Noche de lluvia

El día entero había sido hermoso, con un sol cálido que acariciaba tu piel calentándola, las nubes tapando lo necesario permitiéndole a los niños y a ella tomar la siesta en el jardín junto al azulado cielo brillante y espléndido. Había pasado parte de la mañana y toda la tarde en el orfanato aprovechando su día libre en el burdel y escapándose del ’bruto sarnoso’ como le gusta llamarlo, y de la nada... Lluvia, mucha lluvia por todos lados.

Los apresurados pasos de la joven rubia parecen no ayudar en nada al hecho que esta mas que empapada de pies a cabeza –Demonios...– exclama intentando que la tela de la falda deje de pegársele en las piernas y le permita apresurar mas el paso por las desoladas calles parisinas bajo la lluvia torrencial. ¿Porque precisamente ese día tenia que caer la peor de las lluvias? Pasa la mano por el rostro tallándose los ojos. Falta mucho para llegara a la que ahora es su nuevo ‘hogar’ junto a Varg. Hastiada se da por vencida llegando a un callejón refugiándose inútilmente en uno de los pequeño techo esperando que la tormenta mengue un poco –‘Detesto que toque dormir en la calle, ¡Infiernos!’– Mira a su alrededor abrazándose, parecería ser que es la única loca que se le ocurría vagar a esas horas y en aquel lugar. Tiembla por el frió y humedad –‘Ha de estar hecho una furia el perro’– piensa riendo a sus adentros antes de percatarse que alguien mas parece padecer las mismas circunstancias que ella. Duda por un momento y aun asi mordiéndose los labios y esperando que no sea la peor decisión que haya tomando le llama –Ey! Por aqui– pide llamándolo con una seña. Claramente es un chico, alto, empapado al igual que ella, las gotas le escurren por los mechones de cabello corto. Seguro su clase social es igual que la de ella.

***

Efectivamente era un chico, alto que ahora se acerca, esta mojado de pies a cabezas al igual que ella. En definitiva no hay suficiente espacio y no es que sirva de mucho el techo para refugiarse, pues sigue mojándosele la falda del vestido y tiene los zapatos llenos de agua. En fin seguro que si no ha de ser una de sus mejores ideas, se sabe defender... un poco.

–Buenas tardes… casi noches – responde tratando de no sonar impresionada, no parece un chico de buena posición social, su ropa y facha lo permiten ver; sin embargo su habla es correcto, cortes y pulcro algo a lo que no está acostumbrada para nada y mucho menos la llamen señotita –Si, hemos tenido mala suerte – expresa con el asentó que la caracteriza, sonríe, un fuerte trueno se escucha y permite que la voz del chico continúe fluyendo. –Te agradezco, eres muy amable al no conocerme y ofrecerme un refugio, tratare de no incomodar mucho.– continua abrazándose a su misma, apretando ligeramente los pechos. Aquel día prometía tanto que no se le paso llevar algo que tapar, ahora claro, sufría las consecuencias. Se acerca a su lado permitiendo que la guie –... Soy Siren… ¿Eres de aquí? Quiero decir que… – Lo ultimo lo dice tartamudeando un poco coloreándosele las mejillas por la pena de ser tan entrometida y el frio que le recorre el cuerpo–Si eres Francés… llevo varios años aquí y aun me cuesta trabajo hablarlo – camina a su lado haciendo un gracioso gesto torciendo la boca y rolando los ojos al sentirse un poco torpe.

Fueron algunas, las mas decentes, negativas a su insistente invitación a la gala que repartí a través de la  tarde sin éxito alguno pues  pasadas las siete de la tarde menos 15 minutos, termine estallando al soltar un –¡Maldita sea Ronan ¡¡Iré pero déjame terminar mi turno al menos! –los presentes se nos quedaban mirando. Suspire agotado –Terminare mis rondas e ire a tu casa para que me prestes algo acorde, ¿De acuerdo? Ahora lárgate antes de que me revalore mis acciones de hace un instante y de marcha atrás –Un Ronan feliz se alejaba a mi con su reluciente y estúpida sonrisa en el rostro.

Lo aceptaba ¡Si! era un amargado, un amargado muy feliz sin vida social que vivía a las afueras de París y se la pasaba metido de lleno en su trabajo desde que había llegado a Francia. Era feliz a mi manera, amargado para el mundo, algo con lo que no me pesaba vivir.

La velada llevaba poco mas de una hora. Ahora entendí porque la insistencia de traerme, Ronan hacia acto de presencia junto a su prima, una dulce joven de cabellos rojizos, aire angelical y la prófuga de la familia, si no mal recordaba, la querida Lizzy continuaba sacándolo de quicio, haciendo que mi querido amigo arrastrara el trasero detrás de ella mientras yo me aburría cual ostra mirando a las jóvenes debutantes a la sociedad que entraban por la puerta principal.

La que acababa de entrar era mas que linda, enfundada en un vestido de terciopelo rojo oscuro con uno de los escotes mas provocadores de la noche junto a su exquisito pero caro collar de diamantes y rubíes dejando al descubierto su cuello por el elegante peinado… enseguida atrayendo la mirada de más de uno a la joven exótica, y no solo por su simple presencia, el cuchicheo de llegar sola era la cereza del pastel. No era algo que me incomodara, creía y alentaba la independencia de las mujeres, una de las razones por las cuales evitaba codearme con la clase alta, siempre tan fijada y chismosa.

Alce la mano tomando otra copa de champagne. La tercera de la noche y aun faltaba mucho para que el encanto de Cenicienta me dejara ser libre.