AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The Black Curse ~ Privado
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The Black Curse ~ Privado
Recuerdo del primer mensaje :
Habían pasado unos días desde que había encontrado a Assur en aquella cueva en el bosque tras la visita a Joe y a su prometida, en la que la noche no había acabado precisamente como yo esperaba. Tras pasar unos días en la cabaña hasta que el vampiro pudo recuperarse por fin pudimos volver a la mansión, donde allí con más sangre que la de la vampira y la mía se recuperaba poco a poco, había sido mucho, y el vampiro venía de una noche anterior donde aquella loba lo había infectado con su sangre… era todo un milagro que siguiera con vida. Se recuperaba favorablemente aunque despacio, sus heridas infligidas y todo ese veneno retrasaban por mucho la curación que debería de tener un vampiro como él, ahora descansaba tras haber de nuevo darle sangre, y yo salí en busca de más sangre que pudiera ayudarnos, tanto a él como a mí.
Necesitaba nueva sangre y además poner en orden mis pensamientos tras todo lo que había pasado, sabía que nos debíamos una conversación que haríamos cuando él estuviera recuperado por completo, y ni siquiera quería pensar en ella. No porque quizás se acabara todo y no estaba preparada para asumirlo, ahora estaba débil y no me había dicho nada al respecto, habíamos mantenido las formas cada uno y ninguna palabra sobre ello había salido de nuestros labios, como si ambos supiéramos que lo haríamos cuando fuera el momento adecuado, y ese momento no era precisamente estos días… sino más bien cuando todo hubiera pasado y la calma volviera de nuevo tras la tempestad.
Sabía que Erlend estaría vigilándome, ese vampiro era implacable en su cometido y aunque no lo notara porque muchas veces siempre mantenía esa distancia conmigo, sabía que me estaba siguiendo. Le debía bastante, en verdad. Si no hubiera sido por él no habría podido encontrar a Assur, si no me hubiera seguido a la mansión esa noche no hubiera dado con él, ni encontrado a Assur, ni mucho menos con el tiempo que teníamos llevarlo a la cabaña que él solía utilizar. También agradecí que volviera la noche siguiente para contarme lo que sabía que había pasado, no tendría por qué haberlo hecho pero lo hizo, quizás sus formas y sus modales no fueran las que Assur más le gustara, pero había que reconocer que el vampiro tener honor en sus palabras… y lo había demostrado también cuando tuvo que intervenir la noche antes.
Debería de agradecerle en verdad lo que había hecho por mí, sabía que Assur le estaría pagando sumamente bien y que yo nada tendría que poder ofrecerle salvo que me quedara encerrada para no tener que vigilarme, que le relegara de sus obligaciones para poder pasar más tiempo con su mujer… sin duda alguna eso sería mucho mejor que lo que pudiera estar pagándole por su servicio como guardaespaldas. Miré hacia atrás de forma inconsciente como si pudiera verlo pero sabiendo que no lo iba a hacer, porque no se acercaba demasiado como para que notara su presencia. Me interné por uno de los callejones de la ciudad para evitar ir por las calles más concurridas de la ciudad, cuando noté una… vibración en el aire, algo diferente cuando de uno de los tejados que había, a unos pocos metros, alguien cayó quedando a unos pasos de donde estaba.
Por el aura podía ver que era un humano, pero ese brillo con ese matiz era uno que reconocía propio de los hechiceros. El humano frente a mi llevaba una capa de color gris que no dejaba ver su rostro del todo, y me pregunté si serían los mismos que me habían cogido para sacar mi sangre, pero las vibraciones que sentía eran diferentes a esas… no tenían nada que ver con ellos. El humano se lanzó contra mí creando una pequeña bola de fuego que esquivé con mis reflejos, haciendo una mueca por tener que ponerme a luchar en esos momentos, estaba cansada, pero no por ello iba a rendirme tan fácilmente. Me puse a su espalda con rapidez y llevé mis manos a su cuello con la intención de partirlo, pero con sus brazos apartó mis manos, se giró con fuerza y sus manos impactaron en mi pecho con fuerza, como si fuera una onda que me empujó contra la pared.
Gruñí por aquel truco que había hecho y lo miré con los ojos rojos, iba a matarlo y a descuartizarlo por entero, hasta reducirlo a trocitos pequeños que quedarían esparcidos por el suelo. Cuatro más bajaron de los tejados, con la misma capa, había visto un símbolo en rojo cuando había pillado al primero por la espalda, un símbolo que no me sonó de nada en aquel momento. Si creían que iba a estar sola, estaban muy equivocados, porque bien sabía que Erlend no tardaría en aparecer, mientras tanto iba a cargarme alguno de ellos. El olor a sangre llenó el callejón cuando el que me había atacado primero se hizo un corte en la palma de la mano, la sangre goteó hasta el suelo del callejón y pronto comenzó a pronunciar unos cánticos mientras yo me acercaba hacia donde estaba.
De pronto me vi privada de todo movimiento posible, me vi anclada en el suelo como si me hubiera quedado paralizada, forcejeé por moverme pero nada pude hacer. Mis brazos se estiraron como si sendas cadenas apresaran mis muñecas en cada pared del callejón, tiré pero no pude mover ningún músculo mientras los otros cuatro protegían al que se había hecho el corte, haciendo un dibujo en el suelo mientras yo solo podía ver lo que hacían, incapaz de moverme, incapaz de hacer nada bajo aquel hechizo.
Habían pasado unos días desde que había encontrado a Assur en aquella cueva en el bosque tras la visita a Joe y a su prometida, en la que la noche no había acabado precisamente como yo esperaba. Tras pasar unos días en la cabaña hasta que el vampiro pudo recuperarse por fin pudimos volver a la mansión, donde allí con más sangre que la de la vampira y la mía se recuperaba poco a poco, había sido mucho, y el vampiro venía de una noche anterior donde aquella loba lo había infectado con su sangre… era todo un milagro que siguiera con vida. Se recuperaba favorablemente aunque despacio, sus heridas infligidas y todo ese veneno retrasaban por mucho la curación que debería de tener un vampiro como él, ahora descansaba tras haber de nuevo darle sangre, y yo salí en busca de más sangre que pudiera ayudarnos, tanto a él como a mí.
Necesitaba nueva sangre y además poner en orden mis pensamientos tras todo lo que había pasado, sabía que nos debíamos una conversación que haríamos cuando él estuviera recuperado por completo, y ni siquiera quería pensar en ella. No porque quizás se acabara todo y no estaba preparada para asumirlo, ahora estaba débil y no me había dicho nada al respecto, habíamos mantenido las formas cada uno y ninguna palabra sobre ello había salido de nuestros labios, como si ambos supiéramos que lo haríamos cuando fuera el momento adecuado, y ese momento no era precisamente estos días… sino más bien cuando todo hubiera pasado y la calma volviera de nuevo tras la tempestad.
Sabía que Erlend estaría vigilándome, ese vampiro era implacable en su cometido y aunque no lo notara porque muchas veces siempre mantenía esa distancia conmigo, sabía que me estaba siguiendo. Le debía bastante, en verdad. Si no hubiera sido por él no habría podido encontrar a Assur, si no me hubiera seguido a la mansión esa noche no hubiera dado con él, ni encontrado a Assur, ni mucho menos con el tiempo que teníamos llevarlo a la cabaña que él solía utilizar. También agradecí que volviera la noche siguiente para contarme lo que sabía que había pasado, no tendría por qué haberlo hecho pero lo hizo, quizás sus formas y sus modales no fueran las que Assur más le gustara, pero había que reconocer que el vampiro tener honor en sus palabras… y lo había demostrado también cuando tuvo que intervenir la noche antes.
Debería de agradecerle en verdad lo que había hecho por mí, sabía que Assur le estaría pagando sumamente bien y que yo nada tendría que poder ofrecerle salvo que me quedara encerrada para no tener que vigilarme, que le relegara de sus obligaciones para poder pasar más tiempo con su mujer… sin duda alguna eso sería mucho mejor que lo que pudiera estar pagándole por su servicio como guardaespaldas. Miré hacia atrás de forma inconsciente como si pudiera verlo pero sabiendo que no lo iba a hacer, porque no se acercaba demasiado como para que notara su presencia. Me interné por uno de los callejones de la ciudad para evitar ir por las calles más concurridas de la ciudad, cuando noté una… vibración en el aire, algo diferente cuando de uno de los tejados que había, a unos pocos metros, alguien cayó quedando a unos pasos de donde estaba.
Por el aura podía ver que era un humano, pero ese brillo con ese matiz era uno que reconocía propio de los hechiceros. El humano frente a mi llevaba una capa de color gris que no dejaba ver su rostro del todo, y me pregunté si serían los mismos que me habían cogido para sacar mi sangre, pero las vibraciones que sentía eran diferentes a esas… no tenían nada que ver con ellos. El humano se lanzó contra mí creando una pequeña bola de fuego que esquivé con mis reflejos, haciendo una mueca por tener que ponerme a luchar en esos momentos, estaba cansada, pero no por ello iba a rendirme tan fácilmente. Me puse a su espalda con rapidez y llevé mis manos a su cuello con la intención de partirlo, pero con sus brazos apartó mis manos, se giró con fuerza y sus manos impactaron en mi pecho con fuerza, como si fuera una onda que me empujó contra la pared.
Gruñí por aquel truco que había hecho y lo miré con los ojos rojos, iba a matarlo y a descuartizarlo por entero, hasta reducirlo a trocitos pequeños que quedarían esparcidos por el suelo. Cuatro más bajaron de los tejados, con la misma capa, había visto un símbolo en rojo cuando había pillado al primero por la espalda, un símbolo que no me sonó de nada en aquel momento. Si creían que iba a estar sola, estaban muy equivocados, porque bien sabía que Erlend no tardaría en aparecer, mientras tanto iba a cargarme alguno de ellos. El olor a sangre llenó el callejón cuando el que me había atacado primero se hizo un corte en la palma de la mano, la sangre goteó hasta el suelo del callejón y pronto comenzó a pronunciar unos cánticos mientras yo me acercaba hacia donde estaba.
De pronto me vi privada de todo movimiento posible, me vi anclada en el suelo como si me hubiera quedado paralizada, forcejeé por moverme pero nada pude hacer. Mis brazos se estiraron como si sendas cadenas apresaran mis muñecas en cada pared del callejón, tiré pero no pude mover ningún músculo mientras los otros cuatro protegían al que se había hecho el corte, haciendo un dibujo en el suelo mientras yo solo podía ver lo que hacían, incapaz de moverme, incapaz de hacer nada bajo aquel hechizo.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 374
Fecha de inscripción : 18/10/2015
Localización : París
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Re: The Black Curse ~ Privado
La verdad es que no entendía nada de lo que estaba pasando en esos momentos, entendía que lo que la vampira llevaba en su vientre era algo muy peligroso, yo no sabía mucho del asunto pero su pinta no es que dijera nada bueno, hasta ahí lo podía entender todo pero… el resto se me escapaba, como si me estuviera perdiendo algún capítulo, o quizás incluso hasta varios, que no podía coger el hilo para intentar saber qué pasaba con todo aquello. El vampiro se fue dejándonos a los tres solos de nuevo, podía ver el rostro de Joe que no miraba a ninguna de las dos, se mantenía callado y serio y que incluso cuando la vampira le llamó para hallar alguna respuesta… se quedó callado, ni siquiera me respondió a mí tampoco cuando le dije si quería irse a quedarse, así que permanecí a su lado a la espera del resultado de todo aquello.
Pronto el vampiro volvió de nuevo con la mujer y esta comenzó a hacer dibujos en el suelo, tocaron a la puerta pero ni siquiera presté atención mientras veía los signos que dibujaba en aquel pentagrama, Joe también la miraba de forma atenta y por lo que me había contado de ella y del tiempo que pasó con ella quizás él si supiera qué estaba haciendo, pero algo me decía que no debía de preguntar en esos momentos y me quedé callada para ver qué era lo que sucedía a continuación. Una mirada de la mujer al vampiro fue todo cuanto este necesitaba para acercarse al rayo de sol y tomar su mano de forma delicada, conduciendo sus pasos hasta el centro del dibujo donde ambos se quedaron en el centro, uno enfrente del otro.
¿Aquello que había dibujado… era lo que la curaría? Por un momento mis ojos fueron hacia la mujer quien esperaba algo para comenzar con aquello, pero la mirada del vampiro que tenía a mí lado, la forma que tenía de mirar aquello… me decía que no iba a ser del todo así. Me mordí el labio observándolos en el centro, las palabras claras del vampiro, las de ella… solo hacía falta verlos para darse cuenta, ahora mucho más que aquella noche, de lo que había entre los dos. La mujer comenzó a entonar unos cánticos, el vampiro la abrazó y el fuego pronto los rodeó como si todo aquello se iniciara, y yo observé atentamente lo que estaba a punto de pasar.
Ella pareció entender algo, algo que yo me di cuenta también porque, si ella llevaba la maldición… ¿cómo es que él permanecía dentro del dibujo? Luchó por separarse de él, pero parecía que su agarre sobre ella era lo bastante firme como para que no pudiera escaparse, no pudiera hacer que se alejara de ella mientras lo intentaba con todas sus fuerzas pero de nada servía. Lo siguiente que sucedió, pasó tan rápido, que apenas me di cuenta de nada. Cuando quise darme cuenta Joe no estaba a mí lado, se había abierto un hueco en aquel fuego y rápido fue hacia el lugar, sacó a Assur del sitio y… se quedó en su lugar. Abrí mi boca sin entender absolutamente nada de lo que estaba pasando, mientras el vampiro intentaba entrar de nuevo y apartarlo, la vampira lo miraba con los ojos abiertos sin creer lo que estaba pasando igual que estaba yo, pero parecía que había una barrera que los protegía porque el vampiro no podía llegar hasta ellos.
-¡Joe! –Dije mientras me acercaba y veía con incredulidad que el vampiro llevaba su mano a donde Sun tenía aquella marca en su vientre, los cánticos cada vez eran más elevados y más fuertes que incluso parecía que retumbaban en la estancia. Parecía que les dolía por los gestos que tenían en sus rostros. Un grito salió de los labios de la vampira y pronto de él también mientras no sabía que estaba pasando y Assur se desesperaba por poder entrar, pero si él no podía hacer nada, ¿qué iba a poder hacer yo? Las llamas crecieron y tan pronto como se esfumaron ambos cuerpos cayeron al suelo dando por finalizado aquello. Me acerqué hacia el vampiro viendo que ahora también, en su vientre, existía la misma marca que tenía la vampira en el mismo lugar, mi dedo recorrió la zona notando la piel ardiendo como si se hubiera grabado a fuego, y le di unos leves golpes en el rostro llamándolo para comprobar que no despertaba, mi mirada subió hacia la mujer con mi brazo por debajo de la nuca del vampiro sin entender qué había pasado- ¿Qué has hecho? –Le pregunté fulminándola con la mirada, a lo que ella respondió que “ganar tiempo” y que era algo que había pactado con Joe en el camino hacia la mansión. Assur se encargó de coger a Sun y ponerla tumbada sobre la cama y en cuanto la dejó me ayudó, aunque más bien fue él mismo, quien dejó al vampiro también en la cama. Fue entonces que lo miré ahora que habíamos dejado a Joe sobre la cama, iba a decirle algo pero preferí callarme en esos momentos. La anciana pidió que le trajeran algo de agua y una toalla y se puso al lado del vampiro para limpiarle la frente mientras yo miraba la marca que tenía en su vientre, la misma que compartía con la vampira en esos momentos.
Me quedé callada sentada en el borde de la cama esperando a que el vampiro se despertara, al parecer quien primero lo hizo fue la vampira que no entendía qué había pasado hasta que se lo explicaron, miró al vampiro y la verdad es que no me centré en lo que le dijo pero sin duda alguna parecía tener preguntas al respecto, más cuando había intentado apartarlo sin éxito alguno. Al rato fue cuando despertó el vampiro con la anciana limpiando su frente con un paño, miró a Assur quien parecía inquieto y lanzó aquella frase de que ya estaba maldito. Lilith no aprobaba para nada lo que acababa de hacer, podía notar como bullía por dentro y no sabía cómo es que no había estallado ya en esos momentos. Cuando su mirada se cruzó con la mía lo fulminé observándole, hizo la gracia de turno con que testaría a mí favor si enviudaba antes y me mordí el labio, intentando contener a Lilith que quería emerger a la superficie, pero no era ni el momento ni el lugar.
-Eres un imbécil, Joe Black –fue lo único que dije mirándolo de forma fija, enfadada hasta cierto punto con él y con lo que acababa de hacer. Lilith gruñía improperios hacia su persona y quería matarlo ahí mismo, pero debía de contenerla al menos hasta que no hubiera nadie delante y entonces que hiciera lo que tuviera que hacer.
Pronto el vampiro volvió de nuevo con la mujer y esta comenzó a hacer dibujos en el suelo, tocaron a la puerta pero ni siquiera presté atención mientras veía los signos que dibujaba en aquel pentagrama, Joe también la miraba de forma atenta y por lo que me había contado de ella y del tiempo que pasó con ella quizás él si supiera qué estaba haciendo, pero algo me decía que no debía de preguntar en esos momentos y me quedé callada para ver qué era lo que sucedía a continuación. Una mirada de la mujer al vampiro fue todo cuanto este necesitaba para acercarse al rayo de sol y tomar su mano de forma delicada, conduciendo sus pasos hasta el centro del dibujo donde ambos se quedaron en el centro, uno enfrente del otro.
¿Aquello que había dibujado… era lo que la curaría? Por un momento mis ojos fueron hacia la mujer quien esperaba algo para comenzar con aquello, pero la mirada del vampiro que tenía a mí lado, la forma que tenía de mirar aquello… me decía que no iba a ser del todo así. Me mordí el labio observándolos en el centro, las palabras claras del vampiro, las de ella… solo hacía falta verlos para darse cuenta, ahora mucho más que aquella noche, de lo que había entre los dos. La mujer comenzó a entonar unos cánticos, el vampiro la abrazó y el fuego pronto los rodeó como si todo aquello se iniciara, y yo observé atentamente lo que estaba a punto de pasar.
Ella pareció entender algo, algo que yo me di cuenta también porque, si ella llevaba la maldición… ¿cómo es que él permanecía dentro del dibujo? Luchó por separarse de él, pero parecía que su agarre sobre ella era lo bastante firme como para que no pudiera escaparse, no pudiera hacer que se alejara de ella mientras lo intentaba con todas sus fuerzas pero de nada servía. Lo siguiente que sucedió, pasó tan rápido, que apenas me di cuenta de nada. Cuando quise darme cuenta Joe no estaba a mí lado, se había abierto un hueco en aquel fuego y rápido fue hacia el lugar, sacó a Assur del sitio y… se quedó en su lugar. Abrí mi boca sin entender absolutamente nada de lo que estaba pasando, mientras el vampiro intentaba entrar de nuevo y apartarlo, la vampira lo miraba con los ojos abiertos sin creer lo que estaba pasando igual que estaba yo, pero parecía que había una barrera que los protegía porque el vampiro no podía llegar hasta ellos.
-¡Joe! –Dije mientras me acercaba y veía con incredulidad que el vampiro llevaba su mano a donde Sun tenía aquella marca en su vientre, los cánticos cada vez eran más elevados y más fuertes que incluso parecía que retumbaban en la estancia. Parecía que les dolía por los gestos que tenían en sus rostros. Un grito salió de los labios de la vampira y pronto de él también mientras no sabía que estaba pasando y Assur se desesperaba por poder entrar, pero si él no podía hacer nada, ¿qué iba a poder hacer yo? Las llamas crecieron y tan pronto como se esfumaron ambos cuerpos cayeron al suelo dando por finalizado aquello. Me acerqué hacia el vampiro viendo que ahora también, en su vientre, existía la misma marca que tenía la vampira en el mismo lugar, mi dedo recorrió la zona notando la piel ardiendo como si se hubiera grabado a fuego, y le di unos leves golpes en el rostro llamándolo para comprobar que no despertaba, mi mirada subió hacia la mujer con mi brazo por debajo de la nuca del vampiro sin entender qué había pasado- ¿Qué has hecho? –Le pregunté fulminándola con la mirada, a lo que ella respondió que “ganar tiempo” y que era algo que había pactado con Joe en el camino hacia la mansión. Assur se encargó de coger a Sun y ponerla tumbada sobre la cama y en cuanto la dejó me ayudó, aunque más bien fue él mismo, quien dejó al vampiro también en la cama. Fue entonces que lo miré ahora que habíamos dejado a Joe sobre la cama, iba a decirle algo pero preferí callarme en esos momentos. La anciana pidió que le trajeran algo de agua y una toalla y se puso al lado del vampiro para limpiarle la frente mientras yo miraba la marca que tenía en su vientre, la misma que compartía con la vampira en esos momentos.
Me quedé callada sentada en el borde de la cama esperando a que el vampiro se despertara, al parecer quien primero lo hizo fue la vampira que no entendía qué había pasado hasta que se lo explicaron, miró al vampiro y la verdad es que no me centré en lo que le dijo pero sin duda alguna parecía tener preguntas al respecto, más cuando había intentado apartarlo sin éxito alguno. Al rato fue cuando despertó el vampiro con la anciana limpiando su frente con un paño, miró a Assur quien parecía inquieto y lanzó aquella frase de que ya estaba maldito. Lilith no aprobaba para nada lo que acababa de hacer, podía notar como bullía por dentro y no sabía cómo es que no había estallado ya en esos momentos. Cuando su mirada se cruzó con la mía lo fulminé observándole, hizo la gracia de turno con que testaría a mí favor si enviudaba antes y me mordí el labio, intentando contener a Lilith que quería emerger a la superficie, pero no era ni el momento ni el lugar.
-Eres un imbécil, Joe Black –fue lo único que dije mirándolo de forma fija, enfadada hasta cierto punto con él y con lo que acababa de hacer. Lilith gruñía improperios hacia su persona y quería matarlo ahí mismo, pero debía de contenerla al menos hasta que no hubiera nadie delante y entonces que hiciera lo que tuviera que hacer.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: The Black Curse ~ Privado
Sun estaba aterrada, podía leerlo no solo en su aura si no en la forma en la que sus ojos me miraban buscando respuestas que no encontraba.
Como decirle que la única idea que se me había ocurrido para ganar tiempo y dar con una solución implicaba compartir esa maldición.
Sabia que eso la inmortal no lo permitiría, pero yo, mucho mas fuerte que ella, nos haría ganar tiempo a los dos. Nuestras vidas quedarían así enlazadas por un vinculo de sangre infranqueable, su maldición seria la mía, así como si alguien me mataba acabaría con su existencia.
Trataba de calmarla con lentas caricias, se que ella esperaba que este ritual la curara, mas sin embargo nada de eso sucedería. Cuando el fuego se alzó por los trazos del pentagrama pude ver como me miraba, ahora empezaba a encajar las piezas, sabia que no había salvación, si no algo que nos englobaba a los dos.
Luchó por separarme de su piel, suplico por que abandonara aquella idea descabellada y solo cuando su cuerpo cedió contra mi pecho se calmó.
Bese su pelo suavemente.
-Encontraremos la solución -le aseguré con la voz calma.
No esperé que una tercera presencia entrara en las runas, menos que un empujón que no esperaba me sacó del pentagrama.
Mi mirada escarlata se hundió en la gitana, me la había jugado, al parecer había llegado a un acuerdo con Joe.
Tenia que habérmelo olido, Joe no hubiera estado sin increparme e intentar convencerme de la locura que estaba dispuesto a hacer si no fuera porque tenia tramado esto.
Gruñí rabioso tratando de volver al pentagrama, de sacar a mi hermano de ese lugar y ocupar el puesto que me pertenecía, Sun era mi pareja, yo y no él era quien tenia que cargar con esa maldición, maldito Joe Black.
Imposible regresar cuando la vieja alzó una muralla de fuerza, era poderosa y aunque mi voluntad férrea empezaba a sajar esa barrera no lo logré a tiempo.
Las llamas cesaron, los cuerpos de Sun y Joe cayeron a peso sobre le suelo, ambos inconscientes.
Dan pedía explicaciones a la anciana, parecía aguardar la calma, pero su aura era roja como le mismo fuego.
Lleve a ambos al lecho, la bruja cuidaba de Joe, mientras yo hice lo propio con Sun apartando cada mechón de su pelo, acariciando su frente con un paño húmedo para que le bajara la fiebre.
Vi como abría los ojos, le dediqué una sonrisa, tenia que darle muchas explicaciones y aunque esto no había salido exactamente como pesaba...tiempo habíamos ganado para salvar su vida y al de mi hermano.
-Sun, antes de que quieras matarme -bromeé -déjame explicarte, mi idea era vincular nuestras vidas, la maldición se extiende,pero no lo hará del mismo modo contigo que conmigo..en este caso con Joe que con su estúpido acto a complicado todo demasiado.
Hemos ganado tiempo, nosotros somos vampiros milenarios, para matarnos la maldición necesitará mucho mas tiempo que para deshacerse de ti.
Encontraremos la cura, te lo prometo.
Ladeé la sonrisa al escuchar como mi hermano bromeaba a mi espalda, escuche ese imbécil que la cazadora le dedico.
-¿Hasta en estas os insultáis? -pregunte negando con la cabeza -aunque estoy de acuerdo por una vez con ella, eres un imbécil.
Mi boca buscó la de Sun que aun miraba la escena atónita ,creo que intentando asumir que su vida habia quedado sentenciada a la de mi hermano y viceversa.
Nuestros alientos entrechocaban hambrientos, roce su boca esperando que me acogiera, necesitaba mas de ella y no se podía decir que estuviéramos en nuestro mejor momento.
Como decirle que la única idea que se me había ocurrido para ganar tiempo y dar con una solución implicaba compartir esa maldición.
Sabia que eso la inmortal no lo permitiría, pero yo, mucho mas fuerte que ella, nos haría ganar tiempo a los dos. Nuestras vidas quedarían así enlazadas por un vinculo de sangre infranqueable, su maldición seria la mía, así como si alguien me mataba acabaría con su existencia.
Trataba de calmarla con lentas caricias, se que ella esperaba que este ritual la curara, mas sin embargo nada de eso sucedería. Cuando el fuego se alzó por los trazos del pentagrama pude ver como me miraba, ahora empezaba a encajar las piezas, sabia que no había salvación, si no algo que nos englobaba a los dos.
Luchó por separarme de su piel, suplico por que abandonara aquella idea descabellada y solo cuando su cuerpo cedió contra mi pecho se calmó.
Bese su pelo suavemente.
-Encontraremos la solución -le aseguré con la voz calma.
No esperé que una tercera presencia entrara en las runas, menos que un empujón que no esperaba me sacó del pentagrama.
Mi mirada escarlata se hundió en la gitana, me la había jugado, al parecer había llegado a un acuerdo con Joe.
Tenia que habérmelo olido, Joe no hubiera estado sin increparme e intentar convencerme de la locura que estaba dispuesto a hacer si no fuera porque tenia tramado esto.
Gruñí rabioso tratando de volver al pentagrama, de sacar a mi hermano de ese lugar y ocupar el puesto que me pertenecía, Sun era mi pareja, yo y no él era quien tenia que cargar con esa maldición, maldito Joe Black.
Imposible regresar cuando la vieja alzó una muralla de fuerza, era poderosa y aunque mi voluntad férrea empezaba a sajar esa barrera no lo logré a tiempo.
Las llamas cesaron, los cuerpos de Sun y Joe cayeron a peso sobre le suelo, ambos inconscientes.
Dan pedía explicaciones a la anciana, parecía aguardar la calma, pero su aura era roja como le mismo fuego.
Lleve a ambos al lecho, la bruja cuidaba de Joe, mientras yo hice lo propio con Sun apartando cada mechón de su pelo, acariciando su frente con un paño húmedo para que le bajara la fiebre.
Vi como abría los ojos, le dediqué una sonrisa, tenia que darle muchas explicaciones y aunque esto no había salido exactamente como pesaba...tiempo habíamos ganado para salvar su vida y al de mi hermano.
-Sun, antes de que quieras matarme -bromeé -déjame explicarte, mi idea era vincular nuestras vidas, la maldición se extiende,pero no lo hará del mismo modo contigo que conmigo..en este caso con Joe que con su estúpido acto a complicado todo demasiado.
Hemos ganado tiempo, nosotros somos vampiros milenarios, para matarnos la maldición necesitará mucho mas tiempo que para deshacerse de ti.
Encontraremos la cura, te lo prometo.
Ladeé la sonrisa al escuchar como mi hermano bromeaba a mi espalda, escuche ese imbécil que la cazadora le dedico.
-¿Hasta en estas os insultáis? -pregunte negando con la cabeza -aunque estoy de acuerdo por una vez con ella, eres un imbécil.
Mi boca buscó la de Sun que aun miraba la escena atónita ,creo que intentando asumir que su vida habia quedado sentenciada a la de mi hermano y viceversa.
Nuestros alientos entrechocaban hambrientos, roce su boca esperando que me acogiera, necesitaba mas de ella y no se podía decir que estuviéramos en nuestro mejor momento.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: The Black Curse ~ Privado
Se suponía que aquella anciana iba a ser la que nos ayudara con la maldición, la que nos podría decir o dar alguna solución para acabar con todo aquello antes de que esta comenzara a extenderse por mí cuerpo, porque por lo que había dicho Assur en cuanto llegara al corazón no habría vuelta atrás: me mataría. Había hecho unos dibujos en el suelo y pensaba que quizás con eso y con algo de magia que ella tuviera podríamos acabar con aquella pesadilla que había comenzado, no quería imaginar que no pudiéramos encontrar una solución, quería creer en aquello firmemente y en que pronto todo sería un mal recuerdo. Confiaba en Assur y si él había pedido que le trajeran a aquella anciana sería porque podría ayudarnos, si él pensaba que nos ayudaría yo no iba a oponerme, al fin de cuentas él había estado más tiempo que yo vagando por el mundo.
Me coloqué cogiendo su mano en el centro pensando que pronto iba a empezar todo, mis ojos observaron los del vampiro dándome cuenta que algo no iba como debería de ir, algo en sus ojos me hizo pensar que había algo escondido que me ocultaba aunque no quise pensar en lo que podría ser y me dejé llevar por él. Sus palabras me hicieron cerrar los ojos, yo no quería perderlo tampoco, no quería que nada pudiera pasarme y dejarle con ese dolor… sabía que mí decisión de pedirle que en caso de no encontrar nada me matara era una decisión tremendamente egoísta, era consciente de ello pero… si tenía que morir, prefería morir entre sus brazos que no porque la maldición me apagara y consumiera por completo, eso era algo en lo que no admitía réplica.
Comencé a desesperarme y a ver que algo iba mal cuando no se salió y me abrazó pegándome a su pecho, pensé en lo peor y en que aquello que estuviera haciendo no era para quitarme la maldición, sus palabras “ganar tiempo” me dieron la respuesta que temía y que él no había pronunciado ante mi mirada. Tenía miedo, no quería que el vampiro tuviera nada que ver con ella maldición, no quería que pudiera hacer nada que lo implicara a él… por eso luché, intenté zafarme de su agarre, separarlo de mí cuerpo para que saliera de aquel dibujo pidiéndole, rogándole que no lo hiciera… pero no me escuchaba. Más me apretaba contra él para que no pudiera hacer nada, tenía más fuerza que yo y estar débil por falta de alimento no me ayudaba en absoluto… quería que se saliera del dibujo pero no podía hacer nada, al final acabé cediendo cuando las llamas salieron del dibujo y mi cabeza quedó contra su pecho mientras él me acariciaba para tranquilizarme, pero yo no estaba tranquila.
Fue entonces cuando me vi arrancada de sus brazos, más concretamente, Joe también estaba dentro de aquel dibujo y pude ver que había un lado donde las llamas habían creado un hueco, por donde había sacado a Assur y ahora era su hermano a quien tenía frente a mí, mis ojos lo contemplaron sorprendida sin saber qué era lo que iba a hacer o por qué estaba él ahí. El hueco se cerró y los cánticos siguieron avivando las llamas como si ambos hubieran planeado aquello, quizás es que así había sido. No iba a negar que, en parte, me alegraba que no fuera Assur quien estuviera ahí dentro pero si no quería que él tuviera nada que ver, su hermano tampoco. Era algo mío, y aunque intentaran ayudarme, no quería que nadie tuviera nada que ver directamente con todo aquello.
-Joe… -murmuré mirando los ojos escarlata del vampiro que me devolvían la mirada fijos en los míos, podía escuchar como Assur intentaba entrar pero al parecer había creado una barrera que impedía su paso, notando como chocaba una y otra vez contra esta. Sentí la mano del vampiro en mi vientre justo donde tenía la maldición, aquellas runas y esas manchas negras grabadas como si estuvieran a fuego en mi piel, bajé mis ojos para mirar su mano puesta en mí vientre mientras los cánticos seguían- ¿qué estás…? –No me dio tiempo a preguntar nada más, un gemido de dolor salió de mis labios notando como si la mano del vampiro quemara mi propia piel dejándola en aquel lugar, una de mis manos aferró su muñeca como si intentara apartarla pero no podía, mi cabeza cayó hacia delante quedando contra el pecho del vampiro, con los ojos cerrados mientras la misma quemazón y el mismo dolor de cuando me lo hizo la hechicera sentía en el lugar, grité aferrando la camisa del vampiro con fuerza incapaz de soportarlo de nuevo, las llamas se avivaban y el vampiro también gritó por el dolor, por la quemazón que seguramente estaría sintiendo… lo que pasara después fue algo que desconocía, porque perdí el conocimiento ante el dolor.
Cuando volví a abrir los ojos estaba de nuevo tumbada en la cama, sentía los dedos de Assur apartar algunos mechones de mi pelo mientras notaba que algún paño mojaba mi frente notando que mi cuerpo entero ardía como si estuviera en una hoguera. Mis ojos buscaron los suyos viendo esa sonrisa tan característica suya y que tanto me gustaba mientras yo lo miraba sin entender nada, con muchas dudas de lo que había pasado. Él pareció entender que necesitaba respuestas y antes siquiera de que yo hablara comenzó a hacerlo él, lo fulminé ante la broma que hizo mientras yo me incorporaba en la cama dejando mi espalda apoyada en el respaldo. Al otro lado Joe también estaba tumbado, la anciana limpiaba su frente con un paño y la cazadora lo miraba, aun todavía sin despertar.
Comenzó a explicarme qué era lo que quería haber hecho, ¿vincular nuestras vidas? Mis labios se entreabrieron mirándolo con sorpresa por aquello porque para nada había esperado que el vampiro hiciera algo como eso, escuché lo que tuvo que decirme mientras mi cabeza procesaba toda la información que me había dado. Entendía que al vincular mi vida con la de su hermano, ya que había apartado a Assur de aquello, la maldición tardaría mucho más en poder matarme porque su vida quedaba enlazada a la mía, así como la suya a la mía. Eso quería decir que nuestras vidas ahora eran una, y que si algo le pasaba al vampiro… me pasaría a mí también, si él moría yo moría y viceversa para conmigo. Decía que encontraríamos la cura, que me lo prometía y no lo dudaba, para nada.
Joe se despertó también entonces y le dijo a Assur que él ya estaba condenado, como si le restara importancia al asunto, la cazadora fue menos comprensiva que él y le dijo que era imbécil, algo que le hizo sonreír a Assur y que le hizo coincidir con ella… yo habría pensado lo mismo de ser ella, de hecho, pensaba que Assur había sido un completo imbécil al querer vincular su vida con la mía, ¿no entendía que jamás me perdonaría que algo pudiera pasarle por algo que me habían hecho a mí? Mi vista bajó hacia mi vientre y levanté el camisón donde seguía aquella marca, donde seguramente ahora Joe también la tendría, y mis ojos se fijaron en Assur por unos segundos.
¿Cómo había podido ser tan…? No encontraba adjetivo adecuado para ello, ¿en qué narices habría estado pensando para llegar a hacer algo como aquello? Ganar tiempo, sí… pero no a costa de su vida, de él… eso jamás lo habría permitido y por eso mismo es que no me había dicho nada al respecto. Por otro lado querer hacer aquello decía mucho de él, o al menos decía mucho de lo que él sentía hacía mí porque si no, ¿por qué molestarse en vincular su vida a la mía? Quería decirle tantas cosas… que no sabía realmente por dónde empezar, qué decirle en esos momentos en los que por un lado quería matarlo, pero por otro me resultaba imposible hacerlo.
Sus labios buscaron los míos mientras yo seguía absorta en mis pensamientos, asumiendo lo que la realidad implicaba en esos momentos y con aquel conjuro, nuestros labios se rozaban, nuestras respiraciones se mezclaban y apenas un roce suyo como si me pidiera algo más bastó para que mi mano fuera a su nuca y lo empujara hacia mí para finalmente juntar por completo nuestros labios. Mi boca se apoderó de la suya sin importarme que hubiera tres personas más en la habitación, me abrí paso entre sus labios y arrasé con todo a mí paso subiendo la otra mano por su pecho aferrando su camisa con fuerza sin dejar que se alejara. Un jadeo escapó de mis labios y no por lo que él me provocaba, que también, sino por el hecho de pensar que aquel hombre podría haberse condenado conmigo sin haber podido tener una salvación, y eso me mataba.
Quería pasar página de todo, sabía que no era nuestro mejor momento pero quería dejar todo atrás y hacer como un borrón y cuenta nueva aunque tuviéramos cosas de las que hablar, pero si había algo cierto es que lo amaba, lo necesitaba conmigo y que antes prefería morir a que algo le pasara por mi culpa. No llevábamos nuestra mejor racha pero si algo era verdad era que de los errores se aprenden, eran una importante lección que te recordaba qué no debías de volver a hacer, y yo ya había aprendido bastante. Lo besé de una forma necesitada y sentida expresando todo aquello que en esos momentos no podía decirle con palabras para terminar dejando un mordisco en su labio inferior, pegando mi frente a la suya y mis manos enmarcando su rostro sin dejar de mirarle.
-No vuelvas a hacer algo como eso, por favor… -pedí entre murmullos- jamás me perdonaría que te condenaras de esa forma por mi culpa, y mucho menos, que llegara a pasarte algo por ello… no podría soportarlo –acabé por abrazarlo dejando mi rostro en su cuello dejándome envolver por su esencia que siempre lograba calmarme, dejé un beso en el lugar y me giré para mirar a su hermano- Joe… no tenías por qué haberlo hecho pero… gracias –dejé mi mano apoyada en su brazo- créeme que jamás podré agradecerte esto que has hecho por él –porque era más que claro que si lo había hecho había sido por su hermano, la sangre llamaba a la sangre, y eso era algo que entendía perfectamente. Aparté mi mano de su brazo y la entrelacé con la de Assur, seguía teniendo hambre, pero era algo que podía soportar durante un poco más. Mi mirada ahora se centró en aquella mujer que había logrado aquello- ¿Puede decirnos algo más sobre cómo parar esto, como detenerlo? –Pregunté apoyando mi cabeza contra el hombro del vampiro, quizás ella podría darnos alguna pista.
-Me temo que lo único en lo que he podido ayudaros es a ganar tiempo, esta es una maldición muy antigua y poderosa, las antiguas tribus las utilizaban pero se fueron perdieron con el paso de las generaciones hasta que quedaron en el olvido –me mordí el labio, ¿cómo se podía buscar la cura a algo que no llevaba muerto siglos y que no se practicaba hoy en día?- Sin embargo… hay un libro que podría quizás seros de utilidad, no garantizo que os de la cura, pero sí quizás la forma de pararlo, así como los objetos que necesitéis para ello.
-Cualquier cosa, cualquier pista es mejor que no saber nada… por favor –suspiró y me miró, nos miró a todos en general hasta que se centró en nosotros dos.
-Es un libro muy antiguo y muy poderoso, perdido en el tiempo, escrita en una lengua ya olvidada y muerta. Se dice que su localización actual es en París pero nadie por siglos lo ha hallado… como si se hubiera perdido. Si encontráis ese libro, os ayudaré a pararlo. Pero no va a ser fácil, ni hallar el libro ni los materiales necesarios para salvarte… el tiempo que os he concedido debería de ser más que suficiente para que comencéis vuestra búsqueda –apreté la mano que tenía entrelazada con el vampiro y subí mi vista para mirarle, no había que preguntar que él estaba dispuesto a intentarlo tanto como lo estaba yo.
Me coloqué cogiendo su mano en el centro pensando que pronto iba a empezar todo, mis ojos observaron los del vampiro dándome cuenta que algo no iba como debería de ir, algo en sus ojos me hizo pensar que había algo escondido que me ocultaba aunque no quise pensar en lo que podría ser y me dejé llevar por él. Sus palabras me hicieron cerrar los ojos, yo no quería perderlo tampoco, no quería que nada pudiera pasarme y dejarle con ese dolor… sabía que mí decisión de pedirle que en caso de no encontrar nada me matara era una decisión tremendamente egoísta, era consciente de ello pero… si tenía que morir, prefería morir entre sus brazos que no porque la maldición me apagara y consumiera por completo, eso era algo en lo que no admitía réplica.
Comencé a desesperarme y a ver que algo iba mal cuando no se salió y me abrazó pegándome a su pecho, pensé en lo peor y en que aquello que estuviera haciendo no era para quitarme la maldición, sus palabras “ganar tiempo” me dieron la respuesta que temía y que él no había pronunciado ante mi mirada. Tenía miedo, no quería que el vampiro tuviera nada que ver con ella maldición, no quería que pudiera hacer nada que lo implicara a él… por eso luché, intenté zafarme de su agarre, separarlo de mí cuerpo para que saliera de aquel dibujo pidiéndole, rogándole que no lo hiciera… pero no me escuchaba. Más me apretaba contra él para que no pudiera hacer nada, tenía más fuerza que yo y estar débil por falta de alimento no me ayudaba en absoluto… quería que se saliera del dibujo pero no podía hacer nada, al final acabé cediendo cuando las llamas salieron del dibujo y mi cabeza quedó contra su pecho mientras él me acariciaba para tranquilizarme, pero yo no estaba tranquila.
Fue entonces cuando me vi arrancada de sus brazos, más concretamente, Joe también estaba dentro de aquel dibujo y pude ver que había un lado donde las llamas habían creado un hueco, por donde había sacado a Assur y ahora era su hermano a quien tenía frente a mí, mis ojos lo contemplaron sorprendida sin saber qué era lo que iba a hacer o por qué estaba él ahí. El hueco se cerró y los cánticos siguieron avivando las llamas como si ambos hubieran planeado aquello, quizás es que así había sido. No iba a negar que, en parte, me alegraba que no fuera Assur quien estuviera ahí dentro pero si no quería que él tuviera nada que ver, su hermano tampoco. Era algo mío, y aunque intentaran ayudarme, no quería que nadie tuviera nada que ver directamente con todo aquello.
-Joe… -murmuré mirando los ojos escarlata del vampiro que me devolvían la mirada fijos en los míos, podía escuchar como Assur intentaba entrar pero al parecer había creado una barrera que impedía su paso, notando como chocaba una y otra vez contra esta. Sentí la mano del vampiro en mi vientre justo donde tenía la maldición, aquellas runas y esas manchas negras grabadas como si estuvieran a fuego en mi piel, bajé mis ojos para mirar su mano puesta en mí vientre mientras los cánticos seguían- ¿qué estás…? –No me dio tiempo a preguntar nada más, un gemido de dolor salió de mis labios notando como si la mano del vampiro quemara mi propia piel dejándola en aquel lugar, una de mis manos aferró su muñeca como si intentara apartarla pero no podía, mi cabeza cayó hacia delante quedando contra el pecho del vampiro, con los ojos cerrados mientras la misma quemazón y el mismo dolor de cuando me lo hizo la hechicera sentía en el lugar, grité aferrando la camisa del vampiro con fuerza incapaz de soportarlo de nuevo, las llamas se avivaban y el vampiro también gritó por el dolor, por la quemazón que seguramente estaría sintiendo… lo que pasara después fue algo que desconocía, porque perdí el conocimiento ante el dolor.
Cuando volví a abrir los ojos estaba de nuevo tumbada en la cama, sentía los dedos de Assur apartar algunos mechones de mi pelo mientras notaba que algún paño mojaba mi frente notando que mi cuerpo entero ardía como si estuviera en una hoguera. Mis ojos buscaron los suyos viendo esa sonrisa tan característica suya y que tanto me gustaba mientras yo lo miraba sin entender nada, con muchas dudas de lo que había pasado. Él pareció entender que necesitaba respuestas y antes siquiera de que yo hablara comenzó a hacerlo él, lo fulminé ante la broma que hizo mientras yo me incorporaba en la cama dejando mi espalda apoyada en el respaldo. Al otro lado Joe también estaba tumbado, la anciana limpiaba su frente con un paño y la cazadora lo miraba, aun todavía sin despertar.
Comenzó a explicarme qué era lo que quería haber hecho, ¿vincular nuestras vidas? Mis labios se entreabrieron mirándolo con sorpresa por aquello porque para nada había esperado que el vampiro hiciera algo como eso, escuché lo que tuvo que decirme mientras mi cabeza procesaba toda la información que me había dado. Entendía que al vincular mi vida con la de su hermano, ya que había apartado a Assur de aquello, la maldición tardaría mucho más en poder matarme porque su vida quedaba enlazada a la mía, así como la suya a la mía. Eso quería decir que nuestras vidas ahora eran una, y que si algo le pasaba al vampiro… me pasaría a mí también, si él moría yo moría y viceversa para conmigo. Decía que encontraríamos la cura, que me lo prometía y no lo dudaba, para nada.
Joe se despertó también entonces y le dijo a Assur que él ya estaba condenado, como si le restara importancia al asunto, la cazadora fue menos comprensiva que él y le dijo que era imbécil, algo que le hizo sonreír a Assur y que le hizo coincidir con ella… yo habría pensado lo mismo de ser ella, de hecho, pensaba que Assur había sido un completo imbécil al querer vincular su vida con la mía, ¿no entendía que jamás me perdonaría que algo pudiera pasarle por algo que me habían hecho a mí? Mi vista bajó hacia mi vientre y levanté el camisón donde seguía aquella marca, donde seguramente ahora Joe también la tendría, y mis ojos se fijaron en Assur por unos segundos.
¿Cómo había podido ser tan…? No encontraba adjetivo adecuado para ello, ¿en qué narices habría estado pensando para llegar a hacer algo como aquello? Ganar tiempo, sí… pero no a costa de su vida, de él… eso jamás lo habría permitido y por eso mismo es que no me había dicho nada al respecto. Por otro lado querer hacer aquello decía mucho de él, o al menos decía mucho de lo que él sentía hacía mí porque si no, ¿por qué molestarse en vincular su vida a la mía? Quería decirle tantas cosas… que no sabía realmente por dónde empezar, qué decirle en esos momentos en los que por un lado quería matarlo, pero por otro me resultaba imposible hacerlo.
Sus labios buscaron los míos mientras yo seguía absorta en mis pensamientos, asumiendo lo que la realidad implicaba en esos momentos y con aquel conjuro, nuestros labios se rozaban, nuestras respiraciones se mezclaban y apenas un roce suyo como si me pidiera algo más bastó para que mi mano fuera a su nuca y lo empujara hacia mí para finalmente juntar por completo nuestros labios. Mi boca se apoderó de la suya sin importarme que hubiera tres personas más en la habitación, me abrí paso entre sus labios y arrasé con todo a mí paso subiendo la otra mano por su pecho aferrando su camisa con fuerza sin dejar que se alejara. Un jadeo escapó de mis labios y no por lo que él me provocaba, que también, sino por el hecho de pensar que aquel hombre podría haberse condenado conmigo sin haber podido tener una salvación, y eso me mataba.
Quería pasar página de todo, sabía que no era nuestro mejor momento pero quería dejar todo atrás y hacer como un borrón y cuenta nueva aunque tuviéramos cosas de las que hablar, pero si había algo cierto es que lo amaba, lo necesitaba conmigo y que antes prefería morir a que algo le pasara por mi culpa. No llevábamos nuestra mejor racha pero si algo era verdad era que de los errores se aprenden, eran una importante lección que te recordaba qué no debías de volver a hacer, y yo ya había aprendido bastante. Lo besé de una forma necesitada y sentida expresando todo aquello que en esos momentos no podía decirle con palabras para terminar dejando un mordisco en su labio inferior, pegando mi frente a la suya y mis manos enmarcando su rostro sin dejar de mirarle.
-No vuelvas a hacer algo como eso, por favor… -pedí entre murmullos- jamás me perdonaría que te condenaras de esa forma por mi culpa, y mucho menos, que llegara a pasarte algo por ello… no podría soportarlo –acabé por abrazarlo dejando mi rostro en su cuello dejándome envolver por su esencia que siempre lograba calmarme, dejé un beso en el lugar y me giré para mirar a su hermano- Joe… no tenías por qué haberlo hecho pero… gracias –dejé mi mano apoyada en su brazo- créeme que jamás podré agradecerte esto que has hecho por él –porque era más que claro que si lo había hecho había sido por su hermano, la sangre llamaba a la sangre, y eso era algo que entendía perfectamente. Aparté mi mano de su brazo y la entrelacé con la de Assur, seguía teniendo hambre, pero era algo que podía soportar durante un poco más. Mi mirada ahora se centró en aquella mujer que había logrado aquello- ¿Puede decirnos algo más sobre cómo parar esto, como detenerlo? –Pregunté apoyando mi cabeza contra el hombro del vampiro, quizás ella podría darnos alguna pista.
-Me temo que lo único en lo que he podido ayudaros es a ganar tiempo, esta es una maldición muy antigua y poderosa, las antiguas tribus las utilizaban pero se fueron perdieron con el paso de las generaciones hasta que quedaron en el olvido –me mordí el labio, ¿cómo se podía buscar la cura a algo que no llevaba muerto siglos y que no se practicaba hoy en día?- Sin embargo… hay un libro que podría quizás seros de utilidad, no garantizo que os de la cura, pero sí quizás la forma de pararlo, así como los objetos que necesitéis para ello.
-Cualquier cosa, cualquier pista es mejor que no saber nada… por favor –suspiró y me miró, nos miró a todos en general hasta que se centró en nosotros dos.
-Es un libro muy antiguo y muy poderoso, perdido en el tiempo, escrita en una lengua ya olvidada y muerta. Se dice que su localización actual es en París pero nadie por siglos lo ha hallado… como si se hubiera perdido. Si encontráis ese libro, os ayudaré a pararlo. Pero no va a ser fácil, ni hallar el libro ni los materiales necesarios para salvarte… el tiempo que os he concedido debería de ser más que suficiente para que comencéis vuestra búsqueda –apreté la mano que tenía entrelazada con el vampiro y subí mi vista para mirarle, no había que preguntar que él estaba dispuesto a intentarlo tanto como lo estaba yo.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/10/2015
Localización : París
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The Black Curse ~ Privado
Ladeé la sonrisa al escuchar las primeras palabras que mi preciosa prometida me dedicaba nada mas abrir los ojos.
“Eres una imbécil”, por suerte, la gitana humedecía mi frente, la única de esa cámara que parecía realmente implicada en mi estado de buena suerte.
-No lo he hecho por ti Sun -respondí con cierta frialdad a sus gracias, los dos sabíamos que Assur en este momento no podía afrontar también una maldición.
Escuché en silencio como la vieja hablaba de un libro antiguo, en una lengua muerta, uno que se ubicaba en París pero que se desconocía si era real o tan solo una leyenda.
-Tendremos que convertir la leyenda en realidad -apunté sin borrar la sonrisa de mi rostro.
Desvié mis ojos hacia mi querida prometida, mi mano se extendió para tomar la ajena, por primera vez mi tacto no resultaba tan frio al encuentro de nuestras pieles.
-Y tu amor, tienes que preparar una boda, todos tenemos cosas que hacer al parecer, así que no se que hacemos adorando a los muertos que cobijan estas camas. En pie -gruñí alzándome del lecho.
Odiaba sentirme débil y aquella imagen que para cualquiera hubiera sido idílica, para mi, era la evidencia de que necesitaba ser cuidado, nada mas lejos de la realidad, yo mismo acabaría con mi vida antes de que eso sucediera.
-Por cierto hermano -dije llenando una copa de bourbon -si creías que aquí acababan nuestras buenas nuevas, te equivocas.
La mirada de todos los allí presentes se clavó en mi, ahora era el centro de atención, algo que admito me gustaba en demasía.
Me tome mi tiempo apoyando mi trasero en un sinfonier para mirar de frente a todos ellos dando un trago de mi copa después.
-Padre, he oído rumores sobre que ha abandonado su encierro voluntario y se ha instalado en París.
No le había dado gran veracidad al asunto...ya sabes, durante siglos lo hemos escuchado tantas veces que...porque esta tenia que ser verdadera.
Caminé hacia la chaqueta que me habían quitado y saqué de su bolsillo interno una invitación en un llamativo envoltorio negro.
Lo lancé al regazo de mi hermano y este lo abrió con rapidez para leer sus lineas mientras tensaba el gesto.
...Y cuando él abrió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo casi por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban delante de Dios; y les fueron dadas siete trompetas.
Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos y un terremoto.Y el primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, y fueron arrojados a la tierra; y se quemaron los árboles y toda la hierba verde.
El segundo ángel tocó la trompeta, y un gran monte ardiendo con fuego fue lanzado al mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida... (Apocalipsis 8.).
Me complace invitarle al Apocalipsis en la tierra, gran fiesta de reapertura del Cabaret de L'Enfer.
K.Black
-Es él -sentenció
Asentí, la misma sensación había tenido yo.
-Había pensado acudir a su fiesta, iba a pedirte que me acompañaras hermano, ya sabes que no me gusta bailar solo, pero dadas las circunstancias solo ira uno de los dos..no podemos correr riesgos, desconocemos sus intenciones para con nosotros.
Assur asintió con la mirada vacía, conocía esa mirada desde niño, sin duda él era de los que mas había desafiado a padre a lo largo de su existencia en este plano.
-Iré yo -concluyó sin mediar mas palabra.
La decisión estaba tomada, Assur corroboraría nuestras sospechas.
-Eso no es todo hermano, nuestra hermana viaja hacia París en estos momentos, no me extrañaría que te la encontraras en tal evento. Ademas se de buena tinta que Hector, tu enemigo y ahora el mio también a sido invitado y teniendo en cuenta que padre no es de los que da puntada sin hilo..ve con cuidado, ni 100 maldiciones igualan su poder de destrucción.
“Eres una imbécil”, por suerte, la gitana humedecía mi frente, la única de esa cámara que parecía realmente implicada en mi estado de buena suerte.
-No lo he hecho por ti Sun -respondí con cierta frialdad a sus gracias, los dos sabíamos que Assur en este momento no podía afrontar también una maldición.
Escuché en silencio como la vieja hablaba de un libro antiguo, en una lengua muerta, uno que se ubicaba en París pero que se desconocía si era real o tan solo una leyenda.
-Tendremos que convertir la leyenda en realidad -apunté sin borrar la sonrisa de mi rostro.
Desvié mis ojos hacia mi querida prometida, mi mano se extendió para tomar la ajena, por primera vez mi tacto no resultaba tan frio al encuentro de nuestras pieles.
-Y tu amor, tienes que preparar una boda, todos tenemos cosas que hacer al parecer, así que no se que hacemos adorando a los muertos que cobijan estas camas. En pie -gruñí alzándome del lecho.
Odiaba sentirme débil y aquella imagen que para cualquiera hubiera sido idílica, para mi, era la evidencia de que necesitaba ser cuidado, nada mas lejos de la realidad, yo mismo acabaría con mi vida antes de que eso sucediera.
-Por cierto hermano -dije llenando una copa de bourbon -si creías que aquí acababan nuestras buenas nuevas, te equivocas.
La mirada de todos los allí presentes se clavó en mi, ahora era el centro de atención, algo que admito me gustaba en demasía.
Me tome mi tiempo apoyando mi trasero en un sinfonier para mirar de frente a todos ellos dando un trago de mi copa después.
-Padre, he oído rumores sobre que ha abandonado su encierro voluntario y se ha instalado en París.
No le había dado gran veracidad al asunto...ya sabes, durante siglos lo hemos escuchado tantas veces que...porque esta tenia que ser verdadera.
Caminé hacia la chaqueta que me habían quitado y saqué de su bolsillo interno una invitación en un llamativo envoltorio negro.
Lo lancé al regazo de mi hermano y este lo abrió con rapidez para leer sus lineas mientras tensaba el gesto.
...Y cuando él abrió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo casi por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban delante de Dios; y les fueron dadas siete trompetas.
Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos y un terremoto.Y el primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, y fueron arrojados a la tierra; y se quemaron los árboles y toda la hierba verde.
El segundo ángel tocó la trompeta, y un gran monte ardiendo con fuego fue lanzado al mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida... (Apocalipsis 8.).
Me complace invitarle al Apocalipsis en la tierra, gran fiesta de reapertura del Cabaret de L'Enfer.
K.Black
-Es él -sentenció
Asentí, la misma sensación había tenido yo.
-Había pensado acudir a su fiesta, iba a pedirte que me acompañaras hermano, ya sabes que no me gusta bailar solo, pero dadas las circunstancias solo ira uno de los dos..no podemos correr riesgos, desconocemos sus intenciones para con nosotros.
Assur asintió con la mirada vacía, conocía esa mirada desde niño, sin duda él era de los que mas había desafiado a padre a lo largo de su existencia en este plano.
-Iré yo -concluyó sin mediar mas palabra.
La decisión estaba tomada, Assur corroboraría nuestras sospechas.
-Eso no es todo hermano, nuestra hermana viaja hacia París en estos momentos, no me extrañaría que te la encontraras en tal evento. Ademas se de buena tinta que Hector, tu enemigo y ahora el mio también a sido invitado y teniendo en cuenta que padre no es de los que da puntada sin hilo..ve con cuidado, ni 100 maldiciones igualan su poder de destrucción.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: The Black Curse ~ Privado
Al parecer y sin que sirviera de precedente Assur estaba de acuerdo conmigo en las palabras que le había dedicado a su hermano, claro que allí no iba a dejar que Lilith tomara control y montar el espectáculo, porque estaba realmente cabreada con todo aquello sin saber por qué había hecho algo como eso. La anciana le pasaba un trapo mojado por la frente y no hice más comentario alguno, pero seguramente los que allí podrían leer las auras, que eran todos menos yo exactamente, sabrían de sobra que estaría cabreada porque mi estado lo denotaba. Sus ojos de color rojo buscaron los míos de nuevo tras las palabras de su hermano, y su mano se dirigió hacia la mía para apresarla entre ellas. Era la primera vez que el tacto del vampiro no lo notaba frío como de costumbre, sino al contrario, mucho más cálido de lo normal y que denotaba lo que aquella maldición le había hecho.
Escuché en silencio las palabras que la anciana y el rayo de sol se dedicaban hablando sobre una posible cura, una que ahora afectaba al vampiro porque él también tenía la maldición y si querían salvarse tendrían que buscar ese libro para que los ayudara. Estaba claro que ellos se iban a encargar de la búsqueda y que lo único que había hecho Joe era ofrecerles tiempo, el tiempo que su hermano le ofrecería al vincular su vida con la vampira. Por lo que había dicho ahora las vidas de Joe y de Sun estaban ligadas, si uno moría el otro sufriría también el mismo destino. Me pregunté por qué lo habría hecho, aunque estaba claro que por ella no era tras las palabras que le dedicó de forma fría.
Fruncí el ceño cuando dijo que tenían que convertir la leyenda en realidad para encontrar el libro, y más lo hice cuando me dijo que tenía una boda que organizar, como si así me diera algo que hacer como para excluirme de todo… y la verdad, es que poco me importaba. Tampoco tenía mucho interés en la boda que teníamos por delante y entendía que el vampiro no me iba a dejar que me metiera donde no me llamaban, así que no hice comentario alguno al respecto, mordiéndome el labio con fuerza cuando se levantó de la cama controlando las ganas que tenía de estallar en esos momentos, cabreada con él pero sin ser ni el lugar… ni el momento.
Por si fuera poco, y yo no estuviera ya perdida con todo aquello, centró la atención de todos cuando dijo que eso no era lo único por lo que había ido a la mansión, sacó lo que parecía una carta o una invitación y se la lanzó a su hermano quien tensó de nuevo el gesto mientras escuchaba las palabras de Joe. ¿Su padre? Assur leyó la nota y tras leerla comentó un escueto “es él” sin que yo entendiera nada de lo que estaban hablando en esos momentos pero por lo que oía era importante y peligroso, me crucé de brazos sin saber exactamente qué hacía allí cuando podría estar cazando, por ejemplo, y más me hubiera valido irme y no saber nada de lo que allí estaba pasando porque aparte de no enterarme, no me gustaba.
Me fijé en que ambos vampiros se tensaban ante el nombre de Hector, y por lo poco que había podido averiguar del vampiro supe a quién se estaba refiriendo.
No sabía por qué, pero algo me hacía pensar que mi compromiso con Joe no iba a ser tan fácil como pensaba en un momento, cada vez me daba más cuenta de que no era un vampiro normal y corriente, y ya no solo por ser un vampiro que tenía seis mil años de vida… sino porque cada cosa que pasaba revestía de una gravedad absoluta, y algo me decía que esos siglos que había pasado en cautiverio había pasado desapercibido, pero ahora que era libre parecía que era como si lo buscaran, más bien, los buscaran. Y es que pensaba que cada vez más, de alguna forma, me había metido en la boca del lobo y no sabía cuándo sus afilados colmillos me alcanzarían.
Escuché en silencio las palabras que la anciana y el rayo de sol se dedicaban hablando sobre una posible cura, una que ahora afectaba al vampiro porque él también tenía la maldición y si querían salvarse tendrían que buscar ese libro para que los ayudara. Estaba claro que ellos se iban a encargar de la búsqueda y que lo único que había hecho Joe era ofrecerles tiempo, el tiempo que su hermano le ofrecería al vincular su vida con la vampira. Por lo que había dicho ahora las vidas de Joe y de Sun estaban ligadas, si uno moría el otro sufriría también el mismo destino. Me pregunté por qué lo habría hecho, aunque estaba claro que por ella no era tras las palabras que le dedicó de forma fría.
Fruncí el ceño cuando dijo que tenían que convertir la leyenda en realidad para encontrar el libro, y más lo hice cuando me dijo que tenía una boda que organizar, como si así me diera algo que hacer como para excluirme de todo… y la verdad, es que poco me importaba. Tampoco tenía mucho interés en la boda que teníamos por delante y entendía que el vampiro no me iba a dejar que me metiera donde no me llamaban, así que no hice comentario alguno al respecto, mordiéndome el labio con fuerza cuando se levantó de la cama controlando las ganas que tenía de estallar en esos momentos, cabreada con él pero sin ser ni el lugar… ni el momento.
Por si fuera poco, y yo no estuviera ya perdida con todo aquello, centró la atención de todos cuando dijo que eso no era lo único por lo que había ido a la mansión, sacó lo que parecía una carta o una invitación y se la lanzó a su hermano quien tensó de nuevo el gesto mientras escuchaba las palabras de Joe. ¿Su padre? Assur leyó la nota y tras leerla comentó un escueto “es él” sin que yo entendiera nada de lo que estaban hablando en esos momentos pero por lo que oía era importante y peligroso, me crucé de brazos sin saber exactamente qué hacía allí cuando podría estar cazando, por ejemplo, y más me hubiera valido irme y no saber nada de lo que allí estaba pasando porque aparte de no enterarme, no me gustaba.
Me fijé en que ambos vampiros se tensaban ante el nombre de Hector, y por lo poco que había podido averiguar del vampiro supe a quién se estaba refiriendo.
No sabía por qué, pero algo me hacía pensar que mi compromiso con Joe no iba a ser tan fácil como pensaba en un momento, cada vez me daba más cuenta de que no era un vampiro normal y corriente, y ya no solo por ser un vampiro que tenía seis mil años de vida… sino porque cada cosa que pasaba revestía de una gravedad absoluta, y algo me decía que esos siglos que había pasado en cautiverio había pasado desapercibido, pero ahora que era libre parecía que era como si lo buscaran, más bien, los buscaran. Y es que pensaba que cada vez más, de alguna forma, me había metido en la boca del lobo y no sabía cuándo sus afilados colmillos me alcanzarían.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: The Black Curse ~ Privado
Mis dedos se enredaron en su nuca atreyendola con cierta hambruna Aquel día estaba devastado y por mas que trataba de contener mis instintos primarios me costaba no dejarlos aflorar contra su boca.
-Me pides demasiado -aseguré con la voz ronca.
Protegía aquello que me importaba, haría lo que hiciera falta por mantenerla con vida. Ahora, era todo cuanto me quedaba, aunque algo me decía que era cuestión de tiempo que me abandonara, también ella lo haría, era una bestia infame incapaz de no romper todo aquello que tocaba.
Durante siglos Sun había vivido ajena a todo este infierno y desde que su vida se había unido a la mía no había hecho mas que destrozarla por dentro. Hania había sido lista, había huido a tiempo.
La bruja nos hablo de un libro antiguo escrito en una lengua muerta, según ella quizás en el pudiéramos encontrar información sobre una cura para esa maldición que ahora atenazaba a mi hermano y a Sun.
Joe se puso en pie, tan enigmático como de costumbre y con ese peculiar tono mordaz suyo, dijo que si pensaba que ahí terminaban todos nuestros problemas estaba muy equivocado.
Se sirvió una copa antes de proseguir con las buenas nuevas, una carta envuelta en seda negra una invitación a una fiesta y según él, los rumores apuntaban a que nuestro padre había regresado del infierno para caminar entre los vivos y algo me decía que no era casualidad que hubiera elegido París para empezar.
-Yo iré -atajé al escuchar toda la información que Joe me tenia que dar.
Mis ojos se centraron en la preocupada mirada de Sun, deslicé mis dedos por su rostro.
-Deberías alimentarte, ahora cuando mi hermano y su futura mujer se vayan a jugar a sus perversiones personales... -dejé la frase en el aire mientras le dedicaba una ladeada sonrisa.
Se que estaba preocupada, no solo por el sobre que habia dejado si no por los nuevos acontecimientos que Joe había dejado claros.
Tenia ganas de quedarme a solas con ella, de fundirme en su piel, hacia demasiado que no teníamos intimidad, que no había nada entre los dos y en parte sentía como si las cosas se hubieran quebrado entre tantas noches complicadas.
Cerré los ojos hundiéndome en su cuello un instante, sus dedos acariciaron lentamente mi pelo.
Dan sin embargo no mostró muestra ninguna de afecto por mi hermano, sin embargo este parecía la mas de tranquilo ante la reacción de su futura esposa un “sin sentimientos” que sin duda facilitaba mucho las cosas.
En lo único que pesaba esa mujer era en el infierno en el que se estaba metiendo en este momento.
-Me pides demasiado -aseguré con la voz ronca.
Protegía aquello que me importaba, haría lo que hiciera falta por mantenerla con vida. Ahora, era todo cuanto me quedaba, aunque algo me decía que era cuestión de tiempo que me abandonara, también ella lo haría, era una bestia infame incapaz de no romper todo aquello que tocaba.
Durante siglos Sun había vivido ajena a todo este infierno y desde que su vida se había unido a la mía no había hecho mas que destrozarla por dentro. Hania había sido lista, había huido a tiempo.
La bruja nos hablo de un libro antiguo escrito en una lengua muerta, según ella quizás en el pudiéramos encontrar información sobre una cura para esa maldición que ahora atenazaba a mi hermano y a Sun.
Joe se puso en pie, tan enigmático como de costumbre y con ese peculiar tono mordaz suyo, dijo que si pensaba que ahí terminaban todos nuestros problemas estaba muy equivocado.
Se sirvió una copa antes de proseguir con las buenas nuevas, una carta envuelta en seda negra una invitación a una fiesta y según él, los rumores apuntaban a que nuestro padre había regresado del infierno para caminar entre los vivos y algo me decía que no era casualidad que hubiera elegido París para empezar.
-Yo iré -atajé al escuchar toda la información que Joe me tenia que dar.
Mis ojos se centraron en la preocupada mirada de Sun, deslicé mis dedos por su rostro.
-Deberías alimentarte, ahora cuando mi hermano y su futura mujer se vayan a jugar a sus perversiones personales... -dejé la frase en el aire mientras le dedicaba una ladeada sonrisa.
Se que estaba preocupada, no solo por el sobre que habia dejado si no por los nuevos acontecimientos que Joe había dejado claros.
Tenia ganas de quedarme a solas con ella, de fundirme en su piel, hacia demasiado que no teníamos intimidad, que no había nada entre los dos y en parte sentía como si las cosas se hubieran quebrado entre tantas noches complicadas.
Cerré los ojos hundiéndome en su cuello un instante, sus dedos acariciaron lentamente mi pelo.
Dan sin embargo no mostró muestra ninguna de afecto por mi hermano, sin embargo este parecía la mas de tranquilo ante la reacción de su futura esposa un “sin sentimientos” que sin duda facilitaba mucho las cosas.
En lo único que pesaba esa mujer era en el infierno en el que se estaba metiendo en este momento.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: The Black Curse ~ Privado
Seguía sin gustarme la idea que había tenido Assur de vincular nuestra vidas, de compartir la maldición que si no encontrábamos una solución y la parábamos acabaría por matarme, y ya no solo a mí, sino que acabaría matando también a Joe. Este me explicó, con pocas palabras y en tono frío, que no lo había hecho por mí y era algo que sabía sin necesidad de que me lo dijera, era consciente de que al vampiro no le caía del todo bien, sobre todo cuando la vida o la existencia de su hermano estaba metida de por medio, que lo había hecho solamente porque Assur tenía una larga lista de enemigos a su espalda y porque todavía se estaba recuperando de aquella batalla contra el consejo, que yo viviera o muriera era algo que a él no le importaba en absoluto, pero la sangre llamaba y estaba claro que lo había hecho para salvar a su hermano, más que a algo relacionado conmigo.
Sus dedos recorrieron la piel de mi cuello y me acercaron hacia él para acortar la distancia, una necesitada por parte de los por motivos diferentes, notaba como estaba y no era solamente por lo que a mí me acontecía, había algo más en todo aquello del cual no iba a presionarle si no quería decírmelo, no mientras notaba cómo estaba, no cuando veía con facilidad que se sentía devastado en esos momentos… dejaría que él me lo contara cuando estuviera preparado, aunque algo me hacía pensar sobre qué era. Lo miré de forma fija ante sus palabras, ¿qué le pedía demasiado? No podía decirme aquello, ¿era demasiado pedirle que no arriesgara su vida de esa forma por mí, que no quería que le pasara nada? Antes prefería la muerte que permitir que algo le pudiera pasar por mí, si hubiera enlazado su vida con la mía jamás me habría perdonado el hecho de no encontrar una solución… y lo peor es que podría haber acabado de ser así yo misma con mi existencia, pero ahora tenía la vida de Joe ligada a la mía y eso era algo impensable.
No hice comentario alguno por aquello, no iba a entrar en una guerra en esos momentos y solo me mordí el labio ante sus palabras, aunque pese a todo seguía prefiriendo llevar yo sola aquella maldición y no tener que compartirla con Joe, pero eso nos ayudaría a ganar un tiempo que al parecer de la otra forma no íbamos a tener, y ahora nos debíamos de centrar en buscar aquel libro que la anciana nos había comentado, mis ojos miraron los de Assur y supe que no tenía que preguntarle sobre si lo intentábamos o no, mucho menos después de haber pensado en aquello. Apreté mi mano enlazada en la suya, de encontrar aquel libro dependía salvarnos y encontrar una cura, y si algo sabía, es que ninguno de los dos cejaríamos en aquel empeño.
Pero por si fuera poco Joe tenía más noticias para nosotros, más bien para el vampiro, que no tardó en dar a conocer mientras se servía una copa y nos miraba a todos ahora habiendo captado nuestra atención. Empezó con los rumores sobre su padre y aguardé escuchando sus palabras, Assur ya me había contado algo sobre su padre y sabía que aquello no podía ser nada bueno, no después de lo que me había contado. Pero esa vez Joe parecía que sí que podría haber vuelto, y como aportación, le lanzó a Assur una invitación que este comenzó a leer y que yo estando a su lado también leí, aquel pasaje que estaba escrito junto a la invitación que venía al final de la cita. Corroboró que era él y los dos pensaron en asistir pero dado como estaba Joe quizás lo más lógico es que fuera solamente uno, y ya sabía lo que quería decir: que tendría que ser el vampiro quien fuera.
Se ofreció voluntario para corroborar que de verdad era su padre quien había vuelto y no me gustó lo que dijo Joe, sobre todo, que nombrara a aquel inmortal que había sido la causa por la que tuve la pelea con su hermano, el que era parte del consejo y me había engañado en aquella fiesta… y el hecho de que su padre lo hubiera invitado no era algo que me gustara tampoco. Conocía a Assur lo suficiente como para saber que no iba a quedarse de brazos cruzados, algo que no me gustaba en absoluto. Mi mano aferró la manga de su camisa y luego sus dedos entre los míos con fuerza, sus ojos subieron para mirarme pudiendo notar que no quería que fuera, la preocupación que había en ellos por la situación de aquel momento… no quería que fuera él, menos si sabía que Hector iba a estar presente. Me sorprendió oír hablar sobre su hermana, no tenía noción de que tuvieran alguna y era algo que él no me había dicho.
Sus dedos se deslizaron por mí rostro sin apartar mi mirada de la suya, dijo que debía de alimentarme como si me recordara que lo necesitaba y yo lo hubiera olvidado, entre tantas cosas así había sido. Mi lengua se deslizó por uno de mis colmillos como si eso corroborara sus palabras y sentí su rostro esconderse en mi cuello, cerré los ojos y mis dedos acariciaron su rostro, enredándose en su pelo, ladeé mi rostro para dejar mis labios rozando su nariz y luego sus labios, esperando a que Joe y Dan se fueran para seguir su noche, mis ojos se centraron en ambos notando el aura de la cazadora, rojo como el mismo fuego, pero que sin embargo había mantenido el tipo durante todo el rato. Solo cuando se fueron dejándonos a solas fue que el vampiro levantó su rostro y lo miré, acerqué mis labios para dejar un beso para luego ver que se levantaba seguramente a buscar a alguna de sus esclavas, pero mi mano aferrando la suya con fuerza cortó su avance, haciendo que se girara para mirarme.
-No quiero que vayas –dije mientras lo miraba de forma fija, sabía que nada haría cambiar de opinión al vampiro, él ya había tomado su decisión y yo nada podría hacer para que cambiara de idea- dime, ¿por qué te has ofrecido a ir tú? –Pregunté acariciando con mi pulgar su mano sin soltarle, no quería entrar en una discusión, mi voz tampoco era elevada simplemente era una pregunta, quería saber el porqué de sus labios- no quiero que te pase nada, prométeme que no harás nada… -y ambos sabíamos a lo que me estaba refiriendo, saber que cierto vampiro iba a estar presente no me aliviaba en absoluto. Lancé un suspiro y solté su mano para que pudiera llamar a una de sus esclavas mientras yo me levantaba de la cama y me acercaba a ese espejo de cuerpo entero que había en la habitación, levanté el camisón que llevaba observando en el espejo las marcas negras, las runas que la rodeaban pasando la yema de mis dedos por el lugar, siguiendo estando caliente todavía repasándolas cada una mientras pensaba que debíamos de encontrar ese libro, costara lo que costara. Bajé el camisón cuando noté dos auras que se acercaban a la habitación y me giré para encontrarme con la figura del vampiro seguido de una de sus esclavas, no era muy dada a beber y alimentarme de esclavos pero en ese momento lo necesitaba, me senté en la cama y ella hizo lo mismo a mi lado, apartó su pelo dejando su cuello al descubierto, notaba con claridad su sangre fluir por sus venas y eso hizo que mis colmillos crecieran con hambre.
Lamí mis labios y acerqué mis labios a su yugular, lamí la zona notando como su corazón bombeaba sangre con fuerza y pronto hundí mis colmillos en el lugar, ella emitió un jadeo de sus labios y mis ojos subieron a ver los del vampiro mientras succionaba, mientras su sangre bajaba por mi garganta y daba aquellos sorbos alimentándome, saciando el hambre que había sentido. Mi mano subió a su cuello para sujetarlo con fuerza sin apartar mis ojos de Assur, tomando la sangre hasta que noté que era suficiente y que de seguir acabaría con la vida de la joven al ritmo al que iba. Me separé y lamí el lugar para luego lamer mis labios limpiando todo rastro de sangre, en lo que ella se levantaba y se iba tras haber cumplido su cometido. Mi cuerpo ardía por la sangre de la joven, ahora ya saciada, y me levanté acortando la distancia que había entre los dos para rodear su cuello con mi mano, dejando allí mis dedos, y elevar mi rostro para besar sus labios recorriendo su pecho con la mano libre.
-Assur… -su nombre salió en mitad de un jadeo necesitado tras separarme de aquel beso, no dije mucho más y simplemente me abracé al vampiro pegando nuestros cuerpos, necesitándolo. Habían sido unas noches horribles en que la distancia entre ambos me había matado, habían sido noches duras y entre todo lo que teníamos nos faltaba la maldición que me había puesto esa hechicera… era como la gota que había colmado el vaso. Escondí mi rostro en su cuello dejándome envolver por su esencia, acaricié con mi nariz el lugar y dejé varios besos sin querer apartarme, como si aquel abrazo pudiera restar el tiempo que habíamos estado tan separados- te necesito –dije contra su cuello sin separarme para luego volver a buscar sus labios, incapaz de mantenerme separada de él tras todo lo que había pasado.
Sus dedos recorrieron la piel de mi cuello y me acercaron hacia él para acortar la distancia, una necesitada por parte de los por motivos diferentes, notaba como estaba y no era solamente por lo que a mí me acontecía, había algo más en todo aquello del cual no iba a presionarle si no quería decírmelo, no mientras notaba cómo estaba, no cuando veía con facilidad que se sentía devastado en esos momentos… dejaría que él me lo contara cuando estuviera preparado, aunque algo me hacía pensar sobre qué era. Lo miré de forma fija ante sus palabras, ¿qué le pedía demasiado? No podía decirme aquello, ¿era demasiado pedirle que no arriesgara su vida de esa forma por mí, que no quería que le pasara nada? Antes prefería la muerte que permitir que algo le pudiera pasar por mí, si hubiera enlazado su vida con la mía jamás me habría perdonado el hecho de no encontrar una solución… y lo peor es que podría haber acabado de ser así yo misma con mi existencia, pero ahora tenía la vida de Joe ligada a la mía y eso era algo impensable.
No hice comentario alguno por aquello, no iba a entrar en una guerra en esos momentos y solo me mordí el labio ante sus palabras, aunque pese a todo seguía prefiriendo llevar yo sola aquella maldición y no tener que compartirla con Joe, pero eso nos ayudaría a ganar un tiempo que al parecer de la otra forma no íbamos a tener, y ahora nos debíamos de centrar en buscar aquel libro que la anciana nos había comentado, mis ojos miraron los de Assur y supe que no tenía que preguntarle sobre si lo intentábamos o no, mucho menos después de haber pensado en aquello. Apreté mi mano enlazada en la suya, de encontrar aquel libro dependía salvarnos y encontrar una cura, y si algo sabía, es que ninguno de los dos cejaríamos en aquel empeño.
Pero por si fuera poco Joe tenía más noticias para nosotros, más bien para el vampiro, que no tardó en dar a conocer mientras se servía una copa y nos miraba a todos ahora habiendo captado nuestra atención. Empezó con los rumores sobre su padre y aguardé escuchando sus palabras, Assur ya me había contado algo sobre su padre y sabía que aquello no podía ser nada bueno, no después de lo que me había contado. Pero esa vez Joe parecía que sí que podría haber vuelto, y como aportación, le lanzó a Assur una invitación que este comenzó a leer y que yo estando a su lado también leí, aquel pasaje que estaba escrito junto a la invitación que venía al final de la cita. Corroboró que era él y los dos pensaron en asistir pero dado como estaba Joe quizás lo más lógico es que fuera solamente uno, y ya sabía lo que quería decir: que tendría que ser el vampiro quien fuera.
Se ofreció voluntario para corroborar que de verdad era su padre quien había vuelto y no me gustó lo que dijo Joe, sobre todo, que nombrara a aquel inmortal que había sido la causa por la que tuve la pelea con su hermano, el que era parte del consejo y me había engañado en aquella fiesta… y el hecho de que su padre lo hubiera invitado no era algo que me gustara tampoco. Conocía a Assur lo suficiente como para saber que no iba a quedarse de brazos cruzados, algo que no me gustaba en absoluto. Mi mano aferró la manga de su camisa y luego sus dedos entre los míos con fuerza, sus ojos subieron para mirarme pudiendo notar que no quería que fuera, la preocupación que había en ellos por la situación de aquel momento… no quería que fuera él, menos si sabía que Hector iba a estar presente. Me sorprendió oír hablar sobre su hermana, no tenía noción de que tuvieran alguna y era algo que él no me había dicho.
Sus dedos se deslizaron por mí rostro sin apartar mi mirada de la suya, dijo que debía de alimentarme como si me recordara que lo necesitaba y yo lo hubiera olvidado, entre tantas cosas así había sido. Mi lengua se deslizó por uno de mis colmillos como si eso corroborara sus palabras y sentí su rostro esconderse en mi cuello, cerré los ojos y mis dedos acariciaron su rostro, enredándose en su pelo, ladeé mi rostro para dejar mis labios rozando su nariz y luego sus labios, esperando a que Joe y Dan se fueran para seguir su noche, mis ojos se centraron en ambos notando el aura de la cazadora, rojo como el mismo fuego, pero que sin embargo había mantenido el tipo durante todo el rato. Solo cuando se fueron dejándonos a solas fue que el vampiro levantó su rostro y lo miré, acerqué mis labios para dejar un beso para luego ver que se levantaba seguramente a buscar a alguna de sus esclavas, pero mi mano aferrando la suya con fuerza cortó su avance, haciendo que se girara para mirarme.
-No quiero que vayas –dije mientras lo miraba de forma fija, sabía que nada haría cambiar de opinión al vampiro, él ya había tomado su decisión y yo nada podría hacer para que cambiara de idea- dime, ¿por qué te has ofrecido a ir tú? –Pregunté acariciando con mi pulgar su mano sin soltarle, no quería entrar en una discusión, mi voz tampoco era elevada simplemente era una pregunta, quería saber el porqué de sus labios- no quiero que te pase nada, prométeme que no harás nada… -y ambos sabíamos a lo que me estaba refiriendo, saber que cierto vampiro iba a estar presente no me aliviaba en absoluto. Lancé un suspiro y solté su mano para que pudiera llamar a una de sus esclavas mientras yo me levantaba de la cama y me acercaba a ese espejo de cuerpo entero que había en la habitación, levanté el camisón que llevaba observando en el espejo las marcas negras, las runas que la rodeaban pasando la yema de mis dedos por el lugar, siguiendo estando caliente todavía repasándolas cada una mientras pensaba que debíamos de encontrar ese libro, costara lo que costara. Bajé el camisón cuando noté dos auras que se acercaban a la habitación y me giré para encontrarme con la figura del vampiro seguido de una de sus esclavas, no era muy dada a beber y alimentarme de esclavos pero en ese momento lo necesitaba, me senté en la cama y ella hizo lo mismo a mi lado, apartó su pelo dejando su cuello al descubierto, notaba con claridad su sangre fluir por sus venas y eso hizo que mis colmillos crecieran con hambre.
Lamí mis labios y acerqué mis labios a su yugular, lamí la zona notando como su corazón bombeaba sangre con fuerza y pronto hundí mis colmillos en el lugar, ella emitió un jadeo de sus labios y mis ojos subieron a ver los del vampiro mientras succionaba, mientras su sangre bajaba por mi garganta y daba aquellos sorbos alimentándome, saciando el hambre que había sentido. Mi mano subió a su cuello para sujetarlo con fuerza sin apartar mis ojos de Assur, tomando la sangre hasta que noté que era suficiente y que de seguir acabaría con la vida de la joven al ritmo al que iba. Me separé y lamí el lugar para luego lamer mis labios limpiando todo rastro de sangre, en lo que ella se levantaba y se iba tras haber cumplido su cometido. Mi cuerpo ardía por la sangre de la joven, ahora ya saciada, y me levanté acortando la distancia que había entre los dos para rodear su cuello con mi mano, dejando allí mis dedos, y elevar mi rostro para besar sus labios recorriendo su pecho con la mano libre.
-Assur… -su nombre salió en mitad de un jadeo necesitado tras separarme de aquel beso, no dije mucho más y simplemente me abracé al vampiro pegando nuestros cuerpos, necesitándolo. Habían sido unas noches horribles en que la distancia entre ambos me había matado, habían sido noches duras y entre todo lo que teníamos nos faltaba la maldición que me había puesto esa hechicera… era como la gota que había colmado el vaso. Escondí mi rostro en su cuello dejándome envolver por su esencia, acaricié con mi nariz el lugar y dejé varios besos sin querer apartarme, como si aquel abrazo pudiera restar el tiempo que habíamos estado tan separados- te necesito –dije contra su cuello sin separarme para luego volver a buscar sus labios, incapaz de mantenerme separada de él tras todo lo que había pasado.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/10/2015
Localización : París
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The Black Curse ~ Privado
Mi hermano y su extraña prometida salieron de aquel lugar dejándonos por fin en soledad.
No entendía bien la relación de esos dos, quizás porque era difícil de plasmar en un contrato, era como si estuvieran de un modo u otro ligados pero por otro lado les importara bien poco lo que la otro pudiera o no pasarle.
Al menos eso es lo que desde fuera yo percibía, claro que ya tenia bastante con los problemas propios como para solucionar controversias ajenas.
Me fui a levantar para traerle a una de mis esclavas cuando su mano aferró mi muñeca deteniendo así el avance.
Mis ojos la buscaron ,estaba preocupada y sabia exactamente el porque, nade tenia que ver con ese libro mitológico que si no encontrábamos le costaría la vida llevándose junto a la suya la de mi hermano, si no mas bien la reunión familiar a la que me presté voluntario para asistir.
Ladeé la sonrisa aflojando el gesto, fingir que estaba bien no se me daba nada mal y en este momento en el que todo se derrumbaba a mi alrededor como una baraja de naipes yo era el que tenia que permanecer en pie, cuidar de los míos.
-lo se -fue mi respuesta a su afirmación, sabia que no quera que fuera, pero la decisión estaba tomada y ella eso también lo sabia.
Acaricié su mejilla con lentitud escuchando la siguiente pregunta ¿por que yo? ¿y por que no?
-Joe esta maldito, padre no tardaría en aprovechar esa debilidad a su favor, ademas, conmigo siempre ha sido especialmente duro, nada cambiará porque asista a una reunión familiar, al menos nada que no haya vivido milenios atrás.
Sus dedos se deslizaban por mi gélida piel, por una vez eran sus yemas las que ardían contra mi contacto.
-No puedo prometer algo que no se si podre cumplir.
Era cierto y sabia por lo que lo decía, Hector acudiría a esa fiesta y ambos teníamos viejas redecillas, ahora mas avivadas pues Hania me había abandonado para ir a buscarlo.
-La sangre pesa mas que el agua -mascullé para mi mismo.
Que estaba jodido era una evidencia, puede que lo disimulara bajo mil escudos pero esa carta en el escritorio quemaba y lo peor es que ni siquiera había leído una sola linea ¿para que?
Abandoné la estancia rumbo a las habitaciones secundarias, allí mi particular harén, de bellas damas engalanadas para mi visita, una que ya no se producía.
Hice llamar a una, últimamente eran utilizadas unicamente como ganado, el sexo ya no entraba en sus quehaceres diarios, había cumplido mi palabra ¿que era un hombre sin ella?
La lleve de nuevo a la cámara principal, allí encontré una angustiada Sun haciéndose cargo de la cruenta realidad, la mancha de su vientre era algo con lo que tendría que convivir hasta que encontráramos la solución a esa maldición.
La esclava tomó asiento en el lecho, Sun a su lado, mis ojos enrojecieron al ver como se alimentaba de ella, no me había dado cuenta pero también yo estaba francamente hambriento y sin embargo, un nudo en mi estomago no me permitía probar bocado.
Cuando el servicio finalizó la esclava salio de la habitación dejándonos de nuevo solos a los dos.
Sun corrió a mis brazos, la acogí con delicadeza, entendía sus miedos, pero estaba allí para ella, saldríamos de esta.
Nuestros labios se encontraron, cálidos, necesitados y sus palabras solo fueron el inicio de una petición sincera.
La elevé de las nalgas, mi boca colisiono rabiosa en la ajena, jadeé de forma ronca necesitado de desfogarme, de agotar aquella sensación de desazón que me invadía.
Todo se derrumbaba pero yo estaba en pie, mi hombría era un arma afilada que pugnaba por adentrarse en su interior, colisionar con el rastrillo, derrumbar el portón.
Gruñí haciendo que sus nalgas golpearan contra la mesa, mis manos lanzaban al suelo precipitadamente todo lo que había sobre esta mientras la espalda de Sun quedaba allí recostada.
Me quité la camisa con rapidez, sus dedos desabrocharon mi pantalón liberándome del encierro.
Ambos jadeábamos bruscamente contra la boca ajena, como si de un modo u otro ese fuera el único modo de silenciar nuestros miedos, nuestra rabia, nuestra pena y porque no la sensación de quemazón que sentíamos los dos.
No entendía bien la relación de esos dos, quizás porque era difícil de plasmar en un contrato, era como si estuvieran de un modo u otro ligados pero por otro lado les importara bien poco lo que la otro pudiera o no pasarle.
Al menos eso es lo que desde fuera yo percibía, claro que ya tenia bastante con los problemas propios como para solucionar controversias ajenas.
Me fui a levantar para traerle a una de mis esclavas cuando su mano aferró mi muñeca deteniendo así el avance.
Mis ojos la buscaron ,estaba preocupada y sabia exactamente el porque, nade tenia que ver con ese libro mitológico que si no encontrábamos le costaría la vida llevándose junto a la suya la de mi hermano, si no mas bien la reunión familiar a la que me presté voluntario para asistir.
Ladeé la sonrisa aflojando el gesto, fingir que estaba bien no se me daba nada mal y en este momento en el que todo se derrumbaba a mi alrededor como una baraja de naipes yo era el que tenia que permanecer en pie, cuidar de los míos.
-lo se -fue mi respuesta a su afirmación, sabia que no quera que fuera, pero la decisión estaba tomada y ella eso también lo sabia.
Acaricié su mejilla con lentitud escuchando la siguiente pregunta ¿por que yo? ¿y por que no?
-Joe esta maldito, padre no tardaría en aprovechar esa debilidad a su favor, ademas, conmigo siempre ha sido especialmente duro, nada cambiará porque asista a una reunión familiar, al menos nada que no haya vivido milenios atrás.
Sus dedos se deslizaban por mi gélida piel, por una vez eran sus yemas las que ardían contra mi contacto.
-No puedo prometer algo que no se si podre cumplir.
Era cierto y sabia por lo que lo decía, Hector acudiría a esa fiesta y ambos teníamos viejas redecillas, ahora mas avivadas pues Hania me había abandonado para ir a buscarlo.
-La sangre pesa mas que el agua -mascullé para mi mismo.
Que estaba jodido era una evidencia, puede que lo disimulara bajo mil escudos pero esa carta en el escritorio quemaba y lo peor es que ni siquiera había leído una sola linea ¿para que?
Abandoné la estancia rumbo a las habitaciones secundarias, allí mi particular harén, de bellas damas engalanadas para mi visita, una que ya no se producía.
Hice llamar a una, últimamente eran utilizadas unicamente como ganado, el sexo ya no entraba en sus quehaceres diarios, había cumplido mi palabra ¿que era un hombre sin ella?
La lleve de nuevo a la cámara principal, allí encontré una angustiada Sun haciéndose cargo de la cruenta realidad, la mancha de su vientre era algo con lo que tendría que convivir hasta que encontráramos la solución a esa maldición.
La esclava tomó asiento en el lecho, Sun a su lado, mis ojos enrojecieron al ver como se alimentaba de ella, no me había dado cuenta pero también yo estaba francamente hambriento y sin embargo, un nudo en mi estomago no me permitía probar bocado.
Cuando el servicio finalizó la esclava salio de la habitación dejándonos de nuevo solos a los dos.
Sun corrió a mis brazos, la acogí con delicadeza, entendía sus miedos, pero estaba allí para ella, saldríamos de esta.
Nuestros labios se encontraron, cálidos, necesitados y sus palabras solo fueron el inicio de una petición sincera.
La elevé de las nalgas, mi boca colisiono rabiosa en la ajena, jadeé de forma ronca necesitado de desfogarme, de agotar aquella sensación de desazón que me invadía.
Todo se derrumbaba pero yo estaba en pie, mi hombría era un arma afilada que pugnaba por adentrarse en su interior, colisionar con el rastrillo, derrumbar el portón.
Gruñí haciendo que sus nalgas golpearan contra la mesa, mis manos lanzaban al suelo precipitadamente todo lo que había sobre esta mientras la espalda de Sun quedaba allí recostada.
Me quité la camisa con rapidez, sus dedos desabrocharon mi pantalón liberándome del encierro.
Ambos jadeábamos bruscamente contra la boca ajena, como si de un modo u otro ese fuera el único modo de silenciar nuestros miedos, nuestra rabia, nuestra pena y porque no la sensación de quemazón que sentíamos los dos.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: The Black Curse ~ Privado
Mis ojos contemplaron los del vampiro mientras me explicaba la razón por la cual se había prestado voluntario a ir a aquella reunión, entendía sus palabras y lo que me decía, que de ir Joe podría ser incluso peor ahora que la maldición nos enlazaba a los dos de una manera que me seguía costando asimilar, pero que al fin y al cabo era algo que no solo nos hacía ganar tiempo, sino que también a la que tenía que acostumbrarme hasta que encontráramos la solución para ponerle fin. Me mordí el labio con fuerza cuando dijo que no pasaría nada que no hubiera vivido milenios anteriores, pero igualmente la sensación desesperante seguía en mí pecho, no quería que fuera pero de sobra sabía que la decisión la había tomado, y que nada podría hacer para cambiar la idea que se le había metido entre ceja y ceja. También entendía por qué no podía hacerme esa promesa, Assur era un hombre de palabra, fiel a ella casi como si fuera esclavo y presas de las mismas, de sobra sabía que hacer una promesa que ni él sabía si podría cumplir era impensable, pero igualmente… maldición, no quería que hiciera ninguna locura y como se cegara en algo…
Lancé un suspiro dejando que se fuera frustrada por mis propios pensamientos, que no me gustaba esa reunión era algo que no escondí en absoluto, no iba a ser una reunión familiar de bienvenida y algo me hacía pensar que algo iba a pasar en ella, tenía esa extraña sensación, como un mal presentimiento… solo con saber quién iba a asistir y cómo era el vampiro… no quería ni pensarlo, mis pensamientos estaban bastante divididos entre la reunión y los nuevos acontecimientos. Me encontraron al volver mirándome la marca a la que tendría que acostumbrarme ver en mi cuerpo y finalmente acabé por beber de la humana aunque me sentía mejor que el día anterior, algo me decía que cada vez que la marca se extendiera me sentiría igual que el día anterior, como si me mermaran las fuerzas y me debilitara… y dado que no sabía cuándo podría pasar eso lo convertía en algo sumamente peligroso, más si me pasaba fuera de aquella mansión y me debilitaba.
No quise pensar en nada de eso, bebí de la humana lo suficiente mientras mi mirada estaba puesta en el vampiro y cuando terminé esta se alejó saliendo de la habitación dejándonos solos, lamí mis labios quitando la sangre restante y me acerqué a él para abrazarlo, para sentirlo cerca de mí. Habían sido días complicados y difíciles, muy oscuros, donde lo había echado de menos y la distancia me había matado, sumándole a eso los últimos acontecimientos que nos habían asolado. Lo necesitaba, sentir su piel contra la mía, sus manos sobre mi cuerpo como si fuera lo único que pudiera paliar lo que mi cuerpo sentía, toda la rabia, la frustración, desazón, malestar… todo aquello que se arremolinaba en mi interior y que me consumía lentamente, como me consumía la maldición.
Nuestros labios se encontraron y sus manos alzaron mi cuerpo, mis piernas no tardaron en rodear su cintura correspondiendo a su beso, necesitado, hambriento, desesperado incluso… mis manos en su rostro mientras nos besábamos moviendo mis caderas contra su miembro que evidenciaba su estado de excitación, el mismo que yo sentía en esos momentos. Se movió para dejarme caer sobre la mesa, sus manos apartando lo que había encima tirándolo al suelo sin despegar mis labios de los suyos bajando mis manos ahora por su cuerpo. Él comenzó a desabrocharse la camisa y mis manos hicieron lo propio con su pantalón que libre cayó al suelo, nuestras respiraciones mezcladas, erráticas, chocaban la una contra la otra de forma brusca como si nos faltara el aliento. Mis manos bajaron su ropa interior dejándolo desnudo al tiempo que sus manos de un tirón rasgaban el camisón por la mitad dividiéndolo en dos partes, dejándome desnuda y raudo sus manos deslizaron la ropa interior por mis piernas para colarse entre ellas rozando nuestros sexos.
Mis piernas volvieron a rodear su cintura subiendo mis manos por su cuerpo hasta enredarse en su nuca, mi espalda apoyada contra la mesa arqueándose hacia el cuerpo del vampiro buscándolo de forma necesitada, sus manos recorriendo mi cuerpo parándose en aquella marca que miró durante unos segundos, como si él también tuviera que acostumbrarse a ella y al calor que desprendía en mí cuerpo. Tiré de su pelo para elevar su rostro e impactar mis labios con los suyos cuando de un movimiento se abrió paso en mí interior, un gemido escapó de mis labios que murió en los suyos moviéndose sin parar, moviendo mi cadera en cada una de sus embestidas, arqueando mi cuerpo buscando el suyo. No había delicadeza en aquel acto, tampoco la quería, era como una forma de dejar fluir todo lo que llevábamos dentro, como desquitarnos, como un bálsamo para calmarnos que aliviara aquello que sentíamos en ese momento.
No necesitaba que me demostrara que me quería en ese momento, con el sacrificio que iba a hacer bastaba, me había dado cuenta de que más que nunca mi vida pendía de un maldito hilo que se podría romper en cualquier momento, necesitaba que me anclara de alguna forma a él, que me hiciera sentir… viva, pese a que mi corazón no latía. Sus embestidas eran raudas, salvajes, profundas y placenteras que me hacían perder la razón, mis manos por su cuerpo recorriéndolo, mis labios recorriendo su cuello dejando mordiscos y besos para luego subir a los suyos, gemía, jadeaba, pronunciaba su nombre entre gemidos sin soltarlo en ningún momento. La mesa se movía con cada embestida del vampiro impactando contra la pared por la fuerza con la que se movía, mis nalgas a veces se movían por la fuerza que imprimía, mis labios buscaron los suyos para fundirnos en un beso necesitado en el que arrasé con su boca adueñándome de la misma, una mano en su nuca acercándolo a mí y la otra arañando su espalda.
-Assur –gemí contra sus labios moviendo mis caderas contra él, apresando su cintura con fuerza con mis piernas notando que de nuevo me acercaba a aquel abismo al cual era el único que conseguía llevarme, sintiendo que el placer se extendía por mi cuerpo y un calor se arremolinaba en mi vientre, muy diferente al de la maldición, que me iba a hacer estallar de placer.
Lancé un suspiro dejando que se fuera frustrada por mis propios pensamientos, que no me gustaba esa reunión era algo que no escondí en absoluto, no iba a ser una reunión familiar de bienvenida y algo me hacía pensar que algo iba a pasar en ella, tenía esa extraña sensación, como un mal presentimiento… solo con saber quién iba a asistir y cómo era el vampiro… no quería ni pensarlo, mis pensamientos estaban bastante divididos entre la reunión y los nuevos acontecimientos. Me encontraron al volver mirándome la marca a la que tendría que acostumbrarme ver en mi cuerpo y finalmente acabé por beber de la humana aunque me sentía mejor que el día anterior, algo me decía que cada vez que la marca se extendiera me sentiría igual que el día anterior, como si me mermaran las fuerzas y me debilitara… y dado que no sabía cuándo podría pasar eso lo convertía en algo sumamente peligroso, más si me pasaba fuera de aquella mansión y me debilitaba.
No quise pensar en nada de eso, bebí de la humana lo suficiente mientras mi mirada estaba puesta en el vampiro y cuando terminé esta se alejó saliendo de la habitación dejándonos solos, lamí mis labios quitando la sangre restante y me acerqué a él para abrazarlo, para sentirlo cerca de mí. Habían sido días complicados y difíciles, muy oscuros, donde lo había echado de menos y la distancia me había matado, sumándole a eso los últimos acontecimientos que nos habían asolado. Lo necesitaba, sentir su piel contra la mía, sus manos sobre mi cuerpo como si fuera lo único que pudiera paliar lo que mi cuerpo sentía, toda la rabia, la frustración, desazón, malestar… todo aquello que se arremolinaba en mi interior y que me consumía lentamente, como me consumía la maldición.
Nuestros labios se encontraron y sus manos alzaron mi cuerpo, mis piernas no tardaron en rodear su cintura correspondiendo a su beso, necesitado, hambriento, desesperado incluso… mis manos en su rostro mientras nos besábamos moviendo mis caderas contra su miembro que evidenciaba su estado de excitación, el mismo que yo sentía en esos momentos. Se movió para dejarme caer sobre la mesa, sus manos apartando lo que había encima tirándolo al suelo sin despegar mis labios de los suyos bajando mis manos ahora por su cuerpo. Él comenzó a desabrocharse la camisa y mis manos hicieron lo propio con su pantalón que libre cayó al suelo, nuestras respiraciones mezcladas, erráticas, chocaban la una contra la otra de forma brusca como si nos faltara el aliento. Mis manos bajaron su ropa interior dejándolo desnudo al tiempo que sus manos de un tirón rasgaban el camisón por la mitad dividiéndolo en dos partes, dejándome desnuda y raudo sus manos deslizaron la ropa interior por mis piernas para colarse entre ellas rozando nuestros sexos.
Mis piernas volvieron a rodear su cintura subiendo mis manos por su cuerpo hasta enredarse en su nuca, mi espalda apoyada contra la mesa arqueándose hacia el cuerpo del vampiro buscándolo de forma necesitada, sus manos recorriendo mi cuerpo parándose en aquella marca que miró durante unos segundos, como si él también tuviera que acostumbrarse a ella y al calor que desprendía en mí cuerpo. Tiré de su pelo para elevar su rostro e impactar mis labios con los suyos cuando de un movimiento se abrió paso en mí interior, un gemido escapó de mis labios que murió en los suyos moviéndose sin parar, moviendo mi cadera en cada una de sus embestidas, arqueando mi cuerpo buscando el suyo. No había delicadeza en aquel acto, tampoco la quería, era como una forma de dejar fluir todo lo que llevábamos dentro, como desquitarnos, como un bálsamo para calmarnos que aliviara aquello que sentíamos en ese momento.
No necesitaba que me demostrara que me quería en ese momento, con el sacrificio que iba a hacer bastaba, me había dado cuenta de que más que nunca mi vida pendía de un maldito hilo que se podría romper en cualquier momento, necesitaba que me anclara de alguna forma a él, que me hiciera sentir… viva, pese a que mi corazón no latía. Sus embestidas eran raudas, salvajes, profundas y placenteras que me hacían perder la razón, mis manos por su cuerpo recorriéndolo, mis labios recorriendo su cuello dejando mordiscos y besos para luego subir a los suyos, gemía, jadeaba, pronunciaba su nombre entre gemidos sin soltarlo en ningún momento. La mesa se movía con cada embestida del vampiro impactando contra la pared por la fuerza con la que se movía, mis nalgas a veces se movían por la fuerza que imprimía, mis labios buscaron los suyos para fundirnos en un beso necesitado en el que arrasé con su boca adueñándome de la misma, una mano en su nuca acercándolo a mí y la otra arañando su espalda.
-Assur –gemí contra sus labios moviendo mis caderas contra él, apresando su cintura con fuerza con mis piernas notando que de nuevo me acercaba a aquel abismo al cual era el único que conseguía llevarme, sintiendo que el placer se extendía por mi cuerpo y un calor se arremolinaba en mi vientre, muy diferente al de la maldición, que me iba a hacer estallar de placer.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: The Black Curse ~ Privado
Atravesé las nueve puertas del tártaro entre sus piernas. Su calor era abrasador, de su humedad me embebí por completo, ebrio de su esencia, ella, solo ella me llevaba a ese extremo de locura en el que las llamas del Olimpo se me antojaban eternas.
Gruñí contra sus labios con cada embestida placentera, jadeaba sin tregua, su boca acogía mi roncos gemidos para sellarlos, acompañarlos en todo el recorrido.
Me sacudí de forma intensa dentro de si, llenadola de mi, no hubo delicadeza en aquel acto, ninguno necesitaba eso, era evidente cuando la sangre chorreaba de mis labios.
Su inmaculado cuello fue testigo de mi abrazo, lo necesitaba, la necesitaba de ese modo único que teníamos los vampiros de compartir el fuerte vinculo de la sangre.
Ladeé la cabeza aun sintiendo como su coño ardía atrapándome con mis últimos coletazos, no pidió permiso, no lo necesitaba, sus colmillos se hundieron en mi cuello haciendo que el orgasmo se incrementara por completo.
Eramos dos furias salvajes, dos bestias necesitadas de sexo y sangre.
Mi cuerpo cedió contra el suyo en el mismo instante en que su boca abandono mi piel, se relamía y así de nuevo nuestras lenguas se perdieron en un duelo eterno que bien podía representar el cielo y el infierno.
La alcé aun con la respiración errática para llevarla al lecho, sobre este me deje caer acoplado por completo a su piel.
Me desquité en ella de todas mis preocupaciones, galopé como los mismos jinetes del apocalipsis haciéndole pagar caro todo lo que en estos días había pasado, me convertí en hambre, muerte, victoria y guerra, no deje nada por arrasar de su cuerpo, toda de ella me pertenecía por completo.
Sus dedos trataban de calmarme, mis ojos rojos pero oscurecidos con ese color burdeos, delataban que la bestia me acompañaba en ese encuentro, era la segunda vez que esta la tomaba, la primera fue una violación, solo mi bestia copo mi razón, esta por el contrario fue distinta, pues en ese encuentro convivimos los dos.
Se que muchas eran las preguntas que tenia, los silencios la delataban, pero no las hacia porque en le fondo creo que sabia que por mucho que habláramos de ciertas cosas no encontraríamos un punto que satisficiera a los dos.
-Te prometo que daremos con ese libro -susurré contra su pelo, sus dedos jugaban con mi pecho antes de alzar la mirada para encontrarse con una de mis sonrisas ladeadas -pero hoy déjame disfrutar de tu cuerpo -apunté deslizando mis anos por su espalda, zigzagueando hasta alcanzar sus nalgas, las apreté suavemente moviendo sus caderas contra mi hombría.
-Necesitaba esto -confesé -trataré de tomarme con clama la fiesta que da mi padre, no puedo prometer que volveré del mismo modo que me fui, pero prométeme tu una cosa...
Su mirada se perdió en la mía expectante.
-Prométeme que cuando vuelva estarás aquí.
Hania me había abandonado, no soportaría otra nota que guardar en ese escritorio a la espera de tener el valor suficiente para leer sus lineas.
Gruñí contra sus labios con cada embestida placentera, jadeaba sin tregua, su boca acogía mi roncos gemidos para sellarlos, acompañarlos en todo el recorrido.
Me sacudí de forma intensa dentro de si, llenadola de mi, no hubo delicadeza en aquel acto, ninguno necesitaba eso, era evidente cuando la sangre chorreaba de mis labios.
Su inmaculado cuello fue testigo de mi abrazo, lo necesitaba, la necesitaba de ese modo único que teníamos los vampiros de compartir el fuerte vinculo de la sangre.
Ladeé la cabeza aun sintiendo como su coño ardía atrapándome con mis últimos coletazos, no pidió permiso, no lo necesitaba, sus colmillos se hundieron en mi cuello haciendo que el orgasmo se incrementara por completo.
Eramos dos furias salvajes, dos bestias necesitadas de sexo y sangre.
Mi cuerpo cedió contra el suyo en el mismo instante en que su boca abandono mi piel, se relamía y así de nuevo nuestras lenguas se perdieron en un duelo eterno que bien podía representar el cielo y el infierno.
La alcé aun con la respiración errática para llevarla al lecho, sobre este me deje caer acoplado por completo a su piel.
Me desquité en ella de todas mis preocupaciones, galopé como los mismos jinetes del apocalipsis haciéndole pagar caro todo lo que en estos días había pasado, me convertí en hambre, muerte, victoria y guerra, no deje nada por arrasar de su cuerpo, toda de ella me pertenecía por completo.
Sus dedos trataban de calmarme, mis ojos rojos pero oscurecidos con ese color burdeos, delataban que la bestia me acompañaba en ese encuentro, era la segunda vez que esta la tomaba, la primera fue una violación, solo mi bestia copo mi razón, esta por el contrario fue distinta, pues en ese encuentro convivimos los dos.
Se que muchas eran las preguntas que tenia, los silencios la delataban, pero no las hacia porque en le fondo creo que sabia que por mucho que habláramos de ciertas cosas no encontraríamos un punto que satisficiera a los dos.
-Te prometo que daremos con ese libro -susurré contra su pelo, sus dedos jugaban con mi pecho antes de alzar la mirada para encontrarse con una de mis sonrisas ladeadas -pero hoy déjame disfrutar de tu cuerpo -apunté deslizando mis anos por su espalda, zigzagueando hasta alcanzar sus nalgas, las apreté suavemente moviendo sus caderas contra mi hombría.
-Necesitaba esto -confesé -trataré de tomarme con clama la fiesta que da mi padre, no puedo prometer que volveré del mismo modo que me fui, pero prométeme tu una cosa...
Su mirada se perdió en la mía expectante.
-Prométeme que cuando vuelva estarás aquí.
Hania me había abandonado, no soportaría otra nota que guardar en ese escritorio a la espera de tener el valor suficiente para leer sus lineas.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: The Black Curse ~ Privado
Assur era el único que podía llevarme a ese estado en el que me encontraba en esos momentos, capaz de llevarme a un abismo por el cual me volvía completamente loca, perdía la razón y luego me dejaba caer por el mismo perdiéndome en él y en todo lo que me hacía sentir. Nos desquitábamos con aquel acto de todo lo que habíamos pasado los días anteriores, como si quisiéramos borrar en nuestra piel todas y cada una de las sensaciones que nos atenazaban en esos momentos, como si fueran un bálsamo que curara y aliviara lo que sentíamos. Mis uñas rasgaron ligeramente la piel de su espalda marcando aquel acto que no era delicado en ninguno de nuestros movimientos, no lo necesitábamos en ese momento en que nuestros cuerpos nos pedían aquella danza más salvaje y primitiva. Mi cadera se movía con cada embestida que me daba hacia él para hacerla más profunda, pegada completamente a su cuerpo y el agarre de mis piernas no disminuía en ningún momento.
Cerré los ojos y gemí cuando sentí sus colmillos rasgar la piel de mi cuello, ladeé este para que pudiera resultarle más fácil beber de mi sangre sin dejar de moverse como el demonio y la bestia que era, ahora unidos en aquel momento, llevándome al borde de la locura. Se apartó con sus labios manchados de su sangre y ladeó su cuello para darme mejor acceso, y ni siquiera me lo pensé. Lo acerqué con una de mis manos enredada en su pelo y mis colmillos salvajes se hundieron en la piel de su cuello logrando ambos alcanzar el orgasmo mientras bebía de su cuello, marcando aquella unión entre vampiros, con sangre, la más fuerte de todas. Lo sentía irse en mi interior mientras el orgasmo me recorría y eso me hizo gruñir contra su cuello, separando mis labios para lamerlos bajo su atenta mirada completamente en ese tono burdeos que ya conocía y fundirnos en un beso mezclando ambas sangres en aquel beso, rudo, salvaje y necesitado.
Me alzó de aquel lugar para llevarme sin separarse de mi cuerpo a la cama donde se dejó caer sin soltarme pegado completamente a mí cuerpo, dejándome recostada contra su pecho mientras nos recuperábamos de aquel asalto primitivo, salvaje y pasional que habíamos tenido. Notaba su respiración dar contra mi pelo y mis dedos hacían figuras imaginarias sobre su pecho. Tenía cosas que preguntar, muchas dudas asolaban por mi cabeza pero en ese momento decidí callarme y disfrutar del momento que teníamos, disfrutando de tenerlo conmigo. Sus palabras hicieron que me mordiera el labio, si algo caracterizaba al vampiro era que lo que prometía lo cumplía… nunca juraba en vano y sabía que al igual que yo no descansaría hasta encontrar aquel maldito libro. Levanté la mirada hasta la suya para ver esa sonrisa ladeada que tanto me gustaba, dejé un beso en su pecho negando levemente con la cabeza sacándome una sonrisa sintiendo sus manos descender por mi espalda hasta llegar a mis nalgas, apretándolas suavemente moviéndolas de forma que se rozara con su miembro y me sacara un jadeo que murió contra su pecho.
-Te he echado de menos –confesé dejando un sutil mordisco en su esternón para alzar la mirada apoyando mi barbilla en su pecho y mirarle, era cierto que lo había echado de menos, sus manos, su cuerpo contra el mío, sus besos, sus caricias… a él. Si lo que quería era disfrutar de mí cuerpo ¿quién era yo para negárselo? Me gustaba sentir sus manos deslizándose por mi piel provocándome pequeños escalofríos pequeños, mis labios fueron hasta los suyos para dejar un beso corto para luego escuchar sus palabras, unas que no me gustaron porque eso quizás podría decir que cabía la posibilidad que volviera herido, una de tantas cosas que podrían pasar y que me hizo fruncir el ceño durante unos segundos. No quería que le pasara en aquella fiesta, ante su pausa para que le prometiera una cosa mis ojos subieron a los suyos esperando para que hablar sin saber qué era lo que iba a pedirme. Mis ojos lo contemplaron de forma fija tras sus palabras, recorriéndolo para subir mi mano de mi pecho a su rostro, ¿temía que me fuera? Y si era así, ¿por qué motivo me iba a ir? Si no me había ido ya… no iba a irme en esos momentos. Negué levemente con la cabeza recorriendo sus labios con mi pulgar- eso no hace falta que te lo prometa, Assur… soy incapaz de irme de tú lado –confesé con sinceridad- hace un tiempo quizás me habría costado prometértelo pero ahora no encuentro mejor lugar que el volver a tú lado, que estar aquí… contigo –mi nariz rozó levemente la suya en una sutil caricia para mirarlo de nuevo- ¿aún no te has dado cuenta, verdad? Me tienes anclada y completamente atrapada… como si una cadena me encadenara a ti y que nace desde aquí –cogí una de sus manos y la dejé sobre mi pecho, sobre mi inerte corazón- y ni puedo ni quiero romperla. Una vez te dije que no quería ni oro, ni joyas, ni castillos, ni siquiera esta mansión… he vagado toda mi existencia por el mundo sin tener un sitio donde quedarme sin saber que no buscaba un dónde, sino un quién –lo miré de forma fija- ahora tú eres mi lugar y mi hogar Assur, y no hace falta que te prometa que me encontrarás aquí cuando vuelvas, en esta misma cama, desnuda si hasta lo prefieres… -mis labios rozaron los suyos- me invadirá la impaciencia, estaré nerviosa todo el rato y se me hará eterno pero no me iré de aquí –mordí su labio inferior con sutileza- quiero que tú me prometas algo; que pensarás antes de actuar. Que no se te olvide que eres el rey sobre el tablero, y que es mejor analizar las jugadas antes de hacer nada… al menos prométeme eso, sabes mover las fichas sobre el tablero, convierte esa reunión en tu campo y muévete sabiendo esquivar los jaques que puedan darte.
Cerré los ojos y gemí cuando sentí sus colmillos rasgar la piel de mi cuello, ladeé este para que pudiera resultarle más fácil beber de mi sangre sin dejar de moverse como el demonio y la bestia que era, ahora unidos en aquel momento, llevándome al borde de la locura. Se apartó con sus labios manchados de su sangre y ladeó su cuello para darme mejor acceso, y ni siquiera me lo pensé. Lo acerqué con una de mis manos enredada en su pelo y mis colmillos salvajes se hundieron en la piel de su cuello logrando ambos alcanzar el orgasmo mientras bebía de su cuello, marcando aquella unión entre vampiros, con sangre, la más fuerte de todas. Lo sentía irse en mi interior mientras el orgasmo me recorría y eso me hizo gruñir contra su cuello, separando mis labios para lamerlos bajo su atenta mirada completamente en ese tono burdeos que ya conocía y fundirnos en un beso mezclando ambas sangres en aquel beso, rudo, salvaje y necesitado.
Me alzó de aquel lugar para llevarme sin separarse de mi cuerpo a la cama donde se dejó caer sin soltarme pegado completamente a mí cuerpo, dejándome recostada contra su pecho mientras nos recuperábamos de aquel asalto primitivo, salvaje y pasional que habíamos tenido. Notaba su respiración dar contra mi pelo y mis dedos hacían figuras imaginarias sobre su pecho. Tenía cosas que preguntar, muchas dudas asolaban por mi cabeza pero en ese momento decidí callarme y disfrutar del momento que teníamos, disfrutando de tenerlo conmigo. Sus palabras hicieron que me mordiera el labio, si algo caracterizaba al vampiro era que lo que prometía lo cumplía… nunca juraba en vano y sabía que al igual que yo no descansaría hasta encontrar aquel maldito libro. Levanté la mirada hasta la suya para ver esa sonrisa ladeada que tanto me gustaba, dejé un beso en su pecho negando levemente con la cabeza sacándome una sonrisa sintiendo sus manos descender por mi espalda hasta llegar a mis nalgas, apretándolas suavemente moviéndolas de forma que se rozara con su miembro y me sacara un jadeo que murió contra su pecho.
-Te he echado de menos –confesé dejando un sutil mordisco en su esternón para alzar la mirada apoyando mi barbilla en su pecho y mirarle, era cierto que lo había echado de menos, sus manos, su cuerpo contra el mío, sus besos, sus caricias… a él. Si lo que quería era disfrutar de mí cuerpo ¿quién era yo para negárselo? Me gustaba sentir sus manos deslizándose por mi piel provocándome pequeños escalofríos pequeños, mis labios fueron hasta los suyos para dejar un beso corto para luego escuchar sus palabras, unas que no me gustaron porque eso quizás podría decir que cabía la posibilidad que volviera herido, una de tantas cosas que podrían pasar y que me hizo fruncir el ceño durante unos segundos. No quería que le pasara en aquella fiesta, ante su pausa para que le prometiera una cosa mis ojos subieron a los suyos esperando para que hablar sin saber qué era lo que iba a pedirme. Mis ojos lo contemplaron de forma fija tras sus palabras, recorriéndolo para subir mi mano de mi pecho a su rostro, ¿temía que me fuera? Y si era así, ¿por qué motivo me iba a ir? Si no me había ido ya… no iba a irme en esos momentos. Negué levemente con la cabeza recorriendo sus labios con mi pulgar- eso no hace falta que te lo prometa, Assur… soy incapaz de irme de tú lado –confesé con sinceridad- hace un tiempo quizás me habría costado prometértelo pero ahora no encuentro mejor lugar que el volver a tú lado, que estar aquí… contigo –mi nariz rozó levemente la suya en una sutil caricia para mirarlo de nuevo- ¿aún no te has dado cuenta, verdad? Me tienes anclada y completamente atrapada… como si una cadena me encadenara a ti y que nace desde aquí –cogí una de sus manos y la dejé sobre mi pecho, sobre mi inerte corazón- y ni puedo ni quiero romperla. Una vez te dije que no quería ni oro, ni joyas, ni castillos, ni siquiera esta mansión… he vagado toda mi existencia por el mundo sin tener un sitio donde quedarme sin saber que no buscaba un dónde, sino un quién –lo miré de forma fija- ahora tú eres mi lugar y mi hogar Assur, y no hace falta que te prometa que me encontrarás aquí cuando vuelvas, en esta misma cama, desnuda si hasta lo prefieres… -mis labios rozaron los suyos- me invadirá la impaciencia, estaré nerviosa todo el rato y se me hará eterno pero no me iré de aquí –mordí su labio inferior con sutileza- quiero que tú me prometas algo; que pensarás antes de actuar. Que no se te olvide que eres el rey sobre el tablero, y que es mejor analizar las jugadas antes de hacer nada… al menos prométeme eso, sabes mover las fichas sobre el tablero, convierte esa reunión en tu campo y muévete sabiendo esquivar los jaques que puedan darte.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: The Black Curse ~ Privado
Mi vientre se contrajo cuando los dientes de Sun me mordieron con suavidad, ladeé la sonrisa cuando su mirada se perdió en la mía, su barbilla apoyada en mi pecho y unas palabras que sonaron sinceras “te he echado de menos”
Cambien yo lo había hecho, como ahora echaba de menos a Hania en la habitación contigua, puede que ella creyera que no le di bastante, puede que así fuera, pero trate de hacerla fuerte, de enseñarla a ser una Black, mostrarle como se caza, como nos alimentamos.
Entendía que su sitio no estaba conmigo, la sangre pesa demasiado y yo sufriría su ausencia en silencio.
No le mostré a Sun mi dolor, no estaba acostumbrado a romper ante nada ni ante nadie.
Leía preocupación en su mirada, supongo que la maldición, la consecución de enemigos que nos asediaban era motivo mas que suficiente como para enloquecer a cualquiera, aun así, Sun era fuerte, se mostraba imbatible a mi lado y valoré esa determinación y mas las palabras que dijo a continuación prometiendo que no me dejaría.
Sonreí sin apartar mis azules de sus pardos, puede que para ella fuera un absurdo mi petición, daba por echo que no podría irse de mi lado jamas, sin embargo yo estaba acostumbrado la abandono, a un mundo sin sentimientos, algo que mas bien era debilidad, un pecado.
Perdía el control cuando amaba, quizás por eso para mi era mas fácil hablar de contratos, eso podía controlarlo.
Su nariz se floto con la mía, mis labios se entreabrieron para acoger su boca pero fueron mas palabras las que entraron exhaladas por ella hasta mis labios entreabiertos.
-no, no me he dado cuenta -respondí.
Me gustaba escucharlo ¿a que hombre no le gustaba saber que era amado?
Su boca impacto con la mía, beso largo profundo y necesitado, la atraje por la cintura enredándonos como la hiedra.
-¿desnuda? -bromeé guiñándole un ojo -eso es motivador -trate de ponerle un ápice de humor a un día catastrófico para los dos -solo pensaré en volver -apunté lanzandole un par de bocados al aire haciendo castañetear mis dientes
Mordió mi labio inferior, nuestras risas chocaron furibundas, dibujé sus labios con mi lengua provocandola.
-No puedo prometer eso Sun, ya me conoces, intentaré controlarme, pero hay cosas que no se tocan y si Hector me busca, me encontraría, lo juro.
Se que ella entendía por donde iban mis palabras, no iba a tolerar que me hablara de forma despectiva de Sun, tenia ya bastante con soportar que me paseara por los morros a su nueva adquisición.
Cambien yo lo había hecho, como ahora echaba de menos a Hania en la habitación contigua, puede que ella creyera que no le di bastante, puede que así fuera, pero trate de hacerla fuerte, de enseñarla a ser una Black, mostrarle como se caza, como nos alimentamos.
Entendía que su sitio no estaba conmigo, la sangre pesa demasiado y yo sufriría su ausencia en silencio.
No le mostré a Sun mi dolor, no estaba acostumbrado a romper ante nada ni ante nadie.
Leía preocupación en su mirada, supongo que la maldición, la consecución de enemigos que nos asediaban era motivo mas que suficiente como para enloquecer a cualquiera, aun así, Sun era fuerte, se mostraba imbatible a mi lado y valoré esa determinación y mas las palabras que dijo a continuación prometiendo que no me dejaría.
Sonreí sin apartar mis azules de sus pardos, puede que para ella fuera un absurdo mi petición, daba por echo que no podría irse de mi lado jamas, sin embargo yo estaba acostumbrado la abandono, a un mundo sin sentimientos, algo que mas bien era debilidad, un pecado.
Perdía el control cuando amaba, quizás por eso para mi era mas fácil hablar de contratos, eso podía controlarlo.
Su nariz se floto con la mía, mis labios se entreabrieron para acoger su boca pero fueron mas palabras las que entraron exhaladas por ella hasta mis labios entreabiertos.
-no, no me he dado cuenta -respondí.
Me gustaba escucharlo ¿a que hombre no le gustaba saber que era amado?
Su boca impacto con la mía, beso largo profundo y necesitado, la atraje por la cintura enredándonos como la hiedra.
-¿desnuda? -bromeé guiñándole un ojo -eso es motivador -trate de ponerle un ápice de humor a un día catastrófico para los dos -solo pensaré en volver -apunté lanzandole un par de bocados al aire haciendo castañetear mis dientes
Mordió mi labio inferior, nuestras risas chocaron furibundas, dibujé sus labios con mi lengua provocandola.
-No puedo prometer eso Sun, ya me conoces, intentaré controlarme, pero hay cosas que no se tocan y si Hector me busca, me encontraría, lo juro.
Se que ella entendía por donde iban mis palabras, no iba a tolerar que me hablara de forma despectiva de Sun, tenia ya bastante con soportar que me paseara por los morros a su nueva adquisición.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: The Black Curse ~ Privado
Me gustaba poder volver a estar de nuevo de esa forma con Assur, sin tener que preocuparnos por la frialdad y la distancia que habíamos soportado los días anteriores, juntos, como si ahora el estar pegados de aquella forma piel con piel pudiera paliar el hecho de haber estado tanto tiempo separados. Podía sentir su cuerpo bajo el mío pero en donde más notaba su piel era allí donde calmaba y aliviaba sobre la marca, sobre aquellas runas que mantenían esa parte de mi cuerpo caliente como si de nuevo volviera a tener vida, calor… era algo extraño y a lo que tendría que acostumbrarme hasta hallar la forma de quitarlo, sabiendo que no podía arriesgar mi vida porque si algo me pasaba a mí como consecuencia le pasaría a su hermano… así que esperaba que este tampoco hiciera nada extraño y que pasara desapercibido como él decía, ahora más que nunca.
Volvíamos a estar en ese tono en el que la tensión se había esfumado, todo parecía tranquilo y en calma entre los dos y disfruté de ese momento, de sentirlo junto a mí, sus manos recorriendo mi cuerpo y mis ojos observando los suyos mientras de forma sincera, de la más sincera que sabía expresar en esos momentos, le decía lo que era para mí. Quizás no me hubiera dado cuenta hasta ese momento pero no valoras realmente lo que tienes hasta que lo pierdes, o hasta que lo puedes perder en todo caso… yo ya sabía de mis sentimientos por el vampiro, eso lo tenía más que claro, pero no me había dado cuenta que yo que siempre había vagado por el mundo sin importarme tener un sitio al que volver ahora, precisamente, me anclaba y me desesperaba el hecho de no volver al lado del vampiro, de ese con el que jamás llegué a pensar que podría estar en la situación en la que estaba ahora.
Me reí divertida cuando dijo que no se había dado cuenta mordiéndome el labio, mirándolo con cierta diversión porque ¿cómo no darse cuenta? Pero claro, quizás es que no me iba a decir lo que evidente que era y prefería mejor dejarlo así, no me importaba tampoco, pero por si no lo sabía yo se lo dejaba más claro aún. Mis labios fueron de nuevo a los suyos y nos besamos de forma algo más prolongada, calmada, sosegada notando su brazo acercándome más a él como si eso fuera imposible, solo podríamos estar más juntos si fundiéramos nuestra piel en una sola, porque no había ni un solo centímetro de mi piel que no estuviera pegada al cuerpo del vampiro. Reí mordiendo su labio inferior ante mi propuesta de esperarlo desnuda sabiendo que ese pequeño detalle no lo pasaría por alto, negué con la cabeza cuando dijo que eso era un buen motivo para volver sabiendo que quería quitar hierro al asunto, ponerle un poco de humor a ese momento y yo lo dejé… tenía el don peculiar de poner ese tono divertido y distendido en momentos como aquel.
Bufé cuando dijo que no podía prometerme aquello tras lamer mis labios de forma lenta y provocativa, que ya sabía cómo era, que se intentaría controlar pero que había ciertas cosas que no iba a dejar pasar, y sí, sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo en esos momentos… para lo que él podría ser una ofensa, a mí me daba exactamente igual lo que el vampiro pudiera decir o siquiera pensar de mí, porque para mí no era nada y su opinión me era totalmente indiferente, no me conocía y yo sabía perfectamente quién era, lo que hacía y lo que dejaba de hacer. Llevé mi rostro a su cuello y mis labios recorrieron este dejando pequeños mordiscos y besos por todo el lugar notando su vena bajo mis labios. Mi nariz también acarició la piel del lugar y terminé por subir a su oreja dejando un mordisco, sutil, en su lóbulo antes de apartarme para mirarlo dejando mi rostro cerca del suyo.
-¿Puedes prometerme, al menos, que volverás de una pieza? –Porque discutir con él en algo que tenía claro y fijo era tontería, y además no quería discutir en esos momentos con él ahora que estábamos bien- Ya sabes, que volverás aquí donde te estaré esperando para ser esa calma y el bálsamo que necesites por lo que pueda llegar a pasar esa noche… -mis labios acariciaron los suyos y subí mis ojos para mirarlo- necesito algo a lo que anclarme, Assur, algo que me deje tranquila dentro de mi intranquilidad esa noche –no me esforcé en ocultar que, aparte de no gustarme su decisión ya tomada, que no estaba segura ni tranquila y que en parte hasta me atemorizaba ese encuentro, apoyé mi frente contra la suya y cerré los ojos un par de segundos para luego volver a buscar sus labios de forma lenta, queriendo olvidarme por un momento de esa noche que aún no había pasado pero que pronto pasaría. Me separé dejando mi rostro contra su pecho donde dejé un beso, mi mano acariciaba su costado hasta que cerré los ojos con fuerza, me mordí el labio apretándolo con mis dientes y tensé mi cuerpo clavando mis uñas contra el costado del vampiro, un calor se extendió un poco por mi vientre y siseé para luego acabar lanzando un pequeño jadeo volviendo a la calma cuando todo pasó… sabía lo que había sido, la marca se había extendido un poco, la había notado subir un poco por mí piel y no me era necesario mirarlo para comprobarlo. Mis ojos subieron al vampiro lamiendo la pequeña herida que llevaba en el labio- estoy bien –dije para tranquilizarlo, había dolido un poco pero mucho menos que cuando me lo hicieron- ¿y tú querías compartir esto? Con que lo sufra uno es más que suficiente, ¿no crees? –Mordí su labio inferior con sutileza- demonio insensato, ¿cómo se te ocurrió esa idea? –Dije, aunque más para mí misma que para él- mañana empezaré con la búsqueda de ese libro, a ver si puedo averiguar algo.
Volvíamos a estar en ese tono en el que la tensión se había esfumado, todo parecía tranquilo y en calma entre los dos y disfruté de ese momento, de sentirlo junto a mí, sus manos recorriendo mi cuerpo y mis ojos observando los suyos mientras de forma sincera, de la más sincera que sabía expresar en esos momentos, le decía lo que era para mí. Quizás no me hubiera dado cuenta hasta ese momento pero no valoras realmente lo que tienes hasta que lo pierdes, o hasta que lo puedes perder en todo caso… yo ya sabía de mis sentimientos por el vampiro, eso lo tenía más que claro, pero no me había dado cuenta que yo que siempre había vagado por el mundo sin importarme tener un sitio al que volver ahora, precisamente, me anclaba y me desesperaba el hecho de no volver al lado del vampiro, de ese con el que jamás llegué a pensar que podría estar en la situación en la que estaba ahora.
Me reí divertida cuando dijo que no se había dado cuenta mordiéndome el labio, mirándolo con cierta diversión porque ¿cómo no darse cuenta? Pero claro, quizás es que no me iba a decir lo que evidente que era y prefería mejor dejarlo así, no me importaba tampoco, pero por si no lo sabía yo se lo dejaba más claro aún. Mis labios fueron de nuevo a los suyos y nos besamos de forma algo más prolongada, calmada, sosegada notando su brazo acercándome más a él como si eso fuera imposible, solo podríamos estar más juntos si fundiéramos nuestra piel en una sola, porque no había ni un solo centímetro de mi piel que no estuviera pegada al cuerpo del vampiro. Reí mordiendo su labio inferior ante mi propuesta de esperarlo desnuda sabiendo que ese pequeño detalle no lo pasaría por alto, negué con la cabeza cuando dijo que eso era un buen motivo para volver sabiendo que quería quitar hierro al asunto, ponerle un poco de humor a ese momento y yo lo dejé… tenía el don peculiar de poner ese tono divertido y distendido en momentos como aquel.
Bufé cuando dijo que no podía prometerme aquello tras lamer mis labios de forma lenta y provocativa, que ya sabía cómo era, que se intentaría controlar pero que había ciertas cosas que no iba a dejar pasar, y sí, sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo en esos momentos… para lo que él podría ser una ofensa, a mí me daba exactamente igual lo que el vampiro pudiera decir o siquiera pensar de mí, porque para mí no era nada y su opinión me era totalmente indiferente, no me conocía y yo sabía perfectamente quién era, lo que hacía y lo que dejaba de hacer. Llevé mi rostro a su cuello y mis labios recorrieron este dejando pequeños mordiscos y besos por todo el lugar notando su vena bajo mis labios. Mi nariz también acarició la piel del lugar y terminé por subir a su oreja dejando un mordisco, sutil, en su lóbulo antes de apartarme para mirarlo dejando mi rostro cerca del suyo.
-¿Puedes prometerme, al menos, que volverás de una pieza? –Porque discutir con él en algo que tenía claro y fijo era tontería, y además no quería discutir en esos momentos con él ahora que estábamos bien- Ya sabes, que volverás aquí donde te estaré esperando para ser esa calma y el bálsamo que necesites por lo que pueda llegar a pasar esa noche… -mis labios acariciaron los suyos y subí mis ojos para mirarlo- necesito algo a lo que anclarme, Assur, algo que me deje tranquila dentro de mi intranquilidad esa noche –no me esforcé en ocultar que, aparte de no gustarme su decisión ya tomada, que no estaba segura ni tranquila y que en parte hasta me atemorizaba ese encuentro, apoyé mi frente contra la suya y cerré los ojos un par de segundos para luego volver a buscar sus labios de forma lenta, queriendo olvidarme por un momento de esa noche que aún no había pasado pero que pronto pasaría. Me separé dejando mi rostro contra su pecho donde dejé un beso, mi mano acariciaba su costado hasta que cerré los ojos con fuerza, me mordí el labio apretándolo con mis dientes y tensé mi cuerpo clavando mis uñas contra el costado del vampiro, un calor se extendió un poco por mi vientre y siseé para luego acabar lanzando un pequeño jadeo volviendo a la calma cuando todo pasó… sabía lo que había sido, la marca se había extendido un poco, la había notado subir un poco por mí piel y no me era necesario mirarlo para comprobarlo. Mis ojos subieron al vampiro lamiendo la pequeña herida que llevaba en el labio- estoy bien –dije para tranquilizarlo, había dolido un poco pero mucho menos que cuando me lo hicieron- ¿y tú querías compartir esto? Con que lo sufra uno es más que suficiente, ¿no crees? –Mordí su labio inferior con sutileza- demonio insensato, ¿cómo se te ocurrió esa idea? –Dije, aunque más para mí misma que para él- mañana empezaré con la búsqueda de ese libro, a ver si puedo averiguar algo.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: The Black Curse ~ Privado
La escuché bufar cuando le dije que no podía prometerle eso, su boca se paseo por mi cuello haciéndome sonreír, me gustaba que me colmara de atenciones, para que mentir, lo necesitaba.
Mordió el lóbulo de mi oreja, me giré ligeramente buscando su boca, húmeda, entreabierta, con sabor a fruta madura.
-¿define una pieza? -Susurré contra sus labios con una divertida mueca.
Tampoco eso podía prometerlo, no estaba seguro de que la noche no acabara con un derramamiento de sangre, cuando quedas con un Titan y un demonio las piezas del tablero se complican, claro que eso no me situaba por debajo de ninguna de ellas, quizás ambos olvidaban algo..yo llevaba 6000 años vagando por la tierra ¿ellos cuanto? Dioses demonios, copaban cuerpos menores comparados la mio, eso era un hecho.
-Prometo que volveré -aseguré con cierta altivez.
Ladeé la sonrisa al decirme que me esperaría, que seria mi bálsamo, mi paz tras una noche en guerra.
-Tu espérame desnuda, estoy seguro de que buscaré mas guerra y después hagamos la paz ¿te parece? Apunté con cierta diversión volviendo a perderme en sus labios.
Quería quitar hierro al asunto, quería que no se preocupara y se centrara en lo realmente importante, la herida de su vientre, esa maldición que la consumiría.
Acaricié su rostro despacio, centrándome en su mirada parda.
-Te lo prometo, volveré y lo haré de una pieza -entendía que necesitara un ancla, algo que le diera paz en tiempos de guerra.
Alce su nuca con mi mano suavemente, mi boca se perdió en la ajena, deslizando la lengua por cada recoveco de esta.
Nos perdimos en caricias, besos y risas, el lecho se convirtió en el cómplice de nuestra dicha, de nuestro “amor”. Habíamos pasado unas semanas muy malas, hoy la noche había sido peor incluso, pero de algún modo nos había unido, nos necesitábamos, quizás porque yo fuera su ancla y ella la paz que o necesitaba, quizás porque solo eramos almas errantes que de algún modo se encontraban o quizás eran los miedos que nos habían hecho huir del otro una eternidad los que ahora nos atraían como imanes para darnos la mayor lección de nuestras vida.
Sonreí por sus palabras, compartir la maldición era el modo que encontré de ganar tiempo, el único que se me ocurrió y aunque las cosas no habían salido exactamente según lo planeado no pensaba dejar que muriera ninguno de los dos.
Finalmente, acabamos los dos sucumbiendo sobre el colchón, el sueño nos venció cuando los primeros rayos del alba chocaron contra los postigos de la habitación que no dejaron entrar ni uno solo de estos haces de luz velando por el sueño de ambos.
Fin.
Mordió el lóbulo de mi oreja, me giré ligeramente buscando su boca, húmeda, entreabierta, con sabor a fruta madura.
-¿define una pieza? -Susurré contra sus labios con una divertida mueca.
Tampoco eso podía prometerlo, no estaba seguro de que la noche no acabara con un derramamiento de sangre, cuando quedas con un Titan y un demonio las piezas del tablero se complican, claro que eso no me situaba por debajo de ninguna de ellas, quizás ambos olvidaban algo..yo llevaba 6000 años vagando por la tierra ¿ellos cuanto? Dioses demonios, copaban cuerpos menores comparados la mio, eso era un hecho.
-Prometo que volveré -aseguré con cierta altivez.
Ladeé la sonrisa al decirme que me esperaría, que seria mi bálsamo, mi paz tras una noche en guerra.
-Tu espérame desnuda, estoy seguro de que buscaré mas guerra y después hagamos la paz ¿te parece? Apunté con cierta diversión volviendo a perderme en sus labios.
Quería quitar hierro al asunto, quería que no se preocupara y se centrara en lo realmente importante, la herida de su vientre, esa maldición que la consumiría.
Acaricié su rostro despacio, centrándome en su mirada parda.
-Te lo prometo, volveré y lo haré de una pieza -entendía que necesitara un ancla, algo que le diera paz en tiempos de guerra.
Alce su nuca con mi mano suavemente, mi boca se perdió en la ajena, deslizando la lengua por cada recoveco de esta.
Nos perdimos en caricias, besos y risas, el lecho se convirtió en el cómplice de nuestra dicha, de nuestro “amor”. Habíamos pasado unas semanas muy malas, hoy la noche había sido peor incluso, pero de algún modo nos había unido, nos necesitábamos, quizás porque yo fuera su ancla y ella la paz que o necesitaba, quizás porque solo eramos almas errantes que de algún modo se encontraban o quizás eran los miedos que nos habían hecho huir del otro una eternidad los que ahora nos atraían como imanes para darnos la mayor lección de nuestras vida.
Sonreí por sus palabras, compartir la maldición era el modo que encontré de ganar tiempo, el único que se me ocurrió y aunque las cosas no habían salido exactamente según lo planeado no pensaba dejar que muriera ninguno de los dos.
Finalmente, acabamos los dos sucumbiendo sobre el colchón, el sueño nos venció cuando los primeros rayos del alba chocaron contra los postigos de la habitación que no dejaron entrar ni uno solo de estos haces de luz velando por el sueño de ambos.
Fin.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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