar que si no hacía lo que él le pedía, ellos pagarían las consecuencias y ella acepto todas las condiciones, sin preguntar mucho y sin exigir absolutamente nada más que la seguridad de sus familiares. No pudo evitar soltar una carcajada cuando se refería a lo horrible que lucía la zona – Bueno, cree cuando te digo que se corre más peligro en las zonas más ricas, después de todo, ahí es mejor cazar y las personas están mejor alimentadas – un brillo de sed recorrido la mirada de Dorian quien ya estaba saboreando la sangre de Karla correr por su interior y llenarle de vida.
Un gato y un ratón, eso fueron desde el momento en que se vieron en el laberinto y sus posiciones no variaban nada desde esos instantes. Para el d’Auxerre ella siempre sería su ratoncilla, alguien a quien cazaría tantas veces como fuera necesario y exigiría aquel calor corporal que poseía la mortal como si fuera el que generará su cuerpo muerto y carente de vida.
El calor de Karla, la manera en que su corazón latía en su pecho de forma evidentemente alterada y las respiraciones más veloces de ella animaban más a Dorian a beber de su sangre. Para fortuna de ella, era un vampiro con la suficiente experiencia brindada por el tiempo como para no asesinarla en un arranque de sed. De ser más joven y frente a la tentación que significaba ella en conjunto, no hubiese tenido muchas reuniones con el inmortal antes de quedar completamente destruida por sus abusos y en algún lugar incluso muerta y desechada como cualquier cosa. Karla sin embargo, no era cualquier cosa, era para Dorian algo más importante de lo que planeaba y mucho más valioso que la misma existencia que durante tantos años había mantenido.
Se concentro en beber de ella, arrancarle la vida de manera lenta y exigente. No tenía derecho alguno de tomar parte de la vida de Karla, únicamente tenía verdaderamente el poder que ella tan fácilmente le concedía y Dorian lo tomaba con brusquedades que marcaban el cuerpo de la humana y que mediante esas marcas trataba de dejar en claro algo. Karla era suya. Se alejo de ella después de obtener lo que esperaba, con una sonrisa en los labios por el grito del borracho. No estaba seguro de si ella había entendido lo que aquel hombre decía, pero él si. Quien fuera aquel sujeto les gritaba creyendo que eran de esos amantes ocultos, profesando su amor fuera de la vista del mundo. Que ingenuo y equivocado estaba el hombre.
– Que bien te comportas siempre – susurro aún cerca pero no tanto como para que se viera una manera comprometedora. Relamió sus labios y se separo para observarle mejor – Tu no eres como las mujeres que el mortal que nos grito menciono – y si es que se le ocurría serlo, no se lo permitiría – ¿Quieres que te acompañe un poco de regreso? Así veras que no es tan inseguro como piensas ratoncilla – sonrió, pensando en la idea de llevarle a que observara como es que actuaban los vampiros en donde ella se sentía “segura”.
Stephen King
– Vamos, tanto dramatismo es innecesario, la única finalidad de que estemos aquí es que nadie sepa quien eres – sonrió con cierta burla – O ¿Quieres que todos te reconozcan vayan a darle tus abuelos una enorme pena? Lo dudo, siendo que eres tan considerada para con ellos – En eso tenía completa certeza pues en su primer encuentro apenas había necesitado mencionar que si no hacía lo que él le pedía, ellos pagarían las consecuencias y ella acepto todas las condiciones, sin preguntar mucho y sin exigir absolutamente nada más que la seguridad de sus familiares. No pudo evitar soltar una carcajada cuando se refería a lo horrible que lucía la zona – Bueno, cree cuando te digo que se corre más peligro en las zonas más ricas, después de todo, ahí es mejor cazar y las personas están mejor alimentadas – un brillo de sed recorrido la mirada de Dorian quien ya estaba saboreando la sangre de Karla correr por su interior y llenarle de vida.
Un gato y un ratón, eso fueron desde el momento en que se vieron en el laberinto y sus posiciones no variaban nada desde esos instantes. Para el d’Auxerre ella siempre sería su ratoncilla, alguien a quien cazaría tantas veces como fuera necesario y exigiría aquel calor corporal que poseía la mortal como si fuera el que generará su cuerpo muerto y carente de vida.
El calor de Karla, la manera en que su corazón latía en su pecho de forma evidentemente alterada y las respiraciones más veloces de ella animaban más a Dorian a beber de su sangre. Para fortuna de ella, era un vampiro con la suficiente experiencia brindada por el tiempo como para no asesinarla en un arranque de sed. De ser más joven y frente a la tentación que significaba ella en conjunto, no hubiese tenido muchas reuniones con el inmortal antes de quedar completamente destruida por sus abusos y en algún lugar incluso muerta y desechada como cualquier cosa. Karla sin embargo, no era cualquier cosa, era para Dorian algo más importante de lo que planeaba y mucho más valioso que la misma existencia que durante tantos años había mantenido.
Se concentro en beber de ella, arrancarle la vida de manera lenta y exigente. No tenía derecho alguno de tomar parte de la vida de Karla, únicamente tenía verdaderamente el poder que ella tan fácilmente le concedía y Dorian lo tomaba con brusquedades que marcaban el cuerpo de la humana y que mediante esas marcas trataba de dejar en claro algo. Karla era suya. Se alejo de ella después de obtener lo que esperaba, con una sonrisa en los labios por el grito del borracho. No estaba seguro de si ella había entendido lo que aquel hombre decía, pero él si. Quien fuera aquel sujeto les gritaba creyendo que eran de esos amantes ocultos, profesando su amor fuera de la vista del mundo. Que ingenuo y equivocado estaba el hombre.
– Que bien te comportas siempre – susurro aún cerca pero no tanto como para que se viera una manera comprometedora. Relamió sus labios y se separo para observarle mejor – Tu no eres como las mujeres que el mortal que nos grito menciono – y si es que se le ocurría serlo, no se lo permitiría – ¿Quieres que te acompañe un poco de regreso? Así veras que no es tan inseguro como piensas ratoncilla – sonrió, pensando en la idea de llevarle a que observara como es que actuaban los vampiros en donde ella se sentía “segura”.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2013
Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
"Caímos como nieve en la ventisca, como la hojarasca en el otoño,
pero no pudimos renacer como lo hace el agua o el primaveral retoño."
pero no pudimos renacer como lo hace el agua o el primaveral retoño."
¿Dramatismo? El cinismo de Dorian era tan aterrador como enorme. Lo que decía Karla, se enmarcaba para él en el ámbito de la exageración y la tontería cuando en realidad él la dejaba en un riesgo inminente cada vez que desaparecía tras arrebatarle su sangre. —Por ser considerada es que me preocupa si puedo salir de aquí— respondió de mala gana pero sabiendo que sus palabras no tendrían peso, y fue por lo mismo que giró el rostro para no mirarlo más. Él no entendía, no le preocupaba nadie más que él y un debate sería tan infructuoso como inútil.
Su risa era grosera, malintencionada ¿Cómo podía decir que una mejor zona era menos segura? Él sólo pensaba que en que Karla podía ser atacada por vampiros, pero la verdad es que en zonas como las tabernas, se podían encontrar asesinos que mataban por mero gusto o enfermedad mental. También estaban aquellos que buscaban poseer a cualquier mujer y tomaban a cualquiera en callejones con o sin su aprobación. Cualquier idea era terrible para Karla, que estaba siendo de hecho tomada en un callejón pero de un modo distinto al que más temía.
Mientras él bebía, Karla cerraba con fuerza los ojos, lo acariciaba sin motivo con una mano, y empuñaba la mano libre sobre sus ropas, cerrándola con fuerza como si eso pudiera calmar su dolor. Dolía, claro que lo hacía y mucho. Tenía unos colmillos fuertes y filosos atravesándole la piel e irrumpiendo en su circulación para absorber la sangre. El corazón se sentía explotar y detenerse a intervalos y el pecho se inflaba y disminuía en cada respiración dificultosa. Alimentar a un vampiro no era fácil y menos a Dorian, que no sólo lastimaba con las mordidas sino también con las manos y las palabras ¿Hasta dónde sería capaz de llegar él? Eso era algo a lo que Karla siempre temía.
En cuanto la soltó, ella sintió perder el equilibrio como siempre, pero se llevó una mano a la frente y mantuvo la espalda pegada a la pared para no caerse. Se inclinó un poco, apoyando los brazos sobre sus piernas e intentó recobrar el aliento para utilizar la energía que le quedaba para caminar e irse a su casa. Cada episodio así era horrible, de eso no cabía la menor duda. —¿Qué mujeres? — preguntó absurdamente levantando la mirada, sobre todo porque ella no le había entendido nada al borracho y tampoco quería responderle a él el por qué se comportaba del modo en que lo hacía ¿Acaso podía hacer otra cosa cuando estaba amenazada? Sin embargo asintió cuando él ofreció su compañía para salir del lugar. Seguramente no tenía nada que hacer, o de lo contrario la hubiese dejado a su suerte como hacía siempre —Sí, por favor— respondió incorporándose y arreglando la pashmina sobre su cuello para ocultar cualquier marca. Avanzó hacia él y con la mirada baja pretendió caminar a su lado. En el fondo temía, porque no sabía las intensiones que tenía él con aquél acto sorpresivo que no le dejaba en la mente otra idea diferente a peligro o a algún precio que le obligaría a pagar por ayudarla a salir de allí.
Su risa era grosera, malintencionada ¿Cómo podía decir que una mejor zona era menos segura? Él sólo pensaba que en que Karla podía ser atacada por vampiros, pero la verdad es que en zonas como las tabernas, se podían encontrar asesinos que mataban por mero gusto o enfermedad mental. También estaban aquellos que buscaban poseer a cualquier mujer y tomaban a cualquiera en callejones con o sin su aprobación. Cualquier idea era terrible para Karla, que estaba siendo de hecho tomada en un callejón pero de un modo distinto al que más temía.
Mientras él bebía, Karla cerraba con fuerza los ojos, lo acariciaba sin motivo con una mano, y empuñaba la mano libre sobre sus ropas, cerrándola con fuerza como si eso pudiera calmar su dolor. Dolía, claro que lo hacía y mucho. Tenía unos colmillos fuertes y filosos atravesándole la piel e irrumpiendo en su circulación para absorber la sangre. El corazón se sentía explotar y detenerse a intervalos y el pecho se inflaba y disminuía en cada respiración dificultosa. Alimentar a un vampiro no era fácil y menos a Dorian, que no sólo lastimaba con las mordidas sino también con las manos y las palabras ¿Hasta dónde sería capaz de llegar él? Eso era algo a lo que Karla siempre temía.
En cuanto la soltó, ella sintió perder el equilibrio como siempre, pero se llevó una mano a la frente y mantuvo la espalda pegada a la pared para no caerse. Se inclinó un poco, apoyando los brazos sobre sus piernas e intentó recobrar el aliento para utilizar la energía que le quedaba para caminar e irse a su casa. Cada episodio así era horrible, de eso no cabía la menor duda. —¿Qué mujeres? — preguntó absurdamente levantando la mirada, sobre todo porque ella no le había entendido nada al borracho y tampoco quería responderle a él el por qué se comportaba del modo en que lo hacía ¿Acaso podía hacer otra cosa cuando estaba amenazada? Sin embargo asintió cuando él ofreció su compañía para salir del lugar. Seguramente no tenía nada que hacer, o de lo contrario la hubiese dejado a su suerte como hacía siempre —Sí, por favor— respondió incorporándose y arreglando la pashmina sobre su cuello para ocultar cualquier marca. Avanzó hacia él y con la mirada baja pretendió caminar a su lado. En el fondo temía, porque no sabía las intensiones que tenía él con aquél acto sorpresivo que no le dejaba en la mente otra idea diferente a peligro o a algún precio que le obligaría a pagar por ayudarla a salir de allí.
Karla Marquand- Humano Clase Alta
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
Agárrame fuerte. Vamos hacia lugares tenebrosos, pero creo conocer el camino. De todos modos, no sueltes mi brazo.
Stephen King
Era un maldito jugador, tenía el poder pasa destruir a la Sartre aunque sabía a la perfección que no lo haría, más eso no implicaba que no pudiera divertirse con ella. Su ratoncilla era perfecta para ser llevada a los limites y eso hacia con cada encuentro, en cada lugar que lucía menos acorde para verse y que simbolizaban un mayor peligro potencial para Karla. ¿Le castigaría Dorian si ella no apareciera en alguna de las reuniones? Por supuesto que no. No iba a asesinar a la familia de ella, pero resultaba fascinante como la mera idea de la muerte de sus familiares la mantenía atada a él, llevando a la Sartre a correr toda clase de peligros que solo tenia la función de divertir a Dorian y probar los limites de los humanos.
– Podrás salir de aquí, aunque no sé si puedo garantizarte que lo harás en una pieza – le acaricio los cabellos tal como si sus palabras fueran un cumplido más que una burla por la debilidad de la naturaleza que poseía la mortal.
¿Le interesaba realmente como se sentía ella? Sus actos, sus burlas y su manera de arrancarle la vida o aparentar que no le importaba si alguien más la tomaba daban a entender que no le interesaba en lo más mínimo que sucediera con ella, pero la realidad estaba muy lejos de eso. Se divertía con ella, jugaba a ser un Dios que no era y se volvía distante porque la cercanía le frustraba. La deseaba suya, la deseaba siempre. Karla Sartre le llenaba los pensamientos y la manera de mantenerla al margen era siendo de aquella forma, tratando de demostrar que no le interesaba cuando en realidad deseaba destrozar a todo aquel que posara su mirada en ella. Dorian era un animal, una bestia idiota que no entendía del todo sus propios pensamientos y los torcida al punto de hacer cosas que no debía y decir otras mucho peores.
El sabor de la sangre de la Sartre aun se encontraba en sus labios y el aroma de ella invadía todo el callejón cuando se separaron al menos lo suficiente como para que nadie más gritara imprudencias. Le miro de reojo y sonrió ante su pregunta.
– Como las mujeres ricas que se ocultan con sus amantes – le acaricio la mejilla hasta que sus dedos llegaron a tocar la marca que había dejado en el cuello femenino – Eso es lo que el sujeto pensó que éramos – alejo la mano con brusquedad y miro a otro lado – que idiotez.
Hizo una seña con la mano cuando ella acepto a ser acompañada por él. Que ingenua que era su ratoncilla, pensando que la llevaría a salvo a su destino cuando lo que quería mostrarle era el mundo real de su lado. ¿Cuántas veces había asesinado a humanos ricos? Muchas más veces que las que lo hizo con personas pobres y ahí estaba lo divertido. Ahí donde ella pensaba tener la seguridad de los suyos en realidad se encontraba más en peligro que en cualquier otro sitio.
– Quiero llevarte a un lugar antes de dejarte en tu hogar ¿Me acompañarías? – la sonrisa que lucio para con ella era de las más inofensivas que poseía y le ofreció el brazo. La trampa perfecta para el depredador que ya tenía a su presa en las manos y conforme caminaban saliendo de los peores lugares, entraban en zonas más concurridas, lugares donde a simple vista se pensaba que se encontraban más a salvo los humanos y sin embargo, entre todos ellos y llenos del deseo por la sangre se encontraban los iguales a Dorian, vestidos con pieles de ovejas, buscando la presa perfecta para asesinar. ¿Qué pensaría ella cuando le mostrara la realidad del mundo donde se encontraba “protegida”?
– Karla, ¿Ves a ese hombre? – hablo como si fuera a decir cualquier cosa normal, mientras que su mirada se posaba en un determinado sujeto. Uno de los suyos; alguien que daría un espectáculo maravilloso.
Stephen King
Era un maldito jugador, tenía el poder pasa destruir a la Sartre aunque sabía a la perfección que no lo haría, más eso no implicaba que no pudiera divertirse con ella. Su ratoncilla era perfecta para ser llevada a los limites y eso hacia con cada encuentro, en cada lugar que lucía menos acorde para verse y que simbolizaban un mayor peligro potencial para Karla. ¿Le castigaría Dorian si ella no apareciera en alguna de las reuniones? Por supuesto que no. No iba a asesinar a la familia de ella, pero resultaba fascinante como la mera idea de la muerte de sus familiares la mantenía atada a él, llevando a la Sartre a correr toda clase de peligros que solo tenia la función de divertir a Dorian y probar los limites de los humanos.
– Podrás salir de aquí, aunque no sé si puedo garantizarte que lo harás en una pieza – le acaricio los cabellos tal como si sus palabras fueran un cumplido más que una burla por la debilidad de la naturaleza que poseía la mortal.
¿Le interesaba realmente como se sentía ella? Sus actos, sus burlas y su manera de arrancarle la vida o aparentar que no le importaba si alguien más la tomaba daban a entender que no le interesaba en lo más mínimo que sucediera con ella, pero la realidad estaba muy lejos de eso. Se divertía con ella, jugaba a ser un Dios que no era y se volvía distante porque la cercanía le frustraba. La deseaba suya, la deseaba siempre. Karla Sartre le llenaba los pensamientos y la manera de mantenerla al margen era siendo de aquella forma, tratando de demostrar que no le interesaba cuando en realidad deseaba destrozar a todo aquel que posara su mirada en ella. Dorian era un animal, una bestia idiota que no entendía del todo sus propios pensamientos y los torcida al punto de hacer cosas que no debía y decir otras mucho peores.
El sabor de la sangre de la Sartre aun se encontraba en sus labios y el aroma de ella invadía todo el callejón cuando se separaron al menos lo suficiente como para que nadie más gritara imprudencias. Le miro de reojo y sonrió ante su pregunta.
– Como las mujeres ricas que se ocultan con sus amantes – le acaricio la mejilla hasta que sus dedos llegaron a tocar la marca que había dejado en el cuello femenino – Eso es lo que el sujeto pensó que éramos – alejo la mano con brusquedad y miro a otro lado – que idiotez.
Hizo una seña con la mano cuando ella acepto a ser acompañada por él. Que ingenua que era su ratoncilla, pensando que la llevaría a salvo a su destino cuando lo que quería mostrarle era el mundo real de su lado. ¿Cuántas veces había asesinado a humanos ricos? Muchas más veces que las que lo hizo con personas pobres y ahí estaba lo divertido. Ahí donde ella pensaba tener la seguridad de los suyos en realidad se encontraba más en peligro que en cualquier otro sitio.
– Quiero llevarte a un lugar antes de dejarte en tu hogar ¿Me acompañarías? – la sonrisa que lucio para con ella era de las más inofensivas que poseía y le ofreció el brazo. La trampa perfecta para el depredador que ya tenía a su presa en las manos y conforme caminaban saliendo de los peores lugares, entraban en zonas más concurridas, lugares donde a simple vista se pensaba que se encontraban más a salvo los humanos y sin embargo, entre todos ellos y llenos del deseo por la sangre se encontraban los iguales a Dorian, vestidos con pieles de ovejas, buscando la presa perfecta para asesinar. ¿Qué pensaría ella cuando le mostrara la realidad del mundo donde se encontraba “protegida”?
– Karla, ¿Ves a ese hombre? – hablo como si fuera a decir cualquier cosa normal, mientras que su mirada se posaba en un determinado sujeto. Uno de los suyos; alguien que daría un espectáculo maravilloso.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
"Y mientras tanto, yo seguía barriendo los desastres hacia adentro"
Dorian la amenazaba de todos los modos posibles y sólo necesitaba decirlo una vez para que a Karla se le grabara en la mente e hiciera eco en cada encuentro con él. Ahora él prometía acompañarla, pero no protegerla, o ¿Qué otra cosa podía representar eso de “No sé si puedo garantizarte que lo harás en una sola pieza”?. Sumado a que le acariciaba el cabello como si le declarara lo peor.
Caminar con él no resultaba del todo reconfortante, era más bien un acto de crueldad porque en cada paso sentía el peso del temor y seguía silenciándose a sí misma porque así era ella, dócil, manejable cuando se trataba de proteger a los suyos y una completa idiota cuando se trataba del inmortal. “Masoquista” se decía a sí misma, “Torpe, ilusa” agregaba seguidamente sin tener misericordia alguna para ella.
—Ahh— dijo ella restándole importancia a la teoría del viejo e intentó no ponerse nerviosa cuando Dorian pasó los dedos sobre la herida que él mismo acababa de causar. Quizás quería beber más, sólo por refutar la idea absurda del borracho que los creía amantes. Pero esa idea estaba demasiado lejos de la realidad, porque ella no pasaba de ser su juguete, su alimento, su objeto de burla. Nada de aquello ligaba sentimientos de Dorian hacia ella. Y de ella hacia él… era una estupidez pensarlo, eso no tenía ni pies ni cabeza, ni derecho, ni sentido. —Sí, es absurdo— agregó ella suavemente cuando él dijo la verdad, era una estupidez.
—¿Puedo saber a dónde quieres llevarme? — quiso saber aunque lo acompañaría. Karla desconfiaba de Dorian, de esa repentina amabilidad que no podía traer nada bueno. Todo aquello le recordaba al día en que se conocieron en el laberinto y ella le creyó todo como una completa imbécil, hasta que él le reveló su verdadera cara y se dejó ver de ahí en adelante del mismo modo. Ella tenía muchos motivos para ser prevenida con el d’Auxerre y seguro que tendría muchos más. Aun así le tomó del brazo, pero no le devolvió la sonrisa. Ya no podía hacerlo, no tenía motivo alguno, ni felicidad de lo que con él compartía. Pero tampoco podía negarse y por eso ni siquiera cuestionó.
Caminó en silencio, mirando al piso como si intentara ocultar su identidad para que no descubrieran su escape, pero irónicamente se tranquilizó al ver que iban a mejores lugares e incluso donde algunas gentes aún caminaban por allí. No era demasiado tarde, aún la noche era joven, si se le quería llamar así. En cuanto él habló, Karla levantó la mirada, buscando hacia donde la dirigía él —¿El de traje negro y gris? — preguntó sin retirar la mirada ¿Qué seguía entonces? Ella se aferró al brazo de Dorian como si él mismo no fuera su verdugo y ya no quiso avanzar más —¿Qué sucede? — preguntó presintiendo la maldad en medio de esa sonrisa que el vampiro seguía otorgando.
Pronto lo sabría, porque el hombre que en un principio se viera sólo, parecía seguir a una mujer con total cautela, como un asesino, como un… — Él es… Cómo tú— se atrevió a afirmar apenas en un susurro preceptible sólo para Dorian.
Caminar con él no resultaba del todo reconfortante, era más bien un acto de crueldad porque en cada paso sentía el peso del temor y seguía silenciándose a sí misma porque así era ella, dócil, manejable cuando se trataba de proteger a los suyos y una completa idiota cuando se trataba del inmortal. “Masoquista” se decía a sí misma, “Torpe, ilusa” agregaba seguidamente sin tener misericordia alguna para ella.
—Ahh— dijo ella restándole importancia a la teoría del viejo e intentó no ponerse nerviosa cuando Dorian pasó los dedos sobre la herida que él mismo acababa de causar. Quizás quería beber más, sólo por refutar la idea absurda del borracho que los creía amantes. Pero esa idea estaba demasiado lejos de la realidad, porque ella no pasaba de ser su juguete, su alimento, su objeto de burla. Nada de aquello ligaba sentimientos de Dorian hacia ella. Y de ella hacia él… era una estupidez pensarlo, eso no tenía ni pies ni cabeza, ni derecho, ni sentido. —Sí, es absurdo— agregó ella suavemente cuando él dijo la verdad, era una estupidez.
—¿Puedo saber a dónde quieres llevarme? — quiso saber aunque lo acompañaría. Karla desconfiaba de Dorian, de esa repentina amabilidad que no podía traer nada bueno. Todo aquello le recordaba al día en que se conocieron en el laberinto y ella le creyó todo como una completa imbécil, hasta que él le reveló su verdadera cara y se dejó ver de ahí en adelante del mismo modo. Ella tenía muchos motivos para ser prevenida con el d’Auxerre y seguro que tendría muchos más. Aun así le tomó del brazo, pero no le devolvió la sonrisa. Ya no podía hacerlo, no tenía motivo alguno, ni felicidad de lo que con él compartía. Pero tampoco podía negarse y por eso ni siquiera cuestionó.
Caminó en silencio, mirando al piso como si intentara ocultar su identidad para que no descubrieran su escape, pero irónicamente se tranquilizó al ver que iban a mejores lugares e incluso donde algunas gentes aún caminaban por allí. No era demasiado tarde, aún la noche era joven, si se le quería llamar así. En cuanto él habló, Karla levantó la mirada, buscando hacia donde la dirigía él —¿El de traje negro y gris? — preguntó sin retirar la mirada ¿Qué seguía entonces? Ella se aferró al brazo de Dorian como si él mismo no fuera su verdugo y ya no quiso avanzar más —¿Qué sucede? — preguntó presintiendo la maldad en medio de esa sonrisa que el vampiro seguía otorgando.
Pronto lo sabría, porque el hombre que en un principio se viera sólo, parecía seguir a una mujer con total cautela, como un asesino, como un… — Él es… Cómo tú— se atrevió a afirmar apenas en un susurro preceptible sólo para Dorian.
Karla Marquand- Humano Clase Alta
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
¿Qué clase de amor es el tuyo que no puedes resistir una tormenta de nieve?
Emily Brontë
Existía un mundo feliz para los mortales, un lugar donde ellos creían que la vida era normal y que en la oscuridad las sombras no podían dañarlos. Ese mundo había desaparecido para Karla en el momento que se encontró con Dorian. El inmortal la tenía en su mano, era la mujer humana con quien decidiera jugar a pesar de saberse más ligado a ella que a cualquier otra criatura sobre natural o humana. La empujaba a los limites de la resistencia de cualquier otra mujer y ella lo soportaba a pesar de todo lo que hiciera, aunque él no terminase de comprender porque es que seguía haciendo eso, y se respondía a si mismo que se debía simplemente al miedo que le provocaba a la Sartre al pensar en la muerte de los suyos. Cualquiera que fuera el motivo, él era feliz a su manera.
Tiraba de ella en la dirección que deseaba. Dorian era como el viento y ella, una hoja que se deja guiar con la esperanza de llegar a un lugar seguro, un lugar en el cual pueda terminar de morir cómodamente y aún así, el vampiro le llevaba a un sitio donde ella solo descubriría las verdades del mundo en que vivía. De cierta manera el d’Auxerre desean grabarle de la peor manera posible que con él estaba a salvo, que fuera de él existían criaturas peores y que por eso, era necesario que permaneciera a su lado. La ataba con cadenas invisibles que aún así no la mantendrían a su lado eternamente, pero que lo tranquilizaban aunque fuera mínimamente.
– Solo daremos un paseo – la sonrisa que lucía era divertida, simulaba a un hombre que verdaderamente llevaba a una dama a un paseo nada fuera de lo normal, una de esas citas comunes que los humanos comunes solían tener, pero que para la Sartre podría ser de todo menos divertido, aunque ¿En qué momento se divertía ella a su lado? El d’Auxerre dejaba de ser bueno con ella, la trataba lo peor que podía y aún así, se ataban más el uno al otro de una manera que nadie podía comprender, ni siquiera ellos mismos – además estas conmigo, así que estarás a salvo de todo – que mentira tan despreciable, porque ella estaba a salvo de todo, menos de él mismo.
– Sí, ese mismo hombre. No lo pierdas de vista ratoncilla, él te mostrara lo que se oculta entre esta opulencia – Río como un chiquillo que esta por hacer una travesura; lo hacía por el simple placer de verla temer de la oscuridad hasta en aquel lugar donde se suponía que ella estaba segura. Notaba como el agarre femenino era mayor. La Sartre era lista, presentía la oscuridad en los modos de actuar de Dorian como nadie más lo hacía y aún así, le seguía aunque no sin temor. Una vez que se detuvo, la miro divertido – No sucede nada, solo quiero que vayamos a ver. Ya te dije que no te pasara nada – le ánimo a continuar, se disfrazaba de seducción y protección; pero cuando ella adivino lo que aquel hombre era, asintió. No iba a mentirle cuando estaban tan cerca de la realidad – Es como yo, cierto. Pero es diferente a mi – y sujeto la mano de la mujer, tirando de ella.
Siguieron al hombre un poco más de camino, cada vez entrando un poco más en la oscuridad de los callejones. Dorian ya había observado a aquel inmortal cazar a sus presas y sabía de lo que era capaz. Omitió mencionar a la Sartre cualquier cosa respecto al otro inmortal y solo se detuvo una vez que el hombre comenzó a hablar con la mujer aquella. Los ojos del d’Auxerre se clavaron en aquella escena.
– Mirales Karla, hablando tan tranquilamente. ¿No te recuerdan a alguien? Un par que conoces y se ven a escondidas diariamente – le sujeto de los hombros y la puso frente a él, de tal manera que viera lo parecido de aquel encuentro con el que ellos llevaban a cabo – Lucen cómodos, ella confía en él y cree que no le hará daño alguno – acarició con descaro el cuello de Karla, notando el latido del corazón mortal y entonces, la verdadera acción. El grito ahogado de la mujer aquella, el cuerpo femenino siendo apresado contra la pared más cercana y el inmortal bebiendo de aquel delicado cuello – Y sin embargo, todo es tan diferente – y terminaba de decir eso cuando el otro vampiro terminaba por abrirle la garganta a la mujer aquella. Los latidos se iban deteniendo, cada vez menos fuertes a medida que la sangre emanaba de la herida y de un veloz movimiento, aquella fuente de vida terminado en las manos del vampiro, que lo observaba como quien ha conseguido el mejor premio de la noche y aún así, se notaba la sed y el deseo de más en sus ojos – ahí esta tu seguridad, ratoncilla – le susurro al odio y sonrió.
Emily Brontë
Existía un mundo feliz para los mortales, un lugar donde ellos creían que la vida era normal y que en la oscuridad las sombras no podían dañarlos. Ese mundo había desaparecido para Karla en el momento que se encontró con Dorian. El inmortal la tenía en su mano, era la mujer humana con quien decidiera jugar a pesar de saberse más ligado a ella que a cualquier otra criatura sobre natural o humana. La empujaba a los limites de la resistencia de cualquier otra mujer y ella lo soportaba a pesar de todo lo que hiciera, aunque él no terminase de comprender porque es que seguía haciendo eso, y se respondía a si mismo que se debía simplemente al miedo que le provocaba a la Sartre al pensar en la muerte de los suyos. Cualquiera que fuera el motivo, él era feliz a su manera.
Tiraba de ella en la dirección que deseaba. Dorian era como el viento y ella, una hoja que se deja guiar con la esperanza de llegar a un lugar seguro, un lugar en el cual pueda terminar de morir cómodamente y aún así, el vampiro le llevaba a un sitio donde ella solo descubriría las verdades del mundo en que vivía. De cierta manera el d’Auxerre desean grabarle de la peor manera posible que con él estaba a salvo, que fuera de él existían criaturas peores y que por eso, era necesario que permaneciera a su lado. La ataba con cadenas invisibles que aún así no la mantendrían a su lado eternamente, pero que lo tranquilizaban aunque fuera mínimamente.
– Solo daremos un paseo – la sonrisa que lucía era divertida, simulaba a un hombre que verdaderamente llevaba a una dama a un paseo nada fuera de lo normal, una de esas citas comunes que los humanos comunes solían tener, pero que para la Sartre podría ser de todo menos divertido, aunque ¿En qué momento se divertía ella a su lado? El d’Auxerre dejaba de ser bueno con ella, la trataba lo peor que podía y aún así, se ataban más el uno al otro de una manera que nadie podía comprender, ni siquiera ellos mismos – además estas conmigo, así que estarás a salvo de todo – que mentira tan despreciable, porque ella estaba a salvo de todo, menos de él mismo.
– Sí, ese mismo hombre. No lo pierdas de vista ratoncilla, él te mostrara lo que se oculta entre esta opulencia – Río como un chiquillo que esta por hacer una travesura; lo hacía por el simple placer de verla temer de la oscuridad hasta en aquel lugar donde se suponía que ella estaba segura. Notaba como el agarre femenino era mayor. La Sartre era lista, presentía la oscuridad en los modos de actuar de Dorian como nadie más lo hacía y aún así, le seguía aunque no sin temor. Una vez que se detuvo, la miro divertido – No sucede nada, solo quiero que vayamos a ver. Ya te dije que no te pasara nada – le ánimo a continuar, se disfrazaba de seducción y protección; pero cuando ella adivino lo que aquel hombre era, asintió. No iba a mentirle cuando estaban tan cerca de la realidad – Es como yo, cierto. Pero es diferente a mi – y sujeto la mano de la mujer, tirando de ella.
Siguieron al hombre un poco más de camino, cada vez entrando un poco más en la oscuridad de los callejones. Dorian ya había observado a aquel inmortal cazar a sus presas y sabía de lo que era capaz. Omitió mencionar a la Sartre cualquier cosa respecto al otro inmortal y solo se detuvo una vez que el hombre comenzó a hablar con la mujer aquella. Los ojos del d’Auxerre se clavaron en aquella escena.
– Mirales Karla, hablando tan tranquilamente. ¿No te recuerdan a alguien? Un par que conoces y se ven a escondidas diariamente – le sujeto de los hombros y la puso frente a él, de tal manera que viera lo parecido de aquel encuentro con el que ellos llevaban a cabo – Lucen cómodos, ella confía en él y cree que no le hará daño alguno – acarició con descaro el cuello de Karla, notando el latido del corazón mortal y entonces, la verdadera acción. El grito ahogado de la mujer aquella, el cuerpo femenino siendo apresado contra la pared más cercana y el inmortal bebiendo de aquel delicado cuello – Y sin embargo, todo es tan diferente – y terminaba de decir eso cuando el otro vampiro terminaba por abrirle la garganta a la mujer aquella. Los latidos se iban deteniendo, cada vez menos fuertes a medida que la sangre emanaba de la herida y de un veloz movimiento, aquella fuente de vida terminado en las manos del vampiro, que lo observaba como quien ha conseguido el mejor premio de la noche y aún así, se notaba la sed y el deseo de más en sus ojos – ahí esta tu seguridad, ratoncilla – le susurro al odio y sonrió.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
"Cuántas veces me habré limpiado con todas las cascadas de horror que se me han escapado por los ojos."
“Un paseo”, decía él como si la relación de ellos fuera lo más normal del mundo. Era evidente que Dorian fraguaba algún plan, porque en general, luego de reírse un poco de ella y alimentarse, desaparecía de inmediato dando a entender que nada más importaba en aquella situación. A su modo le funcionaba, porque Karla no era capaz de negarle nada, puesto que cada vez que se le ocurría, volvía a su mente la amenaza de Dorian en el laberinto con palabras exactas. Palabras que amenazaban con el fin de su propia familia.
El inmortal sonreía como cuando se conocieron, lucía feliz y para Karla, eso sólo significaba una cosa: Engaño. No obstante caminó con él, permaneció en silencio y se obligó a no mirar otra cosa distinta al pavimento que tenía enfrente en cada paso. Se le sujetaba con fuerza del brazo y seguía avanzando sin querer siquiera tropezar. Ya había sido suficiente burla como para darle algo adicional de qué reírse. —A salvo de todo, excepto de ti— susurró en respuesta pero manteniendo la mirada baja. Y era cierto, si bien Dorian no era todo poderoso, para Karla era suficiente como para creer que nadie podría tocarla si él estaba presente. Aunque al final no se sabía lo que podía ser peor, si el remedio, o la enfermedad.
El hombre al que miraban era completamente extraño e incluso a lo lejos rezumaba misterio. Ella lo observó parpadeando poco y frunció el ceño cuando el vampiro le llamó de nuevo “Ratoncilla”. Jamás había odiado ese apodo, pero ahora lo hacía porque bien sabía que se trataba de una de las mayores bromas del d’Auxerre para ella. Era como decirle que aunque intentara escapar no podría, porque el gato ya la tenía ensartada entre sus fauces. Sin embargo no dijo nada.
La risa de Dorian confirmó sus sospechas y pronto se vio halada de la mano siguiendo el rumbo del vampiro. Él no era cuidadoso con ella e incluso cuando le sujetó la mano, ella sintió el uso de un poco más de fuerza de la necesaria. Pero de nuevo no dijo nada ¿Para qué? Al fin y al cabo él parecía tener el único propósito de lastimarla a cuotas como si eso lo hiciera a él feliz. Pronto, los callejones se hicieron visibles y el olor a humedad con él. Las luces aparecían poco y el esfuerzo tanto por permanecer en el agarre de Dorian como el de ver, aumentaban. No así, alcanzó a contemplar la escena.
La mujer y el desconocido vampiro sonreían y acortaban distancias en un peligroso jugueteo. —Ella también es una ingenua y una tonta ¿No es así?— afirmó como quien responde una lección que lo incluye como culpable de algo que no tiene sentido. Pero ella creía que a eso se refería él con su pregunta. Por suerte le soltó por fin la mano y la tomó de los hombros, obligándola casi a mirarlo de nuevo. Como mero acto reflejo, ella se acarició una mano con la otra sin reparar en ello. Las siguientes palabras de él, le hicieron temer, parecía amenazante de nuevo, recordándole que aunque ella por momentos creía que no moriría en sus manos, estaba muy equivocada. Abrió la boca para decir algo, pero el grito ajeno la silenció y sus ojos fueron a ver por un costado de Dorian la escena. Los ojos se le llenaron de lágrimas, jamás había visto un asesinato y ver cómo le abrían la garganta a otro con tal facilidad era aterrador. El corazón volvió a palpitarle rápidamente y el pecho se le agitaba en cada intento de no romper en llanto y salir a correr aunque no podía. Se mordió los labios y en el susurró último de Dorian creyó comprenderlo todo —Me trajiste a ver esto porque es lo que va a pasarme si no te obedezco ¿Verdad? No estoy segura ni en las calles ni en tus manos— musitó ella y retiró sus ojos de la escena para volver a fijarlos en Dorian —No tenías que molestarte, ya he pensado muchas veces que un día tú mismo me matarás así—.
El inmortal sonreía como cuando se conocieron, lucía feliz y para Karla, eso sólo significaba una cosa: Engaño. No obstante caminó con él, permaneció en silencio y se obligó a no mirar otra cosa distinta al pavimento que tenía enfrente en cada paso. Se le sujetaba con fuerza del brazo y seguía avanzando sin querer siquiera tropezar. Ya había sido suficiente burla como para darle algo adicional de qué reírse. —A salvo de todo, excepto de ti— susurró en respuesta pero manteniendo la mirada baja. Y era cierto, si bien Dorian no era todo poderoso, para Karla era suficiente como para creer que nadie podría tocarla si él estaba presente. Aunque al final no se sabía lo que podía ser peor, si el remedio, o la enfermedad.
El hombre al que miraban era completamente extraño e incluso a lo lejos rezumaba misterio. Ella lo observó parpadeando poco y frunció el ceño cuando el vampiro le llamó de nuevo “Ratoncilla”. Jamás había odiado ese apodo, pero ahora lo hacía porque bien sabía que se trataba de una de las mayores bromas del d’Auxerre para ella. Era como decirle que aunque intentara escapar no podría, porque el gato ya la tenía ensartada entre sus fauces. Sin embargo no dijo nada.
La risa de Dorian confirmó sus sospechas y pronto se vio halada de la mano siguiendo el rumbo del vampiro. Él no era cuidadoso con ella e incluso cuando le sujetó la mano, ella sintió el uso de un poco más de fuerza de la necesaria. Pero de nuevo no dijo nada ¿Para qué? Al fin y al cabo él parecía tener el único propósito de lastimarla a cuotas como si eso lo hiciera a él feliz. Pronto, los callejones se hicieron visibles y el olor a humedad con él. Las luces aparecían poco y el esfuerzo tanto por permanecer en el agarre de Dorian como el de ver, aumentaban. No así, alcanzó a contemplar la escena.
La mujer y el desconocido vampiro sonreían y acortaban distancias en un peligroso jugueteo. —Ella también es una ingenua y una tonta ¿No es así?— afirmó como quien responde una lección que lo incluye como culpable de algo que no tiene sentido. Pero ella creía que a eso se refería él con su pregunta. Por suerte le soltó por fin la mano y la tomó de los hombros, obligándola casi a mirarlo de nuevo. Como mero acto reflejo, ella se acarició una mano con la otra sin reparar en ello. Las siguientes palabras de él, le hicieron temer, parecía amenazante de nuevo, recordándole que aunque ella por momentos creía que no moriría en sus manos, estaba muy equivocada. Abrió la boca para decir algo, pero el grito ajeno la silenció y sus ojos fueron a ver por un costado de Dorian la escena. Los ojos se le llenaron de lágrimas, jamás había visto un asesinato y ver cómo le abrían la garganta a otro con tal facilidad era aterrador. El corazón volvió a palpitarle rápidamente y el pecho se le agitaba en cada intento de no romper en llanto y salir a correr aunque no podía. Se mordió los labios y en el susurró último de Dorian creyó comprenderlo todo —Me trajiste a ver esto porque es lo que va a pasarme si no te obedezco ¿Verdad? No estoy segura ni en las calles ni en tus manos— musitó ella y retiró sus ojos de la escena para volver a fijarlos en Dorian —No tenías que molestarte, ya he pensado muchas veces que un día tú mismo me matarás así—.
Karla Marquand- Humano Clase Alta
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
Estábamos a las puertas del abismo tenebroso donde se abandona toda esperanza
Jane Hawking
No había planeado aquello para esa noche. En determinado momento Dorian deseaba que ella supiera que sin él presente, que sin su aroma en aquel cuerpo, era más probable que fuera atacada por otros vampiros, eso pensaba mostrarle después y sin embargo, las palabras de la Sartre le impulsaron a guiarle entre las calles, a andar como una pareja normal. En los momentos en que andaban entre las calles, Dorian esperaba que le viera como lo que era, un lobo con piel de oveja, en cuyas redes de muerte podía caer cualquier persona que desconociera la realidad que a ella le había permitido conocer sobre él.
Karla no olvidaba ninguna detalle y pese a la amabilidad que el inmortal trataba de transmitir con su sonrisa y su andar tranquilo, ella no caía en sus trucos y eso, le provocaba sonrisas al por mayor.
– Ratoncilla, conmigo estas más a salvo de lo que te podrías imaginar pero estas tan centrada en verme como una amenaza en estos instantes, que no notas la bondad en mis acciones – la sonrisa y el tono de burla en sus palabras no ayudaban en lo más mínimo a que lo que decía tuviera un poco más de sentido, pero quizás cuando ella viera lo que él tenía para mostrarle, la Sartre comprendiera un poco de lo que él trataba de decirle.
Con brusquedades y sin demasiado cuidado la guió entre las calles, adentrándose cada vez más a los lugares mas solitarios, todo para poder seguir de cerca a quien le ayudaría a demostrar a Karla uno de los puntos más importantes. Entre sonrisas y de manera forzada, le hizo mirar en dirección a donde se encontraban la pareja a quienes siguieran y chasqueo la lengua ante la primer afirmación de la mortal que le acompañaba.
– No puedes compararte con ella, ni un segundo he pensado que seas así. Puede que ella este en las manos de un vampiro también, pero ella no eres tu, ni se encuentra en tu lugar – le susurro sin dejar de observar aquella escena. Era evidente que la humana aquella no duraría mucho con vida, completamente lo contrario a lo que sucedía con Karla, quien para Dorian se había vuelto una completa necesidad, aunque se negara a admitirlo abiertamente. Los ojos de ambos no se alejaban de la escena que contemplaban y mientras los latidos de la mujer aquella se apagaban, los de la Sartre se aceleraron – ¿Puedes ver ahora que no eres ella? Tu corazón aun late en tu pecho, tu aun estas viva – No buscaba el dolor de Karla, quería simplemente dejar en claro que las cosas no eran como ella las creía y que incluso en aquellas zonas aparentemente más seguras, existían monstruos dispuestos a abrirle la garganta en el momento menos esperando. De una manera un tanto retorcida, el d’Auxerre se sentía el salvador de la Sartre de todo aquello.
Ante las palabras que finalmente salieron de los labios mortales, Dorian se rió abiertamente y eso llevo a que el otro inmortal observara en su dirección, pero no hizo seña alguna de atacarlos, por el contrario, sonrío con los labios llenos de la sangre de la mortal que yacía ahora muerta en el piso y después de hacer una reverencia, se alejo de aquel lugar, dejando a la pareja aquella a solas.
– Lo que pasa es que aún no me entiendes Ratoncilla, quieres verme como el inmortal que asesino a esa mujer, pero yo no lo soy – sus ojos se encontraron con los ajenos y deslizo un dedo por los labios femeninos – Esto no va a pasarte si dejas de obedecerme, pero estoy muy seguro que esto es lo que pasara si es que te alejas de mi – enarco la ceja el escucharle decir que pensaba que terminaría matándola y una risa mucho más estruendosa que las anteriores salió de sus labios – Pero ¿Qué cosas dices? Yo no voy a matarte, si esto llega a pasarte será porque te has alejado de mi y alguien más te ha asesinado. ¿Aún no entiendes? – se inclino y paso su nariz por el mentón femenino, delineandole hasta llegar a su oído – Eres mía Karla Sartre y mientras las cosas sean así te aseguro que te mantendrás con vida – era una manera bastante extraña de insinuar lo importante que se tornaba ella para la presencia del d’Auxerre, pero era lo mejor que podía expresarse – ¿Entendido?
Jane Hawking
No había planeado aquello para esa noche. En determinado momento Dorian deseaba que ella supiera que sin él presente, que sin su aroma en aquel cuerpo, era más probable que fuera atacada por otros vampiros, eso pensaba mostrarle después y sin embargo, las palabras de la Sartre le impulsaron a guiarle entre las calles, a andar como una pareja normal. En los momentos en que andaban entre las calles, Dorian esperaba que le viera como lo que era, un lobo con piel de oveja, en cuyas redes de muerte podía caer cualquier persona que desconociera la realidad que a ella le había permitido conocer sobre él.
Karla no olvidaba ninguna detalle y pese a la amabilidad que el inmortal trataba de transmitir con su sonrisa y su andar tranquilo, ella no caía en sus trucos y eso, le provocaba sonrisas al por mayor.
– Ratoncilla, conmigo estas más a salvo de lo que te podrías imaginar pero estas tan centrada en verme como una amenaza en estos instantes, que no notas la bondad en mis acciones – la sonrisa y el tono de burla en sus palabras no ayudaban en lo más mínimo a que lo que decía tuviera un poco más de sentido, pero quizás cuando ella viera lo que él tenía para mostrarle, la Sartre comprendiera un poco de lo que él trataba de decirle.
Con brusquedades y sin demasiado cuidado la guió entre las calles, adentrándose cada vez más a los lugares mas solitarios, todo para poder seguir de cerca a quien le ayudaría a demostrar a Karla uno de los puntos más importantes. Entre sonrisas y de manera forzada, le hizo mirar en dirección a donde se encontraban la pareja a quienes siguieran y chasqueo la lengua ante la primer afirmación de la mortal que le acompañaba.
– No puedes compararte con ella, ni un segundo he pensado que seas así. Puede que ella este en las manos de un vampiro también, pero ella no eres tu, ni se encuentra en tu lugar – le susurro sin dejar de observar aquella escena. Era evidente que la humana aquella no duraría mucho con vida, completamente lo contrario a lo que sucedía con Karla, quien para Dorian se había vuelto una completa necesidad, aunque se negara a admitirlo abiertamente. Los ojos de ambos no se alejaban de la escena que contemplaban y mientras los latidos de la mujer aquella se apagaban, los de la Sartre se aceleraron – ¿Puedes ver ahora que no eres ella? Tu corazón aun late en tu pecho, tu aun estas viva – No buscaba el dolor de Karla, quería simplemente dejar en claro que las cosas no eran como ella las creía y que incluso en aquellas zonas aparentemente más seguras, existían monstruos dispuestos a abrirle la garganta en el momento menos esperando. De una manera un tanto retorcida, el d’Auxerre se sentía el salvador de la Sartre de todo aquello.
Ante las palabras que finalmente salieron de los labios mortales, Dorian se rió abiertamente y eso llevo a que el otro inmortal observara en su dirección, pero no hizo seña alguna de atacarlos, por el contrario, sonrío con los labios llenos de la sangre de la mortal que yacía ahora muerta en el piso y después de hacer una reverencia, se alejo de aquel lugar, dejando a la pareja aquella a solas.
– Lo que pasa es que aún no me entiendes Ratoncilla, quieres verme como el inmortal que asesino a esa mujer, pero yo no lo soy – sus ojos se encontraron con los ajenos y deslizo un dedo por los labios femeninos – Esto no va a pasarte si dejas de obedecerme, pero estoy muy seguro que esto es lo que pasara si es que te alejas de mi – enarco la ceja el escucharle decir que pensaba que terminaría matándola y una risa mucho más estruendosa que las anteriores salió de sus labios – Pero ¿Qué cosas dices? Yo no voy a matarte, si esto llega a pasarte será porque te has alejado de mi y alguien más te ha asesinado. ¿Aún no entiendes? – se inclino y paso su nariz por el mentón femenino, delineandole hasta llegar a su oído – Eres mía Karla Sartre y mientras las cosas sean así te aseguro que te mantendrás con vida – era una manera bastante extraña de insinuar lo importante que se tornaba ella para la presencia del d’Auxerre, pero era lo mejor que podía expresarse – ¿Entendido?
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
"A mis palabras se las lleva el viento,
y a mi vida, tu sed"
y a mi vida, tu sed"
El escape donde conoció a Dorian en el laberinto, había sido el peor de todos. Y ese paseo también aplicaba en ese modo de descripción: El peor de todos. Karla se sentía halada, como si Dorian fuera un adulto enojado que hala un pequeño que no posee su misma fuerza ni velocidad y se ve casi arrastrado para poder seguirle el paso.
—La bondad en ti es algo que no conozco. No haces nada de manera desinteresada y todo esto no es sino para tu propio beneficio— se atrevió a responder sabiéndose enojada, burlada de nuevo y aún más molesta por escucharlo reír cuando él bien conocía la verdad. Sin embargo no le levantaba la voz, sus quejas eran susurros porque sabía que no eran tomados en cuenta y ya de por sí estaba lo suficientemente mareada por la pérdida de sangre como para sumar algo más.
—Yo soy como ella, aunque digas que no, porque así me tratas. Pero tú no eres como él, porque él tuvo más misericordia que tú y al menos le arrebató la vida en una sola vez. Tú me quitas la mía en cuotas. — continuó como si esa noche estuviera agotada del trato que el inmortal le daba. En un principio, el trato era darle su sangre cuando él lo pidiera, a cambio de mantener a sus abuelos con vida. Pero no se habían incluido en el trato las burlas ni los malos tratos, por eso dolía y por eso ella se comportaba de ese modo. Sobre todo porque más que enojarse con él lo hacía con ella, que le miraba con detalle los labios, los dientes y los colmillos cada vez que se reía y le encontraba un gusto que no debería existir. Claro que era una tonta.
Y sí, estaba viva, pero sólo porque respiraba. Las emociones positivas se le morían al igual que la felicidad que se le conociera y seguramente la salud iba por el mismo camino. Desde hace varios días que dormía todo el día y sus abuelos le habían pedido un médico que previamente le detectaba anemia. Seguramente aquello se convertiría en algo más, porque ni ganas de comer tenía y sería peor luego de esa noche, luego de ver cómo le abrían el cuello a otra mujer que podía ser ella, sin que Karla pudiera hacer nada. Las lágrimas le empaparon las mejillas aunque fue un llanto silencioso. —No me llames más así…— balbuceó y se limpió de mala gana las lágrimas justo en el momento en que él volvió a mirarla y le deslizó el dedo por los labios. El vampiro se había alejado tras una reverencias y abandonando el cuerpo de la mujer, pero ella y Dorian seguían ahí, continuando con el hilo que el d’Auxerre tejía para ambos como si pudiera controlarlo todo —Ya sé que disfrutas burlándote de mí, como también sé que no sólo moriré yo si es que decido alejarme. Lo tengo claro ¿Sabes? Sé que soy tu juguete y que tarde o temprano exigirás más de mí sin que tenga otra alternativa distinta a la muerte. Puedes reírte de mí como lo haces ahora y como lo has venido haciendo durante toda esta noche. También puedes decir que vas a matarme, aunque me acabas de decir que no me pasará eso si te obedezco ¿Por qué juegas conmigo así? Jamás hice nada distinto a creerte y ese es mi error— discutió entre lágrimas dado su enojo, aunque la voz no le flaqueó en ningún momento. Pero Dorian era como era y eso no cambiaría, lo supo cuando le recorrió el mentón con la nariz y le declaró al oído que era suya, aunque ambos sabían que a las malas —No quiero más esto, mátame como él lo hizo con ella si te llamas a ti mismo bueno. No me digas ratoncilla porque el apodo que me puso mi padre era distinto de lo que tú me das. Me has maldecido con tu llegada a mi vida, me has hecho odiarme más de lo que podría odiarte a ti, me has hecho desear mi muerte por perder mi libertad ¿Algún día me dirás por qué lo haces? Dudo que yo sea la única que tuvo el infortunio de cruzarte en tus oscuros y egoístas planes, ¿Por qué no te conformas con alguien que pueda hacerte feliz en todo sentido sin quejarse o llorar?— farfulló sin detenerse y dio dos pasos hacia atrás, no lo quería cerca en ese momento, ya era suficiente de burlas por aquella noche.
—La bondad en ti es algo que no conozco. No haces nada de manera desinteresada y todo esto no es sino para tu propio beneficio— se atrevió a responder sabiéndose enojada, burlada de nuevo y aún más molesta por escucharlo reír cuando él bien conocía la verdad. Sin embargo no le levantaba la voz, sus quejas eran susurros porque sabía que no eran tomados en cuenta y ya de por sí estaba lo suficientemente mareada por la pérdida de sangre como para sumar algo más.
—Yo soy como ella, aunque digas que no, porque así me tratas. Pero tú no eres como él, porque él tuvo más misericordia que tú y al menos le arrebató la vida en una sola vez. Tú me quitas la mía en cuotas. — continuó como si esa noche estuviera agotada del trato que el inmortal le daba. En un principio, el trato era darle su sangre cuando él lo pidiera, a cambio de mantener a sus abuelos con vida. Pero no se habían incluido en el trato las burlas ni los malos tratos, por eso dolía y por eso ella se comportaba de ese modo. Sobre todo porque más que enojarse con él lo hacía con ella, que le miraba con detalle los labios, los dientes y los colmillos cada vez que se reía y le encontraba un gusto que no debería existir. Claro que era una tonta.
Y sí, estaba viva, pero sólo porque respiraba. Las emociones positivas se le morían al igual que la felicidad que se le conociera y seguramente la salud iba por el mismo camino. Desde hace varios días que dormía todo el día y sus abuelos le habían pedido un médico que previamente le detectaba anemia. Seguramente aquello se convertiría en algo más, porque ni ganas de comer tenía y sería peor luego de esa noche, luego de ver cómo le abrían el cuello a otra mujer que podía ser ella, sin que Karla pudiera hacer nada. Las lágrimas le empaparon las mejillas aunque fue un llanto silencioso. —No me llames más así…— balbuceó y se limpió de mala gana las lágrimas justo en el momento en que él volvió a mirarla y le deslizó el dedo por los labios. El vampiro se había alejado tras una reverencias y abandonando el cuerpo de la mujer, pero ella y Dorian seguían ahí, continuando con el hilo que el d’Auxerre tejía para ambos como si pudiera controlarlo todo —Ya sé que disfrutas burlándote de mí, como también sé que no sólo moriré yo si es que decido alejarme. Lo tengo claro ¿Sabes? Sé que soy tu juguete y que tarde o temprano exigirás más de mí sin que tenga otra alternativa distinta a la muerte. Puedes reírte de mí como lo haces ahora y como lo has venido haciendo durante toda esta noche. También puedes decir que vas a matarme, aunque me acabas de decir que no me pasará eso si te obedezco ¿Por qué juegas conmigo así? Jamás hice nada distinto a creerte y ese es mi error— discutió entre lágrimas dado su enojo, aunque la voz no le flaqueó en ningún momento. Pero Dorian era como era y eso no cambiaría, lo supo cuando le recorrió el mentón con la nariz y le declaró al oído que era suya, aunque ambos sabían que a las malas —No quiero más esto, mátame como él lo hizo con ella si te llamas a ti mismo bueno. No me digas ratoncilla porque el apodo que me puso mi padre era distinto de lo que tú me das. Me has maldecido con tu llegada a mi vida, me has hecho odiarme más de lo que podría odiarte a ti, me has hecho desear mi muerte por perder mi libertad ¿Algún día me dirás por qué lo haces? Dudo que yo sea la única que tuvo el infortunio de cruzarte en tus oscuros y egoístas planes, ¿Por qué no te conformas con alguien que pueda hacerte feliz en todo sentido sin quejarse o llorar?— farfulló sin detenerse y dio dos pasos hacia atrás, no lo quería cerca en ese momento, ya era suficiente de burlas por aquella noche.
Karla Marquand- Humano Clase Alta
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
Y tienes que perdonarme porque solamente luchaba por ti.
Emily Brontë
– ¿Mi beneficio? – pregunto casi sintiendo que las palabras de Karla le ofendían realmente. Claro que Dorian tenía un beneficio al mantenerla segura y a salvo, pero ella era la que más ganaba en aquella relación que estaban manteniendo ambos y por eso era que sus palabras hicieron que Dorian frunciera el ceño y sus palabras sonaran mucho más frías que en otras ocasiones. Usualmente el d’Auxerre hablaba entre bromas, con sonrisas y palabras suaves; pero en aquellos momentos todo quedo de lado – No me digas como si fuera yo el único que consigue algo de esto que tenemos; ya te he dicho que tienes mi protección y yo, obtengo tu sangre pero dime ¿De verdad crees que te necesito tanto? Tu sangre no es la única que puedo beber pero me resulta bastante conveniente hacerlo porque es deliciosa. Karla eres deliciosa, pero no eres indispensable – le dijo con total intención de herirle si es que era posible hacerlo con esas palabras.
– ¿Así es como me ves? – su voz comenzaba a subir de intensidad y sus ojos se posaban furiosos sobre la figura femenina. No pensaba dañarle, la cuidaba como él era capaz de hacerlo y ella no podía ver eso. La Sartre no era capaz de ver que detrás de aquellos tratos y detrás de cada acercamiento, Dorian le estaba dando más que a cualquier otra, le daba un lugar en sus pensamientos y hasta en aquel corazón que ya creía completamente muerto. El detalle estaba en que su manera de hacerlo era distante, fría y terminaba por herirla. Ella tampoco podía comprender que dentro de Dorian se libraba una importante batalla; esa que lo dividida entre tratarla meramente como un alimento y terminar con su vida o darle el lugar que se merecía y aceptar que Karla era algo más importante de lo que decía – ¿Prefieres entonces que te quite la vida de esa manera? ¿Quieres morir y ver a los tuyos sufrir? Porque si eso es lo que esperas estas terriblemente equivocada, vas a mantenerte viva el tiempo que a mi me plazca y me das tu sangre cada vez que se me antoje. ¿Crees que no tengo misericordia de ti? Quizás entonces deba demostrarte lo que es no tenerte misericordia y entonces si te darás cuenta de que las cosas no son en ningún momento como las has pensado tu – Si la trataba de aquella manera no era con las intenciones de herirla, sino de darse a si mismo a entender que ella era una luz que no merecía, una fuente de vida que no podría tener por más que lo deseara. Él había dejado de ser humano hacia mucho tiempo, se había transformado en un monstruo y como tal, no tenía derecho alguno a amar.
Pero hasta los peores monstruos podían sufrir. No le gustaba verla llorar, no le gustaba verla sufrir de esa manera porque prefería las sonrisas de Karla, prefería sus charlas de las primeras veces que se encontraron y si las cosas habían cambiado, eran únicamente culpa del inmortal, que en su afán de cerrarse a ella, termino por cerrarse el mismo las puertas del corazón de la mortal. No tenía palabras porque todo lo que ella decía eran verdades que le dijo él mismo, cosas que quizás no pensaba llevar a cabo o que no planeo que fueran de esa manera, pero que terminaban dañando a la humana. Guardo silencio mientras que ella decía todo lo que pensaba y sus lagrimas fluían al tiempo que Dorian deseaba apartar cada una de ellas. El enojo que antes sintiera el d’Auxerre había quedado de lado y no sabía como tranquila a aquella mujer que le hacía sentir lo que creía imposible.
Fue hasta que ella dio dos pasos hacía atrás que suspiro. Su cuerpo no necesitaba del aire para sobrevivir, pero de esa manera dejaba que todo el enojo de momentos atrás se alejara y con el rostro serio y en la mirada arrepentimiento, busco una de las manos de la Sartre y tiro de ella hasta que pudo rodear el cuerpo de la mortal con sus brazos. Esta vez lo hizo de manera suave, sin hacerle daño como ella siempre decía que lo hacía.
– No es que disfrute burlando de ti, la verdad es que esa es mi manera de ser. Todos aquellos que me conocen aunque sea un poco saben que siempre hablo entre burlas o palabras que no siempre son las adecuadas – la calidez de aquel cuerpo humano le gustaba, demasiado – No voy a matarte, eso es algo que he tratado de mostrarte toda esta noche. Puede que te lleve a lugares donde crees que corres peligro, pero la realidad es que siempre estas protegida por mi, no voy a dejarte morir y mucho menos voy a terminar con tu vida como aquel otro vampiro termino con la mujer aquella – volvió a suspirar – Me gusta este calor que despide tu cuerpo, me gusta la manera en que tu aroma me atrae y el sabor de tu sangre – se separo entonces de ella – Cuando llegue el momento en que te diga todas las razones para mi manera de actuar, no se que pensaras al respecto pero sin duda alguna, te diré todo lo que pidas cuando el momento llegue – termino por soltarla y en esta ocasión dio el dos pasos hacía atrás – Sabrás porque no me conformo con nadie más cuando la ocasión de revelar las verdades llegue, por ahora solo espero que después, seas capaz de perdonarme por todo esto – y dicho eso dejo de mirarla – La inmortalidad me ha hecho ser un monstruo – después de eso, volvió a mirarla y sonrío levemente – No llores más, por favor.
Emily Brontë
– ¿Mi beneficio? – pregunto casi sintiendo que las palabras de Karla le ofendían realmente. Claro que Dorian tenía un beneficio al mantenerla segura y a salvo, pero ella era la que más ganaba en aquella relación que estaban manteniendo ambos y por eso era que sus palabras hicieron que Dorian frunciera el ceño y sus palabras sonaran mucho más frías que en otras ocasiones. Usualmente el d’Auxerre hablaba entre bromas, con sonrisas y palabras suaves; pero en aquellos momentos todo quedo de lado – No me digas como si fuera yo el único que consigue algo de esto que tenemos; ya te he dicho que tienes mi protección y yo, obtengo tu sangre pero dime ¿De verdad crees que te necesito tanto? Tu sangre no es la única que puedo beber pero me resulta bastante conveniente hacerlo porque es deliciosa. Karla eres deliciosa, pero no eres indispensable – le dijo con total intención de herirle si es que era posible hacerlo con esas palabras.
– ¿Así es como me ves? – su voz comenzaba a subir de intensidad y sus ojos se posaban furiosos sobre la figura femenina. No pensaba dañarle, la cuidaba como él era capaz de hacerlo y ella no podía ver eso. La Sartre no era capaz de ver que detrás de aquellos tratos y detrás de cada acercamiento, Dorian le estaba dando más que a cualquier otra, le daba un lugar en sus pensamientos y hasta en aquel corazón que ya creía completamente muerto. El detalle estaba en que su manera de hacerlo era distante, fría y terminaba por herirla. Ella tampoco podía comprender que dentro de Dorian se libraba una importante batalla; esa que lo dividida entre tratarla meramente como un alimento y terminar con su vida o darle el lugar que se merecía y aceptar que Karla era algo más importante de lo que decía – ¿Prefieres entonces que te quite la vida de esa manera? ¿Quieres morir y ver a los tuyos sufrir? Porque si eso es lo que esperas estas terriblemente equivocada, vas a mantenerte viva el tiempo que a mi me plazca y me das tu sangre cada vez que se me antoje. ¿Crees que no tengo misericordia de ti? Quizás entonces deba demostrarte lo que es no tenerte misericordia y entonces si te darás cuenta de que las cosas no son en ningún momento como las has pensado tu – Si la trataba de aquella manera no era con las intenciones de herirla, sino de darse a si mismo a entender que ella era una luz que no merecía, una fuente de vida que no podría tener por más que lo deseara. Él había dejado de ser humano hacia mucho tiempo, se había transformado en un monstruo y como tal, no tenía derecho alguno a amar.
Pero hasta los peores monstruos podían sufrir. No le gustaba verla llorar, no le gustaba verla sufrir de esa manera porque prefería las sonrisas de Karla, prefería sus charlas de las primeras veces que se encontraron y si las cosas habían cambiado, eran únicamente culpa del inmortal, que en su afán de cerrarse a ella, termino por cerrarse el mismo las puertas del corazón de la mortal. No tenía palabras porque todo lo que ella decía eran verdades que le dijo él mismo, cosas que quizás no pensaba llevar a cabo o que no planeo que fueran de esa manera, pero que terminaban dañando a la humana. Guardo silencio mientras que ella decía todo lo que pensaba y sus lagrimas fluían al tiempo que Dorian deseaba apartar cada una de ellas. El enojo que antes sintiera el d’Auxerre había quedado de lado y no sabía como tranquila a aquella mujer que le hacía sentir lo que creía imposible.
Fue hasta que ella dio dos pasos hacía atrás que suspiro. Su cuerpo no necesitaba del aire para sobrevivir, pero de esa manera dejaba que todo el enojo de momentos atrás se alejara y con el rostro serio y en la mirada arrepentimiento, busco una de las manos de la Sartre y tiro de ella hasta que pudo rodear el cuerpo de la mortal con sus brazos. Esta vez lo hizo de manera suave, sin hacerle daño como ella siempre decía que lo hacía.
– No es que disfrute burlando de ti, la verdad es que esa es mi manera de ser. Todos aquellos que me conocen aunque sea un poco saben que siempre hablo entre burlas o palabras que no siempre son las adecuadas – la calidez de aquel cuerpo humano le gustaba, demasiado – No voy a matarte, eso es algo que he tratado de mostrarte toda esta noche. Puede que te lleve a lugares donde crees que corres peligro, pero la realidad es que siempre estas protegida por mi, no voy a dejarte morir y mucho menos voy a terminar con tu vida como aquel otro vampiro termino con la mujer aquella – volvió a suspirar – Me gusta este calor que despide tu cuerpo, me gusta la manera en que tu aroma me atrae y el sabor de tu sangre – se separo entonces de ella – Cuando llegue el momento en que te diga todas las razones para mi manera de actuar, no se que pensaras al respecto pero sin duda alguna, te diré todo lo que pidas cuando el momento llegue – termino por soltarla y en esta ocasión dio el dos pasos hacía atrás – Sabrás porque no me conformo con nadie más cuando la ocasión de revelar las verdades llegue, por ahora solo espero que después, seas capaz de perdonarme por todo esto – y dicho eso dejo de mirarla – La inmortalidad me ha hecho ser un monstruo – después de eso, volvió a mirarla y sonrío levemente – No llores más, por favor.
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
"Tú sientes que acaricias mis sueños. Yo que me los destruyes"
—Sí, tu beneficio, porque yo no consigo nada de esto. Tengo que escaparme todas las noches por el mero temor que irrumpas en mi casa y desquites tu ira con los míos porque no acudo a lo que pides ¿No fue así que me amenazaste? Me arriesgo al salir y al volver cuando te vas luego de quedar satisfecho y cómodo. De lo único que me proteges es de ti, de tus ganas seguras de querer matarme— soltó rápido, sin ganas de contenerse y sabiendo además que aquella osadía podría salirle bien cara. Pero ¿Cómo podía decir que ambos sacaban algo de eso? Karla no obtenía nada distinto a su propio derrumbe y Dorian sólo pateaba lo que iba destruyendo a su paso — ¿No te das cuenta? — Susurró y negó con la cabeza, con la melancolía acariciándole la garganta en cada palabra —Lo que menos quiero es ser indispensable para ti…— porque eso la llevaría a perderse aún más pronto.
Y la discusión subía, al igual que la intensidad en la voz de Dorian al hablarle y al mirarla como si no soportara la verdad a quemarropa —Eres un asesino que quiere ser tratado como caballero. Uno que no conoce la misericordia aunque quieras escuchar que sí. Así que adelante, amenázame de nuevo como siempre lo haces, demuéstrame entonces que no tienes misericordia para aprender de una vez por todas y dejar de ver cómo me destruyes a tu tiempo y antojo. — respondió de nuevo de mala gana, negando con la cabeza y con las lágrimas desbordándole por los ojos y fluyendo a través de sus mejillas frías. Ni siquiera ella se tenía una pizca de misericordia.
El inmortal extendió su mano y la haló hacia él, sin calcular la fuerza como le solía ser costumbre y la abrazó sin que ella comprendiera el motivo. En su mente creía que quizás en aquél abrazo le destrozaría los huesos, hasta que las costillas rotas le perforaran los pulmones y le robaran el aire mientras se inundaban de sangre. Vio para sí la muerte que dan las serpientes a los ratones y, de hecho, quizás ahí le daría a entender el verdadero significado de llamarle “ratoncilla”. —Te burlas, porque disfrutas destruyendo lo que conociste de mí. Me abandonas siempre y ¿Sabes algo? A veces creo que aunque no seas tú quien me de la muerte, la encontraré en otras manos y será por tu causa— afirmó sin creer en la repentina tranquilidad de Dorian, que le ocultaba el rostro en el abrazo y mencionaba una razón importante pero secreta para tratarla como lo hacía. Pero para ella no eran más que excusas, mentiras como las del laberinto y con peligros aún peores escondidos tras de cada palabra en apariencia cándida.
Una vez la soltó y se alejó, ella hizo exactamente lo mismo. Lo miró a esos cuatro pasos que los separaban, entrelazó sus manos y movió los dedos nerviosa, temiendo algo peor en él, como solía ocurrir en cada cambio de humor que el vampiro experimentaba —No puedo creerte nada, no cuando me demuestras lo idiota que soy cada vez que te creo. Lamento haberte mirado como lo hice en el laberinto, me arrepiento de haberme sonrojado al creer lo que me decías e incluso por invitarte ingenuamente a tomar el té. Te abrí las puertas de mi vida y en vez de entrar como invitado lo hiciste como un ladrón, destruyendo todo a tu paso, robándote la felicidad que tenía y arrebatando mi salud a cuotas. Yo no quería creer que eras un monstruo, pero me enseñaste que eres el peor de todos porque te escondes tras una sonrisa magnífica y un porte de hombre deseado. Ojalá pudiera retroceder el tiempo para evitarte. Ojalá me odiaras, para terminar con esto de una vez, para que no me vieras llorando nunca como tú mismo provocas— habló bajo de nuevo y aún con la voz ahogada y los ojos destilando lágrimas, se dio media vuelta, se cubrió con la capucha y pretendió avanzar en medio de la noche sin prestar atención a nada ni nadie. Se le había acabado la fuerza de esa noche, sólo quería desaparecer, del modo que fuera necesario.
Y la discusión subía, al igual que la intensidad en la voz de Dorian al hablarle y al mirarla como si no soportara la verdad a quemarropa —Eres un asesino que quiere ser tratado como caballero. Uno que no conoce la misericordia aunque quieras escuchar que sí. Así que adelante, amenázame de nuevo como siempre lo haces, demuéstrame entonces que no tienes misericordia para aprender de una vez por todas y dejar de ver cómo me destruyes a tu tiempo y antojo. — respondió de nuevo de mala gana, negando con la cabeza y con las lágrimas desbordándole por los ojos y fluyendo a través de sus mejillas frías. Ni siquiera ella se tenía una pizca de misericordia.
El inmortal extendió su mano y la haló hacia él, sin calcular la fuerza como le solía ser costumbre y la abrazó sin que ella comprendiera el motivo. En su mente creía que quizás en aquél abrazo le destrozaría los huesos, hasta que las costillas rotas le perforaran los pulmones y le robaran el aire mientras se inundaban de sangre. Vio para sí la muerte que dan las serpientes a los ratones y, de hecho, quizás ahí le daría a entender el verdadero significado de llamarle “ratoncilla”. —Te burlas, porque disfrutas destruyendo lo que conociste de mí. Me abandonas siempre y ¿Sabes algo? A veces creo que aunque no seas tú quien me de la muerte, la encontraré en otras manos y será por tu causa— afirmó sin creer en la repentina tranquilidad de Dorian, que le ocultaba el rostro en el abrazo y mencionaba una razón importante pero secreta para tratarla como lo hacía. Pero para ella no eran más que excusas, mentiras como las del laberinto y con peligros aún peores escondidos tras de cada palabra en apariencia cándida.
Una vez la soltó y se alejó, ella hizo exactamente lo mismo. Lo miró a esos cuatro pasos que los separaban, entrelazó sus manos y movió los dedos nerviosa, temiendo algo peor en él, como solía ocurrir en cada cambio de humor que el vampiro experimentaba —No puedo creerte nada, no cuando me demuestras lo idiota que soy cada vez que te creo. Lamento haberte mirado como lo hice en el laberinto, me arrepiento de haberme sonrojado al creer lo que me decías e incluso por invitarte ingenuamente a tomar el té. Te abrí las puertas de mi vida y en vez de entrar como invitado lo hiciste como un ladrón, destruyendo todo a tu paso, robándote la felicidad que tenía y arrebatando mi salud a cuotas. Yo no quería creer que eras un monstruo, pero me enseñaste que eres el peor de todos porque te escondes tras una sonrisa magnífica y un porte de hombre deseado. Ojalá pudiera retroceder el tiempo para evitarte. Ojalá me odiaras, para terminar con esto de una vez, para que no me vieras llorando nunca como tú mismo provocas— habló bajo de nuevo y aún con la voz ahogada y los ojos destilando lágrimas, se dio media vuelta, se cubrió con la capucha y pretendió avanzar en medio de la noche sin prestar atención a nada ni nadie. Se le había acabado la fuerza de esa noche, sólo quería desaparecer, del modo que fuera necesario.
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
Doloroso es el tiempo que entre dudas se pasa.
Séneca
Cada palabra que salía de los labios de Karla le parecía una mentira. Quería creer que ella no le comprendía y en su mente era de esa manera, pero en el fondo Dorian sabía que cada palabra emitida por los labios de la Sartre era una verdad que él no se atreva admitir y que en cambio disfrazaba con sus mentiras para hacer de todo mucho más llevadero para él. Entre todo aquello estaba claro que Karla le importaba más de lo que demostraba y que aunque ella no lo quisiera, se había vuelto indispensable para la vida de Dorian. Sin embargo, él la consumía de a poco porque al final era justamente lo que ella le decía, un asesino disfrazado de hombre y ante esas palabras hizo una mueca de dolor. No era que sintiera dolor físico, porque esa clase de dolor se había desvanecido hacía mucho tiempo atrás, sino que interiormente sufría por cada una de las palabras que ella decía contra él.
No le gustaba verla llorar y saberse el culpable de su dolor y tristeza era peor que todo. ¿Qué podía hacer él? Era un monstruo que llevaba demasiado tiempo escondido en la oscuridad de las noches y antes de encontrarla a ella solo pensaba en sus hermanos inmortales, por eso también era burdo en su trato con Karla.
– Tienes razón – admitió mirándole fijo – Soy un asesino y siempre voy a serlo, pero con tu vida no voy a acabar nunca. Pienses lo que pienses, no voy a destruirte porque tu eres lo único que no deseo destruir, sino por el contrario, quiero monopolizarte. ¿Lo hago de la manera equivocada? Es muy probable que sea de esa manera, pero es la única que conozco. Después de todo ya lo has dicho tú; yo no soy un caballero. Soy un monstruo que te quiere cerca, eso soy.
En aquel abrazo que le daba, esperaba expresar un poco de lo que verdaderamente sentía en su interior por ella. Dentro del d’Auxerre existían tantos sentimientos por aquella mujer mortal, que nunca hubiera sido capaz de expresarlos todos con palabras, así que se limitaba, como siempre, a tratar de dárselos a conocer de la manera más inadecuada. Negó sin verla. Porque no esperaba ver la vida de la Sartre extinta jamás; Dorian quería llevarla a su mundo, uno donde viviría por siempre y aunque no estuviese a su lado, él se sentiría satisfecho de saberla existiendo. Aún pese a sus ideas, las palabras de Karla le llevaban a pensar en un destino diferente, uno como el de la joven que yacía un tanto más allá de donde ellos se encontraban.
– Eso no va a suceder, no mientras este cerca tuyo. Me encargare de destruir todo aquello que ponga en peligro tu vida – que ironía con aquellas palabras que salían de sus labios. El inmortal hablaba como un salvador cuando él era quien la empujaba a un destino mucho más oscuro que cualquiera que ella hubiese seguido por su cuenta. La culpabilidad llegaba hasta él mientras daba algunos pasos lejos de ella y aún así la miro.
Sin estar cerca de ella podía notar el temor que trasmitía si pose. Karla le temía y no era para menos, porque en sus intentos de demostrarle que estaba segura a su lado, terminaba por demostrar que era lo más peligroso que podía tener cerca. Dorian d’Auxerre no merecía estar tan cerca de la luz que despedía la Sartre, porque la oscuridad que él poseía devoraba aquella luz hasta convertirla en algo casi inexistente.
– Yo no lo lamento – termino por decirle después de escuchar más de lo que ella tenía por decirle – Ya te he dicho que espero que cuando sepas la verdad, puedas perdonarme, porque aunque trato de actuar lo más humanamente posible, debes estar consciente que he dejado de lado esa humanidad hace mucho tiempo atrás. Soy incapaz de expresarme o moverme como tu lo haces y conseguir las cosas para mi es diferente a la manera en que los humanos lo hacen – le miro entonces – Ojalá yo pudiera retroceder el tiempo para hablarte con la verdad desde un principio – y dicho eso, observo como ella se alejaba con pasos calmos de él.
Dorian sabía que lo mejor era permitir que se marchara sin hacer nada más. Ya había causado demasiados estragos en ella por una noche y aún a sabiendas de eso, avanzo hasta quedar a su lado.
– Te acompañare hasta tu hogar – se limito a decir, ofreciendo nuevamente su brazo a ella – y necesito saber que nos veremos una vez más. Lo necesito porque aún existen cosas que debo decirte y espero que cuando las escuches, comprendas en parte porque acto de esta manera – quería cerciorarse de encontrarle de nuevo, Dorian necesitaba algo de tiempo para saber como expresarse debidamente y una vez lo supiera, hablaría con Karla sinceramente y le diría todo lo que su inmortal existencia, sentía por ella.
Séneca
Cada palabra que salía de los labios de Karla le parecía una mentira. Quería creer que ella no le comprendía y en su mente era de esa manera, pero en el fondo Dorian sabía que cada palabra emitida por los labios de la Sartre era una verdad que él no se atreva admitir y que en cambio disfrazaba con sus mentiras para hacer de todo mucho más llevadero para él. Entre todo aquello estaba claro que Karla le importaba más de lo que demostraba y que aunque ella no lo quisiera, se había vuelto indispensable para la vida de Dorian. Sin embargo, él la consumía de a poco porque al final era justamente lo que ella le decía, un asesino disfrazado de hombre y ante esas palabras hizo una mueca de dolor. No era que sintiera dolor físico, porque esa clase de dolor se había desvanecido hacía mucho tiempo atrás, sino que interiormente sufría por cada una de las palabras que ella decía contra él.
No le gustaba verla llorar y saberse el culpable de su dolor y tristeza era peor que todo. ¿Qué podía hacer él? Era un monstruo que llevaba demasiado tiempo escondido en la oscuridad de las noches y antes de encontrarla a ella solo pensaba en sus hermanos inmortales, por eso también era burdo en su trato con Karla.
– Tienes razón – admitió mirándole fijo – Soy un asesino y siempre voy a serlo, pero con tu vida no voy a acabar nunca. Pienses lo que pienses, no voy a destruirte porque tu eres lo único que no deseo destruir, sino por el contrario, quiero monopolizarte. ¿Lo hago de la manera equivocada? Es muy probable que sea de esa manera, pero es la única que conozco. Después de todo ya lo has dicho tú; yo no soy un caballero. Soy un monstruo que te quiere cerca, eso soy.
En aquel abrazo que le daba, esperaba expresar un poco de lo que verdaderamente sentía en su interior por ella. Dentro del d’Auxerre existían tantos sentimientos por aquella mujer mortal, que nunca hubiera sido capaz de expresarlos todos con palabras, así que se limitaba, como siempre, a tratar de dárselos a conocer de la manera más inadecuada. Negó sin verla. Porque no esperaba ver la vida de la Sartre extinta jamás; Dorian quería llevarla a su mundo, uno donde viviría por siempre y aunque no estuviese a su lado, él se sentiría satisfecho de saberla existiendo. Aún pese a sus ideas, las palabras de Karla le llevaban a pensar en un destino diferente, uno como el de la joven que yacía un tanto más allá de donde ellos se encontraban.
– Eso no va a suceder, no mientras este cerca tuyo. Me encargare de destruir todo aquello que ponga en peligro tu vida – que ironía con aquellas palabras que salían de sus labios. El inmortal hablaba como un salvador cuando él era quien la empujaba a un destino mucho más oscuro que cualquiera que ella hubiese seguido por su cuenta. La culpabilidad llegaba hasta él mientras daba algunos pasos lejos de ella y aún así la miro.
Sin estar cerca de ella podía notar el temor que trasmitía si pose. Karla le temía y no era para menos, porque en sus intentos de demostrarle que estaba segura a su lado, terminaba por demostrar que era lo más peligroso que podía tener cerca. Dorian d’Auxerre no merecía estar tan cerca de la luz que despedía la Sartre, porque la oscuridad que él poseía devoraba aquella luz hasta convertirla en algo casi inexistente.
– Yo no lo lamento – termino por decirle después de escuchar más de lo que ella tenía por decirle – Ya te he dicho que espero que cuando sepas la verdad, puedas perdonarme, porque aunque trato de actuar lo más humanamente posible, debes estar consciente que he dejado de lado esa humanidad hace mucho tiempo atrás. Soy incapaz de expresarme o moverme como tu lo haces y conseguir las cosas para mi es diferente a la manera en que los humanos lo hacen – le miro entonces – Ojalá yo pudiera retroceder el tiempo para hablarte con la verdad desde un principio – y dicho eso, observo como ella se alejaba con pasos calmos de él.
Dorian sabía que lo mejor era permitir que se marchara sin hacer nada más. Ya había causado demasiados estragos en ella por una noche y aún a sabiendas de eso, avanzo hasta quedar a su lado.
– Te acompañare hasta tu hogar – se limito a decir, ofreciendo nuevamente su brazo a ella – y necesito saber que nos veremos una vez más. Lo necesito porque aún existen cosas que debo decirte y espero que cuando las escuches, comprendas en parte porque acto de esta manera – quería cerciorarse de encontrarle de nuevo, Dorian necesitaba algo de tiempo para saber como expresarse debidamente y una vez lo supiera, hablaría con Karla sinceramente y le diría todo lo que su inmortal existencia, sentía por ella.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2013
Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
"Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad".
Jean-Paul Sartre
Jean-Paul Sartre
—Es tarde para decir que no quieres destruirme. Ya lo hiciste…— se le escuchó susurrar mientras bajaba la mirada, negándose a ver a su verdugo pero hablándole con aire de melancolía, pese a que intentaba dejarle en claro algo que él no quería notar y que seguramente no notaría. El egoísmo lo cegaba y aunque intentara emitir palabras más dulces, ya todo se mezclaba con su natural veneno. —Olvidas que no soy una propiedad y de nuevo me tratas como un objeto, como el beneficio que crees que puedo darte. No se monopoliza a nadie sin destruirlo, Dorian, es como atrapar un ave entre las manos e irla presionando mientras pretendes que se sienta libre— ¿Comprendería con una analogía? Quizás no. Y Karla ya hablaba dándolo todo por perdido, intentando calmarse y asimilar lo que el destino le daba como si hubiese sido la peor de las hijas. Se sentía como si tuviese algo por pagar, pero era tan difícil asimilarlo como recordarlo.
—Destruir, destruir y destruir ¿Acaso no puedes hacer nada más? — Espetó levantando la mirada, fijando en él sus ojos enrojecidos, enojados e impotentes —No sé cómo dices que no me destruyes cuando es en lo único que piensas y lo único que eres capaz de hacer—. Hasta ese momento había logrado contener por unos minutos sus lágrimas, pero todo eso se desplomó de nueva cuenta cuando Dorian dijo que no lamentaba lo que había sucedido en el laberinto. Ella ya lo sabía, pero tener la verdad abofeteándola una y otra vez no pasaba por alto. —Claro que no lo lamentas, maldita sea, soy tu comida, TU COMIDA— casi gritó, aunque lo que quería era abofetearlo, y empezó a llorar de nuevo de forma más audible, con todo ese enojo que sentía producto de esa noche, desde el haber sido confundida con una prostituta, pasando a contemplar una espantosa escena de asesinato y finalizando con la verdad de Dorian estampándose con fuerza en cada uno de sus pensamientos. —La única verdad que conozco es esto que me demuestras siempre, esto que haces de mí, esto que no quieres admitir. No hay la verdad que dices, porque incluso te engañas a ti mismo—.
En cada paso en que intentaba alejarse de él, sentía su propio corazón palpitar muy fuerte a causa del temor que Dorian le infundía. Incluso, creía que en algún momento aumentaría la agresión y pasaría de ser sólo unos cuantos dedos marcándosele en los brazos. Temía, con todo su corazón lo hacía y eso no cambió cuando sintió al inmortal alcanzarla y caminar a su lado —No tengo alternativa distinta a obedecerte o morirme. Asistiré como siempre, hasta que Dios, si es que acaso me tiene en cuenta, me libere de esto que no deseo. Dime a dónde debo llegar— ¿Cómo es que no estaba aún enojado? ¿Hasta dónde tendría que llegar la Sartre para provocar su ira y desaparecer en sus manos? No iba a preguntar eso, como tampoco iba a tomarlo del brazo. Incluso, ni siquiera quería su compañía, puesto que aún sentía nauseas al recordar la sangre manando del cuello de la mujer de hace un rato mientras alguien del tipo de Dorian se la bebía a grandes sorbos antes de dejar abandonado el cuerpo, cuyo rostro mantenía los ojos abiertos, como si aún pudieran sentirse aterrados.
¿Cómo moriría ella? Avanzaba sin querer tocarlo ni mirarlo de nuevo. Por esa noche sólo anhelaba que desapareciera como ya le era costumbre y le permitiera estar a solas con sus pensamientos. Aunque sus pensamientos también era puro veneno, que se condensaba durante las horas de sueño y se presentaban como amenazantes pesadillas que a la larga tenían apariencia de profecía. Karla seguía suplicando por los suyos, pero tenía muy claro que una vez ellos desaparecieran, desaparecería también el poco anhelo de vivir que le quedaba a la humana y que se aferraba a una esperanza tan vacía y cruel como el mismo d’Auxerre.
—Destruir, destruir y destruir ¿Acaso no puedes hacer nada más? — Espetó levantando la mirada, fijando en él sus ojos enrojecidos, enojados e impotentes —No sé cómo dices que no me destruyes cuando es en lo único que piensas y lo único que eres capaz de hacer—. Hasta ese momento había logrado contener por unos minutos sus lágrimas, pero todo eso se desplomó de nueva cuenta cuando Dorian dijo que no lamentaba lo que había sucedido en el laberinto. Ella ya lo sabía, pero tener la verdad abofeteándola una y otra vez no pasaba por alto. —Claro que no lo lamentas, maldita sea, soy tu comida, TU COMIDA— casi gritó, aunque lo que quería era abofetearlo, y empezó a llorar de nuevo de forma más audible, con todo ese enojo que sentía producto de esa noche, desde el haber sido confundida con una prostituta, pasando a contemplar una espantosa escena de asesinato y finalizando con la verdad de Dorian estampándose con fuerza en cada uno de sus pensamientos. —La única verdad que conozco es esto que me demuestras siempre, esto que haces de mí, esto que no quieres admitir. No hay la verdad que dices, porque incluso te engañas a ti mismo—.
En cada paso en que intentaba alejarse de él, sentía su propio corazón palpitar muy fuerte a causa del temor que Dorian le infundía. Incluso, creía que en algún momento aumentaría la agresión y pasaría de ser sólo unos cuantos dedos marcándosele en los brazos. Temía, con todo su corazón lo hacía y eso no cambió cuando sintió al inmortal alcanzarla y caminar a su lado —No tengo alternativa distinta a obedecerte o morirme. Asistiré como siempre, hasta que Dios, si es que acaso me tiene en cuenta, me libere de esto que no deseo. Dime a dónde debo llegar— ¿Cómo es que no estaba aún enojado? ¿Hasta dónde tendría que llegar la Sartre para provocar su ira y desaparecer en sus manos? No iba a preguntar eso, como tampoco iba a tomarlo del brazo. Incluso, ni siquiera quería su compañía, puesto que aún sentía nauseas al recordar la sangre manando del cuello de la mujer de hace un rato mientras alguien del tipo de Dorian se la bebía a grandes sorbos antes de dejar abandonado el cuerpo, cuyo rostro mantenía los ojos abiertos, como si aún pudieran sentirse aterrados.
¿Cómo moriría ella? Avanzaba sin querer tocarlo ni mirarlo de nuevo. Por esa noche sólo anhelaba que desapareciera como ya le era costumbre y le permitiera estar a solas con sus pensamientos. Aunque sus pensamientos también era puro veneno, que se condensaba durante las horas de sueño y se presentaban como amenazantes pesadillas que a la larga tenían apariencia de profecía. Karla seguía suplicando por los suyos, pero tenía muy claro que una vez ellos desaparecieran, desaparecería también el poco anhelo de vivir que le quedaba a la humana y que se aferraba a una esperanza tan vacía y cruel como el mismo d’Auxerre.
Karla Marquand- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2014
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Re: If i had a heart - Flashback [Privado]
“El amor no te mata pero es seguro que te enloquece”
No existe peor monstruo que aquel que se niega a ver lo que esta haciendo; eso era lo que sucedía en el caso de Dorian d’Auxerre, quien se empeñaba en pensar bien de él cuando en todo el cuerpo no tenía ni un gramo de preocupación por el otro. La Sartre tenía razón en reprocharle, porque su amor era uno egoísta, uno basado en que él debía tener todo de ella y ella, nada de él. Y aunque la mente de Dorian insistía en que ella tenía razón en cada una de sus palabras, cierta parte de él se negaba a creer en cada una de las palabras de Karla; en cierto sentido, no estaba listo para darse cuenta de que era incapaz de pensar en otros y eso era más notorio cuando entrecerró los ojos con molestia cuando la mujer le menciono que no olvidara que no era una propiedad, ¿Cómo se atrevía a hacer eso? Ella era su propiedad… ¡SUYA! Y si tan complicado le era aceptarlo en ese momento, ya el tiempo se encargaría de dejárselo en claro.
– Te he hecho daño, eso lo sé; pero tampoco te he destruido al punto en que quieres mostrarme que lo he hecho – se cegaba a si mismo, se prohibía verse a un espejo y abrazar su naturaleza. Quizás de llegar a hacerlo, ni siquiera él hubiese podido soportarlo y paulatinamente hubiera sido el fin de Dorian. Para que él aceptara las cosas que estaban cayendo como piedras sobre su persona, debía pasar algo de tiempo y sobre todo, algo que le diera la sacudida mental necesaria para que todo se acomodara, como las piezas de un rompecabezas.
– Si yo solo destruyera, ¿No implicaría eso que ya estarías muerta? – Destruir lo ligaba con la muerte, no con los daños al cuerpo humano de Karla o los peligros que enfrentaba en la noche. El inmortal continuaba pensando que con su aroma y cercanía por las noches, era suficiente para mantenerla a salvo y en ese aspecto, era un tonto. En su interior algo se retorció de asco al escucharle decir que era únicamente su comida y camino unos segundos de un lado a otro, sin alejarse mucho de Karla, mientras que negaba firme con la cabeza – No, no ¡NO! – se detuvo para quedar frente a ella – Eres más que eso, si fueras solo comida… – le tomo del mentón, con más fuerza de la que esperaba para hacer que le mirara – ya estarías muerta como la mujer que acabas de ver fallecer – sus palabras salieron frías porque esa era una realidad. Si Dorian hubiese deseado verla como alimento, Karla Sartre no habría sobrevivido la noche en el laberinto. Le soltó entonces, buscando una paz y tranquilidad que le era imposible encontrar pero que se obligo a fingir al menos en lo que llevaba a la Sartre hasta un lugar donde estuviese a salvo como ella deseaba.
Mientras avanzaban por las oscuras calles, Dorian dejo que ella hablara, limitandose a andar a su lado por un buen tramo. Hablar empeoraría su estado y entonces si podrían ponerse las cosas más feas de lo que ya estaban. No fue hasta que creyó que no existía peligro de que se saliera de sus casillas que hablo nuevamente.
– Ya te lo diré, simplemente no me hables por ahora – la noche se los engullía, así como cierta oscuridad se encontraba en ambos. Era increíble que en ciertos momentos algo como el amor se transformara en algo tan enfermizo y capaz de destruir todo lo bueno que existe en una persona. Los pasos de ambos continuaron, Dorian la seguía como una sombra, observando todas las construcciones que pasaban hasta que se vio a si mismo demasiado cerca de la casa de la Sartre y ¿Qué estaba haciendo? ¿Iba a acompañarla como un prometido arrepentido por hacerle enojar? Nada de eso. – ¿Recuerdas la calle en el centro de París donde nos hemos visto antes? Te veré ahí en una semana, estaré esperando como siempre – miro a la fémina y detuvo sus pasos, ya había sido demasiado daño para ambos esa noche, sobre todo para la Sartre así que lo mejor era que se fuera de una vez por todas y despejara su mente en la semana que tendría hasta volver a verle.Dando con esas palabras por termino el encuentro de la noche y sin aguardar por si ella decía algo más, Dorian se encamino justo por donde había llegado dejando a la mortal apenas a una calle de su casa. En ningún momento volvio la mirada por más que su deseo fuera hacerlo, de hecho, se apresuro mucho más, todo para no detectar aroma o sonido proveniente de Karla; no deseaba saber de ella, al menos no en unos días.
No existe peor monstruo que aquel que se niega a ver lo que esta haciendo; eso era lo que sucedía en el caso de Dorian d’Auxerre, quien se empeñaba en pensar bien de él cuando en todo el cuerpo no tenía ni un gramo de preocupación por el otro. La Sartre tenía razón en reprocharle, porque su amor era uno egoísta, uno basado en que él debía tener todo de ella y ella, nada de él. Y aunque la mente de Dorian insistía en que ella tenía razón en cada una de sus palabras, cierta parte de él se negaba a creer en cada una de las palabras de Karla; en cierto sentido, no estaba listo para darse cuenta de que era incapaz de pensar en otros y eso era más notorio cuando entrecerró los ojos con molestia cuando la mujer le menciono que no olvidara que no era una propiedad, ¿Cómo se atrevía a hacer eso? Ella era su propiedad… ¡SUYA! Y si tan complicado le era aceptarlo en ese momento, ya el tiempo se encargaría de dejárselo en claro.
– Te he hecho daño, eso lo sé; pero tampoco te he destruido al punto en que quieres mostrarme que lo he hecho – se cegaba a si mismo, se prohibía verse a un espejo y abrazar su naturaleza. Quizás de llegar a hacerlo, ni siquiera él hubiese podido soportarlo y paulatinamente hubiera sido el fin de Dorian. Para que él aceptara las cosas que estaban cayendo como piedras sobre su persona, debía pasar algo de tiempo y sobre todo, algo que le diera la sacudida mental necesaria para que todo se acomodara, como las piezas de un rompecabezas.
– Si yo solo destruyera, ¿No implicaría eso que ya estarías muerta? – Destruir lo ligaba con la muerte, no con los daños al cuerpo humano de Karla o los peligros que enfrentaba en la noche. El inmortal continuaba pensando que con su aroma y cercanía por las noches, era suficiente para mantenerla a salvo y en ese aspecto, era un tonto. En su interior algo se retorció de asco al escucharle decir que era únicamente su comida y camino unos segundos de un lado a otro, sin alejarse mucho de Karla, mientras que negaba firme con la cabeza – No, no ¡NO! – se detuvo para quedar frente a ella – Eres más que eso, si fueras solo comida… – le tomo del mentón, con más fuerza de la que esperaba para hacer que le mirara – ya estarías muerta como la mujer que acabas de ver fallecer – sus palabras salieron frías porque esa era una realidad. Si Dorian hubiese deseado verla como alimento, Karla Sartre no habría sobrevivido la noche en el laberinto. Le soltó entonces, buscando una paz y tranquilidad que le era imposible encontrar pero que se obligo a fingir al menos en lo que llevaba a la Sartre hasta un lugar donde estuviese a salvo como ella deseaba.
Mientras avanzaban por las oscuras calles, Dorian dejo que ella hablara, limitandose a andar a su lado por un buen tramo. Hablar empeoraría su estado y entonces si podrían ponerse las cosas más feas de lo que ya estaban. No fue hasta que creyó que no existía peligro de que se saliera de sus casillas que hablo nuevamente.
– Ya te lo diré, simplemente no me hables por ahora – la noche se los engullía, así como cierta oscuridad se encontraba en ambos. Era increíble que en ciertos momentos algo como el amor se transformara en algo tan enfermizo y capaz de destruir todo lo bueno que existe en una persona. Los pasos de ambos continuaron, Dorian la seguía como una sombra, observando todas las construcciones que pasaban hasta que se vio a si mismo demasiado cerca de la casa de la Sartre y ¿Qué estaba haciendo? ¿Iba a acompañarla como un prometido arrepentido por hacerle enojar? Nada de eso. – ¿Recuerdas la calle en el centro de París donde nos hemos visto antes? Te veré ahí en una semana, estaré esperando como siempre – miro a la fémina y detuvo sus pasos, ya había sido demasiado daño para ambos esa noche, sobre todo para la Sartre así que lo mejor era que se fuera de una vez por todas y despejara su mente en la semana que tendría hasta volver a verle.Dando con esas palabras por termino el encuentro de la noche y sin aguardar por si ella decía algo más, Dorian se encamino justo por donde había llegado dejando a la mortal apenas a una calle de su casa. En ningún momento volvio la mirada por más que su deseo fuera hacerlo, de hecho, se apresuro mucho más, todo para no detectar aroma o sonido proveniente de Karla; no deseaba saber de ella, al menos no en unos días.
TERMINADO
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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